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La influencia de Thomas Hobbes en los estudios internacionales

modernos: La vigencia de la anarquía subyacente y la propia


conservación a través de la analogía doméstica.

Hugo Serón Ruiz.


Pontificia Universidad Católica de Valparaíso

Resumen. La influencia de los postulados de Thomas Hobbes en los estudios modernos


sobre las relaciones y política internacional, se sustenta principalmente en la analogía
doméstica que se hace entre el estado de naturaleza hobbesiano y el sistema internacional
actual. Si bien se reconocen los límites de esta analogía, es necesario considerar que esta
comprende elementos en donde todavía es pertinente ser aplicada, y que otorga vigencia a
las concepciones de anarquía subyacente y propia conservación postuladas por Hobbes.

I. Introducción

Este trabajo tratará las ideas que Thomas Hobbes postula en el Leviathan,
analizando su influencia en los estudios modernos de las relaciones internacionales. Se
ahondara principalmente en el concepto de la propia conservación y de la anarquía
subyacente, y se caracterizará la naturaleza de su vigencia en el contexto actual del sistema
internacional.

Los dos conceptos anteriormente nombrados son fundamentales para entender la


concepción realista de la política internacional, enfoque teórico que se fortalece cuando el
idealismo surgido de la primera post guerra sucumbe ante el advenimiento de una segunda
conflagración mundial. Los horrores de la segunda guerra mundial, terminaron con la
aspiración de los idealistas de que principios éticos de alcance universal, pudieran regular el
actuar de los Estados a nivel mundial. Ahora la paz, de inspiración Kantiana, no se veía
como un propuesta factible a la hora de evitar la guerra. Se empezó abogar por una vuelta a
las concepciones clásicas del equilibrio de poder que imperaban en Europa en los siglos que
precedieron a la primera guerra mundial.
El realismo supone el primer intento sistemático de ver al mundo como realmente
funciona1, es decir, una lucha constante por el poder, que se ve como el medio
predominante por el cual los actores internacionales pueden alcanzar sus fines. Esta visión
del sistema internacional concuerda con la idea del estado de naturaleza que describe
Hobbes, en el cual se encontraba el hombre antes de pactar, estado que se podía definir
como una guerra de todos contra todos.

Es por esto que los posibles aportes de Hobbes a los estudios modernos de la
política internacional, se deben entender a través de lo que Hedley Bull denomina como
analogía doméstica, entre el sistema internacional y el estado de naturaleza hobbesiano.

Es a partir de esta idea que se propone que la analogía doméstica - que encuentra
sus limitantes en la estructuración actual del sistema internacional, en lo que respectivo a la
comparación entre individuo y Estado- comprende elementos como: la inexistencia de un
organismo supraestalatal con el monopolio del poder coercitivo, la posibilidad teórica del
miedo como única fuente del orden capaz de superar la anarquía subyacente, y la noción de
igualdad de capacidades que tienen los actores en la persecución de sus intereses, en los
cuales todavía es pertinente aplicarla.

Por lo tanto, a través del análisis de los elementos nombrados, se podrá vislumbrar
cuáles de los conceptos hobbesianos, - principalmente trabajados por los realistas- siguen
vigentes hasta el día de hoy y significan una constante influencia en los estudios modernos
de la política internacional.

Si bien se tomará como punto de partida la crítica que hace Hedley Bull a los límites
de la analogía doméstica, no se ahondará mayormente en los argumentos en que se afirma
esta crítica, sino que se tendrán en cuenta los principios que el autor considera como
centrales en la homologación del estado de naturaleza al sistema internacional, cuestión que
servirá como punto referencia para trabajar aspectos que sustenten la propuesta planteada.

1
Russel, Roberto, Teorías contemporáneas en las relaciones internacionales, en Temas de Política Exterior
Latinoamericana, Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 1983, p.13.
II. Hobbes y su vigencia en los estudios modernos de la política internacional.

Podemos tomar como punto de inicio, del estudio sistemático de las relaciones
internacionales, el período posterior a la primera guerra mundial. Esto se debe
principalmente a las dimensiones nunca antes vistas que alcanzo esta conflagración, es por
esto que se buscaron los mecanismos para evitar otra situación de esta índole.

