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1 SBN 950-573-773-4
aORs
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L'ORÍGENES
,
RIGEN ES
ESLABONES ENTRE LA CIENCIA Y LAS ESCRITURAS
ARIEL A. ROTH
IMPRESO EN LA ARGENTINA
Printed in Argentina
Primera edición
MM-4M
ISBN 950-573-773-4
ISBN 950-573-773-4
-36529-
A Lenore, Larry y john:
buenos ejemplos
de la obra del Creador.
CONTENIDO
AUTOR
PREFACIO
AGRADECIMIENTOS
LAS PREGUNTAS
Y LAS ESCRITURAS
16. La ciencia: una empresa maravillosa
17. La ciencia y la verdad: algunos interrogantes
18. Las Escrituras: algo extraordinario 341
19. Interrogantes acerca de las Escrituras 358
ALGUNAS CONCLUSIONES
20. ¡Está la ciencia en problemas?
21.Alternativas entre el creacionismo y el evolucionismo
22.Unas pocas palabras finales
GLOSARIO
iNDICE
EL AUTOR
.l ay quienes consideran una tarea imposible ligar la ciencia con la H Biblia. Este
libro desafía-esa "imposibilidad". Intenta mostrar que la dicotomía entre ciencia y
Escrituras no es lo que muchas veces se
supone, y que existe una armonía razonable entre las dos.
En las discusiones animadas acerca de la veracidad de la ciencia y la
Biblia, demasiado a menudo el enfoque se centra en un tópico, como ser:
¿Cómo podría la vida aparecer espontáneamente, o qué validez tiene el
registro de los comienzos narrados en la Biblia? Con todo, el problema de
los orígenes es muy abarcante porque trata del comien-
zo de casi todo. Un tema extenso demanda una amplia base de eva-
luación. Este libro intenta dar una introducción al panorama más ge-
neral y abarcante. Solemos confiar en los expertos especializados, que
a su vez confían en otros expertos especializados, todos los cua-les han
formado su "concepto del mundo" basados en opiniones ge" neralizadas
sin haber tenido la oportunidad de evaluar el cuadro más amplio que se
acepta, dándolo por sentado. Demasiado a menudo formulamos
conclusiones abarcantes a partir de bases estrechas, sin darnos cuenta
de que sufrimos del preconcepto de exclusión. Un soció-
logo mira una ciudad desde una perspectiva diferente de la del
arquitec-to, pero ambos ven parte del cuadro total. Este breve examen
intenta "es-pecializarse" en un vistazo más amplio, al evaluar diversas
interpretaciones
basadas en datos científicos y en las Escrituras.
Mientras intentaba abarcar el cuadro más extenso me he visto forzado, por
11
ll LOS ORiGENES
13
ARIEL A. ROTH
Loma Linda, Calif., USA
Marzo de 1997
AGRADECIMIENTOS
1
5
UNA PREGUNTA PERSISTENTE
hace mucho. Esto dejó en algunos de nosotros la pregunta de por qué se había
llamado a esa audiencia pública. Como orador principal del punto de vista
creacionista, quedé impresionado por mi tremendo fracaso. Esta reunión me re-
cordó una vez más cuán emocionalmente involucrados estamos con el proble-
ma filosófico básico de nuestros orígenes. Este problema no fue resuelto hace
cien años, y hasta hoy muestra pocas señales de llegar a serlo. Durante dos-
cientos años ha habido un conflicto abierto entre las interpretaciones científicas y
la Biblia. Esta es una de las batallas intelectuales más grandes de todos los
tiempos. Las armas son la pluma y la lengua, y el campo de batalla es la mente
del hom~re. Este problema afecta nuestra visión básica del mundo, nuestra ra-
zón de existir y nuestra esperanza para el futuro. No es un problema que se
pueda poner fácilmente a un lado.
LA CONTROVERSIA'
Aunque los conceptos de evolución han existido durante siglos, un cambio
drástico ocurrió en 1859 cuando Carlos Darwin publicó su libro El origen de las
especies por medio de la selección natural, o la conservación de razas favoreci-
das en la lucha por la existencia. Este tomo enfatizaba la evolución junto con un
mecanismo sugerente, la selección natural, para producir formas más avanzadas de
yida. La reacción hacia el libro de Darwin fue al comienzo muy mezclada, pero
después de unas pocas décadas, una gran cantidad de hombres de ciencia y
algunos teólogos comenzaron a aceptar alguna forma de evolución. Había pocos
detractores de las ideas de Darwin, especialmente entre los teólogos y los biólogos,
incluyendo un grupo notable de la Universidad de Princeton que adoptó una posición
intermedia entre el evolucionismo y el creacionismo.
Hubo una resistencia organizada contra el evolucionismo a comienzos del
siglo XX en Inglaterra, pero la oposición más fuerte se desarrolló en los Estados
Unidos. El creacionista más influyente de ese período fue George McCready
Price (1870-1963), quien en numerosos libros desafió tanto el evolucionismo
como la validez de la columna geológica que se usa para ilustrar el progreso
evolutivo.
En la década de 1920 hubo un crecimiento de la preocupación pública en favor
del creacionismo, y varios estados promulgaron leyes prohibiendo la ense-ñanza del
evolucionismo en las escuelas públicas. Una de ellas fue la base para el famoso
Caso Scopes7 (a veces llamado ei"Caso del mono") que atrajo aten-ción mundial
(Figura 1.1 ). john T. Scopes, un profesor de Biología del puebleci-to de Dayton,
Tennessee, fue hallado culpable de enseñar el evolucionismo y más tarde absuelto
sobre la base de una falla técnica. Ambos bandos declararon haber vencido, y pocas
opiniones cambiaron. Siguió la secuela típica de estos
CAPITULO 1 1 UNA PREGUNTA PERSISTENTE 23
La atestada sala del tribunal durante el famoso juicio Scopes en Dayton, Tennessee (EE.UU.). Está
hablando el abogado Clarence Darrow.*
8
movimiento [creacionista]". El teólogo Gordon Kaufamn, de Harvard, escribió
en 1971 que "la Biblia ya no tiene la autoridad singular y única para el hombre
occidental. Ha llegado a ser un monumento grande pero arcaico en nuestro
medio ... Sólo en lugares aislados (y seguramente están desapareciendo rápida-
mente) tiene la Biblia esa clase de autoridad existencial y significación de que
9
una vez gozó en gran parte de la cultura occidental".
Pero la desaparición de la Biblia y del creacionismo predicha no se mate-rializó
en los Estados Unidos. Las iglesias evangélicas conservadoras crecieron
rápidamente en las décadas de 1970 y 1980, mientras que las denominaciones más
liberales perdieron miembros, a veces, de a millones. El creacionismo pronto
s'urgiómás fuerte que nunca, debido a una combinación de factores, in-cluyendo los
siguientes: 1) Muchos padres se molestaron por libros de texto de biología, de nivel
medio, bien escritos y financiados por el gobierno, que enfati-zaban temas
controvertidos, como·la educación sexual y el evolucionismo, de una manera que
ellos consideraban ofensivo. 2) Un libro escrito por dos crea-cionistas, John C.
10
Whitcomb y Henry M. Morris, titulado The Genesis Flood [El diluvio del Génesis],
que estaba basado, en parte, en los puntos de vista de George McCready Price,
recibió amplia difusión y un sólido apoyo de los reli-giosos conservadores. 3) Dos
amas de casa influyentes en el sur de California, Nell Seagraves y Jean Sumrall,
influyeron sobre la junta de Educación del Estado de California para requerir que al
creacionismo se le diera el mismo estatus que al evolucionismo. Esta
11
reglamentación fue modificada más tarde. Como Cali-fornia es tal vez el Estado de
mayor influencia en los Estados Unidos, la publici-dad de esta decisión estimuló una
cantidad de intentos legislativos en otros Esta-dos para dar la misma consideración
al creacionismo que al evolucionismo. En los años siguientes se presentaron
docenas de propuestas de leyes relacionadas con este tema a las legislaturas de los
EstadosY
Uno de los problemas mayores que alimentan el fuego de la controversia es
que la ciencia no está preocupada con la moralidad, y el evolucionismo es per-
cibido como un desafío a la Biblia, en la que existe gran preocupación acerca de las
normas morales. Por causa de esto, muchos consideran la enseñanza del
evolucionismo como un desafío a las normas tradicionales de conducta. Esto no
quiere decir que los hombres de ciencia no sean morales. Muchos de ellos son
modelos de rectitud estricta, pero la moralidad no es una preocupación de la
ciencia ni de la teoría de la evolución, y los padres se ponen nerviosos cuan-do se
presenta en el aula como que ellas tuvieran autoridad por sobre la Biblia y
CAPfTULO 1 1 UNA PREGUNTA PERSISTENTE 25
Dios creó a los seres humanos dentro de los últimos 10.000 años 44 47 47
Los seres humanos se desarrollaron durante millones de años, pero 3a
Dios guió el proceso 40 35
los seres humanos se desarrollaron a lo largo de millones de años.
Dios no estuvo involucrado en ello. 9 9 11
Sin opinión 9 4 7
Creencias de los adultos en los Estados Unidos con respecto a sus orígenes. Las cifras representan
porcentajes obtenidos por encuestas Gallup realizadas en 1982, 1991 y 1993.
EL CONFLICTO Y LA EXACTITUD
Probablemente el más pintorésco de los filósofos cínicos fue Diógenes de
Sínope. Esta figura imaginativa y carismática del siglo IV a.C. hizo mucho para
promover la filosofía cínica de la virtud como el único bien. Esta creencia esta-ba
con frecuencia acompañada por un ascetismo extremo que parecía estar
ejemplificado en la vida de Diógenes. De él se cuentan muchos incidentes. Al-
gunos de ellos sin duda son apócrifos; sin embargo, sirven para ilustrar la enor-
midad de la brecha que a veces existe entre lo convencional y los ideales. Se
cuenta que Diógenes descartó su última posesión, su cuenco, después de
obser-var a un muchacho que bebía con sus manos ahuecadas. Él vivió en un
barril de madera prestado, idea que sacó de la observación de los caracoles. Su
sarcas-mo, a menudo hiriente, salió a la luz cuando Alejandro Magno le ofreció
cual-quier cosa que quisiera (¡una oferta de menor riesgo con Diógenes que con
muchos otros!). Su único pedido fue que Alejandro Magno se moviese hacia un
lado para que no le tapara la luz del sol. Uno de los incidentes más famosos
acerca de las actividades de Diógenes es la de su paseo por Atenas llevando un
farol encendido, a plena luz del día, en una infructuosa búsqueda de un hombre
honesto.
¿Encontraría Diógenes honestidad entre los creacionistas y los evolucionis-tas
de hoy? La honestidad, así como la exactitud o la exageración, es difícil de evaluar
porque no podemos discernir los motivos de los demás. Todos comete-mos errores
involuntarios, que se llaman errores honestos. Pero cuando esta-mos estudiando
nuestros propios orígenes, el sujeto está tan ligado con nuestra identidad y
emociones que resulta muy difícil ser objetivo. Nuestras suposicio-nes colorean
nuestros procesos mentales. Tenemos, por supuesto, que ser tole-
CAPÍTULO 1 1 UNA PREGUNTA PERSISTENTE 33
rantes de los puntos de vista de los demás, pero ha habido tanta mala informa-
ción en este conflicto, que debiéramos estar seguros de que estamos basando
nuestro análisis en información correcta. Dos informes ilustrarán nuestra necesi-
dad de hacer una evaluación cuidadosa de la información.
Hace varios años se publicó, en una cantidad de periódicos, diarios y otros
medios de información, un incidente acerca de un día perdido. 33 Ese relato afir-
maba que un grupo de hombres de ciencia del Centro de Vuelos Espaciales
Goddard, en Greenbelt, Maryland, habían estado estudiando las diversas posi-
ciones de los planetas de nuestro sistema solar en relación con el tiempo. No
pudiendo encontrar un acuerdo exacto entre los datos históricos antiguos y las
fechas esperadas, la computadora que estaba procesando los datos se detuvo.
Cuando se hicieron las correcciones para el día largo de josué descrito en la
34
Biblia, se obtuvo una armonía casi perfecta. Cuando se hizo una segunda
co-rrección para el retroceso del sol en diez "grados", en relación con el rey Eze-
quías,35 se obtuvo un acuerdo perfecto.
Varias personas investigaron este informe con resultados decepcionantes.
La persona que relató el incidente no podía recordar de dónde se habían obteni-
do los datos originalmente, y nadie en el Centro de Vuelos Espaciales Goddard
parecía haber estado involucrado en este incidente de cálculos algo dramáti-
cos. Parece que el evento nunca ocurrió. Algunos trataron de exonerar a Los
que perpetuaron el incidente al enfatizar los buenos propósitos e intenciones
que perseguían. Otros señalaron que el evento no debería haber sido tomado
tan en serio, ya que una cantidad de personas que creían en la exactitud de la
Biblia no lo aceptaron. Pero el incidente queda como una vergüenza para los
defensores de la Biblia.
Durante la segunda década de este siglo, Charles Dawson y Arthur Smith
Woodward anunciaron el descubrimiento de los restos humanos de Piltdown,
36
ahora famosos, en el condado de Sussex, en el sur de lnglaterra. El cráneo
de Piltdown se mantuvo por varias décadas como uno de los intermedios entre
el hombre y las formas inferiores. La caja craneal era notablemente humana,
mientras que la mandíbula era más similar a la de los simios, correspondiendo a
la idea entonces dominante de que el cerebro conducía el desarrollo evolutivo de
los hombres. Algunos investigadores también informaron haber encontrado
algunos rasgos primitivos asociados con el cráneo más moderno. Unos 40 años
más tarde, tres renombrados antropólogos anunciaron que el cráneo de Pilt-
down era un fraude. La mandíbula había sido teñida, y los dientes limados para
LOS ORIGENES 1 LAS PREGUNTAS
que hicieran juego con el cráneo. La datación relativa con la técnica del flúor
mostró que la mandíbula era mucho más reciente que el cráneo.
Algunos han tratado de excusar este incidente al señalar que siempre hubo
algunos que pusieron en duda la validez de los hallazgos de Piltdown. Sin em-
bargo, por lo menos durante un tiempo, el cráneo mantuvo una posición respe-
tada en la propuesta del árbol genealógico del hombre, y el incidente constituye
una vergüenza para los defensores del evolucionismo.
Somos reacios a sugerir motivaciones específicas en los dos episodios,
pero que ocurrieran, y que por un tiempo cada uno de los argumentos fuera
promo-vido como válido por los defensores del creacionismo y del
evolucionismo, es tanto instructivo como embarazoso. Ellos sugieren que el celo
irracional por lo que uno cree ser cierto puede destruir la confianza en el punto
de vista que se está promoviendo. Esto debe ser évitado. La verdad no necesita
el apoyo del error. Además, nuestros puntos de vista pueden no ser correctos.
La verdad es verdad, nos guste o no.
Los incidentes informados arriba son aleccionadores: pueden sugerir que
un Diógenes moderno con su lámpara podría estar avanzando en un camino
muy largo. Que haya quienes están dispuestos a inventar "datos" para apoyar
su concepción del mundo testifica acerca de la intensidad del conflicto. La forma
de evitar ser engañados por "datos" inventados es la de no ser tan crédulos, pe-
ro no siempre es fácil evitarlo.
CONCLUSIONES
La ciencia es uno de los logros intelectuales más exitosos de la humani-
dad. Las Escrituras también son altamente respetadas, y la Biblia es con mucho
el libro más aceptado del mundo. Los hombres de ciencia seculares han pro-
puesto un modelo evolucionista de los orígenes muy lento, a lo largo de mucho
tiempo, mient~as que las Escrituras hablan de una creación reciente hecha por
Dios. La búsqueda de una evaluación de estos modelos de los orígenes ha teni-
do un curso interesante, disputado, y a veces engañoso. Se han propuesto
diver-sos esquemas para reconciliar estos dos modelos básicos de los orígenes,
pero estas componendas no han funcionado bien y se ven complicadas por
definicio-nes confusas. Muchos se preguntan sinceramente si la verdad última
con respec-to a los orígenes se encuentra primariamente en la ciencia o en las
Escrituras. Esas preguntas no tienen una respuesta fácil.
CAPITULO 1 1 UNA PREGUNTA PERSISTENTE l5
Notas y referencias:
1. R. Whately (1825), •on the Love ofTruth", en: H. L. Mencken, ed., A New Oictionary ofQuotations on Histo-
rical Principies from Ancient and Modern Sources (N. York: Alfred A. Knopf, 1960), p. 1223.
2. Esto se considerará con detalles en el capítulo 16.
3. William Shakespeare, Macbeth, v.v.26-28.
4. Ver el capítulo 18 para más detalles.
5. La mayor parte de las cifras provienen del Guinness Book of Records: a) D. Mcfarlan, ed., Guinness Book of
World Records 1990. 29a. ed. (N. York: Bantam Books 1990), p. 197; b) M.C. Young, ed., Guinness Book of
Records 1995, 34a. ed. (N. York: Facts on File, 1994), p. 142. También se ha obtenido información de la
empresa Guinness Publishing Ltd., y de la Sociedad Bíblica Norteamericana.
6. Las publicaciones sobre esto son casi ilimitadas. Para una introducción bibliográfica, ver: a) D.N. Livingstone,
"Evangelicals and the Darwinian controversies: A Bibliographicallntroduction", en: Evangelical Studies Bulle-
tin 4(2-1987):1-1 O. Algunas otras, entre muchas buenas referencias, incluyen: b) E.). Larson, Tria/ and Error:
The American Controversy Over Creation and Evolution (N. York y Oxford: Oxford University Press, 1985); e)
D.N. Livingstone, Darwin's Forgotten Defenders: The Encounter Between Evangelical Theology and Evolutio-
nary Thought (Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishing Co. y Edinburgo: Scottish Academic Press,
1987); d) G.M. Marsden, •creation versus Evolution: No Middle Way", Nature 305(1983):571-574; e) R.L.
Numbers, "Creationism in 20th-Century America", Science218(1982):538-544; f) R.L. Numbers, The
Creatio-nists: The Evolution of Scientific Creationism (N. York: Alfred A. Knopf, 1992); g) E.C. Scott, "The
Struggle for the Schools", Natural History 193(7-1994):10-13.
7. Ver el capítulo 19 para más detalles.
8. R. Halliburton, Jr. "The Adoption of Arkansas' Anti-evolution Law", Arkansas Historica/ Quarterly
23(1964):271-283.
9. G.D. Kaufman, "What Shall We Do With the Bible?", lnterpretation: A }ournal of Bible and Theology
25(1971 ):95-112.
1O. ).C. Whitcomb, )r., y H.M. Morris, The Genesis Flood: The Biblical Record and its Scientific lmplications (Fi-
ladelfia: The Presbyterian and Reformed Publishing Co., 1961 ).
11. Para mayores informaciones, ver: a) L. R. Brand, ''Textbook Hearing in California", Origins 2(1975):98, 99; b)
K. Ching, "The Cupertino Story", Origins 2(1975):42, 43; e) K. Ching, "Appeal for Equality", Origins
4(1977):93; d) K. Ching, "Creation and the Law", Origins 5(1978):47, 48; e) B.L. Dwyer, "California Science
Textbook Controversy", Origins 1(1974):29- 34; f) ).R. Ford, • An Update on the Teaching of Creation in
Cali-fornia", Origins 3(1976):46, 47; g) C. Holden, ed., "Random Samples: Alabama Schools Disclaim
Evolution•, Science 270:1305.
12. L. R. Bailey, Genesis, Creation and Creationism (N. York y Mahwah, NJ: Paulist Press, 1993), pp. 202-204.
13. a) S. Brande, "Scientific Validity of Proposed Public Education Materials for Balanced Treatment of Creatio-nism
and Evolutionism in Elementary Science Classrooms in Alabama•, en: K. R. Walker, ed., The Evolution-
Creation Controversy: Perspectives on Religion, Philosophy, Science and Education: A Handbook (The Pa-
leontological Society Special Publication No 1. Knoxville, TN: The University ofTennessee, 1984), pp. 141-
155; b) G. Skoog, "Topic of Evolution in Secondary School Biology Textbooks: 1900-
1977", tion 63(5-1979):621-640.
14. Para una muestra de los argumentos, ver: a) H.G. Coffin, "Creation is a Viable Alternative to Evolution as a
Theory of Origins: A Debate", Libeny 74(2-1979):10, 12, 13, 23, 24 (refutación en las pp. 24, 25); b) W.V.
Mayer, "Creation Concepts Should Not be Taught in Public Schools", Libeny 73(5-1978):3-7, 28, 29; e)
A.A. Roth, "Creation Concepts Should be Taught in Public Schools", Libeny 73(5-1978):3, 24-27, 28, 29;
d) ).W. Valentine, "Creation is nota Viable Alternative to Evolution as a Theory of Origins: A Debate",
Libeny 74(2-1979):11, 14, 15 (refutación en las pp. 25, 26).
15. Ver Scott (nota 6g).
16. a)). Moore, The Darwin Legend (Grand Rapids, MI: Baker Books, 1994); b) W.H. Rusch, Sr., y J.W. Klotz, Oid
Charles Darwin Become a Christian? (Norcross, GA: Creation Research Society Books, 1988); e) A.A. Roth,
l6 LOS ORIGENES 1 LAS PREGUNTAS
,··'.+"'"
~~· Ul na de las maneras en las que la humanidad añade variedad a su exis-
37
38 LOS ORIGENES 1 LAS PREGUNTAS
cordar: Que muchas de las ideas humanas cambien con el tiempo no debe ser
excusa para abandonar nuestra búsqueda de la verdad. La verdad está allí, para
que 'taencontremos. Esto lo analizaremos más hacia el final del capítulo.
LA DERIVA CONTINENTAL
Estaba escuchando a mi profesor de Geología Física mientras hablaba
acerca de la forma en que se correspondían las piezas del "rompecabezas" de las
costas este y oeste del Océano Atlántico. Mencionaba que a comienzos del siglo
un hombre llamado Wegener propuso que mucho tiempo atrás la América del
Norte y la del Sur estaban muy próximas a Europa y Africa, y que en ese tiempo
n·o existía la cuenca del Océano Atlántico. Desde entonces, los conti-nentes se
habían separado (Figura 2.1 ). Aunque la idea era interesante, mi profe-sor
comentaba que ya nadie le prestaba mucha atención. Poco se daba cuenta de que
en seis años la comunidad geológica iba a cambiar: de un rechazo vir-tual a una
aceptación casi total de la idea de Wegener.
Esta idea "nueva" llegó a ser un factor unificador y revitalizador muy fuerte
para el pensamiento geológico, originando revisiones de los conceptos de la.
formación de los continentes, las cadenas montañosas y el fondo oceánico. Los
textos de Geología tuvieron que ser escritos de nuevo. Vivir en momentos de es-
te gran cambio de pensamiento era a la vez excitante y solemne. Excitante por-
que se generaron muchas ideas y reinterpretaciones nuevas; solemne porque uno
se queda pensando qué otro concepto abarcante, que ahora es ridiculizado,
repentinamente llegará a ser aceptado como dogma.
Cuando Alfred Wegener (1880-1930) sugirió que los continentes se habían
movido, la idea dominante, aunque no exclusiva, era que en el pasado la tierra se
había contraído al enfriarse, y que las cadenas montañosas se debían a la
compresión lateral de las capas superficiales de la tierra. Esto es algo parecido a
las arrugas que se forman en la cáscara de una manzana que se encoge al secar-
se. Wegener bosquejó una cantidad de evidencias que indicaban que en vez de
que la tierra se hubiera contraído, los continentes se habían trasladado sobre la
superficie de la tierra. 2 Entre sus muchos argumentos señalaba que los enor-mes
corrimientos laterales de las inmensas capas plegadas ("nappes") de los Al-pes
europeos, que se habían trasladado veintenas de kilómetros, eran demasia-do
grandes para ser explicados por la mera contracción. Además, había seme-janzas de
los tipos de rocas de ambos lados del Atlántico, lo que implicaba que sus costas
podían haber estado juntas en lo pasado.
CAPÍTULO 2 1 MODAS EN EL PENSAMIENTO 39
FIGURA 2 1
Esquema que indica el movimiento de los continentes del mundo en tres períodos diferentes como
los visualizó Wegener. El diagrama inferior representa la disposición actual. Las regiones más oscu-
ras son mares, las regiones punteadas son mares poco profundos sobre Jos continentes, mientras
que las regiones blancas son tierra firme. los conceptos más modernos proponen algunas modifica-
ciones en detalles, aunque la idea básica es bien aceptada.*
3
El principal interés del alemán Wegener no era el movimiento de los con-
tinentes, aunque él publicó cuatro ediciones del libro en que desarrollaba esta
idea. Él era principalmente un meteorólogo y explorador del Ártico. Esto último
fue su ruina. Dos de sus colegas, ubicados cerca del casquete de hielo de
Groenlandia en una estación de observación llamada "Eismitte" ("Medio del
hielo"), necesitaban suministros para el invierno. Con problemas en contra casi
insuperables, incluyendo la rotura de sus equipos, el abandono de casi todos
sus compañeros y temperaturas de -50°C, él y dos compañeros viajaron 400 km
en trineo desde la costa occidental de Groenlandia, llegando a Eismitte en el
otoño de 1930. Sin embargo, llegaron sin las provisiones, que habían tenido que
dejar por el camino. Los tres que quedaron en Eismitte se las arreglaron para
sobrevi-vir el invierno, pero Wegener y un compañero que trataron de regresar a
la costa perdieron sus vidas. Después de un día de descanso en Eismitte, los
dos salieron ello de noviembre, que era el soo cumpleaños de Wegener. El
cuerpo de Wegener fue encontrado en la primavera siguiente, más o menos a
mitad de camino hacia la costa, cuidadosamente sepultado por su compañero y
bien se-ñalado con los esquíes de Wegener. El compañero, que sólo tenía 22
años, nunca fue hallado. Wegener probablemente murió en su carpa por una
falla en el corazón. La tumba de Wegener permanece en el Casquete de hielo
de Groenlandia. Una cruz de seis metros que señalaba el lugar hace mucho fue
cubierta con nieve y hielo.
Cuando Wegener murió, su idea del t!aslado de los continentes tenía pocos
defensores y una larga lista de adversarios, especialmente en América del
Norte. Estos oponentes a menudo reaccionaban con in.dignación y desdén hacia
sus ideas. En 1926 se había realizado un simposio internacional en Nueva York
pa-ra discutir el tema, al que había asistido Wegener. Hubo hostilidad general a
la idea. "Los 'grandes'entre los geólogos norteamericanos lanzaron salvas es-
truendosas en su contra",4 y algunos lo acusaron de ignorar los hechos y de
practicar la autoexcitación. En los años que siguieron, el desprecio de la idea de
continentes que se trasladan fue lo suficientemente fuerte como para dañar la
reputación científica de alguien que apoyara la idea. 5 Tal vez el grado de aten-
ción y de resistencia a esta idea era una señal de su valor y fortaleza. Amenazas
sin valor e hipótesis sin sentido no atraen tanta atención.
Hacia fines de las décadas de 1950 y 1960 se recogieron nuevos datos que
encajaban bien con la idea de continentes a la deriva, y algunos hombres de ciencia
se atrevieron a promover las ideas de Wegener. De especial importancia
CAPiTULO 2 1 MODAS EN El PENSAMIENTO 41
fueron los datos nuevos que sugerían que el polo magnético cambiante de la tie-
rra había invertido su orientación norte-sur muchas veces en lo pasado. Este es-
quema de inversión pudo detectarse porque las rocas volcánicas habían recogi-
do el magnetismo de la tierra al enfriarse y formar grandes cordilleras en el fon-
do oceánico. Para acomodar estos datos, se propuso que la superficie de la tie-
rra está cubierta con enormes placas móviles que se generan desde abajo a lo
largo de uno de los bordes de estas cordilleras, mientras son absorbidas hacia
el interior de la tierra a lo largo de fosas del lado opuesto. Estas placas viajan
lenta-mente por la superficie de la tierra como enormes cintas transportadoras.
El movimiento de estas placas provocaba el movimiento de los continentes que
viajaban sobre ellas.6 Este es el modelo llamado de tectónica de placas. Faltaba
un buen mecanismo que trasladara las placas, pero, en forma sorprendente,
después de décadas de resistencia, la comunidad geológica abrazó la idea con
velocidad y pasión poco comunes. En cinco años, cualquiera que no creyera en
la tectónica de placas y el movimiento resultante de los continentes se arriesga-
ba al ostracismo. Pero hubo algo de oposición. Al reseñar un libro que apoyaba
el concepto de la tectónica de placas, un geólogo comentaba que él no estaba
seguro de que el publicador del libro debía incluirlo en la lista de los libros que
no eran de ficción. 7 Una respuesta sugería que, en términos de distorsión, i"el,li-
8
bro no puede competir con la reseña"! Pero ganó la tectónica de placas. Ahora
es el punto de vista dominante que sólo cuestiona una pequeña minoría per-
10
sistente.9 la idea de que la tierra se contrajo ya no es aceptada, pero la idea
11
de que podría haberse expandido tiene apoyo limitado.
Wegener ha llegado a ser una especie de héroe en la ciencia por haber es-
tado unos 30 ó 40 años adelantado a su tiempo. Es desafortunado que no
pudie-ra vivir lo suficiente como para ver la aceptación de muchos de sus
argumentos, y el cambio completo de actitud de la comunidad científica hacia él.
Muchos se han preguntado por qué parece haber tenido esa previsión especial,
y por qué los hombres de ciencia no lo aceptaron al principio. Algunos sugieren
12
que el peso de la evidencia no era suficiente en ese tiempo, lo que no explica
por qué su evidencia, que fue aceptada más tarde, provocó hostilidad por tanto
tiempo. También se ha sugerido que su idea era demasiado revolucionaria para
su tiempo, dada la imposibilidad de aceptar cambios geológicos grandes, espe-
cialmente los causados por catástrofes. Además, Wegener sugirió la hipótesis
de que la formación del Océano Atlántico pudiera estar asociada con el diluvio
13
bfblico de Noé, una idea que la mayoría de los geólogos deseaba evitar. Va-
42 LOS ORIGENES 1 LAS PREGUNTAS
LA ALQUIMIA
La alquimia (Figura 2.2) es otro ejemplo de una idea dominante y amplia-mente
15
aceptada que ha cambiado. La alquimia, que básicamente fue un inten-to de
liberar partes del cosmos, tenía la aplicación práctica de tratar de cambiar metales
viles, tales como el hierro y el plomo, en oro. Como ahora la alquimia tiene una mala
reputación, rara vez se aprecia la realidad de que la idea básica tenía un fundamento
racional respetable. Así como se podía obtener hierro puro
Un alquimista en su laboratorio.*
LA CAZA DE BRUJAS
El esquema de ideas dominantes no se limitó a las empresas científicas. En
1459 una congregación francesa de adoradores devotos, que solía ir a lugares
solitarios de noche para adorar a Dios, fue acusada de estar confabulada con el
Diablo. Los informes decían que en esos lugares secretos el Diablo aparecía y
los instruía, les daba dinero y alimentos, mientras los adoradores le prometían
obediencia.16 Estos adoradores, que incluían a ciudadanos respetables junto con
algunas mujeres con debilidad mental, fueron arrestados. Fueron sujetos a torturas
penosísimas, como la del potro, mientras se les exigía la confesión de los hechos de
que se los acusaba. Muchos de ellos admitieron como hechos esas imaginaciones, e
implicaron a otros por sugerencia de sus atormentado-res. Algunas veces, estos
nuevos acusados ¡resultaron ser enemigos personales de los atormentadores! Los
culpables eran colgados o quemados, aunque algu-nos pudieron escapar después
de pagar grandes sumas de dinero. Una investiga-ción ordenada 32 años más tarde
por el Parlamento de París encontró que las sentencias no eran válidas, pero para la
mayoría de los acusados era demasiado tarde.
CAPfTULO 2 1 MODAS EN EL PENSAMIENTO 45
La historia de los paradigmas cambiantes nos dice que necesitamos cavar más
hondo que las opiniones prevalecientes si esperamos llegar a la verdad. Yo sugeriría
dos antídotos para evitar que seamos vencidos por engaños popula-res. 1)
Deberíamos practicar más el pensamiento independiente. Esto puede afectar nuestro
deseo de aprobación social, pero también desafiará la condi-ción gregaria
intelectualmente improductiva. 2) Al evaluar un paradigma, haría-mos bien en
determinar la base de su aceptación. Hay datos buenos y datos pobres. Hay
conclusiones sólidas y conclusiones especulativas. Hay suposicio-nes, y existen
suposiciones basadas en suposiciones. Esto hace que la tarea de evaluación sea
laboriosa, pero es necesaria. Al tratar de determinar cuál idea es la correcta, uno debe
evaluar críticamente el fundamento sobre el que está ba-sada cada punto de vista en
competencia, y no dejarse influir indebidamente por el "clima de opinión".
mentes abiertas han mostrado que sólo están vacías. ¡Cuán a menudo escucha-
mos ambos lados de un tema, pero ninguna conclusión! En los menesteres aca-
démicos, demasiado a menudo nos satisfacemos con sólo presentar diversas
opiniones posibles, con frecuencia dentro de un sólo paradigma amplio, pero sin
conclusiones finales. Demasiado a menudo nuestra investigación termina con
una pluralidad de posibilidades. Sin duda esto es parte de la base del tradi-
cional y satírico "Puede ser", que es la conclusión final de una disertación doc-
toral típica. Reconociendo la naturaleza provisoria de los paradigmas puede
animarnos a pasar por alto la evaluación necesaria y recurrir al descreimiento de
casi todo. Hasta podemos abandonar la búsqueda de la verdad; pero hacerlo es
simplista, perezoso, infructífero y aburrido.
El famoso autor francés Moliere escribió una comedia mordaz titulada El
29
matrimonio a la fuerza. La pieza, que fue escrita a pedido del rey Luis XIV, fue
un éxito instantáneo, y ocasionalmente el rey más opulento de Francia has-ta
participó en las representaciones. Esta comedia se refiere a algunas de las de-
bilidades de la humanidad en un contexto humorístico, instructivo y no muy sutil.
En el texto, un caballero maduro y rico se pregunta si debería casarse con una
señorita joven que está interesada principalmente en su riqueza. Pide el consejo
de varias personas, incluyendo a dos filósofos. El primer filósofo es aristotélico y
está tan preocupado con sus propias opiniones, su filosofía y las definiciones de
los términos, que el pobre caballero no puede comunicarle la realidad de su
problema práctico. Se aleja chasqueado y le pide consejo a un fi-lósofo
escéptico. Al presentarse, le informa a este filósofo que ha venido a bus-car
consejo; tras lo cual éste le responde: "Te pido que cambies esa forma de
hablar. Nuestra filosofía nos prescribe no enunciar una proposición positiva, si-
no hablar de todo con dudas, y siempre a suspender nuestro juicio. Por esta ra-
zón, no debieras decir: Yo vengo, sino: Parece que he venido". Sigue un largo
análisis acerca de si el caballero realmente vino o sólo parece que vino. Otras
declaraciones de hechos que hace el caballero son recibidas con comentarios
de desaprobación tales como "puede ser", o "no es imposible", y "eso puede ser
así". El filósofo rehúsa atender la pregunta real del caballero. La tensión crece, y
la realidad apremiante aparece de repente cuando el exasperado "caballero"
patea al filósofo que responde con gritos y comentarios insultantes. Al informar
al caballero de que es una insolencia y una afrenta golpear a un filósofo como
él, lo amenaza con una apelación al magistrado. El caballero responde apro-
piadamente: "Le pido que corrija esa hablar. Debemos dudar de to-
CAPrTuLo 2 1 MODAS EN EL PENSAMIENTO 49
do; y usted no debiera decir que yo lo he golpeado, sino que parece que lo he
golpeado". Argumentos posteriores proporcionan al caballero oportunidades
adicionales de responder al filósofo con las mismas declaraciones dubitativas
que él acaba de escuchar. El filósofo, que está seguro de que lo han golpeado,
escucha de nuevo comentarios como "puede ser así", y "no es imposible". El
caballero está instruyendo orgullosamente al filósofo acerca de las debilidades
del escepticismo.
Nuestro medio intelectual presente no parece estar libre de las debilidades
de los tiempos de Moliere. Demasiado a menudo el relativismo, el agnosticis-
mo, y el escepticismo son respetados, mientras la certeza y la verdad aparecen
amenazadas. Está de moda poner en duda casi todo. Las dudas a veces son esti-
muladas por sí mismas, aun cuando tengan muy poco para contribuir excepto
dudas adicionales.
El relativismo, el agnosticismo y el escepticismo, que reducen la verdad a
la incertidumbre, no pueden reclamar ninguna certeza de ser correctas. Sus pro-
pias doctrinas demandan que tengamos incertidumbre acerca de casi todo lo que
podría ser significativo, lo que incluiría estas mismas proposiciones. Si no cree
usted en nada, ¿puede ser consecuente y todavía creer que usted no cree en
nada? En las palabras de Pascal: "No es cierto que todo sea incierto".30
No hay dudas: podemos y deberíamos rechazar muchas ideas, y la precau-
ción es una virtud al evaluar una plétora de conceptos. Además, hay lugar para
una suspensión legítima de juicio por falta de información. Al elaborar la ver-
dad, debiéramos ser razonables y equilibrados en nuestra aceptación de ideas
con una cuidadosa indagación. Hay lugar para hacer preguntas, pero no todo ha
de cuestionarse para siempre, y la tarea importante de separar la verdad del error
no debiera ser víctima de un escepticismo infructuoso. Una erudición sóli-da
puede permitirse dar lugar a la verdad. No necesitamos relegamos innecesa-
riamente al campo del "tal vez" donde todo parece, pero nada es.
Algunas veces este juego de dudar se enfrenta cara a cara con la realidad de
los datos sencillos y fríos, tales como el choque entre un témpano de hielo y el
Titanic. Si nos roban nuestro dinero, su existencia y el concepto de propiedad
llegan a ser reales; si llegamos tarde y perdemos un vuelo, el tiempo llega a ser
muy real. Nuestra moda de tener dudas también puede ser sacudida por la rea-
lidad de que alguien ataque físicamente a un filósofo escéptico. (De paso, en la
comedia de Moliere, los parientes de la joven dama obligaron al hombre rico a
casarse con ella.) Un divorcio o el perdón a un criminal pueden recordarnos
50 LOS ORÍGENES 1 LAS PREGUNTAS
que los valores morales, la integridad y el perdón también son parte de la reali-
dad. La mayoría de nosotros aceptamos la existencia de la falsedad, pero la
aceptación de ella también implica la existencia de la verdad. Algunas veces en
medio de todas nuestras dudas la realidad nos confronta y exige nuestro res-
peto. Si hay realidad, hay verdad; pero no la encontraremos si dudamos de to-
do. El que duda de todo ciertamente no tiene tanto que ofrecer como el que
busca la verdad.
Que tengamos paradigmas dominantes, que cambian de tanto en tanto, no
debiera impedirnos buscar la verdad basada en informaciones sólidas. La reali-
dad está allí, la verdad existe, y es posible obtener un grado satisfactorio de cer-
teza.
La verdad es tan importante que debiéramos buscarla con diligencia y pro-
teger activamente su derecho a existir~
CONCLUSIONES
La historia de las actividades intelectuales del hombre incluyen la acepta-
ción de ideas amplias y dominantes llamadas paradigmas. Un ejemplo es la
idea dominante ahora de que los continentes derivan por la superficie de la
Tierra (tectónica de placas). Los paradigmas vienen y pasan, y pueden ser
ciertos o falsos. La aceptación general no es una garantía de su validez. La
opinión po-pular no es un criterio sólido de la verdad. Al buscar la verdad,
debiéramos evi-tar caer en la trampa de paradigmas erróneos practicando el
pensamiento inde-pendiente y la investigación exhaustiva; y basar nuestras
conclusiones sólo so-bre los datos más sólidos.
Que los paradigmas cambien no debiera quitarnos la certeza de que la
verdad existe y de que el estudio cuidadoso nos ayudará a encontrarla.
Notas y referencias:
1. Este aforismo, en diversas formas, ha sido atribuido a distintos autores, incluyendo a William )ames, Thomas
Huxley y louis Agassiz.
2. A. Wegener, The Origin of Continents and Oceans, ). Biram, trad. (Londres: Methuen & Co., 1967). Título del
original: Die Entstehung der Kontinente und Ozeane (1929), 4a. ed. rev.
3. las siguientes referencias dan un panorama general de su vida: a) A. Hallam, Great Geological Controversies,
2a. ed. (Oxford: Oxford University Press, 1989), p. 137-183; b) M. Schwarzbach, Alfred Wegener, the Father
of Continental Drift, C. Love, trad. (Madison, Wl: Science Tech., lnc., 1986). Títulq del original: Alfred Wege-
ner und die Drift der Kontinente (1980); e) W. Sullivan, Continents in Motion: The New Earth Debate, 2a. ed.
(N. York: American lnstitute of Physics, 1991).
4. Sullivan, p. 14 (nota 3c).
CAPfTULO 2 1 MODAS EN EL PENSAMIENTO SI
5. lbíd., p. 19.
6. Para más detalles, ver Hallam, pp. 1 64-1 73 (nota 3a).
7. A.A. Meyerhoff, "Reseña de D. y M. Tarling, 'ContinentalDrift: A Study of the Earth'sMoving Surface'•, Geotimes
17(4-1972):34-36.
8. R. Cowen, H.W. Green 11, l. D. MacGregor, E.M. Moores, ).W. Valentine, "Review Appraised" (Cartas al direc-
tor), Geotimes 1 7(7 -1972): 1O.
9. Para comentarios adicionales, véase el capítulo 12.
1O. Sin embargo, una publicación reciente en apoyo de una tierra que se contrae es R.A. Lyttleton, The Earth and its
Mountains (N. York y Londres: )ohn Wiley and Sons, 1982).
11. Ver el capítulo 12. Ver también H.E. LeGrand, Drifting Continents and Shifting Theories (Cambridge y N. York:
Cambridge University Press, 1988), pp. 251, 252.
12. P. Thagard, Conceptual Revolutíons(Princeton, N): Princeton University Press, 1992), pp. 181,182.
13. a) R. N. Giere, Explaining Science: A Cognitive Approach (Chicago y Londres: University of Chicago Press,
1988), p. 229; b) N.A. Rupke, •continental Drift before 1900", Nature 227(1970):349, 350. Ver el capítulo_12
acerca del problema de las interpretaciones catastrofistas.
14. a) Giere, pp. 238, 239 (nota 13a); b) Hallam, p. 142 (nota 3a); e) Schwarzbach, p. xv (nota 3b).
15. Este breve informe está basado principalmente en las siguientes referencias: a) K. K. Doberer, The Goldmakers:
10.000 Years of Alchemy (Westport, CT: Greenwood Press, [1948]1972); b) M. Eliade, The Forge and the
Crucible, S. Corbin, trad. (N. York: Harper & Brothers, 1962). Traducción de: Forgerons et Alchimistes
(1956); e) ).R. Partington, A Short History of Chemistry, 3a. ed. (Londres: Macmillan & Co., 1957); d) R. Pear-
sall, The Alchemists (Londres: Weidenfeld and Nicholson, 1976?); e) H.W. Salzberg, From Caveman toChe-
mist: Circumstances and Achievements (Washington, DC: American Chemical Society, 1991); f) ).M. Still-
man, The Story of Alchemy and Early Chemistry (N. York: Dover Publicaciones, 1960; reimpresión de la edi-ción
de 1924).
16. Este informe procede de C. Mackay, Extraordinary Popular Delusions and the Madness of Crowds (N. York:
Farrar, Straus and Giroux, 1932 [1852[), p. 478.
17. a) W.C. Dampier, A History of Science and its Relations with Philosophy and Religion, 4a. ed. rev. (Cambrid-ge:
Cambridge University Press, 1948), pp. 142-144; b) B. Easlea, Witch Hunting, Magic and the New Philo-sophy:
An lntroduction to Debates of the Scientific Revolution, 1450-1750 (Atlantic Highlands, N): Humani-ties Press,
1980); e) ).M. Luck, A History of SwitZerland. The First 100.000 Years: Befare the Beginning to the Days of the
Present (Palo Alto, CA: The Society for the Promotion of Science and Scholarship, 1985), pp. 182, 183; d)
Mackay (nota 16); e) E.W. Monter, Witchcraft in France and Switzerland: The Borderlands During the
Reformation Othaca y Londres: Cornell University Press, 1976); f) B. Rosenthal, Salem Story: Reading the Witch
Trials of 1692, Cambridge Studies in American Literature and Culture, N° 73 (Cambridge y N. York: Cambridge
University Press, 1993); g) ).B. Russell, Witchcraft in the Middle Ages (lthaca y Londres: Cornell University Press,
1972); h) G. Tindall, A Handbook on Witches (N. York: Atheneum, 1966).
18. Mackay, pp. 482, 483 (nota 16).
19. lbíd., p. 482 (nota 16).
20. Tindall, p. 25 (nota 17h).
21. T.S. Kuhn, The Structure of Scientific Revolutions (Chicago: The University of Chicago Press, 1962), p. viii.
22. Para algunas evaluaciones y análisis de la obra de Kuhn, ver, entre muchas referencias: a) l. B. Cohen, Revolu-
tion in Science (Cambridge, MA y Londres: The Belknap Press of Harvard University Press, 1985); b) G. Gut-
ting, ed., Paradigms and Revolutions: Appraisal and Applications of Thomas Kuhn's Philosophy of Science
(Londres y Notre Dame: University of Notre Dame Press, 1980); e) L. Laudan, Progress and its Problems: To-
ward a Theory of Scientific Growth (Berkeley y Los Ángeles: University of California Press, 1977); d) LeGrand
(nota 11 ); e) S. H. Mauskopf, ed., The Reception of Unconventional Science, American Association for the
Advancement of Science Selected Symposia (Boulder, CO: Westview Press, 1979); f) E. McMullin, ed., The
Social Dimensions of Science, Studies in Science and the Humanities from the Reilly Center for Science,
Technology, and Values, t. 3 (Notre Dame: University of Notre Dame Press, 1992); g) S. Shapin, "History of
Science and its Sociological Reconstructions", HistoryofScience20(1982):157-211.
2:1. T.S. Kuhn, The Structure of Scientific Revolutions, 2a. ed. (Chicago: University of Chicago Press, 1970), p. viii
52 LOS ORIGENES 1 LAS PREGUNTAS
(ver nota 21 ).
24. Para un análisis del paradigma catastrofista, ver el capítulo 12.
25. B. Barber, "Resistance by Scientists to Scientific Discoveries", Science 134(1961 ):596-602.
26. a) Kuhn 1970, p. 151 (nota 23); b) Cohen, pp. 467-472 (nota 22a), también se refiere a las experiencias de
conversión en la ciencia sin implicar ninguna significación religiosa, en el sentido corriente en que se entien-de el
término "religión".
27. Kuhn 1970, p. 170 (nota 23).
28. Algunas opiniones recientes se pueden ver en McMullin (nota 22f).
29. ].B. P. Moliere, The Forced Marriage, en: H. van Laun, trad., The Dramatic Works of Moliere (Edinburgo: Wi-lliam
Patterson, [1664] 1875), t. 2, pp. 325-389.
30. B. Pascal, Pensées [Pensamientos], A.]. Krailsheimer, trad. (Londres y N. York: Penguin Books, 1966), p. 214.
REUNAMOS TODO
2
torturado.
Aunque el conflicto entre la ciencia y las Escrituras es genui-
no, ¿tiene las diferencias fundamentalmente irreconciliables que a
menudo se conjeturan? En este capítulo sugeriremos que, en el
contexto de una búsqueda intelectual sincera de la verdad que in-
cluye la búsqueda de conocimiento y comprensión, tanto la ciencia
como las Escrituras pueden trabajar juntas y, en realidad, necesitan
hacerlo. A menos que se lo defina de otra manera, el término ciencia, como se
lo usa en este capítulo, representa una metodología para en-contrar cualquier
verdad acerca de la naturaleza. Esta ciencia metodológica está abierta a una
amplia variedad de explicaciones, incluyendo la posibili-
5
3
54 LOS ORIGENES 1 LAS PREGUNTAS
mento para establecer los principios de la probabilidad. También afirmó que "todo el
curso de las cosas debe tener por objeto el establecimiento y la grandeza de la
11
religión". Su devoción religiosa, así como su mente calculadora se revelan en su
famosa propuesta hecha a un escéptico: Si Dios no existe, el escéptico no pierde
nada al creer en él; pero si él realmente existe, el escéptico gana la vida eterna si
cree en él. La conclusión es que vale la pena creer en Dios.
En Suecia, el biólogo Carl von Linné [Linneo](1707-1778) fue el miembro más
destacado de entre los profesores de la Universidad de Upsala. Notable por
establecer la significación de los niveles de género y especie en la clasificación de
los organismos, y por clasificar casi todo lo que él conocía, su fama atrajo a erudi-tos
de todo el mundo. Él se opuso a cualquier idea contraria a la creación y creía que "la
naturaleza fue creada por Dios para su honor y para la bendición de la hu-manidad, y
todo lo que ocurre sucede por su mandato y bajo su dirección" Y En su vida posterior
modificó sus puntos de vista acerca de la fijeza de las especies para permitir algunas
variaciones pequeñas, como sostienen hoy los creacionistas.
Sir Isaac Newton (1642[3]-1727), a quien algunos consideran el hombre de
ciencia más grande de todos los tiempos, fue un profundo estudioso de la Biblia. Se
lo conoce más por establecer los principios del cálculo y por el descubrimien-to de
las leyes de los movimientos planetarios. También encontró tiempo para es-cribir
extensamente sobre las profecías de Daniel y el Apocalipsis. Newton creía que Dios
13
es el creador y que la naturaleza nos permite conocer a ese Dios.
Se podría citar veintenas de otros ejemplos semejantes para mostrar que los
fundamentos de la ciencia moderna se establecieron en una atmósfera dominante-
mente bíblica y que no existe un antagonismo fundamental entre la ciencia y las
Escrituras. La diferencia parece ser más un asunto de actitud. Los hombres de
ciencia que fueron nuestros pioneros practicaron buena ciencia, y para ellos la
ciencia era descubrir los principios que Dios había establecido en la naturaleza. La
presuposición aceptada sobre el origen de todas las cosas, y que generalmente no
se ponía en duda, era la creación; y esta atmósfera religiosa no estorbó el naci-
miento de la ciencia moderna.
ode organizador. Mencionaré tres nombres a modo de ejemplo, todos los cuales
escribieron extensamente sobre este tema.
Paul Davies es profesor de Física Teórica en la Universidad de Newcastle sobre
el Tyne, en Inglaterra. En su libro popular God and the New Physics [Dios y la física
nueva) sugiere que "la ciencia ofrece un sendero más seguro hacia Dios que la
15
religión". En un libro posterior comenta que existen "evidencias podero-sas de
16
que hay 'algoque ocurre'detrás de todo". Además, apoya la tesis presen-tada más
arriba en este capítulo de que los hombres de ciencia pueden ser religio-sos:
"Siguiendo a la publicación de God and the New Physics, quedé asombrado al
descubrir cuántos de mis colegas más cercanos practicaban alguna religión
17
convencional" .
Arthur Peacocke es un bioquímico y teólogo que sirvió tanto en la Univer-sidad
de Oxford como en la de Cambridge. Para él, Dios crea mediante sus le-yes, pero
también según el azar. Peacocke también expresa la idea de que la realidad última
18
es Dios.
John Polkinghorne pasó más de 25 años trabajando como físico de las partí-
culas teóricas en la Universidad de Cambridge, cuando dio un viraje en su orien-
tación: se convirtió en un religioso anglicano. Se dedicó al estudio de la relación entre
la ciencia y la teología, pero más tarde llegó a ser administrador de un cole-gio
superior en Cambridge. Entre sus tesis está la proposición de que Dios sostiene ·el
Universo y está activo en él, y además, que él facilita nuestra libertad de elec-ción.19
,
, --
~
"
,
r"'-r-, ~~
1 \
\
~ 1
~ 1
' " ......... ......
.. .,..,. ¡....11
Diagrama que ilustra la ventaja de un enfoque amplio, tal como el que combina la ciencia con las
Escrituras. Cada una de ellas, por sí sola, puede darnos informaciones valiosas, como lo ilustran las
partes derecha e izquierda de los círculos. Resulta una mayor riqueza de interpretación cuando se
combinan ambas, como lo muestra la porción central.
DEUS VC MACHINA
A menudo Dios ha sido usado para explicar casi cualquier cosa. Hace bas-
tante más de un siglo algunos opinaban que sólo Dios podía crear compuestos
orgánicos tales como los azúcares, las proteínas, la urea, etc. Estas moléculas
re-lativamente complejas se asociaban con los organismos vivientes y el
misterio de la vida. Desde entonces se han sintetizado muchos miles de
compuestos or-gánicos diferentes y Dios ya no es necesario para este proceso.
En el campo cósmico, Sir Isaac Newton pensaba que Dios tendría que ajustar
ocasionalmen-te el universo para mantenerlo en funcionamiento correcto. Esta
idea ya no es tomada en serio. Hace siglos se pensaba que Dios había creado
las chinches para impedir que la gente durmiera demasiado, y se pensaba que
los ratones habían sido creados para enseñar al hombre a guardar alimentos.
Estas ideas también han sido descartadas. A medida que la ciencia ha
avanzado, la necesi-dad de usar a Dios como factor de explicación ha
disminuido, y algunos pien-san que aun si existe, ciertamente no es necesario.
61 LOS OR(GENES 1 LAS PREGUNTAS
En 1981 el Estado de Arkansas (EE.UU.) aprobó una ley que exigía que los
alumnos de las clases de ciencia de las escuelas públicas recibieran un trata-
miento equilibrado tanto del creacionismo como de la ciencia. La Unión de Li-
bertades Civiles Americanas (ACLU, en inglés) se opuso a la ley e inició un jui-
31
cio contra el Estado, lo que originó el famoso juicio en Arkansas, a veces lla-
32
mado "Scopes 11". El juicio llamado "Scopes 1" ocurrió en Tennessee, en
1925, en el que el evolucionismo ocupó la posición de la defensa. En el juicio de
Arkansas, la decisión final contra el creacionismo no fue hecha sobre la base de
los méritos intrínsecos del creacionismo o del evolucionismo. El juez Wi-lliam
Overton, que presidió el juicio, declaró que la nueva ley era inconstitucio-nal
sobre la base del requisito constitucional norteamericano de la separación de la
Iglesia y del Estado. Para determinar que el creacionismo era religioso, el juez
Overton se apoyó fuertemente en el testimonio de Michael Ruse, un filóso-fo de
la ciencia en la Universidad de Guelph, en el Canadá. Ruse estableció una
33
definición estrecha de ciencia. Después del juicio, el concepto restringido de la
ciencia que se había usado en el juicio fue demolido por otro filósofo de la
ciencia, Larry Laudan, de la Universidad de Pittsburgh, EE.UU. Laudan tiene
simpatía por la evolución, pero, al referirse a la decisión del juez Overton, hizo
comentarios despectivos como "la decisión descansa sobre una hueste de re-
presentaciones equivocadas de lo que es la ciencia y de cómo actúa"; "este re-
lato de falacias deplorables en la decisión de Arkansas"; "perpetuar y canonizar
un estereotipo equivocado de lo que es la ciencia"; y otros adjetivos tales como
34
"totalmente inapropia.do", "anacronismo" y "sencillamente ridículo". Obvia-
mente, la definición de ciencia es controvertida. Se han hecho muchas otras
críticas a la opinión escrita del juez.35 Él sostuvo que el creacionismo era reli-
gión, y no ciencia, y que esa clasificación la descalifica para ser enseñada en
las escuelas públicas. 36
La disputa sobre la definición de ciencia manifestada en el juicio de Ar-
kansas subraya la verdad de que no sabemos cómo definir a la cienciaY Los
evolucionistas reaccionan más bien negativamente ante la expresión "creacio-
nismo científico", argumentando que tal cosa no existe. Han tenido éxito repeti-
damente en mantener al creacionismo fuera de las clases de ciencias al declarar
que el creacionismo no es ciencia, sino religión. A menudo afirman que el
creacionismo no es ciencia porque no hay manera de probar un milagro como
64 LOS ORIGENES 1 LAS PREGUNTAS
el de la creación. Sin embargo, luego dan un giro de 180° y escriben libros tales
como Scientists Confront Creationism [Los hombres de ciencia confrontan al
creacionismo]38 , y usan la ciencia para refutar el creacionismo. ¿Pueden los
evolucionistas salir airosos de ambas maneras?
Como no hay una definición aceptada y amplia de la ciencia, el problema de
si el creacionismo es ciencia es debatible. Si la ciencia es realmente una
búsqueda sincera de la verdad, la ciencia podría aceptar el "creacionismo cien-
tífico", y algunos de los pioneros de la ciencia moderna descritos más arriba en
este capítulo ciertamente podrían ser considerados como creacionistas científi-
cos. Por otro lado, si la ciencia se define como una filosofía puramente natura-
lista que por definición excluye el concepto de un Creador, entonces el creacio-
nismo científico no puede existir. Como es de esperar, los evolucionistas favore-
cen la segunda interpretación. Sin embargo, esta interpretación también signifi-
ca que la ciencia no es una búsqueda sincera de la verdad, como a menudo se
pretende que sea.
También se podría hacer la pregunta: ¿No es acaso la ciencia y/o el evolu-
cionismo una forma de religión? La lealtad, la pasión, y el fervor que exhiben los
hombres de ciencia en las numerosas audiencias y juicios, ciertamente indi-
caría que está involucrada más que una evaluación puramente objetiva. El libro
Evolution as a Religion [El evolucionismo como una religión] por Mary Mid-
gley39 señala cómo la ciencia puede actuar en muchas ocasiones como una
reli-gión. Otros autores también han enfatizado los aspectos religiosos del evolu-
cionismo y del darwinismo.40 Pero en general, los argumentos legales para elimi-
nar el evolucionismo del aula por ser una religión no han prevalecido. La per-
cepción general es que el evolucionismo es una clase de ciencia, y que el crea-
cionismo es una religión. En realidad, no hay una línea clara de separación en-
tre la ciencia y la religión, porque ambas pueden ser comprendidas como una
amplia visión del mundo con rasgos superpuestos.
CONCLUSIONES
El conflicto entre la ciencia y la Biblia no es tan profundo como se supone
generalmente. En realidad, la racionalidad de la Biblia puede muy bien haber si-
do el fundamento para el desarrollo de la ciencia moderna. La devoción a la Bi-
blia de los pioneros de la ciencia moderna también indica una compatibilidad
subyacente entre ambas. Como se indicó en el capítulo 1, ha habido una sepa-
raCión de los caminos entre la ciencia y la religión, y particularmente entre la
ciencia naturalista y la Biblia, pero la brecha parece haber sido basada más en
actitudes e interpretaciones que sobre principios más básicos. En nuestra bús-
queda de la verdad, tanto la ciencia como la Biblia pueden ser buenas compa-
ñeras que se complementan y apoyan mutuamente. Por causa de esto, la pre-
gunta persistente, "¿Cuál es verdadera, la ciencia o la Escritura?", no es una
pregunta tan buena como: "¿Qué verdades encuentro cuando considero tanto la
ciencia como la Escritura?"
66 LOS ORIGENES 1 LAS PREGUNTAS
Notas y referencias:
1. T. Browne, s.f., Religio Medici, 1, 34. Citado en A. l. Mackay, A Dictionary of Scientific Quotations (Bristol y
Filadelfia: lnstitute of Physics Publishing, 1991 ), p. 42.
2. a) R. Maatman, •The Galileo Inciden!", Perspectives on Science and Christian Faith 46(1994):179-182; b) W.R.
Shea, "Galileo and the Church", en D.C. Lindberg y R. l. Numbers, eds., God and Nature: Hisrorical Es-says on
the Encounter Between Christianity and Science (Berkeley y Los Ángeles: University of California Press, 1986),
PP.· 114-135.
3. a) Este incidente fue informado en [Anónimo], •Science: Evolution: A Religion of Science?", Newsweek 54(7 de
diciembre de 1959):94, 95; b) Para el texto impreso del discurso de Sir )ulian Huxley, ver). Huxley, "The
Evolutionary Idea", en Sol Tax y C. Callender, eds., lssues in Evolution: The University of Chicago Centennial
Discussions. Evolution after Darwin (Chicago: University of Chicago Press, 1960), t. 3, pp. 249-261.
4. Ver por ejemplo: a) R.G. Collingwood, An Essay on Metaphysics (Oxford y Londres: Clarendon Press, 1940);
b) H. Cox, The Secular City: Secularization and Urbanization in Theo/ogical Perspective, ed. rev. (N. York: The
Macmillan Co., 1966); e)). Dillenberger, Protestant Thought and Natural Science: A Historica/ lnterpreta-tion
(Nashville y N. York: Abingdon Press, 1960); d) M. B. Foster, "The Christian Doctrine of Creation and the Rise of
Modern Natural Science", Mind 43(1934):446-468; e) B.A. Gerish, "The Reformation and the Rise of Modern
Science", en J.C. Brauer, ed., The lmpact of the Church U pon its Culture: Reappraisa/s of the His-tory of
Christianity (Chicago y Londres: University of Chicago Press, 1968), pp. 231-265; f) R. Gruner, •scien-ce, Nature
and Christianity", )ournal of Theological Studies, New Series, 26(1-1975):55-81. Este autor no
apoya la tesis, pero enumera una cantidad de otras referencias que sí lo hacen (p. 56); g) R. Hooykaas, Reli-gion
and the Rise of Modern Science (Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publ. Co., 1972); h) S.l. )aki, Science and
Creation: From Eterna/ Cycles to an Oscillating Universe (N. York: Science History Publica-tions, 1974); i) S.l. )
aki, The Road of Science and the Ways of God. The Gifford Lectures 1974-1975 and 1975-1976 (Chicago y
Londres: University of Chicago Press, 1978; j) S. l. )aki, •science: Western or What?", The lntercollegiate Review
(Otoño de 1990), pp. 3-12; k) E.M. Klaaren, Religious Origins of Modern Science: Belief in Creation in
Seventeenth-Century Thought (Lanham, NY, y Londres: University Press of America, 1985); 1) A. N. Whitehead,
Science and the Modern World (Londres: Macmillan and Co., 1950).
17. P. Davies, The Mind of God: The Scientific Basis for a Rational World (N. York y Londres: Simon and
Schus-ter, 1992), p. 1 5.
18. a) A.R. Peacocke, Science and the Christian Experiment (Londres, N. York y Toronto: Oxford University
Press, 1971 ); b) A.R. Peacocke, ed., The Sciences and Theology in the Twentieth Century (Northumberland,
Inglaterra: Oriel Press, 1981 ); e) A.R. Peacocke, God and the New Biology (San Francisco, Cambridge y N. York:
Harper and Row, 1986); d) A.R. Peacocke, Theology for a Scientific Age: Being and Becoming-Natural and
Divine (Oxford y Cambridge, MA: 8asil Blackwell, 1990).
19. a)). Polkinghorne, "God's Action in the World", Cross Currents (Otoño de 1991 ), pp. 293-307; ver también:
b) ). Polkinghorne, One World: The lnteraction of Science and Theology (Londres: SPCK, 1985); e) ). Pol-
kinghorne, Science and Creation: The Search for Understanding (Boston: New Science Library, Shambhala
Pu-blications, 1989); d) ). Polkinghorne, Science and Providence: God's lnteraction with the World (Boston:
New Science Library, Shambhala Publications, 1989).
20. Ver el capítulo 21 para un análisis de estos puntos de vista.
21. W. Provine, "Scientists, Face itl Science and Religion are Incompatible", The Scientist 2 (16, 5 de setiembre
de 1988), p. 1o.
22. N. Muller, "Scientists, Face itl Science is Compatible with Religion", The Scientist 2(24; 26 de diciembre de
1988), p. 9.
23. G.W. Reid, The Theologian as Conscience for the Church, Joumal of the Adventist Theological Society 4(2-
1993):12-19.
24. E.G. de White, El otro poder [Counsels to Writers and Editors] (Florida, Bs. Aires: Asoc. Casa Editora
Sudame-ricana, 1996), p. 44.
25. Para más detalles de los argumentos en relación con estos cuatro puntos, ver los capítulos 4, 11, 17 y 18, res-
pectivamente.
26. D.). Hess, Science in the New Age: The Paranorrnal, its Defenders and Debunkers, and American Culture
(Madison, Wl: UniversityofWisconsin Press, 1993), pp. 17-40.
27. A. Einstein, Out of my Later Years (N. York: Philosophical Library, 1950), p. 30.
28. A. Kenny, Reason and Religion: Essays in Philosophica/ Theology (Oxford y N. York: Basil Blackwell,
1987), p. 84.
29. Ver los capítulos 4 y 8.
30. Ver el capítulo 6.
31. R. Milner, The Encyclopedia of Evolution (N. York: Facts on File, 1990), p. 399.
32. Para informes diferentes, ver: a) N.L. Geisler, The Creator in the Courtroom: Scopes 11. The 1981 Arkansas
Creation-Evolution Tria/ (Milford, MI: Mott Media, 1982); b) L. Gilkey, Creationism on Tria/: Evolution and
God at Uttle Rock (Minneapolis, MN: Winston Press, 1985); e) M.C. La Follete, ed., Creationism, Science
and the Law: The Arkansas Case (Cambridge, MA y Londres: The MIT Press, 1983); d) R. L. Numbers, The
Creationists (N. York: Alfred A. Knopf, 1992), pp. xv, 249-251.
33. Ver Gilkey, pp. 127-132 (nota 32b).
34. L. Laudan, "Commentary on Ruse: Science at the Bar -Causes for Concern", en: La Follete, pp. 161-166
(nota 32c).
35 .. W.R. Bird, Philosophy of Science, Philosophy of Religion, History, Education and Constitutionallssues. The
Origin of Species Revisited: The Theories of Evolution and of Abrupt Appearance (N. York: Philosophical Li-
brary, 1987, 1988, 1989), t. 2, pp. 461-466.
36. Un informe bastante exacto de mi testimonio en este juicio aparece en: Geisler, pp. 461-466 (nota 32a).
37. Véase el capítulo 17 para comentarios adicionales sobre este problema complejo. También ver: a) A.A. Roth,
"Science Against God?" Origins, 1(1974):52-55; b) A.A. Roth, "How Scientific is Evolution?", Ministry
51(7-1978):19-21; e) A.A. Roth, "ls Creation Scientific?", Origins 11 (1984):64, 65.
38. L.R. Godfrey, ed., Scientists Confront Creationism (N. York: W.W. Norton and Co., 1983).
39. M. Midgley, Evolution as a Religion: Strange Hopes and Stranger Fears (Londres y N. York: Methuen &
Co., 1985).
40. Por ejemplo, a) N. Macbeth, Darwin Retried: An Appeal ro Reason (Boston: Gambit lnc., 1971 ); b) T. Bethell,
"Agnostic Evolutionists", Harpers 270(1617-Febrero de 1985):49-52, 56-58, 60, 61.
68 LOS ORIGENES 1 LAS PREGUNTAS
41. Para un análisis mayor, ver: a) A.A. Roth, "A Matterof Fairness", Origins, 5(1975):61, 62; b) A.A. Roth, "Cio-sed
Minds and Academic Freedom•, Origins, 5(1978):61, 62.
42. Para un análisis diferente, ver: N. Murphy, "What Has Theology to Learn from Scientific Methodology?", en:
M. Rae, H. Regan, ]. Stenhouse, eds., Science and Theology: Questions at the Interface (Grand Rapids, MI:
Wm. B. Eerdmans Publ. Co., 1994), pp. 101-126.
¿DE DÓNDE SURGIÓ LA VIDA?
