Sunteți pe pagina 1din 2

c cc 



   

El arquitecto y tratadista romano Vitruvio (siglo I antes de Cristo), nos ha legado


en su colosal tratado a   , (
     escrito probablemente en
torno al año 15 antes de Cristo) sus puntos de vista sobre la fisonomía de las ciudades
del Imperio. Según éstos, la arquitectura de los edificios públicos debía descansar en el
equilibrio de estos tres principios: belleza, firmeza y utilidad. Todavía puede apreciarse
algo de esto en el trazado geométrico de las ciudades romanas que quedan en pie (Baelo
Claudia, Itálica, Emérita Augusta«), con el foro formado por el cruce de las dos calles
principales, el   y el   . Ambas desembocaban en las cuatro puertas de la
ciudad amurallada, estratégicamente abiertas hacia los puntos cardinales.

La idea de construir una ciudad sobre un tablero perfectamente cuadriculado


adelanta ya el rigor y el sentido de necesidad que el pueblo romano exigía en todo lo
que emprendía. El foro, la curia, el circo, el teatro, el anfiteatro, la basílica, el templo
romano, o el columbario, son algunos de estos lugares construidos como claros
requerimientos de la vida pública de la urbe romana, a menudo revisitaciones del arte
clásico griego.

c  

El gusto de las familias patricias por conservar el busto de sus antepasados (bien
en cera, bronce, o mármol) ha sido ampliamente documentado, y al igual que en el caso
de la arquitectura, ya visto, guarda su deuda con el arte helénico (pues a menudo son
escultores griegos quienes esculpen estas imágenes).

Símbolo del noble linaje, eran mostrados por los familiares de un difunto durante
su funeral; y reproducidos para ser trasladados a las residencias de los nuevos
matrimonios, donde se exhibían como símbolo de abolengo y solera. Pero además, estos
retratos y bustos cumplían una función propagandística, en el caso de corresponder a la
imagen del emperador, ocasionalmente mostrado ante el pueblo como jefe militar,
sacerdote, ciudadano togado o héroe militar.

Con el paso de los años, la técnica se fue perfeccionando, lo que dio lugar a un
atuendo trabajado al detalle, a un peinado femenino fiel a las modas imperantes, a los
matices en la tersura del cutis, en el iris ocular, en el vello híspido de la barba de los
hombres.
c 

Aunque fueron los romanos quienes convirtieron el mosaico en una de sus


verdaderas especialidades, su origen hay que situarlo en las civilizaciones griegas y
asiáticas. Su finalidad era la de decorar las paredes y techos de las villas y domus
romanas, y sólo cuando se comprobó su resistencia (pues los materiales empleados, roca
calcárea, vidrio, cerámica, resultaron ser altamente resistentes) pasó a recubrir los suelos
de las viviendas. Alcanzó tanto aprecio y difusión por parte de la población que en el
siglo III el emperador Diocleciano promulgó un decreto en el que estableció el precio
que los artistas podían dar a sus obras, según los grados de calificación previa.

S-ar putea să vă placă și