En los siglos que precedieron a la primera guerra mundial, la guerra -sobre todo en
el contexto europeo-estaba establecida como un mecanismo político, es decir, era una
institución de la política exterior, la contra cara de la diplomacia. Esto se debe a que los
teóricos de la sociedad internacional de los siglos XVIII y XIX, se distanciaron de los
preceptos del derecho natural de los siglos XV, XVI y XVII, y de su dimensión normativa
de alcance universal, dando paso al derecho internacional positivo, que se basaba en las
costumbres surgida de los tratados que se formulaban en torno a la actuación real de los
estados en el contexto internacional. En este sentido, no se buscaba condenar el uso de la
violencia, sino solamente regularlo, considerándolo como un atributo propio del estado,
como lo señala Hedley Bull las normas formuladas durante esta época que restringían la
violencia, a diferencia de los primeros naturalistas, establecían claramente que el recurso
de la violencia en la política internacional era monopolio del estado.2

Siguiendo esta idea, las guerras no podían ser calificadas como justas o injustas y
solo podían ser reguladas de igual manera para ambos bandos. Esto cambió con los
horrores de la primera guerra mundial, en donde el enfoque teórico del idealismo, encuentra
un campo propicio para desarrollarse. El idealismo planteaba a grandes rasgos, volver a un
enfoque normativo universal de las relaciones internacionales, las cuales, se deberían
apoyar en principios éticos transversales y comunes a todos los actores. La inspiración
Kantiana de este enfoque, hacia asumir que las paz era posible, porque era racional y existía
un intereses común de todos los hombres que era universal. La búsqueda de la paz se
basaba entonces en: la creencia en que existe armonía natural de intereses entre estados,

2
Bull, Hadley, La Sociedad Anárquica: un estudio sobre el orden de la política mundial, Los libros de la
Catarata, Madrid, 2005, p.87.
que posibilita la eliminación del conflicto en la sociedad internacional mediante la
utilización de mecanismos “racionales” y de instrumentos jurídicos. 3

Los 14 puntos del presidente Woodrow Wilson, pueden considerarse una


encarnación de la dimensión ética del idealismo. Esta propuesta apuntaba, entre otras cosas,
a acabar con los pactos secretos entre naciones y apostaba por soluciones multilaterales a
los posibles conflictos. Desde esta idea surgió en 1919 la Sociedad de Naciones, que fue
una organización de orientación universalista, la cual se basaba en los principios de la
autodeterminación, independencia, e igualdad jurídica4. En una primera instancia su éxito
fue relativo, lo que se debió principalmente a que EE.UU no se incorporó. Finalmente, dado
que no pudo hacer frente a las presiones de los regímenes fascistas, y nacional socialistas,
que estaban emergiendo en Europa; su fracaso fue inevitable, y si bien su existencia
terminó oficialmente en 1947, en la práctica esta fue una vez iniciada la segunda guerra
mundial.

Con una segunda conflagración mundial, era evidente que las posturas idealistas
habían fracasado, y no habían podido llevar a cabo su propuesta de paz. Es entonces cuando
las posturas realistas sobre las relaciones internacionales toman fuerza.

Los realistas se enfocan en las interacciones de poder que subyacen a las estructuras
no formalizadas, es decir, se da un vuelco en el foco de atención del idealismo que se
preocupaba de las instituciones5. El realismo encontró como causa fundamental de la
guerra, la persecución de intereses de los Estados, los cuales se entendían en términos de
poder. Un elemento contenido en la búsqueda de poder, es la seguridad. Es en este
concepto, en donde en una primera instancia, podemos establecer la influencia directa de
los postulados de Thomas Hobbes en un enfoque teórico que busca entender la política
internacional.

La idea de que la búsqueda de poder por parte de los estados se ve como el único
mecanismo para garantizar la seguridad del mismo, y por lo tanto de sus integrantes, está
directamente vinculada a la concepción que tenía Hobbes sobre el instinto de la propia

3
Russel, Roberto, Op Cit, p.11.
4
Wilhelmy, Manfred, Política internacional: enfoques y realidades, Grupo Editor Latinoamericano, p.160.
5
Russel, Roberto, Op Cit, p. 11.
conservación que expresa de la siguiente manera: ningún procedimiento tan razonable
existe para que un hombre se proteja a sí mismo, como la anticipación, es decir, el
dominar por medio de la fuerza o la astucia a todos los hombres que pueda, durante el
tiempo preciso, hasta que ningún otro poder sea capaz de amenazarle. Esto no es otra cosa
sino lo que requiere su propia conservación, y es generalmente permitido6.

