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Estudios de Filosofía Práctica e Historia de las Ideas www.cricyt.edu.

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Revista anual de la Unidad de Historiografía e Historia de las Ideas - INCIHUSA / Mendoza
Año 8 / N° 9 / ISSN 1515-7180 / Diciembre 2007 / Dossier (23-41)

Alejandra Ciriza

Apuntes para una crítica feminista


de los atolladeros del género
On the notion of gender like a theoretical jam from a feminist view point

Resumen: Apuntes para una crítica feminista de los atolladeros del género.
Este trabajo procura hacerse cargo de algunas controversias en el campo de la teoría feminista a propósito de ciertos
usos de la noción de “género” intentando asumir lo que considero algunos atolladeros teóricos.
La revisión de los usos actuales de la noción de género se ha realizado bajo el supuesto de que, lejos de haberse
desencadenado el final del patriarcado, éste se ha transformado en un contexto marcado por el consenso neoliberal
y la profundización de la dominación capitalista. Las transformaciones en las condiciones materiales de existencia, a
saber: el aumento de las desigualdades, la creciente dependencia de la política respecto de la economía y de
autonomización del campo intelectual respecto de las prácticas políticas, han reconfigurado el espacio teórico y político
de los feminismos. De allí la necesidad de realizar una revisión de nociones teóricas que, como la de género, se hallan
situadas en una serie de encrucijadas tanto políticas como conceptuales a la vez que sujetas a los muchos riesgos y
dificultades propios de la traducción, una operación cruzada por dificultades tanto lingüísticas como políticas.
Palabras clave: Género/sexo/sexualidad, Teoría Feminista, Teoría / Praxis, Traducción.

Abstract: On the notion of gender like a theoretical jam from a feminist view point.
This paper aims to analyze some discussions about the notion of gender regarding feminist conceptualizations. It
is assumed here that gender is a controversial notion that has driven the feminist theory into a theoretical jam.
The uses of gender under the idea that we are in a particular situation facing patriarchal domination will be mapped.
The patriarchy is deeply changed in this context, where neoliberal consensus and capitalist domination keep rising. The
changes in the material conditions of existence, the increasing inequalities together with the simultaneous subordination
of politics to economy plus the gap observed between theory and practice, have sensibly modify the theoretical and
political feminist field.
From this departure point it becomes necessary to revise and redefine some crucial theoretical notion like the one
of gender that at the moment lay in a crossroad of many political and theoretical debates, while at the same time is subject
to linguistics difficulties and the risks inherent to translation.
Key words: Gender/Sex /sexuality, Feminist Theory, Theory / Praxis, Translation.

A nosotro(a)s, como a las generaciones que nos precedieron nos


ha sido dada una débil fuerza mesiánica sobre la cual el pasado tiene
un derecho. Walter Benjamin.

ste trabajo procura hacerse cargo de desencadenado el final del patriarcado, como al-
las condiciones históricas bajo las guna vez señalara el colectivo Sottosopra, éste se
cuales se producen hoy algunas con- ha transformado en un contexto de antinomias
troversias en el campo de la teoría feminista a marcadas por el consenso neoliberal y la profun-
propósito de ciertos usos de la noción de “géne- dización de la dominación capitalista.
ro”, procurando asumir lo que considero algunos La escena está cubierta por un halo de in-
atolladeros teóricos. certidumbre y temor. Una vez más, a la manera
Me interesa señalar que realizo esta revisión de Benjamin, no podemos sino debatirnos en el
bajo un supuesto: el de que, lejos de haberse terreno de la moda, bajo la amenaza constante
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de la extorsión económica, la crisis ecológica y la ensanchan, para las mayorías populares se estre-
guerra (Benjamin, W., 1982). La incertidumbre y chan. Mientras las mercancías circulan en un es-
las fuertes transformaciones en las condiciones pacio sin fronteras, nuevos vallados se levantan
materiales de existencia, unidas a un proceso de fragmentando los espacios de las ciudades en
creciente autonomización del campo intelectual recintos amurallados y ghettos. Mientras las fron-
respecto de las prácticas políticas y de adelgaza- teras entre los estados nacionales parecen pulve-
miento de la autonomía de la política respecto de rizarse bajo la presión de los organismos de
la economía, configura un espacio teórico y polí- financiamiento internacional, las formas más ex-
tico marcado por límites y tensiones que es pre- tremas del localismo y del nacionalismo retornan.
ciso asumir, tanto respecto de las prácticas y sus Las condiciones establecidas por la globaliza-
horizontes como de las conceptualizaciones. ción capitalista han producido el dominio direc-
to de la economía sobre la política en un con-
texto de volatilización de los sustratos de las prác-
Acerca de las condiciones materiales de ticas económicas. El predominio del capital finan-
existencia. Las prácticas posibles para las ciero no sólo ha producido un mundo abstracto
feministas y aparentemente desprovisto de anclajes materia-
les sino que ha favorecido la percepción fetichi-
Considero que el clima ideológico-político zada del nuevo orden como puro efecto de la
establece condiciones para la producción de teo- aceleración de las transformaciones tecnológicas,
ría y límites y presiones para la realización de que operan en los procesos económicos y sim-
formas posibles de práctica política, tanto en lo bólicos produciendo un borramiento de límites
que a las modalidades organizativas como a las entre economía, política y cultura. Esto es: las
demandas se refiere. Por lo que a esta lectura condiciones materiales de existencia establecen un
concierne se trata de arrojar iluminaciones par- conjunto de determinaciones económicas, políti-
ciales y negativas, en el sentido marcado por la cas y culturales que afectan de modo específico
tesis marxiana de construir una posición que sea a las mujeres (permítaseme el uso general de la
la negación determinada de las condiciones so- categoría, aún cuando soy consciente de las mu-
ciales imperantes. Si, como señala Del Barco, una chas determinaciones de clase, etnia, nacionalidad,
vez producido el estallido del espacio teológico orientación sexual, edad, cultura, lengua que este
del sujeto, el pensamiento se constituye como la significante encubre)1. Digo brevemente esto por-
forma concreta de un real descentrado y disper- que la ausencia de referencias a los efectos del
so, de lo que se trata es de intentar alguna orien- predominio del capital financiero puede generar
tación en un terreno contradictorio y complejo, la ilusión de la mágica disolución del orden real
en el cual se ha producido un proceso de en un puro mundo de la cultura donde la rele-
desmaterialización acelerada de las bases econó- vancia de la cuestión de las mujeres se liga a la
micas de la existencia que genera la ilusión de proliferación de la cuestión de la différance, tan
existencia virtual y a la vez una desposesión ex- cara a las sensibilidades tardomodernas y decons-
trema que condena a millones de seres humanos truccionistas, así como su reflejo especular y com-
a ver retroceder tanto sus derechos como sus plementario, la ilusión de la disolución de diferen-
condiciones de vida (Del Barco, O., 1979). Mien- cias y desigualdades en el espacio indeterminado
tras para poc@s y privilegiad@s los horizontes se de la internacionalización del derecho que “nos