·'L a superficie de la Tierra rebosa de organismos vivientes que van desde las
bacterias con un diámetro de 1/2000 de milímetro hasta las gigantescas secoyas
que alcanzan alturas de cien metros. En el rei-no animal encontramos las grandes
ballenas azules, con una longi-tud de 30m, que pueden ser los animales más
pesados que alguna vez vivieron sobre la tierra. Una candidata para ser la "planta"
más grande puede ser un hongo subterráneo del estado de Washington, EE.UU.,
que cubre 600 hectáreas. Una de las grandes preguntas de todos los tiempos es
cuándo, dónde y cómo se originó esta
CREENCIAS HISTÓRICAS
En los días de la antigüedad, y en realidad hasta el pasado relativa-mente reciente,
la idea de que las diversas formas de la vida surgieron espontáneamente de la
materia no viviente era rara vez puesta en duda. Parecía un hecho de observación
de que las pulgas y los piojos aparecían es-
7
1
72 LOS ORIGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
pontáneamente en los cuerpos de los hombres y los animales, las ranas eran
generadas por el barro, las charcas producían una casi interminable variedad de
algas y de pequeños animales, las polillas se formaban en la neblina y las orugas
en las frutas. Se creía que una variedad de gusanos como la tenia surgían
espontáneamente en el hombre y los animales. Van Helmont (1577-1644), el
pionero de la química, informó que él había visto personalmente formarse es-
corpiones de la albahaca molida entre dos ladrillos. También desarrolló una
fórmula para fabricar ratones (lauchas).2 Si se ponen trapos viejos y trigo en un
recipiente y se lo esconde por un tiempo en un altillo o en un galpón, ¡eventual-
mente producirá ratones! El experimento se puede repetir todavía hoy, con los
mismos resultados; sin embargo, la interpretación es ahora muy diferente. Este
experimento es un ejemplo de las muchas clases de evidencias que permitieron
que el concepto de la generación espontánea prosperara. Las observaciones que
apoyaban el concepto eran fácilmente repetibles. Con tiempo y esfuerzo se
podían encontrar gusanos en las manzanas y ranas en el barro, etc. La ciencia
estaba trabajando, y poner en duda la generación espontánea era poner en duda la
razón.
Sin embargo había escépticos, y desde el siglo XVII al XIX, este tema
estuvo sujeto a acalorados conflictos. Uno de los principales actores qüe
invocaron el enfoque experimental fue Francesco Redi (1626-1697), un médico
de Arezzo, Italia. Se sabía desde mucho tiempo atrás que los gusanos -las larvas
de las moscas- se desarrollaban en la carne en descomposición. RedP
experimentó con una variedad de restos de animales muertos, incluyendo
serpientes, palo-mas, pescados, ranas, ovejas, venados, perros, corderos, conejos,
cabras, pa-tos, gansos, gallinas, golondrinas, leones, tigres y búfalos. Le llamó la
atención que la misma clase de moscas emergía no importaba en qué clase de
carne se desarrollaran. También sabía que los cazadores durante el verano
protegían la carne de las moscas con una tela, y sospechaba que las moscas
pudieran ser el origen de los gusanos. Para poner a prueba su idea, puso carne en
vasijas cerra-das y en vasijas abiertas cubiertas por una tela delgada. Como los
gusanos no se desarrollaron en la carne en putrefacción, llegó a la conclusión de
que la carne no producía los gusanos en forma espontánea, sino que era el lugar
donde se criaban las moscas.
Los experimentos de Redi no resolvieron el problema. La controversia con-
tinuó durante dos siglos más. Otros experimentos dieron resultados variados. Los
mismos resultados producían diversas interpretaciones, y cada uno argu-
CAPfTULO 4 1 ¡DE DÓNDE SURGIÓ LA VIDAl 73
FIGURA 1 1
NUCLEÓTIDO
Representación esquemática de la estructura del ADN. La doble espiral está ilustrada a la izquier-da.
Un nucleótido sería la combinación de P, S, y uno de A, T, G, o C. La información genética del
hombre tiene unos 3.000.000.000 de pares de estos en cada célula. A, T, G y C representan las ba-HI
adenina, tiamina, guanina y citonina, respectivamente. S representa un azúcar, y Pes un fosfa-to. Las
dos tiras están unidas por uniones de hidrógeno (líneas de trazos en el diagrama de la dere-cha)
formados entre ciertas bases.
CAPfTULO 4 1 ¡DE DÓNDE SURGIÓ LA VIDAl 75
unidas entre sí. los aminoácidos (biomonómeros) son los bloques de construc-
ción de las proteínas (biopolímeros). Hay básicamente 20 clases diferentes de
aminoácidos en los organismos vivientes. Varios centenares de ellos pueden
combinarse para formar una sola molécula de proteína. Los ácidos nucleicos
(biopolímeros) son más complejos, e involucran la combinación de nucleóti-dos
(biomonómeros) que a su vez están compuestos por un azúcar, un fosfato y una
base nucleótida (Figura 4.1 ); existen básicamente cuatro clases diferentes de
bases nucleótidas. los ácidos nucleicos pueden contener millones de nucleóti-
dos. la información hereditaria y metabólica básica de un organismo está codi-
ficada en la secuencia de las diferentes clases de bases nucleótidas. los ácidos
nucleicos son a menudo conocidos como el ADN (ácido desoxirribonucleico) y el
ARN (ácido ribonucleico). la diferencia entre los dos es que tienen clases de
azúcares ligeramente diferentes.
Stanley Miller publicó en 1953 los resultados de su ahora famoso experi-
8
mento acerca de la síntesis de los biomonómeros. 1nnumerables libros de
texto han descrito este experimento como el primer paso en el origen
espontáneo de la vida. Mientras trabajaba en la Universidad de Chicago en el
laboratorio del Premio Nobel Harold Urey, Miller tuvo éxito en producir
aminoácidos bajo condiciones postuladas como las de una Tierra primitiva. Él
realizó esto usando un aparato químico cerrado en el que expuso una mezcla de
gas metano, hidró-geno, amoníaco y vapor de agua a descargas eléctricas.
Desde entonces, esta clase de experimento ha sido repetido y mejorado muchas
veces. la mayoría de los biomonómeros que se necesitan para las proteínas y
los ácidos nucleicos han sido producidos en este tipo de experimentos.
Aunque la síntesis de muchos biomonómeros ha sido realizada con relativa
facilidad en el laboratorio, relacionar estos experimentos con lo que podría ha-
ber ocurrido en la naturaleza, en una Tierra primitiva, está plagada de dificulta-
des. Por ejemplo, los aminoácidos se producen en un medio alcalino, mientras
9
que lqs azúcares son destruidos en ese ambiente. Sin embargo, ambos son
esenciales en los organismos vivientes.
También existe un problema con la configuración de los aminoácidos. los
aminoácidos con el mismo número y clase de átomos pueden existir en varias
formas diferentes, las que dependen de la ubicación de los átomos. A menudo
los identificamos como la forma l (levógiros) y la forma D (dextrógiros), de
acuerdo con la manera en que las moléculas hacen rotar el plano de luz polari-
zada. Estas dos formas son imágenes reflejadas en un espejo la una de la otra,
76 LOS ORIGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
fIGURA 1 2
L D
Isómeros ópticos (formas D y L) de un aminoácido. Las letras representan los elementos químicos
de cada átomo. R es un radical que varía con los diferentes aminoácidos. Nótese que una forma es
una imagen especular en tres dimensiones de la otra.
como las manos izquierda y derecha de una persona (Figura 4.2). Ocurre que los
organismos vivientes están compuestos casi en forma exclusiva por la forma L
de los aminoácidos, mientras que los aminoácidos sintetizados en el laborato-rio
tienen cantidades iguales de las formas L y D (uno de estos aminoácidos es
demasiado sencillo para tener una imagen especular). ¿Cómo pudo una "sopa"
que contenía una mezcla en partes iguales de moléculas L y D haber originado
10
organismos vivientes con sólo el tipo L? Es difícil imaginar las diferentes clases
de aminoácidos comunes a los sistemas biológicos que aparezcan todos por
azar como formas L antes de ser incorporadas en las proteínas de las primeras
formas de vida. Se han hecho muchas sugerencias para intentar explicar esto.
Un grupo reciente de experimentos sugería que un campo magnético podría
producir formas casi puras de una sola de las formas, pero el informe resultó ser
11
un fraude. El problema de las imágenes especulares también se aplica a los
azúcares.
Otro problema procede de la falta de evidencia en las rocas de la tierra para la
supuesta "sopa primigeni,a", en la cual todas estas moléculas se supone que se
hayan formado. Si en algún momento del pasado distante hubo un océano rico en
moléculas orgánicas en las que la vida tuviera la oportunidad de surgir, las rocas no
lo muestran. Las rocas ricas en materia orgánica están cons-
CAPfTULO 4 1 (DE DÓNDE SURGIÓ LA VIDAl 77
mucho menos acerca del origen de los biopolímeros. Aunque hay problemas con
el origen de los biomonómeros, los problemas llegan a ser mucho más agudos
cuando se trata de ácidos nucleicos y proteínas, que son cientos y miles de
veces más complejos. El funcionamiento adecuado de los biopolímeros re-quiere
secuencias correctas de sus biomonómeros. En ello se involucra mucho más que
usar una abundancia de energía para combinar los biomonómeros. Se puede
hacer mover un vehículo haciendo estallar una barra de dinamita debajo de él,
pero el resultado no sería útil para el transporte de personas. Estas molé-culas
complejas son altamente organizadas, y sin embargo se supone que sur-gieron
por azar. El premio Nobel Jacques Monod, en su libro clásico Chance and
Neccesity15 [Azar y necesidad], describe el ooncepto: "El azar por sí solo es-tá en
la fuente de cada innovación, de toda creación en la biosfera. El azar puro,
absolutamente libre pero ciego, es la raíz misma del estupendo edificio de la
evolución: este concepto central de la biología moderna ya no es una más entre
las hipótesis posibles o siquiera plausibles. Hoy es la única hipótesis concebible,
la única que se ajusta a los hechos observados y demostrados". 15 Sin embargo,
como lo han mostrado muchos cálculos, la probabilidad de que surjan molécu-las
biológicas complejas y funcionales por azar es improbablemente pequeña.
Todos estamos familiarizados con la realidad de que el azar de obtener
"cara" o "cruz" al arrojar una moneda al aire es 1 de 2, o que la probabilidad de
obtener un 2 cuando se echa a rodar un dado es de 1 en 6. Si tenemos un re-
cipiente con 999 cuentas blancas y una cuenta roja, la probabilidad de sacar la
cuenta roja, sin mirar, en la primera ocasión, es de 1 en 1.000. La probabili-dad
de obtener la combinación correcta de biopolímeros es infinitesimalmente más
pequeña.
Hay muchos miles de clases de proteína diferentes en los organismos vivos. Las
proteínas generalmente consisten en uno a varios centenares de aminoáci-dos
unidos en largas estructuras semejantes a una cadena y, como se dijo más arriba,
hay 20 clases de aminoácidos diferentes. Muchos de ellos deben estar en un lugar
específico de la cadena para que la proteína pueda actuar adecuada-mente. Esta
disposición es algo parecido a la escritura, donde las letras del alfa-beto representan
a los aminoácidos, mientras que las oraciones --en este caso generalmente 100 o
más letras- representan a las proteínas. Algunos errores de "ortografía" pueden
permitirse a lo largo de numerosas posiciones en la ca-dena de aminoácidos. Por
otro lado, la sustitución de un sólo aminoácido en una posición crítica puede ser
fatal para los organismos. Enfermedades como
CAPÍTULO 4 1 ¡DE DÓNDE SURGIÓ LA VIDA? 79
22
ácidos nucleicos (ADN). Ellos descubrieron que la información hereditaria es-
tá dispuesta en la famosa doble hélice del ADN (Figura 4.1 ). Con el fin de ex-
presar la información hereditaria se requiere una secuencia de tres bases nu-
cleótidas para codificar un aminoácido. Las moléculas de proteína se ensam-
blan mediante un sistema maravilloso y complejo de transferencia e interpreta-
ción de información. Una bacteria sencilla puede tener 4 millones de estas ba-
ses nucleótidas en su repertorio genético, mientras que los organismos más
complejos tales como un hombre tiene más de 3 mil millones. Es curioso que
algunos anfibios y las plantas con flores tienen más de diez veces el número de
bases nucleótidas que las que se encuentran en el hombre. El organismo
vi-\iiente (p.robablemente) más pequeño que es independiente -un micoplas-ma-
tiene 580.000 de estas bases nucleótidas, las cuales proveen el código para 482
genes.B En los organismos más avanzados la función de gran parte de este
ADN es todavía desconocida. Una parte de esa información es obvia-mente
crítica para la vida; por ejemplo, dirigir la producción de miles de molé-culas de
proteínas que sirven como estructura del cuerpo o como enzimas. Las enzimas
facilitan las reacciones químicas tales como la síntesis de aminoáci-dos y
centenares o miles de otros cambios. Algunas veces una molécula de en-zima
puede dirigir el cambio químico de miles de moléculas por segundo; pero la
mayoría de los cambios son más lentos. Estas enzimas extremadamente com-
plejas con muchas porciones y formas esenciales altamente organizadas desa-
fían cualquier sugerencia de que su origen sea espontáneo. Más recientemente,
se ha sugerido que la vida comenzó con la misma clase de moléculas autorre-
plicadoras.24 Estas sugerencias ignoran la necesidad de información sofisticada
para dirigir las funciones metabólicas de los organismos vivientes.
Las improbabilidades mencionadas más arriba para ensamblar los aminoá-
cidos y formar las proteínas son pequeñas comparadas con las de ensamblar los
nucleótidos para formar el ADN. ¿Podría todo esto haberse iniciado por azar?
Los participantes fueron primariamente biólogos, junto con unos pocos matemá-
ticos que desafiaron la plausibilidad de los conceptos evolucionistas. El registro
5
casi literal del simposio ha sido publicado/ y aunque es complicado, ¡no es
lectura aburrida! Los biólogos no estuvieron muy contentos con el desafío al
evolucionismo. Ellos insistieron en que los matemáticos no comprendían el
evolucionismo, pero no proporcionaron ninguna respuesta cuantitativa a los
desafíos.
Como ejemplo, Murray Edén, del Instituto Tecnológico de Massachusetts,
planteó la pregunta acerca de la probabilidad de obtener genes en orden a lo
largo de los biopolímeros de ácido nucleico (cromosomas) de la bacteria Es-
cherichia co/i, bien estudiada. Este organismo es tan pequeño que se podrían
poner 500 en fila en un milímetro. En esta bacteria, cierta cantidad de genes
están dispuestos exactamente en la secuencia correcta. ¿Cómo consiguieron te-
nerlos en orden por azar, comenzando con una mezcla original? Eden calculó
que si esta bacteria se esparciera por toda la superficie terrestre con un espesor
de 2 cm, habría la probabilidad de que 2 genes se ubicaran en su posición
apropiada en 5.000 millones de años (una estimación generosa de la antigüedad
de la vida sobre la Tierra). Este largo período no daría tiempo suficiente para que
los demás genes se pusieran en orden, o para que los genes se desarrollaran en
un proceso mucho más complejo. Ni tampoco da tiempo para la evolución de
otros organismos, algunos de los cuales son centenares de veces más com-
plejos. Baste decir que el tiempo muy largo postulado para la evolución de la vi-
da sobre la Tierra es demasiado corto cuando se consideran los improbables
eventos que se postulan. Este notable simposio acentuó una insatisfacción
gene-ral con respecto a las explicaciones contemporáneas para el origen de la
vida, y estimuló a algunos evolucionistas a buscar nuevas alternativas.
LA CÉLULA
Un problema todavía más complejo para el evolucionismo es el de la orga-
nización de los biopolímeros en unidades funcionales llamadas células. Una
célula (Figura 4.3) es una unidad funcional muy importante, porque mantiene la
información genética de los ácidos nucleicos cerca de donde se fabrican las
proteínas, y a su vez, mantiene a éstas cerca de la multitud de compuestos quí-
micos sobre los que actúan (Figura 4.4). La brecha mayor entre los biopolímeros
y la célula funcional es otro de los grandes interrogantes acerca del origen de la
vida. Además de conseguir las proteínas correctas y el ADN, se necesitan mu-
81 LOS ORIGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
Cenfriolos
Membrana
plasmótica
Vesícula de Golgi
Complejo de Golgi
Núcleo Nucleolo
chas otras clases de moléculas complejas, tales como las grasas y los carbohi-
dratos. Aunque parezca irrazonablemente fortuito que aparezcan los productos
químicos apropiados, es mucho menos probable que aparezcan al mismo tiem-po
y en el mismo lugar, y luego sean envueltos por una membrana celular para
comenzar a vivir como organismos vivientes. Sin embargo, se han hecho algu-
nas sugerencias siguiendo estas ideas.
Una propuesta es que alguna forma de célula primitiva, llamada protocélu-
la, pudo haberse formado espontáneamente. Oparin 26 sugirió que las células
podrían formarse cuando grandes moléculas se combinan en masas globulares
llamadas coacervados. El químico Sidney Fox27 fue capaz de obtener aminoáci-
dos que eventualmente se combinaron en masas esféricas llamadas microesfe-
ras. Tales modelos pasan por alto la verdadera complejidad de las células. 28 Al
• De P.H. Raven y G.B. Johnson, Biology, Updated Version, 3a. ed. Copyright O 1995 McGraw-Hill Compa-nies,
lnc. Reproducido con permiso. Todos los derechos reservados.
CAPfTULO 4 1 iDE DÓNDE SURGIÓ LA VIDAl 83
...
1p
t
., ..r, ..••' •
:·
Microfotografía electrónica de un filamento de ADN con códigos para ARN. Los filamentos de
ADN {S) a menudo están cubiertos con delgadas "ramas" de ARN que forman una matriz en forma
de cono (M). El código de S se refteja, al producirse, en cada rama de M. La primera rama es corta,
pero ellas se vuelven más largas al avanzar sobre S, hasta que desaparecen cuando están comple-
taa. Muchal moléculas especiales de enzimas (proteínas) están involucradas en este proceso com-plejo.
La unidad de 1p equivale a 1/1.000 de milímetro.*
• De O.L. Miller y B.R. Beatty, "Portrait of a Gene", )ournal of Cel/ular Physiology 74(2-Suplemento):225-2l2.
Copyright O 1969 Wistar lnstitute of Anatomy and Biology. Reproducido con el permiso de Wiley-Liss, lnc., una
1ubsldiaria de John Wiley and Sons, lnc.
.... LOS ORIGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
comentar acerca de los coacervados y las microesferas, William Day, que toda-
vía favorece alguna clase de proceso de evolución biológica, comenta: "No im-
29
porta cómo se lo mire, esto es tontería científica".
Podría ser posible, a nivel superficial, equiparar las protocélulas con células
reales. Ambas son pequeñas y están constituidas por moléculas orgánicas, pero
la semejanza termina aquí. Una célula viviente es una estructura tan inme-nsa-
mente compleja que es una maravilla de actividad química integrada. El proble-
ma de su formación a partir de macromoléculas ha sido descrito por dos biólo-
gos moleculares como "un salto de dimensiones fantásticas, que yace más allá
del campo de las hipótesis verificables. En esta área, todo es conjetura. Los he-
chos disponibles no proveen de una base suficiente para poder postular que las
30
células surgieron en este planeta". ¡La vida es muy especial!
Harold J. Morowitz, usando la termodinámica (la relación de energía entre
los átomos y las moléculas) ha calculado que la probabilidad de que se organi-
cen espontáneamente las moléculas orgánicas para formar un microbio peque-
ño y sencillo tal como el Escherichia coli es de sólo 1 de un 1 seguido de 100 mil
millones de ceros (1 o-1011 ). Para la forma más pequeña de vida indepen-diente,
el micoplasma, que tiene unos 0.0002 mm de diámetro, él calcula una
probabilidad de 1 en S seguido por cinco millones de ceros (1 o-sx(lOl\ No es una
mejora, realmente. 31 Muchos otros cálculos similares indican cuán com-pleja es
la vida y cuán altamente improbable son las probabilidades de que pu-diera
surgir por sí misma.
El premio Nobel George Wald una vez expresó el dilema del evolucionis-
mo: "Uno tiene sólo que contemplar la magnitud de esta tarea para conceder
que la generación espontánea de un organismo viviente es imposible. Sin em-
bargo, aquí estamos como resultado, según yo creo, de la generación espontá-
nea".32
Es difícil pensar cómo un sistema viviente podría haberse iniciado conside-
rando la complejidad de-los organismos equivalentes conocidos más sencillos. Hay
una relación de interdependencia obligatoria de los componentes. Por ejemplo, el
sistema para traducir la información que contiene los ácidos nuclei-cos (ADN) para
producir una proteína terminada33 requiere por lo menos 70, y probablemente hasta
200, proteínas diferentes.34 El sistema no funcionará sin que cada uno de estos
biopolímeros especiales estén en su lugar. Además de es-to, las proteínas son
necesarias para la producción de los ácidos nucleicos, y los ácidos nucleicos son
necesarios para la producción de las proteínas. ¿Cómo se
CAPfTULO 4 1 ¡DE DÓNDE SURGIÓ LA VIDA? 85
OTRAS IDEAS
Mientras la comunidad científica en general acepta el concepto de que la
vida se desarrolló espontáneamente, la falta de probabilidad de una explica-ción
plausible para la manera en que esto haya ocurrido conforme a la forma
postuiada, ha resultado en una cantidad de alternativas especulativas. Anotare-
mos seis de ellas.
1. A veces su propone que la materia elemental pudo haber tenido alguna
propiedad desconocida que inevitablemente debió de haber generado la vida.
Esto se ha llamado el modelo de predestinación bioquímicaYSin embargo, no
tenemos evidencias de que la información compleja, tal como está codificada en
los ácidos nucleicos, exista por sí misma en los elementos químicos. 38
2. Otra alternativa es que la vida surgió como un sistema autogenerado,
86 LOS ORIGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
CONCLUSIONES
Pasteur demostró que sólo la vida da origen a la vida. Desde aquel tiempo,
ha habido una cantidad enorme de investigación para demostrar cómo pudo
surgir la vida de material no viviente. Se ha tenido algún éxito en producir bio-
monómeros en el laboratorio. Sin embargo, la relación de estos experimentos
con lo que pudo haber ocurrido en una Tierra prebiótica está bajo sospecha.
Problemas de concentración, estabilidad, imágenes especulares específicas y la
falta de evidencias geológicas para una sopa primigenia hacen que el escenario
de la evolución química sea poco probable. Con respecto al origen de los bio-
polímeros altamente organizados, la probabilidad de que se produzcan es de-
masiado pequeña para ser considerada con seriedad para una aparición acci-
dental. El problema se complica todavía más cuando se consideran los requisi-
tos de los centenares o muchos miles de cambios químicos que se operan si-
multáneamente en una célula "sencilla".
Los problemas asociados con la evolución química se resuelven con alguna
forma de creación. Los datos relacionados con el origen de la vida favorecen la
idea de una mente maestra y un proceso dirigido no fortuito involucrado en la
creación de la vida sobre la Tierra. Si uno elige eliminar el concepto de un
Creador, quedan pocas posibilidades de elegir, excepto aceptar alguna forma de
evolución química, pero los datos científicos contra estos conceptos son tan
compulsivos que la razón sugiere que se consideren las alternativas.
Nota y referencias:
1. G.R. Taylor, The Great Evolution Mystery (N. York y Cambridge: Harper and Row, 1983), p. 199.
2. Ver J.R. Partington, A History ofChemistry (Londres: Macmillan and Co., 1961), t. 2, p. 217.
l. ). Farley, The Spontaneous Generation Controversy from Descartes to Oparin (Baltimore y Londres: The Johns
Hopkins University Press, 1977), pp. 14, 15.
4. lbfd., p. 6.
~ R. Vallery-Radot, The Life of Pasteur, R.L. Devonshire, trad. (Garden City, NY: Doubleday, Page and Co.,
1924), p. 109. Título original: La vie de Pasteur.
88 LOS ORIGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
6. F. Darwin, ed., The Life and Letters of Charles Darwin (Londres: )ohn Murray, 1888), t. 3, p. 18.
7. A. l. Oparin, Origin of Life, 2a. ed., S. Morgulis, trad. (N. York: Dover Publications, 1938). Título del original:
Vozniknovenie zhizni na zemle.
8. S.L. Miller, "A Production of Amino Acids under Possible Primitive Earth Conditions", Science 117(1953):528, 529.
9. R. Evard y D. Schrodetzki, "Chemical Evolution", Origins 3(1976):9-37.
10. Un breve análisis del problema se da en ). Cohen, "Getting All Turned Around Over the Origins of Life on Earth",
Science267(1995):1265, 1266.
11. a) D. Bradley, "A New Twist in the Tale of Nature'sAssymetry", Science 264(1994):908; b) D. Clery y D. Bradley,
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(N. York: Philosophical Library, 1984), p. 65.
13. D.E. Hull, "Thermodynamics and Kinetics of Spontaeous Generation", Nature 186(1960):693, 694.
14. Thaxton, Bradley y Olsen, pp. 99-112 (nota 12b).
15. ). Monod, Chance and Necessity: An Essay on the Natural Philosophy of Modern Biology (N. York: Alfred A.
Knopf, 1971 ), pp. 112, 113.
16. M. Radman y R. Wagner, "The High Fidelity of DNA Duplication", Scientific American 259(2-1988):40-46.
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19. W.L. Bradley y C.B. Thaxton, "lnformation and the Origin of Life", en: ).P. Moreland, ed., The Creation Hypot-
hesis: Scientific Evidence for and lntelligent Designer (Downers Grave, IL: lnterVarsity Press, 1994), pp. 173-210.
20. a) Thaxton, Bradley y Olsen, p. 65 (nota 12b); b) H.P. Yockey, "A Calculation of the Probability of Sponta-neous
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21. S.L. Miller y LE. Orgel, The Origins of Life on the Earth (Englewood Cliffs, N): Prentice- Hall, lnc., 1974), pp. 85,
87.
22. ).D. Watson y F.H.C. Crick, "Molecular Structure of Nucleic Acids: A Structure for Deoxyribose Nucleic Acid",
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23. a) C.). Avers, Process and Pattern in Evolution (N. York y Oxford: Oxford University Press, 1989), Figura 4.24, pp.
142, 143; b) C.M. Fraser y otros, "The Minimal Gene Complement of Mycoplasma genitalium", Science
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25. P.S. Moorhead y M.M. Kaplan, eds., Mathematical Challenges to the Neo-Darwinian Jnterpretation of Evolu-tion,
The Wistar lnstitute Symposium Monograph N° 5 (Filadelfia: The Wistar lnstitute Press, 1967).
26. Oparin, pp. 150-162 (nota 7).
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1972).
28. Thaxton, Bradley y Olsen, pp. 174-176 (nota 12b).
29. W. Day, Genesis on Planet Earth: The Search for Life's Beginning, 2a. ed. (New Haven y Londres: Yale Uni-
versity Press, 1984), pp. 204, 205.
30. D.E. Green y R. F. Goldberger, Molecular lnsights into the Living Process (N. York y Londres: Academic Press,
1967), pp. 406,407.
31. H.). Morowitz, Energy Flow in Biology: Biological Organization as a Problem in Thermal Physics, (N. York y
Londres: Academic Press, 1968), p. 67.
32. G. Wald, "The Origin of Life", Scientific American 191(2-1954):44-53.
33. D.H. Kenyon, "Going Beyond the Naturalistic Mindset in Origin-of-life Research", Origins Research 12(1,
CAPfTULO 4 1 ¿DE DÓNDE SURGIÓ LA VIDA? 89
90
CAP[TUlO s 1 EN BUSCA DE UN MECANISMO ... 91
MECANISMOS EVOLUTIVOS
91 LOS ORIGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
LAMARQUISMO
Estaba caminando por el famoso parque de París llamado Jardín des
Plan-tes, cuando una estatua imponente me llamó la atención. la inscripción en
la base decía en francés:
"lamarck, fundador de la doctrina del evolucionismo". Habiendo escu-chado
tantas veces que Carlos Darwin era responsable por la teoría de la evolu-ción,
reflexioné acerca de la inscripción y las actitudes a menudo asociadas con los
superlativos y el orgullo nacionalista. Sin embargo, los franceses pueden
justificadamente estar orgullosos de su héroe, porque lamarck había formulado
una teoría de la evolución, bastante abarcante, muchas décadas antes de Dar-
win.
Jean-Baptiste Antaine de Monet, Caballero de lamarck (1744-1829) 4 creía
en un Supremo Originador de la existencia, y que la vida se diversificaba por sí
misma durante largos intervalos de tiempo. Impresionado con la variedad de
formas vivientes desde las sencillas hasta las más complejas, postuló una serie
evolutiva continua. Atribuyó la ausencia frecuente de formas intermedias entre
los grupos de organismos a lagunas en el conocimiento humano.
lamarck es más conocido por haber diseñado un mecanismo para la evolu-
ción basado en su ley del uso y del desuso. Propuso que el uso de un órgano
acentuaba su desarrollo, y esta mejora era trasmitida a la siguiente generación.
De este modo, las características en los padres, acentuadas por el uso, se
trans-mitían intensificadas en sus descendientes. Por ejemplo, un animal, como
el ciervo, que necesitara alcanzar las hojas de las ramas más altas de un árbol,
después de estirar su cuello durante muchas generaciones, adquiriría uno más
largo y eventualmente tendríamos una jirafa. En forma similar, afirmó que si el
ojo izquierdo de los niños fuera eliminado durante un cierto número de genera-
ciones sucesivas, eventualmente nacerían individuos con un sólo ojo. Para la-
marck, el estilo de vida determinaba el eventual desarrollo evolutivo de los or-
ganismos.
Se considera ahora que el mecanismo de lamarck para la evolución no es
válido. Muchos años más tarde, el evolucionista alemán August Weismann llegó
a ser notable por cortar las colas a ratones. Aunque lo hizo durante muchas ge-
neraciones, los ratones seguían produciendo descendientes con colas comple-
tas. la conclusión que sacó fue que esta serie de experimentos demostraba su
tesis de que no hay herencia de caracteres adquiridos por un individuo, por lo
que el mecanismo de la evolución de lamarck era equivocado.
CAPfTULO s 1 EN BUSCA DE UN MECANISMO 93
DARWINISMO'
Unas pocas décadas más tarde, Carlos Darwin (1809-1882) y Alfred R~ssel
Wallace (1823-1913), dos naturalistas entusiastas en Inglaterra, estudiaron un
artículo sobre la población escrito por T. R. Malthus (1766-1834). Malthus pro-
ponía que la población crece geométricamente (por multiplicación), mientras que
el alimento para la población crece en forma aritmética (por adición), un proceso
mucho más lento. Obviamente, en esta situación habría eventualmente una
escasez de recursos. Esta insuficiencia sirvió como base para los mecanis-mos
evolutivos propuestos tanto por Darwin como por Wallace. En 1859 Dar-win
publicó su famoso libro: Acerca del origen de las especies por selección natural,
o la preservación de razas favorecidas en la lucha por la existencia.
Generalmente se le da el crédito por la teoría, aunque las ideas acerca de la
evolución habían existido durante siglos. En general, Wallace y Darwin se apo-
yaron mutuamente, aunque Wallace asumió un lugar secundario. Es interesante
que Wallace también creía en el espiritismo, y testificó en favor del médium
espiritista norteamericano Henry Slade, que fue llevado a juicio por fraude du-
rante una de sus sesiones. Da!Win estaba del otro lado del problema, y contribu-
yó con fondos para llevar adelante el juicio de Slade. 7
Darwin creía que hay variaciones en los organismos vivientes, y que había
una superproducción de descendientes que daba como resultado tanto insufi-
ciencias como competencia. Sólo los más aptos de las nuevas variedades so-
brevivirían, y ellos a su vez producirían descendientes igualmente aptos. De es-
te mOdo, los más aptos, que eran considerados los más avanzados,
sobrevivirían mediante el proceso llamado de selección natural. Este mecanismo
todavía se usa para explicar el desarrollo evolutivo a pesar de la tendencia
opuesta que se observa en la naturaleza.
Darwin también enfatizó la teoría más amplia de la evolución de los orga-
nismos de los más sencillos a los más complejos. En este proceso, él puso el
mayor énfasis en la significación de los cambios pequeños, un concepto que
pronto fue puesto en tela de juicio. La filósofa Marjorie Grene ha delineado el
94 LOS ORIGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
MUTACIONES
Hacia el fin del siglo XIX, los evolucionistas hacían preguntas serias acerca
del mecanismo evolutivo de Darwin. Los principios de la genética descubiertos
por el monje moravo Gregorio Mendel, que se habían publicado 35 años antes,
fueron redescubiertos. Éstos levantaban algunas dudas sobre los conceptos de
herencia de Darwin. Se destacaron entre los detractores de Darwin el biólogo
holandés Hugo de Vries (1848-1935) quien desafió vigorosamente la idea de que
los cambios pequeños pudieran proveer el mecanismo evolutivo básico. Él
sostenía que estos cambios pequeños no significaban nada, y que los cambios
mayores, llamados mutaciones, debían necesariamente responder al ambiente.
De Vries encontró apoyo para sus ideas en Amsterdam, Holanda, donde las prí-
mulas o primaveras vespertinas importadas de Norteamérica se habían vuelto
silvestres y entre ellas se encontraron algunas plantas enanas. Él consideraba
que este cambio era una mutación.
De Vries realizó experimentos cruzando miles de plantas, y notó varios
cambios grandes que él también atribuyó a las mutaciones. Él creía que estas
"formas nuevas" eran pasos en un prolongado proceso evolutivo. Desafortuna-
damente para la teoría de de Vries, éstas fueron sólo el resultado de combina-
ciones de características que ya estaban presentes en la estructura genética de
las plantas, y no el de mutaciones nuevas.
Sin embargo, el concepto de las mutaciones como información hereditaria
nueva llegó a ser aceptado, principalmente por obra del norteamericano T. H.
Morgan. En experimentos con la mosca de la fruta, Morgan encontró cambios
permanentes nuevos que se reproducían. Sin embargo, los cambios
observados eran mayormente degenerativos en vez de ser progresivos,
incluyendo la pérdi-da de alas, pelos y ojos.
El ejemplo de evolución más corrientemente usado, el oscurecimiento de la
polilla moteada inglesa, no es una mutación, aunque a veces se la haya descrito
13
de esa manera. Esa mariposa nocturna que se volvió más oscura durante la
96 LOS ORIGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
LA S(NTESIS MODERNA
Al desarrollarse el pensamiento evolucionista durante la primera parte de
este siglo, varios eruditos influyentes ayudaron a cambiar el foco: de las muta-
ciones de regreso a la selección natural. Los más importantes de ellos fueron S.
S. Chetverikov en Rusia, R. A. Fisher y J. B. S. Haldane en Inglaterra, y Sewall
Wright en los Estados Unidos. Esta vez el énfasis estuvo sobre el proceso de la
evolución dentro de poblaciones enteras de organismos, más bien que en orga-
nismos individuales.
Fisher desarrolló modelos matemáticos sofisticados de los efectos de las
mutaciones sobre poblaciones muy grandes. Para él, las mutaciones pequeñas
100 LOS ORIGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
eran las importantes, ya que las mutaciones mayores tienen un efecto más perju-
dicial. El énfasis estaba en la selección natural de pequeñas variaciones favora-bles.
Wright sabía mucho acerca de la reproducción de animales y, en contras-te con
Fisher, enfatizaba la utilidad de las poblaciones pequeñas en las que las mutaciones
raras tendrían una mejor posibilidad de manifestarse. Por otro la-do, las poblaciones
pequeñas tienen más posibilidades de sufrir los efectos per-judiciales de la
endogamia. Wright introdujo el concepto de los cambios fortui-tos en la frecuencia de
los genes dentro de una población debido exclusiva-mente al azar. La significación
de este proceso, llamado deriva genética, ha sido uno de los debates más
prolongados y acalorados entre los evolucionistas, y to-davía lo. es hoy. Fisher y
Wright influyeron grandemente en la formación del pensamiento evolucionista de las
décadas de 1920 y 1930,24 y proporcionaron un apoyo significativo para el pleno
desarrollo de la "síntesis moderna".
La síntesis moderna combinó los esfuerzos de un gran número de evolucio-
nistas brillantes, que incluyen a Theodosius Dobzhansky de la Universidad de
Columbia, al biólogo Sir julian Huxley en Inglaterra, y a Ernst Mayr y George
Gaylord Simpson de la Universidad de Harvard. El concepto fue dominante
desde la década de 1930 hasta la de 1960. El nombre "síntesis moderna" fue
5
originado por Huxley/ nieto de Thomas Huxley, el defensor de Darwin, cuan-do
26
éste elogiaba el "triunfo final" del darwinismo. Básicamente, sintetiza la
variación por mutaciones con el concepto de selección natural por la supervi ..
venda del más apto de Darwin, aplicado a las poblaciones. Sin embargo, la
síntesis moderna es difícil de caracterizar porqu~ se han hecho intentos de in-
corporar en ella disciplinas tan variadas como la sistemática (clasificación), la
27
variación biológica y la paleontología (estudio de los fósiles}.
Muchos de los líderes de la síntesis moderna enfatizaron que por la acumu-
lación de cambios relativamente pequeños se podrían producir los grandes
cambios necesarios para la macroevolución. Sin embargo, el mecanismo básico
de la evolución permanece sin resolver. La controversia entre Fisher y· Wright
acerca del tamaño óptimo para las poblaciones en evolución también quedó· sin
resolver. El historiador de biología William B. Provine (Universidad de Cor., nell)
señaló: "El mecanismo primario de la microevolución estaba todavía sin decidir...
La aclaración de los mecanismos genéticos de la especiación no es uno de los
grandes triunfos de la síntesis evolutiva".28
La síntesis moderna puede haber sido más una actitud de éxito que una
síntesis exacta. En 1959 hubo numerosas celebraciones en todo el mundo con..
CAPfTULO s 1 EN BUSCA DE UN MECANISMO
....101
LA DIVERSIDAD
El embriólogo S0ren L0vtrup, que apoya el evolucionismo, señala: "Y hoy la
síntesis moderna -el neodarwinismo-- no es una teoría, sino una variedad de
opiniones que, cada una a su manera, trata de sobreponerse a las dificultades
32
presentadas por el mundo de los hechos". Aparecieron ideas nuevas, algunas
33
de ellas bastante especulativas. Descubrimientos nuevos, especialmente en la
genética y la biología molecular, indicaron que los conceptos genéticos más
antiguos y sencillos ya no eran válidos. Todo esto contribuyó a formar un mosai-
co de pensamiento que prevaleció hasta el presente y que puede caracterizarse
colectivamente como diversidad. Esta etapa, que puede llamarse el período de la
diversidad, representa una colección de ideas nuevas y a menudo conflicti-vas.
Algunas de ellas serán analizadas en detalle en el capítulo 8. Ellas giran alrededor
de preguntas tales como: 1) ¿Se pueden identificar las relaciones evo-lutivas de los
organismos? 2) Los cambios evolutivos, ¿son graduales o repenti-nos? 3) ¿Es la
selección natural importante para el proceso evolutivo? Y, 4) ¿có-mo evoluciona la
complejidad? La búsqueda de un mecanismo que esté más en armonía con las
restricciones realistas continúa.
LA NECESIDAD DE PRECAUCIÓN
Los hombres de ciencia manifiestan un firme apoyo en favor del evolucio-
nismo. Mientras en general están de acuerdo con que la evolución es un he-cho,
hay mucho menos armonía cuando se consideran los detalles. Algunas de las
batallas más acaloradas en la biología evolucionista siguieron a la síntesis
moderna. Tom Bethell, un escritor bien conocido, enfatiza que, "especialmente en
los años recientes, los hombres de ciencia han estado peleando entre sí acerca
34
de Darwin y sus-ideas". El público en general rara vez oye de estas disputas, y
mucho menos las entiende. Hay bastante contraste entre las bata-llas
intelectuales internas de la comunidad académica, tal y como se las observa en
las publicaciones de sus investigaciones, y el estilo sencillo y lleno de autori-dad
de los libros de texto. Algunas de las simplificaciones que hacen los libros de
texto pueden ser útiles para facilitar el aprendizaje, pero los legos y los estu-
diantes debieran saber que existen puntos de vista muy diversos en el debate
so-bre el evolucionismo.
CAPÍTULOs 1 EN BUSCA DE UN MECANISMO
.....103
CONCLUSIONES
Sólo se puede considerar con cierto respeto los esfuerzos persistentes de
los evolucionistas para encontrar un mecanismo plausible para su teoría. Su
perseverancia es digna de encomio. Se ha propuesto una teoría tras otra a lo
largo de dos siglos. El fracaso general plantea una pregunta difícil: ¿Es el pensa-
miento evolucionista más un asunto de opinión que de datos científicos sóli-dos?
Yo no voy a desestimar que algunos datos pueden favorecer al evolucionis-mo y
que los creacionistas también tienen problemas de opinión y mucha per-
sistencia. Pero después de tan largas investigaciones, virtualmente fútiles, en
busca de un mecanismo para la evolución, parecería que los científicos evolu-
cionistas deberían considerar seriamente la posibilidad de una creación por
parte de un Diseñador.
Notas y referencias:
l. L. Wittgenstein, Culture and Value. G.H.v. Wright y H. Nyman, eds. (Chicago: The University of Chicago
Press, 1960), p. 27e. Título del original: Vermischte Bemerkungen.
2. a) B. Goodwin, How the Leopard Got its Spots: The Evolution of Complexity (N. York y Londres: Charles
Scribner'sSons, 1994), pp. 1-76; b) S.A. Kauffman, The Origins of Order: Self-organization and Selection in
Evolution (N. York y Oxford: Oxford University Press, 1993); e) N.N. Waldrop, Complexity: The Emerging
Science at the Edge of Order and Chaos (N. York y Londres: Simon and Schuster, 1992).
3. Algunos alegan que la segunda ley de la termodinámica no es aplicable a la evolución y la aplican sólo a los
sistemas que están aislados y en equilibrio térmico; por ejemplo, véase R. Trott, "Duane Gish e lnterVarsity" en:
Rutgers, Creation/Evolution 13(W 2, 1993):31. Este aserto no elimina el hecho obvio de que la mayoría de las
actividades no dirigidas tienden hacia lo fortuito. En consecuencia, hay un esfuerzo intenso para encontrar el
mecanismo de la evolución.
4. Para un repaso general de las realizaciones de Lamarck, véase: a) E. Nordenskiiild, The History of Biology: A
Survey (N. York: Tudor Pub!. Co., 1942), pp. 316-330; trad. por LB. Eyre. Título del original: Biologins Histo-
ria; b) C. Singer, A History of Biology to About the Year 1900: A Generallntroduction to the Study of Living
Things, 3a. ed. rev. (Londres y N. York: Abelard-Schuman, 1959), pp. 296-300.
5. Muchos ejemplos se encuentran en O.E. Landman, "The lnheritance of Acquired Characteristics", Annual Review
of Genetics 25(1991 ):1-20.
6. Los análisis del darwinismo han sido legión. Una reseña que analiza los mecanismos de la evolución puede
verse en W.B. Provine, "Adaptation and Mechanisms of Evolution after Darwin: A Study in Persisten! Contro-
versies", en: D. Kohn, ed., The Darwinian Heritage (Princeton, N]: Princeton University Press, 1965), pp. 625-833.
7. Véase R. Milner, "Siade Trial (1676)", The Encyclopedia of Evolution: Humanity's Search for its Origin (N.
York y Oxford: Facts on File, 1990), pp. 407, 406.
8. M. Grene, "The Faith of Darwinism", Encounter 13(5-1959):48-56.
9. Singer, p. 303 (nota 4b).
1O. Véase el capítulo 6 para un análisis adicional.
11. a) C. H. Waddington, The Strategy of the Genes: A Discussion of Sorne Aspects of Theoretical Biology (Lon-
dres: Ruskin House, George Allen & Unwin, 1957), p. 65; b) M. Eden, "lnadequacies of Neo-Darwinian Evo-
lution as a Scientific Theory", en: P.S. Moorhead y M. M. Kaplan, eds., Mathematica/ Challenges of Neo-
Darwinian lnterpretation of Evolution, The Wistar lnstitute Symposium Monograph N° S (Filadelfia: The Wis-
104 LOS ORIGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
tar lnstitute Press, 1967), pp. 5-12; e) R. H. Peters, "Tautology in Evolution and Ecology", The American Natu-
ralist 11 0(1976):1-12.
12. Véase, por ejemplo, a) el tomo del simposio editado por Kohn (nota 6). También: b) E. Mayr, The Growth of
Biological Thought: Diversity, Evolution. and lnheritance (Cambridge y Londres: The Belknap Press of Harvard
University Press, 1982), pp. 626, 627; e)). Maynard Smith, Oíd Darwin Get it Right? Essays on Carnes, Sex and
Evolution (N. York y Londres: Chapman and Hall, 1989).
13. Por ejemplo: C. Sagan, The Dragons of Eden: Speculation on the Evolution of Human lntelligence (N. York:
Ballantine Books, 1977), p. 28.
14. Por ejemplo, W.T. Keeton, Biological Science (N. York: W.W. Norton & Co., 1967), p. 672.
15. T.H. )ukes, "Responses of Critics", en: P.E. johnson, Evolution as Dogma: The Establishment of Naturalism
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16. a)). Cairns, ). Overbaugh y S. Miller, "The Origins of Mutants", Nature335(1988):142-145; bl G.Z. Opadia-Kadima,
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una perspectiva diferente, ver e) D. MacPhee, "Directed Evolution Reconsidered", American Scientist 81
(1993):554-561.
17. a) M.A. Edey y D.C. johanson, Blueprints: Solving the Mystery of Evolution (Boston, Toronto y Londres: Little,
Brown and Co., 1989), pp. 125, 126; b) E. Mayr, Population, Species and Evolution: an Abridgment of Animal
Species and Evolution, ed. rev. (Cambridge: The Belknap Press of Harvard University Press, 1970), pp. 181, 182.
18. D.H. Erwin y ).W. Valentine, "'HopefulMonsters',Transposons, and Metazoan Radiation", Proceedings ofthe
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19. E.). Ambrose, The Nature and Origin of the Biologica/ World (Chichester: Ellis Harwood, Ltd., y N. York y To-
ronto: Halsted Press, john Wiley and Sons, 1982), p. 120.
20. P-P. Grassé, Evolution of Living Organisms for a New Theory of Transformation (N. York, San Francisco y Lon-
dres: Academic Press, 1977), p. 88. Título del original: L'Evolution du Vivant. Traducción de B.M. Carlson y
R. Castro.
21. A. Hoffman, Arguments on Evolution: A Paleontologist's Perspective (N. York y Oxford: Oxford University Press,
1989), pp. 87-92.
22. G.A. Kerkut, lmplications of Evolution (Oxford y Londres: Pergamon Press, 1960), p. 1 S7.
23. Para un análisis abarcante, ver: K.P. Wise, "The Origin of Life'sMajor Groups", en: ).P. Moreland, ed., The
Creation Hypothesis: Scientific Evidence for an lntelligent Designer (Downers Grove, IL: lnterVarsity Press, 1994),
pp. 211-234.
24. Para detalles adicionales, véase Provine, pp. 842-853 (nota 6).
25. ). Huxley, Evolution: The Modern Synthesis (Londres y N. York: Harper and Brothers, 1943).
26. S.). Gould, "Darwinism and the Expansion of Evolutionary Theory", Science 216(1982):380-387.
27. lbíd.
28. Provine, p. 862 (nota 6).
29. C. Patterson, Evolution (Londres: British Museum (Natural History), e lthaca: Cornell University Press, 1978), p.
143.
30. R. Goldschmidt, The Material J3asis of Evolution (New Haven, CT: Yale University Press, 1940).
31. G.R. Taylor, The Great Evolution Mystery(N. York: Harper and Row, 1983), p. 5.
32. S. Levtrup, Darwinism: The Refutation of a Myth (Londres, N. York y Sidney: Croom Helm, 1987), p. 352.
33. Véanse los detalles en .el capítulo 8.
14. T. Bethell, "Agnostic Evolutionists: The Taxonomic Case Against Darwin", Harper's 270(1617; febrero de 1985):49-
52, 56-58, 60, 61.
DE LO COMPLEJO
A LO MÁS COMPLEJO
¡' U 'ii na paráfrasis moderna podría ser: "Dios nunca hizo un milagro para
, ""'}' convencer a un ateo, porque sus obras comunes pueden proporcio-
nar evidencias suficientes".
la célula es una estructura increíblemente compleja, en la que
generalmente muchos miles de enzimas dirigen cambios químicos
interdependientes. la mayoría de nosotros no estamos familiariza-dos
con las células y fácilmente las dejamos a un lado sin darnos cuenta
de que "pequeño" no es necesariamente sinónimo de "sencillo". Se
pueden considerar más fácilmente preguntas sobre el origen de los
órganos más grandes y de los organismos. Inclui-dos e~ el misterio
hay maravillas tales como el sistema de locali-zación por eco de un
murciélago (sonar), el desarrollo de un ele-fante adulto a partir de una
sola célula microscópica, o el cambio de una oruga en una mariposa.
También se pueden admirar as-pectos estéticos tales como la
magnificencia de las estrellas en una noche clara, o los colores
iridiscentes y el diseño intrincado de las alas de una mariposa
brasileña. El hombre por mucho tiempo
ha estado reflexionando sobre tales temas, no sólo preguntándose
cómo ocurrieron, sino también por qué sucedieron. ¿Hay un
propósi-to en la operación de la naturaleza? ¿Podrían las
peculiaridades y las
especializaciones en la naturaleza haber ocurrido sin ser guiadas?
En este capítulo consideraremos preguntas relacionadas con el dise-
ño en la naturaleza y temas relacionados con éste. Estas preguntas son bas-
105
106 LOS ORiGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
de lo no viviente.
Algunos evolucionistas han considerado la necesidad de un ente director
para facilitar la innovación de todas las complejidades de los organismos tanto
simples como complejos. A través de los años, los hombres de ciencia propusie-
ron muchas clases de conceptos diferentes como los factores especiales desco-
nocidos responsables de lo intrincado, del sentido de propósito, o del diseño que
parecen evidentes en las cosas vivas. 9 Se han usado muchos términos para
designar estos conceptos. Entre ellos están: entelequia, emergencia, finalidad, ti-
postrofismo, aristogénesis, élan vital, teleología, vitalismo, homogénesis, nema-
10
génesis, preadaptación, saltación, ortogénesis, etc.; casi todo o cualquier cosa
excepto el Dios de la creación. La abundancia de términos refleja tanto el miste-
rio como la necesidad de un factor especial de explicación. Desafortunada-
mente, con demasiada frecuencia Jos diferentes autores definen algunos de
estos términos en forma diferente, y los usan de diversas maneras en disciplinas
dife-rentes. No necesitamos entrar en esos detalles en este breve tratado;
además, tal empresa es bastante fastidiosa. Es importante notar que aunque los
teólogos, los hombres de ciencia y los filósofos discuten estos temas, es difícil
encontrar un enfoque común. Para algunos, el diseño no implica un diseñador, y
para otros, un diseñador no necesita ser el Dios de la tradición judea-cristiana.
Todavía para otros la incógnita no es cualquier clase de diseño, sino cómo y por
qué se originó el diseño. Simplificaré este capítulo dirigiéndome sólo a la
pregunta de si la naturaleza refleja un diseño inteligente.
La idea del diseño en la naturaleza11 ha sido discutida por varios milenios. Se la
encuentra bien atrincherada en la mitología así como en los manuscritos bíblicos
más tempranos. Sócrates (469-399 a.C.) estaba muy preocupado con el propósito, y
Aristóteles (384-322 a.C.) apoyaba el argumento del diseño. Para él, el universo
ansía avanzar hacia la forma perfecta que es Dios. En el mundo oc-cidental, el
filósofo medieval más influyente en esta línea fue Tomás de Aquino (1225-1274).
Entre sus argumentos en favor de la existencia de Dios estaba el de que la evidencia
de diseño en la naturaleza implicaba la existencia de un Dise-ñador inteligente.
Varios siglos más tarde, la mayoría de los hombres de ciencia daban por sentado el
diseño de la naturaleza. Algunos, como Sir Isaac Newton (1642 [3]-1727), promovían
activamente el concepto. Sin embargo, el escéptico escocés David Hume12 (1711-
1776) hizo lo más que pudo para destruir el argu-mento, sugiriendo que la evidencia
en favor del diseño no apuntaba necesaria-mente al Dios de la tradición judea-
cristiana (es decir, bíblico). Él no proveyó
108 LOS ORIGEN ES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
13
un mecanismo para responder al argumento del diseño, excepto que sugirió
una fuerza organizadora dentro de la naturaleza.
Con todo, alrededor de comienzos del siglo XIX se estaba considerando la
idea de que los organismos podrían haberse formado a sí mismos. Esto estimu-
ló14 al filósofo y profesor de ética inglés William Paley (1743-1805) a publicar en
1802 su famoso libro titulado Natural Theology [Teología natural], que tuvo
muchas ediciones. Paley llegó a ser famoso en el debate sobre el diseño por su
ejemplo del reloj. Él razonaba que si uno encontrara un reloj en el suelo con to-
das sus partes especializadas en operación conjunta para indicar el tiempo, uno
inferiría que el reloj tuvo que haber tenido un fabricante. Luego procedía a
señalar que, del mismo modo, las complejidades en la naturaleza requerían de
un fabricante y no podrían haber surgido por sí mismas. Además argumentaba
que por cuanto instrumentos tales como un telescopio tenían un fabricante, el ojo
también debería tener un diseñador; y aún más, que los pequeños cambios
graduales son inadecuados para producir estructuras tales. Como un ejemplo de
lo inadecuado que es el desarrollo gradual a lo largo del tiempo, él cita la
epiglotis, esa estructura indispensable que cierra nuestra tráquea cuando traga-
mos para impedir que la comida y la bebida ingresen a los pulmones. Paley ar-
gumentaba que la epiglotis habría sido inútil durante cualquier desarrollo evolu-
tivo gradual a lo largo de muchas generaciones, porque no cerraría la tráquea
15
que conduce a los pulmones antes que estuviera completamente formada.
Medio siglo más tarde, Carlos Darwin publicó su El origen de las especies. Este libro propuso que pequeños cambios al azar en combinación con la selec-ción
natural resultarían, con el tiempo, en organismos sencillos que evoluciona-rían a formas más y más avanzadas, incluyendo al hombre. Bien consciente del argumento del
diseño, Darwin, ya en la primera edición de
farb lo bosqueja: "Darwin rápidamente vio el problema, pero no tuvo tanto éxi-to
en resolverlo. Su técnica aquí, como en otras partes, fue primero suponer que
por reconocer la dificultad, de algún modo la había exorcisado; y en segun-do
lugar, si este acto de confesión no era suficiente para tranquilizar a sus críti-cos,
traer sobre la dificultad el peso de la autoridad precisamente de esa teoría que
se estaba poniendo en duda" Y
Aunque Darwin rara vez se refirió a la posibilidad de algún tipo de diseño y,
en el último párrafo de las ediciones 2a a 6a de El origen de las especies hasta
18
mencionó al Creador como originador de la vida antes de que evolucionara,
un repaso de sus cartas privadas indican que él tenía "gran duda acerca de el-
lo". Para él, la selección natural era la respuesta a los problemas de la evolu-
ción.19
El origen de las estructuras complejas todavía está en discusión tanto entre
los teólogos como los científicos, aunque la mayoría de los teólogos ahora tien-
de a dejar el estudio de la naturaleza a los hombres de ciencia, y se concentran
20
en problemas sociológicos o religiosos. El problema básico es: ¿De qué mane-
2
ra las mutaciones aleatorias y sin propósito, 1 acompañadas por una selección
natural que no tiene previsión alguna, pueden crear órganos de extrema com-
plejidad? Algunos evolucionistas rebajan la importancia del proceso de la selec-
ción natural o aun lo eliminan completamente, dejando la evolución puramen-te
al azar. En adición, como lo consideramos en el capítulo anterior, sólo muy
raramente las mutaciones son consideradas útiles. Una estimación de una muta-
ción benéfica en 1.000 es generosa para con la evolución. Las mutaciones son
abrumadoramente perjudiciales y generalmente recesivas en sus manifestacio-
nes, lo que significa que no aparecerán en el cuerpo de un organismo a menos
que ambos padres tengan la mutación. ¿De qué modo un proceso plagado de
factores tan negativos, podría alguna vez formar un órgano tan complejo como
un oído o un cerebro? Muchos dan la bienvenida a la selección natural, que
propone la supervivencia del más apto, como la solución, pero ella sólo sirve
para una ventaja inmediata. No tiene un "ojo" para ver el futuro, mientras que los
órganos y sistemas complejos requerirían una planificación de largo alcance. La
razón sugeriría que busquemos otras soluciones. La mayoría de los evolu-
cionistas están en desacuerdo.
Richard Dawkins, de la Universidad de Oxford, al referirse al reloj de Pa-ley,
indica que el"único relojero de la naturaleza son las fuerzas ciegas de la fí-sica",
22
y que "Darwin hizo posible ser un ateo intelectualmente satisfecho".
110 LOS ORIGEN ES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
INTERDEPENDENCIA
El concepto del diseño es especialmente significativo para los sistemas bio-
lógicos que tienen partes funcionalmente interdependientes. Estos sistemas no
pueden funcionar hasta que todas las partes necesarias estén presentes y en
operación conjunta. Por ejemplo, una alarma contra ladrones requiere 1) senso.:.
res en puertas y ventanas; 2) alambres que los conecten con un centro de con-
trol; 3) un centro de control complejo; 4) una fuente de poder; S) alambres que
conecten la alarma; y 6) la alarma misma. A menos que todos estos componen-
tes básicos estén involucrados y en condiciones de operar, el sistema no funcio-
nará. Sugerir que un sistema así pudiera surgir gradualmente, en el que cada etapa
sea funcional, sería irracional. La misma clase de pregunta puede hacerse acerca de
las piezas de un reloj o los componentes interdependientes de siste-
CAP(TULO 6 1 DE LO COMPLEJO A LO MÁS COMPLEJO 111
ser una conducta bien protectora. Una especie que vivía en el campo tendía a co-rrer
a esconderse cuando un objeto por encima de ella se movía, de modo que no
pudiera ser capturada, mientras que una especie que vivía en el bosque se quedaba
paralizada, de modo que no se la pudiera ver. Él consultó a algunos de sus amigos
zoólogos acerca de sus observaciones y, sólo como una prueba especial, invirtió los
datos: informaba que los ratones del campo se paralizaban mientras que los del
bosque corrían. Él dijo: "Me hubiera gustado registrar sus explicaciones, porque
fueron realmente impresionantes" _27 De modo que el problema no es tanto si pode-
mos encontrar alguna explicación, sino si podemos encontrar la que sea correcta. En
nuestro contexto presente la pregunta es cuál de las siguientes posturas consti-tuye
la mejor explicación para la extrema complejidad de la naturaleza: ¿Un diseño
inteligente, o la combinación de mutaciones fortuitas, generalmente perjudiciales y
asociadas con una selección natural, que no puede prever nada?
hereditaria que casi siempre utiliza el mismo código genético. 29 Además está la
estrecha semejanza de secuencias comparables del ADN, como las que se en-
cuentran entre el hombre y los monos antropoides. Más recientemente, los
biólogos han encontrado una semejanza notable en los genes especiales llama-
dos homeóticos. Todos estos genes contienen una secuencia de ADN que es
conocida como secuencia homeótica ("homeobox"). Los genes homeóticos es-
tán constituidos por 180 pares de nucleótidos y están asociados con una varie-
dad de genes que controlan algunos de los grandes procesos de desarrollo de
los organismos, tales como dónde se formarán las diversas partes del cuerpo.
En las moscas de la fruta hay una mutación en un gen homeótico que hará que
la mosca desarrolle un par adicional de alas, pero la mosca deformada apenas
puede sobrevivir. La secuencia de los nucleótidos en los genes homeóticos es
bastante similar en una gran variedad de organismos tales como los ciempiés,
las lombrices de tierra, la mosca de la fruta, las ranas, los ratones y el hombre. 30
También se podrían añadir a la lista muchas otras semejanzas bioquímicas entre
las cosas vivientes.
El argumento de las semejanzas no da un apoyo significativo al modelo
evolucionista, ya que también puede argumentarse que estas semejanzas repre-
sentan un diseño básico común. ¿Por qué no usar el mismo diseño básico, tal
como la disposición de los huesos en los miembros anteriores que permita la ro-
tación de la extremidad (la mano, en el hombre) en diversas clases de organis-
mos, especialmente si funciona bien? Las células constituyen una buena uni-dad
bioquímica funcional, así como una habitación es una buena unidad fun-cional
para una diversidad de estructuras, desde las casas pequeñas hasta los grandes
rascacielos. Si un sistema de genes homeóticos funciona bien en un or-ganismo,
¿por qué no usarlo en otros? No existe una ley en contra de ciertos esquemas
de creación programados. Un creador no tendría que usar sistemas diferentes
para funciones semejantes. La semejanza no necesita indicar un ori-gen
evolucionista común más que la proposición de que todos los automóviles de
cuatro cilindros deben proceder de la misma fábrica. Las semejanzas pue-den,
del mismo modo, representar fácilmente un diseño inteligente, usando buenos
sistemas que funcionan.
EL OJO Y EL EVOLUCIONISMO
Durante dos siglos el ojo ha sido el centro de una discusión acerca de si ta-
les estructuras complejas pudieron ser el resultado de la evolución, o si requie-
114 LOS ORIGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
F IGUHA 6 1
VISTA
nerviosas AMPLIADA
Esclerótica de
La estructura básica del ojo humano. A, corte trasversal; B, ampliación de la región de la fovea; ~
ampliación de la pared del ojo; O, ampliación de los bastones (a) y conos (b) de la retina. No&eA que
para todos los diagramas, la luz viene de la derecha, y que los discos son absorbidos dentro de las células
pigmentarias en el extremo izquierdo de D.*
• Basado en a) Berne y levy, p. 143 (nota 63); b) Dawkins, p. 16 (nota 13); e) Newell, p. 29 (nota 45a); d) R.S.
Snell, M.A. Lemp, Clínica/Anatomy of the Eye (Boston, Oxford y Londres: Blackwell Scientific Publications, 1989), p.
163; e) Young (nota 58).
CAP[TULO 6 1 DE LO COMPLEJO A LO MÁS COMPLEJO 115
FIGURI\ 6 2
Tróclea
superior
Vista lateral de algunos de los músculos externos del ojo del hombre. Nótese que el tendón del
múKulo oblicuo superior pasa por una polea {la tróc:lea) en su camino al ojo.*
FIGURA 6 i
Lente córneo
Núcleo cristalino
Rabdoma
Células retinales
Sección transversal
} del omatidio
Nervio
------ '" - Células pigmentadas
den tener hasta 28.000 omatidios en sus ojos compuestos. El invertebrado más
grande que se conoce es el calamar gigante que puede alcanzar una longitud de
21 metros. También tiene el ojo más grande de todos los animales. El ojo de un
calamar, arrojado sobre las costas de Nueva Zelanda, tenía un diámetro de
40 cm, haciendo que la fantasía de Julio Verne en Veinte mil leguas de viaje
submarino sea más realista. El ojo del hombre tiene sólo 2,4 cm de diámetro.
Aunque los calamares son animales muy diferentes a los vertebrados, la estruc~
tura básica de sus ojos es notablemente semejante.
También son notables los trilobites fósiles (organismos remotamente seme-
jantes a los cangrejos de las Malucas o cangrejos bayoneta) que tenían ojos
compuestos (algo semejantes a los de la Figura 6.3) con lentes hechas de calcita
mineral. La calcita es un mineral complejo que tiene índices de refracción dife-
rentes en diferentes direcciones. En los ojos de los trilobites, el mineral estaba
ubicado en la dirección óptica correcta para proveer el índice de refracción
apropiado. Además, las lentes tenían una forma compleja con el propósito de
relacionarse con un segundo medio refractario y así eliminar el problema de la
aberración esférica. Esto es comparable con la sofisticada inteligencia de la óp-
tica moderna.34
Sólo unos pocos taxones animales no tienen órganos sensibles a la luz. Al-
gunos de ellos poseen ojos tan sencillos que sólo pueden determinar la presen-cia o
ausencia de la luz; otros, que son mucho más complejos, pueden formar una
imagen. Hay tres clases principales de ojos que forman imágenes. Uno es el del tipo
de agujero pequeño como el que se encuentra en el nautilo, en el cual
CAP(TULO 6 1 DE LO COMPLEJO A LO MÁS COMPLEJO 117
existen por lo menos tres o cuatro sistemas para formar imágenes en ojos avan-
zados. Es difícil imaginar cómo estos sistemas diferentes pudieron evolucionar
unos de otros, y también ser funcionales en las etapas intermedias, ya que se
ne-cesitan arreglos muy diferentes. Con el conocimiento de la variedad básica de
clases de ojos, algunos evolucionistas han propuesto que las diferentes clases
de ojos deben de haber evolucionado independientemente muchas veces, en
lugar de hacerlo en forma sucesiva, tal vez hasta 65 veces. 41 Por otro lado,
sobre la base del hallazgo de un gen similar que afecta al desarrollo del ojo en
una gran variedad de animales, otros evolucionistas han sugerido un origen
común. 42 Es-to no explica cómo se desarrolló la variedad básica de ojos, pero
ilustra cómo se adoptan rápidamente puntos de vista opuestos acerca de las
semejanzas y diferencias para incluirlos en el escenario evolucionista. Además,
un gen co-mún involucrado en el desarrollo del ojo contribuye muy poco a
explicar el origen de muchos de los otros genes asociados necesarios para el
desarrollo del ojo. Se estima que unos 5.000 genes están involucrados en el
43
desarrollo del ojo de la mosca de la fruta. Existe un problema adicional con la
distribución de las clases de ojos entre los animales, especialmente en los
invertebrados: el grado de sofisticación no sigue el esquema evolucionista
esperado. En su abarcante re-paso de las diferentes clases de ojos y su
evolución, Stewart Duke-Eider señala: "Lo curioso, sin embargo, es que en su
distribución los ojos de los invertebrados no forman una serie de continuidad y
sucesión. Sin una secuencia filogenética [evolutiva] obvia, su aparición parece al
azar; fotorreceptores análogos aparecen en especies que no están relacionadas,
un órgano elaborado en una especie primitiva [medusas] o una estructura
elemental muy alta en la escala evolutiva [algunos insectos]". 44 Desde varias
perspectivas, el ojo plantea desafíos bastante serios a la hipótesis evolucionista.
to, estimula una "avalancha" bioquímica de muchos pasos que a su vez cambia
la carga eléctrica de la membrana del cono o bastón. Esta carga pasa a las célu-
las nerviosas de conexión y eventualmente llega al cerebro. Un sistema igual-
mente complejo invierte la avalancha bioquímica en los bastones al prepararse
éstos para detectar Qtra vez más luz.
Vemos con mayor agudeza en el centro de nuestro campo visual en la re-
gión de la fovea (Figura 6.1 A, B). En esta área, que tiene aproximadamente 1/2
mm de diámetro, tenemos unos 30.000 conos y ningún bastón. Frente a la ma-
yor parte de la retina, fuera del área de la fovea, hay un complejo de muchas
clases de células nerviosas que comienzan a procesar la información de los
bastones y los conos. Esta información es transportada desde la parte posterior
del ojo por células nerviosas mediante las 1.200.000 fibras del nervio óptico que
conducen al cerebro. Los millones de bastones, conos y células nerviosas tienen
que estar asociados adecuadamente para desarrollar una imagen cohe-rente en
el cerebro.
Aparte de los complejos cambios físicos y bioquímicos en los bastones, los
conos y las células nerviosas de la retina, nuestros ojos exhiben varios otros sis-
temas interdependientes. La pupila (el agujero) a través del cual entra la luz al ojo
se agranda y se reduce en respuesta a la cantidad de luz que entra al ojo, así
como se ajusta a la distancia, reduciendo la aberración esférica de la lente e
incrementando la profundidad del campo visual. Con el fin de desarrollar un
sistema funcional para controlar la cantidad de luz que entra al ojo, deben ocu-
par su lugar por lo menos tres componentes: 1) un sistema de análisis en el cere-
bro para controlar el tamaño de la pupila, basado en la cantidad de luz recibida;
2) células nerviosas que conecten el cerebro al iris (la parte coloreada caracterís-
tica que rodea la pupila) que contiene los músculos que controlan el tamaño de la
pupila; y 3) las células de los músculos mismos para efectuar el cambio de ta-
maño de la pupila. Por lo menos todas estas partes deben estar presentes y co-
- nectadas de una manera correcta. Por ejemplo, conectar algunas células ner-
viosas que tienen el propósito de dilatar la pupila con los músculos que la con-
traerían, sería, por supuesto, contraproducente. En realidad, el sistema humano
es más complejo, pues existen varias células nerviosas en tándem para cada
conexión entre el cerebro y el ojo; y también hay un sistema que correlaciona la
46
actividad de ambos ojos para que trabajen sincronizados en esta actividad.
Hay una complejidad similar para el rápido sistema de enfoque que cambia
la forma de la lente. No sabemos muy bien todavía cómo opera este sistema,4 7
120 LOS ORIGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
pero sí sabemos que está controlado por el cerebro usando un sistema doble y
48
que está involucrado un complejo sistema de conexiones nerviosas.
