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DESPUÉS DE LA CIVILIZACIÓN TIPO I: PROBLEMÁTICAS, LA CIVILIZACIÓN TIPO II

COMO VÍA INTERMEDIA DE ESCAPE, TEORÍAS SOBRE CÓMO SEGUIR.


Publicado por Adrián el enero 8, 2011

Después de algunos meses sin tocar esto, sigo con la serie de entradas sobre la
civilización, en esta ocasión para dar las primeras pinceladas de lo que debemos esperar
del espacio exterior. En la entrada anterior comenté por encima los problemas que
impedían el avance de la sociedad actual y llegué a la conclusión de que el modo más
óptimo de aprovechar los recursos del planeta pasaba por una absoluta unificación de la
humanidad, suprimiendo las barreras que nos distinguen por religión, idioma o
nacionalidad. Sólo así sería posible disfrutar de la potencia de una Civilización Tipo I sin
correr el riesgo de autodestruirnos.
Asumiendo de ahora en adelante que esa etapa estuviese superada, y obrásemos con
una unidad planetaria, intentemos ver qué sucedería con nosotros.

La vida en una Civilización Tipo I:

La hipótesis de partida de esta entrada es bastante fuerte, por lo que, en caso de que
algún día consigamos tal perfección en nuestra organización no deberíamos esperar que
sea antes de, como mínimo, unos 50 años, pudiendo alargar esta cifra tanto como uno
desee. Sinceramente yo espero, o me gustaría que así fuese, que se alcanzase el estatus
Tipo I antes de morirme.
¿Qué puede haber hecho la ciencia por nosotros hasta entonces? Según comenté en la
entrada sobre el libro “Física de lo Imposible” de Michio Kaku, es de esperar que en unas
décadas los robots realicen un montón de trabajos distintos que hasta ahora el hombre
hace sin necesidad de sus facultades mentales: construir edificios, limpieza, gestión de
datos, pilotaje, agricultura…, de modo que la mayoría de la gente se tendrá que dedicar a
las labores que sólo el hombre pueda realizar: política, ciencia, filosofía, (la cocina no
tengo claro si es mejor introducirla en este grupo o en el otro), programación… Por
supuesto, estos cambios tendrán que conllevar adaptaciones laborales para la gente que
se quede sin empleo (en la entrada anterior mencioné que sería conveniente una
reducción de la población humana a base de limitar el número de hijos según los recursos
de los que se disponga de comida y trabajo), y aunque la gente deje de ser necesaria
para el trabajo físico tendrían que seguir realizando actividades para no atrofiar sus
músculos. No queremos que la evolución de la especie nos lleve, como se plantea en
muchos libros y películas, a un ser humano esmirriado y vulnerable al más mínimo roce.
Los políticos, por supuesto, sólo se tendrían que dedicar a discutir el mejor modo de
repartir la economía y los recursos, pero nunca hacer política territorial ni social, ya que
todo ello estaría unificado por definición. También se comentó en su momento que serían
de esperar grandes avances en nanotecnología, gracias a los cuales los ordenadores
podrían ocupar mucho menos espacio (Feynman vaticinó en los 60 que toda la
enciclopedia británica cabría en la punta de una aguja), y además podríamos fabricar
grandes estructuras de carbono colocando los átomos a voluntad para formar redes
diamantinas. Estas redes diamantinas tendrían una resistencia enorme a cualquier tipo de
agresión, por lo que tendrán infinidad de usos.
Otras ramas que también podrían estarse descubriendo serían la invisibilidad, el
teletransporte de objetos y la telekinesia. La invisibilidad a través de capas o estructuras
acoplables que en lugar de no dejar pasar la luz, la curvasen a su alrededor de forma que
el observador pudiese ver perfectamente lo que hay al otro lado. La telekinesia requeriría
ubicar sensores en la cabeza para que a través de corrientes cerebrales un transformador
con batería controlase objetos electrónicos por radio control. El teletransporte de objetos,
por su parte, sería viable, pero yo sólo soy capaz de imaginármelo como un aparato que
replique a gran escala los átomos que haya en un sitio en un lugar distinto. Cuanto más
se quisiese afinar, más difícil sería lograr la igualdad, por lo que teletransportar formas de
vida parece indicar que conllevaría cambiar su personalidad. ¿Quién sabe reconstruir
todas las neuronas de un cerebro sin alterar nada? Esto, por supuesto, es una sospecha
mía, que quizá alguien solucione en un futuro. En cualquier caso, todas estas últimas
cosas considero que, por muy viables que sean, no las necesitamos si queremos vivir
tranquilos. Sobre esto volveré después.
La gente que viviese en esta sociedad, en resumen, podría obrar productivamente
durante toda su vida sin correr el riesgo de haber sido engañados durante su aprendizaje
por todas las sectas que deberían haber sido suprimidas en la Tipo I. Al haber minimizado
las diferencias entre las personas, que serían sólo de ámbito racial, físico, cognitivo y en
menor medida económico, vivirían mucho más libres de odio, soberbia y discriminación en
general, preservando por completo las únicas facultades que serán necesarias, a saber: la
humanidad, la motivación, la competitividad, y sobre todo, la curiosidad. El pensamiento
crítico, la observación, la elaboración de teorías y el empirismo son facultades que ya no
tengo tan claro que nazcan con nosotros, pero aun así si una persona vive en una
sociedad donde la mayoría de la gente las usa continuamente y son predicadas con
fuerza, quiero creer que habría una tendencia natural a adaptarse a ello.
Esta sociedad pacifista no es, como me consta que se suele enfocar en un principio,
utópica ni conduce a sociedades absurdas como en la novela de “Un mundo felíz”
precisamente por dos razones: la primera la existencia de los valores antes mencionados
junto con la lucha contra la desinformación; la segunda el hecho de que no es una
sociedad completa, ya que tiene que seguir avanzando para sobrevivir y no se puede
estancar.

