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son exclusivamente didácticos. Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso escrito de la editorial correspondiente.

Vida y muerte
Tulio Halperín Donghi

de la República verdadera
Estudio preliminar • 153
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X. LA EXTRAÑA PARÁLISIS LEGISLATIVA


DE LA REPÚBLICA VERDADERA
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La incapacidad de la República verdadera para hacer de la legislación un


instrumento efectivo de reforma política y social iba a ser retrospectivamente re-
conocida como uno de los signos que más claramente anunciaban su final catas-
trófico. Y ya antes de que éste se produjese esa incapacidad iba a ser señalada
con alarma, y sus causas buscadas allí mismo donde las iba a encontrar el juicio
retrospectivo: en la intensidad creciente de los conflictos inter e intrapartidarios,
que en el nuevo marco de una auténtica democracia representativa readquirían el
vigor perdido durante el ocaso de la República posible. A la absorción creciente
en el conflicto faccioso se achacaba entonces la escasa atención que las distintas
corrientes políticas concedían a problemas que requerían una respuesta legislati-
va aun más urgente porque los había ignorado ya el antiguo régimen durante su
larga agonía.
Tal era el juicio del presidente Marcelo T. de Alvear en su mensaje inaugu-
ral al Congreso, del primero de julio de 1926: la inoperancia del Poder Legislati-
vo, que hacía cada vez más difícil al Ejecutivo no "salir de la órbita de sus facul-
tades y [...] destruir de hecho el equilibrio sabiamente prescripto por la carta
fundamental" se debía a que "las actividades políticas [...] se han introducido en
el seno del Parlamento". Es probable que ya entonces los oyentes vieran en estas
consideraciones una alusión tanto al espíritu faccioso con que a partir de 1916 el
presidente Hipólito Yrigoyen y las fuerzas conservadoras de oposición habían
encarado la lucha política, cuanto al aun más enconado conflicto en torno al li-
derazgo partidario del ex presidente Yrigoyen, que desde 1924 desgarraba al ra-
dicalismo; y todavía hoy es habitual organizar en torno a esos conflictos la histo-
ria política de la República verdadera, y buscar en la incapacidad de encerrarlos
dentro de límites razonables la clave para el derrumbe de ésta en 1930.
Aunque hay muy buenos motivos para aceptar ese diagnóstico como váli-
do, es menos claro que la gravitación de los conflictos facciosos baste para ex-
plicar la semiparálisis legislativa deplorada por Alvear. Mientras su predecesor
no había contado hasta 1920 con una mayoría adicta en la Cámara Baja, y afron-
tó durante todo su mandato la oposición frontal de un Senado con abrumadora
mayoría conservadora, a partir de 1924 la escisión radical había dado mayoría
en ambas cámaras a fuerzas políticas unidas en la hostilidad contra el ex presi-
dente, y cercanas por esa razón a su sucesor; ello no impidió que fuera precisa-
mente durante ese par de años en que el obstáculo creado por las tensiones fac-
ciosas había perdido temporalmente eficacia cuando la inercia legislativa
alcanzó los extremos contra los cuales invitaba a reaccionar el presidente Alvear.
Por otra parte, basta leer con algún cuidado sus observaciones para advertir
que ellas aluden a algo más que a las consecuencias de un excesivo faccionalis-
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mo político. La razón de la inoperancia parlamentaria ha de buscarse en que "las advertencia para la clase política argentina, pero ésta sólo puede ser rectamente
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actividades políticas, necesarias en una democracia, han sido desplazadas en entendida si se advierte que no pueden considerarse -profesionales, en el sentido
gran parte de su ambiente propio popular y han sido introducidas en el seno del peyorativo del término, quienes "votan en cada caso de acuerdo con lo que ellos
Parlamento y de la acción gubernativa". Alvear juzga imprescindible que ello sienten y piensan", aunque estén permanentemente presentes en la arena políti-
deje de ocurrir; si bien se impone seguir dando "de nuestras energías, a la políti- ca. Profesionales son en cambio los que "votan, no por lo que sienten y piensan,
ca lo necesario para no [...] vivir divorciados de los sentimientos y aspiraciones sino porque entienden que es buena práctica profesional la de servir de vehículo
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populares, basé esencial de la legitimidad de nuestras representaciones públi- a clamores más o menos ruidosos que se imponen a la atención pública y a la
cas", la mayor parte de esas energías ha de consagrarse "al cumplimiento de los atención especial de los legisladores", a menudo gracias a los servicios de una
deberes que han comprometido nuestro juramento de servir con dedicación y prensa venal. En este comentario, aun más revelador porque se eleva en contra
lealtad los intereses superiores de la Nación". de los supuestos básicos del socialismo, Justo reclama del Congreso que siga de-
Se advierte cómo Alvear propone aquí, como un objetivo demasiado ob- sempeñándose como uno de los órganos a través de los cuales el Estado ha de
viamente válido para que sea preciso justificarlo, un modo de abordar la tarea le- seguir actuando en el papel de arbitro independiente de las fuerzas sociales, que
gislativa que en el marco de la República verdadera sigue apoyándose en la con- ya había reivindicado para sí durante la República posible.