A los lados y detrás de cada ojo hay seis músculos que controlan el movi-
miento del ojo que nos permite mirar en diferentes direcciones sin mover la ca-
49
beza (Figura 6.2). Estos músculos también facilitan otras funciones visuales in-
cluyendo la capacidad de dirigir nuestro ojo el uno hacia el otro cuando mira-mos
un objeto a corta distancia, de modo que ambos ojos puedan centrarse en el
mismo punto. Si mutaciones al azar primero produjeran un músculo que mo-
viera el ojo hacia la izquierda, esto sería de poca utilidad porque también nece-
sitamos el músculo opuesto que mueva el ojo hacia la derecha, así como los
nervios ·para estimular los músculos y un mecanismo de control en el cerebro
para coordinar la actividad de ambos músculos.
El recorrido del músculo oblicuo superior del ojo también apoya el concep-
to de diseño. El tendón en el extremo del músculo pasa por un sistema de po-
leas conocido como tróclea (Figura 6.2) que ejerce un movimiento lateral y ha-
cia adelante (girándolo hacia abajo) del globo del ojo. Para simplificar el caso
para la evolución, uno podría suponer que ya existiera el músculo que se modi-
ficaría para incluirlo en este sistema de poleas. Pero, ¿cómo podrían los
cambios accidentales producir algo que funcionara, especialmente en un sólo
paso? Es análogo al problema tradicional de la gallina y del huevo: ¿Qué fue
primero? ¿Se elongó el tendón del músculo primero con el fin de ser lo
suficientemente largo como para pasar por la polea, o se formó primero la polea,
o primero se determinó un mecanismo para pasar el tendón por la polea?
Entonces, el siste-ma de control en el cerebro tendría que modificarse como
para acomodar la nueva dirección de esfuerzo del músculo. Además, hay
necesidad de tener un sistema que sea la imagen especular de éste para el otro
ojo. A menos que todos estos factores estén coordinados, el sistema no puede
funcionar adecuadamente. Es difícil imaginar que todo esto puede ponerse en su
lugar accidentalmente, sin un diseño inteligente.
Pero esto es sólo el comienzo de la historia. Más complejo y menos com-
prendido es un sistema de muchas células nerviosas en la retina (Figura 6.1 B,
C) que procesa la información de los bastones y los conos. Mucho más comple-
jo es el proceso mediante el cual el cerebro transforma la información que reci-
be la retina, y que resulta en lo que llamamos ver, o percepción visual. 50 No
vemos directamente con nuestros ojos, aunque intuitivamente podamos estar
inclinados a pensar de ese modo. La información transferida desde nuestros
CAPrTULO 6 1 DE LO COMPLEJO A LO MÁS COMPLEJO 121
ojos al cerebro pasa por un proceso complejo para formar una imagen mental.
Parece que diferentes partes del cerebro toman los millones de porciones (bits)
de información de los ojos, analizan diferentes componentes al mismo tiempo, y
1
arman el todo en una figura integrada. 5 Estos componentes incluyen el brillo, el
color, el movimiento, la forma y la profundidad. En el cerebro del mono maca-co
hay más de 20 diferentes áreas principales del cerebro que funcionan al ver, y
los humanos deben de tener por lo menos otros tantos. El proceso de ver es in-
creíblemente complicado e increíblemente rápido. En este proceso visual el ce-
rebro también integra la información de ambos ojos. En la parte posterior del ce-
rebro hay numerosas columnas de células en arreglo ordenado en el que cada
segunda columna representa un ojo. Algunos teóricos que trabajan en esta área
comentan: "las sencillas tareas visuales, tales como percibir los colores y reco-
nocer rostros familiares, requieren cálculos elaborados y más circuitos neurales
52
que lo que habíamos imaginado". Es también asombroso que el proceso total
de análisis y síntesis visuales se realizan sin esfuerzo, casi sin que nos demos
cuenta de ello. Pero ver es sólo el principio. El reconocimiento y la compren-sión
de lo que vemos también son procesos integrados de abrumadora comple-jidad.
través de todas estas células antes de que la reciban los discos. En el contexto
del concepto de un diseñador, algunos evolucionistas se burlan de la idea de un
diseño inteligente y pretenden que el ojo está conectado al revés. Uno afirma
54
que "en realidad está diseñado en forma tonta". Otros comentan que "un dise-
ñador de una cámara fotográfica que cometiera tal error sería expulsado de in-
mediato",55 o "¿en ocasión de la 'Caída'invirtió Dios la posición de la retina en
los vertebrados de adentro hacia afuera?"56
En realidad, el ojo parece estar muy bien diseñado. En el área de la retina
llamada la fovea (Figura 6.1 A), que es responsable por la visión aguda, las célu-
las nerviosas "que interfieren" están casi completamente ausentes y las fibras
nerviosas se alejan de la región central en forma radial, permitiendo así un área
visual mucho más clara (Figura 6.1 8).
Puede haber una razón muy buena para la orientación de las porciones que
contienen los discos en los bastones y los conos hacia el epitelio pigmenta-rio, que se
ubica hacia fuera de la retina. En los bastones y los conos, los discos del pigmento
visual se están reemplazando constantementeY Los viejos son descartados hacia el
exterior, donde son absorbidos por las células del epitelio pigmentario (Figura 6.1 D).
Si estos discos se descartaran en la dirección en que entra la luz, uno esperaría que
pronto hubiera una situación borrosa dentro del ojo. En nuestros ojos los bastones y
los conos no tienen vacaciones; los discos están siendo continuamente
reemplazados durante toda nuestra vida. En el mo. no Rhesus cada bastón produce
de 80 a 90 discos nuevos cada día;58 esta velo; cidad es probablemente similar en el
hombre; y tenemos 100 millones de basto. nes en cada ojo. (Entre paréntesis,
podríamos notar que esto es lento comparado con los dos millones de células rojas
de la sangre que produce nuestro cuerPQ cada segundo.59) La razón de la
renovación de los discos en el ojo no es bien conocida, pero se ha propuesto el
mantenimiento preventivo y la provisión de un suministro fresco de productos
químicos visualmente sensibles.60 Parece im¡ portante que estos discos sean
absorbidos en la parte final de los bastones. Algu-nas ratas tienen una enfermedad
genética en la que las células del pigmento epitelial no absorben los discos. Esas
ratas forman masas de desperdicios (dis-cos) al final de los bastones, y bajo estas
condiciones los bastones degeneran y mueren.61 No se ha confirmado una situación
similar en el hombre, pero el hombre es más difícil de estudiar. Si los extremos que
62
contienen los discos en los bastones y conos se invirtieran, de modo que enfrentaran
la luz, como algu• nos evolucionistas sugieren que debería ser, probablemente
tendríamos un de·
CAPfTULO 6 1 DE LO COMPLEJO A LO MÁS COMPLEJO 113
aminoácidos está determinada por la información genética del ADN, pasa por lo
menos por tres pasos de maduración antes de llegar a su forma funcional. Ade-más,
con el fin de que pueda ser efectiva en.las células del cuerpo, tiene que ir agregada
a receptores de proteínas más complejos pero específicos en la super-ficie de las
células del cuerpo cuya configuración también es especificada por una secuencia
separada del ADN. Este receptor pasa por dos modificaciones adicionales antes de
63
ser útil para ayudar a la insulina a controlar las diferentes funciones celulares. Sin
estos pasos específicos el sistema no funcionaría.
En el escenario evolucionista la transición de la reproducción asexual sen-
64
cilla a la sexual compleja se ha discutido seriamente durante décadas. ¿Por
qué habría de ocurrir alguna vez? Un problema es que parecería ser más efi-
ciente sencillamente dividir para reproducir, como ocurre en unos pocos orga-
nismos sencillos, en lugar de requerir dos padres, como generalmente es el caso
en los organismos más complejos. Además, nuevos cambios evolutivos se po-
drían manifestar más fácilmente con un solo padre en lugar de ser diluido entre
dos. Lo que necesita el evolucionismo es la variación, así que, ¿por qué habría
de evolucionar y sobrevivir el sistema menos eficiente de la reproducción se-
xual, que tiende a suprimir eso? Un evolucionista ha llamado a esta pregunta "la
65
reina de los problemas de la biología evolucionista". Los evolucionistas tie-nen
numerosas sugerencias incluyendo la ventaja de que dos padres propor-cionen
más variedad genética. Sin embargo, uno tiene dificultades en visualizar cómo
los cambios accidentales podrían producir los procesos interdependientes de
dividir la información genética en dos mitades iguales. Este proceso espe-cial
(meiosis) es necesario cuando se producen el esperma y el óvulo. Luego, se
necesita otro mecanismo complejo para reunir cada mitad en la fertilización con
el fin de producir un verdadero sistema de reproducción biparental que funcione.
CONCLUSIONES
El tema de si la naturaleza refleja un diseño ha sido debatido por siglos.
----Una mirada superficial que ignore los detalles podría permitirnos pensar que la
respuesta es no. Pero un examen de los detalles intrincados de los organismos
revela una multitud de partes complejas interdependientes que sugieren la nece-
sidad de un diseño. En el escenario evolucionista de la selección natural, estos
componentes interdependientes no tendrían valor para ayudar al individuo a
sobrevivir hasta que todas las partes estuvieran funcionando. lo que es extraño
para el evolucionismo es que cuando miramos a la naturaleza, no vemos partes
126 LOS ORIGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
nuevas u órganos que están evolucionando. Muchos ejemplos, tales como el ojo
y el oído, son tan complejos que no parece posible que sencillamente apa-
recieron accidentalmente. Estas estructuras parecen ir más allá de la capacidad
de un mecanismo evolutivo de mutaciones al azar, que son mayormente perju-
diciales, y de una selección natural que no tiene la previsión de hacer planes por
adelantado; o de acuerdo con algunos evolucionistas, el azar accidental, sin la
selección natural. los datos favorecen alguna clase de diseño inteligente.
Notas y referencias:
1. F. Bacon, The Advancement of Learning, Libro 11, capftulo VI, sección 1, 1605. Reimpreso en: El Mundo de
los Clásicos, t. 93: The Advancementof Learningy The New Atlantis de Bacon (Londres, N. York y Toronto:
Henry Frowde, Oxford University Press, 1936), p. 96.
2. Para un análisis más extenso ver: a) R.E.D. Clark, The Universe: Plan or Accident? The Religious Implica·
tions of Modern Science (Filadelfia: Muhlenberg Press, 1961), pp. 15·151; b) ).M. Templeton, The Humble
Approach: Scientists Discover God, ed. rev. (N. York: Continuum Publ. Co., 1995).
3. Ver:). Boslough, Stephen Hawking's Universe(N. York: William Morrow and Co., 1985), p. 121.
4. P.C.W. Davies, TheAccidental Uníverse(Cambridge: Cambridge University Press, 1982), pp. 88-93.
S. S.W. Hawking, A 8riefHistoryofTime: From the 8ig 8ang to 8lack Hales (Toronto, N. York y Londres: Ban-tam
Books, 1988), pp. 121, 122.
6. B.). Carr, M.). Rees, "The Anthropic Principie and the Structure of the Physical World", Nature
278(1979):605-612.
7. Para más información, ver: a)). Leslie, "How to Draw Conclusions from a Fine-tuned Cosmos•, en: R.). Rus·
sell, W.R. Stoeger y G.V. Coyne, eds., Physics, Philosophy, and Theology: A Common Quest for Understan·
ding (Ciudad del Vaticano: Observatorio Vaticano, 1988), pp. 287-311. Para otros ejemplos, ver: b) ).D. Ba-
rrow y F.). Tipler, The Anthropic Cosmological Principie (Oxford: Clarendon Press, y N. York: Oxford Univer•
sity Press, 1986); e) Carry Rees (nota 6); d) P. Davies, "The Unreasonable Effectiveness of Science", en: ).M.
Templeton, ed., Evidence of Purpose: Scientists Discover the Creator (N. York: Continuum Publ. Co, 1994),
pp. 44-56; e) M. de Groot, "Cosmology and Genesis: The Road to Harmony and the Need for Cosmological
Alternatives", Origins 19(1992):8-32; f) G. Gale "The Anthropic Principie", Scientific American
245(1981):154-171; g) ). Polkinghorne, "A Potent Universe", en: Templeton, pp. 105-115 (nota 7d); h) H.
Ross, The Creator and the Cosmos (Colorado Springs, CO: Navpress, 1993), pp. 105-135.
8. I.G. Barbour, Religion in an Age of Science, The Gifford Lectures 1989-1991 (San Francisco: Harper and
Row, 1990), t. 1, p. 135.
9. Para descripciones recientes, ver: a) P. Davies, The Cosmic 8lueprint: New Discoveries in Nature's Creative
Ability to Order the Universe (N. York: Simon and Schuster, 1988). Davies todavfa concluye que "la impre::
sión de diseño es abrumadora" (p. 203). Para una discusión adicional, ver: b) M.M. Waldrop, Complexity: The
Emerging Science at the Edge of Order and Chaos (N. York y Londres: Touchstone Books, Simon and Schuster,
1992); e) Véase también el capitulo 8.
1O. Para definiciones, análisis y/o referencias de estos términos, ver: a) I.G. Barbour, lssues in Science and Reli· gion
(Englewood Cliffs, N): Prentice-Hall, 1966), pp. 53, 132; b) Barbour, p. 24-26 (nota 8); e) ).R. Beerbower, Search
for the Past: An lntroduction to Paleontology, 2a. ed. (Englewood Cliffs, N): Prentice-Hall, 1968), pp. 175, 176; d)
W.F. Bynum, E.). Browne y R. Porter, eds., Dictionary of the History of Science (Princeton, NI; Princeton University
Press, 1981), pp. 123,296,415,416,439, 440; e) P-P. Grassé, EvolutionofLivlngOtp• nisms: Evidence for a New
Theory of Transformation, B.M Carlson y R. Castro, trads. (N. York, S. Francisco y Londres: Academic Press,
1977), pp. 240-242. Traducción de: L'lvolution du Vivane f) E. Mayr, Populatiom, Species, and Evolution: An
Abbreviation of Animal Species and Evolution, ed. rev. (Ólmbtidge: The Belknap
CAPfTULO 6 1 DE LO COMPLEJO A LO MÁS COMPLEJO 127
Press of Harvard University Press, 1970), p. 351; g) B. Rensch, Evolution Above the Species Leve/ [Dr. Alte-vogt,
trad.) (N. York: John Wiley and Sons, 1959), pp. 57, 58. Traducción de la 2a. ed. de: Neuere Probleme der
Abstammungslehre; h) G.G. Simpson, The Meaning of Evolution: A Study of the History of Life and of its
Significance forMan, ed. rev. (New Haven y Londres: Vale University Press, 1967), pp. 174, 175; i) G.G. Simpson,
This View of Life: The World of an Evolutionist (N. York: Harcourt, Brace & World, 1964), pp. 22, 144,273.
11. Para reseñas del argumento, ver: a) J.T. Baldwin, "God and the World: William Paley'sArgument from Perfec-tion
Tradition- A Continuing lnfluence", Harvard Theological Review 85(1-1992):109-120; b) Barbour 1966, pp. 19-91,
132-134, 386-394 (nota 1Oa); e) Barbour 1990, pp. 24-30 (nota 8); d) A. Kenny, Reason and Religion: Essays in
Philosophica/ Theology(Oxford y N. York: Basil Blackwell, 1987), pp. 69-84.
12. S. Tweyman, ed., David Hume: Dialogues Concerning Natural Religion in Focus, Routledge Philosophers in
Focus Series (Londres y N. York: Routledge, 1991 ), pp. 95-185.
13. R. Dawkins, The 8/ind Watchmaker(N. York y Londres: W.W. Norton and Co., 1986), p. 6.
14. Baldwin (nota 11 a).
15. W. Paley, Natural Theo/ogy: or, Evidences of the Existence and Attributes of the Deity, 11 a. ed. (Londres: R.
Faulder and Son, 1807), pp. 1-8, 20-46, 193-199.
16. Ch. Darwin, On the Origin of Species by Means of Natural Selection, or The Preservation of Favoured Races in
the Struggle for Life (Londres: John Murray, 1859), en: J. Burrow, ed., reimpresión (Londres y N. York: Pen-guin
Books, 1968), p. 217.
17. G. Himmelfarb, Darwin and the Darwinian Revolution (Gioucester, MA: Peter Smith, 1967), p. 338.
18. M. Peckham, ed., The Origin of Species by Charles Darwin: A Variorr.im Text (Filadelfia: University of
Pennsylvania Press, 1959), p. 759.
19. Himmelfarb, p. 347 (nota 17).
20. Para una excepción, ver la reciente publicación por el filósofo de la religión Alvin Plantings en: A. Plantings,
"When Faith and Reason Clash: Evolution and the Bible", Christian Scholar's Review 21 (1-1991 ):8-32.
21. Ver el capítulo 7 para un análisis adicional sobre mutaciones.
22. Dawkins, pp. 5, 6 (nota 13).
23. Rensch, p. 58 (nota 1Og).
24. Mayr 1970, p. 351 (nota 10fl.
25. Grassé, pp. 103, 104 (nota lOe).
26. H.M. Block, ed. Candide and Other Writings by Voltaire (N. York: The Modern library, Random House, 1956), p.
111.
27. J.C. Fentress, "Discussion of G. Wald'sThe Problem of Vicarious Selectionn, en: P.S. Moorhead y M.M. Ka-plan,
eds., Mathematical Challenges to the Neo-Darwinian lnterpretation of Evolution, The Wistar lnstitute Symposium
Monograph N° 5 (Filadelfia: The Wistar lnstitute Press, 1967), p. 71.
28. Por ejemplo: a) P.H. Raven, G.B. Johnson, Biology, 3a. ed. (St. Louis, Boston y Londres: Mosby-Year Book,
1992), p. 14; b) J. Diamond, "Voyage of the Overloaded Ark, Discover Uunio 1985), pp. 82-92; e) Comisión sobre
Ciencia y Creacionismo, Academia Nacional de Ciencias, Science and Creationism: A View from the National
Academy of Sciences (Washington, DC: National Academy Press, 1984).
29. Ver el capítulo 8 para más análisis.
30. a) C.J. Avers, Process and Pattern in Evolution (Oxford y N. York: Oxford University Press, 1989), pp. 139, 140; bl
S.B. Carroll, "Homeotic Genes and the Evolution of Arthropods ·and Chordates", Nature 376(1995):479-485; e)
E.M. De Robertis, G. Oliver y C.V.E. Wright, "Homeobox Genes and the Vertebrate Body Plan", Scientific
American Uulio de 1990), pp. 46-52; d) W.J. Gehring, "Horneo Boxes in the Study of Development", Science
23611987):1245-1252; e) S. Schneuwly, R. Klemenz y W.J. Gehring, "Redesigning the Body Plan of Drosophila
by Ectopic Expression of the Homeotic Gene Antennapedia", Nature 325(1987):816-818.
31. a) R. Dawkins, "The Eye in a Twinkling", Nature 368(1994):690, 691; b) D.E. Nilsson, S. Pelger, "A Pessimis-tic
Estimate of the Time Required for an Eye to Evolve", Proceedings of the Royal Society of London B 256(1994):53-
58. Estos informes sugieren que el ojo pudo haber evolucionado en forma increíblemente rápi-da, tomando
apenas unas 400.000 generaciones. Hay una vasta diferencia entre dar la forma a un ojo en una
128 LOS ORIGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
computadora, como se hizo, y lograr que un ojo real evolucione por sí mismo. Notoriamente ausente en el modelo
de computadora está el origen de la retina, que es altamente compleja; los mecanismos para contro-lar la lente y el
iris, que también son complejos; y especialmente la evolución de la percepción visual. El ojo sería inútil, y las
etapas de su desarrollo no tendrían valor para la supervivencia sin un proceso de interpreta-ción en el cerebro que
reconociera los cambios. Sugerir que este modelo de computadora increfblemente simplista produjera por evolución
"el ojo en un parpadeo" es sintomático de un problema serio en el pensa-miento evolucionista.
32. a) ).T. Baldwin, "The Argument from Sufficient lnitial System Organization as a Continuing Challenge to Dar-
winian Rate and Method of Transitional Evolution", Christian Scholar's Review 14(4-1995):423-443; b) Gras-sé, p.
104 (nota 1Oe).
33. S. Duke-Eider, "The Eye in Evolution", en: S. Duke-Eider, ed. System in Ophthalmology (St. Louis: The C.V.
Mosby Co., 1958), t. 1, p. 192.
34. a) E.N.K. Clarkson, R. Levi-Setti, "Trilobite Eyes and the Optics of Des Cartes and Huygens•, Nature
254(1915):663-661; b) K. M. Towe, "Trilobite Eyes: Calcified Lenses in Vivo", Science 119(1913):1 OOl-1 009.
35. R.l. Gregory, H.E. Ross, N. Moray, "The Curious Eye of Copilia", Nature 201(1964):1166-1168.
36. a) ).R. Cronly-Dillon, "Origin of lnvertebrate and Vertebrate Eyes•, en: ).R. Cronly-Dillon, R. l. Gregory, eds.,
Evolution of the Eye and Visual System. Vision and Visual Dysfunction (Boca Ratón, Ann Arbor y Boston: CRC
Press, 1991), t. 2, pp. 15-51; b) Duke-Eider (nota 33); e) M.F.Land, "Optics and Vision in lnvertebrates", en: H.
Autrum, ed., Comparative Physiology and Evolution of Vision in lnvertebrates. 8: lnvertebrate Visual Centers and
Behavior l. Handbook of Sensory Physiology (Berlín, Heidelberg y N. York: Springer Verlag, 1981 ), T. VIV6B, pp.
411-594. Estas referencias no se dirigen específicamente alterna del diseño, pero dan
por sentada la evolución.
3l. Grassé, p. 105 (nota lOe).
38. C. Darwin, The Origin of Species by Means of Natural Selection or the Preservation of Favoured Races in the
Struggle for Life, 6a. ed. (N. York: Mentor Books, The New American library, 1812), pp. 168-111.
39. Simpson 1961, pp. 168-115 (nota 10h).
40. Dawkins 1986, pp. 15-18 (nota 13).
41. a) LV. Salvini-Piawen, E. Mayr, "On the Evolution of Photoreceptors and Eyes", Evolutionary Biology
10(1977):201-263. b) M.F. Land (nota 36c) sugiere que los ojos compuestos "evolucionaron independiente-mente
para los tres tipos de invertebrados: los anélidos, los moluscos y los artrópodos" (p. 543).
42. a) S.). Gould, "Common Pathways of lllumination", Natural History 103(12-1994):10-20; b) R. Quiring, U.
Walldorf, U. Klotter, W.). Gehring, "Homology of the Eyeless Gene of Drosophi/a with the Sma/1 Eye Gene in
Mice and Aniridia in Humans•, Science 265(1994):185-189; e) C.S. Zucker, "On the Evolution of the Eyes: Would
you like it Simple or Compound?", Science 265(1994):142, 143.
43. R. Mestel, "Secrets in a Fly's Eye", Discover 11(1-1996):106-114.
44. Duke-Eider, p. 118 (nota 33 ).
45. Para algunos de los detalles de la anatomía y fisiología del ojo humano, entre muchas referencias, ver: a)
F.W. Newell, Ophthalmology: Principies and Concepts, la. ed. (SI. Louis, Boston y Londres: Mosby-Year
Book, 1992), pp. 3-98. Otros aspectos de la complejidad del ojo aparecen en: b) R.O. Lumsden, "Not so Blinda
Watchmaker", Creation Research Society Quarterly 31 (1994):13-22.
46. H. Davson, Physiology of the Eye, 5a. ed. (N. York, Oxford y Sydney: Pergamon Press, 1990), pp. 158, 159.
41. lbíd., pp. 177, 778.
48. P.l. Kaufman, "Accommodation and Presbyopia: Neuromuscular and Biophysical Aspect", en: W.M. Hart, )r.,
ed., Adler's Physiology of the Eye: Clinical Application, 9a. ed. (St. Louis, Boston y Londres: Mosby-Year Book,
1992), pp. 391-411.
49. Por más informaciones sobre las disposiciones y funciones complejas de los músculos externos del ojo, ver: a)
Davson, pp. 641-666 (nota 46); b) S. Duke-Eider, K.C. Wybar, "The Anatomy of the Visual System", en: S. Du-
ke-Eider, ed., System ofOphthalmology(St. Louis: The C.V. Mosby Co., 1961), t. 2, pp. 414-421; e) D.H. Hu-
bel, Eye, Brain, and Vision. Scientific American library Series, No. 22 (N. York, Oxford: W.H. Freeman and Co.,
1988), pp. 18-81; d) R. Warwick, ed. rev., Eugene Wolff's Anatomyofthe Eyeand Orbit, la. ed. (Filadel-fia y
Toronto: W.B. Saunders Co., 1916), pp. 261-265.
CAPÍTULO 6 1 DE LO COMPLEJO A LO MÁS COMPLEJO 129
50. Para una introducción a este tópico fascinante y complejo, ver: a) R. L. Gregory, "Origin of Eyes-With Specu-
lations on Scanning Eyes•, en: Cronly-Dillon y Gregory, pp. 52-59 (nota 36a); b) 0-). Grüsser, T. landis, Vi-
sual Agnosias and Other Disturbances of Visual Perception and Cognition. Vision and Visual Dysfunction
(Boca Ratón, Ann Arbor y Boston: CRC Press, 1991 ), t. 12, pp. 1-24; e) L. Spillmann, ).S. Wemer, eds., Visual
Perception: The Neurophysiological Foundation (San Diego, N. York y Londres: Academic Press, 1990).
51. P. lennie, C. Trevarthen, D. Van Essen, "Parallel Processing of Visuallnformation", en: Spillmann y Werner,
p. 103-128 (nota 50c).
52. R. Shapley, T. Caelli, S. Grossberg, M. Morgan, l. Rentschler, "Computational Theories of Visual
Perception", en: Spillmann y Werner, pp. 417-448 (nota 50c).
53. Paráfrasis de: F. Hoyle, N.C. Wickramasinghe, Evolution from Space: A Theory o( Cosmic Creationism (N.
York: Simon and Schuster, 1981), pp. 96, 97.
54. G.C. Williams, Natural Selection: Domains, Levels, and Challenges (N. York y Oxford: Oxford University
Press, 1992), p. 73.
55. Diamond (nota 28b).
56. W.M. Thwaites, "An Answer to Dr. Geisler-From the Perspective of Biology", Creation/Evolution
13(1983):13-20.
57. Antes se creía que sólo los bastones descartaban sus discos; sin embargo, se ha demostrado lo mismo
también para los conos. Ver: R. H. Steinberg, l. Wood, M.). Hogan, "Pigment Epithelial Ensheathment and
Phagocyto-sis of Extrafoveal Cones in Human Retina•, Phi/osophica/ Transactions of the Royal Society of
London B 277(1977):459-471.
58. R.W. Young, "The Renewal of Rod and Cone Outer Segments in the Rhesus Monkey", The)ourna/
ofCei/Bio-logy 49(1971 ):303-318.
59. C.P. Leblond, B. E. Walker, "Renewal of Cell Populations", Physiologlcal Reviews 36(1956):255-276.
60. R.W. Young, "Visual Cells and the Concept of Renewal", lnvestigative Ophthalmology 15(1976):700-725.
61. a) D. Bok, M.O. Hall, "The Role of the Pigment Epithelium in the Etiology of lnherited Retinal Dystrophy in
the Rat•, The }oumal of Ce// Biology 49(1971 ):664-682. Para una discusión adicional con respecto a la fun-
ción del epitelio pigmentario, ver: b) G. Ayoub, •on the Design of the Vertebrate Retina", Origins & Design
17(1-1996):19-22, y las referencias allí incluidas.
62. D. Bok, "Retinal Photoreceptor Disc Shedding and Pigment Epithelium Phagocytosis", en: T.F. Ogden, ed., Re-
tina, 2a. ed., t. 1: Basic Science and lnherited Retina/ Disease (St. louis, Baltimore, Boston y Londres:
Mosby, 1994), pp. 81-94; b) Newell, pp. 304, 305 (nota 45a).
63. R.M. Beme, M. N. levy, eds., Physiology, 3a. ed. (St. louis, Boston y Londres: Mosby-Year Book, 1993), pp.
851-875.
64. a) N. Eldredge, Reinventing Darwin: The Great Debate at the High Table of Evolutionary Theory (N. York: )
ohn Wiley and Sons, 1995), pp. 215-219; b) H.O. Halvorson, A. Monroy, eds., The Origin and Evolution o(
Sex (N. York: Alan R. liss, 1985); e) L. Margulis, D. Sagan, Origins of Sex: Three Billion Years of Genetic
Recombination (New Haven y Londres: Yale Univcrsity Press, 1986); d) ). Maynard Smith, Did Darwin Get it
Right? Essays on Games, Sex, and Evolution (N. York y Londres: Chapman and Hall, 1988), pp. 98-104, 165-
179,185-188.
65. G. Bell, The Masterpiece o( Nature: The Evolution and Genetics of Sexuality (Berkeley y los Ángeles: Univer-
~ sity of California Press, 1982), p. 19.
66. Berne y levy, pp. 166-188 (nota 63).
67. a) Dawkins 1986, pp. 22-41 (nota 13); b) D.R. Griffin, Listening in the Dark: The Acoustic Orientation of
Bats and Men (lthaca y Londres: Comstock Publ. Assn., Cornell University Press, 1986).
68. a) M.). Behe, Darwin's 8/ack Box (N. York: The Free Press, 1996), pp. 77-97; b) Berne y levy, pp. 339-357
(nota 63).
EL ORIGEN DEL HOMBRE
¿Qué es el hombre,
para que tengas de él memoria?
SALMO 8:4
130
CAPfTULO 7 1 EL ORIGEN DEL HOMBRE 131
gunta fascinante. Estaba en juego la idoneidad de las agencias del gobierno que
supervisaban a los Tasaday, la integridad de los Tasaday y la credibilidad de la
ciencia antropológica.
Hay dudas respecto a que los Tasaday representen un grupo singular bajo
condiciones algo primitivas. También parece haber cierto grado de acuerdo de
que fueron forzados a entrar en un "show" de hombres de las cavernas por ra-
zones económicas o de publicidad, lo que a veces se ha llamado "el Watergate
de la selva tropical".5 También hay acuerdo de que pudieron haber sufrido mu-
chos cambios desde que fueron descubiertos en 1971 y su redescubrimiento en
1986. Más allá de esto, hay muchas preguntas sin respuesta, muchas de las cuales
surgen de las diferentes posiciones asumidas desde que fueron recién descubiertos
hasta las interpretaciones más nuevas.
Una de las preguntas más importantes acerca de los Tasaday es si su
lengua es suficientemente diferente para justificar la pretensión de aislamiento
del gru-po de sus vecinos por un tiempo corto o largo. Las opiniones entre los
eruditos varía. Los Tasaday tenían tres herramientas de piedra en 1971 que
desapare-cieron misteriosamente antes de que pudieran ser fotografiadas. Estas
representa-ban el único uso de herramientas de piedra en las Filipinas. Algunas
herramien-tas que las sustituyeron, hechas por los Tasayday o sus vecinos, a
pedido de las autoridades gubernamentales, han sido clasificadas como
falsificaciones ob-vias. Otra controversia se centra en la exactitud de los datos
genealógicos colec-cionados por los antropólogos. Esto tiene implicaciones
importantes con res-pecto al grado de aislamiento de los Tasaday. También es
muy discutido el pro-blema de la adecuación de la supuesta dieta de los Tasaday.
Algunos investiga-dores creen que la selva, en la que supuestamente estaban
aislados, no podría haberlos sustentado. Los carbohidratos serían especialmente
escasos; otros están en desacuerdo. Se podrían anotar muchos otros puntos de
contención, pero los señalados arriba son suficientes para ilustrar la diversidad
de informes conflicti-vos.6
Cuando intentamos evaluar la controversia sobre los Tasaday, tenemos que
preguntarnos cómo tantas cosas pudieron salir mal. El incidente ilustra bien la
dificultad de interpretar correctamente el pasado, y la facilidad con que salta-mos a
conclusiones basadas en ideas preconcebidas sin asegurarnos de que te-nemos
datos buenos para sostenerlas. El estudio de los orígenes humanos ha estado
especialmente afectado por estos problemas. En este capítulo veremos que los
datos que apoyan la evolución humana son, en el mejor de los casos,
CAP(TULO 7 1 EL ORIGEN DEL HOMBRE 133
mono que, viendo a "su amigo" el guardián en peligro, gritó y mordió al man-dril
agresor. En contraste, Darwin contó acerca de los "salvajes" humanos que él
había visto cerca del extremo sur de Sud América que torturaban a sus enemi-
gos, practicaban el infanticidio y trataban a sus esposas como esclavas. Darwin
concluía que él prefería descender del mandril heroico o del mono altruista q~e
8
de un salvaje.
Aunque las ilustraciones de Darwin eran ciertamente impresionantes, su
forma de argumentar ilustra la selección de datos. Contrastar los peores actos
de seres humanos con los actos más bondadosos de animales no es muy
convin-cente. El mandril heroico que Darwin eligió para comparar con los
humanos salvajes·no fue el mandril que atacó a su guardián. Darwin no
mencionó los gestos de amor de los padres humanos, ni el espíritu humanitario
de los hom-bres. Además, en términos de inteligencia básica, probablemente la
mayoría de nosotros preferiríamos estar asociados con la humanidad antes que
con monos y mandriles.
El origen de la humanidad ha sido intensamente debatido, especialmente
desde el tiempo de Darwin. Muchos creen que la humanidad tiene un propósi-to
y un destino especiales. Por otro lado, la interpretación evolucionista clásica
toma la posición de que la humanidad es el producto de procesos evolutivos
ciegos. George Gaylord Simpson, de la Universidad Harvard, ha afirmado que
"el hombre es el resultado de un proceso natural y sin propósito que no lo tuvo
9
en mente a él".
Por muchas razones, la ciencia de la paleoantropología (el estudio de los fósiles humanos) está plagada de
controversia. Los últimos 40 años, llenos de descubrimientos importantes, han sido especialmente tumultuosos. El escritor
científico y antropólogo Roger Lewin, en su libro Bones of Contention (Huesos de contienda], enfatiza que el conflicto es
mucho más severo en este campo que en cualquier otra área de la ciencia. 10 Se ha dicho con humor que uno no puede
conseguir que dos antropólogos se pongan de acuerdo acerca de dónde almorzar juntos. El problema es admitido
candorosamente. S. L. Washburn, an-tropólogo de la Universidad de California en Berkeley, comentó una vez: "Es útil
recordar que el estudio de la evolución humana es un juego, un juego con reglas inciertas, y con sólo unos fragmentos para
representar a los jugadores muertos hace mucho tiempo. Pasarán muchos años antes de que el juego llegue a ser ciencia,
Una razón para tales disensiones es la ausencia de los datos sólidos que
se necesitan para confirmar las teorías propuestas. Los antropólogos debaten
14
largamente acerca de las relaciones de los diversos hallazgos fósiles y de su
validez como especies verdaderas. Hace medio siglo el problema era "enreda-
do",15 con más de 100 "especies" de fósiles humanos para analizar. Las revi-
siones de la clasificación han reducido misericordiosamente el número a menos
16
de 1 O; sin embargo, el número está aumentando otra vez. Como una ilustra-
ción adicional de la subjetividad involucrada en los esquemas de clasificación, el
género Horno, al cual pertenecemos, fue redefinido por Louis Leakey para
acomodar organismos con cerebros más pequeños (Horno habilis) con el fin de
adecuarse a sus teoríasY
1 . Australopitécidos
Hay por lo menos cuatro especies en este grupo de criaturas de tamaño
pequeño a mediano, similares a los monos antropoides, que pueden haber ca-
minado erguidos. Sus restos fueron encontrados en el África del Este y del Sur.
La caja craneal tenía un volumen de alrededor de 350 a 600 cm3, que está den-
tro de los límites de algunos monos antropoides. Algunas excepciones notables
son el niño de Taung y Lucy. Este último pudo haber sido el de un macho. 18 La
relación evolutiva que se establece entre los distintos representantes tanto entre
136 LOS ORiGENES !LOS ORGANISMOS VIVIENTES
sí como con las formas más avanzadas es oscura. Se han propuesto por lo me-
19
nos seis modelos.
2. Hamo habilis
Esta es una "especie" controvertida. Algunos evolucionistas la llaman un
20
"enigma"; otros comentan que "algunos trabajadores prefieren negar su exis-
tencia";21 sin embargo, todavía hay otros que sugieren que deberían ser dos es-
pecies.22 Descubierto en 1959 por louis leakey en la famosa Garganta de Oldu-
vai, en Tanzania del norte, es considerado como un eslabón crucial entre los
australopitécidos primitivos y el Homo erectus semejante al hombre moderno. Se
3
estima la capacidad craneal entre 500 y 800 cm • Piezas de más de dos do-cenas
de ejemplares han sido recuperados en el África, pero quedan muchas preguntas.
Algunos especímenes podrían no pertenecer al grupo; y otros que-- no están en el
grupo podrían ser incluidos en él. Se ha informado que algunos tienen
características similares al hombre, mientras que otros son claramente simiescas,
e incluso se ha informado que algunos tienen características de am-bos.23 Este
no es un grupo bien definido.
3. Hamo erectus
Esta especie tenía una estatura cercana a la de los humanos modernos y
3
una capacidad craneal de 750 a 1.200 cm • Está representada por hallazgos
clfi_sicos de la paleoantropología tales como el hombre de java y el de Pekín. Se
han encontrado cierta cantidad de ejemplares en otras partes del Asia, y está
bien representada en el África. Varios ejemplares eun;>peos se incluyen a veces
en esta especie. Algunos antropólogos lo consideran un eslabón entre el Homo
habilis y los humanos modernos, mientras que otros sugieren que puede ser una
variedad de Homo sapiens.
(Homo sapiens) ha existido desde hace por lo menos medio millón de años, las
evidencias claras de su actividad aparezcan tan recientemente. La historia, la
escritura, la arqueología, en la que incluiríamos evidencias de civilización tales
como ciudades, rutas antiguas de viaje, etc., todas reflejan sólo unos pocos mi-les de
años de actividad. Los datos básicos plantean una pregunta para los evo-lucionistas:
Si la humanidad ha existido por medio millón de años, ¿por qué las evidencias
verdaderamente persuasivas de actividades del pasado parecen ser tan recientes? Si
la humanidad evolucionó gradualmente, ¿por qué esperar has-ta menos del último
1% del tiempo para estos avances?
Los creacionistas a veces se preguntan por qué las evidencias en favor de
los hombres antediluvianos, quienes; de acuerdo con el registro bíblico, vivieron
durante un período de más de mil años entre la creación y el diluvio menciona-
do en el Génesis, son tan escasas en el registro de las rocas. Las evidencias de
fósiles humanos en las partes media y baja del registro fósil es altamente cuestio-
nable. Las evidencias firmes, tales como buenos restos de esqueletos, parecen li-
mitarse únicamente a la parte superior de la columna geológica (Figura 10.1 ).
Algunas explicaciones sugeridas dentro del contexto de una creación son: 1)
Pudo no haber habido tantos seres humanos antes del diluvio, con lo que la
posibilidad de encontrarlos es remota. La tasa de reproducción, como lo sugiere
el registro bíblico para el período antes del diluvio, parece haber sido mucho
más lenta que en la actualidad. Por ejemplo, la Biblia indica que Noé tuvo sólo
tres hijos en 600 años, y que los primeros hijos de los patriarcas prediluvianos
nacieron, en promedio, bastante después de que los patriarcas tuvieran 1 00
B e
Registro de relaciones evolutivas de algunos primates superiores basado en diferentes tipos de test.
A se basa en similitudes del ADN, 8 se deduce de reacciones anticuerpo, y C deriva de la evidencia
de los fósiles.*
41
años de edad. 2) Durante el diluvio se esperaría que los seres humanos, por
sobre todas las demás criaturas, usaran su inteligencia superior para escapar a
las regiones más elevadas. Una vez allí, las posibilidades de conservación por
sepultamiento bajo sedimentos no serían muy buenas. 3) Antes del diluvio del
Génesis, los seres humanos pudieron haber habitado en las regiones más eleva-
das y frescas de la tierra antediluviana, de ahí que no estarían representados en
las partes inferiores de la columna geológica. 4) la actividad de las aguas del di-
luvio destruyó la evidencia de los seres humanos antediluvianos. El problema que
se le presenta al creacionista a la hora de tener que explicar la escasez de restos
humanos para el breve período antes del diluvio, probablemente no es tan serio
como el problema que tiene el evolucionista para poder explicar la escasez de
restos humanos y de su actividad durante por lo menos medio millón de años de
la evolución humana (Homo sapiens) propuesta. Sin importar cllát, concepto
tengamos, la evidencia fósil para la historia pasada de los humanos no es buena
por sí misma para proporcionar conclusiones firmes.
conexiones. Aunque estas cifras son sólo estimativas, no hay duda de que en-
contramos un desafío en pensar acerca de la complejidad de la maquinaria con
la cual pensamos.
Aunque lo intrincado de nuestro cerebro es difícil de abarcar, la cuestión
relacionada con la mente (nuestros procesos de pensamiento) es aún más oscu-
ra. Los hombres de ciencia están comenzando a estudiar el fenómeno inefable
de la conciencia, que es la percepción que tenemos de nuestra existencia. Rela-
cionado con esto, hay intentos de producir inteligencia artificial en computado-
43
ras que las hagan conscientes de su propia existencia. ¿Es la mente tan sólo
una máquina compleja que percibe su existencia, que pudo haber evolucionado
de máquinas más sencillas,44 o es una entidad de un nivel más elevado? No sa-
bemos suficiente acerca de cómo trabaja la mente para responder a esta
pregun-ta en forma eficiente. Está claro, sin embargo, que cuando los hombres
pensan-tes hacen máquinas que piensan, ese acto es más afín al concepto de
creación por diseño que a un origen por evolución sin ningún aporte inteligente.
Existen solamente unos pocos animales que muestran un grado de inteli-
45
gencia afín con la de los humanos. Se ha informado de una forma limitada de
6
comunicación con chimpancés por medio de símbolos/ y los perros parecen
mostrar cierta comprensión, aunque a menudo menos que la que creen sus lea-
les dueños. Pero la separación entre la inteligencia humana y la animal es toda-
vía enorme. Uno se maravilla de cómo la mente de la humanidad pudo haber
evolucionado, cuando parece estar mucho más allá de los requerimientos para la
supervivencia evolutiva. Los mandriles han sobrevivido muy bien sin cere-bros
tan complejos. Alfred Russel Wallace (1823-1913), quien junto con Darwin
desarrollaron el concepto de la selección natural, planteó esta pregunta. Él sen-
tía la necesidad de algo más allá de las fuerzas ciegas de la naturaleza para ex-
plicar la mente. Todavía algunos evolucionistas plantean esta pregunta. A veces
se sugiere que los humanos tienen más capacidad mental que la que necesitan
para su supervivencia por cuanto ellos destruyen en forma efectiva el ambiente
que necesitanY Al referirse a la tasa reproductiva creciente esperada de compe-
tidores superiores (p.ej., la supervivencia del más apto), el evolucionista John
Maynard Smith comenta, astuta e ingenuamente, que "pocas personas han teni-
do más hijos porque podían resolver ecuaciones diferenciales o jugar al ajedrez
con los ojos vendados".48 Tal vez las cualidades especiales de la humanidad no
puedan explicarse con un sencillo proceso evolutivo.
Darwin, quien vivió en Inglaterra, tenía un buen amigo y seguidor en los
142 LOS ORIGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
Estados Unidos, el botánico Asa Gray, con quien compartió muchos de sus
pensamientos más profundos. Una vez le escribió a Gray: "Recuerdo bien la
ocasión cuando el pensamiento acerca del ojo me hizo tiritar, pero he superado
esta etapa del lamento, y ahora pequeños detalles insignificantes de estructura a
menudo me ponen muy incómodo. Siempre que miro una pluma de la cola de un
49
pavo real, me enfermo" .
¿Por qué una pluma de pavo real enfermaba a Darwin? No estoy exacta-
mente seguro de que pueda responder a la pregunta, pero sospecho que pocos
pueden reflexionar sobre la belleza de la pluma iridiscente de la cola de un pa-vo
real sin preguntarse si no es el resultado de alguna clase de diseño, no senci-
llamente por lo intrincada que es, sino especialmente por su belleza. ¿Por qué
apreciamos la belleza, gozamos de la música y mostramos ese gran asombro por
la existencia? Estas características mentales parecen estar más allá del nivek
mecanicista y por sobre las demandas de la supervivencia que se esperaría de la
selección natural.
El origen de la mente es un enigma para cualquier explicación naturalista. Al
considerar el cerebro afrontamos el hecho pasmoso de que aquí, en este ór-
gano de 1,5 kg, está el asiento de "quién soy". ¿De qué manera se combinaron
apropiadamente la multitud de conexiones de modo que podamos razonar-5°
(esperamos que la mayoría de nosotros pueda pensar bien), diseñar teoremas
matemáticos, hacernos preguntas acerca de nuestro origen, aprender nuevos
idiomas y componer sinfonías? Un desafío aún más notable para las teorías na-
turalistas de los orígenes humanos es nuestro poder para elegir, además de ca-
racterísticas tales como la responsabilidad moral, la lealtad, el amor y una di-
mensión espiritual. Tanto las complejidades físicas del cerebro como las activi-
dades excepcionales de la mente sugieren un nivel elevado de diseño inteligen-
te, y no un origen mecanicista por evolución.
CONCLUSIONES
El estudio del origen de la humanidad ha sido un área especialmente con-
trovertida de la investigación científica. Esto puede atribuirse, en parte por lo
menos, a la falta de datos sólidos y a la involucración personal del hombre de
ciencia. La evidencia en favor de la evolución humana es escasa y sujeta a una
diversidad de interpretaciones. La presencia de las características más elevadas
de la mente humana, tales como la conciencia, la creatividad, la libertad de
elección, la estética, la moralidad y la espiritualidad, sugieren que los huma-
CAPÍTULO 7 1 EL ORIGEN DEL HOMBRE 143
nos fueron diseñados especialmente como una clase de seres superiores y que
no se originaron de animales por procesos puramente evolutivos mecanicistas.
Notas y referencias:
1. j. Nance, The Gentle Tasayday: A Stone Age People in the Philippine Rain Forest (N. York y Londres: Har-court,
Brace, jovanovich, 1975), p. 134.
2. lbíd.
3. O. lten, "The 'Tasayday'and the Press", en: T.N. Headland, ed., The Tasayday Controversy: Assessing the Evi-
dence. Scholarly Series, Special Publication of the American Anthropological Association, N" 28 (Washington,
DC: American Anthropological Association, 1992), pp. 40-58.
4. C. McCarry, "Three Men Who Made the Magazine", National Geographic 174(1988):287-316.
5. G.D. Berreman, "The Tasayday: Stone Age Survivors or Space Age Fakes1", en: Headland, pp. 21-39 (nota 3).
6. Para referencias generales sobre los Tasaday, ver: a) Anónimo, "First Glimpse of a Stone Age Tribe", National
Geographic 140(6-1971):880-882b; b) B. Bower, "A World That Never Existed", Science News 135(1989a):264-
266; e) B. Bower, "The Strange Case of the Tasayday", Science News 135(1989b):280, 281, 283; d) Headland
(nota 3); e) K. MacLeish, "Stone Age Cavemen of Mindanao", National Geographic 142(2-1972):219-249; f)
Nance (nota 1 ).
7. Esta es una cifra conservadora. Podría fácilmente ser de 100 a 1.000 veces mayor, pero los súper chips están
llegando a ser cada vez más refinados.
8. Ch. Darwin, The Descent of Man, and Selection in Relation to Sex, ed. rev. (Chicago: National Library Asso-
ciation, 1874), pp. 116, 118, 643.
9. G.G. Simpson, The Meaning of Evolution: A Study of the History of Life and of its Significance forMan, ed.
rev. (New Haven y Londres: Yale University Press, 1967), p. 345.
1O. R. Lewin, Bones of Contention: Controversies in the Search for Human Origins (N. York: Simon and Schuster,
1987), p. 20.
11. S. L. Washburn, "The Evolution Game", }ournal of Human Evolution 2(1973):557-561.
12. D. Pilbeam, "Rethinking Human Origins", Discovery 13(1-1978):2-1 O.
13. Lewin, p. 64 (nota 1 0).
14. Para conocer diversas relaciones que se han propuesto, ver: a) C.j. Avers, Process and Pattern in Evolution (N.
York y Oxford: Oxford University Press, 1989), pp. 496-498; b) B. Bower, "Erectus Unhinged", Science News
141 (1992):408-411; e) M .A. Edey, D.C. Johanson, 8/ueprints: Solving the Mystery of Evolution (Boston, Toron-
to y Londres: Little, Brown and Company, 1989), pp. 337-353; d) R. D. Martin, "Primate Origins: Plugging the
Gaps", Nature 363(1993):223-233; e) B. Wood, "Origin and Evolution of the Genus Horno", Nature
355(1992):783-790.
15. E. Mayr, "Reflections on Human Paleontology", en: F. Spencer, ed., A History of American Physical Anthropo-
logy, 1930-1980 (N. York y Londres: Academic Press, 1982), pp. 231-237.
16. Por ejemplo: a) M.G. Leakey, C.S. Feibel, l. McDougall, A. Walker, "New Four-million-year-old Hominid Species
from Kanapoi and Allia Bay, Kenya", Nature 376(1995):565-571; b) T.D. White, G. Suwa, B. Asfaw,
"Australopithecus ramidus, A New Species of Early Hominid from Aramis, Ethiopia", Nature 371 (1994):306-312.
17. a) l.S.B. Leakey, M. D. Leakey, "Recen! Discoveries of Fossil Hominids in Tanganyika: At Olduvai and Near
Lake Natron", Nature 202(1964):5-7: b) l.S.B. Leakey, P.V. Tobias, ).R. Napier, "A New Species of the Genus
Hamo from the Olduvai Gorge", Nature 202(1964):7-9; e) Lewin, p. 137 (nota 10).
18. a) M. Hausler, P. Schmid, "Comparison of the Pelvis of Sts 14 and AL 288-1: lmplication for Birth and Sexual
Dimorphism in Australopithecines", }ournal of Human Evolution 29(1995):363-383; b) ). Shreeve, "Sexing Fossils:
A Boy Named Lucy", Science 270(1995):1297, 1298.
19. a) F.E. Grine, "Australopithecine Taxonomy and Phylogeny: Historical Background and Recen! lntefpreta-tions",
en R. L. Ciochon, ).G. Fleagle, The Human Evolution Source Book. Advances in Human Evolution Se-
144 LOS ORIGEN ES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
ríes (Englewood Cliffs, N): Prentice Hall, 1993), pp. 198-210; b) B. Wood, "Origin and Evolution ofthe Genus
Homo", Nature 355(1992):783-790.
20. Avers, p. 509 (nota 14a).
21. S.M. Stanley, The New Evolutionary Timetable: Fossi/s, Genes, and the Origin of Species (N. York: Basic Books,
1981). p. 148.
22. Wood (nota 14e).
23. a) T.G. Bromage, M.C. Dean, "Re-evaluation of the Age at Death of lmmature Fossil Hominids", Nature
317(1985):525-527; b) D.C. )ohanson, F.T. Masao, G.G. Eck, T.D. White, R.C. Walter, W.H. Kimbel, B. As-faw, P.
Manega, P. Ndessoia, G. Suwa, "New Partial Skeleton of Hamo habi/is from Olduvai Gorge, Tanza-nia", Nature
327(1987):205-209; e) B.H. Smith, "Dental Development in Australopithecus and early Homo", Nature
323(1986):327-330; d) R.L. Susman, ).T. Stem, "Functional Morphology of Homo habi/is", Nature 217(1982):931-
934.
24. M. Boule, H.V. Vallois, Fossil Men, M. Bullock, trad. (N. York: The Dryden Press, 1957), pp. 193-258. Traduc-
ción de: Les Hommes Fossiles.
25. W.L. Strauss, A.).E. Cave, "Pathology and the Posture of Neanderthal Man", Quarterly Review of Biology
32(1957):348-363.
26. Estas figuras están en exhibición en el Museo Norteamericano de Historia Natural, en Nueva York, según lo
informado en: M.L. Lubenow, Bones of Contention: A Creationist Assessment of Human Fossils (Grand Rapids,
MI: Baker Book House, 1992), p. 82.
27. Ver el capítulo 14 para un análisis de este método.
28. Lewin, pp. 189-252 (nota 10).
29. A. Gibbons, "Rewriting-and Redating- Prehistory", Science263(1994):1087, 1088.
30. a) W. Huang, R. Ciochon, G. Yumin, R. Larick, F. Qiren, H. Schwarcz, C. Yonge, ). De Vos, W. Rink, "Early Homo
and Associated Artefacts from Asia", Nature 378(1995):275-278; b) C.C. Swisher 111, G.H. Curtís, T. )a-cob, A.C.
Getty, A. Suprijo, [s.n.] Widiasmoro, "Age of the Earliest Known Hominids in Java, Indonesia", Science
263(1994):1118-1121.
31. a) R. Leakey, R. Lewin, Origins Reconsidered: In Search of What Makes us Humans (N. York, Londres y Syd-
ney: Doubleday, 1992), p. 108; b) Lubenow, pp. 169-183 (nota 26).
32. C.C. Swisher 111, W.). Rink, S.C. Antón, H.P. Schwarcz, G.H. C1.1rtis, A. Suprijo, [s.n.] Widiasmoro, "Latest
Homo ereetus of java: Potential Contemporaneity with Homo Sapiens in Southeast Asia", Science
274(199&):1870-1874.
33. a) Edey y )ohanson, p. 352 (nota 14c); b) Wood (nota 14e).
34. a) Martín (nota 14d); b) L. Martín, P. Andrews, "Renaissance of Europe'sApe", Nature 365(1993):494; e) S. Moyá
Solá, M. Kohler, "Recent Discoveries of Dryopithecus Shed New Light on Evolution of Great Apes", Na-ture
365(1993):543-545.
35. a) Edey y )ohanson, p. 353 (nota 14c); b) D.C. )ohanson, M. A. Edey, Lucy: The Beginnings of Humankind (N.
York: Simon and Schuster, 1981), p. 286.
36. LeakeyyLewin,p.110(nota31a).
37. M.). Aitken, C. B. Stringer, P.A. Mellars, eds., The Origins of Modem Humans and the lmpaet of Chronometric
Dating (Princeton, N): Princeton University Press, 1993).
38. Edey y )ohanson, pp. 365-368 (nota 14c).
39. Por ejemplo: C. Patterson, D.M. Williams, C.). Humphries, "Congruence Between Molecular and Morpholo-gical
Phylogenies", Annual Review of Eco/ogy and Systematics 24(1993):153-188.
40. Por ejemplo: D.T. Gish [(a)Evolution: The Cha/lenge of the Fossi/ Record (El Cajón, CA: Creation-Life Publis-
hers, 1985), pp. 130-206] traza la línea mayormente por sobre Homo erectus, mientras que M.L. Lubenow [(b)
nota 26, p. 162] incluye algunos tipos de Homo habilis, y A.W. Mehlert ((e), "A Review ofthe Present Sta-tus of
Some Alleged Early Hominids", Creation Ex Nihilo Technical }ourna/6(1992):1 0-41] aparentemente in-cluye a
Homo erectus con el hombre.
41. Génesis 5; 7:11-13.
42. La estimación del número de neuronas en el cerebro varía grandemente. El cerebelo tiene muchas más que el
cerebro. Para detalles sobre estas estimaciones, ver: P.L. Williams, R. Warwick, M. Dyson, L.H. Banlster,
CAPÍTULO 7 1 El ORiGEN DEL HOMBRE 145
eds., Gray's Anatomy, 37a. ed. (Edinburgo, Londres y N. York: Churchill Livingstone, 1989), pp. 968, 972, 1043.
Sus cifras pueden implicar cerca de 300.000 millones en el cerebelo.
43. C. Davidson, "1 Process Therefore 1 Am", New Scientist(27 de marzo de 1993), pp. 22-26.
44. a) W.H. Calvin, "The Emergence of lntelligence•, Scientific American 271(1994):101-107; b) R. Penrose,
Shadows of the Mind: A Search for the Missing Science of Consciousness (Oxford, N. York y Melbourne: Oxford
University Press, 1994).
45. Se puede hacer referencia aquí al debate existente sobre la evolución del altruismo por la selección de parien- tes
que da una base evolucionista para el altruismo, pero que tiende a negar la existencia del libre albedrío. Para algunas
discusiones recientes, ver: a) I.G. Barbour, Religion in an Age of Science, The Gifford Lectures 1989-1991 (San
Francisco y N. York: Harper and Row, 1990), t. 1, pp. 192-194; b) L. R. Brand, R. L. Carter, "Sociobiology: The
Evolution Theory's Answer to Aitruistic Behavior", Origins 19(1992):54-71; e) R. Dawkins, The Selfish Gene,
nueva ed. (Oxford y N. York: Oxford University Press, 1989), pp. 189-233; d) J. Maynard Smith, Did Darwin Get it
Right? Essays on Games, Sex, and Evolution (N. York y Londres: Chapman and Hall, 1988), pp. 86-92; e) A.R.
Peacocke, God and the New Biology (San Francisco, Cambridge y N. York: Harper and Row, 1986), pp. 108-115.
46. a) R. Lewin, "Look, Who's Talking Now•, New Scientist (27 de abril de 1991 ), pp. 49-52; b) R. Seyfarth, D.
Cheney, "lnside the Mind of a Monkey", New Scientist (4 de enero de 1992), pp. 25-29.
47. Edey y Johanson, pp. 371-390 (nota 14c).
48. Maynard Smith, p. 94 (nota 45d).
49. F. Darwin, ed., The Lifeand Letters ofCharles Darwin (Londres: John Murray, 1887-1888), t. 2, p. 296.
50. Para algunos intentos de explicación que no se ocupan de la complejidad específica necesaria para los intrin-cados
esquemas de pensamiento, etc., ver: a) D. Lee, j.G. Malpeli, "Global Form and Singularity: Modeling the Blind
Spot's Role in Lateral Geniculate Morphogenesis", Science 263(1994):1292-1294; b) M.P. Stryker, "Precise
Development from lmprecise Rules", Science 263(1994):1244, 1245.
MÁS PREGUNTAS BIOLÓGICAS
146
CAPfTULO 8 1 MÁS PREGUNTAS BIOLÓGICAS 147
GRADUALISTAS Y PUNTUALISTAS
las observaciones de la naturaleza indican que aun especies estrechamen-
te relacionadas, tales como dos clases de saltamontes, pueden ser bien diferen-
tes una de la otra. los neodarwinistas proponen que un proceso lento y gradual
de cambios menores eventualmente produce formas nuevas diferentes. Este
cambio lento recibe el nombre de gradualismo. Al acumularse los cambios, los
grupos divergen, dejando una separación cada vez más grande entre ellos. El
único lugar donde podrían encontrarse en abundancia los intermedios es en el
registro fósil de la vida pasada. Sin embargo, los fósiles muestran el mismo es-
quema de discontinuidad. Esta evidencia ausente, que ha sido atribuida a menu-
do a lo incompleto del registro fósil, se debería a la falta de conservación o de
descubrimiento.
En 1972 dos paleontólogos destacados, Ni les Eldredge del Museo America-no
de Historia Natural, y Stephen Jay Gould de Harvard, propusieron una expli-cación
5
diferente para las discontinuidades entre los fósiles. Ellos sugirieron que la
evolución procede a un ritmo irregular, con largos períodos de estabilidad entre
períodos de cambios rápidos. Este nuevo concepto recibió el nombre de "equilibrio
puntuado"; lo de puntuado se refiere a los cambios, y equilibrio, a los períodos de
estabilidad. la propuesta "inició un de~ate inusualmente ardo-
roso"6 que continúa hasta el presente. • .•
• Nota del Traductor. Son las sílabas iniciales de la expresión en inglés "punctuated
equilibrlum".
CAPfTULO a 1 MÁS PREGUNTAS BIOLÓGICAS 1-49
SELECCIONISTAS Y NEUTRALISTAS
Probablemente el conflicto más severo en el período diversificado del pen-
samiento evolucionista ha ocurrido entre los seleccionistas y los neutralistas.
Este conflicto recuerda el antiguo debate acerca de la deriva génica, que se de-
sarrolló a comienzos del período de síntesis moderna. los seleccionistas enfati-
zan la importancia de la selección natural. los neutralistas creen que la evolu-
ción avanza principalmente mediante mutaciones neutras, que no son selec-
cionadas por el ambiente. Ellos creen que los grandes cambios evolutivos ocu-
rren por la acumulación de estas mutaciones neutras. 8
• Datos tomados de: M.O. Dayoff, Atlas of Protein Sequence and Structure (Washington, OC:
National Bio-medlcal Research Foundation, 1972), p. D-8.
ISO LOS ORIGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
que, cuanto mayor sea la diferencia notada, más tiempo implicaba para la diver-
gencia de un antecesor evolutivo común. La Tabla 8.1, columna A, compara el
porcentaje de diferencias de los aminoácidos en la extendida enzima citocromo
e, que se encuentra en una variedad de organismos. El citocromo e actúa en el
transporte de electrones durante la liberación de energía química en la célula.
Se puede observar un aumento en la diferencia al comparar a los seres
humanos con organismos cada vez más sencillos, que se supone han divergido
creciente-mente con anterioridad. La columna B muestra la uniformidad de las
diferencias entre otros organismos y las células de levadura, que se supone que
evoluciona-ron muy temprano. Se ha interpretado esta consistencia como
indicadora de un reloj molecular altamente uniforme en el cual la longitud de
tiempo desde la di-vergencia puede estimarse por el grado de diferencia
molecular. El citocromo e se considera uno de los mejores relojes. Esta
evidencia se usa a menudo en los libros de texto de biología y evolución para
apoyar la teoría general de la evolu-ción. Sin embargo, los datos pueden no
reflejar una evolución. Pueden repre-sentar factores biológicos relacionados con
el grado de complejidad de los di-versos organismos.
Hay dudas acerca de la hipótesis del reloj molecular. Hay incertidumbre con
respecto al efecto de las mutaciones neutras que son las más satisfactorias para
el reloj molecular. Si los cambios son neutros o sólo aproximadamente neutros,
entonces falta la base teórica para el reloj molecular. Los cambios no neutros,
que serían controlados por la selección natural, no constituyen un reloj. Ellos
reflejan las influencias ambientales, no el tiempo. Se han suscitado una cantidad
de problemas acerca del reloj molecular, muchos de los cuales sur-gen de la
controversia seleccionista-neutralista, en la que los neutralistas están más en
favor del reloj.
Mientras algunos estudios de las variaciones en la enzima citocromo e han
dado resultados consistentes con el reloj molecular, en otros casos las tasas de
cambio varían hasta 1O vecesY La enzima superóxido dismutasa, que alivia la
toxicidad del oxígeno en la mayoría de los organismos vivientes, es notoria por
dar resultados erráticos en el reloj molecular. 13 Para los monos antropomorfos y
14
el hombre, el reloj es interpretado como que se atrasa considerablemente. Por
15
causa de tales diferencias, el reloj molecular ha sido llamado "episódico"; es
decir, tiene episodios de tasas más lentas y más rápidas.
La Tabla 8.2 compara las diferencias, entre los vertebrados, de la secuencia
de los aminoácidos en la hormona insulina, que se usa en el control de los nive-
152 LOS ORIGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
• Datos de M.O. Dayhoff, Atlas of Protein Sequence and Structure, t. 5, suplemento 2 (Washington, OC: Na-
tional Biomedical Research Foundation, 1976), p. 129.
les de azúcar en la sangre. De acuerdo con la hipótesis del reloj molecular, to-
dos los roedores deberían ser aproximadamente equivalentes en sus diferencias
con los humanos, ya que sus antepasados habrían evolucionado unos de otros
al mismo tiempo. Con toda claridad, este no es el caso. los humanos difieren del
ratón doméstico en un 8%, pero del coipo (un roedor sudamericano) en un 38%.
Esta última cifra es aun mayor que la diferencia entre los humanos y varias
16
clases de peces. En otras comparaciones de esta hormona la diferencia entre
un ratón y un cobayo (35%), que se supone que están estrechamente emparen-
tados, es mayor que la diferencia entre el ratón y la ballena (12%), o del hombre
con la serpiente cascabel (24%), o la gallina y el bonito (un pez; 16%), o mu-
chos otros organismos cuyos parentescos son muy distantes. Se han notado
una cantidad de inconsistencias similares en las publicaciones científicasY Hay
po-ca evidencia de una tasa constante de cambio sobre la que depende el reloj
molecular.
En vista de las peculiaridades notadas, no sorprende que las comparaciones de
secuencias de aminoácidos para diferentes clases de proteínas den resultados
evolutivos diferentes. Una prueba tal, comparando la relación evolutiva entre varios
órdenes de mamíferos basada en la secuencia de aminoácidos de cuatro clases
diferentes de proteínas, dio "una falta de congruencia general" entre las cuatro
proteínas utilizadas, y sólo una "congruencia moderada" con las rela-
CAPfTULO 8 1 MÁS PREGUNTAS BIOLÓGICAS 153
18
ciones basadas en la forma general (morfología) de los diferentes organismos.
Los así llamados "fósiles vivientes" presentan otro enigma para la hipótesis del
reloj molecular. Los "fósiles vivientes" son especies estrechamente seme-
jantes a antepasados fósiles que vivieron supuestamente hace centenares de
19
millones de años. Un ejemplo es el cangrejo bayoneta común de la costa
oriental de América del Norte. Parece casi idéntico a su contraparte fósil que se
supone vivió hace por lo menos 200 millones de años. ¿Pudieron las mutacio-
nes acumularse durante 200 millones de años sin afectar, aparentemente, a este
organismo?
Los datos de la Tabla 8.1, columna B, son tan uniformes que plantean otras
preguntas acerca del reloj molecular cuando están en un contexto evolucionista, y
cuando se toman en cuenta otras consideraciones biológicas. ¿Cómo pueden ser
estos resultados tan uniformes cuando, como se indicó antes, el reloj del citocro-mo
e se muestra tan variable? Como los cambios en las proteínas (basados en los
cambios en el ADN) ocurren generalmente en el momento de la división celular, ¿es
posible que haya habido una constancia tan grande en la tasa de mutaciones a
través de todos los diversos senderos de la evolución para todas las clases de
plantas y animales? Es difícil visualizar esto, considerando que algunas veces hay
reproducción sexual, otras veces, asexual; algunos senderos evolutivos involucra-
rían principalmente animales de sangre caliente, otros sólo organismos de sangre
fría; algunas especies tienen una reproducción muy rápida, y otras, muy lenta.
Resultados tan uniformes para caminos de evolución tan variados plantean pre-
guntas adicionales acerca de las presuposiciones del reloj molecular y sugieren que
busquemos explicaciones alternativas. Hasta que se conozca más acerca de lo que
hace funcionar al reloj -si es que hay un reloj- será bueno ser cauteloso.
El escritor científico Roger Lewin ha resumido el estatus del reloj molecular
en un artículo titulado "Se termina el tiempo para el reloj molecular". Él concluye
que la constante que está comenzando a surgir con respecto al tictac del reloj
20
molecular parece ser la variación de su tasa. Siegfried Scherer, un biólogo en
la Universidad de Constanza, concluye "que la hipótesis del reloj molecular
proteico debería ser rechazada"/ 1 y el biólogo Jeff Palmer, de la Universidad de
Indiana, afirma que "todo está basado en suposiciones de que el reloj molecular
es cons-tante, pero cuanto más de cerca contemplamos el cambio molecul~r, tanto
22
más evidencia tenemos de que no es así". Dos biólogos moleculares, Lisa
Vawter y Wesley Brown, también son enfáticos, y proponen "un robusto rechazo
23
de una hi-pótesis generalizada de reloj molecular".
154 LOS ORIGEN ES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
serias desde el punto de vista lógico señala que "la verificación y validación de
los modelos numéricos de los sistemas naturales es imposible, porque los siste-
43
mas naturales complejos nunca son cerrados". Nunca podemos estar seguros
de que toda la información está ahí.
El famoso zoólogo francés Pierre Grassé tiene un enfoque diferente, plan-teado
en su agudo libro titulado Evolution of Living Organisms [la evolución de los
organismos vivos].44 Grassé, que fue presidente de la Academia Francesa de
Ciencias y editor de un tratado de Zoología en 35 tomos, está plenamente fami-
liarizado con los organismos vivientes. critica fuertemente algunos de los con-ceptos
evolucionistas corrientes y niega categóricamente el poder de las muta-ciones y de la
selección natural en el evolucionismo. Para superar las lagunas entre los grandes
grupos de organismos, sugiere una actividad especial de los genes y la bioquímica,
pero concuerda en que la evolución es un misterio acer-ca del que se sabe poco, o
del que poco se puede saber. Concluye afirmando: "Tal vez en esta área la biología
45
no puede ir más allá; el resto es metafísica".
4. Francis Hitching. The Neck of the Giraffe: Where Darwin Went Wrong. 50
Hitching rechaza la creación pero plantea muchos problemas serios al evolucio-
nismo.