1 Utilizo determinación en un sentido técnico. Pienso en “las mujeres” de la misma manera que Marx pensaba
la “población” como una categoría inespecífica, una primera aproximación, un punto de partida concreto-abs-
tracto que remite a un vivido pero no sabido que ha de ser sometido a procesos de destotalización analítica
a los fines de ir especificando las determinaciones históricas y sociales. Parafraseándolo y reemplazando po-
dríamos decir que (las mujeres) “… es una abstracción si dejo de lado, por ejemplo, las clases y estas clases
son una palabra huera si desconozco los elementos sobre los cuales reposan, por ejemplo el trabajo asalaria-
do, el capital...” (Cfr. Marx; K., [1857] 1971: 21). La forma de argumentación esgrimida, aun cuando señala en
el sentido de la imposibilidad de hablar de “las mujeres”, no implica en modo alguno una disolución de la
categoría. A la manera de Spivak, se trata de utilizar el término como herramienta política sin atribuirle inte-
gridad ontológica (Butler, J., 1992).
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iguala” en el terreno abstracto de convenciones y timación del capitalismo tardío. Se trata, como
planes de acción monitoreados por organismos alguna vez dijera Marx, de indagar por las rela-
internacionales. ciones que los procesos de fetichización propios
Argumentaré brevemente acerca de los vín- de las sociedades productoras de mercancías in-
culos entre triunfo del capital financiero y las ducen. Se trata de dar cuenta de las articulacio-
antinomias que se presentan para las feministas nes entre economía, política y cultura, de sus
en el campo de las prácticas políticas. ensambles y articulaciones, de sus fusiones y
El triunfo del capital financiero sobre el in- especificidades.
dustrial, que ha volatilizado al máximo la econo- Hoy, cuando el mundo es efectivamente una
mía desanclándola de sus bases nacionales y su- mercancía, la mayor parte de los teóricos/as tien-
jetando los procesos económicos al segmento de a abandonar la disputa en el terreno del aná-
más volátil, especulativo y parasitario del capital, lisis de los procesos económicos y sus articula-
incide sobre la actual configuración de los esce- ciones con la cultura y la política. Considerada
narios y las prácticas políticas (Borón, A., 2001). como dominio de expertos, la economía pasa casi
La desmaterialización de la economía se patenti- desapercibida en el análisis de las condiciones de
za en la independencia de los flujos de capital vida o emancipación para determinados colecti-
respecto de los procesos productivos, los consu- vos, como es el caso de las mujeres, aun cuando
mos populares y hasta un cierto punto incluso de sea un dominio determinante sobre sus vidas
las bases nacionales, unido a la posibilidad de cotidianas3. Se procede como si, disueltas en el
operar en plazos sumamente cortos. Esta doble orden virtual, las relaciones económicas se hubie-
ruptura del capital financiero sobre el espacio ran desvanecido en el aire, como si la memoria
como distancia y el tiempo como secuencialidad se hubiera licuado al mismo tiempo que las mar-
y espera ha impreso su sello sobre las relaciones cas de la historia, como si las culturas, hibridadas
económicas, sociales y culturales desde finales del y despojadas de toda referencia a un espacio y
siglo XX (Meiksins Wood, E., 2000; Torres López, un tiempo determinados viajaran en imágenes
J., 2000). La penetración de las relaciones capita- hiperreales a través de las pantallas del televisor
listas en los rincones más recónditos del planeta, rumbo a ningún sitio, como parte de un gigan-
la desterritorialización de los anclajes de la eco- tesco pastiche de consumo veloz (y alucinatorio)
nomía y la globalización han producido, por una para las grandes mayorías desposeídas.
parte, una fragmentación cultural al interior de En un mundo, según se dice, de evanescencias
cada formación social, por la otra un espacio glo- generalizadas, en una coyuntura que según
bal imaginario supuesto como territorio de reali- Jameson “... está marcada por una indiferencia-
zación de la ciudadanía global. Si el capitalismo ción de campos, de manera tal que la economía
tardío fragmenta la cultura, ello posibilita formas llegó a superponerse con la cultura, que todo,
de legitimación que apelan a la dispersión y la incluidas la producción de mercancías y las altas
diferencia, a la vez que induce la convicción ilu- finanzas especulativas se ha vuelto cultural y la
soria de que “todo es cultural”. Al posibilitar la cultura pasó a ser profundamente económica u
constitución de un nuevo derecho como “lengua orientada hacia las mercancías” (Jameson, F.,
de madera” que borra imaginariamente las fron- 1999: 105), los debates teóricos se han concen-
teras nacionales (Pêcheux, M., 1986), habilita para trado en discusiones acerca del lenguaje, lo sim-
la instalación de debates en torno de una cierta bólico, la cultura. Por decirlo a la manera de
forma de ciudadanía global (Vargas, V. 2001)2 . Marx, si el mundo se ve invertido es porque lo
No se trata de decir que la ciudadanía global está, y este mundo de pura abstracción, producto
no acontece simplemente, ni de discutir sobre la del predominio del capital financiero “invierte” la
proliferación de diferencias como forma de legi- percepción de las relaciones reales de los suje-

2 En lo referido a la pretendida “ciudadanía global” el meollo de la cuestión se halla en el debate sobre la fun-
ción de los estados en orden a la garantía de los derechos establecidos por las Convenciones Internacionales,
como por ejemplo la CEDAW.
3 Según datos de Clarín en el año 2002 en la Argentina el 10 % más rico de la población recibía el 37.3% de los
ingresos, mientras el 10% más pobre sólo el 1.3 %. El desempleo había trepado al 23.8%, mientras los ricos
ganaban 45 veces más que los pobres. (Clarín, 31/3/2002).
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tos entre sí, obtura la mirada hacia los procesos la oposición a las fuerzas cada vez más concen-
históricos que han producido el mundo en el que tradas del capitalismo, de la misma manera que
vivimos, así como las formas de ejercicio de la en el campo social es frecuente una atomización
dominación y la coacción necesarias para la re- social que tan pronto asume la forma de “con-
producción del capitalismo. De allí que sea com- trato” como la de lucha sin cuartel propia del
patible con la fragmentación cultural, étnica, por Hobbesiano “todos contra todos” (Ciriza, A., 1999).
orientación sexual, minoría lingüística o etaria de La percepción no es en modo alguno inexplica-
la lucha política. Las inferencias son sin dudas ble. Disolución e identificación, atomización y
problemáticas, tanto más para nosotras, las femi- búsqueda de anclajes e identidades fuertes no son
nistas, pioneras en la crítica al reduccionismo cla- sino caras de una misma moneda.
sista de los partidos de izquierda, avanzadas en La fragmentación real de los espacios de con-
la reivindicación de la especificidad de los dere- flicto, la construcción de demandas específicas
chos de la ciudadana ya en los tiempos aurorales ligadas a reivindicaciones tan diversas como difí-
de las revoluciones burguesas, críticas de la des- ciles de comparar desde el punto de vista políti-
articulación entre lo público y lo privado provo- co, organizativo, social, está determinada por un
cada por siglos de política patriarcal. proceso histórico de resquebrajamiento de las
Sin embargo la profunda desconfianza hacia modalidades de representación propias de la for-
la fragmentación de las demandas no es solo un ma clásica de la política. Ligadas a suelos políti-
gesto defensivo ligado a la tendencia homogenei- cos e historias específicas, estas luchas, en el con-
zante heredada del reduccionismo de clase, tan texto de las débiles democracias existentes, han
arraigado en la tradición marxista, o a alguna sido interpretadas las más de las veces como lu-
forma de substancialismo o esencialismo de cual- chas por la identidad o el reconocimiento y se-
quier cuño. La dificultad reside en que las demo- ñaladas como separadas de los combates antica-
cracias conservadoras son profundamente com- pitalistas. Sin duda es necesario especificar en
patibles con una tolerancia débil a la cuestión de cada caso, localizar cada movimiento, pues ellos
la diferencia. El modelo contemporáneo de tole- cubren una gama amplia que puede incluir des-
rancia a las diferencias se asemeja a las estrate- de el movimiento indio en el Ecuador o las co-
gias de resolución de las diferencias religiosas que munidades homosexuales en los países latinoa-
se produjo en los albores de la modernidad re- mericanos (donde es tan dificultosa la lucha por
enviando a la conciencia individual los asuntos de derechos civiles) hasta organizaciones de consu-
fe. Convertida en mera desemejanza, en puro midores que plantean sus peticiones a título de
asunto de interioridad, privatizada, la religión simples desemejanzas tolerables por el mercado
pudo transformarse en algo a tolerar. Dice y absorbibles en el marco de las democracias
Sheldon Wolin: “La diversidad es débilmente de- actualmente existentes. De allí la insistencia en
mocrática: reconoce la mera desemejanza. Se especificar las condiciones históricas, en determi-
podría decir que su padrino intelectual es John nar la situación y posición de estos sujetos en
Locke en su Letter on Toleration. Enfrentado a la cada conflicto. La exaltación abstracta de la dife-
diversidad de visiones de los grupos religiosos rencia es plenamente compatible con la escasa-
adoptó una táctica que reducía el poder de la mente crítica noción de preferencia, tan arraiga-
religión organizada... la religión era ante todo una da en la tradición utilitarista, una tradición por
cuestión de creencias individuales y no de repre- otra parte despojada hace mucho tiempo de sus
sentaciones colectivas” (Wolin, S., 1996: 154). arrestos ilustrados y emancipatorios (Kymilicka,
La proliferación de demandas fragmentarias W., 1995)4.
ligadas con la esfera caracterizada como “cultu- La contracara exacta de la fragmentación
ral” va acompañada a menudo de una trivializa- extrema y de las miradas culturalistas se halla en
ción e individualización extrema de las demandas. la expansión de derechos formales. El máximo de
La particularización (y a menudo el particularis- abstracción de las determinaciones ligado al pre-
mo) atenta contra las posibilidades de condensar dominio del capital financiero es plenamente

4 El utilitarismo contemporáneo, despojado del halo progresista que lo ligara a la lucha contra los prejuicios en
el siglo XVIII y XIX, considera que las preferencias racistas o sexistas pueden ser perfectamente racionales y
obedecer a preferencias informadas.
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compatible con la expansión del derecho como de una “ciudadanía global”, tal como surge de los
lengua de madera (como alguna vez señalara nuevos escenarios mundiales como la reciente
Michel Pêcheux) esta vez universal, (Pêcheux, M., cumbre de Beijing (acompañada del foro realiza-
1986). Las nuevas condiciones de existencia cons- do en Huairou) parece confirmar la existencia de
tituyen la base material del orden global a la vez novedosas situaciones de empoderamiento colec-
que el capitalismo suprime las diferencias tivo, cuyas ambigüedades no dejan de ser en per-
identitarias de los sujetos que explota: es indife- ceptibles (Rosenberg, M., 1997)6.
rente a la pertenencia étnica, a la diferencia sexual La contracara del mundo fantasmagórico de
(Meiksins Wood, E., 1992), más aún a la orienta- la igualdad abstracta es el aumento brutal de la
ción sexual o la elección de objeto. De allí que exclusión y la desigualdad, que opera sobre un
sea compatible con el logro de una suerte de “ciu- terreno marcado por la historia y las experien-
dadanía” global para el colectivo de mujeres y con cias previas. La profunda imbricación entre capi-
la conquista gradual de derechos para las llama- talismo y patriarcado, que ha dejado sellos pro-
das minorías sexuales. La expansión de derechos, fundos en la experiencia de las mujeres, una ex-
esto es, la igualación formal y abstracta para periencia diferencial, construida durante siglos de
mujeres y minorías sexuales, así como la contem- destino doméstico, una experiencia marcada por
plación legal de iguales derechos para los diferen- la materialidad irreductible de las diferencias en-
tes, tiende a la licuación de las especificidades de tre los sexos que hace que, al mismo tiempo que
etnia, cultura, orientación sexual que, despojadas “indiferente” en el momento de la explotación
de su capacidad de ofensiva política, pueden ser capitalista como fuerza de trabajo, sea profunda-
consideradas como insignificantes bajo condicio- mente significativo en la experiencia de las tra-
nes que conllevan el dominio directo de la eco- bajadoras. La tendencia a la realización de análi-
nomía sobre la política. Al mismo tiempo que se sis abstractos, desanclados de la historia, de las
expanden e internacionalizan derechos, se restrin- articulaciones y formas de determinaciones dife-
gen de manera brutal las posibilidades de su ejer- renciales y específicas que fueron construyéndo-
cicio. Es el mercado el que “decide” debido al se en cada formación social entre economía, po-
ahondamiento de la brecha entre ricos y pobres, lítica y cultura, y el carácter irreductible de esas
entre Norte y Sur, así como a la mercadorización esferas objetivadas como instancias diferenciales
de antiguos derechos en sociedades en las cuales a lo largo de la historia puede conducir a formas
el estado operaba como regulador y garante de de lectura demasiado inclinadas a suponer que,
los derechos económicos y sociales. efectivamente, todo lo sólido se ha disuelto en el
Para decirlo brevemente: se puede legislar aire.
(aun cuando ello no sea tan sencillo en el con- No sólo se trata de las afganas perseguidas
texto latinoamericano) acerca de los derechos por el brutal régimen talibán, sino de las niñas
reproductivos, la legalización de las uniones en- abortadas antes de nacer en la India, Bombay.
tre homosexuales, la multiculturalidad estatal y el Según un informe de la ONU titulado Planeta
bilingüismo en el campo de la educación. Sin em- Rosa, El informe ONU sobre las mujeres en el
bargo ello no basta para transformar la consagra- mundo “… sobre 8000 interrupciones del emba-
ción legal en derecho ciudadano5. La posibilidad razo provocadas después de obtenida información

