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TÍTULO: DESENMASCARANDO EL DECRETO 49/2014

AUTOR/ES: Otarola, Mariana M.


PUBLICACIÓN: Temas de Derecho Laboral y de la Seguridad Social
TOMO/BOLETÍN: -
PÁGINA: 479
MES: Junio
AÑO: 2018

MARIANA M. OTAROLA(*)

DESENMASCARANDO EL DECRETO 49/2014

I - INTRODUCCIÓN
En el verano de 2014, con posterioridad a la sanción de la ley 26773 (BO: 26/10/2012) y antes de que
esta se reglamentara a través del decreto 472/2014 (BO: 11/4/2014), se sancionó el decreto 49/2014, el que
agregó tres nuevas patologías al listado de enfermedades profesionales contenido en el decreto 658/1996 (BO:
27/6/1996). Este trabajo explicará por qué dicha incorporación, si bien fue de trascendencia, luego de su
pormenorizado análisis, se extrae que se quedó a medio camino, contrariamente a lo que parecía ser.

II - ANTECEDENTES DE LA NORMA
Antes de iniciar el examen de las incorporaciones al listado de enfermedades a través del decreto 49/2014,
cabe mencionar la originaria ley 24557 (BO: 4/10/1995), más precisamente su artículo 6, el que trata de las
contingencias. Su inciso 2) refiere a las enfermedades profesionales, las que no se encuentran definidas, ni
conceptualizadas, sino que solo la norma efectúa una remisión: “Se consideran enfermedades profesionales
aquellas que se encuentran incluidas en el listado de enfermedades profesionales que elaborará y revisará el
Poder Ejecutivo anualmente, conforme al procedimiento del artículo 40, apartado 3, de esta ley. El listado
identificará agente de riesgo, cuadros clínicos y actividades, en capacidad de determinar por sí la enfermedad
profesional”.
El listado de enfermedades se halla en el decreto 658/1996, el que debía, según la letra original, revisarse
anualmente. Revisión que no contó con la periodicidad que indicaba la norma.
Es por ello que a través del decreto 1278/2000 (BO: 3/1/2001) se modificó el inciso 2) del artículo 6 de la
ley 24557 en relación con, en lo que aquí interesa, la revisión anual del listado por el Poder Ejecutivo Nacional.
Ahora bien, hasta nuestros días, solo dos decretos ensancharon el listado de enfermedades profesionales.
El primero fue el decreto 1167/2003 (BO: 3/12/2003), el cual incorporó dos enfermedades: Hantavirus y Mal
de Chagas (Trypanosoma cruzi).
El segundo, con once años de distancia, fue el decreto en análisis, Nº 49/2014, el que incluyó la hernia
inguinal, las várices y la hernia discal.
Nótese que las patologías incorporadas son las enfermedades más reclamadas para quienes observan -
como la suscripta- reclamos a diario dentro del sistema.
Dichos problemas en la salud estaban por fuera del listado, por lo que quienes eran portadores de tales
enfermedades debían o reclamar con fundamento en el derecho común(1) o enlistar las mismas a través de un
reclamo judicial pidiendo la inconstitucionalidad del trámite por las Comisiones Médicas y del artículo 6.2.b, ley
24557, que legisla el modo en que debe llevarse a cabo el enlistamiento de una enfermedad profesional.
La incorporación de estas tres enfermedades fue celebrada en su oportunidad por los especialistas del
tema. Pero leyendo la letra chica y haciendo una interpretación de esta, tanto médica como legal, adelanto a
decir que dichas incorporaciones fueron solo para la tapa de los diarios. Esto debe quedar claro a los
operadores del derecho laboral, ya que no cualquier hernia inguinal, ni dolencia varicosa, ni problema
columnario forman parte del listado de enfermedades profesionales de la ley 24557, como se verá a
continuación.

