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YI JIN JING
Se considera que el budismo comienza a ingresar a China a
mediados de la dinastía Han, 206 a.C. – 220 d.C., a través de la
ruta de la seda, y se extiende por todo el territorio con una
rapidez probablemente explicable por el profundo parecido de
sus postulados con los del taoismo. Sin contacto alguno en su
origen, y de evolución paralela, ambas doctrinas tienen
muchísimos puntos de coincidencia.
Entre los años 520 y 527 de nuestra era, un monje budista
llamado Bodhidharma, nacido como príncipe en el sur de la
India hacia el año 483, fue invitado por el emperador de China a
predicar la doctrina. Pero parece que Bodhidharma no fue lo
suficientemente genuflexo frente al emperador, sino más bien todo lo contrario, y éste lo
desterró a un todavía ignoto templo en las montañas de la provincia de Henan que tenía poco
más de un siglo de construido, cuyo nombre significaba Pequeño Bosque, o Bosque Joven. Era el
templo Shao Lin.
El emperador se consideraba un gran budista, que había mandado construir numerosos
templos en honor a Buda, por eso cuando supo de la llegada de éste gran maestro de la
Indiaquiso entrevistarlo. Cuando lo tuvo en palacio, el emperador le preguntó a Bodhidharma
qué grado de mérito consideraba que había alcanzado con sus ofrendas y templos, convencido
de que sólo saldrían elogios de la boca del maestro, como solía ocurrir con todos sus invitados.
Pero la respuesta de Bodhidarma fue: “ningún mérito en absoluto”.
¿A qué se refería Bodhidharma con esta brutal respuesta al emperador? A que edificar
monasterios, hacer caridad y ordenar monjes es cultivar bendiciones, pero no méritos. Las
bendiciones generan un buen karma, que permitirá a la persona renacer en estadios superiores
en futuras vidas, pero no liberan del mundo fenoménico, de la eterna rueda del Samsara de
muerte y renacimiento. Los méritos, en cambio, son los que nos liberan de la cadena de
renacimientos, permitiéndonos experimentar el estado natural de la mente, la naturaleza de
Buda que siempre estuvo y está en nosotros, pero envuelta en los velos de la ignorancia.
En el templo Shaolin, Bodhidharma se encontró con que los monjes se hallaban en pésimo
estado físico, ya que no poseían una práctica cotidiana para cuidar y fortalecer “el vehículo”, es
decir el cuerpo, sin cuyas energías vitales, por muchas horas diarias de práctica meditativa que
se realizara, la iluminación no sería alcanzable.
Cuenta la historia que Bodhidharma se recluyó entonces en una cueva de la misma montaña
y permaneció allí sentado frente a una pared durante nueve años, para volver luego, al término
de este período, con dos tratados sobre la alquimia interna y externa. Uno se perdió, el de la
práctica para desarrollar el potencial interno y más sutil, el Si Suei Jing, o “Tratado del lavado de
las médulas”, pero por tradición oral han sobrevivido sus fundamentos.
El otro, “Tratado para ejercitar los músculos y tendones”, popularizado en Occidente como
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“Cambio músculo‐tendón”, se conserva. Éste es el Yi Jin Jing, que perdura prácticamente intacto
hasta nuestros días, corroboradas sus virtudes por la examinación científica más rigurosa, y
difundido actualmente en forma oficial por la Asociación Nacional China de Qi Gong
Terapeutico. Fue precisamente en una Universidad china, la Facultad de Medicina Tradicional
China de Nanjing, donde lo aprendimos.
Bodhidharma, o Da Mo, como se lo llamó en China, dejó una impresión tan fuerte en sus
contemporaneos que trascendió a su época, en forma de invalorables enseñanzas, de
numerosos retratos, e incluso de leyendas, como las que cuentan que sentado en meditación en
su cueva se quedó dormido y, enfadado consigo mismo, se cortó los párpados y los arrojó al
suelo, y de ellos brotaron las primeras plantas de té; o la otra leyenda que narra cómo, de tan
intensa que era la presencia de Bodhidharma, y tan perfecta la inmovilidad de su postura
meditativa, su sombra quedó grabada en la piedra de la cueva. Todavía hoy se conserva en el
templo Shaolin la piedra donde supuestamente quedó impresa su figura.
