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Staff
Moderadora de Traducción
Carolina Shaw

Traductoras
Alysse Volkov Jacqui_15 Scherezade
Black Rose Yasna.FU Sapphire
Maeh ∞Jul∞ Mae
Lipi-Lipi Mariana90 Bett G.
Liz de Rossi
3

Moderadora de Corrección
*Andreina F*

Correctoras
Alysse Volkov YaniM

*Andreina F* Daliam

∞Jul∞

Revisión y Lectura Final


*Andreina F*

Diseño
Carolina Shaw
Índice
Capítulo 1 Capítulo 19
Capítulo 2 Capítulo 20
Capítulo 3 Capítulo 21
Capítulo 4 Capítulo 22
Capítulo 5 Capítulo 23
Capítulo 6 Capítulo 24
Capítulo 7 Capítulo 25
Capítulo 8 Capítulo 26
4
Capítulo 9 Capítulo 27
Capítulo 10 Capítulo 28
Capítulo 11 Capítulo 29
Capítulo 12 Capítulo 30
Capítulo 13 Capítulo 31
Capítulo 14 Capítulo 32
Capítulo 15 Capítulo 33
Capítulo 16 Próximo Libro
Capítulo 17 Sobre el Autor
Capítulo 18
Sinopsis
Gaige O’Neal es apodado “Tool” debido a lo que está cargando. El rumor
es que él está bien equipado.
Es un engreído, titulado insoportable que es tan imprudente con
mujeres como con esa estúpida motocicleta con la que compite.
Hace ya cuatro años desde que lo vi. Hace cuatro años, fue la pesadilla
de mi existencia. Y mi mejor amigo, mi más grande confidente, mi primer
amor.
5

Es sólo mi jodida suerte que la primera vez que lo vea, está enterrado
bajo tres rubias escasamente vestidas.
Ahora estoy enterrada aquí, bajo el mismo techo con él mientras se
recupera de una lesión por las carreras. Una lesión que claramente no
ha afectado el uso de su herramienta.
El problema es, tanto como lo desprecio, solo no puedo controlarme.
Quiero averiguar con qué tipo de herramienta está trabajando.

A S t e p b r o t h e r R o m a n c e #2

1
Tool es utilizado con doble sentido (Herramienta y Polla).
1
Delaney
Traducido por Alysse Volkov
Corregido por ∞Jul∞

A
l menos este día no puede ponerse peor.
Famosas últimas palabras, lo sé. Excepto que no puedo
evitar sino pensar eso, mientras estoy cojeando por el
sendero del jardín, hacia la casa de huéspedes y
6
arrastrando mi maleta detrás de mí.
La maleta hace un sonido que es sólo ligeramente menos chirriante
que uñas sobre una pizarra a medida que se arrastra sobre el hormigón. Se
mantiene cerrada con cordeles, ropa asomándose por todos lados y una
pegatina gigante pelada en los bordes que dice: “Aviso de inspección”.
Estoy sosteniendo una de las ruedas en mi mano, porque, por supuesto tan
pronto como recogí el equipaje, una rueda salió rodando fuera.
Realmente, la maleta se ve mejor que yo. ¿Conoces esas comedias
románticas donde la heroína cae en una fuente o queda atrapada en un
aguacero y se supone que aparece desaliñada pero en cambio es
impresionantemente hermosa a pesar de su ropa y cabello goteando? Sí,
eso es casi exactamente lo contrario de cómo luzco.
Parece que salí del set de una película de terror. Fuera del
aeropuerto, atrapé mi tacón en una rejilla mientras caminaba y destrocé
mi nuevo par de zapatos de diseñador, estrellándome en la acera y
pelando mi rodilla. Mientras paraba el taxi, mi paraguas tuvo algún tipo de
convulsión, por lo que mi cabello se halla pegado a mi cabeza y mi ropa
empapada; mi sujetador negro es totalmente visible a través de mi
camiseta blanca. Sé que mi camisa es transparente, porque el conductor
del taxi fue de gran ayuda señalándome eso.
Estoy esperando que pueda llegar a la casa de huéspedes sin
ninguna otra catástrofe. Incluso no me detengo en la casa principal,
quiero limpiarme antes de ver a alguien que conozco, y en cuanto
vislumbré los autos en la entrada, supe que tenía que evitar ese lugar.
Sólo he volado a Dallas para comenzar mi nuevo trabajo, trabajando
en la compañía de mi padre, Marlowe Oil, mi primer trabajo profesional
fuera de la Universidad. Lo último que necesito es aparecer en la puerta
luciendo como un lío caliente frente a cualquier compañero de negocios
de mi familia probablemente lo entretiene.
Haciendo mi camino sigilosamente alrededor de la casa de
huéspedes es una opción mucho más inteligente en mi condición.
Además, no creo que aún tenga la capacidad mental para hacer
una conversación coherente con nadie. Todo lo que quiero es una ducha.
En realidad, prepararme un baño. Quiero un baño y un trago fuerte.
Al menos no llueve ya. Eso tiene que contar para algo, ¿no?
Empujo para abrir la puerta de la casa de huéspedes con mi
hombro, tratando de pelear con mi maleta a través de la puerta. Estoy
haciendo tal conmoción que sólo cuando me doy la vuelta, me doy
cuenta que no estoy sola. 7
De hecho, no sola es el eufemismo del año.
Hay probablemente veinte personas mirándome. Analizo la sala,
buscando en sus rostros, tratando de procesar la escena en mi cerebro. Es
una especie de sesión fotográfica, modelos y artistas de maquillaje y la
ropa colgada en los estantes de la esquina de la habitación.
Estratégicamente colocada la iluminación en el set, y un fotógrafo se da la
vuelta a la puerta, haciendo una pausa con su cámara en mano,
mirándome fijamente.
Estoy aquí parada, con los pies descalzos y pareciendo una rata
ahogada, mi mirada va a detenerse en el diván en medio del salón,
donde tres altas, delgadas y hermosas rubias con perfecto cabello,
maquillaje impecable y ropa interior de encaje caro posan a su alrededor.
El muchacho que solía conocer. El niño que vi por última vez hace cuatro
años, cuando teníamos dieciocho años.
Seguro como el infierno que ya no es un niño.
Mira directo a mis ojos, y juro que puede ver a través de mí. Entonces
me da esa engreída, muy segura de sí mismo, sonrisa de nada-alguna-vez-
me-sorprende y no estoy segura si el calor que corre por mí es ira o lujuria.
Gaige O’Neal.
Piloto de motos, mujeriego, extraordinario cabrón. Hace cuatro años,
fue la pesadilla de mi existencia. Y mi mejor amigo, mi confidente, mi
primer amor.
Mi hermanastro.
Mierda. Este día sólo consigue ponerse de un infierno a un montón
peor.

8
2
Delaney
Traducido por Jacqui_15
Corregido por ∞Jul∞

—B
ueno, ahora, no puedo creerlo —resuena la voz de
Gaige en la habitación. He pasado cuatro años
tratando de quitar ese sonido de mi cabeza. Su voz es
baja y profunda, con un atisbo de acento sureño, producto de haber
pasado sus años de formación en un internado en Carolina del Sur, el 9
internado era pretencioso y prestigioso, pero Gaige era cualquier cosa
menos eso.
—Gaige O'Neal. —Las palabras dejan mi boca en un respiro pesado
con una exhalación. Por medio segundo, verlo allí es casi suficiente para
hacer que todo lo demás aquí se desvanezca a negro, como si lo estuviese
mirando con una visión de túnel. Es el mismo Gaige que solía conocer, con
esa sonrisa arrogante que me hacía enojar y un cuerpo hecho para el
pecado. Incluso cuando éramos adolescentes.
Aunque, ahora… demonios, no creo haber visto a nadie que luzca
tan endemoniadamente ardiente como Gaige sin camisa. La última vez
que lo vi, tenía un tatuaje en su hombro, pero ahora serpentean en sus
antebrazos y bíceps y cubre su pecho.
Es muy grande, con un pecho bien definido.
Gaige solía ser ardiente, pero se ha transformado enteramente en
algo más. He hecho un gran esfuerzo para olvidar a Gaige O’Neal por los
últimos cuatro años, lo que es honestamente bastante difícil cuando tu
hermanastro es adorado por los medios, una figura del deporte que los
tabloides aman. Eso conlleva a tomar medidas extremas: no mirar las
fotografías esparcidas por las revistas de deporte, apagar las entrevistas
televisivas, ignorar los artículos sobre Gaige y quien sea su chica-del-
momento, encogiéndome de hombros y cambiando de tema cuando mis
amigos quieren saber cómo es Gaige.
Cómo es Gaige… el recuerdo de mi última noche a solas con él se
clava en mi mente. Nunca me abandona. Lo he revivido Dios sabe
cuántas veces a lo largo de los últimos años, reproduciéndolo como
alguna clase de película.
Los labios de Gaige se hallan tan cerca de los míos que, incluso si me
muevo un milímetro, nos estaremos tocando. Y no hay nada que quiera
más en esta verde tierra que sentir los labios de Gaige contra los míos. Lo
deseo más que a nada… y eso es exactamente el por qué no puedo
tenerlo.
—Dilo, Delaney.
—No podemos.
—Podemos hacer lo que queramos. Dime que eres mía.
De regreso a Dallas no se supone que deba volver a Gaige. Gaige es
la última persona que alguna vez quería ver. Ojos que no ven, corazón que
no siente, ¿verdad? Pero ahora, parada aquí… se siente como si el tiempo
no hubiese pasado entre nosotros.
10
—Delaney Marlowe. —Se levanta y camina hacia mí. Cojea hacia
mí, para ser más exactos. Tiene una bota en su pie, una de esas cosas que
usas luego de haber tenido una cirugía. Me pregunto qué demonios le
pasó. Conociendo a Gaige, será porque cometió alguna imprudencia con
una de esas motocicletas que corre. Nunca ha sido capaz de sólo correr
con esa cosa, incluso siendo un adolescente, siempre eran acrobacias,
loca mierda, siempre corriendo por el próximo golpe de adrenalina. Y para
Gaige, una carrera no era una carrera a menos que desafiara a la muerte.
Soy distraída de preguntar qué ocurrió por el hecho de que, además
de la bota, no tiene mucho más. Bóxers hechos de algún material que
abraza su trasero y su paquete completo, como una segunda piel. Fuerzo
mis ojos a ir hacia su rostro. Es difícil no mirar… eso. Lo que él carga. Su
herramienta. Así es como la gente lo llama. Solía llamarlo a él de la misma
forma, pero por una razón diferente, porque usualmente actuaba como un
gran idiota2.
Su herramienta es aparentemente legendaria. Nunca tuve la
oportunidad de verla. La noche en la que se suponía que lo conocería, la
noche en que se suponía que eso ocurriría entre nosotros, nunca pasó.

2 Ella juega con el doble significado de las palabras. Dick, en el original, puede significar
tanto idiota como polla o pene.
¿Qué puedo decir? Las cosas fueron complicadas entre nosotros desde el
primer momento en que nos conocimos.
Cuando Gaige llega hasta mí, hace una pausa, parándose tan
cerca que puedo oír su respiración, y extiende una mano para quitar un
mechón de cabello húmedo de mi rostro.
Oh mi Dios. Mi cabello. Mi ropa.
Mi rostro se calienta ruborizado, y sé que debe ser un rojo brillante.
Por medio segundo, me olvidé que me encontraba parada aquí luciendo
como luzco en el medio de esto.
Y ahora Gaige se halla parado en frente de mí, luciendo de la
manera en que lo hace, con un cuerpo perfecto, siendo fotografiado junto
a modelos igual de perfectas.
Quiero hundirme en el suelo, derretirme en un charco de humillación.
—Estás mojada —dice. Su voz es baja, profunda y dulce. La forma en
que las palabras ruedan por su lengua, largas y lánguidas, las hacen sonar
más sexuales que si me hubiese dicho que me quitara mi ropa interior
ahora. Electricidad corre a través de mi cuerpo, bajando a las puntas de
mis dedos, mientras las yemas de sus dedos rozan mi piel.
11
No puedo apartar mis ojos de los de él. Juro que había olvidado
como lucían sus ojos. Son de este profundo marrón chocolate, salpicados
con dorado y enmarcados con pestañas tan gruesas que serían la envidia
de cualquier mujer. Sus parpados lucen bajos, dándole una perpetua
mirada seductora, como si no quisiera más que recostarse en la cama
todo el día.
Mira profundamente en mis ojos, y por un segundo pienso que somos
las dos únicas personas en el cuarto. Por un momento, esta es como una
escena en una película, de la clase en la que el héroe toma a la heroína,
desaliñada y goteando por la tormenta, y la besa en cámara lenta.
Pero mi vida definitivamente no es sacada de una película. Estoy
abriendo mi boca para responderle a Gaige, cuando soy interrumpida por
el fotógrafo, quien va vestido de negro de pies a cabeza y balancea una
cámara detrás de Gaige por el cuarto. —Tenemos tomas que necesitamos
hacer, por favor —dice, señalando impaciente a las modelos.
Cualquiera que sea el momento que pasaba entre Gaige y yo se
evapora, tan rápido que puede que lo haya imaginado. —Deberías
terminar tu sesión —digo.
Gaige sonríe. —Luces como que te gustaría un baño caliente.
¿Por qué todo lo sale de su boca suena como una invitación para
más? Saco ese pensamiento de mi cabeza. Pensar en Gaige, mi
hermanastro, por el amor de Dios, es por eso que no está bien. No es
apropiado.
Miro hacia mi ropa húmeda. —Sí. Necesito asearme.
Una de las modelos rubias aparece junto a Gaige y pone su mano
en su bíceps, sacando su cadera mientras posa junto a él. La reconozco
de algo, un anuncio tal vez, pero no puedo recordarlo. Es alta y delgada,
con tetas firmes y la clase de estómago plano que no creí que existiera en
la vida real. Arruga su nariz mientras me ve, su expresión es de desdén
descontrolado. Esa expresión cambia cuando se enfoca en Gaige. —
Gaige —dice dulcemente—, ¿es esta tu novia?
Es más que una pregunta inocente. Lo sé por la manera en que lo
toca. Lo desea; marca su territorio.
Los ojos de Gaige nunca dejan los míos, pero con su otra mano
palmea la mano que descansa en su brazo. —No, Brooke —dice—. Es sólo
mi hermana, Delaney.
Sólo mi hermana.
—Sí —digo, mirando a Gaige—. Sólo soy su hermanastra. Y ya me 12
estoy yendo.
3
Gaige
Traducido por BlackRose10 & SOS por Scherezade
Corregido por ∞Jul∞

U
na hora más tarde, hemos terminado la sesión de fotos, esta
vez para la editorial de una revista para hombres: yo rodeado
de modelos en ropa interior, el típico chico de calendario para
todos los gigolós de todas partes. Y tan pronto hemos terminado Brooke se
vuelve hacia mí, su voz casi un ronroneo, pasando su dedo por mi pecho. 13
—Sabes —susurra, lanzando una mirada por encima del hombro al
personal apenas fuera del alcance del oído. Las otras modelos se colocan
sus batas, pero Brooke sigue allí en su sujetador y bragas de encaje,
completamente cómoda. Demonios, debería estarlo. Su cuerpo es
irresistiblemente caliente—. Denise y Jessi están abiertas a un poco de
diversión si tú lo estas.
Miro más allá de ella a Denise y Jessi, las otras dos modelos con tetas
y culos perfectamente prominentes. —Tal vez la próxima vez.
Brooke hace un puchero, una expresión que parece pensar que es
seductora, pero que realmente me hace encontrarla desagradable. —Si
cambias de opinión —dice volviéndose para irse—. Sólo debes llamarme.
En cualquier otro momento, estaría totalmente atraído por esta
oferta. Ningún hombre de sangre caliente pasa la oportunidad de tirarse a
tres modelos rubias. Por lo menos, Gaige O'Neal seguro que no lo hace.
Después de todo, esa es mi marca: corredor, irreverente, gigoló. Mi verga,
o mejor, mi herramienta, más bien, no puede ser saciada. Ese es el ángulo
que una importante revista siguió hace años, y eso es de lo que todo el
mundo empezó a hablar. Como si mi verga tuviera una vida propia,
persiguiendo las mujeres que acababa de follar. Incluso entonces, la idea
me hizo rodar mis ojos.
Después de que el artículo de la revista salió, Delaney comenzó a
llamarme Tool3, pero dijo que era porque era un idiota, no a causa de mi
verga. Por supuesto, Delaney nunca dio una mierda por lo que cualquiera
pensara de mí. Es probablemente la única persona en mi vida que alguna
vez ha sido así.
En cualquier otro momento, estaría dispuesto para tres rubias
calientes. En cualquier otro momento, excepto una hora después de que
Delaney Marlowe entró bailando de nuevo en mi vida. O, más bien, llegó
disparaba a través de la puerta, un torbellino de confusión, empapada,
con su ropa mojada y el cabello pegado a la frente.
Debería estar tirándome esas tres rubias en este momento. Pero en
cambio, estoy pensando en Delaney. Delaney y esa mirada que me dio
cuando le metí ese mechón castaño oscuro detrás de la oreja. Esos
grandes ojos de ella, mirándome. La forma en que su labio inferior se abrió
un poco, y esa inhalación brusca cuando la tocaba. Probablemente
piensa que no me di cuenta, pero seguro como el infierno que así fue. Y
tomó todo en mi poder evitar que me diera una furiosa erección en ese
mismo momento en frente de todos.
Hace cuatro años, pasé todo el verano alternando entre discutir con
esa chica y tratar de no tirarla sobre mi hombro y llevarla a mi cama como 14
una especie de cavernícola. Siempre ha sido el límite máximo. No tengo
ninguna duda de que mi padrastro, el propietario del equipo para el que
compito, sacaría su escopeta si pensara que tenía la mira puesta en
Delaney.
Además, Delaney es puro negocio. Lo dejó claro antes. Ella se dirigía
a Columbia con grandes planes, y nada iba a ponerse en su camino.
Especialmente alguien como yo. Y, además, es la que no se presentó esa
noche.
Entonces, ¿qué demonios hace de vuelta aquí en Dallas? ¿Y por qué
putas estoy de repente rechazando sexo garantizado con modelos porque
mi hermanastra, la chica que solía meterse debajo de mi piel y me daba
una ración de mierda a cada paso, aparece en mi puerta como algo que
trajo el gato?

***

3 En inglés la palabra Tool tiene doble significado: herramienta o como insulto, idiota.
—Espera —grita Delaney. Cuando tira la puerta abierta, se halla sin
aliento, su cara enrojecida, el cabello mojado que cuelga hasta los
hombros; ahora peinado y liso, ya no luce en enredadas, húmedos hebras.
Y... una toalla envuelta alrededor, asegurada entre sus tetas. Me regaño a
mí mismo para mantener mis ojos arriba, pero mierda, es casi putamente
imposible, y me pilla mirando—. Oh, Dios mío, Gaige, sólo para.
—¿Qué? —pregunto inocentemente.
—Tú sabes qué —susurra.
Muy bien, así que soy un imbécil. El hecho de que me atrapó
mirando sus tetas me hace sonreír y no puedo ocultar la sonrisa en mi cara.
Se da cuenta de eso también.
»¿Por qué te ríes? —pregunta indignada. Luego baja la voz a un
susurro de nuevo—. Te vi mirando mis tetas. Ya detente.
Doy un paso hacia delante, cerca de ella. Maldición. Huele a vainilla
o algo que no puedo determinar, el olor de su champú flotando en el aire.
Como galletas. Que de inmediato me hace pensar en comerla. Y ese
pensamiento, la idea de estar entre sus piernas, hace que de repente me
quede mudo. Deja de mirarla y di algo, me recuerdo.
»¿Qué? —pregunta, su voz suave. Sedosa. 15
—Sabes que no hay nadie alrededor —digo—. Mi madre y tu padre
se han ido. Nadie va a escucharte, por lo que no tienes que susurrar.
Además, estás usando sólo una toalla. No puedo evitar mirar.
Rueda sus ojos y exhala con fuerza, dando un paso lejos de mí.
Poniendo distancia entre nosotros. —Bueno, es agradable ver que nada ha
cambiado demasiado desde que te vi por última vez.
—No sé nada de eso, Delamey4 —digo, haciendo hincapié en mi
viejo apodo para ella, el que empecé a usar después de que empezara a
llamarme Tool. Me gusta pensar que era cariñoso, aunque solía meterse
bajo su piel como nada. Ella lo odiaba. No puedo evitar usarlo ahora. Tal
vez sólo quiero conseguir un poco de emoción de ella. Demonios, si
trataba de pegarme, podría incluso soltar la toalla—. Definitivamente has
cambiado.
Sus ojos se abren. —Eres tan infantil —dice.
—¿Me dices que ya nadie te llama Delamey?

4 Gaige hace un juego de palabras con el nombre de Delaney y la palabra lame que
significa aburrido.
—Eres el único que alguna vez me llamó por ese estúpido nombre —
dice. Su mano todavía sosteniendo la toalla entre sus pechos, como si
tuviera miedo de que se fuera a ir volando de su cuerpo en cualquier
momento. Me resisto el impulso de deslizar el dedo entre los pliegues de la
toalla y abrir la tela. Me recuerdo a mí mismo que sería un error—. Y si
sigues haciéndolo, entonces voy a empezar a llamarte Tool de nuevo.
Sonrío, pero mis palabras salen afiladas. —Auu, hermanita, es justo
como en los viejos tiempos.
Delaney gime. —Y definitivamente no me llames hermanita —dice—.
De todos modos, ¿por qué te encuentras aquí? ¿Has terminado con… lo
que sea que hacías en la casa de huéspedes?
—Lo haces sonar sórdido —digo—. No es como si estuviera filmando
porno.
Me da una mirada que podría congelar el agua hirviendo, con una
ceja levantada, y me hace reír. Me había olvidado de esa mirada. Solía
dármela mucho. —Uhm. Podrías haberme engañado.
—¿Celosa? —pregunto.
—De… ¿cuál era su nombre? —pregunta Delaney. Puedo decir que
trata de sonar casual pero falla definitivamente—. ¿Brooke? 16
Sonrío. —No tienes nada de qué estar celosa —digo—. Esas modelos
no tienen nada que tú no tengas. —Sale antes de que piense acerca de lo
que estoy diciendo.
Sus labios se separan por un segundo, y pienso en deslizar mis manos
alrededor de la parte baja de su espalda, tirando de ella contra mí, y
llevando mi boca con fuerza sobre la suya. Pero no lo hago. Quiero saber
lo que está a punto de decir, y me encuentro un poco decepcionado
cuando no responde.
»Entonces. ¿Vas a pedirme que entre, o simplemente planeas
mantenerte de pie en tu puerta en una toalla? —pregunto. Estoy
totalmente presionando mi suerte. Quiero ver si realmente me va a invitar a
entrar a su habitación. La Delaney que conocí hace cuatro años nunca
habría dicho que sí. Esa Delaney se encontraba demasiado preocupada
con las reglas del juego.
Duda, y por un segundo creo que en realidad podría hacerlo. Luego
levanta las cejas.
—¿De verdad crees que voy a invitarte a mi habitación?
Me encojo de hombros. —No me puedes culpar por intentarlo.
—Por supuesto que puedo —dice—. Eres mi hermanastro. Es
obsceno.
—Ese hecho no pareció disuadirte antes —digo—. Además, no
estamos emparentados. Ni siquiera un poco. No cuenta.
—¿Por qué has venido hasta aquí, Gaige? —pregunta, haciendo
caso omiso de mi intento de discutir nuestra relación familiar.
—¿No puedo darte la bienvenida a casa? —pregunto—. ¿Tengo que
tener alguna otra razón?
—Caminaste todo el camino hasta llegar a la casa en esa… ¿qué es
esa cosa en tu pie, de todos modos?
—Es una bota. Me rompí la tibia —le digo.
—¿Debo preguntar qué hacías?
—¿Qué crees que hacía?
Las comisuras de su boca se curvan en una media sonrisa.
—Diría que hacías algunas acrobacias mientras conducías, pero es
mucho más probable que te hicieras daño a ti mismo en una especie de
escandalosa escapada sexual. 17
Alcancé entre mis piernas para agarrar mi entrepierna. —Bueno, es
algo muy bueno que lo más importante sobrevivió —le digo, moviendo mis
cejas.
Delaney sacude su cabeza con desaprobación pero sus ojos brillan.
—Sí, es definitivamente bueno que tu cerebro no resultó herido.
No puedo evitar reír. —Ha sido aburrido aquí sin ti, ya sabes.
—Gaige, lo que pasó esa noche… —comienza, pero una voz aguda
desde el otro extremo del pasillo la corta a través del aire.
—¡Delaney! —Mi madre Anja, da zancadas por el pasillo, usando
blancos pantalones anchos y una blusa blanca a juego hechos de un
fluido material que ondea mientras camina, luce casual sin esfuerzo pero
es algo que sé que cuesta miles de dólares, hecho por algún pretencioso
diseñador. Su cabello y maquillaje son de estilo, como si acabara de bajar
del set de un programa de televisión, y lleva gafas de sol dentro de la
casa. Mi madre no ha modelado en diez años, pero da cada paso como si
todavía estuviera caminando por la pasarela en Milán.
—Anja —dice Delaney. Extiende un brazo para abrazarla, como si
hubiera olvidado momentáneamente que solo llevaba una toalla, y luego
me mira antes de agarrar la toalla con más fuerza—. Lo siento, debería…
Gaige llamó a la puerta y, uh, me tomó por sorpresa.
—Es evidente —dice Anja, mirándome por encima del borde de sus
gafas—. Es bueno verte fuera de la casa de huéspedes.
—Encantado de verte sin tu escoba, madre —le digo, mientras besa
el aire a ambos lados de mi cara como si fuera una de sus amigas con las
que sale a almorzar.
Se vuelve hacia Delaney y escenifica unos susurros—: Ha estado aún
más insufrible desde la lesión, como estoy segura que puedes notar.
—Tú estás más amargada de lo habitual —replico—. ¿Los tres Martinis
en el almuerzo no te relajaron?
Anja me ignora. —¿Enviamos un chofer a recogerte en el
aeropuerto, Delaney? —pregunta—. Se encontraba en mi lista, pero tenía
un almuerzo con la…
—Estuvo bien —dice Delaney.
—En realidad… —empiezo, pero Delaney me interrumpe.
—Estuvo totalmente bien —dice Delaney, con mayor énfasis en esta
ocasión—. Y ahora, voy a vestirme, ¿si te parece bien?
—¿Debería decirle a tu padre que te reunirás con él en la oficina? —
pregunta Anja. 18
—Uhm. ¿Es muy tarde? —La voz de Delaney es tentativa.
—Oh, sí —dice Anja—. Se me fue el tiempo en el almuerzo.
—Obviamente —digo con un bufido.
—Gaige, deja que consiga estar cambiada para la cena. Deja de
molestarla. —Anja se gira sin esperar una respuesta, y revolotea por el
pasillo, en un mar de ondulante tela.
Delaney empieza a cerrar la puerta, pero se detiene. —Sí, Gaige —
susurra, sacando la lengua como un niño—. Deja de molestarme.
Estoy a punto de hacer un comentario lascivo en respuesta, pero ya
cerró la puerta.
4
Delaney
Traducido por BlackRose10 & Yasna.FU
Corregido por ∞Jul∞

—Pensé que mencioné que Delaney iba a volver. —Mi padre sorbe
de un vaso de whisky, hablando con Gaige. Somos él, Gaige y yo hoy para
cenar. Anja tenía un dolor de cabeza, que al parecer es un eufemismo por
beber demasiado. Me pregunto cuántas veces tiene dolores de cabeza.
19
—Creo que lo habría recordado, Beau —dice Gaige, mirándome.
Hace un guiño, y puedo sentir un rubor extenderse por mi pecho hasta mis
mejillas. Juro que si mi padre lo vio... Pero Beau se halla ocupado cortando
su carne, sangre rezuma de la carne y haciendo un charco en su plato. Le
doy a Gaige una mirada cortante. Obviamente Gaige no ha madurado
con los años. Decido decirle más tarde que detenga el coqueteo
descarado, pero no estoy del todo convencida de que no le alentaría aún
más. De hecho, sé que lo haría. Gaige tiene una rebeldía de kilómetros de
ancho. Es por eso que quiero preguntarle por qué diablos volvió aquí,
viviendo bajo el techo de mi padre. O, al menos, en la finca de mi padre,
de todos modos.
—Bien, buen Señor —dice Beau, haciendo un gesto con su cuchillo
de carne todavía en la mano—. Supongo que he estado tan envuelto en
las compras últimamente que ni siquiera pensé en ello. —Mi padre habla
de su adquisición de una pequeña empresa de energía natural como si
fuera una especie de cosa nueva. Tiene una mentalidad expansionista y
quiere que Marlowe Oil sea el actor principal en términos de industrias de
energía en todo el mundo—. Por supuesto, Delaney apenas aceptó mi
oferta. Finalmente.
—Me enseñó a hacerme la difícil —digo, pongo un bocado de puré
de patatas en mi boca. No me hacía la difícil, no realmente; este es mi
primer trabajo fuera de la universidad, y mi título es en Estudios Asiáticos.
Contra los deseos de mi madre, he seguido a mi corazón, y ciertamente no
es la opción más práctica en el mundo.
Nadie golpeaba a mi puerta para darme un trabajo; y mi madre,
que va por su cuarto matrimonio con un importador rico que pasa la
mayor parte de su tiempo en el extranjero, ni siquiera podía entender por
qué me gustaría trabajar en vez de pasar mis días siendo miembro de la
alta sociedad de Manhattan. Mi padre me enseñó a creer en trabajar
para ganarse la vida; ayudó convencerme de al menos añadir otra
carrera a la mezcla y estudiar negocios.
—¿Ah, sí? ¿Te enseño eso? —pregunta Gaige. Entonces siento lo
malditamente increíble: la mano de Gaige en mi pierna. Le da a mi muslo
un pequeño apretón, y casi me hace saltar de mi piel. Y no sólo porque
estoy asustada, sino porque su toque hace lo que hizo antes. Envía calidez
corriendo por mi cuerpo como una corriente eléctrica. Cuando lo miro en
estado de conmoción, me da esa sonrisa arrogante. Luego la mierda de
guiños—. Hacerse de rogar está subestimado.
Mi padre no parece darse cuenta de lo que sucede. Corta otro trozo
de carne, pero hace una pausa mientras se lleva el tenedor a la boca. —
Lo que me lleva a lo que quería hablar en la cena. Con los dos.
20
Gaige me aprieta la pierna de nuevo, recojo mi cuchillo de carne y
señalo en su dirección, disparándole una mirada de advertencia. Se ríe,
pero mueve la mano. Si cree que todavía soy la chica que él conocía, que
voy a participar en este tipo de juegos juveniles, no sabe lo que le espera.
—¿Qué quieres hablar, papá? —cuestiono.
—Voy a llegar a eso en un minuto —dice Beau—. ¿La sesión de fotos
fue bien? ¿Consiguieron instalarse allí?
—Fue hecho —dice Gaige.
Mi padre asiente con la cabeza. —Es una buena asociación, Marlow
y tu equipo. Eres una marca caliente. Incluso después de ese accidente
maldito.
Gaige pone los ojos en blanco. —Bueno, es bueno saber que al
menos no he arruinado la marca —dice, con un tono sarcástico.
El tono se pierde para mi padre. —He estado pensando en tu papel
de trabajo, Delaney —dice—. Y esto afecta a Gaige.
Trago saliva. Cuando mi padre me vendió el venir a trabajar para él,
no hubo ninguna mención de que Gaige estaría involucrado de ninguna
manera. Claro, escuché que mi padre compró el equipo de carreras de
Gaige hace un año, pero no creía que eso significaba que Gaige vivía
aquí. O que en realidad trabajaba con mi padre. Quiero decir, ¿qué
demonios hace el Presidente Ejecutivo de una compañía con un equipo
de carreras, de todos modos? Me imaginé que era una de esas cosas que
mi padre compró por diversión y luego la entregó a otra persona para
tratar.
—Soy todo oídos —dice Gaige. Puedo sentir que me mira y
enfáticamente lo desaíro. Después de que puso su mano en mi pierna, la
única respuesta adecuada es ignorar sus travesuras, posiblemente para
siempre. Busco mi vaso de agua para distraerme de la mirada de Gaige.
—Te quiero sobre Gaige —dice Beau.
Me ahogo con mi sorbo de agua, tosiendo fuertemente. A mi lado,
me parece escuchar la risita de Gaige. Le falta un tornillo si piensa que esto
es gracioso.
—¿Estás bien? —pregunta Beau.
—El agua... mal... conducto. —Jadeo.
—Estoy seguro de que no es que no quiera trabajar conmigo —dice
Gaige.
—No seas ridículo —dice Beau—. ¿Por qué no iba a querer trabajar
contigo? Eres familia. Ni siquiera ha oído lo que necesito todavía. 21
Familia. Toso un par de veces más antes de hablar, esperando que
mi tono transmita el nivel de irritación que siento. —¿Por qué hablan de mí
como si ni siquiera estuviera aquí?
Gaige se inclina hacia mi padre. —Bueno, ella parece bastante
sensible esta noche.
Beau sofoca una risa. —Sabes, recuerdo que solía ponerse así
cuando era más joven, también. Los cambios de humor, las hormonas, ya
sabes.
El calor se eleva a mi cara, y aparto la silla, de pie y arrojando la
servilleta en mi plato. —¿Dirías algo así a una empleada?
Mi padre me mira fijamente y parpadea. Estoy bastante segura de
que nunca esperó una reacción así de mí. —Por supuesto que no —dice—.
Sólo bromeaba.
—Esto es exactamente la razón por la que no me sentía segura de
querer volver aquí a trabajar para ti —le digo, tratando de mantener la
compostura—. Porque tenía miedo de que no me trataras
profesionalmente.
Mi padre me da una larga mirada, y luego se aclara la garganta. —
Tienes razón.
¿La tengo? ¿Se ha congelado el infierno de nuevo? No creo que
jamás haya oído a mi padre admitir que tenía razón, ni una sola vez en
toda mi vida. —La tengo —le digo, estabilizando mi voz.
—No hubiera hecho ese comentario a una empleada, y era
inapropiado decírtelo. Me equivoqué, y lo siento. Ahora. ¿Vas a escuchar
lo que tengo que decir? Quiero que trabajes con Gaige.
—¿Yo? —pregunto, mi tono de repente una octava más alta—. ¿Por
qué?
—¿Por favor, siéntate? —pide Beau.
Me hundo en mi asiento. Absolutamente, de ninguna manera o
forma, puedo pasar tiempo trabajando con Gaige.
Pienso en ese último beso, hace cuatro años, el beso que juro aún
perdura en mis labios. Pienso en Gaige barriendo el cabello de mi frente, la
excitación que me recorrió con su toque.
Y entonces pienso en la reputación de Gaige, la puerta giratoria de
mujeres. El hecho de que parece que tiene la capacidad innata para
empujar todos mis botones e irritar la mierda fuera de mí.
Y el hecho de que es mi maldito hermanastro. 22
Pero por encima de todo, ahora en lo único que puedo pensar
cuando lo miro es en el asunto pendiente que cuelga en el aire entre
nosotros.
Trabajar con Gaige sería demasiado malditamente peligroso. No
puedo pensar en nada que pudiera ser peor.
—Tengo noticias que los afecta a los dos. —La voz de Beau rompe a
través de mis pensamientos—. Gaige ya sabe la mayoría de esto, pero no
todo. Marlowe Oil necesita una cara para la empresa, alguien que el
público asocie con nosotros. Alguien sexy.
Gaige ríe.
—No te ofendas, Gaige —dice Beau con voz cansada—. Quiero
decir sexy en un sentido comercial. Gaige es perfecto. Es atractivo tanto
para el público masculino como para el femenino. Va a hacer para
Marlowe lo que hacen los pilotos de carreras para otras compañías.
En privado mi padre se niega realmente a nombrar a sus
competidores, en cambio se refiere a ellos como “esa otra organización” o
“la que tiene el Presidente Ejecutivo idiota.
—Está bien —le digo. No termino de entender cómo esto me
concierne. Mi padre me prometió una posición de nivel de entrada, algo
que un recién graduado de la universidad normal tendría. Por favor, por
favor, por favor, ruego en silencio al universo, no dejes que esto sea el tipo
de cosas en que tengo que llevarle café a Gaige o algo igual de
humillante.
—Este es un negocio muy importante —dice Beau—. Y nos estamos
asociando con uno de los mayores fabricantes de motocicletas en el
mundo para una gira por Japón durante la temporada baja, durante la
cual Gaige va a promover Marlowe Oil en cada oportunidad. Cabe la
posibilidad de que quieran utilizar a Gaige para sus promociones en el
futuro. Y Marlowe Oil.
—Felicitaciones —digo, asintiendo a Gaige, que sonríe como el gato
que se comió al canario. Tengo miedo de preguntar lo que podría estar
pensando. Miro con recelo a mi padre.
—Te quiero con Gaige en Japón —dice.
—¿Yo? —chillo.
No, no, no. Diablos no. Las palabras resuenan en mi cabeza.
—Espera. ¿Qué? —pregunta Gaige. Suena tan sorprendido como yo.
—¿No debería alguien más... no sé, experimentado... ir con Gaige?
—Y alguien que no sea mi hermanastra —dice Gaige. Ya no suena 23
sorprendido; suena irritado. ¿Por qué no iba a querer ir conmigo? Yo soy la
que no debe querer ir con él—. No me mencionaste esto antes.
—No te lo mencioné porque no me había dado cuenta aún, lo útil
que sería Delaney —dice Beau—. Además, habrá un montón de gente con
experiencia, el representante de la compañía y el personal de Gaige.
¿Qué, que? ¿Gaige tiene personal?
—Pero, no entiendo —digo. Toda esta situación no cuadra en mi
cerebro—. ¿Para qué me necesitan?
Gaige hace un sonido en voz baja. —¿No lo entiendes? —
pregunta—. Para que puedas ser mi puta niñera.
—Tú hablas japonés —dice Beau.
—Pero seguramente habrá traductores.
—Ninguno en el que confíe en la manera en que confío en ti —dice.
—Exactamente —dice Gaige. Se pone de pie—. Tu padre quiere
negociar que yo sea la cara de Marlowe Oil, pero no cree que realmente
sea capaz de hacerlo.
Levanto la vista hacia Gaige, dividida entre sentirme
completamente extraña e incómoda sobre todo el asunto, y defender a mi
padre. —Estoy segura de que eso no es lo que quiere decir. ¿Cierto, papá?
Pero mi padre duda un segundo demasiado largo, y Gaige se
empuja a sí mismo fuera de la mesa. —Eso es exactamente lo que quiere
decir —dice—. Por favor, Delaney. Esta es una gran oportunidad para ti.
¿Cuando más en tu vida vas a tener la oportunidad de ser la niñera del
famoso desastre, Gaige O'Neal?
Gaige no dice nada más, sólo sale furioso de la habitación, mientras
me quedo ahí sentada en la mesa con mi padre, el aire de la habitación
aún tenso.
—Papá —empiezo—. ¿Sólo voy a ser una niñera pretenciosa?
Seguramente alguien más sería mejor para eso que su hermanastra. Como
su representante o algo.
—No quería que Gaige lo tomara de esa manera —dice—. Pero...
—Pero es verdad. —Ni siquiera me molesto en ocultar mi gemido—.
Por Dios, papá...
—Gaige va a hacer maravillas como el rostro de Marlowe Oil. Somos
demasiado fuera de onda; necesitamos a alguien exactamente como él 24
para hacer que el aceite sea jovial y caliente. Actualmente, el aceite no
está de moda.
—Pero Gaige es impredecible.
—Es como un caballo que necesita un freno —dice Beau—. Tiene
que ser prevenido de hacer trucos estúpidos como el que consiguió
lesionar su pierna, y de levantar las chicas equivocadas en Japón.
—Yo no debería ser la que…
—Me gustaría mucho que hicieras esto. Piénsalo un poco. No se irán
de inmediato. No será hasta finales del próximo mes. Ambos tienen un
tiempo para acostumbrarse a la idea.
Me gustaría mucho que hicieras esto. Hay una razón por la que mi
padre ha llegado a donde está en la vida. Tiene una manera de emitir
órdenes sin hacer que suenen como órdenes. Sus peticiones nunca son en
realidad peticiones. Son órdenes. En realidad es algo muy japonés de su
parte; me pregunto si él lo sabe.
—Papá, no puedes pensar que voy a ser capaz de mantenerlo en
línea en el extranjero —protesto.
—Eso es exactamente lo que necesito que hagas —dice Beau—.
Tengo plena confianza en ti. No puedo confiar en nadie más. Siempre has
logrado algo con él, y él siempre te ha escuchado.
—¿Qué? —Mi voz ahora es aguda—. Eso no es cierto. De hecho, no
lo visto en años. Sólo pasamos dos veranos juntos después de que tú y Anja
se casaran. A duras penas si lo conozco.
Beau se encoge de hombros. —Él te respeta.
Casi me echo a reír, pero sé que mi padre se ofendería
terriblemente. —Difícilmente creo que eso sea cierto. Gaige no respeta a
nadie.
—Lo mantendrás fuera de problemas. —Beau se levanta de su
asiento y vuelve a mi lado de la mesa, poniendo su brazo alrededor de mi
hombro y dándole un apretón. Me besa en la parte superior de la cabeza
como solía hacer cuando era joven—. Confío en ti. Y me alegro de que
estés en casa. Creo que podría ser el padre más orgulloso del mundo,
teniendo la oportunidad de trabajar con su hija.
—Maldita sea, realmente sabes cómo convencer a la gente, papá.
—Niego con la cabeza. La última cosa que quiero hacer es cuidar a
Gaige, y sin embargo, ya estoy actuando como si se tratará de una 25
conclusión inevitable.
—Sé que vas a hacer lo correcto, Delaney —dice, antes de irse.
5
Gaige
Traducido por Jacqui_15
Corregido por ∞Jul∞