III - LAS PATOLOGÍAS QUE SE INCORPORARON


Las patologías que se incorporaron al listado de enfermedades profesionales, como se adelantó, fueron
tres: a) hernia inguinal (directa, mixta, crural); b) várices; c) hernia discal lumbosacra, las que se analizarán a
partir de sus agentes de riesgo.
a) Agente: aumento de la presión intraabdominal
Por dicho agente, el decreto 49/2014 incorporó dos enfermedades: las hernias inguinales directas y mixtas
(excluyendo las indirectas) y las hernias crurales.
Las actividades laborales que pueden generar tales enfermedades a decir de la normativa son aquellas en
cuyo desarrollo habitual se requiera carga física, dinámica o estática, con aumento de la presión
intraabdominal al levantar, trasladar, mover o empujar objetos pesados.
La hernia se presenta como la protrusión (prominencia, protuberancia) de un órgano a través de un orificio
natural o adquirido en la pared abdominal y en la cual se reconoce, en la mayoría de las ocasiones, la
presencia de un saco herniario.
Las hernias inguinales se definen como una protrusión del contenido de la cavidad abdominal a través del
conducto inguinal.
La hernia inguinal indirecta se origina en el orificio interno, pasa por el conducto inguinal y el orificio
externo y se dirige hacia el escroto en los hombres y hacia los labios mayores en las mujeres, siguiendo un
trayecto irregular.
Este tipo de hernia es de la más común en el ser humano, especialmente surge en el lado derecho y en
hombres(2). Su origen en la mayoría de los casos es congénito y su aparición es más frecuente que la hernia
directa.
Representa entre el 45 y 55% del total de las hernias inguinales. Se produce por una dilatación progresiva
del orificio inguinal profundo. El saco herniario penetra el orificio inguinal profundo y transcurre dentro del
cordón inguinal.(3)
La hernia inguinal directa se produce por protrusión del peritoneo, directamente sobre la pared posterior
atenuada de la región inguinal(4). En este caso, la debilidad de la pared abdominal es adquirida (contrario a
congénito).
Entre el 35 y 45% de los casos de hernia inguinal se encuentra la directa. Se produce por un
debilitamiento de la fascia transversalis (piso). A diferencia de la indirecta, no penetra el cordón inguinal.
Por su parte, la hernia crural o femoral, es la menos frecuente: representa el 5% de los casos de hernias
inguinales. El saco herniario protruye a través del canal femoral y produce una masa que está típicamente por
debajo del ligamento inguinal; dicha patología es más común que se presente en las mujeres 10:1.(5)
Las hernias mixtas representan el 15% de los casos de hernia inguinal; es una combinación de ambas
hernias (directa e indirecta) y también se la conoce como hernia en pantalón por la separación que dejan los
vasos epigástricos entre ambos sacos.
Ahora bien, la norma determina un período mínimo durante el cual las tareas del trabajador/a descriptas
deben ser ejecutadas: no inferior a tres años cumplidos en forma continua o discontinua en actividades sujetas
a la exposición en examen.
Si todos los extremos no se dan respecto a este ítem, no estaremos en presencia de una enfermedad
profesional que se encuentre enlistada. Pero además se destaca que la hernia más frecuente, la indirecta, es la
que se ha excluido del listado, y las restantes menos usuales sí se han incluido.
Puede pensarse que la indirecta ha sido excluida por su factor congénito, pero no es menos cierto que si
bien hay una debilidad genética en la pared abdominal, la exposición al aumento de presión intraabdominal se
genera en un esfuerzo realizado al encontrarse prestando tareas para el empleador. Con lo cual no comprendo
el porqué de su exclusión del listado. Este es uno de los casos en que, en vez de considerarla una enfermedad
profesional como correspondería, no queda otra alternativa que denunciar el traumatismo como accidente de
trabajo y que de tal modo pueda ser atendido el trabajador.
En otro punto de hipótesis, supongamos que el trabajador, en ocasión de realizar sus labores, ejecuta un
esfuerzo (un tirón, una puntada) generador de una hernia mixta (incluida), pero antes de cumplir los tres años
de antigüedad dispuesto por la norma. En este punto también lleva a accidentalizar el episodio para poder ser
atendido y ver luego de qué modo poder tratar la consecuencia del mismo.
b) Agente: aumento de la presión venosa en miembros inferiores
Ante tal agente, la enfermedad que prevé la norma que puede producirse son las várices primitivas
bilaterales. Las várices, para entenderlo de un modo simple, son la dilatación permanente de las venas,
frecuentemente en las piernas. Las venas poseen unas válvulas que hacen que la sangre circule hacia arriba y
no retroceda. Cuando estas válvulas pierden su función, la sangre se estanca y las venas se dilatan,
apareciendo las várices.(6)
Las várices se originan en el desequilibrio de la relación entre las presiones intravasculares y la estructura
y condiciones funcionales de la pared y válvulas venosas. Existen varios factores que predisponen a su
aparición.
Más específicamente, las várices primarias o esenciales son debidas a alteraciones de la pared venosa o de
las válvulas; se originan por una debilidad estructural de la pared venosa, con insuficiencia funcional de las
válvulas venosas y que se ve favorecida por una posición erguida y de pie durante mucho tiempo.(7)
