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PROBLEMAS Y DESAFÍOS EN EL PERÚ ACTUAL

Sesión 2

AsA
Tema Aspectos políticos de la República Aristocrática ((1895 – 1919)
Al flos
Logro Los estudiantes reconocen las principales características de la política aplicada
durante el período histórico denominado República Aristocrática (1895-1919).

A partir de lo desarrollado en la sesión y la lectura del siguiente texto, contesten las preguntas
planteadas.
1. ¿Cómo se puede definir la República Aristocrática?
2. ¿Cuáles son las características políticas de este periodo?
3. ¿Por qué se puede afirmar que la oligarquía se comportó como una clase dominante?
4. ¿Cuáles son las características que se le pueden asignar a la oligarquía?
5. ¿Cuál es la interpretación de Alfonso Quiroz sobre el concepto de República
Aristocrática?
6. ¿Cuál es el balance que hace Carlos Contreras sobre la oligarquía?

Años atrás, en su conocido libro sobre la Historia de la República, Jorge Basadre acuñó el concepto
de República Aristocrática. Con ese título, Basadre analizó los años que van de 1895 a 1919. El
gran historiador tacneño pensaba que la época había estado dominada por un grupo de grandes
familias que dispusieron tanto del poder político como del económico. Estas familias estaban
estrechamente emparentadas y formaron un círculo cerrado que poseía una mentalidad
aristocrática. Esta República Aristocrática (1895 - 1899) es un periodo de estabilidad en la que
hubo sucesiones presidenciales a través de elecciones. Esa estabilidad estuvo dada por un partido,
el Partido Civil. La ausencia de modernidad o modernización del Partido Civil es lo que explica esta
imagen de la República Aristocrática.

Este periodo logró una superior estabilidad política que la habitual en el Perú de entonces. Con
alguna excepción, la conducción política de aquellos días estuvo a cargo del Partido Civil. Era el
segundo partido con ese nombre. Fue liderado por una nueva generación, distinta a los
fundadores que ejercieron el poder en los 1870 con Manuel Pardo a la cabeza, fundador del
Partido Civil.

Cuando hablamos de una época de estabilidad no quiero que pensemos en un orden suizo y en
una democracia ideal. Había muchos conflictos sociales y políticos que tenían que resolverse de
formas poco católicas. Esto es con el uso de soldados y violencia, pero la expansión económica
ayudaba a resolver, por lo menos en el corto plazo, parte de estos malestares.

El concepto de República Aristocrática fue profundizado por los historiadores Alberto Flores
Galindo y Manuel Burga en un libro publicado en 1980. En ese texto se razonaba sobre la
naturaleza de la clase dominante peruana, argumentando que no había sido dirigente. Es decir,
que los poderosos habrían desplegado su liderazgo social y económico en forma cerrada y
excluyente, pero que a la vez se habían subordinado a las grandes inversiones de origen
extranjero.
Era una clase rentista, como se dice frecuentemente, que vivía de las renta de las haciendas alto
andinas o costeñas. También había emprendimiento en algunos actores de este grupo civilista.
Habría que recordar a Felipe Pardo, hijo de Manuel Prado, en la modernización de la hacienda
Tumán y lo que la hacienda Tumán va a ser después: una hacienda moderna y modelo, y las
haciendas que están cercanas como Cayalti, Patapo y Pucalá que también se modernizan como
consecuencia de la obra emprendedora de Felipe Pardo.

Los señores de la época habrían sido autoritarios y cerrados adentro del país y, al mismo tiempo,
abiertos y entreguistas con el de afuera. De esta manera, la clase dominante habría sido
aristocratizante en el sentido que era rentista, ociosa y dedica a los placeres mundanos. Es más, la
condición de subordinada dentro de su propio país fue adquirida por la clase dominante
precisamente en estos estos años. De acuerdo con esta interpretación, el Contrato Grace, firmado
por Cáceres en 1899, permitió la invasión del capital extranjero y la subordinación del Estado y del
capital nacional frente al imperialismo.

La República Aristocrática es bastante compleja. Si había señores notables, como los señores del
siglo XIX, también había algunos que se encaminaban hacia una conducta burguesa y
modernizadora. Hacia fines de los 80, el concepto de la República Aristocrática fue cuestionado y
sometido a revisión. El historiador Alfonso Quiroz encontró una clase dominante nacional bastante
activa y emprendedora. En su interpretación, después de la Reconstrucción que siguió a la Guerra
del Pacífico, la economía nacional se liberó del rentismo propio del guano. Esa excesiva
dependencia en un solo producto de exportación, el guano, estaba impidiendo el despegue
capitalista del país. Por ello, los años finales del siglo XIX y el comienzo del siglo XX, fueron duros
porque el país recién salía de la derrota, pero, a la vez, fueron años signados por el despertar del
capitalismo. El signo de los tiempos no sería entonces la perpetuación de la mentalidad
aristocrática sino el desarrollo de la iniciativa capitalista

Hay que reconocer las dos cosas, que era un grupo oligárquico, pequeño y, como tal, los lazos
matrimoniales y amicales le daba un carácter cerrado. En ese sentido podríamos refrendar que era
un grupo cerrado, oligárquico y que manipulaba la política. Pero, por otro, es cierto que tenía un
espíritu empresarial capitalista que haría que la palabra aristocrático no sea muy adecuada

Un conjunto de instituciones científicas y económicas venían a confirmar el particular dinamismo


de los señores de la época. El espíritu emprendedor capitalista habría asomado de una manera ya
moderna en el Perú de esos días. Esta perspectiva ha sido reforzada por los estudios que el
historiador Carlos Contreras le ha dedicado al periodo, concebido como el despunte del
capitalismo peruano.

