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de Lima en la actualidad.1
“Dic, oro te, num possumus amare nisi pulchra2” San Agustín.
César Humberto Vega Zavala
Objetivos de la Investigación
en la arquidiócesis de Lima en el tiempo actual, contrastando las evidencias tomadas con los
estadístico, debido al poco tiempo en el que se dio la observación, por el contrario, es un informe
de carácter documental y bibliográfico. Sin embargo, la evidencia pudo ser recogida tanto en
evitado hacer cualquier observación de tipo personal o cualquier juicio de valor que ponga en
La presente investigación fue realizada entre los meses de octubre y diciembre del año 2017 e
arquidiócesis de Lima.
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Parte de este informe es tomado de una investigación musicológica realizado como trabajo final para el curso
“Música y Patrimonio”, de la maestría en Musicología en la Pontificia Universidad Católica del Perú, en el mes de
diciembre del año 2017.
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Dime, por favor, ¿qué podemos amar, sino lo bello? San Agustín, De Música
Antecedentes
La definición de Liturgia según la R.A.E. es: Del lat. tardío liturgĭa, y este del gr. λειτουργία
corriente de los clásicos griegos entraña el concepto de una obra pública llevaba a cabo
en bien del interés de todos los ciudadanos. Alguno ha llamado liturgia al elemento
exterior sensible exterior sensible del culto, es decir, el conjunto de los ritos y de las
prescripciones que forman el ceremonial del culto cristiano. [….] Según el Papa Pio XII,
El ejercicio del Sacerdocio de Cristo por medio de la Iglesia, o bien, en términos distintos,
miembros, a Dios.
liturgia:
autores católicos enfatizan que la liturgia es el culto público y oficialmente aprobado que
la Iglesia le ofrece a Dios. Las definiciones jurídicas separan así la "liturgia" de otras
"liturgia", si bien reconocen su carácter como signos perceptibles a los sentidos, buscan
una comprensión más profunda de su naturaleza. La liturgia no solo alaba y adora a Dios
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en reconocimiento de su trascendencia y en acción de gracias por la creación y la
salvación.
La liturgia es el culto público y oficial de la Iglesia, ejercido y regulado por los ministros,
por ella seleccionados para este fin, es decir, por los sacerdotes. En la liturgia, los
homenajes tributados a Dios lo son por la unidad colectiva y espiritual, como tal
San Agustín, hablando de su experiencia sensible en cuanto al canto dentro de la iglesia, ofrece
el siguiente relato:
¡Cuánto lloré con tus himnos y tus cánticos, fuertemente conmovido con las voces de tu
iglesia, que dulcemente cantaba! Penetraban aquellas voces mis oídos y tu verdad se
Finalmente, la instrucción Post Conciliar “Musicam Sacram” define lo siguiente: “Se entiende
por música sagrada aquella que, creada para la celebración del culto divino, posee las cualidades
En conclusión, queda claro que la llamada “Música Sagrada” cumple una función especifica
dentro de la celebración del culto divino (liturgia) y que debe poseer cualidades especificas para
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La función especifica de la música dentro de la liturgia, es la de preparar a la congregación para
dualidad la que ha logrado que se polaricen las formas en que la música ha sido usada dentro del
ámbito litúrgico, sin embargo, la función intrínseca de la misma paso a un segundo plano.
Los problemas de la música al servicio de la liturgia, o música litúrgica, no son nada nuevos, las
primeras dificultades aparecen ya en la discusión entre el Ars Antigua y el Ars Nova en el año
1322:
posturas diferentes con relación a la música: Aquellas que se perfilan más nítidamente en
ese extraño defensor del Ars Antigua, el Papa Juan XXII, y en los teóricos del Ars Nova.
(Fubini, 1988)
En el siglo XVI, el Concilio de Trento (1545 - 1563), en la sesión XXII, afirmó lo siguiente:
“Aparten también de sus iglesias aquellas músicas que ya con el órgano, ya con el canto se
mezclan cosas impuras y lascivas”, con esta afirmación se intento poner fin a aquellas practicas
musicales, como la “Contrafacta”, es decir la composición de una obra musical con un fin
litúrgico, pero se tomaba como base una melodía popular pre-existente, que inclusive, podía ser
de tema amoroso, político, satírico y en algún caso hasta erótico; como por ejemplo la “Misse
L´Homme Armé” de Guilleume Dufay (1460) basada en una pieza popular del renacimiento.
