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Años DOMINGO 22 DE JUNIO DE 2014

Las trincheras británicas eran


húmedas, frías, malolientes.
Pero intentaban humanizar
ese paisaje de pesadilla con
nombres familiares.

GUERRA
(1914-1918)
Ernst Jünger
Traducción de
Carmen Gauger,
Editorial Tusquets,
Barcelona, 2013,
670 páginas.
En librería Nueva
Altamira, $19.900
LA GRAN GUERRA

LA GRAN TESTIMONIOS La vida cotidiana de los soldados:


GUERRA Y LA

SIN HUMANIDAD
MEMORIA
MODERNA
Paul Fussell
Traducción de J.

EN EL FRENTE
Alfaya y B.

IMPERIAL WAR MUSEUM


McShane, Editorial
Turner / Océano,
Madrid, 2006, 477
páginas, $21.160
DIARIO DE

PATRICIO TAPIA
¿Cómo pasaban sus días y noches los combatientes de la guerra? Visiones generales y

A
comienzos de agosto de 1914 recuerdos concretos, desde Ernst Jünger a Robert Graves, muestran no solo el barro y la
Alemania invadió Bélgica y con-
troló ciertas zonas de Francia. sangre, sino también las formas de humanizar ese espanto.
Por esto los británicos declara-
ron la guerra a las potencias centrales y co-
menzaron sus maniobras en territorio bel- ca sonrisa dibujada en sus labios y que pare- En su recuento, Hart toca en pequeños por la artillería de su propio bando, órdenes
ga y el norte francés, las que terminaron con cía mirarte fijamente; a menudo encontrá- capítulos campañas como Galípoli, el sin objeto o sin sentido, muestras de gene-
ambas partes atrapadas en un sistema de bamos piernas y brazos sueltos, y en ocasio- Oriente Medio y ni siquiera se ocupa de rosidad o camaradería y otras de egoísmo o
trincheras. En la Batalla del Marne (en sep- nes hasta cabezas”. partes de África o China. No minimiza el crueldad; la falta de sueño y de comida.
tiembre) británicos y franceses detuvieron Ambas citas pertenecen al libro “La Gran valor o el sacrificio de las tropas en esos lu- Los tres grandes memorialistas ingleses
el avance alemán sobre París, aunque con Peter Hart Guerra”, de Peter Hart. Historiador del Im- gares, pero deja claro que son casi “distrac- de la guerra llegaron a ser escritores: Ed-
un alto coste en vidas para ambos bandos. Traducción de J. perial War Museum, se ha enfocado en la ciones” de lo realmente decisivo que tiene mund Blunden con “Susurros de guerra”
La serpenteante línea de trincheras se ex- Rabasseda y T. de historia oral y ha escrito varios libros usan- lugar en Francia y Bélgica. La verdadera (1928); Robert Graves con “Adiós a todo
tendía desde el Canal de la Mancha hasta Lozoya, Editorial do recuentos y testimonios de primera ma- guerra, la que cambió al mundo, en la que eso” (1929), y Siegfried Sassoon, con sus 6
Suiza y se mantuvo más o menos fija casi Crítica, Barcelona, no de las acciones. Este, su último libro, es cayeron viejos imperios y surgieron otros tomos de “memorias”. Todos ellos dan una
toda la guerra; apenas se desplazaba unos 2014, 564 páginas, una mirada amplia a las más importantes nuevos, ocurre en el frente occidental. visión desilusionada y poco romántica del
cientos de metros, y a veces, unos cuantos $30.900 campañas y batallas, con conflicto. Ellos vivieron
kilómetros. Entre 1915 y 1917 se produjeron CUADERNOS DE un fuerte énfasis en el parte de él. Más escasos
ofensivas mayores, sin mucho avance; en- GUERRA frente occidental, con son sus recuentos de la
tre las más sangrientas, las batallas de Ver- fuentes que van desde totalidad.
dún, del Somme y de Passchendaele, las comandantes en jefe Una vez iniciada la guerra, reyes y estadistas No descubiertos sino
que en total implicaron casi 2 millones y hasta soldados rasos de hasta 1978, los “Cuader-
medio de muertos. diferentes países, funda- se difuminan y asoma la “gente común”, civiles nos de guerra” del artesa-
Contado así, como la aséptica entrada de mentalmente ingleses, no tonelero francés Louis
