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La vida doméstica de los Guzmán entre las faenas agrícolas, la vigilancia armada
de la región, los quehaceres domésticos y la esmerada educación de sus tres hijos;
siguiendo la costumbre de la época, Don Félix y Doña Juana encomendaron la educación
de su hijo Domingo a su pariente, el cura-párroco de Gumiel de Izán.
La iglesia desde siglos atrás venía arrastrando, crisis muy recias que abrían
grandes interrogantes en el alma del joven canónigo de Osma, Domingo de Guzmán.
Ideas y costumbres demasiado humanas afeaban el rostro de la iglesia. La ordenación
sacerdotal de Domingo a los 25 años de edad vino a dar respuesta a su inquietud. Con su
sacerdocio se le dio también la facultad de predicar el evangelio. Había sido ordenado
sacerdote para distribuir la economía de los sacramentos y procurar la salvación de los
hombres mediante el anuncio de la palabra de Dios.
En el mes de abril de 1215, dos clérigos de Tolosa, Fray Pedro Seila y Fray
Tomas, “gracioso y elocuente predicador”, profesaron el seguimiento de Cristo, viviendo
el mismo estilo de vida de Domingo: en comunidad y obediencia, en pobreza y sencillez
evangélica. Así “por inspiración del Espíritu Santo” y siguiendo el hilo de los
acontecimientos, juzgó la hora de fundar una orden religiosa que, por vocación y carisma,
se dedicara a la predicación de la Palabra de Dios y a la salvación de las almas. Los
hermanos predicadores vivían conforme a las costumbres de los religiosos de la época:
en comunidad, fieles a la observancia de los consejos evangélicos, oración y estudio.
Domingo fortalecía la comunidad con su “asiduidad extraordinaria en la oración, y su
dedicación a la predicación y debates públicos con los herejes”.
En el diverso e intenso quehacer apostólico de Domingo y de los hermanos
predicadores, la Madre de Dios siempre estuvo presente. María ocupa un lugar
privilegiado en la tradición dominica. Desde sus inicios, Domingo tuvo el feliz acierto de
poner su orden bajo el patrocinio de María. Aparece como Reina, Madre y enfermera de
sus hijos. Cual celestial costurera les prepara el hábito blanco y negro que los distinguirá
en el concierto de las demás familias religiosas. Domingo en sus horas de encuentro filial
con la Madre de Dios, siente la feliz inspiración de orar con el evangelio. Así nació la
oración evangélica del Rosario, centraba en el ministerio del verbo de Dios encarnado.
En la tarde del 6 de agosto de 1221 debido a una grave enfermedad que día a día
empeoraba gracias a la fiebre y al dolor, que nunca han podido hacerle cambiar la
expresión de su rostro, siempre suave, sonriente y alegre; Domingo muere con la dulce
serenidad de los justos. El cardenal Hugolino, conmovido hondamente, exclamo durante
la celebración del funeral: “Esta en el cielo, asociado a la gloria de los apóstoles”.