Estos abusos fueron prohibidos por el concilio, sin embargo trajo consigo el intento de prohibir
toda actividad polifoníca, debido a los abusos cometidos, además de que en muchos casos estas
piezas servían para validar la calidad artística del compositor, pero a su vez dicha exigencia
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musical no permitía que el texto se entendiese, redundando tan solo una experiencia estética
valiosa, más no colaborando con el sentido de la liturgia, por lo tanto, era una experiencia que
Concilio la que encontró en la estética musical empleada por Giovanni Pier Luigi da Palestrina,
en la cual la polifonía no se opone a la intelección del texto y cuyo “modelo estético” para la
composición de melodías era tomado del canto gregoriano, un estilo musical acorde a las
exigencias del concilio y termino por definirlo como el “canon” en cuanto a música litúrgica se
refiere.
La siguiente crisis se da a inicios del siglo XX (1903) en la que tratando de evitar el influjo de la
Opera italiana (considerada profana) en la música litúrgica, el papa Pío X redacta el Motu proprio
Los fines de la música sagrada son dos: dar gloria a Dios y santificar a los fieles. Y señala
que para alcanzar estos objetivos la música debe añadir eficacia al texto litúrgico, para
que por tal medio se excite más la devoción de los fieles y se preparen mejor a recibir los
Finalmente, la crisis más reciente fue después del Concilio Vaticano II (1965), en particular, con
la aparición del documento “Sacrosanctum Concilium” (1963) que intentó reformar la liturgia
acondicionándola a los tiempos modernos, abriendo la posibilidad del uso de la lengua vernácula
en la liturgia, cosa prohibida hasta entonces, además de generar cambios en la forma física de
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mero espectador, si no como sujeto de la misma. Esto generó que la función de la música sagrada
posibilito que se admitiese el uso de estilos musicales hasta ese entonces impensados dentro del
ámbito litúrgico. La gran instrucción dada por el Concilio Vaticano II, en el documento
Foméntese con empeño el canto religioso popular, de modo que en los ejercicios piadosos
prescripciones de las rúbricas, resuenen las voces de los fieles. (Pablo VI, 1963)
buscando una participación más activa del pueblo, se emplearon composiciones musicales con
menores exigencias, con un uso restringido de polifonía o usando polifonías propias de la música
“pop” y en lengua vernácula. Ya a mediados del siglo XIX se empleaban cantos religiosos en
lengua vulgar, considerados como himnos, pero que interactuaba con el latín propio del ordinario
musicales propios de la música de moda (rock, pop, nueva ola, géneros caribeños) validando el
simplemente proscribiendo, el uso del órgano o de todo aquello que traiga sonoridades propias
de los tiempos previos al Concilio Vaticano II, consiguiendo una banalización de la música
litúrgica, den donde todo contenido espiritual fue cambiado por una mera experiencia emocional,
expresado en una música que estuvo más vinculada a la industria del entretenimiento que a la
liturgia en si misma.
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Pongo como ejemplo el himno “Oh Dios Eucaristía” compuesto en el año 1936 por Mons. Pablo Chavez Aguilar.
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Otro de los recursos empleados fue, una vez más, la “contrafacta”, es decir, melodías de
canciones que estuviesen de moda a las que se les cambiaba el texto y se le ajustaba al uso
litúrgico. 4
Como resultado de la errónea idea de popular, trajo consigo exista un alto nivel de variabilidad
según el lugar en el que se pusieron en marcha dichas normas, insisto, el problema fue lo que se
entendió por “popular”, no el hecho de hacer música popular en si mismo, dejando de lado lo que
el mismo documento decía en los numerales anteriores al citado, como por ejemplo el numeral
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sobresale entre las demás expresiones artísticas, principalmente porque el canto sagrado,
unido a las palabras, constituye una parte necesaria o integral de la Liturgia solemne.