M
ierda, estoy cabreado. Volví a la vida luego del accidente
porque necesitaba recuperarme de la cirugía. Dos cirugías y
dos meses después, mi tibia ya no es un montón de pedazos.
Y al menos puedo andar, incluso si es con esta maldita bota que me
mantiene cojeando como un idiota. Pero estoy listo para salir jodidamente 26
de este lugar. Han sido un par de meses patéticos, definitivamente no tan
llenos de alcohol y chicas y fiestas como pensé que un par de meses de
descanso obligatorios serían.
Pero eso no es lo que me irrita justo ahora. Eso es el fondo, pero lo
que me molesta es este asunto con mi padrastro. Generalmente no me
molesta. Incluso cuando es un vaquero que usa botas, nacido y criado en
Texas, no es un mal tipo. No es un borracho, o un golpeador, o un jugador.
Los vicios más grandes del hombre son cazar, fumar cigarrillos, y comprar
increíblemente caros whisky escocés. Y hablar acerca de Texas.
Pero trata de obrar bien conmigo. Este asunto es un montón de
dinero, y es la compañía de Beau.
Se ha preocupado por mi “marca”, por supuesto, se preocupa por la
marca de Marlowe Oil. Ahí es donde yo entro, puedo hacer gran aceite
“bueno y accesible” para miles que no confían en las grandes
corporaciones.
Si hubiera sido otro que Beau, le hubiese dicho que no a todo eso de
“cara de la compañía”. No quiero recorrer Japón y sonreír bonito para las
cámaras, justo como no quería hacer esa sesión con las modelos
tampoco. Seguro, tres ardientes rubias lo hicieron menos doloroso, pero soy
un corredor.
Quiero correr. Extraño el subidón de adrenalina, sentado en el banco
por los últimos meses. Ninguna cantidad de ejercicio puede igualar la
emoción que obtengo yendo a doscientos cuarenta kilómetros por hora
en la parte trasera de una moto. No hay nada en el mundo que pueda
replicar esa mierda.
Excepto tal vez cuando follas.
¿Pero infierno, buen sexo como eso, de la clase que altera la vida
imitando el subidón de correr? Esa mierda solo pasa una vez en la vida, tal
vez.
Creo que de esa forma hubiese sido para mí y Delaney. He pensado
mucho en eso. Bastante más que mucho. Demonios, me he masturbado
con su recuerdo un millón de veces. Nosotros nunca llegamos tan lejos.
Y ahora Beau me hace sentir como un idiota en frente de ella, un
niño que necesita una niñera porque no puedo ser lo suficientemente
responsable para cuidar de mí mismo. Soy un idiota por convencerme que
Beau pensó que era una buena inversión, un adulto y no un niño
irresponsable. Pero es exactamente lo que piensa, justo como todos los
demás.
Estoy tan envuelto en mis pensamientos que casi no escucho el 27
golpe en la puerta delantera. No hay manera de que Beau haya venido a
disculparse; si hay algo que Beau no hace, es admitir que se equivoca.
Empujo la puerta abierta, y Delaney se para ahí, luciendo nerviosa
como el infierno. Y ardiente. Nerviosa y ardiente como el infierno, en mi
puerta a las ocho de la noche. Mierda. Ya estoy irritado y molesto; y ahora
me estoy poniendo duro también.
—¿Puedo entrar? —Acomoda su cabello detrás de su oreja, de la
misma manera en que solía hacer cuando se sentía nerviosa. Supongo que
algunas cosas no han cambiado después de todo.
—¿Qué, hiciste todo el camino hasta aquí para regodearte sobre
cómo vas a cuidar mi trasero en Japón? —Me paro en la entrada,
bloqueándole el paso.
—¿Por qué de repente soy la mala, Gaige? —pregunta—. Creí que
nos llevábamos bien.
—¿Llevando bien? —pregunto, sintiendo el aumento de la ira. No
estoy molesto con ella; estoy enojado porque accedí a hacer esta cosa
por la que no doy una mierda, porque pensé que su padre me respetaba,
pero resulta que no lo hace. Sé que no debería descargarme con ella,
pero parece que no puedo evitarlo—. Sí, solíamos llevarnos bien, ¿no?
¿Viniste aquí a ver sí podías servirte de esa vieja clase de llevarse bien?
El rostro de Delaney se pone rojo, de la forma en que lo hace
cuando se enoja, o se siente avergonzada, o molesta. Está como todas las
anteriores justo ahora, me imagino. ¿Cree que olvidé todo lo que pasó
entre nosotros?
—No te descargues conmigo solo porque estás molesto, Gaige
O´Neal. —dice, reafirmando sus palabras al golpear mi pecho con su
dedo. Envuelvo mis dedos alrededor de los de ella, tirándola contra mí, e
inhala bruscamente, el silbido del aire audible en el silencio de la noche.
—¿Molesto? —pregunto. Su cuerpo se siente cálido contra el mío, y
quiero más que nada besar todo el amado infierno fuera de esta chica.
Tacha eso, no quiero sólo besar a esta chica. Quiero arrancar su ropa justo
aquí, justo ahora, y sumergir mi polla entre sus piernas—. ¿Viniste hasta
aquí, a la casa de invitados, a hablar del viaje para dentro de un mes? ¿O
viniste para algo más?
Delaney forcejea contra mí. —Déjame ir, Gaige —sisea.
—¿Segura de que quieres que lo haga, cariño? —pregunto. Corro mi
mano a lo largo del lado de su cuello e inclina su cabeza a un lado, hacia
mi toque. Prácticamente ronronea mientras la toco. Me mira, sus ojos
verdes ampliamente abiertos.
28
—No sé lo que insinúas, Gaige —susurra.
—No estoy insinuando nada, Delaney —digo—. Sólo estoy diciendo
abiertamente que balanceaste tu pequeño trasero todo el camino hasta
aquí desde la casa principal a esta hora de la noche por algo que no
podía esperar.
—Deberías dejarme ir —dice, pero su voz es más suave ahora, todo
el nerviosismo de antes desaparecido. La dejaría ir si sus pupilas no
estuviesen tan grandes como platos y su respiración no viniese en cortos
jadeos.
—¿O qué, Delaney? —pregunto—. Te encuentras tan caliente por mí
que estás casi jadeando. Apuesto a que si fuese a tocar entre esas piernas
tuyas, estarías empapada.
—No seas asqueroso —dice. Esta vez, tira su mano lejos de mi
alcance y se empuja lejos de mí. Aparentemente, sugerir que vino aquí a
follarme es una cosa pero hablar de poner mis dedos entre sus piernas
cruzó alguna especie de línea imaginaria.
Su reacción me hace querer seguir cruzando esa línea, presionando
ese mismo botón una y otra vez. ¿Qué puedo decir? Soy un maldito niño.
Así que supongo que el padre de Delaney tenía un punto después de
todo. Tal vez no estoy madurando mientras crezco. Es gracioso cómo
Delaney me hace sentir como un maldito adolescente.
—Lo que digas, cariño. —Si va a cuidarme, debería entonces darle
algo que cuidar.
Puedo ver la mandíbula de Delaney apretarse y tira de los bordes de
su camiseta, alisándola. —Lo que pasó entre nosotros fue hace años —
dice, su voz es dura—, fue hace mucho tiempo.
Lo que pasó entre nosotros. No dice las palabras exactas. No
describe el beso que empezó todo ese verano, el beso que nos envió a
ambos en una espiral fuera de control, irresponsables en la búsqueda del
otro, hasta que llegó a un freno chocante antes de que las cosas fueran
demasiado lejos. Omite mencionar los besos robados cuando éramos
dejados solos, el manoseo frenético que llevaba la promesa de más. Más
de lo que jamás pasó.
Y nunca he olvidado eso.
—Correcto —digo—. ¿Y nunca has pensado en eso ni un poco en los
últimos cuatro años?
Espera un momento demasiado largo para responder. —No pienso
en ello en lo absoluto. 29
—Mentirosa —digo.
—Si piensas que vine hasta aquí para obtener algo de tu…
herramienta… —Sus ojos caen a mi cintura, y luego más abajo—, estarías
equivocado.
—Entonces dime a qué has traído tu pequeño trasero hasta aquí.
—Vine a Dallas a trabajar, Gaige —dice—. Eso es todo. Y a eso es a
lo que vine aquí esta noche. A decir que quiero que las cosas sean
profesionales.
—Profesionales —digo.
Delaney asiente. Quiero besar esa expresión seria fuera de su rostro.
—Apropiadas —dice ella.
—Apropiadas —hago eco.
Definitivamente no hago las cosas apropiadamente, y estoy seguro
como la mierda que no haré nada apropiado con Delaney Marlowe. De
hecho, meterme debajo de la piel de Delaney y hacerla comportar
inapropiadamente podría ser justo la clase de cura para el aburrimiento
que he estado buscando.
6
Delaney
Traducción SOS por Scherezade & Sapphire
Corregido por ∞Jul∞

E
s mi primer día de trabajo en la empresa de mi padre. Mi primer
trabajo real. Y no podía ser más incómodo si lo intentara,
mientras contemplo mi oficina. Claro, no es más grande que un
armario, pero es una oficina. Con una maldita ventana. La ventana puede
dar al estacionamiento, pero sigue siendo una ventana. La mayoría de los 30
nuevos graduados universitarios estarían absolutamente encantados de
tener una instalación como esta, pero yo no.
Debería estar en un cubículo, pero el hecho de que soy la hija de mi
padre me ha metido en una oficina con paredes y todo. Hago una nota
mental para decirle después que debería ser reacomodada. La gente ya
me va a odiar lo suficiente, solo porque es la empresa de mi padre.
Ya puedo decir que es un gran problema por la forma en que mi
nueva entrenadora, Chelsea, me ha tratado desde que entré por la puerta
esta mañana, su voz prácticamente goteó desprecio cuando me
presentaba. Chelsea es la representante de cuentas internas de Gaige, e
instantáneamente sé que me odia.
Cuando escucho el golpe en la puerta, gimo interiormente,
preparándome para verla. —Adelante.
No es Chelsea. Es Gaige.
Gaige caminando por la puerta en mi primer día es jodidamente
perfecto. Sobre todo después de que solo le vi anoche, cuando se hallaba
enojado, enfadado y... sexy, la forma en que me acercó a él, su mano
envuelta alrededor de mis dedos, casi amenazando con besarme.
No. Me niego a dejar que incluso mis pensamientos vayan allí. El
pasado es pasado. Cuando tienes dieciocho años, te encuentras en tu
camino para finalmente mandar a volar la precaución y dormir con el
chico que te gusta más que cualquier otra cosa en el mundo y eres
interceptada por una chica que puede o no estar follando, eso hace que
te sientas de manera diferente acerca de él.
Por supuesto, era condenadamente difícil hacer caso omiso de
cómo me sentí por él anoche, la forma en que mi corazón se aceleró y mi
aliento se atascó en mí garganta cuando me atrajo hacia él. Gaige tenía
el mismo efecto en mí en ese entonces. Todo el tiempo, descarté mis
recuerdos de aquel verano, atribuyendo mi deseo hacia Gaige al hecho
de que teníamos dieciocho y nuestras hormonas estaban locas, pero aquí
estoy, de pie de nuevo frente a él, y es como si nada hubiera cambiado.
Todavía me irrita demasiado. Y envía el deseo rebotando a través de mi
cuerpo.
—¿Qué haces aquí? —pregunto, cruzando la habitación para cerrar
la puerta de la oficina detrás de él—. Es mi primer día. No necesito ninguna
lastima de parte tuya, Gaige.
—Vamos, Delaney —dice—. ¿De verdad piensas tan pobremente de
mí? Vine trayendo un regalo de primer-día-en-la-oficina y café. 31
Ni siquiera son las nueve de la mañana. No puedo decidir si estoy
molesta porque se halla en mi oficina o complacida de que se arrastró
fuera de la cama para aparecer aquí. Lleva una camiseta de color rosa
brillante que de alguna manera tiene el efecto contrario que se espera de
una camiseta de color rosa, que lo hace lucir aún más masculino de lo que
lo hizo anoche, lo que parece ser un truco ridículamente injusto que el
universo representa. La suave tela de algodón abraza su cuerpo, y puedo
ver debajo el contorno de los músculos de su pecho. Tengo que forzar mis
ojos, a mirar cualquier otro lugar, excepto su pecho.
Tiene una caja bajo su brazo, envuelta en papel azul rey y atada con
un lazo plateado, y una taza de café en cada mano. Me entrega una de
las tazas, y la agarro con aprensión. —¿Qué es todo esto? —pregunto.
—Es una ofrenda de paz —dice—. Tres de crema, dos de azúcar.
¿Cuatro años desde que salí de su vida, y recuerda cómo tomo mi
café? De alguna manera se comporta demasiado agradable esta
mañana. Quito la tapa del café, lo huelo, y entonces lo miro.
—¿Debo preguntar si ha sido envenenado?
Gaige ladea la cabeza. —Estoy horrorizado incluso de que tengas
que preguntar, querida —dice con ese acento suyo, que prácticamente
gotea con sexo.
No puedo evitar reír. —Claro, porque nunca le echarías alcohol ni
nada a mi bebida.
—Si te refieres al incidente a la luz de la luna, eso sucedió hace
cuatro años, y he madurado desde entonces —dice.
—¿Afirmas haber madurado? —pregunto—. Ahora definitivamente
no confío en ti.
—Tienes que admitir que fue divertido —dice—. Y te encontrabas
mucho más entretenida en el evento de mi madre, de lo que lo hubieras
estado de otra manera.
—Oh, Dios mío, Gaige, era un evento de caridad —le digo—. Un
puñado de la alta sociedad no necesitaba verme tratando de hacer
karaoke en una fiesta donde no había ni siquiera una banda. —Al menos
Gaige me escoltó fuera de la habitación sin causar una escena aún más
grande de lo que ya había hecho esa noche.
—Casi no puedo ser culpado por lo que pasó —dice—. Si recuerdo
bien, no alcoholicé exactamente tu bebida. Me robaste la mía, y no fue mi
culpa que estuviera cargada de instantánea gasolina sin plomo.
—¿Qué? —Niego con la cabeza—. ¡No me detuviste de tomarla!
32
Gaige se encoge de hombros, pero sus ojos brillan. —Advertencia al
comprador —dice—. Deja que el comprador tenga cuidado y todo eso.
¿Cómo iba a saber que tenías una tolerancia al alcohol inferior a cero?
—Porque tenía dieciocho años —le digo.
Gaige se ríe. —Mi tolerancia era genial, y tenía dieciocho años.
—Eras un salvaje. —Pongo la tapa en la taza y Gaige me mira,
riendo—. Yo era inocente.
Una lenta sonrisa alza la comisura de los labios, y mi mano tiembla
con solo ver esa sonrisa. Tengo que mantener el equilibrio con mi otra
mano. —No tan inocente —dice.
Las palabras son pesadas, goteando deseo. O tal vez esa es solo la
forma en que suenan para mí. Me aclaro la garganta para reducir la
tensión entre nosotros. —Gracias, de todos modos, pero voy a pasar.
—¿Realmente no lo vas a beber? —pregunta—. No tienes cara para
quejarte, no después de lo que hiciste más tarde para devolvérmela.
Quiero decir, fuiste por la ruta obvia, por lo que tienes cero puntos por
creatividad, pero lo que sea.
—Los laxantes en el café podrían no ser tan originales —concuerdo
con él—. Pero fueron eficaces. Corrías al baño cada cinco minutos, y eso
fue suficiente para mí.
Gaige da sorbos a su taza. —Esperaba más de ti, Delaney.
—La próxima vez voy a tratar de no defraudarte. —Cuando aparta
su taza de su boca, me acerco y se la quito de la mano.
—¿Qué haces?
—Estoy intercambiando contigo. —Le entrego mi taza, y tomo un
sorbo de la suya mientras se ríe.
—No hay nada en ese —dice—. Te lo juro.
—Entonces puedes seguir adelante y beberlo. Pero me alegro de
que hayas dado vuelta a la página —digo—. No más bromas.
—No más bromas —dice Gaige—. Por supuesto que no. Ambos
hemos crecido. Y he prometido comportarme adecuadamente.
—Me alegra oír eso —digo. No creo ninguna maldita palabra que
sale de la boca de este niño. Comportarse adecuadamente, y una
mierda. Me alegro simplemente que no ha considerado desnudarse aquí
en mi oficina solo para lanzarme mierdas y sonrisas. Bueno, lo que sea, tal
vez me sienta un poco decepcionada de que no haya venido a
desnudarse.
—Y como muestra de bondad, te traje un regalo. —Gaige me 33
entrega el paquete.
Un golpe en la puerta nos interrumpe, mi jefa, con su cabello
azabache sujetado en una cola de caballo que le hacían resaltar sus
firmes pómulos haciendo que se vea mejor, hallaba ahí. Era la clase de
chica que tenía una piel de porcelana y piernas largas que verías en una
revista, no en una oficina, pero su actitud hacía que su aspecto fuera aún
más severo. —Delaney, Recursos Humanos es un grupo de mierda, ya que
no han hecho nada en lugar de hacer lo suyo como debería de ser. Sólo
porque tu padre es quien es, no significa que… oh.
—Chelsea, este es Gaige… —empiezo, pero ella me interrumpe con
una mirada de desprecio, inmediatamente saluda a Gaige con un beso
en la mejilla, antes de empujar el archivo en mis manos.
—Obviamente sé quién es Gaige —dice, trazando su mano a través
de su bíceps, sus dedos presionando un poco más de lo apropiado.
La irritación surge en mí mientras veo a Chelsea tocarlo. —Por
supuesto —digo—. No me di cuenta.
—Gaige es un querido amigo —dice Chelsea, y de la forma que
Gaige me mira, me pregunto si se acostó con ella.
Lucho para mantener mi compostura, afilando mi mandíbula. Por
supuesto, Gaige es un querido amigo de Chelsea. Estoy segura de que
Gaige tiene un millón de otras queridas amigas.
Es totalmente irrelevante saber con quién se ha acostado. Tenía cero
reclamo sobre él. Tonteamos hace unos años. Y él es mi hermanastro. Tuve
un estúpido enamoramiento adolescente con él, y eso es todo. No estoy
celosa, me digo a mi misma. Simplemente no me gusta Chelsea. Para ser
más exactos, me gustaba antes. Pero ahora estoy empezando a odiarla
realmente.
La voz de la zorra interrumpe mis pensamientos. —Arregla los
papeleos de Relaciones Publicas, Delaney. Puedes manejarlo y encajarlo
en tu apretada agenda —dice—. Gaige, necesitamos hablar de este fin
de semana.
¿Este fin de semana? Gaige se dirige a Chelsea, con irritación en su
voz. —Chelsea, hay algo que necesito hablar con Del…
—Las Vegas, Gaige —dice Chelsea secamente. Se vuelve hacia mí
por un breve momento antes de volver su atención a Gaige—. Tu
hermanastro y yo estamos en un vuelo hacia La Vegas esta noche,
Delaney. Gaige, necesitamos terminar con la programación.
34
—Chelsea, me encontraba en medio de una conversación con
Delaney, una que planeo terminar —dice Gaige.
—Oh, estoy segura de que puede esperar —interrumpí—. Chelsea
tiene una demanda más importante en tu tiempo, creo.
Sus ojos se encuentran con los míos, y yo miro hacia otro lado,
ignorándolo mientras Chelsea se dirige fuera de la oficina.
Coloco el paquete en mi escritorio, con la intención de dejarlo ahí,
sin abrirlo, para el resto del día. De hecho, debería tirarlo a la basura.
Dejarlo Gaige que duerme con mi jefa de aspecto perfecto, la que me
odia lo suficiente como es. Y, lo que es peor, va ir a las Vegas con ella.
Hago la documentación de Recursos Humanos, que toma menos de
treinta minutos… y luego me siento allí, mirando la caja de regalo por
cinco minutos antes de finalmente agarrarla.
Levanto la tapa de la caja con cuidado, medio asustada de lo que
lleva dentro. Sabiendo que Gaige, podría hacer cualquier cosa. Cuando
nada salta hacia mí y la caja no explota, saco la tapa y la pongo a un
lado.
Es una polla. Gaige me envió una polla en una caja.
Como un primer regalo por mi primer día de oficina.
Estoy sacudiendo mi cabeza y abriendo la nota al mismo tiempo. No
puedo creer que Gaige tenía las bolas, nunca mejor dicho, para enviarme
una jodida polla, de todas las cosas.
Delamey,
Puesto que no podías admitir lo que realmente querías anoche,
pensé en hacértelo recordar.
P.D. Es un consolador que fue fabricado con un molde de mi polla. Lo
sé, es impresionante, ¿verdad? Si tienes suerte, algún día podrías ser capaz
de ver la cosa real.
P.P.D. La caja es una caja de herramientas. ¿Entiendes?
Me quedo mirando con incredulidad. ¿Ese hijo de puta realmente
me envió un vibrador que fue fabricado con un molde de su polla? Pongo
la tapa en la caja otra vez, como si la cosa entera fuera radioactiva y lo
miro por unos minutos, antes de sacarlo y mirarlo otra vez.
Santa mierda. No hay manera en el infierno, ninguna mierda, en la
vida real que esta sea la polla de Gaige.
Pongo la tapa nuevamente.
No puede ser su polla. Agarró el vibrador en una simple tienda de 35
adulto.
Oh, Dios mío, ¿y si es realmente polla? Saco la tapa de la caja otra
vez, toco mis dedos en la superficie del eje, luego salto hacia atrás, como si
realmente va a explotar.
No seas ridícula, me digo. Gaige no tendría tiempo para hacer un
molde de su polla.
Sólo hay una manera de averiguarlo. El pensamiento salta en mi
cabeza. Ahora, eso es un pensamiento inadecuado. Golpeo la tapa en la
caja y me siento allí, con mis palmas encima de la tapa.
Cinco minutos más tarde, estoy sacando la tapa de nuevo y
recogiendo el consolador. Sólo para verlo. Mi mano apenas puede caber
alrededor del eje. Me digo a mi misma que no estoy haciendo nada malo,
es sólo una broma estúpida, pero hay definitivamente algo sucio sobre
coger un consolador fabricado a base del molde de la polla de mi
hermanastro.
¿Así es su polla? Sólo Gaige mantendría una maldita polla hecha a
juego en algún lugar de acceso práctico.
La exagerada ridiculez del gesto me pega y no puedo dejar de reír.
Cuando finalmente me compongo, cierro la tapa y lo meto en el cajón
debajo de mi escritorio. Fuera de la vista, fuera de la mente.
Excepto por el hecho de que durante todo el día, mis pensamientos
se mantienen a la deriva por ese cajón del escritorio y de lo que hay
dentro. Estoy segura de que es exactamente lo que quería Gaige…
hacerme pensar en su herramienta.

36
7
Gaige
Traducido por Maeh & Yasna.FU
Corregido por ∞Jul∞

—¿C ómo estuvo tu día, cariño? —Hago una pausa en su


puerta, apoyándome en el marco de la puerta. Mi
día consistió como costumbre en pasar unas horas
en el gimnasio y después la terapia física, pero precedido por una visita a
la oficina de Delaney. Joder a Delaney no se halla en mi lista habitual de 37
actividades, así que tuve algo extra que esperar esta mañana. Me
desperté con un resorte en mi paso. Por mucho que no pudiera tener un
resorte en mi paso con esta bota en mi maldito pie, de todos modos.
Mi estado de ánimo era genial hasta que Chelsea nos interrumpió.
Chelsea y yo estuvimos juntos una vez hace unos meses, una cena de
negocios y eso es todo. Es agresiva como el infierno y me dio la sensación
de que quería que fuera más que una cena de negocios. También me dio
la sensación que está apretada como un resorte, el tipo de chica que
podría ir toda psicótica, hervir un conejo o alguna mierda. Y eso es
exactamente el tipo de chica del que me quedo lejos como el infierno.
Pero es buena en lo que hace, así que no he tenido una razón para pedirle
a Beau que la reasigne. Todavía.
El punto es, quería ver la cara de Delaney cuando abriera la caja. Y
Chelsea entró y arruinó toda la jodida cosa.
Delaney se inclina, con una mano en la colcha blanca que cubre su
cama, la otra en la cremallera en el interior de su bota de tacón. Exuda
pura tentación, lleva una falda lápiz negro, la tela tensa sobre los
contornos de su culo, y emparejando con las botas fóllame. Su cabello se
derrama hacia delante, ocultando parcialmente su rostro, y termina de
subirle la cremallera a la bota antes de colocar un mechón de cabello
detrás de la oreja y ponerse de pie, mirándome. —¿Qué haces aquí? —
pregunta—. ¿No tienes que estar en Las Vegas o algo así? Y no me llames
querida.
—Es querida, no querida5, en primer lugar. Y en segundo lugar, es
una expresión de cariño —le digo, encogiéndome de hombros—. Has
estado en Nueva York por mucho tiempo. Se trata de que yo sea
educado, mostrando mis raíces tejanas.
Delaney pone las manos en sus caderas y me mira con los ojos
entrecerrados. —Es condescendiente —dice—. Y ni siquiera eres de Texas.
Doy un paso dentro de su habitación, mirando a su alrededor. —Me
hiere que digas eso, Delaney —digo—. ¿Cómo te gustaría que te llamara?
Odias Delamey, y ahora no te gusta querida, ¿tampoco? Y he vivido en
Texas los últimos años lo que me hace prácticamente un tejano. De hecho,
debería pedirle a tu padre que me lleve a comprar botas de vaquero.
—Puedes llamarme por mi nombre como una persona normal —
dice—. Y nunca respondiste a mi pregunta. ¿No tienes que tomar un
vuelo?
—Mierda, ¿qué se te arrastró por el culo esta noche? —Camino más
allá de las fotos que cuelgan en la pared, ella y sus amigos en varios
lugares turísticos: frente al Monumento Nacional en Washington DC, el 38
Lincoln Center, de pie fuera de un bar en la ciudad de Nueva York—. ¿No
puedo chequear a mi hermanastra antes salir fuera para esta mierda de
negocio?
Delaney cruza al otro lado de la habitación, de pie delante de una
de las fotos de manera protectora, los brazos sobre su pecho. Realmente
debería decirle que el gesto no hace absolutamente nada para ocultar
esas tetas. De hecho, sólo las empuja más arriba, y me da una mejor vista.
—Nada se me arrastró por el culo.
—Podrías haberme engañado —le digo—. Fuiste prácticamente un
rayo de sol esta mañana, y ahora eres, bueno... no.
Me mira. Conozco esa mirada. Es la que me daba cuando la volvía
loca. Es la que dice que podría estar cerca de asesinarme. —Estoy
tratando de asegurarme de que no llegas tarde —dice—. Recuerda, mi
nuevo trabajo implica manejarte. ¿Por qué no estás ya en el aeropuerto?
—Estoy en camino —le digo—. El conductor me espera abajo.
—¿Así que pensaste en pasar por aquí y tratar de conseguir meterte
bajo mi piel antes de dejarme en paz durante el fin de semana?

5Gaige hace referencia a que él dice darlin’ y no darling, sería el mismo significado pero
diferente pronunciación.
—Tengo que dejar algo para que me recuerdes —digo.
—Creo que ya lo hiciste.
—Lo sé —le digo—. Estoy decepcionado. Te di el mejor regalo de
primer día de trabajo y ¿no reaccionas en absoluto?
—Eso fue excepcionalmente maduro. —Rueda los ojos.
—Si lo hubieras usado, es posible que no estuvieras de mal humor —
le digo—. No lo has usado, ¿verdad?
—No, no lo he usado —dice—. Es totalmente...
—¿Sucio? —pregunto.
—Asqueroso —responde.
—¿Porque es mi polla, o, porque somos familia?
—¿Tengo que elegir una opción? —pregunta—. Y no trates de
hacerlo pasar como si estuviera realmente hecho de tu polla.
—Es mía —le digo, tratando de alcanzar mi hebilla del cinturón—.
Puedes compararla con la real, si lo deseas.
—Oh, Dios mío, no —protesta—. Detente.
39
—Eso es muy triste —digo.
—¿Qué?
—Que has perdido tu sentido del humor. La antigua Delaney se
habría reído de algo como eso.
—La nueva Delaney probablemente igual se reiría de tu polla —
replica, mirándome con una ceja levantada.
—Entonces, ¿por qué todo el odio?
Delaney exhala pesadamente. —Tal vez hubiera sido un mejor
presente para Chelsea —dice ella.
—Ah, así que eso es todo —le digo. Me doy vuelta y entrecierro los
ojos en las fotos en la pared, tratando de ver si hay novios que debería
tener en cuenta. No es que quiera ser el novio de Delaney. Ese no es mi
puto estilo. Me gustan mis mujeres con beneficios. Aparto a un lado la
breve comprensión de que me acabo de referir a Delaney como "mi
mujer".
—¿Qué es todo? —Delaney levanta la cabeza. Lleva maquillaje,
delineador de ojos y brillo de labios, las mejillas de un rojo color rosa que le
da un color que me recuerda al sexo.
—Realmente tienes una racha bastante celosa, ¿no es así? —noto.
—No estoy celosa en lo más mínimo —dice—. Creo que deberías
estar dirigiendo tus pequeños chistes de polla hacia alguien que esté más
interesado en ellos que yo.
—Seguro que no te sientes celosa, cariño —le digo, mirando sus
labios. Esos labios regordetes, que mienten suavemente—. Y nunca he oído
a mi polla descrita como pequeña.
Delaney corrió su lengua por su labio inferior y yo quería tomarlo
entre mis dientes. Su brillo labial le daba un resplandor que lo hacía aún
más irresistible. Coloco mis manos contra la pared por encima de su
cabeza, presionándolas firme así no tengo posibilidad de tomarla en mis
brazos de la forma en la que quiero y oprimir mi boca con la de ella. Por el
contrario, sólo estoy allí, empujando mis manos en la pared y mirando
aquellos brillantes ojos verdes.
—No importa lo que hagas —dice Delaney, observándome—. Con o
sin Chelsea. Así que diviértete en tu viaje a Las Vegas.
—Solo admite que estás celosa —le aconsejo—. No es bueno
mantener reprimida la ira, sabes. Conduce a todo tipo de problemas. —No
le digo que este viaje a Las Vegas con Chelsea es exactamente lo último
que quiero hacer. Se encontraba programado desde antes de que Beau
40
me hubiera asignado a Delaney, y va a ser un evento de fanáticos.
Esperaba que si me paseaba por el cuarto de Delaney, podría tener la
oportunidad de hablar con ella y poner una separación entre Chelsea y
yo. Pero parecía que no iría como lo imaginé.
Delaney gime. —No estoy celosa.
—Mentirosa —susurro, viendo a través de los ojos de Delaney. Sus
pupilas lucen tan grandes como platillos, su propio cuerpo la traicionaba.
Ríe. —Eres un hablador —dijo.
—¿Qué significa eso?
—Nada. —Niega con la cabeza.
—No es nada —digo—. Podría ser un montón de cosas, pero estoy
tan seguro como el infierno
Delaney alza las cejas. —Olvídalo. Fue hace mucho tiempo, Gaige
—dice—. Es sólo agua bajo el puente.
—Cariño, nada acerca de nosotros es sólo agua bajo el puente —
digo.
—No regresé para recomenzar algo contigo, Gaige.
—Tú y yo somos la maldita definición de inconcluso. —Quería bajar
esa falda por las curvas de su trasero y mostrarle exactamente cómo
quería recomenzar las cosas entre nosotros.
—Se terminó esa noche —dice, finalmente alejando la mirada.
Deslizo mis dedos por debajo de su barbilla y la giro hacia mí. Tocarla
envía una sacudida de electricidad a través de mi cuerpo. Corro mis
pulgares a lo largo del otro lado de su mandíbula, tratando de mantener
mi deseo por ella bajo control. Estoy tratando de ser razonable. —¿La
noche en que nunca apareciste?
Me empuja y da un paso hacia atrás, cruzando los bazos sobre su
pecho. —Te refieres a la noche cuando me topé con… ¿cuál era su
nombre, Bambi o algo así?
—¿De qué demonios hablas?
—Me encontraba en mi camino a verte en la casa de invitados esa
noche —dice—. Antes de toparme con alguna de tus muñecas en el
camino.
—No tengo ningunas jodidas muñecas —digo.
—Una chica —dice—. Ella te conocía. —La manera en que dijo esas 41
tres palabras, prácticamente escupiéndolas, me dijo todo lo que
necesitaba saber. Cualquier mierda que malentendió de una chica
cualquiera apareciendo en ese entonces, estuvo presente por los pasados
cuatro jodidos años.
Escucho que mi voz se suaviza, cubriendo mi enojo de ella por ser
tan fácil de disuadir en ese entonces. —Nunca hubo otras chicas, Delaney.
Pone los ojos en blanco. —Sí, Gaige —dice—. Eres tan puro como la
nieve.
—Exactamente lo opuesto —digo. Antes de Delaney, hubo muchas
chicas, un desfile de chicas por las que podría ponerse celosa. Pero en el
momento en que me besó ese verano, me arruinó para todas las demás.
No existía nadie más, mientras ella estuvo allí. Cuando se fue, bueno, esa
era una historia diferente. Post-Delaney, sabía que fui lo opuesto a puro.
Jodí con cada chica que pude encontrar para poder sacar a Delaney de
mi cabeza—. Pero tú y yo estuvimos juntos en ese entonces, no hubo
ninguna otra chica. Podría haber sido muchas cosas, pero infiel no.
—Así que, ¿alguna chica sólo llegó a tu casa, sus bragas en mano,
lista para la fiesta? —pregunta. Niega de nuevo, presionando sus labios. No
me creía—. Como sea, la cosa en sí es irrelevante. No estuvimos juntos; no
hubo nada entre nosotros. Tú podrías creer que no es agua bajo el puente,
pero no le he dado un pensamiento desde que salí de Dallas. Chelsea es
mi jefa y tu representante en Marlowe. Por lo que estoy vigilándote.
—Me vigilas, ¿huh? —pregunto—. ¿Eso es todo?
—Eso es todo —dice—. No me importa qué mierda comes. Eso es
todo lo que me importa.
—Estoy seguro que es todo lo que te importa, cariño. —Obviamente
miente, me encuentro tentado a besarla, pero no lo hago.
—Ten un buen vuelo —dice abruptamente. Mi señal para irme.
—Espero que encuentres una manera para entretenerte mientras me
voy —digo. Me la imagino usando un vibrador y el pensamiento me hace
ponerme duro como roca. Mierda, no existía nada peor que irte de viaje
con tu polla dura como una maldita roca.
—Lo haré —dice.
Bajando los escalones y en camino hacia el aeropuerto cuando me
doy cuenta que su “lo haré” sonó petulante. Ella andaba calientemente
vestida, con unas botas de jódeme y todo. Me sentía tan preocupado en
hacerla doler, que no se me ocurrió preguntarle a dónde jodidos se dirigía.
Atrapado en el auto de camino al aeropuerto, no puedo dejar de pensar 42
en ello. Y ahora realmente no quería quedarme atrapado en Las Vegas
con Chelsea.
8
Delaney
Traducido por Jacqui_15
Corregido por ∞Jul∞

—O
h mi Dios, ¿cuánto extrañaste el queso real de Texas
cuando estuvimos en Nueva York? —Sumerjo una
papa frita en el tazón y empujo la cosa entera
dentro de mi boca—. Estoy famélica.
43
—Aquí están sus bebidas. —La camarera sitúa nuestros vasos y un
salero plateado en la mesa, y desaparece tan rápido como llegó.
—Un brindis por tu primer día en el trabajo —dice Daniel, sosteniendo
su vaso en alto. Conocí a Daniel hace dos años en Columbia, literalmente
tropecé con él mientras él iba camino a una audición. Resultó que era de
Dallas, y nos volvimos amigos instantáneamente.
—¿Incluso si realmente no cuenta? —Tomo un sorbo de la bebida,
una especialidad de Texas que es como una Margarita servida en una
copa de Martini, llena con aceitunas.
—Cállate —dice Daniel, sorbiendo su trago—. ¿Qué importa si tu
papi es el presidente de la compañía? Así es como funciona el mundo. Al
menos tu madre no te tuvo adicionando para comerciales desde antes de
que pudieras caminar.
Riendo, masco otra fritura. —Pero los comerciales de cuando eras un
bebé eran completamente adorables.
—Es atroz que estén en internet —dice, rodando sus ojos—. Las
experiencias vergonzosas de las infancias de las personas no solían vivir por
siempre y para siempre.
—Son lindas —insisto—. Además, ahora está guardado para la
posteridad. Cuando te vuelvas súper famoso, van a usarlos para uno de
esos episodios para recordar: un vistazo a la niñez de Daniel Beacon.
—Ahora me siento muchísimo mejor —dice, ondeando su mano
despectivamente—. Lindo es fantástico para mi vida amorosa, por cierto.
—¿Cómo es la vida amorosa?
—Bueno, ya sabes —dice—, estoy viendo a algunos chicos, nada
especial.
—¿Qué hay del abogado?
—Demasiado obsesionado con el trabajo, por supuesto —dice—. No
hay nada nuevo con mi vida amorosa. Moriré siendo una solterona.
—No vas a morir como una solterona. Pero si te sirve de consuelo,
serías una gran solterona —señalo—. Puedo verte siendo la versión gay de
Dowager en Downtown Abbey, frío, ocurrente e inteligente.
—Realmente necesito salir con alguien con un título —dice,
sorbiendo de su trago—. Como un príncipe. O conde. Oh, pero quiero
escuchar sobre el famoso hermanastro.
—¿Qué? —Mi voz se eleva una octava—. ¿Cómo supiste que se 44
hallaba aquí?
Los ojos de Daniel se estrechan mientras sorbe de su trago. —No
creíste que podrías ocultar esto de mí, ¿o sí? —pregunta—. Leí un artículo.
—¿Eres seguidor de las carreras de motocicletas? —pregunto, mi voz
goteando con escepticismo.
—No —dice—, pero sigo a los chicos ardientes. Y Gaige O´Neal es
caliente como el infierno, ¿no es así? Dime que se acuesta junto a la
piscina tomando sol. Oh, dime que necesita un sirviente.
—Ugh, para. Es mi hermanastro del que hablas.
—¿Y? — pregunta Daniel.
—Y, que es repulsivo —digo. ¿Es obvio que estoy mintiendo?—. No
pienso en él de esa manera. —Mas mi protesta suena débil, pobre, y tengo
que tomar un sorbo de mi bebida para cubrir el tono vacilante de mi voz.
Daniel me estudia desde el otro lado de la mesa. —Primero que
nada, no están emparentados. De todos modos, ¿no se conocieron hace
un par de años?
—Cuando teníamos diecisiete —digo—. De todos modos, es un
pervertido. Un completo mujeriego.
—Sabes que así es como me gustan —dice Daniel, moviendo sus
cejas—. Tal vez no encuentra lo que necesita, follando a todas esas chicas.
Rio. —¿Quieres que te establezca, que le haga saber que estás
caliente por él?
—Pagaré por la oportunidad de comérmelo con los ojos mientras
yace junto a la piscina —dice Daniel—. Incluso puedes unírtenos si lo
deseas.
—Bueno, tendrás que esperar para eso, porque él se encuentra en
Las Vegas por este fin de semana. Con mi nueva jefa, Chelsea. —El trago
me vuelve un poco chispeante, y pongo un énfasis extra en su nombre,
remarcándolo al final rodando dramáticamente los ojos.
—Ooh, eso suena bien —dice Daniel—. ¿Primer día en el trabajo y ya
odiamos a la jefa? ¿No sabe que eres la hija del presidente de la empresa?
¿Cómo se atreve a entrar en tu lado malo?
—Definitivamente sabe que soy la hija del presidente —digo—. Estoy
segura que es por eso que me odia. Eso, o…
—¿O qué?
—No lo sé —digo. Si le digo a Daniel que creo que Chelsea está 45
caliente por Gaige, creerá que estoy interesada en Gaige. Y eso no es
algo que quiero discutir, con nadie—. No es nada. Voy a estar atascada
viajando con ellos a Japón. Estaré cuidando de Gaige, básicamente.
¿Puedes imaginarlo?
—Mmm —dice, cerrando sus ojos—. Espera, estoy imaginándolo justo
ahora. En este escenario, él está sin camiseta. Uh, oh, los que manipulan el
equipaje han perdido todos sus pantalones. Qué desafortunado.
Alcanzo hasta el otro lado de la mesa y golpeo la mano de Daniel.
—Abre tus ojos. Deberías estar expresando tu lástima por mí, no
fantaseando sobre el idiota de mi hermanastro.
—¿Viajar a Japón a cuidar a uno de los hombres más calientes del
mundo? —pregunta—. Sí, déjame ver si puedo conseguir algo de lástima
para ti. —Hace una pausa por un segundo—. Nop, simplemente no puedo
hacerlo. Lo siento.
—Eres un amigo terrible.
—Auu. —Daniel hace un mohín y llama a la camarera mientras pasa,
anotando otra ronda de bebidas—. Bien, no discutiremos sobre tu
hermanastro y lo sexy que es. En su lugar, hablaremos de la jefa. Es una
perra, ¿verdad? Háblame de lo perra que es.
—Ella me odia, y…. —empiezo, pero Daniel me interrumpe.
—Espera. Está bien, podemos volver a esa cara de perra en un
segundo —dice—. Por supuesto, ya la odio porque se halla en camino a,
¿a dónde dijiste que llevaba a mi futuro marido?
—Las Vegas.
—Bien, porque va en camino a Las Vegas con mi futuro marido —
dice—. Diré solo una cosa más, y luego no dirás nada, ¿bien?
Exhalo duramente, bajando el resto de mi trago. —Adelante, ¿qué?
—Lo llaman Tool, ¿verdad?
Me quejo audiblemente. —No hay manera, no voy a hablar de eso.
No, no, no, no.
—¿Qué? —Levanta sus manos—. Es la forma en que lo llaman.
Actúas como si lo hubiese inventado. Lo único que quiero saber es si es tan
legendaria como dicen que es.
—Maldita sea, Daniel. —Siento mi rostro ruborizarse mientras pienso
en la herramienta que Gaige me dejó en la oficina. De todos modos, ya no
está en la oficina; obviamente no podía mantenerla ahí, así que la caja se
encuentra cuidadosamente escondida detrás de la ropa en mi armario.
Estoy tan chispeada, que casi le cuento a Daniel lo que hizo Gaige. 46
Excepto que no puedo atreverme a hacerlo. De repente, me siento
aferrada a esto, mi pequeño secreto—. No voy a contarte acerca de la
herramienta de Gaige.
Se inclina hacia delante y baja su voz en un tono cómplice. —Así que
sabes sobre él, entonces.
—¡No sé sobre él! —grito, sonando a la defensiva—. No sé nada
sobre el pene de Gaige, muchas gracias. Dejaré eso para la putilla de
turno que esté enrollándose con él.
Daniel eleva una ceja y se recuesta en su silla, coctel en mano,
analizándome. —Putilla, ¿huh?
—Eso es. Putilla.
—¿Tienes noventa años? —dice—. Y me dices a mi solterona.
—Putilla no es un término viejo —protesto—, está… bien. Bueno, es un
término viejo. Pero nunca pasa de moda.
—Así que Gaige se enrolla con putillas —dice Daniel—, y tal vez tu
jefa, a juzgar por tu reacción.
—¿Podemos hablar de otra cosa? —pregunto. Ya no quiero pensar
en Gaige. Y definitivamente no quiero pensar en lo que él y Chelsea hacen
en Las Vegas. Estoy segura que el licor corre como el agua, y Chelsea está
haciendo exactamente lo que hizo con él en la oficina, su mano
permaneciendo demasiado en su brazo. Solo que esta vez probablemente
lleva un pequeño vestido y él está todo sobre ella. Sacudo ese sentimiento
de disgusto que obtengo cuando pienso en ellos dos juntos.
—Estás un poco susceptible sobre esto —dice Daniel, estudiando mi
expresión. Trato de no mirarlo, agradecida cuando la camarera nos
interrumpe con nuestras cuentas.
—¿Qué? —pregunto, luego de que ella se aleja.
Daniel se encoge de hombros. —Nunca te vi tan susceptible sobre
alguien antes —dice—. No te sientes interesada en él, ¿no?
—No seas ridículo —digo, forzando una risa—. Eso sería de locos.
Claro que no estoy interesada en él. Ni si quiera me gusta.
—Seguro, muñeca —dice, aún mirándome—. Lo que digas.

47
9
Gaige
Traducido SOS por July Styles Tate
Corregido por ∞Jul∞

G
olpe, golpe, golpe, golpe. El golpeteo del bajo en el club
vagamente coincide con el latido de mi cabeza. Debería
estar jodidamente eufórico, sentado en la sección VIP de
uno de los clubes más populares de Las Vegas, pagándome por adular
chicas calientes y beber sólo el licor más caro. Chelsea ni siquiera se halla 48
pegada a mi lado como pensé que estaría. Por mucho que sé que le
gustaría estar sobre mí en un instante si le doy la luz verde, ella también es
todo negocios y sabe que es bueno para el negocio el que esté
recogiendo muñecas. Es todo sobre la jodida marca.
El problema es que todo esto es para el espectáculo. Todavía tengo
mi bota, lo que me da una gran excusa para sentarme aquí con mi pierna
apoyada en lugar de tener que fingir ser toda esta cosa. Y estoy bebiendo
agua mineral con gas en lugar de licor. Ni siquiera he follado una sola
modelo en el baño.
Gaige O'Neal, sobrio y célibe. El infierno realmente se ha congelado.
Tal vez estoy teniendo un derrame cerebral o algo así. Cambio de la
personalidad es un síntoma de accidente cerebrovascular, ¿no es así? O
tengo un tumor cerebral. Hago una nota mental para hablar con mi
médico cuando regrese a Dallas: “Doc, me siento diferente de mi puto
usual. Creo que podría estar enfermo.”. Es una preocupación
perfectamente legítima.
La chica a mi derecha me manosea, inclinándose, su cabello largo y
castaño roza mi brazo, y por un segundo cuando miro el cabello, me
acuerdo de Delaney.
Como si pudiera olvidar a Delaney. Ha estado corriendo por mi
cabeza desde que salimos de Dallas. Anoche, tiré mi teléfono en el fondo
de mi bolsa y vi la televisión en la habitación del hotel hasta que me
desmayé, sólo para evitar pensar en ella y adónde iba vestida así. En el
evento de fanáticos de hoy, podría haber jurado que incluso la vi en la
multitud.
Tal vez tengo un maldito tumor.
—No estoy usando ropa interior. —La chica tiene que gritar en mi
oído, a pesar de estar tan cerca de mí, puedo sentir sus labios contra mi
piel. Bajo la mirada, dejando que mi mirada se quede en sus piernas largas
de color canela y su vestido blanco muy corto. El vestido sin bragas
debajo.
—Quizá la próxima vez —le digo. Una parte de mí piensa que debo
decir que sí. Lo que necesito hacer es tomar a esa chica en el baño y
joderla contra la caseta del baño. Podría sacar esta mala racha.
Excepto que no es tanto una mala racha, ya que es el hecho de que
mis pensamientos se hallan absortos en Delaney.
La chica desliza su mano sobre mi pecho, y la empujo, cuidando de
no ser demasiado contundente. Quiero arrojarla fuera de mí, quitar su 49
desagradable mano de mí. Pero Gaige O'Neal no hace eso. Gaige O'Neal
está siempre para un buen rato.
Se inclina más cerca. —Estoy dispuesta a todo —dice—, cualquier
cosa.
Me quejo. Normalmente, estaría en todo esto. La chica está caliente,
es alta, delgada, parece que salió de las páginas de una revista de moda,
y me ofrece cualquier cosa. Cualquier cosa es exactamente lo que me
gusta escuchar.
¿Y estoy rechazándola?
Algo está definitivamente mal en mí.
Colapso y le envío un texo a Delaney.
¿Lo has utilizado ya?
No es más que un minuto antes de que responda.
Por supuesto que no.
Luego, un segundo más tarde, envía otro texto:
Obviamente, le he construido un santuario en mi habitación.
Estoy seguro de que Delaney se siente tan avergonzada por eso que
lo tiene escondido en algún lugar de la habitación donde nadie podría
encontrarlo. Bajo la cama, tal vez, o en el armario. Ella es así de privada. Se
avergüenza fácilmente. Me encantaba hacerla perder los estribos, viendo
su sonrojo cuando le diría nada ni remotamente sexual. Insinuaciones solían
hacer su cara tornarse de color rosa. Sigue siendo igual de divertido
meterse bajo su piel.
Auu, él está destinado a ser tocado, no se debe poner en un
pedestal.
Chelsea me llama la atención desde donde se sienta en el otro lado
de la zona VIP y me mira, y luego mira el teléfono. Es negocio, modulo, y
niega con la cabeza. Sí, sí, lo que sea. Se supone que debo estar de fiesta,
provocando a las chicas universitarias de pequeños abdómenes tensos.
El teléfono vibra de nuevo y hago clic en el texto.
Estoy segura de que la cosa real consigue un montón de toques en
Las Vegas.
Son evidentes los celos de Delaney, que en realidad me alegra. No
sé por qué es insegura. Es mucho más interesante que las chicas de las que
estoy rodeado, con ojos vidriosos y cuerpos de plástico. Es inteligente
como el infierno. Más inteligente que yo. También es más bonita que estas
chicas, parece real, ¿sabes? No es una figura de palo. Es normal. 50
Voluptuosa. Jodidamente voluptuosa.
De hecho, mi polla se estimula sólo de pensar en el aspecto que
tenía, cuando entró por la puerta de la casa de huéspedes en medio de
mi sesión de fotos, su camisa completamente transparente, aferrándose a
sus tetas. Si pienso más sobre Delaney y sus curvas, voy a tener que ir a
masturbarme en el baño, y podría ser incómodo.
¿Celosa? Pensé que tenías una cita anoche.
No puedo resistirme a preguntar. Quiero saber con quién coño
estaba. Ni siquiera sé si tiene un puto novio. Podría tener un maldito novio,
eso es lo mucho que sé de su vida desde que hemos estado separados. Ni
siquiera sé por qué carajo me importa.
Ella es la que huyó. El pensamiento flota a través de mi cabeza, y eso
es la prueba positiva de que estoy perdiendo mi maldita mente. Es la puta
medicación del médico la que me tiene encendido, eso debe ser el
problema. No hay manera de que Delaney Marlowe sea un poco de amor
perdido hace mucho tiempo. Lo único que se escapó de mí fue la
oportunidad de conectar con ella. Es lo que es. Es sólo una chica que
nunca he fastidiado. Todavía debería estar cabreado como la mierda con
ella por no presentarse esa noche. Y luego por ignorarme, actuando como
si nada hubiera pasado entre nosotros. Y partió a la universidad después
de eso. Mi teléfono vibra de nuevo.
LOL. Cita con un amigo.
Sí, claro. ¿Qué clase de amigo es para que ella se vista en unas
botas como esas? Me molesta pensar en ella y una de sus amigas fuera
recogiendo chicos. O el infierno, ¿y si el amigo es un chico?
¿Amigos con beneficios?
No responde. Navego en mi teléfono, ojeando mis cuentas de redes
sociales, mientras la música en el club ofrece un fondo molesto a mis
pensamientos. Espero unos minutos más, y no consigo ninguna respuesta, a
continuación, deslizo mi teléfono en mi bolsillo.
Amigos con beneficios. El pensamiento de Delaney conectando con
otra persona me hace enojar. Tan enojado, que cuando levanto la mirada
para ver a Chelsea de pie delante de mí, le espeto—: ¿Qué?
Chelsea se inclina, su mano en mi brazo, su cálido aliento contra mi
oído. —No te diviertes.
Me encojo de hombros. —Tengo que orinar.
—El guardaespaldas irá contigo.
Mierda. ¿No puedo siquiera jodidamente mear por mi cuenta, sin
tener a algún gorila de ciento treinta kilogramos sosteniendo mi maldita 51
polla por mí? Ser rico y famoso es un viaje real, eso es malditamente
seguro.
Estoy demasiado cansado para discutir incluso con Chelsea. No me
importa. El guardaespaldas divide el mar de gente en el club y empieza a
seguirme al cuarto de baño. —¿Qué? —pregunto—. ¿Vas a verme
jodidamente mear ahora, también?
Me ignora, entrando primero y mirando alrededor. Maldito padre de
Delaney, aparentemente contrata seguridad que piensa que custodian el
presidente o algo, en lugar de una celebridad de poca monta como yo.
Me estoy lavando las manos, notando que Delaney todavía no me
ha enviado un mensaje de vuelta, cuando se abre la puerta. Esperaba
que fuera el guardaespaldas, pero no lo es. Es Chelsea.
—Mierda. ¿No puedo obtener dos minutos de tranquilidad?
Pone mala cara. Esa maldita mueca de ella tiene que irse. Es tan
jodidamente molesta. ¿Qué pasa con las chicas y los pucheros? No se ven
lindas; parecen juveniles. Delaney no hace pucheros. La idea pasa por mi
cabeza y quiero sacarla de mi cerebro. Que se joda Delaney y quien sea
que esté conectando con ella en Dallas.
—¿Quieres que me vaya? —cuestiona Chelsea. Se acerca a mí, se
pone delante de mí con la mano en su cadera y una pierna sobresalía
hacia un lado. Sabe cómo funciona su cuerpo, le daré eso. Lleva este
pequeño vestido rojo que compensa su piel cremosa y su cabello negro.
¿Quiero que se vaya? Dudo antes de responder. —Lo que sea que
vayas a decir, no lo hagas. Simplemente va a hacerlo incómodo en el
futuro, Chelsea.
Frunce los labios, me mira pensativa. Pero no se mueve. —Eres mi
cliente —dice ella—. Lo que significa que estoy a tu disposición. Y luces
tenso.
—Estoy jodidamente tenso —digo—. ¿Cuándo podemos salir de
aquí?
—Una hora más —dice, dando un paso adelante. Me doy cuenta de
que pensaba que yo diciendo que me hallaba tenso era una invitación
para más—. Si deseas, puedo ayudarte a sentirte menos tenso...
Debería tomarle la invitación. O tomar a la otra chica, invitarla a por
más. Eso sería lo más inteligente que hacer. Eso sería lo que Gaige haría.
Pero mi teléfono sigue en mi bolsillo, con un peso pesado en mis
pensamientos. Y más concretamente, Delaney pesa sobre mis
pensamientos. Es por ella que no puedo sacarla de mi maldita cabeza.
52
—¿Bien? —pregunta.
—Bueno, nada, Chelsea —le digo, mi voz dura—. Espero que no
tenga que conseguir un nuevo gerente en Marlowe, porque las cosas se
pusieron incómodas entre nosotros.
Chelsea desliza sus palmas por los lados de su vestido, enderezando
la tela. —Espero que no —dice—, sería una pena perderte como cliente.
Luego se da la vuelta y sale del baño como si nada hubiera
sucedido.

