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Consultoría 005 – 2018 entre la Organización Femenina Popular y Yolanda Becerra Vega
ONU Mujeres,
Carlos Martínez
Supervisor del Acuerdo
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CONTENIDO
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El proyecto “Mujeres Mediadoras del Conflicto y Constructoras de Paz”, desarrollado por la
Organización Femenina Popular con el apoyo de ONU Mujeres en el municipio de Yondó,
parte de la necesidad de transformar el legado que el conflicto armado ha dejado en la región
en la ruptura del tejido social, la dificultad para la tramitación de conflictos sociales y
comunitarios por vías pacíficas y la falta de interlocución en escenarios de diálogo, producto
de la debilidad institucional. Además, se fundamenta en el papel que las mujeres han
asumido históricamente en el Magdalena Medio como constructoras de paz desde los
escenarios familiares, barriales y locales, siendo quienes han emprendido y sostenido
procesos de resistencia frente a las prácticas de los actores armados, a la difusión de sus
ideas y valores fundamentados en el terror y el miedo.
Por ello, el objetivo principal del proyecto está encaminado a la fortalecer la contribución de
las mujeres a la mitigación de los impactos de conflictividades derivadas del postconflicto
que afectan los derechos de las mujeres y obstaculizan la construcción de la paz para su
consecuente canalización hacia escenarios de diálogo participativo.
Para esto, se ha definido una actividad inicial de formación de treinta y dos (32) horas
dirigidas a cuarenta (40) mujeres lideresas de la zona urbana y rural, quienes posteriormente
asumirán el papel de multiplicadoras en diferentes veredas y en la cabecera municipal. A
partir de ello, se fortalecerán las capacidades y se analizarán los riesgos diferenciales que
tienen las mujeres en Yondó y el Magdalena Medio para el ejercicio de sus derechos como
mujeres y lideresas en el posconflicto y en la construcción de paz.
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El presente documento expone en primer lugar el objetivo y metodología para el desarrollo
de la actividad, posteriormente se presenta el contexto, la manera en que el conflicto
armado ha afectado la comunidad y el tejido social de la región del Magdalena Medio,
particularmente el municipio de Yondó, y el papel que las mujeres de la Organización
Femenina Popular han asumido en la resistencia y la defensa de los Derechos Humanos. En
tercer lugar, presenta los enfoques teórico-metodológicos que serán aplicados y replicados
durante la actividad, justificando su pertinencia a partir de investigaciones y recopilaciones
de otras experiencias fundamentadas principalmente en autores como Vincenç Fisas, Juan
Pablo Lederach y Johan Galtung.
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Aumentar las aptitudes y capacidades de mediación y negociación de conflictos comunitarios
de cuarenta (40) mujeres de los sectores urbano y rural del municipio de Yondó.
Educación Popular
La Educación Popular, más allá de una serie de herramientas o técnicas determinadas para
el ejercicio de educativo, constituye un proceso participativo que antes de responder al
¿cómo? procura responder al ¿para qué? con un horizonte político, es decir, de acción
colectiva y transformación social.
Decir que la educación es popular significa que se sitúa del lado de quienes viven la opresión
y las desigualdades sociales para trabajar por su liberación. Se trata de un ejercicio de
reflexión y acción en el que todas las participantes, más que receptoras de conocimiento, se
consideran productoras del saber desde sus experiencias, pensamientos, emociones y
reflexiones. Por tanto, es un proceso que elimina el autoritarismo pedagógico. Desde su
misma práctica la Educación Popular es una respuesta a la dominación y la explotación
económica, la discriminación de género, raza y clase, la dependencia cultural; rompe con las
estructuras jerárquicas, todas las compañeras son profesoras y estudiantes
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simultáneamente, las mujeres se establecen como sujeto colectivo de la producción y
circulación del saber. Así, el papel de quien dirige la actividad es únicamente como facilitador
u orientador, pero no como poseedor único del saber. La transformación social por tanto no
se establece como un fin, sino como un proceso continuo y permanente del que la Educación
Popular es uno de sus pilares.
