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Sartre

Sartre, ha sido sin duda uno de los grandes filósofos de nuestro tiempo, conocido
principalmente, por desarrollar el existencialismo de Heidegger en su obra: El Ser y la
Nada, en la cual afirma que la existencia precede a la esencia. La filosofía de Sartre fue
un gran avance filosófico del siglo XX. Las aportaciones de su planteamiento
existencialista fueron:

 Da a conocer un ateísmo consecuente, es decir, afirmando que Dios no existe,


afirma también que no hay una naturaleza humana diferente a la divina, por lo
tanto el hombre no tiene esencia, y si la tiene es fruto de su existencia.
 Responsabiliza al ser humano, al decir que con cada proyecto o acción que
decidimos realizar libremente se establece un compromiso con toda la
humanidad.
 La vida tiene sentido si cada uno le da un sentido particular. Al afirmar que Dios
no existe la existencia humana queda vacía de sentido por lo que cada individuo
le da el sentido que considera con la libertad comentada anteriormente.
 El existencialismo como humanismo, no por considerar al ser humano superior
ni bondadoso, sino porque la humanidad es el único ámbito al que pertenece, y
de este, él es el centro.
 Transcripción de SARTRE. Consecuencias éticas del existencialismo.
 SARTRE. Consecuencias éticas del existencialismo.
La cosa en sí es rechazada de plano, así como el ser en cuanto ser, las sustancias,
las causas, etc., de la metafísica clásica.

La ontología de Sartre es fenomenológica.


Se opone radicalmente a toda metafísica que pretenda explicar los fenómenos, y,
lo que es peor, explicarlos por principios que no son de orden fenoménico.
El "Ser en sí"
* El ser en sí no es consciente, pues la conciencia es una especie de
desdoblamiento, una descompresión por la cual el ser se coloca a cierta distancia
de sí mismo.

* No es ni activo ni pasivo, porque estas nociones sólo tienen sentido para el


hombre: la actividad es la disposición de los medios en vista de un fin, y esto es
lo propio de una conciencia; la pasividad es la resistencia que encuentran
nuestros proyectos.

* El ser en sí carece de movimiento, de devenir o de temporalidad. Pues estas


nociones implican una cierta negatividad el ser que deviene no es aún lo que
será, mientras que el ser en sí es pura positividad.

*El ser en sí es increado. O bien la criatura permanece inmanente a la conciencia


divina, y en este caso no se distingue realmente de Dios, o bien existe fuera de
Dios, y en este caso se basta a sí misma, y la hipótesis de la creación es inútil.
No quiere decir que sea causa de sí mismo, porque debería ser anterior a sí
mismo, y esto es absurdo. Significa,
simplemente, que es, como hecho o dato primitivo.

*El ser es, pues, un puro hecho, sin causa y sin razón.
Conclusion
El ser no se halla, pues, «escondido detrás de los fenómenos»,
e inversamente, los fenómenos no son «puras apariencias»;
ser y fenómeno son idénticos.

COMPARAR CON KANT y ARISTOTELES


«La filosofía moderna ha realizado un progreso considerable reduciendo al
existente a la serie de
apariciones que lo manifiestan.» (El ser y la nada)
En efecto, la descripción de las cosas es válida en cierta medida para el ser
humano. El hombre, como sujeto consciente y libre, como ser para sí, trasciende
el mundo. Pero la parte del hombre que pertenece a esta esfera se denomina «la
facticidad del para sí». Tiene cuatro aspectos principales :
1) El cuerpo. Es «la forma contingente que adopta la necesidad de mi
contingencia».
2) La facticidad de su pasado como puesto al porvenir. El pasado es esta parte de
nosotros mismos que está hecha, consumada, terminada, determinada, que no
podemos cambiar.
3) Opuesto a la libertad. La misma libertad es un hecho. «Estamos condenados a
ser libres», no somos libres de no serlo, porque
abstenerse de escoger, es también escoger. Por otra parte, en razón de su cuerpo
y de su pasado, el hombre se encuentra siempre en una situación determinada
que limita sus posibilidades de escoger. La libertad consiste en «superar» esta
situación, pero no puede superarla sin partir de ella.
4)El absurdo de la muerte (reduce al hombre a "cosa"). La muerte
es posible en todo momento de nuestra existencia y convierte a ésta en una
«prórroga» continua.
Tampoco puede admitirse una potencia anterior al acto, todo está en acto.
El "Ser para sí" (el hombre)
Es el ser humano en cuanto tal, es decir, en cuanto que trasciende al ser en sí de
las cosas.