Siguiendo esta idea, se puede considerar que la búsqueda de la seguridad es algo


transversal ya que es razonable, por lo cual la búsqueda del poder como medio para
alcanzarla, está permitido. Es por esto que los realistas consideran que la búsqueda de la
paz para evitar la guerra, no es viable y la atención debe estar destina a la persecución del
poder como principio base de la política internacional, y por lo mismo, se apela a una
vuelta a las concepciones de equilibrio de poder que imperaba en Europa antes de las dos
guerras mundiales.

Hay que considerar que el concepto de propia conservación que trabaja Hobbes, es
homologable al concepto de seguridad a través de la persecución de poder de los Estados,
porque se considera que la situación en que se mueven los actores en el contexto
internacional, es similar a la del hombre en estado natural que describe Hobbes de la
siguiente forma: durante el tiempo en que los hombres viven sin un poder común que los
atemorice a todos, se haya en la condición o estado que se denomina guerra; una guerra
tal que es la de todos contra todos. Porque la guerra no consiste solamente en batallar, en
el acto de luchar, sino que se da durante el lapso de tiempo en que la voluntad de luchar se
manifiesta de modo suficiente7.

Bajo esta idea se entiende, que sí el sistema internacional es homologable a un


período pre social, los Estados se mantienen en una situación de guerra de todos contra
todos, y por lo tanto es justificada la obtención de poder como mecanismo de seguridad.

Esta concepción Hobbesiana del sistema internacional se sustenta principalmente en


lo que Hedley Bull denomina como “analogía doméstica”, es decir, la aplicación de la
experiencia de los individuos dentro de cada sociedad a los estados 8. El mismo autor

6
Hobbes, Thomas, Leviathan, Fondo de Cultura Económica, México, 1980, p.101.
7
Ibidem.p.102.
88
Bull, Hadley, Op Cit, p. 97.
señala cuales serían las limitaciones de esta analogía, y por lo tanto, por qué se debería
superar esta concepción de las relaciones internacionales. Si bien en cierta medida sus
críticas tienen justificación, considerando el cambio que se ha producido en el sistema
internacional, algunos de sus argumentos son discutibles. No es el objetivo del presente
trabajo analizar las propuestas que hace Bull respecto a los límites de la concepción
Hobbesiana del sistema internacional, pero se utilizarán los principios - que según el autor,
sustenta la analogía domestica- como punto de partida, para considerar aspectos que no son
habitualmente trabajados y que reafirmarían la vigencia de los postulados de Thomas
Hobbes en el estudio de las relaciones internacionales.

En primer lugar la homologación del estado de naturaleza – descrito anteriormente-


con el sistema internacional, parte de la concepción de una anarquía subyacente. No se debe
entender la anarquía como caos o desorden, si no como la inexistencia de un órgano
supraestatal, capaz de ordenar a todos los actores internacionales a través del monopolio de
la coerción. Entonces, la superación de este estado seria mediante un pacto que se entiende
como: la mutua transferencias de derechos, como en un contrato, pero con una
especificación que Hobbes define de esta forma: Por otro lado, uno de los contratantes, a
su vez, puede entregar la cosa convenida y dejar que el otro realice su prestación después
de transcurrido un tiempo determinado, durante el cual confía en él. Entonces, respecto del
primero, el contrato de llama pacto o convenio9. Respecto a esta idea, Hobbes sostiene, que
la única manera de que el pacto sea válido es a través de la existencia de un poder lo
suficientemente grande que a base del miedo, comprometa a las dos partes involucradas a
cumplir. Es por esto que en una etapa pre social no existiría la posibilidad de acuerdos, o si
lo hubiese, estos no serían duradero.

Siguiendo esta idea, se puede abordar un segundo punto que Bull trabaja por
separado a la homologación del estado de naturaleza con el sistema internacional, pero que
es complementario y necesario para poder ahondar en el tema.

Si bien como indica Hedley Bull el miedo no sería la única fuente del orden, el
interés reciproco o el sentimiento de comunidad10, tampoco serían suficientes para lograr

9
Hobbes, Thomas, Op Cit, p.109.
10
Bull, Hadley, Op Cit, p. 99.
un orden tal, que se lograra superar la anarquía subyacente del sistema internacional. La
cooperación internacional, que podría presentarse como la antítesis de la coerción
monopólica, como solución a los problemas del sistema internacional, encuentra sus
limitantes en los propios ideales en los que se sustenta. El multilateralismo que comenzaba
a manifestarse tras la primera guerra mundial, y que se consolidó después de 1945, se vio
como una respuesta a la forma en que se llevaban los tratados entre naciones, ya que según
Wilhelmy el bilateralismo de fines del siglo pasado y principios del actual no satisfacía los
requerimientos de una paz duradera11.