una enciclopedia, que puede incluir un ma- pero también franceses y militares, cuya vida se alteró para siempre. Barthas (1879-1952) rela-
pa con marcadores, la guerra parece menos y alemanes. Si bien a ra- tan su paso por ella. Te-
impresionante de lo que fue. Basta tomar tos se eleva para ver la nía 35 años, era militante
uno de esos marcadores, la Batalla del Som- guerra desde las alturas sindicalista y nada más
me, vista por quienes participaron en ella, de los políticos que dan sus órdenes, en su En este frente una alta proporción de los lejos de sus convicciones que dejar su tierra
para que la perspectiva cambie. El 1 de julio mayor parte, la observa a través de los ojos ejércitos era letrada, de manera que —ade- para matar alemanes. Fue movilizado, pri-
de 1916, en el inicio de la batalla, el cabo ale- de los que están combatiendo. más de cartas— algunos dejaron recuerdos mero como parte del ejército de reserva y
mán Otto Lais describe una masacre: “Un escritos de su experiencia. luego, con las primeras bajas masivas, en la
diluvio de proyectiles caía sobre la masa de Desde abajo En un libro de 1966, “La vie quotidienne primera línea de combate. Salvo unos bre-
soldados enemigos”. Los alemanes tuvie- (1914-1918) des soldats pendant la Grande Guerre”, su ves permisos, pasó cuatro años en el frente:
ron que cambiar los cañones desgastados Louis Barthas Hasta en los inhóspitos parajes historio- autor, Jacques Meyer, se preguntaba si era participó en la ofensiva del Somme y en
de las ametralladoras varias veces. Se que- Traducción de gráficos hay trincheras y reyertas. Alguna posible escribir sobre esa “vida cotidiana”, Verdún. Barthas durante todo el tiempo
daron sin agua para enfriar las armas (por Eduardo Berti, vez se enfrentó una historia “desde abajo”, marcada día a día por el peligro de morir; se que estuvo en el frente anotó sus experien-
lo que debieron usar orina), pero no cesa- Editorial Páginas de desde la perspectiva de la “gente común”, podría hablar de la “muerte cotidiana del cias.
ron de disparar. Lais comenta que una de Espuma /Liberalia, en contraste con la historia “desde arriba”, soldado”. Pero ellos tenían una vida. Los Por otra parte, no publicados en alemán
ellas llegó a 20 mil proyectiles. A fines del Madrid, 2014, 648 centrada en los “grandes hombres”. La his- soldados ingleses fueron de los primeros en sino en 2010, los “Diarios de guerra” de
otoño de 1916, las condiciones del Somme páginas. toria sobre la Gran Guerra suele combinar escribir sobre ella. En 1919 Herbert Read, Ernst Jünger —solo en parte trasladados a
eran espantosas. Ron Buckell, de la fuerza En librería Prosa & ambas. Sobre sus orígenes y causas, desfi- quien después sería un reputado historia- “Tempestades de acero” (1920)— es una
expedicionaria canadiense, relata la expe- Política a partir del lan reyes, hombres de Estado y diplomáti- dor del arte, no pudo publicar una breve detallada anotación, día a día, de los 4 años
riencia de una trinchera llena de alemanes 17 de julio. cos; el “hombre común” ni sabía ni le inte- memoria sobre la huida británica en San que pasó en la lucha. Jünger fue a la guerra
muertos: “El suelo por el que uno caminaba resaba lo que pasaba. Pero una vez iniciada, Quintín en marzo de 1918. “En retirada” no por entusiasmo patriótico, sino para es-
presentaba un estado espantoso; en algu- reyes y estadistas se difuminan y asoma la permanecería inédita hasta 1925. Algunos capar del colegio y para vivir una aventura.
nas zonas cubría un montón de cadáveres, o “gente común”, civiles y militares, cuya de sus ingredientes se volverían comunes: Entró como soldado y llegó a ser alférez. Es-
entre el cieno se veía un rostro con una tétri- “vida cotidiana” se alteró para siempre. el caos de la batalla, hombres asesinados tuvo en batallas a orillas del Somme, en
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BIBLIOTHÈQUE NATIONALE DE FRANCE