cepción de las relaciones entre Estado y sociedad que había sido propia de la No es sorprendente entonces que los legisladores entiendan bastante im-
República posible. Esos "intereses superiores de la Nación" que los legisladores perfectamente los cambios que la democratización está introduciendo en el con-
han jurado servir se ubican en una esfera que no podría legítimamente ser inva- texto en que deben moverse, y no siempre estén seguros de que ellos sean conse-
dida por las diferencias ineliminables de una práctica política organizada en tor- cuencia normal de la instauración democrática, y no en cambio signos
no a la competencia electoral entre fuerzas rivales; y Alvear no llega siquiera a anunciadores de la precoz degeneración del nuevo régimen. Pero no es ésa la
columbrar la posibilidad aun más alarmante de que a través de esas fuerzas fue- única razón que les hace difícil moverse con aplomo en el nuevo escenario:
sen sectores sociales enfrentados por conflictos de intereses los que buscaran mientras la democratización está transformando la vida política argentina, la Ar-
imponer los suyos propios presentándolos como coincidentes con esos "intereses gentina y el mundo están sufriendo transformaciones aun más radicales, que han
superiores" a cuyo servicio deben conjugar armónicamente sus esfuerzos los dis- socavado la confianza en las verdades convencionales del mundo de preguerra,
tintos poderes del Estado. En suma, ajuicio de Alvear la instauración de la Re- sin alcanzar a reemplazarlas del todo por otras nuevas.
pública verdadera no impone ningún reajuste en las relaciones de Estado, políti- Ello contribuye también a la esterilidad de una vida parlamentaria que es
ca y sociedad, pese a que lo que había justificado esa transición era la noción de sin embargo más activa que nunca. En su clásico Politics and Beef in Argentina,
que esta última, alcanzada su mayoría de edad, era ya capaz de constituirse en Peter H. Smith incluye dos gráficos que reflejan el contraste entre el ritmo de ac-
interlocutora de pleno derecho del Estado; la tarea de éste sigue siendo, como en tividad del Congreso, medido a través del número de páginas del Diario de Se-
la etapa dejada atrás, ajustar a aquélla al modelo que, ahora como antes, es su siones, que en la década de 1920 se intensifica hasta bordear el paroxismo, y el
misión enraizar en tierras argentinas. fruto de esa actividad, medido éste a través del número de proyectos que alcan-
La conclusión es tanto más significativa por cuanto la fe democrática de zan a transformarse en ley, que es en esa década más bajo que en la precedente y
Alvear es más entera que la de la mayoría de los integrantes de la clase política: la sucesiva; en ella vemos entonces extremarse un rasgo de la vida parlamentaria
ni entra en tensión -como en Yrigoyen- con una visión moralista y polarizada argentina que el mismo Smith resume en Argentina and the Failure of Demo-
del conflicto político que reserva al radicalismo el papel de paladín del bien, ni cracy en una fórmula feliz: la Cámara de Diputados, observa allí Smith, es una
debe luchar contra las crecientes dudas de las fuerzas conservadoras sobre la ca- institución más relevante a la articulación que a la resolución de los problemas
pacidad de las masas populares para ejercer la soberanía; por eso mismo cabría nacionales del momento.
esperar que hubiese estado menos inclinado a rechazar como patológicos ciertos El modo en que va a articularlos ha de reflejar por una parte la paulatina
rasgos que en la práctica política argentina eran consecuencia del cambio que la renovación de la clase política como consecuencia de la democratización, y por
democratización no podía dejar de introducir en las relaciones entre el Estado y otra las transformaciones en el contexto argentino y mundial, desde una tempra-
las fuerzas políticas y sociales. na etapa en que la situación anómala de la economía nacional incitaba a concen-
Pero no es el único que nos ha de sorprender con una visión de las relacio- trarse en la búsqueda de paliativos de emergencia, pasando por la de reactiva-
nes entre Estado y sociedad que asigna implícitamente valor normativo a la que ción económica en el filo de la posguerra, en la cual, en parte bajo el aguijón del
había caracterizado a la República posible. Para Juan B. Justo el golpe militar intensificado conflicto social, se hacen más frecuentes propuestas en que la in-
que Primo de Rivera ha dirigido contra los políticos profesionales encierra una tervención del Estado se vuelve hacia objetivos más ambiciosos, hasta que a par-
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tir de 1923 la promesa de normalización de la economía mundial incitó tanto al del impuesto a la renta que no corrió mejor suerte; por otra parte las situaciones
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Ejecutivo como al Congreso a volverse a los problemas más -básicos y perma- anómalas creadas por la incipiente transición del aislamiento de guerra al nuevo
nentes de la economía argentina. despertar de la economía exportadora la obligaron a reorientar su atención hacia
El radicalismo, que el 12 de octubre de 1916 se hacía cargo de la Presiden- proyectos de emergencia, que iban desde la autorización temporaria de importar
cia, entendía que su misión reparadora de los males infligidos al país por la Re- azúcar para frenar la suba de su precio, y la prohibición igualmente temporaria
pública oligárquica no se limitaba a la esfera política: en diciembre el presidente de exportar trigo y harina con el mismo propósito, hasta (paradójicamente) la
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Hipólito Yrigoyen y su entonces ministro de Agricultura Honorio Pueyrredón, concesión de un empréstito a los países aliados, ante la amenaza implícitamente
un reciente recluta del radicalismo proveniente de las filas mitristas, enviaban al esgrimida por éstos de interrumpir a falta de éste sus compras de granos, que si
Congreso un proyecto de ley de colonización que aspiraba a dar "una nueva contribuían a su carestía creciente estaban devolviendo a la economía nacional
orientación a la política agraria"; la recepción alcanzada por ese proyecto vino a mucho de su perdido dinamismo.