Lo que caracteriza al hombre es la conciencia.

Está implicado en todo conocimiento, pues no hay conocimiento sin sujeto, pero
él mismo no es objeto de conocimiento, ya que por definición el sujeto no es un
objeto.

Por la reflexión el sujeto intenta aprehenderse como objeto y no lo consigue


nunca porque es imposible. Esto significa que la sinceridad es un mito.

Mientras que el ser en sí es lleno, macizo, idéntico a sí mismo, el ser para sí está
hueco, en el sentido de que no coincide consigo mismo. «El para sí es el ser que
se determina por sí mismo a existir en cuanto que no puede coincidir consigo
mismo.» LA DESGRACIA DE LA CONCIENCIA.

La conciencia intenta conquistarse, eliminar la nada que la acecha, hallar de


nuevo la plenitud del ser en sí. Pero con todo eso no quiere perder su estatuto de
conciencia, porque ello sería su muerte. Se esfuerza, pues, en devenir «en sí para
sí», es decir, Dios.. Pero es imposible. La idea de Dios es contradictoria, un ser
no puede a la vez ser en sí y para sí, lleno y hueco, idéntico y no idéntico a sí
mismo. Por consiguiente, el hombre está destinado a la desgracia y al fracaso.
EL HOMBRE ES UNA PASION INUTIL.

De este modo Sartre al suprimir el momento de síntesis de la dialéctica


hegeliana, desemboca en un pesimismo pero confiere al hombre la tarea de
constituirse a sí mismo y de dar un sentido al mundo por su libertad.

Sartre llamó "existencialismo" a su filosofía basada en la tesis de que la "existencia


precede a la esencia". Esto significa concretamente que "el hombre no es otra cosa que
lo que él se hace". Como no existe un Dios para diseñar al hombre, el hombre no tiene
ningún molde, no tiene esencia. Su esencia o naturaleza no proviene de Dios como su
Creador, sino de su propia elección libre.

Aquí se advierte una intuición profunda, aunque es inmediatamente subvertida. La


intuición consiste en comprender que el hombre determina quién será por sus elecciones
libres. Dios es quien crea todo lo que es el hombre y éste es quien moldea su propia y
única individualidad. Dios da origen a nuestro qué, pero nosotros formamos nuestro
quién. Dios nos da la dignidad de estar presentes en nuestra propia creación o co-
creación. Nos asocia consigo mismo en la tarea de co-crearnos a nosotros mismos. Sólo
crea la materia prima objetiva, a través de la herencia genética y del ambiente. Cada uno
le dará la forma final a su propia individualidad a través de sus elecciones libres.

Lamentablemente, esta libertad de autodeterminarse que Sartre descubrió en el hombre,


lo llevó a sostener que Dios no existe, porque, de haber un Dios, el hombre quedaría
reducido a un mero artefacto Suyo y por ende no sería libre. Es una constante en su
pensamiento la afirmación de que la libertad y la dignidad humanas suponen
necesariamente el ateísmo. Su actitud es parecida a la de un vaquero en un western
diciéndole a Dios, como si fuera su enemigo: "Este pueblo no es lo suficientemente
grande para ti y para mí. Uno de los dos tiene que irse".

De este modo, la legítima preocupación de Sartre por la libertad humana y su


comprensión acerca de cómo esta hace a las personas esencialmente diferentes, a partir
de cosas que apenas lo son, lo llevaron al ateísmo porque (1) confunde libertad con
independencia, y porque (2) el único Dios que él puede concebir es uno que nos quitaría
la libertad humana, en vez de crearla y mantenerla: una suerte de fascista cósmico.
Además, (3) Sartre comete el error adolescente de equiparar libertad y rebelión. Dice
que la libertad es sólo "la libertad de decir que no".

