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Cartas


a un
Joven terapeuta
(Sobre la conducción de la psicoterapia)

Irving H. Paul

Amorrortu editores
Buenos Aires
Director de la biblioteca de psicología, Jorge Colapinto
Letters to Simon: on tbe conduct 01 psyehotherapy, Irving rólogo
H. Paul
© International Universities Press, Inc., 1973
Traducción, Inés Pardal
Revisión técnica, Adela Leibovich y Aníbal Duarte

Unica edición en castellano autorizada por International Uni·


uersities Press, Ine., Nueva York, y debidamente protegida
en todos los países. Queda hecho e! depósito que previene la Leer textos sobre psicoterapia antes de practicada realmente
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Aires. impulsos de pedir disculpas al lector. Su única justificación
puede residir en que la adquisición de ciertos conocimientos
La reproducción total o parcial de este libro en forma idéntica sobre los conceptos, formulaciones y técnicas de la psicoterapia
o modificada, escrita a máquina por el sistema multigraph, por medio de la lectura sigue cumpliendo una función necesaria
mimeógrafo, impreso, etc., no autorizada por los editores, viola y valiosa. Es ello, precisamente, lo que me indujo a escribir
derechos reservados. Cualquier utilización debe ser previamen- esta obra. Mi intención no ha sido reemplazar sino suplemen-
te solicitada. tar e! método que ha probado ser el preferido: ·la supervisión
de estudiantes que se están formando como psicoterapeutas.
Industria argentina. Made in Argentina. Estoy convencido, por añadidura, de que la lectura de trabajos
sobre psicoterapia resulta útil no solo antes de practicada o
durante las etapas iniciales de! proceso, sino también cuando
el estudiante, ya profesional, ha adquirido considerable ex-
periencia. Afirmar que siempre aprendemos algo nuevo es una
perogrullada, por no decir un clisé. Por consiguiente, aun-
que el supuesto lector de estas páginas (el «Simón» de la
obra) es un «estudiante» * en e! sentido corriente del término,
las he redactado visualizando, mentalmente, un segundo lec-
tor: e! profesional estudioso. Considero que el presente texto
puede también resultar valioso a mis colegas, y despertar su
interés.
Para un tratado de psicoterapia (aun cuando, como ocurre en
este caso, el tratado propugne una forma y un método espe-
cíficos) tal vez basten las disculpas ya presentadas. Pero el
hecho de que esté redactado en forma de cartas puede reque-
rir una explicación ulterior. En primer lugar, debe tenerse en
cuenta que el tema enfocado es de índole muy personal e
incluso literaria, por 10 cual se presta a ser desarrollado en
"" La lectura de la obra permite inferir que «Simón», el destinatario
de estas cartas, aún no ha obtenido el título que lo acredita para la
práctica privada de la psicología clínica, pero está autorizado a hacer
psicoterapia bajo supervisión de un profesional. En este sentido debe
entenderse el término «esrudiante». (N. del E.)

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(111111 I 1 pi tolario. En segund término, 1 ho d 11 1 "
Iu M rton Gill quien me dio la idcn, y d idl ~1I1r 1..
11111
i srnudo, porque descubrí que mis inl Illl011 (1 11111 11 I
cosas en forma concreta y prác: Í<''') podlll\ IIlllplil I 111
cabalmente si adoptaba la cstructur 1 fI ihlc iulonu ti 1""
pia de las cartas. (Mi d ti In plln 11111 C. S. L 'wis tlllldlllll
será obvia para los lec! )res r uuili 11iZlldll con SIIS SCI"I',II/"I"
letters. )
Las dos primeras 01'1 IN dill'lI tlldo lo ti 'Ill S que p drfn l~11l
rarse de 'sl' próloHO, l' ccpción hcchu d la mcn ión dI uerido Simón:
aquellas Icrsonu« I quien s I bu ciar las gracias, y con quien: Te tienen rodeado, no? Por un lado, los Modificadores; por
deseo compurt ir el mérito que pueda acrcditársele a esta obr 1. tro, los Encuentristas. (¿Qué contraste, no?). Ahora son
En primer I rmino debo citar a Merton Gill, cuya sabidurí 11 , los los raalcales, los incendiarios; suyos son los métodos
XI' ricn ia y palabras de aliento me han sido de inestimable uevos, y en ellos alienta el espíritu innovador, la sensación
valor, Quiero también mencionar a cuatro colegas que me e regocijo que experimentan al verse liberados de la tradi-
dieron oportunos consejos: Arthur Arkin, Francis Baudry, ión. Nosotros, los psicoterapeutas tradicionales, que todavía
Donald Gerard y Harold Wilensky; esto no implica que ellos plicamos métodos de «cura verbal», somos los conservadores
coincidan con los puntos de vista generales o particulares por ue .defienden una autoridad parapetada tras inexpugnables
mí expuestos, Tampoco coincide con ellos, por otra parte, mi astiones. Así como una vez teníamos a la Ciencia y la Cultura
esposa Edith, quien, para ser sinceros, ha prescindido lisa y de nuestro lado, ahora ellos las tienen del suyo (los Modi-
llanamente de muchas de las enseñanzas que procuré impartir ficadores cuentan con la Ciencia; los Encuentristas, con la
a Simón. No obstante, su apoyo e inspiración fueron muy gran Cultura), Así como otrora proclamamos a viva voz los mé-
des. A ella dedico esta obra con todo mi afecto, ritos de nuestro tratamiento, ahora ellos se jactan de que los
suyos pueden lograr resultados más satisfactorios; y, cual
Irving H, Paul padres enfrentados a nuestros hijos adolescentes, debemos so-
City College, Nueva York portar que nos echen en cara todas nuestras fallas e incon-
Abril de 1972 gruencias. Por supuesto, Simón, que admito que esta analo-
gía, viniendo como viene del hermano de tu padre es defen-
siva. Supongo que nuestra ortodoxia, al igual que cualquier
otra, parecerá a ojos del mundo entero una retaguardia dis-
puesta a resistir los embates del futuro.
Dices, empero, que todavía no has adquirido un compromiso'
aunque te tientan y tironean por los cuatro costados, todavía
no has adoptado una decisión. Por lo tanto, quieres observar
un poco más a fondo las técnicas de la vieja psicoterapia. Y
como yo me cuento entre quienes la practican, me planteas
un interrogante que hace mucho te anda rondando por la
mente: ¿Qué sucede, en realidad, cuando estoy con un pa-
ciente? La respuesta tipo que solía darte en esos casos ya no
resulta aceptable. Ahora quieres que te describa los métodos
y técnicas específicos que utilizo en la práctica de la psicote-
rapia tradicional.
Pues bien, lo haré. ¿Cómo puedo perder la oportunidad
de influir sobre mi sobrino favorito en semejante coyuntura

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de su formación profesional? Además, también se me brinda evitables, y, hasta cierto punto, es forzoso entrar en el cam-
la oportunidad de enunciar mis ideas sobre la psicoterapia y a de las teorizaciones. Ocasionalmente, asimismo, tal vez
trasladadas al papel para echarles un nuevo vistazo crítico. aiga en el terreno de polémicas que me incumben más a mí
(Todo terapeuta que no efectúa una revisión periódica de sus ue a ti. En todo lo demás, sin embargo, prometo ajustarme
principios y n;étodos se vuelve rígido en sus enfoques, y pa- los términos de tu solicitud: suministrarte una descripción,
gado de sí mísmo.) Ese es uno de los beneficios colaterales explicación y enunciación de la forma de psicoterapia que
más importantes de la enseñanza. Espero peder descubrir así considero óptima e ideal -la que practico con aquellos pacien-
ciertos aspectos de mi labor de los que no tenía plena con- tes para quienes, entiendo, resulta apropiada, y de la cual me
ciencia: principios que no creía tan definidos o tan cabalmente aparto en el tratamiento de otros pacíentes->.
enunciados, opiniones y prejuicios que nunca reconocí por Pero primero debo redactar una serie de Introducciones algo
completo y que, por lo tanto, nunca pude reelaborar. Por generales. De lo contrario, más adelante me preocuparía que
consiguiente, puede que de tanto en tanto procure hacer una me comprendieras erróneamente, o que diera pie a malentendi-
digresión, para discutir y defender (vale decir, para reela- dos. Tal vez esté racionalizando o, quizá, simplemente dando
borar) algún aspecto de mi postura. Si, por ende, en ciertas rienda suelta a mi pedantería. Sin embargo, me son necesa-
ocasiones pareciera que te escribo como si fueses un colega rias algunas Introducciones para «entrar en calor». En el béis-
experimentado, deberás comprender, Simón, que el tema en bol, el pitcber 10 logra flexionando los músculos, frotando la
cuestión es difícil, ambiguo, y se presta fácilmente a la con- pelota y apuntando varias veces en dirección al catcber. El
troversia. docente lo consigue ensayando sus artes retóricas, definiendo
En un principio creí que deseabas mis consejos sobre la mejor algunos conceptos y departiendo en términos generales acerca
manera de convertir te en un terapeuta tradicional, ya que me de aquello que luego ha de llevar al terreno de lo particular.
decías: «Explícarne de qué modo un buen psicoterapeuta de Te ruego entonces, mi querido sobrino, que seas tolerante;
la denominada escuela dinámica, utilizando interpretaciones y por mi parte, procuraré ser breve. Pero para no dejar piedra
técnicas, trata a sus pacientes». Tuve el impulso entonces de sin mover, debo comenzar por entrar en calor.
darte el mismo consejo que te habría brindado si me hubieras
pedido que te explicase cómo se toca el piano o se juega al Por empezar, hay dos aspectos que deseo traer a colación si-
tenis: «Búscate un buen profesor, ¡y manos a la obra! ». Pero multáneamente, en vez de analizarlos por separado (problema
ello implicaría desestimar el valor de una lectura sobre el que se me va a plantear todo el tiempo). El segundo de ellos
tema, lo cual está lejos de ser mi propósito. Después de todo y es que la forma de psicoterapia que practico puede mereci-
a diferencia del tenis y del piano, la psicoterapia tradicio~al damente ti1darse de tradicional, pero algunos de mis métodos
se maneja fundamentalmente en un plano verbal, de suerte y principios distan de ser antiguos, y varios revisten un ca-
que puede aprenderse mucho al respecto en un nivel verbal- rácter totalmente radical. En cuanto al primero, estriba en que
intelectual (aunque ese «mucho» sea siempre relativo). De ninguno de esos métodos es de mi exclusividad, vale decir
todas maneras, haré todo lo posible por informarte. que no albergo pretensión alguna de ser original. Ahora bien:
Asimismo, procuraré atenerme estrictamente a tu pedido. Re- en la medida en que una serie de psicoterapeutas han desa-
pito tus palabras: «Por favor, lo que quiero es un tratado, y rrollado y perfeccionado sus métodos y principios a lo largo de
no una obra polémica; aclaraciones, explicaciones, demostra- varias décadas, tal vez sería posible satisfacer tu pedido sumi-
ciones, pero no discusiones». Me pides disculpas (y te lo nistrándote una bibliografía especialmente seleccionada. Pero
agradezco) por pretender tan to ; aunque no me las pides por no ocurre así. Sucede que, mientras que muchos autores han
las consecuencias que estas condiciones que me pones pueden escrito, y escrito muy bien, acerca de los principios y técnicas
tener para mi personalidad. No me va a resultar fácil evitar (los Psicoanalistas ortodoxos, los Neofreudianos, los Psicólo-
caer en un terreno polémico sobre la psicoterapia en general gos del Yo, los Existencialistas, Humanistas y No-Directivis-
ni eludir las disquisiciones sobre los Grandes Interrogantes. tas y otros que escapan a toda clasificación), aún nadie los
Aunque me abstenga de explayarme sobre la índole de la ha trasladado al papel de manera coherente, integrada y siste-
Naturaleza Humana, algunos «artículos de fondo» resultarán mática. En realidad, son muy contados los libros que intentan

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m fun istencialista, de la tradición Humanista y de la meto dolo-
lit r ti ·Ional. No-Directiva; algunos, por otra parte, solo pueden tildarse
obr I i terapia Eclécticos. Por añadidura, se han desarrollado (o han evo-
pr gunto por qué ionado, mejor dicho) de manera muy gradual tanto en la
mis colegas manifie tan tul pl [cren ill I lr playarse por ofesión como en mi práctica personal, y dicho desarrollo o
escrito sobre sus te I'f 1. Y u J1' j nt , n vez de ateners olución no ha llegado todavía a su fin. Tal vez debería ha-
al tema de su labor '01 idl \1111 11 1 trascurso de cada sesión. rme de tiempo para rastrear sus antecedentes ihistóricos e
E cierto que 111 muyortn de nosotros considera que el apren- ormarte acerca de los maestros y autores que influyeron en
dizaje prÁ tico s 1 mds adecuado para trabajar en nuestra í. Me sentiría tentado de hacerlo si esto fuera un tratado
especialidad: tal como ocurre en el caso del tenis y del piano, rmal; pero como no 10 es, resistiré la tentación. Reconocer
el aprendizaje debe adaptarse a cada alumno en forma indivi- s méritos de quienes corresponda es un acto de justicia, pero
dual, y siempre es relativo 10 que puede aprenderse por medio me parece que valga la pena describirte en detalle y por
de la lectura. Pero sospecho que hay también otras razones ticipado el contexto histórico e intelectual de cada método.
menos dignas de encomio. n primer lugar, considero que podrás reconocerlos perfecta-
Somos muchos (presumo) los que nos hemos tornado descui- ente; y me parece más conveniente que examines y evalúes
dados y poco exigentes en la práctica de la profesión. Nuestra íticamente los métodos y principios por 10 que en sí valen,
labor tiene un carácter tan privado, se halla resguardada hasta n un mínimo de incidencia del Criterio de Autoridad.
tal punto de todo escrutinio externo, que invita a la indis- uesto que he decidido centrarrne en el examen de métodos
ciplina. A través del extenso contacto con nuestros pacientes ales y de principios efectivamente aplicados en la práctica,
tendemos a admitir una amplia serie de interacciones que como procuraré describírtelos 10 más exhaustiva y cabal-
nuestro sistema formal de principios y métodos no puede jus- ente que me sea posible, deberé soslayar algunos elementos
tificar. Tal vez nos producen resquemores los reiterados ata- e importancia y dar por sentado que estás al tanto de ellos.
ques lanzados contra la Técnica: a nadie le agrada que 10 or tus cartas sabré si estoy presuponiendo demasiado o no.
acusen de ser «mecánico», «frío» e «inhumano». Como sabes, é que ya te has familiarizado bastante con la psicoterapia, su
la técnica del psicoterapeuta tradicional se ha convertido en .storia y los fenómenos principales que se dan en ese campo,
blanco de las críticas despiadadas de todos los sectores, que supongo que a 10 largo de tus cursos ya te habrán puesto
no vacilan en hacerla objeto de sus burlas. Y cuando las que- corriente de las teorías fundamentales sobre la psicopatolo-
jas son hechas por nuestros pacientes en el ámbito privado ía y el cambio psicológico. En consecuencia, cuando me re-
de nuestros consultorios, es difícil resistir la tentación de iera a puntos tales como Defensa y Trasferencia, por ejemplo,
ceder, es decir, de convertimos en seres «flexibles» y «huma- o perderé el tiempo en explicártelos, salvo en la medida en
nos». De todas maneras, sospecho que la escasez de tratados ue mi propia concepción al respecto pueda incidir directa-
didáctico s refleja ciertos mecanismos de defensa que compar- ente sobre algún aspecto técnico. De manera análoga, no
timos con nuestros pacientes y amigos: una forma de negación endré mayormente en cuenta cuestiones tan vitales como la
equivalente a «tapar el polvo con la alfombra para guardar ormación y funciones de los síntomas, el diagnóstico de los
las apariencias». ras tornos, etc. De tanto en tanto tendré ocasión de referirme
Empero, y tal como te advertí, muchos psicoterapeutas de los orígenes de tal o cual aspecto del método, determinar
distintas escuelas han descrito adecuadamente ciertos aspectos 1 lugar que ocupa en la babel de métodos existentes, y ana-
del método; más adelante tal vez haga una pausa en mis dis- izar algunos de sus vínculos con la teoría psicológica y el
quisiciones para suministrar te la correspondiente bibliografía. pensamiento filosófico. Pero procuraré no perder nunca de
Pero pasemos ahora al segundo aspecto en cuestión. vista los términos en que me expresaste tu solicitud, y trataré
Mis métodos y principios no son tan antiguos y tradicionales de cumplir con ella tan cabalmente como me sea posible.
como podría pensarse: algunos 10 son, pero otros no. En Tu tía te envía cariños y te recuerda que debes escribir con
tanto que la estructura y el espíritu que los imbuye son Psico- frecuencia a tus padres.
analíticos, muchos de sus preceptos derivan del pensamiento Tu tío, con afecto.

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tablemente, ya hay quien (Hellmuth Kaiser) ha adqui-
Carta n" derecho de prioridad sobre su uso. Me inclinaría por
coterapia Analítica, de no ser porque se aproxima dema-
do a la Psicoterapia de orientación Analítica, por un lado,
al empleo ocasional que de tal expresión hacen los jungia-
, por otro.
aquí, entonces, 10 que haré para evitar los inconvenientes
una denominación formal y aprovechar a la vez las venta-
de una exposición sencilla: utilizaré letras mayúsculas.
Qu rido Sim6n: , . ataré de resolver el problema de los términos que tengan un
sr, re ucrdo d~ qué modo ]'.Zl'a solín explicar lo que yo ha f I nificado especial escribiendo con mayúscula la inicial de
con los pllcknlt's cuando me 'IlC rrubn con ello e~ el.consul da palabra (p. ej., Técnica, Defensa, Tacto, Comprensión,
torio. De fa '00 pr 'slIl1dón (él también se sentía intrigado): .; es algo que aprendí de Winnie-The-Pooh '''). Haré otro
«Papito conoce gente con un mont6~ de problemas, les habll~ nto en el caso de la palabra «psicoterapia», cuando le asigne
un rato bien largo en el consultorio, y entonces todos los sentido específico de «mi método de psicoterapia». Cuando,
problemas desaparecen». Ahora, como .tú también te encerra or 10 tanto, escriba este último vocablo con una P mayúscula,
rás en un consultorio con gente que tiene montone~ ?,e pro taré haciendo referencia a «este conjunto particular de mé-
blemas, me pides que te responda con mayor. ~reclSlon. dos y principios de psicoterapia». Para hacer resaltar aún más
«Defines a tu método de psicoterapia como tradicional, ?~ro a cha connotación, subrayaré la palabra: Psicoterapia.
la vez sostienes que de ninguna manera es tan t;adiclOnal Si después de un tiempo te olvidas de que al hablar de
como podría pensarse. Lo que deseo saber es e? que as?ectos 'sicoterapia no quiero decir, simplemente, psicoterapia, no me
10 es, y en cuáles no. Y estoy ansioso por averiguar que ?~ce entiré desalentado. No niego que, en el fondo, tengo la con-
en realidad el terapeuta que adopta e~te enfoque esp~clÜCO ícción de que mis métodos y principios se aplican a todo tipo
de la terapia; no, simplemente, 10 que dic~ que hac~». Tiempo e psicoterapia realmente positiva y eficaz.)
al tiempo, sobrino. Es preciso contemporizar, Y primero debo a Psicoterapia es tradicional, aunque no tanto como podría
escribir varias Introducciones más. Por empezar, ya veo ,q.ue nsarse. ¿Cómo definirla, entonces? En primer lugar, permí-
voy a tener problemas de redacción. «E~te enf09-ue específico eme advertir te que ningún sistema de psicoterapia puede
de la terapia», «Tu (mi) método de psicoterapia» son f;ases efinirse en forma demasiado simple y general. La bibliogra-
engorrosas pero inevitables, a men~s que recurra. a ~n rotulo fía especializada (en particular, los libros de texto) trasmite
especial. Por otra parte, en la medida, en q~e mi metodo re- la impresión de que cada una de las cinco o seis «escuelas» de
viste características propias (como veras), ble? puede merecer sicoterapia existentes cuentan con una serie de principios y
que se 10 denomine de alguna mane~a. espe.clal. ., métodos propios totalmente coherentes y unificados. Se trata
Pero el empleo de un rótulo esp~clft~o tiene t~mblen su~ de una impresión bastante equívoca: solo en el nivel más
inconvenientes. Por empezar, puede implicar demasiadas ~osas. elevado (e impracticable) de abstracción hallamos cierta uni-
por ejemplo, que los métodos y. ~rincipios que en él se ~nclu- dad en cualquiera de esos sistemas. Pero cuando nos cir-
yen conforman un sistema u;l1ft~ado. y formal. A~emas (y cunscribimos al terreno de las técnicas, los métodos y su apli-
lo que es más grave), to~o ter!Dmo tiene connotaclOne? pro- cación real, surgen considerables diferencias entre quienes ad-
pias, por lo cual puede inducir ~ .errores en. un .sentldo u hieren a un mismo sistema general.
otro. Cabría la posibilidad de utilizar denO~1l1aClOn.es t~le,s En consecuencia, optaría por incluir a la Psicoterapia dentro
como Terapia Autónoma, Análisis del Yo, PSicoterapia Diná- de la familia de métodos que integran la escuela Psicoanalí-
mica Efectiva, Método de Paul, etc., de no ser porque t?das tica. Sin duda sabrás cuán orgullosa y pendenciera es esa
ellas suenan presuntuosas o pasibles de crear malentendi~<:s, familia, cuántas discusiones se han producido en su seno al
o ambas cosas a la vez. Me gusta cómo suena la expresion
Psicoterapia Efectiva, neutral y categórica a la vez; pero, la- * Personaje de historietas norteamericanas. (N. del E.)

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tr t r d determinar quienes, entre sus descendientes, to (el uso del diván, el requisito de sesiones cotidianas
ajustan a las verdaderas tradiciones freudianas, cuántas clif, asociación libre como base del proceso). Además, no pone
rencias han surgido ya entre las distintas generaciones, CUÓII determinados aspectos de la experiencia del paciente mayor
tos «entrecruzamientos» se han producido, cuántos miembro a~is que en otros (p. ej., yo no tengo tan marcada prefe-
de la familia han sido oficialmente repudiados. No obstante, era por el recuerdo de las tempranas experiencias infanti-
y a pesar de las apariencias, sigue primando el espíritu in li ). Por añadidura, conceptualiza de manera algo distinta el
vidualista. Y como por lo general los analistas siempre pJ't' pel que cumple el terapeuta.
firieron explayarse por escrito sobre sus teorías y pacient s, la vez, la Psicoterapia difiere de 10 que comúnmente se
omitiendo hablar de sus métodos terapéuticos, la mayoría no nomina PsicQ.tera ia de orienta ión Analí ica la cu
advirtió que sus métodos no solo sufrieron un cambio gradual mún entrana una o . sicoanálisis con
pero significativo, sino que entre ellos surgieron profundas gre entes significativos de apoyo, reaseguramiento y..concen-
divergencias, hasta el punto de conformar una verdadera hete- aC1 en e tIem o e. heChO, considero que lejos
rodoxia. En razón de su contacto con supervisores y profe- constItuir una orma difusa de psicoanálisis, la Psicoterapia
sores en los institutos de especialización, los estudiantes saben nstituye una forma aún más estricta y pura de aquel. Pronto
que existen diferencias significativas en cuanto al modo en que rás en qué fundamento tal apreciación. Permíteme agregar
los analistas ortodoxos encaran la conducción del psicoanáli- quí que, en tanto que mantiene la estructura formal y las
sis. Algunos, por ejemplo (aunque no todos), decidieron rom- ctitudes clínicas del psicoanálisis, la Psicoterapia deriva los
per la habitual regla de silencio para participar activamente nceptos de Libertad y Solicitud * del Asesoramiento No-Di-
en el proceso de asociación libre, empleando con mayor liber- ectivo y de la Psicoterapia Existencial, y adopta sus mismas
tad las técnicas de interrogatorio y confrontación. Ciertos ana- etas terapéuticas de autodeterminación y Autenticidad.
listas trabajan con todas y cada una de las manifestaciones 1 igual que la mayoría de las formas de psicoterapia tradi-
de Trasferencia y Resistencia; otros, solo cuando estas llevan ional herederas del psicoanálisis, la Psicoterapia tiene un
a un impase y hay aun divergencias que configuran diferencias ~rácter Mental. Se ocupa de la experiencia privada del pa-
importantes en la manera en que debe proceder la terapia. ente, su campo fenomenológico, y le otorga primacía desde
No obstante, todas las formas de psicoanálisis siguen teniendo 1 punto de vista ontológico. Esto no significa, de ninguna
en común un espíritu y actitud subyacente, que también son anera, que no busque influir sobre sus acciones (uno de sus
compartidos por la Psicoterapia. Como verás, el proceso de bjetivos básicos). Pero no persigue ese objetivo de manera
Comprensión en el que tanto me apoyo tiene estrecha relación directa. Por el contrario, se ocupa de las experiencias del pa-
con la modalidad de enunciación y explicación Analítica. Ade- ciente (su Mente) y cuenta con que la Naturaleza Humana
más, en la conducción de la Psicoterapia presto atención espe- hará el resto.
cial a todos aquellos fenómenos en que losanalistas nos han La relación entre pensamiento y acción no solo plantea un
enseñado a concentrarnos: Conflictos, Defensas, formas de problema a los psicólogos con inclinaciones teóricas, sino tam-
Resistencia y Trasferencia, fantasías. Y, a semejanza del ana- bién a los filósofos y políticos. Se trata del antiguo Problema
lista ortodoxo, aliento al paciente a que examine su Mente Cuerpo-Mente, en toda su intrincada complejidad y fascina-
con toda libertad, a que exprese sus ideas y sentimientos, a ción; y constituye, a la vez, uno de los Grandes Interrogantes
que dé rienda suelta a las reminiscencias y la fantasía. Hay que prometí pasar por alto. Por lo tanto, me limitaré simple-
algo más, por último, que reviste suma importancia, y es que mente a proclamar que la Psicoterapia entra en trato con
he adoptado como concepto teórico central de mi sistema el la Mente, y confía en que el Cuerpo responda de manera
concepto psicoanalítico de la Autonomía del Yo, concepto apropiada, sea en la Interacción, la Armonía Trascendental,
que permite sentar las bases de los principios Técnicos capi- el Aspecto Dual o lo que fuere. Hay una limitación funda-
tales de la Psicoterapia. mental que me impongo a mí mismo y cuido de poner bien
Pero la Psicoterapia también difiere del psicoanálisis ortodoxo
en varios aspectos de importancia. En primer término, soslaya * «Solicitud» corresponde al inglés Caring. Véase la nota de pág. 97.
la aplicación de 1aS denominadas reglas básicas de procedí- (N. del B.)

16 17
1111 lo , I'¡ nt S: «No le diré qué debe hacer; no 1
1I l 'lSJOncsdebería tomar, m de qué modo pienso
e». Esto no lSi~nH1ca,de nmguna ma.
s . actos me tengan sm cul ado: «1ratare de ayu-
n er e ue e sus acclO es y a veces contri.
1I1r a ue esc a motivo de sus decisiones.
1cr o 9ue usted haga y decida depende de usted misma».
Esta hmltación, me remo, es solo una entre muchas. En rea-
lidad, probablemente una de las características distintivas d
la Psicoterapia sea que impone restricciones estrictas a la con-
ducta del terapeuta y a su participación en el tratamiento. La
lista de restricciones podrá parecer te tan prohibitiva como
enigmática, puesto que incluye las siguientes: el terapeuta no
aconseja, diri e ni entrevista al gerente; apenas SI le brmda
~Sl es" ce- orientación, consejo y evaluaclOnes; no
admmistra recom ensasmestaWe e castÍ os; no entablá2on'el
paciente una r n carácter de mentor, maestro o 611190;
mantIene llna neutrali a , tono Imnersonal e ImpasI 11 ad
sumamente rigurosas; observa sin participar ma arme e,~
menta sm uZC1ar y sólo se e ex l' . uy
rmi a a y es cíf . s.
Si exagero e iberadamente Ias restricciones, lo hago, Simón,
con el objeto de dejar bien en claro que el comportamiento
del terapeuta es totalmente singular. Me refiero a su compor-
tamiento en la conducción de la Psicoterapia. ¿Por qué razo-
nes lo es, en la forma mencionada? Bueno, porque su meta
principal es inducir en el paciente una experiencia de tipo
igualmente singular. La Psicoterapia, sabes, asigna gran prio-
ridad a la singularidad, y lo hace con el fin de suministrar al
paciente una experiencia amplia y profunda en un tipo de
proceso análogamente singular. Como haré referencia a dicho
proceso en reiteradas ocasiones, y como veo, por suerte, que
tampoco tú deseas anticipar te al curso de los hechos, pospon-
dré el análisis del tema por el momento y me limitaré a
hacer una última acotación.
En mi opinión, los métodos y principios de la Psicoterapia se
hallan en directa antítesis con respecto a los que son propios
de la Modificación de la Conducta y del Encuentro Interper-
sonal. En vez de emprenderse la manipulación sistemática
y deliberada de la conducta del paciente (por medio de mé-
todos de condicionamiento y aprendizaje, o de ejercicios y
juegos), en mi «sistema» se evita deliberadamente cualquier
tipo de manipulación. En la conducción de la Psicoterapia
no has de introducir ningún Refuerzo Externo o Extrínseco.

18 19
Carta n? 3

Querido Simón:
En esta carta trataré de suministrarte una visión global de la
Psicoterapia examinando sus conceptos y principios básicos.
Estoy tan ansioso como tú por llegar al plano de los detalles
concretos, de modo que (al menos por el momento) limitaré
al máximo el análisis de los temas puramente teóricos. Al
enfocar los diferentes aspectos del método, posiblemente efec-
tuaré algunas digresiones para referirme a sus fundamentos
teóricos, con el fin de ampliar y tornar más completa la pre-
sente reseña.
Los principios básicos de la Psicotera ia (te recuerdo Simón
que e termino s gn ca «un conjunto específico de métodos
y principios de psicoterapia») toman c er o en la .gna
ue le do al ac' e e t t iento
., .o »Ó» (tendré que explayarme
sobre este tema en cartas posteriores).

20 21
La tarea de mediar y armonizar estas configuraciones relati- particular durante las fases iniciales del tratamiento, El
vamente independientes de procesos y fuerzas (las cuales pue- 'ente por lo general rechaza el tipo de libertad que la Psico-
den conceptualizarse, aunque no necesariamente como el Ello pia le ofrece, así como el tipo de relación con el terapeuta
el Superyó y la Realidad) es una de las funciones centrale~ e esa• libertad exige. Ello me oblizao , en primer lugar ) a
del Yo. Agrega a ello la hipótesis de que el Yo también tiene Ir una actitud totalmente no evaluativa, adoptando una
sus intereses y plantea sus exigencias a la conducta, y tendre- stura de neutralidad con la que el paciente no se encuentra
~o~ U? cuad~o de .interacc.iones y contrapuntos complejos y iliarizado, y que por lo común le resulta inaceptable. Antes
dinámicos. DIchas interacciones y contrapuntos son precisa- explayarme sobre lo que esa neutralidad entraña sin
mente lo que denota el concepto de la Autonomía del Yo (y bargo, debo mencionar dos de los elementos que no entra-
su relatividad esencial). : 1) no demuestro indiferencia en relación con el aciente
Cons~deremo~ a~o;a "?n supuesto de gran importancia, que u bienestar; no es mi uncion en revistar o. on81 ere-
constituye mi hipo tesis central: la Autonomía del Yo se ve os este . rlmer termmo.
alentada y real~~da por logros tales como la comprensión, la o e los elementos que eterminan e carácter singular de
autoconfrontación honesta y un sentido más cabal de Auten- sesión de Psicoterapia es que (al menos desde la perspectiva
ticidad. 1 terapeuta, o sea de ti mismo, Simón) no debe ser vista
En el curso de un ma or r do de mo una entrevista. Aunque por su forma externa lo parece
autoconoclmis;n.to y autocomprensión, al amI lanzarSe en ma- isten diferencias fundamentales entre una sesión y una en-
yor medida con la estera total de 'su Re;ilidad Interna y Exter- evista, como podrás advertido con claridad a su debido tiem-
rta, y al ad uirir ex iencia!' - o. Para decido en pocas palabras, la Psicoterapia no implica
i'ivamente in e . dgtadO ~~ ~ición el ~aciente in- n p~oceso de toma y daca entre terapeuta y paciente, no
c!'W7gtará e! cqgttol,y sentido d; a: Jnio ~9br sus expe- g~l~lca que el uno habrá de brindar sus consejos, y el otro
ecibirlos, en un. proceso destinado a compartir información
nencias y acciones. Y de esa manera:se . '. ur ».
Por conslgments;, e o en . pia lo cuales una buena definición de la entrevista). A toda
(asI como también e mo o en que visualizo el Proceso Tera- osta has de evitar poner te en el papel de psicoarqueólogo o
péutico básico) es la gradual liberación del 1&8 8 i!l ~í mjsmo el inquisidor benevolente; no es tu misión sacar a relucir
de las compulsiones internas y externas que 10 sujetap qm ecuerdos ocultos o sentimientos que infunden terror. Amén
tanta fuerZa. e, mcho en términos más preC1SOS,ese objetivo e abstenerte de esas indagaciones, no emitirás juicios ni efec-
esencIal es restaurar y asegurar un equilibrio óptimo entre las uarás evaluaciones. En ese sentido, por consiguiente, tu labor
principales instancias que determinan y controlan la conducta. specífica no es la de un entrevistador.
n el fin de abstenerte de realizar evaluaciones (postura por
Dado que la Autonomía del Yo es tanto su meta básica como ierto difícil de mantener, y que probablemente nunca se
su proceso fundamental, la Psicoterapia debe constituir una puede lograr a la perfección), tu actitud debe ser siempre
experiencia totalmente singular para mi paciente. Aun cuando ~utra.l e impersonal. Esto significa, por sobre todo, que debe-
esto te parezca un non sequitur, Simón, deberás acostumbrarte ras cuidarte de adoptar una actitud que implique dirigir a tu
a. mi~ pretensiones de singularidad en relación con dicha expe- paciente o ejercer algún tipo de coerción obre él, de hecho
o de palabra. No lo regañarás jamás ni le aplicarás sanciones;
riencia (factor que tomo muy en serio). La experiencia tera-\
péutica del paciente difícilmente resultaría posible en condi- tampoco lo elogiarás ni le dispensarás recompensa alguna; evi-
ciones interpersonales corrientes, puesto que, ante todo, lo tarás reforzar ciertos tipos de comunicación y ciertas pautas de
que se le posibilita es una libertad de autoexpresión y comu- conducta. En .términos te.óricos, ello quiere .decir que el tera_\
nica~ión que difícilmente estaría a su alcance en otras circuns- ~euta se abstiene de aplicar, en forma deliberada, cualquier
tancias. tipo de Refuerzo Externo (o Extrínseco). No gratifica la
Esta libertad (que es a la vez instrumental e intencional) suele necesidad que experimenta el paciente de ser aceptado o re-
tener también 'Sus inconvenientes. Algunos de sus elementos chazado, recompensado o castigado, aprobado o desaprobado,
pueden ser sumamente dolorosos y causar extrema ansiedad, ni sus necesidades de «alimentación» o dependencia.