Hay cuatro pilares fundamentales que serán tenidos en cuenta durante este proceso de
Educación con las mujeres. En primer lugar, la valoración de la cultura popular, es decir, de
los aprendizajes adquiridos desde las experiencias, de las prácticas y valores ejercidos por las
mujeres cotidianamente para, a partir de ello, generar procesos de reflexión y
transformación. En segundo lugar, la estimulación de las capacidades propias. Para ello, se
parte del reconocimiento de cada sujeto como constructor de su propia realidad y desde allí
como agente para el cambio social. En tercer lugar, el impulso a la participación social y
política, pues son ejercicios y espacios indispensables para promover las transformaciones
sociales. Finalmente, la consolidación de la organización popular y comunitaria, pues la
Educación Popular le apunta directamente al proceso colectivo.
Selección de participantes
Para participar en las treinta y dos (32) horas de formación se han seleccionado cuarenta
mujeres afiliadas a la Organización Femenina Popular del casco urbano y la zona rural del
municipio de Yondó. Estas mujeres han sido reconocidas por su identidad política con la
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Organización, su compromiso social y sus cualidades de lideresas en sus comunidades,
barrios y veredas. Además, son mujeres que cuentan con las aptitudes necesarias para actuar
como multiplicadoras en cada uno de sus espacios.
El 50% de las mujeres residen en veredas, siendo estas: la represa, kilómetro 3, San Luis
Beltrán, puerto de los mangos, el dique, puerto Tomás, San Miguel del Tigre, equis 10 y la
cóndor. Otro 50% son mujeres que habitan el casco urbano en los barrios brisas, paraíso,
Gaitán, el prado, cantarrana, los naranjos, nueva esperanza, la paz, José Domingo Oliveros,
El progreso, 25 de enero y 23 de julio.
Aunque en años recientes las acciones e impactos inmediatos del conflicto armado han
disminuido, existen legados que aun afectan la convivencia pacífica de los habitantes de la
región. Fundamentalmente, se ha generado una asociación directa de los conflictos sociales
y comunitarios con la violencia como principal medio para suspender, acallar o eliminar los
disensos. La imposibilidad de reconocer y tratar la diferencia en espacios de diálogo social
deriva de la desconfianza, la incapacidad de trabajar articuladamente, el bajo nivel de
organización y comunicación social; todo ello, como efecto de la ruptura del tejido social.
Además, este problema se extiende hacia la falta de credibilidad en las instituciones y, por
tanto, la ausencia de escenarios de interlocución y diálogo equitativos con las mismas, el
desconocimiento de los canales existentes o su poca funcionalidad, pues no se reconocen
tanto los representantes de la comunidad como de las instituciones como interlocutores
legítimos.
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Particularmente en el municipio de Yondó se registran 7.210 víctimas del conflicto armado
en el Registro Único de Víctimas, quienes han sufrido diferentes hechos como abandono o
despojo forzado de tierras, atentados, amenazas, confinamiento, delitos contra la integridad
sexual, desaparición forzada, desplazamiento, homicidio, lesiones personales físicas, lesiones
personales psicológicas, minas antipersona o artefacto explosivo, pérdida de bienes muebles
e inmuebles, tortura, secuestro y reclutamiento de niños, niñas y adolescentes. Varios de los
afectados y afectadas han sido víctimas de más de uno de estos hechos.
Por un lado, la incapacidad de las instituciones del Estado presentes en el municipio para
garantizar la protección y el acceso a la justicia, lo cual sostiene un escenario de impunidad
que dificulta la consecución de la verdad, limita las posibilidades de reparar emocionalmente
a las víctimas y de generar condiciones para la no repetición de hechos victimizantes. Por
otro lado, la presencia de actores armados en la región representa un riesgo específico para
las mujeres si se tiene en cuenta la estructura patriarcal de sus acciones que implica un
ejercicio de fuerza y de imposición, reproduciendo y legitimando una situación de
desigualdad que las afecta directamente.