La norma exige que sean bilaterales, es decir, que se generen en ambos miembros inferiores.
A su vez, en relación con las condiciones en que el trabajador realice sus tareas, se encuentra
contempladas por el decreto aquellas en cuyo desarrollo habitual se requiera la permanencia prolongada en
posición de pie, estática y/o con movilidad reducida.
También en este tópico exige la norma un plazo mínimo de ejecución de las tareas de tres años, cumplidos
en forma continua o discontinua mediante el desempeño en la jornada habitual de la actividad definida legal o
convencionalmente.
En un caso que llegó en apelación a la Cámara del Trabajo de Rosario, en ocasión de valorar la relación de
causalidad entre la patología varicosa y las labores, se precisó que, “en un primer orden de ponderación, no
podría ignorarse que la reparación de las várices, como tecnopatía laboral, solo resulta procedente cuando el
dependiente acredita que ha tenido que prestar servicios en bipedestación prolongada, pero con escasa o nula
deambulación” (cfr. Pose, Carlos: “La tipificación de las várices como enfermedad accidente” - DT - 1995-A-
749).
“En el tema, el autor antes citado destaca que, sin embargo, el verdadero origen de las várices es la
debilidad constitucional del tejido elástico de las paredes venosas que acaba por ceder ante la presión continua
que ejerce la sangre por la coexistencia de alguna causa secundaria que, a su vez, puede tener un origen
extralaboral (estreñimiento, tumor, embarazo, sobrepeso, etc.) o laboral (la realización de tareas en
bipedestación prolongada). Por ello, dice, la doctrina no ha vacilado en señalar que en la producción de várices
intervienen siempre dos condiciones: una presión sanguínea anormal que se ejercita sobre las paredes venosas
y un estado morboso de esas paredes que disminuye su resistencia y permite su distensión.
Dentro de las várices, se ubican las clasificadas como ‘secundarias’, que, en su forma indirecta, son
motivadas por el desarrollo lento y progresivo del mal causado por el desempeño de tareas en posición de pie,
con escasa o nula deambulación (conf. Ferreirós, Estela, M. y Morey, Martha A.: ‘Enfermedades del trabajador’,
págs. 68/9, Ed. Hammurabi; Basile, Alejandro A.; Defilippis Novoa, Enrique, C. A. y González, Orlando S. en
‘Medicina legal del trabajo y seguridad social’, págs. 131/2, Ed. Ábaco)”.(8)
En el caso se confirmó el rechazo de la demanda decidido en primera instancia, en tanto la trabajadora,
repartidora de diarios, no solo acreditó que se encontraba en posición de pie, sino también refirió que se
sentaba y deambulaba al ejercer sus labores.
También, la misma Sala rosarina revocó una sentencia venida en apelación y, en consecuencia, rechazó el
reclamo por várices en el caso de un trabajador que laboraba en una estación de servicios y que realizaba
varias actividades como atender el minimarket y despachar combustible en la playa del establecimiento.(9)
Las várices, entonces, para ser consideradas como enfermedad profesional requieren la realización de
tareas en bipedestación estática o con escasa deambulación.
Caminar, contrariamente, favorece al retorno venoso con lo cual, en caso de presentarse el reclamo, en
principio, la patología en examen no será relacionada con el trabajo.
Siguiendo con la letra del decreto, este incluye algunos conceptos respecto a situaciones particulares de
desempeño de tareas en determinadas condiciones.
Así expresa que bipedestación estática es aquella en la cual la bipedestación con deambulación nula se
configure por lo menos durante dos horas seguidas en el trascurso de la jornada laboral habitual. Ejemplo:
trabajadores de General Motors que laboran dentro de un sector limitado, de pie, por largas horas de trabajo.
En cuanto a la bipedestación con deambulación restringida, el trabajador deambula menos de cien metros
por hora durante por lo menos tres horas seguidas en el trascurso de la jornada laboral habitual. Ejemplo:
vigilancia en garitas, trabajadores de peajes.
A su vez, la norma trata dos situaciones en bipedestación en particular: aquella que se realiza con
portación de cargas y en la que también haya exposición a carga térmica.
Así, considera que estarán incluidas en las primeras aquellas labores en cuyo desarrollo habitual se
requiera bipedestación prolongada con carga física, dinámica o estática, con aumento de la presión
intraabdominal al levantar, trasladar, mover o empujar objetos pesados. Levantar o transportar manualmente
cargas genera presión hidrostática en miembros inferiores.
Y, en cuanto a la bipedestación con exposición a carga térmica, enmarca los trabajos efectuados con
bipedestación prolongada en ambientes donde la temperatura y la humedad del aire sobrepasan los límites
legalmente admisibles y que demandan actividad física. En tales casos, se revisará la exigencia de tiempo
mínimo de exposición tomando en cuenta la influencia derivada de las circunstancias concretas de carga
térmica.
Situación necesaria para que los mecanismos fisiológicos de la termorregulación del cuerpo humano sean
capaces de llevar al organismo a un estado de equilibrio térmico entre la ganancia de calor (de origen
ambiental y metabólico) y la eliminación de este.
Ejemplo: de estos dos últimos casos, trabajadores en acerías (Acindar, Siderar), quienes, además de
efectuar sus tareas parados, deben cargar con grandes pesos y se encuentran expuestos a altas temperaturas,
sobre todo los que se encuentran en los sectores de hornos.