IMPERIAL WAR MUSEUM


A veces los soldados tenían suerte de salir
con vida. No siempre ocurría.
Los soldados de toda Europa partieron para luchar en la guerra. En la imagen, soldados alemanes, saliendo de Berlín.

puntiagudo alemán, el Pickelhaube, era el


más buscado. Objetos más humildes, como
trozos de metralla y capas, también eran
objetos de colección.
Algunos soldados encontraban oportu-
nidad para la creación: trabajando sobre de-
sechos de las batallas produjeron lo que se
llamó “arte de trinchera”: casquillos de ba-
las o torpedos se convierten en floreros o
tarros para guardar el tabaco; las bandas de
cobre que aseguraban los barriles se trans-
forman en cortapapeles.
IMPERIAL WAR MUSEUM

El horror y el honor

IMPERIAL WAR MUSEUM


El empleo alemán de gases —que pronto
imitarían los británicos— fue considerado
una atrocidad. Aparecerá la máscara anti-
gás. Luego, otras novedades: el tanque, las
Los soldados de todos los ejércitos buscaban formas de recreación. En la imagen, soldados ingleses en alambradas y la ametralladora. Las trinche-
una carrera en Salónica. Las trincheras no son especialmente cómodas. ras no eran una novedad, pero fue lo más
distintivo de esta guerra. Las trincheras bri-
Flandes y en Cambrai. Mandó pelotones y
compañías, destacó por su sangre fría y su
valor, fue herido en varias oportunidades, a
ban baños comunitarios y sistemas de de-
sinfección de la ropa. La oportunidad de es-
tar limpio era también una ayuda moral.
Exhibiciones tánicas eran húmedas, frías, malolientes; las
alemanas eran profundas, limpias y hasta
cómodas a veces. Los ingleses intentaban
veces levemente, a veces de gravedad, y re-
cibió todo tipo de condecoraciones.
Barthas relata, en agosto de 1916, que pudo
ducharse, lo que no había podido hacer en en París humanizar ese paisaje de pesadilla y les po-
nían nombres familiares a las suyas.