22 23
¿Significa esto que debes m ,11 11 t Indiferente? No lo creo, A
continuación diré algunas l' tl I obre el tema, aunque est
requiere un análisis 1111 h tivo, que escapa a los límite,
de esta reseña, EII 11111 t posterior retomaré el problema
en relación ClI1 11 11111n ra en que efectivamente puedes (y
debes) xpr« 11' 111 olicitud por el paciente.
Hay unu 11 'l" idlld (una, tan solo) que podrás gratificar en tu
paci .m '" y n ti mismo. Nosotros, los freudianos, hacemos
r .Icrcn 'in a ella utilizando el término Función Sint" . Dicha
Iuncí m adopta la forma de una necesi a e omprender y Ser
Comprendido. Pero esa Comprensión no tiene nada que ver
con el tipo de «comprensión» que se reduce, en última ins-
tancia, a aprobar, aceptar o exonerar al otro. Comprender las
ex eriencias de otra persona sio-nifica conocerlas: reconstn;1r-
as y enunciar as c aramente. qumr conocuniento de facto-
res circunstanclales y supuestamente causales es parte de ese
proceso de Comprensión, ya que dicho conocimiento puede
resultar inestimable para reconstruir y enunciar con claridad
esas experiencias. Saber el Porqué de las cosas suele ser un
paso importante para averiguar el Qué y el Cómo.
A menudo los psicoanalistas hacen referencia al proceso de
Comprensión (de conocimiento) como Proceso Analítico, ex-
presión que he decidido adoptar. Apalizar jmplica @8R~Qer:
caetar y comprender, Y es esta la gran misión del terapeuta
en la Psicoterapia, Por añadidura no solo im lica e ir
esa Com rensión con e nmor ialmente,
aCl tar a a entar é . Esto último constituye su oñ
1l1tetica. na e as metas básicas de la Psicoterapia consiste \
erl 10grar que el paciente aprenda a Ser Comprendido y a
Comprender.
No digas nada, Simón: preveo tu reacción. Ya te veo respon-
diéndome, en tu próxima carta, que todo esto suena dema-
siado a experiencia intelectual, como si la Psicoterapia abar-
cara exclusivamente el terreno de lo cognitivo y excluyera
todo elemento de índole emocional o afectiva, Dicho así, es
obvio que mi intención es refutar esa crítica. Sin embargo, en
cierto sentido no está totalmente fuera de lugar, aunque sea
preciso explicar por qué.
En primer término, esbocemos la refutación. En toda
,k,ctualización reconocerás un mecani nsa (por su-
puesto, siempre y cuando lo sea ; y e harás ver al pacje~e
qué forma recurre a lucubracione;lntelectuales con el fin
de no tener que experimentar plenamente la conmoción que
le producirían sus afectos, impulsos y conflictos. De no estar

24 25
nbundonaré la cuestión por el momento, para volver al 1'11 n'? 4
blcma del afecto en la Psicoterapia.
Has de tener en cuenta, Simón, que en la conducción <.Ie I
Psicoterapia no debes desalentar sino f?m~ntar que el pact '111
experimente una amplia gam~ de sent~~lentos durante In
sión; puede reír o llorar, sentirse regocijado o desesperanzado
dejarse llevar por la ira, el deseo o lo que ~u~re. Pero I
estructura de la situación impone ciertas restricciones, tan: ••
en relación con la gama de tales sentimientos como con 11 do Simón:
forma de expresión. Y la verbalización (que incluye elemento
te del psicoterapeuta se compone de tres elementos: Aná-
tales como el recuerdo la fantasía y la asociación libre) sigo
siendo su forma de expresión más común, lo cual efectiva
lrr{J.o. y ~. Me referiré a ellos por separadó';'Si
1 ícilmente pueda decirse que son independientes. Cada
mente hace que debamos centramos en l~ cognitivo. ~demó ,
e resuelve en el acto de Comprensión de la siguiente
es evidente que, en tanto se alienta al paciente ~ experImentn., ra: el Análisis es Comprensión, el Tacto entraña Com-
afectos e impulsos, fluye en la terapia una ~ornente s~bte~rll
i6n, y la Técnica consiste en saber de qué modo instru-
nea en dirección al control cognitivo de dichas experiencia
tar esa Comprensión. La Técnica (tema de esta carta) es
La meta final (aunque obviamente ello no implique sofocarlo
anera de asegurar logros y que se cumplan al máxi-
o inhibirlos ) es adquirir cierto grado de control sobre lo
nuestros propósitos analíticos a la vez que mantenemos
afectos. Esto de «adquirir control» es, por supue~to, un pun
arado óptimo de Tacto. Tal vez sería más adecuado decir,
to discutible, y más adelante haré algunas aclaraciones al res
nces, que la_Comprensión y la Técnica son los dos pilares
pecto. Pero debes recordar que muy a me~u~o. ~l, proceso elos sobre los ue descansa la PSIcoterapia.
conduce a una liberación de afectos, una desinhibición o des-
écnica esta atravesan o tiempos muy Ciül"os.Los libros y
carga de emociones, liberadas del yugo cognitivo. .
es contemporáneos caricaturizan sin piedad a la Técnica
Trataré de resumir esta reseña en pocas palabras. La Psicote
dicional, convertida en objeto de burla, y, por añadidura,
rapia entraña la exploración libre y sin trabas de la ~e?t(' hos psicoterapeutas atribuyen al término un sentido deci-
de un paciente. Uno de sus obi . . , es es ermitirle
mente peyorativo: «mecánica», «rígida», «inhumana»,
ue se libere ro resivamente e la tirarua de a co
fa», son algunas de las críticas más comunes. Además, se
y. e con Icto ~nternQ§; y es e .ceso tiene ugar. de~tro de ma por doquier que la Técnica no solo recibe una atención
la terapia propiamente dicha, en virtud ~e la exper:en~la tera- e no merece, sino que puede constituir un serio impedi-
péutica en sí. Porque es durante las Se~l?neS terapeutIca; que
ento para una buena psicoterapia. Pero yo discrepo total-
el paciente aprende a ser libre, a adquirir una a~tonomla re- te con esto. Y no solo por cuestiones de definición, ya que
lativamente mayor. Te habla entonces con tanta libertad como tiendo que la Técnica tiene su importancia, que resulta im-
le resulta posible; ejerce los poderes de su Volu?t~d tan ea- escindible en el campo de la psicoterapia y, por sobre todo,
balmente como puede; lucha por lograr reconocrmiento, cla- e una buena Técnica es requisito indispensable para una
ridad en la enunciación y Comprensión. ena terapia.
¡Y así comienza a mejorar! s terapeutas que no descartan por completo Ia importancia
Tu tío, con afecto
la Técnica se muestran, con frecuencia, ambivalentes y rece-
sos al respecto. En primer lugar, argumentan que está su-
ordinada a la Comprensión; y, en segundo término, adoptan
acia ella una actitud de laissez-jaire, en el sentido de decretar
ue cada terapeuta tiene pleno derecho a elegir sus propios
métodos (como si, en abstracto, fuera imposible distinguir
una Técnica adecuada de otra que no lo es); lo único que im-

26 27
porta es que cada cual haga las cosas a su mnncI 11
distinta es su actitud con respecto a la Comprensión, 11 I
por el aparente supuesto de que existe algo denorninndo 111
tica Comprensión, pero nada susceptible de ser definid" 1111
buena Técnica. Adoptan el criterio aventurado de que ,,111.1,
los caminos conducen a Roma», en vez de aceptar, jllÍll ••
mente, que en realidad solo algunos caminos pueden llcv \111'1
a la Ciudad Eterna.
La forma por mí adoptada para trasmitir mis pensamii-nn.
(mi Técnica literaria) sin duda dejará traslucir mi des:u 111 1
do. Puede haber más de un camino; pero los caminos no 1111
tantos. El terapeuta debe tener cierto grado de libertad; ]11111
e~lo no implica que no tenga algunos límites. Admito qu I11
c:erto sentido (un sentido que reviste considerable impon 111
cia ) cada uno de nosotros elabora la forma propia que haln
de adoptar; pero una forma satisfactoria no es algo tan rcln
tivo y elástico como por 10 común se da a entender. Un«
buena Técnica, de hecho, puede formularse de manera t011l1
mente objetiva e independiente de los distintos estilos tcru
péuticos y las distintas personalidades de los terapeutas.
¿La Técnica está «subordinada» a la Comprensión? Considero
que este modo de ver las cosas puede inducir a grave error
Por supuesto, la Técnica por sí sola no es suficiente; sin 111
concomitante ComprenslOn, suele quedar vada de cófitenIilO'
Pero lo mismo puede deéihe de la ComprensiÓn: sin la ea
rrespondiente Técnica, suele ser ineficaz. En cierto senhdó
~puede afir.~arse que la Técnica surge de la Comprensión;
pero también parece razonable afirmar que ambos elementos
son sustentados por una base común, por 10 cual cabría inter-
pretarIos como dos aspectos del mismo proceso subyacente.
Además, desde el punto de vista práctico resulta muy aconse-
jable trazar un distingo entre esos dos aspectos de nuestro
arte.
La Técnica puede ser objetivada de un modo en que la
Comprensión (Análisis) no puede serlo. Si bien no debe obje-
tivá~sela en ~or:n~ de reglas o recetas, puede enunciársela por
medio de prmcipros claramente formulados. Lo mismo ocurre
Simón, en el caso de las artes aplicadas, como la arquitectura:
o las que requieren un ejecutante, como el arte de tocar el
piano; y ~ambién en el ámbito de los juegos y los deportes,
como el ajedrez o el tenis. Es posible enunciar los principios
del diseño adecuado, la posición apropiada, la movida hábil,
el golpe certero. Y todos estos principios, aun cuando se ba-
san en reglas pragmáticas de carácter racional, son en realidad

28
29
tando los caminos que impiden su logro. Para decido '11 \"" r~ considerarla significativa. Pero la posibilidad de
palabras, te repetiré una definición básica: La manera ('11 1\11 lidad lo sea aumenta cuando el paciente omite toda
el terapeuta lleva sus intenciones a la práctica es cucst ¡(l1I 1 a su demora,e inicia la sesión anunciando que va a
( un incidente ocurrido el día anterior: «Ayer me topé
Técnica.
vi jo amigo Enrique en la biblioteca, y ... ».
Lo que ahora correspondería hacer, Simón, es exarninnr 1I ti nes tres opciones posibles:
forma profunda y detallada cuáles serán tus propósitos t 11
la conducción de la Psicoterapia. Pero la mayoría de lid n 1. Puedes interrumpirlo para indagar acerca de su
cartas harán referencia al tema. Por consiguiente." en v ;" di nza: «Antes de que se refiera a 10 sucedido en la biblio-
embarcarme en el análisis de una cuestión tan vasta;·"te dnn , vamos el hecho de que usted llegó tarde hoy».
si me lo permites, una serie de ejemplos detallados y 011 6n 2. ~uedes interrumpirlo para averiguar por qué no
cretas que ilustran el papel y significado de la Técnica en 11 r Ierencía alguna asu tardanza: «Antes de que se refiera
Psicoterapia. Seguramente me agradecerás que en medio d•. ucedido en la biblioteca, veamos el hecho de que usted
tantas generalidades, abstracciones y frases retóricas te COI1 tarde hoy. Lo que me llama la atención es que no lo
ceda un respiro. mencionado» .
Primero debo tomar una decisión: ¿Intentaré reconstruir epi ón 3'. ~uedes guardar silencio y escuchar 10 que tu pa-
sodios clínicos reales, o simplemente los inventaré? Me inclino t queria contarte.
por esto último, ya que entonces podré ejemplificar algunos
puntos específicos con un máximo de economía. Si pienso el primera opción debe ser descartada, por simples razones
ejemplo con miras a ilustrar un aspecto determinado de la nicas. ¿Por q.ué? En primer lugar, tu pregunta implicaría
cuestión, podré evitar indebidas complicaciones e ir al grano; ponerle ~l paciente el tema. Pero (podrás objetar) es a su
a la vez, será menor el riesgo de que incurras en conjeturas mpo~tamiento a 10 que te estás refiriendo; ¿acaso eso sig-
adicionales. La principal desventaja es que los ejemplos no ica imponerle un tema? Sí, y por dos motivos: 1) no es
serán «reales»; si proceden solo de mi mente, serán un pro- el tema d.el que quería 'hablar; 2) no hay razón alguna
ducto ficticio. No obstante, no procederán solo de mi mente: a que. co-?-sIderes que se trata de una cuestión significativa.
en mayor o menor medida, siempre estarán basados en r consiguiente, salta a la vista que tu indagación podría re-
mi experiencia clínica real. Opto, entonces, por inventar ~ar totalmen~e infructuosa. El paciente podría responderte
ejemplos. cle~do, por ejemplo: «Oh, no pude dejar mi trabajo hasta
En los comentarios adjuntos estipularé algunos principios que S cinco de la tarde, y después el maldito subte se quedó
me propongo explicar, analizar y justificar más adelante. Pue- arado quince minutos en el túnel».
des tener la absoluta certeza de que todos los elementos de ¿Te parece que vale la pena seguir? ¿Le preguntarás ahora
importancia primordial serán nuevamente examinados y am- or qué no se mostró previsor adoptando los recaudas ne-
pliados en cartas posteriores. El objetivo básico que persigo cesar~os para no ll.egar tarde, o por qué no pudo librarse del
en estas páginas es ilustrar el significado y el papel que de- trabaJ~ hasta -las cinco de la tarde? No, sin duda no lo harás.
sempeña la Técnica y, a la vez, brindarte una acabada des- En I?r!mer lugar~ correr~as el riesgo de asumir el papel de
cripción de la Psicoterapia, para tornar concreto lo abstracto inquisidor; ademas, estarías «a la pesca» de un posible siznifi-
y demostrarte de qué manera métodos y principios pueden cado. (Por. supuesto, en este punto puedes optar por la segun-
traducirse en acción. da alter-?-ativa~'pero)~or el momento la dejaremos de lado.)
La consIder~;lOn básica qu~ nos lleva a rechazar la Opción 1
es que el diálogo a que dio lugar tu pregunta muy posible-
Ejemplo 1 ment~ no habrá de llevar a ninguna parte. Pero es preciso
e;ammar ~tro. ~specto de. la cuestión. Supongamos que, tras
Tu paciente, que suele ser puntual, llegó hoy quince minutos oir la explicación del paciente acerca de su tardanza decides
tarde. La tardanza no te dice nada en especial, ni hay razón cambiar de tema; como no hay razón alguna para que asignes

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mayor importancia a su demora, solo verás en ella un acciden tes injustificados en tu mente, o rnunt 1lt'1 t
te fortuito. Pero es probable que el hecho mismo de haber S,o lo que fuera. Puede aflorar, entonces, UII I 11I 111
formulado la pregunta tenga consecuencias. rasferencia muy, importante, o iniciarse el cxam 11 ti
Puede ocurrir, por ejemplo, que tras oír tu explicación el pa- antasía igualmente importante. Por consiguiente, lo
ciente haga una pausa, preguntándose por qué le formulaste enta es la probabilidad de arribar a un resultado de stc
la pregunta. Después de todo, esto sería muy razonable. En- po, y es preciso que tengas tu criterio formado al respecto.
tonces te sentirás obligado a responderle (formule o no explí- o solo debes tener en cuenta la posibilidad de obtener resul-
citamente su pregunta), y tu respuesta adoptará tal vez la tados fructíferos, sino estar dispuesto a compartir con el pa-.
forma siguiente: «Se 10 pregunté porque me planteaba si su cíente los motivos que te inducen a considerar dicha posi-
tardanza podría tener algún significado especial en relación bilidad. .
con lo que siente al venir aquí». De 10 contrario, ¿para qué upongamos que aquel responde de manera tal que queda'
preguntar? Pero, ¿acaso es tu deseo introducir esta aclaración descartada toda posibilidad de iniciar una indagación útil. El:
gratuita? No, por cierto. Y debes tener en cuenta que no paciente dice: «Oh, supongo que ni se me pasó por la cabeza
te queda mayor opción; porque una vez que decides indagar explicado. Usted me dijo que aquí tengo plena libertad de:
en el asunto (este, o cualquier otro), te verás obligado a dar decir 10 que se me ocurra. Y no quise explicar el motivo de,
respuesta a su interrogante implícito o explícito: «¿Por qué mi tardanza simplemente porque no me pareció importante». '
me lo pregunta?». Y la respuesta que debes dar está preñada Ahora debes estar preparado para decide algo similar a -y
de implicaciones indeseables (p. ej., «Está mal llegar tarde») no menos que- lo siguiente: «Por supuesto, entiendo; y no'
y supuestos fuera de lugar (p. ej., que «siente algo al venir cuestiono su opinión de que pueda carecer de importancia..
aquí» ). Estas son solo algunas de las razones por las cuales Pero le planteé la pregunta por el siguiente motivo: no hace
conviene evitar la Opción 1, razones que pueden muy bien mucho usted me contó que su padre solía ocultarle 10 que.
sintetizarse en un principio Técnico. (Analizaré más exhaus- sucedía entre él y su hermano. Me pareció que usted podría
tivamente este principio, junto con sus fundamentos lógicos, estar obrando de igual manera conmigo, al no explicarme por
al considerar la Opción 2.) qué llegó tarde». En otras palabras, le dices qué tipo de Inter-
Pues bien: consideremos ahora la Opción 2. Supongamos que pretación habías elaborado al indagado. Se trata del modo
el paciente responde exactamente de la misma manera que más adecuado de contestar al interrogante «¿Por qué me lo
ante la Opción 1. Puedes continuar, entonces, del siguiente pregunta?». Y el principio Técnico que aplicamos es el si-
modo: «Ya veo. Pero me pregunto por qué no me 10 dijo sin guiente: solo debemos interrogar con miras a una Interprcn
que yo tuviera que preguntárselo. Después de todo, usted tación.
siempre llegó puntualmente, así que 10 ocurrido hoyes algo -srñO se te ha ocurrido una Interpretación, debes recurrir a
inusual». ¿Dónde estamos ahora? El paciente se halla en un la Opción 3. (La experiencia me dice, Simón, que son muy
aprieto, pues, a diferencia de la demora del subte, él es clara- magros los resultados y muy grandes los peligros cuando en
mente responsable por no hablar. Pudo haberte explicado 10 el campo de la psicoterapia «salimos a la pesca», a menos de
ocurrido, pero prefirió no hacerla; y tú exploras el significado poder olfatear dónde está el pique.) La Opción 3 no te im-
de esa preferencia. pedirá tener presente el problema de la tardanza, y la oscu-
La indagación puede o no dar sus frutos. El principio Técnico ridad de que se vio rodeado el hecho; y más adelante podrás
por el que te guías en este caso se centra en esa probabilidad. hallarte en posición adecuada para volver a tocar el tema.
Si, a tu juicio, la probabilidad de que dé frutos es grande, tal Imaginemos, por ejemplo, que el día anterior el paciente 50S,
vez valga la pena tocar un tema que en realidad le estamos tuvo una conversación acerca de la terapia con su amigo En-
imponiendo al paciente, aun con todas las implicaciones in- rique, y que en su trascurso expresó algunos sentimientos al
deseables que ello tiene. Es cierto que dichas implicaciones respecto sobre los que ni siquiera tenía conciencia. Ello podrá
deberán ser analizadas, y muy pronto, por cierto; pero el suministrarte una base para explicar su tardanza, y podrás
paciente habrá salido beneficiado si resulta, por ejemplo. que señalársela entonces de un modo que resulte efectivo. O su-
procuraba (de manera consciente o no) hacer surgir interro- pongamos que durante la sesión habla acerca de los conflictos

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que se le plantean cuando debe contártelo todo; y, para faci- vitar la Opción 3 es que deseas demostrarle que no sientes
litar al máximo las cosas (por lo general son mucha más nada en particular por su tardanza, que no estás evadiendo el
difíciles), supongamos que Enrique es un antiguo camarada problema. En otras' circunstancias, tal vez le demostrarías
con quien solía compartir sus secretos. Al encontrarse con En- que, en tu opinión, incidentes tales como el llegar tarde re-
rique puede haber surgido en el paciente un conflicto de leal- visten interés y significado potencial. Pero a esto contrapongo
tades (con toda suerte de connotaciones edípicas), y tal vez entonces otro argumento: dichas demostraciones suelen tener
sea por eso que decidió no explicar te el motivo de su tar- reducido valor. En el contexto de la Psicoterapia, especial-
danza.
mente resultan más inútiles que útiles: 10 que deseas poner
Imaginemos, sin embargo, que el paciente no inició la sesión en claro irá en serio desmedro del Proceso Terapéutico. Mira,
del modo descrito anteriormente, sino que permaneció en Simón: si lo que hace el paciente es proyectar, lo mejor que
silencio durante unos instantes; y que esto no es lo habitual tú puedes hacer es Interpretar; si el paciente supone que el
en él. ¿Cabe aplicar, una vez más, la Opción 3? En mi opi- incidente no te importa en lo más mínimo, no debes encarar
nión, sí. Mientras ambos permanecen callados, probablemente ese supuesto por medio de una demostrac~ón (vale decir,
tú meditarás acerca de su tardanza, y cabe suponer que él afirmando: «Sí me importa»), sino por medio de una Inter-
hará otro tanto. Surge entonces un interrogante: ¿Cuáles son pretación (vale decir: «Usted siente la necesidad de creer que
sus pensamientos? ¿Se pregunta si lo interrogarás sobre el no me importa» ) .
motivo de su tardanza? ¿Piensa que estás enojado, o que te Por añadidura a menudo podrás poner en claro lo que deseas
sientes defraudado? ¿Reflexiona sobre la sensación que le demostrar de una manera que sí es provechosa, en la medida
produce el haber llegado tarde? Cualquiera de esas posibili- en que apoya y promueve el Proceso Terapéutico. Supónte
dades representa un tema de potencial significación. El modo que decides mantener te en silencio (?pción 3). M~~ pronto,
más fácil de indagar al respecto es preguntar: «¿Qué está quizá, podrás observar las consecuenClas. de esa elección, ~e no
pensando?» (forma más neutral de sondearlo que las Opcio- haber preguntado nada. Por ejemplo, sr el paciente comienza
nes 1 y 2). Lamentablemente, hay razones de peso para no a pensar, o sentir, que no te importa nada d~ ,él, podrás ll.egar
sondear a una persona mientras guarda silencio. (Una de ellas a la conclusión de que se trata de una reaccion ante tu silen-
es la implicación de que el paciente no debería quedarse en cia. De ser así, podrás señalarle que el hecho de no haberle
silencio; y hay varias otras con respecto a las cuales me ex- preguntado nada sobre su demora fue tomado como señal de
playaré más tarde.)
que no te importaba nada de él, o de que estabas conte~to
Así que tal vez tu única alternativa sea aguardar pacientemen- porque la sesión sería entonces más breve, o algo por el estilo,
te hasta que él te diga lo que pensaba, a menos que por algún Por ejemplo:
motivo no estimes conveniente hacerla. Una de las razones
para no esperar es que el silencio puede sugerir cierta conni- Paciente (tras una pausa) hacia el final de la sesión): No sé
vencia, entre ambas partes, para evitar el tema. Si, por ejem- por qué ... es curioso, pero tengo la in;presjó? de que l~ que
plo, el paciente rompe el silencio de manera abrupta, relatando le cuento hoy no le interesa en lo mas mmimo. No se por
los hechos del día anterior, la cuestión de su demora habrá qué tengo la sensación de que a usted no le importa.
sido eludida, aparentemente con tu connivencia. ¿Ocurre así, Tú: Creo entender qué es lo que le está molestando. Hoy
en realidad? ¿La Opción 3 implica, potencialmente, eludir la usted llegó tarde; es la primera vez que sucede; y yo no I~
cuestión (<<escaparse por la tangente», según dicen los miem- pregunté qué pasó.
bros de tu generación)? Paciente (esbozando una tímida sonrisa): Usted es muy sagaz.
Supongamos que el paciente se sintió molesto por su tardanza, Sí, es cierto. Me pregunté por qué no dijo nada. .
tan molesto que decidió no decir nada al respecto. Más aún: Tú: y en ello creyó ver una señal de que no me interesaba
supongamos que proyecta sus sentimientos en ti, infiriendo por usted. , ..
que también tú te sentiste molesto, y que por esa razón guar- Paciente: Cuando volvía de la escuela mr madre siempre em-
daste silencio mientras él procedía a referir te su encuentro pezaba con sus preguntas: ¿Qué pasó en la escuela? ¿Almor-
con Enrique. Siendo así, podrás argumentar que la razón para zaste bien? ¿Te portaste bien?

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ra no solo I has podido mostrar que era él, y no tú, quien a puedes hacer, entonces? ¿De qué mane 1'11 mil Mlllr
evitaba 1 tema, y que incidentes tales como la tardanza pue- pósito, que es explorar el papel de la masturbnck 11 ~
n resultar útiles para la labor terapéutica, sino que has imer término, podrás tener presente el tema de la 11111
ontribuído a que adquiera cierta Comprensión de un acto ción como trasfondo o contexto dentro del cual cobrará
lgnífícatívo. Además, manejaste la situación armándote de pa- r sentido lo que escuches. Estarás más sensibilizado, más
let;tcla y dando muestras de sensibilidad, y sin censurarlo ni , para captar ciertas facetas del pensamiento y.las expe-
bligarlo a nada; vale decir: aplicaste una buena Técnica. as de la paciente. En consecuencia, las observaciones que
probablemente girarán en torno a los pensamientos y
iencias más estrechamente relacionados con el tema sub-
te. Lo que debes evitar es decir algo que pueda apar-
del tema; más aún, debes buscar el modo de hacerle re-
u paciente ha estado quejándose de las dificultades que le r el hilo de la cuestión cuando ella comience a apartarse .
.ausa el hecho de vivir sola y tener que hacer todas las cosas bjetivo inmediato es que el tema siga vivo y vigente, y
ola. Se trata de un problema que viene de lejos, pero la arte cada vez más en él.
arde anterior volvió a surgir con particular intensidad. Su- egundo lugar procurarás que la idea de la masturbación
I ede que la paciente comienza a sentirse inquieta, desasosega- ence a cobra; forma, de manera gradual y paulatina, en
EIa y llena de una difusa ansiedad. nte de tu paciente. Tu objetivo no es sacar a relucir el
ientras escuchas su. descripción del problema, piensas que tú' sino hacer sea la rimera en abor-
1 tema subyacente nene que ver con la masturbación. En . Un' caz e lo ra 1 r en
tras palabras, en. tu mente comienza a cobrar forma la idea s 'artes tu Int i'. Sea o no útil concebir a ~stas(\\
de que el problema dinámico central tiene relación con el im- es como organizadas en diferentes planos de profundidad,
ulso a masturbarse y con los conflictos que se asocian a él. pre convendrá enfocarlas como una 'serie concate'0~d~ ?e
e tienta la idea de brindarle la siguiente Interpretación: pretaciones independientes, ya que esto te perminra in-
«Creo que en realidad usted se está refiriendo al problema ucirlas de a una por vez, de manera muy gradual; y cada
e la mastur~ación». Pero debes resistir esa tentación, .porque que efectúas una Interpretación, cabe la posibilidad de que
e lo contrario estarías trasgrediendo varios principios Técni- ciente arribe a la próxima por sí misma. Pero incluso si
cos de manera simultánea. da este efecto tan deseable, podrás determinar la con ve-
da de pasar a la parte siguiente de la Interpretación obser-
Tra!gresión 1. La paciente se ve colocada en una posición do la forma en que reacciona ante la que acabas de ofrecer.
asrva, en la medida en que se le suministra --es decir nue- des tener en cuenta consideraciones de Tacto, juzgar si la
amen te, se le impone- una Interpretación. ' erpretación siguiente sigue siendo válida a la luz de su
Trasgresián 2. Se le dice que las experiencias que describió uesta, y establecer hasta qué punto sus efectos serán pro-
no s~n, en cierto. sentido, «reales», como si la experiencia osos. Conviene, entonces, que cada una de las partes
consciente no debiera tomarse al pie de la letra, o como si tituya una Interpretación completa. Veamos de qué ma-
1 tema subyacente fuera más real que sus manifestaciones. a la Interpretación podría dividirse en tres partes:
Trasgresián 3. La idea puede desconcertarla, e incluso con-
mocionarla. y si se siente en extremo sacudida, probablemente te 1. «¿No sería posible que una de las razones del desaso-
recurra a defensas contra la ansiedad, lo cual le impedirá en- o e inquietud que siente cuando está sola, cuando está
carar el tema de manera eficaz.
iendo algo sola, sea la posibilidad de que dese~ hac~r al-
a otra cosa? ¿Algo que una parte de usted, quiza, se SIente
Añade a todo esto la posibilidad de que estés asumiendo el tada de hacer?».
rol del «psicoarqueólogo vigilante», y verás con claridad que rte 2. «Me pregunto si se pone ansiosa porque esa otra cosa
tu Interpretación (aun cuando la formules con el mayor tacto e se siente tentada de hacer es algo que la conflictúa o par-
. y cuidado) tiene demasiadas consecuencias indeseables. ¿Qué e es, quizás, algo prohibido».

36
Parte 3. «Se me ocurre la posibilidad de que esa cosa prohi ce, Posiblemente convenga aclarar qué diferencia exi 'te
bid a sea masturbarse». leer un libro y hacer las tareas domésticas, con el fin
ear a relucir el aspecto «prohibido» a que se alude en la
Ahora bien: debes armarte de paciencia, y por dos motivo da parte de la Interpretación.
En primer lugar, debes aguardar a que se produzca una «apeí aun cuando las cosas no se den de esa manera aun cuan-
tura» adecuada antes de formular la primera Interpretaci6n DO basten tus pacientes esfuerzos, y ~igas creye~do conve-
de suerte de no imponerle nada a la otra persona. En segundi te que la paciente admita que se ve impulsada a mastur-
término, una vez enunciada la primera parte de la Interpre e y analice el conflicto que ello le plantea, podrás efectuar
tación, no hay por qué apresurarse a saltar a la segunda. Deb terpretación final del siguiente modo:
dársele tiempo a la paciente para que maneje cada uno ch
esos elementos a su manera. Por ejemplo, puede hacer algun 'ente: No sé a qué se refiere cuando dice que me puedo
digresión, ateniéndose a la forma más que al fondo de la In tentada de hacer algo prohibido, ¿Qué quiere decir?
terpretación. Quizá responda: «¡Qué interesante! O sea qu Bu~no, se me ocurren varias cosas. Por ejemplo, una de
me pongo inquieta e intranquila porque no quiero hacer k sena masturbarse.
que hago. Recuerdo la época en que mi madre me hacía prae
ticar la viola. Yo no quería, y me paseaba por toda la habita supuesto, si te asistían razones para suponer que tu
ción mientras tocaba. Recuerdo que se lo dije al maestro, encia podría provocarle un impacto indebido, tendrías
este respondió ... ». Por más que se trate de una simple di haber soslayado el tema de la masturbación. Podrías haber
gresión, sus observaciones tal vez equivalgan a una pausa su ondido, entonces: «Por prohibido quiero decir algo que
mamen te necesaria y útil. Y si te armas de paciencia y actúa aría vergüenza hacer, algo que siempre creyó que estaba
con tacto, por lo general hallarás el modo de hacerle retorna hacer y que, por ende, le provoca serios conflictos». Pero
el hilo del relato, y lograr que siga refiriéndote sus experien ~a,spor sacar el tema directamente, te sugiero que prestes
cias de la noche anterior. Puedes señalarle, por ejemplo, qu ,e:on al .modo en que l? formulé yo, a los términos que
esa noche quizás estaba haciendo algo que no quería hacer ee. Advierte que la paciente está en condiciones de consi-
que, por el contrario, había otra cosa que sí deseaba hacer. er la posibilidad que le planteas, y tiene plena libertad de
azarla. Lo que haces es darle una idea, aun cuando se
Paciente: ¿Otra cosa? No sé qué puede ser. Después de todo de un disparo en la oscuridad; y esa idea es, simplemen-
solo analizaba un proyecto en el que trabajo todo el tiempo e ~na entre varias posibilidades; la paciente es invitada a
la oficina, pero allí nunca me siento inquieta o intranquila. slder~r otras. Este modo de.s~;ar a relucir el tema permite
Tú (centrándose en un aspecto de la Parte 1): En la oficina . pacrente mantener su pOSIClOnactiva (al menos en gran
usted no trabaja sola, sin ninguna compañía. Me pregunto s da), lo cual demuestra que aplicamos una buena Técnica.
la diferencia no radicará en que en su casa está sola.
Paciente: No se me había ocurrido. Lo que usted 'quiere in
sinuar es que al estar sola siento deseos de hacer otra cosa
Pero, ¿qué? Cuando estoy en casa, por 10 general hago la
tareas domésticas, o leo algún libro. (Pausa.) Pero tampoc amos en octubre, * y acabas de darle al paciente la fecha
leo muy seguido, porque eso también me hace sentir inquieta eta de tus vacaciones de verano. Tras una pausa momen-
Entonces tengo que ponerme de pie y limpiar el departamen ea, te pregunta, como quien no quiere la cosa: «¿Adónde
to; es lo único que logra calmarme. de vacac.iones?». Examinemos, las dos opciones siguientes;
bas configuran un error de Tecnica.
Ahora cuentas con más datos en apoyo de tu Interpretació
básica, pero todavía queda un largo camino por recorrer. Ta as refe.rencias a mese.s y fechas se han adaptado, salvo indicación
vez se requieran varias sesiones más. Empero, quizá sea posi contrano, a las que rigen en la mayoría de los países !atinoameri-
os, donde, por ejemplo, las vacaciones de verano suelen tomarse
ble introducir la Parte 2 en esta misma sesión, a medida qu e los meses de diciembre y marzo, (N del E.)