revelar que el radicalismo no iba a encontrar fácil extender el papel reparador El eco parlamentario de esas iniciativas iba a ser tan caudaloso corno mo-
que se había asignado a la esfera social y económica. nótono: en él las acusaciones de improvisación y torpeza se acompañaban cada
La severa lección provino del más brillante parlamentario de una nueva ge- vez más frecuentemente de insinuaciones sobre las oportunidades de lucro que
neración socialista, Antonio de Tomaso, quien comenzaba deplorando que un abrían a comerciantes cuya cercanía al gobierno les permitía obtener informa-
proyecto que tocaba a temas fundamentales de la problemática social argentina ción anticipada sobre ellas.
hubiese sido propuesto para su tratamiento "en estas sesiones últimas y apresu- Desde 1919, mientras las emergencias críticas dejan de gravitar con la mis-
radas". Ante la posibilidad de que la comisión "se contagiara de la fiebre del Po- ma urgencia, se hace evidente que ello no significa un retorno a lo que en la pre-
der Ejecutivo y resolviera temerariamente formular ahora despacho sobre asun- guerra se había considerado la normalidad. El alza de precios continúa, y es par-
tos tan fundamentales" (lo que De Tomaso parece considerar poco probable), el ticularmente grave el de los alquileres en la Capital, en el que se suman los
bloque socialista se ha anticipado a proponer un proyecto alternativo que repro- efectos del estancamiento de la construcción durante los años difíciles de la gue-
duce en lo esencial otro de Damián Torino, ministro de Agricultura en la admi- rra y de la sucesiva reactivación económica, que acrecienta la demanda. La res-
nistración conservadora de Manuel Quintana, "más racional, más inteligente y puesta va a ser una ley que regula el monto de los alquileres; su aprobación re-
práctico" que el del Ejecutivo, en el que De Tomaso dice descubrir "una senci- quiere desde luego el concurso de las fuerzas opositoras, que no ha de faltarle.
llez que abruma". En un marco de creciente tensión facciosa, ese consenso no ha de lograrse
La iniciativa socialista refleja en todas sus variadas dimensiones el rechazo a menudo; si en este caso se alcanza, ello se debe sin duda sobre todo a que la
con que el resto del elenco político responderá a la ambición del gobierno de Hi- suba de alquileres golpea con tanta dureza a la clase media como a las popula-
pólito Yrigoyen a ser reconocido como el agente de un movimiento que en nom- res. Pero si la implantación de la medida refleja en este aspecto el impacto de la
bre de la entera nación toma a su cargo la tarea, revolucionaria en su esencia ya nueva ley electoral, que aguza la sensibilidad de los legisladores frente a las de-
que no en su metodología, de cancelar la herencia siniestra de la República oli- mandas más urgentes de sus votantes, la hace más fácil el ejemplo que han pro-
gárquica: simplemente desdeña tomarla en cuenta, así sea para refutarla, y ese porcionado las naciones-modelo desde el estallido de la guerra: en todas ellas el
silencio hace claro que para los socialistas (y no sólo para ellos) Hipólito Yrigo- Estado no ha vacilado en afrontar las emergencias económicas modificando el
yen no es sino el sucesor constitucional de Roque Sáenz Peña y Victorino de la funcionamiento -mismo de la economía por sucesivos actos de imperio. Al fundar
Plaza, como éstos lo fueron de Manuel Quintana y José Figueroa Alcorta; sólo su propio proyecto de control de alquileres, el radical Víctor M. Molina -fervo-
su futuro desempeño permitirá establecer si su paso por la Presidencia habrá roso creyente en el librecambio y futuro ministro de Hacienda del presidente Al-
aportado un progreso sobre él legado de esos predecesores. El tono de los co- vear- lo justifica señalando que "en Francia, en Inglaterra, en Italia, etc." los al-
mentarios de De Tomaso parece sugerir sin embargo que si en cuanto a su ges- quileres están regidos por leyes de emergencia, y ello se debe a que la ley de la
tión política los socialistas están quizá dispuestos a suspender el juicio, en otros oferta y la demanda parece haber sido temporariamente derogada desde la gue-
aspectos ya lo tienen formado: la combinación de arrogancia e incompetencia rra; la ha sustituido "el sistema de acaparamiento que en todos los países del
reflejada en el esfuerzo de la nueva administración por improvisar un programa mundo ha provocado una legislación represiva".