9. Gordon Rattray Taylor. The Great Evolution MysteryY Este bien informado
escritor científico británico afirma su creencia en el evolucionismo, pero con
respecto al mecanismo para esa evolución asevera: "En resumen, el dogma que
ha dominado la mayor parte del pensamiento biológico durante más de un siglo
se está derrumbando".58
los conflictos internos, los hombres de ciencia, los profesores y los libros de texto
presentan todavía, en general, el evolucionismo como un hecho que no necesita
ser reevaluado. Richard Dawkins, de la Universidad de Oxford, afir-ma que "hoy
la teoría de la evolución está tan abierta a la duda como la teoría de que la Tierra
59
gira alrededor del Sol", mientras que Ernst Mayr, de Har-vard, comenta que "no
hay justificación de ninguna clase para la afirmación de que el paradigma
60
darwiniano ha sido refutado y ha sido reemplazado por otra cosa". A pesar de
estas declaraciones optimistas, un número significati-vo de hombres de ciencia
están planteando preguntas acerca de la teoría ge-neral de la evolución.
CONCLUSIONES
Uno de los problemas principales que afrontan los evolucionistas es que la
misma ciencia que adoptan parece estar diciendo que no se ha encontrado una
explicación plausible para su teoría. ¿Cómo llegaron los evolucionistas a este
aprieto? Esta es la pregunta más importante.61
En la actualidad, los mecanismos evolutivos propuestos parecen ser más
improbables que nunca. Muchos sistemas biológicos parecen demasiado com-
plejos como para un origen espontáneo por medio de eventos fortuitos. Ejem-
plos notables incluyen: 1) un sistema para la síntesis de las proteínas en el que
se provee la información por medio de un código genético, que luego es des-
codificado durante la síntesis; 2) un complejo sistema de control de los genes;
3) complicados sistemas de edición para corregir los errores de copia del ADN.
Se podrían dar muchos otros ejemplos. Estos sistemas parecen ser in-trincados,
y altamente programados. No parece que pudieron surgir espontá-neamente. No
esperaríamos que apareciera espontáneamente una computa-dora ya
programada en un planeta desolado, ni tampoco deberíamos esperar el origen
espontáneo de los sistemas de retroalimentación biológicos. Además de los
orígenes, también se necesita la reproducción. De modo que esas computa-
doras deberían tener la capacidad de reproducirse a sí mismas para formar mi-
les de réplicas. La alternativa creacionista sugiere que una diversidad de orga-
nismos, con una adaptabilidad limitada, fueron diseñados a propósito. Los
creacionistas no tienen todas las respuestas, pero las diferentes opiniones y la
cantidad de problemas científicos que tiene el evolucionismo pueden sugerir que
el modelo creacionista merece una consideración cuidadosa.
CAP(TULO 8 1 MÁS PREGUNTAS BIOLÓGICAS 16
Notas y referencias:
l. Citado en: A. L. Mackay, A Oictionary of Scientific Quotations (Bristul y Filadelfia: lnstitute of Physics Publis-hing,
1991 ), p. 114.
2. E. Mayr, Evolution and Diversity of Life: Selected Essays (Cambridge y Londres: The Belknap Press of Harvard
University Press, 1976), p. 411.
3. N.l. Platnick, "Review of Mayr'sEvolution and the Diversity of Life'', Systematic Zoology 26(1977):224-228.
4. T. Bethell, "Agnostic Evolutionists", Hatper's 270(1617-1985):49-52, 56-58, 60, 61.
5. N. Eldredge, S.]. Gould, "Punctuated Equilibria: An Alternative to Phyletic Gradualism", en: T.j.M. Schopf, ed.,
Models of Paleobiology (San Francisco: Freeman, Cuoper and Co., 1972), pp. 82-115.
6. a) N. Eldrege, Reinventing Darwin: The Great Debate at the High Tab/e of Evolutionary Theory (N. York:
John Wiley and Sons, lnc., 1995); b) A. Hoffman, Arguments on Evolution: A Paleontologist's Perspective (N.
York y Oxford: Oxford University Press, 1989), p. 93; e) R.A. Kerr, "Did Darwin Get it All Right?", Science
267(1995):1421, 1422.
7. Esto se considerará adicionalmente en el capítulo 11.
8. Para una buena introducción al concepto, ver: a) M. Kimura, "The Neutral Theory of Molecular Evolution",
Scientific American 241 (5-1979):98-126. Para un análisis más técnico, ver: b) M. Kimura, The Neutral Theo-
ry of Molecular Evolution (Cambridge, Londres y N. York: Cambridge University Press, 1983).
9. M. Kimura, "Evolutionary Rate at the Molecular Level", Nature 217(1968):624-626.
1O. ].L. King, T.H. jukes, "Non-Darwinian Evolution", Science 164(1969):788-798.
11. E. Zuckerkandl, L. Pauling, "Evolutionary Divergence and Convergence in Proteins", en V. Bryson, H.]. Vogel,
eds., Evolving Genes and Proteins: A Symposium (N. York y Londres: Academic Press, 1965), pp. 97-166.
12. M. L. Baba, L. L. Draga, M. Goodman, ]. Czelusniak, "Evolution of Cytuchrome e lnvestigated by the Maximum
Parsimony Method", }ournal of Molecular Evolution 17(1981):197-213.
13. F.]. Ayala, "On the Virtues and Pitfalls of the Molecular Evolutionary Clock", The }ournal of Heredity 77(1986):226-
235.
14. a) S. Easteal, "The Relative Rate of DNA Evolution in Primates", Molecular Biology and Evo/ution 8(1-1991 ):115-
127; b) M. Goodman, B.F. Coop, j. Czelusniak, D.H.A. Fitch, D.A. Tagle, ].L. Slightom, "Molecular Phylogeny of
the Family of Apes and Humans", Genome 31(1989):316-335.
15. a) ].H. Gillespie, "The Molecular Clock May Be an Episodic Clock", Proceedings ofthe National Academy of
Sciences USA 81 :(1984):8009-8013; b) ].H. Gillespie, "Natural Selection and the Molecular Clock", Molecu-lar
Biology and Evolution 3(2-1986):138-155.
16. M.O. Dayhoff, Atlas of Protein Sequence and Structure (Washington DC: National Biomedical Research
Foundation, 1976), t. 5, Suplemento 2, p. 129.
17. Para doce ejmplos de éstos, ver: G.C. Milis, "The Molecular Evolutionary Clock: A Critique", Perspectives on
Science and Christian Faith 46(1994):159-168.
18. A.R. Wyss, M.]. Novacek, M.C. McKenna, "Ami no Acid Sequen ce versus Morphological Data and the lnteror-
dinal Relationships of Mammals", Molecular Biology and Evolution 4(2-1987):99-116.
19. D.C. Fisher, "Rates of Evolution - Living Fossils", en: D.E.G. Briggs, P.R. Crowther, eds., Paleobiology: A
Synthesis (Oxford: Blackwell Scientific Publications, 1990), pp. 152-159.
20. R. Lewin, "Molecular Clocks Run Out of Time", New Scientist (1 O de febrero de 1990), pp. 38-41.
21. S. Scherer, "The Protein Molecular Clock: Time for a Revelation", en: M. K. Hecht, B. Wallace, R.]. Maclntyre,
Evolutionary Biology (N. York y Londres: Plenum Press, 1990), t. 24, pp. 83-106.
22. Ver: V. Morell, "Proteins 'Ciock'the Origins of All Creatures ·-Great and Small", Science 271 (1996):448.
23. L. Vawter, W.M. Brown, "Nuclear and Mitochondrial DNA Comparisons Reveal Extreme Rate Variation in the
Molecular Clock", Science 234(1986):194-196.
24. Para una discusión y evaluación de los seudogenes, ver: L.J. Gibson, "Pseudogenes and Origins", Origins
21(1994):91-108.
25. a) F. Flam, "Hints of a Language in junk DNA", Science 266(1994):1320; b) R. Nowak, "Mining Treasures from
Junk DNA", 5cience263(1994):608-610.
162 LOS ORIGENES 1 LOS ORGANISMOS VIVIENTES
34. L. Margulis, "Kingdom Animalia: The Zoological Malaise from a Microbial Perspective", American Zoologist
30(1990):861-875.
35. Ver: C. Wills, The Wisdom ofthe Genes: New Pathways in Evolution (N. York: Basic Books, lnc., 1989).
36. Ver capftulo 5.
37. Unas pocas referencias son: a) P. Bak, K. Chen, •self-organized Criticality", Scientific American 264(1991):46-53;
b) J. Horgan, "From Complexity to Perplexity", Scientific American 272(1995):104-109; e) S.A. Kaufmann, The
Origin of Order: Self-organization and Selection in Evolution (Oxford y N. York: Oxford University Press, 1993); d)
R. Lewin, Complexity: Life at the Edge of Chaos (N. York: Collier Books, Macmillan Publ. Co., 1992); e) D.W.
McShea, "Complexity and Evolution: What Everybody Knows", 8iology and Philo-sophy 6(1991 ):303-324; f) N.
Oreskes, K. Shrader-Frechette, K. Belitz, "Verification, Validation and Confirma-tion of Numerical Models in the
Earth Sciences", Science 263(1994):641-646; g) M.M. Waldrop, Complexity: The Emerging Science at the Edge
of Order and Chaos (N. York, Londres y Toronto: Simon and Schuster, 1992).
51. M-W. Ho, P. Saunders, eds., 8eyond Neo-Darwinism.- An lntroduction to the New Evo/utionary Paradigm (Londres
y Orlando: Academic Press, 1984).
52. lbfd., p. ix.
53. S. LI!JV!rup, Darwinism: The Refutation of a Myth (Londres, N. York y Sydney: Croom Helm, 1987).
54. lbíd., p. 422.
55. M. Ridley, The Problem of Evolution (N. York y Oxford: Oxford University Pres, 1985).
CAPfTULO 8 1 MÁS PREGUNTAS BIOLÓGICAS 163
56. R. Shapiro, Origins: A Skeptic's Guide to the Creation of Life on Earth (N. York: Summit Books, 1986).
57. G.R. Taylor, The Great Evolution Mystery (N. York: Harper and Row, 1983).
58. lbfd., p. 15.
59. R. Dawkins, The Selfish Gene, nueva ed. (Oxford y N. York: Oxford University Press, 1989), p. 1.
60. E. Mayr, "Darwin'sFive Theories of Evolution", en: D. Kohn, The Darwinian Heritage (Princeton, N): Prince-ton
University Press 1985), pp. 755-772.
61. Para una sugerencia ver el capftulo 20.
62.
EL REGISTRO FÓSIL
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167
168 LOS ORIGENES 1 LOS FÓSILES
Huesos de dinosaurio en una capa de arenisca de la Formación Morrison, del Jurásico. Estos huesos
están en el Monumento Nacional de Dinosaurios, cerca de jensen, Utah. Los huesos más largos tie-
nen de un metro a un metro y medio. La forma desordenada de los huesos sugiere algo de trans-
porte antes de su deposición final.
nos familiar como los reptiles voladores, que tenían una envergadura de 15,5
m.2 También se incluyen entre los fósiles la pisada de una tortuga conservada
entre capas de arenisca.
En este capítulo consideraremos algunas informaciones generales acerca
de los fósiles, incluyendo su formación y los problemas de identificación. Espe-
cialmente importante es el orden de los fósiles en la columna geológica. Esta in-
formación es esencial para comprender los próximos dos capítulos.
3
cita" al interpretarlos y restaurar la vida pasada sobre la base de lo que ve. Esto
genera una fascinación difícil de explicar, pero que está bien demostrada en la
incontable cantidad de fósiles que se exhiben en museos públicos y privados en
todo el mundo. Hasta la fecha se han descrito un cuarto de millón de especies
fósiles. Esto es más o menos 1/5 del número de especies vivientes identifica-
das, pero la comparación puede no ser válida, ya que a menudo se usan crite-
rios diferentes en la identificación. El número de especies fósiles probablemente
no es comparable con las especies vivientes.
Muchos hombres de ciencia han dedicado sus vidas enteras al estudio de
los fósiles, y a veces con tanta devoción que sus travesuras a menudo han llega-
do a formar parte de las tradiciones paleontológicas con frecuencia risueñas, y a
veces mórbida. Paleontología es el término con el que se designa el estudio de
los fósiles.
Edward Drinker Cope (1840-1897), quien eventualmente se unió al perso-
nal de la Universidad de Pennsylvania, y Othniel Charles Marsh (1831-1891 ), de
la Universidad de Vale, pueden ser considerados con todo derecho como los
pioneros de la paleontología vertebrada (animales que tienen columna verte-bral)
de Norteamérica. Cada uno de ellos describió muchos centenares de orga-
nismos fósiles que habían coleccionado, o que otros habían recogido a medida
que se abría y exploraba el Oeste, con su vasta exposición de formaciones geo-
lógicas. Cope y Marsh amaban los fósiles mucho más de lo que se amaban el
uno al otro y, con persistencia, cada uno trataba de hacer más que el otro en su
"gran fiebre de huesos". Desafortunadamente, el oeste de los Estados Unidos
era demasiado pequeño para ambos coleccionistas tan apasionados. En biología
y paleontología, la primera persona que describe un organismo tiene prioridad
para darle nombre, y a menudo su propio nombre se asocia con la designación
de la especie. Cope y Marsh con frecuencia competían en ser los primeros en
describir cualquier especie nueva que se encontraba. Marsh tuvo acceso al
American )ournal of Science [Revista Norteamericana de Ciencia] para una rápi-da
publicación, y Cope era el dueño y editor del American Naturalist [El Natura-lista
Norteamericano].
Un incidente que se recuerda de su tristemente célebre guerra, ocurrió en
una reunión en Filadelfia a la que ambos asistieron. Cope anunció el primer
descubrimiento de reptiles pérmicos en el Oeste. Se informó que Marsh salió de
la reunión antes que terminara, fue a su laboratorio, miró diversos especíme-nes,
y rápidamente publicó un informe apresurado pretendiendo ser el primero
170 LOS ORfGENES 1 LOS FÓSILES
Muchos fósiles están bien conservados, algunos otros, no tanto, y para algu-nos
no podemos estar seguros de si realmente son fósiles o no.
LOS SEUDOFÓSILES
Me asombran los paleontólogos que pueden señalar una gran variedad de
formas fósiles en lo que parece ser un trozo de roca común. Sin embargo, siem-pre
he mantenido un saludable escepticismo acerca de algunas de esas preten-siones.
las acusaciones que hacen los paleontólogos acerca de que otros no tienen el"ojo
entrenado" no siempre han aliviado las dudas con respecto a al-gunas de sus
aseveraciones. la determinación de si una forma peculiar en una roca es un fósil
auténtico puede, en algunos casos, ser sumamente difícil. Ondas de barro que se
han secado y conservado, a veces se han interpretado como partes de cangrejos;
marcas de arrastre producidas por el movimientode algún objeto durante una
tormenta pueden parecerse a los rastros de algunos gusa-nos; precipitaciones
químicas de pirita en forma de rosas han sido interpretadas como medusas, así como
10
marcas dejadas por burbujas de gas; y organismos si-milares a las esponjas
(archeocyatidae) han resultado ser formas producidas por cristalización inorgánica.
11
Se han usado los términos seudofósiles o dubiofósiles para describir fósiles
falsos o dudosos. El venerable Treatise on lnvertebrate Pa-leontology12 [Tratado
sobre invertebrados fósiles) registra 69 descripciones pu-blicadas de "organismos
fósiles" originalmente identificados como corales, al-
171 LOS ORIGENES 1 LOS FÓSILES
Un seudofósil. Esta placa de roca pulida, llamada pisolita, proviene de la Formación Yates, del
Pérmico, en Walnut Canyon, Nuevo Méjico. Se creyó un tiempo que las capas concéntricas que
forman los cuerpos esféricos se formaron como un estromatolito, por medio de microorganismos
que vivían en la superficie de los pisolitos con forma de piedras redondeadas. De acuerdo con in-
terpretaciones más nuevas, son el resultado de precipitación química inorgánica que ocurre deba-jo
de la superficie del suelo pero por encima de la capa freática. La evidencia incluye la forma en que
los esquemas de crecimiento de los pisolitos se deforman uno contra otro, y las láminas
que crecen alrededor de varios pisolitos. Esta muestra tiene unos 12 cm de largo.
Ver el texto para más detalles.
CAPfTULO 9 1 EL REGISTRO FÓSIL 173
gas, hongos, esponjas, caracoles, etc., que muy probablemente sean de origen
no biológico. Estos objetos mal identificados parecen haber sido producidos por
condiciones de depósito inusuales. Brooksella canyonensis es un "fósil" que se
parece a una grieta en forma de estrella. Tiene una lista impresionante de
interpretaciones, incluyendo: 1) el cuerpo fósil de una medusa; 2) la impresión
invertida de un sistema inorgánico de fracturas producido por la evasión de gas;
3) el resultado de compactación; 4) la impronta de un agujero donde se alimentó
una estrella de mar; o 5) posiblemente el trabajo de un gusano.B Aun-que no se
deben ignorar estos ejemplos, es necesario recordar que hay muchos fósiles
excelentes.
El problema con los seudofósiles es particularmente agudo en las partes in-
feriores del registro fósil, donde los evolucionistas esperan encontrar las formas
de vida más primitivas y sencillas. Encontrar estas formas de vida más antiguas
ha llegado a ser casi una obsesión en el caso de algunos paleontólogos. En la li-
teratura profesional aparecen muchos candidatos a ser los seres más antiguos.
Por otro lado, varios investigadores han sido capaces de imitar la apariencia de
estas formas sencillas de vida con precipitaciones inorgánicas, o por medio de
condiciones especiales de deposición. Formas esféricas, tubulares o espirala-
das, formas fósiles características, son fácilmente reproducibles a partir de pro-
ductos químicos inorgánicos en el laboratorio. 14 Es un crédito para los paleontó-
logos que ellos expresen ahora considerable precaución con respecto a la au-
tenticidad de la mayor parte de las pretensiones relacionadas con fósiles en lo
que se considera como los sedimentos más antiguos: el Arqueano (ver Tabla
9.1 ). Dos especialistas en este campo, William Schopf y Bonnie Packer, al refe-
rirse a informes de microfósiles de por lo menos 28 localidades del Arqueano,
declaran: "Sin embargo, virtualmente todos han sido reinterpretados ... como
15
dubiofósiles o no fósiles: seudofósiles, artefactos o contaminantes". El paleon-
tólogo Richard Cowen afirma: "Sólo unos pocos informes de células fósiles Ar-
queanas parecen ser genuinas, de un total de cincuenta o más casos". 16 Roger
Buick, de Harvard, se refiere a una hueste de problemas con la identificación de
la mayoría de estos fósiles primitivos encontrados en North Pole, Australia. 17 (El
lugar se llama North Pole porque, como el Polo Norte real, es un lugar notable-
mente desolado.) Un antiguo dicho geológico que afirma: "Yo nunca lo hubiera
visto si no lo hubiese creído", parece aplicarse a muchos de estos casos.
El problema de los seudofósiles se enfoca más claramente con respecto a los
estromatolitos, que son estructuras sedimentarias finamente laminadas, gene-
174 LOS ORIGENES 1 LOS FÓSILES
LA COLUMNA GEOLÓGICA
la "columna geológica" se refiere a un diagrama compuesto, en forma de
columna, que representa partes de una secuencia completa de unidades de ro-cas
en la corteza terrestre.23 Es algo parecido a un mapa. 'Enestas representacio-nes, las
capas más antiguas están abajo. Se puede pensar de la columna geológi-ca como
una tajada vertical delgada a través de gruesas capas de rocas, tales co-mo las capas
que se ven en la región del Gran Cañón en Arizona (Figura 13.1 ). En esa localidad
sólo está representada parte de la porción inferior de la co-lumna geológica. los
términos usados para las divisiones principales de la co-lumna están indicados del
lado izquierdo de la Tabla 9.1. La secuencia no está
CUATERNARIO 1 Abundantes plantas ~on flores, algunas coníferas, hombres, aves, mamíferos, peces y abundan-
PALEOZOICO DEVÓNICO Pequeñas plantas terrestres, peces sin mandíbulas, peces acorazados, peces con huesos, tibu~ "=¡-
e
r
nes y pequeños orpnismos marinos. o
SILÚRICO Peces sin mandíbulas, pequeños organismos marinos, pocas plantas terrestres. -"'
m
ORDOVfCICO Muchos organismos marinos, incluyendo trilobites, pecten y lirios de mar. r
CÁMBRICO olros omnismos marinos, la "exolosicín
cámbrica". :;111
m
Fauna de Ediacara (organismos marinos extraños) Cl
VI
Acritarcas (ialgasf) Fósiles muy -1
:;111
PROTEROZOICO Bacterias (cianobacterias) o
Estromatolitos escasos 1 .,
Acritarcas (ialgasf) o
VI
Bacterias (cianobacterias) r
Supuestas bacterias y euc:ariotas con fotosintesis Fósiles extremada-
ARQUEANO' !Formas filamentosasf mente escasos o
iEslromatolitosf inexistentes
Muchos seudofósiles
TIPOS DOMINANTES DE ORGANISMOS EN LA COLUMNA GEOLÓGICA ....
Ul
176 LOS ORIGENES 1 LOS FÓSILES
FIGURA 9 l
Una de las primeras interpretaciones del enigmático animal Hallucigenia de los Esquistos Burgess,
del Cámbrico del Canadá. Interpretaciones posteriores invierten el animal, con las espinas arriba.
CONCLUSIONES
Los fósiles son fascinantes y tienen mucho que decir con respecto al origen
de la vida y de su historia. Su interpretación se relaciona con conceptos claves para
el evolucionismo y el creacionismo. Están próximos al centro de la contro-versia
ciencia-Escrituras.
CAPfTULO 9 1 EL REGISTRO FÓSIL 181
Notas y referencias:
1. L. Wittgenstein, Culture and Value, P. Winch, trad., G.H.v. Wright, ed. (con H. Nyman) (Chicago: The Univer-
sity of Chicago Press, 1980), p. 39e. Traducción de: Vermischte Bemerkungen.
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3. G.G. Simpson, Fossils and the History of Life (N. York: Scientific American Books, 1983), p. 2.
4. Debo a A.S. Romer los detalles de este incidente. Ver: A. S. Romer, "Cope versus Marsh", Systematic Zoology
13(4-1964):201-207.
5. Para el informe detallado de Marsh, ver: a) E. N. Shor, The Fossil Feud: Between E.D. CopeandO. C. Marsh
(Hicksville, NY: Exposition Press, 1974), pp. 184-186. Para más detalles, ver también: b) R. PI ate, The Dino-
saur Hunters: Othniel C. Marsh and Edward D. Cope (N. York: David McKay Co., 1%4).
6. Shor, p. 17 4 (nota 5a).
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j.W. Schopf, "Microfossils of the Early Archean Apex Chert: New Evidence of the Antiquity of life", Science
2&0(1993):&40-&46; b) Schopf and Packer (nota 15); e) M.M. Walsh, D.R. Lowe, "Filamentous Microfossils from
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University Press, 1993), pp. 35, 3&.
C.V. Mendelson, "Acritarchs and Prasinophytes", en: j.H. lipps, ed., Fossil Prokaryotes and Protists (Boston,
Oxford y Londres: Blackwell Scientific Publications, 1993), pp. 77-104.
La posición exacta de estos organismos está en discusión. Ver: a) ].P. Grozinger, S.A. Bowring, B.Z. Saylor, A.].
Kaufman, "Biostratigraphic and Geochronologic Constraints on Early Animal Evolution", Science 270(1995):598-
&04; b) R.A. Kerr, "Animal Oddballs Brought into the Ancestral Fold?", Science 270(1995):580, 581.
a) S. Bengtson, M.A. Fedonkin, ].H. lipps, "The Major Biotas of Proterozoic to Early Cambrian Multicellular
Organisms", en: j.W. Schopf, C. Klein, eds., The Proterozoic Biosphere: A Multidiscip/inary Study (Cambridge, y
N. York: Cambridge University Press, 1992), pp. 433-534; b) T-M. Han, B. Runnegar, "Megascopic Eukaryo-tic
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Para un resumen general, ver: a) D.E.G. Briggs, D.H. Erwin, F.]. Collier, The Fossils of the Burgess Shale
(Washington, DC y Londres: Smithsonian lnstitution Press, 1994); b) S.j. Gould, Wonderful Life: The Burgess
Shale and the Nature of History (N. York y Londres, W.W. Norton & Co., 1989).
CAPrTULO 9 1 EL REGISTRO FÓSIL 183
L
' mente podrían ser más diferentes. El creacionismo propone un origen
reciente de la vida, hace unos pocos miles de años, por Dios, y una
posterior destrucción de esa creación en el gran diluvio del Génesis.
Por cuanto no hubo vida antes de la creación, todo el registro fósil se
habría formado después de }l creación. El evolucionismo, por otro
2
lado, propone un origen espontáneo de la vida hace varios miles
de millones de años, y un desarrollo gradual a formas más avanza-
das, incluyendo la relativamente reciente evolución del hombre. El
registro fósil debería tener mucho que decir acerca de cuál de
estos conceptos es correcto.
Los creacionistas y los evolucionistas consideran el registro
fósil desde perspectivas contrastantes. Los evolucionistas ven el
registro como la representación del desarrollo gradual de las for-mas
vivientes; los creacionistas lo consideran como el registro del
sepultamiento durante el diluvio. Para los primeros, el registro re-
presenta el progreso evolucionista; para los segundos, representa
una destrucción repentina. Al evaluar las interpretaciones, deben re-
cordarse estas perspectivas contrastantes.
En este capítulo evaluaremos interpretaciones creacionistas impor-
tantes de la columna geológica y las compararemos con algunas inter-
pretaciones evolucionistas.
184
CAPiTULO ;o 1 LA COLUMNA GEOLÓGICA Y LA CREACIÓN 185
* Basada en: a) M.j. Benton, ed., The Fossil Record 2 (Londres, Glasgow y N. York: Chapman and Hall,
1993); b) R.S. Boardman, A.H. Cheetham, A.j. Rowell, eds., Fossillnvertebrates (Palo Alto, Oxford y Londres:
Blackwell Scientific Publications, 1987); c).j.l. Cutbill, B.M. Funnell, "Numerical Analysis of The Fossil Record",
en: W.B. Harland, C.H. Holland, M.R. House, N.F. Hughes, A.B. Reynolds, M.j.S. Rudwick, G.E. Satterthwaite,
LB. H. Tarlo, E. C. Willey, eds., The Fossil Record: A Symposium with Documentation (Londres: Geological Society
of London, 1967), pp. 791-820; d) D.L Eicher, A. L. McAiester, History ofthe Earth (Englewood Cliffs, NJ: Prentice-
Hall, 1980); e) S.j. Gould, Wunderful Life: The Burgess Shale and the Nature of History (N. York y Londres: W.W.
Norton and Co., 1989); f) A.H. Knoll, "The Early Evolution of Eukaryotes: A Geological Perspective", Science
256(1992):622-627; g) A.H, Knoll, G.W. Rothwell, "Paleobotany: Perspectives in 1980", Paleobiology 7(1-
1981 ):7-35; h) j.H. Lipps, ed., Fossil Procaryotes and Protists (Boston, Oxford y Londres: Blackwell Scientific Publi-
cations, 1993); i) R. C. Moore, ed., Treatise on lnvertebrate Paleontology, Partes F, 1, K, O, ·s (Boulder, CO: The
Geological Society of America, y K. S. Lawrence: The University of Kansas Press, 1955-1981 ); j) A.M. Simonetta, S.
Conway Morris, eds., The Early Evolution of Metazoa and the Significance of Problematic Taxa (Cambridge y N. York:
Cambridge University Press, 1991 ); k) G.G. Simpson, Fossi/s and the History of Life (N. York: Scientific American
Books, 1983); 1) S.M. Stanley, Earth and Life Through Time, 2a. ed. (N. York: W.H. Freeman and Co.,
1989); m) W.N. Stewart, G.W, Rothwell, Paleubotany and the Evolution of Plants, 2a. ed. (Cambridge y N. York:
BAcmmA~•••••••••
LEYENDA
- =~~Y:O:dulce
• =mayormente
De idenálioación o
•• distribución inciertas
Lfmite inferior de los grupos
terrestres
¡ ;.~::: Cámbrico y
D Regi~con~miniode
orgarusmos mannos
los organismos más sencillos. Una excepción la constituyen los fósiles más
complejos de Ediacara. Estos son muy similares a los cámbricos (Figura 1 0.1 ),
y parecen más estrechamente relacionados con las especies cámbricas. Para
los propósitos de este estudio pueden ser considerados junto con los tipos
fósiles más abundantes del Fanerozoico (Cámbrico al Reciente). Pero, ¿qué
diremos de los organismos más sencillos que se encuentran más abajo en la
columna? ¿No representan formas anteriores de vida en camino a evolucionar a
formas más complejas? Los creacionistas pueden no necesitar aceptar esta idea
evoluti-va, por cuanto formas más sencillas de vida viven actualmente en esas
rocas más profundas y podrían fácilmente llegar a fosilizarse allí.
Todos estamos familiarizados con los animales y.J_as plantas terrestres, así
como con el plancton, los peces y las ballenas de los océanos del mundo. Un
nuevo ámbito biológico está llegando a conocerse: el de la vida en las rocas
profundas. Las rocas de la corteza terrestre, especialmente las más profundas,
son relativamente inaccesibles. "Lejos de los ojos, lejos de la mente", cierta-
mente se aplica aquí; y no sorprende que aunque hemos sabido que existe algu-
na forma de vida en las rocas profundas desde hace décadas, sólo recientemen-
te los hombres de ciencia han prestado atención a este ámbito biológico oculto.
Desde hace mucho se sabía que organismos como bacterias, gusanos y
larvas de insectos abundan en el metro superficial de los suelos de la tierra. De-
bajo de este nivel, el número de organismos decrece dramáticamente, pero
persiste en números sorprendentes a gran profundidad. La única clase de vida
que florece a estas profundidades son diversos microorganismos. Los ejemplos
abundan.7 Bacterias que reducen el azufre son abundantes en los acuíferos (ca-
pas sedimentarias que contienen agua) a profundidades de 800 a 1.000 m en el
distrito Bakú de Azerbaiján (parte de la antigua Unión Soviética). Allí le impar-ten
un color rosado al agua que procede de las perforaciones de pozos petrolífe-ros.
8
Un pozo produjo unos 5.000 litros de agua rosada diariamente por seis meses.
Una veta de carbón en Alemania, a una profundidad de 400 m, aloja unas 1.000
bacterias por gramo de carbón. Más o menos la misma concentra-ción de
bacterias fue hallada en el agua subterránea, a más de 1 km bajo la su-perficie,
9
en la caliza Madison en el noroeste de los Estados Unidos.
Se han realizado extensos estudios en Carolina del Sur (EE.UU.) en tres po-zos
perforados a profundidades de hasta 500 m. Típicamente, se encontraron de
100.000 a 10.000.000 de bacterias por gramo de sedimento, y se aislaron más de
4.500 cepas diferentes. En capas sedimentarias de arcilla menos permeables
CAPfTULO 10 1 LA COLUMNA GEOLÓGICA Y LA CREACIÓN 189
bre 150° C, pero estos datos son discutibles. Muchos requieren oxígeno, mien-
tras algunos no pueden sobrevivir en su presencia .. Otros pueden existir en
cualquiera de los dos ambientes. A menudo hay una cantidad moderada de
oxígeno en las aguas a esa profundidad, mientras esf>acios sin oxígeno no son
raros. La energía la obtienen de compuestos orgánicos e inorgánicos.
Por lo dicho arriba es evidente que existe un mundo viviente en las rocas,
previamente desconocido. Desafortunadamente, estos organismos "sigilosos"
son relativamente inaccesibles. Su presencia plantea algunas preguntas intere-
santes con respecto al registro fósil de microorganismos que se encuentran en
las rocas más profundas.
perspectiva de los creacionistas co-mo la de los evolucionistas. Los estromatolitos son una parte importante del es-cenario
evolucionista de la vida temprana (Tabla 9.1 ); pero, como muchos de los fósiles de las rocas profundas, su identificación es
problemática. Algunos ejemplos ampliamente aceptados de estromatolitos antiguos han sido reinter-pretados como
precipitaciones y deformación de sedimentos blandos.20 El pa-leobotánico A. H. Knoll, de Harvard, señala que "no se conoce
ningún estroma-tolito del Arqueano temprano que contenga microfósiles. De este modo, deben considerarse las alternativas
abiológicas".
21
CAPITULO 10 1 LA COLUMNA GEOLÓGICA Y LA CREACIÓN 191
EL FACTOR MOVILIDAD
· La separación por movilidad se aplicaría a los animales que procurarían
escapar de las aguas en gradual crecimieRto en un diluvio global. Por ejemplo,
las aves son escasas en el registro fósil. Restos bien conservados no se han en-
contrado por debajo del jurásico. Se esperaría que escaparan gradualmente a te-
rrenos más elevados durante los meses del diluvio, dejando sólo pisadas en los
sedimentos blandos. Esto podría explicar la abundancia relativa aparente de
huellas de aves en el Triásico por debajo de cualquier hueso fósil de aves en
buen estado.23 Del mismo modo, las huellas de pisadas de anfibios y reptiles
tienden a dominar a un nivel inferior en la columna geológica que el que con-
tiene los fósiles de sus cuerpos.24
Los animales terrestres más grandes parecen estar más capacitados para es-
capar a niveles más altos durante la inundación de lo que podrían hacerlo los
menores. Esta puede ser la base de la Regla de Cope, que afirma que en la evo-
lución los organismos tienden hacia tamaños mayores. 25 Esta regla está basada
en la observación que hizo Cope de que existe un aumento en tamaño de un ti-po
particular de fósil a medida que se asciende en la columna geológica. En el
contexto de un diluvio, los organismos más grandes del mismo tipo habrían es-
capado a un nivel más alto de la columna que sus contrapartes menores. (Éste es
el mismo Cope famoso que rivalizaba con Marsh en el estudio de los vertebra-
dos en el oeste de los Estados Unidos. 26) Aunque la función de la movilidad en
la distribución de los animales en la columna geológica durante el diluvio debe
seguir siendo especulativa, la regla de Cope y datos tales como la distribución
["sorting"] de las huellas de pisadas se ajustan bien al concepto de separación de
acuerdo con la movilidad.
EL FACTOR FLOTABILIDAD
Durante siglos se ha sugerido la separación por densidad durante el diluvio del
Génesis como el mecanismo para explicar el registro fósil. Ocurre que mu-chos
organismos sencillos como el coral, los caracoles, las ostras, los braquiópo-dos y
otros organismos marinos tienen una mayor densidad y también están mejor
representados en las partes inferiores de la columna geológica que los vertebrados
más familiares, como la rana y los gatos. ¿Podría la densidad, en actividad durante el
diluvio, ser responsable por esta distribución? Tal vez pue-
CAPfTULO 10 1 LA COLUMNA GEOLÓGICA Y LA CREACIÓN 193
da ser así a un nivel local, pero es muy dudoso que la separación de acuerdo
con la densidad del animal pudiera ser la explicación general para toda la co-
lumna. Los animales con conchas pesadas se encuentran también en las capas
más altas de la columna geológica.
la flotabilidad de los cadáveres de los vertebrados es uno de los factores
más probables. Después de la muerte, algunos vertebrados tienden a flotar por
mucho más tiempo que otros. Experimentos preliminares sobre organismos re-
cientes indican que las aves flotan, en promedio, 76 días, los mamíferos, 56
días, los reptiles, 32 días, y los anfibios, 5 días.F Debe reconocerse que los re-
presentantes actuales de estos grupos difieren hasta cierto punto de sus contra-
partes fósiles, lo que podría producir cifras diferentes para el mismo tipo de ver-
tebrados. Sin embargo, esta secuencia se adecua bien tanto con la disposición
en la columna geológica como con el marco de tiempo del diluvio descrito en el
Génesis. la separación por flotabilidad podría haber sido un factor en el dilu-vio
del Génesis.
''''h'·''·*M
L_
Una sugerencia en cuanto a la distribución general de los organismos antes del
diluvio del Génesis. La teoría de la zonación ecológica propone que la destrucción
gradual de estos ambientes por el
agua creciente del diluvio produciría la secuencia de los fósiles que se encuentran ahora en la
corteza terrestre.
,
CAPfTULO 10 1 LA COLUMNA GEOLÓGICA Y LA CREACIÓN 195
tediluviano. Si este paisaje fue destruido por una inundación gradualmente cre-
ciente, como se describió arriba, el resultado sería la secuencia general que
ahora se encuentra en el registro fósil. En este modelo, la secuencia de peces,
anfibios, reptiles y mamíferos que se indicó arriba podría deberse a la distribu-
ción prediluvial de estos organismos.
A veces la teoría de zonación ecológica es simplificada en exceso al com-
parar en detalle la ecología actual con la antediluviana. Mientras nuestra ecolo-
gía actual se relaciona con la secuencia fósil de una manera general, no debería
esperarse que un esquema ecológico sobreviviera al diluvio mundial en gran
detalle. Se esperaría que cualquier catástrofe de proporciones tal como el dilu-vio
del Génesis produjera cambios en la ecología de la Tierra. La distribución precisa
de los organismos antes de tal catástrofe sería probablemente diferente de la
actual. Además, una comparación de la ecología pasada y presente se complica
por la realidad de que, en cualquier inundación grande, se esperaría tanto
transporte lateral restringido como extenso. Este transporte, junto con el le-
vantamiento y la subsidencia del lugar de origen del material transportado y de
las áreas de deposición, introducirían complicaciones adicionales a la secuencia
de los fósiles. Una mezcla limitada, la flotabilidad y la movilidad de los organis-
mos también podría modificar el orden de los fósiles. No se espera una con-
gruencia exacta de la ecología prediluviana con la ecología actual o la que se
observa en el registro fósil, y esta teoría no la propone. Se propone una secuen-
cia ecológica general pero no específica, que sería el resultado del crecimiento
gradual de las aguas del diluvio.
Algunos aspectos generales del registro fósil no se relacionan fácilmente
con las secuencias ecológicas modernas, y a veces se ha propuesto un mundo
antediluviano modificado dentro del marco de la teoría de la zonación ecológi-ca.
Por ejemplo, los organismos marinos actuales están ca,si exclusivamente al
nivel del mar o más abajo. Sin embargo, en la secuencia fósil, los organismos
marinos son abundantes en diversos niveles. De aquí que se ha propuesto que
antes del diluvio hubo grandes mares a diferentes niveles en los continentes (Fi-
gura 10.2). Estos podrían ser la fuente de los principales niveles de fósiles mari-
nos en la columna geológica. Estos mares propuestos habrían sido más
extensos que los mares de agua salada tales como el Gran Lago Salado, el Mar
Muerto y el Mar Caspio que ahora existen en la Tierra por sobre o por debajo del
30
nivel del mar.
196 LOS ORIGENES 1 LOS FÓSILES
pas de rocas. En una interpretación del registro fósil dentro de la teoría de zona-
ción ecológica, esto correspondería con los escasos fósiles sencillos que encon-
tramos en las capas del Precámbrico inferior (Figura 10.1; nótese especialmente
la distribución de bacterias y algas en el Precámbrico). La fosilización de estos
organismos sencillos pudo haber ocurrido antes, durante o después del diluvio
del Génesis. Las algas que requieren de )uz, y que ocasionalmente se encuen-
tran ahora en las rocas profundas, probablemente provienen de la infiltración de
aguas superficiales.
2) Los organismos que se encuentran en la zona gris clara entre la línea de pun-
tos y la lfnea de trazos de la Figura 10.1 son casi enteramente marinos. Éstos
re-presentarían los organismos que vivían en los mares poco profundos
anteriores al diluvio, los cuales habrían tenido una abundante vida marina. Esto
explica el problema evolucionista de la explosión cámbrica,4° donde la mayoría
de los ti-pos de animales, que son casi enteramente marinos, aparecen
repentinamente sin antepasados evolutivos. La teoría de la zonación ecológica
explica fácil-mente la explosión cámbrica como la ubicación de los mares
antediluvianos a bajas elevaciones.
ción de la columna geológica que tiene muchos fósiles (Fanerozoico), casi todo
lo que se encuentra en las porciones inferiores (Cámbrico a Silúrico) son fósiles
de organismos marinos, mientras que los fósiles de la porción superior (Tercia-
rio) son predominantemente organismos terrestres, con proporciones interme-
dias variables entre ellas. Tal secuencia sería lo que se esperaría de un evento
único de inundación en el que las primeras perturbaciones producirían el sepul-
tamiento del ambiente marino más bajo (explosión cámbrica), mientras que só-lo
los ambientes terrestres más elevados, que posiblemente tenían un clima más
fresco donde vivían los mamíferos, estarían involucrados en las etapas fina-les,
formando la parte superior de la columna geológica. La sugerencia general de
progreso de los organismos a medida que uno asciende en la columna geoló-
gica puede no representar la evolución, sino que podría reflejar la ecología ante-
diluviana de la Tierra.
Una cantidad significativa de datos se ajusta a las expectativas generales
de la teoría de la zonación ecológica.
CONCLUSIONES
La discusión que antecede es, para decir lo menos, bastante diferente de
las interpretaciones tradicionales. Sin embargo, descubrimientos tales como
orga-nismos que viven en las rocas profundas, y un esquema irregular de
distribu-ción de fósiles, desafía la interpretación evolucionista del
desenvolvimiento gradual y sugieren que deberían considerarse alternativas.
En general, cuando se considera la secuencia fósil se encuentran singulari-
dades significativas de organismos a diferentes niveles y una sugerencia general
de una progresión ascendente de formas de vida de lo simple a lo complejo.
Este esquema se considera a veces como evidencia compulsiva en favor del
evolucionismo. Sin embargo, la progresión limitada no necesita reflejar una
evolución. La movilidad y la flotabilidad pudieron causar algún aparente progre-
so en una inundación global. También significativo es que los organismos ac-
tualmente vivan sobre la corteza terrestre en una secuencia ascendente general
de lo simple a lo complejo. Primero, hay organismos unicelulares en las rocas
profundas, luego organismos más complejos en los ambientes marinos inferio-
res, y más arriba los organismos terrestres más complejos. En el contexto de
una catástrofe mundial que subía gradualmente, tal como el diluvio del Génesis,
se esperaría este orden general en el registro fósil; y eso es lo que encontramos
allí.
lOO LOS ORIGENES 1 LOS FÓSILES
Notas y referencias:
1. B. Pascal, Pensées, A.). Krailsheimer, trad. (Londres y N. York: Penguin Books, 1966), p. 80.
2. Unos pocos evolucionistas no aceptan la idea de que el evolucionismo incluye el concepto del origen espon-
táneo de la vida. Prefieren limitar el evolucionismo al desarrollo de las formas de vida después que la vida se
hubo organizado. Yo usaré el término más en la forma en que se lo entiende generalmente en las revistas
científicas y los libros de texto, donde incluye tanto la evolución de la vida simple como el subsiguiente desa-
rrollo de formas de vida más complejas. 1
3. Sin embargo, al comparar las especies vivientes con sus similares en el registro fósil, se nota una proporción
creciente de peculiaridades (comparadas con las especies actuales) al bajar más y más en la columna geoló-
gica. Esto se ha interpretado como evidencia del cambio gradual de las especies con el tiempo. Sin embargo,
este argumento debe ser evaluado ante la expectativa de que en cualquier catástrofe de gran magnitud, tal co-
mo el diluvio, se esperaría que esas especies que fueron sepultadas más abajo en la columna geológica tuvie-ra
menos posibilidades de tener representantes que escaparan y sobrevivieran al diluvio.
4. a) G.M. Price, The New Geology (Mountain View, CA: Pacific Press Publ. Assn., 1923), pp. 619-534. Para un
informe de esto, ver: b) R. L. Numbers, The Creationists (N. York: Alfred A. Knopf, 1992), pp. 72-101.
5. Por ejemplo, ver: a) B.C. Nelson, The Deluge Story in Stone: A History of the Flood Theory o( Geology (Min-
neapolis: Bethany Fellowship, lnc., 1968); b) A.M. Rehwinkel, The Flood in the Light of the Bib/e, Geology,
and Archaeology (51. Louis: Concordia Publishing House, 1951), pp. 268-274; e) ).C. Whitcomb, )r., The
Wor/d That Perished, 2a. ed. (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1988), pp. 86, 87; d) ).C. Whitcomb, jr.,
H.M. Morris, The Genesis Flood: The Bíblica/ Record and its Scientific lmplications (Filadelfia: The Presbyte-rian
and Reformed Publishing Co., 1966), pp. 180-211.
6. Numbers, pp. 218, 219 (nota 4b).
7. a) C. B. Fliermans, T.C. Hazen, eds., Proceedings ofthe First lnternational Symposium on Microbiology of the
Deep Subsurface, WSRC lnformation Services Section Publications Group, 1990; b) ).K. Fredrickson, T.C.
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Pedersen, "The Deep Subterranean Biosphere", Earth-Science Reviews 34(1993):243-260; e) T. O. Stevens, ).P.
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8. M. V. lvanov, "Subsurface Microbiological Research in the USSR", en: Fliermans y Hazen, pp. 1.7-1.15 (nota 7a).
20. D.R. Lowe, "Abiological Origin of Described Stromatolites Older Than 3.2 Ga", Geo/ogy 22(1994):387-390.
21. A.H. Knoli, "Precambrian Evolution of Prokaryotes and Protists", en: D.E.G. Briggs, P.R. Crowther, eds., Paleo-
biology: A Synthesis (Oxford y Londres: Blackweli Scientific Publications, 1990), pp. 9-16.
22. a) C. L. V. Monty, "Range and Significance of Cavity-Dwelling or Endostromatolites. Sediments Down-Under",
Abstracts of the 12th lnternational Sedimentologica/ Congress, 1986, Canberra, Australia, p. 216; b) D. Va-chard,
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supérieur du Djebel Tebaga (Tunisie)", Comptes Rendus de L'Académie des Sciences, Paris,
306(Ser.2.1988):1137-1140.
23. M.G. Lockley, S. Y. Yang, M. Matasukawa, F. Fleming, S. K. Lim, "The Track Record of Mesozoic Birds: Eviden-ce
and lmplications", Philosophica/ Transactions of the Royal Society of London B 336(1992):113-134.
24. L. R. Brand, ). Florence, "Stratigraphic Distribution of Vertebrate Fossil Footprints Compared with Body Fos-sils",
Origins9(1982):67-74.
2S. Para un estudio de la Regla de Cope, ver: M.). Benton, "Evolution of Large Size", en: Briggs y Crowther, pp.
147-152 (nota21).
26. Ver el capítulo 9.
27. L. R. Brand, Comunicación personal.
28. Ver el capítulo 13.
29. H.W. Clark, The New Diluvialism (Angwin, CA: Science Publications, 1946), pp. 37-93.
30. Ver el capítulo 12 para una sugerencia alternativa del transporte de sedimentos marinos. Note especialmente
la Figura 12.2 A, B.
31 . Algunos consideran la escasez de polen de plantas con flores en las capas inferiores geológicas como un
problema serio para la teoría de la zonación ecológica, ya que se esperaría que el polen estuviera ampliamen-te
distribuido. Pero la Biblia sugiere que no hubo lluvia ([a] Génesis 2:5) antes del diluvio, lo que implica un sistema
climático diferente que pudo haber excluido también vientos fuertes. Sin lluvias ni vientos fuertes, la distribución
del polen pudo haber sido limitada hasta que las aguas del diluvio destruyeron las acumulaciones locales. Sin
embargo, podría esperarse algún transporte de polen por las lluvias del diluvio, y hay unas pocas referencias a
tejidos de plantas en lugares inesperadamente bajos de la columna geológica, y a esporas y polen en capas
consideradas más antiguas que aquellas en las cuales se encuentran las plantas que los produ-jeron. Por
ejemplo: b) 0.1. Axelrod, "Evolution of the Psilophyte Paleoflora", Evolution 13(1959):264-275; e)). Coates, H.
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Saline Series in the Salt Range of the P1,mjab", Na tu re 153(1944):462, 463, y las referencias contenidas en él; j)
D.N. Wadia, Geology of India (Nueva Delhi: Tata McGraw-Hill Publishing Company, Ltd., 1975), pp. 135-137.
Tales datos, los cuales se ajustan bien a un modelo de creación y diluvio pero no dentro de un modelo de
evolución lento y gradual, donde las esporas y el polen no se esperarían an-tes que las plantas que los producen
hubieran evolucionado, son, por supuesto, altamente controvertidos y a menudo han estado sujetos a
reinterpretación.
32. Por ejemplo: A.H. Knoli, G.W. Rothweli, "Paleobotany: Perspectives in 1980", Paleobiology 7(1981 ):7-35.
33. Las capas rojas son especialmente abundantes en el Pérmico y el Triásico. Su origen es muy discutido. Ver, por
ejemplo: a) P.D. Krynine, "The Origin of Red Beds", American Association of Petroleum Geologists Bulle-tin
34(1950):1770; b) ).M. Weller, Stratigraphic Principies and Practice (N. York: Harper and Brotes, 1960), pp. 133-
135.
34. Pizarras negras muy ampliamente distribuidas en el Cretácico son consideradas especialmente peculiares. Ver:
a) M.A. Arthur, "Marine Black Shales: Depositional Mechanisms and Environments of Ancient Depo-sits", Annual
Review of Earth and Planetary Sciences 22(1994):499-551; b) S.O. Schlanger, M.B. Cita, "lntro-
202 LOS ORIGENES 1 LOS FÓSILES
duction to the Symposium: 'On the Nature and Origin of Criticas Organic Carbon-rich Facies'", en S.O. Sch-
langer, M. B. Cita, eds., Nature and Origin of Cretaceous Carbon-rich Facies (Londres y N. York: Academic Press,
1982), pp. 1-6. Ver también el resto del tomo.
35. Ver los capítulos 8 y 9.
36. Para un repaso de algunos de los datos, ver: 0.1. Axelrod, "An lnterpretation of Cretaceous and Tertiary Biota in
Polar Regions", Palaeogeography, Palaeoc/imatology, Pa/aeoeco/ogy45(1984):105-147.
37. R. Estes, ).H. Hutchison, "Eocene Lower Vertebrales from Ellesmere lsland, Canadian Arctic Archipelago",
Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology 30(1980):325-347.
38. E. L. Taylor, T.N. Taylor, N.R. Cúneo, "The Present is not the Key to the Past: A Polar Forest from the Per-mian of
Antarctica", Science 257(1992):1675-1677.
39. Ver: al C.P. Allégre, S. O. Schneider, "The Evolution of Earth", Scientific American 271 (4-1994):66-74; bl
C. E. P. Brooks, Climate Through the Ages: A Study ofthe Climatic Factors and their Variations (N. York y To-
ronto: McGraw-Hill Book Co., 1949); e) C. Emiliani, "Paleoclimatology, lsotopic", en: ).E. Oliver, R.W. Fair-
bridge, eds., The Encyclopedia of Climatology. Encyclopedia of Earth Sciences (N. York: Van Nostrand Rein-
hold Co., 1987), t. 11, pp. 670-675; d) L.A. Frakes, Clima tes Throughout Geologic Time (Amsterdam, Oxford y N.
York: Elsevier Scientific Publishing Co., 1979), p. 261; e) A.S. Goudie, "Paleoclimatology", en: Oliver y Fairbridge,
pp. 660-670 (nota 39c); f) ). Karhu, S. Epstein, "The lmplication of the Oxygen lsotope Records in Coexisting Cherts
and Phosphates", Geochimica et Cosmochimica Acta 50(1987):1745-1756; g) R.). Men-zies, R. Y. George, G.T.
Rowe, Abyssal Environment and Ecology of the World Oceans (N. York y Londres: )ohn Wiley and Sons, 1973),
pp. 349, 350.
40. Ver el capítulo 9 para una breve descripción de la explosión cámbrica.
QUÉ DICEN LOS FÓSILES
ACERCA DE LA EVOLUCIÓN
Nos seguimos olvidando
de ir derecho al fundamento.
No ponemos los signos de pregunta
lo suficientemente profundos.
1
LUDWIG WITTGENSTEIN
203
204 LOS ORIGENES 1 LOS FÓSILES
El árbol evolutivo como lo presentó Ernst Haeckel hace más de un siglo. Nótese que el tronco
principal y todas las ramas están conectados. Los grupos de organismos forman las hojas del árbol,
pero hay pocos representantes o ninguno, ya sea vivientes o fósiles, para las ramas o el tronco del
árbol. Los nombres para estos representan mayormente categorías de clasificación. Compárese con
la Figura 11.2.
CAPfTULO 1 1 1 LOS FÓSILES Y LA EVOLUCIÓN 207
sente". 16
Algunas formas en las ftanitas [chert) de Gunflint de la región de los gran-
des lagos en América del Norte, que se supone que tienen unos 2.000 m.a. de
edad, también son estrechamente similares a sus contrapartes vivientes. Ha-
blando en forma más general, Andrew Knoll afirma: "Muchos procariotas [sin
núcleos) del Proterozoico tardío difieren poco en morfología o conducta de las
poblaciones de cianobacterias vivientes" Y Los evolucionistas tratan de explicar
esta falta de cambios sobre la base de una tasa episódica (irregular) del cambio
evolutivo, o cambios evolutivos internos que no se pueden ver, pero en un
contexto creacionista estas semejanzas podrían también ser el resultado de infil-
18
traciones en las rocas de organismos que vivieron recientemente. Que el evo-
lucionismo ahora postule tasas de evolución de muy lentas hasta muy rápidas,
para adecuarse al registro fósil, ilustra cómo la teoría general de la evolución se
adecua prontamente a los diversos datos. Tasas de evolución altamente varia-
bles desafían el concepto tradicional de un proceso evolutivo lento y gradual, y
podemos preguntarnos por qué algunas bacterias u otros organismos similares
evolucionaron hasta llegar al hombre en 600 millones de años, mientras que
otros organismos parecen no haber cambiado nada en 2.000 m.a.
En el mejor de los casos para el modelo evolucionista, los fósiles revelan
tasas evolutivas altamente irregulares. Los prolongados períodos de evolución
lenta, o sin evolución, como lo indican los fósiles, dejan poco tiempo en el pa-
sado geológico para cambios evolutivos complejos altamente improbables.
m.a. atrás, y en las capas debajo de donde aparecen por primera vez, no hay
19
ninguna secuencia gradual de la evolución de su caparazón peculiar. Des-
pués de hacer algunas otras consideraciones, el profesor pareció satisfecho con
mis respuestas, y concordó que la teoría de la evolución tenía algunos proble-
mas. Más tarde se me informó que la única razón por la que se me permitió
graduarme fue porque ¡los profesores no podían ponerse de acuerdo en qué
hacer conmigo!
Problemas tales como el origen de la tortuga pueden repetirse centenares
de veces. En cada porción sucesiva de la columna geológica hay muchas apari-
ciones repentinas de nuevas clases de organismos. Una búsqueda de sus ante-
pasados en las capas que están por debajo de ellas no ha tenido éxito. Carlos
Darwin estaba plenamente consciente del problema, y en El origen de las espe-
cies (1859) afirma: "Exactamente en la misma proporción en que este proceso de
exterminación ha actuado en escala enorme, así el número de variedades in-
termedias que existieron anteriormente sobre la Tierra debe de haber sido real-
mente enorme. ¿Por qué, entonces, no está cada formación geológica y cada
estrato lleno de esos eslabones intermedios? La geología por cierto no revela
ninguna cadena orgánica detalladamente gradual; y ésta, tal vez, es la obje-ción
20
más obvia y más seria que se puede plantear contra mi teoría".
Darwin atribuyó el problema a la "extrema imperfección" del registro geo-
lógico; sin embargo, como lo reconoció el mismo Darwin, su concepto tuvo la
oposición de las autoridades principales sobre los fósiles de sus días, tales co-
mo "Agassiz, Pictet, y ninguno de ellos con más fuerza que el profesor Sedg-
wick".21
El cuadro general de los intermedios ausentes no ha cambiado significati-
vamente desde los tiempos de Darwin. Ciento veinte años más tarde, David M.
Raup, curador de geología del Field Museum de Historia Natural, en Chicago, y
ex presidente de la Sociedad Paleontológica, afirma: "En lugar de encontrar el
desenvolvimiento gradual de la vida, lo que encontraron los geólogos del tiem-po
de Darwin, y lo que los geólogos actuales realmente encuentran, es un regis-tro
sumamente desparejo o aun desigual; es decir, la~ especies aparecen en la
secuencia muy repentinamente, muestran poco o ningún cambio durante su
existencia en los registros y luego abruptamente desaparecen del registro" . 22
Y unos pocos años antes, el paleontólogo David B. Kitts, de la Universidad de
Oklahoma, también admitió: "A pesar de las brillantes promesas de que la
paleontología provee un medio para "ver" la evolución, ella ha presentado al-
CAPfTULO 11 1 LOS FÓSILES Y LA EVOLUCIÓN 109
gunas dificultades irritantes para los evolucionistas, la más notoria de las cuales
modelo del equilibrio puntuado.25 Esta explicación podría dar cuenta de la falta
de intermedios entre especies estrechamente emparentadas, pero no se ocupa
del problema mucho más significativo de la falta de intermedios entre los gran-
des grupos de organismos.
Los organismos vivientes y los fósiles caben dentro de grandes categorías
llamadas tipos y divisiones. Estos son los grandes grupos del esquema jerárqui-
co de clasificación. Bastante más de un millón de especies vivientes distintas
caben en menos de 80 grupos grandes (tipos y divisiones). ¿Por qué los grupos
son tan diferentes? Y cuando miramos a los fósiles, ¿por qué no hemos encon-
trado los intermedios en evolución entre estos grandes grupos diferentes? Aquí
es donde falla el modelo evolucionista en una de sus pruebas más cruciales. La
esperanza de alguna clase de maravilla evolucionista que transforme una clase
básica en otra permanece sin demostrar. Es probable que se encuentren mu-
chas especies fósiles nuevas en el futuro, pero como ha sido el caso durante si-
glos, se espera que caigan dentro de los grandes grupos ya existentes. 26 Se po-
dría sugerir, como lo hizo Darwin, que el registro fósil es imperfecto, pero se han
recole~tado muchos millones de fósiles. Que todos estos caigan dentro de los
grandes grupos, mientras las grandes lagunas entre ellos siguen sin estar re-
presentadas, es difícil de explicar para los evolucionistas. No parece posible que
las catástrofes o accidentes que favorecieron la formación y la conserva-ción de
fósiles ocurra sólo cuando no está ocurriendo la evolución de un grupo grande a
otro.
George Gaylord Simpson, el venerable paleontólogo de Harvard, ha deli-
neado el problema de la disminución de intermedios a medida que se asciende
210 LOS ORIGENES 1 LOS FÓSILES
Tipos Ninguna
Géneros Muchas
30
nismos del reino de las plantas".
Como ejemplo, las plantas con flores aparecen repentinamente, completa-
mente formadas y en abundancia en el registro fósil. Darwin llamó "un abo-
minable misterio" al origen de las plantas con flores. Más de un siglo más tarde,
algunos de los paleontólogos más distinguidos (Axelrod, Bold, Knoll y Roth-well)
31
todavía llaman "abominable" a ese problema.
Existen cuatro grupos principales de organismos voladores: los insectos,
los pterosaurios (reptiles voladores), las aves y los murciélagos (mis disculpas a
los humanos y su industria aeronáutica). Volar es una función altamente espe-
cializada que requiere muchos rasgos específicos además de las alas. Por
ejemplo, la estructura de un pequeño aeroplano es claramente diferente de la
de un automóvil. Se esperaría que la evolución gradual del vuelo dejara alguna
evidencia en el registro fósil. Cuando los insectos fósiles aparecen por primera
vez en la columna geológica, el vuelo está completamente desarrolladoY Los
pterosaurios voladores, las aves y los murciélagos también aparecen repenti-
namente como organismos voladores completamente funcionales. Los cambios
anatómicos necesarios para desarrollar el vuelo, incluyendo los cambios en los
huesos, la musculatura, las plumas, la respiración, el sistema nervioso, etc., de-
mandarían mucho tiempo, y se esperaría que los organismos que están sufrien-
do esos cambios dejaran algún registro fósil de las etapas intermedias. Se supo-
ne que las plumas de las aves evolucionaron a partir de las escamas de algún
reptil ancestral. Cualquiera que haya examinado una pluma bajo un microsco-pio
se da cuenta de que son estructuras intrincadas y altamente especializadas.
¿No dejaría algún registro en las rocas este proceso largo, en que una evolución
no dirigida creara todas estas partes a partir de escamas de reptiles, incluyendo
líneas de desarrollo que no tuvieron éxito? Hasta ahora, no apareció ninguno.
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URODELA
Una representación reciente de parte del árbol evolutivo que representa a los anfibios. Nótese la casi
total ausencia de intermedios propuestos, que refleja la aceptación de que el registro fósil no Jos
proporciona. Hay más familias de anfibios en el Paleozoico que en el Cenozoico. El grupo Eryo-
poidea ilustrado incluye 12 familias, comparado con un sólo representante para los grupos del
Cenozoico.•
• De Carroll, p. 157 (nota 19a). Copyright C 1988 de W.H. Freeman and Co. Usada con permiso.
214 LOS ORIGENES 1 LOS FÓSILES
medios extinguidos entre los reptiles y los mamíferos llamados los sinápsidos.
Una cantidad de rasgos del esqueleto de uno de los grupos se ha relacionado
con el otro, y hay características de las mandíbulas que los hacen un ejemplo
interesante, aunque limitado, de una presunta secuencia evolutiva entre los
reptiles y los mamíferos. El paleontólogo T. S. Kemp, de Oxford, afirma: "En
realidad, ésta es la única transición grande en el reino animal que pareciera ser
41
un caso bien documentado de un registro fósil real". El grupo es suma-mente
variado. Algunas características de un tipo específico de sinápsidos se ajusta a
algunos criterios de un propuesto antepasado mamífero, mientras que otros
rasgos no lo hacen. Aunque algunos rasgos son intermedios, no propor-cionan
u·na línea convincente de intermedios entre los reptiles y los mamíferos. El
paleontólogo Robert Carroll, de la Universidad McGill, afirma que "no pode-mos
todavía reconocer la línea ancestral específica que condujo a los mamífe-ros".42
CONCLUSIONES
En lugar de ser una corte final de apelación en favor de la evolución de la
vida, los fósiles podrían constituir más una corte final de apelación en favor del
creacionismo. Los hombres de ciencia a menudo sugieren que las ideas nue-vas
debieran ser puestas ante lo que llaman la prueba de la falsificación. En otras
palabras, buscar todos los datos posibles que muestren que el concepto es falso.
Una manera de falsificar la hipótesis evolucionista sería ver si los fósiles no
muestran una secuencia continua a través de la columna geológica, especial-
mente entre los grupos mayores. Si la evolución realmente ocurrió, esperaría-
mos una serie mayormente continua de fósiles desde los organismos más senci-
llos hasta todos los tipos mayores de las formas de vida actuales. Esperaríamos
que todos los grandes grupos estén conectados con otros correspondientes en las
capas inferiores, en lugar de aparecer abruptamente. Como se sabe bien, al
registro le faltan totalmente los organismos intermedios. Este problema se ex-
tiende más allá de los niveles de los tipos y las divisiones hasta la aparición re-
pentina de centenares de grupos pequeños y aislados en toda la columna. A es-to
debe añadirse la cuestión de tasas altamente erráticas de evolución que dejan
poco tiempo para los cambios evolutivos. Desarrollos muy complejos, grandes e
improbables tales como la explosión cámbrica, quedan restringidos a unos po-cos
millones de años. Los datos sugieren que el modelo general del evolucionis-mo
ha sido esencialmente falsificado.
Notas y referencias:
1. L. Wittgenstein, Culture and Value, P. Winch, trad., G.H.v. Wright (con H. Nyman), eds. (Chicago: University
of Chicago Press, 1980), p. 62e. Traducción de: Vermischte Bemerkungen.
2. R.S. Lull, Fossils: What They Tell Us of Plants and Animals of the Past, 2a. ed. (N. York: The University So-ciety,
1935), p. 3.
3. Ver el capítulo 9 para una descripción de e~tos grupos, y la Figura 10.1 para su distribución.
4. Aparentemente, algunos paleontólogos optimistas han sugerido que puede haber hasta 100 tipos en la explo-
sión cámbrica. Ver: R. Lewin, "A Lopsided Look at Evolution", Science 241(1988):291-293.
5. a) S.A. Bowring, ].P. Grotzinger, C. E. lsachsen, A. H. Knoll, S.M. Pelechaty, P. Kolosov: "Calibrating Rates of
Early Cambrian Evolution", Science 261 (1993):1293-1298. La cita es de (b) M. Nash, "When Life Exploded",
Time 146(23-1995):66-74.
6. R.A. Kerr, "Timing Evolution'sEarly Bursts", Science 267(1995):33, 34.
7. S.M. Stanley, The New Evolutionary Timetable: Fossils, Genes, and the Origin of Species (N. York: Basic Books,
1981), p. 93.
8. A. Feduccia, "Explosive Evolution in Tertiary Birds and Mammals", Scíence267(1995):637, 638.
9. Ver el capítulo 8.
10. a) S.]. Gould, Wonderful Life: The Burgess Shaleand the Nature ofHistory(N. York y Londres: W.W. North &
Co., 1989), pp. 39·50. Como era de esperar, el concepto no ha escapado enteramente de la crítica. Ver: b)
218 LOS ORIGENES 1 LOS FÓSILES
D.E.G. Briggs, R.A. Fortey, M.A. Willis, "Morphological Disparity in the Cambrian", Science 256(1992):1670-1673;
y discusiones posteriores de: e) M. Foote, S.J. Gould, y M.S. Y. Lee, "Cambrian and Re-cen! Morphological
Disparity", Science 256(1992):1816, 1817, con una respuesta de Briggs, Fortey y Wills en Science 256(1992):
1817, 1818.
11. W.N. Stewart, G.W. Rothwell, Paleobotany and the Evolution of Plants, 2a. ed. (Cambridge y N. York: Cam-bridge
University Press, 1993), pp. 510,511.
12. Se ha sugerido que la diversidad de especies entre los invertebrados está altamente correlacionada con el vo-
lumen y el área de las rocas sedimentarias. Ver: a) D.M. Raup, "Species Diversity in the Phanerozoic: An ln-
terpretation•, Paleobiology 2(1976):289-297; b) D.M. Raup, "Taxonomic Diversity During the Phanerozoic",
Science 177(1972):1065-1071. Por cuanto el volumen y la exposición de los sedimentos es mayor en las partes
más altas de la columna geológica, esto podría prejuiciar las conclusiones en el sentido de números mayores de
especies informadas más arriba en la columna. Los tipos básicos son menos.
13. Para ejemplos, ver los capítulos 4-8.
14. F. Ber~ini, "Fossil Acarida", en: A.M. Simonetta, S. Conway Morris, eds., The Early Evolution of Metazoa and
the Significance of Problematic Taxa (Cambridge y N. York: Cambridge University Press, 1991 ), pp. 253-262.
15. a) E. Pennisi, "Static Evolution: ls Pond Scum the Same Now as Billions of Years Ago?" Science News
145(1994):168, 169; b) j.W. Schopf, "Microflora of the Bitter Springs Fonnation, Late Precambrian, Central
York y Sidney: Croom Helm, 1987); g) M. Pitman, Adam and Evolution (Londres, Melbourne y Sidney: Rider and
Co., 1984).
29. F.R. Schram, "Ciadistic Analysis of Metazoan Phyla and the Placement of Fossil Problematica", en: Simonetta y
Conway Morris, pp. 35-46 (nota 14}.
30. H.C. Bold, C.J. Alexopoulos, T. Delevoryas, Morphology of Plants and Fungi, 5a. ed. (N. York y Cambridge:
Harper and Row, 1987), p. 823.
31. a) D.l. Axelrod, "The Evolution of Flowering Plants", en: S. Tax, ed., The Evolution of Life: its Origin, History
and Future. Evolution After Darwin: The University of Chicago Centennial (Chicago: University of Chicago
Press, 1960), t. 1, pp. 227-305; b} H.C. Bold, Morphology of Plants, 3a. ed. (N. York y Londres: Harper & Row,
1973), p. 601 (la 4a. y la 5a. ediciones tuvieron como coautores a otros dos autores, y la palabra "abc:r minable" ya
no se usó más; sin embargo, la idea todavía prevalece en el libro); e) A. H. Knoll, G.W. Rothwell, "Paleobotany:
Perspectives in 1980", Paleobiology 7(1-1981):7-35.
32. R.]. Wootton, "Fiight: Arthropoda", en Briggs y Crowther, pp. 72-75 (nota 17).
33. Para una discusión más extensa, ver: l.]. Gibson, "Are the Links Still Missing1", trabajo no publicado distribui-do
por el Geoscience Research lnstitute, loma Linda University, Loma Linda, California.
