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envenenamiento, se establecieron sanciones penales a quienes las proporcionen
(Mayo,2002; Gonzalez,2011).
Una vez que se ha manifestado cómo era admitido el aborto en este período de la
historia del derecho, vale aclarar la manera en que fueron percibidas las malformaciones
congénitas en el derecho romano de la antigüedad.
Además, según Iglesias (1993, p. 109) para que se considere como existente una
persona, debía de cumplir los siguientes requisitos:
1. Nacimiento efectivo, esto es el total desprendimiento del claustro
materno, puesto que el que aún no ha nacido se considera parte de las vísceras de
la mujer, puesto que el mismo no se dice con razón que sea hombre.
2. Nacimiento con vida, en vista de que los que nacen muertos no se
consideran ni nacidos ni procreador.
Para la prueba de vida, los proculeyanos insistían en que el recién nacido
emita gritos, y los sabinianos consideraban que era suficiente cualquier signo o
manifestación.
Además, el parto debía de ser perfecto, esto quiere decir tras una gestación
que haya transcurrido seis meses completos, por lo tanto, parto perfecto quiere
decir que este no sea prematuro, sino que viable. Viable entendido como el
nacimiento en el cual, el feto ya alcanzó en el claustro materno, el desarrollo
suficiente para seguir viviendo después de salir a la luz.
Sin embargo, si un recién nacido nacía prematuramente y vivo, pero no
alcanzaba el desarrollo orgánico para continuar la vida, carecía totalmente de
personalidad jurídica, y se lo consideraba un aborto. Por otro lado, si se efectuaba
un nacimiento, al tiempo de los seis meses, pero poseía un defecto orgánico que
le impida seguir viviendo, no se le negaba la personalidad jurídica.
3. Forma humana del nacido, puesto que si una mujer hubiese dado a
luz algo monstruoso o prodigioso, no se los consideraba como hijos, en vista de
ser procreados con forma contraria a la del género humano.
Se ha mencionado con anterioridad que el concebido, mientras no haya nacido
se lo considera parte de las vísceras de la mujer, según el argumento de Ulpiano en el
Digesto1 25.4.1.1, sin embargo, a esta aseveración, se contrapone al apogema en
1
Partus enim, antequam edatur, mulieris portio est vel viscerum
2
donde se considera al concebido como nacido2 siempre que se trate de su provecho,
en donde según Albertario (xxxx) citado por Iglesias (1993, p. 110) considera que
esta doctrina no es romana, sino posclásica.
Lo anteriormente expuesto sirve para demostrar que desde la Roma antigua ya
existían requisitos para considerar la existencia o no de una persona, y, una de estas
fue el exigir que un recién nacido no posea malformaciones genéticas, que en ese
tiempo se estableció como tener forma humana.
Indico así mismo, que en esta época ya existía el aborto, el cual según Noellias
P (xxxx) citado por Robert (1999, p. 24-25) conviene resaltar que la falta que cometía
una mujer al abortar ocurría si esta lo hacía contra la voluntad de su marido, puesto
que a este, se lo privaba de tener un hijo que herede su nombre y su fortuna, entonces
resulta que si una mujer soltera abortaba, o a su vez, una mujer casada lo hacía con el
permiso de su marido, el aborto no componía falta alguna.
Además, en la Grecia antigua se consideraba al feto como carente de alma, de
manera que Platón, en su libro La República señaló que el aborto debía de recetarse
cuando el embarazo era proveniente de un incesto, o cuando se encontraba presente
en padres de edad. Así mismo, Aristóteles lo recomendaba para limitar las
dimensiones de la familia. (Citado en Mayo, 2002, p. 01)
Estas razones sirven para reivindicar que el aborto, tanto en la antigua Roma
y Grecia, no era considerado un delito, puesto que no protegía al que estaba por nacer,
en vista de que no tenía individualidad alguna y al derecho de la época no le interesaba
normarlo, con la excepción de que se cometa este en contra de la voluntad del cónyuge
de la mujer.
Lo anteriormente expuesto cambia con la llegada del catolicismo en donde se
establecen distintos criterios para considerar al recién nacido como una persona.
El primero fue desarrollado por Tomás de Aquino, quien con la concepción
hilomórfica establecía que el alma anima al recién nacido varón en cuarenta días, y
en noventa días a las mujeres. De manera que mientras el alma no animara al cuerpo,
no se consideraba un asesinato. Este criterio fue adoptado por el Concilio de Oxtrena
en 1312. (Citado en Mayo, 2002, p. 01)
2
Conceptus pro iam natus habetur
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Se ha tratado con fundamentos provenientes de la historia euro centrista, para
tal efecto, es necesario incluir lo que realizaban los principales pueblos
precolombinos ante el aborto.
Llama la atención que para los aztecas existían determinadas comunidades en
donde se consideraba al aborto como un método para mantener bajo el índice
poblacional, mientras que en lugares como Tenochtitlan se castigaba con la pena de
muerte a aquella que abortase y a la persona que le ayudara a hacerlo; este castigo
existe en vista del gran valor que tenía la procreación (Motolinía, citado en Rodríguez-
Shadow, 2000, p. 224 – 225).