5 El asunto de la inscripción de los derechos de las mujeres y subalternos/as en el orden de la ley es arduo y
por demás complejo. Sin embargo, en las sociedades modernas, la sujeción al orden de la ley opera como un
principio regulatorio de las relaciones de los sujetos entre sí a la vez que estatuye los límites de ejercicio de la
autoridad legítima (Ciriza, A., 1997). Orden insuficiente, el derecho contiene la arbitrariedad y el ejercicio di-
recto de la fuerza por parte de aquellos que efectivamente ejercen el poder a la vez que ofrece un espacio
ambiguo para el reclamo de igualdad a desiguales y diferentes. La conquista de derechos pone en crisis las
legitimaciones establecidas, de allí la resistencia a la inscripción de ciertos derechos en el orden de la ley. La
punición del aborto, de las mujeres en prostitución y las travestis son ejemplos de los límites de la legalidad
existente.
6 Martha Rosenberg indica las ambivalencias de Beijing como escenario del empoderamiento de las mujeres,
pero también sus límites, en cuanto la magnitud de los cambios discursivos se muestra compatible con la fi-
jeza de la subordinación de las mujeres.
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sobre el sexo del feto a través de un test de las antinomias de una tradición suficientemente
amniocentesis, en 7999 casos el nonato hubiera larga, nacida de las excepcionales condiciones de
sido una mujer” (Barina, A., 1992: 64). La traduc- movilización social y política de fines de los se-
ción es mía). Aun la pobreza es, mucho más, un senta (Hobsbawm, E., 1995: 290-345)7. Si bajo el
asunto de mujeres. El apabullante aumento de la signo de la crisis de los sujetos clásicos de la
jefatura femenina de hogar va unido a la pobre- política se abrió un espacio para el ingreso a la
za: “en los países industrializados, en Sudamérica escena de las feministas, como parte de la olea-
y en África representan hoy el 20% de los núcleos da de la llamada nueva izquierda, muchos de los
domésticos nacionales... Inevitablemente estos asuntos entonces instalados, reclamados como la
núcleos familiares, sin un varón adulto en casa, marca de excepcionalidad de las feministas res-
es decir, sin un segunda persona en condiciones pecto de otros sujetos políticos (como los parti-
de trabajar, son más pobres que las familias tra- dos políticos de izquierda, por ejemplo) consti-
dicionales” (Barina, A., 1992: 66). La traducción es tuyen hoy puntos problemáticos para nosotras
mía). Si bien habitantes habituales de la crónica mismas.
roja, no se duda en señalar con frecuencia asom- Las feministas, si bien ligadas a diferentes
brosa que las mujeres hemos recorrido un largo tradiciones políticas y organizativas, compartían
camino, que nada queda por conquistar en tiem- un cierto suelo común: hicieron visibles las re-
pos de retirada masculina. laciones entre producción y reproducción de la
Sin lugar a dudas la lógica del capitalismo es vida humana, entre condiciones estructurales y
compatible con la conquista de derechos forma- división sexual del trabajo, entre teoría y prácti-
les, pero también es verdad que la tensión entre ca, entre cuerpo y política, entre trabajo pro-
mercado y derechos, entre procesos de ciudada- ductivo y reproductivo, entre patriarcado y ca-
nización formal y de exclusión real, es una de las pitalismo. Los debates setentistas permitieron
marcas del orden establecido desde los años 80. advertir la imbricación profunda que liga fami-
La agudización de las contradicciones entre de- lia y estado, vida cotidiana y reproducción de las
mocracia y capitalismo, desfondadas las condicio- relaciones de subordinación, cultura y capitalis-
nes que hicieron posible el breve y excepcional mo, relaciones de producción y tramas de sig-
romance de la “edad de oro”, ha desembocado en nificación que legitiman el orden establecido y
un proceso por el cual parece posible la anula- lo naturalizan.
ción misma de las fronteras interestatales a la vez La crítica feminista fue subversiva. Apuntó
que se expanden los derechos para los diferentes hacia puntos nodales del sentido común domi-
en el nivel de la “sociedad civil global”. Derechos nante al poner en tela de juicio el lugar asignado
“sin garantías”, debido a las marcas que sobre la a los varones en el orden político, simbólico, fa-
historia de cada formación social ha dejado la miliar. Por añadidura no sólo cuestionó en asun-
reorganización conservadora iniciada en la era tos ligados con la organización del estado y del
Tatcher-Reagan. trabajo, sino que indagó por las tramas secretas
que ligaban estado y familia, producción y repro-
ducción, diferencia sexual y percepción del mun-
Incomodidades feministas do. Una nueva mirada, la nuestra, lo inauguraba
todo. Por entonces se reivindicaba como las mar-
Bajo las actuales condiciones, huelga decir, cas específicas del/los feminismos la articulación
las tensiones inherentes a las políticas feminis- entre lo personal y lo político, entre teoría y
tas se han acrecentado y multiplicado. La nove- praxis, entre sujeto de la práctica política y suje-
dad es que ahora se trata de reflexionar sobre to del saber (Ciriza, A., 1995).

7 Desde la perspectiva de este historiador, alrededor de los años 60 una peculiar situación facilitó tanto las re-
vueltas estudiantiles y la emergencia del feminismo como la transformación en la conciencia de la clase
obrera. Durante el siglo XX, de muerte del campesinado y acelerada urbanización, de transformaciones tec-
nológicas y auge de las profesiones, mucho cambió en la vida de las mujeres.
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Las tensiones inherentes a la relación entre tes a la articulación entre lo personal y lo políti-
lo personal y lo político co que conducen a menudo a la fragmentación,
el panorama se complejiza si tomamos en cuen-
El aporte específico del feminismo ha consis- ta que las perspectivas políticas de lectura del
tido y consiste en mostrar hasta qué punto lo que orden real suponen elegir como estratégicos cier-
un sujeto piensa arraiga en su vida cotidiana, has- tos espacios para la acción política a la vez que
ta dónde lo personal es político. Si para nosotras simplemente se ignoran o, en el mejor de los
es tan decisivo transformar la cotidianidad es por- casos, se descuidan otros. Soñamos mundos me-
que lo que alguien piensa arraiga en lo que hace jores a la medida de nuestros horizontes, de los
cotidianamente, diariamente y es precisamente en obstáculos que somos capaces de advertir, de los
la naturalización derivada de la repetición diaria tropiezos con aquello que desde nuestro punto
donde reside el ocultamiento de sus dimensiones de vista no funciona en el terreno histórico, no
políticas. Aquello más personal, como las decisio- elegido, del orden social existente.
nes sobre nuestro cuerpo, la relación con nuestra Si la emergencia de la segunda ola se cum-
pareja, nuestra orientación sexual, los asuntos plió en un momento de auge de masas, la co-
menudos de la vida privada, se sustenta en un sin- yuntura actual nos halla ante el estrechamien-
fín de pequeños gestos cotidianos que sin embar- to de los horizontes emancipatorios. En los
go, y a pesar de las apariencias no son tan priva- años 80, bajo el impacto de la década de la
dos ni singulares como muchas veces se ha pre- mujer y la instalación de la democracia como
tendido. También la vida cotidiana y el sentido de forma dominante de orden político, la cuestión
la privacía, la intimidad y nuestra propia subjetivi- de la ciudadanía y los derechos fue un terreno
dad son producto (aunque no sólo) de relaciones de debate privilegiado. El impacto de la caída
sociales y de formas comunes de experiencia. del muro, unida a la explosión multicultural,
Sin embargo la articulación entre lo perso- abrió un panorama de retirada para las mira-
nal y lo político, la revuelta misma en la vida co- das herederas de la modernidad, que escindían
tidiana no es en modo alguno homogénea, está el campo de la lucha política en proyectos re-
cortada, fragmentada por diferencias de clase, de volucionarios o reformistas, capitalistas o socia-
posición política, por diferencias culturales, de listas. Nancy Fraser señala como lo específico
orientación sexual, etarias. A diferencia de lo que de la actual coyuntura la tensión entre políti-
inicialmente muchas de nosotras podríamos ha- cas de redistribución y políticas de reconoci-
ber pensado, deslumbradas por la utopía de la miento. El clima que ella denomina postsocia-
unidad fraterna entre las mujeres, la experiencia lismo se caracteriza por la falta de proyectos
de la reclusión doméstica no proporciona una emancipatorios omniabarcadores. La oscilación
experiencia homogénea, aun cuando contuviera de las certezas habría marcado el desplazamien-
elementos comunes para las mujeres8. to de los ejes que organizan los discursos
Habitado por una tendencia incesante a la emancipatorios, que abandonan los reclamos
fragmentación, el feminismo no ha sido uno nun- redistributivos y ponen el acento en las deman-
ca. Menos aún hoy. Posiblemente la tendencia das por reconocimiento cultural (Fraser, N.,
persistente a la división anide en esta suerte de 1997; Fraser, N., 2006). A la tendencia dispersiva
oxímoron contenido en la consigna sesentista, en ligada a la historia misma del feminismo pare-
las oscilaciones y tensiones sobre qué se entien- ce sobreagregarse un factor más: la propensión
da por aquello personal politizable. a la fragmentación de la lucha política inherente
Si por una parte existen dificultades inheren- a un terreno que no se ha elegido, el de la
actual coyuntura del capitalismo global.