***

—Siempre te he deseado, Gaige. —Delaney desengancha el


sujetador y lo arroja al suelo, sus pechos desnudos en frente de mí. Se
contonea fuera de sus bragas, sacudiéndolos por sus muslos, el movimiento
haciendo que sus pechos se mesan.
Extiendo la mano para tocarlos, pero niega con la cabeza,
haciendo un chasquido con su lengua antes de caer de rodillas a mis pies.
Mierda. Tomo su rostro en mis manos, su piel suave contra mis palmas, y tiro
de ella hacia arriba para mirarme. No puedo dejar de mirarla. No puedo
creer que esta es Delaney, la chica que deseé todo el verano, la chica en
la todavía no puedo dejar de pensar. Con clase, una belleza
impresionante, fuera de mi liga, Delaney Marlowe.
De rodillas, con la cara tan cerca de mi polla puedo sentir su cálido
aliento contra mi piel. Cristo, mi puta polla está a punto de explotar ya.
Me mira, picardía en sus ojos, luego abre la boca, tocando la punta
de la lengua en la cabeza de mi polla, donde el pre-semen ya brilla en la
punta. Sus ojos nunca dejan los míos, y el hecho de que me mire como lo
hace, con la boca abierta, como si estuviera rogando por mi polla, me
dan ganas de entrar ya.
—Mierda, Delaney. —Gimo—. Sigues haciendo eso y voy a venir por
toda esa linda carita tuya.
—Promesas, promesas, Gaige —dice—. Eres solo habladurías. —Llega
entre mis piernas a agarrar mis bolas pesadas con una mano mientras
envuelve sus labios alrededor de mi polla, me envuelve con su cálida boca
húmeda.
—Voy a mostrarte que solo hablas —Empiezo a hablar, pero no
puedo pensar cuando trabaja sus labios mágicos, así que corro mis manos
por su cabello largo y oscuro, tirando de ella contra mí, obligándola a 53
tomarme más profundo. Cuando gime, la vibración de su garganta
reverbera hasta la longitud de mi polla, y quiero venirme.
Me despierto con un sobresalto, mi corazón latiendo con fuerza en
mi pecho, sentado en posición vertical. Mierda. Un puto sueño sobre
Delaney mamándomela. Eso es simplemente genial. Mi pene está tan duro
como una maldita roca. Me recuesto contra la almohada. Delaney dando
el infierno de entretenimiento puro es una cosa, pero un sueño sexual de
ella es algo completamente distinto. Ha hecho más que claro que no se
siente interesada en mí. Y hay un montón de mujeres que se encuentran
más que dispuestas a estar en sus rodillas, bocas abiertas para mí.
Envolviendo mí mano alrededor de mi polla, acaricio mi longitud,
cerrando los ojos para evocar una imagen de una rubia con la boca
abierta con grandes tetas, listo para envolver sus labios regordetes a mí
alrededor. El problema es que estoy tan jodidamente cerca ya, gracias a
mi sueño sobre Delaney, que lleva todo de un minuto para enviarme por
encima del borde. Y no es una rubia con la boca abierta en quien pienso.
Es el rostro de Delaney lo que veo, no puedo dejar de imaginar las tetas de
Delaney, los labios de Delaney envueltos alrededor de mi polla. Cuando
me vengo, es por Delaney.
Esto va a ser un maldito problema.
10
Delaney
Traducido por Scherezade
Corregido por ∞Jul∞

E
stoy tumbada en la cama, mirando al techo en la oscuridad. La
tranquilidad en la casa es prácticamente ensordecedora. Mi
padre y Anja se fueron a la cama justo después de la cena. O
más bien, Anja estaba ebria y mi padre la acompañó a la cama. No
recuerdo a Anja siendo tan exuberante hace unos años, pero tal vez mi 54
memoria de las cosas solo se halla nublada. Lo que recuerdo de Gaige
parece estar nublando mi juicio ahora, haciéndome pensar acerca de
nuestro pasado.
Gaige desliza su dedo debajo de mi barbilla, inclina mi cabeza hacia
la suya. —Dime que me deseas —dice, su voz baja en su garganta.
—No puedo. —Mi voz suena ahogada, y aparto la mirada—. No
podemos, Gaige.
—¿Debido a nuestros padres? —Con la otra mano, alcanza un
mechón de mi cabello y lo mete detrás de mi oreja. Su toque envía un
escalofrío por mi columna vertebral. Es todo lo que puedo hacer para estar
allí, inmóvil, cuando lo que quiero hacer es decirle que sí. Quiero decirle
que estrelle su boca con la mía. Quiero decirle que tire mi falda alrededor
de mi cintura, que se empuje a sí mismo entre mis piernas y en mi interior.
Quiero decirle que se tire en el suelo y me folle, aquí mismo.
Pero estoy nerviosa. No va a ser mi primera vez, ese honor va para mi
novio de décimo grado. Pero es el único con el que he estado, no como
Gaige que ha estado con muchas chicas. ¿Qué pasa si no doy la talla?
—Por supuesto que no —le digo—. No estamos ni siquiera
emparentados. —Pero estoy mintiendo sobre el hecho de que el que
seamos hermanastros no es un gran problema. Tal vez no sería un gran
problema aquí en Dallas, pero ni siquiera puedo imaginar el tipo de drama
que causaría en Manhattan. Mi madre estaría horrorizada. Ya me imagino
su cara poniéndose blanca, la mano que agarra su copa de cóctel
temblando mientras se da cuenta de que su única hija folla con el chico
malo e hijastro de su ex marido. Culparía de todo a mi padre. Debería
haber sabido que enviarte a Dallas para el verano sería un error, diría.
Estoy empezando a pensar que fue un error, también. ¿Realmente
creo que todo funcionando alrededor, las charlas nocturnas sobre la vida
en el jardín y los besos robados en el pasillo, son una buena idea?
Por lo menos, me siento de esa manera hasta que Gaige desliza su
dedo lejos de mi barbilla y agarra un puñado de cabello en la nuca de mi
cuello, tirando de mí hacia él antes de que pueda registrar una respuesta.
Una punzada de dolor surge a través de mí, pero lleva su boca con fuerza
hacia la mía, silenciando mi grito, y el dolor se convierte en placer cuando
su lengua encuentra la mía.
Me ha tocado antes, por supuesto. Ha habido un montón de
toqueteos… tentativos al principio, ese primer beso afuera después de que
nos quedamos despiertos hasta las dos de la mañana, bebiendo cerveza
que Gaige robó de la cocina y hablando de la vida. Medio borracha y
delirante de la fatiga, me incliné cerca de él, tocando mis labios a los 55
suyos. Eso era todo de mí, el primer beso. Yo lo inicié. Le di un beso. Ese
primer beso fue juguetón, tentativo, casi bromista, el tipo de beso que
ocurre cuando no estás seguro de qué diablos sucede entre ustedes.
Ese beso no era nada como este. Este beso es la lujuria y la pasión y
la frustración reprimida que viene con todos los besos y toqueteos que
llevaban a nada, excepto más besos y toqueteos. Este beso mantiene la
promesa de mucho más.
Se lo doy, mi cuerpo fundiéndose contra el suyo, el deseo inundando
cada centímetro de mí, fluyendo por mis venas. He deseado esto durante
todo el verano. He deseado esto desde el momento en que Gaige me
miró. No importa lo mucho que he tratado de negarlo, no he podido dejar
de fantasear con él. Traté de odiarlo, realmente lo hice. Parecía que iba a
ser fácil. Pero entonces nos hicimos amigos. Y me encontré con que me
gustaba.
Estoy aterrorizada por desearlo.
Y la idea de estar con él, completamente con él, hace que mi
cuerpo se tense. Gaige lo siente inmediatamente y tira hacia atrás,
sosteniéndome con el brazo extendido. Mis labios palpitan por la caricia de
los suyos.
—¿Qué? —pregunta—. ¿Todavía crees que no podemos?
—No… no estoy segura —le digo, mis dedos tocando mis labios
donde me besó. No estoy segura de nada.
—¡Gaige! —llama Anja desde el pasillo, y empiezo a alejarme, pero
él me atrapa, su mano agarrando mi brazo con tal ferocidad que creo que
va a dejar una marca.
—Nos vemos esta noche —dice.
Niego con la cabeza.
—No. No puedo. —Pero no puedo evitar preguntar—: ¿Dónde?
—En la casa de huéspedes —susurra—. Nadie va por ahí. Vamos a
estar solos.
Incluso ahora, cuatro años después, cuando pienso en esa noche,
todavía puedo probar ese último beso en mis labios. ¿Qué tan jodido es
eso?
El teléfono vibra de nuevo, la pantalla brillando en la oscuridad. Es
una notificación de uno de mis sitios de medios sociales, y siento una
punzada de decepción de que no sea Gaige. Al abrir los mensajes de
texto, vuelvo a leer el último de Gaige: ¿Amigos con beneficios?
Gaige no tiene vergüenza preguntando acerca de mi vida amorosa, 56
cuando se encuentra en Las Vegas en estos momentos. Probablemente
enviándome mensajes de texto mientras una chica tiene su boca envuelta
alrededor de su polla.
Su polla...
Echo un vistazo a la puerta del armario cerrado, a sabiendas de lo
que hay detrás. Solo Gaige envolvería para regalo su jodida polla. Estoy
segura de que su idea de un regalo es envolver la cosa real. La imagen de
Gaige O'Neal, desnudo, un gran lazo rojo atado alrededor de su polla,
parpadea en mi cabeza, y me da risa por un segundo. Solo que es más
caliente de lo que es gracioso.
El calor se precipita a través de mi cuerpo ante el pensamiento del
toque de Gaige, y trato de sacarlo de mi cabeza. Pensamientos de Gaige
no tienen que ocupar mi cabeza. Podría haber conocido a Gaige hace
años, pero ha pasado mucho tiempo desde que lo vi por última vez, y ha
cambiado. Caray, yo he cambiado. Ya ninguno de los dos somos las
mismas personas.
He madurado.
Cuando una idea me viene a la cabeza un minuto más tarde, no
puedo evitar reír. Lo que estoy a punto de hacer definitivamente no es
maduro.
57
11
Gaige
Traducido por Mae
Corregido por *Andreina F*

J
oder, es bueno estar de vuelta. Al cerrar la puerta a la casa de
huéspedes detrás de mí, me dirijo directamente a la habitación.
Tal vez es sólo mi maldita pierna, pero ha pasado un largo
tiempo desde que he estado tan agotado como lo estoy ahora. Fiestas,
chicas y licor solían ser divertidos, ¿qué podría ser mejor?
58
Delaney nunca me respondió el mensaje; supongo que se
encontraba demasiado ocupada con quien sea que esté saliendo. Bueno,
al demonio eso. Y al demonio ella.
Quitándome la ropa, las dejo en una pila en el suelo, abro la ducha
antes de deambular de nuevo en el dormitorio. Abro el cajón de la
cómoda para agarrar ropa limpia antes de dirigirme a casa para la cena
y… el cajón se halla lleno de condones, no ropa ¿Qué coño? Uno por uno,
abro el resto de los cajones, y todos tienen lo mismo. Condones, condones
y más condones, un arco iris de todos los colores imaginables.
Cuando abro el armario, una ola de condones se derrama sobre mí.
Un trozo de papel revolotea en el suelo, y lo recojo.
Envuelve tu herramienta
Quizás Delaney Marlowe tiene todavía sentido del humor después de
todo.
Me encuentro silbando mientras remuevo mi bota y tomo una
ducha. Incluso estoy silbando mientras busco ropa en mi maleta, porque
no sé dónde coño se encuentra mi ropa ahora. Delaney podría haber
quemado el montón por lo que sé. No sé qué tipo de loco serías para
hacer algo así, pero no lo olvidaré.
Saco mi teléfono y envío a Delaney un mensaje.
Tengo tu presente. ¿Supongo que te gustaría utilizarlos todos? Es una
tarea difícil, pero creo que puedo estar a la altura.
Estoy ojeando los canales de la televisión cuando me responde.
Con la forma en que cambias de chica, creo que lo harás muy bien
sin mi ayuda.
Con la forma en que cambio de chicas. Mierda, hace un par de
meses hubiera sacado provecho de la pequeña broma de Delaney.
Ahora, sin embargo…
Paso distraídamente por la lista de contactos en mi teléfono. Hay
algunas chicas en mi lista, llamadas de ligues que han demostrado que
pueden aparecer a las tres de la mañana e irse al día siguiente sin ser
psicópatas totales. Debería follar a todas en esta lista. Es la única manera
de sacar a Delaney de mi cabeza.
Sólo que no sé por qué esa idea parece tan jodidamente aburrida.
O por qué la perspectiva de follar con mi hermanastra es mucho más
atractiva.

59
***

Cuando Delaney llega a casa del trabajo para verme sentado en el


sillón de cuero en su habitación, con los pies apoyados en la otomana,
leyendo una novela, una sonrisa cruza sus labios, pero rápidamente la
oculta. —¿Qué haces en mi habitación? —pregunta Delaney—. ¿Nunca
has oído hablar de la privacidad?
—Bueno, eso no es hipócrita de tu parte, Delaney Marlowe.
—No me entretuve después de dejar los condones —dice ella—.
¿Cuánto tiempo llevas aquí?
—Lo suficiente —le digo, mi mirada se arrastra a lo largo de su
cuerpo. Delaney tiene una manera de hacer que incluso el atuendo más
conservador se vea sexual. No lleva las botas fóllame esta vez, pero los
tacones que tiene en sus piernas se ven positivamente indecentes. Son una
pulgada demasiado altos para ser apropiados para oficina, poniéndolos
de lleno en la categoría de ser caliente como el infierno. Ahora todo lo
que puedo pensar es en ella vestida sólo con esos zapatos.
—¿Lo suficiente para qué? —pregunta Delaney, exasperada—.
¿Qué miras?
—Tus zapatos —digo.
Baja la mirada a sus pies, su cabello cae hacia delante, como lo hizo
en mi sueño cuando se hallaba de rodillas. Tengo que moverme incómodo
en mi asiento ante la idea de Delaney de rodillas entre mis piernas. —¿Que
hay de malo con ellos?
—Nada —le digo—. Todo está bien con ellos. Los tacones harían de
perfectas agarraderas.
Arruga la frente, arrugando la nariz al mismo tiempo, como si
estuviera oliendo algo raro. No creo que sepa que lo hace, pero es lo
mismo que solía hacer cuando éramos adolescentes. Es lindo. Levanta su
pie y mira sus tacones, luego a mí. —¿De qué hablas, agarraderas?
¿Se hace la tímida, o ella, literalmente, no sabe a dónde quiero
llegar? —Hacen de geniales agarraderas, si tus pies estuvieran por encima
de mi cabeza —lo repito—. ¿Quieres una demostración?
Me levanto y cruzo la habitación, a pesar de que me hace un gesto.
—Gracias por esa imagen encantadora —dice ella. Su rostro luce
rojo.
—Estás sonrojándote. 60
—Porque eres vulgar —dice ella.
—Sigue usando zapatos así, y no esperes que sea civilizado. —Estoy
de pie tan cerca de ella que cuando inhalo, puedo oler el aroma de su
champú de nuevo, algo de galletas con sabor u otra cosa que me da
hambre.
—No creo que puedas ser civilizado —dice ella—. No estoy segura
de que tengas la capacidad.
—Me lo tomaré como un cumplido.
—No quise decirlo como uno.
—No sé —le digo—. Creo que te gusta el hecho de que soy vulgar.
—Creo que te engañas a ti mismo.
—Tú eres quien llenó mis cajones con condones —señalo—. No hace
falta ser Freud para averiguar el significado detrás de eso.
Sus ojos se abren más. —Me diste un modelo de tu...
—¿Polla? —Me encojo de hombros—. Pensé que podría ayudar a
que me visualices mejor cuando te toques, cariño.
—No te visualizo, muchas gracias —dice ella.
—¿No? —pregunto, acercando la mano para mover un mechón de
cabello de su hombro. Mi mano roza su clavícula, y me inclino cerca de
ella, mi boca cerca de su oído—. Bueno, yo pienso en ti.
Cuando me alejo, me mira, con la boca ligeramente abierta. —
Gaige, yo…
—Lo sé —le digo—. Tenemos que mantenerlo profesional.
Su expresión cambia y pasa sus manos por los lados de su falda. —
Profesional. Sí. Exactamente. Somos amigos. Me gustaría que sigamos
siendo amigos.
—Así que no quieres oír que he pensado en ti, entonces.
—No, definitivamente no.
Me inclino cerca de ella, mis labios cerca de su oído. —Entonces
definitivamente no te diré que he pensado en pasar mis dedos por el
interior de tu muslo, hasta llegar a ese pequeño pliegue en la parte
superior, cerca de tu coño.
—Gaige —dice mi nombre, protestando, pero es débil, y no se aleja.
Deslizo mi mano alrededor de su cintura, en la parte baja de su espalda.
—Definitivamente no voy a decirte que he pensado en la expresión 61
que tendrías cuando toque con mis dedos los labios de tu coño por
primera vez.
—No —dice ella—. No.
Pero no se mueve. La acerco con fuerza contra mi creciente dureza,
y pone sus manos en mi pecho. No estoy seguro de si está a punto de
alejarme o no. No me mira, y hablo en voz baja de nuevo cerca de su
oído. —Definitivamente no voy a decirte que he pensado en cuan cálida y
húmeda te sientes, cuan resbaladiza estarías cuando deslice mis dedos
dentro de ti.
Delaney hace un sonido en el fondo de su garganta, algo así como
una mezcla entre aclararse la garganta y gemir. —No puedes decir…
—No voy a decir nada, Delaney —digo—. Ciertamente, no es que
haya pensado en cómo te verías al montar mi cara.
Ahora me mira, con los ojos muy abiertos. —No puedes decir cosas
así.
—¿Cosas como la forma en que quiero sostener tus caderas contra
mí mientras te sientas en mi cara y te vienes en mi lengua? —susurro.
Delaney respira, su pecho sube bruscamente. Puedo ver el más leve
indicio de escote de la parte superior de esa camisa con botones que
lleva. Hay algo en la forma en que se cubre por completo que lo hace casi
tan revelador como si estuviera de pie aquí desnuda delante de mí. —Sí —
dice en voz baja, con la voz entrecortada—. Como esas.
—Entonces no voy a decir ninguna de esas cosas. —La suelto, y doy
un paso atrás, a pesar de que mi pene palpita, mi erección empuja con
tanta fuerza contra la parte delantera de mis pantalones que es dolorosa.
Estoy tan duro que voy a explotar—. Pero voy a pensar acerca de ellas al
lado.
Hace la cosa con su frente de nuevo, y arruga la nariz. —¿Qué? —Su
respiración es todavía entrecortada, y se halla de pie allí, con los dedos
sobre sus labios. Tengo que largarme de aquí antes de que cambie de
opinión y arranque su maldita ropa ahora.
—Ah, se me olvidó mencionar que —digo—. Mientras te encontrabas
en el trabajo hoy, me mudé a la habitación de al lado.
Sus ojos se abren como platos. —No lo hiciste.
Sonrío ampliamente, y me inclino cerca de ella otra vez. —Lo hice.
Así que voy a estar cerca. En caso de que alguna vez decidas que
necesitas un poco de alivio.... De hecho, si ayuda, sé que voy a estar al
lado pensando en ti cuando me vengo. 62
No espero su respuesta antes de salir de su habitación, cerrando la
puerta detrás de mí.
12
Delaney
Traducido por Scherezade
Corregido por *Andreina F*

E
stoy de pie aquí en mi habitación, mirando la puerta cerrada
como una idiota. Como si nada de eso acabara de suceder.
Como que el latido entre mis piernas no es nada.
Gaige se encuentra en la habitación de al lado, con la mano en su 63
polla, pensando en ti.
La puerta del dormitorio de Gaige se cierra y le escucho moverse
alrededor de su habitación. Estas paredes son finas como el papel. No
puedo creer que Gaige tuvo las pelotas para mudarse de la casa de
huéspedes a la casa principal, y no solo la casa principal, sino a la
habitación de al lado, sólo para meterse conmigo. Hay doce habitaciones
en esta casa, y Gaige escogió la que está al lado de la mía.
Definitivamente quiere meterse contigo.
No estoy segura de si estoy más excitada o irritada. Después de su
viaje a Las Vegas con Chelsea, y Dios sabe cuántas otras chicas, solo
puedo imaginar el número, Gaige tiene las pelotas para estar aquí,
pegado a mí, diciéndome lo que quiere hacerme.
Las realmente asquerosas cosas que quiere hacerme.
Tiene absolutamente cero vergüenza.
Tú eres la que puso los condones en su habitación. El pensamiento
parpadea en mi cabeza, y trato de apartarlo con rapidez.
Me pregunto si en realidad se masturba en su habitación. Seguro
que no fingió la erección que se presionó contra mí cuando me atrajo
hacia él.
Y definitivamente no es falsa la humedad entre mis piernas. Si Gaige
hubiera cumplido su amenaza de deslizar sus dedos entre mis muslos, se
habría dado cuenta de inmediato. Y no estoy segura de que habría
protestado.
Cruzo el dormitorio para cerrar la puerta, quién sabe si Gaige
volverá, y me arranco mi ropa de oficina pieza por pieza, no puedo sacar
a Gaige de mis pensamientos. Hago un valiente esfuerzo por tratar de
distraerme pasando a través de todo tipo de otras cosas en mi cabeza;
cosas de trabajo, mi lista de tareas pendientes, las jodidas capitales
estatales en orden alfabético.
Cualquier cosa que no sea pensar en Gaige en la habitación de al
lado. Gaige con su mano sobre su polla. Gaige fantaseando conmigo.
Gaige al otro lado de la pared, pasando su mano a lo largo de su longitud,
como dijo que haría.
El palpitar entre mis piernas se vuelve más insistente, y agarro una
novela que he estado leyendo, dejándome caer sobre la cama y abriendo
el libro de un tirón, mis ojos aterrizando justo en... una escena de sexo.
Cierro el libro de golpe. Elegir una novela romántica para distraerme es
totalmente inútil.
64
No puedo dejar de visualizar a Gaige, desnudo, con la mano sobre
su polla. Y hay un millón de malditas razones por las que no debería estar
pensando en Gaige desnudo. Hago una lista mental en mi cabeza:
Mujeriego: Comprobado.
Antecedentes con él: Comprobados.
Relación profesional: Comprobada.
Hermanastro: Jodido y doblemente comprobado.
En la habitación de al lado, Gaige se queda en silencio. Me
pregunto si realmente se masturbó. Me pregunto si pensó en mí. Me
pregunto si ya terminó. Me pregunto cómo luce cuando se corre.
Maldita sea, Delaney. Tienes que detenerte.
Concéntrate en algo más.
Como el hecho de que mis pezones están básicamente tan duros
como rocas contra la tela de mi sujetador. Y que mis bragas se encuentran
húmedas.
Deslizo mi dedo por la parte delantera de mi ropa interior, pensando
en lo que Gaige dijo.
Cómo te sentirías mientras mis dedos tocan tus labios vaginales, la
expresión en tu cara…
Deslizo mi dedo meñique entre mis labios, resbaladizo por la
humedad, la humedad que Gaige es responsable de crear.
Cuán resbaladiza estarías mientras deslizo mis dedos dentro de ti...
Me imagino a Gaige desnudo encima de mí, y dándome esa
cómplice sonrisa mientras alcanza entre mis piernas, extendiendo mis labios
con sus dedos y sumergiéndolos en mi interior. Me acaricio lentamente, de
la manera en que me imagino que a Gaige le gustaría tocarme,
llevándome más y más alto.
El pensamiento arrastrándose en mi cabeza, esto está mal. Pero lo
aparto. Tu hermanastro se halla justo al lado.
Me imagino a Gaige al lado, acariciándose a sí mismo, pensando en
mí mientras se corre. Es cuando me lo estoy imaginando que miro hacia la
puerta del armario. Detrás de esa puerta se encuentra la polla de Gaige,
el consolador que hizo. Lo metí de nuevo en la caja y lo escondí en el
armario. ¿Me atrevo?
No es como si alguien lo fuera a saber. Probablemente ni siquiera es
Gaige de todos modos. Estoy mil por ciento positiva sobre que es algo que
compró en una tienda para adultos, ¿por qué no debería usarlo?
Deslizo mi mano de entre mis piernas y voy al armario antes de que 65
pueda cambiar de opinión, hurgando entre todas las cosas hasta que
termino encontrando la caja. La polla de Gaige.
Me quito mis bragas y sujetador y me deslizo hacia la cama
desnuda, las sábanas frescas contra mi piel. Doy una larga mirada al
consolador. Estoy a punto de acostarme en la cama y follarme con un
consolador hecho de un molde de la polla de mi hermanastro, mientras
que él está justo al lado, masturbándose mientras fantasea conmigo.
Mi vida parece una jodida película pornográfica.
Excepto que no lo es. No me he liberado en seis meses. Y ni siquiera
puedo pensar con claridad. Podría estar perdiendo la cabeza. Pero no me
importa, no en este momento, de todos modos.
Me recuesto de nuevo, presionando la cabeza de la polla contra mi
entrada, cubriéndola con mi humedad. Voy a volverme loca si no me
corro.
Acaricio mi clítoris en lentos círculos con mi dedo, enviando pulsos de
placer a través de mi cuerpo, y presionando la polla de mi hermanastro
lentamente dentro de mi entrada, mis músculos estirándose para
acomodar su circunferencia.
Me imagino a Gaige en la habitación de al lado, pensando en mí
mientras acaricia su polla, su mano moviéndose arriba y abajo de su
longitud, una y otra vez. Antes, cuando teníamos dieciocho años, traté de
tocarlo una vez, deslicé la mano hasta alcanzarlo entre sus piernas, y me
agarró la muñeca para detenerme.
—No. —Me gruñó—. Ahora no. Lo haremos de la manera correcta.
Nunca supe lo que significaba hacerlo de la manera correcta.
Pero ahora, me lo imagino en el ojo de mi mente. Me imagino a
Gaige empujando su polla dentro de mí, lentamente al principio mientras
me estira, luego aumentando la velocidad, sus movimientos a un ritmo
regular que coincide con mis caderas mientras me arqueo para su
encuentro. Cada empuje llevándolo más y más profundamente dentro de
mí, con la ayuda de mi humedad, hasta que estoy completamente llena
de él. Imito nuestros movimientos, empujando el consolador más dentro de
mí.
—Córrete para mí, Delaney. —Me imagino su boca cerca de mi
oreja, su aliento caliente contra mi piel—. Quiero sentir que te corres en mí.
Estoy tan cerca del borde, la frustración reprimida poniéndome aún
más lista, llena hasta la empuñadura con la réplica de la polla de Gaige 66
dentro de mí. Me imagino a Gaige con su mano sobre su polla, su cálido
semen derramándose de su polla y sobre su mano.
El pensamiento me empuja sobre el borde, y me corro con fuerza,
todo mi cuerpo sacudiéndose mientras mis músculos se contraen alrededor
del consolador. No me doy cuenta de que he hecho algún ruido hasta
que lo escucho tocar, y me sobresalto, pensando que es alguien en la
puerta.
Pero por supuesto que no lo es. Es Gaige.
Cuando cruzo al otro lado de la habitación, puedo escucharlo reír a
través de la pared.
Maldita sea. Él lo sabe totalmente.
13
Delaney
Traducido por BlackRose10
Corregido por YaniM

—E
s extraño que la casa de huéspedes necesitara ser
fumigada —dice Anja—. Y tan de repente, también.
Levanto la vista hacia Gaige, y me guiña el ojo, pero
mi padre y mi madrastra no lo alcanzan a notar. Anja parece estar 67
cortando rebanadas microscópicas de pechuga de pollo y mi padre se
concentra igualmente en su comida. La tensión es obvia entre ellos; me
pregunto cuánto hace que tienen problemas.
—Termitas —dice Gaige, y lo miro con los ojos entrecerrados. Qué
mentiroso—. Menos mal que me di cuenta.
—Probablemente también deberíamos hacer que inspeccionen la
casa principal —dice mi padre, y miro a Gaige. No puedo creer que
mienta sobre las termitas solo para meterse en la habitación junto a la mía.
Es, obviamente, un demente.
—Ya le dije al tipo que lo hiciera —dice Gaige—. No hay ningún
problema con la casa principal.
—Bueno, gracias, Gaige. Realmente estás a cargo de todo.
Anja ríe con amargura.
—A cargo de un problema de termitas —dice con voz aguda—. Inútil
en todo lo demás.
Trago saliva. No recuerdo que antes fuera así de... malvada... con
Gaige.
—Anja, estás fuera de lugar —dice mi padre con advertencia en su
tono.
—Está bien —dice Gaige—. No todos tenemos el lujo de asistir a
almuerzos en lugar de trabajar.
Me aclaro la garganta, tratando de cortar la tensión en la sala. Pero
no tengo nada para decir. Por suerte, mi padre me salva, cambiando
rápidamente de tema.
—Las Vegas —dice—. ¿Fue productivo?
Excelente. Me salva haciendo la peor pregunta posible.
Definitivamente no quiero escuchar hablar sobre las hazañas de Gaige en
Las Vegas.
Anja resopla.
—Hablando de no trabajar —dice—. No sé desde cuándo ir de fiesta
a un club nocturno en Las Vegas comenzó a contar como trabajo.
—Lo mismo pienso sobre ser un gancho de ropa humano —dice
Gaige.
Anja sorbe.
—Modelar implica habilidad —dice. Bebe un líquido claro de un vaso
de cristal que obviamente no es agua, y estoy bastante segura de que ya
está medio tocada. 68
—Afortunadamente, ser una modelo pasada de moda no implica
ninguna habilidad en absoluto —dice Gaige.
—Gaige —advierte mi padre. No mira a Anja. Es infeliz. Puedo ver las
ojeras bajo sus ojos y las arrugas en su rostro, más profundas que hace unos
años. Ha envejecido, y me pregunto por qué no me di cuenta antes.
—Está bien. Ponte de su lado —dice Anja, poniéndose de pie.
Coloca una mano sobre la mesa para mantener el equilibrio cuando se
tambalea, pero toma su vaso, lo lleva a la boca y toma un sorbo. Sus ojos
lucen desenfocados, pero los estrecha cuando mira a Gaige—. Él es tu
inversión, después de todo. Siempre protegiendo tus inversiones, incluso las
que son tan inútiles como Gaige.
Inhalo bruscamente, mirando a Gaige, cuyo rostro se encuentra
ceniciento. Mi padre se levanta rápidamente y coloca una mano en el
brazo de Anja.
—Anja —dice—. Tal vez te gustaría acostarte.
Ella suelta su brazo del agarre.
—No me hables como a un niño —dice. Se vuelve hacia mí y
contengo la respiración—. Sabes, veo la forma en que te mira.
—¿Por qué no vas a desintoxicarte, madre? —La voz de Gaige es
dura, y no se fija en mí, pero puedo ver su puño cerrado, con los nudillos
blancos.
Pero, continúa, volviéndose hacia mí, su voz arrastrada.
—No creas que pueden engañar a nadie —dice—. Veo cómo miras
a Gaige, también. Te atravesará como…
Mis ojos se abren cuando mi padre la interrumpe, con el rostro
ruborizado.
—Es suficiente, Anja —dice, tomándola del brazo. Ella se aleja, vaso
en mano y cruza la puerta tropezando. Mi padre se vuelve hacia nosotros,
sacudiendo la cabeza—. Pido disculpas por su comportamiento.
Sigue tras ella, y Gaige y yo nos sentamos en silencio durante un
minuto ante de escuchar su voz, haciendo eco desde el extremo de la
casa, antes que la puerta se cierre de golpe.
—Bueno. —Después de eso, realmente no sé qué decir. Aparte de
que esto es putamente incómodo. Gaige ni siquiera me mira. Sólo se
queda mirando su plato. Lo que dijo acerca de nosotros, sobre la forma en
que Gaige me mira, la forma en que lo miro, permanece en mi cabeza,
pero lo dejo a un lado, más preocupada por Gaige. Anja podría haber 69
sido crítica antes, pero ahora simplemente es horrible.
—Eso que dijo sobre…
—No te preocupes, Delaney —dice con amargura—. Se encuentra
borracha. Obviamente, tú y yo no nos miramos de esa forma.
—Gaige, eso no es lo que yo…
Pero Gaige se levanta, empuja su silla de la mesa, y sale de la
habitación, sin siquiera mirarme.
Maldita sea. Eso no era lo que iba a decir. Quería aclararle que lo
que dijo Anja sobre que era un inútil no era verdad.
Permanezco sola en el comedor, mirando mi plato, hasta que la
cocinera, Deborah, entra al comedor.
—¿Está todo bien?
—¿Eh? —pregunto—. Ah. Sí. Todo bien.
—¿Con la comida? ¿Todo está bien?
—Sí. —Asiento—. Creo que nadie tenía mucha hambre esta noche.
Arriba, en mi habitación, vuelvo a abrir mi libro, luego juego con mi
teléfono, pero todo el tiempo me pregunto qué estará haciendo Gaige al
lado. Está silencioso. Tal vez se fue a alguna parte; no escuché la puerta
principal, pero este lugar es tan grande, que podría haber salido y no me
habría enterado.
Distraídamente deslizo mi dedo sobre la pantalla de mi teléfono,
hasta que simplemente no puedo soportarlo más. No puedo sentarme aquí
y fingir que nada acaba de suceder. Si yo fuera Gaige, estaría furioso. Y
dolido.
Tomo una hoja de papel y un bolígrafo. Por un momento, dudo,
antes de poner el bolígrafo sobre el papel, entonces lo hago. ¿Piscina?
Escribo. Entonces me acerco a la habitación de Gaige y lo deslizo debajo
de la puerta y me siento a esperar en mi habitación con mi novela.
Pasan un par de minutos antes que la hoja de papel se deslice por
debajo de mi puerta, y la recojo antes de abrir la puerta. Gaige se
encuentra allí, con una sonrisa arrogante en su rostro, y miro el papel.
Sabía que me deseabas.
Pongo mis ojos en blanco. Debería haber sabido que Gaige tomaría
mi nota de esa manera. Aquel verano nos besuqueamos en la piscina.
Pero también fue el lugar en el que hablamos.
—Oh, Dios mío, me sentía mal por lo que acaba de pasar —digo—. 70
Debí haber sabido que a ti nada te deprime.
Gaige se encoge de hombros. Sigue sonriendo, pero no llega a sus
ojos.
—No es nada.
—¿Qué quieres decir con que no es nada? —pregunto—. Lo que dijo
Anja se hallaba completamente fuera de lugar.
—Entonces esta invitación a nadar —dice, ignorándome—, ¿lo
haremos desnudos?
Me quejo.
—En serio, ¿eso es todo en lo que puedes pensar?
—Es una pregunta simple, Delaney —dice—. ¿Con o sin ropa?
—No importa. Puedes ir a sentarte solo en tu habitación.
Gaige exhala pesadamente.
—Lo que sea. Vamos.
Afuera, nos sentamos con un paquete de seis cervezas, como
solíamos hacer, apoyados en la gruta de la piscina. Todo se siente familiar,
como si estuviéramos regresando al lugar en el que estuvimos hace cuatro
años, como si el tiempo no hubiese pasado. Y, sin embargo, hay una parte
de mí que siente como si fuéramos extraños, que tantas cosas han
sucedido en los últimos años que no hay forma de que aún pueda
conocer a Gaige.
Nos sentamos en silencio por un largo tiempo antes de hablar.
—Lo que tu mamá dijo sobre ti no es cierto, lo sabes.
Gaige se encoge de hombros.
—He sido bastante inútil los últimos meses, con esta puta lesión de
todos modos.
—¿Qué pasó?
—Andaba jodiendo, haciendo acrobacias en la moto —dice.
—Entonces, ¿cómo es eso diferente a lo habitual? —pregunto—.
Siempre andabas haciendo esas cosas.
Se encoge de hombros otra vez y toma un sorbo de su cerveza.
—Nada —dice—. Solo perdí el control de la rueda trasera y se salió.
Eso sucede. Sin embargo, tu padre se encontraba putamente cabreado.
Fue justo antes de esta gran carrera, y me rompí la pierna, así que quedé 71
afuera. Me cantó las cuarenta.
—Me imagino. —Mi padre es un hombre de negocios, y puedo decir
que considera a Gaige tanto un colega, como un hijo. Vería cualquier
mierda extracurricular que Gaige hiciera como una mala decisión de
negocios, incluso cuando se trata de este tipo de cosas que hacen a
Gaige tan popular. Acrobacias estúpidas, peleas de bar, salir con
celebridades de segunda categoría. Básicamente, actuar como una
estrella de rock.
—Sí, bueno —dice—, tu padre sabía en lo que se metía cuando
decidió comprar el equipo.
—Sí. —Me río, sacudiendo la cabeza—. Eso es definitivamente cierto.
—¿Que se supone que significa eso?
—Significa que mi padre sabe qué esperar —digo—. Realmente no
puede enojarse contigo por hacer el tipo de tonterías que hacen a tu
persona. Él firmó con tu marca.
—Mierda, eso fue lo que dije.
—Estoy de acuerdo —digo.
Gaige permanece en silencio durante un minuto, y luego me mira, su
expresión pensativa.
—Tu padre fue inteligente al ponerte conmigo.
—¿Qué quieres decir?
—Me estás manejando —dice.
—No te estoy manejando.
—Si lo haces —dice, y me mira de una forma que me dice que
puede ver directamente a través de mi mierda—. Sin embargo, está bien.
No me importa que lo hagas. Nunca me importó, sabes.
—Creo que nadie podría manejarte jamás, Gaige.
Gaige toma un largo trago de su cerveza, estudiándome con
cuidado. Me siento desnuda bajo su mirada y miro hacia otro lado.
—Tenías una forma de hacerlo, ¿sabes?
Decido cambiar el tema.
—¿Cuándo te quitarán la bota?
—La próxima semana. Antes de viajar a Japón, gracias a Dios. Viajar
con esta cosa no sería divertido en absoluto.
—Entonces tendré que esperar para bañarnos desnudos hasta
después de la próxima semana —bromeo. Oh, Dios mío, no sé por qué 72
acabo de decir eso. Después era yo la que se molestaba por su hacer de
todo una insinuación.
—¿Bromeas? —pregunta—. Me arrancaría esta bota en un puto
latido, rompería mi propia maldita pierna de nuevo si eso significara que
podría verte desnuda.
Me río.
—Muy chistoso.
—¿No crees que hablo en serio? —pregunta, sacudiendo la cabeza.
Tomo otro sorbo de mi cerveza.
—Ese es el problema —digo—. Suena exactamente como algo que
harías.
Nos sentamos en un incómodo silencio otra vez, todas las cosas no
dichas colgando entre nosotros. Una cosa es bromear y coquetear con
Gaige, pero otra muy distinta es estar aquí sentados tal como solíamos
hacer. Me entrega otra cerveza.
—Tu madre no era así, ¿verdad? —pregunto.
—¿Quieres decir, una borracha? —dice—. ¿No te diste cuenta
antes?
Niego.
—¿Estoy ciega o algo? Nunca me lo pareció.
Gaige toma un largo trago de su cerveza.
—No —dice—. Bastante alejada de la realidad. Ese verano que
estuvimos aquí se encontraba de mejor humor, ya que ella y Beau se
acababan de casar.
—Me siento... —Mi voz se apaga. No sé muy bien cómo me siento, en
realidad. Acerca de todo. Pero sobre todo sobre Gaige.
—¿Mal por tu papá? —pregunta Gaige.
—No parece feliz.
—No —dice Gaige—. ¿Serías feliz si fueras él?
—Lo siento mucho, Gaige. —Pero me encuentro muda, incapaz de
decir por qué lo siento. Lo siento por la forma en que su madre lo trata. Lo
siento por la forma en que dejé las cosas entre nosotros.
—Es lo que es, querida —dice, por último se gira para mirarme. Las
luces, tenues alrededor de la piscina, hacen que las motas de oro en sus
ojos se destaquen aún más. Me mira durante un largo minuto, luego 73
acaba su cerveza y empieza a deshacer su bota—. A la mierda —dice.
—¿Qué haces? —pregunto, tragando saliva mientras se saca la
camisa por la cabeza. Una vez que está sin camisa, su pecho desnudo
cubierto de tatuajes justo frente a mi rostro, no puedo dejar de mirarlo.
Gaige me atrapa mirándolo descaradamente y sonríe.
—Vamos, querida —dice—. Salta.
—Vuélvete a vestir —siseo—. Alguien puede verte.
Gaige se encoge de hombros.
—¿Y qué? —pregunta, desabrochándose los pantalones. Aparto mis
ojos, centrándome en una línea recta. Parece algo indecente solo mirarlo,
verlo desnudarse como si fuera algún tipo de stripper—. ¿Crees que
nuestros padres se hallan levantados y andan por la casa? No es la primera
vez que pasa algo así. Mi madre se emborracha, hace una escena. Van a
su habitación y pelean o lo que sea, quién sabe. Luego tienen sexo de
reconciliación, o yo que sé.
—Iugh, Gaige, qué asco. —Lo miro por el rabillo de mi ojo.
Permanece de pie allí en sus bóxeres. No voy a mirarlo, me digo. No voy a
mirárselo. Esto no es lo que tenía en mente cuando le pregunté si quería ir
a la piscina. Solo quería hablar con él, eso era todo.
—Es lo que todo hombre quiere escuchar cuando se encuentra
desnudo frente a una mujer —dice.
—Me refería a nuestros padres teniendo sexo. Espera. ¿Estás
desnudo? —Levanto la mirada, y todavía lleva los bóxers.
Sonríe ampliamente.
—Te hice mirar.
—Estúpido.
—Calienta pollas —dice, y se acerca lentamente a lo largo de la
piscina.
—¿Por qué soy una calienta pollas? —grito detrás de él, pero me
ignora, así que me levanto y lo sigo a la piscina.
—El agua es agradable —dice. Sus pies están en el agua, y por lo
menos todavía tiene sus bóxers puestos. Eso es algo. Si se quitara todo y
estuviera en cueros...
—No soy una provocadora —digo.
—Entonces solo eres una mojigata.
—No soy una mojigata, tampoco —digo—. Ni siquiera me conoces. 74
—Entonces desnúdate. Incluso me quedaré con mis bóxers puestos.
—Cuán magnánimo de tu parte.
—Vamos, Delaney —dice—. Sabes que no puedes usar palabras
como esas cuando te encuentras a mí alrededor. Soy un motociclista
tonto.
—¡Ja! —Me río porque eso es mentira. Gaige podría ser un
motociclista, y tal vez se encuentra más inclinado a lo mecánico que a lo
académico, pero no es estúpido—. Que se jodan. Está bien.
—¿Acabas de decir que está bien que me jodas?
—Que se jodan, dije. Me oíste perfectamente bien. Que se jodan.
Que se jodan. —Me quito la camisa sobre mi cabeza—. Mantén tus bóxers
puestos y voy a entrar.
—¿Desnuda?
—No, desnuda no, imbécil. —Me desabrocho mis pantalones y los
bajo por mis piernas—. Es mejor que tengas razón sobre que nadie viene
por aquí.
Ya se encuentra hundido hasta el pecho en el agua, y luego se echa
hacia atrás, a la deriva hacia la gruta.
—Vive putamente un poco, Delaney —dice—. Tu padre y mi madre
no vendrán, y el personal se largó después del drama del comedor, estoy
seguro. Solo somos tú y yo.
Me quito mis pantalones, temblando al sentir el contacto frío del aire
de la noche en mi piel. Pero el frío no es la única razón por la que estoy
temblando. Estoy temblando porque sé que Gaige me observa. Me digo
que debo dejar de sentirme cohibida. No es como si Gaige no hubiera
visto el sujetador y las bragas de un millón de chicas, y además, no sería
diferente si me hubiera puesto mi bikini antes de venir. Estoy contenta de
haber elegido estos pantaloncitos para usar debajo de mis pantalones en
vez de las tangas que uso normalmente.
—Hace frío.
—Entonces debes entrar —dice—. La piscina está cálida. Deja de
permanecer temblando en ropa interior y entra de una vez.
Me deslizo en el agua, hundiéndome hasta el cuello, como si el agua
misma me ofreciera cierta protección ante la mirada de Gaige. Flotamos
perezosamente en silencio durante mucho tiempo, antes de descansar
lado a lado, nuestros brazos en el borde de la piscina en el interior de la
gruta.
75
—¿Crees que nuestros padres se van a separar? —pregunto. No sé
por qué lo pregunto. Cuando vi a mi padre esta noche, noté lo infeliz que
era.
—¿Importaría? —pregunta Gaige. Soy consciente de pronto de lo
cerca que estamos el uno del otro. La distancia entre nosotros se siente
como nada.
—No —digo—. ¿Por qué lo haría?
—Ya no seríamos hermanos —dice.
—No lo somos ahora, Gaige.
—Entonces ahora no importa. —Me mira, a los ojos, y luego hacia mis
labios. Comprendo que estoy conteniendo la respiración, esperando algo,
no sé qué.
Es mentira. Sé exactamente lo que estoy esperando.
Que haga un movimiento.
14
Gaige
Traducido por Scherezade
Corregido por YaniM