de reformas económico-sociales autoriza las peores alarmas. El ejemplo de las naciones más prestigiosas influye también sobre algunos
Esa gélida recepción probablemente contribuyó a que la nueva administra- insólitos legisladores que el sufragio universal por primera vez auténticamente
ción radical pronto renunciase a la veleidad de ponerse a la cabeza de un progra- practicado ha traído al Parlamento, para incitarlos a encarar los problemas de la
ma de reformas de fondo, anticipado también por un proyecto de introducción economía con el mismo espíritu de arrogante improvisación que De Tomaso de-
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ploraba en el proyecto del Ejecutivo sobre colonización. Así un proyecto del ra- fines propuestos". Los únicos eventualmente perjudicados podrían ser "los aca-
dical santiagueño Santiago Corvalán, del 8 de junio de 1920, autoriza al Poder paradores o intermediarios" (y Ortiz no es el único que comienza a usar ambos
Ejecutivo a fabricar y vender al público a precio de costo "calzado, capotes de términos como sinónimos), cuyos intereses en todo caso son menos respetables
abrigo, y trajes económicos [...] que se podrán confeccionar en los talleres del que los de consumidores y productores.
ministerio de Guerra y de la Penitenciaría nacional", para lo cual llevará "un re- Quince días después un proyecto firmado por Ortiz junto con Carlos M.
gistro especial donde conste el nombre, la edad, nacionalidad y domicilio de to- Bas, cuyas respuestas a la encuesta sobre el maximalismo se han ya menciona-
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das las personas que se acojan a los beneficios de esta ley", y otro mucho más do, propone una solución más permanente a los problemas creados por la comer-
ambicioso de Isaac Francioni y Emilio Cardarelli, ambos de la fracción yrigoye- cialización de las cosechas, que imponen altos precios al consumidor sin ventaja
nista del radicalismo santafesino, propone el 14 de julio de 1921 la creación de para el productor. Es la creación de una red de silos y elevadores, a imitación del
una Junta de Economía Nacional, destinada a fijar, entre otros, los precios de to- Canadá, donde se levantan "al lado de la más insignificante garita de ferroca-
dos los artículos de primera necesidad y materias primas requeridas para su ela- rril". Los ingentes fondos requeridos para ello se obtendrán manteniendo en vi-
boración, los precios mínimos de frutos de la agricultura y ganadería, los cupos gor el impuesto al mayor valor de las exportaciones, introducido como medida
exportables de éstos, las lasas máximas de interés y el monto máximo de alquile- de emergencia durante la guerra; una iniciativa que, dicen estar seguros, "no po-
res urbanos y rurales, así como los aforos aduaneros. dría mirarse sino con verdadera complacencia por aquellos que elaboran la ri-
Esos proyectos extravagantes, que encontraban pronto y decoroso sepulcro queza llamada a servir de base a la incidencia del gravamen". El ambicioso pro-
en la comisión correspondiente, ofrecían expresión caricaturesca de una tenden- yecto no tiene por otra parte nada de novedoso: las lamentaciones por la falta de
cia mucho más generalizada, que reaccionaba de modo más adecuado a las tradi- una red de silos y elevadores, que al mantener las cosechas a la intemperie hasta
ciones parlamentarias pero no siempre más mesurado a la misma percepción de que son vendidas, y obligar por esa razón al chacarero a desprenderse de ellas
que con la guerra habían caducado todas las verdades convencionales sobre el antes de que se agrave su deterioro, lo coloca a merced de los "ocho o diez gran-
funcionamiento de la economía. Así, el ya casi veterano parlamentario socialista des acaparadores de trigo", son desde hace más de una década un lugar común
Nicolás Repetto propone en 1919 que, puesto que los gobiernos de las grandes en los escritos de los agrónomos argentinos; lo nuevo es en todo caso la convic-
naciones de Europa, habiendo descubierto esa ventajosa estrategia comercial ba- ción de que ha llegado el momento para corregir esa carencia.
jo el acicale de la guerra, seguirán viniendo a la Argentina a hacer sus compras Otros proyectos igualmente poco novedosos van a apoyarse en argumentos
colectivas, tocará al gobierno nacional negociar en conjunto "los precios, las que lo son más. Así ocurre con los del cordobés Carlos J. Rodríguez, que ha
condiciones de entrega" de nuestros grandes rubros de exportación. He aquí un abandonado recientemente las filas de la corriente progresista del conservaduris-
reconocimiento tanto más significativo por cuanto el socialismo desconfía de un mo provincial liderada por Ramón J. Cárcano para agregarse a las radicales, y
Estado al que aún no ha logrado conquistar en nombre de las clases trabajadoras; cuya carrera culminaría en el Ministerio de Agricultura durante la segunda presi-
a su juicio, mientras el antiguo régimen lo había puesto al servicio de la parasita- dencia de Hipólito Yrigoyen. Su proyecto de ley, que busca dar solución al pro-
ria clase terrateniente, el radicalismo sólo sabe usar-el dominio que sobre él está blema de la vivienda en la Capital Federal, se distingue sin duda de sus predece-
ganando para expandir la máquina burocrática con fines electorales; no es enton- sores por la magnitud de la suma que destina a la construcción de viviendas
ces extraño que Repello insista en la necesidad de limitar la función que asigna populares, pero -como señala Rodríguez al fundamentarlo- la de cien millones