Esto ha sido reconocido por las Naciones Unidas en la resolución 1325 aprobada por el
Consejo de Seguridad el 31 de octubre del 2000. En ella se expresa la preocupación por los
perjuicios a civiles en conflictos armados, especialmente mujeres, niños y niñas.
Adicionalmente, la Corte Constitucional a través del auto 092 de 2008 dictó medidas para la
protección de las mujeres, reconociendo los factores de vulnerabilidad específicos que
deben enfrentar en el marco del conflicto armado, entre los que se mencionan: (i) riesgo de
violencia sexual, explotación sexual o abuso sexual, (ii) riesgo de explotación o esclavización
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para ejercer labores domésticas y roles considerados femeninos en una sociedad con rasgos
patriarcales, por parte de los actores armados ilegales, (iii) riesgo de reclutamiento forzado
de sus hijos e hijas por actores al margen de la ley o de otro tipo de amenaza contra ellos
que se hace más grave cuando la mujer es madre de familia, (iv) riesgo derivado del contacto
o de las relaciones familiares o personales -voluntarias, accidentales o presuntas- con los
integrantes de alguno de los grupos armados ilegales que operan en el país o con miembros
de la Fuerza Pública, (v) riesgos derivados de su pertenencia a organizaciones sociales,
comunitarias o políticas de mujeres, o de sus labores de liderazgo y promoción de los
derechos humanos en zonas afectadas por el conflicto armado; (vi) riesgo de persecución y
asesinato por las estrategias de control coercitivo del comportamiento público y privado de
las personas que implementan los grupos armados ilegales en extensas áreas del territorio
nacional; (vii) riesgo por el asesinato o desaparición de su proveedor económico o por la
desintegración de sus grupos familiares y de sus redes de apoyo material y social; (viii) riesgo
de ser despojadas de sus tierras y su patrimonio con mayor facilidad por los actores armados
ilegales dada su posición histórica ante la propiedad, especialmente las propiedades
inmuebles rurales; (ix) riesgo derivado de la condición de discriminación y vulnerabilidad
acentuada de las mujeres indígenas y afrodescendientes; y (x) riesgo por la pérdida o
ausencia de su compañero o proveedor económico durante el proceso de desplazamiento.
Aunque se ha dado una mitigación progresiva del conflicto armado a nivel nacional, producto
de la firma de acuerdos con grupos paramilitares y la guerrilla de las FARC, los riesgos, y por
tanto las necesidades de protección, continúan presentes y recientemente se vienen
agudizando como efecto del retorno y reorganización de estructuras paramilitares que
operan bajo nuevas lógicas y métodos que obstaculizan su reconocimiento y así, las
posibilidades de ejercer mecanismos de sanción. Muestra de esto es la desestimación que
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ha dado sobre los asesinatos de líderes sociales a nivel nacional, uno de los cuales se
presentó el municipio de Yondó en enero del 2018.
Por ello, como aporte a la construcción de la paz desde las mujeres, se hace necesario la
búsqueda de mecanismos que permitan recuperar el tejido social a través de un adecuado
tratamiento de los conflictos sociales especialmente en el marco del posconflicto,
considerando que es fundamental transformar los escenarios culturalmente violentos en los
que la diferencia y el disenso han sido vistos como un problema que debe ser erradicado
antes que una oportunidad para ser aprovechada.
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los conflictos y aceptarlos como parte de la diversidad de una comunidad. Por ello, su
tratamiento y canalización debe tener en cuenta las diferentes instituciones, organizaciones,
agremiaciones y demás personas que actúan de manera independiente u articulada en el
contexto local y regional.
Además de la violencia directa, que son los efectos visibles como los asesinatos, heridas,
destrucciones, etc. Es posible evidenciar la violencia cultural en aquellos aspectos
materializados en el lenguaje, la educación o la ciencia que legitiman, justifican y permiten
la reproducción de la violencia directa y la violencia estructural que sostiene las condiciones
de desigualdad e injusticia que propician la aparición de conflictos.