E
stoy de pie en el agua, frente a Delaney, mirándola bajo las
suaves luces que iluminan la oscuridad de la gruta, las luces que
rebotan en el agua y crean este trémulo efecto. El cabello de
Delaney cae en ondas sobre sus hombros, las puntas flotan en el agua a su
alrededor. 76
Considero besarla y el instante en que el pensamiento cruza mi
mente, estoy tan duro como una jodida roca, mi polla erecta en posición
de firme en la piscina. Delaney abre la boca como si fuera a decir algo, y
luego la cierra de nuevo.
—No lo hagas —le advierto.
—¿Qué no haga qué? —Frunce el ceño, y hay algo en esa
expresión, tan familiar, que me lleva al borde. Somos la vieja Delaney y el
viejo Gaige. No quiero pensar en cualquier otra mierda.
Extiendo la mano, mis manos en sus brazos y la levanto con facilidad
en el agua, girándola y presionando su espalda contra el borde de la
piscina. Me mira, su expresión es una mezcla de lujuria y algo que no
puedo nombrar.
—No digas nada —le digo.
—¿Por qué? —pregunta, y su voz se entrecorta. No quiero escuchar
nada más. La callo con mi boca, llevando mis labios con fuerza contra los
suyos, y gime mientras se funde en mí. En el momento en que mis labios
tocan los suyos, en el momento en que mis manos se hallan sobre su
cuerpo, acariciando su suave piel, siento como si estuviera de nuevo allí,
con ella. Su lengua encuentra la mía, vacilante al principio.
Entonces gime en mi boca, y jodidamente he terminado.
La empujo con fuerza contra la pared de la piscina, alzando las
manos y enredando mis dedos en el cabello de su nuca, acercándola
hacia mi boca.
Quiero devorar a esta jodida chica.
La beso con tanta fuerza que cuando finalmente me aparto, jadea
en busca de aire. Sigo sosteniendo su cabello, tirando de modo que su
rostro quede hacia mí.
Su boca se abre, y chasquea la lengua sobre su labio inferior,
todavía inflamado por el beso. Su pecho sube y baja, y santa mierda
quiero besar sus tetas. Creo que mi maldito corazón saltará de mi pecho, la
deseo demasiado.
Así es como la gente sufre ataques al corazón, pienso. Ni siquiera la
penetré con mi polla y siento como si mi maldito corazón estuviera a punto
de explotar.
—Gaige, esto no puede…
Pongo mi dedo sobre sus labios. Mierda, esos labios. Me la imagino
abriéndolos y envolviéndolos alrededor de la punta de mi dedo. Mi polla 77
en realidad podría explotar si pienso en qué otra cosa podría hacer con
esos labios.
—Sssh —digo—. Aleja lo que sea que estés pensando.
—Pero nosotros…
Presiono mi dedo con más firmeza, mirándola a los ojos mientras lo
bajo, sobre su barbilla, su cuello, y luego entre sus pechos. Sus ojos
revolotean cerrándose, y trazo mi dedo sobre la parte superior de sus
montículos, acercándome a ella y tocando con la punta de mi lengua el
lóbulo de su oreja. Muerdo suavemente el borde, chupándolo en mi boca,
y acunando sus pechos con la mano mientras se arquea contra mi palma.
»Oh, Dios —susurra.
—Quiero escucharte decir eso una y otra vez —le digo. Bajo mi voz a
un susurro, mi boca cerca de su oreja, mientras pasa su mano por mi
abdomen—. Quiero pasar mi lengua sobre cada maldito centímetro de tu
cuerpo. Quiero hundir mi polla en ese dulce coño tuyo hasta que estés
jodidamente sin aliento.
Sus ojos se abren y me mira, su expresión de lujuria desenfrenada.
—Gaige, yo… nosotros… no lo sé.
—¿Tengo que volver a besarte para que lo sepas? —pregunto.
Deslizo la palma de mi mano sobre su abdomen y luego entre sus piernas, y
sujeta mi muñeca, envolviendo su mano alrededor cuando mis dedos van
hacia su clítoris. La veo cambiar su expresión mientras presiono sobre él,
con movimientos lentos. No puedo creer que mi jodida mano esté entre sus
piernas—. ¿O tengo que poner mi boca en tu coño en su lugar?
Y, justo así, aparta mi muñeca, sacude la cabeza como si estuviera
alejando algún tipo de mal sueño.
—No podemos, Gaige.
Delaney trata de alejarse de mí, pero sujeto su brazo.
—¿Cuál es tu problema? —Mi voz suena irritada, como si lo dijera en
serio, pero mierda, estoy excitado.
—¿Preguntas cuál es mi problema? —interroga—. ¿Solo porque no
quiero follarte en la piscina? Suéltame.
—Estás caliente un segundo y fría al siguiente, así que sí, ¿cuál es tu
jodido problema?
Aleja su brazo.
—Mi jodido problema es que no podemos, ¿de acuerdo? —dice—. 78
No es una buena idea.
—¿Debido a la cosa de hermanos? —Delaney ya se ha dado la
vuelta y salido de la piscina, envolviéndose en una toalla—. No te
preocupes, nuestros padres son un colosal choque de trenes de todos
modos.
—No, ¿de acuerdo? —dice, frotando la toalla a lo largo de su
cuerpo—. Debido a… razones.
—Razones. —Salgo del agua y agarro una toalla de la cesta en la
piscina, irritado conmigo mismo por siquiera involucrarme con esta chica—.
Tienes razones. Eso es algo, Delaney.
—Puedo tener las razones que quiera para no ir más lejos contigo —
dice, secándose el cabello con la toalla. Sus pezones se encuentran
endurecidos debajo de su sujetador, e incluso en el frío del aire mi polla se
retuerce contra la tela de mis bóxers.
Que se joda. Me los quito, justo en frente de ella.
—¿Qué haces? —pregunta. Pero me mira, la boca abierta, como si
supiera que iba a hacerlo. Me quedo ahí por un segundo, antes de
empezar a secarme de nuevo.
—Me estoy secando así puedo vestirme e ir a la cama, Delaney —
digo—. ¿Qué haces tú?
Alza su barbilla, levantando la mirada.
—Estoy haciendo lo mismo.
—No quiero interferir con tus razones para no querer involucrarte
conmigo —le digo—. Puesto que tratas de mantener un tono profesional y
todo. Quiero decir, obviamente, la gran cantidad de preservativos que
depositaste en mi habitación fue extremadamente profesional.
—Maldita sea —dice—. No es eso en absoluto.
Me pongo mis pantalones, sin bóxers y subo la cremallera mientras se
encuentra allí temblando, su toalla envuelta a su alrededor. Me agacho
para recoger mi camiseta.
—Puedes quitarte tu ropa mojada, Delaney —digo—. No tienes que
preocupar tu linda cabecita pensando en que puedo mirarte. No tengo
ganas de follar con alguien que no me desea.
Delaney se da la vuelta, saliendo de sus bragas y sujetador, la toalla
todavía envuelta alrededor de su cuerpo, como si tuviera que protegerse
de mi mirada porque estoy todo sobre ella, por completo y totalmente no 79
deseado, y únicamente tuviera cero interés en mí. Como si no hubiera
estado gimiendo sobre mí. Si mis dedos hubieran bajado unos centímetros,
sé que habría descubierto que se hallaba empapada. No sé por qué lo
niega.
Delaney gime de frustración.
—Eso no es lo que dije, Gaige —dice—. No he dicho que no te
desee…
—No te preocupes —le digo—. Ya está hecho. Ese barco ha
zarpado. —Cuando finalmente termino de ponerme otra vez la bota,
arrojo las botellas vacías en la basura sin darle a Delaney una segunda
mirada.
—Bien. —La escucho decir.
—Bien. —Me alejo, dejando que la puerta se cierre, como si no le
fuera a dar ningún otro pensamiento.
Salvo que es exactamente lo contrario de la verdad. Delaney es
todo en lo que puedo pensar. Me voy a cambiar a mi habitación, ahora
lamentando que tuviera la falsa fumigación de la casa de huéspedes, y
me dirijo al gimnasio para entrenar un poco.
No entiendo cuál es su problema. Nunca la he entendido. Un minuto
está prácticamente jadeando en mis brazos, y luego, al siguiente, es
espinosa como un maldito puercoespín.

80
15
Delaney
Traducido por Yasna.FU, Lipi-Lipi & July Styles Tate
Corregido por YaniM

H
e jodido las cosas con Gaige. Nos estábamos llevando bien, y
luego tuvimos que besarnos. O, más bien, luego tuve que
entrar en la piscina con él. ¿Qué otra cosa pensaba que
sucedería? Sabía exactamente lo que quería que pasara.
81
Pero cuando me decía lo que quería hacerme, me quedé helada.
No podía dejar de pensar en lo que pasaría si lo hiciera con él. No seré otra
muesca en la cama de Gaige. No puedo. No con lo que antes sentía por
él.
Han pasado casi dos semanas y ni siquiera lo he visto, algo casi
imposible, dado que vivimos en la misma casa. Al menos creo que lo
hacemos. Sus cosas están en la casa de huéspedes, así que podría haber
regresado allí. Ni siquiera se ha presentado en la oficina, no es que
esperaba que lo hiciera.
—Oye, tierra a Delaney —dice Daniel—. Pregunté: ¿vas a salir con
él?
—¿Con quién? —pregunto.
—¿Con quién? —repite—. Con ese chico atractivo con el que
estuvimos hablando, con el que, básicamente, yo llevaba la conversación,
por cierto. ¿Cuál es el punto de incluso asistir a la hora feliz6 para encontrar
chicos si no harás un esfuerzo? Te dejó su tarjeta.
—Lo siento —le digo—. Estoy distraída.

6También conocida como “Happy Hour”, es una estrategia de marketing de algunos


bares, discotecas y pubs de varios países del mundo, en el que se ofrecen bebidas
durante momentos concretos a un precio más barato.
—No me digas. La pregunta es, ¿distraída por quién?
—Nadie —miento—. Tal vez la tarjeta era para ti.
—No, ese chico, Bennet —dice, recogiendo la tarjeta y leyendo el
nombre—. Es derecho como una flecha. ¿Cuál es mi suerte? Pero estás
más necesitada que yo. Te van a crecer telarañas ahí abajo si no
desempolvas esa cosa.
—Cállate —protesto—. No están creciendo telarañas en mi vagina,
muchas gracias.
—¿Cuándo fue la última vez?
—¡No es tu asunto!
—Hace seis meses —dice Daniel—. Derek. ¿Incluso tuviste sexo de
rebote después de que rompiste con él? —Me mira acusadoramente.
Echo un vistazo a la tarjeta. Ni siquiera puedo recordar cómo era, y
solo han pasado unos minutos desde que salió. Daniel envía mensajes de
texto desde mi teléfono, y lo baja, mirándome triunfalmente cuando
termina.
—¿Qué? —pregunto.
82
—Hecho. Mañana, seis de la tarde. Bebidas aquí. Con Bennet.
—¿Qué? —pregunto—. No puedes hacer eso.
—Hecho —dice—. Eres demasiado educada para cancelar. Tienes
que salir.
—Me voy a Japón en un par de semanas —digo—. No tengo que
salir con nadie.
—No —dice, bebiendo su cóctel—. Tienes que tener sexo.
—Mira quién habla ―le digo—. ¿Cuánto tiempo pasó para ti?
—Anoche.
—¿Qué? De ninguna manera.
—Cariño, entiendo la importancia de la aventura de una noche —
dice—. Algo que al parecer tú no.
Abro la boca, tengo el incidente con Gaige en la piscina en la punta
de mi lengua. Quiero contarle. Daniel siempre sabe qué hacer en este tipo
de situaciones.
Mierda, sé lo que Daniel me diría. Me diría que montara a Gaige
como una vaquera y luego le contara todos los detalles.
***

Bennet, mi cita, me habla sobre cócteles. Es lindo. Bueno, es


totalmente atractivo. Con el cabello rubio ondulado y ojos azules, parece
salido de las páginas de una revista de surf. Solo que en vez de "amigo" lo
que sale de su boca es "todos ustedes”7. El grueso acento de Texas no lo
hace menos atractivo, tampoco. Excepto cuando me llama "cariño", y me
hace pensar en Gaige.
Y Bennet no es nada como Gaige. Parece agradable. Presta
atención a cada palabra, y se ríe, y acaricia mi brazo casualmente.
Cuando me toca, espero que algo suceda: fuegos artificiales, luz,
una especie de chispa; tal como sucede cuando Gaige acaricia mi piel,
pero no lo hace. Me digo que con mi ex novio, Derek, sucedía lo mismo: un
fuego lento, sin chispa inmediata, pero que con el tiempo resultó ser algo
más. Algo así. Nunca tuvimos mucha pasión, incluso después de un año
juntos. Y no acabó exactamente bien. Derek terminó engañándome con
mi ex compañera de habitación, así que supongo que esa relación no es
el mejor ejemplo.
Pero Bennet es dulce. Parece amable. Al igual que un labrador. 83
Y mi mente permanece a la deriva durante todo el tiempo que está
hablando. ¿Qué dice, otra vez? Me pregunta algo, y tardo un minuto en
averiguarlo. Pregunta sobre mi trabajo. Mierda, se supone que debo
responderle.
—Lo siento, me perdí —le digo.
—Te preguntaba acerca de tu viaje —dice—. Hablaste de Japón.
—Oh, sí, la semana que viene —le digo—. Estaré allí durante un par
de semanas, básicamente me envían para manejar a mi hermanastro,
Gaige. Es piloto de motos, de esas deportivas, ¿sabes? Eso es lo que hace.
—Parece peligroso —dice Bennet.
—¿Japón? —pregunto—. No, es todo lo contrario, en realidad. Es
realmente muy seguro.

7 Es un modismo en inglés, Y'all, a veces escrito como «ya'll», «yawl» o «yaw» y


arcaicamente escrito «you-all», es una gramaticalización fusionada de la frase «you all». Se
usa principalmente como un pronombre plural de segunda persona y menos
comúnmente como un pronombre singular de segunda persona. Solía creerse que se
había originado en el sur de Estados Unidos, por lo que se lo relaciona especialmente con
el inglés de dicha región, con el inglés vernáculo afroamericano y algunos dialectos del
occidente de Estados Unidos.
Bennet se ríe.
—Me refería a las carreras de motos.
—Oh, sí. —Pongo los ojos en blanco—. Sobre todo cuando te gusta
arriesgarte haciendo trucos tontos como hace Gaige. —Mi teléfono vibra y
lo saco de mi bolso—. Discúlpame un segundo.
¿Dónde estás?
Reconozco el número de Gaige inmediatamente, pero lo ignoro,
dejando el teléfono sobre la mesa. ¿Ha estado evitándome pero ahora
piensa que es momento de enviarme un mensaje? Sí, claro.
—Lo siento —le digo—. Así que, ser contador parece interesante —
miento. Tomo otro sorbo de mi Margarita.
Bennet dice algo sobre su trabajo, y cuando mi teléfono vuelve a
vibrar, estoy sinceramente agradecida por la distracción. Debería prestar
atención a cada palabra que sale de la adorable boca de Bennet, pero
no lo estoy.
¿Qué haces?
Bennet sigue hablando, y cabeceo, haciendo sonidos alentadores
mientras respondo el mensaje. 84
No es asunto tuyo. ¿Tú?
Bajo el teléfono. Dos segundos más tarde, vibra.
¿Estás sola?
Respondo.
Sí.
Vuelve a vibrar. Maldición
Mentirosa.
Estoy molesta con Gaige por interrumpir mi cita, y sé que debo
apagar el teléfono, pero no lo hago. En cambio, me excuso para ir al
baño, dejando a Bennet viendo un juego de deportes en la fila de
televisores detrás de mí, y en el camino respondo el mensaje.
Me has dejado sola. ¿Por qué me escribes? ¿Te aburres?
Apenas cruzo la puerta del baño, vibra de nuevo.
Tal vez finalmente logré reponerme del peor caso de bolas azules
conocido por el hombre.
Siento una mezcla perversa de culpa y satisfacción al leer su
mensaje. ¿Cómo incluso puedo responder a eso? ¿Perdón por tus bolas?
¿Espero que no se te hayan caído? Me pregunto si habrá alguna tarjeta
de felicitación para esa ocasión.
Estoy segura que encontraste a alguien que te ayude.
Lavo mis manos y fijo mi cabello en el espejo cuando llega su
respuesta.
Entonces, ¿te encuentras en tu habitación? ¿O tienes una cita de
hora feliz?
Me quedo mirando su mensaje. ¿Por qué Gaige parece tener un
sexto sentido en cuanto a mí? Es tan molesto. Bueno, absolutamente no
voy a mentir. Apago el teléfono y lo guardo en mi bolso sin responder.
Regreso a mi mesa zigzagueando entre la multitud del bar.
—Lo siento… —Me detengo cuando descubro que Bennet ya no se
halla sentado en mi mesa.
Gaige ocupa su lugar y me mira con las cejas levantadas.
—No respondiste mi mensaje ―dice, levantando la mirada. Me
vuelvo para ver a la camarera detrás de mí, con una cerveza en la mano
que Gaige acepta.
85
—¿Dónde está Bennet? ―exijo.
Gaige bebe un sorbo de su cerveza.
—Bennet decidió terminar la cita ―dice.
—¿Qué demonios haces aquí?
—Me encontraba en el barrio ―dice, con una petulante mirada de
satisfacción.
—Te hallabas en el… —empiezo a decir, mirando a mi alrededor
buscando a Bennet, pero no lo veo por ningún lado—. ¿Realmente has
echado a mi…?
—¿Tu qué, Delaney? ―pregunta—. ¿Tu cita?
—Está bien ―le digo—. Estoy en una cita. Estaba en una cita. Con un
buen tipo. Antes de que aparecieras y lo arruinaras.
—Ah, sí ―dice―. Parecía que iba muy bien. Tú mirando a lo lejos,
dejando al chico valerse por sí mismo. Confía en mí, se alegró de que lo
dejaran libre.
—¿Qué hiciste?
Gaige se encoge de hombros.
—Le dije que ya te hallabas tomada.
—Le dijiste que estaba tomada. ―Mi cerebro se niega a procesar
esta información, así que en cambio solo permanezco de pie, mirando a
Gaige como si estuviera hablando en otro idioma.
Gaige sorbe su cerveza.
—Tomada.
—¿Tomada por quién, exactamente? ―pregunto. Entonces hago
una pausa—. No, no importa. Ni siquiera quiero saber la respuesta a esa
pregunta. ¿Jodidamente me seguiste hasta aquí? ―le pregunto, el tono de
mi voz va en aumento. Alguien me mira, y lo bajo, consciente de que estoy
a punto de hacer una escena. O estoy haciendo una escena. Parecemos
una pareja teniendo una discusión—. ¿Has escuchado sobre mi cita? ¿Me
pusiste un micrófono?
Gaige se ríe.
—¿En serio, crees que te puse un micrófono? Escúchate, Delaney.
—Eso es todo ―digo—. Ya ni siquiera me importa lo que hiciste. Me
marcho de aquí. ―Busco efectivo en mi bolso, y dejo sobre la mesa lo
suficiente para cubrir la factura, rechazando incluso hacer cualquier 86
contacto visual con Gaige antes de salir por la puerta. No me sigue fuera
del bar.
De vuelta en casa, todavía estoy furiosa con él, pero no tengo a
nadie con quien desahogarme. Empiezo a llamar a Daniel, pero ¿qué
clase de explicación podría darle sobre la ridiculez de mi hermanastro?
Daniel me envió mensajes para preguntarme cómo fue mi cita con Bennet,
pero lo ignoro. En su lugar, enciendo la música y tomo un baño, tratando
de calibrar todo lo demás. No puedo creer que Gaige haya entrado allí y
actuado como una especie de cavernícola, diciéndole a Bennet que se
fuera.
¿Por qué te enojas? Hizo lo que tú querías hacer con Bennet: le dijo
que se fuera de allí. Sé que la molesta vocecita en mi cabeza tiene la
razón absoluta. Pero aun así, no tenía derecho a hacerlo.
Ni siquiera me relajo luego de un baño caliente. Todavía me siento
irritada. Y Gaige no ha llegado, o ha sido muy sigiloso al entrar en su
habitación. Me visto con unos pantalones cómodos y una camiseta sin
mangas y tomo mi novela antes de dirigirme hacia la azotea, a la terraza
acristalada.
La finca de mi padre es una mansión extensa de gran calibre en
Texas de unas veinte hectáreas. Le dije a mi padre que era ridícula cuando
la compró. La casa en sí es una monstruosidad con demasiadas
habitaciones para contar, creo que treinta o algo, y la compró el año
antes de que se casara con Anja. Mi madre tuvo mi custodia desde que se
separó de mi padre, y vivíamos en Nueva York, después de eso, pasaba los
veranos con mi padre, en la casa menos ostentosa que tenía antes de
esta.
Todo eso cambió durante mi segundo año de la escuela secundaria
cuando compró este lugar. Odio todo sobre la casa.
A excepción de la terraza acristalada. Anja lo llama el solárium,
porque terraza acristalada no es, al parecer, una palabra elegante para
definirla. Tiene techo de vidrio, como un invernadero, repleto de frondosas
plantas tropicales y muchas sillas para sentarse. Anja dice que enloquece
a sus alergias. Pero a mí me encanta.
En el camino, irrumpo en la cocina, sobresaltando a la cocinera,
Deborah, quien insiste en hacerme una taza de té, aunque le repito que
soy perfectamente capaz de hacerla yo misma. También insiste en
prepararme la cena, finalmente consintiendo en que me dejara algo en el
refrigerador, ya que no hay nadie más en la casa. Mi padre y Anja se
marcharon esta noche, algo sobre unos negocios con unos entretenidos
inversionistas extranjeros de mi padre, contactos de Arabia, creo. Deborah 87
trata de protestar cuando le pido a ella y al ama de llaves que se vayan a
casa, pero si en este momento de mi vida no pudiera valerme por mí
misma, sería bastante malo.
Apoyo mi té sobre una pequeña mesa junto a uno de los salones y
me recuesto sobre mi estómago, con la novela frente a mí. Sin teléfono
celular ni nadie alrededor. Espero que Gaige permanezca alejado.
Mi suerte con Gaige dura treinta minutos antes que se encuentre
frente a mí.
—¿Deshacerte de mi cita no fue suficiente para joderme la vida?
―pregunto—. ¿Viniste por más?
—Vine por más. —La forma en que me mira, como si estuviera
hambriento, hace que su declaración parezca insinuante. Maldita sea,
¿por qué Gaige tiene que lucir tan irresistible?
Me siento y cruzo los brazos sobre mi pecho.
—¿Así que no solo quieres joderme, también quieres joder mi vida
amorosa?
—Oh, por favor —dice—. Deberías darme las gracias.
—¿Debería darte las gracias? —Me siento cada vez más irritada,
alzando la voz. Por lo menos ahora no tengo que mantenerla baja ya que
no hay nadie, salvo nosotros—. ¿Por actuar como un total hombre de las
cavernas y enviar a casa a mi cita?
—No te sentías interesada, de todos modos, así que no actúes como
si no te hubiera hecho un favor al deshacerme del chico —dice—. Al
menos podrías haberte quedado y terminado tu copa conmigo como una
persona civilizada.
Me pongo de pie de un salto.
—Civilizada, ¿eh?
Gaige asiente, sus labios curvados en una sonrisa.
—No hay excusa para los malos modales, Delaney.
Creo que podría golpearlo en la cabeza con un jarrón. Puedo ver el
titular: Gaige O'Neal, asesinado por su hermanastra en un acto agresivo
totalmente razonable. Estoy casi segura que los policías lo entenderían.
La estúpida voz de Gaige interrumpe mi fantasía.
»¿Qué? ¿Ahora eres muda?
—Estoy pensando en las maneras de deshacerme de tu cuerpo.
—Deberías ser más agradecida —dice—. Te saqué de una situación 88
aburrida con un chico aburrido, vamos, Delaney, es un puto contador y ni
siquiera consigo un sencillo gracias.
—Era agradable —digo. ¿Por qué de repente se encuentra tan
cerca de mí? Pongo mis manos en su pecho, y lo empujo hacia atrás.
Gaige me alcanza, sosteniendo mis muñecas
—Yo no soy agradable. No quieres a alguien agradable —dice con
voz gutural, como un gruñido.
—Suéltame —le digo con los dientes apretados—. No tienes idea de
lo que quiero.
Me acerca a él, con las manos firmemente en mis muñecas.
—Eres una maldita mentirosa, Delaney.
—Púdrete. —Mi sangre late en mis oídos, la adrenalina corriendo por
mi cuerpo. Se encuentra tan cerca, sus labios próximos a los míos, que
prácticamente los puedo probar.
—Quieres a alguien que te diga exactamente lo que quiere hacerte.
Alguien que te diga exactamente lo que quiere que le hagas. Eso es lo que
quieres.
—No. —Niego, pero afloja su agarre, y luego suelta mis muñecas.
Podría retroceder y alejarme, pero no lo hago. Solo me quedo ahí parada,
con los pies clavados en el suelo.
Gaige no me toca. Se acerca un paso, su cuerpo y el mío casi
tocándose, y susurra en mi oído, su cálido aliento contra mi piel.
—Sigo pensando en esa noche en la piscina.
—No, Gaige —advierto, pero mi voz tambalea. Todo lo que puedo
pensar es en la atracción casi magnética de mi cuerpo hacia el suyo. Pero
no me muevo.
Camina lentamente, su movimiento lánguido, detrás de mí, y luego
se detiene. Todavía no me toca, pero puedo sentir su cálido aliento en mi
cuello, y me hace temblar.
—¿Sabes lo que no dejo de pensar, más que nada? —pregunta.
—No —susurro. Debería alejarme, salir por la puerta. Debería hacer lo
más inteligente. Lo razonable. Lo seguro.
—Sigo pensando en cómo quería levantarte fuera de la piscina y
situarte en el borde para luego colocar mi rostro entre tus muslos y
enterrarlo en ese dulce coño tuyo. 89
—Gaige… —Me detengo, sin nada que decir. No sé por qué estoy
constantemente sorprendida por la mierda que sale de su boca.
—Y me deseas —dice. Entonces siento su dedo en la parte de atrás
de mi cuello, lentamente trazando por el medio de mi espalda, y me
estremezco. Cada parte de mi cuerpo se siente sensible, como si Gaige
hubiese presionado una especie de interruptor dentro de mí, poniendo
todo en súper alerta. Se pone frente a mí, su rostro frente al mío—. Di que
me quieres, Delaney.
—No. —No sé por qué digo que no, cuando me encuentro aquí, de
pie y mi cuerpo grita que sí.
—¿No? —pregunta. Baja su mirada, hasta mi pecho, y sé que puede
ver mis pezones erectos contra mi blusa. Si llegara entre mis piernas, oh,
Dios, quiero que llegue entre mis piernas, sabría que estoy mojada—. ¿Así
que si me arrodillara y te tocara con mi lengua, no estarías mojada en lo
más mínimo?
No contesto, y Gaige mantiene sus ojos fijos en los míos mientras
arrastra su dedo por la parte delantera de mi camisa, entre mis pechos,
luego a través del tejido de satén hasta que llega a mi pezón,
encerrándolo entre sus dedos, provocando una excitación que atraviesa
mi cuerpo.
—No, alguien podría vernos.
No es cierto, y ambos lo sabemos, la finca de mi padre es enorme, y
no hay vecinos mirando. Y gracias a mí, no hay personal en la casa esta
noche. Por supuesto, no es como si nuestros padres no pudieran volver a
casa en cualquier momento.
—Tú y yo, querida —dice—. Di que sí. —Desliza el dedo por la parte
delantera de mi camisa, retirando su toque glorioso de mis pezones. Quiero
decirle que vuelva a tocarme, pero no lo hago.
Traza su dedo a lo largo de mi abdomen, centímetros arriba de la
cintura de mis pantalones, donde cuelgan bajos en mis caderas, hasta que
llega a la parte superior de mi línea de bikini.
—¿No hay bragas, tampoco?
Niego, de repente muda. Mi cabeza se nubla por la excitación.
—No hay bragas.
Gaige maldice en voz baja, y toma mi mano, colocándola en la
parte delantera de sus pantalones vaqueros.
—Para que lo sepas —dice—. Este es el maldito efecto que tienes en
mí. 90
Su polla se siente dura debajo de la tela, y no puedo soportarlo más.
No puedo pensar con claridad las consecuencias de lo que sucede con
nosotros, y no quiero. Saco su camisa sobre su cabeza, y luego alcanzo su
cinturón, desabrochándolo mientras lo miro a los ojos.
—Esto no quiere decir que seamos amigos —le digo.
—Confía en mí, cariño —dice—. La última cosa en esta maldita tierra
que quiero ser es tu amigo.
16
Gaige
Traducido por July Styles Tate & Maeh
Corregido por YaniM

D
elaney no aparta sus ojos de los míos, y veo cómo cambia su
expresión. Hay determinación, imagino. Llega dentro de mis
pantalones y envuelve su mano alrededor de mi polla.
—¿Entonces qué es lo que quieres? —pregunta. Su voz es baja, 91
entrecortada, y me mira con los ojos muy abiertos.
—Quiero que continúes haciendo lo que haces —le digo mientras
desliza su mano sobre mi eje, su toque ligero como una pluma. Cuando
llega a la punta, se detiene, su pulgar se extiende sobre la superficie de la
cabeza, encontrando la pequeña gota de líquido pre seminal en la punta.
—No sé qué estoy haciendo, Gaige —susurra—. No sé qué estamos
haciendo.
—Siempre tienes demasiado en la cabeza, cariño —le digo,
quitándome mis zapatos y deslizando mi pantalón bajo mi culo—. Así que
deja de pensar. Quítate esas putas ropas antes que te las arranque.
Los ojos de Delaney se agrandan otra vez.
—¿Siempre le das órdenes a las mujeres? —pregunta—. ¿Eso es lo
tuyo?
—¿Lo mío? Joder. Estoy desnudo y continúas hablando —digo—. Te
arrancaré la ropa. Pruébame. No amenazo en vano.
—¿Así que las chicas solo te obedecen? —pregunta. Pero lleva sus
manos sobre el borde de su infernal camisa de seda, hace una pausa
como si estuviera decidiendo si debe o no quitársela. Fácilmente tomaré
esa decisión, porque ya he dejado de jugar.
—Deja de hablar —digo, mi mano en la base de mi polla—. Quítate.
Tu. Maldita. Ropa. Ahora —puntualizo cada palabra para dar mayor
énfasis, y juro por todo lo que es santo, estoy muy cerca de desgarrar su
ropa como un animal salvaje. He esperado por ella el tiempo suficiente.
Cuatro años. Cuatro años y tres meses. Cuatro años, tres meses y nueve
días.
Delaney comienza a levantar su camisa, pero es demasiado lenta, y
alcanzo el material, quitándolo sobre su cabeza de una sola vez. Su
cabello se derrama sobre sus hombros, algunos mechones caen sobre sus
pechos. Empuñando el cabello de su nuca, la acerco con rudeza a mi
erección. Cuando gime, es casi mi perdición.
La beso, y no se parece en nada a las otras veces en que la he
besado. Todos esos besos eran solo un preludio de este. Este es el
verdadero asunto. La adrenalina que siento cuando estoy corriendo no
tiene comparación con tener mi lengua en la boca de Delaney, mi mano
ahuecando su pecho y sentirla derritiéndose contra mí. Envía adrenalina
circulando por mis venas, las prisas de la excitación mejor que cualquier
otra subida en el mundo.
Delaney jadea cuando finalmente alejo mi boca de la suya.
92
—Diablos, Gaige —susurra, tocándose los labios con los dedos.
—Mierda, no has visto nada todavía, cariño —le digo. Es en parte
una promesa y en parte una advertencia. No estoy seguro de lo que haría
esta chica. Creo que podría putamente destruirme.
Antes de que pueda protestar, le bajo los pantalones, y caen
ligeramente. Sentándome en la silla, la acercó a mí.
—No tengo condones —dice, su voz suave.
Levanto mis cejas.
—Eso me sorprende, cariño —digo—. Desde que compraste al por
mayor para tu pequeña broma, pero no te preocupes... Tengo algunos, no
te quiero en mi polla todavía. Te quiero en mi cara.
—Oh —dice, y se sonroja. Se encuentra de pie completamente
desnuda frente a mí, pero el decirle que la quiero en mi cara es lo que la
hace sonrojar. Qué ironía.
—Ven aquí —ordeno—. Te quiero en mi polla, pero después de
cuatro años de imaginar tu sabor, quiero que montes mi cara primero. Voy
a enterrar mi lengua en tu interior.
—Gaige, eres tan…
—Ni siquiera lo digas. —Gruño—. Ya sé lo que vas a decir.
¿Arrogante, engreído, tan idiota?
Se sonroja, y me dan ganas de ver si hace lo mismo cuando se trata
de mí. Me dan ganas de ver si se sigue sintiendo auto-consciente, o si
pierde sus inhibiciones y se deja ir. Cuando me cabalgue hasta venirse por
toda mi cara.
—No es lo que iba a decir.
—Deja de hablar de una vez —ordeno—. Ahora me voy a recostar,
te subirás sobre mí y pondrás tu coño en mi cara. Antes de que tenga que
decírtelo de nuevo.
Delaney se sonroja, pero hace exactamente lo que le digo,
ubicando sus rodillas a cada lado de mis piernas, y acomodándose a
horcajadas. Me deslizo hacia abajo, apoyándome sobre el brazo
acolchado de la silla, y me detengo por un momento, su coño
directamente frente a mi cara. Cuando respiro su esencia, mi polla se pone
tan rígida que creo que podría explotar. Nunca tuve un orgasmo por solo
comer a una chica, pero hay una clara posibilidad de que eso ocurra con
Delaney.
De cerca, puedo ver lo jodidamente mojada que está y solo ese 93
hecho me hace casi enloquecer. Podría fingir que todo es profesional y
desinteresado, pero el brillo de su humedad entre sus piernas me dice lo
contrario. Cuando toco su coño con la punta de mi lengua, gime,
emitiendo un sonido casi doloroso.
—Oh, Dios mío, Gaige —susurra.
Eso me lleva al borde. Sujetando sus nalgas, la acerco con fuerza,
sofocando mi rostro. Mi lengua explora cada pulgada de su dulce coño, y
me tomo mi tiempo lamiéndola. Joder, no solo lamiéndola. La devoro. La
como como un hombre hambriento, porque así me he sentido hasta este
momento. No sabía lo hambriento que me hallaba hasta ahora.
Delaney emite jadeos, cada vez más cortos, y se muele contra mi
cara como si estuviera montando un caballo salvaje. Cuando la follo con
mi lengua, me monta con más fuerza, sus dedos sujetando mi cabello
mientras muele su coño con más y más fuerza contra mí, su ritmo cada vez
más errático. Separo sus nalgas y presiono un dedo contra su culo mientras
la penetro con mi lengua tanto como puedo.
—Gaige. Gaige. Gaige. —Gime mi nombre, y sé que está a punto de
perder el control. Así que llevo mis manos a su cintura y la alejo de mi rostro
y la pongo de pie junto a la silla antes que pueda decir algo.
Especialmente después del incidente en la piscina, merece sentir anhelo
por mí.
—No tan rápido, cariño —le digo.
Delaney gime.
—¿Qué?
—¿Crees que voy a dejarte llegar tan rápido? —pregunto,
sacudiendo la cabeza—. ¿Sobre todo después del enorme caso de bolas
azules con que me dejaste antes?
—Estoy tan… —Su voz se apaga, su respiración se entrecorta. Sus
pechos suben y bajan mientras jadea.
—¿Cerca? —pregunto—. Bien. Ahora ponte de rodillas, de espaldas
al salón, en la misma dirección que tenías cuando me montaste.
Me mira.
—Eres jodidamente mandón.
—No trates de aparentar que no te gusta, cariño —digo, golpeando
sus nalgas con fuerza. Veo el vaivén de su culo y sus pechos se balancean.
Realmente nunca he estado en el tema de las nalgadas, pero mierda, es
malditamente excitante tenerla así, sobre sus manos y rodillas. Infiernos, es
ardiente ordenarle qué hacer y que realmente obedezca.
94
—¿Me diste una nalgada? —Delaney luce sorprendida, pero se ríe.
—Haré algo más que nalguearte si sigues riéndote de esa manera. —
No sé por qué, pero me gusta irritarla.
—¿Cómo qué? —pregunta. Sonríe como si quisiera provocarme.
Le doy una palmada en el culo, tan fuerte que dejaría una marca
esta vez, y Delaney gime. De hecho gime. Le gusta esto. Mierda. Sabía que
esta chica sería mi muerte en cuanto la tuviera desnuda.
—¿Te gusta esto?
—Sí —susurra. Apenas la puedo escuchar, así que la vuelvo a
golpear, viendo sus tetas agitarse.
—Dilo más fuerte. —Repito la acción.
—Sí.
Acaricio las mejillas de su culo, y luego alcanzo entre sus piernas, mis
dedos palpan su humedad. Los labios de su coño se encuentran
hinchados, imagino que su coño debe palpitar tanto como lo hace mi
polla. Cuando retiro mis dedos, lloriquea. Giro alrededor de la silla, donde
se encuentran sus manos, y me quedo de pie frente a ella.
Mi polla se encuentra cerca de su rostro, y abre la boca
inmediatamente, como si fuera un acto reflejo, mi polla frente a su rostro y
abre la boca automáticamente.
No creo que haya visto algo tan hermoso en toda mi vida. Es como
una maldita obra de arte, detenida por un momento con su lengua casi
tocando mi polla.
Observo, embelesado, cómo recoge la gota pre seminal colgando
de la punta de mi polla, continuando hasta llegar a la cabeza, donde
presiona su lengua sobre la punta. El ligero toque no es suficiente, tomo
todo el largo de su cabello, envolviéndolo alrededor de mi puño y la
acerco de manera brusca hacia mí. Gime mientras me envuelve en su
cálida boca, pulgada por pulgada, haciendo esos pequeños ruidos que
envían vibraciones a través de mi polla.
—Así es —la animo—. Tu boca es tan malditamente caliente.
Envuelve una mano en la base de mi eje, bombeando mientras
chupa ávidamente, y la observo, rehusándome a cerrar mis ojos por un
momento, incluso cuando me lleva tan cerca que creo que me voy a
correr. Finalmente es demasiado, me mira con esos grandes ojos y su boca
llena de mi polla, y no aguanto más.
95
La aparto, alejándola de mí.
—¿Qué está mal? —pregunta―. ¿No estuvo bien?
—Mierda, ¿es broma? —pregunto, me agacho para tomar un
preservativo del bolsillo de mis pantalones, dejándolo en un montón
arrugado en el suelo. Como un rayo, estoy desgarrando la envoltura del
condón con los dientes y enrollándolo. La pongo de pie, alzándola para
que me enfrente, y presiono mi polla contra su piel mientras deslizo mis
manos sobre su cuerpo. Con una mano en su nuca, la beso suavemente,
tirando de su labio inferior entre mis dientes—. Estuve a punto de llenar tu
pequeña y dulce boca con mi corrida.
Emite un pequeño gemido y alcanzo entre sus piernas para
encontrar que ya se encuentra mojada.
—Oh —dice.
—¿Oh? —pregunto, deslizando dos dedos en su interior—. ¿Es lo que
buscabas? ¿Querías que me viniera en esa linda boca?
Delaney exhala con fuerza.
—Sí —dice—, quería saborearte.
Escucharla decir que quería probarme me vuelve loco. Retiro mis
dedos de su interior y la llevo hacia abajo conmigo en el salón. Se arrodilla
a horcajadas sobre mí, su frente presionada contra la mía, su cabello
cayendo alrededor de su rostro como una cortina. Burlo su entrada con la
cabeza de mi polla, y se hunde sobre ella, dejando salir un gemido bajo.
—Mierda, te sientes apretada.
—Mierda, tú… no eres pequeño —susurra. Empiezo a reír, pero
entonces comienza a montarme, y estoy tan ocupado envolviendo mis
labios en su seno para pensar en cualquier cosa excepto en que Delaney
se muele contra mí mientras me lleva más y más profundo, su ya apretado
coño se hincha a mi alrededor mientras se excita más.
Amo estar dentro de ella, y todo lo que puedo escuchar es su llanto,
gimiendo más y más alto mientras pierde el control. Sujeto sus nalgas
mientras la bajo con fuerza sobre mí hasta que echa su cabeza hacia atrás
y pronuncia mi nombre.
—Oh, Dios, Geige, estoy tan cerca. —Cuando empuja mi rostro
hacia su pecho, succiono su pezón tan fuerte que juro que la voy a
mallugar. Y cuando presiono mis dedos contra su ano, protesta de una
forma que suena más como un grito. Entonces se viene, sus músculos se
aprietan alrededor de mi polla, en una serie de espasmos que me envían
al borde y ordeñan hasta la última gota de mi semen.
96
Después, caigo de espalda sobre el piso de la sala, cerrando los ojos
y esperando que los latidos de mi corazón vuelvan a la normalidad en vez
de continuar como hasta ahora, a un nivel fuera de mí pecho. Es posible
que esté peligrosamente cerca de tener algún tipo de ataque cardíaco.
Todo debido a Delaney.
Quiero-ser-profesional Delaney.
Quiero-que-te-corras-en-mi-boca Delaney.
Mi hermanastra Delaney.
17
Delaney
Traducido por mariana90 & Maeh
Corregido por YaniM