34. Ha habido una disputa sobre la autenticidad de los fósiles de Archaeopteryx, pero parecen ser auténticos. Ver:
a) A.]. Charig, F. Greenaway, A.C. Milner, C.A. Walker, P.]. Whybrow, "Archaeopteryx is Nota Forgery",
Science 232(1986):622-626; b) V.E. Clausen, "Recent Debate over Archaeopteryx", Origins 13(1986):48-55.
35. a} T.]. Wheeler, "Were there Birds Before Archaeopteryx1", Creatiorv'Evolution 13(2- 1993):25-35; b} C. Zim-mer,
"Ruffled Feathers•, Discover(May 1992), pp. 44-54.
36. Ver el capítulo 9 acerca del origen discutido.
37. G.G. Simpson, The Major Features of Evolution (N. York y Londres: Columbia University Press, 1953), p. 263.
35.
LA HISTORIA DE UN CASO
En 1923 Harlen Bretz, un geólogo de mente independiente,
describió uno de los paisajes más inusuales que se encuentran en la
superficie de nuestro- planeta. Una superficie de unos 40.000 km 2 en
la región sudeste del Estado de Washington, EE.UU., se caracteriza
por una vasta r~d de enormes canales secos, algunos de varios
kilómetros de ancho, que forman un laberinto de montí-culos y
cañones cortados en la dura y áspera roca volcánica. A diferencia de
los valles de los ríos usuales que en general tienen una sección que
forma una amplia V, estos canales a menudo muestran costados
empinados y pisos planos. Además, enormes
montones de grava arrastrada se pueden encontrar a diferentes altu-ras.
Evidencias de centenares de antiguas cascadas, algunas de hasta 100m de
alto, con grandes pozos de erosión en la base, son testimonio de algo muy
poco usual. ¿Cómo se formó ese paisaje? Bretz tenía una
idea, pero fue lo suficientemente extravagante como para iniciar una contro-
223
224 LOS ORIGENES 1 LAS ROCAS
EL CATASTROFISMO Y EL UNIFORMISMO
La idea de eventos geológicos rápidos, grandes e inusuales, el catastrofis-
mo, y la idea opuesta de cambios lentos, el uniformismo, han desempeñado un
papel preponderante en la interpretación de la historia pasada de nuestro mun-
226 LOS ORiGENES 1 LAS ROCAS
do. Los largos períodos requeridos por los lentos cambios uniformistas exigían
que se descartara el informe bíblico de un comienzo reciente para explicar las
enormes capas geológicas que se encuentran en la tierra. Por otro lado, el dilu-
vio bíblico representa un buen ejemplo de catastrofismo cuando grandes even-
tos ocurren rápidamente. Algunas veces el uniformismo (una forma de actua-
lismo) se define como "el presente es la clave del pasado", lo que significa, en
parte, que las lentas tasas de cambio actuales representan cómo esos cambios
ocurrieron en el pasado. Como era de esperar, las definiciones tanto del catas-
trofismo como del uniformismo han llegado a estar bajo un escrutinio severo, con
14
la plétora resultante de redefiniciones y usos conflictivos. Seguiremos el uso
más generalizado de los términos, como fueron explicados más arriba.
A través de la mayor parte de la historia humana, el catastrofismo fue un
15
concepto bien aceptado. Era común en la antigua mitología y en la antigüedad
greco-romana. El interés se desvaneció durante la época medieval, aunque los
árabes siguieron de cerca a Aristóteles, quien creía en catástrofes. Durante el
Renacimiento hubo un renovado interés, especialmente en el diluvio (del Géne-
sis). Los abundantes fósiles marinos que se encontraban en las montañas se ex-
plicaron a menudo como el resultado de ese catastrófico evento. La mayor par-te
de los siglos XVII y XVIII fueron testigos de intentos de armonizar la ciencia con
los informes bíblicos de la creación y del diluvio. Sin embargo, hubo algu-nos
detractores notables, tales como René Descartes (1596-1650), quien sugirió que
la Tierra se formó por un proceso de enfriamiento. Hubo también modifica-ciones
de las ideas ortodoxas, tales como la sugerencia de que el diluvio pudo haber
sido el resultado de causas naturales y que pudo no haber formado todas las
capas de rocas sedimentarias. Georges Cuvier (1769-1832) en Francia propu-so
múltiples catástrofes, y unos pocos eruditos defendían el uniformismo, in-
cluyendo a M. V. Lomonosov (1711-1765) en Rusia, y james Hutton (1726-1797)
y su defensor, John Playfair (1748-1819), en Escocia e Inglaterra. Estos últimos
dos hicieron mucho para promover esa idea. Al mismo tiempo, tam-bién en
Inglaterra, había un sólido apoyo en favor del diluvio bíblico, entre los que se
destacan autoridades como William Buckland, Adam Sedgwick, Wi-lliam
Conybeare y Roderick Murchison. En este ambiente apareció un libro que tuvo
más influencia sobre el pensamiento geológico que ningún otro.
Principies of Geology [Principios de geología] apareció por primera vez en
1830. Escrito por Carlos Lyell (1797-1875), enfatizaba fuertemente el uniformis-mo.
Fue muy exitoso, pasando por once ediciones. Cambió el clima dominante
CAPfTULO 12 1 LAS GRANDES CATÁSTROFES 227
del pensamiento geológico del catastrofismo a los estrictos cambios lentos del
uniformismo; específicamente, "los efectos permanentes de causas que están
16
ahora en acción", como Lyelllo presentaba. No sólo influyó este libro sobre la
geología, sino que tuvo efecto también sobre la ciencia como un todo. Se infor-
ma que fue una de "las posesiones más atesoradas" por Carlos Darwin 17 mien-
tras viajaba a bordo del HMS Beagle. A mediados del siglo, el uniformismo era el
concepto dominante, y el catastrofismo un concepto en retirada.
Parte del éxito del libro de Lyell puede atribuirse a sus astutos esfuerzos
para promover sus conceptos. Las cartas a su amigo y defensor, Poulett Scrope,
ilustran bien esto: "Si no irritamos, lo que temo que ocurra ... llevaremos a todos
con nosotros. Si no triunfamos sobre ellos, sino felicitamos la liberalidad y la
imparcialidad de la época presente, los obispos y santos iluminados se unirán
con nosotros para despreciar a los físico-teólogos [catastrofistas]. Es el momento
de golpear, así que rego~íjese de que, pecador como usted es, el Q.R. [Quar-terly
Review] está abierto para usted...
usi Murray [el publicador] tiene que impulsar mis tomos, y usted maneja la
geología de la Q.R., podremos en poco tiempo producir un cambio completo en
la opinión pública". 18
Como lo esperaba, Lyelllogró el cambio completo, si no de la opinión pú-
blica, ciertamente de la comunidad geológica. Por más de un siglo las interpre-
taciones catastróficas mayores no fueron toleradas. Mirando atrás al estableci-
miento del paradigma, Stephen J. Gould, de Harvard, comenta: "Carlos Lyell fue
educado como abogado, y su libro es más un alegato en favor del gradualis-mo
que un informe imparcial de las evidencias ... Lyell denigró el catastrofismo como
anticuado, como un último esfuerzo de los traficantes de milagros que tratan de
conservar la cronología mosaica de una Tierra que tiene sólo unos pocos miles
de años de edad.
"Dudo que alguna vez se haya hecho una caracterización más injusta de
una visión mundial científica reconocida". 19
A mediados del siglo XX, algunos geólogos notaron que el uniformismo es-
tricto estaba en desacuerdo con los datos de las rocas mismas. Bretz, como se
mencionó más arriba, encontró evidencias de una acción muy rápida. Otros
hombres de ciencia estaban encontrando capas sedimentarias con componentes
tanto de aguas poco profundas como de aguas muy profundas. 20 ¿Cómo pudie-
ron estos componentes mezclarse bajo condiciones tranquilas? La solución: co-
rrientes de barro subacuáticas catastróficas, que comienzan en aguas poco pro-
128 LOS ORIGENES 1 LAS ROCAS
fundas y fluyen hacia las profundidades. Estos flujos rápidos, llamadas corrien-
tes de turbidez, producen depósitos especiales llamados turbiditas. Sorpren-
dentemente, las turbiditas resultaron ser muy comunes en todo el mundo. 21
Unas pocas almas atrevidas sugirieron otras actividades catastróficas tales
como las extinciones en masa causadas por el bombardeo de radiaciones
cósmicas de alta energía22 y la rápida difusión de agua ártica fría en los océanos
del mun-do.23 Todas estas teorías indican una creciente separación del
uniformismo es-tricto.
El golpe de gracia al dominio de las explicaciones uniformistas no proce-dió,
sin embargo, del estudio de las rocas mismas, sino de los fósiles que ellas
contienen. ¿Por qué desaparecieron los dinosaurios cerca del final del Cretá-
cico, y por qué son evidentes diversas extinciones en masa 24 en otros niveles del
registro fósil? 25 Debería encontrarse alguna causa razonable. Se han pro-puesto
diversas ideas para la extinción de los dinosaurios, desde la muerte por inanición
hasta hongos venenosos o aun fiebre del heno. Sin embargo, su desa-parición
ha sido considerada, en general, como un misterio. Luego en 1980, el premio
Nobel Luis Álvarez, de la Universidad de California en Berkeley, y otros 26
sugirieron que la abundancia poco usual del elemento iridio que se en-cuentra en
una cantidad de lugares en todo el mundo en la capa superior del Cretácico
podría haber provenido de un asteroide que se estrelló en la tierra, matando a
todos los dinosaurios al mismo tiempo. La idea generó reacciones mixtas. Había
dudas, por cuanto los dinosaurios y otros organismos no parecían desaparecer
tan repentinamente en las capas fósiles. Otros propusieron una ac-tividad
volcánica generalizada e incendios globales, o el impacto de un come-ta en vez
del de un asteroideP El debate sobre los detalles continúa, pero la puerta a
interpretaciones catastróficas está bien abierta. Las publicaciones científicas
informan ahora de una gran variedad de cambios mayores repenti-nos.
Algunas de las ideas catastróficas más nuevas proponen que los cometas o
los asteroides pudieron generar olas oceánicas d~ alturas de hasta 8 km 28 y pe-
nachos de elementos vaporizados a centenares de kilómetros de altura sobre la
superficie de la Tierra.29 Otros han propuesto efectos que incluyen golpes de ai-re
a 500° C y a 2.500 km por hora que matarían la mitad de la vida sobre la Tierra, y
terremotos globales con ondas del suelo que típicamente llegarían a 1O m de
altura. También se ha propuesto la apertura de grietas de 1O a 100 km de largo,
y la rápida formación de montañas. 30 Hasta se ha hecho la sugerencia
CAPÍTULO 12 1 LAS GRANDES CATÁSTROFES 229
de que estos impactos podrían haber iniciado la ruptura del antiguo supercon-
la nueva Isla de Surtsey, al sur de Islandia. Nótese la playa, el acantilado, y los hombres que ayu-
dan a dar la escala. Cinco meses y dos días antes, esta área era mar abierto. los pequeños objetos
blancos en la playa son krill. los acantilados en el horizonte lejano no son parte de la nueva isla. •
• De Thorarinsson, Figura 39 (nota 42). Copyright 10 1964, 1966, por Almenna Bokafelagid. Usada con
permiso de Viking Penguin, una división de Penguin Books, USA, lnc.
sey en 1963, ubicada al sur de Islandia. En cinco días se formó una isla de 600
m de largo donde antes sólo había habido océano libre. Eventualmente alcanzó
un diámetro de casi 2 km. Sorprendentemente, cuando se visitó la isla, parecía
como si hubiera estado allí por mucho tiempo. En unos cinco meses se habían
desarrollado una playa de apariencia madura y un barranco (ver la Figura 12.1 ).
Uno de los investigadores comentó: "Lo que en otros lugares llevaría mi-les de
años ... puede tomar aquí unas pocas semanas, o aun unos pocos días.
"En Surtsey fueron suficientes unos pocos meses para crear un paisaje tan
variado y maduro que era casi increíble".42
Parecería que tenemos dificultad en pensar "en forma catastrófica". Esto
puede ser porque las catástrofes son raras y desagradables de contemplar. Esta
232 LOS OR(GENES 1 LAS ROCAS
resistencia puede explicar en parte por qué la gente es atrapada por esos even-
tos poco usuales, aun cuando haya advertencias previas del desastre inminente.
En 1902, en la Isla de Martinica, ei·Mount Pelée estalló, produciendo un flujo
volcánico que pasó sobre una fábrica de azúcar matando a más de 150 perso-
nas. Estas y otras actividades del volcán causaron preocupación entre los habi-
tantes del pueblo de St. Pierre, y algunos se fueron a regiones más seguras.
Con el fin de aliviar el pánico, las autoridades del gobierno aseguraron a la
pobla-ción de que no había riesgo inmediato, y aun el gobernador de la isla y su
espo-sa se mudaron a St. Pierre para animar a la gente a quedar en el pueblo.
Una erupción volcánica grande en una isla vecina sirvió para dar seguridad a la
gente, ya que llegaron a la conclusión de que la presión volcánica sobre el
Mount Pelée se había aliviado. Muchos regresaron a St. Pierre. A la mañana si-
guiente, el Mount Pelée estalló repentinamente, enviando una nube de ceniza y
vapor a 700° C (una nube ardiente) que aniquiló a 30.000 residentes de St. Pie-
rre en dos minutos.43 La historia registra que sólo sobrevivieron entre 2 y 4 per-
sonas. Uno era un convicto, protegido porque estaba en una celda subterránea.
Después de su rescate, fue vuelto a encarcelar inmediatamente.
Deberíamos recordar que otros agentes, tales como los terremotos y el
viento también pueden causar cambios rápidos bajo condiciones catastróficas.
No hay escasez de ejemplos que muestran que pueden ocurrir cambios geológi-
cos mayores rápidamente, y sin embargo, porque son raros, tenemos dificultad
en incorporarlos a nuestro pensamiento.
rra"; "todo lo que tenía aliento de espíritu de vida en sus narices ... murió"; "fue
60
destruido todo ser que vivía sobre la faz de la tierra".
2) Después del diluvio, Dios promete no destruir otra vez el mundo por este
método. 61 Como las inundaciones locales son bastante frecuentes, cada
inunda-ción local posterior sugeriría que Dios no cumple sus promesas. En
cambio, la promesa concierne, la ausencia de destrucción de la superficie entera
de la Tie-rra, y esa promesa sí se ha cumplido.
62
3) ¿Por qué se le pidió a Noé que construyera un arca grande para conservar
la variedad de animales si el diluvio sería ~olamente local? Se esperaría que los
animales tuvieran una amplia distribución, y no serían eliminados sólo por una
inundación local.
A. PREDILUVIAL
B. DILUVIO
C. POSTDILUVIAL
LEYENDA ~ SEDIMENTOS
ROCAS VOLCÁNICAS ~ SEDIMENTOS
~MARINOS ~ TERRESTRES
.. Y FUNDIDAS
~ SEDIMENlOSPRECÁMBRICOS 1,1;;--'_,1 ROCAS ~
~ YTERRESTRESMEZCLADOS -/'--1)1-;- GRANITICAS ~AGUA
r--:-1 SEDIMENTOS ~ BASALTOS Y .miili1l íFE
L
~ PRECAMBRICOS ~ ESQUISTOS .uJIIllll CAPAAQU RA
~ SEDIMENTOS TERRESTRES ~ SEDIMENTOS MARINOS
~ POSTDILUVIALES ~ POSTDll.UVIALES
Un ejemplo de un modelo del diluvio. El diagrama representa una sección transversal de parte de
un continente (izquierda) y del océano (derecha). A. Tierra prediluvial con grandes océanos a dife-
rentes niveles; grandes masas graníticas yacen debajo del continente. B. Etapa diluvial producida
por el hundimiento de los continentes y el levantamiento de los océanos (flechas pequeñas). Las
flechas más largas indican el movimiento de diversos sedimentos desde sus áreas de origen. C.
Etapa postdiluvial después del levantamiento y la compresión lateral de los continentes, con defor-
mación, erosión y redeposición de tipos de rocas.
CAPÍTULO 12 1 LAS GRANDES CATÁSTROFES 237
rrestre (o continental) o marino, pero a veces, ambos orígenes. Podemos saber el
origen por los organismos terrestres o marinos representados por los fósiles. Los
sedimentos en nuestros océanos actuales son bastante delgados comparados
con los que están sobre los continentes (Figura 12.2 C). Un roca basáltica pesa-
da de alta densidad (tipo volcánico) yace en el fondo de los océanos, mientras
los continentes tienen una base más liviana, de roca granítica. Esta disposición
mantiene a nuestros continentes literalmente flotando sobre las rocas más den-
sas, y de este modo los mantiene por sobre el nivel del mar para que tengamos
tierra seca sobre la cual vivir.
El modelo del intercambio de los continentes con los océanos propone
de opiniones entre los creacionistas con respecto a este tema implica que no se
conoce ninguna respuesta. Por cuanto la mayoría de los estratos sedimenta-rios
fueron depositados por agua, uno esperaría una diferencia notable entre las
capas del diluvio y las depositadas antes o después del diluvio. Además, el dilu-
vio no se habría iniciado ni terminado exactamente en el mismo lugar de la co-
lumna geológica en cada localidad. Como una primera aproximación, yo su-
geriría que los depósitos diluviales comenzaron en la región del Cámbrico y
terminaron como máximo en la región superior del Terciario (ver la Figura 10.1 ).
En algunas localidades podría haber terminado debajo de ese máximo. Esto
puede parecer una enorme cantidad de sedimentos, ¡y lo es! Sin embargo,
considerando el tamaño de la Tierra, es una capita superficial delgada. Propor-
cionalmente, sobre un globo terráqueo común de unos 30 cm de diámetro el es-
pesor de estos sedimentos sería menos que la cuarta parte del espesor de una
hoja de papel común.
Cuando los geólogos comenzaron a aceptar la idea de la deriva continental
y de la tectónica de placas a fines de la década de 1960 y principios de la de
1970, muchos creacionistas le dieron la bienvenida porque tales cambios mayo-
res en la superficie de la Tierra sugerían algunas posibilidades para los cambios
durante el diluvio. La tierra ya no se interpretaba como algo sólido y firme. los
creacionistas generalmente proponen un movimiento rápido de las placas, espe-
cialmente durante las etapas finales del diluvio, produciendo el levantamiento de
las montañas y la formación de los continentes actuales. los hombres de ciencia
en general no entienden bien las causas de los movimientos de las pla-cas, y las
interpretaciones creacionistas también deben ser provisorias. También
necesitamos recordar que la literatura científica normal transmite una pequeña
pero persistente nota de duda acerca de la validez del concepto de la tectónica
de placas/1 Se necesita más información antes que la teoría de la tectónica de
placas pueda ser incorporada adecuadamente a un modelo del diluvio.
A veces se sugiere que los muchos miles de afios que se necesitan para las
numerosas glaciaciones/épocas glaciales significarían un desafío para el modelo de
creación reciente y del diluvio. Además de las obvias glaciaciones recientes, otros
episodios de glaciación se han informado en las capas inferiores de la co-lumna
geológica. los datos relativamente convincentes para la actividad re-ciente del hielo
generalmente se incluyen en los modelos del diluvio como una secuela del diluvio.
Se han propuesto condiciones plausibles que podrían pro-ducir y derretir grandes
cantidades de hielo en pocos siglos en vez de mile-
CAPÍTULO 12 1 LAS GRANDES CATÁSTROFES 24
CONCLUSIONES
Las interpretaciones científicas de la historia pasada del mundo han cam-
biado. Durante siglos se aceptaron grandes catástrofes, luego por más de un si-
glo hubo un rechazo casi total de las catástrofes. Ahora se reconoce otra vez su
importancia. Algunas reinterpretaciones recientes de una acción rápida caben
bien en el concepto bíblico de un diluvio universal. Los creacionistas tienen
ahora que hacer menos reinterpretaciones de los conceptos geológicos acepta-
dos que en el pasado, porque muchas interpretaciones catastróficas más
nuevas se adecuan a un modelo del diluvio; pero todavía tienen mucho trabajo
que hacer para desarrollar sus modelos. Aunque un diluvio universal es extraño
pa-ra nuestro esquema normal de pensamiento, hay sólidas evidencias de que
los cambios geológicos pueden ocurrir rápidamente.
Notas y referencias:
1. N. Boileau, "l'Artpoétique, 1", citado en: H.L. Mencken, ed., A New Dictionary ofQuoliltions on Historica/
Principies From Ancient and Modern Sources (N. York: Alfred A. Knopf, 1942), p. 1222.
2. ).H. Bretz, "Glacial Drainage on the Columbia Plateau", Geologica/ Society of America Bulletin
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242 LOS ORIGENES 1 LAS ROCAS
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(Portland, OR: Timber Press, 1986, N" 2), p. 44.
5. ).H. Bretz, "The Channeled Scabland: lntroduction• (1978), en V.R. Baker, ed., Catastrophic Flooding: The
Origin of the Channeled Scabland, Benchmark Papers in Geology 55 (Stroudsburg, PA: Dowden, Hutchinson and
Ross, 1981), pp. 18, 19.
6. Baker, p. 60 (nota 5).
7. Para un informe de las presentaciones y discusiones, ver: ).H. Bretz, "Channeled Scabland and the Spokane
Flood" (1927), en: lbíd., pp. 65-76 (nota 5).
8. lbfd., p. 74 (nota 5).
9. J.H. Bretz, H. T. U. Smith, G.E. Neff, "Channeled Scabland of Washington: New Data and lnterpretations",
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1O. a) lbfd.; b) J.T. Pardee, "Unusual Currents in Glacial Lake Missoula, Montana", Geological Society of America
Bulletin 53(1942):1569-1600.
11. a) ).H. Bretz, "The Lake Missoula Floods and the Channeled Scabland", )ournal of Geology 77(1969):505-543;
b) M. Parfit, "The Floods That Carved the West•, Smithsonian 26(1-1995):48-59.
12. a) V.R. Baker, "Paleohydraulics and Hydrodynamics ofScabland Floods", en: Baker, pp. 255-275 (nota 5); b)
detalles adicionales fueron informados por: G.A. Smith, "Missoula Flood Dynamics and Magnitudes lnferred from
Sedimentology of Slack-water Deposits on the Columbia Plateau", GeologicaiSociety of America Bulle-tin
105(1993):77-100.
13. Bretz 1969 (nota 11 a).
14. a) C.C. Albritton, jr., "Uniformity, the Ambiguous Principie", en: C.C. Albritton, Ir., ed., "Uniformity and Sim-
plicity: A Symposium on the Principie of Uniformity in Nature", Geological Society of America Special Paper
89(1967):1, 2; b) S.A. Austin, "Uniformitarianism-A Doctrine that Needs Rethinking", The Compass of Sigma
Gamma Epsilon 56(2-1979):29-45; e) S.j. Gould, "ls Uniformitarianism Necessary?", American Journal of Science
263(1965):223-226; d) A. Hallam, Great Geological Controversies, 2a. ed. (Oxford y N. York: Oxford University
Press, 1989), pp. 30-64; e) R. Hooykaas, Natural Law and Divine Mirac/e: A Historicai-Critical Study of the
Principie of Uniformity in Geology, Biology and Theology (leiden: E.j. Brill, 1959); f) R. Hooy-
kaas, Catastrophism in Geology, its Scientific Character in Relation to Actualism and Uniformitarianism
(Amsterdam y Londres: North-Holland Publishing Co., 1970); g) R. Huggett, Catastrophism: Systems of Earth
History (Londres y N. York: Edward Arnold, 1990), pp. 41-72; h) ).H. Shea, "Twelve Fallacies of Uniformitaria-
nism•, Geology 10(1982):455-460.
15. Para reseñas generales, ver: a) D. Ager, The New Catastrophism: The lmportance of the Rare Event in Geolo-
gical History (Cambridge y N. York: Cambridge University Press, 1993); b) Hallam, pp. 30-64, 184-215 (nota
14d); e) R. Huggett, Catac/ysms and Earth History: The Development of Diluvialism (Oxford: Clarendon Press,
1989); d) Huggett 1990, pp. 41-200 (nota 14g).
16. C. Lyell, Principies of Geology; or, The Modern Changes of the Earth and its lnhabitants Considered as 11/ustra-
tive of Geology, ed. rev. (N. York: D. Appleton & Co., 1857), p. v.
17. Hallam, p. 55 (nota 14d).
18. K.M. Lyell, ed., Life, Letters and )ournals of Sir Charles Lyell, Bart (Londres: John Murray, 1881 ), t. 1, p. 271 (14
de junio de 1830), p. 273 (20 de junio de 1830).
19. S.j. Gould, "An Asteroid to Die for" Discover 10(10-1989):60-65.
20. M. L. Natland, Ph.H. Kuenen, "Sedimentary History of the Ventura Basin, California, and the Action of Turbi-dity
Currents•, Society of Economic Paleontologists and Mineralogists Special Publication 2(1951 ):76-1 07;
b) F.B. Phleger, "Displaced Foraminifera Faunas", Society of Economic Paleontologists and Mineralogists Special
Publication 2(1951 ):66-75.
21. Ver el capftulo 13 para un análisis adicional.
22. O.H. Schindewolf, "Neocatastrophism?", V.A. Firsoff, trad., Catastrophist Geo/ogy2(1-1977):9-21.
23. S. Gartner, ).P. McGuirk, "Terminal Cretaceous Extinction Scenario for a Catastrophe", Science
206(1979):1272-1276. .
24. Un artfculo clásico sobre las extinciones es: N.O. Newell, "Revolutions in the History of Life•, en: Albrltton,
CAPÍTULO 12 1 LAS GRANDES CATÁSTROFES
38. A. Holmes, Principies of Physical Geology, ed. rev. (N. York: The Ronald Press Co., 1965), p. 512.
39. Por ejemplo: R. l. Ecker, Dictionary of Science and Creationism (Buffalo, NY: Prometheus Books, 1990), p.
102.
40. M. Séguret, P. Labaume, R. Madariaga, "Eocene Seismicity in the Pyrenees from Megaturbidites of the
South Pyrenean Basin (Spain)", Marine Geology 55(1984):117-131.
41. a) A.S. Campbell, "Radiolaria", en: R.C. Moore, ed., Treatise on lnvertebrate Paleontology, Part D (Protista 3)
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Para análisis adicionales de este tema, ver: b) A.A. Roth, "Are Millions of Years Required to Produce
Biogenic Sediments in the Deep Ocean?" Origins 12(1985):48-56; e) A.A. Snelling, "Can Flood Geology
Explain Thick Chal k layers?", Creation Ex Nihi/o Technica/ }ourna/8(1994):11-15.
42. S. Torarinsson, Surtsey: The New /stand in the North Atlantic, S. Eysteinsson, trad. (N. York: The Viking Press,
1964), p. 39. Traducción de: Surtsey: Eyjan Nyja i Atlantshafi.
43. a) Encylopaedia Britannica, eds., Disaster! When Nature Strikes Back (N. York: Bantam/Britannica Books,
1978), pp. 67-71; b) T. Waltham, Catastrophe: The Violent Earth (N. York: Crown Publishers, 1978), pp. 36-
38.
44. Ver el capítulo 18 para un recuento de leyendas del diluvio.
45. Génesis, capítulos 6-8.
46. Génesis 2:5.
47. Génesis 2:6, 10-14.
48. Génesis, capítulos 7 y 8.
49. Génesis 7:17-19.
50. Génesis 8:2.
51. Ver Génesis 7:24 en a) J.M.P. Smlth, trad., The Bible: An American Translation (Chicago: University of Chica-
244 LOS ORIGENES 1 LAS ROCAS
go Press, 1935); y b) The New English Bible, 2a. ed. rev. (N. York: Cambridge University Press, 1972).
52. Génesis 8:14.
S3. a) F. Hitching, The Neck of the Giraffe: Darwin, Evolution, and the New Biology (N. York y Scarborough, On-tario:
Meridian, New American Library, 1982), pp. 11 O, 111; b) ].D. Morris, "How could All the Animals Ha-ve Got on
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1992); e) J.C. Whitcomb, ]r., H.M. Morris, The Genesis Flood (Filadelfia: The Presbyterian and Re-formed
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Creation Research, 1996), pp. 15-21.
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55. R. L. Numbers, The Creationists (N. York: Alfred A. Knopf, 1992), pp. 335-339.
56. Génesis, capítulos 1 y 2.
57. Éxodo20:11; 31:17.
58. Para más detalles, ver: a) R.M. Davidson, "Biblical Evidence for the Universality of the Genesis Flood", Origins
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199 (especialmente las pp. 187-193).
59. G.F. Hase!, "The Biblical View of the Extent of the Flood", Origins 2(1975):77-95.
60. Génesis 7:19-23.
61. Ver Génesis 9:11-15, e lsaías 54:9.
62. Génesis 6:19 a 7:9.
63. Algunas investigaciones significativas pueden verse en: a) S.A. Austin, ].R. Baumgardner, D.R. Humphreys,
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tory", en: R. E. Walsh, ed., Proceedings of the Third lnternational Conference on Creationism (Pittsburgh:
Creation Science Fellowship, lnc., 1994), pp. 609-621; b) ].R. Baumgardner, "Computer Modeling of the Lar-ge-
scale Tectonics Associated with the Genesis Flood", en: Walsh, pp. 49-62 (nota 63a); e) ].R. Baumgardner,
"Runaway Subduction as the Driving Mechanism for the Genesis Flood", en: Walsh, pp. 63-75 (nota 63a); d) M.
Molén, "Mountain Building and Continental Drift", en: Walsh, pp. 353-367 (nota 63a).
64. ]. Flori, H. Rasolofomasoandro, Évolution ou création? (Dammarie les Lys, Francia: Editions SDT, 1973), pp.
239-251. [Nota del Traductor: Hay una edición española: Flori y Rasolofomasoandro, En busca de los orí-
5
genes. ¿Evolución o creación? (Madrid: Safeliz, 2000 ), pp. 247-253.]
65. Para una reseña y evaluación del concepto, ver: a) B. Mundy, "Expanding Earth?", Origins 15(1988):53-69;
Una defensa abarcante está dada por: b) S.W. Carey, ed., The Expanding Earth: A Symposium. The Earth Re-
source Foundation, The University of Sydney (Brunswick, Australia: lmpact Printing, 1981 ), e) S.W. Carey,
Theories of the Earth and Universe: A History of Dogma in the Earth Sciences (Stanford, CA: Stanford Univer-
sity Press, 1988); d) P. ]ordan, "The Expanding Earth: Sorne Consequences of Dirac'sGravitation Hypothesis",
A. Beer, trad. y ed., en: D. ter Haar, ed., lnternational Series of Monographs in Natural Phílosophy, t. 37 (Ox-ford
y N. York: Pergamon Press, 1971 ). Traducción de: Die Expansion der Erde.
66. L.S. Smirnoff, "The Contracting-expanding Earth and the Binary System of its Megacyclicity", en: S. Chatterjee,
N. Hotton, 111, eds., New Concepts in Global Tectonics (Lubbock, TX: Texas Tech University Press, 1992), pp.
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67. Por ejemplo: a) M. Gurnis, "Large-scale Mantle Convection and the Aggregation and Dispersa! of Supercon-
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Geophysical Research Letters 17(5-1990):623-626.
68. Génesis 8:2.
69. a) Ecker (nota 39); b) N .D. Newell, Creation and Evolution: Myth or Reality? (N. York: Columbia University
Press, 1982), pp. 37-39; e) B. Ramm, The Christian View of Science and Scripture (Grand Rapids, MI: Wm. B.
Eerdmans Publ. Co., 1954), p. 244; d) K. R. Walker, ed., "The Evolution-Creation Controversy: Perspectives on
Religion, Philosophy, Science and Education", The Paleontologícal Society Special Publication N° 1 (Knoxvi-
lle, TN: Universlty of Tennessee, 1984), p. 62.
CAPÍTULO 12 1 LAS GRANDES CATÁSTROFES 245
70. N.C. Flemming, D.G. Roberts, "Tectono-eustatic Changes in Sea Leve! and Sea Floor Spreading", Nature
243(1973):19-22.
71. a) Dos tomos que tratan con problemas y alternativas son: V. Beloussov, M.G. Bevis, K.A.W. Crook, D. Mono-
polis, H.G. Owen, S. K. Runcorn, C. Scalera, W.F. Tanner, S.T. Tassos, H. Termier, U. Walzer, S.S. Augustithis,
eds., Critica/ Aspects of the Plate Tectonics Theory, 2 ts. (Atenas: Theophrastus Publications, S.A., 1990); bl
A.A. Meyerhoff, H.A. Meyerhoff, "'TheNew Global Tectonics':Major lnconsistencies", The American Asso-ciation
of Petroleum Geologists Bulletin 56(1972a):269-336; e) A.A. Meyerhoff, H.A. Meyerhoff, "'TheNew Global
Tectonics':Age of Linear Magnetic Anomalies of Ocean Basins", The American Association of Petro-leum
Geologists Bulletin 5S(1972b):337-379; d) N. Smith, ). Smith, "An Alternative Explanation of Oceanic Magnetic
Anomaly Patterns", Origins 20(1993):6-21; e) Para una veintena de artículos por otros tantos autores que
cuestionan el concepto corriente, ver: Chatterjee y Hutton (nota 66).
72. M.). Oard, "A Post-Fiood lce-Age Model Can Account for Quaternary Features", Origins 17(1990):8-26.
73. R.P. Sharp, Living Ice: Understanding Glaciers and Glaciation (Cambridge y N. York: Cambridge University
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74. M.R. Rampino, "Ancient 'Glacial'Deposits are Ejecta of Large lmpacts: The Ice Age Paradox Explained", EOS,
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76. Para algunos otros ejemplos de reinterpretaciones de los así llamados depósitos glaciares, ver: a) R.A. Bailey,
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Nairn, pp. 159-187 (nota 75a).
EVIDENCIAS GEOLÓGICAS DE
UN DILUVIO UNIVERSAL
n geólogo ofreció una vez cinco mil dólares por "una evidencia de
2
campo en favor de un diluvio universal". Su oferta refleja un comen-
tario, que se oye a menudo, de que no existe tal evidencia. Se invita al
lector a evaluar, sobre la base de las evidencias presentadas en este
capítulo, si existen evidencias geológicas en favor del diluvio del
Génesis, o no.
El modelo bíblico del diluvio no sólo intriga; es también pa-
voroso, y ¡no es para imbéciles! Se considera generalmente que
este acontecimiento involucra una gran porción del Fanerozoico de
la columna geológica que es relativamente rica en fósiles. Re-
presenta un promedio de muchos centenares de metros de sedi-
mento por toda la tierra. Una de las mayores diferencias entre los
modelos evolucionista y creacionista es la cantidad de tiempo que
se propone para la deposición de estos sedimentos fanero-zoicos.
El evolucionismo sugiere centenares de millones de años, en
contraste con un año para el diluvio en el informe bíblico.
Hay algunas buenas pruebas mediante las cuales se pueden distinguir
estos dos modelos. Sin emba~go, la aceptación renovada de
interpretaciones catastrofistas dentro de la comunidad geológica ha
reducido el contraste de algunas características distintivas. Algunas
de las evidencias en favor del diluvio que usan los creacionistas ya no son tan
pertinentes, porque han sido incorporadas al neocatastrofismo. Por ejemplo,
los creacionistas han citado a veces la excelente conservación de
146
CAPfTULO 13 1 EVIDENCIAS DE UN DILUVIO UNIVERSAL 247
muchos de los fósiles alrededor del mundo como evidencia de un rápido se-
pultamiento que se esperaría con el diluvio. Sin embargo, como tanto los crea-
cionistas como los no creacionistas pueden ahora incorporar un rápido ente-
rramiento en sus repertorios catastróficos, la buena conservación de los fósiles
ya no se puede considerar un rasgo característico para diferenciar los dos
mode-los.
En este capítulo examinaremos los datos que se encuentran en las capas
geológicas y sus fósiles que indican una gran actividad diluvial o un tiempo
breve de su deposición, como se esperaría en un diluvio universal. En otra parte
se considerarán informaciones adicionales con respecto a la extensión del dilu-
3
vio, la duración involucrada y algunas leyendas acerca del diluvio.
10
gadas de sal, han sido interpretados como turbiditas. Las turbiditas a menudo se
encuentran dentro de rasgos mayores de deposición que se llaman conos o
abanicos submarinos. Estos son abundantes en los continentes, pero también se
forman bajo el agua.
La evidencia de la actividad geológica subacuática sobre los continentes es
explicada por los no creacionistas con la sugerencia de que durante la mayor parte
del Fanerozoico el nivel del mar era sustancialmente más elevado, algunas veces
11
más de 500 m más alto que el nivel actual. Se postulan continentes más planos y
océanos más elevados.U Al usar esta explicación, los geólogos sin darse cuenta se
acercan mucho al modelo del diluvio (excepto por el factor tiempo im-plicado). A
pesar de ello, la abundancia de fósiles marinos, turbiditas y conos submarinos son
evidencia de una extendida actividad subacuática sobre los conti-nentes.
nal en Nueva York, postula "mares extendidos sobre inmensas áreas increíble-
14
mente planas en el mundo" . Derek Ager, un geólogo que apoya con entusias-
mo las catástrofes, habla de unidades de rocas con espesores de 30m o menos
en el Pérmico del oeste del Canadá que persisten sobre áreas de hasta 470.000
km2 • También menciona una delgada capa de "aproximadamente un metro de
15
espesor" que "puede encontrarse por todas partes de la cadena alpina" en Eu-
ropa. En el oeste de los Estados Unidos, la Formación Dakota, con un espesor
2
promedio de 30m, cubre unos 815.000 km •
La naturaleza extensa de los depósitos sedimentarios peculiares con fósiles
derivados de áreas terrestres es una evidencia de una clase de actividad
catastró-fica para la cual no hay ejemplos contemporáneos. Un caso notable es
el con-glomerado Triásico con madera fósil llamado Shinarump, que es uno de
los miembros de la Formación Chinle que se encuentra en el sudoeste de los
Esta-dos Unidos. Este conglomerado, que ocasionalmente llega a ser una
arenisca gruesa, generalmente tiene un espesor de menos de 30 m, pero está
extendido como una unidad casi continua sobre casi 250.000 km 2 •
16
Los
conglomerados y las areniscas, como los de Shinarump, consisten en partículas
relativamente grandes que requieren una energía considerable para su
transporte. Se necesita-rían fuerzas diferentes de las que nos son familiares hoy,
para distribuirlas en ese depósito casi continuo sobre una extensión tan grande.
Es difícil concebir que tal continuidad se produjera como resultado de
actividades sedimentarias loca-les como las que se encuentran en los ríos.
Cualquier valle, cañón o montaña común que se formara a lo largo del tiempo
fácilmente quebraría esa continui-dad. Los conglomerados basales y otras
unidades que se encuentran en muchas otras formaciones geológicas presentan
la misma evidencia. Es difícil apreciar. cuán delgadas y extendidas son algunas
de estas formaciones. Como ejemplo, si el conglomerado de Shinarump
estuviera representado por una superficie del tamaño de la página de este libro,
su espesor, en proporción, sería, en prome-dio, de sólo 1/5 del espesor de esta
página. Depósitos tan delgados, peculiares, y extensos parecen hacernos
recordar más la actividad de una inundación lami· nar (una extensión de agua
amplia y poco profunda) que una sedimentación lo-cal, como se sugiere a veces.
La gran extensión continua y de naturaleza significativamente singular de
formaciones enteras indican una distribución extensa de sedimentos a una esca-la
que sugiere una inundación enorme. El grupo rojizo de Chinle, que incluye la
Formación Chinle mencionada arriba, cubre unos 800.000 km2 •17 La multico-
CAPfTULO 13 1 EVIDENCIAS DE UN DILUVIO UNIVERSAL 251
ICOSISTEMAS INCOMPLETOS
Si la columna geológica del Fanerozoico se desarrolló lentamente a lo largo de
centenares de millones de años, los organismos que se encontraron en cual-quier
nivel deberían representar sistemas ecológicos viables que estuvieran lo
suficientemente completos como para permitir la supervivencia de aquellos or-
K•tnismos. En la cadena alimentaria básica, los animales requieren alimento de lns
plantas, las que, a su vez, obtienen su energía del sol. El registro fósil plantea un
problema cuando produce evidencias en favor de animales sin las evidencias
wrrespondientes de plantas suficientes como para alimentarlos. ¿Qué comían los
animales para sobrevivirl Los geólogos diluviales creen que esto es evidencia
252 LOS OR(GENES 1 LAS ROCAS
de que los animales fueron transportados de sus hábitats usuales y/o las plantas
fueron transportadas a otra parte, formando tal vez algunos de los yacimientos
de carbón desusadamente gruesos, tales como el yacimiento de Morwell (Aus-
tralia) con un espesor de 165 m.
La ya mencionada Formación Morrison del oeste de los Estados Unidos
aparentemente representa un enorme sistema ecológico, pero incompleto. Ha
sido una de las fuentes de dinosaurios más ricas del mundo (Figura 9.1 ); y sin
embargo, las plantas son muy escasas, especialmente donde se han
encontrado los restos de dinosaurios. 22 ¿Qué comieron estos monstruos? El
paleontólogo Theodore White comenta que "aunque la planicie de Morrison era
una región de acumulación razonablemente rápida de sedimentos, los fósiles de
plantas identificables son prácticamente inexistentes" . 23 Además, reflexiona que
por comparación con los elefantes, un dinosaurio Apatosaurus "consumiría 3,5
to-neladas de forraje verde diariamente". Si los dinosaurios estuvieron viviendo
allí por millones de años, ¿qué comían, si las plantas eran tan escasas? Otros
in-vestigadores también han comentado esta falta de plantas fósiles. Uno afirma
que la formación Morrison de Montana "es prácticamente estéril en cuanto a
plantas fósiles en la mayor parte de su secuencia"/ 4 y otros comentan que "la
ausencia de evidencia de vida vegetal abundante en la forma de yacimientos de
carbón y arcillas ricas en materia orgánica en gran parte de la Formación Morri-
son es sorprendente".25 Estos investigadores también expresan su "frustración"
porque 1O de 12 muestras estudiadas al microscopio estaban esencialmente
desprovistas de los "palinomorfos" (polen y esporas) que producen las plantas.
Con una fuente tan escasa de energía, uno se pregunta cómo pudieron sobrevi-
vir los grandes dinosaurios durante los millones de años supuestos, mientras se
estaba depositando la Formación Morrison.
Para explicar el dilema, se ha sugerido que las plantas existieron pero no se
preservaron. Esta idea no parece válida, ya que una cantidad de animales y
unas pocas plantas están bien preservadas. Tal vez Morrison no fue el lugar
donde vivieron los dinosaurios; en cambio, podría haber sido un cementerio
formado por inundaciones, mientras las plantas fueron seleccionadas y trans-
portadas a otra parte.
De una situación similar se informa en relación con el dinosaurio Protoce-
ratops, que se encontró en el centro del Desierto de Gobi, de Mongolia. Los in-
vestigadores que estudiaron diversos aspectos de estos depósitos cretácicos,
concluyeron: "La abundancia de un herbívoro inequívoco (Protoceratops) e in-
CAPÍTULO 13 1 EVIDENCIAS DE UN DILUVIO UNIVERSAL 153
FIGURA 13 1
·.,··,,·,
Vista del Gran Cañón del río Colorado en Arizona. Las flechas desde arriba hacia abajo señalan tres
hiatos o lagunas (capas que faltan) de alrededor de 6, 14 y 100 millones de años respectiva-mente.
dicios de una rica fauna fósil [probablemente tubos hechos por insectos] reflejan
una región de alta productividad. La ausencia de evidencias de una coloniza-
ción vegetal bien desarrollada es, por lo tanto, anómala y desconcertante". 26
Aún más sorprendente son los datos de la arenisca Coconino, que es la
unidad de color claro que se ve cerca de la parte alta del Gran Cañón en Arizo-na
(Figura 13.1, un poco arriba de la flecha superior). Esta unidad, que tiene un
espesor promedio de 150 m está esparcida en muchos miles de kilómetros
cuadrados. En la mitad inferior de la arenisca Coconino se encuentran centena-
res de pisadas, probablemente hechas por anfibios o reptiles. Sin embargo, no
parece haber habido ninguna planta presente en ella. Aparte de las pisadas, só-lo
se han informado unos pocos tubos de gusanos, y pisadas de invertebradosP Si la
arenisca Coconino fue depositada a lo largo de millones de años, ¿de qué
alimentos disponían los animales que dejaron todas esas huellas? No hay evi-
dencia de la presencia de alimentos vegetales. Si se conservaron bien unas sen-
cillas pisadas, se esperarían impresiones o moldes de raíces, tallos y hojas de
plantas.
254 LOS ORIGENES 1 LAS ROCAS
Casi todas las huellas en la arenisca Coconino indican que los animales iban
8
cuesta arriba/ y la misma situación se encontró en la formación de arenis-ca de De
Chelly, hacia el este.29 No se han hallado los animales que dejaron las pisadas en el
Coconino, pero sus pisadas están bien conservadas y son abun-dantes. Además,
hay fuertes evidencias de que los animales dejaron esas huellas bajo el agua, en
30
lugar de la interpretación corriente de que fueron hechas en las dunas del desierto.
¿Es posible que todas esas huellas cuesta arriba fueron for-madas por animales que
trataban de escapar de las aguas del diluvio?
Algunas colecciones de fósiles parecen ser ecosistemas completos, y otras,
no. ¿De qué modo puede explicar un modelo evolucionario, de lenta deposi-ción,
los conjuntos fósiles incompletos? Se supone que la deposición de las for-
maciones Morrison y Coconino llevaron por lo menos 5 millones de años. ¿De
qué modo sobrevivieron los animales, representados en sus capas, sin una
fuente adecuada de alimentos? La separación de los organismos por medio de
un diluvio grande puede resolver el dilema.
Los requisitos ecológicos permiten inferir que las formaciones Morrison y
Coconino fueron depositadas rápidamente. Esto sugiere la clase de actividad
que se espera durante un diluvio universal.
gunas) en la columna geológica están indicadas en la Figura 13.1 con flechas. Desde
arriba hacia abajo, las brechas representan aproximadamente 6, 14 y más de 100
millones de años de capas que faltan en la columna geológica co-rriente. Donde está
la flecha inferior faltan los períodos Ordovícico y Silúrico completos (ver la Figura
10.1 para la terminología). Se sabe que existe esta bre-cha porque los depósitos
ordovícicos y silúricos están presentes en otras partes del mundo. En un contexto
evolucionista, estos depósitos requerirían un largo tiempo para su formación y para
la evolución de los organismos que forman, sus fósiles característicos. Se
determinan las porciones que faltan comparando los fósiles en las capas
sedimentarias con la secuencia completa de la columna geológica. También se usa la
datación radiométrica, especialmente para estable-cer el marco de referencia general
de las capas.
Los geólogos han sabido desde hace mucho tiempo que existen estas bre-chas
y generalmente las llaman "discordancias", aunque el término se usa a ve-ces de
diversas maneras en diferentes países. Hay varios tipos de discordancias. Si las
capas superiores e inferiores forman un ángulo entre ellas, se usa la expre-sión
discordancia angular, si están paralelas en general, pero con alguna eviden-
-------------------------------------------------
--------------------------------
-------~--
• Diagrama basado en: a) A.P, Bennison, Geological Highway Map of the Southern Rocky Mountain Region:
Utah, Colorado, Arizona, New Mexico, ed. rev,, U.S. Geological Highway Map N° 2 (Tulsa, OK: The American Asso-
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1975, p. 4; d) O. Tweto, Geologic Map of Colorado, escala 1:500.000 (Reston, VA: U.S. Geological Survey, 1979).
258 LOS OR(GENES 1 LAS ROCAS
Costa oriental de Australia en Nueva Gales del Sur. La flecha señala un hiato de 5 millones de años
precisamente sobre la c.apa de negra de carbón.
unidad cuando las capas fueron empujadas hacia el norte durante la formación
de los Alpes. ·
Algunos geólogos han hecho comentarios acerca de la falta de evidencia de
los cambios geológicos que se esperarían en estas lagunas. Al referirse a esta
clase de hiatos, llamadas discordancias encubiertas ("paraconformities"), Nor-
man Newell del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, comen-ta:
"Un aspecto notable de las discordancias encubiertas (paraconformities) en las
secuencias de roca calcárea es la falta general de evidencias de erosión en la
parte inferior de la capa. Suelos residuales y superficies cársticas, que se po-
drían esperar como resultado de la larga exposición a la intemperie, faltan o no
se las reconoce". Al "especular" acerca del origen de estos contactos planos, el
autor añade que "el origen de las discordancias encubiertas (paraconformities)
es incierto, y ciertamente no tengo una solución sencilla para este problema". 38
En una publicación posterior, Newell comenta: "Una característica intri-gante
de los límites de los conjuntos de sistemas sedimentarios que forman una era
("erathem") y de muchos otros límites bioestratigráficos importantes [límites
CAPfTULO 13 1 EVIDENCIAS DE UN DILUVIO UNIVERSAL 261
Valle del Ródano, en Suiza. La flecha señala un supuesto hiato de en la sedimentación de alrededor
de 45 millones de años. Todas las capas más altas, desde bien por debajo de la flecha hasta la
cumbre están invertidas, por causa del plegamiento de las capas que se deslizaron desde el sur (de-
recha).
La pregunta que intriga con respecto a la falta de evidencia del transcurso del
tiempo en estas brechas sedimentarias, ha generado a veces sugerencias al-
ternativas.41 Algunos señalan las·regiones planas de la Tierra, como las del valle
inferior del Misisipí. Sin embargo, esto no es una brecha, porque se están depo-
sitando allí sedimentos, y no hay una brecha en el registro fósil si los sedimentos se
continúan depositando. Otros sugieren que si las brechas fueran subacuáticas la
erosión puede haber sido impedida. Sin embargo, estar debajo del agua no impid~ ni
la deposición ni la erosión, como lo demuestra la sedimentación sub-marina y la
erosión irr~gular como los grandes cañones que se encuentran a lo largo del borde de
las plataformas continentales. El Cañón de Monterrey, en el océano fre'ntea la costa
de California es casi tan ancho y profundo como el Gran Cañón. El agua en
movimiento puede erosionar, sea somera o profunda.
Algunos sugieren que las superficies de contacto en esas brechas podrían
ser planas por causa de capas de rocas resistentes justo por debajo de ellas.
Esta no es una solución, porque los sedimentos blandos a menudo forman capas
exactamente debajo de esas brechas. Un ejemplo es la brecha de Chinle y la ca-
pa blanda de Moenkopi (Figura 13.3). Otros se preguntan si la erosión no podría
producir superficies planas, pero no hay buenos ejemplos actuales para apoyar
esta sugerencia, y ciertamente no las hay a escala semicontinental como los
hiatos que hemos analizado en este capítulo. Al referirse a tales ejemplos, el
geomorfólogo Arthur Bloom sencillamente declara: "No se conoce ninguno" Y
Otros también se preguntan si realmente no hay evidencia de erosión en estas
brechas. La erosión también es mínima comparada con la topografía actual de la
Tierra (Figura 13.3). Se puede esperar algo de erosión durante un diluvio uni-
versal. Pero Montes Everest y Grandes Cañones del pasado faltan· en forma
conspicua del registro de un pasado que está bien representado en las capas
sedimentarias de la Tierra. Ciertamente hay que reconocer que el aforismo "El
presente es la·clave del pasado" no se aplica a estos hiatos donde se sugiere
una actividad rápida. El pasado fue definidamente diferente.
La dificultad con los extensos períodos propuestos para estas brechas en el
registro sedimentario es que no hay evidencias de nuevos depósitos ni de mu-
cha erosión. Si hubiera depósitos, no habría brecha, porque la sedimentación
continúa. Si hubiera erosión, uno esperaría numerosos canales y la formación de
zanjas profundas, cañones y valles; sin embargo, los contactos (brechas), que a
veces se describen como de "tamaño continental", generalmente son "casi
planos".43 Es difícil imaginar que poco o nada ocurra durante millones de
CAPfTULO 13 1 EVIDENCIAS DE UN DILUVIO UNIVERSAL 163
CONCLUSIONES
Abundantes evidencias de actividad subacuática en las capas
sedimentarias sobre los continentes surgen de la gran cantidad de capas
marinas, turbiditas y conos submarinos, así como una direccionalidad muy fuerte
de deposición que muestran los sedimentos sobre los continentes. Esta
evidencia resulta apropiada en un modelo del diluvio. Algunas otras evidencias
en favor del diluvio se rela-cionan principalmente con el factor tiempo. ¿Qué
comieron los dinosaurios y otros vertebrados durante los supuestos millones de
años de las formaciones Morrison y Coconino, donde las plantas son muy
escasas o están ausentes? Esto puede explicarse por la separación y transporte
durante un diluvio universal. La escasez de erosión en las brechas o lagunas de
las capas sedimentarias, don-de faltan porciones importantes de la columna
geológica, sugiere una deposi-ción rápida, como se esperaría durante un diluvio,
sin grandes intervalos entre ellas. Algunos de estos datos son difíciles de explic~r
si se niega un diluvio uni-versal.
Notas y referencias:
l. Confucio, ARalects XV, citado en: H. L. Mencken, ed., A New Dictionary of Quotations on Historical Princi-
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3. Ver los capítulos 12, 15 y 18 para informaciones sobre la extensión del diluvio, el tiempo involucrado
y las le-yendas de un diluvio, respectivamente.
4. j.S. Shelton, Geo/ogy lflustrated (San Francisco y Londres: W.H. Freeman and Co., 1966), p. 28.
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2,3 millones de km',cifra que parece errónea. Existe un debate sobre la nomenclatura del "Grupo Chinle". Ver: b)
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ti tute for Creation Research, 1994), pp. 42-45; e) G.M. Price, The New Geology (Mountain View, CA: Pacific
Press Pub l. Assn., 1923), pp. 620-626; d) A.M. Rehwinkel, The Flood in the Light of the Bib/e, Geo/ogy, and
Archaeology (St. Louis: Concordia Pub l. House, 1951), pp. 268-272.
32. Los promedios actuales de las tasas regionales para América del Norte son más del doble que la cifra sugeri-da,
y para la región del Gran Cañón son más de cuatro veces las cifras usadas. Ver el capítulo 1S para más detalles.
33. l. Lucchitta, "Development of Landscape in Northwest Arizona: The Country of Plateaus and Canyons", en:
T.L. Smiley, ).D. Nations, T.L. Péwé, ).P. Shaefer, eds., Landscapes of Arizona: The Geological Story (Lanham,
MD, y Londres: University Press of America, 1984), pp. 269-301.
34. Ver el capítulo 15 para un estudio de las tasas de erosión.
35. S.S. Beus, "Temple Butte Fonnation", en: S.S. Beus, M. Morales, eds., Grand Canyon Geology (N. York y
Oxford: Oxford University Press, 1990), pp. 107-117.
36. R.C. Blakey, "Supai Group and Hermit Formation", en: Beuss y Morales, pp.147-182 (nota 35).
37. Basado en Informaciones de: a) C. Herbert, R. Helby, eds., A Cuide to the Sydney Basin, Department of Mine-
266 LOS ORIGENES 1 LAS ROCAS
ral Resources, Geological Survey of New South Wales Bulletin 26(1980):511; b) D.j. Pogson, ed., Geologica/
Map of New South Wa/es, sea/e 1:1.000.000 (Sydney: Geological Survey of New South Wales, 1972).
38. Newell, pp. 356,357 (nota 14).
39. N.O. Newell, "Mass Extinction: Unique or Recurren! Causes?", en: W.A. Berggren, ).A. Van Couvering, eds.,
Catastrophes and Earth History: The New Uniformitarianism (Princeton, Nj: Princeton University Press, 1984), pp.
115-127.
40. T.H. van Andel, •consider the lncompleteness of the Geological Record", Nature 294(1981 ):397, 396.
41. Para un análisis más extenso de estas alternativas, ver: Roth 1988 (nota 31 a).
42. A. l. Bloom, The Surface of the Earth (Englewood Cliffs, Nj: Prentice-Hall, 1969), p. 98.
43. lbíd.
CUESTIONES DE TIEMPO
Hay pocos problemas más fascinantes que los ligados con la pregunta atrevida: ¿Cuán
antigua es la Tierra? Con insaciable curiosidad, los hombres han estado tra-tando de
penetrar este secreto cuidadosamente guardado durante miles de años.
1
ARTHUR HOLMES, GEÓLOGO
llones de años. Otros estudios se basaron en el tiempo requerido para que el so-
dio se acumulara en el océano traído por los ríos, suponiendo que originalmen-te
no había nada de sodio en el mar. Estos cálculos daban más o menos la mis-ma
edad que los que se basaban en el enfriamiento de la Tierra, mientras que se
encontraron valores ligeramente mayores cuando se evaluó la tasa de acumula-
ción de sedimentos sobre la superficie de la Tierra. A principios del siglo XX, el
estudio de la lenta tasa de desintegración de los elementos radioactivos inesta-
bles (datación radiométrica) aumentó la estimación de la edad de la Tierra a
10
2.000 a 3.000 millones de años, y más tarde, a 4.600 millones de años. Las
es-timaciones corrientes asignan a la edad del Universo alrededor de 15.000
11
millo-nes de años, aunque algunos sugieren aun el doble de esa edad, y otros
12
sólo la mitad de esa cifra.
En este capítulo consideraremos los argumentos relacionados con el
tiempo que se usan en contra de una creación reciente, los que varían desde los
enor-mes arrecifes de coral hasta los diminutos átomos radioactivos de potasio-
40 y carbono-14. El espacio impide cubrir cada uno de los problemas que se han
suscitado; sin embargo, se considerarán una cantidad suficiente de ellos para
permitirnos una evaluación general de las cuestiones del tiempo. Como proba-
blemente por lo menos cien veces más científicos interpretan los datos dentro
del paradigma de largos períodos comparado con los que lo hacen dentro del
modelo de la creación reciente, no es sorprendente que se hayan hecho mu-
chas preguntas acerca de una creación reciente. Los argumentos que ponen en
duda la validez de los largos períodos geológicos se discuten en los capítulos 13
y 15.
• Las referencias para la tabla "Estimaciones de las tasas de crecimiento de los arrecifes" son: a) W.H.
Adey, "Coral Reef Morphogenesis: A Multidimensional Model", Science 202(1978):831-837; b) K. E. Chave, S. V.
Smith, K.). Roy, "Carbonate Production by Coral Reefs", Marine Geology 12(1972):123-140; e) P.). Davics, D. Hopley,
"Growth Fabrics and Growth Rates of Holocene Reefs in the Great Barrier Reef", BMR }ournal of Austra-lian Geology
& Geophysics 8(1983):237-251; dJ Hubbard, Miller y Scaturo (nota 17); e) H.T. Odum, E. P. Odum, "'TrophicStructure
and Productivity of a Windward Coral Reef Community on Eniwetok Atoll", Ecological Mono-graphs 25(3-1955):291-
320; f) R.B.S. Sewell, "Studies on Coral and Corai-Formations in lndian Waters; Geographic and Oceanographic
Research in lndian Watcrs, N° 8", Memoirs of the Asiatic Society of 8engal9(1935):461-539;
g) S. V. Smith, D.W. Kinsey, "Calcium Carbonate Production, Coral Reef Growth, and Sea Level Change", Science
194(1976):937-939; h) S.V. Smith, ).T Harrison, "Calcium Carbonate Production of the Mare lncognitum, the Up-per
Windward Reef Slope, at Enewetak Atoll", Science 197(1977):556-559; i) Verstelle (nota 21). Las referencias para la
sección titulada "Tasa de crecimiento máximo de los formadores de estructuras de arrecifes de coral", son: j) S.A.
Earle, "Life Springs from Death in Truk Lagoon", National Geographic 149(1976):578-613; kJ E.H. Gladíelter, R.K.
Monahan, W.B. Gladfelter, "Growth Rates of Five Reef-building Corals in the Northeastern Caribbean", Bulletin of
Marine Science, 28(1978):728-734; 1) E. H. Gladfelter, "Skeletal Development in Acropora cervicornis 111. A
Comparison of Monthly Rates of Linear Extension and Calcium Carbonate Accretion Measured Over aYear", Coral
Reefs 3(1984):51-578; m) Lewis, Axelsen, Goodboy, Page, and Chislett (nota 22b); n) Shinn (nota 20); o) T. Tamura, Y.
Hada, "Growth Rate of Reef Building Corals, lnhabiting in the South Sea lsland", Sci-entific Report ofthe Tohoku
Imperial University 7(4-1932):433-455. Los cálculos para su investigación fueron in-formados por: Buddemeier y
Kinzie (nota 22a).
MÉTODO DE EVALUACIÓN TASA (MILIMETROSIAÑO) AÑOS PARA QUE UN ARRECIFE AUTOR(ES) (FECHA)
CREZCA HASTA 1.400 M
Datación con carbono-14 6-15 233.000- 93.300 Adey (1978)
Crecimiento del coral y estimación 0,9-74 1.550.000 - 18.900 Chave et al. (1972)
potencial
Datación con carbono-14 1- > 20 1 .400.000 - < 70.000 Davies y Hopley (1983)
Anillos de crecimiento (y máximo) 0,7- (3,3) 2.000.000- 424.000 Hubbard et al. (1990)
Estimación potencial 80 17.500 Odum y Odum (1955) n
Sondeos 280 5.000 Sewell (1935) )>
-o
::¡-
Sistema de CO, 2-5 700.000 - 280.000 Smith y Kinsey (1976) er
0,8- 1,1 1.750.000 - 1.270.000 Smith y Harrison (1977) o
Sistema de CO,
414 3.380 Verstelle (1932) ...-
Sondeos
()
e
m
en
-t
ESPECIES TASA (MILfMETROSIAÑO) AÑOS PARA QUE UN AllllEClFE AUTOR(ES) (FECHA) o
CREZCA HASTA 1.400M
z
m
Antipathes sp. 143 9.790 Earle (1976) en
o
Acropora palmata 99 14.100 Gladfeher et al. (1978) m
Acropora cervicornis 120 11.700 Gladfelter (1984) -t
264-432 5.300- 3.240 m
Acropora cervicornis lewis et al. (1968) :t
Acropora cervicornis 100 14.000 Shinn (1976)
o
'V
miento más. rápido, mientras que la luz ultravioleta en la superficie del océano
19
inhibe el crecimiento. Éstos y otros factores pueden afectar significativamente
las tasas de crecimiento de los arrecifes. Nuestro conocimiento actual no impide
que en lo pasado los arrecifes hayan crecido a mayor velocidad. Mientras algu-
nos de los corales duros con forma de "cerebro" y algas coralinas crecen lenta-
mente, las formas que se dividen en ramas crecen con rapidez. Una concen-
tración densa (Figura 14.1) de corales sanos que forman ramas, creciendo a una
tasa óptima (segunda parte de la Tabla 14.1 ), podría producir un arrecife de
crecimiento rápido. Muchos de estos corales con frecuencia forman ramas por
encima de los demás, complicando las tasas de producción. El potencial es im-
presionante: diez ramas que crecen a razón de 100 mm- por año, y se subdivi-
den en tres ramas cada año, resultaría en un crecimiento total de 59 km de ra-
20
mas simples en 1O años.
Numerosos investigadores han estudiado las tasas a las que crecen los cora-
les y los arrecifes de coral. Algunas estimaciones están dadas en la Tabla 14.1. La
sección superior titulada "Estimaciones de las tasas de crecimiento de los arreci-fes"
está basada en observaciones de los arrecifes como un todo, mientras que la
sección titulada "Tasa de crecimiento máximo de los formadores de estructuras de
arrecifess de coral" representa la tasa de crecimiento más rápida de aquellos corales
que podrían proveer una estructura física para el arrecife. Esta estructura también
proporcionaría protección para otros organismos constructores de arreci-fes, así
como serviría para atrapar los sedimentos arrastrados por el agua. Debe notarse que
21
la tasa más rápida para los arrecifes y para los constructores de la estructura22
permiten el crecimiento del arrecife de Eniwetok, que tiene un espe-sor de 1.405 m,
en menos de 3.400 años. Estas tasas más rápidas para los arreci-fes está basada en
sondeos que son la forma más directa y sencilla de medir, y son probablemente más
confiables que mediciones menos directas que dan una velocidad menor de
crecimiento. Estos datos indican que la tasa de crecimiento del arrecife de coral no
presenta un desafío tan grande, como a veces se preten-de, al concepto bíblico de la
creación hace unos pocos miles de años.
ARRECIFES FÓSILES
Además de los arrecifes vivos de que hablamos hasta ahora, se encuentran
arrecifes fósiles en las capas geológicas más profundas de la tierra. Un arrecife
CAP[TULO 14 1 CUESTIONES DE TIEMPO 275
6
fósiP bien conocido, llamado Arrecife Nubrygin, está ubicado tierra adentro,
cerca del pueblo de Stewart Town, en Australia oriental. Este arrecife es impor-
tante por varias razones. En lugar de estar formado principalmente por corales,
se considera que fue formado por algas. Se lo clasifica como Devónico tempra-
no, con una edad supuesta de unos 400 millones de años. En la disposición de
los estratos en la columna geológica, hay muchas capas fósiles por debajo y por
sobre el Devónico. En otras palabras, este arrecife está bien atrincherado en
medio de las capas fosilíferas de la Tierra. Como el crecimiento de un arreci-fe
demora mucho tiempo, este arrecife fósil no podría haber crecido durante el año
del diluvio. Esto es importante en relación con la pregunta de si el registro fósil
representa el desarrollo de la vida a lo largo de millones de años, o si fue el
resultado del diluvio del Génesis después de una creación reciente.
Me sorprendí cuando miré por primera vez-el arrecife de Nubrygin. Este
ejemplo bien conocido de un arrecife de algas no parecía tener una estructura
semejante a la de los arrecifes. Era una mezcla de trozos quebrados de algas
fósiles y de tipos de rocas que no son parecidos a arrecifes que literalmente flo-
tan en una matriz de sedimentos finos. Entendí por qué algunos investigadores
habían decidido recientemente que era una corriente de escombros y no un
arrecifeP Como las corrientes de detritos pueden formarse muy rápidamente,
este así llamado arrecife ya no puede ser considerado como un argumento con-
tra el tiempo corto que propone el modelo bíblico de los orígenes. Sin embargo,
la cuestión del tiempo y los arrecifes no se resuelve con este solo ejemplo, ya
que se han descrito muchos arrecifes fósiles en las publicaciones científicas. Se
han informado casos en diversos niveles de la columna geológica comenzando
28
con el Precámbrico hacia arriba. Comparados con nuestros arrecifes actuales,
estos arrecifes fósiles son generalmente muy pequeños, pero si cada uno de
ellos creció como un verdadero arrecife, colectivamente podrían representar
miles de años.
Hay muchos problemas en relación con la autenticación de los arrecifes
fósiles. Esto se refleja por la confusa definición de un arrecife. Un arrecife verda-
dero representa la edificación lenta de una estructura que resiste las olas, hecha
por organismos marinos. Muchos de los así llamados arrecifes fósiles parecen
ser sólo una acumulación de sedimentos barridos por el agua, y podrían haber-
se formado rápidamente.
Un informe describe una cantidad de "arrecifes" fósiles que ahora han sido
29
reinterpretados como corrientes de detritos que se acumularon rápidamente, y
276 LOS ORiGENES 1 LAS ROCAS
un diseño claro de marcas de olas (óndulas) en el piso arenoso del mar. Tres
días más tarde, ese diseño había sido completamente borrado por peces, can-
grejos, ostras, caracoles y gusanos que en forma continua merodean sobre la
arena. Este proceso de destrucción también se ha señalado en períodos de 2 a
4 semanas en las Islas Vírgenes.5° Estas observaciones indican que, dado un
tiem-po significativo, en la presencia de organismos merodeadores, los tubos de
gu-sanos, capas delgadas y marcas de olas no se conservarán. Con frecuencia,
tales estructuras están conservadas en los estratos antiguos de depósitos
marinos, su-giriendo que deben de haber sido enterradas en forma
suficientemente rápida como para evitar su destrucción por diversos organismos.
LÁMINAS
A veces otra cuestión relacionada con el tiempo que se plantea con res-
pecto a una creación reciente, es una multitud de delgadas capas en algunos es-
tratos sedimentarios de la Tierra. Comúnmente de menos de un milímetro de
espesor, estas capas se llaman láminas. Generalmente están constituidas por
se-dimentos que gradualmente cambian de gruesos a finos al ir de abajo hacia
arriba en cada lámina, o pueden estar compuestas de dos partes, tales como
una capa delgada de sedimentos finos y lisos unidos a otra capa rica en materia
orgánica. Cuando se interpreta que una lámina llevó un año para formarse, se
llama una "varva". Ya que el tiempo de formación es discutible, en este estudio
usaremos el término menos restrictivo: "lámina".