8 Sheila Rowbotam (1976) señala que los efectos de la reclusión doméstica, si bien es un suelo común, ligado a
la experiencia colectiva de exclusión respecto del saber, el poder, el espacio público, no proporciona una ex-
periencia común a las mujeres. La fragmentación de la sociedad capitalista en clases supone consecuencias
diversas para las mujeres: reclusión y fragilidad para las unas (blancas y burguesas), explotación brutal, en
el trabajo y el sexo para las otras (todas las trabajadoras y las mujeres negras y de color). Es decir: el capitalis-
mo tendió más a la diferenciación de intereses y aspectos que a unificar la conciencia feminista (Rowbotham,
S., 1996: 32).
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No es sólo Fraser quien lo señala. Alguien gónicos al orden mismo de la cultura, de donde
escasamente interesada en las luchas feministas, su ingreso al orden público es interpretado como
como Ellen Meiksins Word, no duda en indicar un huracán arrasador de la diferencia misma
que la consecuencia política del diagnóstico que entre los sexos. Dice Scott: “las feministas norte-
ve en la etapa actual del capitalismo el angosta- americanas retratadas como lesbianas que odian
miento de las posibilidades de triunfo del socia- a los hombres, que se atreven a dignificar las
lismo se liga a la fragmentación de los sujetos relaciones homosexuales entre mujeres como un
políticos y a las luchas por la identidad. Desde la modelo de placer sin dominación, que ven a to-
perspectiva de Meiksins Word, las políticas de la dos los hombres como violadores y acosadores y
identidad implican el abandono de la idea de un que llevan su condición de víctimas como un traje
enfrentamiento a partir de una fuerza política sagrado” (Scott, J., 2000:21). Decididamente no es
inclusiva y de amplio alcance capaz de enfrentar necesario ir tan lejos. El eficaz publicista del or-
al capitalismo de manera más global «... la clase den establecido, Gilles Lipovetsky incita, hostiga,
como fuerza política ha desaparecido y con ella azuza: las feministas han (hemos) provocado urbe
el socialismo como objetivo político. Si no pode- et orbis una justa repulsa: “a las francesas no les
mos organizarnos a escala global todo lo que nos gusta definirse como feministas, un término de-
queda es ir al otro extremo. Todo lo que pode- masiado cargado a sus ojos de agresividad”
mos hacer, aparentemente es volvernos hacia (Lipovetsky, G., 1999: 87). Ello se debe a que “Una
adentro, concentrándonos en nuestras propias epidemia de naturaleza y amplitud inéditas se ha
opresiones locales y particulares» (Meiksins Wood, adueñado del Nuevo Mundo: la fiebre victimista”
E., 2000: 115). (Lipovetsky, G., 1999: 63). La respuesta conserva-
Para decirlo en pocas palabras: en orden a dora es también local y próxima, presente tanto
nuestras propias políticas, la tensión entre lo per- en el sentido común como en la academia.
sonal y lo político se halla hoy de alguna manera La amenaza oscura del feminismo, de una
remarcada por la dispersión de las luchas políti- política directamente edificada sobre la articula-
cas tras el oscurecimiento de los horizontes de ción entre cuerpo y política, es esgrimida como
transformación social. A la tendencia histórica expresión de un poder capaz de transmutar el
hacia la fragmentación y la discontinuidad exhi- orden mismo de la cultura desde sus cimientos.
bida por el feminismo a lo largo de su historia, El fantasma de las mujeres transformadas en sexo
una historia dispersa y discontinua, se suma la devorador, bacantes desbordantes de lujuria, fu-
ofensiva conservadora, la pérdida de un horizonte rias dispuestas a la eliminación de sus víctimas,
de transformación social y la emergencia de di- amazonas vengadoras preparadas para el exter-
versidades de distinta índole: étnicas, culturales, minio, emisarias de la destrucción del orden de
por orientación sexual, etc. la cultura, señoras de la muerte, no es una ex-
La ofensiva conservadora agita el fantasma del clusividad de Termidor, ni tan solo una sombra
feminismo como amenaza del orden político y nacida en la penumbra de la feminidad freudia-
sexual por doquier. Nuevas amazonas forzando la na9. El nuevo orden conservador sueña con la
eliminación de la diferencia sexual, tal como lo pacificación de la larga revuelta, con el retorno
muestra un artículo reciente de Joan Scott, las al hogar, con nuevas virginidades y abstinencias.
feministas (en este caso las norteamericanas) son Ello podría traducirse en una tesis probable-
avizoradas como portadoras de principios anta- mente enfática a propósito de las críticas al /los