Sin embargo, esta no es la única libertad, también existe la libertad de decir que sí.
Sartre piensa que comprometemos nuestra libertad cuando decimos que sí, cuando
optamos por afirmar los valores que nos han enseñado nuestros padres, la sociedad o la
Iglesia. Entonces, lo que Sartre quiere decir por libertad es muy parecido a lo que los
beatniks de los años 50 y los hippies de los años 60 llamaron "hacer tu vida" y lo que la
generación del yo ("ME Generation") de los 70 llamó "cuidarse a sí mismo en primer
lugar".
Otro concepto que Sartre toma en serio, pero del que hace mal uso, es la idea de la
responsabilidad. Piensa que creer en Dios comprometería necesariamente la
responsabilidad humana porque entonces culparíamos a Dios más que a nosotros
mismos de lo que somos. Ello no es así. Ni mi Padre del Cielo ni mi padre terrenal son
responsables de mis elecciones o del carácter que voy modelando a través de dichas
elecciones; yo soy el responsable. Además, esta teoría de la responsabilidad llevaría
necesariamente a negar no sólo la existencia del Padre Celestial sino también la del
padre terreno.

Sartre es sumamente consciente del mal y de la perversidad humana. Dice "Hemos


aprendido a tomar al mal en serio... El mal no es una apariencia... Conocer sus causas no
acaba con él. El mal no puede redimirse".

Sin embargo, también dice que al no existir Dios y siendo en consecuencia nosotros
mismos los que creamos nuestros propios valores y leyes, en realidad no existe ningún
mal: "Elegir ser esto o aquello es afirmar al mismo tiempo el valor de lo que elegimos,
por eso nunca podemos elegir mal". De este modo Sartre por un lado le da mucho
realismo al mal ("El mal no puede redimirse") y por otro lado le da demasiado poco
("nunca podemos elegir mal").

El ateísmo de Sartre no dice simplemente que Dios no existe, sino que la existencia de
Dios es imposible. Al menos le rinde una suerte de homenaje a la noción bíblica de Dios
como "Yo Soy", llamándola la idea más auto-contradictoria que jamás haya imaginado,
"la síntesis imposible" del ser por sí mismo (personalidad subjetiva, el "Yo") con el ser
en sí (perfección objetiva eterna, el "Soy").

Dios significa la persona perfecta y esto para Sartre es una contradicción. Cosas o ideas
perfectas, tales como la Justicia o la Verdad, son posibles; y las personas imperfectas,
como Zeus o Apolo, son posibles. Pero la persona perfecta es imposible. Zeus es
posible, pero no real. Dios es único entre los dioses: no sólo es irreal sino que también
es imposible.

Dado que Dios es imposible y considerando que Dios es amor, el amor es imposible. Lo
más escandaloso en Sartre es probablemente su negación de la posibilidad de un amor
genuino y altruista. La mayoría de los ateos sustituyen a Dios con el amor humano,
como aquello en lo que pueden creer, pero Sartre sostiene que el amor es imposible.
¿Por qué?

Porque si no hay Dios, cada individuo es Dios. Pero sólo puede haber un único Dios
absoluto. De este modo, todas las relaciones interpersonales son fundamentalmente
relaciones de rivalidad. En esta premisa, Sartre se hace eco de Maquiavelo. Cada uno de
nosotros juega necesariamente a ser un Dios para el otro; cada uno de nosotros, como el
autor del juego de su propia vida, reduce forzosamente a los demás a personajes del
teatro de su propia vida.

Hay una pequeña palabra que la gente común cree que denota algo real y que los
enamorados creen que denota algo mágico. Sartre cree que denota algo imposible e
ilusorio. Es la palabra "nosotros". No puede existir un "sujeto nosotros", comunidad ni
amor desinteresado si siempre estamos intentando ser Dios, el único sujeto Yo que
existe.
La obra más famosa de Sartre, "A puerta cerrada", coloca a tres hombres muertos en
una habitación y observa cómo cada uno de ellos se convierte en un infierno para los
otros simplemente jugando a ser Dios entre ellos: no en el sentido de ejercer un poder
externo, sino simplemente cosificando a los otros, conociéndolos como objetos. La
lección más horrible de la obra es que "el infierno son los otros".

Hay que tener una mente profunda para decir algo tan profundamente falso. La verdad
es que el infierno es precisamente la ausencia de otras personas, tanto humanas como
divinas. El infierno es la soledad absoluta. El Cielo son los otros, porque es el lugar en
el que se encuentra Dios, y Dios es la Santísima Trinidad. Dios es amor, Dios "son los
otros".

La tenaz honestidad de Sartre lo hace casi atractivo, a pesar de sus conclusiones


repelentes, como la falta de sentido de la vida, la arbitrariedad de los valores y la
imposibilidad del amor. Sin embargo, su honestidad, independientemente de la fuerza
con que se haya arraigado en su carácter, se transformó en trivial y sin sentido debido a
esta negación de Dios y por ende de la Verdad objetiva. Si no hay una mente divina,
tampoco hay verdad, excepto la verdad que cada uno hace de sí mismo. Entonces, si no
hay otra cosa que me haga ser honesto excepto yo mismo, ¿qué significado tiene la
honestidad?