A
bro los ojos, medio esperando que cuando lo haga, todo
haya sido un sueño. O una pesadilla, no estoy segura.
¿Realmente me quité la ropa y monté a Gaige en la terraza
acristalada de la casa? El solárium es completamente transparente,
rodeado de vidrio, por el amor de Dios, y aún estoy aquí con la polla de 97
Gaige en mi interior.
Cuando abro los ojos, busco a Gaige .
—Hola —dice, y su boca esboza esa sonrisa arrogante. Maldita sea,
sé que ahora será imposible convivir con él. Pensará que lo quiero todo el
tiempo. Me siento obligada a hacerle saber que definitivamente no será el
caso.
—Espero que no pienses que esto cambia las cosas entre nosotros —
le digo. Mierda, salió mal. Suena totalmente malintencionado.
Pero Gaige ríe.
—Lo que tú digas, cariño —dice—, quieres pretender todo el tiempo
que no me deseas, adelante.
—Mira, sabía lo que podrías pensar si alguna vez nos liábamos. —Lo
hago salir de mi interior, sintiéndome muy incómoda estando de pie
desnuda, y me apresuro por mi ropa, corriendo otra vez lo más rápido que
puedo.
Gaige mira alrededor, completamente desnudo, sosteniendo el
condón usado en su mano.
—Creo que no hay una forma discreta de tirar esto, ¿verdad?
—Oh, Dios mío, no —le digo—. No aquí. ¿Quieres que el personal se
entere que follamos?
—Estoy seguro que tu padre tiene cámaras ocultas o algo así en la
casa —dice Gaige con voz tranquila.
—De ninguna manera —digo, mi corazón late salvajemente en mi
pecho—. Oh, Dios mío. No lo creo, ¿verdad?
Gaige se ríe.
—Relájate, cariño —dice—. Es nuestro pequeño y sucio secreto. —
Entonces lo veo dejar el condón en mi taza de té.
—¿Te das cuenta que acabas de dejar eso en mi taza? —pregunto,
mi voz como dos octavas más altas que su tono normal—. Es lo más grosero
que he visto en mi vida.
Gaige se encoge de hombros.
—¿Prefieres que lo lleve por toda la casa hasta el baño? —
pregunta—. Vacía la taza. Deshazte de esto en el baño. No seas tan
remilgada.
—No soy una remilgada —le digo, erizada por su actitud.
¿Realmente acaba de decir que sería nuestro pequeño y sucio secreto? 98
Quiero decir, no quisiera gritarlo a los cuatro vientos, pero mierda, actúa
como si estuviera avergonzado de haberme follado. Esto es más difícil de
lo que pensé que sería—. Y no tienes de qué preocuparte. Voy a mantener
mi boca cerrada.
—Como la mierda espero que no —dice, colocándose la camiseta
por la cabeza. Me guiña un ojo, obviamente insinuándose de la forma más
lasciva posible—. Me gustó cuando la tenías abierta.
Puedo sentir el rubor en mi rostro, y trato de ocultarlo inclinándome
para tomar mi novela, pero Gaige lo nota.
—Te has sonrojado —señala con amabilidad—. Es lindo.
Por supuesto, me hace sonrojar aún más.
—Lindo —digo—. No puedo creer que acabo de escuchar la
palabra lindo salir de la boca de Gaige O'Neal.
Levanta las cejas mientras camina junto a mí, la taza de té en su
mano.
—Quédate, querida —dice—. Solo podría sorprenderte.
Gaige realmente me sorprende, unos minutos más tarde, después de
haberme retirado a mi habitación. Estoy desnuda a punto de entrar a la
ducha cuando su voz me hace casi saltar de mi piel.
—Oye.
—Maldición, me asustaste como la mierda. ¿Qué? ¿Ahora ya no
llamas?
—Susceptible, susceptible —dice. Me sonríe. Se encuentra
jodidamente satisfecho de sí mismo, así que golpeo su brazo
juguetonamente—. Cuidado, querida, recuerdo cómo te gustaron los
azotes que te di antes.
—¿Qué haces aquí? —pregunto—. Sabes que nuestros padres no
estarán fuera toda la noche.
—¿Qué? ¿Crees que van a revisarnos en nuestras habitaciones? —
pregunta—. No tenemos dieciséis.
—Podrían escucharnos —le digo, golpeando con fuerza su mano
que se desliza por mi pierna.
—Solo si haces tanto ruido como hiciste en el solárium —dice Gaige.
Me siento enrojecer, y Gaige se ríe—. No te avergüences. También sería
igual de ruidoso si estuviera teniendo el mejor sexo de mi vida.
—Estás lleno de ti mismo —le digo—. Me estoy por duchar.
—Nunca pretendí ser humilde —dice Gaige, rodeándome y 99
dirigiéndose a la ducha sin siquiera preguntar—. ¿Vas a unirte a mí, o qué?
—¿Siempre te sientes tan molesto después de tener sexo? —Pero lo
sigo, cerrando los ojos mientras el agua cae sobre mi cabeza y corre por mi
cuerpo. Aparto el agua de mi rostro y abro los ojos para ver a Gaige
mirándome.
—No lo sé —dice.
—¿No sabes qué?
—No sé cómo me siento después de tener sexo. —Aplica gel de
baño en sus manos, luego las frota sobre mis hombros y a lo largo de mis
brazos, formando una espuma sobre mi piel.
No debería estar duchándome con Gaige. Quiero decir,
definitivamente no debería haber hecho lo que hicimos antes en el
solárium, pero realmente no debería prolongar las cosas. Lo que ocurrió en
el solárium fue una locura, perdí mi mente y todo sentido de razón y
propiedad. Pero mi cordura ha regresado ahora.
Por lo menos, recuperé mi cordura hasta que sus manos vagan sobre
mis pechos, resbalando por piel. Y hasta que veo sus pectorales bien
definidos justo frente a mí. Entonces creo que vuelvo a perder mi mente.
Extiendo la mano y lo toco, pasando mis dedos sobre su abdomen.
—¿Qué quieres decir con que no sabes cómo te sientes después del
sexo?
Gaige se encoge de hombros.
—Normalmente no me quedo el tiempo suficiente para averiguar lo
que piensan mis ligues después del sexo.
—¿Ligues? —pregunto. Pero todavía estoy sonriendo—. Realmente
eres un cerdo, ¿no es así? —Si no se queda después del sexo, ¿por qué
demonios se encuentra aquí?
Gaige sonríe ampliamente.
—Oink, oink —dice.
—Eso es sexy. Al menos eres honesto.
—¿Quieres escuchar algo más de mi honestidad? —-pregunta, su
dedo trazando alrededor de mis pezones, uno y luego el otro. El calor se
precipita a través de mi cuerpo con su toque y me encuentro deseándolo
otra vez entre mis piernas. Maldición. Es como si no hubiésemos tenido sexo
hace apenas unos minutos.
Una vez es un error, pienso. Dos veces... bueno, eso es algo
completamente diferente. 100
—¿Por qué estás aquí? —pregunto.
Gaige toma mi mano y la envuelve alrededor de su polla.
—Porque me pones tan jodidamente duro que no puedo pensar con
claridad —dice—. Porque hace cuatro años pasé un verano entero junto a
ti, y pensando cada día cómo se sentiría tener tus labios alrededor de mi
polla. Hoy fue la primera vez que lo sentí.
—¿Pasaste todo un verano pensando en mí chupándotela? —
Muevo mi mano ligeramente, bajando por su longitud, incluso una parte
de mí piensa que no hay forma en el infierno en que debería estar
haciendo esto. Me preocupa que Gaige sea adictivo, y eso me aterra.
—Pasé un verano entero pensando en ti de rodillas con tus labios
envueltos alrededor de mi polla —dice, su voz baja y grave—. Pasé cuatro
años pensando en ti sentada sobre mi cara. Cuatro años pensando en ti
montándome.
—Yo… —comienzo. Descubro que no sé qué diablos decir. El que
Gaige haya pasado tanto tiempo fantaseando conmigo, con nosotros,
resulta absurdo—. Estoy segura que le dices eso a todas las chicas.
Gaige se ríe.
—No, dulzura.
—Sabes, algunas personas usan esa palabra como un término
cariñoso —digo, mi mano acariciándolo perezosamente—. En cambio tú
haces que suene como un insulto.
—Tómalo como quieras, cariño —dice.
—No sé si me molesta o me enciende.
—Ahora, definitivamente, escuché eso antes —dice sonriendo
mientras alcanza entre mis piernas—. Diría que encender es más preciso.
La excitación atraviesa mi cuerpo cuando me toca, pero detengo su
mano con la mía.
—Nunca me he encendido por alguien que me irrita tanto como tú
lo haces, Gaige.
Sonríe.
—Sin duda tomaré eso como un cumplido, cariño. —Me gira hacia la
pared de la ducha y coloca mis manos sobre mi cabeza—. Solo te he
lavado la parte delantera. No puedo perder la oportunidad de lavar el
otro lado.
—Eres tan considerado —empiezo, pero me distraigo
inmediatamente cuando sus manos bajan a mis caderas y a mi trasero y 101
luego entre mis piernas.
—Las personas me lo dicen mucho —dice.
—Sí —murmuro, mientras sus dedos se deslizan hacia mi interior. No
puedo seguir con la conversación; todo en lo que puedo pensar es en sus
dedos y en lo que hacen. Me muevo para darme la vuelta, pero me
detiene con su otra mano y sostiene mis palmas firmemente contra la
pared de la ducha otra vez.
—Mantén la posición —dice, y no puedo evitar reír.
—¿Qué posición?
—Cualquier posición en la que te acomode —dice, y el palpitar
entre mis piernas se intensifica. Maldito Gaige. Dice el tipo de cosas que mi
cerebro señala como misóginas y repulsivas, pero mi cuerpo parece sentir
exactamente lo opuesto.
—¿Piensas que haré lo que me dices? —digo. Pero no muevo mis
manos. Permanezco allí, dejando que el agua caliente se vierta sobre mí.
Cuando Gaige sale de la ducha, el aire acondicionado me golpea. Por un
segundo, pensé que decidió dejarme, pero vuelve a entrar con una
envoltura de aluminio en su mano.
Cubre mis palmas con las suyas, mis manos aún por encima de mi
cabeza y se inclina cerca de mi oído.
—Creo que harás lo que te diga que hagas —dice, deslizando una
mano por mi brazo, y luego a lo largo de mi espalda y sobre mi culo—.
Porque te gusta que alguien tenga las bolas para hacerlo.
Me río.
—¿Y crees que tú eres ese alguien que tiene bolas?
Escucho que rompe la envoltura, y lo juro, prácticamente me derrito
con el sonido. ¿Qué demonios me hace Gaige? Entonces con su mano en
mi cadera, se presiona contra mi entrada, y con un movimiento rápido, me
penetra.
—Sé que lo soy, cariño —dice, empujando más profundamente
dentro de mí, hasta que siento sus pesadas bolas presionadas contra el
fondo de mi coño. Sus palmas cubren mis senos, y se mueve lentamente en
mi interior mientras el agua caliente de la ducha se vierte sobre nosotros—.
Ahora, quiero que toques tu clítoris para mí. Frótalo mientras te follo.
Un gemido escapa de mis labios mientras lo complazco. Como si no
fuera a escuchar un pedido como ese. Ramalazos de placer atraviesan mi
cuerpo, llevándome más y más alto hasta que grito el nombre de Gaige 102
una y otra vez, esperando que la ducha ahogue mis gemidos.
—Voy a venirme, cariño. ¿Me escuchas? —La voz de Gaige es tensa.
Gruño en respuesta, demasiado absorta en mi propio placer para
formar palabras, pero Gaige toma un puñado de mi cabello y tira mi
cabeza hacia atrás.
»Dime que quieres que me venga dentro de ti —exige.
Como si fuese una señal, estoy en el borde tan pronto como me
ordena que lo diga.
—Por favor —ruego—. Por favor. —Es todo lo que puedo decir. No
tenía idea que alguien hablándome tan cruelmente sería tan
malditamente erótico.
—Joder. —Gruñe, su mano aún sigue sujetando mi cabello. El dolor
aumenta la intensidad de todo, y estoy poniendo más presión en mi clítoris,
completamente arrastrada por el momento—. Dímelo, cariño.
—Oh, Dios. —Jadeo—. Lléname con tu semen.
Gaige suelta mi cabello, llevando ambas manos a mi cintura
mientras se empuja dentro de mí una última vez, gritando de una forma
casi salvaje. Su orgasmo desencadena el mío, y siento que caigo sobre el
borde. Su agarre en mí es apretado, sus dedos incrustados tan
profundamente en mi carne, que es la única manera de no caerme
mientras me vengo, sus brazos rodean mi pecho, manteniéndome cerca
de él.
Pasan minutos antes de que alguno de los dos hable, mi cabeza se
encuentra demasiado abrumada por mi orgasmo. Simplemente
permanecemos allí, Gaige todavía en mi interior, su cuerpo presionado
contra el mío.
—Dios, me encanta como eres en la cama —dice Gaige.
—¿Gracias, supongo? Sin embargo, no has estado conmigo en la
cama.
—Es verdad —dice, palmeando mi trasero. Se desliza fuera de mí y
sale de la ducha—. Tendremos que remediar eso.

103
18
Gaige
Traducido por July Styles Tate & Maeh
Corregido por Daliam

E
stoy acostado en su cama, todavía envuelto en una toalla,
leyendo su novela, cuando Delaney sale del baño. Antes
incluso de que pueda hacer un comentario sobre el libro, la ha
arrancado de mi mano.
104
—¿Por qué lees esto?
—Debido a que se encontraba en tu almohada.
—¿Así que pensaste que era una invitación? —Lo mete en el cajón
de su escritorio, ocultándolo, supongo que con buena razón, ya que el
libro era bastante sucio. Sabía que Delaney tenía un lado salvaje.
—Una invitación es yo diciéndote que te sientes en mi cara —le
digo—. Dejar tus libros sucios por ahí simplemente significa que cualquiera
puede recogerlos y leerlos.
—No es un libro sucio —dice.
—¿En serio? —pregunto, levantándome y corriendo hacia su
escritorio. Se lanza de nuevo hacia la mesa, yendo por el cajón del
escritorio, pero no lo alcanza, y saco el libro, abriéndolo de un tirón a una
de las páginas. Delaney salta, una mano sosteniendo la toalla alrededor
de sus pechos. Sinceramente, la única razón por la que aún tengo el libro
fuera de su alcance es porque quiero que pierda la toalla. Leo el libro—:
“Brayden metió su miembro palpitante en su resbaladizo canal del amor”.
Mierda, ¿qué coño es un canal del amor?
—Detente. ¡En serio! —Delaney llega una vez más por el libro, y
deslizo mi dedo por debajo del borde de la toalla, viéndola caer al suelo.
Entonces, satisfecho, le regreso el libro de nuevo. Gime su frustración, y
cuando se agacha para recoger su toalla, le doy una nalgada.
—Maldita sea, no me voy a cansar de nalguear tu culo así —le digo.
Cuando se pone de pie, sus ojos parpadean. —¿Qué demonios fue
eso? —pregunta—. De verdad tienes doce años, ¿no es así?
—Te gustaba antes.
—Eso fue diferente —dice, coloca la toalla a su alrededor, pero se la
arranco.
—Quédate desnuda —digo—. Me gusta descubrirte mejor. —Es
cierto. Mierda, esta chica me ha acabado, sólo mirar la curva de ese culo
y tetas. No estoy seguro de qué demonios estoy haciendo todavía en su
habitación, excepto que no quiero dejar de tocarla. Aún no.
Delaney se retuerce, agarrando la toalla de mí y envolviéndosela de
nuevo. Como si no solo tuve mis manos por todo ese cuerpo desnudo.
Como si no estuve en su interior.
Se sienta contra las almohadas en la cama, colocando su libro sobre
la mesilla de noche. —¿Crees que nuestros padres están en casa?
Me encojo de hombros. —¿A quién le importa? 105
—No crees que escucharon nada, ¿verdad?
—¿En esta casa? —pregunto—. No. ¿Te preocupa?
—¿A ti no?
—No —digo, acostándome a su lado en la cama—. De ninguna
manera.
—No llevas tu bota —dice.
—¿Solo notas esa mierda ahora? —pregunto—. ¿En serio?
—Me di cuenta antes —dice—. Pero eso fue arriba cuando
estábamos...
—¿Follando?
—Tienes una manera de hacer que todo suene tan... crudo.
—Lo siento —digo, pero no lo hago—. Voy a decir hacer el amor en
su lugar.
Delaney se ríe. —Oh, Dios mío, creo que voy a vomitar.
—Hacer el amoooooor —digo, arrastrando las palabras, mi voz
dulzona—. Eso es lo que la novela tuya diría, ¿no? ¿Te hago el amor con mi
palpitante virilidad?
—Para —dice, poniendo los ojos mientras me pega en el brazo.
—Oye, no soy el que lo lee —digo.
—Al menos puedo leer —dice. Hago un sonido maullando y un gesto
de garra a ella, y me saca la lengua—. ¿Qué haces aquí? ¿No quieres
volver a tu habitación?
—¿Y perderme la oportunidad de fastidiarte? —pregunto.
—En serio —dice—. ¿No es lo tuyo? ¿El sexo casual?
—Sí, ¿y qué?
—¿Eso no implica no quedarse después?
—Delaney Marlowe, ¿me tratas como un una aventura de una
noche? —pregunto, poniendo mi mano sobre mi pecho—. Estoy herido. —
Está bien, estoy siendo sarcástico, pero estoy un poco sorprendido. Quiero
decir, vamos, por lo general soy el que se halla fuera de la puerta tan
pronto como pueda salirme con la mía después, pero la actuación de
Delaney es como que quiere que me vaya. Estoy más molesto que
lastimado.
—Eso es lo que es esto, ¿no es así? —dice—.Quiero decir, arriba... y,
um, en la ducha, no puede volver a ocurrir, Gaige. 106
—Así que cuando me manejes en Japón, no me vas a manejar —
digo—. ¿Es eso lo que dices?
Delaney se sonroja. Un punto para mí. —Por supuesto que no —dice,
su voz firme—. Esto no puede volver a ocurrir, Gaige, vamos a estar bajo
escrutinio en Japón y estoy en representación de la empresa. Así como tú.
Habría tanto retroceso si eso...
—Sí, sí, lo entiendo —digo, interrumpiéndola. Dejar a Delaney
enrollarse tan fuerte cuando se trata de políticas estúpidas de la empresa.
—Esto no puede salir de esta habitación, Gaige —dice, su voz en
pánico—. Prométemelo.
Me vuelvo hacia ella, tragando mi irritación. —Confía en mí, cariño,
no tengo ningún interés en que cualquier otra persona averigüe acerca de
esto.
Por un segundo, creo que la expresión de dolor o decepción
revolotea a través de su cara, pero se ha ido tan rápido que no puedo
estar seguro. —Exactamente —dice rápidamente.
—Así que estaremos de acuerdo. Sólo será una noche.
—Correcto.
—Entonces no hará daño hacerlo de nuevo, ¿verdad? —pregunto—.
Quiero decir, una noche, ¿verdad? Lo mejor es tener todo fuera de tu
sistema.
Se da la vuelta sobre su costado, frente a mí, con la cabeza
apoyada en la mano. —Una noche, y eso es todo. Después de esta noche,
se detiene.
Asiento con la cabeza. —Por supuesto.
Como el infierno que vamos a parar. Sólo acabo de empezar con
esta chica.
—Y se queda entre nosotros.
—No quitaré ningún anuncio del periódico —dije, corriendo mi mano
hasta su muslo.
Delaney arruga su nariz. —¿La gente incluso pone anuncios en el
periódico aún?
—No importa —digo, deslizando mi mano más arriba—. ¿Vamos a
hablar de periódicos o vamos a hacer el amor?
Delaney golpea mi brazo. —Ugh. Deja de usar esa frase.
107
Llego hasta su boca, corriendo mi pulgar por su labio inferior. —
Pregúntamelo de buena manera.
Ella alza sus cejas. —No te preguntaré nada de buena manera.
—Si mal no recuerdo, lo hacías de buena manera más temprano —
dije—. ¿Ahora estás cambiando tu tono?
Sonríe antes de envolver sus labios alrededor de la punta de mi
dedo, y todo en lo que puedo pensar es en sus labios envueltos alrededor
de mi polla. —Demasiado hablar —dice ella—. Una noche, ¿recuerdas?
Por la mañana, Delaney murmura entre sueños, palabras
incoherentes y sin sentido pero escucho de todas formas. Niega con su
cabeza en mi pecho, su cabello esparcido en todas partes, finalmente
durmiendo después de una ronda más de sexo seguida por una cantidad
enorme de pláticas sin sentido al azar. Es como si el sexo aflojara la lengua,
como su estuviera ebria o algo. Nos hizo a ambos así, supongo.
Delaney se sonreía, reía de las cosas estúpidas que decía mientras
estábamos en la cama, del tipo como cuando salimos en la noche.
Excepto que esta vez estábamos desnudos. Y yo no trataba de meterme
en sus pantalones, porque ya lo había hecho.
Siempre me imaginé que cuando finalmente tuviera a Delaney
Marlowe, eso sería todo, justo como era con cualquier chica que conocía.
La persecución lo es todo, es lo que viene después del maldito final lo que
no puedo tolerar.
Pero con Delaney, no quiero dejarlo. Así que cierro mis ojos y respiro
el olor de su presencia, guardándolo en mi banco de mi memoria. Solo en
el caso de que hablara en serio acerca de que esta sería solo una noche.
Finalmente se revuelve, rodando sobre su estómago para verme, su
expresión es de saciedad, al menos hasta que registra que soy yo. Luego
se convierte en una mirada de pánico. —Aún sigues aquí —susurra.
—Buenos días a ti también, cariño.
—¿Qué hora es?
Veo el despertador sobre la mesa. —Son las ocho.
—¿Ocho? —pregunta ella, sentándose derecha—. Mierda. Tengo
que saltar a la ducha. Chelsea pateará mi trasero si llego al trabajo tarde.
¿Mi alarma sonó?
—Sí, pero te veías tan cómoda, que no quise despertarte.
—Mierda, Gaige. —Se desliza fuera de la cama y corre al baño para
tomar una ducha antes de salir nuevamente—. ¿Cómo diablos vas a
escapar de aquí? 108
—Pensé que descansaría en tu cama desnudo hasta que la ama de
llaves viniera a hacer la limpieza, y luego le contaría toda la historia de lo
que pasó entre nosotros la noche anterior.
Los ojos de Delaney se ampliaron. —Lo juro por Dios, Gaige, si no
sales de aquí…
—Relájate, cariño —digo, sin molestarme en ocultar el borde de mi
voz. Esto no es como imaginé yendo esta mañana en absoluto—. Creo que
necesitas posponer esa ducha. Un poco de sexo mañanero mejoraría
significativamente tu estado de ánimo. —Tiro hacia atrás las sábanas y
hago un gesto hacia mi polla.
—Una noche, Gaige —dice ella—. Eso es todo, ¿recuerdas?
—¿Dijimos una noche o un día? —pregunto—. Porque si fue un día,
entonces técnicamente todavía tenemos hasta la noche. Veinticuatro
horas.
Delaney suspira. ¿Por qué me gusta el sonido que hace cuando se
exaspera debido a mí? No debería amarlo tanto como lo hago, pero
meterme debajo de su piel es emocionante. Es como un preludio. —Una
noche, Gaige. Una noche y eso es todo. ¿Cómo vas a salir furtivamente de
aquí?
Me deslizo de la cama, cruzando la sala hacia donde se encuentra
parada, desnuda. Generalmente las mujeres, por lo menos el tipo con las
que he estado, se ven desgastadas por la mañana. Pero Delaney no. Se ve
mejor de lo que lo hizo ayer por la noche, aquí de pie con su cabello
revuelto, la mancha de rímel debajo de sus ojos, un rubor fresco en las
mejillas.
Y no me hagan empezar con ese ardiente cuerpo que tiene.
Corro mi palma sobre su cintura y al lado de las curvas de sus
caderas, antes de moverla entre sus piernas. —En vez de escabullirme
fuera de aquí, ¿por qué no me dejas lamerte otra vez?
Delaney inhala tan bruscamente que se escucha en toda la
habitación, incluso sobre el ruido blanco de la ducha. —Tengo que
ducharme.
—Eso puede esperar.
Presiona su mano lejos de donde se encontraba entre sus piernas. —
Nuestros padres estarán despiertos.
—Tu padre estará ya en el trabajo, y Anja probablemente estará
durmiendo en algún lugar —dije.
109
—Estoy retrasada.
Me encojo. —Chelsea puede esperar —le digo. No puedo parar de
ver sus labios. Siguen teñidos de rosa en los bordes, inflamados por mis
besos, la beso otra vez, ligeramente, pero gira su cabeza lejos, tocando
con sus dedos sus labios.
—Tengo aliento mañanero —dice.
Inclino su cabeza hacia mí. —No me importa.
—Gaige, no —susurra—. Por favor.
Gira y camina hacia el baño, cerrando la puerta detrás de ella.
Bloqueándome. Tan solo así.
19
Delaney
Traducido por Bett G.
Corregido por Daliam

M
aldita sea, maldita sea, maldita sea.
Dejo correr el agua de la ducha sobre mí, medio
esperanzada de que Gaige tirará la puerta de la ducha
abierta y entrará, que me empujará contra la pared 110
como lo hizo anoche. Todavía puedo sentir sus manos sobre mi piel, su olor
persistente en el aire. Cuando lo lavo fuera de mí, estoy un poco triste.
Pero pongo los pensamientos sobre él a un lado. Me enganché con
Gaige O'Neal una vez. No puedo engancharme con él de nuevo. Incluso si
cada parte de mi cuerpo me grita para volver a entrar en el dormitorio y
decirle a Gaige que lo quiero.
Sé mejor que hacer algo así, por todo tipo de razones, como el
hecho de que Gaige es mi hermanastro. Si mi madre se entera, perdería su
mierda. Anja estaría horrorizada. Y mi padre estaría decepcionado
inimaginablemente. O el hecho de que Gaige no es del tipo de persona
de relaciones. Además, realmente no sé si incluso lo puedo soportar fuera
de la habitación.
Sin embargo, en la habitación... fuegos artificiales. No soy
terriblemente experimentada, me acosté con un gran total de dos
personas en mi vida antes de Gaige. Ambas personas fueron mis novios, la
gente que pensé que me importaba. Así que el sexo debe haber sido
increíble, ¿verdad? Se supone que es increíble cuando estás con alguien
que amas.
Excepto anoche con Gaige —alguien que apenas puedo tolerar, sin
mencionar el amor— era mucho mejor que cualquier cosa que haya
imaginado.
Por supuesto, tengo que sacarlo de mi mente. Estoy segura de Gaige
ya lo ha hecho. Estoy segura de que esto no es nada para él.
Cuando salgo del baño, mi toalla envuelta a mi alrededor, Gaige se
ha ido, y por un segundo, pienso en caminar al lado y decirle que lo he
reconsiderado, que prefiero llamar y decir que estoy enferma y pasar la
mañana en la cama con él.
Pero no lo hago.
En su lugar, voy a trabajar y tratar de poner toda la cosa fuera de mi
mente.

***

Resulta que es realmente jodidamente difícil de olvidar lo que


sucedió cuando tu estúpido hermanastro se niega a dejar de recordártelo.
—¿Tienes el programa en orden para el décimo cuarto?
Chelsea se para delante de mí, con las manos en las caderas, con el
ceño fruncido. 111
—¿Te contactaste con el representante?
Me pregunta acerca de la programación de una de las fechas para
el viaje a Japón, y le respondo—: Por supuesto. —Mientras estoy pensando
en el texto de Gaige.
—Estás distraída —dice—. Espero que no sea parte del curso durante
todo este viaje.
—Estoy cansada. Creo que deben ser las alergias o algo —le digo.
Estoy segura de que no tiene absolutamente nada que ver con el hecho
de que me acosté con Gaige anoche, o el hecho de que Gaige sólo me
envió un mensaje diciéndome, con detalle explícito, exactamente lo actos
sexuales que podría encajar el resto del día antes de que las veinticuatro
horas terminaran oficialmente.
—Debe ser agradable tener el lujo de la fatiga —dice Chelsea, antes
de girarse y salir por la puerta. Miro la puerta que se cierra detrás de ella
antes de responder a Gaige.
Deja de escribirme. Estoy tratando de trabajar.
Estoy respondiendo a un correo electrónico cuando mi teléfono
vibra de nuevo.
Soy tu cliente. No puedes ignorarme. Esas son las reglas.
Viene acompañado por una foto de su pene. Lo que es, bueno, muy
jodidamente fantástico, pienso, mientras giro el teléfono para obtener una
mejor vista desde todos los ángulos. Lo admiro por un minuto, luego le
escribo de nuevo.
Los clientes no me envían fotos sucias.
Ni siquiera consigo escribir dos palabras en el computador antes de
que mi teléfono vibre de nuevo.
Espero que no. Si lo hacen, voy a tener que matarlos.
Bueno, eso me hace sonreír. Pero apago mi teléfono y lo pongo en
mi bolso. Los mensajes de texto de Gaige todo el día no van a ayudarme a
sacarlo de mi cabeza.

***

—¿Vas a seguir ignorándome?


Gaige se halla en mi puerta, usando pantalones vaqueros y una
camiseta con algún tipo de logotipo de motocicleta en él. No sé nada de 112
motocicletas o de carreras, y a pesar de mis intentos de educarme a mí
misma acerca de este deporte, no reconozco las cosas que
probablemente debería conocer.
—Si sigues… —Doy un paso hacia él, bajando la voz a un susurro—. Si
sigues enviándome mensajes de la forma que lo…
—¿Qué? ¿Una foto de mi polla es demasiada distracción para ti?
Ruedo los ojos, tratando de parecer más indiferente de lo que me
siento.
—No es distracción de la manera que piensas que es.
Gaige entra en mi habitación y cierra la puerta.
—La real es mucho mejor —dice—. Pero ya lo sabes, ¿verdad,
cariño?
—Nuestros padres están en casa —siseo—. ¡Fuera de mi habitación
antes de que alguien te atrape aquí!
—No estamos haciendo nada, excepto tener una conversación
amistosa —dice.
—No estamos hablando de cualquier cosa —le digo—. Sólo esperas
echar un polvo de nuevo.
Una sonrisa se extiende por la cara de Gaige. —Definitivamente
estoy esperando a tener sexo de nuevo —dice—. ¿Tú no?
—No podemos —protesto.
—¿Debido a que es poco profesional? —dice, su tono burlándose.
—Debido a que… sí, es poco profesional —le digo—. Y debido a que
estamos a punto de viajar al extranjero, juntos, durante un viaje de
negocios.
—¿Tienes miedo de que no serás capaz de mantener tus manos
fuera de mí? —pregunta.
—¡No! —protesto. Pero eso no es definitivamente cierto—. Piensas
demasiado bien de ti mismo.
—Cariño —dice, cruzando la habitación y parándose a centímetros
de mí—. Sé que no has podido dejar de pensar en ello. Te mientes a ti
misma.
—¿Por qué, porque eres tan increíble en la cama? —pregunto, mi
voz vacilante. Tiene razón. Todo en mí clama por su toque. Quiero sentirlo
dentro de mí.
—No actúes como que no es exactamente eso —dice Gaige. Su 113
mirada cae de mi cara a mi pecho y mi aliento se atrapa en mi garganta.
Me lo imagino poniendo un dedo entre los botones superiores de mi
camisa y tirándolos, los botones esparciéndose por todas partes. Estoy
aterrorizada de que es exactamente lo que quiero que haga.
—Si no recuerdo mal, gemías mi nombre anoche, ¿verdad? Fóllame,
Gaige, ¿verdad?
—Cállate —siseo, cubriéndole la boca con la mano. Agarra mi
muñeca, da un tirón de mi mano de su boca y me tira contra él. Maldición.
Puedo sentir su dureza presionando contra mí, y mi cuerpo responde con
inundación inmediata de calor entre mis piernas.
—Puedo tratar de ser silencioso —susurra—, solo no sé si tú puedas.
—Tienes que irte —pido.
—¿O qué?
O mi resolución se debilitará. —O voy a gritar.
Gaige sonríe. —Grita mi nombre —dice.
—No estoy bromeando, Gaige —le digo, mi voz firme—. Fuera de mi
habitación. Ahora mismo. O voy a gritar.
Inmediatamente me arrepiento de las palabras que salen de mi
boca. Quiero llevarlas de vuelta, para decirle que se quede. Quiero
deslizarme hacia abajo a mis rodillas y tomarlo en mi boca de nuevo.
Pero Gaige sólo sonríe, se inclina cerca de mi oído.
—¿Cuánto tiempo crees que será antes de que esté de vuelta
dentro de ese dulce coño tuyo? ¿Un día? ¿Una semana?
—No podemos, Gaige —le digo. Pero mi voz es tensa.
—Dítelo a ti misma si te ayuda a dormir en la noche, cariño —dice—.
Pero voy a estar justo al lado cuando cambies de opinión.
Sólo después de que se va y la puerta se cierra detrás de él hace mi
corazón parar su carrera. Mierda. Me dirijo a la ducha, hielo frío. ¿Las
duchas frías realmente funcionan?
Diez minutos más tarde, me siento exactamente de la forma que lo
hacía antes, caliente como el infierno. Excepto que ahora estoy
temblando y cachonda. Fingirme enferma para evitar la cena con Gaige y
mis padres no me ayuda a sentirme mejor.

114
20
Gaige
Traducido por Lipi-Lipi & Yasna.FU
Corregido por Daliam

Y
a han pasado dos semanas desde Delaney y me he
enganchado. Catorce días. Me ha estado evitando
cuidadosamente, y he gastado cada momento despierto en la
terapia física y en la moto en la pista. Y pensando en cómo volver a entrar
en la cama de Delaney. 115
—Esta es una noche importante para tu padrastro —dice Anja.
Acabo de entrar por la puerta, todavía con mi traje de montar, casco en
mano, y ya está encima de mi culo—. No camines por la casa en esas
botas.
—Me las quitaré en mi habitación —le digo—. ¿A menos que quieras
que tire todo aquí en el vestíbulo? —El ama de llaves desaparece del
recibidor, lo suficientemente inteligente como para evitar esta escena.
—Ten un poco de clase, Gaige. —Ella huele.
—¿Cócteles, ya, madre? —pregunto—. ¿Ni siquiera te molestaste en
esperar para la fiesta?
Anja da sorbos de su vaso. —Será mejor que no arruines esto para
Beau —dice ella.
—¿Será mejor que no arruine esto para Beau? —pregunto—.
Pregúntate quién de los dos es más probable que arruine cualquier cosa
para Beau esta noche.
—Sabes lo que quiero decir —susurra ella—. Sé lo que sucede
contigo y Delaney.
Mi corazón se detiene frío en mi pecho, pero mantengo mi voz
calmada. —¿Qué crees que sucede conmigo y Delaney?
—¿Crees que una chica como ella va a mirarte dos veces? Incluso si
no fuera tu hermana, estaría fuera de tu liga. —Toma otro sorbo de su vaso.
—Hermanastra —corrijo—. Es mi hermanastra, no mi hermana.
—Eres repugnante —susurra—. Es repugnante.
—No la he mirado de ninguna manera en absoluto —le digo—. Tal
vez si no estuvieras fuera de tu mente todo el tiempo, tendrías una visión
más clara de las cosas.
Se abre la puerta y Delaney camina dentro, deteniéndose en seco
cuando nos ve. —Hola —dice ella, su voz vacilante—. Vine a casa
temprano para prepararme para el evento.
—No te preocupes —le digo—. Anja ya anda en pre-fiesta por sí
misma. Le preocupa que todos entendamos la importancia de esta noche.
Delaney asiente en silencio mientras mira hacia atrás y adelante
entre nosotros. —Um, seguro —dice—. Va a ser un gran evento. Algunos
representantes de los fabricantes japoneses estarán allí, Gaige. No creo
que los hayas conocido aún, pero te presentaré.
—Perfecto —le digo. Estoy tan preocupado por las insinuaciones de
Anja que realmente no puedo pensar en otra cosa. Si le dice a Beau lo que 116
sospecha sobre Delaney y yo...
Me recuerdo a mí mismo que lo que dice es sólo los desvaríos de un
borracho.
—Estoy segura de que te asegurarás de que Gaige tenga todo lo
que necesita esta noche —dice Anja, mirando a Delaney. Toma otro sorbo
de su vaso, su expresión petulante, y nunca he querido golpear a una
mujer, pero realmente quiero golpear esa maldita copa de la mano de mi
madre.
Delaney arruga la frente, y mira de mi cara a mi madre y viceversa.
—Absolutamente —dice ella—. Ese es mi trabajo. Así que si me disculpas,
tengo que estar lista.
Espero hasta que Delaney esté fuera del alcance del oído antes de
hablar. —Delaney no te recordaba cómo un ser tan mezquino y vengativo
—le digo—. A diferencia de mí. Sé que siempre has sido de esta manera.
Anja sonríe, sus labios apretados. —Recuerda lo que dije, Gaige —
dice—. No arruines nada para Beau. Y deja de mirar a tu hermana.
—Ni siquiera voy a dignificar esto con una respuesta, Anja —le digo,
antes de girar y caminar rápidamente por el pasillo. No quiero una
respuesta de ella. Sólo quiero sacar el infierno de esta conversación.
La puerta de Delaney se halla abierta, pero paso a mi dormitorio y
pongo mi casco sobre el escritorio. Me siento y quito mis botas cuando ella
camina en el interior. —¿Qué le dijiste? —susurra.
—Nada —le digo—. Absolutamente nada.
—¿No sabe lo que pasó? —Delaney parece asustada, y su voz
rechina.
—Es una borracha —le digo—. ¿De verdad crees que sabe algo?
—Parecía como que sí.
—Bien, es una cosa buena no hay nada que saber, entonces, ¿es
así? —Desabrocho mi chaqueta y la pongo en el respaldo de la silla,
dándome la vuelta para ver a Delaney simplemente allí mirándome.
—No hay nada que saber —resuena, y no estoy seguro si hace una
pregunta o repite mi declaración.
—Nada pasó entre nosotros —me explico—. Así que no hay
realmente nada que saber. Ahora, estoy tratando de conseguir una
ducha. ¿Tienes algo más que preguntar?
Delaney niega con la cabeza lentamente, sin dejar de mirarme. —
¿Saliste a montar? 117
—Sí.
—¿Tu pierna está mejor?
—Sí.
—¿Sólo vas a responderme con una sola palabra?
—¿Qué quieres que te diga, Delaney? —Camino hacia ella, y
retrocede hasta que queda presionada contra la pared de mi dormitorio.
La irritación surge a través de mí, aunque la visión de ella contra la pared
hace que mi polla revuele—. Tú eres la que quería que fuéramos
profesionales.
—Yo… —comienza, mirándome con ojos suplicantes—. Sin embargo,
quiero que seamos amigos.
—Ya te lo dije —le susurro. Observo mientras su pecho sube y baja, su
aliento corto. Quiero saborearla—. No quiero ser tu amigo.
—¿Qué quieres entonces? —pregunta.
—No hagas esa mierda, Delaney. —Pongo mis manos en sus
muñecas, fijándolas a los costados, y luego cambio de opinión y las
empujo más o menos por encima de su cabeza. Abre sus labios, y arquea
su espalda, sus pechos en el aire.
—¿No haga qué?
—No hagas preguntas que suenan inocentes, y luego me mires
como lo haces en este momento, como que me quieres —le digo—. No
estoy jugando un juego de mierda aquí.
—¿Qué quieres? —susurra.
Sosteniendo sus muñecas contra la pared con una mano, deslizo mi
otra mano hacia arriba de su muslo, moviéndola más y más alto y
agrupando su falda lápiz hacia arriba alrededor de su culo. —¿Sabes lo
que quiero —le susurro—. Quiero deslizar mi polla dentro de tu coño
mojado hasta que digas mi nombre como lo hiciste esa noche. Quiero
escuchar el pequeño sonido lloriqueando que haces antes de venirte.
No dice nada, pero hace ese sonido en la parte posterior de la
garganta, el que acabo de describir. El gemido. Mis dedos no están
siquiera entre sus malditas piernas, y hace ese sonido. Joder, ese sonido va
a ser mi perdición.
Llego entre sus piernas. Sus bragas ya están empapadas, y creo que
ese solo hecho podría hacer que me corra. Me mira, su expresión roja con
la lujuria.
—Dime lo que quieres, cariño —le susurro, mis dedos moviéndose por 118
la superficie de sus bragas—. ¿Todavía quieres ser amigos?
—No es, mierda, Gaige, no es una buena idea. —Pero su aliento ya
empezaba a llegar en jadeos.
—¿Te digo lo que quiero hacer contigo, y no puedes hacer lo
mismo? —pregunto—. Me echas de tu habitación a la mañana siguiente, y
luego me ignoras durante los últimos catorce putos días. Y ahora te
encuentras en mi habitación jadeando y, ¿aun así no vas a decir que me
quieres? Sólo tienes que decirlo, cariño. Quiero oír las palabras saliendo de
tu boca.
—Yo… —comienza. Entonces me mira—. Te deseo.
Caigo de rodillas delante de ella y de un tirón levanto su falda hasta
su cintura mientras pasa sus manos por mi cabello. —No es lo
suficientemente bueno —le digo, mis dedos se arrastran a lo largo de la
superficie de sus bragas—. Quiero escuchar exactamente lo que quieres.
—Te quiero —dice ella. Agarrando el lado de su tanga, desgarro el
tejido en dos—. ¿Qué haces?
—Quiero rasgar estos de ti —le digo, haciendo lo mismo con el otro
lado—. ¿Qué quieres que haga? Para una chica que es tan jodidamente
bocazas todo el tiempo, estás horriblemente tranquila ahora.
—Quiero que… —Se aclara la garganta—. Quiero que me lamas.
Llevo mi lengua a su coño, saboreando la dulzura de sus jugos.
Prácticamente gotea, y gime al segundo que la toco. —¿Te gusta esto?
—Quiero que me hagas lo que hiciste antes —dice ella—. Hazme
venir en tu cara. —Deslizo mis dedos dentro de ella, cubro su clítoris con mi
boca, chupando mientras escucho que su respiración se acorta.
—Sigue hablando —le digo—. Dime qué más.
—Oh, mierda, Gaige —dice ella, su respiración se corta—. Quiero
que me folles. Quiero sentir tu polla dentro de mí cuando me venga.
Al escuchar esas palabras saliendo de la boca de Delaney, oh, tan
profesional, casi hace que me corra. Mi polla palpita contra la tela de mis
pantalones. Pero aún estoy con mis dedos dentro de ella, y la beso con
fuerza en la boca. Cuando la tiro hacia atrás, ella jadea y retiro mis dedos,
deslizándolos sobre su labio inferior, cubriéndolo con su humedad. —Dime
que eres mía —exijo.
—Soy tuya —susurra. Está tan ida ahora que va a decir lo que quiera
que diga.
—Bien. Me alegra oír eso. Me voy ahora —le digo. 119
—¿Qué? —Sus ojos se abren, y me mira con incredulidad—. ¿Qué
quieres decir con que te vas?
Inclinándome cerca de ella, le susurro—: Es la fiesta de tu padre —le
digo—. Tenemos que estar listos. Y tienes que aprender una lección por
hacerme esperar.
—¿Eso es todo?
—Cariño, esto recién comienza —le digo—. Lo que te pongas esta
noche, te lo pones para mí. No hay bragas, sin sujetador. Y no te tocarás a
ti misma de aquí a la fiesta. ¿Entiendes?
Delaney levanta las cejas. —Por lo tanto, ¿simplemente vas a dar
órdenes y esperar que las siga, entonces?
Me apoyo cerca de ella. —Sabré si te tocas —le digo, alcanzando
entre sus piernas para acariciar su clítoris una última vez antes de irme. Ella
agarra mis brazos mientras ruedo mi dedo en círculos—. Y no sólo voy a dar
órdenes y esperar que las sigas, voy a esperar a que estés goteando
cuando lo hagas.
21
Delaney
Traducido por BlackRose10
Corregido por Daliam

