Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Para comenzar con este reflexión se dirá que después de la revolución de independencia y después
de la primera monarquía, se define al país como república con la intención de generar una sociedad
moderna y adecuada al momento histórico. No obstante, Mora somete estas ideas a una reflexión
que dice:
“La voz de la república vino a substituir a la de imperio en la denominación del país; pero una y otra eran
poco adecuadas para representar, mientras se mantuviesen las mismas instituciones, una sociedad que no
era realmente sino el virreinato de Nueva España con algunos deseos vagos de que aquello fuese otra
En aquel momento existían dos partidos que abanderaban dos ideas. “El primero hablaba de libertad
y progreso, el segundo de orden público y religión. […] A finales de 1826, el progreso estaba en lo
general representado por los gobiernos de los Estados, el retroceso o statu quo por el Clero y la
Milicia.” (P. 263)
En términos maquiavélicos, la política se trata de tejer relaciones, resolver conflictos y apostar a los
grandes grupos que pueden aportar sustancialmente a la causa. En el texto que presenta José María
Luis Mora, se pueden observar este accionar político por parte de la maquinaria gubernamental.
Aunque la apreciación del autor es que:
“el Gobierno general era un poder sin sistema que, por su fuerza muy superior, fijaba el triunfo del lado
donde se cargaba en las luchas que, sin haberlas previsto ni calculado, encontraba al paso empeñadas entre
el progreso y el retroceso; o, lo que es lo mismo, entre los Estados por un lado, y los obispos, cabildos y
“Los Estados y los Poderes supremos, el Clero y la Milicia fueron todos más o menos sometidos a la acción e
“El partido escocés nació en México en 1813 […] el sistema representativo y las reformas del
Clero, iniciadas en las Cortes de Cádiz, constituían su programa.” (P. 265) Por cuestiones políticas,
el partido del progreso se vio obligado a recibir la cooperación de las logias para hacer contrapeso
al clero.
El Clero apoyó a Iturbide y lo abanderó. Sin embargo, cuando Iturbide llegó al poder disolvió al
Congreso y se corono como Emperador. Esta falla le costó al partido escocés. En el año de 1826
aparece el partido de los yorkinos que se basaba en los “descontentos de todos los cambios
efectuados después de la Independencia y las clases ínfimas de la sociedad” (P. 267)