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a Basílica Catedral de la ciudad de Cusco Perú, posee en su aposento a la legendaria

imagen del “Señor de los Temblores”, mas conocido: “Taytacha de los Temblores”
(“Taytacha” es una palabra quechua que está en diminutivo que significa: “papito”;
porque tayta es “padre, señor”, acha es el diminutivo). Su historia se remonta a la época
de la colonia peruana, cuando a mediados del siglo XVI (1620) fue traído desde España
como un regalo del entonces rey Carlos V. Ésta versión, ha sido desvirtuada por
actuales estudios, en los que se demuestra que la efigie del Cristo fue hecha con maguey
y fue aplicada con una técnica cusqueña denominada “T’eqe”, por tanto, el “regalo” del
emperador europeo sólo habría consistido en el aporte financiero.

En el período del Rey Felipe II, quien escuchó los informes del arquitecto del Escorial,
diciendo que los “indios del Perú seguían adorando al Sol y que es sus fiestas
recordaban a las deidades de su gentilidad”. Al oír tal cosa, manda hacer en Sevilla la
imagen de un Santo Cristo de gran talla y belleza, pero distinto a los que veneran en
España; éste debía tener color cobrizo y fracciones que les permitieran a los indios
reconocerse en la propia imagen.

Terminada la obra es enviado al Perú asegurada en un arca y afianzada en la cubierta de


una nave destinada a cruzar el mar y llegar al puerto del Callao, desde donde sería
trasladada a la ciudad del Cusco. Pero resulta que en alta mar, la embarcación sufrió
amenazantes tormentas y los sacerdotes comisionados, en su desesperación, sacaron del
baúl al Santo Cristo, lo aseguraron al trinquete mayor e imploraron piedad y clemencia
para que detuviera la furia del mar y así fue. Se tranquilizaron las aguas y en
agradecimiento le llamaron con el nombre de “Señor de las Tormentas”.

Una vez en el puerto del Callao, la imagen debía ser transportada al Cusco,
encomendándose la tarea a un conocido arriero español residente en la Villa de
Mollepata (Anta – Cusco). Después de un viaje lleno de incidentes, arribaron al lugar de
la última jornada antes de llegar a Cusco, este lugar fue el pueblo de Mollepata. La
comitiva se detuvo para descansar unos días, pero al querer reiniciar el viaje sucedió
algo inaudito.

El arcón que contenía la imagen se tronó tan pesado que no pudieron ni moverlo. La
gente dijo que era porque la imagen deseaba permanecer en ese lugar y la comitiva se
vio obligada a dejarlo, no sin antes imponer como condición a los moradores que debían
levantarle un templo.

Por supuesto que todo fue una farsa del arriero cuya verdadera intención era quedarse
con la hermosa imagen, de fina escultura y armónica anatomía y de la que se afirma es
muy parecido al Señor de Burgos en España, por lo que es conocida como “Señor
Manuel de Exaltación” de Mollepata.

Otro Santo Cristo es el que entregaron a la Catedral del Cusco. La escultura, de


facciones grotescas y anatomía asimétrica, fue modelada en pergamino de llama, con el
busto hueco y muy poco valor estético. Sin embargo, es admirada y querida por el
pueblo cusqueño por sus portentosos milagros y fue así desde el momento que ingresó a
la Catedral y le llamaron “Cristo de la Buena Muerte”. Después, asombró a la población
cuando desencadenó el gran terremoto del jueves 31 de marzo de 1650, siendo conocido
desde entonces como “Señor de los Temblores”. El color de su piel ha cambiado con los
años, por el humo de los cirios y la resina de las flores de ñujchu, que es de un color
rojo escarlata y por esta razón es conocida como Cristo Moreno y Cristo Indio.

En el año de 1720, la ciudad del Cusco fue asolada por una peste que sólo se detuvo
después de sacar en procesión al Santo Cristo y es así como, por decisión del pueblo fue
proclamado “Patrón Jurado de Cusco”, desplazando al Patrón de Santiago que había
sido nominado como tal por los españoles en 1646. La procesión fue instituida el 31 de
marzo de 1650, en recuerdo al terremoto, y en 1741 fue cambiada al día de Lunes Santo,
marcando el inicio de la Semana Santa. El recorrido de la procesión sigue tal como se
estableció en ese entonces. Sale de la Catedral, visita el templo de Santa teresa, donde
cambia su sudario para luego dirigirse al templo de la Merced, donde le espera la Virgen
de la Soledad. En todo su recorrido recibe multitudinario homenaje y antes de ingresar
nuevamente a su templo, bendice a sus fieles devotos.