—Kombanwa —digo, haciendo una venia mientras hago mi saludo


de buenas noches, en japonés—. Hajimemashite. Watashi no namae wa
Delaney Marlowe desu. —Me presento en japonés, ya oxidada después de
no hablarlo desde que estoy en Texas.
120
—Es un placer conocerla, señorita Marlowe. —Akira Ito es joven,
probablemente a finales de sus veinte, y parece una estrella de cine
japonés. Nadie me dijo eso. ¿Cómo digo “pensé que eras un hombre
viejo” en japonés? Él está cubriendo mi mano con la suya y me mira a los
ojos, al parecer, no contento con sólo un saludo japonés—. Hablas japonés
con facilidad. Dime que no acabas de aprender ese saludo sólo por
nosotros.
Mi padre se acerca a mi lado, aplaude su mano sobre mi hombro, y
Akira suelta mi mano. —Delaney se especializó en Estudios Asiáticos en la
universidad —dice—. Ha estado estudiando japonés durante años.
—Estoy encantada de estar ayudando con la gira de Gaige —
digo—. Y estoy muy ilusionada por visitar Japón. —Mentalmente, estoy aquí
sólo parcialmente. No he visto a Gaige en toda la noche, no desde lo que
pasó antes en mi dormitorio. Tan pronto como se fue, deslicé mis dedos
entre mis piernas y me hice venir. Me fue imposible esperar después de lo
que me hizo, lo cerca que me llevó hasta el borde y luego se detuvo. Sin
embargo, tocarme no hizo nada para satisfacerme, el dolor entre las
piernas esta noche es un recordatorio constante de dónde quiero que
Gaige esté.
La voz de mi padre me saca de mi ensoñación. —¿No es así,
Delaney? —pregunta.
Asiento con la cabeza. —Sí, por supuesto. —No tengo idea con qué
acabo de estar de acuerdo.
—Entonces voy a estar esperando darte un tour personal cuando
estés allí —dice Akira, antes de alejarse.
¿Un tour personal? ¿Cuánto de la conversación me he perdido?
Mi padre se vuelve hacia mí. —Buen trabajo —dice—. Akira Ito
parece impresionado con tu japonés.
—Estoy segura de que simplemente no esperaba que enviaras a
alguien que hablaba el idioma —digo.
Mi padre bebe su whisky. —Cuídate por allá —dice, mirándome de
manera significativa. Luego, su expresión cambia a medida que alguien
más se acerca a nosotros—. Senador Adams. ¿Dónde está su encantadora
esposa?
Estoy al lado de mi padre, sonriendo mientras hace las
presentaciones y me desfila por ahí como el orgulloso padre que es. Pero
estoy mirando a su alrededor, buscando entre las caras en la multitud por
Gaige. La fiesta anual del cuatro de julio es una tradición de mi padre. La
organiza cada año. Es una barbacoa totalmente americana estilo Texas
con esteroides, exagerada y ridícula, con representantes del Estado de 121
Texas y la asistencia del Alcalde, y un espectáculo de fuegos artificiales al
final que rivaliza con la propia demonstración de la ciudad. Es una fiesta
de negocios enorme acogida por Marlowe Oil. Y mi padre va a pasar la
noche con mi madre a su lado, engrasando sus palmas y cortejando a
nuevos contactos.
Uno de los empleados de catering se pasea con una bandeja con
copas de champán con frambuesas y arándanos en la parte inferior,
asegurando que incluso las bebidas son parte del tema patriótico. Tomo
una de las copas, deleitándome en el momento de silencio sin que nadie
me moleste. Esa sensación de paz dura menos de cinco minutos hasta que
Chelsea se me acerca. —Has estado ocupada —dice ella, su expresión
contraída.
—Espero que eso sea un cumplido —digo. Sé que es exactamente lo
contrario, pero estoy decidida a no dejar que Chelsea arruine mi noche.
Nada va a arruinar mi noche, ni las palabras de Gaige corriendo por mi
cabeza, como una especie de mantra sucio: Voy a esperar que estés
goteando.
La cosa es que estoy mojada. Exactamente como él quería.
Chelsea sorbe de un cóctel. —Hablé con el Señor Ito —dice ella—.
Quiere darte un tour personal de Tokio.
Asiento con la cabeza. —Estoy segura de que la empresa nos va a
mostrar a todos los alrededores.
—Y yo que pensaba que eras todo sobre Gaige —dice ella—. Pero
solo vas a batir esos grandes ojos tuyos y tratar de envolver a todo el
mundo alrededor de tu dedo meñique, ¿no?
—No sé de qué hablas. —Bebo el resto de mi copa de champán de
un trago, y agarro otra de una bandeja que se acerca. No me importa si
Chelsea es mi jefe o no; estoy a punto de golpearla directo en esa tonta,
contraída, y pequeña cara.
Antes de que pueda decir nada más, Gaige está a mi lado. —Bunas
noches, señoras. —Chelsea lo saluda con un beso al aire y la vista me hace
odiarla aún más.
Cuando se aparta de ella, su mirada se desplaza lentamente por la
longitud de mi cuerpo, y yo me sonrojo caliente. —Ambas se ven hermosas
—dice, pero sus ojos se hallan sólo en mí.
Gaige tiene esta manera de hacerme sentir desnuda cuando me
mira, tan consciente de mi misma que estoy casi retorciéndome. Por
supuesto, estoy prácticamente desnuda en este vestido. Es corto, como
tan jodidamente corto que es prácticamente indecente, especialmente 122
para una fiesta de trabajo. Casi me cambié en el último minuto, pero las
palabras de Gaige seguían haciendo eco en mi cabeza. El vestido corto y
sexy fue una concesión al hecho de que no hice lo que expresamente me
ordenó; sencillamente no me atreví a salir de mi casa sin sujetador y
bragas.
Chelsea se vuelve a Gaige. —Akira Ito ciertamente parece pensar
que Delaney se ve bien esta noche.
Eso es todo. Voy a pegarle. Gaige me mira, su mirada intensa. —¿Ah
sí?
Sonrío, forzando un tono indiferente. —Él es el punto de contacto de
tu gira por Japón —digo—. Es el Vicepresidente de Relaciones Públicas de
la empresa de fabricación de motocicletas que te patrocina. Se ofreció a
llevarnos en un tour por Tokio, personalmente. Es muy amable de su parte.
—Oh, no seas modesta, Delaney —dice Chelsea, poniendo su mano
en el brazo de Gaige. Gaige se estremece y se aleja unos cuantos
centímetros, pero esto no parece disuadir a Chelsea—. Akira es bastante
joven, especialmente para alguien tan exitoso. Y estoy segura de que
querrá llevar a Delaney en todo un tour personal por Japón.
Puedo sentir mi cara enrojecer. —Eso no es cierto —suelto.
Chelsea sonríe. —Delaney, eres tan modesta acerca de tus logros.
Ella es tan buena en el establecimiento de relaciones personales con los
clientes.
¿Sabe ella sobre Gaige y yo?
Gaige me da una mirada que me hace querer derretir y sé que
tengo que salir de aquí. —Disculpen —digo, volviendo a salir.
—Delaney —dice Gaige, pero la mano de Chelsea ya está en su
brazo.
—Gaige, necesito que conozcas al Sr. Patterson —dice ella—. Sr.
Patterson, ¿cómo está?
Me dirijo al bar y pido un cóctel, viendo cómo Gaige da la mano al
grupo que Chelsea le presenta. Él mira hacia mí, y me giro hacia la barra.
Estoy avergonzada por las insinuaciones de Chelsea de que estoy
interesada en Akira.
Como si fuera una señal, la voz de Akira rompe a través de mis
pensamientos, e interiormente gimo antes de plasmar una sonrisa en mi
cara. —Akira-san —digo.
—Espero no ser demasiado atrevido al decir que estoy muy 123
ilusionado con tu visita a Japón. —Sostiene su cerveza—. Kampaii —dice.
Salud.
Sonrío educadamente. —No, por supuesto que no. Para nada —
digo—. Todos estamos ansiosos por el tour.
Asiente con la cabeza. —Sí. Todos. Por supuesto.
—Perdone, señorita Marlowe. —Uno de los empleados del catering,
vestido con corbata negra, interrumpe, y me entrega una hoja de papel
doblada—. Hay un mensaje para usted.
Akira me da una ligera reverencia. —Voy a dejar que atiendas lo
que necesites, señorita Marlowe —dice—. Pero espero verte pronto.
Abro la nota, mi aliento atrapado en mi garganta.
Esquina del laberinto en el jardín. Cinco minutos. No llegues tarde.
Me doy la vuelta lentamente, escudriñando la multitud por Gaige,
pero se ha ido. Chelsea está riendo, tocando juguetonamente la mano de
algún trajeado que no reconozco. Mi padre y Anja hablan con un grupo
de empresarios o políticos de mediana edad.
Por un segundo, creo que debería probablemente sólo volver dentro
de la casa. Podría deslizarme lejos de aquí, lejos del manoseo contento y la
cogedera-de-culos y todos los tratos fuera-de-libros que se están
realizando, y sólo irme a la cama. Eso sería lo más inteligente que hacer.
La cosa no tan inteligente que hacer sería lo que estoy a punto de
hacer.
Me deslizo entre la multitud desapercibida, mi cóctel en la mano,
caminando más allá de la casa de huéspedes y bajando el césped hacia
el jardín. La finca es ridículamente enorme, situada en ocho hectáreas,
muchas de ellas boscosas, pero los jardines alrededor de la casa son
grandes. El jardín fue modelado inspirado en los jardines ingleses, pero con
un toque de Texas, por supuesto. Hay un laberinto en la esquina hecha de
verdor y vago a través de él, casi sorprendida de recordar el cómo, sólo
haciendo una vuelta que conduce a un callejón sin salida antes de llegar
a él.
Gaige se encuentra de pie allí sosteniendo una bebida, y lleva un
esmoquin. La fiesta es de corbata negra, lo cual es ridículo dado el tiempo
y el hecho de que se trata de una fiesta del Cuatro de Julio en Texas, pero
Anja insiste en que no somos un grupo de pueblerinos. Todavía es cálido y
húmedo, a pesar de que casi son las once de la noche.
La única otra vez que he visto a Gaige en un traje fue en la fiesta del
124
Cuatro de Julio el verano de mi décimo octavo cumpleaños. Encuentro
difícil decidir si se ve mejor en esto o en el traje de carreras que le queda
como un guante. Gaige no se mueve. Simplemente se queda allí,
mirándome.
—Lo que Chelsea dijo —empiezo, pero me interrumpe rápidamente.
—Chelsea es una perra —dice.
—Gaige, ustedes nunca... —Mi voz se apaga. No puedo decir lo que
quiero preguntar, porque no estoy segura si realmente quiero saber la
respuesta a la pregunta.
Gaige da pasos cerca de mí, en voz baja en mi oído. —¿Qué quieres
saber, Delaney?
—Nada —digo—. La forma en que te habla...
—¿Crees que la follé? —pregunta. Sus dedos se arrastran a lo largo
de mi brazo, y tiemblo ante su toque—. ¿Es eso lo que quieres saber?
Deberías decir lo que quieres decir, Delaney.
—Está bien —digo—. Te estoy preguntando si te la tiraste.
—¿Importa? —Su rostro se acerca a mi cuello, y cuando lo siento
inhalar profundamente, cierro los ojos, queriendo sus labios sobre mí.
—Sí, importa —le digo. Pongo mi mano en su pecho para que deje
de seguir haciendo lo que me hace. Siento como que me está
desentrañando.
—¿Por qué eso importa? —pregunta—. Tú querías que fuéramos una
aventura de una noche, ¿no?
—Yo… -—Niego con la cabeza—. Yo… tienes razón. No sé. No es de
mi incumbencia Y, sí, una noche.... —Estoy demasiado confundida en este
momento para estar enojada. Más temprano, actuó como si no pudiera
mantener sus manos fuera de mí, como si una noche no fuera suficiente. Y
ahora, actúa como si sólo estuviéramos tonteando—. ¿Sabes qué? Me
debería ir.
Me giro para irme, y atrapa mi muñeca. Mi bebida salpica en el
vidrio, y el champán gotea sobre mi mano.
—No —dice—. No te vas a ir.
—Fue un error venir aquí. —Pero la forma en que me mira, como lo
hizo en mi habitación antes, hace que me derrita.
Los ojos de Gaige nunca dejan los míos, cuando se inclina, bajando
la cabeza y lamiendo lentamente las gotas de mi piel, su lengua
persistente, moviéndose tan lentamente que creo que podría morir. Toma 125
la copa de mi mano y deja nuestras bebidas en el suelo a unos pocos
centímetros de distancia antes de dar la vuelta para mirarme de nuevo. —
¿Estás segura de eso?
Juro que mi cuerpo es tan sensible a él, que puede hacerme mojar
sólo con un vistazo. ¿Por qué es eso? Me gusta, y luego lo veo con
Chelsea, y estoy segura de que lo desprecio. —Fue un error —repito.
Toma mi muñeca de nuevo y la lleva a su boca, tocando sus labios
con la piel sensible en el interior. Mi cuerpo, mi estúpido, traidor, cuerpo,
responde con piel de gallina a lo largo de mis brazos y pezones
endurecidos contra mi sujetador. Gaige me mira. —Chelsea y yo nunca
follamos —dice.
—Está bien —digo. Pero no estoy del todo segura.
—No viniste aquí para hablar de Chelsea —dice—. Pero, sólo para
que lo sepas, nunca la toqué.
—Pues ella quiere que lo hagas —le digo.
—¿De la forma en que el hombre de negocios japonés quiere
contigo? —pregunta. Touché. Gaige desliza su dedo por debajo de la
correa de mi vestido, y luego me mira. —Llevas sostén —dice—. Eso es
decepcionante.
Mi corazón se acelera cuando lo miro. —Venía con el vestido.
Gaige levanta las cejas.
—¿ Y las bragas? —pregunta, una sonrisa de complicidad se arrastra
por su cara cuando asiento. Toma el lóbulo de mi oreja en su boca, la
lengua paladeando despacio, sensualmente—. Supongo que te hiciste
venir antes, también, ¿no?
Trago saliva. —Sí.
—¿Pensaste en mí? —pregunta, su mano agarrando mi cintura,
deslizándose por el lado de mi cadera con fuerza. Hace un sonido bajo su
aliento, bajo y primitivo.
—Sí —susurro.
—Has sido una chica muy mala, Delaney Marlowe —dice, su cálido
aliento en mi oreja—. Te dejé instrucciones muy específicas, muy
particulares. Te dije que no usaras un sostén o bragas, y, definitivamente,
que no te tocaras a ti misma, e hiciste ambas. Me pregunto, ¿qué debo
hacer contigo? —Quiero acercarme y desabrocharle la camisa, deslizando
mis manos sobre su pecho desnudo. Lo quiero ahora mismo, a la
intemperie, tan cerca de todo, el estruendo de la música y la gente cerca
de la casa. Cualquiera podría pasar en cualquier momento, y sin embargo 126
todavía lo quiero.
Gaige da pasos hacia atrás, alejándose de mí. Mierda, creo que, se
va. Y estoy prácticamente empapada. Pero él sólo me mira por un largo
tiempo, su expresión ilegible. Entonces habla—: Bragas. Tobillos. Ahora.
—¿Cómo?
—Ya me oíste —dice, su mirada intensa—. Ve debajo de tu falda y
quítate las bragas y entrégamelas.
Nunca nadie me ha hablado de la manera en que Gaige lo hace.
Un mandón, exigente, misógino cara-de-verga, quien resulta también ser
mi hermanastro, no debería darme órdenes y ponerme mojada con
anticipación. Debería mandarlo a la mierda. Luego debería darme la
vuelta y alejarme.
Pero no lo hago.
En cambio, hago lo que me dice que haga. Y eso me pone mojada.
Mis ojos nunca dejan los suyos mientras me inclino bajo mi falda y las
deslizo por mis caderas, dejándolas caer al suelo. Inclinándome, las recojo
y camino donde Gaige, mis bragas colgando de la punta de mi dedo. —
¿Es esto lo que querías? —pregunto.
—Esto no se encuentra remotamente cerca de lo que quiero —dice.
Toma mi tanga de mi mano y la coloca en el bolsillo de su chaqueta—.
Date la vuelta.
—¿Por qué?
—¿Alguna vez te han dicho que eres las más bocazas del puto
mundo? —pregunta.
—Nunca.
—Mentirosa —dice—. Date la vuelta y cierra la boca antes de que te
meta algo ahí.
—¿Me lo prometes? —susurro.
Las comisuras de sus labios se curvan hacia arriba. —¿Es eso lo que
quieres?
No le respondo. Me doy la vuelta en su lugar. —¿Sí? —pregunto, pero
realmente estoy respondiendo a su pregunta. Lo que quiero es la verga de
Gaige en mi boca de nuevo. Lo que quiero es saborearlo cuando se
venga.
—Sube tu falda por encima de tu culo.
127
—No acá afuera, Gaige —protesto, pero la protesta es débil.
—Ahora.
Aguanto la respiración, volteando mi falda hasta la cintura, el fresco
aire contra mi piel. Y espero. Gaige mueve su mano lentamente sobre las
curvas de mi culo, y luego lleva la palma con fuerza a mi carne. —Eso es
por llevar ropa interior.
Dejo escapar un pequeño gemido cuando la vibración de su toque
se mueve a través de mí, una sacudida de placer y dolor entre mis piernas.
El aguijón afilado inicial se convierte en un latido sordo, pero sólo por un
momento hasta que trae su mano hacia abajo de nuevo.
—Y eso es por usar un sostén.
Hace una pausa, dejando que sus dedos rocen mis labios vaginales,
ya mojados con mi excitación. Su toque envía placer rebotando a través
de mi cuerpo el cual ahora eclipsa el dolor. Luego saca su mano hacia
atrás y me azota de nuevo.
—Y eso es por coquetear con el hombre de negocios japonés.
Me enfrento a él, mis nalgas palpitantes y lágrimas picando mis ojos.
—Ahora tú eres el celoso —digo.
Las manos de Gaige agarran mi carne, y me tira con fuerza contra
él, mi falda todavía recogida alrededor de mi cintura. —Tienes razón que
estoy putamente celoso —dice, con voz ronca—. No me gusta pensar en ti
con otra persona.
—¿Por qué? —pregunto, mi cara vuelta hacia arriba—. Tú eres el
que... anda jodiendo alrededor, Gaige O'Neal. Todo el mundo lo sabe.
—No desde ti —dice.
—¿Así que no has dormido con nadie más en un par de semanas? —
digo—. Felicitaciones.
—No he mirado a nadie desde que regresaste —dice, con voz
enojada—. Y, sólo para que lo entiendas, siempre y cuando te esté
follando, me perteneces.
—¿Quién diablos dice cosas así, Gaige? —pregunto. Una parte de mí
se eriza en su posesividad, pero otra parte de mí se siente tan excitada que
no puedo pensar con claridad. No sé si quitar sus manos de mi culo y
decirle que se vaya a la mierda con sus tácticas de hombre de las
cavernas, o si caer de rodillas y tomarlo en mi boca. Él es tan exasperante.
Y confuso—. No puedes simplemente... decirme que me posees. Eso no es
algo que la gente normal dice. 128
—A la mierda lo normal —dice Gaige, tomando mi rostro entre sus
manos. Acaricia mi labio inferior con el pulgar y puedo imaginarlo
haciendo lo mismo entre mis piernas. Y entonces, como si pudiera leer mi
mente, llega entre mis piernas con la otra mano, separándolas y metiendo
dos dedos dentro de mí sin previo aviso—. Me vuelves loco. Eso no es
putamente normal, tampoco.
—Tú... oh Dios mío... —Suspiro las palabras, mi mano en su pecho
firme para mantener el equilibrio—. No puedes simplemente poner tus
dedos... dentro de mí aquí.
Sin embargo, no se detiene. Sigue acariciándome, su otra mano
sobre mi teta. —No sólo voy a poner mis dedos dentro de ti —dice—. Voy a
hacer que te vengas afuera, aquí en el jardín.
Estoy tan mojada, tan al borde anticipándolo, que estoy perdida en
su toque. Tan perdida, que me toma un minuto registrar las voces de una
pareja en algún lugar cercano. Cuando logro escucharlos, me pongo
rígida, dando a Gaige una mirada de pánico. —Mierda —susurro—.
Alguien viene.
—Entonces será mejor que te vengas —dice, mirando por encima
del hombro hacia la entrada de esta parte del laberinto—. Porque yo no
muevo mis dedos hasta que lo hagas.
—No —protesto, pero presiona firmemente su palma contra mi
clítoris, sus dedos continúan trabajando su magia—. Mierda, Gaige.
—Vente para mí, Delaney —susurra, y sus palabras me traen más
alto—. Vente para mí, aquí, ahora, o vas a estar a punto de ser descubierta
en el jardín de la casa de tu padre, con tu sofisticado, pequeño, vestido
negro alrededor de tu cintura, las huellas de las manos de tu hermanastro
en tu culo, y sus dedos en tu coño.
Eso es todo. La suciedad de sus palabras me empuja sobre el borde
y me envía a toda velocidad hacia el clímax. Estoy agarrada de sus brazos
y de su camisa que cubre su pecho mientras me vengo duro en sus dedos.
Gaige cubre mi boca con la suya para silenciar mi gemido.
Entonces se aleja de mí y me sonríe. —Sabía que eras putamente
sucia —dice. Ni siquiera me deja recuperar, simplemente desliza sus dedos
de entre mis piernas y los pone en su boca, haciendo un espectáculo al
lamerlos—. Será mejor que bajes esa falda rápido.
—Mierda. —Mi coño palpita y mi corazón está a punto de salir de mi
pecho, mientas las voces, una voz masculina y una risita borracha
femenina, se acercan—. Mierda, Gaige.
—Vamos —dice, mucho más calmado de lo que me siento, mientras 129
se inclina para tomar nuestras copas de cóctel, y asiente con la cabeza en
la dirección opuesta—. Saldremos por este lado.
22
Gaige
Traducido por Lipi-Lipi & Maeh
Corregido por *Andreina F*

—D
ios mío. —Delaney se detiene, a las afueras del
laberinto, con la mano sobre su pecho y la
respiración corta—. Pudimos haber conseguido ser
atrapados allí.
130
Sostengo mi vaso en el aire, en un simulacro del gesto “salud”. —Pero
no lo hicimos.
—Debemos volver —dice, su expresión en pánico.
—Oh, no lo creo. No he terminado contigo todavía.
Tomo su mano y lo coloco en la parte delantera de mis pantalones, y
ella se ríe.
—¿Cómo estás tan duro después de que corrimos de allí porque la
gente venía? —pregunta, los ojos muy abiertos. Luego hace una pausa—.
Oh. Estás duro porque pudimos haber conseguido ser atrapados.
Me encojo de hombros. —Tal vez —le digo—. O tal vez es que sólo
me tienes caliente.
—No hay otro lugar a donde ir —dice ella—. Si nos vamos dentro de
la casa de huéspedes o la casa principal, alguien se dará cuenta.
—Lo bueno es que no vamos a ninguno de esos lugares —le digo—.
Vamos.
Delaney me sigue todo el camino al carrito de golf estacionado al
lado de la dependencia anexa donde los jardineros guardan sus
suministros. —No lo entiendo. ¿Aquí?
—No, aquí no —le digo, gesticulando—. Entra.
—¿A dónde me llevas? —pregunta. Pero se desliza en el asiento del
carrito de golf.
—¿No confías en mí, querida? Eso es horriblemente odioso de ti,
considerando el lugar en el que se encontraban mis dedos.
Delaney levanta las cejas, sonriendo mientras se sostiene al lado del
carrito de golf. —Definitivamente sé que no confío en ti —dice ella.
—Vergonzoso. —Niego con la cabeza, dirigiéndonos por el camino
que serpentea por la parte trasera de la propiedad.
—Entonces, ¿qué va a pensar cualquiera que vea el carrito de golf
sólo vagando por aquí? —pregunta.
—Como que uno de los jardineros está haciendo su trabajo.
—En la noche.
Me encojo de hombros. —Nadie va a darle un segundo
pensamiento —digo.
Delaney mira por encima de mí. —Mi padre tiene razón —dice ella—.
Eres problemas. Definitivamente necesitas una niñera.
—Lo hago. ¿Vas a usar una falda a cuadros? 131
Delaney se ríe. —Eso es de colegiala, no niñera.
—Ooh. Colegiala entonces, aún mejor. ¿Qué llevan las niñeras? —
pregunto, tirando del carrito de golf hasta donde quiero llevarla.
Estacionamos en una colina en el extremo más alejado de la parte
desarrollada de la propiedad junto a un estanque equipado para la pesca
—artificial, creo— y con vistas al jardín, que apenas esta noche se convirtió
en mi nuevo lugar favorito. Bueno, es un cercano segundo lugar a la
terraza acristalada.
—La mía llevaba pantalones vaqueros y una camiseta. Nada sexy —
dice ella—. Siento decepcionarte. ¿Nunca tuviste una niñera?
—Tuve una niñera —digo—. Alemana. No muy agradable.
—¿Anja se hallaba mucho alrededor cuando eras un niño? —
pregunta ella.
—Nah —le digo, encogiéndome de hombros—. Que es
probablemente lo mejor. Nunca ha sido realmente la persona más
maternal.
Delaney permanece en silencio durante un minuto. —Se ve tan
bonito desde lejos —dice, mirando la fiesta desde nuestro punto de vista
en la distancia, donde las luces blancas brillan contra el telón de fondo de
las tiendas.
—Sí, es cuando tienes que en realidad ir allí e interactuar con todo el
mundo que no es tan bonito —le digo. Eso salió mucho más amargo de lo
que pretendía.
Delaney mete el cabello detrás de su oreja y me mira. —¿Eres feliz?
—pregunta ella—. No me refiero a feliz en el sentido de tú y yo o lo que
sea. Lo digo en general.
—¿Qué demonios, Delaney? Esa es una jodida pregunta incómoda.
—¿Tú crees? —pregunta—. No debe ser, ¿verdad? Debería ser fácil.
—No sé —le digo. No es fácil. Es la pregunta menos fácil alguna vez—
. ¿Y tú eres feliz?
Me estudia por un segundo, y te juro por Dios, mi corazón se detiene.
Como, completamente detenido. No sé por qué me importa tanto la
respuesta a esa pregunta, pero de repente parece el segundo más
significativo de espera en el mundo.
Entonces irrumpe en la mayor jodida sonrisa que he visto, y es jodida
y absolutamente radiante. —Sí —dice ella—. En este momento lo soy.
Me quedo mirándola estúpidamente, y antes de que pueda decir
nada, aprieta sus labios suaves a los míos. El beso es provisional y vacilante, 132
al igual de la manera en que me dio el primer beso hace cuatro años. Y al
instante soy transportado al sentimiento que tenía a los dieciocho años
perdidamente por Delaney.
Me besa del modo que nunca nadie hizo antes y nadie hace desde
entonces, y la química es tan intensa que es una puta explosión, fuegos
artificiales del Cuatro de Julio.
Y lo digo literalmente.
Ambos saltamos por la explosión, y Delaney se ríe. —Oh, Dios mío,
eso me asustó —dice ella.
Entonces pone su mano en la mía, y por un minuto, simplemente nos
quedamos sentados allí viendo los fuegos artificiales juntos, y creo que mi
puto corazón va a estallar.
Los fuegos artificiales continúan cuando ella sube encima de mí y
me besa, su cabello cae alrededor de mi cara. Deslizo los tirantes de su
vestido de sus hombros, seguido de su sujetador, y la miro, su silueta contra
el fondo de la fiesta y los fuegos artificiales.
De repente me siento sorprendido por cuanto todo con Delaney se
siente bien. Se siente como volver a casa.
Hace una pausa, me mira. —¿Qué? —susurra—. Te ves raro.
—Mierda, tú también —le digo, mi pulgar se desliza sobre su duro
pezón.
Aparta mi brazo. —Quiero decir, tienes una expresión extraña —dice
en voz baja, besándome otra vez.
Pongo mis manos a ambos lados de su cara y la recojo. —No es
nada —le digo—. Podría simplemente acostumbrarme a mirarte así.
Delaney no dice nada, sólo se sonroja su respuesta antes de
besarme otra vez. Su lengua se encuentra con la mía, y gime contra mí,
desliza su mano hasta mi cintura, donde hurga el botón en mis pantalones
antes de agarrar las solapas de mi chaqueta. —Quiero esto —dice ella,
con la voz entrecortada—. Quiero que esté fuera. Te quiero dentro de mí.
Esto es lo que he estado esperando oír. No es todo, pero es
suficiente. Me quito la chaqueta y la sacudo en el asiento al lado de ella, y
luego sus manos se hallan en mi cintura, abriendo mis pantalones antes de
que incluso yo tenga la oportunidad. Cuando agarra mi polla, suspira.
Malditamente suspira.
Como si hubiese estado esperando por ello.
Justo cuando creo que tengo una oportunidad con Delaney, ella va 133
y lo cambia todo.
Alcanzo entre sus piernas y confirmo su deseo. —Sigues mojada —
digo.
—Te lo dije. —Delaney incluso no espera a que me ponga un
condón; lo toma de mi mano tan pronto como abro el empaque, y lo
enrolla a lo largo de mi longitud, sus ojos nunca dejando los míos—. No más
preámbulos —ordena. Asoma una sonrisa malvada, se da la vuelta y da
tirones a su falda, y se empala a sí misma en mi polla, deslizándose sobre mi
longitud en un solo movimiento, antes de acomodarse nuevamente contra
mí.
La sostengo fuertemente, acariciando sus pechos mientras penetro
lentamente dentro de ella. El hecho de que la esté llenando hasta la
empuñadura, mis bolas presionadas contra ella, aquí en medio de la
propiedad de su padre, es suficiente para hacerme latir. Pero entonces
Delaney comienza a montarme, lenta y rítmicamente, y casi me lleva al
borde.
—Oh, Dios, Gaige. —Gime—. Justo así.
—No más juegos —digo mientras la follo. Pero no me refiero a la
actual estimulación erótica. Me refiero a las peleas y luchas, el ir-y-venir
entre Delaney y yo.
—No. —Jadea—. Sólo fóllame.
Empujo profundo dentro de ella y me monta, moliéndose fuerte
contra mí mientras comienza a perder el control. Me lleva más y más cerca
y empujo su cabeza hacia atrás tomando un puñado de cabello. —No
más jugar alrededor, Delaney —le advierto.
—Oh, Dios, Gaige. —Jadea—. Estoy cerca.
—No. Más. Mierda. De. Solo. Una. Noche. —Marco cada palabra
con un empuje y un tirón de cabello—. Tú y yo estamos follando.
—Sí. —Gime.
—Esperarás a venirte hasta que te diga que lo hagas —digo. Joder,
voy a tener un mal rato esperando. Presiono un poco más firmemente en
su clítoris—. ¿Me entiendes?
—Gaige, por favor.
—¿Eso es un sí? —pregunto—. Me perteneces. Todo de ti es mío.
—Sí, sí, sí. —Lloriquea.
—Vente para mí. —Gruño en su oído, y sus músculos aprietan mi polla
antes de incluso terminar la oración. Mis bolas se tensan y me dejo ir, 134
llenándola, mis manos en sus caderas, presionándola hacia abajo en mi
polla. Cuando ella grita, presiono mis dedos en su boca y los succiona,
silenciando sus lloriqueos.
Así que estoy tan atrapado en el momento que incluso no registro
que me golpea en el brazo. —¿Qué, bebé?
—¡Gaige! —grita—. Nos estamos moviendo.
—Joder, sí, lo estamos. —Mis ojos están cerrados, tengo mi cabeza
en su cuello, y respiro su aroma, esta mezcla de sexo y verano que quiero
grabar en mi cerebro así puedo recordarlo por siempre.
—¡Mierda, no, Gaige! En realidad, ¡nos estamos moviendo! ¡Hacia
atrás! —grita.
Abro mis ojos, y realmente estamos rodando hacia atrás, es un
hecho. Rápidamente.
Bajando por la colina.
Directo hacia el estanque de mierda.
Busco a tientas el freno de emergencia, tratando de encontrarlo con
mi pie en la oscuridad y Delaney en mi regazo. Es mucho más difícil de lo
que suena, cuando estas inclinado hacia atrás bajando en la colina.
Cuando golpeo el pedal del freno y nos dejamos de resbalar hacia
atrás, quedamos empinados en la orilla del estanque, las ruedas traseras
peligrosamente cerca del agua. El carro de golf se encuentra ligeramente
en ángulo, y Delaney se sienta rígida encima de mi polla.
Ella jadea, sus pesados pechos desnudos palpitando, su mano sobre
su rostro. Por un segundo, creo que está llorando, pero cuando alza la
mirada, estalla en carcajadas. —Santa mierda, Gaige, ¡casi terminamos en
el lago!
—Probablemente debamos quedarnos sentados por unos minutos, —
le digo. —No quiero cambiar el peso o algo que accidentalmente nos
haga rodar al estanque.
—Oh, mi Dios, ¿podríamos? —grita. Luego mira sobre su hombro
hacia mí y alzo mis cejas—. Sólo me quieres sobre tu polla más tiempo.
—Chica inteligente.
—¿Qué quisiste decir cuando nos encontrábamos en medio de… tú
sabes?
—¿Qué quise decir sobre nosotros? —pregunto.
—Sí —dice—. ¿Quieres que esto sea algo más que una sola noche? 135
La presiono contra mí, un brazo envuelto apretadamente alrededor
de su pecho. —Nunca he sido más que el chico de una sola noche. Todo
lo que sé es que no quiero estar con alguien más, y el pensamiento de
alguien más poniendo sus manos encima de ti me hace querer matarlo.
—Así que, sin Chelsea —dice ella.
—Joder, por supuesto que no hay Chelsea —le digo.
—Sin chicas o zorras —dice.
—No habrá nadie más excepto tú, Delaney. —Cuando digo las
palabras en voz alta, se convierten en realidad. El problema es que pensé
que hablaba de tenerla todo para mí mismo sólo en el dormitorio, pero
ahora no estoy seguro de que el sexo sea todo lo que quiero de ella.
23
Delaney
Traducido por Liz de Rossi & Maeh
Corregido por *Andreina F*

E
stoy atascada en un vuelo a Japón con Gaige y Chelsea. No es
que esto sea incomodo ni nada. En absoluto.
Chelsea ha sido dulce como un pastel conmigo, pero
estoy bastante segura que me quiere muerta. Creo que sospecha que 136
Gaige y yo tramamos algo, y eso es definitivamente cierto. Hemos estado
a escondidas como un par de adolescentes hormonales. La verdad es que
no puedo tener suficiente de él. Me encuentro deseándolo todo el tiempo,
y ese hecho empieza a asustarme un poco.
El vuelo en sí no ha sido terrible. Tenemos asientos de primera clase,
así que pude poner la división de privacidad en la mía tan pronto como
despegamos, y no tuve que pensar siquiera en Chelsea y cómo me miraba
desde el otro lado del pasillo cuando Gaige se sentó en la silla junto a la
mía. Es casi como si no existiera. El asiento se convierte en cama, y estoy
acostada con mi portátil mirando el calendario, pero estoy preocupada
por pensamientos sobre Gaige.
Gaige dice que quiere que seamos algo más que una aventura de
una noche. ¿Pero si es solo porque no quiere que nadie más me toque?
Presiono mis labios con mi dedo, pensando en la manera en que
Gaige me tuvo. Nunca antes quise ser poseída por alguien, pero eso es lo
que quiero ahora mismo.
Aparece un mensaje en mi bandeja de entrada.
¿Duermes? Estoy aburrido. Debes encontrar una manera de
entretenerme. Eso va a ser tu trabajo en este viaje, ¿verdad? La azafata ha
pasado un millón de veces con champan, ya sabes. Baja la división y
únete a los vivos.
Ahogo la risa y ruedo mis ojos.
Sé cuál es tu versión de entretenimiento. Estoy segura de que
Chelsea estaría encantada si eso ocurriera. ¿Todavía me da una mirada
diabólica a través de la división?
Le doy un par de minutos antes de volver a mirar el calendario.
Obviamente, Gaige se aburrió y se trasladó a otra cosa. Y eso es
precisamente lo que me da miedo, cuando se trata de él y las mujeres. Es
por eso que sigo tratando de alejarlo.
Me pregunto cuánto me estoy engañando pensando que soy algo
especial a los ojos de Gaige. Creo que podría estar dejando que mis
pasados sentimientos acerca de él afecten a mi juicio ahora. Temo que
esto me pueda estar convirtiendo en descuidada.
Tengo que recordarme que lo que hay entre nosotros es sólo sexo.
Eso es todo. Estamos conectando y eso es todo lo que va a ser. Puede que
no sea sólo una noche, pero sin duda no va a ser para siempre.
Me llega otro correo electrónico de Gaige.
137
Chelsea puso su división y desde eso no ha asomado la cabeza.
Durmió en el vuelo a Las Vegas. Debes bajar tu división y divertirme
Muéstrame tus tetas.
¿Has tenido una aventura en el aire?
Niego con la cabeza, pero bajo la división que nos separa. —Eres
malo —le susurro.
—Oh —dice—. ¿Por qué sigues usando tu camisa? Dije tetas.
—Estoy buscando a un bobo.
—Guau, me derribaste con tus réplicas ingeniosas e inteligentes,
Delaney —dice, alzando la ceja.
—Cállate. Me das muy poco con qué trabajar.
Gaige me sonríe, llegando a deslizar su mano por la parte trasera de
mi cuello y atrayéndome cerca de él. Me besa completamente en los
labios, pero lo empujó hacia atrás. —¿Qué? —pregunta.
—¿Me vas a besar así, justo en público?
—Nadie puede ver aquí. Nuestra división está hacia abajo, pero la
de todos los demás está arriba. Incluyendo a Chelsea. Pierdes el tiempo
conmigo.
—¿Cuántas copas de champán has bebido? —pregunto—. Estoy
segura de que las asistentes de vuelo pueden vernos cuando pasan por
ahí.
—Entonces, ¿qué? ¿A quién le importa? —pregunta.
—Así que... —empiezo—. A pesar de tu actitud displicente y
descuido sobre, bueno, todo, eres una celebridad menor, ya sabes. La
gente se interesa en quien es tu chica-del-momento.
—Pfft —dice Gaige—. No soy menor de edad. Soy jodidamente
importante, bebé.
Salto atrás cuando una azafata nos interrumpe, ofreciendo
champán. Los encantos de Gaige le hacen bajar la guardia, y tiene su risa
y nos deja la botella en menos de diez segundos. Con su número de
teléfono al lado.
Él llena un vaso y me lo da. —¿Qué? —pregunta, al ver mi cara.
Niego con la cabeza. —De eso estoy hablando.
—¿Estas celosa de la azafata?
—No, no seas ridículo. Quiero decir, está bien, coqueteabas
totalmente con ella y todo. Pero sé que eso es lo que eres. Y ella dejó su 138
número.
—Lo que de inmediato tiraré a la basura. ¡Oh, estás celosa! —dice, su
voz cantarina—. Me encanta que estés celosa.
—No estoy celosa. Estoy diciendo que la gente te recuerda. Incluso si
no saben quién eres, te recuerdan. Quiero decir, te miran —le digo,
señalando a lo largo de él. Tengo un punto con esto. ¿Cuál era mi punto?
Bueno, tal vez viendo el encanto de Gaige haciendo bajar la guardia a la
azafata me confundió un poco—. Eres caliente. Eres caliente... y,
básicamente, eres jodidamente grandioso... y tatuado... y aun si no
tuvieras todo eso, tus ojos, quiero decir, son tan…
—No, no —dice él—. No te detengas. Sigue. ¿Qué más amas de mí?
—¿Qué? —Mi voz salió como un chillido—. ¿Quién dijo algo acerca
de amor?
Gaige se encoge de hombros. —Tú eres la que dice una y otra vez lo
sexy que soy, y cómo no puedes soportar que alguien más incluso me
vea…
—Ese no es el punto —dije—. Solo decía que eres memorable. Y que
las personas no necesitan recordarme contigo.
Gaige me estudia, y la intensidad de su miraba me hace ruborizar.
Demonios, siempre me hace ruborizar. —Así que solo estas velando por mí.
—¡Exacto! —dije—. Sólo estoy velando por tus mejores intereses. Es mi
nuevo trabajo.
Gaige se inclina cerca de mí, alcanza mi asiento, y corre su mano
por mi pierna. —Estoy encantado de que seamos un equipo.
—¿Es algún tipo de insinuación?
Hace un sonido exasperado. —Estoy encantado de que tu padre te
asignara a mí. No todo lo que sale de mi boca es una insinuación, Delaney.
—Hablabas de disfrutar del club de las alturas y tienes tu mano en mi
pierna. Además, casi todo lo que me dices es una insinuación.
—Eso no es verdad —dice, y arruga su frente. Por un segundo, creo
que luce casi… herido.
—No lo dije como un insulto —digo, mi voz vacilando.
—¿Crees que él lo hizo a propósito? —pregunta Gaige.
—¿Hacer qué? ¿Quién?
—¿Crees que tu padre lo sabe? 139
Mi corazón se detiene. —No, claro que no —digo rápidamente. —
Espera, ¿crees que él sabe?
Gaige encoje los hombros. —No lo sé —dice él—. Sólo me
preguntaba si trataba… de juntarnos o algo.
Casi escupo mi champán. —No —digo—. Definitivamente no. ¿Me
estás jodiendo?
—¿Es eso tan malo?
—¿Qué, tú y yo? —Mi voz es demasiado alzada, y cae apenas como
un susurro—. ¿Preguntas acerca de tú y yo juntos?
—No —dice Gaige, y aparta sus ojos—. Olvida que dije algo. —
Regresa a su asiento y cierra los ojos.
Mierda. Siento como si alguien me hubiera golpeado en el intestino.
Pero Gaige preguntando qué pensaría mi padre si estuviéramos juntos es
insano en tantos niveles. —Creí que bromeabas —digo lamentando. Los
ojos de Gaige permanecen cerrados. Bromeaba, ¿verdad? Empujo su
brazo, pero no abre los ojos—. Deja de ignorarme. ¿Estás jugando
conmigo? ¿Preguntas qué pensaría mi padre acerca de nosotros dos?
Absolutamente te matará. Y a mí. Probablemente primero. Definitivamente
me despediría. Y a ti. Probablemente me repudiaría. Tú eres mi… —Rebajo
mi voz a un susurro—. Hermano.
Él abre sus ojos y mi mira. —Hermanastro —dice—. Y sí, lo que sea,
bromeaba totalmente. Tontear es una cosa, pero, ¿qué voy a hacer, tener
una cita contigo? —Su voz es indiferente, pero hay un borde que no se
hallaba ahí antes.
Mierda. Ahora realmente siento como si alguien me golpeara el
intestino.
Gaige se hunde en su asiento y yo regreso al mío, el silencio entre
nosotros es ensordecedor, actuando como si nada hubiese pasado.
Excepto que se siento como si todo hubiese pasado.
A veces las conversaciones más importantes empiezan con las más
inofensivas del mundo, no son gran cosa, y luego se convierten en un
espiral fuera de control por su propio acuerdo. Quiero rebobinar los últimos
veinte minutos y rehacerlo todo de nuevo. Pero esta vez, en realidad, diría
las palabras adecuadas.
Excepto que realmente no sabría qué decir. ¿Gaige insinuaba que
quería salir conmigo? Ni siquiera sabría cómo funcionaría, aunque no
fuésemos hermanastros. Ya conozco a Gaige. Tenemos historia. 140
¿Podríamos sentarnos a cenar e ir al cine y pretender empezar a
conocernos?
Cierro mis ojos, fingiendo dormir. ¿Cómo diablos llegué a ésta
situación?
Y, ¿por qué no puedo dejar de pensar en lo que dijo Gaige?
24
Gaige
Traducido por July Styles Tate & Bett G.
Corregido por *Andreina F*

H
a sido un par de semanas relámpago en Japón. Ni siquiera sé
dónde demonios hemos estado, para ser honesto. La primera
semana tuve demasiada descompensación horaria para
notar mucho de nada, y el contenido solo decía a dónde ir y qué hacer.
Sesiones de fotos, entrevistas, apariciones, uno después del otro. Hice
141
algunos anuncios de televisión, pero no sé ni lo que eran los productos.
Colonia, creo, relacionado con motos nada. Y un anuncio para una de
esas bebidas de café en lata. Es todo un borrón.
Y en medio de esa falta de definición está Delaney. Siempre
Delaney. Todavía estoy conectando con ella, colándome en su habitación
de hotel en la noche después de que Chelsea se ha ido a la cama. El sexo
no ha cambiado, es todavía tan caliente como el infierno. Eso en sí mismo
es un puto milagro. Nunca he tenido tanto sexo con una chica.
La cosa es que me molesta.
Quiero, mierda, no sé lo que quiero. Quiero estar cerca de Delaney
todo el maldito tiempo. No puedo tener suficiente de su risa, o la forma en
que se sonroja cuando la avergüenzo, que es mucho, o cómo ella es tan
profesional cuando estamos fuera en algún lugar y me maneja... y
entonces ella es mía, totalmente mía, en la cama. Cuando estoy con ella...
es sólo fácil.
Excepto que todo se ha sentido raro desde el vuelo. O tal vez no es
raro para ella, no lo puedo decir. De todos modos, no sé por qué demonios
me hizo sacar lo de la cita. No sabría lo primero de salir con una chica, y
mucho menos Delaney. Delaney seguro como la mierda no es cualquier
chica normal, incluso si no fuera su tipo de relación conmigo. De todos
modos, lo de hermanastra no me molesta, como al parecer a ella sí.
Contesto al golpe en la puerta, porque sé que es Delaney.
Poniéndome la camisa polo de Marlowe Oil, la abro. Delaney lleva
pantalones negros y una camisa polo que coincide con la mía, su cabello
recogido en una cola de caballo, la bolsa de mensajero colgada sobre el
pecho. Su rostro todavía sonrojado. —Buenos días, señorita Marlowe —
digo.
Es una gran puta mañana, en realidad. Delaney viene de su
habitación de hotel y su ducha, pero sólo porque se escabulló de vuelta
por allí esta mañana después de un poco de sexo mañanero.
Rueda los ojos. —Buenos días, Gaige —dice. Pero sonríe.
Yendo hacia delante, agarro la parte delantera de su camisa y tiro
de ella a la entrada de mi cuarto, fuera del pasillo, para que pueda darle
un beso.
—Detente —susurra—. Chelsea estará aquí en cualquier momento.
—¿Cuándo vas a dejar de dar una mierda a lo que piense esa
perra? —pregunto.
142
Me golpea ligeramente en el pecho. —Cuando no haya ninguna
posibilidad de que mi padre averigüe lo que hemos estado haciendo —
dice—. Ahora, ¿vas a revisar las respuestas a las preguntas? Recuerda la
disposición de productos. ¿Tienes tu sombrero?
—No hablaré de la entrevista contigo —digo—. Estoy aburrido con
esta mierda. Escoge otro tema. Como cómo quiero desabrocharte los
pantalones en este momento y poner mis dedos dentro de ti.
—Es mejor que tomes esto en serio —dice—. Tienes una entrevista en
dos horas.
—Entonces deberías asegurarte de que estoy preparado.
—Tu versión de preparado y la mía no son la misma cosa.
Oigo un portazo y Chelsea está a la vista. Delaney da un paso
gigante hacia atrás, y el hecho de que dé unos pasos lejos me molesta. El
hecho de que Delaney da una mierda por lo que piense Chelsea me
molesta.
—¿Delaney te ha preparado para la entrevista? —pregunta Chelsea,
su voz entrecortada. No espera una respuesta—. Bueno, vamos. El tráfico
será terrible y Delaney, ¿crees que esta vez, podrías asegurarte de pedir un
taxi con aire acondicionado? El calor y la humedad en este infierno me
van a matar, lo juro.
—Voy a hacer mi mejor esfuerzo —dice Delaney mientras
caminamos por el pasillo. Cuando abro mi boca, a punto de decir algo
listillo a Chelsea, Delaney me codea y niega con la cabeza.
Y yo, Gaige O'Neal, maestro de no dar una mierda de nada, me
abstengo de decirle a Chelsea dónde puede poner su aire acondicionado
sólo porque Delaney me da una mirada. Sólo me abstuve de decirle a
alguien que se vaya a la mierda porque una chica me lo pidió.
El infierno realmente debe estar congelándose.
O podría realmente gustarme Delaney.
Mierda.
No estoy seguro de si la sensación de hundimiento que recibo es por
el ascensor, o si soy yo.
—¿Me escuchas? —pregunta Chelsea. Estamos de pie en el vestíbulo
y Delaney habla con el conserje en japonés. Ella asiente y se ríe, sus gestos
diferentes cuando habla el idioma.
—Mira —le digo—. Delaney podría pensar que tiene que soportar tu
actitud condescendiente y tu mierda, pero la verdad es que no tiene que
hacerlo. Y si le hablas otra vez como lo hiciste hace un segundo, me 143
aseguraré de que Beau sepa exactamente cómo de incómodo estoy
trabajando contigo.
Chelsea endurece su mirada hacia mí, pero para cuando abre la
boca para decir algo, Delaney regresa.
—El taxi está en el frente —dice Delaney animadamente—. Aire
acondicionado. Y estamos a sólo quince minutos del hotel donde será la
entrevista. ¿Están listos?
Chelsea mira de ida y vuelta de mí a Delaney. —Absolutamente —
dice—. Muchas gracias por la negociación, Delaney.
Delaney me da una mirada inquisitiva cuando lleguemos al taxi, y
me encojo de hombros. La cortesía el Chelsea debería sentirse como una
victoria, pero sólo espero que no estalle de vuelta en Delaney.