De acuerdo con Johan Galtung, a través de estas condiciones se reproducen o refuerzan los
conflictos en tres niveles: micro, meso y macro. Para el trabajo de conflictos comunitarios y
su mediación con las instituciones, resulta pertinente enfocar los conflictos de micronivel,
que suceden entre las personas, y mesonivel, que involucran disensos con los Estados y sus
instituciones, siendo estos dos fundamentales en la construcción de paz nacional en la
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medida que contribuyen a generar transformaciones sociopolíticas, culturales y psicosociales
en las comunidades.
Construcción de Paz
Se ha dicho repetidamente que, más allá del silenciamiento de los fusiles entre dos partes
enfrentadas directamente, la construcción de paz es una tarea que compete a toda la
sociedad en distintos niveles, pues implica la garantía de los derechos fundamentales y la
posibilidad de acceder a la seguridad y la justicia social que le permitan a cada persona llevar
una vida digna. Se constituye también desde relaciones saludables con el entorno, la
comunidad y el medio ambiente.
La construcción de paz es una ruta que involucra actores, visiones, procesos, poderes,
escenarios, estructuras y acciones. No es un proceso lineal o finito, sino que está lleno de
altibajos, crisis, acuerdos, avances y retrocesos. Es una ruta que está en constante
consideración, admite modificaciones, alternativas e innovaciones que permiten siempre a
las sociedades avanzar en la dignificación de la vida bajo condiciones de equidad y garantía
de derechos.
La paz no es una categoría absoluta y determinada de forma universal, como tampoco lo son
sus posibilidades de construcción. Cada territorio, comunidad o nación tiene apuestas
diferentes sobre la paz que se quiere lograr. Por tanto, la paz no es solo un camino en
construcción, sino también un campo de disputa, es decir que los proyectos de sociedad
posibles se confrontan de acuerdo con intereses de los diferentes actores. Sin embargo, la
problemática aparece cuando los proyectos de sectores populares no encuentran rutas de
diálogo o escenarios de participación y se ven eliminados unilateralmente como efecto de
una desproporción significativa de fuerzas, reforzando la visión dicotómica que asocia las
diferencias, los disensos y conflictos con violencia y asimismo la paz con quietud, consenso y
homogeneización.
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De acuerdo con esto, Galtung propone matizar las ideas de guerra y paz a través de una
visión compleja y contradictoria del proceso. Esto lleva a poner el énfasis en el conjunto de
relaciones de una comunidad y sus modos de comunicarse, más allá de los antagonismos.
No se trata de negar las condiciones de desigualdad que vienen desde lo estructural, sino
que pretende comprenderlas desde los aspectos interdependientes, relacionales e
históricos, además de tener en cuenta las particularidades étnicas y culturales.
En este sentido, aparece como un factor fundamental el papel que las mujeres han jugado
históricamente como constructoras de paz desde sus espacios familiares y personales, pero
también desde el ejercicio de la organización y la construcción colectiva. Al respecto, Vicenç
Fisas, reconocido analista de conflictos y procesos de paz, ubica el patriarcado como uno de
los principales pilares de la violencia, tanto en su dimensión directa, como cultural y
estructural, ligado a la búsqueda del dominio, la incapacidad de resolver conflictos
pacíficamente, el principio de competitividad, el militarismo y monopolio de la fuerza, el
etnocentrismo y el sostenimiento de estructuras que reproducen la injusticia, la falta de
oportunidades y de participación. Fisas expresa,
Parece oportuno aprovechar esa referencia de géneros o de sexos, como se prefiera, para
referirnos a algo fundamental para el esclarecimiento de lo que ha sido y es la cultura de la
violencia y para ver cómo enfocar la educación para la paz en el futuro: la mística de la
masculinidad y el peso del patriarcado en la configuración de la cultura de la violencia. Aclaremos,
para empezar, que la historia de la violencia, de la guerra y de la crueldad organizada es también
la historia del hombre, no de la mujer (Fisas, 1998, p. 3)
Desnaturalizar esta visión en una escala comunitaria y social resulta imperativo en el proceso
de educación y construcción para la paz. También lo es enfocar la mirada en las acciones que
las mujeres han realizado en cada territorio, otorgándoles un lugar central en los escenarios
de toma de decisiones, abriendo los espacios para hablar, expresar sus ideas, saberes,
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vivencias y acciones, ampliando el espectro de posibilidades en el pensamiento y la acción
para la el dialogo y la convivencia.