38
11 111 I t 1'1'0 int : « ¿Por que 111 odría provocar en el paciente dctcrminudos ,~Illillli ntos
ía sentirse resentido, por ejemplo), in que ndlllil', 1111'
11 11 111 \ir IU, proporcionando 1, a sobre algo que tiene derecho a conocer. Lu mnyorl I
os terapeutas están de acuerdo en que el paciente J '!ll'
alguna forma de comunicarse con ellos durante cualqui '1'
I I 11 1 (1111 l J¡ ,o bien, en el mejor de los caso, 111 rrupción del tratamiento, puesto que puede producirse
111 l' 1111d \1') plantea dos inconvenientes bási CI 1 emergencia en que le sea necesario hacerla. Por lo tanto,
I 11I r 1 rmino, parece una reconvención, como implicnrul trata de una pregunta que puede perfectamente ser con-
No ti ne usted derecho a preguntar». En segundo 111 tada. Pero, ¿cuándo? En el caso que te planteé, faltaban
obliga al paciente, en forma explícita, a analizar sus rnou ios meses para las vacaciones. Si le :has indicado la fecha
'1

para hacer la pregunta. El segundo inconveniente tal vez cta, es con el fin de darle tiempo suficiente para arreglar
más grave, ya que si hasta ese momento habías soslayado IlId asuntos y trazar sus propios planes de vacaciones. ¿Pero-
aquello que implicara inducir al paciente a actuar de detcruu alguna razón para que deba saber ya adónde irás? ¿Será.
nada manera, posiblemente habrá de advertir la diferen i 1 nacer sus planes tomando como base los tuyos, de ma-
se preguntará qué sucede. Puede entonces llegar a la con 111 a de pasar las vacaciones en algún lugar cercano? (En
sión de que su pregunta te puso en un aprieto, puesto que 1 idad es excepcional que esta posibilidad pueda plantear-
viste obligado a responderle de manera totalmente insólin ) Caso contrario, la única razón lógica para averiguarlo
(Nunca le preguntaste: «¿Por qué piensa en su tío?», cuam] fa obtener información de índole personal sobre ti, descu-
te hablaba del tío. En realidad, siguiendo un consejo qu I r qué tipo de persona eres, por el tipo de vacaciones que te
daré más adelante, rara vez habrás tratado de sonsacarle nnd mas, ¿Eres un viajero empedernido, empeñado en dar la
en forma tan directa.) El paciente tiene entonces todo el el elta al mundo? ¿Posees una casa de campo en las sierras?
recho del mundo a indagar, a su vez: «¿Por qué quiere sab I e instalas en el lugar de moda elegido por todos los demás
por qué le hice esa pregunta? », y lo menos que puedes ha 1 alistas?
es responderle: «Porque los motivos subyacentes probablem 'n vista de que, al menos en ese momento, la pregunta del
te merezcan consideración». (¿Y qué le responderás si 1 ciente tiene relevancia personal, no deberás contestarla. La
pregunta qué te hace pensar que sea así?) icoterapia roscribe suministrar 1 aciente información ~
Ten en cuenta que una tercera opción (el silencio) posiblemen a s e . ero a pesar de to o, aunque e as
te no difiera mayormente de la Opción 1, dado que, en (' minar la Opción 2, el ejemplo claramente requiere alguna
contexto de una pregunta tan directa, el silencio también pu spuesta pertinente. Tal vez decidas soslayar las implicaciones
de llevar implícito un mensaje, obligándolo al paciente a a la primera opción respondiendo: «Le contestaré lo que me
tuar en determinado sentido. El paciente no formuló un egunta, pero no ahora». Con esto cumples parcialmente tu
pregunta retórica; por consiguiente, el guardar silencio com: jetivo, aunque 10 estás invitando a que te haga otra pre-
única respuesta puede querer decir: «No es asunto suyo» ( nta: «¿Por qué no ahora?». Otra variante posible es acla-
«Haga el favor de examinar el significado y motivación sub r: «No vaya contestar a su pregunta ahora, porque no veo
yacente a su pregunta». Caso contrario, el silencio sería l e qué manera la respuesta podría beneficiario en este mo-
respuesta óptima, puesto que le daría plena libertad para en ento». Empero, así podrías estar recusando su capacidad de
focar el asunto desde el ángulo que él quisiera. Por ejemplo icio (tal vez él tenga sus razones para creer que la respues-
no se sentiría obligado a examinar el motivo de la pregunta a sí podría beneficiarlo en ese momento), con 10 cual podrías
Por consiguiente, si lo que quieres que haga es esto último rovocar una discusión sobre el tema. Y rara vez es nuestra
debes buscar una respuesta que preserve esa libertad. Ni e tención recusar la capacidad de juicio del paciente; después
silencio ni un «¿Por qué me 10 pregunta?» constituirán 1 de todo, muy otro es el fin que perseguimos al indicarle las
táctica adecuada. istorsiones y percepciones erróneas que comete, etc. El prin-
¿Por qué constituye un error la Opción 2? Después de todo cipio Técnico que cabe aplicar en estos casos es muy sutil,
no solo no le estás negando la información solicitada, cos pero vital: Puedes dudar de la capacidad de juicio del pacien-

40 41
[or mnncrn ti\' e 11
ni rpr la 'i lI1, u me acuses de facilitar demasiado las cosas, Si-
1 b mas hallar, pnru 1 prolongar artificialmente lo que es ya una situa-
11 t d cuada, que t m' '11e11 . Tú acabas de decir: «Sí, ya me doy cuenta; pero
por qué».
1I 111 irl que no satisfa a ,\1 1111
" 1 I 011 !lId Id, que no co.arte .su lilll l' 1,1
1" 110 implique ninguna crítica n.L . nn 11111I Usted se pregunta por qué, y yo me pregunto por
I 11 I I qu . sa tisface todos esos requerrrru n 111 • No sé por qué hace un mundo de una cuestión tan
I nI : «Le diré adónde me va de vacaciones, y. I1 .1 i que le estuviera preguntando algo íntimo, (Hace
IIr . i6n y e numero e te e ano), cuan o eguc ti 11 petulante y airado; luego) al constatar que sigues
n e intefrum Ir el tratam' t ». Se trata de unn O en tu mutismo, prosigue.) Mire, lo que pasa es
a Ictada por consideraciones técnicas, y es la que y haciendo terapia con usted y no sé absolutamente
cabalmente satisface nuestros distintos objetivos. , r su persona, No crea que quiero entrometerme en
Supónte, sin embargo, qu~ ,el pacie.nte insiste, y replll rivada; no le pregunto si es feliz en su matrimonio.
pregunta: «Pero, ¿adónde irá?». El mt~rrogant~ p';led \ 1111 por el estilo. ¿Por qué, entonces, se cierra tanto? Me
plir varios propósitos, y recusar tu capacidad d~ JUlCIO(In '1" obre la fecha en que vamos a interrumpir el trata-
I por las vacaciones de verano, y yo le hago una pre-
te induce a esperar el momento de interrumpI~ ~l tratam~e"
to). Sea como fuere, ahora tu intención es def1Dld~: anal,I/'1 muy simple, una pregunta que se le podría hacer a
por qué el paciente insiste en tener una respuesta inmedint 1 i r ser humano, Después de todo, no es tan terrible
Una vez más sin embargo, debes sortear los escollos de 1" adónde va de vacaciones, ¿no? [Por qué diablos no
implicaciones indeseables, amén de evitar poner te a la deícn tratarme como si fuera un ser humano!
siva. Puedes comenzar por señalarle con g:-an tacto:. «Doy plll ufres un poco) pero adhieres con firmeza a tus principios
sentado que sabe que se lo diré antes de mr,er.rumplr el tratu os y guardas absoluto silencio) tratando) en la medida
miento» lo que subraya el hecho de que el UDlCOproblema ('11 pO'sibilidades) de no adoptar una actitud dejensioa.)
cuestión' es el momento en que se lo dirás, E.s verdad que, nte. Dios santo, ¡ustedes imposible! ¿No me va a decir
de manera implícita lo estás obligando a explicarte por que ola palabra?
quiere una respuest~ ahora, 'pero podrá ~oslaya~ el prob~emil uanto puedo decide es algo que no necesita que le di-
con suma facilidad, respondiendo, por ejemplo. «Oh, SI, .Y1 usted está muy enojado conmigo.
veo' supongo que está bien así». Si entonces desea cambia: nte: [Vaya si lo estoy! Y creo que tengo pleno derecho.
de terna, deberás tenerlo en cuenta. Lo que. has ~ogr~do es DO me hace sentir un cero a la izquierda, Si no fuera su
obligado; has actuado con Tacto, no ~as SIdo ?!rectIvo, y de nte, usted no me trataría de esta manera, no se mostra-
.,
ninzuna manera estás retaceándole información en formo tan distante. La mayor parte del tiempo está bien que
así; y no digo que no me haya ayudado mucho. Pero de
indebida. . b 1 h
Si todavía insiste (<<Sí, comprendo; pero qt;tIero sa er o a o- en cuando me gustaría que se bajara de su pedestal y
ra» ), en la medida de tus ,POSibilidades seguirás actuando con ara como un ser humano. (Hace silencio.)
Tacto, etc., pero no podras menos que hacer alguna observa-
ción del siguiente tenor: «Sí, ya me doy cuenta; pero me ado este punto, tienes ante ti dos opciones: 1) puedes
pregunto por qué». Caso contrario, tal vez. optes por gu~rdar anecer en silencio para dejar que el tema siga su desa-
silencio, Después de todo, lo que en esencia hace tu paciente 110 (y advierte que se está desarrollando); 2) puedes hacer
es trasmitirte su sentir (<<Quiero saberlo»), pero ya no te comentario interpretativo sobre algún aspecto de lo que
está formulando una pregunta directa., ~omo es obvio que no ha de decir el paciente (después de todo, te dio algunos
tienes la más mínima intención de suministrarle el dato, ~n, este mentas), Pero, hagas lo que hagas, no debes actuar llevado
momento, ambos pueden ahora concentrarse en el análisis de r la necesidad de defender te de su enojo. Si decides intere-
ese sentir. te por el modo en que se :siente (<<un cero a la izquierda» )
bien examinar su metáfora del pedestal, procurarás dejar

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43
---------------,

le otra Interpretación reformulando el problema de mane-


perfectamente aclarado que no estás tratando de apaciguarlo, uy simple: «Creo que está irritado porque no logró hacer-
Por ejemplo: reaccionar, porque no consiguió que le respondiera a su
gunta; entonces se siente impotente, un cero a la izquier-
Tú: Aunque de ninguna manera quiero decir que no tie~' ». O tal vez podrás expresar tus pensamientos del siguiente
usted derecho a enojarse conmigo (admito que usted se enoj ' do: «Al no responderle, parezco ponerme sobre un pe-
si no contesto su pregunta), perrnítame señalarle un par de stal, fuera de su alcance; y usted me siente inconmovible.
cosas. Dice usted que lo hago sentirse un cero a la izquierda al o que fue eso lo que me llevó a pensar en su padre».
no tratarlo como si fuera un ser humano. Y no hace mucho s intenciones distan de ser simples. Por un lado, no deseas
me contaba que su padre lo hacía sentirse peq~eñ? e insigni- ipar el enojo de tu paciente si ello va en detrimento de tu
ficante; siempre estaba muy ocupado, y no t~~Ia tlemp~ para r terapéutica y de sus logros. Por consiguiente, debes
estar con usted, para jugar juntos. Eso también lo hacía seno onocer que lo que le produce irritación es un aspecto per-
tirse como un cero a la izquierda. tamente real e integral de la terapia. Debes demostrarle,
alguna manera, que sus sentimientos son aceptables y que
Las cosas pueden desarrollarse de manera tal que tú dejesd representan una amenaza para tu persona: puedes tolerar-
ser el blanco de su enojo. Pero tu amago de Interpretación s, y consideras que él también puede hacerla. Por otra par-
también puede fracasar, por ser tan trasparente su intención, , deseas que continúe el tratamiento. En una palabra, no
uieres perderlo como paciente. El mejor modo de lograr
Paciente: [Qué inteligente! ¡Muy inteligente, d~c~or! ¡Uste~ bos fines es seguir en el camino Inter.pretativo, atendiendo
sí que es listo! Ahora me pongo ~ hablar del VIeJO, y se di- bidamente a todo lo que implica una buena Técnica.
sipa mi enojo con usted. En realidad, no es con usted con
quien estoy disgustado, sino con él. ¡Maravilloso! ~ero todo
esto no tiene nada que ver con lo que sucede aquí, en este
momento. No me trago el anzuelo, doctor. Yo le formulé una
pregunta muy simple, y usted me respondió con evasivas. Es u paciente (una mujer) concurre a sus sesiones con un tema
por eso que estoy enojado. parentemente preparado de antemano, pero nunca hizo refe-
ncia a dicha costumbre. Hoy inicia la sesión con una frase
Si ahora le recuerdas que habías admitido que tenía razón pica: «Antes de venir estuve pensando sobre mis dificultades
en enojarse contigo, estarías poniéndote a la defensiva, y re- ra conocer gente nueva. El :sábado a la noche fui a una
criminándolo sutilmente por haber echado en saco roto tu iesta, y me costó horrores mantener una conversación con un
observación. Lo mejor que puedes hacer, entonces, es aclarar: ipo muy buen mozo». Es de prever que dedicará el resto de
«No quise decir que no fuera esa la razón de su enojo». sesión a analizar el tema en forma sistemática, recitando
De todas maneras, ahora se produjo un impase, y.a ti te ~o· us quejas como si ya lo tuviera todo perfectamente planeado
rresponde romperlo. Si te dejas llevar por tus l?ropIa~ em?ClO. y ensayado.
nes (enojos, defensas, etc.), tal vez te resulte ImposIble. Idear upónte que consideras conveniente romper ese hábito, aun-
líneas alternativas de Interpretación. Si, por el contrarro, lo- que más no fuera de manera ocasional, y conseguir que la
gras mantener la calma y proseguir con las Interpretaci?nes, paciente se muestre más libre, que logre una pizca de espon-
capearás el temporal y, superado el impase, habr~s. realizado taneidad, que el tema vaya surgiendo en forma no prevista. La
una labor terapéutica útil. Una alternativa es suministrar una manera más simple de lograrlo sería darle alguna indicación
Interpretación que vaya más allá del contenido del tema, para del siguiente tipo: «Creo que se beneficiaria más con :sus se-
tener en cuenta 'su forma. Tal vez e te cruce por la cabeza siones si usted tratara, a veces, de no venir con todo lo que
la idea de que el paciente no está enojado porque te negast~ a aquí va a decir preparado de antemano».
proporcionarle cierta información de cará~ter personal, S1ll0 La Psicoterapia, empero, proscribe todo tipo de consejos.
porque se sintió impotente al no conseg';l1f afect~rte, a~ l!0 y aunque consideres que este ejemplo constituye una tras-
lograr hacerte reaccionar. En consecuencia, podras SUmInIS'
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gresión trivial (o inevitable) de dicho principio, tu intención
le ha dado por sacar a relucir el tema justamente hoy?
no es, de ninguna manera, dar pie para que la mujer te. soli és de todo, si desde el comienzo mismo de la terapia lo
cite instruccciones sobre el modo de ser una buena paciente. haciendo, habrá tenido un sinnúmero de oportunidades
Además, tal vez consideres mucho más útil para ella (así como llamarme la atención sobre eso. ¿Por qué justo ahora,
eficaz, desde el punto de vista de la terapia) lograr que dicho do estoy por referirle algo tan importante para mí? »,
hábito sea Comprendido. Tu indicación en relación con el pr puesta 4. Perplejidad: «¿Qué quiere decir? Por supuesto
cedimiento a seguir puede tener corno resultado impedir el pienso por anticipado lo que voy a decir. ¿No es eso lo
análisis del problema. corresponde hacer? (Pausa.) Pero, si fuera así, usted
Tu objetivo entonces, es llamarle la atención sobre su hábito, me interrumpiría para llamarme la atención, Estoy intri-
de suerte que este pueda convertirse en tema. Un modo direc- . Supuse que todo el mundo hacía lo mismo, antes de
to de conseguir esto es arriesgar una Confrontación como la sesión de terapia. ¿No ocurre así? ¿Está mal hacerla?».
siguiente: «Permítame interrumpirla para s~ñalarle algo q~e
puede ser importante para que usted lo piense. Usted dijo supuesto, la Respuesta 1 es la ideal, la más deseable. No
que estaba pensando sobre este tema antes de venir hoy. A mí tan te, esperar que se produzca suele ser poco más que
me parece que esto es lo que usted casi siempre hace antes mera expresión de deseos.
de cada sesión». Respuesta 2 también resulta deseable, porque, a menos
Utilizada con tacto y sensatez, la Confrontación puede con- haya razones para sospechar que la paciente evade el tema
vertirse en una técnica terapéutica valiosa, pero puede con- no desea discutir el problema, te permitirá hacer a un lado
trariar el espíritu de la Psicoterapia en la medida en .que .le cuestión. Ello puede ser útil en la medida en que impide
impone al paciente un tema. (Argumentar que ello no implica e te distraigas con un problema suplementario, y te per-
una contradicción tan grave porque, después de todo, fue la tirá escuchar con mayor atención lo que le sucedió el sá-
paciente' misma quien introdujo el tema con su conducta~ sue- do por la noohe.
na a sofisma.) Empero, no puede negarse que, en CIertas Respuesta 3 plantea 'grandes inconvenientes, ya que la
ocasiones, imponerle al paciente un tema de conversación .ea contestación honesta que podrías brindarle es « iYa es
puede ser, si no necesario, al menos eficaz. Analicemos ahora ficiente! ». Y aunque emplees una gran dosis de Tacto, en tu
las posibles respuestas de la paciente, una vez iniciada la ntestación se hallarían implícitos tanto un consejo como
Confrontación, a crítica. Cuando te dan una respuesta de ese tipo tal vez
O te quede más remedio que analizar los sentimientos de la
.Respuesta 1. Aceptación Completa: «Sí, es verdad, y puedo ujer, determinar por qué se siente indignada, y postular, a
ver por qué me lo dice. Estoy de acuerdo. en que podría. ser odo de Interpretación, que la paciente está actuando a la
importante analizarlo, porque es algo que siempre hago. SIem- efensiva. Por ejemplo:
pre pienso por adelantado lo que diré en cada sesión, y lo
traigo todo preelaborado de antemano, No sé por qué me ú (en contestación a la Respuesta 3): Se siente indignada,
veo obligada a hacerlo, y a veces el hecho me preocupa; me no es cierto?
hace sentir culpable. Como si estuviera haciendo algo inco- 'aciente: Sí, su interrupción me molestó; no comprendo por
rrecto, algo que está mal. Es una sensación extraña. .. Hace uéeligió este preciso momento para decírmelo,
tiempo que quería comentárselo, pero siempre postergaba la ú: Me parece que si su único problema fuera el de no com-
ocasión». render, se sentiría perpleja; sin embargo, se muestra res en-
Respuesta 2. Rechazo Total: «No, nunca hago eso. Lo que ida e indignada. Me pregunto, entonces, si mis palabras no
quise decir es, simplemente, que el asunto se me pasó por a habrán hecho reaccionar mal, si en realidad no preferiría
la cabeza cuando venía hacia aquí. Pero antes no estuve pen- oslayar la cuestión.
sando mayormente al respecto, y por lo general no hago ese
tipo de cosas», uede que la paciente acepte esta Interpretación, y que las
Respuesta 3'. Contmconirontacion: «¿Y qué, si lo hago? ¿Por osas tomen el mismo cariz que después de la Respuesta 1.

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Caso contrario, la indignación que experimentó la paciente
ante la Confrontación puede convertirse en el tema central.
Sea como fuere, la Confrontación habrá resultado útil.
Las Contraconfrontaciones, sin embargo, a menudo conducen
a un impase. La .paciente puede recurrir a otras defensas: pue-
de encerrarse en un mutismo empecinado, ponerse a discutir
intelectualizar las cosas, ofuscarse. En tal caso no tiene sen-
tido (incluso puede ser contraproducente) que sigas con tus
Interpretaciones o Confrontaciones. En primer lugar, para ella
tendrán el efecto de una crítica, de una reconvención. Un as-
pecto importante de una buena Técnica es que tus interven-
ciones -ya sean Interpretaciones, Confrontaciones o simples
observaciones- son solo útiles cuando son aceptables para el
paciente (bien en un nivel consciente, bien para un sector de
su personalidad). De lo contrario el paciente se verá imposi-
bilitado de encarar el tema. Lo mismo ocurre en el caso de la
Respuesta 4. Puedes llamarle la atención sobre su perplejidad
y confusión, y agregar que su reacción parece defensiva; pero
también entonces corres el riesgo de que se produzca un serio
impase. (Decirle: «¿Qué le hace pensar que en mi opinión
esté mal hacerlo?» la llevará a ponerse aún más a la defensi- ón 1. La Interpretación impone una serie de temas to-
va.) Tal vez no te quede otra alternativa que recurrir a la ente nuevos en el curso de la sesión. Si la paciente no
consigna básica de procedimiento. hecho alusión alguna a su sensación de vulnerabilidad la
Tanto las Interpretaciones como las Confrontaciones (en es- terpretación, entonces, le impone el tema. '
pecial estas últimas) pueden provocar una discusión, cosa que zá« 2.. El material que pones a su disposición es excesivo.
la Psicoterapia por lo común trata de evitar. Con frecuencia, esupomen~o que todo lo dicho sea cierto, ¿qué ha de
las discusiones solo ponen a prueba el ingenio de las partes, cer la paciente al respecto? ¿Ha de seleccionar de entre
su rapidez mental y facilidad de palabra. Al entrar en pugna, cu~tro o cinco ideas claves expresadas, la que se siente
cada uno trata de ganarle al otro, de no resultar perdedor. En s dispuesta a manejar?
general hay que evitar todo tipo de altercado.
Ante la Respuesta 4, tendrás siempre la alternativa de analizar . i io Técnico de sim lici-
el supuesto de la paciente, diciendo: «Creo que por alguna
razón usted necesita dar por sentado que todo el mundo
actúa de la misma manera». Pero es preciso que, por medio
de una Interpretación, puedas aclararle cuál es esa razón. De
acuerdo con el principio Técnico correspondiente, el terapeu-
ta sólo inicia una Confrontación cuando lo considera absolu-
tamente necesario, o cuando puede efectuar una Interpreta-
ción. En el presente ejemplo es obvio que no se da la primera
de esas condiciones.
Por consiguiente (en vista de que no sabes a ciencia cierta
de qué manera responderá tu paciente ante una Confrontación,
y. de que la susodicha Confrontación requerirá una inmediata
Interpretación), tal vez decidas, después de todo, comenzar pri-

48 49
ra bien: si crees advertir que la paciente está por retomar
o del relato diciendo algo preparado de antemano, pue-
alentada a que siga explorando el porqué de esa costum-
las razones que la impulsan a tener un tema preparado
antemano. Puedes cuestionar la utilidad de esa costumbre,
uando, tal vez, que es menos útil de lo que ella cree. O
es proceder a formular directamente una Interpretación
siguiente tenor: «Se me ocurre, verá usted, que se trata de
similar a lo que hace aquí. Creo que usted suele venir
s sesiones con un tema preparado de antemano».
íen: ya has sacado a relucir el asunto que querías. ¿Implica
Paciente: Sabía que en esa fiesta, el sábado por la noche, la imponerle a la paciente un tema? No, a menos que ella
iba a pasar muy mal. a lo vea así. Por el contrario, puede muy bien aceptar
Tú (percibiendo la posibilidad de una apertura): Lo sabía idea como algo ya relacionado con el problema que ella
de antemano (dicho, quizá, como en un tono de pregunta). roa había mencionado, en cuyo caso su Autonomía no
Paciente: Sí. Ese tipo de fiestas siempre me han provocado rá sido vulnerada. Por ejemplo, puede responder: «Sí,
terror. ongo que tiene razón. No sé por qué también al venir
Tú: y supongo que piensa mucho en las fiestas de antemano. í hago lo mismo. Después de todo, no es lo mismo hablar
usted que hablar con un desconocido en una fiesta». Las
Advierte el carácter central de esta última observación. En as marchan por buen camino. Las circunstancias son ahora
cierto sentido, estás tratando de lograr una apertura por medio cuadas para elaborar una de tus Interpretaciones (lo que
de una conjetura; pero esta no es demasiado traída de los significa que aproveches la oportunidad para formularla
pelos ni se caracteriza por su falta de Tacto. Si la paciente inmediato). A esta altura de los acontecimientos se im-
dice «No» y luego se pregunta, en voz alta, ~or qué h~brás ne la paciencia y el Tacto. Tal vez baste hacer hincapié en
hecho esa observación, podrás restarle toda rmportancra al contradicción que ella advirtió, y darle la oportunidad de
asunto manifestando, como al pasar: «Bueno, creí que lo arrollar el tema de la Interpretación por sí misma.
hacía». Posiblemente debas resistir la tentación de agregar: era qué ocurrirá si experimenta la sensación de que la
«Porque me parece que es eso lo que hace antes de asistir a tás obligando a hablar de algo que no desea, si niega que
cada sesión». Semejante planteo podría ser prematuro. ista conexión alguna entre el problema que planteó y la
Pero supongamos que tú estabas en lo cierto, Y, que la l?acien. apia? Puede responder, por ejemplo: «Pero es algo total-
te responde: «Por supuesto. Mientras me vesna para Ir a la ente distinto. No veo qué relación puede haber entre ambas
fiesta me inquietaba la posibilidad de tener que entablar as. Cuando vengo aquí no me comen los nervios, como
conversación con algún perfecto desconocido». Ahora puedes ando debo asistir a una reunión. Y si vengo con un tema
encarar el tema del siguiente modo: parado de antemano es porque así es más fácil obtener
sultados útiles de la terapia». En momentos así debes elegir
Tú: ¿En esos casos imagina en detalle el desarrollo de la s palabras con cuidado; si lo haces, Simón, es probable que
conversación? pandas: «Comprendo. Pero me pregunto si no sería conve-
Paciente: Bueno, hasta cierto punto ... no con todos los de- ente que examinara ese supuesto. Después de todo, me ha
talles, aunque pienso lo que podría decir yo, lo que diría él, lcho que lo pasó muy mal en la reunión, aun cuando había
y cosas por el estilo. Siempre fui propensa a este tipo de saya do la conversación con anterioridad. Por consiguiente,
cosas. Lo mismo que cuando salía con muchachos, cuando era reparar las cosas de antemano tal vez no le ayude».
más jovencita. Siempre pensaba de antemano lo que iba a dvierte cuál es ese supuesto al que haces referencia. Obser-
decide al muchacho. De lo contrario pasaba momentos te- que, en cierto sentido, soslayas el tema de la terapia y
rribles. elves a enfocar el problema que trajo la paciente. Se trata

50
de una maniobra Técnica aplicada por razones de Tacto. '1' ti
vez la paciente no esté dispuesta todavía a en~~rar el tcmn
de los preparativos que realiza ant.es d~ ~~da sesion, y .es pr
ciso que tengas en cuenta esa disposición (vale decir, qu
actúes con Tacto). De esta manera, tras menclOnar. el terun
que te interesa, podrás retomar fácilme~te su proplO. temu
La paciente no debe sentirse ~corralada,. sino en plena libertad
de movimiento (por no decir de maniobra}. De este modo
no se sentirá obligada a examinar un problema que por l'l
rído Simón:
momento no desea examinar,
Ahora la paciente tiene plena libertad de analizar s~ ,hábito.d
me sorprende que me plantees tantos interrogantes en
ión con los ejemplos propuestos en mi última carta. Deja-
prepararse de antemano ar:tes d: a?istir a una re~mon, o blCI:
lgunos de ellos para más adelante, y procuraré encarar
de examinar los preparativos similares que realiza .antes dt
acudir a sus sesiones. Tal vez agregue: «Bueno, es cierto qu
de tus preguntas ahora; dos preguntas que, en realidad,
tituyen un desafío.
aparentemente siempre la paso muy mal en las fiestas, a pe?al
stionas mi posición tan estricta sobre la función del inte-
de ensayar con anticipación lo que voy ~ decl~. '.' », o bien
atorio, especialmente teniendo en cuenta que muchos
admita su necesidad de efectuar preparatrvos similares an,t~s
oterapeutas tradicionales aplican dicha técnica en forma
de cada sesión, diciendo: «Bueno, tal vez no me s,e,amuy útil
intensiva; y me preguntas: «¿Es posible, en realidad,
en el caso de las fiestas, pero sí lo es en relación con las
rpretarle al paciente sin a la vez imponerle algo nuevo,
sesiones porque de lo contrario me quedaría sentada todo el
dirigido?». (A propósito, Sirnón, tus últimas observacio-
tiempo sin abrir la boca ... ». . , ,
se caracterizan por un tono escéptico al que tendré que
En uno u otro caso has cumplido tu propósito, y ello ha
erirme en alguna carta futura.)
sido posible gracias a' los servicios de la Técnica ... que para
es toda la razón del mundo al cuestionar la postura que
eso está.
pto en relación con la técnica de interrogatorio; se trata,
Tu tío, con afecto
r cierto, de una postura muy personal. La mayoría de los
apeutas utilizan ampliamente dicha técnica. Ellos pregun-
e indagan mucho; es su manera de participar en el desa-
Ha del Proceso Terapéutico y de mantenerlo en marcha.
spués de todo, las preguntas son un medio natural para
ocar un tema, ampliado y explorar sus connotaciones, a la
z que, para el paciente, son prueba tangible de que le estás
stando atención, evidencia de tu activa participación. Pero
do esto se logra a un precio muy elevado: las preguntas
ientan al paciente en una dirección específica, le sirven de
ía, lo controlan; y la sesión de terapia se trasforma así en
a suerte de entrevista totalmente alejada del espíritu de la
'sicoterapia. En mi última carta estuve tentado de enunciar
principio Técnico que prohíbe el uso de preguntas e inda-
aciones. Tal principio Técnico diría: ¡Evita los interroga-
orios!
n la mayoría de las sesiones de terapia, sin embargo, no es
asible avanzar demasiado sin formular alguna pregunta. En
rimer lugar, puede darse el caso de que no hayas compren-

52 53
dido (con e minúscula) lo que dijo el paciente, o, lo, 9u' ro es consecuencia de un principio básico de la comuni-
pensaba. Además, las preguntas a menudo te resultaran útiles n en psicoterapia (o, de hecho, en cualquier otra esfera) :
para lograr que el paciente enfoque determinado tema, o lo toda comunicación hay más de un mensaje o significado
examine de manera más exhaustiva. En ambos casos el obs- lcitos. No es mi intención analizar aquí cómo se aplica
táculo, por 10 común, puede sortearse sin necesidad de recu- O principio a las manifestaciones del paciente. Pero sí
rrir a una pregunta; por ejemplo, ~cotando: «No co~pr~ndr inaré cómo se lo aplica a nuestras propias observaciones,
10 que dijo, o 10 que trató de decir» (lo cual, en terrnmo enzando por las preguntas planteadas en busca de iníor-
estrictos no configura una pregunta). A veces podrás valerte i6n o esclarecimiento.
de simples observaciones, comentarios o incluso Interpreta- hecho en sí de solicitar información parece bastante ino-
ciones, con el fin de lograr tu objetivo. Pero vedar tod~ pre- , y a menudo efectivamente lo es; pero en toda solicitud
gunta sería ir demasiado lejos, al extremo de qu~ e~tanamo.s ba1 de ese tipo siempre entra en funcionamiento el prin-
adoptando una estrategia poco realista. Por consiguiente, Si- o de los mensajes y significados múltiples. Consideremos,
món cuando . o las técnicas de interro atorio estoy ejemplo, la pregunta anterior: «¿Qué edad tenía usted
obje~an o más bien su uso inde i o. Si bien es cierto, como aquelentonces (en la época en que sucedió el hecho que
'puntuahz;s, que~intervención del ter~peuta i:uplica ejer- ta) ?». El paciente podría recibir los siguientes mensajes:
cer cierto control sobre la conducta del paciente, dicho contra]
se extrema al p1antearle una pregunta directa o al hacer inda- 1. La edad es importante.
gaciones. Toda pregunta exige una resp~~sta; pero ~o ocurre 2. El (el terapeuta) quiere saber todos los detalles.
10 mismo en el caso de una Interpretación, Los metodos de }. Mi relato de los hechos adolece de fallas.
indagación directa pueden dar al paciente menos opciones que nsaje 4. El cree que estoy distorsionando los hechos (pues-
una Interpretación u observación. que era tan joven cuando tuvo lugar el incidente).
Considero que los dos principios enunciados e? la ~ltima carta
actúan a modo de salvaguardia contra el uso indebido de pre- amos que el paciente responde a tu pregunta de esta ma-
guntas: 1) Solo debes interrogar con miras a una interpreta- s: «Sólo tenía seis años. Pero era un niño muy observa-
ción. 2) Debes estar preparado para responder, a tu vez, a r, doctor. Mi madre me tildaba de entrometido, porque
la contrapregunta del paciente: «¿Por qué me lo pregunta?». mpre estaba escuchando 10 que decían los adultos. Decía
En la mayoría de los casos, nuestra respuesta a la contrapre- e no tenía que hacerla, porque era muy chico para entender
gunta hará alusión a determinada Interpretación, ~, en ,este rtas cosas, y que sólo sacaría en conclusión algunas ideas
sentido, estaremos aplicando los dos pnncipros simultánea- y confusas. A veces, cuando me pescaba in fraganti, me
mente. Pero también es factible responder: <~Porg,ue no com- ndaba al piso de arriba, donde me pasaba horas enteras
,prendo 10 que dice, o t~ata de decir». Debes evitar todo otro rruñado». Supónte que entonces el paciente se encierra
tipo de respuesta (p. ej., «Polque creo qu; la .r~spuesta po- su mutismo, igualmente enfurruñado. Lo que debes hacer
dría ser importante», o «Porque. usted esta omlt~~ndo dema- ora es responder de manera tal de aludir al Mensaje 4:
siados detalles» o «Porque me interesa la cuestión») como ambién se siente así en este momento, ¿no es cierto? En
justificativo de tu pregunta. Se tra~a de un ~specto Técnico te, supongo, vuelve a abrírsele una vieja herida. Pero tam-
que, en mi opinión, reviste suma importancia. .. al menos én, en parte, puede sentir que le estoy infligiendo el mismo
en la conducción de la Psicoterapia. ño que su madre, que al interrumpirlo para preguntarle
Con frecuencia, el problema no radica en que no hayaI?os ántos años tenía en la época en que se produjo el incidente
comprendido nada, sino en que deseamos c~~prender mejor. ise implicar que usted era demasiado pequeño como para
Tal vez queramos obtener algunos datos adicionales, pregun- aberlo entendido correctamente».
tando, por ejemplo: «¿Qué edad ten~a uste~ en aq~;l enton- una simple pregunta formulada con el fin de obtener infor-
ces?». Ahora bien: puede que este tipo de indagación te pa- ación puede tener tantas implicaciones, considera entonces
rezca perfectamente razonable y út~1. No obsta~te, Simón, a las implicaciones potenciales de preguntas que trasmiten el
menudo tendrás que pagar un precio. Y el precio al que me íguiente mensaje: «No comprendo lo que me dice». No se

54
trutu I vitar ste mensaje, puesto que a veces puede result me ocurre que una de las razones por las que usted me
n e sario; pero deben tenerse en cuenta todas sus implican puede ser que usted quiere que yo a mi vez lo critique
nes posibles. Toda vez que efectuamos una observación di, te.
gida a nuestro paciente debemos tener en cuenta todas M te: Sí, está bien eso (esboza una sonrisa avergonzada).
implicaciones potenciales y probables, así como sus otros SI nto bastante estúpido.
nifícados (posiblemente no intencionales). Este principio siente avergonzado, como si realmente lo hubiera re-
válido, en particular, en relación con nuestras preguntas.
El principio de los mensajes y significados múltiples, por SI nte: ¡Seguro! Me siento realmente estúpido. (Pausa.)
puesto, va más allá de las simples preguntas. Se aplica ti también estoy resentido con usted.
igual manera a todas nuestras manifestaciones y, en partici s paradójico, ¿no? Usted me critica porque quiere que
lar, a nuestras Interpretaciones. Una Interpretación por medi te, y cuando yo le señalo eso, suena como si realmente
de la cual se explica, verbigracia, por qué mi paciente trat tuviera retando.
cruelmente a su hermano, puede llevar implícita una exon
ración o una recriminación, aunque no fuera esa mi intenciói
Cuando llegue el momento de hablar largo y tendido acen
de las Interpretaciones analizaremos exhaustivamente este a
pecto del problema. Digamos, para sintetizar, que toda Inter as de hacer una Interpretación, tras la cual se suscita el
pretación lleva implícita una carga de significados adicional ente comentario:
que pueden ir de la aprobación a la prohibición. Entre-su
significados implícitos puede contarse una norma, un consej ente: Eso que acaba de decir está muy bien. Sí, lo que
una reconvención, el perdón. ¿No podemos hacer nada par hizo portarme tan mal con mi madre ayer fue que yo
evitar tales implicaciones? la que me mimara como cuando era pequeñito. Entonces,
Un Conductista respondería de la siguiente manera: 1) 1 desquito con ella. Eso explica el porqué. (Pausa.) Ahora
Refuerzo es inherente a toda intervención. 2) No solo es imi lo sé, me siento mucho mejor. ¡Qué perra! Realmente
til procurar eliminarlo, sino que ello va en desmedro de 1 merecía, ¿no? Tratarme como si fuera un extraño. (Ha-
eficacia terapéutica. Concuerdo con 1 (aunque sólo en prin silencio.) ¿Sabe una cosa? Ahora me siento totalmente
cipio), pero discrepo con 2. Podemos estar sobre aviso I lado. Ni siquiera siento molestia alguna en el estómago.
cuanto a las implicaciones del Refuerzo, y enunciarlas al plI ente usted es un terapeuta genial. (Silencio.)
cien te. Podemos (es tu deber hacerla) aclararle que, aunqu , Ahora se siente agradecido conmigo por dos razones, se-
en principio ciertas implicaciones pueden ser inevitables, en veo las cosas. Una es que lo ayudé a comprender por qué
realidad no era nuestra intención aludir a ellas. Con el fin d portó tan mal con su madre ayer. La otra es que la expli-
que no quede duda alguna al respecto, debemos estar siempr '6n lo alivió. En cierto sentido, me estoy poniendo de su
preparados para señalarle, luego de una intervención nuestro o contra ella, como si estuviera justificando su conducta.
los significados implícitos que no era nuestro propósito tra al vez puedas agregar:) En cierto modo, hice lo que ella
mitir. Permíteme demostrar te, por medio de ejemplos, de qu hizo: mimarlo.
manera puede lograr se esto. (No quiero decirte que necesa
riamente debas proceder de este modo; pero sí que estés pr
parado para hacerla si lo consideras sensato.)