***

Dos días más tarde, el estallido ocurre.


—Su teléfono está apagado —dice Delaney—. Va al correo de voz.
Nunca va al correo de voz.
Me encojo de hombros. —Se suponía que íbamos a encontrarnos
aquí a las ocho, ¿no?
—Eso es lo que dice mi agenda. —Delaney comprueba su teléfono
por centésima vez—. Es la cena con Akira-san. No creo que nada haya
cambiado. ¿Qué hacemos?
—¿Tienes su número?
—Tengo el número de su oficina —dice Delaney, dándome una
mirada—. No tengo su número personal. Le dejé un mensaje. ¿Qué
debemos hacer? Se suponía que iba a ser una cena de negocios y luego
él nos invitaba a la ciudad.
Deslizo mi mano por la cintura de Delaney, allí mismo, en el vestíbulo
del hotel, y ella la golpea lejos.
—Gaige, no —dice.
—Literalmente no hay nadie aquí mirándonos.
—Sólo porque es de mala educación mirar fijamente —susurra—. Las
muestras públicas de afecto no son apropiadas aquí. Y la gente mirará,
pero no van a decirte que haces algo mal, porque eso no es amable. Pero
alguien se dará cuenta. Confía en mí. 144
Exhalo fuertemente. Delaney se halla de pie allí, luciendo ese loco
vestido blanco que brilla bajo las luces. Es muy sencillo y elegante y se ve
como si estuviera hecho para ella, deslizándose sobre cada curva y
mostrando sus increíbles piernas.
Quiero quitárselo inmediatamente. Pero se aleja y habla con el
conserje. La veo gesticular, con la frente arrugada en la cara que hace
cuando se molesta, y entonces se inclina ligeramente y vuelve a mí.
—Bueno, eso es raro —dice ella.
—¿Qué?
—El conserje dice que Akira recogió a Chelsea ya. Se fueron.
—Dulce. —Ni siquiera voy a fingir que quería cenar con el hombre de
negocios que tenía sus ojos en mi chica.
Mi chica. El pensamiento sólo apareció en mi cabeza como si se
suponía que debía estar allí. Tengo el repentino impulso de decirlo en voz
alta, para que sea real. Sólo para ver la reacción de Delaney. Mi chica.
A la mierda ese tipo. He tenido que estar en el mismo espacio
suficiente con él ya.
—¿Qué quieres decir con dulce? —pregunta—. Esto es terrible.
—A la mierda ese tipo —le digo, mi voz un poco demasiado fuerte, y
Delaney mira a su alrededor, haciéndome callar y tomando mi codo. Me
lleva al ascensor y empuja el botón de arriba, con fuerza. Entonces, otra
vez, un segundo más tarde.
—Creo que toma más de medio segundo para el ascensor llegar
aquí —le digo.
Delaney me mira. Mierda, está enojada.
—No puedes decir eso aquí —dice ella.
—¿No puedo hablar sobre el ascensor?
—Sabes lo que quiero decir —dice—. No puedes decir mierda a
cualquiera aquí.
—A la mierda que no puedo —digo—. Que se joda y folle a Chelsea.
La puerta del ascensor se abre y estamos dentro.
—¿Por qué iba ella a irse sin nosotros? —pregunta Delaney—. Tú eres
la parte más importante de este viaje. La cena y la gira fueron una gran
cosa.
Dios, no puedo resistir la forma en que se ve cuando se molesta. Está 145
tan malditamente linda cuando se enoja que quiero abrazarla. Pero más
que eso, quiero romper su vestido. Pongo mis manos en sus brazos, y la
presiono contra el lado del ascensor.
—Gaige, ¿qué haces? No aquí —protesta.
—No estoy haciendo nada —le digo, bajando la mirada a los ojos
que no he conseguido cansarme ni un poco de mirar—. No hay nada en la
agenda para el fin de semana, ¿verdad? Esto fue todo. El tour a Tokio esta
noche, ¿verdad?
—Sí, y se supone que debemos hacer las paces con Akira —dice—.
Es una gran cosa. Una cena tradicional japonesa y un tour antes que el
viaje haya terminado. Si no te presentas, es un insulto.
—Tal vez decidió que quería salir con Chelsea —le digo—. Parecía un
poco como un hombre de señoras, ¿no?
Niega con la cabeza. —Creo que Chelsea nos abandonó — dice.
—Delaney —le digo, inclinando su cabeza hacia arriba y mirando a
sus ojos—. Cálmate. Estará bien. Creo que estaba caliente para Akira de
todos modos. Chelsea es bastante implacable en lo que persigue.
Delaney se queda en silencio.
—Bueno, mierda —dice ella—. ¿Qué hacemos ahora? Y juro por Dios,
si dices que vayamos de nuevo a la habitación del hotel y lo hagamos, voy
con la rodilla directo a tus pelotas.
—¿No quieres hacerlo? —le pregunto, pasando mi dedo abajo por
su brazo hasta llegar a sus dedos. Tomo su mano y la deslizo a lo largo de
mi pecho, sólo porque quiero sentir su tacto—. Podría hacerte menos
estresada.
Delaney frunce los labios y me mira, entonces finalmente suspira y
sonríe. —No hay nada que podamos hacer al respecto, ¿verdad? —
pregunta—. ¿Quieres volver a la habitación del hotel?
La miro por un segundo, y luego de repente no lo hago. Cuando se
abre la puerta, golpeo el botón de bajar. —No.
—¿Qué haces? —pregunta.
—Acabamos de ser abandonados, y tengo una noche contigo —le
digo.
—Todo un fin de semana, ahora que lo pienso. Aquí estás, luciendo
jodidamente impresionante, y te tengo toda para mí. No quiero llevarte de
nuevo a una habitación de hotel.
146
—¿No lo haces? —dice—. ¿A dónde vamos?
No puedo resistirme a hacer lo que debo hacer ahora. Deslizo mis
manos debajo de ella, ahuecando sus piernas y recogiéndola.
—Voy a llevarte fuera.
—¿Qué? No.
—Esta ciudad es enorme, y no estoy usando nada relacionado con
Marlowe. Nadie sabe quién demonios soy —le digo—. Nadie sabe quién
diablos eres, tampoco. Y quiero un tour por Tokio.
—No conozco Tokio —dice ella.
—Has estado aquí antes.
—Sólo por un semestre —me dice—. Sólo un poco de ello en Tokio.
—No me importa la ciudad —le digo. Y hablo en serio—. Quiero
pasar el rato contigo. Así que muestrearme los alrededores.
—Está bien. Con una condición —dice.
—¿Qué?
—Ponme malditamente abajo para que todos en el vestíbulo no
vean mi culo cuando se abra la puerta.
—Hecho. —Ahueco un pedazo de su culo por una buena medida, y
siento la tanga de encaje que lleva puesto—. ¿Bragas de nuevo?
Ella cae al suelo, y me da una palmada en el brazo
juguetonamente.
—Era una cena de trabajo —dice ella—. ¿Crees que me iba a ir sin
ropa interior? Eso es del tipo sospechoso, ¿no?
—No es más una cena de trabajo —le digo—. Así que estos saldrán.
Pero el ascensor suena y las puertas se deslizan abiertas. Delaney
sonríe triunfante.
—Salvada por la campana —dice, mientras camina por delante de
mí. No consulta el conserje esta vez, sólo sale por la puerta.
—Está bien. Vamos a hacerlo.

147
25
Delaney
Traducido por BlackRose10
Corregido por *Andreina F*

N
os sentamos uno frente al otro en un izakaya8 concurrido en
Shibuya, después de pasar un millón de pequeños bares y
restaurantes que muestran las versiones plásticas de sus
alimentos en las ventanas. Gaige prueba su cerveza y se ríe, sus ojos
arrugándose en los bordes, y el sonido es infeccioso. Luce relajado, por
148
primera vez en semanas, y finalmente me siento tranquila, lejos de Chelsea
y del trabajo y del hotel y de todo. El izakaya se encuentra lleno de gente,
sin embargo, se siente como si Gaige y yo fuéramos las únicas dos
personas en la habitación.
—Te encanta aquí —dice Gaige.
—Sí —digo—. Estuve aquí por un semestre. No en Tokio, realmente.
Quiero decir, viajé, pero la mayoría del tiempo estuve en el sur. Fue el
tiempo justo para enamorarme pero no realmente el suficiente para dejar
que las cosas pequeñas empezaran a molestarme, ¿sabes?
Gaige sorbe su cerveza y me mira. —Algo así como nosotros.
Mi corazón casi se detiene y tomo un largo trago de mi chu-hi, una
bebida hecha de soda y el shochu9, pero sabe peligrosamente igual que
la soda normal. —Tú haces un montón de cosas para molestarme —digo,

8 Típico restaurante o bar japonés, populares en Japón para tomar algo después de la
jornada laboral.
9 Bebida alcohólica de Japón, comúnmente destilada de la cebada, el camote o el
arroz. Su graduación normalmente es del 25% lo que la hace más fuerte que el vino y el
sake.
asegurándome de que Gaige simplemente está haciendo una
comparación tonta que significa nada.
—Sin embargo, sigues aquí conmigo, y a punto de pasar el fin de
semana juntos —dice, haciendo estallar un pedazo de sashimi10 en su
boca—. Sólo pretendes odiarme.
—Nunca te he odiado —protesto.
Gaige gruñe. —¿Bromeas? —pregunta—. Odiar ni siquiera se acerca.
Detestar mi presencia sería mucho más preciso.
Me río. —¿Cuándo detesté tu presencia?
—Bueno, definitivamente anoche no —dice, sonriendo—. Pero, ¿te
acuerdas del primer verano después de que nuestros padres se casaron?
—Tenía diecisiete años —digo—. Odiaba todo.
—Sobre todo a mí.
—Fuiste un idiota, con tus estúpidos amigos que pensaban que eran
mejores que todos los demás y las chicas estúpidas con las que salías y
traías a casa todo el tiempo.
—Sólo odiabas verme con alguien más —dice Gaige. Se cruza de 149
manos sobre el pecho y se ve tan malditamente engreído, tan seguro de sí
mismo mientras se sienta allí mirándome, que quiero lanzar mi copa sobre
él. En su lugar, lo pateo debajo de la mesa y sólo se ríe—. Estás molesta,
porque sabes que es verdad.
—Estoy molesta porque eras completo tonto y lo sabes —le digo.
Pero todavía recuerdo la punzada de irritación que me daba cuando
Gaige desfilaba sus fulanas por la casa como Pedro por su casa. Lo
odiaba.
También podría haberlo amado.
Tal vez todo esto es sólo una larga continuación de lo que sentía
cuando tenía diecisiete años. Pensé que estar con él sería sacarlo de mi
sistema, pero parece estar teniendo el efecto contrario. Me ha hecho
querer más de él; más tiempo con él, más todo. Y querer a alguien como
Gaige, alguien que no se queda con una chica, es peligroso.
Observo mientras mete la gyoza11 en la salsa y luego manda la bola
de masa a su boca, y trato de recordarme a mí misma que esta cosa entre
nosotros es sólo sexo. Claro, es sexo muy bueno. Sexo increíble. Del que

10 Plato típico japonés que consta de finos cortes de pescado o mariscos crudos.
11 Es un tipo de empanada popular en China y Japón. Pueden ser fritas o al vapor y
rellenas de carne molida o vegetales.
encrespa los dedos de los pies y dan ganas de llamar a tus mejores
amigas, ese tipo de sexo. Pero eso es todo lo que puede ser. Incluso si mi
padre tuviera algún tipo de trasplante de personalidad que mágicamente
le hiciera aprobar este choque de trenes de relación, es Gaige. Gaige con
las mujeres constantemente arrojándose hacia él. Gaige, el coqueto
consumado.
—Oye —dice—. ¿Dónde estás?
—¿Eh? Ah, sólo pensaba.
—¿Sobre qué?
—Dónde debo llevarte —miento.
—Vamos —dice, tomando mi mano—. Vamos a salir de aquí.
Caminamos por las calles, mirando los escaparates de las tiendas y
observando a la gente: cómo parejas y amigos se reúnen alrededor de las
entradas de bares y restaurantes que bordean las aceras, fumando y
bebiendo mientras esperan. Y hablamos, sin parar, durante un tiempo,
sobre la vida y nuestras familias. Le digo a Gaige sobre mi madre ausente,
y cómo quiere que vuelva a Manhattan.
—¿Odia que hayas venido a vivir con tu padre? —pregunta. 150
—Totalmente. No lo puede soportar. —Le pregunto a Gaige sobre su
padre—. Nunca hablas de él.
Gaige se encoge de hombros. —No quiso tener nada que ver con
nosotros —dice—. Anja me crio. O, más bien, una niñera me crio. Y luego el
internado. No sé cómo tu padre terminó con ella, ¿sabes?
—Él definitivamente tiene un tipo. Mi madre no es tan diferente a
Anja, creo. —Hago una pausa cuando nos detenemos en una pequeña
tienda, mirando por la vitrina, pero en realidad sin mirar—. No quiero
terminar como ellos.
Gaige mira la vitrina, pero toma mi mano en la suya. —No soy el
único hijo de mi padre —dice—. Según Anja, es un mujeriego total, una
mujer tras otra, ¿sabes? Siempre juré que nunca iba a terminar como él.
—Bueno, a menos que tengas un montón de mini Gaige´s corriendo
por ahí, no creo que estés en peligro de eso —digo, mi voz ligera, tratando
de forzar una despreocupación que definitivamente no siento. ¿Por qué
hago eso?
¿Por qué me siento tan vulnerable cuando estoy con él?
Gaige jala mi mano y me tira cerca de él, pasa su mano por mi
cabello. —No hay mini Gaige´s corriendo por ahí —dice—. No quiero
terminar como él. En serio.
—Entonces no lo hagas —digo, mi voz casual. Me mira fijamente por
un segundo, y es demasiado. Me vuelvo y aclaro la garganta—. No tienes
que hacerlo, sabes. No es como que esté escrito en tu ADN o algo así.
Camina a mi lado y no tengo ni idea de a dónde vamos. —Has visto
a nuestros padres —dice—. ¿Todavía crees en un felices para siempre?
Ellos no son felices.
—Creo que uno hace su propia felicidad —digo, sonando más
segura de lo que me siento—. Dios, ¿desde cuándo te volviste tan
malditamente filosófico?
Gaige ríe. —Es la cerveza, el clima y la mierda —dice—. La cálida
noche de verano, la ciudad, no sé. Estoy un poco entonado, pero maté
totalmente el ambiente, ¿no?
Le doy un puñetazo en el brazo, y él busca a tientas mi culo sobre mi
vestido, pero chillo y me alejo de un salto. —Sólo no sabía que eras tan
malditamente cursi —le digo—. Un minuto me dices que deje caer mi ropa
interior y al siguiente me hablas de cuentos de hadas y no sé qué mierda.
Gaige me toma de la mano y me tira por el callejón más cercano,
abandonado y poca iluminado, excepto por una entrada a un hotel que
reconozco como un hotel del amor. Me río. 151
—¿Vas a llevarme a un hotel del amor?
Me empuja contra la pared de uno de los edificios, su mano
corriendo por mi muslo. —Con que cursi, ¿no? ¿Eso es lo que soy ahora? —
pregunta—. No tengo idea de lo que un hotel del amor es, pero estoy casi
decidido a poner mi verga en esa boca inteligente tuya justo aquí.
—Es… —Estoy a punto de decirle que es un hotel para tener sexo,
pero me detiene cubriendo mi boca con la suya. Mi cuerpo responde
inmediatamente a su toque, y gimo mientras corre sus manos por mis
caderas debajo de mi falda.
Una pareja japonesa entra en la calle, a unos metros de distancia, y
la mujer se ríe cuando nos ve. Empujo a Gaige lejos, alisando mi falda. —
Mierda, vamos a salir de aquí.
Mientras caminamos en la dirección del hotel, Gaige agarra mi
mano y no lo empujo o lo dejo ir. Se siente muy bien. Se siente cómodo.
Cuando pasamos la señal de entrada de uno de los hoteles que anuncia
un bar en uno de los pisos superiores con jazz en vivo y una vista de la
ciudad, Gaige tira de mi brazo. —Entremos.
—¿No quieres volver al hotel?
Desliza su mano sobre mi espalda baja, y me lleva dentro. Su toque,
a la vez reconfortante y posesivo, envía un escalofrío por mi columna
vertebral. Detrás de mí, me habla bajo al oído. —Todavía no —dice.
En el interior del bar, nos paramos junto a una ventana de piso al
techo con vistas a las luces de la ciudad. Me dirijo a él. —No tratas de
evitar dormir conmigo, ¿verdad?
Gaige se ahoga con su bebida. —Bromeas, ¿verdad?
—Estamos… quiero decir —tartamudeo, sintiéndome estúpida,
incluso para decir cualquier cosa—. Porque si quieres que paremos esto,
está bien.
La mano de Gaige se encuentra en mi cintura. —¿Tú quieres parar
esto?
—No —digo. Pero mi voz se atrapa en mi garganta. Debería querer
parar esto; eso sería la opción más inteligente. Soy una persona que toma
decisiones inteligentes. No las imprudentes. Y Gaige es imprudente. Me
encuentro tirando la precaución por la ventana, haciendo cosas que
normalmente no haría.
Me tira contra él, su brazo serpentea alrededor de la parte baja de
mi espalda, y puedo sentir su dureza presionando contra mi pierna. — 152
¿Contesta esto a tu pregunta?
El calor se precipita entre mis piernas por la sensación. —Sí —digo,
ahogándome con la palabra.
—Bien —dice—. Porque quiero tu ropa interior.
—¿Cómo?
—Ya me oíste —dice, en voz baja al oído—. Evidentemente, piensas
que sólo porque estoy interesado en hablar contigo y escuchar lo que el
infierno tienes que decir, eso significa que no quiero poner mi verga en ese
coño dulce tuyo tan pronto como te tenga para mí solo. Así que quiero
que estés lista para mí, en caso de que quiera inclinarte y follarte en el
camino de vuelta al hotel.
Me río con nerviosismo, pero me inclino más cerca de él. El calor de
su cuerpo irradia a través de mi vestido y me hace querer más. —Voy a ir al
baño y me las quitaré para ti.
—Quítatelas aquí mismo —dice Gaige, su mano se desliza hacia
arriba hasta la mitad de mi espalda. Me atrapa firmemente contra él.
Luego mira a un lado, y toma un sorbo de su copa como si estuviéramos
discutiendo casualmente el tiempo y no que me quite la ropa interior en
medio de un muy público, muy elegante y muy concurrido lugar.
—Hay un millón de personas alrededor —le digo—. Me niego.
Me da vueltas, pero en vez de poner su mano en la parte baja de mi
espalda, guiándome con cuidado, enrosca los dedos por el cabello en mi
nuca. Me conduce a través de la multitud, llevándome por el cabello, y
hablando conmigo todo el tiempo. —Vas a meter tus manos bajo tu falda
y tomar tus bragas justo aquí en este bar, y luego me las vas a entregar.
Porque te pedí que lo hagas.
Gaige se detiene en el bar, cuando lo pasamos, tomando el vaso de
mi mano y dejando nuestros vasos antes de llevarme a un rincón poco
iluminado. Allí, se pone delante de mí, su cuerpo ocultándome
parcialmente de la vista, apoyado sobre su antebrazo en la pared por
encima de mi cabeza.
Mis ojos nunca dejan los suyos mientras meto mi mano por un lado
de mi falda, tirando hacia abajo el borde de mi tanga, y luego hago lo
mismo con el otro lado, temblando mientras mis bragas se deslizan por mis
muslos y caen al suelo alrededor de mis tobillos.
Te hace imprudente, pienso. La parte racional de mí regaña a mis
pensamientos. Te hace ser imprudente e imprudente no es bueno.
Gaige se hunde en el suelo a mis pies, recogiendo las bragas en su 153
mano y guardándolas en el bolsillo. —Buena chica —dice. Traza un dedo
por mi escote y entre mi escote—. Ahora, dime que estamos cerca del
hotel, porque si no lo estamos, voy a tener que follarte aquí mismo en
medio de este bar.
—Cerca. —Me ahogo con la palabra. No me refiero al hotel. Estoy
tan cerca.
Se inclina, sus labios a milímetros de los míos, y sonríe. —Puedo ver
eso, querida —dice—. Finges que no te gusta, y puedes protestar todo lo
que quieras, pero quitarte la ropa interior en medio de este bar te puso
muy mojada.
—No —digo.
—No —dice, estudiando mi cara—. Eso no es todo, ¿verdad? Te
gusta cuando te digo qué hacer.
Me doy cuenta, con creciente horror, que tiene razón. —De ninguna
manera —protesto.
Gaige sonríe. Se da cuenta de que tiene razón, y que lo sé. —Está
bien, cariño —dice, y luego baja su voz—. Me gusta.
Me río. —Por supuesto que sí —le digo—. Y no es correcto.
—¿No? —pregunta. Arrastra su dedo sobre mi clavícula y por la parte
superior de mi hombro. Gaige tiene una manera de hacer del gesto más
inofensivo algo completamente sexual—. Entonces no te voy a decir que
en los próximos treinta segundos, voy a girar tu culo, sacarte de este bar a
través de toda la gente frente a la que acabas de quitarte las bragas, y
llevarte de nuevo al hotel. Cuando entremos en la habitación, vas a caer
de rodillas antes que la puerta se cierre.
Hace una pausa, y contengo la respiración, esperando que
continúe. Mi cabeza me dice que es ridículo que esté aquí parada
escuchándolo decirme todo lo que quiere que haga, sin embargo, el
palpitar entre mis piernas es insistente. Me distrae de los pensamientos
racionales en mi cabeza. —Sí —digo, más un soplo que una palabra
coherente real.
Gaige tiene su mano en la parte baja de mi espalda, y me lleva
fuera del bar hasta el ascensor. La joven pareja japonesa en el ascensor
nos asiente, entonces estudian sus teléfonos cuando Gaige pasa la mano
por mi espalda y susurra suavemente en mi oído—: ¿Sigues mojada,
cariño?
La chica en el ascensor me mira, luego de vuelta a su teléfono y mi
cara se pone roja. Cuando estamos fuera del ascensor, golpeo a Gaige 154
duro en el brazo. —Ella te oyó —digo.
Gaige se encoge de hombros. —No me contestaste— dice, mientras
caminamos por la acera—. ¿Estas mojada?
Claro que lo estoy. Sabe que lo estoy. Al parecer, sabe mejor que yo
qué me excita. Pero no le digo nada de eso. Sólo digo—: Sí.
—¿Qué tan lejos estamos del hotel?
—Unos pocos minutos, creo.
—Bien —dice—. Porque voy a pasar el resto de la caminata de
regreso diciéndote exactamente lo que quiero hacerte.
26
Gaige
Traducido por Sherezade
Corregido por YaniM

N
o puedo ver jodidamente claro. Me siento tan dolorido
después de pasar los últimos quince minutos diciéndole a
Delaney lo que quiero hacer con ella. Espero que se sienta tan
afectada como yo. Hay algo en ella que me vuelve loco.
155
Todavía nos encontramos a una cuadra del hotel cuando me doy
cuenta que Delaney cojea.
—¿Qué pasa?
Levanta uno de sus pies y suspira.
—Los peligros de usar tacones en Japón —dice—. No sé cómo
hacen las chicas de aquí, caminando por todas partes con tacones de
aguja. Deben ser masoquistas.
—Qué se joda el caminar —le digo, y la cargo antes que pueda
protestar, pero lo hace de todos modos.
—¿Qué haces? —chilla.
—¿A qué distancia estamos del hotel? —pregunto.
—No sé, una cuadra, creo —dice—. Bájame antes de que alguien
nos vea.
—No lo haré. —Continúo cargándola, ignorando las miradas que
recibo de los extraños en la acera. Un par de extranjeros se ríen cuando
pasamos a su lado, y les explico—: Está totalmente borracha.
Delaney me golpea en el hombro.
—¡No lo estoy! ¡No digas eso!
—Podrías estarlo —le digo—. Si alguien nos ve, esa es la excusa que
voy a dar.
—No lo hagas —ordena.
—No veo que estés realmente en condiciones de discutir sobre nada
—señalo—. De todos modos, nunca he cargado a una chica por las calles
de Tokio, así que deja de quejarte y disfruta el paseo. —Me detengo para
recuperar el aliento—. La misma regla se aplica para el sexo esta noche.
—Muy gracioso —dice, y me golpea de nuevo mientras caminamos
por el vestíbulo del hotel—. Bájame.
—No lo creo —le digo. Cuando pasamos al conserje, le explico—: Le
duele el pie.
Delaney resopla, pero tampoco se baja de mis brazos. Cuando
estamos solos en el ascensor, vuelve la cabeza y me besa. Todavía nos
estamos besando cuando se abre la puerta y vuelvo a salir al pasillo con
ella en mis brazos, haciéndola girar.
Y entonces la veo.
Chelsea me mira fijamente, con los ojos muy abiertos. Y luego una
mirada, la mirada de satisfacción más malditamente presuntuosa del 156
mundo, cruza su rostro. Le dice algo a Akira Ito, quién enrojece
profusamente.
Delaney sigue mi mirada, y su rostro se vuelve ceniciento. Se desliza
hacia abajo rápidamente, poniéndose de pie y alisando su vestido.
—Chelsea. Akira-san —dice.
—Lamento increíblemente molestar tu noche, Delaney. —La voz de
Chelsea gotea sarcasmo.
—Gaige solo me ayudaba. Mi pie estaba… —dice en japonés para
Akira, algo que no entiendo, entonces se inclina profundamente. Akira le
hace un gesto con la cabeza casi imperceptible, y pasa junto a nosotros
hacia el ascensor.
Cuando las puertas del ascensor se cierran, los tres permanecemos
quietos como si estuviéramos congelados. Entonces Delaney finalmente
habla.
—¿Cómo pudiste?
Chelsea levanta las cejas.
—¿Cómo pude? —pregunta—. ¿Estás follando a tu propio hermano
y quieres saber cómo pude? Solo buscaba un nuevo trabajo; no tenía idea
que ustedes acomodarían las cosas tan convenientemente para mí. Justo
a tiempo, tengo que decir. Tu padre estará complacido.
Mi sangre jodidamente hierve, pero Delaney es la que parece que
va a explotar. Se acerca a Chelsea y le da una bofetada tan fuerte en el
rostro, que el sonido hace eco en el pasillo. Chelsea se lleva la mano a la
mejilla.
»Estúpida, perra malcriada. Jodidamente te arrepentirás de esto —
dice. Luego dirige su atención hacia mí—. Y tú… tú, basura blanca, titulado
como perezoso de mierda, sabía que había algo mal contigo cuando me
rechazaste en Las Vegas. Resulta que solo te interesas en chicas que están
emparentadas contigo.
—Jódete, Chelsea —le digo. No golpeo mujeres, pero si alguna vez
hubiera un momento en que consideraría hacerlo, sería este. Alcanzo el
brazo de Delaney, pero se aleja.
Chelsea pasa como un vendaval junto a nosotros, dobla en la
esquina, y puedo escucharla cerrar de un portazo la puerta de su
habitación.
—Delaney, yo… —empiezo, pero no me mira. Puedo ver las lágrimas
en sus mejillas, y juro por Dios que mi corazón jodidamente se partirá en 157
dos, ante la vista de su llanto.
—Te dije que no me cargaras aquí —dice, con voz enojada—. Todo
se arruinó.
—Tu padre no va a escuchar a esa estúpida perra —le digo—.
También hablaré con él.
Niega, caminando hacia su habitación, y la sigo.
—¿No lo entiendes? —pregunta.
—¿Entender qué? —pregunto—. ¿Que Chelsea es una puta
hambrienta de poder que trata de vengarse de ti, porque eres más
inteligente y mucho mejor en esto que ella? ¿Que está enojada porque no
la follé, y que acaba de joder el trato de tu padre? Lo entiendo, Delaney.
Ahora déjame entrar para que podamos hablar de esto.
—No entiendes lo que acaba de pasar —dice Delaney, sacudiendo
la cabeza—. Chelsea le dijo a Akira que no podíamos ir a la cena. Le dio
una excusa de mierda para sacarnos del camino para que pudiera
endulzarle el oído sobre contratarla o algo así, ¿y entonces él nos ve así? Es
horrible.
—No es lo ideal —concuerdo. Pero, ¿horrible?
—¿No es lo ideal? —dice—. Es lo peor que pudo haber pasado.
Avergonzamos a Akira-san. Lo humillamos. No hará el trato ahora. Está
completamente arruinado. La compañía no te patrocinará. Destruimos
todo.
—Podemos explicarle —le digo—. Déjame entrar a tu habitación.
Vamos a hablar racionalmente.
—No hay ninguna explicación —dice—. No hay disculpa para salir
de esto. No puede aceptar nuestras disculpas. Eso no le permitirá
conservar su imagen.... Es demasiado vergonzoso. Se acabó.
—Tu padre entenderá —le digo—. Eres su hija.
Delaney se ríe con amargura.
—¿Y hablarás con mi padre? —pregunta—. ¿Exactamente qué le
dirás? “Hola, Beau, sé que es mi hermana y es tu hija, pero la he deseado
desde que tú y mamá se casaron. Y oh, por cierto, la he estado follando
hasta desfallecer”. Déjame saber cómo va.
El miedo aprieta mi corazón.
—Deberíamos hablar de ello. —No sé qué más decir.
—No hay nada que hablar, Gaige —dice—. Buenas noches. 158
La ira y la adrenalina corren por mis venas, y toma todo mi
autocontrol no empujar la maldita puerta e irrumpir como un vendaval en
su habitación y obligarla a escucharme. Maldita sea, tiene que entrar en
razón.
Pero en cambio le permito cerrar la puerta, y me alejo. La puerta se
cierra con tal sentido de culminación, que me siento rendido, casi sin
palabras, y permanezco de pie en el pasillo, mi sangre bombeando
cuando pienso en cómo jodidamente el mundo acaba de moverse sobre
su eje en cuestión de segundos.
Delaney no responde cuando llamo a su puerta por la mañana, y
regreso a mi habitación con una sensación de malestar que no me puedo
quitar. Delaney lucía tan... aplastada ayer por la noche.
Sus últimas palabras hacen eco en mi cabeza, girando en mi
cerebro, repitiéndose una y otra vez.
Buenas noches, Gaige.
Sonó infernalmente mucho más como un adiós.
27
Delaney
Traducido por Alysse Volkov
Corregido por YaniM

E
l golpe en la puerta en la mañana me sobresalta. Cuando
respondo, con mi cabello pegado a un lado de mi rostro, no
hay nadie allí. Apenas dormí anoche, destruida por lo que pasó.
Me pregunto si Chelsea estará regresando a Texas, siendo portadora de
esas fantásticas y jodidas noticias que probablemente le provocarán un 159
ataque al corazón a mi padre.
Necesito llamarlo. No sé cómo explicar esto. Realmente no puedo
enfrentarlo.
Tampoco puedo enfrentar a Gaige.
¿Cómo las cosas pueden pasar de estar tan alto para caer
estrepitosamente en cuestión de minutos? Anoche con Gaige, me sentí
feliz. Me sentí delirante, irresponsable e imprudentemente feliz. Una parte
de mí sabía que no duraría, así como otra parte de mí esta mañana
anhela ir por Gaige, para decirle que no importa, que no nos debería
importar una mierda lo que piensen los demás.
Excepto que es Gaige, el chico que no pasa tiempo con mujeres
fuera de la habitación. El chico que no sale a citas. El mujeriego perpetuo,
siempre corriendo riesgos, nunca-voy-a madurar Gaige. Y la parte más
importante… mi hermanastro. ¿Qué demonios le diría?
Creo que podría amarte.
Comprender eso casi me quita el aliento.
Entonces sé lo que tengo que hacer.
Gaige
Escucho a la recepcionista frente al escritorio transmitir el mensaje, y
puedo registrar las palabras, pero no quiero creerlas. Delaney no puede
dejar Tokyo sin decir nada. No lo haría.
Estoy enojado con ella por salir corriendo. Estoy enojado con ella por
ser tan jodidamente inmadura al punto de tomar un vuelto temprano,
apenas unas horas antes del ya programado, para evitar tener que estar
en el mismo vuelo que yo.
Espero que se encuentre camino a Dallas para hablar con Beau, y
no yendo a la casa de su madre en Nueva York. No es que espere que se
quede en Dallas, después de cuán avergonzada se sentía por ser
descubierta.
Demonios, ¿cómo es que soy yo el que se comporta de manera
racional? ¿Cómo puedo ser el único que actúa como un adulto? Sí, el
acuerdo con Akira se perdió, pero no es lo peor del mundo. Y la relación
de parentesco… quiero sujetar a Delaney por los brazos y sacudirla, decirle
que realmente no es un gran problema. No estamos relacionados. Nuestros 160
padres se conocieron cuando básicamente éramos adultos.
Durante el largo viaje, pienso en lo que quiero decirle a Delaney.
También pienso en lo que ya le dije a su padre en un correo electrónico.
Quise decir cada palabra.
Solo estoy esperando encontrarla allí para decirle lo mismo en
persona.
También espero que su padre no me esté apuntando con una
escopeta cuando me presente.
28
Delaney
Traducido por July Styles Tate & Bett G.
Corregido por YaniM.

—S
ucia perra. —La voz de Daniel en el otro extremo del
teléfono es lo primero que escucho mientras bajo del
avión.
—Oh, Dios —digo—. ¿Cómo lo descubriste? 161
—Sitio de chismorreos —dice—. Estoy tan orgulloso de ti.
—¿Qué? —No puedo procesar lo que dice. Solo puedo pensar en
que esto se ha hecho público, antes de que pueda hablar con mi padre.
Antes de que pueda hacer el control de daños. Estoy muy cerca de
romper a llorar—. No sé qué hacer…
—Oh, mierda —dice Daniel, su voz preocupada—. Oh, cariño, ¿estás
llorando? No quería decir que eras una sucia perra de verdad. Totalmente
no lo eres. Estoy celoso de que te hayas enredado con Gaige. ¿Por qué
diablos no me lo dijiste? ¿Cuándo sucedió?
Estoy conteniendo las lágrimas mientras camino por el aeropuerto,
siguiendo las indicaciones de reclamo de equipaje.
—No sé lo que voy a hacer.
—¿Dónde estás? ¿Sigues en Dallas? ¿Has visto a tu padre? —Me
acribilla con preguntas—. Por favor, no llores. No es terrible. No hay nada
malo en ello, muñeca. Nada. Son adultos. Y no están emparentados. Y
Gaige es precioso. ¿El sexo fue bueno? Sé que lo fue, ni siquiera tienes que
decirme.
No sé cuál de sus miles de preguntas contestar primero. El sexo fue
genial. El sexo fue increíble.
—Estábamos afuera, y mis pies dolían, y Gaige me cargó durante
dos cuadras en medio de la ciudad, cuando regresábamos a la
habitación del hotel. Y nos encontramos con Chelsea y abandoné Japón,
y no he hablado con Gaige y probablemente piensa que lo odio y… —Me
detengo, en parte porque estoy hecha un tren fuera de control y en parte
porque no sé qué más decir.
Daniel se encuentra tranquilo en el otro extremo del teléfono.
—¿Colgaste? —pregunto.
—Oh, Dios mío —dice—. Lo amas.
—¿Qué? —Niego—. No, no es posible. Ni siquiera sé si me gusta. —
Eso es mentira y sé que lo es. Las palabras suenan falsas cuando las digo
en voz alta.
—¿Quieres que me reúna contigo en la casa de tu padre? —
pregunta Daniel—. Sabes que si necesitas un lugar para quedarte, mi
puerta se encuentra abierta.
—Te haré saber después de que hable con mi padre —digo—. Si sigo
con vida.
Estoy tan distraída buscando mis maletas que contesto el teléfono en 162
cuanto vuelve a sonar sin mirar la pantalla, pensando que es Daniel.
—Si vuelves a llamar para obtener todos los detalles jugosos, no…
—¿Qué demonios pensabas? —La voz de mi madre es estridente.
Mierda. Lucho con mi maleta en la cinta transportadora de reclamo de
equipaje, lamentando no mirar antes de contestar el teléfono. En mi
frustración, tiro de la maleta con tanta fuerza que aterriza en el suelo con
un ruido sordo y la persona a mi lado me mira con fijeza.
—No sé de qué hablas, madre —miento. Ni siquiera han pasado
veinticuatro horas, maldita sea. ¿Cómo pudo haberlo descubierto?
Desata un aluvión a través del teléfono, su voz subiendo más y más
cuanto más habla.
—Sabía que era una mala idea dejarte ir a la casa de tu padre —
grita—. Con esa esposa modelo fracasada y ese hijo sucio. Sólo no
esperaba que te comportaras como una pequeña zorra estúpida.
—No hables así de ellos. —Mi voz suena pequeña, mi protesta pobre,
y la habitación se siente como si estuviera girando. Veo a la gente
pasándome, caminando rápidamente a donde quiera que vayan.
Reuniéndose con sus seres queridos, teniendo alegres reencuentros, y de
repente, extraño a Gaige.
¿Por qué lo dejé? Podría haberlo buscado y decirle cómo me sentía.
Podría haberle dicho cómo me siento, en tiempo presente. O lo que creo
que siento.
La cosa es que no estoy segura de nada, y de Gaige sobre todo. Y
definitivamente no estoy segura de que Gaige sienta lo mismo por mí.
—Abordarás el próximo vuelo de regreso a Manhattan —dice mi
madre—. He contratado a alguien para arreglar esto, alguien que se
encargará de controlar los daños. Estás enferma e irás a rehabilitación. Y
nunca volverás a la casa de tu padre. No verás a ese chico de nuevo. ¿Me
escuchas?
No puedo evitar escucharla. Su voz suena irracionalmente alta en el
teléfono, aturdiéndome mientras permanezco inmóvil. Una pareja me
pasa, el hombre y la mujer de la mano de su joven hija.
—Eso no va a suceder, madre —digo—. No volveré a Manhattan. No
voy a ir a rehabilitación. Y voy a ver a quien quiera.
Mi madre chilla y cuelgo el teléfono, sintiéndome extrañamente
desconectada de todo, como si estuviera teniendo una experiencia
extracorpórea. En el taxi de camino a casa de mi padre, me siento
extrañamente insensible mientras observo el paisaje pasar en un borrón. 163
Cuando llegamos a casa, ni siquiera registro el lugar por un
momento. Estoy tentada a decirle al conductor que deje el auto en
marcha, porque puede que regrese en unos pocos minutos. Despedida y
probablemente repudiada.
Pero no lo hago. Camino aturdida por el pasillo, y una de las amas
de casa me saluda con una mirada lacónica.
—Señora Marlowe —dice—. No la esperábamos hasta mañana por
la mañana.
—Regresé antes —digo. Como si eso ofreciera una explicación para
todo—. ¿Mi padre se encuentra aquí, o en la oficina?
Teresa niega.
—No está bien —dice ella—. Se halla en el estudio, pero no
debería…
Mierda. Así que lo ha escuchado, y si el personal ya lo sabe, eso
significa que es aún peor de lo que pensaba. Aliso la tela de mi falda
como si al hacerlo me hiciera de alguna manera presentable y profesional.
Como si de alguna manera borrara todo lo que pasó.
Camino por el pasillo hacia el estudio de mi padre, resignada ante
mi destino, y llamo a la puerta.
—Adelante —dice, y puedo decir por su voz que se siente agotado
incluso antes de que abra la puerta. Se halla sentado en un rincón de la
habitación en su sillón de cuero, bebiendo un vaso de whisky. Sentado allí.
Ningún trabajo, ningún libro, ningún ordenador, nada.
Mi corazón se hunde. Esto es mucho peor de lo que pensaba.
—Delaney —dice. La forma en que me mira, la decepción y el dolor
en sus ojos, hace que mi corazón se rompa. Nunca lo he visto mirarme así.
—Sé que has escuchado lo que pasó, pero lo puedo explicar —digo,
mi voz apresurada e inconexa mientras entro. Tan pronto como abro mi
boca, mis palabras cobran impulso, una espiral fuera de control—. Chelsea
nos tendió una trampa, le dijo a Akira-san algo, no sé qué, que nos
enfermamos, tal vez, porque quería trabajar con él, ¿creo? No estoy
segura. Me odia. Me odia desde el principio y no quise decir nada porque
quería permanecer en Marlowe por mérito propio. Incluso si es tu empresa,
y eres mi padre. Y entonces salimos del ascensor y Chelsea y Akira se
encontraban justo allí y estaba…
Mi padre levanta la mano, deteniéndome.
—Lo sé —dice—. Gaige ya me contó toda la historia. Me explicó
todo. 164
—¿Lo hizo? —pregunto—. Pero… no entiendo. Sigue en Tokio. O... en
un vuelo. Regresé primero....
—Envió un correo electrónico —dice—. Allí lo explicó todo.
—¿Me odias? —pregunto—. Me odias, ¿verdad? Odias a Gaige.
Beau suspira.
—Por supuesto que no te odio.
—Pero es… estás sentado aquí, en tu oficina, con las luces
apagadas, bebiendo whisky, y estás… No luces feliz, obviamente.
Beau me mira cuando toma otro sorbo de whisky, con expresión
cansada.
—Anja se fue —dice—. Estamos divorciándonos. Finalmente le dije
que se fuera.
—Oh, Dios mío. —Me quedo ahí, inmóvil, mi corazón late con fuerza
en mi pecho. Mierda. Es culpa nuestra—. ¿Debido a Gaige y a mí?
Mi padre frunce el ceño.
—¿Qué? ¿Tú y Gaige? —pregunta—. No seas ridícula.
—Pero… no es por nosotros.
Agita su mano con desdén.
—Se fue ayer por la noche —dice—. Ni siquiera leí el correo de Gaige
hasta esta mañana.
—Pero, ¿qué pasó?
Beau me mira, con la cabeza inclinada hacia un lado.
—Era obvio, ¿no? Ha estado pasando durante mucho tiempo. Era
una alcohólica, y... bueno, resulta que no es una buena persona en
absoluto. Ha estado engañándome. Con su instructor de yoga. Quien tiene
veintitrés años.
Llevo una mano a mi boca.
—Papá. Lo siento.
Beau sonríe con tristeza.
—Seguro que puedo escoger, ¿no?
—Papá, yo… no sé qué decir.
Se aclara la garganta y niega, levantándose para colocar su vaso
vacío en el bar, antes de caminar hacia mí y envolverme en un abrazo.
Permanezco de pie, con mi cabeza contra su pecho por un momento, 165
sintiéndome como una niña otra vez. Entonces, sus grandes manos sobre
mis brazos, me echa hacia atrás y me da una larga mirada.
—Mis problemas no son tus problemas —dice—. Tu madre llamó, por
cierto.
Exhalo con fuerza.
—Lo sé —le digo—. Recibí su llamada.
—Traté de hacerla entrar en razón —dice—. Pero ya sabes cómo es.
Solo puedo imaginar lo que significó para ti esa llamada.
—No sé si volveremos a hablarnos —digo—. Papá, arruiné todo.
¿Cómo puedes no estar enojado?
Agita la mano.
—Akira Ito puede retirarse del acuerdo si quiere —dice,
encogiéndose de hombros—. Hay una cláusula de moralidad que Gaige
muy bien podría haber roto de todos modos. Habrá otros patrocinadores.
—No estás enojado por el contrato —digo.
Mi padre se acerca al bar y saca un cigarro. Lo enciende
lentamente, me mira como si estuviera a punto de impartir la más profunda
sabiduría. Pero solo se encoge de hombros.
—A veces se gana, otras se pierde.
—¿Eso es todo? —pregunto—. Son millones de dólares.
—Cariño, siempre habrá más dinero para hacer. Es reemplazable.
Además —dice, con una sonrisa pícara—, tengo la póliza de seguro de
Akira-san. Y el jefe de Chelsea no opinará que merezca las oportunidades
de trabajo que piensa que tiene.
—¿Qué? —¿Venden seguros para este tipo de cosas? ¿Mi padre
votará en contra de Chelsea?
—No un seguro literal —dice—. Tengo un patrocinador de respaldo,
alguien esperando su oportunidad. Por si acaso. Es de Gaige de quien
estamos hablando.
—Pero Gaige y yo… —empiezo—. Se encuentra en todas las noticias,
la prensa sensacionalista, supuestamente. ¿No te molesta?
—Voy a fumar esto —dice, levantando su puro e ignorando
deliberadamente mi pregunta—. Ven a la terraza conmigo.
Lo sigo afuera y lo acompaño a la terraza con vista a los jardines,
mientras enciende su cigarro, lenta y metódicamente, como una especie
de ritual. Se toma su tiempo, y me pregunto si incluso me contestará. 166
Finalmente se vuelve.
—No he sido tan afortunado en el amor, sabes.
—Papá, yo… ―empiezo, pero me detiene.
—Silencio —dice—. No te estoy pidiendo que consueles a tu padre, o
alguna tontería. Solo estoy exponiendo los hechos. Mi punto es que no
estoy en posición de juzgar la relación de los demás.
—No estamos en una... —Relación, empiezo a decir—. Espera. ¿Así
que no te importa?
Beau da una pitada a su cigarro y luego me mira.
—No vayamos tan lejos —dice—. Eres mi única hija. No voy a
dispararle a las rodillas a Gaige cuando entre por la puerta, si eso es lo
que preguntas. A pesar de que podría.
El alivio me recorre, y apenas puedo reprimir mi risita. De acuerdo,
podría haber sido exactamente lo que pensaba.
—Me alegro de que no lo mates —le digo.
—¿Eres feliz? —pregunta.
—Creo que sí —le digo, asintiendo—. Sí, soy feliz O, era feliz. Ni
siquiera sé si somos algo, o... Quiero decir, Gaige es Gaige ni siquiera estoy
segura si siente lo mismo por mí, o…
—La copia impresa del correo está sobre la mesa —dice Beau—Voy
a terminar mi cigarro. Llévala contigo, y entonces puedes decidir.
—¿Seguro de que todo está…?
—Ve —dice—. Está sobre el escritorio. Léelo. No imaginé que Gaige
fuera tan malditamente cursi, pero si eso es lo que te gusta...
¿Cursi? Pienso. Gaige es cualquier cosa menos cursi.
—Gracias, papá.
—¿Y Delaney? —Me llama por mi nombre, su espalda frente a mí
mientras larga el humo lejos de la terraza.
—¿Sí, papá?
—Todavía soy tu padre maldita sea —dice—. Debes asegurarte de
hacerle saber que si te rompe el corazón, tengo varias escopetas y acceso
a un gran abogado de defensa.
Ahogo una risa, sobre todo porque no estoy segura que mi padre 167
esté bromeando.
—Gracias, papá.
—Ahora, sal de aquí y déjame en paz ―dice. Sus palabras son
bruscas, pero su tono es juguetón—. Y por el amor de Cristo, trata de
mantenerte al margen de la prensa rosa, ¿quieres?
Llevo el correo electrónico a mi habitación, pero no lo miro hasta
que he cerrado la puerta. Cuando lo doy una mirada, mis manos tiemblan.
No estoy segura de si incluso se supone que debo leerlo.
Pero cuando lo hago, todo lo que dice se torna borroso, las palabras
desvaneciéndose en el fondo, mientras que las tres más importantes
parecen resaltar en la página.
La amo.
Gaige le dijo a mi padre que me ama. Y yo lo dejé plantado en el
hotel en Tokio.
29
Gaige
Traducido SOS por Ana09
Corregido por YaniM.