Este ejercicio de acción y valoración de las mujeres se ha hecho visible en la región del
Magdalena Medio a través de la Organización Femenina Popular, su tarea de promoción y
protección de los Derechos Humanos y su resistencia frente a los actores armados y sus
acciones. Es importante recalcar que los espacios culturalmente asignados a las mujeres, sus
experiencias y saberes adquiridos desde allí, han sido un factor fundamental en la invención
de metodologías que se contraponen a la fragmentación social impuesta por el conflicto
armado. A través de espacios como la cocina, los comedores, los talleres de costura y
símbolos como las ollas, máquinas de coser, batas, colores y velas, las mujeres de la región
construyeron formas de reconocimiento, encuentro y expresión de ideas que configuraban
su identidad como sujetas políticas.
Esta capacidad de las mujeres y la labor que por ello han asumido históricamente se da desde
los círculos en que se desempeñan cotidianamente como sus familias o barrios, hasta la
movilización de mayor escala, municipal, regional y nacional, pues la práctica de las
relaciones sociales cotidianas adquiere una dimensión política que rompe con el paradigma
que considera los intereses del mercado, el dinero o el poder por encima de la preservación
y dignificación de la vida.
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Apoyado en Boulding, Fisas expone dos experiencias en las que las mujeres superan la
“mística de la masculinidad” y proponen visiones para la paz. La primera es el nutrir y la
segunda, el negociar. El nutrir es la práctica que se da en la crianza y el cuidado de las
personas más vulnerables como niños, niñas y ancianos. En ella se evidencia la orientación
de la mirada hacia el futuro y la sostenibilidad de la vida. La negociación es la práctica
constante que las mujeres ejercen para solucionar los pequeños conflictos que se dan en el
hogar y apelan a la capacidad de escucha y comprensión. Es en la familia, la escuela y los
espacios inmediatos desde socialización en la infancia, orientados tradicionalmente por
mujeres, donde están las oportunidades latentes para cultivar las semillas de una cultura de
paz a través de la educación y la comunicación.
Desde allí es posible generar actitudes individuales y rutas colectivas para avanzar en la
construcción de paz desde los territorios, de acuerdo con las historias, afectaciones y
necesidades de cada comunidad. A partir de esto es posible abordar situaciones como el
retorno, la reconciliación, reinserción, construcción de verdad y memoria histórica desde una
perspectiva que trascienda las culpabilidades para enfocarse en la construcción de futuro y
de paz, teniendo en cuenta las relaciones entre las comunidades y con la naturaleza.
Transformación de Conflictos
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La eliminación del conflicto supone el uso de la violencia, simbólica o material, en la medida
que una de las partes se impone para adherir o silenciar a la otra de manera absoluta,
enfocándose en su visión, sin considerar la escucha y el diálogo con la otra. La violencia así
entendida puede originar una espiral de violencia en la que prima el afán de dominar,
demostrar el poder y endilgar culpabilidades. Lederach advierte el riesgo de que los daños
ocasionados por la violencia generen una dinámica continua de defensa y revancha que
escala progresivamente a un “metaconflicto”, es decir, que involucra cada vez más actores y
temáticas, dificultando su manejo y expandiendo así también las prácticas violentas. En
cambio, la transformación del conflicto supone el manejo de las conflictividades sociales en
la medida que se van presentando y su canalización hacia espacios de diálogo democráticos.