Las organizaciones intergubernamentales son un resultado del multilateralismo, la


ONU se presenta como la más significativa. Esta organización – considerándola como el
representante más fidedigno del multilateralismo- ha significado un real aporte al
entendimiento entre las naciones en el sistema internacional, pero está lejos de poder
superar la anarquía subyacente al sistema, ya que - como menciono anteriormente- esta no
debe confundirse con caos o desorden y por lo tanto, un cierto nivel de ordenamiento
tampoco supone la superación de esta condición. Esto se debe a que las organizaciones
intergubernamentales, como la ONU, parten de la base de la igualdad soberana de los
estados y de su autodeterminación. Es por esto que cuando se mencionaba que la
cooperación internacional encuentra sus limitantes en los ideales que la sustentan, en el
caso de la ONU, el principio básico del reconocimiento a la soberanía limita su actuar. Para
entender mejor esta idea hay que considerar que según lo que plantea Hadley Bull la
soberanía interna se entiende como la supremacía sobre cualquier otra autoridad, en
cambio, en el contexto internacional, la soberanía, no es supremacía sino dependencia de
cualquier autoridad12.

En este sentido, el principio básico en que sustenta el multilateralismo, impide en la


práctica tener autoridad real sobre los Estados. En el caso de la ONU, los miembros de la
asamblea general no están obligados jurídicamente a acatar las resoluciones, y las condenas
a sus actos son más bien morales, como se señala a continuación A pesar de que los
gobiernos no están obligados jurídicamente a cumplir con las decisiones de la Asamblea,
estas tienen el peso de la opinión pública mundial y la autoridad moral de la comunidad

11
Wilhelmy, Manfred, Op Cit, p.157.
12
Bull, Hadley, Op Cit, p.8.
internacional13. Cabe considerar que el Consejo de seguridad toma decisiones que los
Estados miembros son obligados a aplicar, pero esto se entiende, no tanto por la facultad
que tendría la ONU, sino, porque este consejo están integrado por las grandes potencias
mundiales; por lo tanto, el respeto de sus resoluciones, pasa por el respeto a la jerarquía
que los países miembros ocupan en el sistema internacional. Un claro ejemplo de la relativa
obligatoriedad de las resoluciones del consejo de seguridad, es cuando la guerra de Iraq de
2003 emprendida por EE.UU, no contó con el mandato expreso del Consejo de seguridad.

Teniendo presente los puntos anteriores, se puede considerar que, si bien, en las
últimas décadas se han visto progresos considerables en el entendimiento multilateral entre
los países, estos avances no han significado la mitigación de la persecución de los intereses
particulares de cada estado. De hecho el orden internacional, que ha propiciado el
multilateralismo, refleja los intereses de los estados dominantes como señala John
Ikenberry it is useful to see the international order as a hierarchical political system that
more-or-less reflects the interests of the dominant states14

Por lo tanto se puede observar que la persecución de los intereses, entendidos en


términos de poder, todavía es la principal motivación de los actores en el sistema
internacional, y la cooperación entre los estados y las resoluciones multilaterales no han
podido generar una estructura tal, que pueda mitigar esta situación. Es por esto que la idea
de anarquía subyacente al sistema internacional sigue vigente, pese a que la analogía
doméstica que se hace con el estado de naturaleza tiene sus limitantes; sin embargo en la
práctica, no existe un mecanismo eficaz que logre una cohesión de los actores, a un nivel
que la búsqueda del poder quede en un segundo plano y por lo mismo, el miedo, como
principal factor de orden, sigue vigente por lo menos como una posibilidad teórica, ya que,
si bien, en la práctica no ha sido aplicado, los otras dimensiones del sistema internacional
no han logrado tener un nivel de coerción suficiente, como se podría pensar, por ejemplo,
con la mundialización del comercio, ya que esta sigue respondiendo a intereses políticos de
las grandes potencias como señala Fulvio Attiná La organización de una única economía
mundial parece guiada por fuerzas del mercado, pero nunca está aislada de las acciones

13
Naciones Unidas. A B C de las Naciones Unidas, Departamento de información pública, Nueva York, 2006,
p.9.
14
Ikenberry, John, Rising Powers and Global Institutions, en International Politics, Longman, 2008, p.562.
de los gobiernos, sino que se ve apoyada por las acciones militares de los Estados una vez
que las grandes potencias reconocen la oportunidad de preservarla coercitivamente para
favorecer sus propios intereses económicos internos15.

