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Belen Mindfulness
www.menteyemociones.com
Vivimos la vida desde la interpretación de nuestra mente. Ella nos sigue allá donde
vamos, dándonos cada segundo un informe de lo que vivimos, incluyendo una
evaluación continua de si es bueno o malo, mejor o peor que otra cosa y qué debería o
deberíamos cambiar.
Según los científicos tenemos alrededor de 60.000 pensamientos al día, y que el 90%
son.. los mismos que el día anterior!! Es decir, raramente tenemos un pensamiento
fresco, nuevo, espontáneo, acorde al momento presente!
Así, si un día te levantas cansado o deprimido, el responsable de sentirte así puede que
sea algún pensamiento que ha estado evaluando las cosas por ti.. algo que te estás
diciendo sobre lo que viviste el día anterior o la semana pasada o en los últimos 6
meses.. En el peor de los casos esa interpretación puede acabar diciéndote lo terrible que
es tu vida y lo defectuoso que eres por no saber manejarla mejor (eso cuando no acaba
por criticar a otros y echarles la culpa de todo lo que te pasa..)
El sesgo de negatividad
Pero lo más nos afecta es cuando la mente se pone negativa. Dejada a su libre albedrío,
la parte de la mente encargada de nuestra supervivencia (la parte más primitiva del
cerebro) crea continuamente pensamientos de preocupación que intentan resolver o
evitar el dolor que nos causan las cosas tal como son (no como nos gustaría). Es lo que
los científicos llaman el sesgo de negatividad.
Al no ser capaz de encontrar soluciones creativas para ‘arreglar’ lo que se supone que
está ‘mal’ en el presente, se limita a disparar juicios, que a su vez generan una cascada
de emociones y reacciones que normalmente empeoran la situación.
Estos juicios tienden a ser críticos y desvalorizadores con la realidad y con nosotros, lo
que genera culpa, vergüenza, ansiedad, estrés, nerviosismo… que a su vez crea
dolorosas sensaciones de separación, soledad, frustración, impotencia.. Al final se crea
un círculo vicioso del que resulta muy difícil salir, por lo identificados que nos sentimos
con todo eso.
Hay partes de nuestro cerebro que, por evolución, no están diseñadas para aceptar las
cosas tal como son sino para resolver problemas, reales o imaginarios, para asegurarse
de que nuestros genes sobrevivan y pueda existir una siguiente generación. Y esas
partes nos dominan la mayor parte del tiempo.
Pero, ¿qué supondría vivir la vida sin interpretarla?, ¿Qué pasaría si, en lugar de elegir
la interpretación de la mente nos limitáramos a abrazarlo todo tal como es?.
¿Exactamente tal como es?. ¿Sin peros?. ¿Qué pasaría si pudiéramos mirar todo lo que
somos, todo lo que sentimos, todo lo que hacemos y todo lo que vivimos y hacen los
demás con una mirada limpia, fresca y nueva, sin juicios, con el corazón abierto, sin
comentarios? Aceptando lo que es momento a momento.
Pasaría que podríamos elegir hacer o pensar algo nuevo a cada instante. Esto parece
imposible de lograr, pero sí puede entrenarse momento a momento, la base de la
atención plena.
¿Qué tal si al despertarte por la mañana, en lugar de reiniciar el ordenador con todos los
programas de todos los días anteriores de tu vida que contienen todas tus respuestas
predeterminadas, eligieras ser libre, actuar según lo que te pide el momento, sintiendo
que todo está bien tal como es y que tú estás bien tal como eres? Apartando tus juicios y
decidiendo que no hay nada que arreglar y que a cada momento puedes elegir empezar
de nuevo, actuar espontáneamente (porque eso es realmente lo que haces), pero esta vez
sin expectativas, sin juicios, sin miedos, sin culpas, sin cargas.. ¿Puedes imaginar cómo
sería?
¿Cómo sería vivir sin juicios? Sin apego ni control, sin aversión, sin confusión sobre las
cosas. Momento a momento.
Siendo. Momento a momento. Igual que la vida es, nueva, cambiante, fresca, libre,
momento a momento.
Así que dale rienda suelta a la voz dulce, cariñosa y amable que llevas dentro y déjatela
sentir: que yo sea feliz, que me sienta seguro, que tenga paz, que pueda vivir mi vida
momento a momento, libre de interpretaciones y juicios.. o lo que venga. Si te resulta
complicado añadir palabras amables porque te genera sentimientos contradictorios,
quédate con la primera parte del ejercicio.