También indica el decreto 49/2014 que, en los casos de bipedestación con portación de cargas y con
exposición a carga térmica, se considerará pauta referencial para definir una situación de bipedestación
prolongada aquella en que el trabajador deba permanecer de pie más de dos horas seguidas en su jornada
laboral habitual de la actividad definida legal o convencionalmente. No obstante, en cuanto al límite mínimo
indicado, serán evaluados por las Comisiones Médicas aquellos casos especiales en los que, aun mediando un
período inferior de bipedestación, concurran condiciones de trabajo susceptibles de originar causalmente la
dolencia.
Quizás la inclusión de esta patología resultó acertada y es el único punto positivo del decreto 49/2014.
Pero no deja de verificarse que hay que esperar 3 años como mínimo para que se relacione la patología con las
labores (dejando afuera la aparición de las várices a los dos años y medio) y que la exigencia de tiempo exige
un plus probatorio en los casos de bipedestación con carga, expuesta a ambientes térmicos adversos.
c) Agente: carga, posiciones forzadas y gestos repetitivos de la columna vertebral lumbosacra
La única enfermedad incorporada a través de la norma fue la hernia discal lumbosacra (L5-S1) con o sin
compromiso radicular y que afecte a un solo segmento columnario.
El agente de exposición en este caso serán aquellas tareas que requieren movimientos repetitivos y/o
posiciones forzadas de la columna vertebral lumbosacra que en su desarrollo requieren levantar, trasladar,
mover o empujar objetos pesados.
Ahora bien, para comprender lo qué es una hernia, puede decirse primeramente que, entre las vértebras
existen unos discos cartilaginosos rellenos de sustancia gelatinosa que sirve de amortiguación y fijación,
además de permitir ligeros movimientos entre ellas.(10)
La hernia discal se presenta cuando hay una herniación o salida del contenido del interior del disco
vertebral (núcleo pulposo gelatinoso) hacia el exterior comprimiendo diferentes estructuras nobles como los
nervios o raíces nerviosas.
Esta herniación del núcleo pulposo puede comprimir bien a la médula, si es una hernia central, o bien a la
raíz nerviosa que se encuentra a un lado y a otro de la vértebra (la hernia más común), provocando la
contractura refleja de los músculos de la zona, y como consecuencia puede generar diferentes síntomas en la
pierna (si es una hernia discal lumbar) o en el brazo (si es hernia discal cervical).
Las hernias discales se suelen producir en la región lumbar (95% L4-L5 y L5-S1). Otro lugar bastante
común es la región cervical (C5-C6, C6-C7).
Es decir, y reitero, el lugar más común para que se produzca una hernia de disco es el segmento L4-L5 o
el L5-S1, debido al rango de movimiento y a la cantidad de peso que estos segmentos soportan. Cuando el
disco se hernia, la parte interna se filtra y toca la raíz nerviosa cercana, lo cual hace que el dolor se irradie
hacia la parte baja de la espalda o hacia abajo en la pierna.(11)
La hernia no solo puede ser dolorosa, sino que puede alterar la fuerza, sensibilidad y control de los
esfínteres, según su localización.
Las estadísticas hablan de que, entre el 30% y el 50% de las personas sanas, tiene una o varias hernias
discales y no lo saben porque no les causan ningún problema. Incluso cuando existen síntomas de dolor, lo
normal es que se pueda resolver sin operar, usando otros tratamientos.
Los síntomas de una hernia discal pueden ir desde absolutamente nada hasta síntomas muy incapacitantes
y muy incompatibles con la vida diaria.
Volviendo a la norma, y luego de esta explicación, nos encontramos que también exige un período durante
el cual las tareas que contempla el ítem del decreto deben ser ejecutadas, el cual no debe ser inferior a tres
años cumplidos en forma continua o discontinua mediante el desempeño en jornada habitual completa definida
legal o convencionalmente. También indica que tal plazo será proporcionalmente ajustado a las circunstancias
del caso cuando el trabajador preste servicios con arreglo a regímenes de jornada reducida o a tiempo parcial.
El decreto conceptualiza lo que debe entenderse por “gestos repetitivos”, como aquellos movimientos
continuos y repetidos efectuados durante la jornada laboral en los que se utilizan un mismo conjunto osteo-
mio-neuro-articular de la columna lumbosacra.
A la par, señala las “posiciones forzadas” como aquellas en las que la columna lumbosacra deja de estar
en una posición funcional para pasar a otra inadecuada que genera máximas extensiones, máximas flexiones
y/o máximas rotaciones osteo-mio-neuro-articulares durante la jornada laboral.
Luego de este examen no puedo dejar de señalar que se han dejado de lado parte de las lesiones más
comunes: la L4-L5 y el segmento de la columna cervical.
Si bien respecto a esta última podría llegar a encuadrarse en lo que ya estaba enlistado como síndrome
cérvico braquial, no es menos cierto que tampoco se está haciendo referencia a una hernia cervical
propiamente dicha, por lo que su encuadramiento o no estará en manos de los médicos de Comisión Médica o,
en su caso, de los tribunales correspondientes.
Tampoco puede obviarse que la afección en las cervicales es propia de aquellos trabajadores que efectúan
labores como administrativos que pasan mucho tiempo sentados, por ejemplo, cuya causa es la mala postura,
siendo entonces una patología común en estos días.