Toda esta vorágine de cambios trajo consigo el abandono del canto litúrgico católico considerado
como “tradicional” (canto gregoriano y la polifonía clásica), lo cual no se dio de la misma manera
en todas partes; se dio en mayor medida en los lugares en donde el idioma oficial de la Iglesia (el
latín) era un impedimento para su práctica, además de que la poca practica coral como una
actividad cultural cotidiana en las diferentes sociedades hacia dificultoso que se pueda entonar
música polifónica y que los coreutas sean constantes en la misma. Por el contrario, el empleo del
donde el idioma no fuese una limitación y la practica coral fuese una actividad cotidiana de la
comunidad.
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Canciones como “es Cristo quien te llama”.
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Otro concepto insertado por el Concilio fue el de “Estima de la tradición musical propia”,
en donde se busca que en los lugares considerados “tierras de misión”, se acondicione el texto
litúrgico al folklore propio de esa sociedad y que es considerada como tradicional por esos
119. Como en ciertas regiones, principalmente en las misiones, hay pueblos con tradición
musical propia que tiene mucha importancia en su vida religiosa y social, dese a este música
también al acomodar el culto a su idiosincrasia, a tenor de los artículos 39 y 40. Por esta
lo posible, puedan promover la música tradicional de su pueblo, tanto en las escuelas como
En el Perú esta practica no fue nueva, ya que desde que llegó el catolicismo a estas tierras
musicales que evidencian procesos de transculturación, como es el caso del canto Hanacpachac,
aparecido en Lima en el año 1631 en el Ritual formulario e institución de curas, editado por el
sacerdote secular Juan Perez Bocanegra y que fuese anteriormente párroco de la iglesia de
Andahuylillas en el Cuzco5.
No es poca la evidencia de que, a través del tiempo, la Iglesia empleo los cantos en quechua,
como es el caso del canto “Apuyaya Jesucristo”, para fines de la evangelización y que permitieron
que el pueblo quechua hablante participará de la liturgia y además se sienta parte de la misma
Iglesia.
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Al respecto, el musicólogo Robert Stevenson en su libro titulado “The music of Perú Aboriginal and Viceroyal
epochs” (1960), afirmo lo siguiente: Juan Pérez Bocanegra, encontró la música tan importante como un incentivo
para que pudiera cerrar su Ritual de 1631 con la primera pieza de polifonía vocal impresa en cualquier libro del
Nuevo Mundo. Las palabras están de nuevo en quechua, el idioma imperial de los incas. Antes de su publicación, el
compilador de este Ritual de 720 páginas había pasado cuarenta años en el Cuzco ministrando a los indios, primero
como cura en la Iglesia de Nuestra Señora de Belén en la antigua capital imperial y más tarde como párroco y
Andahuaylillas. Su conocimiento tanto del Quechua como del Aymara le valió el nombramiento de examinador
diocesano en ambas lenguas mientras aún era cura. (pág. 46)
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En los tiempos posteriores al Concilio, el uso de estas músicas tradicionales sufrió un cambio, no
tanto en la forma musical, sino más bien, en el uso que se hizo de ellas, para a través de estas
músicas tradicionales validar agendas ideológicas aparecidas dentro de la misma iglesia después
del Concilio.
