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Los países podrían continuar regulando sus transacciones bien usando las reservas
en divisas, que podrían mantener en unas cantidades límite que no sobrepasaran
«el fondo de circulación» necesario, bien comprando divisas contra su moneda en
los mercados de cambios, que como consecuencia subsistirían. La compensación
sería, pues, facultativa. Esto acabaría por hacer de la reunión una verdadera banca,
que registraría en su pasivo las cuentas acreedoras de los países excedentarios ‐
lo que sería para ella sus depósitos‐ y en su activo las cuentas deudoras de los
países deficitarios ‐que constituirían sus créditos‐o Se hallaría así una relación entre
créditos y depósitos que permitiría a la unión crear moneda ex nihilo ‐pues estas
cuentas en bancos constituirían una verdadera moneda‐ dentro de los límites
establecidos
Cada país deficitario podría tener su cuenta deudora, pero hasta un límite igual al
total de su cuota. A todos los países se les atribuiría una cuota que podía ser
inicialmente fija, por ejemplo, según Keynes, en el 75 % del valor medio de sus
exportaciones e importaciones durante los tres años anteriores a la guerra. Pasado
el periodo de transición, estas cuotas serían rectificadas cada año
automáticamente, en función de la evolución del comercio exterior de cada país.
Estas cuotas no suponen un depósito, y el crédito obtenido es un verdadero
descubierto. Pero su progresión tiene un límite: cuando el saldo deudor de un país
alcanza un cuarto de su cuota sobre una media de dos años, éste tendrá el derecho
de devaluar su moneda respecto al banco y por tanto frente al resto de
monedas‐ solamente el 5 %, excepto si hay un acuerdo de la unión. Si el saldo
deudor alcanza el 50 % de la cuota, la unión podrá exigir el depósito de garantías,
que podrán ser en oro, divisas, moneda nacional o deuda pública. La unión podrá
no autorizar el traspaso de este porcentaje de garantías si no se cumple una serie
de medidas como una devaluación de la moneda, un control sobre la salida de
capitales si no existe una regulación inmediata sobre el oro, u otra forma de reserva
para reducir el saldo deudor. Por último, si el saldo sobrepasa los tres cuartos 3 de
la cuota como media en un año, si parece excesivo a la unión en comparación con
el conjunto de cuentas deudoras o progresa rápidamente, el país podrá ser invitado
a tomar las medidas necesarias para mejorar su posición. Si el saldo no se reduce
en dos años, la unión podrá declarar al país fallido. En definitiva el acceso al crédito
es fácil, pero debe estar bien controlado y supone que los países excedentarios a
través de la unión en la que disponen de su propia cuenta, concedan estos créditos.
‐ No hay un límite absoluto al saldo acreedor. El país excedentario que no toma las
medidas adecuadas ve cómo aumenta indefinidamente su crédito sobre la unión.
‐ Las cuentas acreedoras no son convertibles en oro. Mientras que el país deficitario
puede ser obligado a regularse en oro, el país excedentario no puede nunca
recuperar su deuda, que está pura y simplemente bloqueada.
‐ La unión podría efectuar una deducción sobre los saldos acreedores para financiar
a los organismos internacionales la asistencia o a un comité de inversiones.
El Plan White
Como el Plan Keynes, el Plan White no se puede entender más que como referencia
a la situación de Estados Unidos al final de la guerra. La comparación con la
situación de Gran Bretaña es la siguiente:
Estados Unidos había superado la crisis de 1929 y no temía que se repitiera. Lo que
temía era el mantenimiento de las restricciones que la crisis había provocado en
Europa y que la guerra había acentuado. Quería evitar las devaluaciones
competitivas y toda forma de discriminación en la cual sus productos pudieran verse
amenazados. Quería restablecer la libertad de cambio.
El plan americano es, como se puede ver, mucho menos innovador que el plan
británico. No existe una nueva moneda, se continúan utilizando las monedas
nacionales en las transacciones internacionales y, de ellas, aquella que suscita
mayor confianza puesto que es la del país más importante. La institución propuesta
no es un banco mundial capaz de administrar los intercambios y de crear la liquidez
internacional necesaria para el mundo. Aún más: como hay que salir ‐y rápidamente
de la situación particular creada o acentuada por la guerra, se prevé un periodo
transitorio durante el cual se aplicará un cierto número de disposiciones.
Bibliografía
Letart, M. (s.f.). El Sistema Monetario Internacional . Acento Editorial .