Otro punto esencial para poder evaluar la vigencia de los postulados de Hobbes en
los estudios modernos de las relaciones y política internacional, es el nivel de igualdad que
el autor le otorga a quienes participan en el estado de naturaleza y es el tercer punto que
Hedley Bull reconoce como uno de los principios fundamentales en la que se basa la
analogía doméstica.

Thomas Hobbes considera que: La naturaleza ha hecho a los hombres tan iguales
en las facultades del cuerpo y del espíritu que, si bien un hombre es, a veces, evidentemente
más fuerte de cuerpo o sagas de entendimiento que otros, cuando se considera en conjunto,
la diferencia entre hombre y hombre no es tan importante que uno pueda reclamar, a base
de ella, para sí mismo, un beneficio cualquiera al que el otro no pueda aspirar como él16.

De esta supuesta igualdad se deriva, otro punto fundamental que daría a entender
porque la persecución de intereses en término de poder aun prima en el sistema
internacional, ya que De esta igualdad en cuanto a capacidad se deriva la igualdad de
esperanza respecto a la consecución de nuestros fines. Esta es la causa de que si dos
hombres desean la misma cosa, y en modo alguna pueden disfrutarla ambos, se vuelven
enemigos, y en el camino que conduce al fin (que es principalmente, su propia
conservación y a veces su delectación tan solo) tratan de aniquilarse o sojuzgarse uno a
otro.17

Respecto a lo anterior, cabe señalar que es evidente que en el sistema internacional,


no existe una igualdad como la describe Hobbes. Ya que siempre ha existido y aún existe,
una diferencia abismante -en cuanto a preponderancia en el sistema internacional- de los
distintos actores.

15
Attiná. Fulvio, El sistema político global: introducción a las relaciones internacionales, Editorial Paidós,
Barcelona, 2001, p. 163.
16
Hobbes, Thomas, Op Cit, p.100.
17
Ibídem, p. 101.
Si tomamos al Estado como referencia de los actores del sistema internacional,
independiente de hacer un juicio sobre su preponderancia como actor internacional; ya que,
como menciona Esther Barbé por afirmación o negación el estado se convierte en
referencia habitual para analizar el sistema internacional18, se puede apreciar que existen
un sinnúmero de factores que los diferencia. Estos pueden diferenciarse por: edad,
territorio y población, categorías de las cuales se pueden desprender apreciaciones acerca
de su riqueza, ventajas geopolíticas o calidad de la población, por nombrar algunas. Estos
factores de diferenciación entre estados se han visto exacerbados, por la proliferación de
nuevos Estados nacionales que se dio desde mediados del siglo pasado. Es así que existen
estados tan pequeños en términos territoriales – tomando este factor, en particular, como
ejemplo- como Liechtenstein que comprende 157 km2, y otros tan extensos como Rusia que
se extiende por 17 millones de km2, teniendo ambos la misma categoría de Estado soberano
frente a las organizaciones intergubernamentales. Esto ha significado un desmedro del
concepto de Estado dado su amplitud, tema importante, pero que no concierne a este
trabajo.

Siguiendo esta idea podemos ver que en el contexto internacional, los actores no
están en una condición de igualdad como los hombres en estado de naturaleza que describe
Hobbes, pero el punto fundamental, no es en sí, la igualdad de los actores, si no lo que se
desprende de esta, que es la capacidad para la consecución de sus fines.