El enfoque de transformación de conflictos comienza por las afectaciones individuales, que
son comunicadas y consideradas, pero trasciende hacia las estructuras de las relaciones
sociales, donde se da la reparación y rehabilitación psicosocial de los involucrados. En este
camino de lo individual a lo colectivo y estructural se debe gestar y sostener la
deconstrucción de los prejuicios y estereotipos que resultan excluyentes y polarizantes.
Es importante tener en cuenta que, así como el conflicto no surge de manera unilateral, su
tratamiento también debe tener en cuenta todas las partes involucradas, considerando los
flujos y reflujos de la conflictividad, en sus dimensiones personales, familiares y colectivas.
Por esto, la transformación del conflicto implica un conocimiento y análisis sobre la cultura
y estructura social del contexto específico donde se origina el conflicto.
Johan Galtung ejemplifica de manera gráfica los conflictos con una red de pescadores,
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Si alguna vez hemos visto trabajar a un pescador, tendremos la imagen de manos pacientes, de
hilos y nudos enredados, y del trabajo de atar y desatar, y de volver a atar. El enredo tiene que
desenredarse cuidadosamente. No obstante, cuando por fin el pescador logra deshacer el
enredo, su red queda anudada y entrelazada. y así es la tarea de transformar constructivamente
los pleitos
Al respecto, Fisas resalta la necesidad de impulsar a los hombres a que promuevan la empatía
y expresen el cariño. A través de esto podrán aumentar su responsabilidad sobre la vida de
quienes les rodean y los costos sociales de sus actos, tanto en sus círculos familiares como
en el espacio comunitario.
Las mujeres aportan a la causa de la paz entre los pueblos y las naciones experiencias,
competencias y perspectivas diferentes. La función que cumplen las mujeres de dar y sustentar
la vida les ha proporcionado aptitudes e ideas esenciales para unas relaciones humanas pacíficas
y para el desarrollo social. Las mujeres se adhieren con menos facilidad que los hombres al mito
de la eficacia de la violencia y pueden aportar una amplitud, una calidad y un equilibrio de visión
nuevos con miras al esfuerzo común que supone pasar de una cultura de guerra a una cultura de
paz. (1995)
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Es importante destacar en la labor de educación para la paz, un enfoque intergeneracional
que permita la multiplicación y sostenibilidad de los cambios sociales.
Sesión 1: Derechos Humanos y construcción de paz desde los territorios con perspectiva de
género
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Sesión 1: Derechos Humanos y construcción de paz desde los territorios con perspectiva de
género
Introducción (1 hora) Se iniciará cada sesión con una dinámica diferente que motive la
participación y la confianza de las mujeres. Se hará la
presentación de los participantes, el objetivo general de las
cuatro sesiones, la metodología y los contenidos a ser abordados.
Abordaje del tema (1 hora) El facilitador o facilitadora hará una presentación sobre la
Organización Femenina Popular, su labor histórica y su apuesta
en el marco del contexto actual nacional, los retos del
posconflicto, las transformaciones institucionales y la manera
como esto puede afectar a los territorios y particularmente, a las
mujeres. En este momento se abordará la ruptura del tejido social
como principal legado del conflicto armado y consecuentemente
la dificultad de tramitar conflictos por vías pacíficas, lo cual lleva
a afectar la convivencia de las comunidades. Frente a esto se
presentarán algunas herramientas jurídicas nacionales e
internacionales sobre la protección de las mujeres, conferencias,
convenciones, decretos de organismos multilaterales y
normativas del orden nacional.
Pausa activa – refrigerio (20
minutos)
Enfoque de género (1 hora) Una vez establecidos los objetivos de esta jornada de formación,
enmarcada en el contexto nacional y local, se hablará sobre
enfoque de género, su aplicación específica en los acuerdos de
paz y la importancia de tenerlos en cuenta en su implementación.
En conversación con las mujeres se dialogará sobre su significado,
su importancia y el impacto positivo que este puede tener en la
vida de las mujeres.