'Iciente: Los hombres son chauvinistas natos, y mi marido


Ejemplo 1 cuenta entre los peores. En cuanto llega a casa, terminado
trabajo, quiere ser tratado como un rey. Tengo que ser-
El paciente ha estado criticándote abiertamente por tu maner a, tengo que reconfortarlo, tengo que, vigilar a l~~ chicos.
pedante de expresarte, tu envaramiento, tu torpeza. caso no estuve trabajando todo el día yo también? Por

56 7
supuesto, ayer estallé cuando comenzó a recrurunarme pOI yo) que, a medida que avanza el tratamiento respon-
no tener lista la cena. No tenía ningún derecho a enojarse . a tus intervenciones de una manera que demuestra,
(Pausa.) Pero no sé por qué tuve una explosión tan terrible, ln~en~e~~?te, que f!-0 sienten que les estás imponiendo
No fue mi intención, sabe. Simplemente, me dejé llevar pOI , ru dmglendolos, 111 que lo que haces es recriminarlos
la cólera. (Silencio.) erarlos, brindarles consejos ni nada semejante. Y si l~
Tú: ¿Tal vez porque usted también tenía sus dudas creía qu\' ten, se trata entonces de un problema de Trasferencia
hasta cierto punto el enojo de su marido podría estar justi debe ser considerado como tal.
ficado?
Tu tío, con afecto
Paciente: ¡Ah, qué inteligente, doctor! Así que cree que m'
sentía culpable. (Rompe a llorar.) Lloro porque lo que usted
dijo es verdad; efectivamente, me sentí culpable.
Tú: Eso no explica por qué usted está llorando en este
momento.
Paciente (llorando): ¿Qué quiere decir?
Tú: Creo que está llorando porque ahora está enojada con-
miga. Y está enojada conmigo porque, al señalarIe que usted
tal vez creyó justificado el enojo de su marido, aparentemente
me estoy poniendo del lado de él y en contra de usted.

Cuando al comienzo de esta carta señalé que toda pregunta


requiere una respuesta, en tanto que no ocurre lo mismo en
el caso de una Interpretación, tal vez exageré un poco las co-
sas. Los pacientes suelen sentir que toda Interpretación re-
quiere una respuesta de su parte. Muchos se creen obligados
a considerar el contenido de la Interpretación; algunos sienten
que deben confirmarla o refutarla, otros sienten la necesidad
de expresar gratitud por lo que les brindas, y reaccionan
entonces de diversas formas. Todas esas reacciones deben ser
expuestas y analizadas, porque no era propósito del terapeuta
provocadas y, por lo tanto, no son respuestas deseadas. El
ideal que perseguimos es un estado de cosas en que el pa-
ciente se sienta tan libre después de una Interpretación como
antes. Por supuesto, es uno de los tantos ideales inalcanza-
bles; pero hay que tratar de aproximarse a él.
En consecuencia, mi respuesta a tu segunda pregunta es la
siguiente: Es innegable que, hasta cierto punto, toda vez que
hablamos con el paciente estamos dirigiéndolo e imponiéndole
algo; pero ello no impide que adoptemos los recaudas nece-
sarios contra toda influencia de esta Índole. No solo podemos
aplicar medidas activas para contrarrestar las consecuencias no
buscadas, sino que podemos también explicarle que nuestra
intención no era en absoluto provocarlas. Si te tomas el tra-
bajo de poner esto bien en claro ante los pacientes, en forma
reiterada y con sensibilidad, descubrirás (como lo he descu-

58 59
lderemos tres actitudes básicas: escepticismo, sentido crío
Carta n? 6 y respeto. Observemos que no resultan igualmente ade-
as en relación con los tres ingredientes antes citados. La
duría Pragmática (o experiencia práctica) merece respeto,
ado a un cierto sentido crítico, en tanto que la Concep-
, ación Teórica exige cierta dosis de sentido crítico, junto
una pizca de escepticismo. Antes de analizar las supuestas
rencias, me permitirás que te exhorte (Sermón Inspirador)
sIayar todo tipo de actitud extrema cuando enfrentes un
Querido Simón: - .' , . a tan amplio y multifacético como el de la psicoterapia.
Descubrirás (si no 10 has hecho ya) que la literatura didécticn grado extremo de escepticismo puede resultar odioso y
referida a la psicoterapia se compone, por 10 general, de tre.s ril; y es perfectamente factible (y deseable) adoptar una
ingredientes: Conceptualización .~eóric~, Sabiduría .Pragmátl itud crítica sin por ello volverse insoportable. Todo pos-
ea y Sermón Inspirador. Identificar dl~hos u:gre~lentes de ado, tesis o argumento lógico que nos propongan puede
bería ser fácil, pero no 10 es. En primer termino, suelen pre ser aceptado con ciertas condiciones y alguna incerti-
darse en forma simultánea; por 10 común, todo postulado bre. Toda actitud parcial puede aunarse a cierta dosis de
consiste en una idea abstracta aunada a una experiencia prác da; y es posible rechazar aquello que no nos convence adop-
tica elementos ambos que derivan de algún esperanzado ideal. do una actitud igualmente moderada.
Ad~más existe considerable grado de superposición entre los 1 vez todas las actitudes mencionadas tengan un elemento
distintos elementos citados: analizado más de cerca, un con- común: una curiosidad que nos impulsa a indagar más. En
cepto teórico quizá sea poco más qu~ una muestra de Sabio do enfoque Científico, empero, a dicha curiosidad se le aña-
duría Pragmática expuesta en lengu.aJe co?ceptual. C~eo gu~ escepticismo, en tanto que en todo enfoque Artístico ella
la razón estriba en que los tres mgredientes mencionados apareada con el sentido crítico. Cuando el profesor me en-
involucran valores y actitudes diferent~s entre sí. Hoy eD: día a a pintar un paisaje marino no 10 encaro con actitud desa-
la Sabiduría Pragmática suele ser objeto de menosprecio y nte, exclamando: «¡Pruébemelo!». Cuando me indica cómo
despertar nuestra desconfianza, por la sola ra~ón de que co- terpretar un pasaje de una sonata de Beethoven, no le pre-
mete un pecado abominable: ~pe~~r a la, ~utondad. En ~onse. to: «¿Cómo 10 sabe?». Después de todo, el desafío sería
cuencia y como la Conceptualización Teórica por 10 comun no talmente vano, y la pregunta ya tiene respuesta en el hecho
merece 'profundo respeto, la sabiduría tiende a ser entrelazada que haya elegido a esa persona como profesor (y, en con se-
con la teoría. El Sermón Inspirador también ha caído en des- encia, aceptado sus credenciales). No significa esto, sin em-
gracia, por lo cual suele <servertido en términ?s cuasi-teóri~os rgo, que acepte de buenas a primeras todo lo que él diga
(y escuchamos entonces conmovedoras teorias sobre la m- haga, que posponga todo juicio crítico y renuncie a mi
trínseca «Bondad del Hombre»). nsibilidad; pero no recibiré sus enseñanzas con escepticismo.
El motivo por el cual deseo poner bien en clar,? todas ~s~as spués de todo, existe una sutil diferencia entre escepticismo
diferencias es que también se dan las correspondientes distin- sentido crítico. Emulando a la Haggada,* digamos que:
ciones en las actitudes que estimo adecuadas para enfocar ~l
tema de la psicoterapia. Y la razón por la cl:lal hago re~erencla 1 Escéptico replica: ¡Qué interesante! Pero, ¿qué pruebas
a dichas actitudes radica en el tono escéptico de tus mterro- lene? Aceptaré su proposición siempre que la base en pruebas
gantes. Tal vez debería habe~, tocado el ter.na en una cart.a decuadas, en evidencias sólidas y rigurosas.
anterior. Posiblemente, me deje llevar por mi deseo de termi- 1 Crítico replica: ¡Qué interesante! Pero, ¿cuáles son sus ar-
nar de una vez por todas con las Introducciones, .0 tal vez mentos lógicos? Aunque no carezca de sentido, su pro po-
me haya vuelto demasiado re~cio a brindar .c~nseJo algun.o
(consecuencia de abstenerme slempre. desu~mIstrarlo a mis Parte del Talmud destinada a explicar las Escrituras mediante pa-
pacientes). Sea como fuere, ahora quiero senalarte algo. ábolas, anécdotas, etc, (N. del E.)

60
sicion no me parece del todo sólida. Algunos elementos SOI1 úmero considerable de opciones, dadas ciertas condiciones
adecuados, pero otros no. Para aceptarla tendría que ver cóm tivas al material, los usos sociales y las costumbres o far-
se aplica, y en qué condiciones y con qué límites puede darse. de vida. La psicoterapia, asimismo, depende de condicio-
espaciotemporales; se trata de una actividad cultural en la
El sentido crítico, como podrás observar, entraña el ejercicio .da en que se halla inmersa en la realidad social, y res-
del proceso cognitivo de asimilación. El criterio rector es: «¿L de a dicha realidad. Desde el punto de vista intelectual,
encuentro sentido?», «¿Se adecua a los elementos que ya co- de resultar gratificante buscar un denominador común en
nozco?». Llevada al extremo, dicha actitud impediría que s las formas de psicoterapia, como si pudieran eliminar-
surja nada nuevo bajo el sol. Pero esa posibilidad se ve sosla- todas las variables culturales y sociales; pero desde el
yada en virtud de un proceso de acomodación. La persona to de vista práctico, posiblemente eso sea vano. En todos
dotada de una mente crítica no exige, simplemente, que todo niveles del discurso, salvo el más abstracto, suele ser
elemento nuevo encaje dentro de los esquemas que ya tiene cil reducir las diferencias individuales a un común deno-
elaborados, sino que permite que dichos esquemas sean modi- adoro En consecuencia, es prácticamente inevitable que per-
ficados y vayan evolucionando (lentamente, quizá, y algunos as distintas, en momentos y lugares también distintos,
con más lentitud que otros). Pero los procesos gemelos de engan beneficios diferentes a partir de formas igualmente
asimilación y acomodación (te vendrá a la memoria Piaget, si erentes de psicoterapia.
bien son muchos los psicólogos que han descrito dichos pro- la medida en que convertirse en psicoterapeuta es algo
cesas) aseguran que nuestras creencias y valores, nuestros co- ilar a convertirse en artista, se comparten algunas de las
nocimientos y comprensión, evolucionen de manera adaptativa. smas dificultades y riesgos. Tal vez el más grande de todos
A veces nuestros esquemas deberán modificarse en forma el de cerrarse a toda influencia nueva, decidiendo, a cierta
radical y precipitada; pero dudo de que ello ocurra en torno ura de los acontecimientos: «He llegado a dominar el Arte,
a los hechos producidos en el campo de la psicoterapia. conozco la Verdad». Por añadidura, así como el cirujano
La cuestión de las actitudes tiene relación C011 otro problema ele creer que la mayoría de los pacientes obtendrán bene-
más amplio referente a la psicoterapia: ¿Se trata de una Cien- 'os máximos a partir del tipo específico de tratamiento que
cia? ¿De un Arte? ¿De Ambas cosas? ¿De una Tecnología? prescribe, y el arquitecto considera que la gran mayoría de
Ahora bien: personalmente, opto por la tercera respuesta habitantes de una ciudad podrán vivir de la manera más'
(Ambas cosas). Y, en mi opinión, la mayor parte de las nfortable en el tipo específico de edificios que él construye,
formas actuales de terapia (con la posible excepción de la psicoterapeuta suele creer que la mayoría de los pacientes
Modificación de la Conducta) entrañan más un Arte que una brán de beneficiarse con el tipo específico de terapia que
Ciencia. El Gran Interrogante reside en determinar si la psico- practica. Dicho convencimiento puede ser inevitable, inclu-
terapia debe ser más Científica, o estipular el lugar que la para aquellos de nosotros que admitimos intelectualmente
Ciencia puede y debe ocupar en ella. En la medida en que se falla básica de ese razonamiento y reconocemos que todo
trata de un Arte, sin embargo, configura una de las Artes te (en particular, un Arte Aplicado) se caracteriza por su
Aplicadas, más afín a la arquitectura que al Arte de un pia- latividad esencial. A diferencia del poeta, no podemos sufrir
nista, por ejemplo. Y así como el arquitecto debe limitar sus ntinuamente la angustia de perseguir a la evasiva Musa.
pretensiones artísticas a rígidos principios de ingeniería y físi- ambién existe una tendencia a mostrarse complaciente y
ca, el psicoterapeuta debe basar su práctica en sólidos prin- olverse algo dogmático. La mayoría de nosotros tenemos ne-
cipios de relaciones interpersonales y psicología. sidad de aferrarnos a algo que sabemos, algo que podemos
Consideremos ahora el hecho de que no todos los métodos acer: se requieren grandes esfuerzos y considerable valentía
empleados para introducir cambios en la conducta del hombre ara modificar nuestra forma básica de trabajar. Pero también
pueden ser igualmente eficaces. Algunos lo son en mayor me- mas víctimas de una tentación que nos impulsa a intentar
dida que otros, así como pueden resultar, también, más válidos cambio, a ver en 10 que es diferente algo mejor y más
o más humanos. La analogía trazada entre la psicoterapia y eativo, porque en nosotros se da la tendencia intrínseca a
la arquitectura pone de relieve que siempre se nos presentan eer que la introducción de cambios asegura automáticamente

62 63
el progreso. Por consiguiente, Simón, a tu sentido crítico debe umplen las citas?). Sea como fuere, debemos hacer a un
aunarse una suerte de tranquila convicción; y no debes con- esa preocupación y proceder de manera ecuánime en-
fundir flexibilidad con volubilidad. tanda la posibilidad (inevitable, en realidad) de que el
Nada digo sobre el respeto que infunde el Sermón Inspirador, r a menudo descubra en el texto una paráfrasis apenas
El respeto es una actitud tan sutil como traicionera. Sea como ulada y se diga: «[Qué bribón! Reproduce las palabras
fuere, daré por sentado que es esa la actitud que asumes al Merton Gill como si fuesen suyas». 10 único que podemos
leer esta carta. r en nuestro descargo es admitir desde un comienzo (tal
o lo es.to? haciendo yo ahora) que nuestros pensamientos,
Tengo perfecta conciencia de que lo que te digo en estas cartas as y opiniones surgen de múltiples lecturas y experiencias
parece derivar exclusivamente de mi propia experiencia y con- apr~ndiz~je. Lo que importa no es que el autor las haya
cepciones, Lo que ocurre es que he decidido omitir toda cita endido, sino que las acepte. Y, en particular, cuando no se
o referencia a otros autores, por lo cual mis creencias y opi- tea u~ ideal de erudición sino que persigue metas didác-
niones no se verán respaldadas por la autoridad y experiencia s, no nene por qué preocupado demasiado la medida en que
de terceros. Pero supongo que sabrás que, por detrás de mí, terminada idea sea totalmente original. Al menos, tal es la
hay una rica tradición de Sabiduría Pragmática. Considero que stura que he decidido adoptar al escribir estas cartas, Cuan-
la experiencia pragmática (clínica, naturalista, etc.) constituye te dé la bibliografía prometida, verás cuáles son algunas de
una de las principales fuentes de conocimiento en el campo fuentes de mis métodos y principios,
de la psicoterapia. Creo que el tan vilipendiado método Anec-
dótico ocupa un lugar central en el ámbito de la psicología, y jame que siga perorando un poco, Simón. La reductio ad
que descartarlo totalmente en favor de métodos relativamente surdum puede constituir un desafío necio y destructivo. Es
más científicos constituye un grave error. En consecuencia, es uy común, en ciertas ramas de la filosofía 'someter cada
importante tener en cuenta que un hombre con la experiencia oposición a una prueba extrema, examinada' en condiciones
clínica de Karl Menninger cree esto o lo de más allá, o que tremas para determinar si en cierto momento se trasforma
alguien con la facultad de discernimiento de un Carl Rogers algo absurdo. Ahora bien: aun cuando la aplicación de
haya abandonado tal o cual enfoque. Es inevitable que nues- c~o. méto?o resulte lógica para examinar cierto tipo de pro-
tra predisposición a aceptar determinado postulado dependa, SIClO?~Sintelectuales, no lo es en relación con el tipo de
al menos en parte, de la reputación de quien lo formula. ~0'p0s1C1onesanalizadas en estas cartas, Por un lado, los prin-
Si guiado por una escrupulosidad compulsiva decidiera dar píos que expongo no son susceptibles de aplicación en su
debido crédito a toda concepción, enunciado, principio, fun- rma extrema, sino que deben ser aplicados de manera equi-
damento lógico y argumento existentes, no solo tendría que brada, .Las cosas son siempre relativas, o, para expresado
releer todo el material leído sobre el tema y recordar cuanto ás gráficamente, tienen un punto óptimo (viene a mi memoria
hubiera oído' al respecto, sino que mis cartas estarían repletas ubicua curva en forma de U utilizada para casi todas las
de citas y referencias (con lo cual su lectura se tornaría aún . nciones psicológicas)., En las cuestiones psicológicas hay
más pesada). y existe otro inconveniente (de índole psicoló- empre notables excepciones; y, puesto que deseo evitarme la
gica), más grave todavía, en relación con la imposibilidad de .olestia de insertar un calificativo tal como «relativo» u «óp-
evitar las omisiones o de no dar el debido crédito a lo que timo» toda vez que enuncio una proposición, prefiero dados
corresponda. Para todo autor siempre resulta un motivo de a por sentado. Asimismo, descartaré todo caso extremo: pre-
embarazo parafrasear las palabras de un Menninger o un Ro- uI:0ndremos que cada principio tiene sus límites y puede
gers (o citados textualmente) pretendiendo que se trata de pen- aplicarse dentro de una serie de condiciones óptimas,
samientos propios. El hecho de que ello pueda suceder de a que estamos, perrníterne añadir algo sobre el empleo de
manera totalmente involuntaria es 10 que más preocupa. Tal anal<;>gíasy metáforas. La tentación de recurrir a ellas para
como señaló Bakan, la mayoría de los eruditos se ven acosados explicar Cle.rtos temas en el campo de la terapia y proporcio-
por una sensación de culpa, en el sentido de que tal vez no nar los debidos argumentos suele ser irresistible; y surge siem-
sean todo lo escrupulosos que tendrían que ser (¿ves el papel pre que nos vemos en posición difícil. Pero no debemos perder

64 65
de vista el hecho de que analogías y metáforas son poco m~ a n'" 7
que imágenes auxiliares rudimentarias que nos permiten ilu:
trar algún punto con mayor facilidad; rara vez pueden consi
derarse modelos teóricos. Incluso en el mejor de los caso
deben siempre despertar ciertas sospechas, y nunca debe tornár
selas en sentido demasiado literal (ni demasiado en serio). LII
Psicoterapia (y, en particular, la Psicoterapia) es un hecho
único. No se trata de un juego, ni de un viaje, ni de un trabajo
de reparación, un ajuste hidráulico o una dieta; solo es 10 que ido Simón:
su nombre indica. El problema no reside en que las analogías tienes por qué disculparte. Creo que en realidad aproveché
no puedan ser útiles; como podrás ver claramente, creo que ue no era sino una leve muestra dé escepticismo como
lo son. Pero a veces su utilidad es ilusoria. Necesariamente, sa para mi perorata. Cuando trabajo con los pacientes
distorsionan la cuestión, y en ocasiones pueden trasmitir in- bién busco la oportunidad de hacerla, y a veces veo opor-
formación errónea. En consecuencia, debe utilizárselas funda. dades donde no las hay. Me atrevería a afirmar que,
mentalmente con fines de ilustración, pero rara vez con fines do hagas psicoterapia, también tú serás a veces acusado
de persuasión. paranoia (o, como lo expresó mucho mejor uno de mis
Por último, Simón, te ruego seas tolerante; tolerante con res- lentes, « iUsted toma demasiado en serio todo 10 que yo
pecto a la incertidumbre y la ambigüedad. En el curso de 01») .
estas cartas estoy haciendo referencia a un sistema que cons- afirmación de que es prácticamente inevitable que distin-
tituye una suerte de conjunto dinámicamente organizado de personas, en distintas circunstancias y lugares, habrán de
partes interrelacionadas. Pero las partes deben presentarse en ener diferentes beneficios de formas también diferentes de
forma lineal, como si formaran una serie concatenada; ocurre apia, te pareció llena de implicaciones en relación con la
que sólo puedo encarar una cosa por vez. Si a cada paso tengo coterapia. Y, como te preguntas cuáles son esas implicacio-
que tomar en cuenta toda pregunta, limitación o considera- , creo necesario recurrir a otra de mis Introducciones.
ción que se plantee, me haré un embrollo del que me será míteme enfocar el tema en forma indirecta, partiendo del
difícil salir. Por consiguiente, a menudo tendrás que aguardar ho de que siempre existen diferencias sustantivas entre
la Ilezada de alguna carta futura para enterar te de algo afín al a terapia y otra. Incluso dos pacientes muy parecidos, con
tema que estábamos tratando. Cierto grado de repetición es
b
blemas muy similares, que se analicen con el mismo tera-
inevitable, pero mi buena voluntad al respecto tiene sus lfrni- ta, inevitablemente han de vivir experiencias terapéuticas
tes, y con frecuencia omitiré mencionar, en una carta, algo nificativamente distintas. Al menos, así ocurre en el caso
que tenso el propósito de decir en otra posterior. las formas tradicionales de psicoterapia, debido a que el
Creo qu~ te darás cuenta de que esto no significa, de ninguna tamiento en sí no radica, simplemente, en recetar un me-
manera, que tus preguntas y críticas no sean bienvenidas. Mis amento para curar determinada enfermedad. La posibilidad
deseos son, precisamente, que adoptes una actitud crítica y me diálogo que brinda el psicoterapeuta no es lo mismo que el
formules todo tipo de preguntas; pero, también, que seas medio que prescribe el médico clínico. Sería exacto afirmar
paciente. e aquel brinda un tratamiento no específico en cuanto al pro-
Tu tío, con afecto ema del paciente. En un sentido importante, 10 que trata
es el problema, sino al paciente mismo. Me pregunto
mo encarar el tema con sensatez.
n muchos los riesgos que debo evitar. No quiero otorgar al
unto una importancia que en realidad no merece, ni recurrir
algún clisé de moda sobre la «persona total». Cuando sos-
ngo que lo que nosotros tratamos no es el problema sino

66 ~7
al paciente, obviamente estoy oponiéndome al denominn cion a una amplia serie de elementos relacionados
modelo médico y su concepto de enfermedad. Como sal» nducta y experiencia; y enfocaremos aspectos del
Simón, dicho modelo ha sido objeto de críticas tan profunil que no tienen, en apariencia, relación alguna con el
como válidas en estos últimos años; pero cuando la críti 11 que lo impulsó a iniciar la terapia. Al respecto, el
excesiva, siempre suele ir demasiado lejos. Ya suena gratuiu nto no tiene relación específica con el problema en
por no decir arrogante, repetir constantemente que los PSil1 n, sino con el paciente mismo, con su Mente. Nuestro
terapeutas tratamos al paciente (o deberíamos tratarlo) COIIII básico es, en síntesis, suministrarle una Experiencia
persona total, como una guestalt viviente. Dicha afirrnacuu utica (pronto te explicaré en qué consiste). Trabaja-
se ve muy bien en letras de molde; ¿pero qué quiere decir I partir del supuesto (hipótesis de trabajo) de que cuan-
realidad? De todos modos, dudo de que las implicaciones '111 ciente haya experimentado el proceso Psicoterapéutico
posee en el ámbito de nuestra labor justifiquen los eXCCM' iará su síntoma o problema.
de retórica. Por lo tanto, me permitirás que enuncie el P!" ra manera de decir esto mismo. Nuestro modo de tratar
blema en forma más realista de lo que es habitual. blema presentado de entrada por el paciente es enea-
Comenzaré por aclarar algo obvio que, no obstante, podi n forma indirecta y desde el punto de vista de otros
parecer te fuera de lugar. La psicoterapia, en general, y I s de su personalidad. No consideramos las fobias, el
Psicoterapia en particular, no constituyen métodos de trate obsesivo, la vena paranoica, la incapacidad para esta-
miento aconsejables para absolutamente todos los pacienu relaciones íntimas, como aspectos aislados del paciente,
que solicitan su ayuda al psicoterapeuta. Ya tendré ocasión, SI «cuerpos extraños» en un organismo por lo demás
duda, de ser más explícito en relación con algo que, por, ti De lo contrario, procuraríamos tratar!os en forma direc-
importancia, deseo dejar bien en claro: que los métodos qu lugar de ello, lo que hacemos es encarar una amplia
te describo en esta serie de cartas no resultan apropiado ad y gama de aspectos de nuestro paciente. ¿Enfocamos
para absolutamente todos los pacientes. En ciertos casos I esos aspectos, entonces? ¿Al paciente en su totalidad?
Psicoterapia resulta por completo inadecuada, incluso nefanda eso sería lisa y llanamente una ficción. No obstante, en
Un paciente sumido en un estado de aguda depresión, pOI dida en que nos permita aclarar las cosas, puede resultar
ejemplo, difícilmente pueda soportar sus requisitos, y rneno artir de esa ficción.
aun beneficiarse con el tratamiento; está contraindicada par . ícil, por no decir imposible, desechar ciertas ficciones
los pacientes con graves deficiencias en su Juicio de Realidad carar el tema de la psicología y la psicoterapia (ellas son
que pueden ser psicóticos fronterizos; y otro tanto ocurre en d tras teorías, como gusta señalar Skinner). La serie de mé-
caso de quienes adolecen de graves defectos de carácter (p. ej., s que te presento presupone un estado de cosas ideal, y
los denominados psicópatas). Por añadidura, hay pacient ealidad solo es posible aproximarse a dicho estado. Se
que, más que cualquier otra cosa, necesitan medicación, o re de un estándar, por no decir una teoría. La utilidad
acondicionamiento, o un auténtico encuentro interpersonal, o ea de esta forma de discurso reside en que nos permite
terapia de grupo. Pero no es mi intención señalar todos lo dar principios sin tener que hacer las debidas aclara-
casos y circunstancias en que se requeriría un tipo distint es y salvedades a cada vuelta del camino. Resulta suma-
de tratamiento. En alguna carta futura enfocaré el tema el te ventajoso poder hablar de la «persona total» , del «pa-
las modificaciones, y consideraré, también, la situación del pa te medio esperable», de la «neutralidad e impersonalidad
cien te que busca curarse de determinado síntoma para el cual terapeuta», etc., etc.; pero dicha ventaja se diluye si per-
se aconseja un tipo totalmente distinto de terapia. os de vista una verdad indiscutible: que, en esencia, se
Lo que deseo aclarar es lo siguiente: una vez juzgado, desde el ta de simples ficciones teóricas. Por empezar, dichas can-
punto de vista clínico, que la Psicoterapia es efectivamente ciones sugieren un alto grado de uniformidad, que pueden
el tratamiento que se impone (y una vez que nos aseguramoi ucir a error o cegamos a la realidad. Una teoría adecuada
de que el paciente comprende lo que ella entraña), procede. uestamente permite aumentar nuestra comprensión y capa-
remos sin tener mayormente en cuenta el síntoma o problema ad de observación; pero no son raros los casos en que
que nos ha presentado de entrada. Por el contrario, presta rre todo lo contrario.

68
Todo intento de presentar por escrito una serie de pri?cipio 8
v métodos psicoterapéuticos inevitablemente dará una imagen
exagerada de coherencia y uniformidad, que puede resultar
muy engañosa a menos de ~econocerse que lo que cu~nta .
siempre su fundamento racional. Al respecto, desearía suh
rayar la importancia de tales fundament.o~ lógicos, en ~esm'
dro del papel que supuestamente cumplirían las denominada
reglas. Estas últimas solo son aplicables en. el caso de UII
juego; y la psicoterapia, por cierto, no es ~n Juego. Por C~" do Simón:
sizuiente
b ,
no es mi deseo que interpretes mnguno 1 de. los ptlll recordarás, los dos pilares igualmente importantes so-
cipios Técnicos de la Psicoter~pia. como reg ~s, smo cornil los que descansa la Psicoterapia son la Técnica y la
simples abstracciones o generalizaciones. 0nslderemos, pOI prensión. La Interpretación (tema de esta carta) es el
ejemplo, una «regla» aparentement~ ta~ s~n:Pl~ como. la dI ento fundamental de la Comprensión; esta es formu-
que el paciente deba abonar :honoranos sl!5mfI~at1vos. Sin pro enunciada y comunicada a' través de Interpretaciones.
fundizar en la cuestión, te diré que hay situaciones en que l? Interpretación puede iniciarse diciendo «Comprendo »,
fundamentos lógicos subyacentes a la «regla» pue~en cump~1 prendo que usted ... », ~Comprendo por qué usted ».
se de manera más cabal eliminando todo honorario. Por ana e hacer referencia a lo que el paciente experimenta o ha
didura, hay circunstancias (más comunes que el hecho de que imentado, decir por qué se comporta de determinada
no se paguen honorarios, por supuesto) en que. la «regla» a, enunciar en forma articulada sus experiencias y accio-
simplemente carece de sentido, por lo cual no Importa, en y explicadas.
realidad cuáles sean los honorarios. En cada uno de 10 Interpretación tiene dos variables centrales: formulación
casos que se presenten es preciso evaluar con sentido crítico ortunidad t timin g ) (el Qué y el Cuándo de aquella).
cada principio y cada prescripción o pros~ripción Téc~i~a. Na necesidad, me veré obligado a analizar por separado ambas
da debe aplicarse jamás en forma mecánica o autornanca; S\l bles, si bien son inseparables en la práctica: el Cuándo
fundamento racional es lo que cuenta. eterrninado por el Qué, y viceversa. Actúan también una
Lo mismo ocurre en la aplicación de la Psicoterapia como un de variables (o consideraciones) de importancia rela-
todo. No solo debemos determinar, en cada caso, si cabe o n das con el Cómo: En Qué Medida, Con Qué Profundidad,
utilizar el método, sino que, cuando decidimos aplicado, e. Qué Grado de Seguimiento, etc., etc. Sería apropiado
preciso actuar con juicio y discreci?? a cada v~lelt~ del cam~. enzar esta carta examinando, sin embargo, otro interrogan-
no. La Psicoterapia no es algo unificado que impida la apli- e importancia básica: Por Qué. ¿Por qué elaborar Inter-
cación de alzunos de sus elementos, independientemente de ción alguna? Pero analizaré dicha pregunta después de
los restantes bO la introducción de ciertas modificaciones de im- ciar 10 que, a mi entender, constituyen los principios
portancia. Mi consejo es, simpleme~te,. que dichas J?odifica. ores de toda buena Interpretación. Sostengo, por otra
ciones sean consideradas como desviaciones de un Ideal, de e, que la Psicoterapia se basa ampliamente en la modalidad
manera de poder comprender sus consecuencias a la luz de l?s erpretativa. De no ser por las Interpretaciones, el carácter
fundamentos racionales del método. En mi opinión, los dis- gular de la relación entablada, así como la neutralidad e
tintos elementos que componen el todo denominado Psicote- personalidad del terapeuta, podrían convertir al tratamiento
rapia guardan entre sí coherencia interna; pero dud.o de que tal un ritual mecánico, carente de vida y significado, algo con
coherencia sea muy elevada. Me preocupa, por CIerto, de te:. cha forma y poca sustancia.
minar hasta qué punto se da esa unificación y coherencia vista de que nuestras Interpretaciones inevitablemente
interna. Pero mucho más me preocupa que el todo sea algo ejan nuestra manera de conceptualizar y Comprender la
sólido, eficaz y humano. ducta humana, también sería apropiado iniciar esta carta
Tu tío, con afecto n algunas consideraciones teóricas. Empero, preferiría pos-

70
-'\
ponerlas y, una vez más, tratar de que quede bien en claro ci6n. El terapeuta confiere naturalmente su estilo y defen-
algo muy simple: los principios que expondremos son pertí racterísticas a toda Interpretación que elabora, siendo
nentes a las Interpretaciones en general, no importa mayor dalidad obsesiva quizá la más típica; ella incluye ten-
mente cuál sea el contenido particular de estas. No es nu 85 tales como dejarse llevar por lo circunstancial, caer
intención argumentar que dichos principios no entrañan unn incertidumbre, sobreelaborar las cosas, cavilar en exceso,
postura teórica, porque evidentemente la entrañan. Pero ell« Por tal razón, el principio de simplicidad apuntado suele
ocurre en un plano teórico al que ya hice referencia -y I ntar notorias dificultades en su aplicación. Con no poca
no la hice, de todas maneras podrás intuirlo sin dificultad- encia, el terapeuta experimentado echa a perder una Inter-
Prosigamos, pues, con el tema central de esta carta. ción violando dicho principio; y esto ocurre más a me-
aún en el caso del terapeuta menos experimentado. (Tu
isor te hará una frecuente exhortación: «¡No compli-
Principio: Cuanto más simple es la Interpretación, mejor las cosas!».)
ntinuación trascribo una serie de Interpretaciones prepa-
Toda buena Interpretación se caracteriza por su simplicidad \ con el fin específico de ejemplificar dicho principio.
parquedad; enfoca con claridad el tema, y constituye un buen
ejemplo de guestalt. Explica solo aquello que, por el mamen
to, resulta necesario, pero no va más allá. Va al centro mismn
de 'la cuestión, y no se enreda en disquisiciones al margen.
Consideremos Ia siguiente interpretación, un ejemplo cabal ioocada.) Me pregunto cómo es que no se sintió lleno
(casi caricaturesco) de falta de simplicidad: úbilo al recibir esa buena noticia. Después de todo, Ja
a estado esperando durante semanas enteras. Y estaba
«Según usted dice, solo se siente un poco preocupada por 111 ansioso al respecto que incluso canceló el compromiso de
manera en que su primo la hizo objeto de su rechazo la seman ese partido de tenis que tenía el sábado. Creo, en con-
pasada. Pero esto es algo que ya venía temiendo desde hac encia, que la noticia era más de /10 que entonces podía
mucho. Luego, cuando por fin ocurrió, se pasó una noche 'sin rtar, que en cierto modo era peligroso mostrarse rebo-
dormir, y desde entonces se siente cansada y deprimida. N~ te de júbilo, teniendo en cuenta su extrema ansiedad. En
sabe a ciencia cierta por qué se siente así, y se pregunta SI palabras, tras varias semanas de espera resultaba impo-
no será debido al nuevo régimen que inició. Dice, sin embar e, y tal vez peligroso, experimentar un júbilo desmedido
go, que nunca le sucedió nada por el estilo cuando ya en la noticia, en razón de su intensa ansiedad.
otras ocasiones se puso a dieta; por consiguiente, tal vez no orrecta) Me pregunto cómo es que no se sintió lleno de
sea ese el motivo. Ahora bien: por mi parte pienso que b ílo al recibir esa buena noticia. ¿Tal vez un gran regocijo
causa de todo está en el rechazo de que le hizo objeto su ubiera resultado peligroso?
primo; usted dice que solo la preocupó un poco, pero hay
indicios de que la preocupa más de lo que imagina».