En la Formación de Green River de Wyoming, EE.UU., que contiene fósiles
de peces, se han descrito varios millones de estas láminas. Si, como se las inter-
preta a menudo, cada una de estas capas demoró un año en formarse, los millo-
nes de años invocados no pueden reconciliarse con una creación reciente. En
algunos de nuestros lagos se han descrito muchos miles de estas láminas. A ve-
ces las láminas de varios lagos antiguos se han correlacionado entre sí
siguiendo el esquema de secuencias similares de diversos espesores de las
capas. Estas correlaciones a veces han resultado en secuencias combinadas
que se interpre-tan como decenas de miles de años de edad. También éstas
desafían el con-cepto de una creación reciente hace pocos miles de años.
Por otro lado, varios estudios plantean desafíos a la interpretación de que estas
láminas representan eventos anuales. El análisis de sedimentación reciente en el
Walensee de Suiza revela que en promedio se producen dos láminas por año,
1
mientras que algunos años se depositan hasta cinco láminas. 5 En otro estu-
18'2 LOS O.RIGENES 1 LAS ROCAS
dio se contó el número de láminas que se encontraron entre dos capas de ceni-
zas volcánicas ampliamente esparcidas en la Formación Green River de Wyo-
ming (EE.UU.). Si éstas representaran eventos anuales, se esperaría el mismo
número en diferentes localidades; sin embargo, el número entre esas dos capas
52
de ceniza variaban de un lugar a otro de 1.089 a 1.556. En Colorado (EE.UU.),
más de 100 láminas fueron depositadas durante una inundación de
3
12 horas de duración. 5 Otras observaciones de campo y experimentos de labo-
ratorio sugieren que se pueden formar en sólo unos pocos minutos, segundos o
54
en forma casi instantánea. Otros experimentos muestran que los sedimentos
55
pueden separarse para formar láminas a la velocidad de varias por segundo.
Sin embargo, se cree que algunas láminas se forman por un proceso de asenta-
miento en aguas tranquilas y no por transporte lateral. Pero hay también experi-
mentos que sugieren que varias láminas pueden formarse en unas pocas horas
56
durante un sólo evento de asentamiento de una suspensión de sedimentos.
Aunque estas tasas rápidas no demuestran la deposición de millones de capas
de la Formación Green River dentro del marco de tiempo de la creación, indi-can
alternativas a las largas edades propuestas para esta Formación. Se necesitan
más experimentos a lo largo de estas líneas.
Ha habido problemas en la correlación de las láminas de diferentes locali-
dades. 57 Tanto en Suecia como en América del Norte, estudios extensos que
procuraban combinar secuencias de unos pocos centenares de láminas en un
todo unificado, muchas de las cuales son consideradas como varvas glaciares,
han encontrado dificultades. Una cronología combinada de 28.000 años para
América del Norte ha sido reinterpretada como un poco más de 10.000 años
58
cuando se la controló con la datación con el carbono-14.
Otra pregunta que desafía una creación reciente relacionada con las lámi-
nas, es la larga lista de algunas veces más de 30 fechas de carbono-14, y que
generalmente aumentan con la profündidad de estas láminas. 59
Las láminas y las
fechas dadas por el carbono-14 a veces se extienden hasta 10.000-13.000 años. Pero
hay problemas con la correlación láminas-carbono-14, incluyendo Jos siguientes: 1)
las láminas generalmente son consideradas más confiables que las fechas de
carbono-14 y se usan para corregir estas últimas, ya que los dos sistemas no dan los
mismos resultados; 2) hay serias dificultades en contar las láminas, en las que hay
secciones que se supone que faltan o que se en· cuentran mal definidas, y algunas
de las láminas son tan delgadas que es difícil identificarlas; de este modo, diferentes
investigadores informan números distin-
CAPÍTULO 14 1 CUESTIONES DE TIEMPO 283
¿De qué modo los átomos de carbono-14 (C 14) pueden indicar cuán viejo es
un hueso? El principio básico es muy sencillo. El carbono-14 es una sustancia
inestable que se encuentra en los huesos y otros materiales vivos que lentamen-
te se cambia a nitrógeno-14. Cuando un hueso se vuelve más viejo, la canti-dad
de C14 que queda, disminuye. De este modo, queda menos C 14 en el hueso
cuanto más antiguo es. la datación por el carbono-14, también llamada data-ción
con el radiocarbono, es especialmente útil para los restos de organismos ta-les
como maderas, conchas, etc., que tienen una muestra representativa de car-bono.
El método puede usarse también para depósitos de calizas, y aun para el agua
impura, cuando se aceptan ciertas suposiciones.
las plantas obtienen su carbono principalmente del dióxido de carbono que
contiene una muy pequeña proporción de C14 • Cuando los animales co-men las
plantas, incorporan esta misma proporción de C14 a sus cuerpos. Este C14 es
radioactiva y se desintegra a una tasa promedio de 13,6 átomos por mi-nuto por
cada gramo de carbono total. En una persona promedio, alrededor de 170.000
átomos de C14 se desintegran en su cuerpo cada minuto. la propor-ción de C 14
sigue siendo la misma durante toda nuestra vida, ya que el carbono se está
reemplazando constantemente mediante la comida que consumimos. Cuando un
organismo muere, ya no se reemplaza el carbono, y la proporción de C 14
comienza a disminuir. En unos 5.730 años, la mitad de los átomos de C 14 se
habrá desintegrado, y en otros 5.730 la mitad de los átomos de C 14 que que-
daban se habrán desintegrado, dejando sólo 1/4 de la cantidad original. De aquí
que, cuanto menos C14 haya, más vieja es la muestra. Por causa de las limi-
taciones en las mediciones de los escasos átomos de C 14, y por problemas de
contaminación que llegan a ser graves en los casos de bajo contenido de C 14 en
muestras más antiguas, el método difícilmente es útil más allá de 40.000 a
50.000 años. 69
Aunque la datación con C14 parece bastante sencilla, y la datación de obje-tos
de unos pocos miles de años de edad a menudo da los resultados esperados, en
realidad hay muchas complicaciones. Algunos musgos acuáticos que viven ahora en
Islandia dan como edad alrededor de 6.000 a 8.000 años por el méto-
CAPÍTULO 14 1 CUESTIONES DE TIEMPO 285
do del C14/° Caracoles que viven en Nevada (EE.UU.) dan edades aparentes de
71
27.000 años y la mayoría de las muestras marinas de los océanos del mundo
dan como edad por lo menos varios centenares de años. 72 Estos ejemplos ilus-
tran lo que a veces se llama el"efecto de depósito", que es, probablemente, el
problema más serio que confronta la datación por el C 14 • La razón de que algu-
nos ejemplos vivientes tengan una edad de C 14 irrazonable es que hay menos de
la cantidad normal de C14 en su ambiente, de modo que parecen antiguos aun
antes de morir. Otras anomalías se deben probablemente a otros factores, tales
como el intercambio de átomos de C 14 con otras formas de carbono. Por ejem-
plo, el músculo del cráneo de un buey almizclero congelado de Alaska dio una
edad de C14 de 24.140 años, mientras que su pelo daba la edad de 1 7.21 O
73
años. Conchas marinas de Hawai dan edades más jóvenes si fueron conserva-
das en ceniza volcánica que si lo fueron en caliza. 74
Para determinar la edad de C14 se debe conocer qué proporción de C 14 ha-
bía en la época de ingreso al organismo que se está probando. ¿Podemos estar
seguros de que esta proporción, especialmente la de la atmósfera que provee el
carbono a los organismos, ha sido suficientemente constante en el pasado como
para garantizar la confianza en el método? Todos están de acuerdo en que hay
evidencias significativas de cambios. Los creacionistas sugieren que ha habido
cambios grandes, mientras que los no creacionistas intentan corregir pequeñas
discrepancias.
Existen otros problemas menos serios en la datación con C 14• Los suelos
son notoriamente difíciles de datar/5 por causa de la migración hacia arriba y
hacia abajo de las sustancias orgánicas. Los organismos seleccionan con prefe-
rencia el C12 sobre el C14 (fraccionamiento). Este problema es fácilmente corregi-
do mediante cálculos sencillos. Las explosiones nucleares aumentan la concen-
tración de C14, al paso que la Revolución Industrial ha diluido el C 14 al añadir a la
atmósfera carbono no radiactivo de los combustibles fósiles. Estos efectos
también pueden ser fácilmente corregidos. Sin embargo, estos ejemplos ilustran
cuán fácilmente son afectados los datos por los cambios en el ambiente. Por
causa de varias incertidumbres posibles, "no es sorprendente que algunos ar-
76
queólogos levantan sus brazos en desesperación" ante el método. Aunque el
14
método de datación con el C tiene muchos problemas, sobrevive porque no
hay otro método más sencillo que parezca confiable para la datación de los úl-
timos 50.000 arios. Sin embargo, la dificultad de datar en este período está bien
286 LOS ORIGENES 1 LAS ROCAS
estadísticos para corregir este problema, pero las cronologías basadas en los
anillos del pino bristlecone y de los robles europeos, los cuales constituyen la
espina dorsal para las correcciones del C14, han sido caracterizadas por algunos
especialistas en estadística como "sospechosas" y que contienen "correlacio-nes
espurias".82
Hay un problema de anillos perdidos.83 C. W. Ferguson, del laboratorio de
anillos de árboles en la Universidad de Arizona, desarrolló la cronología básica
de los anillos para la datación del C14 usando el pino bristlecone de las monta-ñas
White de California. Usó madera muerta que encontró en la región para
extenderse más allá de la cronología de los árboles vivientes buscando coinci-
dencias en los anillos de los árboles. Sin embargo, algunas veces ellO% de los
anillos parecen faltar. 84 Además, señala: "A menudo no puedo datar especíme-
nes con mil o dos mil anillos en comparación con la cronología maestra de 7.500
años, incluso con la ubicación dentro de la época que provee la data-ción con el
radiocarbono". Que Ferguson nunca publicara los datos originales para su
cronología maestra ha echado un viso de sospecha sobre su validez. En Europa,
el uso de antiguos ejemplares de robles y pinos que extienden la crono-logía
hasta más del 9.500 a.C. también ha sido difícil. Aun cuando se han estu-diado
más de 5.000 ejemplares y se ha usado el C 14 para ayudar a encontrar las
coincidencias, 55 los resultados no son seguros. 86 Los ejemplares individuales
cubren sólo unos pocos siglos en el mejor de los casos, y muchas coincidencias,
que a menudo son difíciles de hacer, están involucradas en extender la cuenta
hacia atrás, hacia el 9000 a.C. Quienes han hecho la correlación entre las cro-
nologías de los robles y de los pinos las clasifican como "provisorias". 87
Además, hay un elemento de razonamiento en círculo cuando se usa pri-
mero el C14 para datar los ejemplares, luego, después de las coincidencias, usar
ésta como base para refinar la calibración del método del C 14 • Este procedi-
miento tiende a poner en duda el argumento de que los anillos de los árboles
corroboran la datación con el C14 • Uno tendría más confianza en las correccio-
nes propuestas si las coincidencias de los anillos de los árboles fuera hecha en
forma completamente independiente. Las correcciones propuestas a la datación
con el C14 reflejan un esquema general de dataciones de C14 más jóvenes (más
C14) comparado con los anillos de los árboles, especialmente los ejemplares más
88
viejos. Las variaciones alrededor de la tendencia general son tales que en
algunos casos una sola datación de C 4 puede dar tres o más dataciones calibra-
288 LOS ORIGENES 1 LAS ROCAS
das para una sola fecha del C 14 •89 Ha habido intentos de extender las correc-
ciones a las dataciones del C 14 hasta los 30.000 años usando el sistema de data-
ción del torio-230/uranio-234 en los corales.90 Otros investigadores91 obtuvie-ron
diferencias de mil años en cada dirección, lo que hace que los intentos de
calibraciones son poco convincentes. El sistema actualmente aceptado para co-
rregir los datos del C14 parece ser una estructura frágil.
Algunos de los datos del C14 son obviamente seleccionados. Una serie de
fechas de C14 obtenida de capas de suelo orgánico progresivamente más profun-
das en los sedimentos de la Isla Sur de Nueva Zelanda dieron la secuencia de
9.900; 12.000; 27.200; 17.300; 15.650 años de C14 •92 Las determinaciones ob-
viamente anómalas de 17.300 y 15.650 que fueron halladas debajo de la fecha
más antigua de 27.200 fueron eliminadas en una publicación posterior. 93 Esta
clase de "purificación" se hace abiertamente y con toda honestidad, porque los
investigadores confían en las suposiciones del sistema de datación. Sin embar-
go, en el caso de arriba, uno se tiene que preguntar si algunos de los factores
considerados responsables por las anomalías en la parte inferior de la secuencia
no puede ser también causa de preocupación al aceptar las otras dataciones.
· El informe bíblico de los comienzos implica un origen de la vida hace unos
pocos miles de años. La datación con radiocarbono ha producido muchas data-
dones más allá de esa época. Una cantidad de ellas están en una secuencia or-
denada como se mencionó arriba para las láminas. Puede haber una explica-ción
alternativa para tales dataciones en secuencia. El diluvio universal descrito en el
Génesis sin duda sería una causa mayor de cambios en el ciclo del carbo-no en
nuestro planeta. Se supone generalmente que había concentraciones me-
nores de C14 en la atmósfera y las plantas antes de ese diluvio. Esta suposición
está en armonía con la muy baja proporción de C 14 en la hulla y el petróleo. Se
supone que ajustes graduales después de esa catástrofe son los responsables
por un aumento gradual del C14•94 Este aumento gradual durante unos mil o dos
mil años después diluvio podría producir las dataciones más antiguas y las se-
cuencias que se encuentran en las l·áminas y otros depósitos. Los factores pro-
puestos por los creacionistas para los cambios en la concentración del C 14 inclu-
yen algunas de las mismas explicaciones usadas por los no creacionistas para
las anomalías del C14 • Se debería hacer mención especial de: 1) una reserva
mayor de carbono que diluiría el Cl 4 antes del diluvio; 2) un campo magnético mayor antes del diluvio que desviaría los rayos cósmicos que
producen el C 4 ;
CAPÍTULO 14 1 CUESTIONES DE TIEMPO 189
3) una tasa de mezclado del C14 en los océanos después del diluvio, que afecta-
ría tanto las concentraciones de C14 atmosféricas como oceánicas; 4) cambios
en la intensidad de los rayos cósmicos que producen el C 14 •95
Tanto los creacionistas como los que suponen que la vida se desarrolló du-
rante largas eras suponen condiciones diferentes en el pasado para explicar y
ajustar los datos obtenidos por la datación del C 14• La distinción está en la clase
de cambios visualizados y, especialmente, la tasa de tales cambios. Por causa
del diluvio del Génesis, los creacionistas postulan cambios mayores y rápidos
en la concentración del C14•
pultadas a gran profundidad. Las rocas fundidas del interior de la Tierra pue-den
arrastrar este exceso de argón y producir dataciones anormalmente anti-guas.
Por ejemplo, una corriente de lava en Hawaii, históricamente fechada en 1801
98
d.C., da una datación por el método K-Arde 1,1 millones de años. En forma
similar, corrientes de lava del volcán Rangitoto de Nueva Zelanda contie-nen
14
madera que da dataciones por el C de menos de 1.000 años, mientras que la
lava proporciona dataciones por el método del K-Ar de varios centenares de
99
miles de años. Los datos provistos por los diamantes usando el método más
100
complejo de análisis "isócrono" da una edad de 6.000 millones de años, que
es 1.400 millones de años más que la edad de la Tierra generalmente aceptada.
Los investigadores atribuyen estas anomalías y muchas más al exceso de
argón.
Por cuanto el gas argón puede escapar también fácilmente, las dataciones
K-Ar pueden ser anormalmente jóvenes. Gunter Faure, un especialista en esta
101
área, hace una lista de siete factores que podrían causar escapes de argón.
Se cree con frecuencia que el calor y la destrucción de la roca por causa de la
presión, como la que ocurre en los procesos orogénicos (elevación de monta-
ñas), son factores que contribuyen. El método del K-Ar se usa a veces para
datar episodios de formación de montañas, pero se tiene que tener una
confianza ra-zonable de que todo argón previo se haya escapado. La pérdida o
la ganancia de potasio del sistema que se está datando también es con~iderado
como una causa de dataciones anómalas.
A pesar de los errores potenciales, muchas secuencias de dataciones publi-
cadas parecen estar de acuerdo con las edades geológicas corrientemente
aceptadas. No hay escasez de fechas que no armonizan, pero los creacionistas
también deben considerar las numerosas dataciones que sí armonizan. 102 La se-
lección de dataciones es reconocida en la literatura científica. Un hombre de
ciencia señala: "En la interpretación convencional de las edades dadas por el K-
Ar, es común descartar edades que son sustancialmente demasiado altas o de-
masiado bajas comparadas con el resto del grupo o con otras datos disponibles
tales como la escala del tiempo geológico". 103
Él sugiere usar la determinación
isócrona más compleja para aligerar las discrepancias. Al defender el análisis de
minerales individuales para dar información más precisa, otro científico afirma: "En
general, las dataciones que caen dentro del campo correcto y esperado se supone
que son correctas y se publican, pero las que están en desacuerdo con otros datos
rara vez se publican ni se explican completamente las discrepan-
CAPfTULO 14 1 CUESTIONES DE TIEMPO 291
cias" .104 A pesar de esta nube de incertidumbre sobre el método, me parece to-
davía que los creacionistas deberían atender la pregunta de las dataciones que
están en armonía con el tiempo de la escala geológica estándar. Los no creacio-
nistas proponen libremente explicaciones para los datos anómalos en su mo-
delo, y los creacionistas tienen el mismo privilegio. Algunas sugerencias provi-
sorias, basadas en los hallazgos científicos para reconciliar las secuencias K-Ar
con una creación reciente, vienen a continuación.
1. La presión del agua que está encima de los estratos puede impedir que el
exceso del argón se escape de las rocas profundas. Las rocas en el océano pro-
fundo pueden contener altas concentraciones de gas por causa de la presión
hidrostática del agua que las cubre. A veces estos gases hacen que las rocas es-
tallen cuando son llevadas a la superficie. En un caso, las rocas que estallaron,
obtenidas de una profundidad de 2.490 m, se mantuvieron estallando durante tres
días después de haber sido llevadas a la superficie. Algunos fragmentos fue-
105
ron arrojados hasta un metro de altura. Un efecto de presión similar se ha su-
gerido para las corrientes de lava que caen al océano cerca de las costas de
Hawaii. Las muestras, que se consideraban que tenían sólo unos pocos miles de
años de edad, contenían un exceso de argón. Mostraron una tendencia general
a aumentar las edades de K-Ar con la profundidad. Algunas muestras de estas
corrientes recientes dieron datas de hasta 19,5 millones de años a una profundi-
dad de 5.000 m.106 El aumento aparente de edad con la profundidad fue atribui-
do al efecto del aumento de la presión hidrostática del agua que los cubría. Uno
se preguntaría si la presión hidrostática causada por las aguas del diluvio
podrían dar como resultado secuencias de datas crecientes con la profundidad.
2. El exceso de argón podría provenir del manto profundo de la Tierra. Al-
gunos minerales de las porciones inferiores de la columna geológica contienen
cantidades excedentes de helio y de argón. 107 Una muestra tenía más de 1.000
veces el argón que se hubiese producido en 2.750 millones de años a partir del
potasio contenido en ella. Resulta interesante notar que tanto el helio como el
argón eran mayores en las muestras de las partes inferiores de la columna
geoló-gica y eso fue atribuido a la transferencia de estos gases del manto
profundo de la Tierra. ¿Podría un proceso de transferencia ocurrir durante un
diluvio univer-sal y contribuir a una secuencia de datas que vayan de lo antiguo
a lo más jo-ven cuando se va de rocas más profundas a las más superficiales?
3. Algunas características de la actividad volcánica pudieron producir se-
cuencias de datas. Algunas veces se encuentra un aumento eri la temperatura de
292 LOS OR[GENES 1 LAS ROCAS
108
la lava expulsada mientras el volcán continúa su erupción. También se sabe
109
que el calor favorece la expulsión del exceso de argón de la lava fundida.
Estos dos factores obrando juntos podrían producir una secuencia ascendente
de fechas de K-Ar descendentes en los depósitos volcánicos, por lo menos a
nivel local. La lava expulsada primero, más fría, que forma las capas inferiores
reten-dría más exceso de argón y daría una edad mayor.
Hay varios otros sistemas de datación basados en la desintegración radiac-tiva,
cada uno con sus propias peculiaridades. Cuando diferentes sistemas dan edades
similares para una determinada muestra, algunos señalan eso como una evidencia
en contra de una creación reciente. Un ejemplo excepcional es Asu-ka, un meteorito
encontrado en la Antártida que, presumiblemente, vino de la luna. Cinco sistemas
diferentes de datación aplicados a este meteorito dieron edades que variaron sólo de
110
2.798 a 3.940 millones de años. Aunque una congruencia tal es poco frecuente,
parece validar algunos de los principios bási-cos de la datación radiométrica tales
como la constancia de las tasas de desinte-gración. Sin embargo, muchos otros
factores de modificación, como se ha suge-rido más arriba para el método del K-Ar,
no deberían ser pasados por alto. Para muestras de un obvio origen terrestre,
algunas de las cuales están asociadas con fósiles, se pueden encontrar
congruencias y disparidades entre los méto-dos. Algunos creacionistas explican las
fechas radiométricas más antiguas que rondan los millones de años, como evidencia
de que la materia de la Tierra (no la vida sobre la Tierra) y de la Luna, incluyendo
Asuka, pudieron haber existido por mucho tiempo antes de la semana de la creación.
111
Estas fechas pueden sólo representar rocas antiguas, o productos de rocas
antiguas vueltas a elaborar. Se esperaría que los eventos del diluvio reciclarían
(redepositarían) una cantidad de rocas antiguas para formar rocas más nuevas. Para
un creacionista que cree que la materia inorgánica de la Tierra fue creada sólo
recientemente, la mejor explicación puede ser el proponer que las tasas de
desintegración radiactiva puedan haber cambiado. Los datos científicos que se
refieren a cualquier cam-bio de esta clase es mínimo y sugiere sólo cambios ligeros.
4
En resumen, los métodos de datación radiométrica como los ilustran el Cl
y el K-Ar son complejos, y una variedad de factores pueden influir sobre ellos, La
confianza en estas fechas que uno encuentra en la literatura y en los libros de texto
de ciencias básicas pronto se disipa al examinar la literatura de investiga-ción.112 La
abundancia de fechas anómalas y/o fechas especialmente antiguas que se informan,
plantean problemas que tanto los no creacionistas como los
CAPfTULO 14 1 CUESTIONES DE TIEMPO 293
CONCLUSIONES
He presentado ejemplos de lo que yo considero son los problemas más di-
fíciles acerca del tiempo para el creacionismo. 113 Se aprecian dos características
en la mayoría de los ejemplos. Primero: Los datos están sujetos a diversas inter-
pretaciones y correcciones. Intentar la reconstrucción de un pasado desconoci-do
es difícil y subjetivo. Segundo: Cuando uno incorpora el diluvio del Génesis en
un modelo de la Tierra, y eso está implícito en la historia sagrada, ·emergen una
cantidad de posibilidades que pueden resolver, para el creacionismo, la mayor
parte de los problemas sugeridos acerca del tiempo. Debe recordarse que
también hay problemas serios para los largos períodos geológicos. 114 Tene-mos
todavía mucho que aprender acerca de los métodos de datación. El último
capítulo sobre este tema todavía no ha sido escrito.
Notas y referencias:
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ofSedimentation, 2a. ed. (Dover Publications, lnc., 1961 [1932)), t. 2, pp. 611-613. He visto hasta 12 lámi-nas que
se formaron de la noche a la mañana siguiente en grandes cilindros de laboratorio.
57. Para un repaso de este tema, ver: a) M.j. Oard, "Varves--The Firs\ 'Absolute' Chronology, Part 1-Historical
Development and the Question of Annual Deposition", Creation Research Society Quarter/y 29(1992):72-80); b)
M.j. Oard, "Varves--The First 'Absolute' Chronology, Part 11-Varve Correlation and the Post- Glacial
CAPfTULO 14 1 CUESTIONES DE TIEMPO 297
Dating: Fictitious Results with Mollusk Shells", Science 141(1963):634-637; e) M. Rubin, D.W. Taylor, "Ra-
diocarbon Activity of Shells from living Clams and Snails", Science 141 (1 963):637.
73. R. Stuckenrath, Jr., ].E. Mielke, "Smithsonian lnstitution Radiocarbon Measurements VI", Radiocarbon
12(1994):51-57.
74. T. Oye, "Apparent Ages of Marine Shells: lmplications for Archaeological Dating in Hawaii", Radiocarbon 36(1
994):51 -57.
75. a) O.A. Chichagova, A.E. Cherkinsky, "Problems in Radiocarbon Dating of Soils", Radiocarbon 35(3-1993):351-
362; b) H.W. Scharpenseel, P. Becker-Heidmann, "Twenty-five Years of Radiocarbon Dating Soils: Paradigm of
Erring and Learning", Radiocarbon 34(3- 1992):541-549.
76. Aitken, p. 99 (nota 69a).
77. a) R. E. Taylor, L.A. Payen, C.A. Prior, P.j. Slota, jr., R. Gillespie, j.A.j. Gowlett, R. E.M. Hedges, A.].T. jull, T.H
Zabel, D.J. Donahue, R. Berger, "Majar Revisions in the Pleistocene Age Assignments for North American
Human Skeletons by C-14 Accelerator Mass Spectrometry: None Olderthan 11,000 C-14 Years B.P.", Ame-rican
Antiquity 50(1-1 985):1 36-140. Algunas de estas conclusiones también ha sido desafiadas por: b) T.W.
Stafford, jr., P.E. Hare, L. Currie, A.j.T. Jull, D. Donahue, "Accuracy of North American Human Skeleton Ages",
Quaternary Research 34(1 990): 1 1 1-1 20.
78. W.F. libby, "Accuracy of Radiocarbon Dates", Science 140(1 963):278-280.
14
79. Para algunos ejemplos recientes, ver: a) B. Kromer, B. Becker, "German Oak and Pine C Calibration, 7200-
9439 BC", Radiocarbon 35(1- 1993):1 25-1 35; b) G.W. Pearson, M. Stuiver, "High-precision Bidecadal
Calibration of the Radiocarbon Time Sea le, 500-2500 BC", Radiocarbon 35(1-1993):25-33; e) Stuiver y Bra-
ziunas (nota 72a); d) M. Stuiver, G.W. Pearson, "High-precision Bidecadal Calibration of the Radiocarbon Ti-me
Scale, AD 1950-500 y 2500-6000 BC", Radiocarbon, 35(1-1993):1-23; e) M. Stuiver, P.]. Reimer, "Exten-ded
14
C Data Base and Revised CALIB 3.0 "C Calibration Program", Radiocarbon 35(1-1 993):2 1 5-230.
80. Se ha sugerido que un árbol en Tasmania puede tener 10.000 años de edad, pero hasta ahora la evidencia es
muy débil. Ver: "News ltem. living Tree '8000Years Older than Christ'(?)", Creation ex Ni hilo 1 7(3-1 995):26,
27.
81. a) D.K. Yamaguchi, "lnterpretation of Cross Correlation Between Tree-ring Series", Tree-ring Bulletin 46(1
986):47-54. Para un estudio adicional ver: b) R. H. Brown, "Can Tree Rings Be Used to Calibrate Radio-
carbon Dates?", Origin 22(1995):47-52. •
82. a) R.A. Monserud, "Time-series Analyses of Tree-ring Chronologies", Forest Science 32(2-1986):349-372; b)
Yamaguchi (nota 81).
83. Para estudios adicionales de algunos de los problemas de encontrar equivalencias en los anillos de los árbo-
les, ver las Notas 81 y 82, y: a) M.G.L. Baillie, ]. Hillam, K. R. Briffa, D.M. Brown, "Re-dating the English Art-
historical Tree-ring Chronologies", Nature 315(1985):317-319; b) B. Becker, B. Kromer, "The Continental
14
Tree-ring Record-Absolute Chronology, C Calibration and Climatic change at 11 ka", Palaeogeography,
Palaeoclimatology, Palaeoecology 1 03(1 993):67 -71; e) H.C. Sorensen, "The Ages of Bristlecone Pine", Pen-
sée (PrimaveraNerano 1973), pp. 15-18; d) R.M. Porter, "Correlating Tree Rings" (carta), Creation Research
Society Quarterly 31 (1995):1 70, 171.
84. Sorensen (nota 83c).
85. B. Becker, "An 1 1,000-year German Oak and Pine Dendrochronology for Radiocarbon Calibration", Radio-
carbon 35(1-1993):201-213.
86. Por ejemplo, ver: /bid., Figuras 4 y 6.
87. Kromer y Becker (nota 79a).
88. Ver la Figura 4 en: Becker y Kromer (nota 83b).
89. Aitken, p. 100 (nota 69a).
90. a) E. Bard, B. Hamelin, R.G. Fairbanks, A. Zindler, "Calibration of the "C Timescale Over the Past 30,000 Years
Using Mass Spectrometric U-Th Ages from Barbados Corals", Nature 345(1 990):405-41 O; b) E. Bard,
234 14
M. Arnold, R.G. Fairbanks, B. Hamelm, """Th- U and C Obtained by Mass Spectrometry on Corals", Ra-
diocarbon 35(1-1993):191-199.
91. a) J-C. Fontes, ].N. Andrews, C. Causse, E. Gibert, "A Comparison of Radiocarbon and U/Th Ages on Conti-
nental Carbonates", Radiocarbon 34(3-1992):602-61 O; b) A. Eisenhauer, G.j. Wasserburg, j.H. Chen, G. Bo-
CAPÍTULO 14 1 CUESTIONES DE TIEMPO 299
nani, LB. Collins, Z.R. Zhu, K.H. Wyrwoll, "Holocene Sea-leve! Determination Relative to the Australian
Continent: U/Th (TIMS) and 14C (AMS) Dating of Coral Cores from the Abrolhos lslands", Earth and P/anetary
Science Letters 114(1993):529-547; e) Hajdas et al. 1995 (nota 59c).
92. E.C.A. Range, K.M. Goh, T.A. Rafter, "Radiocarbon Chronology and Problems in its lnterpretation for Quater-
nary loess Deposits-South Canterbury, New Zealand", Soíl Science Society of America Proceedings
37(1973):742-746.
93. P.). Tonkin, E.C.A. Runge, D.W. lves, "A Study of late Pleistocene loess Deposits, South Canterbury, New
Zealand, Part 2: Paleosola and Their Stratigraphic lmplications", Quaternary Research 4(1974):21 7-231.
94. Para cálculos sugerentes, ver: a) R. H. Brown, "Correlation of C-14 Age with the Biblical Time Scale", Origins
17(1990):56-65; b) R. H. Brown, "Correlation of C-14 Age with Real Time", Creation Research Society Quar-
ter/y 29(1992):45-47; e) R.H. Brown, "Compatibility of Biblical Chronology with C-14 Age", Origins 21 (1994):66-
79.
14
95. a) R.H. Brown, "The lnterpretation ofC-14 Dates", Origins6(1979):30-44; b) R.H. Brown, " C Depth Profi-les as
14 2
lndicators of Trends of Climate and C!' C Ratio", Radiocarbon 28(2A-1986):350-357; e) S.P. Cle-mentson, "A
Critica! Examination of Radiocarbon Dating In the light of Dendrochronological Data", Creation Research
Soeiety Quarter/y 1 0(1974):229-236; d) Brown 1994 (nota 94c).
96. Para reseñas del método, ver. a) G.B. Dalrymple, M.A. lanphere, Potassium-Argon Dating: Principies, Tech-
niques and Applications to Geoehronology (5. Francisco: W.H. Freeman & Co., 1969); b) A. P. Dickin, Radio-
genic Jsotope Geology (Cambridge: Cambridge University Press, 1995), pp. 245-276; e) Faure, pp. 66-112
(nota 69b); d) G. Faure, "Rock Age Determination", en: Parker, pp. 549-552 (nota 69d); d) Geyh y Schleicher,
pp. 53-74 (nota 69c).
39
97. El espacio impide un estudio del método Ar -Ar""'que está basado en los mismos principios. Es más comple-jo
y procura corregir algunos problemas de temperatura. El método enfrenta el problema común del exceso de
Ar4° y otras complicaciones. Para algún análisis, ver las referencias en la nota 96 y: a) M. Ozima, S. Zas-
40 39 40
hu, Y. Takigami, G. Turner, "Origin of the Anomalous Ar- Ar Age of Zaire Cubic Diamonds: Excess Ar in
Pristine Mantle Fluids", Nature 337(1989):226-229; b) ).P. Richards, l. McDougall, "Geochronology of the
40 39
Porgera Gold Deposit, Papua New Guinea: Resolving the Effects of Excess Argon on K-Ar and Ar/ Ar Age
Estimates for Magmatism and Mineralization", Geoehimica et Cosmochimica Acta 54(1990):1397-1415; e) ).G.
40 9
Ross, A.E. Mussett, " Ari' Ar Dates for Spreading Rates in Eastern lceland", Nature 259(1976):36-38.
98. Dalrymple y lanphere, p. 133 (nota 96a).
99. l. McDougall, H.A. Polach, ).). Stipp, "Excess Radiogenic Argon in Young Subaerial Basalts from the Auc-kland
Volcanic Field, New Zealand", Geoehimica et Cosmoehimica Acta 33(1969):1485-1520.
40 39
Pb, Sm-Nd, Rb-St, and Ar/ Ar lsotopic Systematics and Age of Lunar Meteorite Asuka 881757", Geochimi-ca
et Cosmochimica Acta 57(1993):4687-4702.
111. Ver el capítulo 19 para un estudio de este modelo.
1 12. Además de las técnicas de datación radiométrica se han intentado varios otros métodos de datación, inclu-
yendo la resonancia del espín electrónico, termoluminiscencia, el reloj molecular, la hidratación de la obsi-diana
y la racemización de aminoácidos. Todos ellos son más cuestionables, y su validez es debatida. Para
comentarios con respecto a algunos de ellos, ver: a) R. Lewin, "Mammoth Fraud Exposed", Science 242(1988):
1246; b) E. Marshall, "Palaeoanthropology Gets Physical", Science 247(1990):798-801. Para una evaluación de
la racemización de aminoácidos, ver: e) R.H. Brown, "Amino Acid Dating", Origins 12(1985):8-25.
1 13. Se podrían mencionar varios otros, también con interpretaciones equívocas. Para un estudio de los proble-mas
para el creacionismo, ver: a) Hayward (nota 16); b) G.R. Morton, Foundation, Fa// and Flood: A Harmo-
nization of Genesis and Science (Dalias, TX: DMD Publishing Co., 1994, 1995); e) H. Ross, Creation and Ti-
me: A Biblical and Scientific Perspective on the Creation-Date Controversy (Colorado Springs, CO: Nav-
Press Publishing Group, 1994); d) D.E. Wonderly, Neglect o( Geologic Data: Sedimentary Strata Compared
with Young-Earth Creationist Writings (Hatfield, PA: lnterdisciplinary Biblical Research lnstitute, 1987); e)
D.A. Young, Christianity and the Age of the Earth (Grand Rapids, MI: Zondervan Corporation, 1988). Para
ideas que favorecen al creacionismo, ver: f) W. Brown, In the Beginning: Compelling Evidence for Creation
and the Flood (Phoenix, AZ: Center for Scientific Creation); g) H.G. Coffin, Origin by Design (Washington,
DC and Hagerstown, MD: Review and Herald Publ. Assn., 1983); h) ).D. Morris, The Young Earth (Colorado
Springs, CO: Master Books Division of Creation-Life Publishers, 1994); i) M. Van Bebber, P.S. Taylor, Crea-
tion and Time: A Report on the Progressive Creationist Book by Hugh Ross (Mesa, AZ: Eden Productions,
1994); j) ).C. Whitcomb, )r., H.M. Morris, The Genesis Flood (Philadelphia: The Presbyterian and Reformed
Pub. Co., 1961 ); k)). Woodmorappe, Studies in Flood Geology: A Compilation of Research Studies Suppor-
ting Creation and the Flood (Distributed by the lnstitute for Creation Research, P.O. Box 2667, El Cajón, CA
92021, 1993 ?); 1) los capítulos 12, 13 y 15 en esta obra.
114. Ver los capítulos 13 y 15.
ALGUNAS INTERROGANTES GEOLÓGICAS
ACERCA DEL TIEMPO GEOLÓGICO
301
301 LOS ORiGENES 1 LAS ROCAS
edad, no se supone que las condiciones originales sean las mismas que las de
hoy. Sin embargo, la mayoría de los geólogos están de acuerdo en que la mayor
parte de los continentes ya estaban formados hace 2.500 millones de años. 3
Aunque algunos geólogos usan edades mayores para el comienzo de la sedi-
mentación/ usaremos la cifra de 2.500 millones de años, que es conservativa,
para este estudio. Aun si se consideran las tasas de cambio sólo para el Fanero-
zoico (570 millones de años), las discrepancias son todavía muy grandes.
Las informaciones que tienen que ver con las tasas de los procesos geológi-
cos no son siempre tan exactas como se desearía. Además, es peligroso extrapo-
lar demasiado hacia el pasado por causa de que las condiciones pueden cam-biar.
Sin· embargo, las incongruencias que se bosquejarán más abajo, y que existen
entre las observaciones actuales y la geocronología estándar (tiempo geológico)
son tan grandes que estas incertidumbres apenas afectan la conclu-sión que
parece estar en conflicto entre ambas. Además, los datos generalmente están
basados en condiciones normales, no catastróficas. La adición de cam-bios
rápidos y catastróficos haría que las discrepancias fueran más desfavorables para
la geocronología estándar.
J
1
Ti gris 260 Potomac 15
lsere 240 Nilo 13
Tíber 190 Sena 7
Indo 180 Connecticut 1
• Basado en: a) Sparks, p. 509 (nota 7); también en cálculos de: b) ).N. Holleman, "The Sediment Yield of Ma-jor
Rivers of the World", Water Resources Research 4(1968):737-747; y e) Mil liman y Syvitski (nota 18d).
9
vel del mar, y de 520 mm por 1.000 años a una elevación de 975 m. Se han in~
dicado tasas de 920 mm cada 1.000 años en las montañas de la frontera entre
10
Guatemala y México, mientras que en los Himalayas se han observado tasas
de 1.000 mm cada 1.000 años. 11 En la región del Monte Rainier, en Washing~ ton,
12
las tasas pueden alcanzar hasta 8.000 mm cada 1.000 años. Probable-mente
la tasa regional más elevada es la de 19.000 mm cada 1.000 años para un
volcán en Nueva Guinea.U
De mayor significación que estas tasas elevadas es la tasa promedio general
que refleja los efectos a largo plazo sobre los continentes. Otra manera de con-
siderar las tasas de erosión está basada en una docena o más de estudios que
calculan con cuánta rapidez llegan los sedimentos continentales al océano. Los ríos
llevan la mayor parte de los sedimentos continentales al océano. Un poco lo llevan el
viento y los glaciares, como también colaboran las olas del mar al golpear la costa
continental. Los cálculos para el mundo están basados princi-palmente sobre el total
de sedimentos que los ríos llevan al entrar al océano. Es~ tos cálculos han variado de
8.000 a 58.000 millones de toneladas métricas por año (ver la Tabla 15.2). Muchas
de las evaluaciones no toman en cuenta el lodo o sedimento que es arrastrado sobre
el lecho del río (empujado o hecho rodar a
• a) Holleman (Tabla 15.1 ); b) A. Holmes, Principies of Physical Geology, ed. rev. (N. York: Ronald Press Co.,
1965), p. 514; e) j.M.L. jansen, R. B. Painter, "Predicting Sediment Yield from Climate and Topography",jour-
na/ of Hidrology 21 (1974):371-380; d) Mclennan (nota 18c); e) j.D. Milliman, R. H. Meade, "Worldwide Deli-very of
River Sediment to the Oceans", }ournal of Geology 91 (1983):1-21; f) Milliman y Syvitski (nota 18d).
CAPfTULO 15 1 ACERCA DEL TIEMPO GEOLÓGICO JOS
lo largo del fondo), y que no es fácil de detectar con los instrumentos de las es-
taciones de medición. A veces la carga arrastrada en el lecho se estima arbitra-
riamente en un 10%, porque es muy difícil de medir. 14 Los resultados ofrecidos
son probablemente bajos, porque no se pueden evaluar fácilmente los escasos
eventos catastróficos durante los cuales ocurre un incremento considerable de
transporte. La tasa promedio para la docena de estudios publicados y que apare-
cen en la Tabla 15.2 es de 24.108 millones de toneladas métricas por año. A es-
ta tasa, la altura promedio de los continentes del mundo (623 m) sobre el nivel
del mar se erosionaría en unos 9,6 millones de años, 15 una cifra próxima a la de
1O millones de años que se dio arriba para América del Norte.
A menudo se sugiere que las montañas todavía existen porque se están re-
novando continuamente por ascensos.16 Aunque las montañas sufren ascensos
(ver más abajo), este proceso de elevación y erosión no podría continuar por
mucho tiempo sin erradicar las capas de la columna geológica contenidas en
ellas. Un episodio completo de ascenso y erosión de las capas sedimentarias,
al-gunas de las cuales, sin embargo, debieron ser elevadas de su ubicación por
debajo del nivel del mar, las eliminaría. las tasas actuales de erosión quitarían
rápidamente los sedimentos de las cadenas montañosas de la Tierra, así como
lo haría en otras partes; sin embargo estos sedimentos, de los más recientes a
los más antiguos, todavía están bien representados.U En el contexto de las
largas edades geológicas y las tasas elevadas de erosión, la renovación de las
monta-ñas por levantamiento no parece ser una solución.
Otros intentos de reconciliar el promedio actual de erosión con el tiempo
geológico incluye el tomar en cuenta que las actividades humanas, especial-
mente las prácticas agrícolas, han aumentado la tasa de erosión, haciendo que
las tasas actuales sean inusitadamente elevadas. Esta explicación ayuda muy
poco para resolver la discrepancia. Los estudios sugieren que las actividades
18
agrícolas sólo han duplicado la tasa de erosión global. A pesar de ello, el fac-
tor es significativo. Al eliminar las prácticas agrícolas humanas, que pueden ha-
ber sido menores en lo pasado, los continentes habrían sido erosionados hasta
el nivel del mar en unos 20 millones de años en vez de 1O millones. Pero esto
no explica la presencia de los continentes, a los que se asigna una antigüedad
de 2.500 millones de años de edad; y por analogía, sin la presencia de la agri-
cultura, podría haber erosionado los continentes hasta el nivel del mar 125 ve-
ces en ese período.
Todavía otros han propuesto un clima más seco en lo pasado, lo que resul-
306 LOS ORfGENES 1 LAS ROCAS
cie durante 160 millones de años sin haber sido erosionada? 21 En ese tiempo
sugerido, corregido por la práctica de la agricultura, las tasas actuales de
erosión eliminarían una capa de sedimentos de S km de espesor. Tal vez la Isla
Kanga-roo no tenga 160 millones de años de edad.
LA ACTIVIDAD VOLCÁNICA
Los estratos sedimentarios de la Tierra revelan mucho menos actividad vol-
cánica de la que se esperaría para los eones de tiempo geológico que se postu-
lan para la edad de la Tierra. Los volcanes liberan una variedad de productos ta-
les como lava, cenizas, escoria, etc. Cada erupción individual produce desde
volúmenes muy pequeños hasta muchos kifómetros cúbicos de ellos. Hace va-
rios años, usando las sugerencias muy conservadoras de que todos los
3
volcanes de la Tierra producen un promedio de 1 km de material volcánico por
año, un geólogo calculó que en 3.500 millones de años la Tierra entera debería
tener un grueso manto de material volcánico que llegaría a la altura de 7 km.
Como las cifras reales indican sólo una pequeña fracción de esa cantidad, él
22
concluyó que la tasa de actividad volcánica debe ser errática.
Parece que en la actualidad los volcanes de la Tierra producen en prome-
3
dio cerca de 4 km por año. Erupciones individuales grandes pueden producir
volúmenes significativos. Tambora (Indonesia, 1815) produjo de 100 a 300 km 3,
3 23
Krakatoa (Indonesia, 1883), de 6 a 18 km 3, y Katmai (Aiaska, 1912), 20 km •
Un cálculo de sólo las erupciones volcánicas principales en cuatro déca-das
(1940-1980) sugieren un promedio de 3 km 3 por año. 24 Esta cifra no incluye una
multitud de erupciones menores tales como las que ocurren periódicamen-te en
Hawaii, Indonesia, América Central y del Sur, Islandia, Italia, etc. Se ha
propuesto un volumen promedio de 4 km3 •25
El trabajo clásico del famoso geoquímico ruso A. B. Ronov sugiere que en
3
toda la Tierra existen 135 millones de km de sedimentos de origen volcánico.
Esto es el 14,4 % de su estimación para el volumen total de los sedimentos de
26 3
la Tierra. Aunque 135 millones de km impresionan, no es mucho comparado
con lo que se esperaría. A la tasa de producción actual, extendida durante 2.500
millones de años, debería haber 74 veces la cantidad de material volcáni-co que
la que existe hoy. Esto sería una capa de material volcánico con un es-pesor
que sobrepasaría los 19 km extendida sobre toda la superficie de la Tierra. La
remoción de este material por la erosión no es una buena solución para los que
creen en los largos períodos geológicos. La erosión sólo transferiría el mate-
308 LOS ORIGENES 1 LAS ROCAS
rial volcánico de ·un lado a otro. También se podría sugerir la remoción por
subducción [hundimiento] en la tierra de acuerdo con el modelo de la tectónica
de placas, pero esto tampoco parece ser una solución. La remoción del material
volcánico también eliminaría las capas geológicas que lo contienen. Sin em-
bargo, la columna geológica, que contiene este material volcánico, todavía está
bien representada en todo el mundo. Tal vez los volcanes no han estado en
erupción durante 2.500 millones de años.
damente o,q3 mm por año). Como se mencionó más arriba, la erosión es más
rápida en las regiones montañosas, y decrece gradualmente hacia las elevacio-
nes menores; de aquí que, cuanto más altas las montañas, más rápidamente se
erosionan. Sin embargo, los cálculos muestran que con el fin de que la erosión
se equilibre con lo que se llama una "tasa típica de levantamiento de montañas"
33
de 1O mm por año, una montaña tendría que tener una altura de 45 km. Esto
es 5 veces la altura de la montaña más alta del mundo, el monte Everest. El
problema de las tasas de erosión relativamente lentas comparadas con las tasas
más rápidas del levantamiento de las montañas ha sido afrontado por varios in-
vestigadores,34 y las discrepancias se explican proponiendo que debemos estar
ahora en un período inusitadamente rápido de levantamiento de montañas (una
forma de levantamiento episódico).
Otro desafío a la geocronología clásica es que si las montañas se han esta-
do levantando con las tasas actuales, o aun si fueran menores, la columna geo-
lógica, incluyendo sus partes inferiores que se consideran tener de muchos
centenares a millares de años de edad, deberían haber sido levantadas y
erosio-nadas hace mucho tiempo. Sin embargo, estas porciones más antiguas
de la co-lumna, junto con las más recientes, están bien representadas en las
montañas y los continentes, como una rápida visita al campo o el examen de un
mapa geo-lógico lo revelaría. Las montañas, donde la erosión y el levantamiento
son inu-sualmente rápidos, no parecen haber completado ni siquiera un ciclo
completo de levantamiento y erosión; sin embargo, si las tasas actuales de
erosión y de le-vantamiento se mantuvieron en el pasado podríamos, por
analogía, esperar por lo menos cien ciclos de levantamiento y erosión durante el
tiempo geológico propuesto.
CONCLUSIONES
Las tasas observadas de erosión, vulcanismo y de levantamiento de monta-
ñas parecen ser demasiado rápidas para acomodarse en la escala del tiempo
geológico de centenares de millones de años para el desarrollo de las capas se-
dimentarias de la Tierra y la evolución de las formas de vida representadas en
ellas. las discrepancias no son menores (ver la Tabla 15.3) y no pueden ser
310 LOS ORIGENES 1 LAS ROCAS
Tasa actual de erosión de los continentes Los continentes se hubieran erosionado hasta
llegar al nivel del mar 125 veces en 2.500 mi-
llones de años.
Tasa actual de producción de materiales vol- En 2.500 millones de años se habría produci-
cánicos expelidos do 74 veces la cantidad de material volcáni-co
que el que se observa.
Tasa actual de levantamiento de cadenas Los cordones montañosos llegarían a 500 km
montañosas de altura en sólo 100 millones de años.
clase de vida que se encuentra en el registro fósil. Por ejemplo, los bosques
fósi-les del pasado también requerirían una humedad significativa al igual que
sus contraparte modernas. Además, los cambios más lentos en el pasado
parecen contrarios al escenario geológico general de que la tierra era más activa
36
durante su historia temprana. Se considera que el flujo del calor y la actividad
volcáni-ca fueron mucho mayores entonces. ¿Pueden las interpretaciones
geológicas invertir este modelo y postular que los cambios son mucho más
rápidos hoy? Se puede sugerir un postulado tal, pero tal tendencia es opuesta a
lo que se espera del modelo evolucionista en el que una tierra originalmente
caliente se llega a equilibrar con condiciones más estables y las tasas de
cambios geológicos dis-minuyen con el tiempo.
Una interrogante que vuelve repetidamente a la mente, al considerar las
tasas actuales de erosión y de levantamiento de montañas es por qué queda to-
davía tanto de la columna geológica si estos procesos han estado ocurriendo
por miles de millones de años. Las tasas de cambios geológicos actuales
pueden calzar mejor con el concepto de una creación reciente y un diluvio
catastrófico subsecuente. Las aguas del diluvio en retirada habrían dejado
porciones signifi-cativas de la columna geológica en su lugar. En un contexto
diluvial las tasas re-lativamente lentas de erosión, volcanismo y levantamiento
de montañas (oroge-nia) que se observan ahora pueden representar los
remanentes de ese evento catastrófico.
Las tasas corrientes de los cambios geológicos parecen desafiar la validez
de la escala del tiempo geológico.
Notas y referencias:
1. S. Smiley, Self-he/p, cap. 11, citado en: A. L. MacKay, A Dictionary of Scientific Quotations (Bristol y Filadel-
fia: lnstitute of Physics Publishing, 1991 }, p. 225.
2. Para un estudio más abarcante de estos y otros factores relacionados, ver: A.A. Roth, "Sorne
Questions about Geochronology", Origins 13(1986}:64-85. La sección 3 de ese artículo, que trata con la
acumulación de sedi-mentos, necesita actualización.
3. a} R. Huggett, Catastrophism: Systems of Earth History (Londres, N. York y Melbourne: Edward Arnold, 1990},
p. 232; b} A. Kriiner, "Evolution of the Archean Continental Crust", Annual Review of Earth and Plane-tary Sciences,
13(1985}:49-74; e} S.M. McLennan, S. R. Taylor, "Geochemical Constraints on the Growth of the Continental
Crust", ]oumal of Geology 90(1982}:347-361; d} S.M. McLennan, S.R. Taylor, "Continental Freeboard, Sedimentation
Rates and Growth of Continental Crust", Nature 306(1983}:169-172; e} S.R. Taylor, S.M. Mclennan, "The
Continental Crust: lts Composition and Evolution: An Examination of the Geochemical Record Preserved In
Sedimentary Rocks", A. Hallam, ed., Geoscience Texts (Oxford, Londres y Edimburgo:
.Biackwell Sclentlflc Publlcatlons, 1985}, pp. 234-239; f) J. Veizer, S. l. Jansen, "Basement and Sedimentary
lll LOS ORIGENES 1 LAS ROCAS
ahora, y que sólo queda una porción pequeña. Los sedimentos pueden haber
sido reciclados varias veces para formar rocas graníticas. Probablemente el
problema más serio que esta clase de modelo afronta es la descompensa-
CAPITULO 15 1 ACERCA DEL TIEMPO GEOLÓGICO 313
ción química entre los sedimentos y la corteza granftica de la Tlelfa. Las rocas de tipo granítico (ígneas)
tienen un promedio de menos de la mitad del calcio si se las compara con rocas sedimentarias, tienen tres
veces más sodio, y menos de un centésimo del carbono. Para datos y estudios adicionales, ver: d) Garrels y
Mackenzie, pp. 237, 243, 248 (nota 4); e) B. Mason, C. B. Moore, Principies of Geochemistry, 4a. ed. (N.
York, Chichester y Toronto: John Wiley and Sons, 1982), pp. 44, 152, 153; f) F.). Pettijohn, Sedimentariy
Rocks, 3a. ed. (N. York, San Francisco y Londres: Harper and Row, 1975), pp. 21, 22; g) A. B. Ronov, A.A.
Yaroshevsky, "Chemi-cal Composition of the Earth's Crust", en: P.). Hart, ed., The Eanh's Crust and Upper
Mantle: Structure, Dyna-mic Processes, and their Relation to Deep-seated Geological Phenomena,
American Geophysical Union, Geophysical Monograph 13(1969):37-57; h) D.B. Olhman, W.M. White, ). Patchett,
"The Geochemistry of Marine Sediments, lsland Are Magma Genesis, and Crust-mantle Recycling•, Earth and
Planetary Science Letters 94(1989):1-21 . Los cálculos basados en una suposición del origen de todas las rocas
sedimentarias a partir de las rocas ígneas dan resultados que no son correctos. Se deberían usar los que se basan en
medicio-nes reales de sedimentos tipos. Parece difícil pasar de una a otra al reciclar rocas graníticas y sedimentarias
con un desequilibrio tan grande en estos elementos básicos. Uno de los problemas más serios es cómo obte-ner
carbonato de calcio de las rocas graníticas que son comparativamente bajas en calcio y carbono. Además, el
reciclado de los sedimentos dentro de una región localizada sobre los continentes no parece responder al problema
de la erosión rápida, porque las cifras usadas para los cálculos están basadas en la cantidad de sedimentos que van
de los continentes a los océanos, y excluirían el reciclado local. En adición, general-mente grandes secciones de la
columna geológica están expuestas y erosionadas en las grandes cuencas flu-viales de la Tierra. Esta erosión ocurre
en forma especialmente rápida en las montañas que tienen una abun-dancia de sedimentos antiguos. ~Por qué están
allí todavía estos sedimentos antiguos si ya han sido recicla-dos/
18. a)). Gilluly, A.C. Waters, A.O. Woodford, Principies of Geology, 3a. ed. (San Francisco: W.H. Freeman and
Co., 1968), p. 79; b) S. )udson, "Erosion of the Land, or What's Happening to our Continents1", American
Scientist 56(19b8):356-374; e) S.M. Mclennan, •weathering and Global Denudation", journal of Geology 101
(1993):295-303; d) ).D. Milliman, ).P.M. Syvitski, •ceomorphic/Tectonic Control of Sediment Discharge to the
Ocean: The lmportance of Small Mountainous Rivers", }ournal of Geology 1 00(1992):525-544.
19. L.A. frakes, Climates Throughout Geologic Time (Amsterdam, Oxford y N. York: Elsevier Scientific
Publishing Co., 1979), Fig. 9-1, p. 261.
20. B. Daily, C.R. Twidale, A.R. Milnes, "The Age of the Lateritized Summit Surface on Kangaroo lsland and
Adja-cent Areas of South Australia", journal of the Geologica/ Society of Australia 21 (4-1974):387-392.
21. El problema y algunas sugerencias generales hacia la resolución se pueden ver en: C. R. Twidale, "On the
Sur-viva! of Paleoforms", American }ournal of Science 2 76(1976):77-95.
22. G.B. Gregor, •The Rate of Denudation in Post-Aigonkian Time", Koninklijke Neder/andse Academie van
We-tenschapper 71 (1968):22-30.
23. G.A. lzett, •volcanic Ash Beds: Recorders of Upper Cenozoic Silicic Pyroclastic Volcanism in the Western
United States", }ournal of Geophysica/ Research 86B(1981): 10200-1 0222.
24. Ver listas en: T. Simkim, L. Siebert, L. McCielland, D. Bridge, C. Newhall, ).H. Latter, Vo/canoes of the
World: A Regional Directory, Gazetteer, and Chronology of Vo/canism During the Last 10.000 Years (Smith-
sonian lnstitution: Stroudsburg. PA: Hutchinson Ross Publishing Co., 1981 ).
25. R. Decker, B. Decker, eds., Volcanoes and the Eanh's Interior: Readings from Scientific American (San Francis-
co: W.H. Freeman and Co., 1982), p. 47.
26. a) Ronov y Yaroshevsky (nota 17g); b) Para sólo el Fanerozoico se sugiere 18% de materiales volcánicos en: A. B.
Ronov, "The Earth's Sedimentary Shell (Quantitative Patterns of its Structure, Compositions, and Evolu-tion), The
20th V.l. Vernadskiy Lecture, March 12, 1978, Part 2", lnternational Geology Review 24(12-1982):1365-1388. Las
estimaciones de Ronov y Yaroshevsky del volumen de sedimentos son altas compara-das con algunas otras. Las
discrepancias difícilmente afectaron las conclusiones. El espesor total esperado
está basado en 2.500 x 1O" años x 4 km' por año = 10.000 x 1O" km' dividido por 5,1 x 1O" km' para la Tierra
= 19,6 km de altura.
27. Schumm (nota 6d).
28. St. Mueller, "Deep Structure Jnd Recent Dynamics in the Alps", en: K.). Hsü, ed., Mountain Building Proces-
314 LOS ORfGENES 1 LAS ROCAS
INGENIER(A GENÉTICA
Un conjunto complejo de experimentos realizados en el cam-pus de San
Diego de la Universidad de California ha producido plan-tas que brillan
en la oscuridad. Nunca antes se había observado el fe-nómeno de
producción de luz por actividad biológica (bioluminiscen-
cia) en plantas avanzadas. Una variedad de organismos, incluyendo la lu-
ciérnaga común, y especialmente una cantidad de animales marinos, produ-
31
7
318 LOS ORIGEN ES 1 UNA EVALUACIÓN DE LA CIENCIA Y LAS ESCRITURAS
cen "luz fría" (porque generan muy poco calor) por medios bioquímicos, pero el
fenómeno era desconocido en las plantas y los animales más complejos. Sin
embargo, tenemos ahora una planta de tabaco que brilla en la oscuridad. Se
seleccionó la planta de tabaco porque su sistema genético es bastante bien co-
nocido, y tiene un buen soporte para transferir información nueva al sistema
genético. 1 Esta nueva variedad de planta fue desarrollada usando las asombrosas
técnicas de la ingeniería genética.
La ingeniería genética es uno de los muchos avances científicos que debe-
rían impresionarnos con su éxito. Básicamente, la metodología emplea la pode-
rosa técnica de insertar un gen de un organismo en el mecanismo hereditario de
otro. En el caso de las plantas de tabaco que brillan, el gen para la enzima luci-
. ferasa, que es necesaria para la producción de luz en las luciérnagas, fue in-
corporado al sistema genético (ADN) de la planta de tabaco. Cuando las plantas
fueron regadas con los productos químicos apropiados (trifosfato de adenosina y
luciferina), las plantas brillaron suavemente, confirmando la incorporación del
gen para la luciferasa. Otras plantas tratadas de la misma manera pero sin el
gen no brillaron. En las plantas que brillan, la luz fue emitida desde la mayor
parte de los elementos de la planta, pero era más brillante en las raíces, las ho-
jas nuevas y los tejidos vasculares de las plantas.
El proceso de transferir genes es una manipulación compleja de la infor-
mación hereditaria básica que se encuentra codificada a lo largo de las largas y
complejas moléculas del ADN. La ingeniería genética ha provisto las técnicas
mediante las cuales secciones del ADN de un organismo pueden ser aisladas y
transferidas a otro organismo en el cual se reproducirá y funcionará. La transfe-
rencia se realiza usando un virus o plasmidio (ADN especial de una bacteria)
como transportador del ADN deseado. Este ADN combinado, llamado ADN re-
combinado, puede transferir información en una gran variedad de organismos.
En el caso del"éxito brillante" con las plantas de tabaco descrito arriba, el gen de
la luciérnaga para la enzima que produce la luz, la luciferasa, se combinó con el
ADN "promotor" de un virus, se insertó en un plasmidio, y finalmente a las
plantas de tabaco, las cuales adquirieron la capacidad de brillar. Estos no son
procedimientos sencillos.
Estos resultados dramáticos tienen más significación que la novedad de una
forma compleja de vida vegetal que brilla. Como la luz es fácilmente detec-table,
este sistema ha provisto la manera de identificar y estudiar la conducta de los
genes. Uno puede también imaginarse lo que sería tener más organismos
CAPrTULO 16 1 LA CIENCIA 319
que brillen de noche. ¡Hijos luminiscentes podrían ser más fáciles de encon-trar
en un bosque! Ya se ha informado del éxito alcanzado en insertar el gen de la
2
luciferasa en células de monos. Sin embargo, las promesas de la ingeniería
genética son menos optimistas para las formas complejas de vida que tienen lí-
mites de flexibilidad genética más restringidos.
En los organismos más sencillos, la ingeniería genética ya ha registrado
una impresionante lista de éxitos. Varias moléculas altamente especializadas
que se necesitan en tratamientos médicos que previamente sólo podían
obtener-se mediante extracciones costosas y laboriosas de organismos vivos,
pueden ahora producirse en grandes cantidades por medio de bacterias que han
sido ge-néticamente alteradas para hacerlo. Algunos ejemplos son la proteína
interferón, que aumenta la resistencia humana a las infecciones virósicas, y la
hormona insulina, que controla el nivel de azúcar en la sangre. Mediante
diversas técni-cas, se han usado genes de hormonas de crecimiento para
producir ratones y cerdos más grandes, y vacas que producen más leche.
Usando la ingeniería ge-nética, los científicos están creando nuevas clases de
3
enzimas complejas que actúan en la conducción de cambios químicos.
Uno de los desarrollos más dramáticos promete alivio de varias enfermeda-
des de inmunodeficiencias. Individuos con esta clase de enfermedad no pue-den
resistir a los gérmenes y deben ser mantenidos en estricto aislamiento, co-mo
fue el caso del niño que vivió en una "burbuja" plástica protectora, y llegó a ser
conocido como el"muchacho de la burbuja". Más recientemente se extraje-ron
células de dos niñas con una enfermedad inmunodeficiente, fueron altera-das
genéticamente, y reinyectadas a las niñas, proporcionándoles la resistencia
inmunológica que necesitaban. Logros dramáticos en la agricultura produjeron
frutas genéticamente alteradas que permanecen frescas por más tiempo, y plan-
tas que son más resistentes a los virus y a los insectos.
Estas realizaciones generan preocupaciones acerca del posible impacto
negativo de las nuevas variedades de organismos sobre el ambiente. Esta es
una preocupación que no podemos dejar de lado a la ligera. Pero la ingeniería
gené-tica nos dice que la ciencia es una herramienta poderosa.
DESARROLLO DE ORGANISMOS
¿De qué manera se desarrollan los organismos avanzados hasta llegar a ser
adultos a partir de una sola célula? ¿Y por qué se desarrolla una célula en una
lombriz de t~erra y otra en un tiburón? Aunque no tenemos muchas respuestas,
310 LOS ORIGENES 1 UNA EVALUACIÓN DE LA CIENCIA y LAS ESCRITURAS
jos normales, que los núcleos tomados de etapas más avanzadas tales como
5
las de renacuajos que ya nadaban. En unos pocos casos los núcleos de las
células de los intestinos de los renacuajos produjeron ranas adultas fértiles,
6
según se informó; sin embargo, este resultado ha sido discutido. Los núcleos
derivados de la piel de ranas adultas estimularon el desarrollo de sólo formas
más rudi-mentarias, de renacuajos que no se alimentaban todavía/
Se ha informado de un progreso grande con ovejas. Un logro que la mayo-
ría de los expertos creían imposible ha sido la clonación de un mamífero. Aun-
que el experimento se llevó a cabo con alguna dificultad, atestigua del progreso
de la ciencia. El núcleo de una célula de la glándula mamaria de una oveja
hembra de seis años de edad fue implantado en un huevo no fertilizado de otra
oveja. El núcleo original había sido previamente extraído de ese huevo no ferti-
lizado. El nuevo "embrión" con la información genética de la glándula mamaria
fue implantado en el útero de otra oveja donde se desarrolló en una oveja apa-
rentemente normal, que tenía la información genética idéntica de la glándula
8
mamaria de su "madre" de seis años de edad. El potencial y la variedad de ex-
perimentos que esta clase de éxitos implica, son abrumadores.
Parece que es más fácil trabajar con plantas. Los fisiólogos de plantas de la
9
Universidad Cornell pudieron cultivar células de una planta madura de zana-
horia en leche de coco. En este cultivo, las células de la zanahoria formaron una
masa amorfa de tejido. Cuando las células de esas masas fueron transferidas a
un medio sólido, se desarrollaron en plantas de zanahoria adultas completa-
mente activas en cuanto a reproducción. Esta información confirma aun más la
hipótesis de que cada célula tiene la información necesaria para producir un
organismo completo.
Otra ilustración de la habilidad de los biólogos del desarrollo es el proceso de
mezclar las células de desarrollo temprano en dos organismos individuales para
producir un único organismo "mezclado". Por ejemplo, las células muy jóvenes de
embriones de ratones que consisten en unas pocas células pueden ser fácilmente
separadas. Cuando se hace esto con dos clases diferentes de rato-nes y luego se
combinan, las células de los dos embriones diferentes se fundirán para formar un
sólo organismo. Cuando se implantan en una madre sustituta, es-te embrión
"mosaico" puede desarrollarse y eventualmente llegar a ser un adul-to con una
mezcla de células de los dos embriones. Tales organismos tienen cuatro padres en
lugar de los dos normales. Si los dos embriones originales tie-nen genes para una
coloración diferente de pelos, algunos de los descendientes
322 LOS ORIGENES 1 UNA EVALUACIÓN DE LA CIENCIA y LAS ESCRITURAS
tienen un color moteado, uno de cada uno de los embriones originales. Si los
dos embriones originales eran de sexo diferente, algunos de los descendientes
10
son hermafroditas.
También se puede estimular el desarrollo embriónico de partes inesperadas
del cuerpo por transferencia de células que inducen esta formación particular.
Ciertas células en embriones más avanzados estimulan la formación de la cabe-
za, el tronco y la cola. Los experimentos con embriones de la salamandra Tritu-
rus muestran que si una porción específica de un embrión es transferida a otro, la
parte transferida puede estimular la producción de una cabeza adicional en el
embrión. Lo que más intriga en este experimento es que la parte transferida no llega
eventualmente a ser una cabeza en un embrión normal, sino una parte de las
entrañas primitivas del organismo.
Un área nueva de estudio es la función de desarrollo de los genes homeóti-
11
cos (genes que contienen secuencias homeóticas, u "homeoboxes"). Los estu-
dios en esta área recién han comenzado. Estos genes influyen sobre el desarro-
llo, y el desarrollo que ellos controlan es modificado por el ambiente cambian-te
de las partes en desarrollo. De modo que el proceso es complejo. La elimina-
ción o transferencia experimental de genes pueden producir organismos grotes-
cos, algunos con alas, ojos o antenas adicionales. Este es sencillamente el co-
mienzo de hallazgos complejos que prometen descubrimientos excitantes con
respecto al proceso del desarrollo como un todo.
No menos sorprendentes son los avances en la facilitación de la fertilidad y
el desarrollo humanos. El proceso de fertilizar un huevo humano con un esper-
ma en un recipiente de laboratorio está llegando a ser un procedimiento co-mún.
Los organismos en desarrollo que se producen de este modo pueden ser
transferidos a una persona que no esté relacionada genéticamente con ellos,
quien sirve como una incubadora sustituta durante nueve meses para el bebé en
desarrollo. También es posible congelar y conservar el embrión humano en la
etapa de ocho células por un período indefinido, y cuando es conveniente, se
puede implantarlo en un útero sustituto para su desarrollo.
Estas vislumbres plantean la pregunta de la clonación de seres humanos.
Muchos escritos de nivel popular han soñado con esta posibilidad. Los dictado-
res podrían donarse ad infinitum, y así ¡gobernar para siempre! Podemos clonar
directamente zanahorias, ovejas y posiblemente ranas, y nuestros datos científi-cos
sugieren que el hombre probablemente pueda ser clonado a partir de célu-las de su
cuerpo desarrollado como se ha hecho con ovejas. Actualmente existe
CAPfTULO 16 1 LA CIENCIA 323
Paisaje de Marte como se lo ve desde el Pathflnder que fue enviado a Marte (rampa abajo a la iz-
quierda, bolsa de aire abajo a la derecha). El Sojourner, vehículo de exploración, está equipado con
un espectroscopio de rayos X para protones alfa, para analizar rocas marcianas. Tales logros dan
testimonio del éxito tanto de la ciencia como de la tecnología asociada con ella. Foto cortesía de
NASA/JPUCaltech.
otra tecnología para producir clones humanos a partir del nivel embrionario
temprano y se ha practicado a un nivel rudimentario con embriones con fallas.