Construcción de paz (40 En esta sesión se hablará sobre el papel de las mujeres en la
minutos) construcción de paz, la ruptura con la lógica patriarcal de la
guerra. Se presentarán experiencias de diferentes lugares de
Colombia en los que las mujeres han construido la paz a través de
ejercicios colectivos de memoria, justicia y reclamación de
derechos.
Almuerzo (1 hora)
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Actividad práctica (2 horas, Se desarrollará un trabajo grupal en el que las mujeres
30 minutos) reflexionarán colectivamente sobre su papel como constructoras
de paz. Se abordará la paz desde un enfoque de derechos y
garantías de verdad, justicia y no repetición, pero también desde
las prácticas cotidianas y el rol de las mujeres como primeras
educadoras de la sociedad. En esta actividad las mujeres
expresarán sus propuestas para la construcción de paz desde las
acciones cotidianas, además de sus dificultades y necesidades
para lograr acciones efectivas en articulación con la
institucionalidad.
Cierre (30 minutos) En este momento las mujeres evaluarán la sesión y se les
motivará para que asistan a la siguiente.
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Cierre (30 minutos) En este momento las mujeres evaluarán la sesión y se les
motivará para que asistan a la siguiente.
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Abordaje del tema (1 hora) Se abordará el papel de las instituciones como herramientas o
actores en los procesos de transformación de conflictos. Se
hablará sobre los canales de participación ciudadana.
Pausa activa – refrigerio (20
minutos)
Reconocimiento de espacios A través de una cartografía social, las participantes reconocerán
institucionales (1 hora, 40 las instituciones presentes en el municipio, el funcionamiento de
minutos) los espacios de interlocución, sus fortalezas, debilidades,
alternativas y necesidades, así como propuestas para su
contribución efectiva a la transformación de conflictos.
Almuerzo (1 hora)
Actividad práctica (2 horas) Se hablará sobre cómo acceder a los mecanismos de
participación institucionales, con especial énfasis en la veeduría
ciudadana, como labor de empoderamiento ciudadano.
Cierre (1 hora) Se hará la evaluación de las cuatro sesiones para conocer las
percepciones de las mujeres, sus aprendizajes, ganancias,
sentimientos y emociones.
- Las mujeres reconocen el conflicto social como una situación funcional para
promover transformaciones y cambios sociales respecto al manejo de relaciones
comunitarias, basadas en la equidad y la empatía, ya no en la dominación.
- Las mujeres asumen conscientemente el papel que históricamente han
desempeñado como constructoras de paz y mediadoras de conflictos.
- las mujeres consideran las situaciones conflictivas que se presentan y el contexto que
habita desde los riesgos diferenciales en razón del género y asimismo, sus
capacidades de construcción desempeñadas históricamente en la resistencia a la
violencia y la educación para la paz.
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- Las mujeres conocen los mecanismos y normativas existentes para la protección de
sus derechos, reconocen la importancia del enfoque de género e identifican sus
particularidades en los procesos de negociación e implementación de acuerdos de
paz.
- Las mujeres conocen las funciones específicas de cada una de las instituciones.
- Las mujeres están en capacidad de iniciar procesos de interlocución y participación
efectivos a nivel comunitario e institucional.
- Las mujeres cuentan con seguridad y confianza para desempeñarse en escenarios
públicos e institucionales de interlocución.
- Las mujeres se reconocen como un sujeto político con capacidad de impactar
colectivamente en la transformación de la violencia como recurso para solucionar
conflictos hacia el diálogo constructivo.
Fisas, Vicenç. “Una Cultura de Paz” en “Cultura de Paz y Gestión de Conflictos”, Icaria/NESCO,
Barcelona, 1998. Pág.
Lederach J.P. “El pequeño libro de la transformación de conflictos”, Good Books.
Lederach J.P. “Enredos, pleitos y problemas. Guía práctica para ayudar a resolver conflictos”
Hueso Garcia, Vicente. “Johan Galtung, la transformación de los conflictos por medios
pacíficos”. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/595158.pdf
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