Sería mucho más eficaz decir, simplemente: «Creo que en


realidad el rechazo de su primo la trastornó más de lo que quiuocada.) Cuando usted adoptó una actitud tan crítica
imagina». relación con la forma en que cocina su esposa (una actitud
Lo que debe evitarse es llegar al estado de Confusión resul rcrítica, como usted dice), no omitiendo nada pasible de
tante de una sobreelaboración (proceso claramente obsesivo), criticado, como [a manera de poner la mesa, la ilumina-
Esto sucederá a menudo, Simón, porque sentirás la necesidad n, la salsa e incluso el postre, ¿no cree que no estaba hacien-
de «dorar la píldora». Tal vez consideres que lo que debe otra cosa que descargar su enojo con ella porque su mujer
decir le resultará extremadamente doloroso a tu paciente, por cidió invitar a comer a los Suárez, cuando usted hubiera
lo cual tratas de amortiguar el golpe, y arruinas toda la Inter- eferido invitar a 10s García?
,
72 7
(Correcta.') Cuando usted adoptó una actitud tan crítica en . Por lo general resulta más aclc '\llldll 11 'ti 11 i I
relación con la forma en que cocina su esposa (una actitud una Interpretación compleja en V!\1'Í l. J>1IJ'l( • V 1" 11
hipercrítica, caín o usted dice), creo que lo que ocurría (' de a una por vez. Llegamos así a la ClIl'Stic'1I1 dl·1111I t I
que estaba muy enojado con ella. al de las I~t,erpretaciones, tem~ que muy )11'11I1111 11111
os en relación con su profundidad (recordunis 1111 I
Uustrado en dos de los ejemplos de mi carta r '(l'1l11l1 1
Ejemplo 3 écnica ) .
e las Interpretaciones más eficaces se cuentan las más ou
(Equivocada:) Cuando no puede decidirse entre ir al cine (l y directas. Formuladas en el momento oportuno Intcr-
quedarse en casa a estudiar, está haciendo algo que me paree ciones como las siguientes pueden ejercer un efecto consi-
muy típico de usted. Organiza las cosas de manera tal que 111 le, permitiendo al paciente descargar sus emociones brin.
elección la haga alguien por usted, y entonces no le quedu ole insight e incluso una modificación de su estado de
nada por decidir. La manera en que se 'las arregla para lograrlo iencia:
es calificar como «buena» a una de esas actividades, y corno
«mala» a la otra; entonces, todo lo que Ie queda por hacer que todavía llora la muerte de su padre».
es llevar a cabo lo que «está bien». Tal vez esa costumbre ted amaba mucho asu madre, ¿no?».
date de la época en que era alumno de la Escuela Militar, (1 ramente tuvo ganas de matar a ,su hermano».
aun de antes. Me viene a la memoria el modo en que, según ted, entonces, cree estar realmente loco».
usted, su padre siempre arreglaba las cosas (tanto las de él que usted quería era que su padre le diera su pene».
como las suyas propias) de manera tal que en cada situación . que durante toda su vida usted sintió que' las cosas no
pudiera actuarse de dos maneras: una buena y otra mala. ¿Re Justas».
cuerda que él solía decir que bastaba con determinar qué en
lo bueno, y qué no lo era, para saber cómo actuar? tipo de Interpretaciones, si no se las formula en el mo-
(Correcta:') Cuando no puede decidirse entre ir al cine (1 to ?portuno, pueden ejercer efectos contraproducentes.
quedarse en casa a estudiar, está 'haciendo algo que me paree davía me parece escuchar a uno de mis pacientes que
muy típico de usted. Organiza las cosas de manera tal qu O de estallar en una carcajada, aclaró: «Perdone, peto me
la elección la haga a:lguien por usted. Para lograrlo le basta acordar a esos analistas que muestran en las películas
calificar como «buena» a una de las actividades y como «malas Hollywood».) Como también se corre el riesgo de actuar
a la otra, y entonces ya no le queda nada por decidir a usted falta de tacto o provocarle una sacudida al paciente, debe.
S proceder con suma discreción. Como ya he manifestado
En todos estos ejemplos, y especialmente en el tercero, la In, elección del momento oportuno para formular una Inter-
terpretación Equivocada puede tornarse Correcta si se seleo tación reviste importancia crítica. Debemos estar plena.
ciona alguna de sus partes. Las Interpretaciones Equivocadas. te convencidos de que el paciente ya sabe lo que estamos
por ser demasiado ricas, fallan por su extrema complejidad decir, que en ese sentido está preparado para escuchar
Lo que por lo común sucede es que, tal vez llevados por la Interpretación. y la función especifica de este tipo de
incertidumbre, ofrecemos al paciente varias ideas alternativas terpretaciones e.s enunciar con claridad una idea que es to-
para que elija. De esta manera lo obligamos a asumir un papel ente preconsciente, o permitir el surgimiento de una erno-
activo en la cuestión (lo cual es siempre aconsejable), pero a n que está cercana a manifestarse.
la vez atenuamos sus defensas contra la idea que le resulta
inaceptable. Mejor es dejar que él mismo descubra las posibles
alternativas, Otra de las causas que nos llevan a Interpretacio Ofrecer la Interpretación en lugar de imponerla
nes Equivocadas es que tenemos en la mente una formulación
muy compleja, con gran número de elementos interconecta mo no deseamos. que el yaciente escuche en forma pasiva
dos, y sentimos necesario presentar todos esos elementos a estras Interpretaciones, sino que adopte un papel tan activo

74
como sea posible, tendremos que formularlas de manera aprc rito se siente, naturalmente, desilusionada, y quizá cno-
piada. Con fines de ilustración (lo cual no significa que esté ; y lo mismo ocurre en el caso del terapeuta cuya Inter-
tratando de convencerte de nada) utilizaré una analogía rela ación es rechazada o ignorada por el paciente. Pero la
tiva a la alimentación, analogía que también puede tener usión y el enojo deben reducirse a su mínima expresión,
para ti otras implicaciones de interés. Después de todo, con dejar que influyan en el curso de los acontecimientos.
frecuencia los pacientes se muestran preocupados por saber to no significa que ignoremos el destino que habrá de correr
cuánto o cuán poco reciben de nosotros; y si el método eleg~d(l stra Interpretación; nada de eso. Si el paciente rechaza
para su tratamiento es la Psicoterapia, lo que en gran ~e~l~iI acepta) la Interpretación sin más, será interesante descu-
les damos son Interpretaciones. Sea como fuere, el prmcipi por qué. Pero nuestro interés deberá estar motivado por
dé. simplicidad puede ser ilustrado. por medio de la siguie~~ deseo de facilitar 'la marcha del Proceso Terapéutico (y
analogía. Cuando una madre experimentada desea que su hij tribuir al bienestar del paciente). Nuestros sentimientos
torne la sopa, le pondrá por delante un plato de sopa y nada sonales pueden suministramos señales útiles, pero no tiene
más, porque sabe que si coloca otros alimentos sobre la mesa tido comunicárselos al paciente. Una cosa es seguir una
el niño rechazará el que menos atrayente le resulte. Ahora ea de Interpretación y ofrecer irlteriores Interpretaciones
bien: el principio que debemos adoptar proscribe la alimen- bre la base de la reacción inicial del paciente (p. ej.: «Me
tación por la fuerza; por el contrario, proclama la convenien- gunto si le es necesario rechazar esta Interpretación porque
cia de ofrecer la Interpretación con el mismo espíritu con que á enojado conmigo» o «Creo que se muestra reacio a acep-
ofreceríamos a'l paciente un plato que deseamos que coma, la Interpretación porque entonces se sentiría obligado,
diciéndole: «Vamos, pruébelo; puede serle muy nutritivo». arenternente, a darme algo suyo a cambio»); y muy otra
Si introducimos la Interpretación anunciando: «Me pregunto ostrarle una Interpretación suplementaria, llevados por
qué le parece la posibilidad de que ... », es posible for~u~arla estro resentimiento o lo que fuera. Muy pronto el paciente
de manera tal que el paciente ejerza cierto grado de actividad renderá una 'lección: si ignora por completo la Interpreta-
con respecto a ella, y exhortarlo a que así lo haga. Se }o n ofrecida, o si no se preocupa en prestarle atención, es
invita a considerar la idea, a aceptarla o rechazarla y, en ter- uy factible que el corolario de todo ello sea tener que escu-
minas ideales, a sopesar su importancia y validez. Pero, más al' una ulterior Interpretación sobre el porqué de su con-
que las palabras, es el espíritu y el tono lo que cuentan. ~o que cta en relación con la primera. Pero dichas lecciones son
debe evitarse es contribuir a que aliente en él 'la sensación de el todo inadecuadas en el ámbito de la Psicoterapia. La lec-
que estamos ofreciéndole algo que por fuerza debe aceptar, ya 6n básica es: Autonomía Relativa y Libertad.
que sería peligroso rechazarlo. «Ahora le diré algo que de?e oda Interpretación es formulada, hasta cierto punto, de
aceptar si desea mejorar su situación» son palabras apropia- odo tentativo, cosa que creo necesario hacerle ver al pa-
das , tal vez, en boca de un médico clínico o un político (oh de 'ente. Tal vez podría haber enunciado al respecto un prin-
una madre incluso) pero no en la de un terapeuta que ace , io separado (La Interpretación es Tentativa o Probable);
Psicoterapia. Estaría más de acuerdo con su espíritu anunciar; . embargo, esto parecería estar implícito en el principio que
«Le diré algo que considero verdadero y oportuno. ¿Por que ora examinamos. Nunca podremos estar totalmente seguros
no lo tiene en cuenta y ve si le ayuda?». e que una Interpretación sea válida, y no hay motivos para
Una consecuencia importante del principio enunciado es. que, cultar nuestra incertidumbre (al respecto, podremos decir:
una vez ofrecida la Interpretación, esta pertenece al paciente, Creo probable que ... » o «Me parece posible que ... » o,
quien es libre de hacer con ella lo que le plazca, y dicha libe~- cluso, «No estoy muy seguro, pero me pregunto si no será
tad implica verse librado de todo Refuerzo. No debe ser casti- actible que ... »). Además, no solo le resultará útil al pa-
gado si rechaza o ignora la Interpretación, ni recompensado iente saber el grado de confianza que tienes en una Interpre-
por aceptarla y usada. E1 terapeuta procura evitar toda par- ación determinada, sino que también será útil para ti, puesto
ticipación indebida en el destino subsiguiente de su I?terpre- ue de tal manera no te verás obligado a estar absolutamente
tación, y por «indebida» generalmente queremos decir «per- eguro antes de decidir te a ofrecer la Interpretación.
sonal». Cuando una madre ve que su hijo desprecia 'su plato los estilos suelen variar. Algunos terapeutas se apoyan en

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lo probable, otros no; algunos prefieren actuar en forma ten • parte, Simón, si caes en aguas muy profundas pronto
tativa, otros prefieren hacerla sobre seguro. Y muchos suelen S todo contacto real con el paciente. Debes tener en
modificar su estilo de acuerdo con el estilo propio del pn q~e una Interpretacíon «profunda» puede resultar,
ciente. A mi entender, existe un estilo óptimo para cad I , SImplemente Incomprensible. En consecuencia debe-
terapeuta y cada paciente, y dicho estilo sólo puede descu menos adoptar una precaución de importancia: 'cercio-
brirse en el trascurso del tratamiento. Por 10 general 1 , antes o después de formular una Interpretación, de que
pacientes nos iluminan al respecto a determinada altura del ente comprende lo que se le dice. Y debes estar sobre
proceso; y si la terapia marcha bien, el tema saldrá a relucir para detectar a1 paciente demasiado dócil, que desea
y será analizado entre ambos. Mi propio estilo, por ejemplo, toda sospecha :de que está rechazando una Interpreta-
suele ser más bien tentativo, y siempre espero que mis pa ~ando en realidad ocurre que no la ha comprendido.
cientes, tarde o temprano, hagan referencia a él, aunque solo Jeto no se atreverá a decir «No comprendo» por temor
sea para quejarse. rbar su propia imagen de sí mismo como un ser com-
te, o por miedo de ofenderte. También está el que dice
comprendo» como defensa; 10 que ocurre es que, si bien
Principio: Ni Interpretaciones demasiado Profundas ni ende perfectamente, desea evitar las implicaciones de la
Interpretaciones demasiado Superficiales pretación en sí o del hecho de haberla aceptado. Otra
a de mantenerse a distancia reside en descartar tus Inter-
La mayoría de 10S terapeutas tienen una concepción propia en iones como algo demasiado conocido o trivial.
lo que atañe a la profundidad de cada Interpretación. Para pecto, las apariencias suelen ser muy engañosas. Lo que
algunos, ello tiene relación con un mayor grado de Conciencia parecer superficial, a juzgar por la respuesta del pa-
o Inconciencia (intervenga o no un nivel Preconsciente inter- , a menud? resulta no serlo. Para complicar aún más
medio); para otros, con el grado de distancia del Yo o de sas, es posible que los pacientes reaccionen ante las In-
disonancia con el Sí-mismo (Seli ); y también hay otras ma- taciones todavía de otra manera: por superficiales que
neras de concebir dicha dimensión. Pero, sea cual fuere su .las reciben C?;n0 si fueran novedades sorprendentes.
concepción, casi todo el mundo está de acuerdo en que las ién esta reacción configura un mecanismo de defensa.
Interpretaciones no deben ser ni demasiado profundas ni de- nsiguiente, la conclusión más cautelosa a que podemos
masiado superficiales. , es una m.uy común entre los terapeutas: la inmediata
Son contados los terapeutas que desean elaborar Interpreta- ~n del paciente ante una Interpretación no puede tomar-
ciones excesivamente profundas pero, por lo general, esa posi- rima [acie, co~o criter~o de su profundidad (ni, por
bilidad no les disgusta demasiado. No ocurre lo mismo con esto, de su validez ). SIempre es necesario esperar un
las Interpretaciones desmedidamente superficiales: la mayoría po (a veces, bastante prolongado) antes de emitir juicio
de los terapeutas (y, en particular, los menos experimentados) o.
les temen en grado sumo. La posibilidad de que el paciente les inar el grado óptimo de profundidad dista de ser sim-
dé una réplica fulminante (<<¿Y qué hay de nuevo en todo sea cual fuere el criterio que apliquemos o Ia dimensión
esto?» o «Eso ya lo sé») los Ilena de pánico. (Muy diferente tomemos en cuenta. En lo que a mí respecta, por lo gene-
es el caso de una respuesta como «Yo también 10 estuve pen- ~ormulo . 1a Interpretación en términos que e'l paciente
sando» ). Amén del hecho de que una Interpretación realmen- a manejar. No basta que esté capacitado para compren-
te superficial tal vez ni siquiera valga la pena, puede ocurrir 8: de?e. también aprehenderla, en el sentido de poder apli-
que, en ciertos aspectos, sea totalmente perjudicial. Puede , asimilarla, hacerla suya. Por tal razón no debe ser
pintarte como un ser incapacitado de brindar ayuda, y reflejar siado ajena.a su Yo, demasiado extraña a él; ni .tampoco
además cierta actitud timorata de tu parte, cierta renuencia a resu1~arle maceptable, excesivamente ultrajante o con-
ir más allá de la superficie de las cosas, que puede trasmitir a a. la lm~g~n que tiene de sí. También puede enunciarse
un mensaje nocivo: «Más allá, acechan peligros subyacentes m1s:n0 diciendo que el paciente, en cierto sentido muy
que deben rehuirse». , posiblemente conozca ya la Interpretación (en un nivel

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Preconsciente, en el sentido freudiano), de manera que o 2
único que nosotros hemos hecho es permitirle ~omar plci
conciencia de determinada idea, ubicar sus emociones, COII te: No sé por qué, pero hoy me siento deprimida (hace
cimientos o experiencias en un plano mental diferente. o). ¿Dijo usted que cancelaremos la sesión del lunes de
La profundidad es, pues, algo relativo, que depende del I ana que viene, o es la del miércoles?
ciente. Si este es muy ingenuo, decide «Usted está tratam a del lunes. Supongo que no le quedó en claro.
de lograr que yo lo elogie» puede resultar ~uy profundo! nte: No, no realmente. Usted 10 dijo con claridad; no sé
también puede seda el aseverar «Usted se s~ente complací qué se 10 pregunté.
consigo mismo» cuando aquel no se caractenz~ por su c~pl (tras una pausa): Tal vez porque querría tratar el tema
ción psicológica. Por lo tanto, siempre es preciso tener Ci~1 cancelación.
idea del nivel en que el sujeto funciona, nivel que vano nte: Puede ser; pero no porque me importe demasiado.
de un paciente a otro y de un momento a otro. Sabrás q alidad, me va a permitir ponerme al día con algún tra-
son muy comunes las fluctuaciones de nivel en el curso que tengo atrasado. .. (etc.).
una misma sesión. ¿Cree que el hecho de sentirse hoy deprimida tiene algu-
Al respecto, considero que una manera útil de trabajar co~ lación con la cancelación?
concepto de profundidad es tratar de ahondar en el nn nte (tras una pausa): Anoche 10 estuve pensando. En
en que trabaja el paciente, 10 cual por lo común debe el dad, no me dijo por qué tenía que cancelar la sesión. Yo
tuarse en forma zradual. A continuación te daré algunos eJ 1 digo todo a usted; y si deseara cancelar una sesión, le
plos acerca de cómo se puede encarar esta cuestión. (Advier caría por qué. Pero usted no 10 hizo. No veo por qué,
de qué manera las cosas que «Tú» dices van ahondando ea qué no puede hacerla. ¿Es tan terrible? (hace silencio).
vez más en el tema que se trata.) y por eso está triste.
ente (al borde de las lágrimas): Sí, supongo que sí. Pero
é por qué.
Ejemplo 1 Creo que se debe, en parte, a que le da rabia.
ente: ¿Rabia? No creo. Oh, caramba, me parece que voy
Tú: Así que no debe compadecer demasiado a su madre. nerme a llorar (rompe a llorar).
Paciente: Sí, eso es 10 que estaba pensando. Solía compa (con calidez): Usted llora porque está furiosa conmigo.
cerme de ella, en especial cuando se ponía nerviosa y se sent
agobiada, pero. .. (etc.). .
T'ú: Me pregunto si esa compasión no resulta demasiado I cipio: Evitar las Conexiones y la adopción de una actitud
ligrosa para usted. . ctica
Paciente: Supongo que sí. Comprendo que en clert? m
pueda ser peligrosa. Pero no veo por qué. (Pausa.) Sin du tipo de Interpretación favorita del terapeuta neófito es,
ella quería que la compadeciera; y nunca hacía nada p~~a. duda, aquella que le permite establecer Conexiones:
este ... impedirlo. (Pausa.) Incluso recuerdo una ocasion
que ella tuvo problemas con mi padre .. , (etc.), o que hay cierta relación entre el resentimiento que le
Tú: Bueno, se me ocurre que tal vez sea peligrosa porq vaca su hija y el que le provoca su madre».
podría significar, en cierto sentido, que usted se pone o cree posible que las dificultades que se le plantean en
lado de ella en contra de su padre. trabajo tengan conexión con su renuencia a venir a las
Paciente (t;as una pausa): Una vez tuvieron una discusi iones?».
terrible cuando yo tenía unos siete años. Y. .. (etc.). 1 taxi de su sueño puede estar conectado con el taxi que
Tú: A:í que, al ponerse en contra de su padre, ~urgen. ó ayer para ir a la casa de su novia».
usted antizuos sentimientos de rabia, de una rabia asesi feo que lo que dice ahora tiene relación con lo que estaba
contra él. Tal vez sea ese el peligro mayor, ¿no? iendo al comienzo de la sesión».

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A veces resulta difícil evitar este tipo de Interpretacionc nte repugnantes, totalmente inaceptables. En esas cir-
Supongo, por otra parte, que no deben hacerse esfuerzos el· das, tal vez borre la idea de su mente como si nunca
medidos en ese sentido, pero ha de tenerse en cuenta (esp pensado en ello».
cialmen te cuando no van más allá) que suelen ser muy del I s una persona no puede aceptar su culpa o responsa-
cientes, y bastante inútiles. En primer lugar, por lo común 1111 en relación con determinada situación o acontecimien-
explican (y menos aun enuncian en forma articulada) 11 ntonces tiende a descargarse de todo sentido de res-
acciones y sentimientos en cuestión. Pero hay algo todavf 1 bilidad y culpa, como si no tuviera nada que ver en el
más grave: habitualmente promueven la Intelectualizaciéu, , Me pregunto si usted no hizo ayer algo semejante».
tanto por parte del terapeuta como por parte del paciente. I I
búsqueda de ese tipo de Conexiones fácilmente puede convci o a mis propias inclinaciones didácticas, tiendo a creer
tirse en un juego intelectual. se tipo de lecciones no carecen de valor. Empero, debo
Repito que se trata de una tentación muy grande. A menudo ar que cuando cedo a la tentación de impartirlas lo
el paciente se muestra dispuesto a aceptar ese tipo de Conr no sin serias reservas. En esencia, no cumplen otro fin
xiones, y a creer que involucran un insight genuino. ElIl1 el de tranquilizar al paciente, asegurarle que la conducta
ocurre, en particular, con los pacientes obsesivos y paranoid , estión es perfectamente natural o normal. En consecuen-
para quienes todo debe hallarse interrelacionado, y que di, te sugiero, Simón, que sólo te pongas en el papel de
frutan con el juego por sí mismo, así como por su utilidad tro cuando efectivamente consideres necesario tranquili-
defensiva. Pero en algunos casos dicha Conexión es necesari 1 paciente. Y como ello ocurre muy de tanto en tanto en
como un primer paso conducente a la Comprensión; por ejem icoterapia, dichas lecciones deben también impartirse muy
plo, en el caso del 'Paciente histérico, quien vive sus pensil anta en tanto. Además, el paciente se dará cuenta del
mientas, emociones y acciones como totalmente accidentales, y ento en que se le está impartiendo una lección, y se pre-
en consecuencia debe ser persuadido de que las cosas se hallan ará el porqué. En cierto sentido, no haces otra cosa que
interrelacionadas. En el mejor de los casos, entonces, ese tipo orcionarle información, ayudándolo a recordar algo que
de Conexiones se considerará un primer paso (como propedéu abe, o ilustrándalo 'sobre algo totalmente nuevo para él.
tica a una Interpretación), y siempre convendrá tener prevista como fuere, cuando le impartes una lección te apartas de
de antemano alguna Interpretación antes de hacer hincapié en atribuciones comunes, cosa que siempre requiere una expli-
alguna posible Conexión. 6n. Siempre puede plantearse una pregunta como: «¿Por
La Conexión está emparentada con la Didáctica. Muchos d me está dando esta lección de psicología?». La respuesta
nosotros somos, por naturaleza, didácticos; nos gusta ensefiar implícita en el último ejemplo) es: «Porque me parece
Pero incluso quienes no tienen esa tendencia suelen adoptar cuando usted actúa así está tratando de defenderse». Pero
una actitud didáctica cuando se trata de interpretar defensas, paciente continúa haciéndote preguntas, como, por ejem-
En dichos casos no hacemos otra cosa que explicar al paciente : «¿Por qué, entonces, no me lo dijo directamente, sin
cómo funciona una defensa. Por ejemplo: sidad de todo ese sermón introductorio?», no te quedará
remedio que admitir que pensabas que de ese modo
«A veces nuestras emociones nos resultan difíciles de tolerar, ías tranquilizado.
y entonces buscamos explicarlas, con el fin de aliviar esa sen un tipo de Interpretación que tiene relación directa con
sación. No es que no sea importante saber 'por qué sentimo idáctica y que me parece recomendable: dirigirse a1 pa-
de determinada manera; pero a veces recurrimos a razona te como si estuviera compuesto de distintas «partes». Ello
mientas con el fin de evitar por completo determinada emo- ulta aconsejable, sobre todo, cuando se plantean problemas
ción». conflictos y ambivalencia. En vez de señalar: «Usted quiere
«Cuando tenemos miedo de algo que no tendría por qué inspi- 0, y también quiere aquello» o «Usted se siente atraído, a
ramos temor, puede ocurrir que, en realidad, lo que nos inspi- Vez que rechazado», prefiero decir: «Una parte de usted
ra temor sea alguna otra cosa». ea esto, y otra parte desea 10 de más allá» o «Parte de
«Una persona puede descubrir que ciertas ideas le resultan ed se siente atraída, y otra parte rechazada». (Por lo gene-

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ral conviene especificar qué partes están involucradas en I embiualencia; pero te frenas): ¿No sería lógico enfocarlo
conflicto. ) el punto de vista de que una parte suya 10 ama y otra lo
Incluso si consideras teóricamente pobre conceptualizar al pn
ciente en términos de introyecciones de diversa índole, o paree
larloen estructuras de la personalidad, tu formulación pued
seguir revistiendo utilidad práctica. Como podrás ver, de eSII
manera es posible enunciar en forma articulada ciertos aspecto
conflictivos de manera tal que parezcan claros y aceptables 111 ente: A veces desearía que no adoptara una actitud tan
paciente. A la vez, no obstante, puede convertirse en un I rsonal y profesional conmigo, que se mostrara más amigo
manera muy útil de evadir toda responsabilidad. Siempre e (Pausa.) Pero en otras ocasiones me alegra que no ocurra
tentador reconocer cuáles son las partes en juego, en relación stoy bastante confuso al respecto.
con nuestros conflictos y ambivalencias, porque de ese modo Tal vez una parte suya lo desea y otra lo rechaza. La
es más fácil repudiar una o varias de ellas; y algunos pacien que experimenta soledad y necesidad desea que yo
tes se muestran muy entusiasmados con ese tipo de formulacio te una actitud más amistosa, que me muestre menos ínac-
nes, por esa simple razón. Pero sé por experiencia que e le; pero la parte que en usted emite juicios realistas se
factible hacer frente al problema de esta manera, e inducir HI enta de que yo puedo serle más útil manteniendo una
paciente, a la larga, a que asuma como propias todas su ud impersonal y profesional.
«partes» .
Permíteme darte algún ejemplo del modo en que pueden intro segunda parte de esta Interpretación puede sonarte a fla-
ducirse dichas formulaciones, te propaganda; pero tal vez solo sea un dato necesario
gumento racional pertinente al procedimiento terapéutico.)