IV - DE SU IMPLEMENTACIÓN Y OTRAS NORMAS

El decreto indica que los valores límites de las tareas habituales en relación con el peso y tiempo de
ejecución durante la jornada laboral son los referidos en las tablas 1, 2 y 3 del Anexo I de la resolución
(MTESS) 295/2003.
Asimismo, ordenó a la Superintendencia de Riesgos del Trabajo dictar las normas complementarias
tendientes a definir los valores límites de las tareas habituales en relación con el peso y tiempo de ejecución
para aquellos movimientos (traslado, empuje o arrastre de objetos pesados) no contemplados en la resolución
citada.
Es así que la resolución (SRT) 886/2015 unificó los criterios para la prevención de las enfermedades
profesionales relacionadas con los trastornos musculoesqueléticos, hernias inguinales directas, mixtas y
crurales, hernia discal lumbosacra con o sin compromiso radicular que afecte a un solo segmento columnario y
várices primitivas bilaterales desde una metodología de abordaje de origen multicausal.
De tal modo incorporó el uso de un protocolo estandarizado para facilitar la evaluación de los factores de
riesgo, el estudio ergonómico y la identificación de las medidas correctivas y preventivas, conformado por
cuatro planillas a los fines de: a) identificar factores de riesgo; b) evaluar inicialmente los factores de riesgo; c)
identificar las medidas preventivas generales y específicas; d) efectuar un seguimiento de las medidas
correctivas y preventivas.
Por su parte el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social dictó la resolución 3345/2015 sobre
cargas máximas.
Tampoco puede dejarse de lado que en el artículo 3, decreto 49/2014, a fin amalgamar lentamente las
nuevas enfermedades, se ordenó que “el costo de las prestaciones otorgadas por enfermedades que se
incluyan a partir de la fecha de vigencia de la presente incorporación en el listado previsto en el artículo 6,
apartado 2.a), de la ley 24557 serán abonadas por el Fondo Fiduciario de Enfermedades Profesionales
[conforme art. 2, inc. c), D. 590/1997 y su reforma por D. 1278/2000]; en un ciento por ciento el primer año y
un cincuenta por ciento el segundo año, a contar desde su inclusión en el Listado de Enfermedades
Profesionales. A partir del tercer año, las prestaciones estarán íntegramente a cargo de las aseguradoras de
riesgos del trabajo”.
Por lo que, ya en estos días, las aseguradoras de riesgos estarían haciéndose cargo de los pagos en su
integralidad de las prestaciones médicas y dinerarias.