Para obtener un don se podría dividir en dos un embrión humano en una etapa
muy temprana, que es lo que ocurre cuando en forma natural se generan geme-
los idénticos. Una mitad podría ser reimplantada para su desarrollo inmediato; la
otra, conservada por congelación durante años. Si. se desea un don del pri-mer
individuo, el embrión idéntico congelado podría ser implantado en una madre
sustituta para su desarrollo. Sin embargo, debe recordarse que los seres
humanos no son simplemente el producto de su fórmula genética. Nuestro am-
biente, la libertad de elección y otros factores determinan qué llegaremos a ser.
La clonación de una mente desarrollada puede ser formidable, por lo que la
324 LOS OR(GENES / UNA EVALUACIÓN DE LA CIENCIA Y LAS ESCRITURAS
clonación de seres humanos puede ser mucho más difícil que la de animales
comunes. Las cuestiones sociológicas, morales y éticas planteadas por los
proce-dimientos de clonación son impresionantes; pero también lo son los
avances de la ciencia.
CONCLUSIONES
La ciencia tiene tanto éxito que los humanos nos encontramos rodeados por
una tecnocracia que amenaza con envolvernos. En el campo experimen-tal, la
ciencia tiene un éxito notable y ha realizado mucho bien. En este campo,
CAPfTULO 16 1 LA CIENCIA 325
Notas y referencias:
1. D.W. Ow, K. V. Wood, M. Deluca, j.R. de Wet, D.R. Helinski, S. H. Howell, "Transient and Stable Expression oftne
Firefly Luciferase Gene in Plant Cells and Transgenic Plants•, 5cience234(1986):856-859.
2. ).R. de Wet, K.V. Wood, M. Deluca, D.R. Helinski, S. Subramani, nFirefly Luciferase Gene: Structure and
Expression in Mammalian Cells", Molecular and Ce/luJar Biology 7(2-1987):725- 737.
3. F. Flam, •co~ting a Blind Watcnmaker", Science 265(1994):1 032, 1033.
4. a) j.B. Gurdon, "Transplanted Nuclei and Cell Differentiation•, Scientific American 219(6-1968):24-35; b) J. B.
Gurdon, R.A. Laskey, O.R. Reeves, "Tile Developmental Capacity of Nuclei Transplanted from Keratinized Skin
Cells of Adult Frogs", }oumal of Embriology and Experimental Morphology 34(1975):93-112; e) J.B. Gur-don, nEgg
Cytoplasm and Gene Control in Development", The Croonian Lecture, 1976, Proceedings ofthe Royal Society
ofLondon B 198(1977):211-247.
5. R.G. McKinnell, Cloning: Nuclear Transplantation in Amphibia (Minneapolis: University of Minnesota Press,
1978), p. 101.
6. Para un estudio, ver lbfd., pp. 11 0-112.
7. Gurdon, Laskey y Reeves (nota 4b).
8. l. Wilmut, A.E. Scnnieke, J. McWnir, A.J. Kind, K.H.S. Campbell, "Viable Offspring Derived from Fetal and Adult
Mammalian Cells", Nature 385(1997):81 0-813.
9. a) F.C. Steward, con M.O. Mapes, A.E. Kent, R.D. Holsten, "Growtn and Development of Cultured Plant Cells",
Science 143(1964):20-27; b) F.C. Steward, "From Cultured Cells to Wnole Plants: Tne lnduction and Control of
Tneir Growtil and Morphogenesis", Tile Croonian Lecture, 1969, Proceedings of the Royal Society ofLondon B
175(1970):1-30.
10. a) B. Mintz, nExperimental Genetic Mosaicism in tile Mouse•, en: G.E.W. Wolstenilolme, M. O'Connor, eds.,
Preimplantation Stages of Pregnancy, Ciba Foundation Symposium (Boston: Little, Brown and Co., 1965), pp.
194-207; b) B. Mintz, K. lllmensee, nNormal Genetically Mosaic Mice Produced from Malignan! Teratocarci-noma
Cells", Proceedings of the National Academy of Sciences USA 72(1975):3585-3589.
11. Ver el capftulo 6 para una breve descripción de una secuencia nomeótica u "homeobox" de ADN.
LA CIENCIA Y LA VERDAD:
ALGUNOS INTERROGANTES
Los valores, los significados de la vida, los propósitos y
las cualidades se deslizan por la ciencia como el mar se desliza
por las redes de los pescadores. Sin embargo, el hombre
nada en este mar, de modo que no puede excluirse de sus alcances.
1
HUSTON 5MJTH
a ciencia ha tenido tanto éxito que puede haber una tendencia a olvidar
los límites de ella. ¿Cómo podría no ser todopoderoso algo que nos ha
legado los antibióticos, la ingeniería genética, los vuelos espaciales y
las bombas nucleares? Algunos científicos están profun-damente
impresionados con su disciplina, creyendo que la ciencia tiene la
respuesta a todos los grandes problemas del mundo, y que cuanto antes
adoptemos el punto de vista de la ciencia, tanto más rápido se
solucionarán esos problemas. Ocasionalmente, la estre-cha
cooperación entre los científicos de paí~es muy diferentes en sus
filosofías políticas es presentada como un ejemplo de cómo la ciencia
podría usarse para sobreponerse a los conflictos políticos y traer la paz
al mundo. Estas actitudes ilustran cuán poderosa ha llegado a ser la
imagen de la ciencia. Sin embargo, sólo tenemos que recordar algunas
de las guerras libradas dentro de la ciencia, o las crisis de la
contaminación nuclear y química para darnos cuenta de que, por lo
menos hasta ahora, la ciencia no ha alcanza-do a ser la solución de
todos nuestros problemas. También los
científicos, como otros profesionales, tienden a mirar la realidad a
través de sus conceptos especializados. Tales puntos de vista
limita-dos pueden ser un problema cuando buscamos la verdad
completa. Will Rogers, una fuente venerada de sabiduría
sencilla, nos recuerda
que "no hay nada tan necio como un hombre educado, si lo sacas de aquello
en lo que fue educado... "2
326
CAPfTULO 17 1 LA CIENCIA Y LA VERDAD 317
¿QUÉ ES LA CIENCIA?
Todos sabemos lo que es la ciencia, ¿verdad? ¡La ciencia es lo que las per-
sonas dicen que hacen los científicos! Más allá de eso, la pregunta llega a ser in-
trigante y difícil. La ciencia se define de muchas maneras. Unos pocos de los
conceptos principales incluyen: 1) conocimiento organizado, 2) conocimiento
verificable, 3) hechos acerca de la naturaleza, 4) explicaciones acerca de la na-
turaleza, 5) un sistema de pensamiento basado en principios científicos (una
definición que requiere que sepamos cuáles son los principios científicos y
cuáles no), 6) una metodología para descubrir la verdad acerca de la naturaleza,
y 7) una filosofía naturalista que excluye lo sobrenatural.
En realidad, no sabemos exactamente qué es la ciencia o cómo actúa. Esta
es una admisión seria para una actividad de tanto éxito. Sir Peter Medawar,
premio Nobel y ex presidente de la Asociación Británica para el Adelanto de la
Ciencia, describe el dilema: "Pregunta a un científico qué entiende por el méto-do
científico, y él adoptará una expresión que es a la vez solemne y esquiva: so-
lemne, porque siente que debe dar una opinión; esquiva, porque se pregunta
cómo esconderá la verdad de que no tiene opinión para dar. Si siguen insis-
tiendo, probablemente mascullará algo acerca de 'inducción'y 'establecerleyes de
la naturaleza',pero si cualquiera que trabaja en un laboratorio profesara estar
tratando de establecer las Leyes de la Naturaleza por inducción, deberíamos
comenzar a pensar que necesita unas vacaciones con urgencia". 3
Sabemos que la ciencia funciona, pero en cierto sentido el científico no sabe
qué está haciendo. Parte del problema gira alrededor de diversos procedi-
mientos científicos complejos, muchos de los cuales están mal definidos, y par-te
gira alrededor de la realidad de que realmente no sabemos qué es la ciencia.
Esto nos vuelve a nuestra definición inicial: La ciencia es lo que hace el científi-
co. Sin embargo, tenemos una idea general de lo que es la ciencia: es encontrar
la verdad y explicaciones acerca de la naturaleza.
LA CIENCIA HISTÓRICA
En la agria controversia entre el creacionismo y el evolucionismo, algunos
científicos individuales afirman que la teoría general de la evolución es un he-
cho tal como lo es la gravedad. Como es de esperar, tal afirmación evoca reac-
ciones diversas. Algunos se sienten cómodos con ella, porque tanto el evolucio-
nismo como la gravedad son conceptos naturalistas corrientemente aceptados
por muchos científicos. Otros ven una diferencia significativa en los posibles
grados de validación. La gravedad es fácilmente demostrable; la teoría general
de la evolución no lo es.
Muchos de nosotros llegamos a saber de las realidades de la ciencia al rea-
lizar experimentos de laboratorio que producían los resultados esperados. Esto
nos dio mucha confianza en el método científico. El producto de estos experi-
mentos podía predecirse. Por supuesto, ocasionalmente los resultados no salían
como se esperaba, y el mal funcionamiento generalmente se explicaba en térmi-
nos de procedimientos equivocados, medidas inexactas, contaminación, etc.,
pero nunca como indicación de que algo podía andar mal con la ciencia. Estos
experimentos básicos ayudaban a fijar en nuestras mentes la idea de que la
ciencia es absoluta, y que si las cosas fallan, la falta es debida a cualquier otra
cosa menos la ciencia.
Hay amplias evidencias para sostener la exactitud de las predicciones de
los sencillos experimentos de laboratorio. Es lamentable que.el público en gene-
ral, y aun algunos científicos bien adiestrados, rara vez aprecie el contraste entre
estos experimentos bien probados y lo desconocido de las investigaciones origi-
nales. Se considera a la ciencia como un procedimiento seguro y sencillo. Pero
las investigaciones difíciles pronto nos enseñan otra cosa. Necesitamos apre-
ciar que lo que tan ingenuamente llamamos el "progreso de las fronteras del
conocimiento" también representa el"borde de la ignorancia".
Algunos científicos han intentado aliviar la confusión sobre el grado de
confianza en la ciencia al aislar algunas de las áreas de la ciencia, en las que es-
tamos menos seguros, bajo la designación de "ciencia histórica". 13
Como ocurre
también con otros conceptos amplios, la ciencia histórica no se puede definir en
forma sencilla. No debe ser confundida con el uso que dan los historiadores a la
misma expresión para describir su propia metodología. En la forma en que la us-an
los hombres de ciencia, ciencia histórica se refiere especialmente a aque-llos
aspectos de la ciencia que no son fácilmente verificables y predecibles, por que son
muy singulares, por lo menos dentro de los límites de lo practicable. A
CAPfTULO 17 1 LA CIENCIA Y LA VERDAD 331
EL EMOCIONALISMO EN LA CIENCIA
El titular del diario decía: "El creacionismo es una prostitución científica".
Este fue sólo una de muchas declaraciones similares que había escuchado el
día anterior en una reunión nacional de la Sociedad Geológica Norteámericana
en Nueva Orleans. Me sorprendí que esta expresión áspera recibiera una publi-
cidad tan destacada.
La aseveración citada arriba procedió de un profesor de geología en la
Universidad del Estado de Oregón, que presidía uno de los dos simposios sobre
creacionismo y geología. También declaró que los creacionistas "intencional y
cínicamente desvían a ciudadanos de buenas intenciones" y son "tan falsos co-
mo un billete de tres dólares" (no existen tales billetes en circulación en los Esta-
dos Unidos). Un biólogo de la Universidad de Boston afirmó que el 11catastrofis-
332 LOS ORIGENES 1 UNA EVALUACIÓN DE LA CIENCIA y LAS ESCRITURAS
Una cantidad de estudios acerca del proceso científico mismo han revelado
la subjetividad de la evaluación científica. El controvertido proceso del repaso
hecho por los pares que determina qué ideas serán aceptadas o rechazadas pa-
ra su publicación, ha sido el tema de varios estudios. En un experimento condu-
cido por Michael J. Mahoney,18 de la Universidad de California en Santa Bárba-
ra, cinco versiones diferentes de un artículo fueron enviados a 75 "reseñado-res"
para su evaluación. Los artículos, que diferían entre sí sólo en algunos datos e
interpretaciones, pretendían dar el resultado de pruebas experimentales del
efecto del refuerzo extrínseco sobre los intereses intrínsecos de los niños. Los
re-señadores, que no sabían que los resultados habían sido inventados, dieron
puntuaciones más altas a la metodología, la presentación de los datos y las
reco-mendaciones para publicación a aquellas versiones que estaban en
armonía con los conceptos tradicionales, que a aquellas que se oponían a ese
concepto. Obviamente, es difícil que se publique un estudio de alguien que no
sigue la "línea del partido". Después que se dio a conocer la naturaleza real del
estudio, aproximadamente un cuarto de los así llamados "reseñadores" expresó
su desa-probación por la manera en que habían sido engañados para hacerlos
participar en el experimento¡ y tres de ellos trataron de conseguir que se
expulsara al Dr. Mahoney de la Asociación Norteamericana de Psicología, o por
lo menos que se lo censurara.
El sociólogo Robert Merton19 ha mostrado que los cieJltíficos eminentes
tienen más influencia en el proceso científico, ya que se les da un crédito que no
es proporcional a sus descubrimientos, y se le facilita la publicación. Tales
circunstancias restringen una evaluación y representación justas de lo que real-
mente se está descubriendo.
Otro ejemplo de presión periférica en la ciencia es el así llamado descubri-
miento de los rayos N por el físico francés René Blondlot. En 1902, mientras
investigaba la polarización de los rayos X, Blondlot notó que una chispa parecía más
brillante bajo la influencia de una nueva clase de radiación que parecía conducirse
de una manera diferente a la de los rayos X normales. Llamó "rayos N" a estos rayos
nuevos en honor de su ciudad y su universidad: Nancy, Fran-cia. Su sistema original
de identificación y análisis estaba basado sobre sus ob-servaciones de la apariencia
más brillante de una chispa, y sobre la longitud de ella, que podría haber sido
evaluada en forma más objetiva. Blondlot no fue la única persona que fue engañada
por las "apariencias". "Por lo menos cuarenta personas informaron los efectos de los
rayos N, y fueron analizados en unos
CAPÍTULO 17 1 LA CIENCIA Y LA VERDAD 335
300 artículos escritos por 100 hombres de ciencia y médicos entre 1903 y
20
1906". Se encontró que esos rayos eran emanados por los músculos de los
animales, la digestión de los albuminoides, y por plantas en la oscuridad. Tam-
bién se encontró que la actividad intelectual aumentaba la producción de rayos
N en el sistema nervioso. Esta nueva radiación mejoraba la percepción visual y
se usó para explicar fenómenos espiritistas. El estudio de los rayos N pronto lle-
gó a ser una "pequeña industria". 21 Además, en 1904 la Academia Francesa de
Ciencias, la voz oficial de los hombres de ciencia franceses, otorgó su codiciado
premio Le Conte a Blondlot.
Sin embargo, no todo andaba bien. Varios científicos no pudieron replicar los
supuestos resultados. Estas personas escépticas fueron generalmente acusa-das de
tener ojos insensibles al aumento de la intensidad de las chispas y otros efectos
luminosos aparentes de esos rayos. Pronto un grupo creciente de cientí-ficos llegaron
a tener dudas. Su escepticismo fue fortalecido en 1904 por R. W. Wood de la
Universidad Johns Hopkins, quien, en el papel de detective, visitó los laboratorios en
Nancy para investigar la autenticidad de los rayos. Mientras Blondlot estaba
demostrando las cualidades espectrales de los rayos en una sala oscurecida, Wood
secretamente retiró un prisma de aluminio muy importante de un espectroscopio; sin
embargo, Blondlot informó resultados idénticos des-pués que el prisma había sido
22
sacado. Durante su visita, Wood también en-contró otros resultados inexplicables,
mostrando que los datos podrían fácil-mente haber sido fabricados. Este incidente,
que fue informado en publicacio-nes inglesas, francesas y alemanas, no eliminó
inmediatamente la defensa que apoyaba los rayos N. La investigación y el estudio de
los efectos aparentes con-tinuaron durante varios años, aunque el interés pronto
disminuyó. Ocurre que no existen esos rayos N. El episodio es ahora sólo de interés
histórico y nos en-seña a ser cautos aunque muchos científicos estén de acuerdo.
girse, él notó que después de unas pocas generaciones, los machos desarrolla-
ron (evolucionaron) almohadillas nupciales en los pulgares que le ayudarían a
mantenerse unido a las hembras debajo del agua. Este descubrimiento causó
bastante sensación, y Kammerer ganó una gran notoriedad. Algunos, especial-
mente en Inglaterra, lo caracterizaron como "tal vez el mayor descubrimiento
24
biológico del siglo", y "Kammerer comienza donde Darwin dejó". Aquí ha-bía
evidencia experimental en favor de la evolución. La fama de Kammerer le ganó
el cargo de profesor en la Universidad Estatal de Moscú. Pero por 1926 había
un sólo ejemplar de sapo para apoyar las pretensiones de Kammerer, jun-to con
su aserción de que docenas de científicos había visto las almohadillas y se
habían convencido.
El Dr. G. K. Noble, un científico del Museo Americano de Historia Natural,
fue a Viena para examinar este ejemplar macho. Un examen cuidadoso hecho
por él y por otros reveló que las almohadillas nupciales habían sido producidas
por la inyección de tinta de la India en el ejemplar. Unas pocas semanas más
tarde, Kammerer se disparó un tiro. Dejó cartas aseverando que nunca había
cometido las trampas científicas de las que lo acusaban. Aunque sugería que
alguien podría haber manipulado el espécimen, también dijo que estaba dema-
siado cansado para repetir los experimentos. Sólo tenía 46 años de edad. Bajo
es3s circunstancias, su muerte parece extraña. La cuestión de si Kammerer
había realmente perpetrado ese engaño ha sido muy debatida.
Es digno de felicitación que el error haya sido descubierto y corregido, y re-
fleja la integridad básica de la ciencia. Sin embargo, otras interrogantes asocia-
das también necesitan ser atendidas. ¿Por qué alguien, fraudulentamente, ha-
bría inyectado tinta de la India en los pulgares del sapo? Si el descubrimiento
era tan importante, ¿por qué ninguno intentó repetir el experimento? Y, especial-
mente, ¿por qué este descubrimiento habría de ser saludado como un éxito
grande, cuando estaba basado en una evidencia tan escasa?
Se han informado diversos otros ejemplos de engaños en la ciencia. Varios
libros, incluyendo Betrayers of the Truth: Fraud and Deceit in the Halls of
Science25 [Traidores de la verdad: Fraude y engaño en las salas de la ciencia],
describe algunos de ellos. Los autores de este tomo sugieren que la ciencia es
bastante diferente de la idea convencional que se le adjudica. El libro presenta un
mundo científico que tiene una larga historia de feroz competencia y delibe-rados
ajustes de los datos. Los autores señalan que muchas de las luminarias de la ciencia
del pasado ocasionalmente presentarían mal sus datos con el fin
CAPfTULO 17 1 LA CIENCIA Y LA VERDAD 337
de asegurar que sus ideas prevalecieran. Del mismo modo tocan el problema
del autoengaño, la credulidad y los fraudes en la ciencia, y detallan algunos de
los casos más recientes y notorios de fraude en la investigación científica. Cada
hombre de ciencia debería leer ese libro.
Afortunadamente, a pesar de lo dicho arriba, el engaño deliberado en la
ciencia es muy raro, pero no debería ser totalmente ignorado. Considerando la
voluminosa producción de informes científicos que se publican a la tasa de uno
cada 35 o 40 segundos, el número de casos de falsificación informados pa-rece
ser notablemente bajo.
A pesar de ello, hay un problema relacionado con la actividad científica que
es más importante. El problema es el del autoengaño. Lewis Branscomb, quien
fuera vicepresidente y científico jefe para la Corporación IBM, y ahora está en
26
Harvard, ha bosquejado el problema. Dicho en forma sencilla, los científicos
tienen una tendencia a experimentar e investigar hasta que encuen-tran el
resultado esperado; y entonces se detienen. La presión por publicar pue-de
impedirles que continúen su investigación para ver si los resultados son real-
mente válidos. Esto resulta en lo que se llama "clausura de la fase intelectual".
Se gana confianza por el acuerdo con los resultados esperados. Esto facilita la
perpetuación del error. El apoyo dado a las almohadillas nupciales de Kamme-
rer, mencionadas más arriba, constituyen una ilustración de esto. Branscomb
declara: "Una revitalización del interés en la honestidad e integridad científica
podría producir un enorme beneficio tanto a la ciencia como a la sociedad a la
que servimos". Debemos recordar que la actividad científica es básicamente muy
honesta; al mismo tiempo, debemos percibir el problema de la "clausura de la
fase intelectual" (autoengaño) que facilita equivocaciones honestas. Este es el
problema importante. Tal"clausura de la fase" es un componente importante para
la perpetuación de paradigmas.
volver a aceptarla más tardeP Lo mismo puede decirse del catastrofismo, que
primero fue aceptado, luego rechazado, y vuelto a aceptar. 28
Estos esquemas nos advierten de una conducta de masa en el proceso del
pensamiento científico. La ciencia es una actividad humana y está sujeta a las
mismas vicisitudes que las demás empresas humanas. Aunque la ciencia
ocasio-nalmente cambia los paradigmas, la humanidad del científico también
puede ofrecer resistencia a esos cambios. No siempre es fácil abandonar una
idea acariciada que se ha defendido durante años. El eminente físico alemán
Max Planck comentó con candidez: "Una verdad científica nueva no triunfa con-
venciendo a sus oponentes y haciéndoles ver la luz, sino más bien porque sus
oponentes eventualmente mueren, y crece una nueva generación que está fami-
29
liarizada con ella". Los cambios en los paradigmas a veces pueden llevar mu-
cho tiempo.
Deben considerarse todos estos factores al tratar de evaluar el valor del
consenso científico, que puede cambiar con el tiempo y que puede ser correcto
o equivocado. 1
.
CONCLUSIONES
Hay muchos problemas bien reconocidos en el proceso científico. 1) Una
cantidad de áreas de la realidad están más allá de la ciencia. 2) La ciencia histó-
rica no se puede probar con facilidad. 3) Los científicos se irwolucran emocio-
nalmente en su ciencia. 4) La aceptación de un paradigma influye sobre la co-
munidad científica.
Sobre esta base, hay quienes rechazarían toda información científica co-mo
simplista, prejuiciada, errónea y limitada. Tal punto de vista es injustificado. No
debemos olvidar que la ciencia tiene un registro impresionante de éxitos, es-
pecialmente en el campo experimental. Las limitaciones y los problemas inhe-rentes
a la ciencia en algunas áreas no deberían usarse como una excusa para negar el
valor de la ciencia en su esfera apropiada. Por otro lado, la adoración simplista de la
ciencia como un todo también es injustificada. La ciencia nos ha dado una
abundancia de información nueva, pero debemos recordar que hay ciencia buena y
que hay ciencia deficiente, y que necesitamos distinguir entre ambas.
CAPfTULO 17 1 LA CIENCIA Y LA VERDAD 339
Notas y referencias:
1. H. Smith, Forgotten Truth: The Primordial Tradition (N. York y Londres: Harper and Row, 1976), p. 16.
2. Citado en W. Duran!, On the Meaning of Life (N. York: Ray long and Richard R. Smith, lnc., 1932), p. 61.
3. P.B. Medawar, "lnduction and lntuition in Scientific Thought". )ayne lectures for 1968, Memoirs of the Ame-rican
Philosophical Society 75(1969):11.
4. V. Bush, Science is Not Enough (N. York: William Morrow and Co., 1967), p. 27.
5. A.S. Eddington, Science and the Unseen World, The Swarthmore lecture, 1929 (Londres: George Afien and
Unwin, 1929), p. 33.
6. Citado en ).W.N. Sullivan, The Limitations of Science (N. York: Mentor Books, 1933), p. 126.
7. O.W. Holmes, The Poet at the Breakfast-tab/e (Boston y N. York: Houghton, Mifflin and Co., y Cambridge: The
Riverside Press, 1892), p. 120.
8. a) Smith, p. 1 (nota 1 ). Para detalles adicionales ver: b) ). Horgan, The End of Science: Facing the Limits of
Knowledge in the Twilight of the Scientific Age (Reading, MA y N. York: Helix Books, Addison-Wesley Pub l. Co.,
lnc., 1996).
9. Algunas referencias incluyen: a) B. Appleyard, Understanding the Present: Science and the Sou/ of Modern
Man (Londres: Picador, Pan Books, 1992); b) P.). Bowler, Darwinism. Twayne's Studies in lntellectual and
Cultural History (N. York: Twayne Publishers, 1993), pp. 8-13; e) R. E. Bulger, E. Heitman, S.). Reiser, eds., The
Ethica/ Dimensions of the Biological Sciences (Cambridge: Cambridge University Press, 1993), pp. 1-63; d) E.
Mayr, Toward a New Philosophy of Biology: Observations of an Evolutionist (Cambridge, MA y Londres: The
Belknap Press of Harvard University Press, 1988), pp. 75-91; e) R.N. Proctor, Value-free Science? Purity and
Power in Modern Knowledge (Cambridge, MA y Londres: Harvard University Press, 1991 ); f) R.A. Rappa-port,
"On the Evolution of Morality and Religion: A Response to lee Cronk", Zygon 29(1994):331-349; g) T. Sorell,
Scientism: Philosophy and the lnfatuation with Science. lnternationallibrary of Philosophy (Londres y N. York:
Routledge, 1991 ), pp. 74-97; h) G.). Stein, "Biological Science and the Roots of Nazism", American
341
341 LOS ORIGENES 1 UNA EVALUACIÓN DE LA CIENCIA y LAS ESCRITURAS
LA ACEPTACIÓN DE LA BIBLIA
Aunque es difícil definir la religión y sus adherentes, es claro que el
cristianis-mo creció en forma dramática desde su nacimiento hace 2.000 años.
Una estima-ción reciente es que los cristianos ahora son aproximadamente
1.869.751.000, que es un 34,9% de la población del mundo. Los musulmanes
comprenden un 18%, los no religiosos un 16%, los hinduistas un 14%, los
budistas un 6%, y los ateos un 4%. 4 En tres años de ministerio público, Cristo
comenzó un movimiento que no tiene paralelo. Todos estos cristianos se dirigen
a la Biblia como su guía para la vida.
No es menos notable el registro de la publicación de la Biblia. Como se
mencionó antes,5 la Biblia tiene una demanda mucho mayor que la de cual-quier
otro libro. El Antiguo Testamento de la Biblia o partes de él fueron traduci-dos a
varios idiomas varios siglos antes de Cristo. La Biblia entera, o por lo me-nos un
"libro" o porciones de ella, ha sido traducida a más de 2.000 idiomas desde
entonces. A manera de comparación, el libro Lenín ha sido traducido a
222 lenguas, y The Truth That Leads to Eterna/ Life [la verdad que conduce a
6
la vida eterna] ha sido traducido a más de 100 idiomas.
AUTENTICACIÓN HISTÓRICA
Muchos no creen en la confiabilidad de la Biblia. Las dudas se centran en la
credibilidad de la Biblia como un todo, y en la autenticidad de la figura cen-tral
del cristianismo: Jesucristo. Durante la Ilustración, algunos eruditos comen-zaron
a cuestionar la historicidad de los dichos atribuidos a Cristo. Otros llega-ron a
poner en duda la historicidad de Jesucristo mismo. A principios de este si-glo los
cuatro Evangelios, que dan un informe de la vida de Cristo, fueron suje-tos a la
"crítica de las formas". Este enfoque sugiere que estos Evangelios proce-den de
tradiciones orales de la comunidad cristiana menos confiables, en lu-gar de ser
un informe de testigos directos. Este concepto debilitó grandemente la validez
fáctica de los Evangelios. Este tipo de argumentación sigue hasta hoy/
Otro enfoque crítico ha sido declarar que el informe bíblico está fuera de los
límites de la información histórica. Se señala que la Biblia trata con interpre-taciones
teológicas, no con hechos. F. F. Bruce, el renombrado erudito bíblico de la
Universidad de Manchester, tiene algunos comentarios serios con respec-to a esa
sugerencia. Él afirma: "Con frecuencia se nos dice hoy que la tarea de
CAPfTULO 18 1 LAS ESCRITURAS 343
vida de Cristo. Tácito, al comentar acerca de Nerón, declara: "Pero todos los es-
fuerzos humanos, todos los suntuosos regalos del emperador y la propiciación
de los dioses, no eliminaron la siniestra creencia de que la conflagración fue el
resultado de una orden. En consecuencia, para destruir el informe, Nerón echó
la culpa e infligió las más refinadas torturas a una clase odiada por sus abomina-
ciones y llamada por el populacho: los cristianos. Cristo, de quien se origina el
nombre de ellos, sufrió la pena extrema durante el reinado de Tiberio, de manos
10
de uno de sus procuradores, Pondo Pilato" .
Muchas otras referencias no bíblicas, similares a la recién citada, autentican
detalles del informe bíblico de la existencia de Cristo. F. F. Bruce y Josh Mc-
Dowell tienen una lista de por lo menos diez referencias tales. 11
Durante los dos últimos siglos ha habido varios intentos de mitologizar a
Cristo; sin embargo, en vista de las referencias extrabíblicas relacionadas con
él, no se los ha tomado en serio hasta ahora. El pensamiento teológico actual se
concentra en el significado de Cristo, y no-si él existió o no. la evidencia extra-
bíblica de su existencia es difícil de negar. Como lo señala Bruce: "la historici-
dad de Cristo es tan axiomática para un historiador sin prejuicios como la histo-
ricidad de Julio César. No son los historiadores quienes propagan las teorías del
12
'mitode Cristo'" .
AUTENTICACIÓN ARQUEOLÓGICA
Muchos hallazgos arqueológicos también han sostenido la exactitud histó-
rica del Antiguo Testamento de la Biblia. Durante la Ilustración del siglo XVIII se
desarrolló una actitud de dudas acerca de casi todo. Esto pasó al siglo XIX, en el
que historiadores y teólogos importantes desafiaron vigorosamente la historia
bíblica. Probablemente el más famoso erudito bíblico de esta escuela fue Julius
Wellhausen (1844-1918), quien ejerció considerable influencia en el desarrollo y
la popularización de las ideas acerca de la naturaleza mítica de la Biblia. Por
ejemplo, al referirse al registro de los patriarcas bíblicos afirma: "Es cierto, no
obtenemos ningún conocimiento histórico de los patriarcas". 13 Desde entonces,
la opinión de la comunidad erudita ha cambiado tan dramáticamente que Wi-
lliam Albright, que fue considerado uno los orientalistas más famosos de sus
días, pudo afirmar ya en 1933: "Prácticamente todos los eruditos importantes del
Antiguo Testamento en Europa y América del Norte sostenían ese concepto o
conceptos similares hasta muy recientemente. Ahora, sin embargo, la situa-ción
está cambiando con la mayor rapidez, ya que la teoría de Wellhausen no
CAPrTULO 18 1 LAS ESCRITURAS 345
14
soporta la prueba del examen arqueológico" .
Lo que sucede es que muchos descubrimientos arqueológicos, hechos des-
de los días de Wellhausen, han apoyado la veracidad de la Biblia en una forma
notable.
Hace un siglo, muchas de las ciudades antiguas mencionadas en la Biblia
podían considerarse inexistentes porque no se habían encontrado ni rastros de
ellas. Grandes centros como Babilonia y Nínive eran desconocidas por otras
fuentes. Sin embargo, la arqueología moderna las ha descubierto y excavado
junto con otras ciudades, y nadie puede seguir negando su existencia. Es intere-
15
sante que la Biblia también predijo la destrucción de ambas ciudades.
En 1868 F. A. Klein, un misionero alemán, encontró una notable estela
(monumento) arqueológica en la planicie al este del Mar Muerto en el Cercano
Oriente. Esta estela es una placa de basalto inscrita, que ahora se conoce como
la Piedra Moabita. Después de su descubrimiento, los árabes locales la quebra-
ron en pedazos con propósitos comerciales, calentándola y luego echando agua
fría sobre ella. Afortunadamente, se había hecho un molde de ella, aunque de
poca calidad. Los pedazos se recuperaron, y la piedra está ahora en el Mu-seo
del Louvre, en París. La inscripción en la roca consistía en 34 líneas, escritas
alrededor del 860 a.C., donde se describía la "victoria" del rey Mesa de Moab
16
sobre los israelitas. Este informe verifica el mismo evento registrado en la Bi-
bliaY
Se han confirmado notables detalles dados en la Biblia que señalan que
"aun puntos triviales como los nombres de las parteras (ho. 1 :15) son verdade-
ros y existían en los siglos centrales del segundo milenio, a pesar de afirmacio-
18
nes anteriores en contrario" .
Otro ejemplo surgió con el descubrimiento del impresionante palacio de
Sargón 11, que fue rey de Asiria durante gran parte del siglo VIII a.C. En los mu-
ros de ese palacio, que está ubicado en el actual lrak, hay una inscripción que
registra la conquista del reino del norte de Israel (Samaria) por Sargón 11 en el
año 722 a.C., en el que capturó a 27.290 habitantes. Por más de dos mil años
19
este evento era conocido sólo por medio de la Biblia. Ahora una fuente extra-
bíblica confirma el registro bíblico. Al comentar este descubrimiento, el historia-
dor y estadista Moshe Pearlman afirmó: "En forma igualmente repentina, los es..
cépticos que dudaban de la autenticidad aun de las partes históricas del Antiguo
20
Testamento, comenzaron a revisar sus conceptos".
La Biblia hace referencia unas 40 veces a un grupo de personas llamadas
346 LOS ORIGENES 1 UNA EVALUACIÓN DE LA CIENCIA y LAS ESCRITURAS
hititas. Durante mucho tiempo su existencia no era conocida por otras fuentes, y
las afirmaciones bíblicas acerca de ellos fueron criticadas. 21 La existencia de los
hititas ya no es cuestionada. Este pueblo, cuyas actividades se centraron en lo
que ahora es Turquía, han dejado abundantes registros cuyo estudio ha llegado
a ser un capítulo de la arqueología.
La primera parte de la Biblia, que incluye las porciones que tratan acerca de
los orígenes, y que es de especial interés para este libro, ha sido criticada con
frecuencia. Una de las objeciones a su autenticidad es que debió haber sido
escrita mucho más tarde de lo que pretende, siendo que no existía la escritura
en aquellos tiempos. La tradición oral se considera menos confiable. Esta obje-
ción ha sido refutada por el hallazgo de documentos escritos muy anterioresY
De este modo hay evidencias claras de que esta objeción no tiene validez.
Siguiendo una línea de razonamiento similar se ha sugerido la identifica-
ción errónea de un animal como una evidencia de la falta de exactitud del regis-
tro del período patriarcal del Antiguo Testamento. En el libro del Génesis existen
más de una docena de referencias a camellos. Ya que se consideraba que la
domesticación del camello había ocurrido muchos siglos más tarde, se supo-nía
que el registro debía referirse a los asnos. Este supuesto anacronismo tam-bién
ha resultado sin validez, gracias a las investigaciones arqueológicas. El
descubrimiento de estatuillas de camellos, y referencias a camellos 23 de un pe-
ríodo muy anterior que el que se conocía previamente, han destruido la existen-
cia de ese supuesto error.
Se podrían dar muchos otros ejemplos más. 24 Baste decir que el áspero
es-cepticismo con respecto a la exactitud de la Biblia que dominó el
pensamiento teológico hace un siglo, de ambos lados del Océano Atlántico, se
ha moderado. Esto no quiere decir que no se levanten otros motivos de duda;
los hay. Pero las lecciones de los errores del pasado han introducido cordura a
los desafíos de la exactitud de los hechos bíblicos. A comienzos de este siglo el
historiador Ja-mes Shotwell pudo afirmar que "el Antiguo Testamento ocupa una
posición más elevada hoy que cuando su texto estaba protegido con las
sanciones de la religión". 25
FIGURA !H 1
La undécima tableta de la Epopeya de Gilgamesh, que contiene un relato del diluvio notablemente
similar al informe bfblico del diluvio. La tableta, que data del siglo VIl a.C., fue encontrada en
Nfnive.•
en ambos informes: 1) el diluvio es enviado por causa del mal sobre la Tierra; 2)
el diluvio es planificado divinamente; 3) el héroe recibe instrucciones de cons-
truir un arca para la conservación de la humanidad y los animales; 4) un grupo
selecto de seres humanos y animales entra al arca; 5) el evento es universal; 27
6) después que las aguas del diluvio bajaron, el héroe soltó un cuervo y una
palo-ma (el informe de Gilgamesh también cuenta de la liberación de una
golondri-na, y el orden es diferente) para probar si la tierra estaba seca; 7) al
final del di-luvio el héroe ofrece un sacrificio a los dioses, que es aceptado.
Los antiguos griegos también tenían el concepto de un diluvio. 28 El héroe
del diluvi9 de ellos, Deucalión, fue advertido por su padre de que construyera un
arca porque el dios Zeus deseaba destruir la humanidad. Deucalión y su es-posa
entraron al arca después de aprovisionarlo. Zeus hizo que lloviera mucho de
modo que después de nueve días había arrasado la mayor parte de Grecia. la
mayoría de los hombres perecieron, excepto unos pocos que huyeron a las
montañas elevadas. Deucalión también sobrevivió en su arca. Hay otras histo-
rias de un diluvio en Grecia. Algunos distinguen tres eventos tales, aunque el
29
que está asociado con Deucalión es el más famoso.
los aztecas de América Central también tenían la idea de uno o varios dilu-
vios. Estos informes son anteriores a la llegada de los misioneros en el siglo XVI,
quienes trajeron el relato del diluvio de la Biblia. La leyenda azteca de los
30
orígenes incluye una tierra original que fue destruida por uñ gran diluvio cau-
sado por el dios de la lluvia, Tlaloc. Un informe indica que después de la crea-
ción del mundo hubo un período de 1716 años antes de su destrucción por
31
inundaciones y relámpagos. Este período es parecido al de algunas interpreta-
ciones bíblicas. Siguieron violentos terremotos. Tlazolteotl es "la mujer que pe-có
antes del diluvio", mientras que los héroes del diluvio, Nata y Nena, escapa-ron
de la devastación construyéndose un barco. Otros escaparon refugiándose en
cavernas o cumbres de montañas. la amenaza de diluvios posteriores era
tomada muy en serio, y se informa que los aztecas ofrecieron un gran número de
niños al dios de la lluvia, Tlaloc, para apaciguarlo.
En los tiempos antiguos, un diluvio grande no era considerado sólo como
posible, sino que fue incorporado como un hecho en su sistema de pensamien-
to. Por ejemplo, los informes históricos más antiguos se dividían en las catego-
rías de: antes del diluvio y después del diluvio. Aristóteles escribió acerca de la
devastación del diluvio en el tiempo de Deucalión. Platón también menciona el
diluvio que ocurrió en tiempos de Deucalión. 32
Más tarde, en el siglo 11 d.C.,
CAPÍTULO 18 1 LAS ESCRITURAS 349
en el pueblo de Apamea,33 en el Asia Menor, se emitieron monedas que mostra-
ban el arca, a Noé y su esposa, una paloma, etc.34 Aunque es posible que para
esa época hubo influencia judía, emitir una moneda para conmemorar un dilu-
vio indica la importancia que se le dio a ese evento.
Los registros descritos arriba representan una muestra mínima de las histo-
rias de diluvios que hoy se conocen. En lugar de seguir con más detalles sobre
este tema, se considerarán las objeciones que se levantaron acerca de la auten-
ticidad de estos informes.
Una de las ideas generalizadas es que estos informes de diluvios se deriva-
35
ron localmente, tal vez de inundaciones locales y no de un acontecimiento
universal como lo describe la Biblia. Esta posición es difícil de sustanciar. Es
probable que algunos de esos informes se hayan originado localmente. Muchos
de ellos varían en detalles, como los ejemplos dados más arriba lo muestran. Sin
embargo, se esperarían algunas variaciones si la historia se originó en el Asia
6
Menor, como parece ser el caso,l y fue trasmitida oralmente de generación en
generación, a medida que la humanidad se esparcía por el mundo. Por otro la-
do, ciertos temas tales como la salvación de una familia favorecida, un diluvio
universal y los pájaros que fueron enviados para probar si la tierra se había seca-
do, están bien distribuidos por todo el mundoY Estos temas característicos son
universales y desafían el concepto de una inundación local porque las semejan-
zas sugieren un origen común.
En 1929 el arqueólogo británico Sir Leonard Woolley electrizó al mundo
arqueológico cuando anunció el descubrimiento de un depósito del diluvio bí-
blico en sus excavaciones en Urde los Caldeos en Mesopotamia. Unos 12 me-
tros debajo de la superficie, Woolley encontró una capa de 3 metros de espesor
de limo y arena que no contenía ningún objeto arqueológico. Esta capa estaba
ubicada entre dos capas de ocupación humana. Otros obreros encontraron una
capa similar en Kish y en varias otras ciudades de la antigua Mesopotamia.
Woolley interpretó esa capa como que fue producida por el diluvio de Noé, que él
consideraba local y no mundial. Su concepto no ha sobrevivido a un es-crutinio
cuidadoso. Su depósito "diluvial" era demasiado joven para correspon-der con la
datación bíblica del diluvio. Además, ni siquiera se lo encontró en to-dos los
38
sectores de la ciudad de Ur. Estos son depósitos altamente localiza-dos que no
cuadran con el cataclismo general descrito en los relatos del dilu-vio.39
Otra objeción a la validez de los relatos de diluvios sugiere que ellos pue-
350 LOS ORIGENES 1 UNA EVALUACIÓN DE LA CIENCIA y LAS ESCRITURAS
47
Las publicaciones que las estudian son voluminosas. Su distribución geográfica no
es uniforme, pero en general es mundial. Son más comunes en el Asia, en las islas
del sudeste de Asia y en el Nuevo Mundo, donde se las encuentra desde Tierra del
Fuego hasta más al norte del Círculo Polar Ártico. Son más escasas en el Africa y
Europa. Los lugares donde son especialmente notables incluyen a Egipto, Grecia,
Persia, Siria, Italia, Gales, Escandinavia, Rusia, India, China, México, Indonesia,
Nueva Guinea, Melanesia, Polinesia, Micronesia y Australia.
Muchos eruditos testifican que los informes de un diluvio son coexistentes
en casi toda la familia humana. 48 Lo que es más significativo es la abundancia
inusual de un hecho reconocido aun por los que no creen en un diluvio univer-
sal. Albright habla de la "extraordinaria difusión de las historias del diluvio sobre
49
la Tierra". T.H. Gaster afirma: "Las leyendas de un diluvio primordial. .. son una
50
característica de todas las mitologías primitivas" y F.H. Woods declara que
estos informes "son notablemente frecuentes en el folklore de la literatura
antigua de pueblos esparcidos sobre una gran parte del mundo". 51
Stith Thompson ha compilado y organizado motivos ("motifs") de la litera-
tura folklórica en un tratado monumental en seis tomos. 52 Su listado incluye unos
33.000 motivos especiales, todos los cuales tienen informes con referen-cias. La
literatura que trata con la calamidades pasadas del mundo (sin contar las
leyendas del fin del mundo) muestran una preponderancia definida de co-
mentarios acerca del diluvio, tanto en términos de motivos como de referen-cias.
El número de referencias para causas específicas de calamidades pasadas en el
mundo inferidas del índice de Thompson (Tabla 18.1) es como sigue: dilu-vio
122, fuego 19, invierno continuado 6, grandes piedras 2, ogros 1, salida del sol
1, objetos 1, gusano de tierra 1. Es sorprendente que las causas comunes de las
calamidades tales como sequías, pestes y terremotos no aparecen en la lista.
Estos datos testifican de lo notablemente comunes que son las tradiciones del
di-luvio y que han estado presentes desde el tiempo de los primeros documentos
escritos hasta el presente. Difícilmente se puede esperar que los informes sobre
grandes catástrofes en todo el mundo sean tan selectivas de un tema de
catástro-fe, si no hubieran estado basadas en un evento real y universal. El
predominio de las historias del diluvio exceden la propuesta de que esos
informes surgieron en forma local. Si las leyendas estuvieran basadas en varios
eventos locales, se esperaría una mezcla mayor de causas de calamidades,
incluyendo muchos te-rremotos.
El relato bfblico del diluvio, aunque actualmente es rechazado, tiene am-
352 LOS ORIGENES 1 UNA EVALUACIÓN DE LA CIENCIA Y LAS ESCRITURAS
Diluvio 122
Fuego 19
Invierno continuo 6
Grandes piedras 2
Ogros
lombriz de tierra
Objetos (muertos y vivos)
Salida del sol
Que esto fuera un engaño perpetrado por los discípulos de Cristo también pare-
ce poco probable, ya que los discípulos sufrieron mucho por sus creencias, al-
gunos hasta fueron martirizadosY No podría esperarse tal lealtad a un engaño
fabricado.
Hace medio siglo podía afirmarse que toda esta serie de profecías acerca
de Cristo fue fabricada, o ajustada en parte, para hacerla más convincente, ya
que el manuscrito importante más antiguo era unos 1.000 años más reciente
que la época en que vivió Cristo. Pero en 1947 se encontraron los ahora famo-
sos rollos del Mar Muerto, en la región de Qumram, al noroeste del Mar Muer-
to. 58 Aunque al principio los dueños nativos de los rollos tuvieron dificultad en
deshacerse de ellos, no pasó mucho tiempo hasta que su antigüedad y su valor ·
captaron la atención de eruditos, tanto cristianos como judíos. Una exploración
detallada de la región pronto produjo una cantidad de otros manuscritos bien
conservados en el clima extremadamente árido de la región. Se encontró una di-
versidad de manuscritos, incluyendo grandes porciones del Antiguo Testamento.
Todos los libros de la Biblia, con excepción de Ester, estaban representados.
Al principio hubo mucha controversia sobre la autenticidad y la datación
de estos manuscritos, pero el descubrimiento de nuevos manuscritos encontra-
dos en la región, y dataciones adicionales, convencieron a los eruditos de que
no eran falsificaciones. Generalmente se acepta que estos manuscritos datan
del siglo 111 a.C. hasta el siglo 11 d.C., y como tales, representan el Antiguo Testa-
mento del tiempo de Cristo. Estos nuevos manuscritos han producido sólo revi-
siones menores de las Biblias anteriores a Qumram que estaban basadas en
manuscritos más recientes. Ellos testifican de la exactitud de quienes copiaron la
Biblia a mano a lo largo de los siglos. También apoyan la validez de la capaci-
dad predictiva de la Biblia con respecto a la vida de Cristo tal como aparece en
el Antiguo Testamento y su cumplimiento en su vida.
Sin embargo, como ocurrió en el caso de la antigua historia bíblica, no es
necesario mantenerse en los límites de la Biblia para encontrar evidencias de su
capacidad predictiva. Un ejemplo es particularmente pertinente al tema de esta
obra, y trata con una predicción acerca de tendencias intelectuales en el tiempo
que la Biblia llama "los últimos días". Los últimos días fueron descritos por
Cristo como un tiempo de hambre, guerra, pestilencia y decadencia moral. 59
Estas características nos permiten llegar a la conclusión de que estamos en ese
tiempo. La predicción con respecto a las tendencias intelectuales se encuentra
354 LOS ORfGENES / UNA EVALUACIÓN DE LA CIENCIA Y LAS ESCRITURAS
CONCLUSIONES
El término "extraordinario" ciertamente caracteriza a la Biblia. Aunque ha
sido objeto de abundantes críticas, sigue siendo el libro más buscado del mun-
do. Los hallazgos de la arqueología y de la historia son muy impresionantes,
porque proporcionan confirmación externa de la autenticidad de este libro.
También se debe reconocer que la Biblia, además, exhibe aspectos predictivos
impresionantes.
Cualquier investigación acerca de los orígenes haría bien en tomar en cuenta
este libro extraordinario.
CAPfTULO 18 1 LAS ESCRITURAS 355
Notas y referencias:
1. R. Buchanan, "An O Id Dominie'sStory", citado en: A. L. Mackay, A Dictionary of Scientific Quotations (Bris-
tol y Filadelfia: lnstitute of Physics Publishing, 1991 ), p. 43.
2. K. Jaspers, Nietzsche: An lntroduction to the Understanding of his Philosophical Activity, C.F. Wallraff, F.].
Schmitz, trad. (Chicago: Henry Regnery Co., 1965), pp. 242-247. Traducción de: Nietzsche: einführung in das
Verstandnis seines Philosophierens.
3. W. Kaufmann, Nietzsche: Philosopher, Psychologist Antichrist, 4a. ed. (Princeton, N]: Princeton University Press,
1974), p. 339.
4. C.P. Trumbull, ed., 7994 Britannica Book of the Year (Chicago: Encyclopedia Britannica, 1994), p. 271.
5. Ver el capítulo 1 para los detalles.
6. las cifras son de: a) D. McFarlan, ed:, Guinness Book of World Records 1990, 29a. ed. (N. York: Bantam
Books, 1990), pp. 195, 197; bl M.C. Young, ed., Guinness BookofRecords 1995, 34a. ed. (AN. York: Facts on
File, 1994), p. 142.
7. Para un caso extremo, ver: a) R.W. Funk, R.W. Hoover, The jesus Seminar, Translators and Commentators,
The Five Gospels: the Search for the Authentic Words of }esus (N. York: Macmillan Publishing Co., 1993). Pa-
ra un punto de vista opuesto, ver: b) L. T. Johnson, The Real }esus: The Misguided Quest for the Historical }esus
and the Truth of the Traditional Gospels (San Francisco: Harper Collins, 1996).
8. F.F. Bruce, "History and the Gospels", en: C.F.H. Henry, ed., )esus of Nazareth: 5aviour and Lord, Contempo-
rary Evangelical Thought Series (Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publ. Co., 1966), pp. 87-107.
9. lucas 1:3, 4, versión Biblia de jerusalén.
10. C.P. Tacitus, "The Annals", libro 15:44, A.]. Church, W.]. Brodribb, trad., en: R.M. Hutchins, ed. racitus,
Great Books of the Western World (Chicago: Encyclopedia Britannica, 1952) t. 15. Traducción de: Annales.
11. a) F.F. Bruce, The New Testament Documents: Are They Reliable? 5a. ed. rev. (Grand Rapids, MI: Wm. B.
Eerdmans Publishing Co., 1960), pp. 113-120; b) ]. McDowell, Evidence that Demands a Verdict: Historical
Evidences for the Christian Faith, ed. rev. (San Bernardino, CA: Here'slile Publishers [A Campus Crusade for Christ
Book), 1979), pp. 81-87.
12. Bruce, p. 119 (nota 11 a).
13. J, Wellhausen, Prolegomena to the 1-fistory of Ancient Israel, A. Menzies, trad. <Gioucester, MA: Peter Smith,
1957), pp. 318, 319. Traducción de: Prolegomena zur Geschichte lsraels.
14, W.F. Albright, The Archeology of Palestine and the Bib/e (N, York, Londres y Edinburgo: Fleming H. Revell Co.,
1932-1933), p. 129.
15. lsafas 13:19-22; Nahum 3:7.
16, la traducción que hizo]. Frederic McCurdy de la estela se encuentra en: L Singer, ed., "Moabite Stone", The ]
ewish Encyclopedia, t. 8, pp. 634-636.
17. 2 Reyes 3:4-27.
18. W.F. Albright, The Archaeology of Palestine, 3a. ed. rev. (Baltimore: Penguin Books, 1960), p .. 237.
19. 2 Reyes 17:6; lsaías 20:1.
20. M. Pearlman, Digging Up the Bible (N. York: William Morrow and Co., 1980), p. 85.
21. a) W.W. Prescott, The 5pade and the Bible: Archeological Discoveries Support the Old Book (N. York, Chica-
go y Londres: Fleming H. Revell Co., 1933), pp. 65-73; b) W. Wright, The Empire of the Hittites (Londres: Ja-mes
Nisbet and Co., 1884), p. vii-ix.
22. G.L. Archer, ]r., A SurveyofOid Testament lntroduction, ed. rev. (Chicago: Moody Press, 1974), pp. 172, 173.
23. Para varios ejemplos, ver: a) M. Dayan, Living with the Bible (Filadelfia: jewish Publication Society of Ameri-
ca, y N. York: William Morrow and Co., 1978), p. 39; b) G.F. Hase!, Biblicallnterpretation Today (Washing-
ton, DC: Biblical Research lnstitute, 1985), p. 26.
24. Ver: Archer, cap. 13, "Archeological Evidence for the Antiquity of the Pentateuch", pp. 170-182 (nota 22).
25. ].T. Shotwell, An lntroduction lo the History of History. Records of Civilization: Sources and Studies (N. York:
Columbia University Press, 1922), p. 80.
26. Para una traducción en inglés, ver: A. Heidel, The Gilgamesh Epic and 0/d Testament Parallels, 2a. ed. (Chi-
cago: University of Chicago Press, 1949), pp. 80-93,
356 LOS ORIGEN ES 1 UNA EVALUACIÓN DE LA CIENCIA y LAS ESCRITURAS
358
CAPfTULO 19 1 INTERROGANTES ACERCA DE LAS ESCRITURAS 359
nada acerca de los bebés deformes y del cáncer? Aunque hay abundante evi-
nente cuando se habla del sufrimiento. Muchos parásitos, especialmente los as-
cáridos, pueden explicarse como una degeneración de formas relacionadas de
vida libre; sin embargo, algunas tenias tienen ciclos de vida complicados que
podrían representar más que sólo una degeneración. No sabemos; los organis-
mos vivos son notablemente adaptables dentro de límites estrechos, y no po-
demos dejar de lado la posibilidad de que los "parásitos" inofensivos (simbion-
tes) pueden haber sido parte de la creación original. Algunos organismos pue-
den haber sido creados para vivir juntos. Los líquenes, como los que se ven en
las rocas y los árboles, son una combinación de un alga y un hongo, que viven
juntos y se ayudan mutuamente, y el coral, que produce los grandes arrecifes de
coral, crecen mucho mejor si una planta microscópica crece en su cuerpo.
También debemos reconocer que cada uno de nosotros, durante aproximada-
mente nueve meses antes de nacer, fuimos, en todo el sentido de la palabra,
parásitos de nuestra madre. El parasitismo pudo haber sido una parte del plan
original de Dios para la creación.
Algún aspecto del mal puede representar degeneración y/o modificación de la
conducta. Esto no es un asunto del desarrollo creativo en el proceso evolu-tivo que
requiere previsión para formar organismos complejos; es simplemente una
degeneración. Biológicamente, es mucho más fácil tener degeneración que la
generación de nuevas estructuras complejas, del mismo modo en que es mu-cho
más fácil desarmar un reloj que armarlo. Las modificaciones de la conduc-ta no
necesitan ser tan dramáticas. Los gatos jugarán con una pelota. No es un cambio
demasiado grande jugar con un ratón, idea que también preocupó a Darwin. También
8
se ha descubierto en China un tipo de cocodrilo fósil que co-mía plantas. Esto
puede hacernos reflexionar acerca de los cambios de la dieta de esas criaturas
feroces. Estas explicaciones sólo se ofrecen como sugerencias.
En resumen, podemos notar que se puede explicar la presencia del sufri-
miento sin necesidad de llegar a la conclusión de que no hay Dios. El sufri-
miento puede ser el resultado del conflicto entre el bien y el mal que está basa-
do en la libertad de elección. A veces, el sufrimiento puede ser útil para ense-
ñarnos y protegernos. Algunas experiencias que interpretamos como sufrimien-
to de los animales puede no ser tal, o puede resultar de la degeneración. Esta
degeneración incluye cambios de conducta.
ron como los oponentes indiscutidos: William jennings Bryan, tres veces candi-
dato a la presidencia de los Estados Unidos, que defendía el creacionismo; y
Clarence Darrow (Figura 1.1 ), un famoso abogado de Chicago, que defendía el
evolucionismo. El destacado apologista del creacionismo, George McCready
Price, quien estaba en Inglaterra en ese entonces, fue invitado por Bryan a asis-
tir al juicio. Aunque Price declinó la invitación, sugirió a Bryan que no se invo-
10
lucrara en discusiones científicas.
Uno de los episodios más agudos del juicio sucedió cuando Darrow le
preguntó a Bryan acerca del informe de la creación. ¿Cómo podría haber una
tarde y una mañana durante los primeros cuatro días de la semana de la crea-
ción antes de la existencia del sol que recién fue creado el cuarto día? Bryan
contestó a la objeción sugiriendo que los días de la creación pudieron haber sido
períodos muy largos de tiempo. Su argumento no resolvió el problema sin-gular
de la existencia de tardes y mañanas sin la presencia del sol.
A primera vista, por lo menos, parece incongruente tener una tarde y una
mañana antes de la creación del sol en el cuarto día, como está indicada en la
secuencia del Génesis. Sin embargo, el Génesis sugiere que la luz también fue
creada en el primer día. Una cantidad de otros interrogantes se han lanzado
acerca del informe de la semana de la creación, y algunos dudan de su realidad
como un hecho. 11 Sin embargo, el autor del libro del Génesis no lo presenta
como mito; lo presenta como una sencilla información fáctica. El lector puede
encontrar beneficioso leer el informe en los primeros dos capítulos de la Biblia.
Se han propuesto varios modelos de semana de creación. Ellos difieren
principalmente en lo que respecta a cuándo fueron creadas las diversas partes
del universo, y cuál fue la fuente de la luz durante los primeros tres días de la
semana de la creación. En beneficio de la sencillez, sólo resumiré tres modelos
principales:
Las estrellas, las galaxias, etc., fueron creadas por Dios hace muchos millo-nes
de años, pero el sistema solar tiene sólo unos pocos miles de años. La mate-ria de la
Tierra fue creada el día 1; la vida fue creada en los días 3, 5, y 6. El Sol, la Luna y
los planetas fueron creados el día 4. La luz para los días 1-3 fue pro-vista de una
manera especial por Dios y luego por el sol. Algunos modifican este modelo al
proponer que el Sol fue creado el día 1, para proporcionar cierta claridad, pero no
llegó a ser claramente visible hasta el día 4, como lo propone el siguiente modelo.
Una lectura directa del informe del Génesis claramente especifica que cada día
de trabajo de la semana de la creación fue de aproximadamente 24 horas de
duración. La sugerencia de Bryan, la interpretación popular de que los días de la
creación fueron largos períodos, no tiene apoyo en el texto bíblico mismo. Para cada
uno de los seis días de la creación, el escritor afirma, sin ambages, que tuvieron una
tarde y una mañana.
Más discutible es el tema de la fuente de la luz durante los primeros tres días, ya
que no se menciona el sol hasta el día 4. Como se indicó arriba, el libro del Génesis
registra la producción de luz en el día 1 y en el día 4 de la semana de la creaciónY
Aunque no se dan detalles de la fuente de la luz de los prime-ros tres días, no estaría
más allá de la capacidad de un Dios que puede crear un universo de estrellas la de
proveer luz durante los días 1 al 3. Si fuera una fuen-te localizada y si la Tierra ya
hubiera estado rotando, habría una tarde y una mañana de la manera normales.
También se ha sugerido que Dios mismo pudo
CAPfTULO 19 1 INTERROGANTES ACERCA DE LAS ESCRITURAS 363
ser la fuente de esa luz, ya que se lo describe en otras partes de la Biblia como
14
una luz resplandeciente, y como la fuente de luz para la nueva Jerusalén don-
15
de no habrá necesidad del sol.
Una de las preguntas que surgen con frecuencia acerca de la semana de la
creación tiene que ver con el tiempo requerido para que la luz llegue desde las
estrellas distantes. En una noche clara, aun sin un telescopio, podemos ver la
débil nebulosa de Andrómeda (Figura 20.1), cuya luz necesita unos dos millo-
nes de años para llegar hasta nuestros ojos. Si las estrellas fueron creadas el día
16
4 hace unos pocos miles de años, ¿cómo podemos ver la luz de las estrellas,
algunas de las cuales están tan lejos que su luz necesita miles de millones de
años para llegar hasta nosotros? Proponer que las estrellas fueron creadas mu-
cho antes de la semana de la creación es una manera de resolver el problema.
Otra sugerencia es que Dios podría haber creado las estrellas hace poco con
sus rayos de luz que ya alcanzaran la Tierra de modo que el hombre pudiera
verlas y gozarlas desde el principio.
Otra pregunta con respecto al relato del Génesis tiene que ver con la inter-
pretación de los primeros dos versículos del Génesis. Después de declarar que
Dios creó los cielos y la Tierra, el relato sigue con una descripción de una Tierra
oscura y vacía, pero con agua. ¿Se aplica esta descripción a una Tierra que ya
existía por un período largo antes de la semana de la creación, o se refiere a la
Tierra que fue formada el día 1? La mayoría de las traducciones de la Biblia
proporcionan una afirmación ambigua, porque se puede dar más de una inter-
pretación al hebreo de los manuscritos bíblicos. Unas pocas traducciones favo-
recen una Tierra vacía antes de la semana de la creación y comienzan el regis-
tro de la creación con declaraciones tales como: "Cuando Dios decidió crear los
cielos y la tierra, el mundo era un desierto sin forma, con tinieblas que cubrían
los mares y sólo un viento pavoroso que barría las aguas, y Dios dijo: 'Haya
luz'"Y Estas traducciones definidamente implican la existencia de la Tierra an-tes
de la semana de la creación.
18
La descripción de una Tierra original, vacía, cubierta con agua, podría
implicar que la Tierra existió en ese estado por tiempo suficiente como para
merecer una descripción. Esto se ve fortalecido por descripciones similares en
otros pasajes bíblicos que hablan de una Tierra original envuelta en "densas ti-
20
nieblas"19 cubierta de nubes, y de una Tierra "que proviene del agua". Estos
tres pasajes pueden implicar la existencia de algo antes de la semana de la
creación. Ellos sugieren una Tierra original, oscura, cubierta de agua, que pudo
364 LOS ORIGENES 1 UNA EVALUACIÓN DE LA CIENCIA y LAS ESCRITURAS
HIPÓTESIS DOCUMENTAL
Durante la dilatada controversia acerca de si debía enseñarse el creacionis-
mo en las escuelas públicas en los Estados Unidos, con frecuencia escuché a
científicos y teólogos defender que el informe de los orígenes dado en la prime-
ra parte de la Biblia representa una compilación de varias fuentes diferentes.
Como el número de las supuestas fuentes variaba de un orador a otro, he que-
dado sin convencerme de la objetividad de sus conclusiones. La implicación, sin
embargo, es que la Biblia es una combinación de antiguos mitos recopilados por
editores llamados redactores. Esta manera de pensar contrasta con el con-cepto
bíblico de que las Escrituras fueron escritas por profetas inspirados por Dios.
CONCLUSIONES
Se pueden formular muchas preguntas acerca de la confiabilidad de las Es-
crituras. Sin embargo, eso también se aplica a la ciencia. Un Dios amante y los
368 LOS ORIGENES 1 UNA EVALUACIÓN DE LA CIENCIA y LAS ESCRITURAS
Notas y referencias:
1. B. Pascal, Pensées, citado en: R. T. Tripp, comp., The lnternational Thesaurus of Quotations (N. York, Cam-
bridge y Filadelfia: Harper and Row, (1670]1970), p. 616.
2. Ver el capítulo 12.
3. F. Darwin, ed., The Ufe and Letters of Charles Darwin (Londres: )ohn Murray, 1888), t. 2, p. 312.
4. Algunas referencias significativas incluyen: a) G. Emberger, "Theological and Scientific Explanations for
the Origin and Purpose of Natural Evil", Perspectives on Science and Christian Faith 46(1994):150-158;
b) ). Hick, Evil and the God of Love, la. ed. (Londres: The Macmillan Press Ltd., 1977); e) C.S. Lewis, The
Problern of Pain (N. York: The Macmillan Co., 1957); d) C.S. Lewis, A Grief Observed (N. York: The
Seabury Press, 1961 ); e) A. E. Wilder-Smith, /s This a God of Love?, P. Wilder-Smith, trad. (Costa Mesa,
CA: TWFT, Publishers, 1991 ). Traducción de la 6a. edición alemana.
S. Génesis 3:14-19; Romanos 5:12-19; 8:18-23.
6. Romanos 5:3; 2 Corintios 4:17; Hebreos 12:9-11.
7. M. Caullery, Pa.rasitism and Symbiosis, A.M. Lysaght, trad. (Londres: Sidgwick and )ackson, Ltd., 1952), p.
120. Traducción de Le parasitisme et la symbiose.
8. X-C. Wu, H-D. Sues, A. Sun, "A Plant-eating Crocodyliform Reptile from the Cretaceous of China", Nature
376(1995):678-680.
9. Ver el capítulo 1 para un estudio de los problemas legales implicados. Para más detalles acerca del juicio de
Scopes, ver: a) L. H. Allen, ed., Bryan and Darrow at Dayton: The Record and Documents of the 'Bible-
Evolu-tion' Tria/ (N. York: Russell and Russell, 1925); bl R.M. Cornelius, "World's Most Famous Court
Trial", reim-presión de B.). Broyles, comp., History of Rhea County, Tennessee (Dayton: Rhea County
Historical and Ge-nealogical Society, 1991 ), pp. 66-70; e) R. Ginger, Six Days or Forever? Tennessee
versus )ohn Thomas Scopes (Boston: Beacon Press, 1958).
1O. R. L. Numbers, The Creationists (N. York: Alfred A. Knopf, 1992), p. 98.
11. Por ejemplo: a)). Skinner, "A Critica! and Exegetical Commentary on Genesis", en: S. R. Driver, A.
Plummer, C.A. Briggs, eds., The lnternational Critica/ Commentary on the Holy Scriptures of the 0/d and
New Testa-ments, 2a. ed. (Edinburgo: T. and T. Clark, 1930), t. 1, p. 1; b) H.). Van Till, The Fourth
Day(Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1986), p. 80.
12. Para más detalles, ver: R. E. Hoen, The Creator and His Workshop (Mountain View, CA: Pacific Press
Publis-hing Assn., 1951 ), p. 17-21.
13. Génesis 1:3, 15.
14. Salmo 104:2; Ezequiel1:27, 28; Daniel7:9, 10; 1 Timoteo 6:16.
15. Apocalipsis 21 :23; 22:5.
16. Génesis 1:16-19.
CAPITULO 19 1 INTERROGANTES ACERCA DE LAS ESCRITURAS 369
17. Génesis 1:1-3. a) E.A. Speiser, Genesis, The Anchor Bible (Garden City, NY: Doubleday and Co., 1964), p. 3.
Una declaración similar se encuentra en: b) ).M. P. Smith, ed., The 0/d TestJment. The Bible: An American
Translation (Chicago: University of Chicago Press, 1935), p. 1.
1 8. Génesis 1 :2.
19. Job 38:9, Nueva Versión Internacional (1998).
20. 2 Pedro 3:5.
21. Juan 1:3; Colosenses 1:16; Apocalipsis 14:7.
22. Por ejemplo: a) L.R. Bailey, Genesis, Creation, and Creationism (N. York y Mahwah, N): Paulist Press, 1993),
pp. 82-85; b) A.S. Cuthbert, W.R. Bowie, Genesis. The lnterpret.er's Bible (N. York y Nashville:
Abingdon Press, 1952), t. 1, pp. 437-827 (ver la pág. 465).
23. Génesis 2:5.
24. Génesis 3:19.
25. U. Cassuto, A Commentary on the Book of Genesis, Part 1: From Adam to Noah: Genesis 1- V18, l. Abra-
hans, trad. Oerusalén: The Magnes Press, The Hebrew University, 1989), pp. 100-103. Traducción de: Pe-
rush 'al Bereshit.
26. Para un repaso breve del desarrollo, ver: G.F. Hasel, Biblicallnterpretation Today (Washington, DC:
Biblical Research lnstitute, 1985), pp. 28-36.
27. R.W. Funk, T.W. Hoover, The )esus Seminar, The Five Gospels: The Search for the Authentic Words of }esus
(N. York: Macmillan Publishing Co., 1993).
