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Reflexiones sobre la ética medica:

Ser médico
Dr. Manuel López Martínez 1

INTRODUCCIÓN: relación tendrá lo que seamos capaces de lograr


Recientemente, el fraterno Dr. Manuel López Martínez, con una buena comunicación, maestría profesio-
colaborador habitual de esta publicación, nos envió, en nal y calor humano en la atención.
forma de carta al editor, la presente comunicación, que
contiene una profunda reflexión sobre el tan llevado y “El síntoma se haya dentro
traído tema de la “excelencia” en la actividad médica.
Por su importancia, la ofrecemos íntegra, a continua- del cuerpo del enfermo y el
ción, a nuestros lectores, con la seguridad de que consti- signo en la cabeza del mé-
tuye una incitante invitación al análisis (N. de la Red.).
dico”.
Hace algunos años, atendía a un niño con el diag- Prof. Dr. Federico Grande Rossi.
nóstico de retardo mental moderado. Cuando era
ya un joven y acudía a la consulta programada, Cuba, 1866 – 1942
me decía: “Necesito una rastra de cariño” y me
abrazaba. Existen también “rastras” de letra impresa,
Es precisamente de eso de lo que estamos respecto de este tema. Académicamente vale, como
carentes: Todos tenemos necesidad de “rastras” de complemento teórico, siempre conveniente en la
afectos, de cariño y de amor al prójimo, en nues- adquisición de los conocimientos; pero no basta.
tra profesión; de descargarlas en la relación mé- El ejercicio de la medicina junto al enfermo y por
dico-paciente, mediante la aplicación sistemáti- éste es, en su praxis, Ciencia y Arte. Parte impor-
ca del método clínico en cada uno de nuestros tante de este arte, es la comunicación, que tanto
enfermos, esas personas que acuden a nosotros en enaltece cualquier relación humana; mucho más
busca de asistencia. la médico-paciente, por los matices que la codifi-
Que la persona enferma no sea una moles- can. Y será ésta la piedra angular de todo propó-
tia; si lo sentimos así, hemos dejado de ser médi- sito ético para alcanzar los objetivos que nos ha-
cos. Porque el paciente tiene que ser un estímulo yamos propuesto en particular con ese prójimo
permanente para ser mejores cada día. La ética enfermo.
médica tiene que estar presente desde el primer El médico, en su ejercicio junto al enfermo,
encuentro con la persona enferma y estamos obli- tiene que actuar con una adecuada certidumbre
gados a escucharle con toda atención; hacer que moral en su quehacer ante esa persona. Eso impli-
cada visita suya a la consulta, o nuestra a su le- ca asumir una actitud moral; de lo contrario, no
cho de enfermo en la sala hospitalaria, sea un diá- estará profesando la medicina: será sólo un técni-
logo y un encuentro entre dos personas. Si logra- co que repara algo que no funciona. Los avances
mos eso, la relación entre el paciente y el agente tecnológicos han contribuido, en buena parte, a
de salud será un tributo a la dignidad humana tomar esta posición. La moral asumida ante la
de cada uno de los protagonistas. No nos acerca- persona enferma es el hilo conductor para alcan-
mos a un órgano enfermo, sino a una persona que zar una fructífera y efectiva relación médico-pa-
sufre; en este encuentro, ganamos más que el pa- ciente. Ésta no es sólo un proceso cognoscitivo en
ciente: éste nos ayuda a ser más humildes y a cre- pos de un diagnóstico: en lo fundamental, consis-
cer como personas en nuestro rol. te en lograr un encuentro interhumano en esa re-
En esa estrecha relación, donde se pone en lación; en tender puentes de afectividad donde
juego la dignidad y el respeto del médico y la del ponemos aprueba nuestra condición humana.
paciente –cada uno en su espacio y su dimensión En esta relación ocupan un lugar la persona-
existencial- se crean las bases para lograr la afec- lidad del médico –del agente de salud- y la perso-
tividad, empatía y confianza mutua que debe fluir nalidad del paciente. Cada uno juega un rol par-
de esa relación para llegar al diagnóstico. ticular desde la óptica de su situación específica,
La confianza y la estimación de la persona apremiante a veces, existencial y diferente siem-
enferma, aseguran que ésta nos otorgue su acep- pre. De no ser así, esta relación no sobrepasa la
tación a las indicaciones que le hagamos. Esta que se establece entre una mascota y su dueño,
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por más que aquella mueva la cola. No tener en que llega con frecuencia? Al movilizar, en torno
cuenta en el ejercicio clínico estas normas que lo al paciente (persona) cada vez más medios técni-
sustentan y que constituyen un imperativo ético cos y, con ellos, más soledad, hacemos abstrac-
de nuestra profesión, es causa no poco frecuente ción de su universo mental, cultural, religioso; de
de iatrogenia. sus propias fuerzas psíquicas, morales y espiritua-
Cuando postulamos “Primero no hacer les, más allá de su dignidad, de su voluntad, de
daño”, expresamos un concepto moral, ya que su entorno afectivo y asistencial, del sentido que
nuestro trabajo es con personas y nuestra inten- esta persona enferma da a su vida y enfrenta a la
ción es hacerlas felices, ayudarlas a soportar su muerte.
sufrimiento, hacerles el bien, aliviar, sanar, curar ¿No se franquea, en no pocos casos, la línea
cuando sea posible, consolar siempre. roja de la deshumanización?
El ejercicio de la medicina clínica, cuyo ob- Ser médico, exige de los que profesamos esta
jeto-sujeto es la persona, en lo general y en lo par- Ciencia-Arte, junto al enfermo, prestigio profe-
ticular no debe, en su accionar, dejar de tener pre- sional, calificación técnica, respeto a la dignidad
sente la dignidad de la persona enferma. La praxis humana, amor al prójimo; retomar el legado de
médica es, por naturaleza, un ejercicio moral. Esas Hipócrates y prodigar “rastras de amor y cariño”
fuerzas morales tienen que enfrentar hoy día la a nuestros pacientes.
avalancha de la tecnología médica que, mal em-
pleada, no sólo nos deshumaniza, sino que lesio- “La relación médico-pacien-
na y destruye las raíces éticas de esta profesión.
te es una relación de natura-
“Nunca como hoy, la medici- leza especial, entre una con-
na ha estado tan cercana a la fianza y una conciencia”.
enfermedad y tan lejana del K. J. Wojtyla.
enfermo”. (Juan Pablo II)
Corrado Viafora.
1
Especialista de Primer Grado en Neurología y de Segundo
Grado en Salud Pública. Licenciado en Historia. Profesor
A nadie se le ocurre negar los beneficios – Auxiliar e Investigador Agregado del Instituto Nacional de
inmensos en ciertos casos- de la medicina moder- Neurología y Neurocirugía. Museo Nacional de Historia de la
na y de su apabullante tecnología. Pero, ¿cómo Ciencia Carlos J. Finlay.
no ver los excesos a los que puede conducir y a los
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