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Es posible desplegar una nutrida argumentación a favor del derecho de las mujeres
a decidir si desean o no, llevar adelante un embarazo no previsto. Se trata de un
derecho humano, que habilita a la mitad más una de nuestra especie, a disponer de
su cuerpo y de su proyecto de vida.
Pero no hay que desesperar, porque, como es habitual, las mujeres hemos sido
declaradas como el reservorio natural del altruismo y de la auto postergación. En
un mundo despiadado, debemos, según dicen algunos, extremar nuestra
consideración hacia la vida potencial, y no agostar los brotes de existencia humana,
aunque dejarlos prosperar implique graves problemas o limitaciones a nuestra
propia existencia.
Por ese motivo, es de gran utilidad crear relatos alternativos, que den figuración a
otros deseos y percepciones de las situaciones vitales que plantean dilemas éticos.
Una joven paciente que cursaba los primeros estadios de un embarazo no deseado,
trajo a sesión un sueño:
“Yo estaba fuera de mi casa, volviendo de algún lado, y me di cuenta que había
entrado un ladrón. ¡No sabía cómo sacarlo! Me desperté angustiada.”
Está claro que el embrión había sido significado como un usurpador, un invasor,
que podría robarle sus proyectos de vida, sus posibilidades de desarrollo personal,
anclándola en el servicio hacia otro ser. Es pertinente interrogarnos acerca de cuál
es la vida psíquica posible para un niño que llega al mundo y no es bienvenido, una
persona cuya existencia es percibida por la madre, como contradictoria con la
propia.
El reparto cultural del bien y del mal entre los géneros, implica una escisión
colectiva entre las tendencias depredadoras y competitivas que todos albergamos,
y la empatía y la solidaridad de la que también somos capaces.
http://www.elsigma.com/genero-y-psicoanalisis/el-derecho-a-la-vida-psiquica/13429