Ejemplo 1
cipio: Estar atento al consejo implícito en la Interpretación
Tú: Quizás usted se sienta conflictuado, ya que por un lado
lo aterroriza el convertirse en centro de atención, en tanto que regla que prohíbe suministrar consejo alguno al paciente,
por otro le agrada. importante en el campo de la Psicoterapia, no es tan fácil
Paciente: Pero me pongo muy nervioso al verrne convertido en cumplir como de formular. En primer término, es válido
centro de atención. mentar que dentro de cada Interpretación, o detrás de
Tú: Sí, en efecto; hay una parte de usted que siente pánico; , hay un consejo implícito. Señalarle a·l paciente, por
pero tengo [a impresión de que otra parte suya lo desea. plo, que se está portando cruelmente con el hermano, tal
Paciente: Bueno, cuando era chico me encantaba. .. (etc.). equivalga a aconsejarle que no debe insistir en esa can-
Tú: Entonces el problema puede enfocarse así: el niño que ta, en particular si él mismo no había reconocido su cruel-
hay en usted desea seguir siendo el centro de atención, pero o Antes de analizar este argumento, reseñaré un aspecto de
otra parte suya, el adulto que hay en usted, rechaza la idea. fundamentos racionales, para que tomes plena conciencia
Probablemente es por esta razón que se pone tan nervioso lo conveniente que resulta evitar todo consejo.
cuando ... ongamos que, en realidad, habías aconsejado al paciente no
tan cruel con su hermano. ¿Qué pasa si tu paciente vuelve
ctuar cruelmente con él? Como al hacerlo contraría tus
Ejemplo 2 eos expresos, tiene toda la razón del mundo en presuponer
e tú te mostrarás desilusionado. O imaginemos que, por el
Paciente: A veces siento que amo a mi padre, y a veces que trario, siguiendo tus consejos, cambia de conducta, cosa de
10 odio. No tiene sentido. cual te informa. ¿No podría presuponer que tú habrás de
Tú (estás tentado de impartirle una lección sobre la psicología tirte complacido? Ahora bien: tus sentimientos de cólera o

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frustración, o los opuestos, no solo no le rinden beneficio e: Muy bien; pero, ¿no podría explicarrn qu ~ ti m de
reales, sino que se constituyen en un obstáculo para él. Porqu 1 decir algo como «Muy bien, vaya a d s ':Ir} f 'Ií;"
ocurre entonces que tú, por así decirlo, tienes tus propio años»?
intereses creados en su conducta, y tu rol específico corno rque entonces ocurrirá que, si decide no seguir mi COIl-
terapeuta queda viciado. Ello, en mi opinión, ha de ten I yo podría sentirme defraudado. O si efectivam ntc lo
graves consecuencias, de las cuales la principal es la disrm tal vez usted querría que yo manifestara mi satisfacción.
nución de tu habilidad para ayudarlo a Comprender. p~eciso que evite todos estos sentimientos, porque, caso
No obstante, es un hecho que la Interpretación por ti surm 10, lo estaría juzgando. Y si lo juzgo, o si me siento
nistrada puede implicar un consejo, y esto es necesario recono udado, o enojado, o lo que fuera, entonces todo ello
cerlo y encararlo. En la práctica, suele ser posible (y siempr riría con mi capacidad para ayudado a comprender su
resulta deseable) desbaratar o borrar dicha implicación. A cta. Creo que tampoco a usted le serviría de nada com-
veces el paciente facilita <las cosas en grado sumo. Comencé se de determinada manera con el solo fin de complacer-
mos, entonces, por el más simple de los casos, que pued, con trariarme.
ejemplificarse de 'la siguiente manera (recuerda que en la pl'l discurso, por supuesto, puede dividirse en varias partes.)
mera sesión ya le has informado que no le brindarás ningún
consejo) : el ejemplo mencionado tal vez sea demasiado simple. En
yoría de Ios casos el problema no se plantea tan abierta-
Tú (ofreciendo una Interpretación): Creo que se está toman te, por lo cual debes procurar sacarlo a relucir. Una
do la revancha contra su madre por el hecho de que ella lo ra de lograrlo es mantener te sobre aviso al ver que el
haya castrado; al no llamada por teléfono para desearle feln nte refiere alguna acción significativa, aparentemente fue-
cumpleaños, la está castigando. lo común o novedosa en él, o bien claramente relacio-
Paciente (aceptando la Interpretación): Ahora me doy cuenta n un tema tratado en una sesión anterior. Dicha acción
de que es así. Yo creí que no la llamaba por miedo a que el]" e haber sido motivada por el deseo de seguir o no un
me absorbiera totalmente una vez más. Pero ahora me dov ejo que estaba latente en una Interpretación, Io cual suele
cuenta de que en realidad deseaba herida. (Se produce un« ucirse en la actitud que adopta el paciente al referirnos
pausa cargada de significado, y el paciente reconsulera la acción echo: una actitud de empecinado desafío, o un aire de
que ha planeado.) Pienso que entonces, después de todo, ten nad~ sumisión, o algo igualmente indicativo de que puede
dría que llamada, ¿no? (te mira inquisitivamente). ¿A usted se involucrada nuestra reacción. En tales circunstancias
qué le parece? perativo que plantees la cuestión; incluso si resulta no
Tú: Eso debe decidido usted mismo. relación alguna con lo que suponíamos, la cuestión en
Paciente: Pero si lo que hago es tomarme la revancha por una see valor intrínseco.
vieja herida que me causó, estaría mal, ¿no? ongamos, por ejemplo, que no se produjo la pausa cargada
Tú: Me parece que usted quiere que le aconseje qué deb igníficado ni nada de lo que la siguió en el anterior ejem-
hacer o al menos que dé mi visto bueno a su nueva decisión, . Estamos en 'la sesión siguiente, y el paciente acaba de
Pacie~t;: Sí; per~, ¿qué hay de malo en ello? rmarte, con aire desafiante, que no llamó por teléfono a
Tú: Ya le dije que no es mi propósito darle consejos O' decirle adre. Entonces deberás decide: «Advierto que, al decirme
lo que debe hacer. no telefoneó a su madre, parece adoptar una actitud desa-
te al respecto, una actitud de empecinamiento. Me pre-
Tal vez consideres necesario explicarle cuál es el fundament to si dicha actitud refleja los sentimientos que le inspira
Iózico de tu posición. Por experiencia sé que no es indispen- madre, o si tiene que ver con lo que usted está sintiendo
sable enunciado en detalle; la mayoría de Ios pacientes lo da mí».
captan en forma intuitiva. Pero no hay razón alguna para no el paciente ahora reconoce 'los sentimientos que le inspiras,
darle una explicación, en especial si él mismo [a solicita. Y á encararse el tema en forma directa. Podrás decide que
así ocurre en el siguiente ejemplo: creyó que le estabas dando un consejo durante la sesión

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anterior' de manera implícita (o mejor aún, explícita ~, podrá 9
indicar.l~ que tu Interpretación no tenía ese propósito. Pero
tal vez el paciente pase por alto ese aspecto del problema y,
simplemente, reconozca los sen,ti:nien.tos que su madre le 1D~
pira. Entonces resultará muy útil d~Jar bler: e~ claro el otro
aspecto de la cuestión, como en el ejemplo slgUlente:

Tú: Me pregunto, sin embargo,.si su actitud de abierto desafío


no tiene también relación conmigo. Recuerdo que ayer, cuando erido Simón:
usted hizo referencia al llamado telefónico y al hecho de q~' conozco el argumento. Lo que los psicoterapeutas tradicio-
no deseaba ser nuevamente absorbido por su mad!~, le ~lJl' es creemos hacer no importa; lo que en realidad hacemos
que quizá se estaba tomando 'la revanc~a por una VIeja herida suministrar Refuerzos a los pacientes. En la medida en que
que aquella le había causado. Aho!a bien: usted puede ha~el revelamos las consecuencias de su conducta, les estamos
interpretado mis palabras coI?o SI se tr~tase de un consejo, ostrando lo que la Refuerza; en la medida en que nosotros
como si yo realmente le hubiera aconsejado h.ablarle PO! te smos respondemos a sus conductas, les estamos suminis-
léfono. El hecho de que hoy adopte una actitud desafiant ndo Refuerzos aquí y ahora. Averigua si el protagonista es
puede significar que, en su or;inión, y~ quería que l~ .telefo. inneriano, porque su definición del concepto de Refuerzo
neara que en realidad le haha aconsejado que 10 hiciera. ce :inevitable dicha conclusión. Entiendo que para los skin-
Paciente: Sí; 10 que usted dice tiene sentido. Creo que en rianos todo aquello que sucede a un acto (vale decir, toda
realidad interpreté que me decía: «Vaya, háblele por telé- espuesta ) es, ipso facto, un Refuerzo. Por el contrario, para
fono a su madre». s teóricos del aprendizaje que adhieren a alguna de 'las
nantes de la clásica Ley del Efecto, el Refuerzo debe per-
En esta coyuntura tal vez consideres más útil encarar el pro· birse como una consecuencia del acto, y debe caracterizarse
blema específico y decir: «Puede ocurrir, e~tonces, que en or su meta instrumental o consumatoria, es decir que debe
parte decidió no telefonear porque no quena hacer 10 que atisfacer una necesidad o cumplir una expectativa para ser
aparentemente yo le decía» .. O tal vez. ~es.ees aclarar toda la icaz.
cuestión, manifestando: «Mire, no es 1l0g1COqu.e, usted crea e decidido pasar por alto una serie de aspectos teóricos muy
escuchar un consejo cuando le hago una observ:acl~n o cuando tiles, que se dan en un plano de abstracción que no es
le indico cuáles pienso yo que son sus rnottvaciones. Pero ropio de la psicoterapia. Mi tesis es que la meta del tera-
en realidad mi intención es no decirle nunca lo que debe euta en 'la conducción de la Psicoterapia es suministrar al
hacer no brindarle ningún tipo de consejo. Desearía que eso aciente una dosis mínima o nula de Refuerzos. Por añadidu-
quedara bien en claro». O tal vez podrías hacer ambas cosas , y tal como 10 ilustra una historieta publicada en el Colum-
a la vez. ia [ester (dos ratas presumidas, colocadas en una caja de
Tu tío, con afecto kinner, hablan entre sí; una le dice a la otra: «¡Caray, cómo
o tenemos condicionado a este tipo! Cada vez que presiono
a varilla, nos deja caer comida»), el terapeuta no debe acatar
os intentos del paciente para que se lo Refuerce. Al emplear
1 término Refuerzo, lo aplico en relación con casi todas sus
ariantes, excepto la versión skinneriana. Deseo que quede
ien en claro que, en la esfera de la Psicoterapia, la gratifi-
caci~n de necesidades (instrumental o no) brilla por su au-
encia.
al vez se me esté yendo la mano. Por un lado, podría es-

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88
grimir el argumento de que se trata de un principio teórico ación con sus elementos de crítica y valoración, es, por
(y, por ende, un ideal, un objetivo ficticio, una m:ta qu ncia, uno de 10s Grandes Interrogantes cuyas comple-
podemos perseguir, pero que nunca lograremos cumphr total s prometí ahorrarte, No obstante, me resulta imposible
mente); pero bastará decir q?~ lo que tr~;amos ~e ~acer es arlo por completo en este punto, en especial ahora que
reducir los Refuerzos a su mrnnna expresion, cerclOrandono~ s plantea el problema de la valoración; y muy pronto
de que la labor terapéutica no se lleva a cabo por medio del por qué.
Refuerzo. De todas maneras, procuraré demostrarte de qué empezar, creo necesario recordarte que todo freudiano
.modo logramos dicho objetivo en relación con nuestras In oxo sortea el problema de la valoración adhiriendo a mi ..
terpretaciones. ., ., _ de Determinismo muy simple. Sus pacientes (o quien
En cierto sentido toda Inrerpretacíón también entrana una ) presentan pautas de conducta esencialmente regidas
crítica. Quisiera t~azar una analogía con l~ .crítica lit.eraria y 1 Determinismo, sobre las cuales, por lo tanto, no tienen
artística: vale decir que lo que hace el cnnco perspicaz con control. Así pues, sería ridículo eñalarles: «Pero
respecto a la obra de arte sería similar a lo que ~ago yo con a haber actuado de otra manera»; e igualmente ridículo
el paciente cuando le pro,pongo una Interpretación. I:a pro- entar: «Tendría que haber actuado de otra manera». Y
puesta y aceptación de críticas, no obstante, se caractenza por ste modo desaparece el problema de la valoración; al
. su ambüriiedad e indefinición. La crítica puede abarcar una s, en principio. Por mi parte, no sé si la Psicoterapia
amplia ;ama de aspectos, q~e v~n desde e~ análisis de inten- tia basarse en una concepción enteramente distinta del
ciones y el modo en que cristalizan en acciones h.asta el ata- rminismo, pero sí que se impone una interpretación dis-
que hostil (pasando por la censura moral). y lo mismo ocurre de los hechos. En primer término, no veo cómo podemos
en el terreno de las Interpretaciones. Ya nos tiene cansados tribuirle la responsabilidad de sus actos a un ser libre;
el empleo social de las interpretaciones psic?ló&i~as como ibre, después de todo, significa poder elegir, estar capa-
armas de discusión, destinadas a ganar puntos e Infhglrle. dolor o para actuar de otra manera. Además, no basta limitar
y humillación al contrincante. Pero incluso .las denominadas tras Interpretaciones a una explicación de los porqués de
críticas constructivas pueden provocar heridas, aunque su minada acción, como si a estas las exigieran las circuns-
objetivo sea el simple esclareci~iento. . as. Es imprescindible que el paciente se persuada de que
Las Interpretaciones suelen herir; a. menudo tlene~ el efecto alidad él mismo eligió actuar del modo en que 10 hizo,
de una mala nueva, dolorosa y humillante. Despues de ~odo, licarle luego el ,porqué de su elección; para ello, es ne-
si lo que hacen es expresar la verdad desnuda, y el pa~lente io que se pueda añadir: «De manera que usted podría
necesita de una Interpretación porque durante mucho tiempo r actuado de otro modo».
ha tratado de soslayar esa verdad, es evidente que habrá de vez tengas razón, después de todo, si me acusas de estar
infligírsele cierto grado de sufrimiento psicdlógico. Una cosa 'tanda el antiguo concepto de la Voluntad. En realidad,
es atenuar el dolor actuando con tacto y cautela, y otra muy creo capaz de ensayar 'la defensa de un tipo de Determi-
distinta creer que el dolor puede evitarse por completo. Pero o más sutil, que haga lugar a la libertad de elección, Ya
ello no tiene nada que ver con el supuesto de que no ~olo es- an hecho, por otra parte, estudiosos más calificados que
tamos incapacitados para contrarrest~r .sus ~fectos, sino que ea como fuere, no veo cómo podríamos soslayar una con-
dichos efectos conforman nuestro principal Instrumento tera- ión derivada de algo afín a la Voluntad y alentar a la vez
péutico. De ser esto cierto, ¿cómo encuadrarlo con nuest~o concepción significativa y razonable de la Libertad y Au-
objetivo central, que no es otro que fomentar 'la Antonomía mía del Yo. Permíterne recordarte, sin embargo, que estos
del Yo de nuestro paciente? .." os valores no solo son relativos, sino también limitados;
A esta altura 'Considero necesario hacer ciertas digresl?nes tea- preciso tener en cuenta esas limitaciones para no dejamos
ricas. Ocurre, Simón, que el concepto de Autonomía, y, en ar a una posición que, .por extrema, resulta absurda. Quie-
particular, el modo en que yo lo interpret,o,. nos retrotraen ecir que sería erróneo inferir que nuestro postulado bá-
en forma inmediata al concepto de Determmlsmo. El Deter- , «Podría haber sido diferente», se aplica a toda acción
minismo, que presenta ciertas afinidades con el Refuerzo eriencia. Cuando siento dolor, debo llorar; cuando sufro

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una pérdida significativa, debo lamentarla; cuando me ata: sociales fundadas en e.1 beneficio mutuo, el robo se
debo tomar represalias; cuando experimento alivio o alcau te en un hecho subversivo que contradice ese fin más
la victoria, debo regocijarme. Pero no siempre ocurre así, I 0, y en ese :entido es «malo»), dichas consideraciones
las cosas se dan de la misma manera en todos los 'seres hUIII general estan fuera de lugar en el campo de la psico-
nos. Tal vez el Yogui decida no llorar, el Estoico no lam I
tarse, el Santo no tornar represalias. Deben tenerse en cu '111 o el paciente me pregunta: «¿Hice bien en hacer eso?»,
el momento y las diferencias individuales. Por añadidura, blernenre desea averiguar cl:lál es mi código moral; in-
Neurótico, por ejemplo, a menudo ve cercenada su Volunuu 81 n~nca ;ne lo pregunta abiertamente, resulta obvio su
en la medida en que sus posibilidades de elección (vale de: I do interes al respecto. Dentro de ciertos límites no de-
su Libertad) se hallan restringidas. La función de la terap do estrech.os, es posible h?cer d~ mi código mo~al algo
es aumentar dichas posibilidades y permitir optar entre 11 mente privado y, m~s aun, evitar que influya en mi
número mayor de conductas. Pero de ninguna manera pl o profesional, A:demas, desde el punto de vista de la
tendemos que todas y cada una de esas conductas se exp I a considero IndIspensable que esos 'limites sean sufi-
menten como igualmente exentas de obligatoriedad. me~1te amplios. Ello implica la posibilidad de tolerar
En consecuencia, lo menos que debe permitimos nuestra 1" 'Pac!e~te ~~a amplia variedad de conductas que violan mi
sición filosófica es señalar la opción: «Usted podría haber I o c~digo et~co y, dentro de esos límites, evitar toda valo-
tuado de otra manera»; pero no en forma indiscriminada, sil : SI roba Iibros, seduce a jovencitas o miente con el fin
selectivamente, y con las debidas consideraciones. Ahora bi I r del paso, y lo hace sin escrúpulos ni sentimiento al-
¿cuál ha de ser el próximo paso? ¿Aventuraremos decir: «11 de ~ulpa, la terapia (o, al menos, la Psicoterapia), para
ted debería haber actuado de otra manera»? tar VIable, debe estar totalmente divorciada de la influen-
En cierto sentido, ese paso es legítimo. Ello ocurre cuan¡ ue pueda ejercer mi actitud sobre la moralidad o ética de
podemos decir: «Si ese era su propósito, debería haber actu conductas.
do de talo 'cual manera». Pero nuestro juicio, en este cas ero en forma categórica a dicho postulado y esta vez te
dista de constituir una valoración. Por consiguiente, si lim rto que no habré de desdecirme. Si la conducta de tu
tamos nuestro empleo del debería a este tipo de interpret te repugna a t~ sent!~~ moral, pero no origina en él
ciones, nos ahorraremos ulteriores problemas. Es fácil aclat ~onflIcto, la rmposición de tu propio código moral
esto a nuestros pacientes. Tal vez se compliquen algo las co: cara trascen~er rad1ca~~e~t.e el rol legítimo del terapeuta
(aunque no se modifiquen en forma significativa) si entone partarse de el) .. A mi JUICIO,ello es válido tanto en la
nos preguntan: «¿Pero debería haber sido ese mi propósito? UCCIOnde l~ Pszcoterapia como en el caso de todo psico.
Para dar respuesta a este interrogante, bastará mencionar pn euta. Considero fuera de Jugar; y quizás inútil, dejar
pósitos de orden más elevado. Después de todo, las cosas siei nu~stras act1~udes morales InterfIeran con la práctica de
pre siguen un ordenamiento jerárquico, ¿no es así? Y so apta; pero SI lo ~reemos necesario (porque la conducta
cuando llegamos al orden de propósitos más elevados, cuan uestro paciente VIOla nuestro código en forma inadmisi-
encaramos los objetivos y metas últimas de la existencia, ni , entonces la única solución sería interrumpir el trata-
vemos obligados a entrar en el terreno de la fe. Pero en to. R.ara vez o nunca nos es permitido afirmar: «Procedió
ámbito de la terapia rara vez es necesario remontamos t (o b1e~)>>. Hacerl~ configura un acto flagrante de Re-
alto. ~ Extt1n.seco qu~ viola claramente una premisa básica de
En otro sentido, el debería entraña claramente una valoraci6 stcoterapia. y aS1 como evitamos todo comentario valo-
«¿Hice mal al robar el Iibro?». Lo que aquí se plantea no o (?~ acuerdo con 10 q~~ comúnmente se entiende por
un problema de intenciones ysu cumplimiento a través oracíón») d~~emos también evrtar toda crítica (de acuer-
los actos, sino, a todas luces, un problema de orden moral. Con la acepción corrI~nte del. verbo «criticar» ). Ello sig-
bien las cuestiones morales pueden reducirse al plano de I qu~ en nuestra actitud hacia los pacientes nunca deben
meras intenciones en la esfera del Hombre y la Sociedad penar un papel significativo los juicios de valor basados
sea que si el Hombre tiene intenciones de vivir de acuerdo e receptos morales.

92
Tengo perfecta conciencia de las profundas implicaciones ¡
dicha afirmación. Sé que todas nuestras actitudes, nuest i6n de que basta con tocar el tema
manera de vivir, de relacionarnos con [a gente, llevan siemp continuar de la siguiente manera:
implícito un juicio de valor. Tengo conciencia, asimismo, ti
que señalar «Esta acción, intencional o no, lo llevará por e doy perfecta cuenta de que interpreta mis palabrn:
camino de la autodestrucción» equivale a afirmar: «Esta 11 una crítica y un juicio de valor, cuando le señalo qu '
ción es perjudicial para usted», 10 que, a su vez, no quict envidia. Pero cuando, como terapeuta, manifiesto que
decir sino que «Está mal». (Toda acción humana deja tra imenta tal o cual sentimiento, mi único propósito es
Iucir, no solo un significado, sino además un juicio de valor rle algo que a mi entender es cierto, indicarle que, en
Pero cuando una persona se queja de que la critican, de gil pinión, le sería muy útil reconocer esa verdad. Yo no
está siendo objeto de una valoración, por lo general quicr decir que el sentir o actuar de esa manera esté mal, que
decir que le señalan que actuó «mal»: por un lado, que I sea una mala persona al hacerla. Eso queda librado a su
acción o sentimiento en cuestión va en desmedro suyo corru o criterio. Y puede muy bien ocurrir que una de las
persona; por otro, que no solo podría, sino que deberí es por la cual no pudo admitir su sentimiento de envi-
haber actuado, o sentido, de otra manera. Son estas afirm O no se mostró dispuesto a hacerla, es que para usted
ciones las que deben evitarse. o tiene una connotación negativa.
Mi siguiente recomendación podría haberse resumido en III nte: Está bien. ¿ Pero usted quiere decir que la envidia
nuevo principio, vigente en toda Interpretación adecuada algo malo? ¿Es bueno, entonces?
Estar atento a la Crítica Implícita en la Interpretación. 1 No, no significa nada de eso; lo último que deseo hacer
práctica que he adoptado (y que aconsejo firmemente) resid irmar que algo sea bueno o malo.
en prestar suma atención, después de formulada una Inte ente: [Pero seguramente reconocerá que está mal sentir
pretación, a las reacciones del paciente ante toda crítica o VII 'a, que es un sentimiento indigno!
loración latente o implícita en la misma. En las etapas ini
ciales del tratamiento, especialmente, es mi deseo examinar es vez el error más grave que ahora puedas cometer, Simón,
aspecto de sus reacciones y de mis Interpretaciones. Resuln decir algo sobre los aspectos morales de la envidia. Al-
muy úti'l poder decirle, después de proponerle una Interprc os se sentirán tentados de examinar por qué el paciente
tación: «Creo que está viendo en mis observaciones un idera que la envidia es algo tan censurable desde el punto
suerte de crítica a su persona, como si estuviera juzgándolo ista moral, pero a esta altura ello tendría la implicación
acusándolo de ser una persona indigna (o cruel, egoísta, poco mente indeseable de que el paciente hace mal en albergar
°
realista lo que fuese) ». Advierte que esta es, por supuesto sentimientos, y que tú no compartes su sentir. Te reco-
una Interpretación de buena fe. do que, ante una situación de esta naturaleza, digas algo
Supónte ahora que ya has formulado tu Interpretación, qu siguiente tenor:
el paciente la admite, pero que sigue insistiendo en que tu
intención fue, en realidad, criticarlo, valorar sus actos. Dice Admito que usted 10 considere algo malo e indigno, y sé
por ejemplo: «Por supuesto que sentí que estaba criticándo en general la mayoría de la gente piensa lo mismo. Per-
me, juzgándome. Lo que usted dijo es que sentía envidh almente, tengo una opinión formada sobre la envidia desde
de mi hermano. Bueno, es atroz sentir eso, en especial cuand unto de vista moral, así como sobre muchas otras cosas.
se trata del propio hermano, yeso me convierte en un ser O en mi carácter de terapeuta, y durante el curso de la
despreciable. Así que, implícitamente, usted señaló que mi pia, procuro soslayar por completo esos juicios de valor.
conducta era atroz. Si eso no es emitir un juicio de valor, un to de que no interfieran en mi labor, de no ocuparme para
crítica, no sé qué es». Ahora ya salió a relucir etl tema, y h3 a de ellos. Como usted sabe, mi único objetivo es lograr
llegado tu oportunidad de poner bien en claro las cosas. E prender, y ayudarlo a usted a Comprender. Pero para
preciso que tú mismo 10 veas con perfecta claridad, y que t es preciso que descartemos todo enjuiciamiento, toda
esfuerces porque quede también en claro .para él. Y tampoc luaci6n.

94
Paciente: Comprendo (pausa); pero no me parece human
mente posible.

No es necesario que des respuesta alguna a su observación,


pesar de ser esta perfectamente justa. Después de todo, J.
máximo que podrías decir es «Hago todo lo posible». Y ~',
puede darse por sentado.
Tu tío, con afecte'
'do Simón:
ivamente, mi análisis del Refuerzo fue incompleto en el
O en que tú dices. ¿No me «importa»;' que mi paciente
tratado en forma cruel a su hermano? ¿No se supone,
, que deseo que aquel actúe en forma madura y racional,
por su propio bien? Por supuesto que mis deseos, pre-
ente en relación con su propio bien, serán afectados por
ducta, y necesariamente habrán de reflejarse en las res-
tas que le doy. Por consiguiente, el no suministrar Re-
o alguno, el no dar muestras de aprobación o desaproba-
, podría tomarse como indicador de que no nos importa
omino del paciente. Pero no es así. En realidad, todo lo
haga el paciente te importará .profundamente. Algún día
é que explayarme sobre la diferencia que existe entre
ple solicitud y la valoración, la Contratrasferencia o el
, Mi respuesta a tu crítica es que, por sobre todas las
, lo que debe importarte es brindar al paciente la mejor
iencia terapéutica que puedas proporcionarle.
e hablé sobre Qué debes decir al paciente, y Cómo; ahora
concentrarme en el Porqué y el Cuándo, tarea más difícil
. Los cuatro interrogantes citados son, por naturaleza, in-
ependientes; pero el interrogante fundamental, básico, di-
os, es el que gira en torno al Porqué, pues para darle res-
ta es preciso especificar nada menos que la función y
eso central de la Psicoterapia. Es esto último, entonces, lo
debemos examinar ahora.
sideremos la esencia de la sesión de Psicoterapia. Se trata,
damentalrnente, de que el paciente exprese, examine y tras-
los contenidos de su Mente; de que reflexione, se haga
untas, .permita que entren en juego recuerdos y reminis-
cias, enfoque su experiencia de forma nueva, tome con-
cia de los afectos e impulsos que lo mueven, explore y

inglés se utiliza la palabra care como verbo (1 don't care = No


importa) y como sustantivo. En este último caso la hemos tradu-
por «solicitud». (N. del E.)

96
ar, de que suministren una Intcrpr In ¡ 11) 11\1d
examine su realidad interna y externa, y logre Comprencl e por medio del siguiente interrogant ': «¿ R ult \/' útil
Es a todo ello que hago referencia cuando utilizo la expres!cl "ente mi intervención?». La elección el ,1 111111111'11111
opor
algo difusa de Proceso Terapéutico. De a'hí que tu funció ara intervenir depende, principalmente, de 1I di po i
central como terapeuta sea iniciar, facilita: y mantene~ .t el paciente para comprender y aprehender. Lo el '11I n
marcha el Proceso Terapéutico; y esta es mi respuesta ba,1I ásicos que deben tenerse en cuenta son su 'oIHII hUI
al interrogante de Por Qué debes hablar (Cuándo, Que 1 y afectiva, su estado de ánimo, las característica, dI
Cómo). deci 1 rasferencia y Defensas y otros elementos análogos. Cunn
El principio rector que nos guía es el. siguiente: ecrmos I do ello ha alcanzado su punto óptimo, habrá llegado
que decimos, y en un momento determ~~ado, porque, a nu. ortunidad de suministrar una Interpretación, y entonces
tro juicio, ello permitirá alentar (o facilitar, adelantar, meJII observará una gran diferencia entre estos dos interro-
rar, posibilitar, profundizar o amplia!) el desarro~o. del Pn s que pueden servir como criterio: «¿Resultará útil al
ceso Terapéutico. El fin que perseguimos r;? es, basl~amenl te mi intervención?» y «¿Le es necesaria?» (pregunta
impartir información, facilitar la Comprensl<;>11,etc., .SIDO, ID última cuya respuesta .por lo común se da por sentada).
bien, permitir que el paciente hable t~n ~bIerta y Iibremem ue deseo puntualizar, sin embargo, es que este segundo
como pueda, y que experimente su Sí-mismo ?e manera tUl rogante nunca debe darse por sentado, sino que debe
plena y auténtica como sea capaz. Como v~ras, no se trat tituirse en el criterio principal. Con el fin de adarar el
de un proceso interpsíquico, .sino intrapsíquico, q~e. entran 'do en que utilizo el término «necesidad», enunciaré del
una acción autónoma. Y a nesga de parecer repetitrvo, pcr 'ente modo el criterio del momento oportuno: «¿Es ne-
mí teme reiterar que el objetivo básico de l~ Psicoterapia ( ia mi intervención para restablecer o facilitar la partici-
'lograr que el paciente adopte un papel actrvo, que alcan ón del paciente en la Iabor terapéutica?». Como ves,
una Comprensión activa de los hechos, que ~Jerza y ~efuer I pre sale a relucir el Proceso Terapéutico.
activamente su Función de Síntesis y, por su intermedio, pu es de hacer las debidas aclaraciones al respecto y de re-
da ejercer el debido control de los hechos y lograr plen arte -que de ninguna manera pretendo afirmar que el cri-
libertad. Esto es lo que quiero significar cuando hago reí por mí elegido sea el único viable, sino solo el criterio
rencia a la Autonomía Relativa del Yo. Todo aspecto d al que debe regir nuestros actos, permíteme ofrecer te un
método, toda prescripción y proscripción técnica, to?a fundn plo. Supongamos que el paciente saca a relucir el tema de
mentación teórica, parte, en forma más o menos directa, d relación con el padre, y que habla de Ia rabia que desde
esta premisa básica. . tiempo alienta contra él; y supongamos que lo hace muy
Ya te he explicado de qué manera todo esto lmpo~e .sever~ : habla abiertamente, expresa sentimientos auténticos,
restricciones a tu participación en el Proceso Te~apeutlco. DI jugar sus recuerdos y reminiscencias; asocia libremente,
chas restricciones, por otra parte, resultan cuestlOnabQe~ par se desvía del tema, ete. (por supuesto, admito que esto es
algunos, y se han convertido en obj.e.to de acerbas críttcas, o pedir). Supongamos ahora que tienes ciertas sospechas
fundamentalmente en vista de la facilidad COI1 que una COI1 re el origen de su rabia, o que visualizas en la relación
cepción tan libre del Proceso Terapéutico induce a ~aciona¡¡ el padre un elemento de importancia que el paciente so s-
zar. Cuando el proceso se define en términos demas~ado am B. Supongamos, .por añadidura, que tienes tus razones para
plios, es muy fácil justificar un eleva~o número. de interven r que tu insight y percepción del problema influirán en
cienes haciendo referencia al estado mismo de dicho Proceso sentimientos de cólera y aun, tal vez, podrán mejorar la
Por ejemplo, .puede argumentar~e q?,e t?da In~erpretaciór; qu ción del paciente con el padre. ¿Cabe entonces proponerle
señala la existencia de una monvacion mconsciente permite ~I a Interpretación? ¿Es preciso indicarle lo que está sosia-
'paciente profundizar su comprensión de sí misn:o y que, pOI do? Bueno, no necesariamente. ¿Y por qué no? Pues par-
consiguiente, resulta útil al Proceso. Pero, obviamente, tale e no hay razón suficiente para hacerla. Ahí reside, al me-
arsumentos no son válidos. s, la esencia de mi argumento. El Proceso Terapéutico
E~ el caso de muchos terapeutas con orientación analítica, el cha de manera óptima y entonces, en lo que a él atañe
criterio principal que justifica el hecho de que hablen (y, el

98
(¿a diferencia de lo que atañe a'l paciente?), estaría de ni sta la cuestión en términos tan extremos (o tan ab-
tu intervención. s), pasemos ahora a otro tema. Nuestra función prin-
Tal vez cuestiones la utilidad de ese criterio; tal vez te p puede muy bien ser la de restablecer y facilitar el urso
rezca incorrecto pasar por alto una oportunidad que te ,p receso Terapéutico; pero ello no implica que sea nuestro
mitiría contribuir al bienestar del paciente. Por otra part motivación para ofrecer una Interpretación. Caso con-
quizá sospeches que mi tesis fu~ciona bi~n en teoría, pe;o 11 estaríamos imponiendo una restricción inusitadarnentc
en la práctica. Admito que tienes razon; pero permitem ~ que de ser llevada a sus extremos podría incluso re-
añadir algo. Lo que te recomiendo es l~ siguient~:, en vez ti 'contraproducente. En primer lugar, el paciente podría
ofrecer una Interpretación, ,puedes decirte: «Dejémoslo gu tir de inmediato que le prestas considerable grado de
llegue a ella por sí mismo, que descubra por sí solo el el sólo cuando no se explaya libremente. Puede advertir
mento que estuvo pasando por alto». Si está trabajando ~II con el fin de lograr tu participación para aliviar la tre-
bien como parece, hay razones para esperar que a .s~ debid a prueba por 18 que está pasando, basta con que entre
tiempo elaborará ese insight por sí mismo o descubnra aquel! impase. Te aseguro que esto ocurrirá con frecuencia, y
que había pasado por alto. Y si lo logra, entonces el descubn nsejo que estés sobre aviso. Y si en realidad tú hablas
miento resultará más significativo, más eficaz que el m~1t mente cuando él no lo 'hace le estarás dando un poderoso
hecho de recibirlo en forma pasiva. A la postre, su relació tivo .para eludir el Proceso Terapéutico.
con el padre podrá resultar mucho más b.en~~iciada. ' ue es posible enfocar incluso esta premisa desde la pers-
Admitirás que mi postura entraña la conviccion de que :o(h 'va del principio rector básico antes ci-ado: «Le ofrezco
Proceso Terapéutico que sigue su marcha natural habra, d Interpretación porque resulta necesaria para la marc?a ~~l
suministrar el material a partir del cual podrán producirs eso Terapéutico, en el sentido de que no hacerla signifi-
cambios en la conducta, las actitudes y la experiencia del p aplicar un refuerzo negativo». Empero, así se estaría
ciente. No es necesario insertar los contenidos de tu Ment rmando nuestro principio rector, trasformándolo en algo
en el proceso (no tienes por qué compartir con el paciente tu elástico que resultaría prácticamente inútil. Prefiero adop-
pensamientos e insigbts ni dejarle entr~ver t~. grado de Corn como criterio básico de mis intervenciones el de su opor-
prensión) a menos que el proceso en sí lo eX1Ja,o hasta tanu 'dad, así como tener en cuenta, también, otros criterios
ello ocurra; y en ese momento tu participación tendrá p r no revisten un carácter tan básico. De esta manera, podré
objeto, fundamentalmente, restablecer la n;-archa d~l Proceso tener el equilibrio y el sentido de Ias proporciones.
facilitar su curso. En esa coyuntura, ademas, podras valer te d
tus insigbts y percepciones. Si de pronto el p~ciente del gu llegar a enunciarla en los términos formales de un prin-
hablábamos se viera en dificultades, en medio de la sesió 'o, permíteme ahora describirte el tipo de actitud que, en
(si se sintiera bloqueado, experimentara un impase, se m?, eral, podrás adoptar sobre tu ~articipación en la Ps~cote-
trara ansioso, se pusiera a la defensiva), ,podrías entonces, In 'a. En primer lugar, y por encima de todo 10 demas, es
tervenir eficazmente advirtiéndole: «Creo saber por que s ciso que sea el paciente quien realice [a tarea básica, de
siente repentinamen{e bloqueado» (o «por qué se .desvió d rte que tú te verás obligado a adoptar una actitud b~sta~te
tema de conversación», o «por qué se muestra ansIOSOy a J iva. En mi opinión, lo ideal es permanecer en silencio,
defensiva»). «Se debe a que, de pronto, debe hacer frent.e o llevado por una suerte de inercia; tu actitud favorita
un pensamiento doloroso en relación c?n .la rabia que le III á la del observador que escucha callado y atento. Debe
pira su padre»; o bien: «Tal vez 'logro VIslumbrar, como e cerse carne en ti la idea de que cada frase que emites tiene
un pantallazo, algo que había pasado por. alto. Se., trat precio, puesto que cada vez que abres la b?,ca (sea. p.ara
de ... ». En un sentido muy importante, una tntervencion d cer una Interpretación, realizar una observación, precipitar
este tipo es preferible a otra en qu; comiences~icie?do, pOI a Confrontación o plantear un interrogante) no haces más
ejemplo: «Ahora creo saber por que su padre le insprra tant e orientar el discurso del paciente en un sentido determi-
rencor» o «'Me parece entrever algo que había estado sos do, con lo cual te inmiscuyes en sus actos y coartas su li-
layando». rtad. Ahora bien: dichas intromisiones difícilmente puedan