28. Hasel, pp. 7-28 (notJ 26). Ver también la nota 36.
29. Hasel, p. 16 (notJ 26).
30. G.l. Archer, )r., A Survey of 0/d TestJment lntroduetion, ed. rev. (Chicago: Moody Press, 1974), pp. 112, 113.
31. Ver Hasel, pp. 27, 28 (nota 26).
32. Mateo 19:8.
33. U. Cassuto, The Documentary Hypothesis and the Composition of the PentJteuch: Eight Lectures, l. Abra-
hams, trad. Oerusalén: Magnes Press, The Hebrew University, 1961), pp. 100, 101. Traducción de: Torat
ha-te'uclot vesiduram shel sifre ha-Torah (transliterado; ed. de 1941 ).
34. Archer, p. 91 (nota 30).
35. Ver: a) Cassuto, pp. 90-92 (nota 25); b) D.A. Garrett, Rethinking Genesis: The Sources and Authorship of the
First Book of the Pentateuch (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1991 ), pp. 22-25; e) W.H. Shea, "The
Unity of the Creation Account", Origins 5(1978):9-38; d) W.M. Shea, "Genesis 1 and 2 Paralleled in an An-cient
Near-Eastern Source", Adventist Perspectives 4(3-1990):30-35.
36. Este y otros aspectos que sostienen la unidad de las dos partes del informe de la creación pueden encontrarse en:
a) ).B. Doukhan, The Genesis Creation Story: lts Literary Strueture, Andrews University Seminary Doctoral
Dissertation Series, t. V (Berrien Springs, MI: Andrews University Press); b) ).B. Doukhan, "La Création de
L'Univers et de L'Homme", en: R. Meyer, ed., Cheminer avec Dieu (Lausanne: Editions Belle Reviére, 1995),
pp. 7-17; e) Garrett, pp. 13-31, 187-241 (nota 3Sb); d) Shea 1978 (nota 35c).
37. W.H. Shea, "Literary Structural Parallels Between Genesis 1 and 2", Origins 16(1989):49-68.
38. W.H. Shea, "The Structure of the Genesis Flood Narrative and its lmplication", Origins 6(1979):8-29.
39. W.H. Shea, "A Comparison of Narrative Elements in Ancient Mesopotamian Creation-Fiood Stories with
Ge-nesis 1-9", Origins 11 (1984):9-29.
40.
¿ESTÁ LA CIENCIA EN PROBLEMAS?
La mente humana tiene una fuerte tendencia a juzgar casi todas las
cosas a la luz de su propia experiencia, conocimiento y prejuicios
más bien que por la evidencia presentada. De este modo, las ideas
se juzgan a la luz de las creencias prevalecientes.
W.I.B. 8EVERIDGE1
ace dos siglos, el matemático y astrónomo francés Pierre Simon de
H
Laplace (1749-1827) desarrolló la hipótesis nebular que proponía
que el sistema solar se originó por condensación de materia en estado
de vapor. Laplace, que había llegado a ser famoso como erudito, deci-
dió presentar un ejemplar de uno de sus libros al emperador Napo-
león. Habiéndole informado con anticipación de que el libro no
mencionaba a Dios, el emperador le preguntó a Laplace por qué ni
siquiera mencionaba al Creador en su libro. Laplace respondió bre-
2
vemente: "No necesitó esa hipótesis específica".
Con demasiada frecuencia la ciencia ha manifestado una acti-
tud de exclusivismo que tiende a aislarla de otras áreas de investi-
gación. El comentario de Laplace refleja una actitud de autosufi-
ciencia. Demasiado a menudo, los hombres de ciencia dejan a los
demás con la impresión de que la ciencia es superior a todas las
otras áreas de pesquisa. Ellos consideran que los poderes y las reali-
dades extraños a la ciencia son tanto inferiores como ilegítimos. 3 La
ciencia reconoce la existencia de la religión y la erudición en otras
áreas, pero detesta incorporarlas a sus propias teorías. 4 El cientificis-
mo, la adoración de la ciencia, puede ser restrictivo.
Aunque la ciencia es poderosa y, desde el punto de vista práctico,
tiene mucho éxito, algunos problemas serios constituyen un desafío para ese
éxito, tanto dentro de la comunidad científica como fuera de ella. La te-sis de
este capítulo es que la ciencia ha sido demasiado exclusiva. Haría una
373
374 LOS ORIGENES 1 ALGUNAS CONCLUSIONES
9
Descartes, Leibniz y Kant. los hombres de ciencia pioneros de esta era, como
Kepler, lineo, Pascal, Boyle y Newton, favorecían vigorosamente la creación
divina.
En esta época, el pensamiento estaba en un estado de gran agitación. la
Reforma protestante y la Contrarreforma católica contribuyeron a esta intran-
quilidad intelectual. la "Ilustración" del siglo XVIII es especialmente importante.
Este período fue dominado por pensadores tan notables como Diderot, Voltaire,
Hume, Kant y Goethe. El pensamiento libre y racional llegó a ser la solución pa-
ra casi todo, y las preocupaciones religiosas fueron relegadas a segundo térmi-
no. Este período racional fue seguido por la Revolución Francesa. El baño de
sangre que la siguió con el Reinado del Terror hizo más que decapitar a miles
de personas, incluyendo a Luis XVI y María Antonieta; puso freno a la Ilustra-
ción. A esto siguio un reavivamiento religioso. Sin embargo, en los círculos inte-
lectuales continuó la tendencia hacia el secularismo.
las explicaciones de los orígenes que excluían a Dios ganaron aceptación
adicional a medida que las interpretaciones científicas naturalistas obtenían
aceptación. El zoólogo marino francés Félix lacaze-Duthiers (1821-1901) tenía
un letrero en su laboratorio que afirmaba: "la ciencia no tiene religión ni políti-
ca".10 Más tarde en ese siglo, el médico de Harvard, Philipp Frank, señalaba
que "toda influencia de consideraciones morales, religiosas o políticas sobre la
aceptación de una teoría es considerada como 'ilegítima'por la así llamada
11
'comunidadde los hombres de ciencia'" . Más recientemente, el premio Nobel
Christian de Duve, al analizar el fastidioso problema del origen espontáneo de la
vida, indica que "debe evitarse cualquier sugerencia de teleología [propósi-
to]".12 Estas declaraciones ilustran el fuerte exclusivismo de la ciencia como filo-
sofía naturalista. Muchos hombres de ciencia creen en Dios o en alguna forma
de una mente o principio dominante, pero evitan mencionar estos conceptos en
sus publicaciones científicas. Tales ideas se consideran no científicas.
A comienzos del siglo XX, muchos consideraban a la ciencia como la fuente
de informaciones dotada de autoridad con un potencial casi ilimitado. Es-tos
conceptos fueron fortalecidos por la obra del Círculo de Viena, un grupo de
filósofos, hombres de ciencia y matemáticos que se reunían con regularidad en
Viena, Austria, en las décadas de 1920 y 1930. Un grupo relacionado con éste
se reunía en Berlín. la Segunda Guerra Mundial trajo la desaparición de estos
grupos.
376 LOS ORIGENES 1 ALGUNAS CONCLUSIONES
Fotograffa de la gran galaxia en la constelación de Andrómeda, una de las pocas galaxias visibles a
simple vista. La galaxia tiene un diámetro estimado de unos 200.000 años-luz y se encuentra a unos
2 millones de años-luz de distancia. Se han identificado muchas estrellas, cúmulos, novas y
nebulosas en esta galaxia. Es un pequeño ejemplo de la amplitud de enfoque que se encuentra en la
Biblia, que nos estimula a mirar no sólo a la Biblia, sino también a la naturaleza. La ciencia, por
otra parte, tiende a aceptarse sólo a sí misma.*
za como evidencia, cuando se nos dice que "los cielos cuentan la gloria de Dios,
y el firmamento anuncia la obra de sus manos" 38 (Figura 20.1 ).. Declara que no
tenemos excusa para no creer en el poder de Dios, ya que podemos verlo
claramente en las cosas que han sido hechas. 39 Mientras la ciencia natu-ralista ha
rechazado la Biblia, ésta no rechaza la ciencia metodológica como medio para
encontrar la verdad acerca de la naturaleza. La Biblia también es inclusiva en
religión, moralidad, propósitos últimos, historia y el sentido de la existencia.
Representa un enfoque más amplio que incluye más de la reali-dad que lo que
vemos a nuestro alrededor. Como tal, parece más apropiada
CAPfTULO 20 1 ¿ESTÁ LA CIENCIA EN PROBLEMAS~ 383
para dirigirse a las grandes preguntas acerca del origen y del significado.
El exclusivismo en la ciencia se desarrolló gradualmente y, paradójica-
mente, tuvo sus raíces en el modo de pensar abierto y librepensador de la
Ilustración del siglo XVIII. La ciencia naturalista como filosofía limitante llegó
a ser aceptada en el siglo XIX con el trabajo de hombres tan notables como
Laplace, Hutton, Lyell, Chambers, Darwin y Huxley, entre muchos otros.
Sólo podemos especular en cuanto a la causa de este exclusivismo.
Men-cionaré sólo dos posibilidades. El filósofo de la ciencia muy respetado,
Mi-chael Polanyi, sugirió una reacción extrema a las limitaciones del
pensamien-to medieval. Afirma: "Aquí es donde veo la dificultad, donde
parece estar una perturbación de raíz profunda entre la ciencia y todo el
resto de la cultu-ra. Yo creo que esta perturbación estuvo originalmente
inherente en el im-pacto liberador de la ciencia moderna sobre el
pensamiento medieval, y que sólo más tarde se volvió patológico.
"La ciencia se rebeló contra la autoridad. Rechazó la deducción
[razona-miento basado en premisas] de las causas primeras en favor de
generaliza-ciones empíricas [percepción por los sentidos]. Su ideal máximo
era una teo-ría mecanicista del universo".40
Una segunda causa puede tener su raíz en el éxito de la ciencia experi-
mental. La ciencia trata con factores sólidos tales como la materia y la ener-
gía, y produce explicaciones impresionantes tales como las de la mecánica
celeste y la genética. Es difícil discutir con el éxito, y si la ciencia tiene tanto
éxito en ciertas esferas, ¿no debería también tener el mismo éxito cuando
adopta una filosofía naturalista para toda la realidad? Desafortunadamente,
una de las características del autoritarismo es que deja de reconocerse a sí
mismo. El éxito de la ciencia en algunas áreas ha animado a los científicos, y
aun al público en general, a pensar que la ciencia es todopoderosa y la única
fuente válida de la verdad. Ese éxito puede eclipsar otras explicaciones de la
realidad, menos tangibles pero más importantes, que dan significado último y
propósito a la humanidad y a la naturaleza. Los logros de la ciencia pueden
hacer que quedemos satisfechos con explicaciones más perceptibles pero
más sencillas, que pueden no reflejar plenamente la realidad.
Se podrían mencionar una cantidad de otras razones para la actitud
fuer-temente naturalista de la ciencia, y sin duda un complejo de causas la
lleva-ron a ella.
384 LOS ORIGEN ES 1 ALGUNAS CONCLUSIONES
Notas y referencias:
1. W.I.B. Beveridge, The Art of Scientific lnvestigation, ed. rev. (N. York: W.W. Norton and Co., 1957), p. 107.
2. Como se informa en: W.C. Dampier, A History of Science and its Relations with Philosophy and Religion, 4a.
ed. rev. (Cambridge: Cambridge University Press; N. York: The Macmillan Co., 1949), p. 181.
3. W. Proudfoot, "Religion and Science", en: D.W. Lotz, D.W. Shriver, )r., ).F. Wilson, eds., Altered Landscapes:
Christianity in America, 1935-1985 (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1989), pp. 268-279.
4. R. E. Gibson, "Our Heritage from Galileo Galilei", Science 145(1964):1271-1281.
5. Ver el capítulo 17.
6. Ver el capítulo 3.
7. Jbíd.
8. E. Mayr, The Growth of Biological Thought: Diversity, Evolution, and lnheritance (Cambridge, MA y Lon-
dres: The Belknap Press of Harvard University Press, 1982), p. 309.
9. Dampier, p. 273 (nota 2). ·
1O. Citado en: E. Nordensklold, The History of Biology: A Su;vey, L. B. Eyre, trad. (N. York: Alfred A. Knopf,
1928), p. 426 Traducción de Biologins historia. ·
11. Citado en: B. Barber, "Resistance by Scientists to Scientific Discovery", Science 134(1961 ):596-602.
12. C. de Duve, "The Beginnings of Life on Earth", American Scientist 83(1995):428-437.
CAPfTULO 20 1 ¿ESTÁ LA CIENCIA EN PROBLEMASl 385
1"3. Citado en: J.M. Zycinski, The Structure of the Metascientific Revolution: An Essay on the Growth of Modern
Science, M. Heller, J. Zycinski, eds., Philosophy in Science Library (Tucson, AZ: Pachart Publishing House, 1988),
p. 49.
.14: S. Toulmin, "The Historicization of Natural Science: lts lmplications for Theology", en: H. Küng. D. Tracy,
eds., Paradigm Change in Theology: A Symposium for the Future, M. Kohl, trad. (N. York: Crossroad Publis-
hing Co., 1989), pp. 233-241 . Traducción de: Theologie-Wohin7, y Das neue Paradigma von Theologie.
15. T. Roszak, Where the Wasteland Ends: PO/ities and Transcendence in Postindustrial Society (Garden City,
NY: Doubleday and Co., 1972), p. 252.
1 &. P. Feyerabend, Against Method, ed. rev. (Londres y N. York: Verso, 1988).
17. Por ejemplos del uso de la retórica en la ciencia, ver: M. Pera, W.R. Shen, eds., Persuading Science: The Art
of Scientific Rhetoric (Canton, MA: Science History Publications, 1991 ).
18. P. Feyerabend, Against Method: Outline of an Anarchistic Theory of Knowledge (Londres: New Left Books;
Atlantic Highlands: Humanities Press, 1975),' p. 304.
19. K. R. Popper, The Logic ofScientific Discovery(N. York: Basic Books, 1959), pp. 280, 281.
20. Ver los capftulos 2 y 17.
21. a) R.J. Blackwell, "A New Direction in the Philosophy of Sclence", The Modern Schoolman 59(1981 ):55-59;
b) P.T. Durbin, "Ferment in Phiiosophy of Science: A Review Discussion", Thomist 50(1986):690-700.
22. Zycinski, p. 178 (nota 13).
23. T. Theocharis, M. Psimopoulos, "Where Science Has Gane Wrong•, Nature 329(1987):595, 598.
24. a) Durbin (nota 21 b); b) D. Gillies, 'Philosophy of Science in the Twentieth Century: Four Central Themes
(Oxford y Cambridge: Blackwell Publishers, 1993); e) H. Smith, Beyond the Post-modern Mind (N. York:
Crossroad Publishing Co., 1982), pp. 1. 6-27.
25. l. Thomas, •on the Uncertainty of Science•, Haivard Magazine 83(1-1980):19-22.
26. T. Dobzhansky, "Nothing in Biology Makes Sense Except in the Light of Evolution•, The American Biology
Teacher 35(1973):125-129.
27. J. Huxley, lntroduction to the Mentor edition of Charles Darwin: The Origin of Species by Means of Natural
Selection, or the Preservation of Favoured Races in the Struggle for Life (N. York: The New American Library of
World Literature, 1958), p. xv.
28. Para otros seis ejemplos, ver: W.R. Bird, Philosophy of Science, Philosophy of Religion, History, Education
and Constitutionallssues. The Origin of Species Revisited: The Theories of Evolution and of Abrupt Appearan-
ce(N. York: Philosophical Library, 1987, 1988, 1989), t. 2, pp. 129, 159, 160.
29. Ver los capftulos 4-8, 11.
30. Thomas (nota 25).
31. a) P.E. )ohnson, Darwin on Tria/, 2a. ed. (Downers Grave, IL: lnterVarsity Press, 1993); P.E. Johnson, Reason
in the Balance: The Case Against Naturalism in Science, Law, and Education (Downers Grave, IL: lnterVarsity
Press, 1995).
32. M. Muggeridge, The End of Christendom (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1980), p.· 59.
33. N. Mousseau, "Searching for Science Criticism's Sources: Letters", Physics Toda y 47(1994):13, 15.
34. Génesis 7:19-21.
35. 2 Reyes 20:10.
36. 1 Tesalonicenses 5:21.
37. Eclesiastés 1 :B; Daniel1 :11-16.
38. Salmo 19:1.
39. Romanos 1 :20.
40. M. Grene, ed., Knowing and Being: Essays by Michael Polanyi (Chicago: University of Chicago Press, 1969),
p. 41.
41. f. Hoyle, N.C. Wickramasinghe, Evolution From Space: A Theory of Cosmic Creationism (N. York: Simon and
Schuster, 1981 ), p. 32.
42. Ver el capftulo 8.
ALTERNATIVAS ENTRE EL CREACIONISMO
Y EL EVOLUCIONISMO
386
CAPfTULO 21 1 AlTERNATIVAS 387
4
blia, tienen poco en que apoyarse. Hay confusión tanto en la clasificación co-
5
mo en la terminología de estas alternativas. A pesar de ello, muchos ven en
ellas la posibilidad de incluir algo de las interpretaciones científicas contempo-
ráneas junto con algo de religión o de Biblia. Como ha sido en el caso del deba-
te creacionismo-evolucionismo, se ha dedicado considerable tiempo, energía y
papel a estas perspectivas.6
MODELOS
A continuación bosquejamos varios enfoques intermedios, junto con el
creacionismo y el evolucionismo, sumando en total ocho categorías principales.
Se incluyen algunas de las preguntas que cada una plantea. La columna
geológi-ca7 con sus fósiles que nos hablan de la vida en lo pasado es, o debería
ser, una consideración básica en cada uno de estos conceptos. La Tabla 21.1 da
una idea general de estos ocho modelos, y muestra cómo cada uno de ellos se
relaciona con la columna geológica. El tiempo avanza de abajo hacia arriba
TABLA211
1. CREACIONISMO 2. TEORrA DE LA 3. CREACIÓN 4. EVOLUCIÓN
i
BRECHA PROGRESIVA TErSTA
DIOS CREA
- -
~ :::! (ENTERRADO - r- } (6 DfAS) ~
comparan los detalles del registro fósil con la Biblia. La semana de la creación
es un evento que abarca todo, durante el cual se originaron todas las grandes
clases de organismos. Si esa semana ocurrió hace mucho tiempo, al comienzo
del registro fósil, y la fosilización de las diversas formas vivientes ocurrió gra-
dualmente durante largos períodos, los tipos principales de vida deberían estar
bien representados desde las partes más bajas hasta las partes más altas del
re-gistro fósil; sin embargo, como se puede ver en la Figura 1 0.1, muchos de los
grupos son peculiares a diferentes niveles. La deposición de los fósiles en una
14
secuencia ecológica o proveniente de diversas fuentes y traídas por el diluvio
parece ser la mejor manera de integrar la semana de la creación con la singula-
ridad de los estratos de la secuencia de los fósiles.
15
2. Teoría de la brecha (también llamada de la Ruina y la restauración, o
Brecha grande)
Descripción del modelo. La vida fue creada por Dios sobre la Tierra en el
pasado distante. Más tarde, después de un juicio sobre Satanás, Dios destruyó
esa vida. Esta destrucción fue seguida por la creación descrita en Génesis 1 y 2.
La Biblia Scofield con referencias ha apoyado esta interpretación por la débil
comparación entre el Génesis, que dice que la Tierra era un lugar desordenado
(arruinado), con lsaías, que dice que Dios no creó la Tierra como un lugar de-
sordenado.16 Por eso, la Tierra debe de haber llegado a estar arruinada
después de una antigua creación no descrita en la Biblia.
Interrogantes. No hay evidencia directa, científica, de las Escrituras o d.e otro
origen para la idea misma. En el registro fósil no hay evidencia de una bre-cha
universal. Si hubiera habido una brecha, se esperaría un período específico, en
blanco (la brecha) presente en todo el mundo antes de una nueva creación posterior.
Los modelos como éste son insatisfactorios desde el punto de vista racional
por su falta d~ evidencias. Como ejemplo, se puede proponer que nosotros to-
dos fuimos creados hace sólo quince minutos con un ambiente completamente
maduro, con mentes desarrolladas y recuerdos del pasado, etc. Aunque se pue-
den usar esta clase de modelos para responder a muchas preguntas, tendemos
a rechazarlos porque son muy subjetivos. Nuestra experiencia nos dice que la
realidad no es tan caprichosa, y las partes que se pueden verificar tampoco lo
son. Debemos buscar buenos puntos de anclaje.
Un concepto algo relacionado con éste es que el registro fósil y algunos
390 LOS ORIGENES 1 ALGUNAS CONCLUSIONES
2
ahora sobre la Tierra. El genetista Theodosius Dobzhansky/ mientras critica la
creencia en el creacionismo, enfatiza el problema teológico de las extinciones:
"Pero qué operación sin sentido habría sido de parte de Dios, de fabricar una
multitud de especies ex nihilo y luego dejar que la mayoría de ellas muriera." De
nuevo, para el modelo de la creación progresiva, esto habría ocurrido antes de
la llegada del hombre, de su caída y de las consecuencias del pecado sobre la
naturaleza. La creación progresiva genera este interrogante sin proporcionar
una buena explicación. Se puede postular un Dios que creara con este método,
pero él no sería el Dios omnisciente de la Biblia, un Dios que todo lo creó
23
"bueno en gran manera". El Génesis proporciona una explicación para estos
organismos extinguidos por el posterior diluvio que se produjo por causa de la
maldad de la humanidad.
Las modificaciones del Día-época y del Día-revelación no proporcionan ninguna
mejora, ya que la secuencia de las clases de organismos creadas, enu-meradas en
el Génesis, no es apropiada para la secuencia del registro fósil. El Génesis indica
que las plantas fueron creadas el tercer día, y los animales en los días 5 y 6,
mientras que en la secuencia de los fósiles, la gran mayoría de los grupos de
animales aparecen antes (debajo) de la mayoría de los grupos de plantas (ver la
Figura 10.1 ). Si los días de la creación representan millones de años, ¿cómo
podrían haberse creado las plantas el día 3, muchas de las cuales requieren insectos
para su polinización con el fin de sobrevivir, y que sobrevi-vieran millones de años
esperando que los animales fueran creados en los días 5
y 6?
La idea de los Días-revelación enfrenta la incongruencia adicional de que
24
tanto en el Génesis como en los Diez Mandamientos registrados en el Éxodo
los textos hablan de que Dios creó esas cosas en los días indicados, y no que
25
Dios sencillamente reveló esa información en esos días.
5. Evolución deísta30
Descripción del modelo. Este concepto mal definido niega la revelación
de las Escrituras, pero admite alguna clase de Dios que estuvo activo principal-
mente al principio. Un Dios generalmente impersonal es una Causa primera, que
no está activa ahora en los asuntos rutinarios del hombre. Esta Deidad pue-de
resolver los problemas más difíciles que afronta el evolucionismo al origi-nar la
vida, y, tal vez en algunos aspectos, guiar la formación de algunos de los
sistemas biológicos más complejos.
Interrogantes. El modelo afronta muchos de los mismos problemas que
afectan al evolucionismo. Hay que negar la evidencia de la naturaleza especial
31
de las Escrituras. Ya que se elimina la función de un Dios personal, es más
difícil concebir el origen de las características más elevadas del hombre, tales
como el amor, la moralidad y la preocupación, que parecen estar fundadas en
las relaciones interpersonales. Existe muy poco para dar autenticidad directa al
modelo, ya sea científica o bíblicamente.
6. Evolución panteísta32
Descripción del modelo. Dios está en todo y todo es Dios. Dios todavía
existe. La naturaleza es especial, y Dios progresa con la evolución. Algunos han
relacionado con este concepto algunas culturas orientales, de la Nueva Era y de
Gaia.
CAPrTuLO 21 1 ALTERNATIVAS 393
Interrogantes. Este modelo tiene algunos de los mismos problemas que los
del modelo anterior. Además, en el proceso evolutivo de la supervivencia, Dios llega
a ser tanto el destructor como la víctima de la destrucción. Es altamente degradante
para el concepto de la grandeza de Dios como lo describe la Bi-blia. No hay datos
directos de las Escrituras ni de la naturaleza para indicar que esta es la historia
pasada de Dios.
46
tró al arca. No hay dudas de que Cristo creía tanto en la creación como en el
diluvio descritos en el Génesis.
Dios mismo da autenticidad a los relatos de la creación como al del diluvio
registrados en Génesis. En el libro de Jsaías, repite su promesa: "Cuando juré
que nunca más las aguas de Noé pasarían sobre la tierra" . 47 Del mismo modo,
48
los Diez Mandamientos autentican el relato de los orígenes que hace el Géne-
sis. Esto va en contra de todos los modelos para el desarrollo de la vida por me-
dio de un largo proceso de millones de años. En sus propias palabras, él creó to-
do en "seis días". Esto difícilmente puede ser posible si cada día representa mi-
llones de años. Todo esto da peso al modelo bíblico de la creación en seis días.
No hay ninguna sugerencia en la Biblia de que la creación de la vida necesitara
de extensos períodos.
Si uno cree en el relato bíblico de los orígenes, está en la buena compañía
de Pedro, Pablo, Cristo y Dios. Sería un Dios muy extraño el que creara durante
millones de años y luego pidiera al hombre que guardara el sábado, el séptimo
día, como un monumento a su actividad creadora de todas las cosas, hecha en
seis días. Se nos dice repetidamente que el Dios de la Biblia siempre dice la
49
verdad y detesta la mentira. Como Dios, él pudo ordenar que el sábado se
guardara por diversas otras razones. los Diez Mandamientos, que afirman que
Dios creó la Tierra en seis días, fueron dados personalmente por Dios, y como
tales representan la comunicación dada al hombre y dotados de la mayor auto-
ridad. No se los puede poner a un lado en forma ligera. Del mismo modo, sería
un Dios extraño el que permitiera que sus profetas se engañaran durante miles
de años en cuanto al tema tan importante de los orígenes, sólo para esperar que
Charles lyell y Carlos Darwin presentaran el concepto correcto. No parece haber
ningún modo de reconciliar el relato bíblico de los orígenes con las largas eras
geológicas.
Unir la ciencia y la Biblia con eslabones no es lo mismo que entrar en
componendas con ambos conceptos. Se debe reconocer que la Biblia no se presta a
tales componendas. O es la Palabra de Dios, como pretende serlo,·oes una colección
de dichos humanos sabios, presentados como si fuera la Palabra de Dios. En este
último caso, hay un problema serio acerca de la integridad de los escritores bíblicos.
la Escritura pertenece, más que la ciencia, a la modali-dad de "todo o nada". Por
esto, rechazar del modelo bíblico de los orígenes de una "creación reciente" tiende
a ser un rechazo de las Escrituras como un todo, más de lo que rechazar el
evolucionismo tendería al rechazo de la ciencia co-
CAPITULO 21 1 ALTERNATIVAS 397
TENDENCIAS TEOLÓGICAS.
las ideas teológicas liberales alegorizan los relatos bíblicos de la creación y
del diluvio, y generalmente ceden en diversos grados a las interpretaciones
científicas contemporáneas. Al hacerlo,. están siguiendo uno de los aspectos más
débiles de la ciencia llamada ciencia histórica, que trata del pasado y es más
difícil de evaluar.50 Posiblemente, la teología liberal ha quedado tan im-
presionada con los éxitos de la ciencia experimental que no reconoce las limita-
ciones de la ciencia histórica. los teólogos pueden necesitar. ser más cautos en
seguir una disciplina que no les es familiar. El filósofo de la ciencia Stephen
Toulmin, de la Northwestern University y de la Universidad de Chicago, ad-
vierte a los teólogos que no deben seguir a la ciencia muy de cerca. Él señala
cómo esto los ha puesto en problemas en lo pasado. Como ejemplos menciona de
qué modo los clérigos de los tiempos medievales aceptaron entusiastamente a
Aristóteles y le dieron a sus ideas "una autoridad superior a su verdadera forta~
leza". Del mismo modo más tarde, al tratar con la cosmología, ellos siguieron las
ideas mecanicistas de Descartes y Newton. luego asevera: "En ambos casos, los
resultados fueron desafortunados. Habiendo penetrado demasiado hondo en sus
compromisos científicos originales, los teólogos preocupados dejaron de prever
la posibilidad de que los principios de Aristóteles o los de Newton pudie-ran no
ser 'la última palabra' para siempre; y, cuando ocurrieron cambios radi-cales en
las ciencias naturales, no estaban preparados para tratar con ellos". También
advierte que continuar aceptando teorías científicas nuevas "sencilla-mente
preparará dificultades nuevas para la teología dentro de uno o dos si-glos,
cuando los científicos hayan repensado los problemas de sus propias disci-plinas,
hasta el punto de hacer cambios radicales para los cuales los teólogos, otra vez,
estarán m~l preparados ... Será mejor que se distancien de las ideas de la ciencia
en vez de abrazarlas en forma demasiado sistemática y no crítica".51
Al ceder la autoridad de la Biblia a la ciencia, por lo menos en lo que se re-
fiere a interpretaciones de la naturaleza, la teología liberal se encuentra con una
base debilitada para su propia disciplina. Para ellos, la Biblia ya no es más tan
dotada· de autoridad. Para los teólogos liberales, los conceptos acerca de los
orígenes se han desplazado bien hacia la evolución naturalista (Modelos 2 al 8).
Una vez que se ha abandon~do la autoridad de las Escrituras, uno se en-
398 LOS ORIGENES 1 ALGUNAS CONCLUSIONES
cuentra en una ladera resbalosa con pocos puntos firmes a la vista. Y cuando se
alcanza una filosofía puramente naturalista, se encuentran muchas preguntas
importantes que no se han respondido. El desafío que enfrentan los que aceptan
las posiciones intermedias (Modelos 2 al 7) es el de proporcionar un modelo
mejor que el que les ofrecen la ciencia o las Escrituras. Ellos necesitan en forma
especial algunas fuentes dotadas de autoridad para sus modelos. Pero la teología
liberal moderna no está contribuyendo mucho a nuestro conocimiento sobre las
preguntas importantes acerca de los orígenes que establece la autoridad de Dios
y de las Escrituras. El "decano" conservador de los teólogos evangélicos, Carl F.
Henry, plantea el problema de las prioridades acerca de la autoridad desde un
ángulo diferente cuando afirma: "la teología no depende de un uni-verso
ordenado: un universo ordenado depende de Dios" Y
El físico ganador del premio Nobel Steven Weinberg, de la Universidad de
Texas, tiene preocupaciones adicionales acerca del pensamiento teológico li-
beral. Él presenta su caso en forma bastante clara: "los religiosos liberales están
en un sentido más lejos en espíritu de los científicos de lo que lo están los fun-
damentalistas y otros religiosos conservadores. Por lo menos los conservadores,
al igual que los científicos, le dicen a alguien que creen en que lo que creen
porque es cierto antes que porque eso los hace buenos o felices. Muchos reli-
giosos liberales hoy parecen pensar que diferentes personas pueden creer en
cosas diferentes mutuamente excluyentes sin que ninguno de ellos esté equivo-
cado, mientras sus creencias 'funcionen para ellos'. Éste cree en la reencarna-
ción, aquél en el cielo y el infierno, y un tercero cree en la extinción del alma en
ocasión de la muerte, pero ninguno puede decirse que está equivocado mientras
que cada uno obtenga un impulso espiritual satisfactorio de lo que cree. Para
usar una frase de Susan Sontag, estamos rodeados de 'piedad sin contentamiento'
...
"A Wolfgang Pauli le preguntaron cierta vez si creía que un artículo especí-
fico de física, mal concebido, estaba equivocado. Él replicó que tal descripción
sería demasiado bondadosa, pues el artículo ni siquiera estaba equivocado. Yo
creo que los religiosos conservadores están equivocados en lo que creen, pero
por lo menos ellos no han olvidado lo que significa realmente creer en algo. los
religiosos liberales me parece que ni siquiera están equivocados".53
Parecería que las tendencias teológicas modernas y posmodernas podrían
beneficiarse si volvieran a sus fundamentos más sólidos, dando más crédito a la
autoridad de la Biblia.
CAPfTULO 21 1 ALTERNATIVAS 399
EL PROBLEMA DE LA DERIVA
La influencia de los conceptos intermedios mencionados más arriba acerca
de las creencias de muchas iglesias cristianas, ha sido considerable. Desde la
popularización de la teoría de la evolución hace más de un siglo, muchas deno-
minaciones religiosas se han acomodado, de algún modo, a las diversas ideas
del desarrollo progresivo de la vida a lo largo de extensos períodos. Es decep-
cionante ver iglesias, que una vez tuvieron como una alta prioridad la autoridad
bíblica, cambiar sus creencias; .sin embargo, esto ocurre, a menudo, en forma
54
lenta e insidiosa. La erosión de las creencias con frecuencia es acompañada
55
por una erosión en el número de los creyentes. En años recientes, las iglesias
principales de los Estados Unidos -que ya no creen en el relato bíblico de la
creación y muchos otros conceptos bíblicos tradicionales- han perdido millo-nes
de feligreses, mientras que las iglesias evangélicas más conservadoras han
crecido rápidamente. Es especialmente difícil convencer a las personas de que
el cristianismo es real cuando se presenta la Biblia como errónea, especialmen-
te con respecto al importante tema de los orígenes.
El teólogo y sociólogo H. Richard Niebuhr, 56 entre otros, ha bosquejado la
historia tradicional de un grupo religioso. Después de ser organizada por los re-
formadores originales, el carácter de la secta pronto cambia al nacer una nueva
generación de niños. Esta nueva generación, rara vez tiene el fervor de sus pa-
dres que modelaron sus "convicciones en el calor del conflicto y con el riesgo del
martirio". Las generaciones sucesivas encuentran más difícil aislarse del mundo.
La riqueza y la cultura se acumulan mientras el compromiso de los propósitos
originales introduce el usual tipo eclesiástico de moral. Pronto el nuevo grupo
llega a ser una iglesia tradicional. Esta iglesia tradicional es más una estructura
social que el instrumento concebido originalmente para refor-mar. Los requisitos
administrativos distraen en forma creciente los esfuerzos de la iglesia
apartándola de las actividades religiosas.
El alejarse de la Biblia y de Dios es un esquema sociológico común, y tam-
bién está ilustrado en la historia bíblica. Repetidamente Dios tuvo que usar me-
dios drásticos para intentar revertir esas tendencias. Incidentes como el diluvio
del Génesis, el largo peregrinaje de los israelitas por el desierto y el cautiverio
babilónico ilustran cuán difícil, pero importante, es resistir tales tendencias.
Las instituciones educativas modernas también ilustran esta tendencia de ir
a la derivaY Un gran número de instituciones de enseñanza superior en los Es-
tados Unidos (como las universidades de Auburn, Boston, Brown, Dartmouth,
400 LOS ORIGENES 1 ALGUNAS CONCLUSIONES
CONCLUSIONES
los muchos conceptos entre el creacionismo y el evolucionismo tienden a ser
borrosos. Estos modelos no se encuentran ni en la Biblia ni en los datos de la
naturaleza. Tienen muy poco apoyo directo de estas respetadas fuentes de infor...
mación. Se pueden sugerir modelos, pero hasta que ellos puedan ser autentica.,
dos, no se puede esperar que obtengan un apoyo sólido.
Podemos usar algunos datos científicos para apoyar en forma indirecta, en
grados variables, <::ualquiera de los modelos considerados. Para algunos de
ellos, los datos son escasos. Por otro lado, la Biblia sólo confirma el concepto del
creacionismo. Hay sólo un mod~lo bíblico de los orígenes. En las propias pala-
bras de Dios, él creó todo en seis días. Otros personajes ·bíblicosimportantes
también apoyan la veracidad del relato de la creación dado en el Génesis.
Los conceptos intermedios descritos pueden prpporcionar una forma de
desplazarse gradualmente de una creencia elil la creación hacia la evolución
naturalista. Esta deriva puede ser un medio de excluir gradualmente a Dios. Mientras
muchas iglesias tradicionales .han tendido .en esta dirección; yo espera-ría que ellas
realizaran esfuerzos en la dirección opuesta: ha<;ia Ja Biblia, con, su ·
CAPITULO 21 1 ALTERNATIVAS 401
Notas y referencias:
1. T. H. Huxley, Darwiniana: Essays (N. York y Londres: D. Appleton and Co:, 1893), p. 149.
2. Ver algunos ejemplos en el capitulo 3.
3. a) C. Bibby, T.H. Huxley: Scientist Humanist and Educator (N. York: Horizon Press, 1959), p. 236; b) C.
Bibby, Scientist Extraordinary: The Life and Scientific Work of Thomas Henry Huxley, 1825-1895 (N.
York: St. Martin's Pre$5, 1972), p. 97.
4. Para una muestra de definiciones y/o esquemas de clasificación de estosdiversos conceptos, ver: a) l. R. 8ai-
ley, Genesis, Creation, and Creationism (N. York y Mahwah, NJ: Paulist Press, 1993), pp. 121-130; b) J.T.
Baldwin, "lnspiration, the Natural Sciences, anda Window of Opportunity", }oumal of the Adwntist Theolo-gica/
Society 5:(1-1994):131-154; e) R. l. Ecker, Dictionary of Scienc.e and Creationism (Buffalo, NY: Promet-heus
Books, 1990), pp. 71, 208; d) W.H. Johns, "Strategies for Origins", Ministry 54(May 1981):26-28; e) T.D.S. Key,
"The lnfluence of Darwin on Biology", en: R. l. Mixter, ed., Evolution and Christian Thought To-
day, 2a. ed. (Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdman~ Publishing Co., 1960), pp. 11-32; f) J. P. lewis, "The Days
of 'óeati~n: An Historical Surv~y of lnterpretation", }oumal of the Evangelical Theological Society
32(1989):433-455; g) R. Maatman, The lmpact of Evolutionary Theory: A Christian View (Sioux Center, lA:
Dordt College Press, 1993), pp. 162-185; h) F.L. Marsh, Studies in Creationism (Washington, DC: Review
and Herald Publishing Assn., 1950), pp. 22-55, 69-78; i) T.A. Mclver, Creationism: lntellectual Origin, Cultu-
ral Context, and Theoretical Diversity, PhD Dissertation, Departm!!nt of Anthropology (los Angeles, CA: Uni-
versity of California at los Angeles, 1989), pp. 403-541. Disponible en:.Ann Arbor, MI: University Micro-
films; jl C. Mitchell, The Case for Creationism (Grantham, Inglaterra: Autumn House Ltd., 1994), pp. 191-202;
k) C. H. Pinnock, "Ciimbing out of a Swamp: The Evangelical Struggle to Understand the .Creation Texts•,
/nrer-pretation 43(2-1989):143-155; 1) A.A. Roth, "lmplications of Various lnterpretatior¡s ol the Fossil
Record", Origins 7(1980):71-86; m) B. Thompson, Creation Compromises (Montgomery, AL: Apologetic
Press, lnc., 1995); n) D.l. Wilcox, "A Taxonomy of Creation•, }ournal of the American Scientific
Affiliation 38(1986):244-250; o) D.A. Young, "Scripture in the Hands of Geologists" (Parts 1 and 2), The
Westminster Theological }ouma/49(Primavera, 1987):1-34, y (Otoño, 198n:257-304.
S. Por ejemplo: a) El uso que da M.A. Corey (Back to Darwin: The Scientific Case for Deistic Evolution [Lanham,
MD, N. York y Londres: University Press of America, 1994]) a la expresión "evolución defsta" parece
adecuar-se mejor con la evolución tefsta como se usa en este capftulo, mientras que b) j.W. Klotz (Genes,
Genesis and Evolution, 2a, ed. rev. [St. Louis: Concordia Publishing House, 1970), p. 477) usa e! término
"evolución tefs-ta• para lo que parece ser evolución deísta.
6. Para un repaso de algunos conceptos, ver: D.A. Young, The Biblical Flood: A Case Study of the Church's
Response to Extrabiblical Evidence (Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., y Carlisle:
The Pater-noster Press, 1995).
7. Vet el capítulo 9 para los detalles.
8. Génesis 1 y 2. Ver también bodo 20:11; 31:17. Algunos consideran lsaías 45 y Job 38 y 39, pero éstos pare-
cen más interesados er¡ los atributos de Dios que en la creación.
9. Para un estudio abarcante de la evidencia de que éstos fueron dfas comunes de 24 .horas, ver: G.F. Hasel,
"The 'days' of. Creation in Genesis 1: literal 'days' or Figurative 'Periods/Epochs' of Timel", Origins
21(1994):5-38.
1O. Para más detalles, ver el capítulo 12.
11. Ver: Mclver, pp. 461-473 (nota 4i).
12. Para un estudio de esta alternativa y modelos relacionados con él, ver el capítulo 19.
13. Ver los capftulos 9, 1O, 14.
14. Ver 105 capftulo5 1O y 12 para los detalles.
15. Ver las referencias en la nota 4, especialmente: a) Mclver, pp. 474-502 (nola 4i). Ver también: b) W.W.
Flelds, Unformed and Unf/1/ed: The Gap Theory (Nutley, NJ: The Presbyterlan and Reformed Publilhlng Co.,
401 LOS ORIGENES 1 ALGUNAS CONCLUSIONES
1976).
16. Comparar Génesis 1:2 con lsafas 45:18.
17. Génesis 1:2.
18. Génesis 1 y 2; l:xodo 20:11; 31 :17; Nehemfas 9:6; Salmo 146:6; lsaías 40:26, 28; Juan 1 :3; Hechos 4:24; y
Colosenses 1:16.
19. Ver las referencias en la nota 4; también: a) J.T. Baldwin, "Progressive Creation and Biblical Revelation: Sorne
TheoiO(!icallmplications", Origins 18(1991):53-65; b) E.K. Gedney, "Geology and the Bible", en: American
Scientlfic Affiliation, eds., Modem Science and Christian Faith: A Symposium on the Relationship of the Bible
to Modem Science (Wheaton, ll: Scripture Press Foundation, 1950), pp. 23-57; e) P.P.T. Pun, "A Theology of
Progressive Creationism•, Perspectives on Science and Christian Faith 39(1987):9-19; d) B. Ramm, The Chris-tian
View of Science and Scripture (Crand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1954); e) H. Ross,
Creation and Time: A Biblical and Scientific Perspective on the Creation-Dare Controversy (Colorado Springs,
CO: NavPress, 1994); f) J.L. Spradley, "Changing Views of Science and Scripture: Bernard Ramm and the ASA",
~tives on Science and Christian Faith 44(1992):2-9.
20. Génesis 3:14-19.
21. Romanos 5:12-19.
22. T. Dobzhansky, "Nothing in Biology Makes Sense Except in the light of Evolution", The American Biology
Teacher l5(1973):125-129.
23. Génesis 1:31.
2'4. Génesis 1; l:xodo20:11.
25. Ver también Hase! (nota 9).
26. Ver las referencias en la nota 4. También ver: a) R. H. Bube, "Biblical Evolutionisml" }ournal of the American
Scientific Affiliation 23(1971 ):140-144; b) L.J. Gibson, "Theistic Evolution: ls it for Adventistsl", Ministry 65(1-
1992):22-25; e) K. B. Miller, "Theologicallmplications of an Evolving Creation•, Perspectives on Science and
Christian Faith 45(3-1993):150-160; d) Ramm, pp. 113, 280-293 (nota 19d); e) P. Teilhard de Chardin,
Man's Place in Nature: The Human Zoological Group, R. Hague, trad. (N. York: Harper and Row, 1966),
pp. 61-63. Traducción de: La place de l'homme dans la nature. (Posiblemente sus conceptos son apropiados
aquí.); f) F. Van Dyke, "Theological Problems of Theistic Evolutlon", }oumal of the American Scientific Affilia-
tion 38(1986):11-18.
27. lsaías 44:21, 22.
28. lucas 12:6.
29. lsaías 11 :6; 65:25.
30. a) Key, pp. 20, 21 (nota 4e). Hay muchas variedades de deísmo. Para un resumen, ver: b) A.O. Aldridge,
"Deism•, en: G. Stein, ed., The Encyclopedia of Unbellef (Buffalo, NY: Prometheus Books, 1985), pp. 134-137.
ta 4a); b) Ross (nota 19e); e) H.). Van Till, R. E. Snow, ).H. Stek, D.A. Young. Portraits of Creation: Bib/ical and
Scientific Perspectives on the Wor/d's Formation (Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishing Co.,
1990).
41. 2 Pedro 3:3-6. Ver el capftulo 18 para más detalles acerca·de esta predicción.
42. 1 Pedro 3:20; 2 Pedro 2:5.
43. Romanos5:12-14; 1 Corintios 11:8; 15:22, 45; 1 Timoteo2:13,14.
44. Hebreos 11:4-7. Se ha discutido durante siglos si Pablo fue el autor de Hebreos, pero es el candidato
más pro-bable. Ningún otro dirigente conocido de la iglesia de su tiempo pudo haber presentado los
profundos argu-mentos que él usó.
45. Mateo 19:4-6; Marcos 10:6.
46. Mateo 24:37, 38; Lucas 17:26, 27.
47. lsafas 54:9.
48. ~xodo20:11;31:17.
49. Números 23:19; Salmo 119:163; Proverbios 12:22; lsafas 45:19; Tito 1 :2; Hebreos 6:18: Apocalipsis 21:8.
50. Ver el capítulo 17.
51. S. Toulmin, "The Historicization of Natural Science: lts lmpllcations for Theology", en: H. Küng. D. Tracy,
eds., Paradigm Change in Theology: A Symposlum for the Future, M. Kéihl, trad. (N. York: The Cross~ Pu·
blishing Co., 1989), pp. 233-241. Traducción de Theolosi-Wohinl y Das neue Paradigma van Theoloíie.
52. B. Spring. •A Conversation with Carl Henry About the New Physics•, Christianity Today (1" de
febrero de 1985):26.
53. S. Weinberg. Dreams of a FirMI Theory (N. York: Pantheon Books, Random House, 1992), pp. 257, 258.
54. Para un relato de esto en la Iglesia Metodista Unida, ver: K. Ching. "The Practice of Theological
Pluralism", Adventist Perspectives 5(1-1991 ):6-11.
55. D.M. Kelley, Why Consetvativfi Churches.are Growing: A Stucly in Sociology of Religlon, 2a. ed. (San Francis-
co, N. York y Hagerstown: Harper and Row, 1972, 1977).
56. H.R. Niebuhr, TheSociat Resources ofDenominationalism (N. York: Meridian Books, 1957), pp. 19, 20.
57. Por ejemplo, ver: a) G.M. Marsden, The Soul of the American University: From Protestant Establishment to Es-
tablished Nonbe/ief(N. York y Ollford: Oxford University Press, 1994); b) G.M. Marsden, B.). Longfield, eds.,
The Secularization of the Academy (N. York y Oxford: Oxford University Press, 1992); e) D. Sloan, Faith and
Knowledge: Malnline Protestantism and American Higher Education (louisville, KY: Westminster )ohn
Knox Press, 1994).
UNAS POCAS PALABRAS FINALES
RECAPITULACIÓN 1
Muchos se preguntan con seriedad cuál es la idea correcta: si
la ciencia naturalista o las Escrituras. Al buscar una respuesta, es
importante recordar que los esquemas del pensamiento humano
tienden a seguir el "clima de opinión" generalizado. De aquí que
necesitamos ser cuidadosos en establecer nuestros puntos fijos para
nuestro concepto del mundo sobre los datos más sólidos. En nuestra
búsqueda de la verdad deberíamos usar una base tan amplia como sea
posible, incluyendo tanto la ciencia como las Escrituras, las que, funda-
mentalmente, no son tan diferentes la una de la otra como generalmente se
supone. Una pregunta más importante es: ¿Qué verdades encuentro cuando
404
CAPfTULO 22 1 UNAS POCAS PALABRAS FINALES 405
El tema de los orígenes ha llegado a ser aún más complicado con el descu-
brimiento de sistemas "programados" tales como el código genético, sistemas
complicados de control de genes y los sistemas para la corrección de la replica-
ción del ADN. Hasta donde sepamos, estas clases complejas deprogramas no
surgen espontáneamente; parecen representar un diseño inteligente, como se
esperaría de un Creador.
los fósiles que se encuentran en los estratos sedimentarios de la Tierra re-
flejan una tendencia muy general. de lo simple a lo complejo, que los evolu-
cionistas interpretan ·como el desarrollo evolutivo gradual. Sin embargo, el es-
quema que forman los fósiles descubiertos implicarían tasas altamente erráticas
de evolución, pues muchos grupos principales aparecen en forma extremada-
mente rápida. los creacionistas interpretan la tendencia general de lo simple a lo
complejo como el·resultado de factores que actuaron durante el diluvio del
Génesis, asf como la distribución de los organismos antes del diluvio. la distri-
406 LOS ORIGENES 1 ALGUNAS CONCLUSIONES
duelos de honor, que llegaron a ser generalizados en la época medieval, se ocupaban de ofensas personales. No siempre
los duelos acababan en muerte; pero, desafortunadamente, muchos terminaban de ese modo. La práctica entre la nobleza
de llevar espadas como parte de la vestimenta diaria, facilitaba esta clase de encuentros. El más mínimo pretexto se usaba
como excusa para un duelo de honor, tal como disputas al ju-gar a los naipes o en las peleas de perros. La prácti<;:a llegó
a ser muy popular en Francia, y era común en Italia, Alemania, Rusia, Inglaterra e .Irlanda. Se informa que en Irlanda se
r.ealizaron hasta 23 duelos en un sólo día,5 y eran tan comu-nes que sólo se informaba de ellos si uno o ambos
combatientes morían. En Francia, durante el reinado de Enrique IV, más de 4.000 "caballeros" franceses· perdieron su
vida por los duelos en un período de dieciocho años. 6 Durante el reinado de Luis XIII se informa que la conversación
común y corriente por la mañana era: "¿Sabes quién se batió en duelo ayer?", y después del almuerzo: "¿Sabes quién
peleó esta mañana?" En un período de vemte años se extendieron 8.000 perdones por homicidios asociados ·con los
duelos.
7
CAPÍTULO 22 1 UNAS POCAS PALABRAS FINALES 409
ción personal es que en ninguna otra teoría científica la mente moderna descan-
sa con tanta confianza eri tan poca evidencia proporcional; sobre evidencia,
digamos; en relación con la cantidad que se necesitaría para establecer la teoría
13
en ausenda de voluntad para creer, tan limitada". Y el físico católico Wolf-gang
Smith expresa preocupación acerca de la calidad de los datos científicos que
apoyan el evolucionismo: "El punto es,·sin embargo, que la doctrina de la
evolución ha barrido el mundo, no con la fuerza de sus méritos científicos, sino
precisamente en su condición de mito gnóstico. Afirma, en efecto, que los seres
vivos se crearon a sí mismos, lo que en esencia es una afirmación metafísica.
Es-to en sí mismo implica, sin embargo, que la teoría es científicamente no verifi-
cable (uri hecho, de paso, que ha sido señalado con frecuencia por los filósofos
de la ciencia). De ese modo, en último análisis, el evolucionismo es una verdad
14
una doctrina metafísica vestida con ropaje ciEmtífico".
¿Es el evolucionismo un paradigma transitorio destinado al olvido? No en-
traré a especular, pero diría que a menos que el evolucionismo pueda encontrar
datos más significativos para sostenerlo, su supervivencia será precaria. Los
descubrimientos científicos más recientes en la biología molecular hacen que el
15
tema de su supervivencia sea particularmente tenue. Sin embargo, ideas con
poco fundamento, tales como la alquimia o el duelo de honor, pueden dominar el
pensamiento durante siglos.
Debemos mencionar un aspecto adicional al evaluar el cuadro general. El
acto de la creación mismo como un evento milagroso es muy difícil de evaluar
científicamente, aunque las consecuencias de la creación tales como se ven en
la complejidad de la naturaleza no lo sea. El diluvio del Génesis es algo más fácil
de analizar en las capas geológicas, pero aquí todavía estamos tratando con la
ciencia histórica. ¿Significa esto que el creacionismo es un concepto irracional?
Yo diría que no. Los datos firmes de la biología molecular y las características de
las rocas que indican una rápida deposición apoyan la racionalidad del creacio-
nismo. Sin embargo, algo de la importancia de la evidencia en favor del creacio-
nismo yace, no en la observación directa, sino en el fracaso de las alternativas,
como el evolucionismo, en proveer un mecanismo plausible. Todos estos son
puntos pertinentes que tienen importancia para la cuestión de los orígenes. Po-
dremos no estar tan felices con las evidencias indirectas como lo estaríamos con
observaciones directas, pero a veces eso es todo lo que tenemos, y deberíamos
sacar el mayor provecho de la información que está a nuestra disposición.
412 LOS ORIGENES 1 ALGUNAS CONCLUSIONES
CONCLUSIONES
Mi evaluación personal es la siguiente: No puedo aceptar la idea de que no
hay Dios. La naturaleza es demasiado compleja y la existencia demasiado signi-
ficativa corno para que yo crea que todo el equilibrio intrincado y delicado que
veo a mi alrededor es solamente accidental. Tiene que haber un Diseñador. Si
hay un Diseñador, yo esperaría alguna comunicación significativa de él. Sería un
Creador muy extraño el que diseñara nuestro pensamiento, nuestras mentes
conscientes, y no se comunicara con nosotros para nada. Yo espero comuni-
cación, y anhelo esa comunicación. La Biblia es la mejor candidata. Escrita por
unos cuarenta autores que pretenden haber tenido revelaciones especiales,
tiene una coherencia interna extraordinaria, y una correspondencia poco usual
con la historia, la arqueología y la naturaleza. No todas las preguntas resultan
respon-didas,16 pero entre todos los modelos considerados, el creacionismo es
el que tiene más sentido. Responde a la mayoría de las preguntas.
Cuando examino modelos de los orígenes que incluyen a un Dios a lo lar-go
de extensos períodos, tales como el evolucionismo deísta, el evolucionismo
teísta o el creacionismo progresivo, ninguno de ellos son para mítan convincen-
tes como el creacionismo. Estos modelos son demasiado "dependientes" de la
ausencia de datos. Una razón para creer en el creacionismo es la evidencia de
una rápida deposición de los estratos geológicosY Otra es la Biblia, que no es un
18
libro común. Si hay un Dios, y la Biblia es su Palabra, parece difícil recon-
ciliar esa palabra, que es tan clara con respecto a una creación reciente, con las
alternativas diferentes. Si aceptáramos a Dios como el Creador, como muchos
de los conceptos intermedios lo hacen, se necesita recordar que el Dios descri-to
en las Escrituras pudo haber creado recientemente tan fácilmente como a lo
largo de extensos períodos. No hay necesidad de parte de Dios de un procesa
episódico de creación a lo largo de eones; y Dios mismo afirma que él creó tü-' do
19
en seis días.
Muchos que aceptan los conceptos intermedios entre el creacionismo y el
evolucionismo también aceptan fácilmente la esperanza de la salvación eterna
que ofrece Jesucristo, aunque en la práctica rechacen su aprobación de los rela-
tos bíblicos de la creación y del diluvio.20 Del mismo modo se podría ser esen-
cialmente consistente al aceptar la aprobación de los relatos bíblicos de la creación y
del diluvio y rechazar su salvación. ¿Estaba Cristo engañándonos cuando trató la
creación y el diluvio como relatos de hechos reales? Debería-mos afrontar el
problema con sencillez: o Jesucristo fue el Hijo de Dios, o fue
CAPITULO 22 1 UNAS POCAS PALABRAS FINALES 413
un impostor que se hada pasar por el Hijo de Dios. Si fue un impostor, desapa-
recen la salvación que ofrece el cristianismo, la Biblia y todo su valor explicati-
vo. Quedamos con el evolucionismo naturalista y todos sus muchos problemas.
Si jesucristo realmente fue el Hijo de Dios, se esperaría que no nos guiara en
forma equivocada con respecto al importante problema de los orígenes.
Es sorprendente que el concepto del evolucionismo persista en vista de la
21
escasez de evidencias firmes para apoyarlo. Tal persistencia probablemente
se pueda explicar mejor sobre una base sociológica similar a otros paradigmas
o tendencias que han persistido, a veces por siglos, pero que tienen muy poca
base de apoyo. la ciencia poderosa, tratando de responder a las grandes pre-
guntas de la existencia dentro de su propio sistema naturalista limitado de expli-
caciones, estimula la creencia en la evolución. Esta es la mejor explicación de
los orígenes que puede proporcionar; pero en mi opinión no alcanza la plausibi-
lidad. la ciencia puede presentar nuevas interpretaciones que desafíen al crea-
cionismo; pero hasta que pueda mostrar un modelo que explique mejor la
complejidad de la naturaleza y la significación de la existencia, su enfoque no
puede satisfacer algunas de las preguntas más profundas. la ciencia como bús-
queda del conocimiento debería reconocer más su limitada esfera de aplica-ción
y aceptar el valor de otras disciplinas, reconociendo en su postura metodo-lógica
que otras áreas pueden hacer una contribución dotada de autoridad en la
búsqueda de la verdad. Entonces, y sólo entonces, puede la ciencia armonizar
significativamente con la verdad.
Comenzamos este capítulo con la pregunta: ¿Por qué estamos aquí? Mi
evaluación personal es que el creacionismo responde esta pregunta de una ma-
nera mejor que los otros modelos. El creacionismo hace una contribución signi-
ficativa, razonable y satisfactoria a las grandes preguntas acerca de la verdad,
el significado, el propósito, el deber y nuestro destino personal.
Algunos basan su visión del mundo sólo sobre la ciencia. Aunque la cien-
cia es digna de respeto, ésa es una "visión del mundo" incompleta. Otros esta-
blecen su visión del mundo sobre la base de sólo las Escrituras. Este panorama
es restringido, y dentro de las Escrituras encontramos estímulo para aprender
22
de la creación de Dios. Para mí, un enfoque más satisfactorio es unir la ciencia
con la Biblia.
Notu y ,..,.renda:
1. Llvio, c. 10. Historia de Roma, XXII. Citado en: H.L. Mencken, ed., A New Dictionary of Quotations on Histo-
414 LOS ORIGENES 1 ALGUNAS CONCLUSIONES
rica/ Principies from Ancient and Modern Sources (N. York:. Alfred A. Knopf, 1942), p. 1220.
2. Este repaso está basado en el material presentado en los capítulos anteriores. La documentación de apoyo se
encontrará en orden en los capítulos 1 al 21.
3. 2 Pedro 3:3-6.
4. Informado en: C. Mackay, Extraordinary Popular Delusions and the Madness of Crowds (N. York: Farrar,
Straus and Giroux, [1852]1932), p. 681.
5. a) Mackay, p. 686 (nota 4). Otras referencias sobre el desarrollo histórico de los duelos incluyen: b) M. Basna-
ge, Dissertation historique sur les Duels et les ordres de Chevaliere, ed. rev. (Basel: )ean Christ, 1740), p. 4; e)
P.C. Bataillard, Du duel, considéré sous le rapport de la mora/e, de /'histoire, de la législation et de
l'opportu-mlé d'une loi répressive (París, 1829), p. 14.
6. Mackay, p. 666 (nota 4).
7. lbfd., p. 668.
8. ). Addison, The Spectator: Religious, Moral, Humorous, Satírica/, and Critica/ Essays (N. York: Hurst and
Co., s.f.), t. 2, p. 210.
9. F. Bacon, The Charge of Sir Francis Bacon Knight, his Maiesties Attourney General/, Touching Duel/s (Lon-
dres: Robert Wilson, 1614), p. 1 B.
1O. H. T. Kane, Gentlemen, Swords and Pisto/s (N. York: William Morrow and Co., 1951 ), p. x.
11. Como aparece en Mackay, p. 679 (nota 4).
12. Ver el capftulo2.
13. H. Smith, Forgotten Truth: The Primordial Tradition (N. York, Hagerstown y Sa'n Francisco: Harper and Row,
1976), p. 132.
14. W. Smith, Thei/hardism and the New Religion: A Thorough Analysis of the Teachings of Pierre Teilhard de
Chardin (Rockford, IL: Tan Books and Publishers, 1988), p. 242.
15. Ver el capítulo 8.
16. Ver los capítulos 1O y 14.
17. Ver los capítulos 13 y 15.
18. Ver los capítulos 1 y 18.
19. ~xodo 20:11.
20. Mateo 19:4-6; 24:37, 38; Marcos 10:6; Lucas 17:26, 27. Esto y la aprobación de otros autores de la Biblia se
estudian en el capítulo 21 .
21. Ver los capítulos 4-8, 11.
22. Por ejemplo: Salmo 19:1-4; Romanos 1 :19, 20.
GLOSARIO DE TÉRMINOS TÉCNICOS
41
5
416 LOS ORiGENES
BASE NUCLEÓTIDA: Molécula en forma de anillo que contiene nitró-
DISCORDANCIA
ANGULAR: ("Non-conformity"): Falta de conformidad en la
que unos estratos paralelos yacen debajo de otros
formando pequeño ángulo entre sí.
DISCORDANCIA EROSIVA: ("Disconformity"): Falta de conformidad donde hay
evidencia de erosión entre estratos paralelos que se
encuentran por sobre y por debajo de la
discordancia.
GLOSARIO DE TÉRMIN'OS T~CNICOS 419
DISCORDANCIA
unidad del infonne de la creación de 367 metodológica, definición de la 53, 54, 374
Catástrofes 223-241 naturalista 53, 54, 374
Catastrofismo, necesidad de reconocer otras áreas como dota-
definición del 224 das de autoridad 413
aceptación reciente del 228, 229 no preocupada por la moralidad· 24, 25
Catastrofismo y uniformismo, historia del 225-229 normal 46
Celo irrazonable 34 "percepción inmaculada" de la . 46
Células problema de los engaños en la 335-337
combinación de células de desarrollo de dos trasfondo biblico de la 55, 56
individuos 321 trata sólo con parte de la realidad 327-329
origen de las 81-85 Ciencia, la, como metodología 53
típicas de animales 82 (fig. 4.3) Ciencia, la, o la religión, T. Huxley acerca de las res-
Cenozoico 175 (Tabla 9.1) tricciones de seguir ambas 386
Cerebro humano, complejidad del 140, 141 Ciencia, la, y
Certeza amenazada, la 49 la Biblia 27-31, 53-65
Chadwick, A. V. 264 (nota 13) la "clausura de la fase intelectual" 337
Chance and Necessitjt 78 la moralidad 328, 329
Chetverikov, S.S. y el estudio de las poblaciones 99 la religión, diversos modos de reconciliarlas
China, la alquimia en la 43 59
Ching, K. 35 (nota 11 ), 403 (nota 54) la verdad 326-338
Chinle, formación de, gran extensión de la 250 las explicaciones finales 327-329
Chip de computadora los acontecimientos singulares 330
comparado con el ADN del núcleo 133 Cientffica
ejemplo de éxito de la ciencia 324 comunidad, conducta de grupo 47, 338
Ciencia imagen, poderosa 326
alto grado de respeto por la 20 revolución 46
autoridad de la, desafiada 45-47 CientifiCismo
concepto incompleto de la realidad 327"329 es restrictivo 373
conceptos de los que no se ocupa 327-329 todavía vive 379
debiera ser más inclusiva 384 Científico, creacionismo
definición 63, 64, 327, 374 controversia acerca del 25
dudas sobre objetividad de la · 381 definición del 64
el mayor error de la 381-383 Científicos
emocionalismo en la 331-335 conducta de grupo de los 47, 338
empresa maravillosa 317-325 contemporáneos, la religión y los 57, 58
¡está en problemas! 3 73-384 eminentes y la facilidad para publicar 334
exceso de confianza de la 41 O insatisfechos con la explicación de mutaciones-
exclusivismo de la 382, 383 selección natural 11 O
exclusivismo de la filosofía naturalista 376 muchos más interpretan la ciencia con el para-
experimental versus ciencia histórica 330, digma del evolucionismo 410
331 muchos, son religiosos 54
falsificación en la 377 producción de informes 337
filosofía del Islam 374 resistencia a los cambios de los 338
fi losoffa de la, Citocromo-C y el reloj evolucionista 149 (Tabla
autoengaño en la 337 8.1 ), 1 50, 153
conceptos sobre limitaciones de la 32 7- Ciudades antiguas de la Biblia 345
329 Cladistas y tradicionalistas 146-148
crisis en la 3 78 Clark, H.W. y la secuencia de los fósiles 194
debilidad en el terreno histórico 41 O Clark, R. E. D. 126 (nota 2)
desafío al progreso de la 46 Clasificación de los organismos 209, 417
dimensiones sociológicas 378 Clausen, C.D. 294 (notas 19 y 24)
diversas definiciones 327 Clausen, V.E. 219 (nota 34), 294 (nota 19)
panorama de la historia de la 374-378 Clementson, S. P. 299 (nota 95)
tendencias más nuevas 378, 379 Clonación
histórica humana, potencial de 322, 323
descripción de la 330, 331 en ovejas 321
versus ciencia experimental 330, 331 Coacervados como células originales 82
influencia de la presión de los pares 333 Coagulación de la sangre, complejidad del mecanis-
limitaciones de la 326-338 mo 125
más dispuesta a cambios que la Biblia 396, Coconino, arenisca 253, 254
411 LOS ORIGENES
InundacioneS catastróficas en el SE de
Washington
223-225 .
Inútiles, efectos inhibitorios de las partes 111
ls Goda Creationistl 29
Islámica, filosofía de la ciencia 374
Jaki, S.L. 66 (nota 4)
acerca del origen de la ciencia moderna 56
Java, hombre de 1 p
Javor, G.T. 85, 89 (nota 43)
Jesucristo, ver Cristo
Johanson, D.C. 143 (nota 14)
antepasados de los humanos 138
Johns, W.H. 401 (nota 4)
Johnson, P.E. 218 (nota 28)
el tambaleante caso del evolucionismo 380
Jónica, escuela filosófica 3 74
Jukes, T.H. 104 (nota 15), 150
Juntas escolares 25
y el evolucionismo 375
y la Ilustración 374, 375
Kauffman, S.A. 103 (nota 2), 162 (nota 37)
Kemp, T.S. y la evaluación de la evolución de los
mamíferos 214
Kenyon, D.H. 88 (nota 33), 89 (nota 37)
Kepler, J., favorecfa el creacionismo 375
Kerkut, C.A. y las teorías de la evolución 98
Key, T.D.S. 401 (nota 4)
Kimura, M. y las mutaciones neutras 150
King, J.l. y las mutaciones neutras 150
Kitts, D.B. y la falta de fósiles intermedios 208
Klotz, J.W. 35 (nota 16), 401 (nota 5)
Knoll, A. H. 186, 190, 201 (nota 32), 211
distribución antes del diluvio 196, 197
repentina aparición de la mayoría de los órde-
nes 204
percepción cambiante de la ciencia 378, 379 Mao Tse-tung 21
Marcas de olas (óndulas)
Lacaze-Duthiers, F. y el enfoque naturalista de la
ciencia 375
• Lac operan", complejidad del 155
Lagunas en el registro fósil 207-211
Lagunas en los sedimentos de la columna geológica
ver Hiatos en los sedimentos
Lamarck, J. y el modelo del
evolucionismo Láminas y varvas 281, 282
Laplace, P.S. y la hipótesis nebular
373 Laudan, l. 63
Leakey, l. y las revisiones de las descripciones del
género Horno 135, 136
Leakey, R. y los antepasados humanos 138
Legislativos, intentos de incluir el creacionismo y el
evolucionismo 23, 24
Leibniz, G.W. y la evolución 375
"Ley de la horizontalidad original" y el diluvio
239
Leyendas
de catástrofes universales 352 (Tabla 18.1)
del diluvio 346-352
Lewin, R. 134, 145 (nota 46), 153
la paleoantropología tiene pocos datos 135
Lewis, sobreescurrimiento de, fósiles
fuera de orden
186
Libertad de elección, base para el mal 358, 359
Libro Guinness de récords mundiales 21
Liénard, J-l. 294 (nota 24)
Life ltself: /ts Origin and Nature 158
Limitaciones de la ciencia 326-338
Livingstone, D. 27
Lomonosov, M. V. y su apoyo al uniformismo
226
Lompoc, depósito de diatomeas 230
Lovelock, J. E. y la hipótesis. de Gaia 156
Levtrup, S. 101, 1 59, 218 (nota 28)
Lowe, D.R. 182 (nota 19), 201 (nota 20)
Lubenow, M. l. 144 (notas 26 y 40)
Lucy, un australopitécido 135
Lutero, Martín, concepto de la geología histórica
268
Luz de las estrellas, tiempo necesario para llegar
a la tierra 363
Lyell, C.
apoya el uniformismo 226, 227
leído por Oarwin 227
Sumrall, J. 24
Superficies antiguas con poca evidencia de
erosión 306,307
Supervivencia del más apto 93, 94, 111
Suprema Corte de los Estados Unidos 23-25
Surtsey 230, 231 (Fig. 12.1)
Swaziland, supergrupo de, y los fósiles inferiores
177
Swift, J. y la objeción a los duelos 409
Tácito, C.P. y la historicidad de Cristo 343, 344