Durante la dinastía Tang, 618 – 907, China experimenta un florecimiento cultural, que mucho
le debe a la expansión del budismo Chan, a partir de las enseñanzas de Bodhidharma en el
templo Shaolin.
Se atribuye a Bodhidharma, vigecimo octavo patriarca en linaje directo desde Buda, la
parternidad del budismo Chan, que al llegar luego a Japón se conocería como Zen, término que
se hizo muy popular en Occidente.
Algunas crónicas de principios del siglo XI afirman que el Budismo con las características de
transmisión directa y experiencial del Chan, o Zen, nace del “Sermón de la flor”, que se dice
impartió Buda Sakiamuni, cuando en vez de predicar un sermón como siempre lo hacía, un día
se mantuvo en silencio frente a sus seguidores, limitándose a extender su mano sosteniendo
una flor entre los dedos. Nadie vio nada especial en este gesto, salvo su discípulo
Mahakashyapa, que sonrió súbitamente iluminado.
El budismo Chan era la perfecta conjunción del budismo con el taoismo: práctico,
experiencial y directo, soslayando la erudición libresca y los pavoneos intelectuales. El nombre
Chan viene de chan‐na, que es una transcripción al chino del término hindú Dhyana, que
significa meditación, con el fin último de descubrir la verdadera naturaleza de la realidad.
Durante la dinastía Tang la fama de los monjes Shaolin se extendió por toda China. Allí se
afianzó el concepto del guerrero espiritual, quien en su búsqueda no desprecia el mundo, ni su
propia salud física, ni las artes del combate, pues consideraba que la batalla espiritual era tanto
exterior como interior.
Las técnicas de combate con las manos vacías son parte del legado espiritual del templo
Shaolin, provenientes de las enseñanzas de Da Mo, y es posible que estos conocimientos
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encuentren sus raíces en una tradición remota, el Vajramukti, milenario arte de combate de la
India, cuya práctica incluía secuencias preestablecidas llamadas nata. Sidharta Gautama mismo,
cuando todavía era príncipe Ksatriya, había recibido este entrenamiento.
El Yi Jin Jing que transmitió Bodhidharma a los monjes Shaolin consiste en una secuencia de
12 rutinas de ejercicios para fortalecer y flexibilizar la columna, los miembros, y los órganos
internos. Está probado que esta secuencia restablece la salud y la mantiene, previniendo
enfermedades y prolongando la vida. Tiene efectos notables sobre el sistema respiratorio,
vascular y nervioso. Mejora la flexibilidad y fuerza de los músculos, y como todo Chi Kung, a la
vez que fortalece, relaja la mente y el cuerpo, y los integra.
A continuación haremos una breve descripción de los beneficios fisiológicos de cada uno de los
12 ejercicios de la serie. No se describe el modo de realizarlos, ya que es una rutina compleja,
que debe aprenderse bajo la guía y supervisión de un profesor idóneo.
Las figuras fueron realizadas por Pan Wei en el año 1858 para el libro “Claves sobre el cuidado
tradicional de la salud”, con un breve texto en verso acompañando cada imagen, que
sintetizaba la finalidad del ejercicio.
1, 2, 3. El guardián del templo hace 3 ofrendas.
1. “Cuando la mente está en calma el Chi vuelve a su lugar”. El espíritu se serena y
concentra para comenzar la rutina. Las manos, en postura de rezo frente al pecho,
coordinan lados derecho e izquierdo del cuerpo, y los hemisferios cerebrales. Se
unifican el Chi y la sangre. Al conectar los 10 dedos de las manos se activa la gran
circulación por los 12 canales de energía.
2. Drena y activa la energía de los 6 canales de los brazos.
Regula en Chi en corazón y pulmón. Fortalece y descongestiona el plexo
cardiorespiratorio, incrementa la circulación de Chi y sangre. Este ejercicio y el
siguiente abren los puntos Yin de la muñeca.