U
n vuelo de regreso a Dallas de casi trece horas y
desconectado de internet por elección propia. Antes de
siquiera dejar el aeropuerto de Narita en Tokio, mi teléfono
estuvo sonando con un mensaje tras otro de personas que vieron la
estúpida historia sobre Delaney y yo en algún sitio web de chismorreos. 168
Estoy seguro que eso era obra de Chelsea; la primera llamada que
probablemente hizo luego de dejar Marlowe Oil debe haber sido a un
tabloide.
Cuando comencé a recibir mensajes antes de abordar el avión, leí el
primero, un “santa mierda” de uno de los chicos de mi equipo, seguido de
otro sarcástico de una chica con la que tuve sexo. Luego apagué mi
teléfono y pasé el vuelo completo sin revisar mi correo y sin entrar a
internet. En su lugar, alterné entre recostarme en mi asiento sin dormir y
pensando en Delaney, y ver películas de mierda, y pensando en Delaney.
Beau no respondió a mi correo cuando me desperté esta mañana.
Así que cuando llegue a la casa de Delaney, podría muy bien estar
caminando sobre una jodida zona de guerra.
El conserje del hotel dijo que Delaney regresó a Dallas, así que al
menos eso era algo. No fue directo a Manhattan. Por supuesto, eso no
significa que se quedará en Texas.
Ni siquiera puedo imaginar lo que dirá Anja. Esto confirmará todo lo
que siempre ha pensado de mí y el gigante desastre que soy. Puedo
imaginarme su reacción: “Primero, participas de esas estúpidas carreras de
motos, ¿y ahora esto? ¿Follando a tu propia hermana? Sabía que eras
basura blanca, justo como tu padre”.
Ni siquiera enciendo el teléfono cuando aterrizamos. Probablemente
debería arrojarlo a la basura y salvarme de los miles de mensajes que
seguramente me dirán cómo de desagradable es que esté follando a
Delaney.
Cuando mi maleta aparece sobre la cinta, gimo. Una gran etiqueta
que dice “Aviso de Inspección” se encuentra pegada en el frente, y toda
la maleta se mantiene unida en el centro con un estirado cordón elástico
porque el cierre se ha roto.
Lo cual es perfecto, en serio. Es la guinda de un pastel de mierda.
Fuertes truenos retumban afuera, una tormenta de verano añade
otra capa de maravillas a este maldito día. La lluvia cae sobre los espacios
descubiertos fuera de la terminal, y simplemente no me importa una
mierda estar empapándome mientras camino por la acera. ¿Dónde se
hallan los jodidos taxis cuando necesitas uno?
Un taxi reduce la velocidad y se detiene junto a la acera, y el
conductor sale.
—Estás de pie bajo la lluvia —señala, no tan amable.
—No me digas —replico, dándole mi maleta. La mira con
desagrado. Así que ahora me gano la mala mirada de un taxista. 169
—¡Gaige! —La voz de Delaney sale de la nada. Giro a mi alrededor
para verla corriendo por la acera, agitando sus brazos hacia mí como una
lunática. Cuando me alcanza, le falta el aliento—. Estacionamos justo ahí
—dice, señalando un auto a diez metros de distancia, sus luces de
emergencia parpadeando.
—¿Qué? ¿Quiénes? —No es la pregunta correcta, pero me
encuentro sorprendido porque me esté buscando.
—Daniel —dice—. Uno de mis amigos. Es… —señala a un tipo a unos
metros, quien blande como un loco su paraguas de tela escocesa y
hablando en voz alta con un guardia de seguridad del aeropuerto.
—Sí, sé que esta es un área de descarga —grita—. No soy un
completo imbécil. Puedo leer una señal. Mi amiga está justo ahí y oh, por
amor de Dios, ni siquiera voy a escuchar nada ahora.
—¿Qué es…? ¿Quién es ese? —pregunto—. Creo que está a punto
de golpear a ese guarda con su paraguas.
Delaney lleva una mano a mi pecho.
—Detente. No hables —dice—. Vine aquí para decir algo. Este
realmente no es el lugar adecuado, en medio de todo, con la maldita
lluvia y es probablemente el lugar menos romántico que alguna vez…
—Miren, ¿necesitan un taxi o no? —interrumpe el conductor en voz
alta, justo a mi lado—. El taxímetro está corriendo.
—¡No! ¡No necesitamos un taxi! —grita Delaney, su voz afilada—.
¿Solo nos daría un jodido segundo?
El conductor nos maldice, y mi maleta aterriza junto a mis pies con un
golpe.
—Oh, mi Dios —dice Delaney, su voz exasperada—. Solo quería decir
una cosa…
—Señorita, si usted y su novio ya terminaron, están a punto de
remolcar el auto de su amigo. —El guardia de seguridad llama sobre su
hombre.
Ahora toda la situación empieza a tornarse ridícula. Delaney luce tan
claramente enfurecida que no puedo evitar reírme.
Delaney sostiene su mano en alto sin mirar al guardia de seguridad.
—No —dice—. No he terminado. Nosotros no hemos terminado
—Delaney, vámonos. —Sujeto sus brazos y trato de llevarla hacia su
auto esperando.
170
—Leí el correo que le enviaste a mi padre —suelta abruptamente.
—¿Leíste mi correo?
—Me lo dio —dijo—. Y no va a matarte. O a mí. Quiero decir, podría
matarte, pero solo si rompes mi corazón.
Divaga de la manera en que lo hace cuando se pone nerviosa, y
difícilmente estoy siguiendo lo que dice, pero es la cosa más adorable que
he visto nunca.
Y luego se detiene, inhala profundamente antes de pronunciar las
palabras en una enorme exhalación. Las palabras.
—Y creo que estoy enamorada de ti. Estoy enamorada de ti. Te amo.
Ni siquiera espero a que termine de hablar antes de llevar mi boca
sobre la suya, silenciando sus palabras. Es como algo salido de una maldita
película, besándola bajo la lluvia, sus manos en mi camisa, acercándome
a ella, dentro de nuestro propio mundo privado.
Al menos, permanecemos en nuestro propio mundo privado por diez
jodidos segundos antes de que el guardia de seguridad me toque en el
hombro.
―¿Esto se parece a un hotel? —pregunta—. Saquen sus traseros de
la acera y entren al auto antes de que haga que lo remolquen.
Delaney mira entre él y yo, sus ojos amplios, antes de echarse a reír.
—Vamos —dice—. Salgamos de aquí.

171
30
Delaney
Traducido por Mae & BlackRose10
Corregido por YaniM

—O
bviamente, estás obligada a hacerlo desfilar sin
camisa. —Daniel gira hacia mí mientras toma un
sorbo de su Margarita—. Es lo justo, ya que fui el que
te llevó al aeropuerto para su dramática reunión.
172
—¿Por qué hablas de mí como si no estuviera aquí? Si quieres, estaría
encantado de quitármela en estos momentos. —Gaige toma el dobladillo
de su camisa y falsamente la levanta, mostrando un poco de sus
abdominales.
—No me tientes —dice Daniel—. Tengo que ser bueno.
—¿Desde cuándo eres bueno? —Tomo mi Margarita y doy un vistazo
a Gaige, quien me devuelve la sonrisa, luego me aprieta la pierna debajo
de la mesa—. Nunca eres bueno.
—Desde que tengo novio —dice Daniel, con aire satisfecho mientras
cruza los brazos sobre el pecho.
—¿Qué? —chillo—. ¿Quién es ese tipo? ¿Cuándo empezaste a
verlo? ¿Y por qué no me lo dijiste?
—No eres la única que puede guardar un secreto, muñeca —dice.
Abre su teléfono y nos muestra fotos, y yo suelto apropiados oohs y ahhs
mientras escucho los detalles sobre su nuevo amor, mientras Gaige desliza
su brazo alrededor de mi hombro.
Me siento cómoda al estar aquí con Gaige. Sólo ha pasado una
semana desde que todo pasó, pero se siente como si Gaige y yo
hubiésemos estado juntos siempre.
Cuando Daniel se detiene en medio de la conversación, porque su
nuevo novio lo llama, Gaige se inclina y susurra en mi oído—: No llevas ropa
interior, ¿verdad?
Golpeo su brazo.
—Es mi hora de descanso —le digo—. Venía de la oficina. Por
supuesto que estoy usando ropa interior.
—Ve a quitártelas al baño —dice.
—No —susurro, mirando a Daniel sobre la mesa—. Detente. Estás
siendo malo.
Su cálido aliento en mi oreja me provoca piel de gallina en mi cuello.
—Estoy a punto de ser muy malo —dice en voz baja—. Ahora,
levántate, ve al baño, quítate las bragas, y tráemelas. Y voy a hacerte
correr camino a casa.
Sus palabras hacen que el calor recorra mi cuerpo, igual que en
ocasiones anteriores.
—Está bien —digo, bajando de mi taburete. Gaige recorre con las
manos mis caderas hasta mi culo y me da una palmada juguetona—.
Estamos en público, para. 173
Se inclina acercándose, su voz es ronca.
—Tenemos que alejarnos pronto del público —dice.
—¿Te vas? —Daniel levanta la vista de su celular.
—Baño —le digo—. Regreso en un minuto.
Cuando vuelvo, deslizo mis bragas en el bolsillo de Gaige y lo beso
en la mejilla. Me aprieta contra él y puedo sentir su erección a través de sus
vaqueros, rogando por mi atención.
—Pagamos la cuenta —dice.
—Oh, mi Dios, son como un par de adolescentes con sus besuqueos
—dice Daniel.
—He estado cerca de ti y en muchas de tus citas para siquiera
escuchar tus quejas —le digo mientras salimos del restaurante—. Y eres
peor de lo que somos.
—Es cierto —dice Daniel—. ¿Hora de descanso la próxima semana y
llevo a mi nuevo novio?
—Definitivamente.
Gaige camina hacia el lado del pasajero de su auto para abrirme la
puerta, pero se detiene con la mano en la empuñadura. Me da vuelta y
me empuja contra el lateral del auto, pasando la palma por mi cintura y
sobre mis caderas.
—Quiero follarte aquí mismo, ahora mismo —dice, su lengua roza el
lugar sensible justo debajo de mi oreja.
—¿En medio de la plaza de estacionamiento del restaurante? ―me
quejo—. Esa no es una manera de mantenerse al margen de la prensa
rosa. —Hace unos días, el encargado de Relaciones Públicas de mi padre
emitió una declaración acerca de nuestra relación, aclarando al público
en general que teníamos el apoyo de mi padre y que, dado que no nos
encontrábamos realmente relacionados y ni siquiera crecimos juntos, no
era un problema. Hubo un poco de prensa amarilla, y algunas personas se
marcharon de Marlowe como signo de protesta por el hecho de que un
Presidente Ejecutivo, amante del incesto, dirigiera la empresa, pero eso era
básicamente más de lo mismo. Aun así, las palabras expresadas de mi
padre fueron—: Por favor, no hagan nada que pueda causar un
escándalo público durante las próximas semanas, por lo menos, así no
tengo una muerte prematura.
Y Gaige con sus manos sobre mí en medio de este estacionamiento 174
en el que cualquiera podría atraparnos sin duda contaría como una
potencial causa de escándalo público.
Gaige gime mientras se aleja de mí y abre la puerta del auto.
—No voy a tocarte aquí —dice—. Pero esto es lo que va a pasar. Voy
a meterte en este auto, y en el camino haré que te corras en mis dedos.
Luego vas a llevar ese culo muy bonito hasta la casa de huéspedes y
terminaremos lo que nunca iniciamos en Tokio. Caerás de rodillas antes de
que la puerta siquiera se cierre, y me chuparás hasta que me corra en esa
bonita boca tuya.
—¿Y entonces qué? —Mi corazón se acelera, y el latido entre mis
piernas ya es insistente.
Hace un gesto hacia el auto.
—Siéntate, querida —ordena—. Te lo diré durante el camino a casa.
Gaige se retira de la zona de estacionamiento, pero ni siquiera
espera un momento hasta que inicia.
—Levanta esa falda por encima de tus muslos —ordena.
Levanto mis cejas.
—Estamos en medio de la ciudad y alguien puede ver lo que estoy
haciendo —le digo—. ¿Muy escandaloso?
—Hasta tus muslos, no sobre tu culo —dice—. Y desabróchate la
camisa. Te ves demasiado profesional y quiero ser capaz de ver esas tetas
turgentes que tienes.
Desabrocho los dos botones superiores lentamente mientras Gaige
conduce entre el tráfico.
—Uno más —dice, y cumplo, sintiéndome increíblemente expuesta.
Mis pezones se presionan ya con fuerza contra la tela de mi sujetador de
encaje, y la humedad entre mis piernas es una distracción.
—¿Estás mojada? —pregunta.
—Sí. —Mi voz es entrecortada—. ¿Qué quieres que haga?
—Permíteme abandonar la autopista —dice. Está tomando el largo
camino de regreso a casa de mi padre, por las carreteras y lejos de las
miradas indiscretas. Me relajo contra el asiento mientras su velocidad
disminuye. Acercándose a mí, su mano se desliza por mi muslo hasta que
sus dedos tocan el pliegue en la parte superior de mi pierna. Levanto más
mi falda, sobre mi culo hasta que mi piel se halla desnuda contra el asiento
de cuero—. Superaste tu negación por levantar tu falda lo suficientemente 175
rápido —dice.
—Tócame —le digo mientras alcanza entre mis piernas, gimiendo
cuando siente lo mojada que ya estoy. Luego retira sus dedos y los lleva de
nuevo en el volante.
—Tócate —ordena, y toco tentativamente mi coño con mis dedos,
deslizándolos sobre mi clítoris, ya cubierto con mi humedad—. Abre tus
piernas.
Obedezco, poniendo mis dedos sobre mi clítoris mientras serpentea
recorriendo el camino de vuelta a casa. Cierro los ojos mientras la
excitación atraviesa mi cuerpo.
—Desabotónate la camisa —dice, su voz cautivante, y lo miro
viéndolo observándome y luego de nuevo a la carretera. Deslizo mi mano
entre sus piernas, sintiendo su dureza—. No a mí. Quiero que te hagas venir.
Vas a tener mi polla en tu boca lo suficientemente pronto.
Sus palabras envían una ráfaga de humedad entre mis piernas y me
escucho gemir.
—¿Te gusta eso? —pregunta—. Bien. Quiero ver tus tetas. Desliza tu
sujetador hacia abajo y tócate los pezones.
Deslizo mi sujetador hacia abajo, froto mi pulgar sobre mis ya erectos
pezones, primero uno y luego el otro, antes de poder soportarlo más y
tener que volver a poner mis dedos entre mis piernas.
—Bien —dice—. Eso es. Toca ese perfecto coño tuyo. Introduce los
dedos en tu interior.
Se detiene mientras deslizo dos dedos en mi interior, presionando mi
palma con fuerza contra mi clítoris mientras me acaricio.
—Háblame —le ruego—. Dime lo que vas a hacerme.
—Voy a darte una palmada en ese curvilíneo culo que tienes con
cada paso que des hacia la casa de huéspedes —dice—. Entonces voy a
abrir la puerta, y antes de que se cierre, te quiero de rodillas, ¿entiendes?
—Sí. —Ahogo la palabra, mis dedos atascados dentro de mí, mi
palma presionada con fuerza contra mi clítoris mientras me llevo más y más
alto. Imagino la polla de Gaige en lugar de mis dedos, y ya estoy cerca de
venirme.
—Quiero tu húmeda y caliente boca en mí, ¿me oyes? Quiero tus
dulces labios alrededor de la cabeza de mi polla, chupando como la niña
buena que eres —dice—. Fóllate más duro con tus dedos.
176
—Gaige, estoy tan cerca, me voy a venir —me quejo.
—Vente para mí, querida —dice—. Vente para mí como me voy a
venir en esa dulce boca tuya.
Sus palabras me empujan al límite, y me vengo con un fuerte
gemido. Cuando abro los ojos, ya se ha detenido a un lado de la carretera
en algún lugar, sin darme la oportunidad de recuperarme, sale del auto y
se halla a mi lado en un instante.
—Mierda, Gaige —digo, retirando mis dedos de entre mis piernas.
—Me tienes tan jodidamente excitado que no puedo esperar más —
dice. Desabrocha sus pantalones y los deja caer alrededor de sus caderas,
de pie con las manos en el techo del coche y su cuerpo en el marco de la
puerta del lado del pasajero—. Chúpame ahora, Delaney.
Su voz es dura y exigente y mi coño palpita cuando me acerco
hasta encontrar su polla con mis labios. Una larga hebra de hilo pre-seminal
cuelga de la punta, y la atrapo con mi lengua, lamiendo la cabeza de su
pene antes de envolverlo con mi boca.
—Oh, mierda, cariño —se queja—. He estado esperando por tu boca
todo el día.
Lleva su mano a mis cabellos, tirando de las raíces mientras lo chupo,
y me obliga a bajar más sobre su polla, sus movimientos tienen la cantidad
justa de rudeza e inflexibilidad. No puedo ver su rostro sobre el auto, y hay
algo en estarlo chupando aquí, a un lado de la carretera, siendo incapaz
de ver su rostro, mientras que cualquier persona que conduzca por esta vía
podría verlo de pie casualmente al lado del auto, que hace esto tan
insoportablemente excitante. Sus bolas están pesadas y llenas en mis
manos, y sé lo mucho que necesita venirse.
Mis movimientos son rítmicos, acariciando su longitud, chupando su
polla mientras lo masturbo con mi boca. Está duro, su polla palpitando, y sé
que está cerca por la forma en que gime mi nombre y tira de mi cabello.
Chuparlo me excita aún más y lo quiero dentro de mí.
Aleja mi cabeza de su polla de un tirón, con férreo control, y gruñe.
—No acabaré en tu boca —dice—. Acerca tu culo. Quiero venirme
en tu interior.
Hala mis pies y me besa en la boca con dureza, su mano cubriendo
mi pecho.
—Quiero que acabes realmente dentro de mí —susurro cuando se
retira.
—Mierda, no me digas eso —dice, comprendiendo lo que digo—. Ni
siquiera lo hemos hablado. 177
—Estoy en control de natalidad —digo—. Y estamos juntos. Estoy
limpia. —Acaricio su polla.
—Me hice la prueba —dice, besándome—. Estoy limpio. ¿Estás
segura?
—Estoy segura ―digo—. Quiero sentirte desnudo dentro de mí.
—Mierda, vas a putamente matarme —dice—. Harás que nos
arresten aquí, a un lado de la carretera. Deberíamos ir a casa.
—No anda nadie por aquí —replico—. Y no puedo esperar. —Me doy
la vuelta, coloco mis manos sobre el techo del auto, subiendo mi falda
para exponer mi culo, el aire caliente contra mi coño mojado y desnudo.
—Oh, infiernos —dice Gaige, y su pene desnudo presiona contra mi
entrada. Con un impulso me penetra, llenándome, sus manos en mi
cintura, empujándome contra su polla. Me habla mientras me penetra—.
Toca tu clítoris, cariño, y frótalo, porque tu boca me tenía tan cerca que no
puedo putamente esperar.
—Más duro —ruego, frotándome mientras me lleva más y más alto,
penetrándome con empujes cortos. Puedo sentir su pene desnudo contra
mis paredes, y lo aprieto con mis músculos cuando me golpea con fuerza
en el culo.
—Mierda, querida, sigue haciendo eso con tu coño y me voy a venir
en tu interior —advierte.
—Oh, Dios. —La idea de Gaige a mi merced casi me pone de
rodillas, y ya me estoy viniendo incluso antes de que me dé permiso, el
orgasmo superándome, fuerte e inesperado. Me sujeta, empujando en mi
interior una y otra vez cuando se viene, llenándome con su cálida semilla.
Después, todavía estoy palpitando a su alrededor cuando se ríe,
acercándome y quitándose la camisa. Usa la tela para limpiarme entre las
piernas.
—En serio, Gaige, ¿qué haces? —chillo—. ¿Cruzarás la puerta de la
casa de mi padre sin camisa?
—Es mejor a que atravieses la puerta de la casa de tu padre con
semen goteándote por las piernas, ¿no crees? —pregunta. Me besa en la
boca mientras me limpia, y el acto, potencialmente crudo, es de alguna
manera increíblemente erótico cuando Gaige lo hace—. Derramé mi
bebida; esa es mi historia.
Cuando se ubica otra vez en el asiento del conductor, me mira y
sonríe.
—No creas que porque te follé a un lado de la carretera, no voy a 178
necesitar tenerte en la cama tan pronto como entremos por la puerta —
dice.
31
Gaige
Traducido por Mae
Corregido por YaniM

—B
ueno, Akira-san no está contento, y por desgracia no
hay forma de que su compañía pueda salvar su
imagen —dice Beau, frunce el ceño mientras me mira
a través de la mesa en la cena.
179
No creo que se sienta totalmente cómodo ante la idea de que
Delaney y yo estemos juntos, pero no se opone tampoco, y por lo menos
nos ha apoyado públicamente. Tampoco se vio afectado el equipo,
supongo que es bueno que el escándalo ocurriera en el momento en que
lo hizo, durante el viaje, antes de que regresara oficialmente a las carreras.
Mi jefe dice que debería esconderme durante otro par de semanas y
darles todo el tiempo posible para olvidarlo. Pasar con Delaney unas
semanas suena muy bien para mí.
—Lo siento, Beau —digo. No lamento lo mío con Delaney, pero
lamento cómo sucedieron las cosas. Si Beau fuera cualquier otro hombre,
estoy seguro que me hubiera disparado y castigado con una demanda,
pero Beau solo hace un ademán de desdén, con su cuchillo en la mano.
—No —dice Beau, su acento de alguna manera se vuelve más
grueso—. Lo lamentarás si haces algo que lastime a mi hija.
—Papá —advierte Delaney—. Ya le has dicho eso.
—No hay nada malo en repetir las cosas —dice Beau—. Así es como
se graban en tu memoria.
—Te prometo que no haré daño a Delaney —digo—. Por mi honor.
A mi lado, Delaney resopla.
—No sabía que tenías honor —dice.
Beau nos mira mientras me señala con su cuchillo.
—Por tu bien, espero que lo tengas.
Delaney se ríe.
—Fue una broma —dice.
Beau niega.
—Dense un mes antes de empezar a bromear sobre esto —dice.
Más tarde esa noche, Delaney se recuesta sobre su estómago
desnuda en la cama, con los brazos sobre mi pecho mientras me mira.
—¿Así que tu representante te recomendó mantener un perfil bajo
durante unas semanas? —pregunta—. ¿Sin carreras?
—No sé nada de eso, cariño —le digo—. Sabes lo que necesito para
montar. Pero nada oficial.
—Sin trucos —advierte—. Nada estúpido.
—Lo juro —digo.
—No te creo —dice—. Si juras por tu polla, te tomaría mucho más en
serio.
180
—¿No es sagrada para ti? —Me río mientras paso mis manos por su
cabello.
—Oh, ¿se supone que sea sagrado? —pregunta, recorriendo mi
abdomen con la manos hasta llegar a mi polla.
—¿No dijiste que le hiciste un santuario?
—Mhmm —dice, y mi polla se endurece ante su contacto—. Pero eso
fue un santuario al molde que hiciste de ella. Hablando de eso...
¿realmente era tu polla?
Le doy la vuelta sobre su espalda, besándola suavemente en los
labios.
—Me hiere que no lo puedas afirmar.
Inclina la cabeza para mirarme.
—¿Así que tienes moldes de tu polla en tu casa en caso de
emergencias, o qué? —pregunta—. ¿Cómo conseguiste tenerlo para la
mañana siguiente?
—Tuve que hacer un esfuerzo —admito―. Concretamente, tuve que
conducir hasta una tienda para adultos a las dos de la mañana para
encontrar un kit de consolador.
—Te tomaste demasiado trabajo para una broma —dice ella.
—Tenía que impresionarte. —Acaricio su pecho y veo como su pezón
se endurece.
—¿Eso querías? —pregunta—. ¿Impresionarme?
—Siempre he querido impresionarte —digo—. Incluso cuando te
molestaba.
—Pero, ¿por qué? —pregunta. Se presiona contra mí, arqueando la
espalda, y puedo sentir su humedad.
—Porque me gustas desde que te conocí —digo, besando la punta
de su nariz.
—Pero siempre salías con otras chicas, y…
—Y era un chico estúpido en ese entonces —digo—. Y el verano en
que estuvimos juntos, no hubo nadie más que tú, Delaney. Incluso antes de
que me besaras. Una vez que empezamos a hablar, sólo... perdí el interés
en las demás.
Se arquea hacia mí para besarme, su toque es tierno, y cuando por
fin se aleja, su mano sigue en mi cuello.
—Nunca imaginé que significara algo para ti.
181
—Lo eras todo para mí —digo. No puedo creer que en todo este
tiempo no lo supiera—. Siempre fuiste tú. Y cuando no apareciste esa
noche, cuando te fuiste...
—Te vi en las noticias después —dice, con voz suave—. Siempre
había fotos de ti con otras chicas.
—¿Por qué crees que hubo tantas? —pregunto—. Me sentía
jodidamente destruido cuando te fuiste. Y luego, cuando regresaste...
bueno, no sabía qué diablos hacer contigo. Pero te quiero. Mucho, estoy
seguro. Creo que siempre te he querido, Delaney.
Sus ojos brillan por las lágrimas, se arquea para besarme, su lengua
encuentra la mía con avidez. Estoy haciendo mi mejor esfuerzo para ser
suave, tierno, besando su cuello, sus hombros, brazos y sobre sus pechos y
estómago, pero levanta mi cabeza y me mira, acunando mi rostro con las
manos.
—No lo hagas —dice ella.
—¿Qué no haga qué?
—No hagas el amor conmigo, Gaige —susurra—. No quiero cuidado.
Quiero que me folles.
—Diablos, Delaney —digo, pero mis palabras suenan roncas. Esta
chica sabe cómo presionar todos mis botones con las cosas que dice—. Te
digo que te amo y me dices que te folle duro.
Una amplia sonrisa cruza su rostro, y toma mi polla, guiándola entre
sus piernas. Con un impulso estoy en su interior, y se encuentra cálida,
húmeda y apretada. La embisto lentamente, dolorosamente lento,
torturándola solo por el placer de hacerlo. Haciéndole saber que todavía
tiene el control.
Sujeta mis nalgas y me empuja hacia su interior, y luego la follo con
más fuerza. Me hace saber que no soy quien tiene el control aquí.
La monto hasta que jadea, gimiendo mi nombre una y otra vez, y
cuando me retiro, suspira, exasperada.
—¿Qué haces?
—No querías que fuera tierno —le digo—. Querías que te follara.
Delaney sonríe.
—Sí —susurra.
—Entonces gírate y deja que te folle.
182
Delaney cae sobre sus codos, su culo en el aire, y me deslizo
fácilmente de nuevo en su coño dispuesto. Gime audiblemente,
agarrándose a las almohadas, presionando su boca contra una mientras la
follo, mis embestidas son más duras mientras grita más fuerte. Presiono un
dedo contra su culo, y se mueve hacia mi toque.
—Oh, Dios mío, Gaige —lloriquea.
—¿Qué?
—Harás que me corra. —Gime. La penetro totalmente, llenándola
hasta que no quepo más en ella.
—Córrete para mí, cariño —le ordeno—. Dime que quieres que te
llene con mi semen.
—Sí, sí. —Gime—. Me encanta la forma en que se siente cuando te
corres dentro de mí.
Dice esas palabras y me dejó ir, mis bolas se aprietan y luego sueltan
mi semilla, sujeto su cintura con las manos mientras la embisto tan fuerte
que creo que podría atravesarla. Ella grita mientras sus músculos se tensan
a mí alrededor, sus espasmos ordeñan cada onza de mi polla.
Después, la presiono contra mí, aún en su interior, y la hago rodar a
mi lado en la cama, envuelvo mi pierna a su alrededor. Nos quedamos allí
en silencio, y escucho su corazón latiendo junto al mío, su respiración aún
entrecortada.
Yaciendo allí con ella, mi corazón se siente como si fuera a explotar.
Me siento contento, y esa no es una sensación familiar.
Está tan callada que creo que se durmió hasta que susurra
suavemente—: Te amo, Gaige.
—Te amo, Delamey.
Me golpea en el brazo.

183
32
Gaige
Traducido SOS por July Styles Tate
Corregido por YaniM

E
stoy pasando el rato en la piscina con Daniel, su idea, no la mía,
algo sobre la necesidad de conseguir un poco de sol. El tipo
hace teatro, así que está en medio de audiciones sin nada que
hacer durante el día, y Delaney trabaja hoy. Debido a que debo pasar 184
desapercibido por el próximo par de semanas, eso significa que voy al
gimnasio y monto la moto, pero no en público. Y hoy, significa que estoy
pasando el rato en la piscina con Daniel, quien es muy genial.
Nos encontramos expuestos al sol en unas tumbonas y Daniel me
cuenta de Delaney y de cómo era en la universidad.
—Totalmente del tipo A —dice.
—¿Algunos novios que necesite asesinar?
—Ooh, posesivo —dice Daniel—. Me gusta. Pero ni una palabra. Me
temo que no beso y cuento y tampoco Delaney.
—¿Eso significa que hay alguien a quien debo matar, entones? —
digo, y estoy a punto de continuar cuando escucho la voz de Anja
mientras reduce su caminar—. Maldita sea.
Daniel asoma los ojos sobre el borde de sus gafas de sol.
—¿Esa es la malvada madrastra de Delaney?
Me quejo.
—Es mi madre —digo. Como de costumbre, anda vestida de forma
ridícula, esta vez se trata de una especie de vestido tubo de color púrpura
con extraños cortes que exponen su cuerpo, algo que ningún hijo quiere
ver. Y los zapatos tienen clavos de plata en los tacones. Detrás de ella la
sigue el tipo con mayor aspecto de gilipollas que he visto en mi vida, con el
cabello oscuro gelificado hacia atrás y un bronceado artificial de color
naranja. Lleva una camiseta medio transparente y un par de pantalones
elásticos que bien podrían ser de Delaney.
Cruzo la puerta para reunirme con la malvada bruja y su mal siervo.
—Buenos días, madre —digo—. Apareciéndote aquí realmente
elegante, ya veo.
—Vine a recoger mis cosas, mientras tu padre se encuentra en el
trabajo. —Resopla
—Le diré al personal de limpieza que vigile la plata —digo.
—Puedo ver que tu actitud no ha mejorado nada.
—Ha mejorado mucho —digo—. Pero contigo aquí, se agría
rápidamente.
—Así que no has entrado en razón, entonces —dice—. Sigues
persistiendo con esta relación repugnante.
Mi ira resurge, y me esfuerzo por mantener la compostura, solo
porque a mi madre no hay nada que le encantaría más que provocar una
reacción de mi parte. Eso sería exactamente lo que querría, y no estoy 185
inclinado a complacerla en todo.
—Es irónico que encuentres nuestra relación repugnante cuando
estás obviamente con este pequeño duende de aquí.
Anja estrecha los ojos mientras me mira.
—La dejarás ahora, o te dejaré afuera de mi testamento.
―¿Queda algo? —pregunto—. Siempre asumí que gastaste todo en
vodka y en cigarrillos.
—¿Fumas? —pregunta Chico Naranja, antes callado, luciendo
sorprendido.
—No —responde con brusquedad.
—Oh, hace muchas cosas que estoy seguro desconoces —digo—. El
yoga es solamente la última moda. Madre, apreciaría si me dejaras afuera
de tu testamento. De esa forma tendré la seguridad de que no volveré a
recibir ninguna visita como esta otra vez.
—Siempre has sido un pequeño ingrato de mierda —dice ella—. No
eres nada sin mí. Yo te crié.
—Sí —digo—. A pesar de tus mejores esfuerzos por lo contrario, has
criado a un hijo que gracias a algún giro del destino fue capaz de
encontrar a una chica como Delaney. Y no me importa lo que digas, solo
vete a la mierda.
—No me hables de esa manera —dice, pero le doy la espalda y
regreso a la piscina.
―Ahora llamaré al personal de limpieza —digo—. Estoy seguro que
mejor sería que te escoltara uno de los guardias de seguridad mientras
empacas tus cosas.
Me dirige una andanada de maldiciones, pero no la escucho
mientras regreso a la tumbona junto a Daniel.
—Bueno, eso fue dramático —dice.
Descanso contra la silla y cierro los ojos.
—Soy Gaige O'Neal —digo—. ¿De verdad esperarías jodidamente
menos?
Más tarde, me siento en la silla de gran tamaño en el salón de
huéspedes. Delaney se sienta en mi regazo, acurrucada con su rostro
escondido en mi cuello. Un año atrás, si me hubieras dicho que sería feliz
abrazando a una chica, y mucho menos a Delaney Marlowe, te habría
dicho que te fueras a la mierda. Sin embargo, aquí estamos. Y se siente 186
bien.
—Daniel dijo que hoy te incitó a pasar tiempo en la piscina con él —
dice—. Se hallaba totalmente deslumbrado por ti.
—Bueno, soy un tipo atractivo —digo—. Asegúrate de no olvidarlo.
Delaney se ríe.
—Voy a intentarlo —dice—. Así que Anja apareció, ¿eh?
—Junto al instructor de yoga con el que se está viendo, Paul o algo
así —dice—. Tu pobre padre.
Permanece en silencio durante un minuto.
—Creo que más que nada debe sentir alivio, la verdad.
La alejo y la miro con cuidado.
—¿Crees que en realidad haya esperanza para nosotros, entonces?
—¿Como un felices para siempre y todo eso? —pregunta—. No sé si
funcionará, Gaige.
—Bueno, mierda, al menos, nadie puede decir que no eres honesta.
—Me ofendo ante sus palabras.
—No —dice—. Déjame terminar. No sé lo que deparará el futuro ni
nada de eso. No sé si funcionará. Pero sé que cuando encuentras a
alguien que te hace pensar en el futuro de esa manera, tienes que saltar
con los dos pies, y darle una oportunidad.
—Eres jodidamente romántica —digo.
Delaney me golpea.
—No todo será arco iris y sol, ya sabes —dice.
—Dios, jodidamente espero que no —digo.

187
33
Delaney
Dos años después

Traducido por Scherezade


Corregido por YaniM

—¡O h, Dios mío, Gaige, date prisa! —grito escaleras


arriba—. ¡Se nos hace tarde para la boda! ¡El chofer
de la limosina está, literalmente, de pie frente a la
188
puerta!
Gaige baja las escaleras vestido con un esmoquin, luciendo tan
atractivo que juro que mi ropa interior se estaría derritiendo. Si llevara
bragas debajo de este vestido. Pero no lo hago, a petición de Gaige. Es
totalmente inapropiado, pero entonces Gaige y yo nunca fuimos
realmente del todo apropiados, supongo. Me ofrece una de sus sonrisas
arrogantes y me silba.
—Caray. Mírate.
—¿Bien? —Doy un giro luciendo el vestido, un vestido color vino con
un solo tirante.
—Genial —dice Gaige, deslizando su mano alrededor de mi espalda
e inclinándome hacia atrás mientras me besa. Le pego en el brazo, y me
endereza.
—No te metas con mi cabello —le digo.
—Estoy pensando en llevarte al piso de arriba, así puedo hacer
mucho más que echar a perder tu cabello —dice. Lame el lóbulo de mi
oreja y lo aparto.
—Te mancharé con lápiz labial, y sabes que Robyn te mataría —le
digo—. Y mi padre te matará si llegamos tarde para su boda porque me
estás corrompiendo.
En el auto, aparto de nuevo la mano de Gaige, ya que vaga por mi
vestido.
»Eres terrible.
—¿Te encuentras desnuda debajo de ese vestido? —pregunta, en
voz baja en mi oreja.
—Sí —le digo—. Pero tienes que mantener las manos fuera de mí
hasta después de la boda. —Mi padre se está volviendo a casar. Su
prometida es maravillosa, es inteligente y exitosa, una abogada litigante
corporativa. No toma la mierda de mi padre, y él nunca ha estado tan
feliz. Y vamos tarde para su boda, que es precisamente en treinta y tres
minutos.
—Un castigo cruel e inusual —dice.
La boda es hermosa, pequeña y adecuada para el tercer
matrimonio de mi padre, solo la familia y amigos en una iglesia en el centro
de Dallas. Anja no está invitada, obviamente, y mi madre no se halla allí. Mi
madre no ha vuelto a hablar con nosotros desde el principio del escándalo 189
cuando Gaige y yo fuimos descubiertos, incluso aunque el escándalo en sí
se desvaneció rápidamente. Gaige fue capaz de volver a las carreras un
mes más tarde. Su cadena de victorias en la pista provocó un mayor
seguimiento del público. El escándalo aún se cernía un poco sobre él, y a
pesar de que fue alimentado de vez en cuando por un reportero
excesivamente celoso, el divorcio de Beau y Anja lo hizo más o menos un
punto discutible.
Abrazo a mi padre y a Robyn antes de ir a la recepción.
—Estoy tan feliz por ambos —digo, y antes de darme cuenta, estoy
llorando—. Lo siento —esnifo, maldiciendo mis hormonas por hacerme
llorar—. Es solo un día tan hermoso.
En la limosina, Gaige me rodea con un brazo.
—Es agradable ver tan feliz a tu padre.
—La boda fue hermosa —le digo. Y me encuentro llorando de
nuevo.
Gaige acuna mi barbilla y estudia mi rostro. Me pongo colorada bajo
su mirada, y sé que tengo que decirle. Solo he estado esperando el
momento adecuado.
—No creo que jamás te haya visto llorar tanto en un día —dice.
—Gaige, yo… —empiezo, pero me interrumpe, besándome
suavemente en los labios.
—Espera. Tengo algo que mostrarte.
—Tengo algo que necesito… —decirte, quiero terminar, pero antes
que pueda, me está sacando de la limosina. Casi se me cae el bolso
mientras camino, pero Gaige lo recoge y quiero mostrarle lo que hay
adentro, pero no lo hago—. ¿Por qué estamos en casa de mi padre?
—Tienes que venir conmigo —dice—. Sin preguntas.
Sostiene mi mano, y uno de los empleados asiente hacia nosotros
mientras caminamos por el pasillo.
—Todo está listo, señor O'Neal.
—¿Qué? —pregunto—. ¿Qué está listo? ¿Qué estamos haciendo
aquí?
—Sin preguntas —dice Gaige en voz baja—. Solo ven conmigo.
Me lleva hasta la terraza acristalada en el techo, y abre la puerta de
cristal. El sol poniente baña toda la habitación en cálidos tonos rosas y
rojos. Las cadenas de pequeñas luces blancas cuelgan del techo y a los
lados de las paredes de cristal. El mobiliario ha sido apartado del centro de 190
la habitación, todo a excepción de una pequeña mesa con un paño
blanco. Y una pequeña caja azul con forma de huevo se encuentra en el
centro.
Antes de que pueda decir nada, Gaige toma la caja en la mano y
se arrodilla frente a mí. Las lágrimas se derraman por mi rostro mientras la
abre.
»Te amaba desde antes que supiera que tenía incluso la intención de
amar a alguien —dice—. Te quiero, para siempre. Cásate conmigo.
Digo que sí una y otra vez, y Gaige ríe mientras lo hago ponerse de
pie para besarlo.
—Esas son lágrimas buenas, ¿no?
—Sí, sí, sí —le digo—. Son muy buenas lágrimas. —Entonces me río
histéricamente y Gaige me mira como si estuviera loca.
—¿Que dije? —pregunta.
Niego.
—Son las hormonas —digo—. Estoy hecha un lío. Estaba a punto de
decírtelo en el auto, pero tenías todo… planeado y…
—¿Decirme qué? —pregunta.
Abro mi bolso y le entrego mi propia caja azul con forma de huevo,
viéndolo fruncir el ceño.
—Aquí —le digo—. Ábrela.
—¿También me conseguiste un anillo? —pregunta.
—No —le digo—. Solo tienes que levantar la tapa.
Desliza la tapa y sostiene la pequeña cuchara en la mano.
—¿Una cuchara de plata?
—No tenían ningún sonajero —digo.
Lo observo cambiar de expresión y una mirada de comprensión
pasa por su rostro.
—¿De verdad?
—De verdad.
—Hablas jodidamente en serio —dice—. ¿Estás embarazada?
Asiento.
—¿Estás feliz? —pregunto—. No puedo descifrarlo. ¿Estás feliz?
Me carga en sus brazos, dándome vueltas hasta que estoy mareada, 191
antes de apoyarme sobre el piso otra vez.
—¿Bromeas? —pregunta—. No puedo creer que estés siquiera
preguntándome eso. ¿Estoy feliz? ¿Vamos a tener un bebé? ¿Voy a ser
padre? ¡Voy a ser papá!
Grita, y una de las amas de llaves asoma la cabeza en la terraza
acristalada.
—¿Está todo bien?
Gaige se acerca a ella y la abraza, haciéndola girar alrededor antes
de besarla en la mejilla.
—¡Voy a ser papá, Marta!
Entonces Gaige regresa hacia mí a los saltos. No creo que lo haya
visto tan locamente feliz. No pensé que Gaige se pusiera tan locamente
feliz.
Gaige me besa de lleno en la boca.
»Te amo, ya sabes.
Hay pocas cosas en la vida que sé con certeza, pero por mucho, eso
sin duda lo sé.
Fin

192
Cannon
Hendrix "Cannon" Cole es un gran D*ck12.
Eso es D*ck con una D mayúscula.
Es apodado "Cannon"13 por el arma entre
sus piernas.
Está dañado, sucio y exigente. Un sexy-
como-un jodido ex-Marino.
Mi hermanastro.
Lo odiaba. Entonces lo amé. Entonces lo
odié de nuevo.
Nuestra historia es complicada. Pero mi
familia piensa que él es la solución perfecta a mi problema. Un
escándalo me ha arrojado al centro de atención, y estaré jodida si no 193
me quedo en el buen camino. Ahora, el nuevo trabajo de Hendrix es
asegurarse de que me comporte.
Lo que no contaba era estar atascada pasando cada momento de
vigilia con él.
El calor entre nosotros es explosivo. Pero si dispara ese cañón, los dos
nos quemaremos.

PRONTO EN PARADISE BOOKS

12
Dick traducido al español es cretino.
13
Cannon al español es Cañón, palabra utilizada con doble sentido.
Sabrina Paige
Wall Street Journal Bestselling Sabrina Paige escribe acerca de
mujeres inteligentes, atractivas, atrevidas y hombres machos alfa posesivos.
A ella le encanta escribir acerca de las relaciones de odio al amor y le
gustan los escenarios divertidos y exagerados en sus libros. Su novela más
nueva, Killian, alcanzó el # 1 en la lista de Amazon Bestseller de Amazon en
mayo de 2016. Su novela Tackled alcanzó el # 1 en marzo de 2016, y
Príncipe Albert alcanzó el # 1 en noviembre de 2015. Prick, Tool, Cannon y
Luke han sido Top 10 Amazon Kindle Bestsellers, y Elias y Saving Axe han sido
de los 20 mejores vendedores. Ella ha encontrado su propio feliz para
siempre con su marido militar activo e hija adorable.

194
Traducido Corregido &
Diseñado por:

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