observar, es muy diversa; en la mayoría de los casos el poco interés por parte de la jerarquía
eclesiástica y de los propios párrocos en el tema permite que convivan distintas expresiones
musicales, cada una acusando a la otra de “espuria” e “infiel” a las enseñanzas del Concilio y de
la llamada “Tradición de la Iglesia”, que en muchos casos tiene que ver con divisiones de tipo
dicotomía, lo cierto es que en la praxis musical si es notoria la división y cada facción posee el
Otra de las cosas que pudimos observar es que existe una actitud de laxitud, es decir, mientras el
pueblo esté “entretenido”, “mientras aplaudan y si bailan, mejor, todo estará bien”, no hay
ninguna intención de cambiar nada, debido a que miden el éxito de la liturgia en base al nivel de
existen personas que al mostrar su desacuerdo con las praxis musicales de este tipo son tomadas
En una de las parroquias, se puedo observar que intentaban hacer repertorio gregoriano, sin
embargo, tenían desconocimiento de como hacerlo. En este caso se pudo observar que se evitaba
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Finalmente, se pudo observar que el problema no es si se emplea polifonía clásica, canto
problema es lo que se entiende por Belleza, en este caso por música bella, que cumple la función
para la que fue creada y permite que los fieles, la “schola cantorum” y los celebrantes, participen
de manera activa en el rito. Visto de está manera la tarea de mejorar la música litúrgica parece
ser compleja, ya que requiere de personal competente para la composición de dicho material
musical, cosa que al parecer no ha ocurrido, dejando que gente con “buenas intenciones” pero
con cero conocimientos musicales queden a cargo de la composición de estas músicas y que
dichas piezas se transformasen en los “paradigmas” de está “nueva música litúrgica” post
Vaticano II (1962 - 1965) prefirió poner en relación proporcional la pareja sacrosanta con
Sacram” (1967) se ha interesado por los asuntos del canto dentro de la funcionalidad del
rito. De este modo han perdido definitivamente la vigencia los parámetros estéticos-
musicales fijados por Pío X en el Motu Proprio de 1903, cuya finalidad era encontrar
historia musical de dos milenios que, inutilizada por las nuevas funciones de ritualidad,
La búsqueda de la belleza, por encima del lenguaje empleado, implica una vuelta al
ideario de San Agustín, que define a la música como: Musica, id est scientia sensusve modulandi”
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(Música es la ciencia de modular bien) y en donde para que esta música pueda lograr conmover a
las personas, y poderlas llevar al espacio de la interioridad (acción de rezar), esta música debe
estar bien hecha, debe responder al sistema de reglas y consideraciones que aseguran su calidad
artística. No implica esto ni vanidad ni soberbia, tan solo la idea concreta plasmada en el salmo
46 “Tocad para Dios con Maestría”, para que esta maestría se procure, se requiere estudio, la
humildad de reconocer que muy poco conocemos y que solo podremos mejorar nuestro servicio
que en todas las otras esferas culturales, debido en parte a que siguió siempre los esquemas
bíblicos para su expresión artística y aprendió con el tiempo a bucear en su riqueza interna.
La oración cantada, sobre todo en las tres formas del coral gregoriano, la gran polifonía
de principios de la época moderna y el canto de Iglesia glosó y concretó este modelo sin
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En el año 2005 fue elegido Papa y tomo el nombre de Benedicto XVI.
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Mirando hacia adelante
En un discurso del santo padre Francisco a los participantes en un congreso internacional sobre
música sacra, realizado el 4 de marzo del año 2017, en donde expreso lo siguiente:
Al respecto, emerge una doble misión que la Iglesia está llamada a perseguir,
especialmente a través de los que de distinta forma trabajan en este sector. Se trata, por
una parte, de proteger y valorar el rico y variado patrimonio heredado del pasado,
“arqueológica”. Por otro lado, es necesario hacer que la música sacra y el canto litúrgico
sepan encarnar y traducir la Palabra de Dios en cantos, sonidos, armonías que hagan vibrar
(Francisco, 2017)
Tomando en cuanta lo dicho por el Papa Francisco, este proyecto contempla 4 ejes de acción:
previa selección.
Cantorum.
Catedral, pero que a su vez esto tenga un impacto en las iglesias de la Arquidiócesis de
Lima, por lo tanto, todo lo que se compone para la Catedral pueda ser realizado por otras
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4. Puesta en valor y ejecución de las obras musicales que forman parte del patrimonio
musical de la Catedral de Lima, toda vez que durante los siglos XVI a inicios del XIX la
Catedral de Lima tuvo a los músicos más importantes del Virreynato trabajando en ella
Aparicio, cuyo folio esta perdido, hasta Melchor Tapia y Andrés Bolognesi, entre otros),
y nos han legado material musical que nada tiene que envidiar al repertorio encontrado
nuestra Catedral.
Bibliografía
Fubini, E. (1988). La estética musical desde la Antigüedad hasta el siglo XX. Madrid, España:
Alianza Editorial.
Stevenson, R. (1959). The music of Perú. (S. g. O.E.A., Ed.) Washington, Estados Unidos de
norteamérica.
Fubini, E. (2010). La estética musical desde la Antigüedad hasta el siglo XX. Madrid, España:
Alianza Música.
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