Problemáticas:

Ciertamente, la Civilización Tipo I debería haber superado las guerras las grandes crisis
que hoy en día nos afectan: la económica, la alimenticia y la energética. El calentamiento
global, por su parte, es posible que se consiga frenar si se reduce la población, con su
consecuente disminución de residuos emitidos. En otro caso, tendríamos un serio
problema y lo correcto no sería paralizar el avance, sino conseguir como fuese que se
produjese mucho más rápido, para escapar de La Tierra antes de morir bajo las altas
temperaturas.
Nuevos problemas que pueden surgir en esta sociedad, asimismo, serían el mal empleo
de las nuevas tecnologías. Si no se puede garantizar una gran erradicación de las malas
intenciones de la sociedad los robots podrían ser usados para matar gente, las “capas de
invisibilidad” se usarían para realizar delitos con un excelente camuflaje óptico, se podría
incluso uno teletransportar de golpe a la escena del delito y huir de ella como si nada.
Incluso combinaciones de las anteriores: podría yo teletransportar mi robot “invisible” a un
lugar concreto a realizar algún acto malvado por mí.
Luchar contra estos problemas tan innovadores puede parecer tan entretenido como
pensar en la infinidad de opciones que nos ofrecen las nuevas tecnologías para superar
las fronteras de la ley, pero a efectos prácticos sería un completo caos insostenible al que
nos arrepentiríamos todos de haber llegado. O no, y quizá hubiese formas de evitarlo,
entre las que se me ocurren los ya existentes sensores térmicos y medidas de seguridad
en chips. Pero en cualquier caso, por este motivo antes mencioné que me sentiré más
seguro sin teletransporte ni invisibilidad disponibles.
Asimismo, seguiría existiendo el problema principal que mencioné en la entrada anterior
también. Dentro de 6000 millones de años el Sol agotará su combustible y explotará,
aumentando su radio más allá del radio de la órbita terrestre e incinerando nuestro
planeta, o en su defecto lo que quede de él. No podemos hacer nada por evitar esto, ni
tampoco para evadir eternamente los grandes asteroides que constantemente cruzan
nuestra órbita con la suerte de que nosotros no estemos allí justamente coincidiendo con
su trayectoria.
No debemos olvidar tampoco que a lo largo de la historia cada 30 millones de años ha
habido una catástrofe en nuestro planeta, siendo la más representativa la extinción de los
dinosaurios. Cada una de estas catástrofes ha dejado como huella iridio, un metal
extraterrestre que se sabe que La Tierra no ha fabricado nunca. Debido a ello, físicos
teóricos han hecho la hipótesis de la existencia de un cuerpo celeste llamado Némesis.
Némesis sería una enana marrón o un pequeño agujero negro que orbitaría en torno al
Sol formando ambas estrellas un sistema binario, de modo que la distancia entre ambas
oscilase periódicamente entre 1 y 3 años luz. Más allá de la órbita de Plutón, a 1 año luz
del sol, se encuentra la nube de cometas de Oort de forma esférica. Así pues, cuando
Némesis estuviese en su parte de la órbita más próxima a nosotros causaría estragos en
dicha nube, arrojando cometas hacia el Sol cada 30 millones de años aproximadamente.
Dichos cometas serían los culpables de las catástrofes tan curiosamente regulares en
nuestro planeta. La teoría de Némesis, formulada en 1984, aún no ha podido ser
demostrada, si bien muchos de sus seguidores aseguran que se debe a su poca
financiación. No obstante, en 1999 se detectó actividad en dos cometas pertenecientes a
la nube de Oort que sólo se podía justificar con la presencia de un cuerpo con la masa de
la supuesta Némesis. En caso de que ciertamente el Sol tuviese una hermana que
eventualmente jugase a bombardearle con cometas, ahora mismo no nos quedarían más
de 20 millones de años para escapar a tiempo.
Y es que la huida de La Tierra y del sistema solar es algo que tarde o temprano
tendremos que afrontar si queremos acercarnos a la eternidad como especie. De lo
contrario, la humanidad nacerá y morirá aquí, siendo perfectamente viable salir a conocer
el espacio exterior.