V - LO QUE EL SISTEMA DE RIESGOS SIGUE DEJANDO DE LADO


No puede obviarse que la incorporación de estas patologías ha sido, a pesar de la crítica efectuada, un
avance, aunque pequeño, en lo que refiere a la incorporación de enfermedades con origen laboral.
Pero hay dos puntos que siguen sin tenerse en cuenta:
a) Los convenios 155 y 187 de la OIT
El convenio 155 sobre seguridad y salud de los trabajadores del año 1981 ha sido ratificado por Argentina
mediante la ley 26693, donde se determinó que su entrada en vigor sería a partir del 13/1/2015.
En dicho convenio se expresó que el concepto salud, en relación con el trabajo, abarca no solamente la
ausencia de afecciones o de enfermedad, sino también los elementos físicos y mentales que la afectan y que
están directamente relacionados con la seguridad e higiene en el trabajo. Y más en precisión, el Protocolo de
2002 de la OIT define en su artículo 1 a la enfermedad profesional como “toda enfermedad contraída por la
exposición a factores de riesgo que resulte de la actividad laboral”. Es decir, contempla un concepto amplio
frente a la restricción que impone nuestra normativa local.
Por su parte, el convenio 187 sobre marco promocional para la seguridad y la salud en el trabajo,
ratificado por nuestro país por ley 26694, va de la mano con el convenio 155.
Tal como menciona Schick, el listado confeccionado por la OIT “incluye una serie de enfermedades
profesionales reconocidas internacionalmente, desde las causadas por agentes químicos, físicos y biológicos
hasta aquellas de origen respiratorio y de la piel, trastornos del sistema osteomuscular y cáncer profesional.
Por primera vez se han incluido de manera específica en la lista de la OIT los trastornos mentales y del
comportamiento. En las secciones de la lista se incluyen además puntos abiertos en todas las secciones, que
permiten el reconocimiento del origen profesional de enfermedades que no figuran en la lista, siempre y
cuando se haya establecido un vínculo entre la exposición a los factores de riesgo que resulte de la actividad
laboral y las enfermedades contraídas por el trabajador”.(12)
Lo dicho por el jurista da el pie para tratar el otro punto que considero se está olvidando la legislación
argentina:
b) Las patologías psicológicas y psiquiátricas
Se sigue omitiendo considerar como agente de riesgo el trabajo en sí mismo y las consecuencias
psicológicas del mismo.
El decreto 658/1996 solo contempla los padecimientos psicológicos que sean consecuencias
postraumáticas o presenciales de un accidente, pero nunca que el origen de la afectación mental esté dado por
un trabajo que exija un plus de presión psíquica.
En el contexto social que nos enmarca no puede soslayarse la existencia de tareas más estresantes que
otras. Entre ellas podemos mencionar a quienes laboran en bancos -casos de gerentes que colapsaron durante
la crisis del año 2001-, en call centers -empleados sometidos a presión de ventas o a la recepción de quejas de
modo permanente-, a los maestros -alumnos con complicaciones de comportamiento, padres que se enfrentan
con violencia hacia ellos-, quienes manejan transportes de caudales -el miedo constante de ser robados-, los
choferes de larga distancia -la presión de ejercer viajes sin descansos-, los trabajadores de la salud -médicos,
enfermeros que trabajan con el dolor- y los de la fuerza de seguridad -y su miedo constante a enfrentamientos
armados y a intervenir en la comisión de delitos-, entre otros.
De cada uno de ellos podemos encontrar casos en la jurisprudencia donde han sido los jueces quienes
determinaron la relación de causalidad entre la tarea estresante (sin dejar de remarcar que hay una delgada
línea con la mera sobrecarga de tareas) y la patología mental del trabajador.
El estrés es considerado como “aquellas situaciones en la cuales las demandas externas (sociales) o las
demandas internas (psicológicas) superan nuestra capacidad de respuesta. Se provoca así una alarma orgánica
que actúa sobre los sistemas nerviosos, cardiovascular, endocrino e inmunológico, produciendo un