100 01
evitarse por completo, y no tienen por qué producir te ex 11
gerada aprensión. (El argumento de que las restricciones
corto plazo de la Libertad pueden conducir, paradójicament I

a una mayor Libertad a largo plazo está lejos de ser 1111


sofisma.) Considéralo, más bien, un mal necesario.
Recordarás la Consigna Básica que te aconsejé enunciar al im
ciarse la Psicoterapia: «Dígame todo lo que quiera. Eso con
por cuenta suya. Lo escucharé, y procuraré comprenderlo
Cuando crea tener algo útil que decir, se 10 diré». Esto sigm o Simón:
fica que hablarás solamente cuando lo consideres útil, cuando teas una pregunta muy perspicaz: «¿ Qué pasaría si,
a tu juicio (una vez más, este es el criterio básico) una al> por las circunstancias, me veo obligado a decir algo
servación tuya pueda facilitar la marcha del Proceso Ter,~ acilitar la marcha del Proceso Terapéutico), pero des-
péutico. De 10 contrario, te limitarás a escuchar. Por consi que no tengo nada demasiado inteligente que decir?».
guiente, en relación con cada una de tus observaciones no solo sa es segura: te verás a menudo en esa difícil situa-
debes contestarte la pregunta «¿Por qué 10 dije?» sino «¿P r era antes de contestar a t~ pregunta debo analizar otro
qué decidí hablar en ese preciso momento?». En términ de suma importancia, para que no infieras que toda
ideales, la respuesta debería vincularse con el estado del Pro peión o ruptura en Ia continuidad del Proceso Terapéu
ceso Terapéutico; y, para evitar las racionalizaciones demasia ige nuestra intervención, tal como podría desprenderse
do fáciles, debes siempre recordar que 10 que importa en pri expuesto en mi carta anterior. En realidad, no siempre
mer término es Ila actividad del paciente. así. Existe una excepción muy importante.
Admito que de esta manera el proceso todo puede cobrar UII ronto el paciente parece ser presa de ansiedad, si sus
aspecto amorfo, carente de límites precisos. Como rte dije an se desorganizan momentáneamente, puede ser señal de
teriormente el Proceso Terapéutico puede concebirse de un I tá sucediendo algo importante, que puede tener efectos
manera tal que desborde las proporciones de lo que resulta útil cativos. Un hecho de esta índole puede exigir una al-
y conveniente. No obstante, aunque no sea fácil especificado en n del Proceso Terapéutico que harías muy mal en con-
la totalidad de las circunstancias reales, es posible formarse tar. Con el fin de aclararte 10 que quiero decir (y evitar
una idea bastante aproximada de ,10 que significa. Y si todavía ta última afirmación te resulte ininteligible) me veré
no logré darte esa idea, 10 único que puedo decirte, Simón, es do a introducir un concepto nuevo en nuestra discusión:
que a medida que vayas adquiriendo mayor experiencia lb Experiencia Analítica.
garás a intuirlo en el curso de tu trabajo cotidiano. Después curso de las sesiones de terapia se produce, ocasional-
de todo, los demás criterios relativos a la oportunidad de tus , algún hecho específico de gran importancia, al que
intervenciones tienen el mismo carácter inefable, ya que pre inaré Experiencia Analítica. Pero, ¿cómo definírtelo?
cisamente la oportunidad es quizás el aspecto Técnico má tengo clara idea de su significado (puesto que yo mis-
difícil de enunciar y especificar. Más que cualquier otro as- he experimentado), reconozco que no es fácil definirlo
pecto de nuestra Técnica, depende, sin lugar a dudas, de nues- cribirlo. Puede tratarse de una de esas experiencias por
tra intuición y sensibilidad. e uno mismo debe atravesar antes de poder compren-
Tu tío, con afecto balmente de qué se trata. (Por ejemplo, inténtale ex-
lo que es el :pánico a alguien que nunca lo ha experi-
ado.) Empero, tal vez no sea demasiado difícil suminis-
una suerte de descripción «impresionista» de dicha
iencia. Procuraré hacerla.
imer término, procura ponerte en el lugar de tu paciente.
lidad de tal, periódica y regularmente tienes ocasión de

102
referir todo 10 que sientes a alguien que te escucha Por qué? Pues porque, en primer lucrar deseo identi-
atención y mantiene una actitud neutral; nunca efectúo r enunciárse1a al paciente en forma ;rti~u1ada. La ex-
mentario alguno que implique una valoración de tu candil la, a veces sobrecogedora, puede llenarlo de terror. Por
ni se erige en juez de tus actos. Como a él no le importa al, a ella se agrega una sensación de total indefensión
haces, piensas y sientes cosas vergonzosas, tu conducta nUI se trata de una experiencia que queda libre de nuestras
podrá defraudarlo. Por otra parte, nada de 10 que h, ciones habituales. El paciente experimenta una apertura
parece proporcionarle tampoco satisfacción alguna. Su ÚIII que lo pone en contacto con su Realidad Interna, razón
deseo manifiesto es comprender te mejor, para ayudarte a q cual, a la vez, suele experimentar un sentimiento de
tú mismo, a la vez, te comprendas mejor. Y siempre mantl i6n, por. no decir de, ansiedad. Es .aconsejable, pues,
una actitud respetuosa, llena de tacto, no exenta de cic una actitud de empana con sus sentmnentos y ofrecer-
calidez. Ahora bien: en esa situación tan «segura», puc.l to grado de apoyo. Por 10 general, basta con darle a
hablar sin interrupciones. Gran parte del tiempo relata er que te~emos conciencia de 10 que ha experimentado.
tus experiencias presentes y pasadas, hablarás acerca de I es le . explico qu~, P?r más dolorosas y terribles que le
pensamientos y emociones, expresarás tus fantasías, sue I an dichas expenencias, pueden ser sumamente benéfi-
deseos y temores. Toda la atención se centrará en tu persoi uedo también Interpret:ar1e cómo se defiende de ellas'
en tu vida misma. También surgirán en ti sentimientos m , si opto ~or n?, decir nada en ese momento, por 1~
ca de la persona que te escucha y que te ayuda a expres iI ya tendre ocasión de Interpretar1e más adelante que
y a reflexionar. Podrás reconocer esos pensamientos y 111 e hace es defenderse contra :su repetición.
ciones, esencialmente, como de tu propia producción, porq periencias Analíticas, por 'Consiguiente, a pesar de su
el terapeuta continúa siendo, como persona, un extraño J1 da~ y su carácter relativamente infrecuente, constituyen
ti. Por añadidura, con ese reconocimiento adquirirás un scn os rmpactanres y de importancia crítica. Algunos tera-
do profundo de tu realidad interna, del alcance y riqueza s las denominan Expe;i~ncias Cumbres; por mi parte,
tu persona. (He dedicado todo este párrafo a describir o calificarlas de Analíticas con el fin de subrayar que
Proceso Terapéutico, sin tocar, todavía, la cuestión de la EXI ta de intensas experiencias de Conocimiento. En mi opi-
riencia Analítica.) son actos de aguda Comprensión y por ende 'suelen
Ahora bien: ocasionalmente (y fíjate que digo ocasiona1m r, considerables efectos, Resultan me~orab1es y' poseen
te) se producirá algo muy peculiar en el Proceso. A ' racter conmovedor, bien que traumático. Probablemente
puede sumarse, aunque no necesariamente, un cambio en rman la materia prima para los cambios básicos, y can-
estado de conciencia, quizá caracterizado por un estado as se ponen en acción las principales defensas.
ánimo profundamente contemplativo, casi de ensoñación.
como fuere, en ese momento hablas «desde adentro», y ( am~s ahora al problema que me planteabas. Tu paciente
emociones que son peculiares y diferentes. Tal vez sientas u traviesa ~or una Experiencia Ana'lítica sino que, simple-
sensación totalmente nueva, o una antigua sensación que te, experimenta una fractura en el Proceso Terapéutico.
habías experimentado durante mucho tiempo, algo extra tu pa.rte, crees necesario decir algo, pero no se te ocurre
profundo, que puede incluso causarte una conmoción. Tal partIcu1arm~nte sagaz que decir. Tal vez logres aceptar
adquieras un nuevo insight de ti mismo o de lo que esta mayor serenidad esta difícil posición si tomas nota de
diciendo al producirse el hecho; pero 10 que cuenta es la S la corrección de una Interpretación se correlaciona en
sación de revelación, la revelación de algo profundamente a apenas moderada con su eficacia. En otras pa1abras,a
lido y auténtico para ti. No tiene por qué tratarse de algo s no hay por qué preocuparse demasiado por suministrar
talmente nuevo o deslumbrante, pero se siente como pecul Interpretación enteramente correcta. A nadie le gusta
y revelador. Esto es una Experiencia Analítica. ivocarse, y menos aún al psicoterapeuta que hace una In-
La experiencia puede ser bastante breve, y resultarle su retación. Pero existe absoluta unanimidad de opiniones en
mente difícil al terapeuta entrever su advenimiento. Por to ~ que una Interpretación equivocada puede, no 000-
parte, siempre trato de estar sobre aviso para no pasarla e, ejercer efectos deseables. Puede ser incorrecta en esen-

104
cia, pero aun así tener el fructífero efecto de facilitar el el en tos para hacer una Interpretación cspc Iflca, stn
rrollo del Proceso Terapéutico. rendir sustanciales beneficios. Naturalmcnt ,no lisimu-
Admito que mi tesis es algo simplista, por lo cual (111 incertidumbre, y te esforzarás, especialmcnt , por J1l'
efectuar algunas aclaraciones. Toda interpretación incorr« n tacto. Pero, tranquilízate: las Interpretaciones in
implica una Comprensión igualmente incorrecta de los hecln s solo suelen serlo en grado relativo, y los beneficio:
y una Comprensión incorrecta es casi una c?'r:tradicción, en 1 ellas se derivan compensarán sobradamente su inco
términos. De modo que no me estoy refiriendo aquí .a ' n.
casos en que las Interpretaciones resultan con frecuencia ( teme aprovechar la oportunidad para señalar otro factor
con demasiada frecuencia) incorrectas. Me refiero más bl ya que puede ocurrir que sea el paciente quien experi-
a 'una Interpretación aislada cuyo contenido es incorrecto. '1 la imperiosa necesidad de decir algo. Pero primero debo
vez resulte útil trazar un distingo entre corrección y OpOl1 e una advertencia: en tu evaluación continua del estado
nidad. Mi tesis es que una Interpretación incorrecta pued e se halla el Proceso Terapéutico, debes abstenerte de
no obstante, resultar oportuna. . .. metas demasiado ambiciosas. Más adelante analizaremos
Dicho postulado suele cobrar primacía en las etapas inicial é manera podrás infundir mayor vitalidad e interés al
de la Psicoterapia. Cuando recién 'se ha iniciado la terapi so. Lo que aquí me propongo señalar es que con fre-
pueden producirse situaciones en que. ~u march~ adecUl~I 'a parecen perderse preciosos minutos en una palabrería
exija que proporciones una InterpretaclOn al paCiente., ¿~I ntemente improductiva. Lo que sucede, por lo común, es
qué motivo? Pues porque 10 exige el Proceso Terapéutio ientras el paciente continúa hablando tú te preguntas si
Puede que lo único que le hayas suministrado hasta ese DI ello tiene alguna «utilidad». Tal vez no halles nada útil
mento sea información sobre el supuesto curso de la terapi decir sobre el material que te proporciona el paciente, o
junto 'Con algunas prescripciones y proscripciones Técnica 'deres (quizá por ello mismo ) que carece de importancia.
(En una carta posterior, en que analizaré en .detaUe la COI a bien: sin entrar a dilucidar qué significado reviste juz-
ducción de la fase Inicial de la Psicoterapia, enfocaré «carente de importancia» al material, insisto en que en
problema en forma más exhaustiva.) 'por lo demás! el res,1 circunstancias puede resultar útil adoptar el siguiente su-
de las cosas han corrido por su exclusiva cuenta y nesga. 1 to (¿o se trata, más bien, de una hipótesis?): el contexto
vez se pregunte, en forma perfectamente legítima y no éutico posee un valor intrínseco sustancial.
rente de cierto temor, de qué manera contribuyes tú en eSI so cuando el material que manejamos no reviste vital
trance. Por consiguiente, quizá "ea útil demostrárselo. Y si I rtancia para el paciente, el 'Contexto de rra Psicoterapia
ese momento arriesgas una Interpretación, su forma y funck e resultarle provechoso. Ello no significa que no debas
pueden resultar más importantes para el paciente que el hecl al' algunos esfuerzos por sacar a relucir material más
de que su contenido sea correcto. . rtante. Pero es preciso sopesar cuidadosamente dichos es.
Incluso 'en etapas posteriores el progreso de la terapia pue os, actuando con gran tacto y además (y es esto lo que
depender a veces de una cualquiera de tus Interpretacione o dejar bien en daro) sin sentirte obligado a hurgar en
entonces puedes defender te (de las críticas d.e tu, s~pervis? de dicho material. Si estás convencido, como yo lo estoy,
por ejemplo) acotando, simplemente: «Consideré impreso ue el contexto de la Psicoterapia (al brindar al paciente
dible decir algo». Por supuesto, debes actuar con cautela, par oportunidad única de expresar contenidos Mentales y
no irte al extremo opuesto. Parto del supuesto de que no iar sus Emociones, libre de todo control y toda crítica)
acosan sentimientos Contratrasferenciales indebidos ni luch ee en sí mismo un valor intrínseco para él, lograrás rela-
por resolver conflictos derivados de tu pasividad. . e y escucharlo con calma cuando se ponga «parlanchín».
Si estimas que el Proceso Terapéutico te exige decir algo, uerda que ocasionalmente los pacientes necesitan un des.
sugerencia es que ese algo sea una Interp.retació? ~cuJ' so. De tanto en tanto debes darles un respiro, concederles
que en tales casos te sentirás tentado, en primer termino, ( tregua, o como quiera que lo llames. Esto también es
formular una pregunta, y son precisamente las preguntas I te intrínseca del proceso. Debemos, por consiguiente, mas.
que debes evitar. Incluso si consideras que no tienes mayor nos generosos con el paciente y no ob1igarlo a nadar contra

106
la corriente ni (si me permites otra metáfora) avanzar contrn ta n" 12
viento.
Por sobre todo, Simón, debes tener en cuenta que el Pro ('
Terapéutico se caracteriza por su lentitud. A. pesar de .la 11
tural impaciencia de los jóvenes y su concomitante sentido d
frustración la psicoterapia exige que le concedamos el m
precioso d~ los bienes: tiempo. Pero, ¿cuánto tiempo? 1,
otra oportunidad discutiremos la cuestión.
ido Simón:
Tu tío, con afecto
inemos ahora otra característica singular del Proceso
péutico: el silencio. En el curso normal de los aconteci-
tos el psicoterapeuta suele guardar silencio con frecuen-
el paciente, a veces. Por consiguiente, el silencio viene a
plir un papel importante en 'la terapia. Su significado, las
iones que cumple, sus efectos, suelen ser complejos y am-
os; y por lo general plantean a ambas partes ciertos pro-
as específicos.
silencio tendrá un significado diferente, cumplirá funcio-
igualmente diferentes, y ejercerá efectos también diferen-
que el silencio del :paciente; pero entre ambos hay ciertos
entos comunes a los que ya se hizo referencia en la Con-
a Básica. Idealmente, tu silencio sólo reflejará tu acata-
to a la Consigna, o sea, que escuchas y no tienes nada
vechoso que decir. De manera análoga, el silencio del pa-
te tal vez refleje, simplemente, su determinación de me-
un rato antes de hablar, y al quedarse callado puede
r ejercitando, simplemente, su derecho a gozar de una
tonomía o libertad básica. No obstante, las cosas rara vez
dan de modo tan simple, tan cercano al ideal. Con la posi-
excepción de las etapas últimas de la Psicoterapia, cada
de las partes suele adjudicar al silencio de la otra una
ie de significados, funciones y efectos muy diversos. Por
siguiente, es preciso prestar al silencio cuidadosa atención
ítica.
r lo general, nuestro silencio suele mterpretarse en el sentido
que nos estamos reservando algo; y es entonces que comien-
a surgir problemas, tanto para el paciente como para los
apeutas, Una o ambas partes albergan la sensación de que.
silencio, esa reserva, refleja una renuencia a darse, falta
generosidad, desinterés, incapacidad para comprender, in-
so hostilidad. El terapeuta que guarda silencio no asiste en
ma debida al paciente, no lo «alimenta» ni reconforta. De
anera similar, el :paciente que se encierra en su mutismo tal

108
vez esté solicitando la asistencia del terapeuta, pidiendo s( stancias el hecho de !hacer silencio implica simplemente
alimentado, reconfortado. El silencio puede ser expresión d usa.
pasividad, de ira, de fantasías en torno a una íntima y mud ás, hay silencios y silencios. Cuando su duruck n nn vu
comunión. En suma, pueden hallarse implícitos en él una am allá de cuatro o cinco minutos, el silencio asum ' curuct
plia serie de significados y funciones. as totalmente diferentes de cuando dura más de vcint o
El silencio también puede trasmitir determinada señal. Por ta minutos. En el primero de los casos puede implicar l"
parte del paciente, .puede ser un instrumento dirigido a 'logra deseo de reflexionar por parte de quien habla; en el se-
que hables; .por parte tuya, puede expresar deseos de que ti o, cumple otras funciones; el primero posiblemente no
paciente prosiga con lo que estaba diciendo, o bien de qu bra la marcha del Proceso Terapéutico; el otro, sí. El
cambie de tema. Es difícil determinar en qué circunstancia er tipo de silencio tal vez te haga preguntarte, simple-
el paciente recurrirá al silencio con el fin de inducir te a qu te, cuáles serán las ideas y sentimientos del paciente en
hables, y más difíoH todavía dilucidar cuándo interpreta tu ción con el material de su relato; el segundo, por el con-
propio silencio como una señal. Por lo general no se dan '0, quizá te lleve a meditar acerca de sus posibles ideas y
mayores indicios que permitan determinado, y siempre corre riI?ientos en relación con la terapia y/o el terapeuta (o sea,
rás el riesgo de cometer un grueso error cuando ofrezcas unu ismo ) .
Interpretación como la siguiente: «Me pregunto si momento árate, Simón, para un Sermón Inspirador. Así como el
antes no habrá cambiado de tema porque, cuando hizo unu 'ente debe sentirse cómodo con tu silencio, del mismo
pausa, yo no dije nada, cosa que usted pudo haber interpre ° tú debes sentirte cómodo con el de él. La capacidad de
tado como que yo deseaba que hablara de otro tema». POI rtar el silencio sin perder la calma, por mucho que dure,
supuesto, tus deducciones deberán tener alguna base; posi imprescindible. No hay 'por qué .preocuparse al respecto, ni
blemente al hacer una pausa te dirija una mirada ansiosa, (l erimentar frustración. alguna. Si el paciente opta por guar-
adviertas un cambio de expresión en su rostro, 10 que re per silencio 'con el fin de reflexionar, y no desea compartir
mitirá intuir que Io que el paciente realmente está haciendo tigo sus pensamientos, no solo debes aceptar su decisión,
es aguardar tus directivas. El fenómeno se vislumbra más fá o que ella no debe inspirar te ningún sentimiento en par-
cilmente al cambiar de tema; por consiguiente, resulta rná: lar. Conviene que, para empezar, te abstengas de ver en
riesgoso manifestar: «Me pregunto si no seguirá hablando de os sus silencios una pérdida de tiempo o una manifestación
lo mismo porque cuando, momentos antes, hizo una pausa, y Resistencia. Por supuesto, procurarás discernir el significado
seguí callado ... ». función del silencio, pero sin ir más allá de lo que sueles
cer cuando el paciente relata algo.
Antes de proseguir tal vez resulte conveniente trazar el nece- hecho de que 'el silencio pueda revestir tanta importancia
sario distingo entre una pausa y e1 silencio. El objeto de toda mo la comunicación verbal implica dos cosas: 1) que puede
pausa es recobrar el aliento o, más bien, poner en orden lo objeto de Comprensión Analítica, vale decir que puede
pensamientos. Uno simplemente «hace» una pausa, pero en carn- aminarse su significado y funciones; 2) que no tiene .por qué
bio «cae» en un silencio, y esta diferencia suele ser captada tar vedado: el paciente debe sentirse perfectamente Iibre de
con precisión. Como es lógico, los pacientes difieren entre sí en ardar silencio cuando lo desee, así como se siente perfecta-
cuanto al tempo y continuidad de su discurso. Para algunos, ente libre de decir lo que le plazca. Es preciso insistir en este
un interludio de cinco segundos configura claramente una pecto, ya.que muchos terapeutas 'Consideran que todo silencio
pausa; para otros, constituye un silencio. Algunos hablan en improductivo, que configura una suerte de impase o una
forma ininterrumpida durante 'la sesión entera, sin hacer si- anifestación de Resistencia, y, por ende, debe encararse en
quiera una pausa, y su silencio resulta inconfundible; en otros rma activa. Rara vez le preguntarán alpaciente: «¿Por qué
las palabras fluyen de manera irregular, con pausas frecuen- bla de su tío?» cuando aquel se explaya sobre dicho Iami-
tes, y es más difícil discernir en qué momento, realmente, ar, pero sí le preguntarán, con suma frecuencia: «¿Por qué
caen en el silencio. Empero, suele ser fácil distinguir el mo- arda silencio?» cuando el sujeto se encierra en un mutismo
mento en que una pausa se trasforma en silencio, o en qué tal. Por consiguiente, no se le otorga el mismo carácter que

110 11
a la palabra. El silencio, por supuesto, parece contradecir '11 · nte: Pues. .. en rcalida 1, hu 'no 110
esencia misma de la psicoterapia. Sin duda alguna, tanto tu lejo con lo que me dice.
como el paciente presuponen que el método básico de intera Sólo deseo implicar que se Sit'111- lIdp 1111
ción entre ambos habrá de ser verbal. Por consiguiente, resultn CÍa.
razonable, prudente, e incluso imprescindible a veces, considc lente: Sí, así es. ¿Pero acaso no es Iógi o qll(' 11111 1 1,,11
rar todo silencio como una desviación o alteración significativa : Quiere decir que, a su entender, siempre I-IH'IIIIIIII
del desarrollo óptimo del Proceso Terapéutico. Pero, tal como r sentado que se trata de algo malo.
he señalado, se trata de un asunto muy complejo y sutil, qu ciente: Exactamente.
entraña varios peligros latentes.
El principal tiene que ver con el papel fundamental que cum
ple la Autonomía. Un principio básico de la Psicoterapia es
que el paciente sea perfectamente libre de guardar silencio
cuando así lo desee. Es indiscutible que sus silencios, al igual ciente: No sé por qué me quedé callado. Lo siento.
que sus manifestaciones verbales, se hallan sujetos a Compren. : ¿Me pide disculpas por no saber el porqué, o por el h -ho
síón Analítica. Pero, al igual que dichas manifestaciones ver- quedarse callado?
bales, los silencios no deben ser objeto de evaluación, juicio, ciente: Bueno, por quedarme callado. ¿Acaso no es obvio?
censura o Refuerzo. Debemos cuidamos mucho de dar a en- ú: Sí, me di cuenta de que probablemente quiso decir e o.
tender que puedan ser nocivos o particularmente problema- tonces, el hecho de verse obligado a pedir disculpas impli a
ticos. Esta última observación es válida tanto para tus pro· e en su opinión está mal guardar silencio.
piossilencios como ·para los del paciente, y es algo muy di- 'aciente: Por supuesto. ¿Usted no lo ve así?
fícil de lograr. ': Mi función no es evaluar, sino tratar de Comprender.
Es prudente suponer que el paciente considera que no debe aciente: Pero si me quedo callado, ¿qué es lo que puede Corn-
guardar silencio, o que sus silencios representan, básicamente, ender?
una pérdida de tiempo. En consecuencia, e incluso si te has ú: El silencio mismo.
esforzado por evitar comunicarle tu propia opinión al respecto, 'aciente: ¡Caray! Yo mismo me busqué esa contestación, ¿no?
tal vez te veas obligado a discutir el tema abiertamente con ues bien, déjeme explicárselo de otra manera. ¿Qué benefi-
él. En ocasiones él te facilitará la tarea, criticándose a sí 'os puedo extraer de la terapia si guardo silencio? Sin duda,
mismo por guardar silencio, o pidiéndote disculpas. Veamos terapia resultará más provechosa si yo hablo.
dos ejemplos.
hora bien: después de que el paciente expuso su actitud
acia el silencio, al que considera malo, perjudicial e improduc-
Ejemplo 1 ivo, es preciso que le hagas saber cuál es tu propia actitud
respecto (con 10 cual el asunto puede ponerse muy deli-
Paciente (tras unos instantes de silencio): Lo siento. Estaba ado). Como partimos del supuesto tácito de que el paciente
pensando un montón de cosas, y por eso me quedé callado. ebe verbalizar todo lo que pasa por su mente, y como su
Una de esas cosas era ... ilencio parece contravenir dicho principio, el manifestar, sim-
Tú (interrumpiéndolo ): Me llama la atención que haya dicho lemente, que no hay nada de malo en guardar silencio .podrá
«lo siento», como si tuviera la necesidad de disculparse por rear malentendidos. A la vez, sin embargo, no se producirá
haber guardado silencio. O sea que, aparentemente, lo consi- alentendido alguno en relación con un aspecto básico de la
dera una trasgresión. cuestión: de acuerdo con la Consigna Básica, el paciente tiene
Paciente: Bueno, sí, por supuesto. ¿No se supone, acaso, que lena libertad de guardar silencio cuando así lo desee. La línea
vengo aquí para hablar? demarcatoria entre ambos conceptos es muy sutil.
Tú: Pero al pedir disculpas parece implicar que para usted Lo ideal sería expresar tu actitud al respecto del siguiente
el silencio es algo malo. modo: con suma frecuencia es preferible hablar, pero a me-

112 113
nudo conviene guardar silencio. Dicho en otros términos, ello
significa que, en la medida en que el silencio no permita entr do usted se castiga por haber hecho algo malo en cierta
ver pensamiento o sentimiento alguno, resultará relativamente ra se ve exento de la .obliga~ión de examinar y' compren-
menos productivo que el hecho de hablar; pero, en determi se hecho». Para algunos pacientes se trataría de un acto
nadas circunstancias, el silencio puede resultar más auténtico ntrición q~e 'posibilita, en forma c~ncomitante, su perdón
que toda comunicación verbal. El silencio puede cumplir una ~aber recIb:do ya el. castigo que exigía su trasgresión,
función positiva en el Proceso Terapéutico, o bien constituirse 1 hech? en ISl d~ sentIrse. culpable, ha cumplido su peni-
en indicador de una detención de este, lo cual depende de las ; en CIerto sentido, ha SIdo perdonado»). Pero suele ser
circunstancias. Después de todo, lo mismo ocurre en relación so, en primer .t~rmino, enfrentar el problema perfecta-
con el lenguaje. Ello significa, al menos, que no podemos e !eal de la utilidad o conveniencia de su conducta. En
emitir ningún juicio a priori sobre el valor del silencio, cosa ~nado ~omento, el paciente tendrá derecho a saber si
que puedes dejar bien en claro ante tu paciente cuando se tI~ud haCIa la supuesta trasgresión (el silencio, en este
plantee el problema. Por sobre todo, es preciso evitar las va- tIe?e algo de realista, y sugerirle de alguna manera que
loraciones (en el sentido de considerar bueno o malo) en la s aSI puede provocar malentendidos.
interacción con el paciente, para que dichas valoraciones sean vez aclara~o esto (o sea, que no hay manera de establecer
atribuible s, en forma clara e inequívoca, a su conciencia (su temano SI determinado silencio constituye o no un im-
Superyó) . ), po~rás subrayar tu acatamiento de la Consigna Básica,
Veamos de qué manera continúa el diálogo en los dos ejemplos 1 sentido de que de ninguna manera te propones coartar
que estábamos examinando. En el caso del Ejemplo 1, podrías .erta? de el:cdón. J?e este modo, de hecho y de palabra,
decir: «Una cosa es tratar de comprender sus silencios, el sig- ~lenclO? seran considerados .con la misma neutralidad y
nificado 'que tienen para usted, etc., y otra muy distinta sentir índencia con que son consideradas sus manifestaciones
que se trata de algo malo. A veces usted puede valerse del ales. Tratarás, sí, de Comprenderlo s y Analizarlos pero
silencio como defensa contra mí, o contra las ideas que están ~os mismos medios de que te vales para Compre~der y
cruzándosele por la mente. Pero en otras ocasiones puede Izar otras conductas.
quedarse 'callado porque, en vez de hablar, prefiere meditar. Tu tío, con afecto
Sea como fuere, mi propósito no es evaluar, ino Compren-
der». En el caso del Ejemplo 2 podrías decir: «Sí, admito
que por lo general eso es cierto. Pero ello no significa que al
quedarse callado esté perdiendo el tiempo. Todo depende del
motivo que 10 impulsa a guardar silencio, de lo que sucede
mientras tanto. A veces puede guardar silencio llevado por ia
necesidad de hacer algo que a su entender está mal, o que a mí
podría parecerme mal. En otras oportunidades su silencio pue-
de tener un significado totalmente distinto».
Permíteme ahora hacer una breve digresión. En la mayoría
de los casos en que el paciente manifiesta sentirse culpable
por haber cometido alguna infracción dentro de la terapia, mi
respuesta es que necesita sentirse así. Tal vez 'lo necesite en
razón del castigo que su culpa merecería; pero también puede
necesitarlo con fines defensivos, para evitar todo análisis de la
conducta en cuestión (vale decir, la que originariamente pro-
vocó en él el sentimiento de culpa). De acuerdo con mi expe-
riencia, esta es una de las funciones habituales de los preceptos
del Superyó, que puede Interpretarse del siguiente modo:

114
ás tentado de romperlo efectuando algún comentario
Carta n~ 13 :cha .observación ~nt~~ductoria. T.a1es observaciones por
n tienen ~ranslgmf1cado (p. ej., cuando el paciente
a:. «Se me hl~O una laguna en la mente») e indican que
CIOno. constituye una pausa fecha por el paciente para
onar, S1110 el resultado de algún conflicto subyacente. La
«No tengo nad~ que decir», verbigracia, se presta a una
de Interpretaciones centradas en el tema «No tengo
",Pero antes de ceder a la tentación de hacer algún co-
no, debes '1?lantearte dos 'preguntas relativas al cpterio
Querido Simón:
Más que cualquier otro tema relacionado con las técnica I bras de aplt~ar: 1) ¿Puedo ofrecerle una Interpretación
psicoterapia tradicionales, el del silencio es el que da lugm a Interpretativa oportuna? 2) ¿Es mi deseo orientar al
las polémicas más acaloradas y plantea mayores interrogant te, en relación con su actitud :hada el silencio? Si la
y desafíos. No me extraña, entonces, que mi relativamcn 'a atraviesa sus etapas finales y su estructura se halla
breve carta sobre el tema haya dado origen a una larguí in establecida, entor:ce~ es pr~ba~le q:re la primera pregunta
respuesta tuya. Mis intenciones eran seguir examinand nvierta en tu principal cnteno. SI, por el contrario se
cuestión en detalle aunque sin ir tan lejos como lo requerh ntra en sus fases iniciales y los silencios configuran algo
una respuesta cabal a tu carta. Empero, aprovecharé las (i ente nuevo, tal vez sea más provechoso que enfoques
6men? en sí y centres tu atención en el modo en que el
cunstancias para contestar tus interrogantes. .
Me agrada la metáfora que empleas (<<¿No estamos, en C1 !I te elige sus temas de conversación. También revisten
modo, como quien enciende una linterna para ver la os s las c~nsecuencias que puede traer aparejadas su silen-
ridad?») cuando puntualizas que el silencio difiere de las ( ¿?:l paciente se muestra ansioso, avergonzado, lleno de
presiones verbales por cuanto no es posible discernir su sigt sion, etc.?
ficado y funciones hasta tanto no termine. A menudo, es v h~ exhortado ~ que no cedas a -la tentación de romper
dad, resulta imposible justipreciar el silencio en el m~menl encio de tu paciente. Por supuesto, es más fácil decido
mismo en que se produce, pero no me parece que siemp hacerla, ya que es difícil no dejarse llevar por la preocu-
ocurra así. A veces, por ejemplo, cabe interpretado sobre (5n (<<La terapia no anda nada bien») o la autorrecrimina-
base de lo ocurrido anteriormente; en otras ocasiones, la e (<<Soyun malvado. ¿Cómo permito que su silencio se pro-
ducta del paciente durante el tiempo que dura su silencio pod e tanto?»), en especial cuando se prolonga en demasía.
damos la pista de lo que sucede. El paciente que suele mir sentimientos te inducirán a intervenir de alguna manera,
de frente mientras habla puede desviar la vista al hacer silc ntando, al menos: «¿Por qué se queda callado?». Ya te
cio, o viceversa; el que por lo general aparenta placidez pue ás dado cuenta, sin embargo, que en general considero
mostrarse agitado, gesticular, parecer enojado o empecinad ab1e este tipo de intervención, y que si efectivamente
sonreír tontamente o como si estuviera molesto. Estas cond, as romper el silencio es preferible que lo :hagas por medio
tas no verbales trasmiten mensajes de importancia y pued na Interpretación; puedes decir: «Se me ocurre que usted
adarar el sentido del silencio. Por otra parte, en ciertas ci uedóc.allado porque ... ». Debes tener en cuenta, empero,
cunstancias es evidente que el paciente está examinando el paClen.te tal vez a.dvierta claramente que tu Interpreta-
ideas, para decidir sobre qué hablar, o hurgando .en su In no persigue otro fin que romper el silencio.
moria para encontrar el recuerdo que busca. Pero trenes ~az pri:neros silenc~os del paciente a menudo no persiguen
en afirmar que, en la mayoría de los casos, permaneceras Ü;bJe,toque averiguar cuál será tu reacción. ¿Cuánto tiem-
la oscuridad mientras el paciente hace silencio -y sin du ejaras que se prolongue? ¿Lo soportarás incólume hasta
in? ¿Qué harás para que hable? A veces parece desenca-
deberás a'costumbrarte a ello-o
A menudo el silencio viene precedido por una aclaración ( arse una suerte de competencia: ¿Quién :hablará primero?
paciente: «No sé de qué hablar». Cuando el silencio continú res tú el que rompe el silencio, deberás estar sobre aviso