y en Londres
meses, y sus ropas fueron esterilizadas y Paul Fussell, en “La Gran Guerra y la me-
Vida cotidiana “murieron asfixiados, sin compasión, los moria moderna”, analiza la experiencia bri-
piojos de varias generaciones”. tánica en el frente occidental y sus escritores.
Con todos estos libros se puede recons- Todos coinciden en la penosa vida del sol- Para conmemorar la Primera Guerra Mundial, Es excelente el capítulo sobre Graves, cuyo
truir la vida diaria del soldado, sus rutinas dado, entre inmundicias, lodo, frío, hambre, el Ministerio de Defensa francés y la Bibliothè- libro no ve como una memoria documental
de trabajo y de descanso. Para ellos estar en sed, dolores, angustias y padecimientos, so- que Nationale de France presentan, hasta el 3 de sino como una farsa deliberada en la que el
la batalla era algo excepcional; la vida con- breviviendo en trincheras plagadas de ratas agosto, la exposición “Été 14. Les derniers jours ejército inglés —con su énfasis en el rango y
sistía en estar listos para relevar a los del y piojos; chapoteando en el barro, ateridos de de l’ancien monde” sobre el brote del conflicto. las órdenes— se transforma en una trampa
frente. Y las tropas que estaban en el frente frío en invierno o asfixiados de calor en vera- Todo se basa en documentos —periódicos, mortal para sus soldados. Fussell es incle-
rotaban para asegurar que el tiempo pasa- no. Jünger pasó noches frías (él calcula que cartas, libros, archivos fotográficos, grabados y mente con los lugares comunes de la guerra
do luchando con el enemigo fuera balan- 5-6 grados bajo cero) y Barthas, en enero de objetos— de los departamentos de la biblioteca y con cómo el lenguaje de la Primera había
ceado con períodos de descanso, e incluso, 1915: “Casi todas las mañanas, una helada (www.bnf.fr). podido seducir a tantos jóvenes.
con vueltas a casa. La determinación para blanca y seca nos congelaba los pies y hacía Desde el 19 de julio, en el Imperial War Mu- Nada de eso le preocupaba a Jünger,
seguir luchando dependía de eso. Los sol- que unas estalactitas de hielo colgasen de seum de Londres, abrirá nuevas galería perma- quien muestra siempre distancia y desape-
dados turcos o rusos, que solían estar a nuestras barbas o de nuestros bigotes”. nentes sobre la Primera Guerra, abordando go, incluso de su propia vida (murió poco
grandes distancias de casa, en regiones más Las ratas eran grandes, negras y barrosas; desde cómo empezó, por qué continuó y su antes de cumplir los 103 años). Es cierto que
aisladas, tenían menos posibilidades de res- se alimentaban principalmente de la carne impacto global, a través de las vidas de aquellos tiene pensamientos tristes ante un ataúd en
piro de las inclemencias del frente. de cadáveres, humanos y animales. No ca- que experimentaron en el frente su desastre. torno al que revolotean ya las moscas: “Pa-
Habitualmente, las tropas británicas ro- recían de ardor guerrero. (Un soldado Más de 1.300 objetos como armas, uniformes, ra qué, para qué...”. Recapacita: “Y, sin em-
taban en las trincheras. Lo ideal era una se- cuenta que para que no se comieran los ví- diarios, cartas y recuerdos estarán en exhibición bargo, la impresión heroica, grandiosa, que
mana de “descanso” tras las líneas, tres días veres pidieron un gato y lo dejaron encerra- junto a fotografías, arte y cine, muchos de los produce ese interminable desfile de la
a una semana en primera línea, un lapso si- do: las ratas se lo comieron entero). cuales nunca antes se han visto muerte nos eleva y fortalece...”.
milar de tiempo a la trinchera de apoyo, y Quizá lo más importante era la comida. (www.iwm.org.uk). En cambio Barthas, antimilitarista, cuya ex-
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finalmente volver a la reserva. Entonces, Si el sistema de provisión fallaba o la cali- periencia de la guerra no hizo sino acentuar
una nueva semana de descanso. Era lo ide- dad era pésima, los efectos podían ser gra- su postura, recordaba el 2 de agosto de 1914,
al. Pero no siempre ocurría. ves. Los franceses desdeñaban la carne en- Los soldados de todos los ejércitos busca- cuando en el pueblo hay un redoble de tam-
Jünger, por su parte, en enero de 1915, lo latada (la llamaban “mono”). Los británicos ban formas de recreación. La más universal bor porque hablará el representante de la au-
resume así: “Una noche de guardia, 2 horas se quejaban de la monotonía (o la cantidad) era jugar cartas (el favorito de los alemanes era toridad comunal. Piensa que tal vez sea un
de sueño, una noche de guardia, 2 horas de de la suya. Debían comer pese al olor a ca- el skat, que Jünger refiere). Los británicos te- decreto sobre los perros o el aseo en las calles.
sueño, un día de guardia, 2 horas de sueño y dáver y a las moscas. Vino, cerveza y tabaco nían, además, el fútbol. Podían practicar box o Pero no: “El hombre anuncia el más terrible
luego trabajar toda una noche para dormir eran otros de los lujos que podían darse. competir en velocidad. Las compañías de tan- cataclismo que haya afligido a la humanidad
después 6 horas”. Barthas, en noviembre de Las cartas de amigos y familiares mante- ques a veces hacían carreras de ellos. desde el diluvio universal; anuncia el más
1914: 8 días en trincheras, 4 días en reserva nían el contacto con la vida que habían dejado La “caza” de recuerdos se convirtió en grande de los flagelos, el que engendra todos
y luego a la línea de combate (“Era como (el correo británico funcionaba muy bien; ca- una afición o manía para muchos soldados los males: la movilización general, el preludio
atravesar una pista de tiro el día en que es- da semana más de 12 millones de cartas se en- que querían capturar un momento de esa a la guerra, la guerra maldita, infame, indeco-
tán de práctica los tiradores”). Arte de trinchera. viaban a los soldados). Jünger, en cambio, se gran aventura. Los trofeos tomados del rosa para nuestro siglo, la guerra que ha de
El tiempo pasado fuera de la primera lí- Casquillos de balas escul- queja del correo militar alemán: los paquetes enemigo eran los más preciados. Hasta que marchitar a nuestra civilización, de la cual por
nea permitía al soldado asearse. Se levanta- pidos por Charles Maday que parecen tener algo de valor, no llegan. dejó de usarse a mediados de 1916, el casco entonces nos sentíamos muy orgullosos”.

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