desequilibrio psicofísico y la consiguiente aparición de la enfermedad”.(13)
Ello, llevado dentro de un contexto laboral, se reflejaría en la situación de un trabajador frente a distintos
factores externos que lo lleven a un extremo tal que no tenga la capacidad de enfrentarse a ellos y como
consecuencia tenga reacciones tanto físicas como mentales.
¿Cómo se prueba el estrés laboral? Debe acreditarse que la tarea llevada a cabo por el trabajador exige
una situación de sobrecarga física, mental y ambiental mayor que la normal.
Un ejemplo de estrés laboral sería el síndrome de burnout o síndrome del trabajador quemado, que
pueden sufrir aquellos empleados que se encuentren efectuando atención al público. Este tipo de puestos, en
muchas ocasiones, van acompañados de una sobrecarga laboral (por ejemplo, por una exposición continua a
reclamaciones o quejas de clientes), lo que genera una situación de estrés permanente y acumulativo en el
empleado. De tal modo, el trabajador pierde motivación y genera una dinámica mental negativa.
Otra de las causas productoras de daños mentales es el mobbing, también conocido como acoso laboral o
acoso moral. Es la acción de un acosador o acosadores sobre una víctima, con el fin de producirle miedo hacia
su lugar de trabajo. La víctima recibe una violencia injustificada de tipo psicológico, manifestada a través
de actos hostiles que pueden prolongarse durante meses o incluso años y, en los casos más graves, se puede
llegar a la violencia física o sexual.
En este punto lo que se ha evaluado en la jurisprudencia es su difícil prueba, toda vez que el ejercicio del
acoso sobre el trabajador (ya sea por sus superiores o por compañeros de trabajo) siempre es solapado o sin
testigos. Asimismo, existen casos en los que la víctima sufre acoso sin saberlo, pensando que es una parte de
su trabajo que debe soportar.
En el mobbing existe un “acosador” o culpable que conscientemente y con intención de generar un daño
ejerce una presión, pero en el estrés laboral son las propias tareas y/o el ambiente hostil lo que genera la
patología.
No resulta ocioso traer a colación una resolución de Superintendencia de Riesgos del trabajo de reciente
aparición, “Protocolo de Estudios Obligatorios Mínimos para la valoración del daño corporal y para la
determinación de la incapacidad”, Nº 886/2017 (BO: 26/9/2017), la que, en los que interesa en este artículo,
trata la evaluación del daño psíquico en enfermedades psiquiátricas. De tal modo dichos parámetros podrían
ser útiles para los operadores del fuero, a fin de poder demostrar y/o exigir la relación de causalidad entre
tareas realizadas-ambiente hostil y daños psíquicos.
Destaco que dicho protocolo es para las patologías enlistadas (es decir, las postraumáticas) pero no deja
de ser una herramienta útil (por ejemplo, para formular puntos de pericia) frente a daños psicológicos que
deban ocurrir necesariamente ante la justicia para que sea reconocido como enfermedad profesional.
Es así que la normativa exige la presentación de test: a) de Bender, de Rorscharch, HTP y persona bajo la
lluvia, desiderativo si lo hubiera y cualquier otra prueba que se haya suministrado.
Para la valoración del daño psíquico se tendrán en cuenta las siguientes dimensiones:
a) Magnitud de la contingencia: mecanismo del siniestro así como exige la evaluación del damnificado que
haya sufrido una agresión con arma de fuego o elemento punzante. No se agregan los mecanismos que ya
se incluyen por las secuelas físicas resultantes (incendio, atrapamiento, caída de altura, etc.).
b) Gravedad de las lesiones y secuelas físicas:
I. Amputaciones o pérdida de la función de algún miembro. II. Quemaduras graves. III. Pérdida de la
vista total o lesión ocular grave. IV. Traumatismo de cráneo con pérdida de conocimiento. V.
Intoxicaciones que afecten el sistema nervioso central.
c) Convalecencia prolongada.
En los casos señalados, la aseguradora o empleadora autoasegurada deberá presentar el estudio
consistente en psicodiagnóstico, aunque no devengue incapacidad del resultado del mismo.