Para llegar al 3 hay que pasar por el 2:


Como ya se vio en la entrada sobre las escalas de Kardashev, la Civilización Tipo III sería
aquélla que hubiese escapado del sistema solar aventurándose a la conquista de toda la
Vía Láctea. Por tanto, una civilización que aspire a este nivel sería la única que nos
permitirá sobrevivir a la muerte del Sol y, en caso de su existencia, a Némesis.
Pero antes de alcanzar tal nivel de progreso una Civilización Tipo I tiene que aspirar a lo
que tiene más cerca, que es la Civilización Tipo II. Esta era la fase en la que una sociedad
dominaba todo su sistema estelar, en nuestro caso el Sol y todos los planetas que orbitan
a su alrededor. La energía que tendríamos disponible si recogiésemos de forma
aprovechable la radiación del Sol sería una fuente extremadamente grande en
comparación con las centrales de las que disponemos hoy en día. Pero, ¿cómo realizar
este avance? ¿Qué podremos y qué no podremos hacer? ¿Es de esperar la colonización
de algún otro planeta del sistema solar?

Teorías sobre cómo seguir:

En el camino hacia la invasión del espacio siempre se escuchan un montón rumores


populares. Algunos de ellos absurdos, otros ideas con bastante fundamento y en las que
cabe confiar. Empezaré hablando de las estructuras imposibles o poco viables de la
carrera espacial.
A lo largo de mi vida, algunas personas me han comentado la posibilidad de construir un
ascensor hasta la Luna. Ese es un proyecto que se desmorona bajo un simple hecho, que
es el de que la Luna no gira en torno a La Tierra con la misma velocidad angular con la
que La Tierra gira sobre sí misma. Es decir, en el hipotético caso de que alguien
consiguiese unir La Tierra y la Luna mediante una estructura sólida, dicha estructura
rompería porque ambos astros se moverían en desfase.
Alternativamente, hay quien propone una cuerda que se suelte desde la Luna, caiga sobre
nosotros, se le enganchen materiales, y se vuelva a tirar de ella. Haciendo esto,
evidentemente ya no existe el problema del desfase entre La Tierra y la Luna porque la
estructura no es fija, pero cuando la cuerda cayese daría latigazos moviéndose con una
velocidad relativa a nosotros con la que se podría llevar tranquilamente edificios por
delante. Para mejorar la cosa, una cuerda que pudiese soportar semejante tensión tendría
que ser extremadamente grande (mucho más que una ciudad y que un país como
portugal entero). Ciertamente, este tamaño se podría reducir si el material de la cuerda
fuese la fibra de carbono, como mencioné antes, pero aún así supongo que las
dimensiones serían equiparables a las de una ciudad.
Otro invento “maravilloso” que he escuchado consistiría en ubicar paneles solares en
órbita sobre La Tierra para que absorbiesen grandes cantidades de radiación solar y,
posteriormente, disparar toda esta radiación sobre otro panel en la superficie del planeta.
¡Esto es una soberana locura! Hacer algo así freiría todo el terreno en torno al panel de la
superficie creando algo mucho peor que Chernóbil. Aún por encima, potenciaría el efecto
invernadero de un modo más exagerado de lo que lo hacen todas las fábricas sobre el
planeta.
Pero dentro de las cosas posibles podemos hacer cosas mucho más interesantes que
todo eso.
Una buena forma de ahorrar toda la energía necesaria para despegar cohetes sería hacer
un ascensor con fibra de carbono, no hasta la Luna, sino hasta la órbita geoestacionaria,
a unos 35000 km sobre la superficie. Dicha órbita, que cumple rotar con la misma
velocidad que el planeta no supondría el problema de la ruptura por desfase y además,
dado que todos los satélites y antenas de comunicación están sobre ella, nuestro
ascensor estaría ubicado en una posición idónea.
Con respecto a la colonización de otros planetas es difícil predecir su factibilidad porque