al gobierno a la fijación de las "condiciones fundamentales [...] dejando libra- de pesos que propone es inferior a la de ciento cuarenta y cinco millones, que el
dos a los resortes "particulares de las dos colectividades interesadas, la realiza- presidente de la Comisión Nacional de Casas Baratas estima necesaria para re-
ción de sus detalles". solver el problema.15
Quienes no comparten las prevenciones del socialismo ponen menos cor- Más novedosa es la propuesta de introducir un impuesto a la tierra libre de
tapisas a la expansión del papel del Estado en la economía. El radical Roberto mejoras, incluida en el mismo proyecto, que da ocasión para que Rodríguez
M. Ortiz, llegado a la Presidencia en la década siguiente en el marco de la res- ofrezca un extenso alegato en favor de reformas sociales basadas en las conclu-
tauración conservadora, el 1° de junio de 1920 propone como solución al au- siones de la ciencia moderna, conclusiones éstas que cree haber encontrado tanto
mento de precios, que según afirma está arrojando al borde del hambre a la ma- en la "obra inmortal" de Henry George cuanto en las también inmortales de
yoría de la población y causando "un desequilibrio considerable aun a las clases Adolf Wagner; mientras el influjo del georgismo, que -como hemos visto- era
acomodadas", la expropiación por causa de utilidad pública del volumen de ali- muy amplio al abrirse la posguerra, iba a entrar pronto en menguante, las pro-
mentos necesario para satisfacer el consumo interno, sobre el cual el Estado puestas a través de las cuales el teórico alemán de la finanzas, continuando la
puede reivindicar un dominio eminente "nunca mejor justificado que para los tradición del socialismo de cátedra originado en el ochocientos, buscaba hacer
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del impuesto "el instrumento regulador necesario para corregir la defectuosa dis- para financiar la colonización títulos de la deuda pública por un valor de hasta
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tribución de la riqueza" seguirían siendo frecuentemente invocadas durante toda cien millones anuales, a los que se agregaría el producto de las hipotecas qué
la entreguerra por voceros del radicalismo, cuando buscaban reivindicar para su gravarían los terrenos transferidos a colonos. Curiosamente, el proyecto se inte-
partido una posición frente a los problemas sociales que lo diferenciase tanto de resaba menos en las modalidades de la colonización (minuciosamente descriptas
un conservadurismo al que achacaban una ciega adhesión al statu quo, cuanto de en los considerandos pero sólo muy escuetamente en su articulado), que en la de
un socialismo cuya profesión de fe colectivista insistían contra toda evidencia en adquisición de las tierras a ella destinadas por vía de expropiación; en este as-
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tener por todavía válida. pecto le importa sobre todo evitar a la vez "la pérdida constante que provendría
No eran sólo los radicales quienes veían en lo que parecía ser el lento aflo- del método de comprar caro y vender barato" y las consecuencias de vender al
ramiento de una nueva normalidad socioeconómica a escala mundial una invita- colono "al precio de una tasación abultada de la expropiación", que lo devolve-
ción a devolver al primer plano los objetivos más permanentes de su acción polí- ría a una situación parecida a la que ya sufre como arrendatario o mediero,
tica, a menudo perfilados ya desde la preguerra. Pero una tenaz adversidad sigue pesando sobre cualquier proyecto legisla-
Así en el proyecto sobre cooperativas del diputado cordobés Juan Caffera- tivo que vaya más allá de ofrecer una solución ad hoc a un problema urgente;
ta, identificado con el catolicismo social cuyas posiciones, que su estrecho alia- aunque Le Breton es uno de los jefes más influyentes y decididos de la disiden-
do Arturo Bas ha pasado a sostener desde las filas radicales, continúa defendien- cia radical cuya ambición de frustrar la reelección de Yrigoyen en 1928 es com-
do desde las conservadoras. Al proponer el otorgamiento de facilidades a las de partida por el resto del frente antiyrigoyenista que controla el Congreso, su pro-
consumo, Cafferata mira más allá de la emergencia creada por el alza sostenida yecto de colonización no habrá merecido ni aun la cortesía de un despacho de
de los precios; en la estela de una corriente de ideas que desde Alemania hasta comisión cuando el Poder Ejecutivo decida retirarlo en 1925.
España ha venido orientando por décadas la acción eclesiástica, descubre en las Esa adversidad es tanto más misteriosa porque el tono del diálogo parla-
cooperativas un instrumento de justicia social que, puesto que "no se ve en la mentario sugiere que el espíritu mesuradamente progresista que inspira esos pro-
necesidad de despojar a una clase para favorecer a otra" es a la vez un medio in- yectos está rodeado de un consenso casi universal. Y ese consenso de superficie
doloro de consolidar la paz social. se refleja también en la infatigable hospitalidad brindada a los del no menos in-
El mismo propósito pacificador anima otro proyecto de Cafferata, destinado fatigable diputado radical yrigoyenista por la Capital, Leopoldo Bard (quien en
éste a abrir el camino a la participación de los trabajadores en la gestión y benefi- una jornada particularmente activa, la del 6 de julio dé 1922, presentó uno que
cios de las empresas, que -en opinión reciente de Joaquín V. González- puede ser imponía el certificado de salud como requisito para contraer matrimonio, otro.