VI - CONCLUSIONES

En síntesis, no podemos decir que todos los casos de hernias inguinales, patologías columnarias y várices
han sido incluidos en el año 2014. Sino que, para que cada patología se coteje con el listado de las
enfermedades del sistema, deberán darse varios requisitos y, en caso de que uno falle la enfermedad deberá
reclamarse por otro medio (lo que acarrea un plus probatorio) y no por el administrativo.
Como se advierte, lo que se ha incluido a través del decreto 49/2014 en la mayoría de los casos no es lo
usual, sino que se han quedado afuera las hernias cervicales, la afección a las vértebras L4-L5 y las hernias
indirectas.
Ante un caso de enfermedad profesional, entonces, se aconseja verificar de qué patología estamos
hablando, cotejarla con el listado y verificar que todos los extremos que solicita el decreto estén dados, si no,
se deberá “enlistar” de modo administrativo o judicial.
Hay avances legislativos, pero a paso lento. La normativa internacional contempla conceptos amplios y
conviene con los países la posibilidad de emplear políticas de seguridad en el trabajo y Argentina no puede
hacer caso omiso porque ha ratificado los convenios de la OIT sobre el tema. Pero hasta hoy no ha modificado
el listado ni el concepto de enfermedad profesional.
Asimismo, se deberá seguir aguardando que las patologías mentales cuyo agente de riesgo sea el
ambiente hostil de trabajo y el consecuente estrés laboral sean contempladas por la legislación y de tal modo
resguardar aún más al trabajador, de tener las intenciones, desde todos sus frentes.

Notas:
(*) Abogada relatora de la Cámara de Apelación en lo Laboral de Rosario, Sala II. Especialista en Derecho del Trabajo,
UNR
(1) “Silva, Facundo c/Unilever de Argentina SA” - CSJN - 18/12/2007 - Cita digital IUSJU064466B
(2) Duque Ramírez, Luis Guillermo y Rubio Vanegas, Humberto: “Semiología médica integral” - 1ª ed. - Editorial
Universidad de Antioquia - 2006 - Consultado el 9/2/2018
(3) Chávez Tapia, Norberto C.; Ornelas Arroyo, Sofía y Uribe, Misael: “Apuntes de gastroenterología” - 1ª ed. - 2015 -
Consultado el 9/2/2018
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(9) “Paglialunga, Norberto c/Asociart ART SA s/cobro de pesos” - CAL Rosario - Sala II - 21/4/2016
(10) www.fisioterapia-online.com (consultado el 11/2/2018)
(11) www.spine-health.com (consultado el 11/2/2018)
(12) Schick, Horacio: “Las enfermedades laborales y la reparación extrasistémica en el contexto de vigencia de la ley
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(13) López Rosetti, Daniel: “Estrés: epidemia del siglo XXI. Cómo entenderlo, entenderse y vencerlo” - Ed. Lumen - 3ª
ed., cit. por Schick, Horacio: “Mobbing, discriminación y hostigamiento como causante de enfermedad laboral
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