todos ellos presentan cualidades poco recomendables: Mercurio y Venus poseen
temperaturas extremadamente altas; la Luna no tiene mucha gravedad; los planetas más
allá de Marte son gaseosos… (De todo esto ya hablé en la entrada sobre los planetas).
Pero aunque ir a vivir a ellos no sea factible (salvo excepciones como la Luna y Marte), sí
lo es obtener minerales de ellos y demás recursos energéticos que puedan llegar a
escasear por aquí en La Tierra. Además, escapar a ellos sólo nos salvaría del
calentamiento global, no de los problemas antes mencionados (el Sol, Némesis, las
nuevas tecnologías…). El objetivo es escapar del sistema solar, da igual si pasando antes
por los otros planetas de éste o no, con tal de que nos podamos beneficiar de ellos sin
vivir en ellos.
Sin embargo, hoy en día la exploración del sistema solar es extremadamente costosa y
lenta. La sonda Fénix lanzada a Marte en 2007 ha sido el único experimento
verdaderamente revelador en lo referente al análisis de su superficie, y para eso que
tuvieron que dejarla allí tirada ya que les salía más económico que devolverla a La Tierra.
Entonces, ¿qué podemos hacer al respecto?
Freeman Dyson, físico y matemático inglés ha propuesto el modelo que todos hemos
tenido en mente alguna vez y que parecía de ciencia ficción: el astropollo. Suponiendo
que la Civilización Tipo I haya avanzado satisfactoriamente en el mundo de la cibernética
sería posible construir un robot en parte metálico y en parte vivo con la tecnología
biológica disponible. Todas sus funciones utilizarían la energía almacenada en una
batería en su interior, alimentada por combustibles disponibles en otros astros que
exprimiría un estómago de ingeniería química artificial.
El astropollo sería lanzado desde La Tierra hasta algún otro planeta o satélite, donde en
primer lugar aprendería a reconocer su composición. Según los materiales que tenga
disponibles, una función lógica programada le ayudará a decidir de cuál beneficiarse,
comiéndolo con su boca artificial y exprimiendo su energía en el estómago, que sabrá
perfectamente cómo tratar cada alimento. De este modo, el astropollo no necesitará ser
enviado con batería suficiente porque será capaz de alimentarse a sí mismo, dejando de
funcionar sólo cuando pase más tiempo del debido sobre un astro del que no se pueda
beneficiar o alguna de las partes de su cuerpo se fracture irremediablemente.
Por supuesto, en caso de que el astropollo llegue a ser nuestro medio de estudio del
universo los primeros prototipos muy probablemente perecerán antes de lo que se espere
de ellos. En cambio, si se consiguiese hacer un modelo tan perfecto como el que se tiene
en mente antes de empezar a fabricarlos serían un objeto ideal sin ningún tipo de gastos,
mucho más económico a largo plazo que cualquier proyecto anterior. Además, podría
usarse directamente como medio de transporte de materiales entre distintos lugares, o
incluso ordenarle empezar a hacer construcciones, por ejmplo, en la Luna.

En resumen:
El cómo vamos a salir de La Tierra es algo sobre lo que sólo se puede especular, pero
aún así está claro que tendremos que acabar haciéndolo o morir en el acto. Las
tecnologías que alcancemos durante los próximos años serán clave para poder decidir
nuestro futuro, y por ello más vale que alcancemos el estatus Tipo I cuanto antes,
dejándonos de tonterías (donde el concepto de tonterías está definido en la entrada
anterior) y pensando más en lo que les espera a nuestros sucesores.

Articulo Obtenido de:

http://estudiarfisica.wordpress.com/2011/01/08/despues-de-la-civilizacion-tipo-i-problematicas-
la-civilizacion-tipo-ii-como-via-intermedia-de-escape-teorias-sobre-como-seguir/

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