el medio de "llegar sin violencia a la eliminación del agente intermediario entre que concedía subsidios a familias numerosas, y un tercero que introducía el di-
el obrero y el patrón, ese verdadero intruso que como una piedra entre los dien- vorcio vincular) pese a que casi todos ellos llevaban el desafío a principios muy
tes, impide toda normalidad, toda inteligencia y todo ajuste amistoso entre aque- caros a la Iglesia católica a extremos que no sólo los adictos a esos principios
llos elementos esenciales a la vida de toda industria y a la felicidad del obrero". consideraban algo chocantes, considerando que el legislador era judío. Sin duda
Desde octubre de 1922, cuando ocupa la Presidencia Marcelo T. de Alvear, casi todos los proyectos de Bard estaban destinados a morir en silencio en la co-
el Ejecutivo se incorpora a la corriente orientada hacia la introducción de refor- misión correspondiente, pero éste era destino demasiado compartido para dedu-
mas de fondo a través de versiones menos toscas del programa de "legislación y cir de él nada demasiado preciso.
buen gobierno" que su predecesor no había logrado encaminar en el marco de la Y ese consenso estaba en verdad tan extendido que un tema de repetidas
tumultuosa conquista del poder por el radicalismo, quizá porque no había puesto disputas era la prioridad en las propuestas que lo reflejaban. Las más frecuentes
en ello la constancia necesaria. Siguiendo también en este punto las huellas de oponían a los socialistas y los adictos al catolicismo social; en ellas los voceros
ese predecesor, Alvear envía como primeros proyectos legislativos uno de colo- de esas dos corrientes que se atribuían recíprocamente las motivaciones más tur-
nización y otro que introduce el impuesto a la renta. Mientras en este último el bias (según los socialistas, los social cristianos eran agentes convictos y confesos
ministro de Hacienda, Víctor M. Molina -tal como él mismo señala en los consi- del capitalismo explotador, cuyo siniestro imperio se proponían consolidar me-
derandos-16 introduce innovaciones mucho menos radicales en el peso y la dis- diante las reformas que propugnaban; según los socialcristianos, el atractivo de
tribución de la carga impositiva de lo que podría parecer a primera vista, el pro- esas reformas para los socialistas se debía a que confiaban en hacer de ellas el
yecto del ministro de Agricultura, Tomás Le Breton, aunque no participa de los prólogo para una revolución destinada a hacer imposible cualquier orden civili-
defectos de técnica legislativa reprochados por De Tomaso al firmado por Hono- zado), sin preguntarse cómo era posible que ambiciones tan opuestas los llevasen
rio Pueyrredón, lo deja muy atrás en sus ambiciones. Mientras éste preveía una a proponer cosas tan cercanas, se enzarzaban una y otra vez en corteses discusio-
inversión única de treinta millones de pesos, el de Le Breton autoriza a emitir nes en tomo a la fecha y los alcances de sus respectivas iniciativas reformistas.
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En las escasas jornadas en que ese consenso podía festejar un triunfo, los rencia pronunciada en Concepción del Uruguay, había tenido ocasión de mani-
grandes partidos se unían con entusiasmo a la celebración. Así ya en 1921, al festar su coincidente punto de vista sobre el asunto.
aprobar la Cámara de Diputados el proyecto que introducía la jornada de ocho Por su parte el conservador tucumano Ernesto Padilla lamenta que el
horas; el socialista Augusto Bunge, al fundamentarlo en nombre de la comisión miembro informante, el socialista González Iramain, haya creído necesario evo-
correspondiente, no olvida evocar entre sus antecedentes los proyectos presenta- car "proyectos que despertaron en otros momentos disidencias en el orden reli-
dos por su compañero de bancada Enrique Dickmann junto con el más reciente gioso y social". Ello lo obliga como católico a "expresar su discrepancia respec-
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en que el radical Leonidas Anastasi recogía el articulado de la reciente conven- to a esos fundamentos"; a su juicio hubiera sido preferible que "este proyecto
ción internacional de Washington, que la comisión ha decidido tomar por mode- que [...] atrae la coincidencia de hombres de todas las tendencias [...] hubiera
lo. De inmediato el conservador cordobés José Heriberto Martínez, destinado a salido auspiciado con el voto de todos ellos aunque se reservaran, se silenciaran
una larga y brillante cañera parlamentaria, reivindica para el gobierno provincial los motivos determinantes". Esa discrepancia no le impide sin embargo aceptar
del también Conservador Rafael Núñez (así como para él mismo) un papel de en todo el proyecto en discusión, al que se complacerá en dar su voto.
pionero en el tema: en efecto, el conservadurismo cordobés no sólo fue el prime- Y en los legisladores quieren creer que el consenso que los aúna refleja el
ro en implantar en la República la jornada de ocho horas, sino que por iniciativa que reina en la sociedad argentina. Así, en cuanto a la ley de ocho horas, Anasta-
de Martínez, inspirada en un proyecto presentado en el Congreso Nacional por si se complace en rendir homenaje no sólo al presidente de la Unión Industrial
la bancada socialista, la complementó con el cierre obligatorio del comercio a Argentina, que en la convención de Washington "votó con nosotros y con los de-
las siete de la noche. Anastasi se une a ese torneo celebratorio reclamando para legados obreros", sino a la actuación en la convención marítima de Genova de
la radical Mendoza el papel pionero que Martínez ha asignado a la conservadora Atilio dell'Oro Maini, que a pesar de que representaba en ella a esa "especie de
Córdoba: no sólo fue el gobierno mendocino de José Néstor Lencinas el primero sindicato capitalista de resistencia" que es la Asociación del Trabajo, votó el
en establecer la jornada de ocho horas, sino se anticipó a los países más adelan- proyecto de convención internacional que establece la jornada de ocho horas pa-
tados al incluir en sus beneficios a los trabajadores del campo. ra la navegación marítima y fluvial.