9 Se ha de decir, en descargo de Freud, que sus afirmaciones son mucho más matizadas que las de los moder-
nos conservadores. Si bien señala el carácter deficitario del superyo femenino no titubea en indicar que “la
masculinidad y feminidad puras siguen siendo construcciones teóricas de contenido incierto” (Freud, S.,
[1925] 2003:276). Sobre el superyo femenino dice: “Uno titubea en decirlo, pero no es posible defenderse de
la idea de que el nivel de lo éticamente normal es otro en el caso de la mujer. El superyó nunca deviene tan
implacable, tan impersonal, tan independiente de sus orígenes afectivos como lo exigimos en el caso del va-
rón... la mujer –que muestra un sentimiento de justicia menos acendrado que el varón, y menor inclinación a
someterse a las grandes necesidades de la vida; que con mayor frecuencia se deja guiar en sus decisiones por
sentimientos tiernos u hostiles– estarían ampliamente fundamentados en la modificación de la formación-
superyó” (Freud, S., [1925] 2003:276).
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feminismo/s. Lo que la recurrente crítica y el alterando de manera significativa lo que antes era
señalamiento de su carácter extremo y de sus concebido, sin más, como “el destino corporal”.
muchos errores indica (ya sea por llevar hasta La biotecnología, la manipulación genética, la
sus últimas consecuencias ciertas reivindicacio- posibilidad de clonación, las intervenciones qui-
nes igualitaristas hasta amenazar la diferencia rúrgicas y hormonales con fines de transforma-
sexual misma con la extinción, ya por exaltar un ción del cuerpo hacen borrosos límites que an-
principio nuevo de civilización como lo harían tes se consideraban inamovibles e inmodificables.
las distintas versiones del “esencialismo diferen- El efecto es la emergencia de identidades erráticas
cialista”) es que, como decía Susan Sontag de la y extrañas (queer, como se suele decir), articula-
utopía feminista, queda aún mucho por realizar. das sobre distintas combinaciones posibles entre
Es decir: más que de la derrota del patriarcado sexo biológico, orientación sexual y construcción
de lo que se trata es de un cierto estrechamien- social de la identidad de género. Sin embargo es
to de sus márgenes reales de tolerancia, de una dudoso que ello signifique necesariamente la
trasformación en las condiciones de existencia ampliación de los horizontes políticos para las
que acepta a las mujeres como trabajadoras mal feministas, o suponga la posibilidad de realizar un
pagas, pero las rechaza como integrantes de de- salto cualitativo bajo el cielo libre de la historia.
recho pleno, de una estrategia que tolera las ex-
cepciones pero escamotea las posibilidades de
universalización, de un estado de cosas que Teoría y praxis
acepta la proliferación de diferencias siempre y
cuando no se constituyan en el punto de parti- El reclamo de articulación entre teoría y
da para una crítica radical del orden estableci- praxis, la pretensión de abolir la distancia entre
do, que continúa marcado por el dominio capi- teóricas y militantes feministas, de constituir una
talista, blanco, patriarcal, homofóbico. instancia de reflexión de un sujeto político ple-
Sin embargo es preciso también señalar que namente articulado a la praxis es hoy por lo
el sexo por sí mismo no es revolucionario. En menos problemática. No sólo porque el hiato
algún punto marcado por esto que Françoise entre teoría y praxis es inevitable, asunto que no
Collin considera como la tragicidad del sujeto, el/ es, en modo alguno, exclusivo del feminismo. La
los feminismo/s son proyectos abiertos, ligados a distancia teoría/praxis está ligada a aquello de lo
condiciones históricas y sociales que hacen im- real que irrumpe en la práctica y no puede ser
posible articular lo personal a lo político en for- inscripto en el orden del lenguaje, abstraído y
ma plena. El intento de ligar lo personal y lo puesto en forma en el orden del concepto. Se
político, la política al deseo, no es posible sin trata pues de la distancia entre acontecimiento
resto. Los límites no sólo son inherentes a las y discurso, y también del hiato entre el presente
condiciones históricas sino a aquello de irreduc- y la posibilidad de su teorización, cuando el cre-
tible que habita en el orden de lo real: nuestras púsculo avanza sobre lo acontecido y el presen-
subjetividades, el deseo, el dolor, no pueden ser te transita hacia el pasado. La teoría se constru-
plenamente inscriptas en orden político alguno. ye sobre el terreno de lo dado, en todo caso solo
Aun cuando el límite entre lo político y lo que podemos poner palabra a aquello que aconte-
no lo es se haya ensanchado, no todas nuestras ció, aun cuando ello ocurra a menudo bajo la
experiencias pueden ser instaladas en el espacio forma de la negatividad, o bien discurrir en el
de lo colectivo, politizadas. registro imaginario de la utopía y postular, a la
Situado ante la roca viva de las diferencias manera de horizontes posibles de acción, al
entre los sexos y de la sexuación, ligado a los modo de negación y de anticipación imaginaria,
modos bajo los cuales la diferencia sexual ha otro mundo posible ante un presente de opre-
constituido un punto de lucha a través de estra- sión.
tegias de politización y despolitización, las femi- Sin embargo la autonomización y profesiona-
nistas no podemos evitar las oscilaciones a las que lización crecientes de la teoría feminista y los
nos someten los avatares de la política y la histo- estudios de género, implica algo de orden más
ria, la difícil relación con las nuevas tecnologías, preciso: la inscripción de las teóricas en una lógi-
que han modificado la relación con los cuerpos ca propia del campo académico cuyas prácticas
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responden en forma creciente a las reglas de la esta sutil y a menudo inadvertida forma de la
acumulación y especialización del saber10. domesticación.
Una serie de elementos impulsan a las teóri- Si la crítica feminista del privilegio de la pers-
cas feministas en un sentido de ligazón cada vez pectiva sexista y androcéntrica constituyó una vía
mayor con las reglas internas del mundo acadé- de socavamiento de la cultura burguesa y patriar-
mico. Las presiones son fuertes dada la relativa cal, hoy los llamados estudios subalternos propo-
novedad de la problemática en el mundo de la nen la supresión de la diferencia entre combates
universidad y las inserciones precarias de las académicos y combates políticos reforzando, con-
mujeres en él. No porque estemos ausentes, sino tra sus intenciones de repolitizar el espacio aca-
más bien porque los lugares asignados son démico, un proceso de despolitización, por otra
periféricos en la mayor parte de los casos. La parte ligado a la brutal derrota de los sectores
incorporación de los estudios de género en las populares en las últimas décadas. Si la crítica rea-
universidades va unida a un proceso de transna- lizada por Williams y la nueva izquierda en los 60
cionalización y academización que impone sin y 70 apuntaba contra el corazón de la teoría del
prisa la lógica del campo intelectual a los deba- reflejo procurando mostrar la especificidad de los
tes: ello explica la creciente dependencia entre lo procesos culturales, hoy los estudios culturales
que discutimos y “la moda” vigente en la acade- más bien parecen la legitimación académica
mia norteamericana11. adecuada. Del mismo modo que en el orden real
Si el debate en torno de las relaciones se cumple un proceso de concentración y trans-
posestructuralismo/feminismo es el signo visible nacionalización del capital mientras la cultura y
de la incorporación de las feministas en circuitos las formas de legitimación se fragmentan ad
transnacionalizados de discusión teórica, los infinitum; los estudios culturales a menudo de-
cuestionamientos a los saberes establecidos for- jan libres las manos del pensamiento único con-
mulados desde perspectivas “excéntricas”, como centrándose en la exaltación de las diferencias
las que Teresa de Lauretis retoma, aun cuando se culturales. Si en la década del 60 y del 70 la cues-
pretenden formuladas desde la exterioridad y la tión de la especificidad del lenguaje deconstruía
inmediatez de lo vivido, no pueden evitar la marca el privilegio falogocéntrico, hoy el deconstruccio-
de la academia. nismo se ha conformado como una filosofía
Desde mi perspectiva la sensibilidad de los hegemónica que lo disuelve todo en posiciones
estudios académicos ligados al feminismo a las discursivas, interpelaciones y efectos de lenguaje.
presiones de “la moda” se debe a sus propios Olvida con demasiada facilidad los anclajes ma-
orígenes como teoría constituida en los bordes. teriales, lo que no puede ser dicho, la brutalidad
Ligado desde sus inicios a las transformaciones del terror, la exclusión, lo que no tiene nombre
del mundo académico, pero también a los cam- en un contexto de avance conservador.
pos de batalla políticos, el ingreso al mundo de Si bien es verdad que no hay inmediatez al-
la academia ha conducido a menudo a una fu- guna entre interpretar el mundo y disponer de las
sión compensatoria que confunde las repercu- fuerzas políticas para transformarlo en el sentido
siones en los debates à la pâge, con cambios re- de nuestros deseos, también lo es que existen
volucionarios. Hoy las conceptualizaciones urgencias políticas de las que habría que intentar
postcoloniales, e incluso los “estudios culturales” dar cuenta, aun cuando no fuera tan beneficioso
y los feminismos, a pesar de sus orígenes en el en términos de capital simbólico acumulado en
campo de la batalla política, corren el riesgo de la academia.

10 La lógica que rige es la de la constitución de los campos. Tal como ha señalado Bourdieu ello supone un de-
safío específico: “el monopolio de la autoridad científica, inseparablemente definida como capacidad técnica
y como poder social” (Bourdieu, P., 1994: 131). A la vez que se produce una forma específica del interés (la
illusio) el campo se autonomiza de manera relativa respecto de los conflictos político-sociales, a los que no
puede reducirse. Ello, desde ya, no supone que los debates adquieran un cariz puramente científico o acadé-
mico.
11 Utilizo la idea de “moda” a la manera de W. Benjamin, para hacer referencia a la recurrencia circular de lo
“siempre igual” a través de la cual se produce el sofocamiento de toda dialéctica emancipatoria (Cfr.
Benjamin, W., 1982).
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Los atolladeros del género Inicialmente ligado al campo de la psicología,


el término género permitió demarcar el sexo,
Si en los sesenta la proximidad entre teoría y como hecho biológico, del género como conjun-
praxis, entre intelectuales y militantes constituía to de significaciones atribuidas a las identidades
una “evidencia” de la cual las feministas europeas culturalmente construidas a partir de la diferen-
y norteamericanas podían enorgullecerse, y si las cia sexual, pero no inmediatamente determinadas
prácticas políticas nacidas bajo el signo de la in- por ella (Burin, 1996). Noción ambigua, puesto
novación feminista: concienciación y más tarde que en algún punto remitía a la identidad psico-
affidamento, hermandad, separatismo, y final de lógica, individual, al proceso de adquisición de los
la representación aseguraban (se pensaba) una rasgos conductuales masculinos o femeninos (in-
conexión “inédita” entre teoría y práctica, las con- dependientemente de cual fuera el sexo biológi-
diciones, según hemos visto, son hoy bastante co) la noción de género apuntaba además a des-
diferentes. tacar el carácter culturalmente construido de las
Si en los ‘60 europeos e incluso en los conductas de los sujetos. La noción de género se
tempranos ‘80 en la Argentina el término femi- convirtió en una eficaz arma crítica contra el
nismo era la forma habitual de referirse a las determinismo biologicista y el supuesto de la
posiciones teóricas y políticas ligadas a la crítica correspondencia natural que condenaba a la per-
de la subordinación de las mujeres, una oleada versión y el “desvío” a cualquier alteración de la
de posfeminismo y diversas versiones del “géne- lógica binaria y especular oculta tras la idea de
ro” amenazan con arrasar con la vieja termino- que la identidad biológica debía hallar su corre-
logía. Son muchas las asociaciones posibles con lato en los comportamientos, las elecciones amo-
relación a la lenta imposición de la noción de rosas y las subjetividades sexuadas.
género en el campo intelectual y académico para La ambigüedad del término, esta suerte de
designar los estudios ligados a un punto de vista doble filo, no tardó en desatar polémicas. Si para
que tenga en cuenta las relaciones asimétricas de Dio Bleichmar el problema de los psicoanalistas
poder ligadas a los efectos sociales y culturales con el género es que éste fue rápidamente adop-
de la diferencia sexual. tado por el feminismo militante, y aplicado al
Intentaré, sin embargo, realizar una suerte de campo de las ciencias sociales, Martha Rosenberg
seguimiento precisando por una parte los espa- y Silvia Tubert no dudan en establecer diferen-
cios teóricos y políticos en los cuales se genera- cias entre el género, que se asimila a “un con-
lizó, y por la otra las condiciones bajo las cuales junto de significados contingentes que los sexos
esta traducción fue posible. asumen en el contexto de una sociedad dada” y
Me parece relevante indicar las condiciones la sexuación, inscripta en el campo de los pro-
de esta traducción dado que ello establece una cesos psíquicos y los avatares del inconsciente.
cierta distancia entre los usos inaugurales y sus La escisión entre procesos psíquicos y cultura-
modificaciones posteriores, los usos políticos y las les hace del género una categoría sociológica
especificidades disciplinares. La consideración de cuya importancia es menor con relación a los
la cuestión a la luz de la historia de los feminis- avatares de constitución de la sexualidad y de la
mos y el movimiento de mujeres puede contri- elección de objeto. No tendría por lo tanto, desde
buir a iluminar algunos debates relativamente esta perspectiva, un poder estructurante (Dio
recientes, vinculados a las innovaciones produci- Bleichmar, E., 1996: 133).
das por el célebre texto de Judith Butler, Gender Rosenberg considera relevante la distinción
Trouble. entre sexo y sexualidad, dado que ésta no se cons-
La idea de los atolladeros del género remite tituye sobre el destino biológico. La anatomía no
a ciertas inevitables “incomodidades”. La noción es destino y la sexualidad es, en términos psicoa-
misma de género es una suerte de “chichón” en nalíticos, “la dimensión subjetiva inconsciente
el lenguaje de las feministas hispano hablantes, tributaria de la diferencia sexual simbólica en la
puesto que procede de una tradición teórica y que se instituye el sujeto hablante, que no se
política diferente, la anglosajona y por lo tanto confunde con la realidad de lo biológico ni con
convoca inevitablemente alguna reflexión a pro- la realidad social”. El género, en cambio refiere a
pósito de traducciones. un conjunto de rasgos que el sujeto adquiere en
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la socialización en función de lo que esa sociedad biológico implícito en el uso de términos