116
para no olvidado; si fue él, :pero lo hizo a regañadient
como a disgusto, también deberás tenerlo bien en cuent I nci? absoluto ha sido objeto de críticas por parte de
indispensable dilucidar lo antes posible todos los supue 1 fesIO~ales,. y se ha convertido en blanco de caricaturas.
actitudes, sentimientos e incluso fantasías asociadas al sil '111 s, e} silencio es un instrumento esencial del tratamien-
y sus significados y funciones manifiestas deben analiz 11 te integral de la T~cnica. ~l analista puede pasarse
antes de prestar atención a sus posibles significados y fuu enteras (mudha.s sesíones ) SlD pronunciar palabra. No
nes ocultos, inconscientes o latentes. da de que s~meJante procedimiento tiene efectos pro-
Es probable que los silencios iniciales del paciente no cunipl ~ !Duy p~cuhares en el curso del tratamiento. Fuera de
otra función que la de romper el silencio del terapeuta. ~I~ados inconscientes, de su papel en la Trasferencia
respecto, procuraré dar respuesta a dos preguntas muy illl .sIOn, y de sus efectos sobre la experiencia que el pa-
gentes que me planteas en tu última carta: 1) «¿Hasta I tle~~ de l~ terapia misma (p. ej., su sensación de enta-
punto deberé guardar silencio?», y 2) «¿Qué grado de COIIII diálogo }ntrapsíquico), una consecuencia cuya impar-
debe ejercer el paciente sobre mi actividad y participación no debera soslayarse o minimizarse es que toda verba-
Se trata de preguntas difíciles de contestar; la respuesta, efectuada en el marco del más absoluto silencio pro-
términos generales, es «Depende». La segunda de esas 1'1 un impacto muy especial y profundo. La frase que
guntas va mucho más allá del mero problema del silencio un silencio mon.acal res~ena como algo vívido y me-
será mejor dejarla para una carta futura. Antes, sin emba: ==.
le. En sentido, por consiguiente, el analista silen-
debo hacer una aclaración. La preservación de tu propia AIII guarda silencio .en .obse9uio del silencio mismo, ya que
nomía servirá de modelo para el paciente, y constituye I e que .su propio silencio cumple una serie de funciones
prerrequisito de la suya propia. En consecuencia, lo ideal y esenciales, DIcho analista respondería a tu interrogante
que ni tú ni él ejerzan mucho control el uno sobre el 011 0; «El terapeuta debe guardar silencio en la mayor me-
osíble».
(Si te parece curioso 10 que digo, ten paciencia: ya haré 1
análisis más exhaustivo del tema y defenderé mis puntos 1 , parte, sin embargo, concibo la función de mis silencios
vista más adelante.) Por lo tanto, uno de tus objetivos bá j era ~uy distinta. Tal vez porque no creo que desem-
será mantener tu independencia, ajeno por completo a lo n~cesat1amente un papel especial en el desarrollo de la
fuerzas que haga el paciente con el fin de inducirte a habl ~I~ de Trasferencia, ni que permita lograr la deseada
Dicho objetivo, sin embargo, suele lograrse de manera gl sIOn~no .veo .mayor mérito en guardar silencio en obse-
dual, y es preciso que actúes con Tacto y sentido del equililn del silencio mismo. Si bien estoy lejos de entablar anima-
(forma en que, después de todo, persigues todos los dem ar~as con el paciente, y, por el contrario, fomento lo que
objetivos de la psicoterapia). Puede ser un error adoptar ti enC1~es l:n monólog? ,~e su parte, tampoco me propongo
actitud rígida desde el comienzo mismo, o adoptarla sin ten a.r silencio como objetivo específico. Además, considero
en cuenta la capacidad y necesidades del paciente. Primer sI~scucho .con at~nción, tendré amplia oportunidad de
porque en vez de fomentar su Autonomía, tal actitud pod nCIarm~. SI, por ejemplo, descubro que trascurren sesio-
aumentar su sensación de desamparo. Ese, por supuesto, d nteras SIn tener oportunidad alguna de hablar comienzo
ser el foco del análisis (así como deben serlo todos los si, I pechar que algo no marcha. Es improbable que el paciente
ficados y funciones destinados a romper el silencio); pero el a, m~ntener el desarrollo del Proceso Terapéutico en un
lleva su tiempo. Entretanto, tal vez sea necesario, simplem Optlill'? durante mucho tiempo, sin que tenga yo ocasión
te, proponernos como meta la reducción gradual de la habi troducir alguna mejora.
dad «manipulatoria» del :paciente. Por añadidura, la AutoJ1 principal objeción a la postura del terapeuta que guarda
mía es siempre Relativa. El objetivo no es eliminar por COI ClO absoluto durante la mayor parte de la sesión se vincula

pleto la interdependencia. el modo en q~e el paciente percibe al terapeuta. No veo


Consideremos ahora la primera de tus preguntas: «¿Ha~ to en que,. a ,oJos del paciente, .me ~onvierta en un perso-
qué punto deberá guardar silencio el terapeuta?». La posici al que podríamos llamar El Szlenczoso; por el contrario,
extrema es la de algunos psicoanalistas ortodoxos (no todos q,ue ~sa actitud presenta desventajas muy reales. En pri-
termino, puede suministrarle un modelo en que la Auto-
118
nomía y la Libertad sean equiparadas a los conceptos de I ',Se har~ carne en ti la idea de qu cndn 111111 d 111
vacidad y aislamiento. Mi neutralidad, mi impersonalidad, cienes tiene su precio. Pero difícilm ni POdl'l 11111
males necesarios; añadir a mis atributos el silencio es empcn cio durante un lapso muy prolongad . De lo lCIllll I
Ia situación sin ninguna necesidad. Una cosa es que el paci I papel básico se añadirían ciertos elemen LOs ex 11'111 o ,
vea en el analista a un extraño que lo escucha en silencio hecho de convertir te para el paciente en ElSit"nl'iolll
muy otra que vea en él a una figura totalmente silencios n, I eti:,o s~rá est~w.ecer, y ~antener la debida distinción
primero suele ser inevitable, y los pacientes pueden admitid silencio ~?si y~l sllen~lO como medio de lograr unn
no así lo segundo. <:o~prenslOn de ~o que dice el paciente, En mi próxima
Distintos pacientes, en momentos diferentes, habrán de evnlu Simón, te hablare sobre [a manera de escuchar al pa-
y percibir la extensión de tu silencio en forma también d,l
rente. Para algunos, que permanezcas cinco minutos callad" Tu tío, con afecto
ya índice de silencio; para otros, solo cuenta que te pases
hablar una sesión entera. Mucho depende, asimismo, d· I
que diga el paciente. Si relata un incidente, por ejemplo, I
percibirá en el analista a una persona silenciosa, sino a algul
que 10 escucha. Pero si lucha por expresar pensamientos inn
ducibles y sentimientos indefinidos, no percibirá en el anali t
a una persona que lo escucha en silencio, sino a un ser tot
mente silencioso. En esas circunstancias tu silencio .puede int
pretarse como falta de participación, como deseo consciern
de rehusarle tu ayuda. El paciente tiene todo el derecho ti
mundo a sentirse desamparado, abandonado, o a pensar ti
está siguiendo un camino incorrecto o que dice cosas incm
prensibles, Debes tener en :cuenta, Simón, que el hecho 1
recibir algo en silencio es a menudo trasmitir un mensaje ac It
de ese algo.
Una connotación interesante del silencio de los psicoterapeuí
es que fomenta la imagen de que son seres omniscientes, ]11
paradójico que resulte, ocurre con frecuencia. El terapeut
silencioso suele evocar la imagen de un ser que compren:
perfectamente al resto de sus congéneres, pero en forma I
compleja y profunda que escapa por completo al común de 11
pacientes. En 'los últimos tiempos, sin embargo, ha cobra!
difusión la popular caricatura del analista silencioso como
guien que finge comprenderlo todo, pero que en realidad es \1
necio. Por detrás de esta caricatura, sin embargo, sigue vislun
brándose la fantasía subyacente de omnisciencia, uno de cuy
elementos centrales es el silencio.
Permíteme poner fin a esta carta repitiendo algo que ya
dije tiempo atrás, Tu actitud básica entraña el deseo de q
tu paciente sea activo;" por ende, tratarás por tu parte
permanecer tan pasivo (tan impasible) como te sea posibl
Deberás experimentar una suerte de inercia que te lleve a qu
darte callado, y tu actitud preferida será la del oyente aten

120
que nunca aprendí a practicar como St' <Id, ) i al r s-
Carta n" 14 al vez pueda hacerte algunas acotacion 's tí Ij,l .
vertirse en un buen oyente quizá convcngu tlUtllzl1I
radica la esencia del buen narrador. El narrudor ti I
estructura de los hechos a través del tiempo '011 111
rimordial de retener la atención del oyente. Un bu '11
oes aquel que despierta su interés, interés que se
e a 10 largo de la trama del relato, evitando toda dis-
. El mejor modo de lograrlo es permitir que el oyente
Querido Simón: prever, hasta cierto punto, el curso de los acontecimien-
Cuando hacemos Psicoterapia debemos dedicar gran parte I a ir verificando de a poco el acierto o desacierto de
tiempo a escuchar. Y por bueno que seas como oyente,debtl dicciones; de tal manera, se asegura su participación
efectuar un nuevo aprendizaje en la materia, ya que en nuc I en el proceso. Y es este tipo de participación lo que
especialidad el escuchar configura una destreza adquirida, 1 e retener su interés. El buen narrador, asimismo, intro-
un arte. n su relato elementos de sorpresa y cierta dosis de
En tu respuesta a mi carta sobre la Técnica te burlabas so, con 10 que aumenta dicho interés. Por su parte, el
estilo Talmúdico de mis ejemplos. Tu generación no aprem yente trata de predecir el giro de los acontecimientos,
el Talmud tan bien como la mía. De todas maneras, lo q el sostenido suspenso del relato y sa:borea con fruición
deseo hacer resaltar es el sentido de una pregunta siem¡ entos sorprendentes. Por fin, la historia deberá tener
reiterada: «¿Mai komashmalon?». Recuerdo que mi maest enlace. Y ese desenlace debe estar relacionado con el
(con su barba, sus esputos y su mal aliento) la traducía COI zo; la estructura de la historia se simplifica y unifica
«¿Qué significa?». Dicha pregunta orienta al erudito en e las falsas pistas y las predicciones no confirmadas por
dilucidación de los múltiples y complejos significados del te has van desbaratándose. Ahora el oyente comprende
que tiene por delante. «¿Mai komasbmalon?», sin embar oria, porque ha logrado aprehender su estructura, y pue-
no puede traducirse literalmente como «¿Qué significa?». 1 erla por sí mismo.
realidad, su significado es «¿Qué se 'supone que tenemos ( te atento facilita el desarrollo de la narración mediante
oír?» (o «¿Qué es lo que hay aquí para ser oído o escuc ticipación activa, que lo lleva a prever su curso. Sin
do?»). En otras palabras, el erudito se ve exhortado a es go, debe abstenerse de acelerar en forma imprudente la
chal' las palabras, en vez de leerlas; debe orientarse a «oír» ación del proceso, por lo cual ha de armarse de paciencia
significado del texto. De todo esto ·se desprende una enseñan igerar su necesidad de ver convalidadas o rebatidas sus
la comprensión solo surge cuando se escucha; y en este 111 cciones. Hay que dar lugar a cierta dosis de suspenso, de
tulado radica la quintaesencia de olapsicoterapia. pación, para que no decaiga el interés del relato. El
El acto de escuchar, en su sentido más amplio, es virtualmen e demasiado impulsivo, que exige una confirmación inme-
sinónimo del acto de aprehender y comprender. Haber 01 de sus predicciones, echa a perder el efecto total. Es
los ecos de ira en la risa de un paciente, los anhelos de se~ scindible soportar cierto grado de suspenso, que no es
ridad que deja traslucir la elección de sus recuerdos, el aut una variante de la tolerancia a la ambigüedad.
desprecio en su relato de una discusión, significa haber ent rofesión misma del terapeuta lo convierte en un oyente
dido muchas cosas. Es a esto a lo que se alude cuando se hal esado y atento. Interesado, porque desea aprehender la
del tercer oído, y 10 que implica el supervisor cuando te acc ctura del relato de su paciente; atento, porque su aten-
seja «escuchar la música». Pero, ¿de qué manera escuchar activa le permitirá lograr [a deseada comprensión. Pero
.música? ¿Y cómo aprender a escuchar con ese tercer oíd e también la posibilidad de escuchar en forma pasiva,
Obviamente, 110 basta la lectura de textos. Entre otras cos rándose abierto a la estructura del relato. Un inconve-
se requiere práctica. Sin embargo, no todo tipo de práctica e de la audición activa es que .puede impedir que quede
de experiencia es igualmente productiva (mi profesor de pia da en el oyente la estructura del relato. Un exceso de

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predicciones e hipótesis puede echarlo todo a l?~rder .. 1) los sin esfuerzo. La audición de tipo (pasivo r sulta,
darse el necesario equilibrio entre Ja. r~resen.taclOn ~C.tlv 1 e sentido, la más aconsejable.
los futuros acontecimientos y la audición pasrva, acrrtica, onsiguiente, debemos escuchar tanto activa como pasiva-
relato. El terapeuta debe esforzarse por oír todo, 10 cual . I e, con tres oídos, en lugar de dos, y tanto a la música
cierto grado de pasividad. ., . a la letra del mensaje. Y siempre procuraremos mante-
Cuando Freud aconsejó prestar una atención «difusa», di l debido equilibrio entre Ias diferentes formas de audi-
tan te» estaba abogando por un tipo de audición más pu I tratando de determinar cuándo :ha de desplazarse dicho
que a~tiva. Por lo general, se_concibe como una. suert~' I 'brío en un sentido u otro. Además, por difícil que pa-
atención similar a la del ensueno con da cual seguimos 111" , debemos hacerla con calma y naturalidad. Como te dije
mente el relato del paciente sin demasiada con~et;tración. 1 , se trata de una destreza adquirida, casi un arte.
este modo damos rienda suelta a nuestras asocraciones y (t
tasías, lo cual nos permite, a la vez, dejar .que nos vengan qué manera podemos estar seguros de haber escuchado
la mente hipótesis e ideas en forma muy libre. A veces (' adamente? ¿Cuál ha de ser nuestro criterio de evalua-
modo de escuchar puede rendir sus frutos; pero solo a v« ? Los criterios son dos: 1) haber Comprendido; 2) poder
Al escuchar el relato de un sueño, por ejemplo,. es~ ~ip I rdar. Nada hay que convenza tanto al paciente de que lo
atención difusa puede resultar eficaz; pero" en mi o.plmo~, , scuchado como era debido, que tu capacidad para recordar
debemos irnos al otro extremo. El tercer oído debe función ue dijo. Ocurre que no todo lo que refiere es susceptible
en forma selectiva y juiciosa, sin que signifique, salvo oca I er Comprendido; ello exige tiempo, el tiempo necesario
nalmente, una exclusión de los dos oídos restantes. reunir toda la información requerida. En principio, no
Un aspecto muy útil del consejo ~e Freud es el m~do e~ '1' ante, todo lo que el paciente refiere es susceptible de ser
dicha atención difusa nos perrrute liberamos de 'p~eslOnes int rdado; y el terapeuta experto, Simón, recuerda. Me atre-
nas. No importa el grado de pasividad o actividad con '11 a incluso a proponer la hipótesis de que, cuando se escu-
estemos escuchando: siempre debemos esforzamos por es un relato como es debido, es posible recordar todos sus
char tranquilos y relajados. Evitaremos dejamos llevar por lles.
ansiedad o la inquietud. Nuestra meta ha de ser un sere: rende comprobar en qué medida un terapeuta experimen-
interés, una atención no forzada, aur: cuando estemos empat logra recordar el contenido de una sesión, en tanto que
zando con contenidos que se caractenzan por la falta de caln o novato pasa alguna vez por la terrible experiencia de olvi-
y la tensión. Creo que el mejor ejemplo es el modo en ql por completo Io que se ha dicho el día anterior. No
solemos escuchar música. Solo el oyente que nada sabe .de m tante, el recuerdo del material expuesto a lo largo de las
sica escucha simplemente la melodía. Aur: así, se ves1n~ull1 ones es más complejo de 10 que parece. Induso en el caso
mente afectado por el timbre de los sonidos, la arm~ma, terapeutas experimentados se producen distorsiones y orni-
ritmo. El oyente experto oye la totalidad, y puede ~lscerl1l es significativas, de manera tal que nunca es posible saber
el significado de cada una de sus par~es. De manera análoga~ iencia cierta sise recuerdan los hechos con absoluta pre-
terapeuta experimentado no oye, Slffi'p~emente, el contenu lón, Empero, existen notables diferencias individuales en la
del relato de su paciente: atiende también al tono de s~ vo acidad de recuerdo, capacidad en la que desempeña un papel
las palabras que elige, el uso de ~et~foras, Jos camb!os l ponderante el factor experiencia. En mi opinión, el modo
ritmo y tiempo, las pausas y vacI1aclOne~; .vale decir ql que nuestra experiencia incide sobre nuestra memoria resi-
toma en cuenta todos los aspectos y caracte:I~tlCaS de l~ .C0111 en la manera de escuchar. Si escuchamos en forma activa,
nicación. No es que escuche con el proposito específico ( icando los esquemas o sistemas de rastreo apropiados y ela-
detectar esos matices (aunque pueda hacerla de vez en cuand randa las correspondientes hipótesis, será más fácil recordar
con el fin de confirmar una sospecha) ~ simplemente, los ese escuchado; pero si estuvimos demasiado atentos a que nues-
chao Y si bien es humanamente imposible estar SIempre sob s predicciones se vieran convalídadas o refutadas, SI nuestra
aviso para aprehender esos i.ndicador~s extraverbales, no 10 dición no se caracterizó por la recepción pasiva y equilibrada
el adoptar una actitud sensible y abierta, de modo de pod material, gran :parte de él será olvidado, puesto que 10 que

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en esencia se recordará será todo lo relacionado con nu . 11 producirse si 'en el curso de la sesión c~ pnci nt m n
hipótesis. go que tú no recuerdas: bastará aclarar qu no It
Con frec~encia el paciente se muestra impresionado por nu s. Por supuesto, si ello ocurre reiteradamente, y lIi
tra capacidad para recordar. En el mejor de los casos, v razones para creer que tu memoria no ha disminuido,
en ello una prueba evidente de nuestro interés por él; 'P drá que repares en el asunto.
por lo general las cosas no son tan simples. No es raro <111 terapeuta (en particular si lleva algún tipo de regis-
~esar:olle al respecto una serie de sentimientos y fanta f ede sentirse tentado a alardear de su excelente memoria,
imbuidos de elementos Trasferenciales. Para algunos, nu Sil o otros desean impresionar al paciente .poniendo de
sorprendente poder de recuerdo se convierte en fuente I su capacidad de Comprensión (en ambos casos hay una
inq~ietud, incluso de pánico; dicho poder significa, para e 1 d básica de demostrar poderío). Concomitantemente,
pacientes, que estamos prestando desmedida atención al 01 peuta puede mostrarse reacio a indagar acerca de algo
tenid? de sus relato~, lo cual implicaría, a su vez, que estanu bía olvidado, para no traicionar 'su falta de memoria.
acercandonos demasiado a ellos. En otros, no hace sino reíorz I cuencia suelen producirse situaciones molestas: «Oh,
su fantaseada imagen del psicoterapeuta como un ser omru no hablaba de Juan, sino de Pedro» o «Pero usted está
ciente, dotado de una capacidad sobrehumana. Y los hay tarn dido, doctor; estoy hablando de Pedro, mi cuñado; no
bién que pueden acusarnos de indebida presunción -qui, , mi primo». Pero dichas. situaciones pueden evitarse
para evitar esa fantasía-o terapeuta no vacila en hacer preguntas cuando no está
Por otra parte, muchos pacientes presuponen que no podi de algo. Si descubro que olvido reiteradamente qué
mas recordar lo que nos refieren, en especial detalles tal ocupa determinada persona en la vida de mi paciente, o
como nombres de personas a quienes solo mencionaron ¡J inado hecho, sospecharé que hay algún motivo para que
pasar. Se trata de una suposición legítima, pero que puede I urra. Y, sea cual fuere el motivo (no siempre depende
~evada a extremos. El paciente, por ejemplo, puede esforzar aciente ), será importante descubrirlo.
SIempre por recordamos a quién está haciendo referencia,señ
landa: «Estaba hablando con Pedro (mi cuñado)» o «.5011 , además, algo denominado «realimentación» (feedback),
con Juan, el tipo ese que trabaja en mi oficina y que ... nera en que el oyente reacciona frente a lo que escucha.
Con~lene llamarle la atención sobre este hábito, ya que podrh , mente se recurre a una serie de interjecciones destina-
r~leJar la creencia ~o el deseo) de que no recordamos lo qu asegurar al otro que se 10 escucha, y alentarlo a conti-
dice. A veces el paciente busca evitar ciertos sentimientos qu con su relato; el oyente dice «Sí», «Ya veo», Ianza un
surgirían en él de preguntársele: «¿Quién es Pedro?». Es 'do, masculla un «Ajá» (expedientes habituales del psico-
sentimientos (de dolor, malestar, ira, etc.) revelarían el pro euta); y todo ello va acompañado de inclinaciones de
blema de Trasferencia subyacente. Algunos pacientes se absten a, sonrisas, gestos, movimientos de hombros, etc. No
~rán de poner a prueba nuestra memoria; otros, por el contra te, en la conducción de la Psicoterapia te encomiendo
no, lo harán en. forma reiterada. (Lo mismo ocurre, por su . dir de todas las señales citadas: ¡sí, todas! Estoy con-
p.uesto, en relación con el otro criterio aplicado para verificar ido de que son por completo innecesarias. De acuerdo con
SIlos escuchas como es debido: tu capacidad de Comprensión.) xperiencia, los dos criterios ya mencionados (recordar y
Aun así, debes considerar, Simón, que tu capacidad para recor- prender) bastan, por sí solos, para dar a entender al pa-
dar lo que dice el paciente es realmente fuera de 10 común, te que se lo 'ha escuchado. Los restantes signos y gestos
El no puede darse cuenta de que tu modo específico de escu- totalmente prescindibles.
char aumenta tu poder de retención más allá de 10 normal, es fácil cultivar el arte de escuchar en actitud impasible;
por lo cual es legítimo que experimente cierto asombro y/o quiere tiempo y convicción. Lo mismo ocurre con el pa-
duda al respecto; además, no hay por qué ocultarle que para te; aun cuando tenga plena conciencia de que 10 escuchas,
e~ terapeuta no es tan difícil como podría suponerse recordar erá difícil tolerar tu impasibilidad. Por tal razón, muchos
CIertos detalles. Pero no debes presuponer con arrogancia que peutas consideran que no vale la pena esforzarse al res-
tu memoria es infalible. Es importante evitar la discusión que o. Además, la impasibilidad no solo plantea el problema

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de que el terapeuta no responde (es acusado de ser «frfo os, es posible adoptar ciertas precaucion s para virar
«inhumano», una «máquina», etc.), sino que parece negar rja la necesidad del Refuerzo, así como sus efectos, Por
hecho de que la necesidad de comunicación, esa necesidad I o, podrás indicarle que desea que lo nri 'ntt'n y contro
sica del ser humano, requiere una variedad de gratificación el modo de que se vale para lograrlo; por ot 1'0, podn
No es mi propósito soslayar la importancia del problema, pll nerte de gratificar dicha necesidad cuand In nuuiif .. t
mantengo mi opinión anterior. Todo lo antedicho puede tarnente. Estoy convencido de que es perfectamcnt po, j
cierto con respecto al tipo corriente de comunicación y convt ontrarrestar todo Refuerzo (dentro de ciertos lími tcs, pOI'
sación, pero no hay nada de corriente en el caso de la Psicot esto), y siempre que pueda procuraré mostrarte cómo
rapia; por el contrario, y tal como lo he reiterado con frecu« rlo.
cia, la Psicoterapia es un hecho totalmente singular, y tambi
es singular el modo en que se produce en ella la comunicaciru ~to de escuchar, y de hacerla en actitud impasible, entraña
Entonces, ¿cuáles son las supuestas grandes ventajas de eSl íderable pasividad; y la Psicoterapia nos exige esa pasivi-
char en actitud impasible? ¿Vale la pena intentarlo? Pu • No obstante, una cosa es aceptar intelectualmente el
bien; su ventaja fundamental es que de esa manera evit r de la pasividad, y otra muy distinta sentimos cómodos
ejercer control sobre lo que te comunica tu paciente, o, PI rentes de inquietud al respecto, ya que la actitud pasiva
lo menos, reduces dicho control al mínimo. Amén de alentar! itablemente genera profundos sentimientos conflictivos,
a que prosiga con su relato, tus señales, gestos e interjección pueden hacer que el asunto todo se vuelva problemático
lo incitan a seguir con el mismo tema. Es inevitable, adem noso. Cuando ello ocurre, nosotros, al igual que cualquiera
que la oportunidad en que emitas tus señales aliente al p uestros congéneres, pondremos en funcionamiento nuestras
ciente a proseguir en una dirección determinada. Por ejemp] nsas.
si dices «Ya veo» o «Ajá» cuando alude a sus sentimiento es mi intención especificar la variedad de formas que
no harás más que reforzar su alusión, y sabemos bien qu de adoptar el problema, pero permíteme señalar que dicha
dichos Refuerzos pueden inducirlo a aumentar las alusión tura pasiva puede amenazar la imagen que tenemos de
en ese sentido. De este modo, la más simple de tus señales otros mismos como ;profesionales, en la medida en que
gestos puede ejercer considerable control sobre el discurso ti conciliar con otra función nuestra: brindar ayuda, cui-
paciente, yeso es lo que debemos evitar o, al menos, reducir del otro (p. ej., en ese sentido, dar orientación y consejos
su mínima expresión. Ya sabes que uno de los postulad ría más a tono con dicha función). A la vez, ha de con-
básicos de la Psicoterapia es que el paciente goce de plei r con la imagen personal que tenemos de nosotros mis-
libertad para decir 10 que le venga en gana. s, en la medida en que entra en conflicto con una serie
Dicha libertad no es fácil de lograr, no está exenta de mole intereses propios del Yo que giran en torno al valor de la
tias, y habrá de ser resistida cada dos por tres. Descubrirás gil ivídad como proceso básico de supervivencia (p. ej., poder
el paciente suele mostrarse conflictuado al respecto, e intento ipular al .paciente, ejercer influencia sobre él, satisfaría
averiguar de qué tema deseas que hable, y de qué modo qui S intereses), En uno u otro caso, la pasividad ha de consti-
res que lo encare. A veces te formulará la pregunta en forn un problema. Y debemos manejarlo con sumo cuidado,
directa (<<¿Qué quiere que le cuente?»), pero, incluso tr que ninguno de nosotros pueda resolverlo totalmente. Con-
oír tu res:puesta desalentándolo, seguirá tratando de averigu ne mantenerse sobre aviso y prepararse para enfrentar una
la verdad por medios más variados y sutiles. Una de las forrm gunta inquietante: «¿Dije o hice algo con el fin de rnos-
más fáciles de enterarse de 10 que el oyente desea oír es prr rme más activo?», «¿ Indagué en el tema para acelerar el
tar atención a las respuestas que da a lo que nosotros le eSI arrollo del Proceso Terapéutico, o, .primordialmente, :para
mas diciendo. Ahora bien: es innegable que cada vez que abr lacar mi sed de actividad?», «¿Formulé esa pregunta, o me
la boca para decir algo le estarás suministrando algún tip barqué en ese interrogatorio, por el único motivo de que el
de Refuerzo. Tus observaciones no surgen al azar; y si el p encio me hacía sentir incómodo?», «¿Respondí a las súpli-
ciente busca hacerte hablar, descubrirá con facilidad qué del s de mi paciente por una ayuda activa, a su sensación de
hacer para obtener la respuesta deseada. No obstante, co samparo, a su necesidad de mostrarse pasivo, y 10 hice tan

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solo para tratar de gratificarlo?». Por otra parte, deb(!.1111 quier otra que lo sea implícitamente) no se cuenta entre
tener el convencimiento de que la Psicoterapia, para ser efJ~" iones disponibles.
exige que el paciente mantenga una :posición activa, cosa tllI r qué no? (podrás objetar), Se trataría de algo tan
rara vez o nunca ha de lograrse gratificando sus necesidad , una forma tan secundaria de desempeñar un papel
pasivas. . De manera análoga, ¿por qué no formular alguna
Veamos los ejemplos siguientes: 1) El paciente dice: «No I , nta, de tanto en tanto, con el fin de mantener en marcha
tener nada de qué hablar» y se queda callado. Tú preguntu ceso? ¿Acaso la psicoterapia debe ser siempre un rnonó-
entonces: «¿Qué piensa en este momento?». 2) El respond ¿Qué mal hay en plantear de vez en cuando alguna
«En este momento mi mente está totalmente en blanco». 'l u nta, debatir algún tema junto con el paciente, entablar
preguntas: «¿Tiene idea del porqué?». 3) El responde: «NI! álogo? ¡Sin duda, ese grado ínfimo de actividad no habrá
no sé por qué; pero necesito que me haga preguntas" que JlI struir la terapia! ¡Sin duda, no es tan frági~! Expresado
ayude a hablar». Tú acotas: «Me pregunto por que ocuri tras términos: ¿el terapeuta debe limitar su actividad,
esto». Todas tus respuestas pueden parecer perfectament orma tan exclusiva, a la proposición y formulación de
sensatas e inocuas; pero advierte que ya cada una de ellas 111 retaciones?
satisfecho el pedido de tu paciente. El primer ejemplo paren e planteas las cosas así, no tengo más remedio que es-
bien claro; pero, ¿y los otros dos? Argumentarás, Simón, qu de acuerdo contigo, ya que 'no es mi intención propugnar
lo que haces es algo más que gratificar sus necesidades; que 111 política totalmente rígida de impasibilidad (ni de nin-
que procuras es explorar sus motivaciones. Pues bien, discrepo otra cosa). Hay circunstancias que exigirán una parti-
contigo; lo que en realidad estás haciendo es indicarl~ qll ción más activa de tu parte, momentos en que será pre-
explore él mismo sus motivaciones; es como si le ~Jeras recurrir a un interrogatorio, ocasiones en que tu falta
«Considero necesario que medite sobre las razones y circuns de res:puesta puede ser innecesariamente cruel. Y si sien-
tancias que lo han llevado a esto». En consecuencia, está que en realidad no debes permanecer impasible, entonces
cometiendo dos infracciones contra las reglas básicas de 1, tienes por qué obligar te a ello. Sin embargo, te exhorto
psicoterapia: orientar al paciente en determinada dirección, v amente a que te pongas a prueba en ese sentido, a que
btindarle apoyo. 10 plantees como meta, y que interpretes toda desviación
Supongamos que el ,paciente se expresa así: «Sé que no quiere la regla como tal. A menudo es preciso desviarse de un
decirme de qué debo hablar, y entiendo por qué. Pero me so de acción o introducir modificaciones (ya hablaremos
resulta difícil arreglármelas solo todo el tiempo. A veces (p ..ej:, respecto), pero, en mi opinión, tales desviaciones y modi-
como ahora) siento necesidad de que me ayude a decidir ciones no deben tomarse a la ligera.
qué debo hablar, qué debo pensar. (Pausa.) Supongo que le mí teme :poner fin a esta carta con un ejemplo que demues-
parecerá importante descubrir :por qué me siento así ahora y cabalmente 110 que quise decir. Cuando por vez primera
no en otro momento. Así que es sobre esto que debo pensar, pté la práctica de escuchar al paciente manteniendo una
¿no?», Y a debes conocer de antemano la respuesta a esa pre itud impasible, tenía mis serias reservas. Me parecía una
gunta, así como el pianista sabe de antemano q~~ tecla habrá áctica artificial, y no estaba seguro de poder cumplirla real-
de tocar. El paciente no hace otra cosa que solicitarte que lo nte. Por añadidura, consideraba que mis pacientes no po-
orientes, que lo impulses a proceder en determinada dirección an ·soportarlo, y mucho menos obtener provecho alguno
y debes estar ya lo bastante habituado y disciplinado como su aplicación. En consecuencia, fue toda una revelación
para dar una respuesta adecuada ,a dichos int.err?gantes. P?e. ra mí descubrir que podía asumir esa actitud sin mayores
des guardar silencio, efectuar algun comentano mterpretativo oblemas, que la mayoría de mis pacientes la aceptaban rápi-
sobre sus deseos de pasividad o sobre el conflicto entre su mente, y algo más importante aún: que dicha práctica resul-
pasividad y actividad, o bien advertirle, simplemente:. «Si le ba notablemente eficaz. Por un lado, impartía a las sesiones
contestara en forma afirmativa, sería como hacerle un interro- ertas características que 110 tenían antes; por lo general, el
gatorio; le estaría diciendo de qué debe hablar».' Pe.ro d~be aciente comenzaba a expresarse de manera muy diferente.
arraigar en ti la convicción de que esa respuesta afirmativa eguía hablándome a mí (cuando percibía que no era así, me

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apresuraba a señalárselo), pero, a la vez también pare 15
hab~ar con~~go mismo. A veces parecía co~o que una pnrt
de el también escuchaba, tal como yo lo hacía. En dichas 01
siones tenía la sensación casi sobrenatural de que éramos II
las personas allí reunidas. Pero lo más importante de todo ('
el modo en que su Voluntad llegaba a desempeñar un pap
preponderante en el curso de la sesión. El paciente tenía attl
sí numerosas opciones; con frecuencia, debía luchar por tornn
una decisión y reflexionar sobre lo que quería decir, así COIIII
o Simón:
sobre el modo de decido. En virtud de ello, el tema de ,~"
eo que me sorprende de tu carta es que no me hayas
pr?pi? arbitrio y de su ~utonomía salía a relucir con mayo
asiduidad y en forma mas apremiante.
do todas esas objeciones con anterioridad. Me dices que
ome a mal, que hablas en tono de broma' pero sabemos
~odrí~ suponerse que el paciente enfrentado a un terapeuí
es~el todo .cierto, ¿no? Aunque no lo haya tomado
impasible y que no le brinda ningún tipo de orientación habt
considero rni deber rebatir tus objeciones. Dices, por
de e.ntablar una suerte de monólogo signado por la indifr
o: «Por tratarse de un '~er tan impersonal y neutral,
rencia y la falta de compromiso. Pero no tiene por qué OCUrt'1I
drí~ (~l menos, en principio) convertirse al terapeuta
así, y la mayoría de las veces no ocurre. La presencia del Ir
a máquina? ¿Tal vez, runa ultramoderna y superestili-
rapeuta. s.igu~ formando parte del contexto psicoterapéutico,
omputadora con sistema de procesamiento de informa-
su partrctpacronen el proceso continúa siendo vital. El hecho
almacenamiento de datos? Un aparato tan maravilloso
~e .que siemp,re esté escuchando al paciente asegura que eS11
tíría p~og~amar los prin~ipios de la Psicoterapia, ali-
último también escuche. Y el hecho de que el paciente esouch
l' la maquina y obtener Cintas zrabadas que trasmitirían
puede intensificar y :profundizar el Proceso Terapéutico.
iente Interpretaciones perfec~amente oportunas». En
palabras: ¿es indispensable que el terapeuta sea un ser
Tu tío, con afecto
o?
ipo de objeciones son las que suelen plantear los críticos
ncidos de'! papel esencialmente humano del terapeuta,
que estaría negando la Psicoterapia tal como yo la des-
Empero, Simón, yo también me considero un Huma-
~ yo también creo firmemente en la humanidad esencial
sic?terape~ta. ~o me cabe duda de que de ella depende
pS1coter~p1a, eficaz. E~toy conven~ido, además, de que
personalidad y neutralidad que exige la Psicoterapia no
ice para que siga primando su humanidad esencial, Esta
ica algo más que compartir experiencias personales y
al' evaluaciones. Y lo mismo ocurre a mi entender en
"on con to d as 1'as restricciones que el' método impone, al
euta. En la presente carta, por consiguiente, procuraré
ostrarte de qué manera nuestra condición humana desem-
. ~nJ;>apel relevante en esta relación tan singular. Debo
tir, S111: embargo, que por relevante que sea, dicho papel
ega. a ser cruci~. Se tr.ata de una diferencia de conceptos
sutil, pero hare lo posible por ·aclarártela.
mayoría de los psicoterapeutas, sea cual fuere su forma-

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