Según Contreras, los oligarcas consiguieron la recuperación de la economía peruana tras la


catástrofe de la guerra con Chile. El mencionado historiador agrega “creo que el logro de esa
generación empresarial seria ese. Después muchas de esas empresas, sobre todo en el campo de
la minería, pasaron a manos de empresas extranjeras. Ese podría ser su pecado: haber cedido su
rol a las empresas extranjeras”.1

El pensamiento oligarca

¿Qué elementos definirían a esta mentalidad oligárquica? En primer lugar, el catolicismo. La


religión, como en la época colonial, se encuentra presente en los principales actos de la vida social.
Es uno de los instrumentos que vinculan a los oligarcas con las clases subalternas (…) Las grandes
haciendas costeñas, como en sus similares andinas, encontramos una capilla y un santo patrón
que originaba una festividad anual en la que participaban todos con un mismo fervor cristiano (…)
El catolicismo protegía a la sociedad oligárquica de cualquier amenaza externa proponiendo un
ideal de “perfección” y “ventura” individual.

El catolicismo conservador estuvo acompañado por una “concepción señorial” de la sociedad. La


condición de oligarca no solo nacía de la posesión de determinados bienes: contaba también la
pertenencia a una determinada familia. Pero esto último no era solo un problema biológico o la
herencia de un apellido: significaba asumir un determinado comportamiento donde contaban la
“moralidad”, el respeto “de sus iguales” y la obediencia de sus “subalternos”. Este sentimiento
señorial terminó invadiendo la vida cotidiana. Una anécdota puede ayudar a ilustrar el peso de su
influencia: por 1900 la familia Porras Barrenechea habitaba en Barranco y en los meses de verano
acostumbraban don Guillermo Porras y su señora, doña Juana Barrenechea, pasear alrededor de
un parque cercano, como lo hacían otras familias que frecuentaban ese balneario; una noche en la
banca que ellos acostumbraban ocupar en el parque se encontraba otra pareja la que se había
sentado allí a pesar que los Porras tuvieron la precaución de enviar antes a una criada a reservar
una banca en un parque que se suponía público. Este incidente dio lugar a un intercambio de
expresiones con los “intrusos” que obligó a su vez a un mutuo desafío a duelo entre el Sr. Porras y
el Sr. del Campo, que así era como se apellidaba el inesperado ocupante de la banca. El duelo
terminó con la absurda muerte de Guillermo Porras. Pero ese no fue un caso singular, ni raro; la
caballerosidad llegaba al extremo de obligar a morir por nimiedades (…).

Las concepciones señoriales exigían que no se ocultara la pertenencia a una clase social. Todo lo
contrario: debía exhibirse como signo de prestigio y mecanismo de dominación. Es por eso que el
esplendor de la oligarquía fue sellado con el implemento de un consumo lujoso y de una vida
articulada en torno a la ostentación (…)

Junto con la caballerosidad, las relaciones entre la oligarquía (y al lado de ella también los
gamonales) y las clases populares estaban regidas por la combinación entre violencia y
paternalismo. El paternalismo era la derivación lógica de la privatización de la vida política y existía
gracias al débil desarrollo del Estado y de sus aparatos ideológicos o represivos. Expresaba de una
manera muy evidente el lugar privilegiado que tenía las relaciones personales que posibilitaban la
comunicación entre el propietario y sus trabajadores, impidiendo paralelamente la comunicación

1
Transcripción del video La República Aristocrática bloque 1 del programa Sucedió en el Perú
https://www.youtube.com/watch?v=8rvh8V-8X-8&index=1&list=PLF66866DF9C5A52D9
en la base: en otras palabras, lo que Julio Cotler ha denominado el “triángulo sin base”, es decir, la
comunicación de arriba hacia abajo y no entre los de abajo.

El paternalismo, aunque parezca contradictorio en una primera impresión, era acompañado por el
racismo. El poder omnímodo del propietario para dirigir la empresa y administrar justicia-exigía
admitir su superioridad y la condición inferior del indio. Se consideraba al indio producto de una
serie de degeneraciones. Un ser inferior al que había que explotar o proteger, pero al que no s ele
podía conceder los mismos atributos que a los ciudadanos: de hecho, el “analfabetismo” ayudaba
a justificar su completa marginación de la vida política.

(…)

La familia fue la cédula central de la sociedad oligárquica. Todavía persistían elementos de la


familia extensa. Las alianzas matrimoniales eran un mecanismo que aseguraba la pertenencia a
una clase social. Al igual que la nobleza colonial la oligarquía tuvo rasgos endogámicos. Es por eso
que los matrimonios eran cuidadosamente sopesados y nacían luego de un prolongado noviazgo,
en el que era decisiva la voluntad de los padres.

La intolerancia y la fuerte tendencia represiva de la oligarquía mostraba los temores de una clase
que se sabía numéricamente reducida, con un poderío económico solo aparente, rodeada de una
masa indígena y campesina a la que despreciaban para ocultar el temor que los asediaba.

(…) La oligarquía terminó construyendo-para difundirla luego a otras capas sociales-, una imagen
mitificada de la historia peruana en la que se exaltaban los elementos hispánicos (por occidentales
y cristianos), mientras se disminuía, menospreciaba o en todo caso, se omitía la tradición indígena,
para ellos el proceso histórico peruano aparecía nítidamente definido, la nación existía, el Perú era
una unidad: en cierta manera, ellos eran el Perú, así lo creyeron. (Burga y Flores Galindo 1991: 91-
97)

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