espera de él, un “conjunto de roles internalizados como los de sexo o diferencia sexual. El
por los individuos a través de prácticas sociales, género enfatizaba también el aspecto rela-
que reproducen los valores de la formación social cional de las definiciones normativas de la
en que son establecidos, como identidad estable feminidad. Aquellos que se preocuparon
y apropiada” (Rosenberg, M., 1996: 268). porque los estudios de la mujer focalizaron
Noción de borde entre el proceso de consti- demasiado estrecha y separadamente a la
tución de la subjetividad, la sexualidad individual mujer, usaron el término género para intro-
y los procesos culturales de asignación de roles, ducir una noción relacional en nuestro vo-
la noción de género tuvo, desde el comienzo, a cabulario (Scott, J., 1993: 18).
la vez que un valor heurístico y militante como
herramienta de crítica y separación del determi- La noción de género como “forma primaria
nismo biológico, una significación ambigua que de significar las relaciones de poder” iluminaba
Rosenberg señaló tempranamente, cuando el gé- un aspecto central que sociólogos/as y expertos/
nero constituía un instrumento a la mano contra as ligadas a los programas de desarrollo y a la
las argumentaciones que atribuían la subordina- oleada de políticas de promoción de los derechos
ción de las mujeres al útero, las menstruaciones de las mujeres impulsadas por los organismos
y la posibilidad biológica de reproducir la vida internacionales probablemente estuvieran escasa-
humana. mente dispuestos/as a considerar cuando el tér-
Si por una parte Rosenberg distingue sexo de mino fuera instalando en el campo de las políti-
sexualidad y de género, por la otra realiza una cas públicas.
crítica propiamente política a la diferencia entre Cabe detenerse en algunas consideraciones.
género y feminismo. Mientras el concepto de Los estudios de la mujer surgieron en los 60, y
género, a pesar de ser, frecuentemente, una he- estaban relacionados con una serie de movimien-
rramienta política del feminismo, no hace refe- tos emancipatorios, con la visibilidad de los lla-
rencia necesaria al sujeto político implicado, mados nuevos sujetos sociales: las mujeres, pero
mientras el término feminismo porta necesaria- también los/las jóvenes protagonistas de las re-
mente connotaciones políticas. vueltas del 68; las mujeres, pero también el mo-
El hecho de que la denominación se haya vimiento negro en Estados Unidos; las mujeres,
impuesto en los 80 no es casual; los estudios de pero también los movimientos insurreccionales en
género venían a sustituir la parcialidad atribuida el tercer mundo (Bellucci, M., 1989). El modelo
a los estudios de mujeres como especialidad en de los estudios de la mujer fueron los Black’s
la academia norteamericana a la vez que abrían Studies, y estaban recorridos por la idea de que
un panorama ambiguo; por una parte, de la mano era preciso demoler las categorías bajo las cuales
del célebre artículo de Scott, ampliaban el espec- las ciencias sociales y la filosofía habían pensado
tro a las relaciones en las cuales se construían los hasta entonces al sujeto humano. La tarea teóri-
vínculos entre los géneros como cruzados por el ca estaba relacionada con la práctica emancipa-
poder y articulados a la clase y la etnia, por la toria, los conceptos y categorías procuraban ad-
otra abría perspectivas para incluir otros sujetos: herirse a las prácticas sociales. La dificultad resi-
no solo mujeres heterosexuales, sino mujeres día entonces en la búsqueda de una relativa au-
lesbianas no feministas, gays, travestis, pero tam- tonomía para la teoría, a la vez que se intentaba
bién varones heterosexuales y nuevas masculini- precisar, en la topología social del conflicto, el
dades. espacio que pudiera caber a la especificidad liga-
Scott indica: da a la etnia y a la diferencia sexual. El color de
la piel y el sexo biológico eran la base sobre la
En su uso más reciente género parece cual se construían relaciones de explotación y
haber aparecido entre las feministas esta- subordinación que guardaban un cierto parentes-
dounidenses que querían insistir sobre el co, pero también relativa autonomía respecto de
carácter fundamentalmente social de las las relaciones de clase.
distinciones basadas en el sexo. La pala- En los 80 las preocupaciones estaban dirigi-
bra suponía el rechazo del determinismo das a superar la “parcialidad de la mirada mili-
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tante”, al reconocimiento de la compleja red de complejización de la problemática, sino de la in-


interpelaciones y posiciones de un sujeto, pero clusión de nuevas perspectivas. Sin embargo se-
también el tránsito del feminismo al género mar- ría curioso concluir de ello la complementariedad
ca la inclusión en el espacio académico y la re- o continuidad de las miradas teóricas, o tan si-
nuncia a la mención del sujeto político en cues- quiera la comunidad de intereses y objetivos po-
tión. Por añadidura la noción de género pone en líticos. En todo caso tales continuidades o
debate términos como sexo y diferencia sexual. discontinuidades dependerán mucho más de la
El sexo remite a los anclajes biológicos, es especificidad de las genealogías teóricas y políti-
verdad, pero también a las distintas experiencias cas y de las tradiciones disciplinares que de cual-
del cuerpo que la diferencia sexual tanto posibi- quier suerte de afinidad nacida del uso, preten-
lita como niega a los sujetos. Los sujetos, desde didamente común, de la noción de género como
esta perspectiva si se quiere trágica, son encar- espacio de comunicación universal y de supera-
nados, su sexuación no se resuelve en “el conjun- ción del obstáculo biologicista.
to de estrategias discursivas no complementarias Por añadidura, no necesariamente la apela-
que organizan los intercambios socio-sexuales”, ción al género se sitúa en continuidad con el
por parafrasear a Butler (Butler, J., 2001). El sexo cuestionamiento de las relaciones de subordina-
se resiste al pansemiotismo, permanece como ción entre varones y mujeres que los feminismos
aquello que no puede ser incluido en un orden encarnaran. Es decir: las feministas podemos (o
discursivo sin residuo, sigue atormentándonos no) resultar interpeladas y convocadas bajo esta
desde lo real, provocando debates sin fin entre ambigua denominación. Lo cual no deja de ser
psicoanalistas y también entre feministas. El gé- prudente. La mayor parte de las veces el solo
nero, tal como ha sido leído desde disciplinas nombre de feministas convoca fantasmas del pa-
como la filosofía y la filosofía política (haciendo sado, imágenes de mujeres encendidas y revolto-
uso a menudo de una retórica provocadora) se sas, brujas encolumnadas en las calles de Roma,
corresponde adecuadamente con la transfigura- vociferantes nazifeministas reclamando la juridi-
ción de las teorías en dispositivos que apuestan a zación de las relaciones entre los sexos, exalta-
la disputa por la interpretación, a la disolución das mujeres demandando por siglos de opresión,
discursiva de todo fundamento, a la idea de la voceras de una visión victimista de la historia
desmaterialización-discursivización de todo lo que dividida en justas, bellas y oprimidas mujeres y
era sólido. El género, como dice Linda Alcoff “... brutales, injustos y opresores machos. Pobres
no es un punto de partida en el sentido de ser mujeres incapaces de valorar la ternura, renega-
una cosa determinada, pero en cambio es una das del destino contenedor de nuestro sexo, pri-
postura o una construcción, formalizable en for- vadas de templanza y flexibilidad, cegadas en la
ma no arbitraria por una matriz de hábitos, prác- dura contienda por nuestras reivindicaciones. Y no
ticas y discursos: Más aún es una interpretación se trata sólo de una caricatura irónica.
de nuestra historia dentro de una particular cons- Un par de palabras más sobre la cuestión
telación discursiva, una historia en la que somos sobre si teoría feminista o perspectiva de género.
sujetos de y sujetos a la construcción social” Si la apelación al feminismo y a la diferencia
(Alcoff, L., 1989:13). sexual revela con claridad la parcialidad de la
Nombrar el sexo no es necesariamente redu- perspectiva, la apelación al género implica, en mi
cir la sexualidad humana a biología, sino aceptar modo de ver, limitaciones en la reflexión acerca
aquello que de irreductible hay en la materiali- de las significaciones de la diferencia sexual, en
dad de los cuerpos. Los usos filosófico-políticos la medida en que acota la referencia al carácter
de la noción de género tienden a eludir la difi- histórico y culturalmente construido de las dife-
cultad de la sexualidad humana y sus compleji- rencias procurando desmarcarse de la cuestión de
dades tras la apelación a las estrategias discursivas la sexualidad y el sexo. Si todo lo sólido se des-
y relacionales de constitución de identidades que vanece en el aire, por qué no pensar que la dife-
se quieren polimorfas. rencia sexual se desvanecerá algún día, de la mis-
Los estudios de género incluyen los estudios ma manera, por tomar la provocativa metáfora
de la mujer, pero no exclusivamente. No se trata, de Foucault, como se desvanecería en los límites
por lo tanto, sólo de una ampliación o una del mar un rostro dibujado en la arena.
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Probablemente porque las nociones de géne- remitir automáticamente a connotaciones no sólo