Ha llegado el momento para que Enrique Dickmann ponga las cosas en su Es esa convicción la que torna impenetrable el misterio de la inoperancia
lugar, recordando que en 1914 abrió su carrera parlamentaria con un proyecto parlamentaria, en cuanto postula que, en un país en que todos están de acuerdo,
sobre el tema, y, reelecto por crecientes mayorías en 1916 y 1920, rubricó en un Congreso en que reina el mismo acuerdo es sin embargo constitutivamente
ambas oportunidades su triunfo reintroduciendo el mismo proyecto, que recluta- incapaz de avanzar sobre las líneas que ese acuerdo le marca. Pero es esa con-
ría en el camino la adhesión de otros grupos y sectores, y aun de algunas provin- vicción misma la que se basa en muy dudosas premisas; acaso ese consenso pue-
cias. Para él ha llegado entonces la hora de celebrar "con profunda e íntima sa- de perdurar precisamente porque la deplorada inoperancia legislativa le ahorra
tisfacción [...] el final de la jornada en esta parte de su labor legislativa". pruebas demasiado duras. Mientras el proyecto de ley que establece la jornada
En 1926 la aprobación por la Cámara de Diputados del proyecto que con- de ocho horas nunca saldrá del Senado, cuando el proyecto sobre derechos civi-
sagra los derechos civiles de la mujer, ya aprobado por el Senado, da lugar a les de la mujer se transforma en ley, el consenso que lo ha apoyado en el Con-
una análoga celebración del consenso. Al fundamentar el proyecto, el socialista greso no ha de reflejarse fuera de él; por el contrario, la nueva ley va a afrontar
Julio González Iramain subraya que él viene a realizar una aspiración ya com- una resistencia sin duda minoritaria, pero enconada y tenaz, que diez años des-
partida por las fuerzas conservadoras durante la República posible: un eminen- pués se sentirá finalmente con fuerzas suficientes para proponer su derogación.
te prohombre de esa etapa, el doctor Luis María Drago, había presentado un Esa visión de un país cuyas superficiales disputas no turban su básica con-
proyecto análogo, que en la comisión senatorial correspondiente había mereci- cordia no es sin embargo totalmente falsa: más bien ella idealiza en exceso un
do la consagratoria aprobación de Joaquín V. González, "que jamás ponía su rasgo real de esa Argentina que está dejando atrás las tormentas de la guerra y la
firma en vano". posguerra, y a la vez está absorbiendo las modificaciones que la democratiza-
El radical yrigoyenista Diego Luis Molinari interviene para recordar que, ción no puede sino introducir en la relación entre Estado y sociedad.
nada sorprendentemente, "ya había en la Cámara un proyecto de ley [sobre el te- Si en la preguerra esta última aparecía polarizada por un conflicto de cla-
ma] presentado por el diputado Leopoldo Bard [...] que pertenece a nuestro sec- ses que oponía a dos contendientes nítidamente perfilados, ahora la relación más
tor", y para ofrecer el apoyo de éste al de la comisión, al que sólo reprocha no ir íntima creada por un efectivo sistema electoral revelaba la presencia de un paisa-
lo bastante lejos. Y el ministro de Justicia e Instrucción Pública, Antonio Sagar- je social más fragmentado, en que grupos y subgrupos competían en conflictos
na, identificado con el radicalismo antiyrigoyenista, al traer la adhesión del Po- demasiado complejos para desembocar en confrontaciones capaces de abarcar a
der Ejecutivo al proyecto, cree del caso recordar que ya en 1907, en una confe- la sociedad entera, y que requerían entonces respuestas más variables y matiza-
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son exclusivamente didácticos. Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso escrito de la editorial correspondiente.

das que en el pasado: la lucha entre capital y trabajo, que cuando llenaba por sí ordenado progreso social el reflejo de la armonía esencial que, pese al agolparse
sola la escena social adquiría dimensiones apocalípticas, la comparte ahora con de conflictos de superficie, seguía reinando en la sociedad argentina.
