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Yo coincido a medias con este punto de vista. Los políticos argentinos estaban
advertidos de que si mantenían el tipo de cambio constante y fijaban el valor del peso al del
dólar se arriesgaban a hundir a la economía en una recesión si el dólar se revalorizaba. Los
políticos argentinos también estaban advertidos de que su política respecto al peso no
podría mantenerse a menos que se redujera la relación deuda nacional-PIB.
Sin embargo, durante los años de expansión, entre 1993 y 1998, el gasto público
superó a los ingresos lo suficiente como para empujar la relación deuda-PIB del 29% al
44%. Cuando el dólar se revalorizó y llegó la recesión, los políticos con demasiada poca
habilidad para equilibrar el presupuesto en épocas buenas resultaron tener demasiado poco
valor para equilibrar el presupuesto cuando las cosas se pusieron difíciles.
El golpe de gracia fue la decisión del Gobierno (cuando estalló la crisis) de mantener
los depósitos bancarios en dólares y cambiar a pesos las deudas debidas a los bancos, una
jugada que hizo que al instante quebrara el sistema financiero del país.
Sin embargo, hay otra forma de ver la tragedia de Argentina. Sus Gobiernos siempre
prometen más de lo que cumplen. Prometen a los ricos oligarcas que no recaudarán
demasiados impuestos. Prometen a los trabajadores y a los consumidores generosas
garantías sociales, un rápido desarrollo económico, grandes gastos en infraestructura y
cómodos puestos con poco trabajo para los que tienen conexiones políticas.
El hecho de que todo el mundo sepa que la política argentina genera déficit crónico
implica que los pagos del interés de la deuda siempre tienen la probabilidad de estallar.
Como la dinámica de la deuda argentina es inestable, el tipo de cambio fijado a una divisa
fuerte no puede durar. El libre acceso a los mercados internacionales de capital y cuentas
bancarias denominadas en dólares significó que cuando el tipo de cambio fijo acabó
colisionando con la lógica productora de déficit de la política argentina, el resultado sólo
podía ser catastrófico.
También coincido a medias con este punto de vista. Si se hubiera capeado la crisis,
si Argentina hubiera disfrutado de otra década de crecimiento rápido, sus conflictos por la
distribución de la riqueza podrían haber sido moderados. El Gobierno de Argentina cometió
graves errores; sus políticos pecaron contra los dioses de la economía monetaria. Pero el
castigo no tenía por qué haber sido tan severo.