ro en cuestión se construyen en espacios disci- biológicas, sino biologicistas y a la idea de que
plinares ajenos al psicoanálisis pasan demasiado existe un destino ineluctable y natural biológica-
rápido por alto las consecuencias psíquicas de las mente marcado: sólo dos sexos, sólo heterosexua-
diferencias entre los sexos12. Literatura y filosofía lidad obligatoria y maternidad compulsiva. En
pueden apostar teóricamente en el borde y la fic- Argentina algunas recordamos a Monseñor
ción. No se juega allí la vida ni la muerte, la lo- Quarracino, y también uno de los debates más
cura ni el dolor. Muchas veces ni siquiera la po- álgidos sobre los contenidos básicos de la educa-
lítica, salvo las políticas académicas por “el depar- ción: el uso de la palabra género, que fue susti-
tamento de lengua”, como alguna vez señalara con tuida por sexo a instancias de la cúpula de la
ironía Jameson. Iglesia Católica Argentina. La repulsa al “género”
Fértil en determinados campos, los usos de incluyó mención de las teorías evolucionistas de
la noción de género son muchos. En todo caso Darwin y Lamarck, además de la sustitución de
su fertilidad teórica no supone de suyo, a menos grupo familiar por familia, la supresión de las
que se establezca específicamente, vinculación referencias a los cambios corporales en la puber-
con la política y menos aún con las militantes tad y las alusiones a la sexualidad en el ítem co-
feministas. Probablemente esto del género nece- rrespondiente a la formación integral del “hom-
site, en cada instancia de debate, ser determina- bre”. Es decir: la Iglesia Católica apela al sexo para
do. No proporciona de suyo ninguna perspectiva combatir el género, pero lo suprime de la forma-
revulsiva, no garantiza referencia a tradición po- ción integral del hombre, no digamos nada de la
lítica alguna, no suele implicar hacerse cargo de mujer, o los seres humanos cuyas orientaciones
la tragicidad que la sexuación y la corporalidad sexuales jamás bendeciría.
tienen para los seres humanos: el habitar/ser Como he intentado mostrar, la cuestión es
cuerpos que envejecerán, enfermarán, morirán, polémica, polisémica, sus usos están ligados a
densos, marcados, humanos, demasiado huma- momentos históricos y coyunturas políticas dema-
nos, tan alejados de la performance estética. siado recientes como para no despertar ecos en
nuestras subjetividades. El rescate del sexo desde
la lectura política conservadora nos coloca entre
Género y políticas la Escila del determinismo biológico y la Caribdis
de la apelación al género propiciado desde las
En cuanto al uso de la noción de género en políticas del Banco Mundial.
el campo político, las políticas promovidas por los La noción de género en su uso filosófico-
organismos internacionales ya no son políticas político apunta a la descorporización, disuelta en
hacia las mujeres, sino políticas de género. Ello redes de simbolización, significación, interpela-
implica, al menos teóricamente, cierto cuidado ción, parodización, una propuesta que continúa
por evitar considerar a las mujeres como repre- una larga tradición en Occidente: la de eludir
sentantes vicarias de intereses de otros (niños, aquello que por sólido no puede desvanecerse en
niñas, ancianos, ancianas y desprotegidos/as de el aire. Se encubre en una red densa de materia-
todas índole en virtud de las muy femeninas y lidades lingüísticas, la materialidad demasiado
extendidas capacidades de cuidado) y reproducir material de los cuerpos de las mujeres, de la
así el ciclo de la subordinación. feminización de la pobreza, la violencia intrafa-
En Argentina no pocas feministas estamos miliar, el SIDA, disueltos en parodias evanescentes
dispuestas a aceptar el uso político que se ha de identidades al parecer seleccionables a la car-
hecho de la categoría género debido a las dificul- ta. Una carta posible para muy pocas, las/los ¿l@s?
tades que la noción de sexo plantea, pues parece que pueden pagar los precios de las tecnologías