otros conflictos que se resisten a ser reducidos a modalidades y variantes de un Tanto la coyuntura económica como las consecuencias de la democratiza-
combate que los englobaría a todos. ción iban a favorecer en los hechos un modo de articulación entre conflicto so-
Aunque en ese contexto social menos nítidamente polarizado el Estado si- cial y movimiento político que se apartaría por igual de esas dos imágenes anti-
gue siendo solicitado para ocupar el papel de arbitro de última instancia imagi- téticas. No era sólo que la democratización creaba vínculos más estrechos entre
Este material es para uso de los estudiantes de la Universidad Nacional de Quilmes, sus fines

nado por la República posible, han entrado ya en juego instrumentos más efica- autoridades políticas ahora supeditadas al veredicto siempre revocable del sufra-
ces para suscitar un arbitraje favorable que bajo el imperio de ésta: los grupos de gio universal, y sectores sociales a los que daba la posibilidad de influir sobre
intereses, que están adquiriendo un más nítido perfil corporativo, están apren- ese veredicto; por añadidura esas autoridades se veían inducidas una vez y otra a
diendo a disputar el favor de la opinión pública en polémicas que incursionan en dar rápida respuesta a problemas que, desde que entre los que sufrían las conse-
el campo del análisis y la teoría económica. Esas exploraciones nada desintere- cuencias de las oscilaciones en la coyuntura económica habían entrado también
sadas de problemas y aspectos parciales de la economía nacional se abren en al- a pesar los que sólo gracias a la democratización estaban encontrando un modo
gún caso a perspectivas más globales, y conducen a un descubrimiento que se eficaz de hacerse oír por sus gobernantes, se habían hecho más difíciles de igno-
eleva en contra de uno de los supuestos básicos de ese consenso de la clase polí- rar que en el pasado.
tica y parlamentaria, del que el presidente Alvear se hacía eco cuando sugería Así, a la unanimidad jubilosamente proclamada, pero misteriosamente ino-
que aunque la defección legislativa impedía que el ritmo del progreso nacional perante, en apoyo de los proyectos de colonización agrícola-ganadera por peque-
superase -como hubiera debido- "los cálculos más optimistas", la continuación ños propietarios puede contraponerse otra unanimidad mucho menos celebrada,
hacia el futuro de la ola de avance que había hecho de la Argentina una nación que logró en cambio fructificar en una ley sobre arrendamientos rurales.
moderna seguía estando asegurada, tal como lo confirmaba "el cuadro que ofre- Esa ley había sido precedida de proyectos aun más numerosos que los pre-
cen las actividades productoras que se mueven bajo el impulso libre e inteligente sentados en apoyo de la jornada de ocho horas. Esos proyectos provenían tam-
de las instituciones y organizaciones particulares del país". bién esta vez de todos los cuadrantes políticos, a partir de una originaria iniciati-
Hay en efecto cada vez más motivos para dudar de la validez de lo que ha va socialista, y por añadidura coincidían en la mayor parte de sus prescripciones.
sido hasta entonces un rasgo constitutivo de la autoimagen de la Argentina: en la Pero si pudieron dar fruto legislativo, ello se debió menos a la unanimidad
década que separa el fin de la guerra de la gran crisis, aunque la economía nacio- de ideas que habían concitado en su apoyo, que al clima social en que se dio el
nal escala cimas nunca antes alcanzadas, se acumulan los signos de que no podrá debate parlamentario. Mientras los programas de colonización reflejaban sobre
avanzar mucho más por el camino que la ha llevado tan lejos desde que en 1809 todo una visión del futuro nacional acariciada durante más de un siglo por las
el último virrey del Río de la Plata lo abrió al comercio del mundo. Y entre quie- elites políticas e ideológicas argentinas, y que -como observó zumbonamente en
nes han tomado a su cargo proveer los argumentos que han de esgrimirse en las 1914 un admirable conocedor de la economía rural, Herbert Gibson- aunque
disputas intersectoriales, algunos comienzan a volver la mirada hacia un futuro apasionaba a la opinión pública urbana no parecía interesar a nadie en la campa-
que no podrá ser ya la continuación glorificada del presente. ña, los que buscaban legislar el arrendamiento rural -como iba a recordar por su
parte en los debates sobre arrendamiento el senador radical Ricardo Caballero-
trataban de dar respuesta al vigoroso movimiento originado en el Grito de Alcor-
ta, que desde ese menudo centro maicero del sur santafesino había logrado de-
XI. LOS CONFLICTOS DE LA SOCIEDAD sencadenar en 1912 una huelga de arrendatarios rurales cuyos ecos iban a alcan-
Y LOS DILEMAS DE LA ECONOMÍA zar a casi todas las cuencas cerealeras del país, y que había dejado como legado
permanente una organización de defensa de los intereses corporativos de éstos,
Como se ha visto más arriba, mientras los años agitados de la posguerra la Federación Agraria Argentina.
habían devuelto a la visión dominante de los conflictos sociales a las perspecti- Algunos de los que siguieron de cerca el movimiento de Alcorta habían ya
vas épicas organizadas en torno a la noción de lucha de clases, apenas la agita- entonces reconocido que con él se abría un nuevo capítulo en la historia de la so-
ción amainó la visión idílica ya favorecida en circunstancias análogas durante la ciedad argentina. Así lo advertía Emilio Lahitte, el más prestigioso integrante de
República posible, que negaba que esa noción pudiese ser relevante a un país de la brillante tecnoburocracia del Ministerio de Agricultura, en su respuesta a la so-
los vastos recursos de la Argentina, recuperó su atractivo para una clase política licitud ministerial de sugerencias para dar remedio legislativo a los males de los
que gustaba de reconocer en su unánime coincidencia en torno a un programa de que el conflicto era sin duda síntoma. Lahitte objetaba que era demasiado tarde

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