3. Se regula la energía de los 3 calentadores. La circulación de los 12 canales de
piernas y brazos. Se estimulan todas las cadenas musculares y las fascias. Se activa
la circulación sanguínea, energética y linfática. Se masajean los órganos internos,
se liberan toxinas de los tejidos.
Fortalece hombros, brazos y piernas.
En los 3 ejercicios la concentración se focaliza en las manos.
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4. Atrapar una estrella y contemplarla para iluminar el espíritu.
Mirar fijamente la mano elevada, con la mente fija en Mingmen, conduce la energía
a riñón y fortalece la esencia. El riñón es el hogar de la esencia. Antes de elevarse, la
mano se posa sobre el punto 30 del meridiano de Vb. La otra mano permanece con
el dorso sobre Mingmen.
5. Tirar de la cola de los 9 bueyes.
Energiza pulmón, pericardio y corazón, a través de la activación de los puntos Shu
respectivos, (puntos 13, 14 y 15 del meridiano de vejiga, a los lados de la 3°,4° y 5°
vertebras torácicas, sobre el músculo romboides).
Fortalece los músculos y tendones de brazos y piernas. Fortalece los huesos. Abre el
gran vaso de la cintura. Flexibiliza las articulaciones. Desarrolla la coordinación. La
mirada permanece en el puño adelantado.
6. Empujar la montaña. (Mostrar las palmas de loto como una grulla blanca que
abre las alas)
Desbloquea el Chi del pecho. Drena el exceso de fuego del corazón. Abre y cierra los
puntos 1 y 2 del meridiano de pulmón, estimulándolos. Pulmón es el hogar del Chi.
Activa la circulación de Chi y sangre de todo el organismo. Mejora la oxigenación de
la sangre.
La mente se concentra en las manos que empujan.
7. Desenvainar la espada para auyentar a los 9 fantasmas.
El cuerpo se flexiona y se retuerce, se pliega y se estira, con lo cual los canales de Chi
se abren y cierran rítmicamente, mejorando su circulación. Higado, bazo y estomago
reciben un masaje de compresión y relajación que libera toxinas. Se activa la
cirulación en los vasos maravillosos Du, Ren y Dai.
Fortalece y flexibiliza los músculos del tronco. Estimula los puntos Shu. Abre y cierra
Tai Yin y Tai Yang equilibrando todo el Yin y Yang del organismo. Remueve las
energías viciadas y emociones aflictivas.
8. Tres platos caen al suelo.
Las manos bajan por los lados hasta el punto 30 de Vb. Mientras espiramos por la
boca con el sonido Hei, la atención se focaliza en en el paladar superior.
Este ejercicio sube y baja el Chi de corazón a abdomen, conectando corazón y riñón,
energías sexual y amorosa. Fortalece las piernas y atesora la esencia en riñón.
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9. El dragón negro muestra las garras.
Las manos en la postura wogu sobre el punto 13 del meridiano de higado, las piernas
todo el tiempo estiradas. La mente focalizada en la garra de dragón.
Moviliza las energías del hígado. Serena.
Abre el meridiano de Vejiga. Relaja torso y cintura, relaja y estira los grandes músculos
de la espalda y posteriores de las piernas.
10. El tigre ataca su presa.
Masajea y desentumece la columna vertebral. Abre y tonifica el
meridiano tendinomuscular de estomago. Estimula el Ren Mai, activando todo el Yin
corporal. Estira y relaja los músculos abdominales y el psoas.
11. Percutir 7 veces el tambor celeste y hacer 3 reverencias.
Piernas estiradas, codos abiertos, manos tapando los oídos. Refresca la mente y la
activa, recupera de la fatiga intelectual. Estimula el oído. Estimula Du Mai. Abre,
fortalece y descongestiona toda la red de canales Yang de la espalda. Relaja el
sistema nervioso simpático. Atenúa los efectos del estrés.
12. Prosternarse y mover la cabeza y el fundamento.
Integra las energías de Ren y Du Mai, y por lo tanto de toda la gran circulación,
equilibrando el Yin y Yang general. Fortalece todos los músculos de la espalda.
Recupera de la fatiga, relaja todo el cuerpo.
Cierre: El Chi o energía se concentra en Tan Tien.
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