12 Es interesante señalar que aquellas corrientes que reivindican el uso de la noción de género destacando su
pertinencia como herramienta analítica ante la recurrencia de los debates a propósito de la biología y las di-
versas formas del esencialismo, suelen avanzar demasiado rápidamente desde lo políticamente correcto a lo
subjetivamente posible y deseable, del territorio de la política al de las identidades, de la demanda de dere-
chos a la obturación de los avatares de la subjetividad, que no pueden inscribirse inmediatamente y sin res-
to en el espacio del debate político o la retórica estetizante.
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e ingresar en redes ambiguas en el mejor estilo orientación sexual, nación, etnia, lengua, tradición
cyborg. entre otras.
La noción de género está marcada por pro- Si el concepto de género ofrece las ventajas
cesos de internacionalización e institucionaliza- de la inclusividad, es innegable que está marcado
ción, de especialización académica y cruzada por por las dificultades de su raigambre teórica y de
las especificidades de los usos disciplinares. Que- su ubicación territorial en el corazón de la aca-
da pues formular breves observaciones acerca de demia norteamericana. No se trata pues de una
los límites relativos al trasiego de las teorías. Lí- noción neutral, sino de un concepto que procura
mites en un doble, o tal vez en un triple sentido: desanclar al género de sus ataduras al cuerpo de
los bordes y escisiones entre producción teórica las mujeres, a las tradiciones de militancia loca-
y prácticas, entre sexo/género, deseo [¿deseos?] les, ligado como está a lo que Spivak llama «ca-
que parecen delimitar la noción misma de géne- pacidad geopolítica transnacional de leer y escri-
ro, entre disciplinas, y entre países y lenguas. bir « (Spivak, G., 1992). La capacidad de incluir lo
diverso lo es también de diluir determinaciones
históricas y antagonismos. En todo caso es claro
Consideraciones acerca de los riesgos, que la generalización de la cuestión del género ha
límites y estrategias de la traducción contribuido a la producción de un discurso
¿posfeminista? que tiende a proclamar la emer-
Como bien ha señalado Niranjana (1992) la gencia de un feminismo sin mujeres, un escena-
traducción no es un simple traslado de una len- rio de cuerpos volátiles, categorías fusionales e
gua a otra, sino un proceso de interpretación, identidades evasivas, reducidas a performances
diseminación de visiones del mundo entretejido paródicas.
en las relaciones asimétricas de poder entre pue- Fuertemente inestable, la noción de género
blos y lenguas. La expansión de la noción de gé- permite la inclusión de las demandas de las lla-
nero se ha producido de la mano del predomi- madas “diversidades sexuales” y por ello se perfi-
nio de perspectivas deconstruccionistas, posmo- la como amenaza para la concepción tradicional
dernas, poscoloniales a partir de una innegable de la familia e incluso puede situarla en una ge-
relación jerárquica: la que la academia norteame- nealogía contestataria y subvertora; pero también
ricana mantiene con las producciones teóricas de es innegable su vínculo con los lobbies tanto lo-
los países del sur. También se halla ligada a la cales como globales ligados a los procesos
preponderancia de debates de índole epistemo- neoliberales de “modernización” de los estado del
lógica tendientes a legitimar las producciones teó- sur.
ricas sobre las consecuencias psíquicas, históricas, Como señala Da Lima Costa “en su trayecto
sociales y políticas de las diferencias anatómicas del norte rumbo al sur entra en el dominio de
entre los sexos, de los desajustes entre biología y las lenguas romances. Teniendo en cuenta que, en
sexualidad, entre destino y elección de objeto. la academia brasileña, tanto la palabra feminis-
Finalmente el tráfico de conceptos se halla liga- mo como el término teoría feminista remitía a
do a la transnacionalización del feminismo en un una cierta posición radical, muchas feministas
contexto de universalización de los escenarios del académicas brasileñas adoptaron la noción de
poder, pero también de aumento de las desigual- género para describir sus actividades de investi-
dades y de mayor desarticulación entre las pocas gación, en el intento de conservar algún tipo de
invitadas al debate internacional y las muchas credibilidad ante la comunidad científica. En el
cuyas vidas discurren por otros rumbos no solo terreno de los estudios de género se podía estu-
diversos, sino desiguales, ajenas a los avatares de diar la opresión de las mujeres o las relaciones
la academia, incluidas solo en los circuitos de desiguales de poder entre hombres y mujeres sin
feminización de la supervivencia (Sassen, S., 2002). estar necesariamente comprometida con un pro-
La incorporación de esta noción viajera, en yecto político feminista de transformación social.
el caso de las teorías feministas, se complica En el supuesto terreno neutro del género no ha-
porque sus conceptos son producidos en el bía necesidad de politizar la teoría o de teorizar
(des)encuentro de formaciones teóricas heterogé- la política” (Da Lima Costa, C., 2000, la traduc-
neas y atravesadas por diferencias de raza, clase, ción es mía).
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El intento de poner distancia con la estriden- vez que permite construir herramientas de inter-
cia imaginada de las políticas feministas es visible vención que, al establecer una distancia respecto
en el retorno a los estudios que toman como de mandatos “biológicos”, ilumina los procesos
unidad de análisis la familia, para contrarrestar, sociales de subordinación, constituye al mismo
se dice, el incurable individualismo feminista; a la tiempo un espacio de neutralización que prome-
vez que se produce un creciente interés acadé- te despejar las amenazas de radicalización pro-
mico por la masculinidad. En muchos estudios cedentes de las presuntas estridencias de las fe-
sobre violencia se trabaja sobre la violencia pa- ministas.
decida por varones a la vez que se destacan los Si es una herramienta útil y a menudo nece-
casos en que varones adultos heterosexuales son saria, lo es porque la apelación de los conserva-
víctimas y no perpetradores de violencia. Tal vez dores al sexo se hace en procura de un argumen-
no sea desatinado recordar que, esencialismos al to que produzca la ilusión de naturalización y
margen, las mujeres continúan siendo tratadas eternidad: la Naturaleza ha escrito en el cuerpo
como botines de guerra, violadas, asesinadas. Dice de las mujeres un destino de maternidad y do-
el informe de la ONU: “La violencia doméstica en mesticidad. El sexo es, dicen, claro y distinto, no
perjuicio de la mujer, un aspecto oscuro de la admite “desviados” ni “perversos”, menos aún
vida familiar, está presente en todos los países, travestis o transexuales. Sin embargo su uso como
clases y culturas del mundo. Significa maltratos herramienta para la construcción de políticas
físicos, torturas psicológicas, privaciones, acoso gerenciadas desde el Banco Mundial no deja de
sexual. A menudo hasta la muerte: en Estados ser un factor a tener en cuenta. Aún más: la
Unidos el 20% de las mujeres muertas en el ’84 descorporización, incluso la disolución extrema
fueron asesinadas por sus maridos” (Barina, A., que la propuesta de Butler expresa conlleva una
1990: 66). Obviamente no se trata de estar en suerte de idealismo semioticista de nuevo cuño
contra de todo estudio sobre masculinidad, sino que continúa una larga tradición occidental de
de señalar que no siempre tales preocupaciones renegación de la materialidad y el cuerpo. Por
por las relaciones entre los géneros, que inclu- cierto una paradoja.
yen nuevos campos y han renovado el interés por Si es verdad que el feminismo no implica
las formas de familia, son compatibles con pers- necesariamente una posición anticapitalista (del
pectivas feministas críticas. mismo modo que las tradiciones políticas de iz-
quierda han estado y están aún atravesadas por
elementos patriarcales), el feminismo como po-
Unas palabras para concluir provisoriamente sición teórica y política permite ligar la subordi-
nación en razón de la diferencia sexual a las tra-
Al parecer la noción de género no deja de ser diciones, las historias, determinaciones y contra-
útil en orden a algunas intervenciones prácticas, dicciones de los sujetos. Permite conservar una
pero soslaya la cuestión del sujeto político y la opción capaz de ligar las tradiciones de izquier-
articulación entre teoría y política feminista, en- da y el feminismo, de advertir que no todo lo
tre pertenencia, prácticas, anclajes ideológico- sólido se ha disuelto, o que en todo caso si esto
políticos y subjetivos que la apelación al feminis- ha ocurrido ello se debe a condiciones históricas
mo convoca. y sociales determinadas en las que la lucha de
Si bien es cierto que su uso no es necesaria- clases ha adquirido una ferocidad homicida. La
mente equivalente a despolitización, aun cuando asunción de una posición feminista es una apela-
a menudo (en los últimos años y en la academia) ción a la primacía de la política sobre la teoría,
se asocie a la búsqueda de una cierta distancia una apuesta a la rearticulación entre teoría y
respecto de la política y el feminismo, también lo praxis. La posibilidad de articulación entre femi-
es que está demasiado ligada a las estrategias de nistas y otros sujetos políticos no se advierte sin
transnacionalización de la academia norteameri- apelar al análisis determinado de las articulacio-
cana y a los avatares de traducciones dificultosas nes entre desigualdad y diferencia, a la historia,
en su tránsito hacia el sur. Se trata de una de esas a la memoria fragmentaria de aquellas y aque-
nociones que, de alguna manera, ponen en acto llos que no han elegido las condiciones para
la bifurcación entre eficacia y compromiso: a la hacer la historia, pero la hacen, sometidos/as a
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las determinaciones del cuerpo, del sexo, a las en- Precisamente por ello, porque hacer referen-
fermedades, la muerte y también expuestos a las cia al feminismo evoca nuestras genealogías, nom-
posibilidades no siempre emancipatorias que bra nuestras ancestras, recuerda las formas deter-
abren las nuevas tecnologías. minadas, fragmentarias, precisas de las contiendas
La celebración de la diversidad, la parodia, la pasadas, acepta la corporalidad, la carne, la histo-
deconstrucción, los nuevos florilegios de un len- ria, el sexo, las objetivaciones y alienaciones, la
guaje académico casi neobarroco no nos eximen lucha de clases, las derrotas, es que abogo por
de advertir que, bajo la expansión del capitalis- sostener la inscripción de mis preocupaciones en
mo salvaje l@s diferentes a menudo devienen una tradición que apela a la primacía de la políti-
desiguales a menos, claro, que se trate de excep- ca y al análisis de las condiciones materiales de
ciones para las y los cuales siempre ha habido un vida como determinantes de la lucha política.
lugar en el orden establecido y dominante. Para
ellos y ellas, incluso ell@s, no es necesario tomar
el cielo por asalto. BIBLIOGRAFÍA
La posición sostenida por Butler en el con-
texto del debate sexo/género acerca de la diso- Alcoff, Linda, 1989, “Feminismo cultural versus post
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juego abierto a infinitas posibilidades. La seduc- Aires.
ción del postestructuralismo consiste en que di- Barina, Antonella, 1990, Planeta Rosa: Il rapporto
suelve hasta el paroxismo las determinaciones ONU sulle donne nel mondo.
reales en eventos contingentes de posicionamiento Bellucci, Mabel, 1992, “De los estudios de la mujer
y escenificación. Permite, es verdad, ahuyentar el a los estudios del género, han recorrido un
horror al esencialismo y a las identificaciones largo camino...”, en Ana María Fernández
masivas y fusionales: mujeres como equivalentes (compiladora) Las mujeres en la imaginación
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cuidado inculcados generación tras generación Boron, Atilio, 2000, Tras el Búho de Minerva. Merca-
operando como discurso político digerible para do contra democracia en el capitalismo de fin
conservadores felices de hallar mujeres capaces de siglo (Buenos Aires: Fondo de Cultura Eco-
de hacerse cargo de la vida humana fragilizada nómica)
por el neoliberalismo. Pero lo hace al precio de Bourdieu, Pierre, 1994, “El campo científico”, en Re-
obturar la percepción de la determinación y de des, Revista de estudios sociales de la ciencia,
lo ya dado, de los cadáveres de las generaciones Nº 2, Vol. 1, diciembre de 1994, pp. 131-160.
muertas que pesan como una pesadilla sobre el Burin, Mabel, 1996, “Género y psicoanálisis, subjeti-
cerebro de los vivos, al precio de la volatilización vidades femeninas vulnerables”, en Mabel
de los escenarios, de la abstracción de las posi- Burin y Emilce Dio Bleichmar, compiladoras,
ciones, de la discursivización, cuando no de la Género, psicoanálisis, subjetividad, Bs. As.,
academización y “culturalización” de contiendas13. Paidós, pp. 61-97.

13 No puedo dejar de hacer referencia, a la posición que muchas feministas europeas y norteamericanas expe-
rimentan ante las demandas de las otras, las que ellas llaman “las marujas”. Enfrascadas en sus debates aca-
démicos, seguramente para muchas las diferencias de clase constituyen una novedad. Es interesante remitir
a una nota aparecida en el diario barcelonés La Vanguardia, titulada, precisamente “El feminismo de las
marujas”: “Entre sus compañeras de congreso se encontraba la norteamericana Judith Butler, la feminista
más citada internacionalmente, que se declaró ‘profundamente conmocionada y transformada’ por lo vivido
en estos encuentros de Barcelona, que han dado voz a mujeres de la limpieza, amas de casa, gitanas, emi-
grantes (musulmanas y latinoamericanas) o recién alfabetizadas –las denominadas ‘otras mujeres’–, lo que
las ha situado por vez primera al mismo nivel que las grandes teóricas internacionales del movimiento. Para
Butler, ‘es la conferencia más exitosa de todas a las que he asistido; marca un hito’ ” (La Vanguardia, 25/10/
2001).
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