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SONCCO SONCO, OMAR

ENSAYO
EL CEREBRO SOCIAL Y EMOCIONAL
El cerebro social
“Cuanto más abiertos estemos hacia nuestros sentimientos, mejor podremos leer
los de los demás”. Daniel Goleman

Las personas contamos con un gran repertorio emocional con variantes que
incluyen el tener miedo, ira, felicidad, sorpresa etc. Pero estas emociones son
fundamentales en nuestra vida y no son de gran utilidad para nuestro desarrollo,
estas nos orientan en momentos importantes adaptables, como la tristeza que nos
ayuda a superar una perdida notable en nuestra vida. En todas emociones que
experimentamos como el temor o ira esto es a causa de la amígdala. La amígdala
es un conjunto de neuronas que unan directamente al tálamo con la amígdala, lo
que permite que los seres humanos tengamos este tipo de reacciones ante todo tipo
de situaciones

Para los seres humanos la supervivencia depende, en gran medida, de un


funcionamiento social efectivo. Las habilidades sociales facilitan nuestro sustento y
protección. Si queremos entender a los seres humanos, la comprensión de las
capacidades relacionadas con la sociabilidad cobra un rol fundamental.

Podemos tocar que el control de las relaciones y las habilidades que hacen que una
persona detenga liderazgo, y la eficacia interpersonal. Las pruebas de inteligencia
en verdad dicen muy poco de nuestra verdadera capacidad social y emocional ya
que esto quiere decir que no tenemos una inteligencia especifica sino que tenemos
varios tipos de inteligencia que se van desarrollando con el tiempo, pero que hay
muchas personas que no descubren y desarrollan esas capacidades, por otro lado
en las escuelas muchas veces los profesores o amigos reprimen o ignoran esta
inteligencias en vez de explorarlas para beneficio del niño
 Conocer nuestras propias emociones
 Manejar las emociones
 La propia motivación
 Reconocer emociones de los demás
 Manejar las relaciones

Entonces decimos que el cerebro emocional es un conjunto de destrezas,


actividades, habilidades y competencias que determinan la conducta del
individuo

Cerebro que piensa: neocórtex (cerebro racional). Cerebro que siente: sistema
límbico (cerebro emocional). Cerebro que actúa: tronco cerebral (cerebro “animal”).

El cerebro emocional es una habilidad que implica tres procesos:

 Percibir: Reconocer de forma consciente nuestras propias emociones e


identificar qué sentimos y ser capaces de darle una etiqueta verbal.
 Comprender: integrar lo que sentimos dentro de nuestro pensamiento y
saber considerar la complejidad de los cambios emocionales.
 Regular: dirigir y manejar las emociones tanto positivas como negativas de
forma eficaz.

CEREBRO EMPATICO:

El cerebro no percibe el rostro como un todo, sino que otorga más peso a unos
rasgos que a otros. Hombres y mujeres no procesan por igual la visión de rostros
con expresiones felices o tristes. Ante rostros tristes o con expresión de dolor, el
cerebro femenino responde con más intensidad al estímulo.

La clave de la empatía está en entender a los otros, no solo por situarnos en su


lugar, sino también, por ser capaces de contagiarnos de lo que siente el otro. La
empatía implica las mismas estructuras neuronales que procesan nuestras
experiencias.

Las experiencias de rechazo o exclusión social, especialmente en la adolescencia,


son de las vivencias más dolorosas. El sufrimiento que produce el rechazo por
demás es provocado por la activación de las mismas áreas cerebrales que
utilizamos ante el dolor físico. La tristeza o el dolor físico de otros, permiten medir la
empatía en el cerebro.

Los hombres y las mujeres procesan de modo diferente la visión de rostros con
expresiones felices o tristes. En ambos casos, se activa el hemisferio izquierdo ante
cara feliz. Sin embargo, ante rostros tristes o con expresiones de dolor, el cerebro
femenino responde con más intensidad al estímulo.

Aunque sintamos enojo o rechazo, nuestra memoria no retiene con nitidez las caras
de los egoístas. La solidaridad genera gozo. No solo tenemos una aversión innata
contra la injusticia, sino que nuestro cerebro está ajustado para la colaboración, que
nos compensa más allá de los puros beneficios económicos.

La vida social emocional y afectiva se mide por la empatía por la que compartimos
sentimientos, nos contagia el estado de ánimo, las formas de hablar. Imitamos
inconscientemente los gestos. Todo se esculpe en el rostro.

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