Cusco fue devastado con terremotos y sismos en varias oportunidades, se desplomaron


templos y casonas, los fieles de inmediato tenían que correr a la catedral para sacar al
Taytacha de los Temblores en procesión, desde 1650, 1950, 1986. Éste último para
implorar misericordia y pedir perdón, porque creyeron que fue un castigo por el robo de
la corona de oro (1985) que obsequió el Virrey Francisco de Borja y Aragón. En 1989
gracias a la gestión de Monseñor Mario Gálvez Tió, Vicario Capitular, y miembros de
la Confraternidad, señores Jesús Lambarri, Concepción B. de Pola, Laura F. de Dueñas,
Luzmila de Ochoa y Ricardo Castro Pinto, fue renovado y embellecido el altar del
“Taytacha”, con hermosa platería y dorado en sus cornisas. El 9 de mayo del 2001,
después de una solemne misa, los esposos Hilda Kalinowski y Luis Navarrete Lechuga
donan al “Taytacha” dos hermosas coronas, una de oro y otra de plata, réplicas de la
corona original que nunca fue recuperada. Recibió este obsequio el Monseñor Mayorga,
y en representación de la Confraternidad, los señores Washington Peralta y Ricardo
Castro Pinto.

Entre enero y marzo del año 2005, la Imagen del Señor de los Temblores fue restaurada
por un equipo interdisciplinario del Instituto Nacional de Cultura (I.N.C.), hoy
Ministerio Regional de Cultura, en los laboratorios de la Hacienda del Marqués de
Valleumbroso, en Tipón del distrito de Oropesa, Departamento de Cusco, precisamente
el 14 de enero el pueblo cusqueño rindió una emotiva despedida y acompañando entre
lágrimas al patrón jurado. Con el rostro demacrado, que revela su grave enfermedad, el
Señor de los Temblores dejó la Catedral, su Casa, en que durante varios siglos nunca
salió; ésta vez lo hizo porque era urgente la delicada intervención, para después volver
totalmente restablecido nuevamente a la Basílica Mayor para luego salir triunfante el
Lunes Santo y bendecir a su pueblo.

Los maestros artistas restauradores hallaron dentro del cuerpo del “Señor de los
Temblores” unas “Cartas” (en el Informe Final de Conservación-Restauración (INC,
2005, pp.11-12), hallazgo de 61 cartas de diferentes años, siendo el más antiguo del año
1762, Este conjunto de documentos corresponden a una vieja costumbre religiosa, la de
escribirle cartas al santo, pidiendo favores, rogando su mediación, contándoles sus
penas, quejas, rogándole conceda gracias a las que el creyente devoto no se siente capaz
de alcanzar por esfuerzo propio. Al menos desde la restauración de 1977, las
autoridades eclesiásticas conocían de la existencia de estas cartas, pero, optaron por
dejarlas en el lugar donde fueron halladas.
Se preguntarán ¿por dónde introducían éstas cartas?, precisamente las hacían por la
herida en el pecho “Llaga del Costado”, quizás el hecho de poner la comunicación
dentro del cuerpo del Taytacha, cerca de su corazón, nos está indicando una necesidad
de proximidad, de susurro de corazón a corazón, de sentimiento a sentimiento. El gesto
y el lugar de colocar las cartas dentro del Taytacha, nos estaría hablando de una relación
afectiva y fuerte, dice así una carta: “Ruegos al Señor de los Temblores, al Señor Don
Manuel Jesús de la Palestina, Dios Trino y Uno, Justo Juez de Cielos y Tierra, como tú
sabes bien yo sólo vivo en la esperanza tuya y la de la Madre María que también es mi
Madre, a quien pediré si no es a ti. Las cosas que te pido son cinco en memoria de tus
cinco preciosas llagas… (Ibid. Cuzco, octubre 30 de 1908, firma completa)”.

Quiénes serían los afortunados en introducir éstas cartas, cuándo, cómo y en qué
momento?, simplemente no lo sabemos. Al analizar su composición se dieron cuenta de
que el cuerpo no estaba hecho de pergamino o cuero de camélido como se creía, sino de
fibra vegetal de lino. La cabeza es de maguey, mientras que los pies y las manos están
hechos con madera balsa, materiales todos de nuestra región. Entonces el Patrón jurado,
Taytacha de los Temblores

, es autóctono y original.

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