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Trabajo número 2.

A partir de las indicaciones de los siguientes textos:

-“Donum vitae” (nn. 1-5)

-“Dignitas personae” (nn.4-10)

Identificar los principales fundamentos que el magisterio de la


Iglesia asienta sus enseñanzas sobre estas cuestiones de bioética,
así como cuál es el papel de estas enseñanzas y de la perspectiva
teológica en el diálogo bioético.

Alumna: María Victoria Moreno Giménez.

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En primer lugar voy a comentar la Instrucción Donum vitae sobre el respeto
de la vida naciente y la dignidad de la procreación.

Según la Congregación para la doctrina de la fe el “don de la vida es un


principio básico al que el hombre debe tomar conciencia de su inestimable
valor, es por ello se debe reflexionar sobre todos los temas relacionados con
las intervenciones artificiales sobre la vida naciente y sobre los procesos
procreativos.

En muchas ocasiones el hombre en su egoísmo se ve tentado a transgredir los


límites de un razonable dominio de la naturaleza. Por ello necesitamos que la
Iglesia nos ilumine el camino a seguir en lo referente a los temas de la vida
naciente y la procreación.

La Iglesia nos reconforta y es de gran ayuda por su propia misión evangélica


y su deber apostólico con respecto a la doctrina moral conforme a la dignidad
de la persona y a su vocación integral.

La ciencia y la técnica exigen el respeto incondicionado de unos criterios de


moralidad que deben estar al servicio de la persona humana, de sus derechos
inalienables en busca de su bien verdadero e integral y sus derechos
inalienables según el plan y la voluntad de Dios. La ciencia debe ir en todo
momento acompañada de la conciencia, necesitamos esta sabiduría.

Al ser la persona cuerpo y alma, tiene una naturaleza corporal y otra


espiritual, y es llamado por el creador para regular su vida y sus actos.
Respetar la dignidad del hombre consiste el salvaguardad sus dignidad en
cuerpo y alma.

La medicina y la biología aportan bienestar al ser humano desde el momento


que se respeta su dignidad de ser criatura de Dios. Pero ni los médicos, ni los
biólogos pueden decidir en la vida del hombre. Tampoco en el tema sexual y
de la procreación donde la pareja actualizan los valores fundamentales de
amor y de vida. Dios ha inscrito tanto en el hombre como en la mujer una
llamada especial de su participación en su misterio de comunión personal y de
creación, son llamados a corresponder a Dios al “don del amor” y al “don de la
vida”.

Este documento también nos expone que los métodos de procreación artificial
deben tener en cuente que el ser humano con su vida ha sido llamado a la
existencia y la originalidad con que esa vida es transmitida al matrimonio.
Nuestro creador al habernos concedido la vida, desde el momento de la
concepción hasta la muerte es signo y exigencia de inviolabilidad.

Por tanto el Magisterio de Iglesia nos ofrece la luz de la Revelación, que


ilumina al ser humano en su camino, y sobre todo en temas de la procreación
y la sexualidad.

A continuación, comentar los aspectos antropológicos, teológicos y éticos de


la vida y la procreación humana, relacionados con el documento “Dignitas
Personae” de La Instrucción de la Congregación para la doctrina de la Fe.

Se ha avanzado mucho científicamente en el conocimiento de la vida humana


y sobre los estadios iniciales de su existencia, llegándose a conocer mejor las
estructuras biológicas del hombre y el proceso de su generación. Estos
avances resultan positivos siempre que tengan el propósito de superar o
corregir patologías y ayuden a restablecer el desarrollo normal de los
procesos generativos.

En este documento se dice que el ser humano desde sus comienzos no se


puede reducir a un conjunto de células. El cuerpo embrionario sigue un
programa de desarrollo. El ser humano debe ser tratado con respeto desde
el mismo momento de su concepción, su vida es un derecho inviolable.

Según la Instrucción “Donum vitae” puso de relieve que existe un nexo


intrínseco entre la dimensión ontológica y el valor especifico del ser humano
desde que es embrión, desde entonces ya tiene dignidad como persona.
También, se resalta que el origen de la vida humana, y que tiene su auténtico
contexto en el matrimonio y la familia, donde la vida humana es generada en
un acto que expresa el amor reciproco del hombre a la mujer. En la fecundidad
del amor conyugal el hombre y la mujer colaboran en la tarea creativa de Dios.

Mediante la fe se acoge y se respeta al ser humano, en toda su dimensión


corporal y espiritual, también se purifica, lo eleva y lo perfecciona. El misterio
del hombre solo es entendido en el misterio del “Verbo encarnado”.

El hombre tiene dos dimensiones la humana que es su cuerpo y la divina que


es su alma, por tanto es inviolable, ya que posee una vocación eterna y está
llamado a compartir el amor trinitario del Dios vivo. En conclusión la vida
humana es un bien, ya que es manifestación de Dios en el mundo.

El Magisterio de la Iglesia debe intervenir en la promoción de la formación


de las conciencias enseñando la verdad de Cristo y declarando al mismo tiempo
el orden moral que emana de la misma naturaleza humana.

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