En este sentido, los recursos de los actores internacionales, que se pueden


considerar tangibles, no se traducen necesariamente en poder de influencia en el sistema
internacional, y por lo tanto, en mayor capacidad en la persecución de sus intereses. Esto se
entiende en palabras de Esther Barbé porque El proceso de transformar unos recursos
cuantificables en el ejercicio de una cierta influencia en el sistema internacional (obligar a
otro estado, de modo coercitivo o no, a que actué según nuestra voluntad) supone una
movilización en la que recursos intangibles van a estar presentes.19

Por lo tanto, la capacidad de movilización de los recursos está determinada por


factores como: la cohesión de la población el nivel de compromiso individual, o la voluntad

18
Barbé, Esther, Relaciones Internacionales, Editorial Tecnos, España, 2007, p. 159.
19
Ibídem, p.181.
política, entre otros. La imposibilidad de determinar eficazmente una diferencia factual de
los recursos intangibles entre los actores y a su vez la incapacidad, por parte de estos, de
tener un control eficaz sobre los mismos, conlleva a que en términos prácticos que,
independiente de los recursos tangibles con los que se cuente, todos los actores perciben
que tienen capacidad para la persecución de sus intereses, aun cuando estos choquen con
los intereses de actores con mayores recursos. Un claro ejemplo de esto puede ser el fracaso
de Francia en Argelia, y de Estados Unidos en Vietnam.20

En definitiva, se puede apreciar que al no existir un órgano supraestatal con


capacidad coercitiva transversal a todos los actores internacionales, estos no se ven
limitados, en la persecución de sus intereses particulares -hasta el día de hoy- por otros
factores que sean determinados por su propia naturaleza; por lo cual el supuesto básico de
Thomas Hobbes, que se desprende de la igualdad de capacidades de los hombres en la
consecución de sus fines, es aplicable a la situación actual del sistema internacional, y por
lo tanto es un concepto vigente en los estudios modernos de las relaciones internacionales.

20
Ídem.
III. Conclusiones.

La caída de los postulados idealistas después de la Segunda Guerra mundial,


permitió que se fortaleciera un foco teórico, en donde la dimensión normativa- entendiendo
esta, como principios éticos de carácter universal- se pudiera dejar de lado, estudiando el
desarrollo de los actores internacionales, tal cual se comportaban en la búsqueda de sus
intereses sin hacer un juicio de valor. Esto permitió replantear el enfoque del estudio hacia
las estructuras no formalizadas del sistema internacional.

Bajo esta idea se puede determinar que la homologación entre el sistema


internacional y el estado de naturaleza que propone Thomas Hobbes, se justifica en la
inexistencia de un órgano supraestatal que detente el monopolio de la coerción. Es en este
sentido, que el concepto de anarquía subyacente sigue siendo útil en los estudios de
relaciones internacionales, claro ejemplo de esto es que, pese a la desvaloración que han
sufrido los enfoques realistas, estos no han podido ser omitidos por completo, y la versión
neorrealista, basada en los conceptos fundamentales de su predecesora, otorga vigencia a
sus postulados.

Siguiendo en esta línea se considera que el concepto de propia conservación, es


necesario para entender el desarrollo de los actores en el contexto internacional; ya que, la
búsqueda de la seguridad, es un elemento que no se puede separar de la persecución del
poder por parte de los actores internacionales, ya que este se presenta como el medio
esencial para garantizar la seguridad de quienes son parte del sistema internacional.

Estos conceptos se manejan a través de la analogía domestica entre el sistema


internacional y el estado de naturaleza hobbesiano, que si bien muestra limitaciones, se
demostró que comprende elementos en donde es pertinente aplicarla, y por lo tanto le
otorga vigencia.

En primer lugar, el multilateralismo y la aparición de organismos


intergubernamentales, no han sido sufrientes para poder superar la anarquía subyacente al
sistema internacional. Si bien se ha avanzado notablemente en el entendimiento entre
Estados, un cierto nivel de ordenamiento internacional, no supone la superación de la
anarquía, ya que esta no es entendida simplemente como caos o desorden.
En segundo lugar y respecto al punto anterior, la imposibilidad de superar la
anarquía subyacente -lo que significa que los actores internacionales se mueven
principalmente por sus intereses entendido en términos de poder- comprueba que no ha
existido un mecanismo eficaz capaz de generar un orden mundial en donde los intereses de
loa actores queden relegados a un segundo plano y por ende, el miedo, como única fuente
del orden internacional, sigue siendo una posibilidad teórica.

Por último, los elementos intangibles que influyen en la posibilidad que tienen los
actores para mover sus recursos tangibles en la búsqueda de poder, significa que no se
puede determinar de manera fehaciente la diferencia de capacidad entre los distintos actores
internacionales, por lo cual se entiende que en la práctica todos tienen la misma posibilidad
de perseguir sus intereses.

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