No obstante, no podemos evitar emitir un veredicto mixto sobre Sartre ni estar


satisfechos con sus conceptos tan repelentes, ya que emanan de su coherencia. Nos
muestra la verdadera cara del ateísmo: el absurdo (empleando un término abstracto) y la
náusea (la imagen concreta que utiliza y el título de la primera y mejor de sus obras).

"La náusea" es la historia de un hombre que, después de una búsqueda ardua, se


encuentra con la terrible verdad de que la vida no tiene sentido, que es simplemente un
exceso nauseabundo, como el vómito o el excremento. (Sartre tiende a emplear
imágenes obscenas adrede porque siente que la vida misma es obscena).

No podemos evitar estar de acuerdo con William Barret cuando dice que "a los que
estén dispuestos a valerse de esta [náusea] como una excusa para echar por tierra toda la
filosofía sartriana, podemos decirles que es mejor encontrar nuestra propia existencia en
el asco que nunca encontrarla".

En otras palabras, la importancia de Sartre es como la del Eclesiastés: hace la más


importante de todas las preguntas, con coraje y sin vacilar, y podemos admirarlo por
eso. Lamentablemente, también da la peor respuesta posible, tal como lo hizo el
Eclesiastés: "Vanidad de vanidades, todo es vanidad".

Sólo podemos tenerle lástima por eso y junto a él a los muchos otros ateos que son lo
suficientemente lúcidos como para ver, tal como él lo hizo, que "sin Dios todo está
permitido", pero nada tiene sentido.
Conceptos de Jean-Paul Sartre
ANGUSTIA
Sentimiento que tiene que ver con mi ser y mi libertad: es la consciencia de mi libertad. En
último término, es la consciencia de ser absolutamente libre para vivir o morir. Sartre dota a la
angustia de una función de apertura. Se sitúa frente al no ser absoluto o Nada (en sentido
metafísico) que habita la realidad humana y es el principio de su libertad. Con la angustia
aparece una nueva forma de acceder a la verdad, la de la situación pre-ontológica que nos
revela la contingencia de nuestra existencia.

RESPONSABILIDAD
La tenemos por el mismo hecho de existir, de estar en el mundo con otros, de estar en
situación. Pero una situación que elijo libremente, por lo que la libertad es inseparable de la
responsabilidad y nos compromete con toda la humanidad al crear una imagen del hombre
que estimamos que es la que debe ser. En relación a nuestra situación histórica y social por
decidimos modificarla o denunciarla. La responsabilidad es por lo tanto el resultado de la
obligación moral de sacar las consecuencias ético-políticas de estar situado históricamente. Es
la responsabilidad sobre todo de llevar una vida auténtica y sin “mala fe”, sin auto-engaño.

PROYECTO:
No hay nada más allá del proyecto, es aquello a través de lo cual la realidad humana se realiza
bajo la forma de la persona. Constituye nuestra relación fundamental con la existencia.
Designa la estructura del completo modo de vida de la persona. Tiene que ver con la noción de
praxis en Sartre: la acción de un sujeto que se relaciona con su entorno en función de un fin.
Toda praxis es así la superación de las condiciones materiales hacia una finalidad puesta por un
proyecto. La foma elemental de la praxis es la necesidad. El proyecto articula entonces el
desarrollo del mundo tal como es designado por la “situación”.

ELECCCIÓN
Elección que hacemos de nosotros mismos sin poder dar razón de ella. Es contingente y radical
y se orienta al proyecto fundamental. Es un modo de ser en el mundo que surge en cuanto que
el ser humano se mantiene en tensión entre los polos de la libertad y la necesidad. Está
relacionada con el proyecto. No podemos elegir nuestro ser, pero sí cómo algunas de sus
características pueden ser relevantes. Es una auto-determinación, pues “somos lo que
hacemos de nosotros”. No podemos escapar a esta elección radical, estamos condenados a ser
libres.

VISIÓN TÉCNICA DEL MUNDO:


Designa la visión del mundo asentada en la idea de que la esencia funda la existencia. Con ella
presuponemos que todo lo que existe ha sido modelado o fabricado sobre la base de un
diseño que designaría su esencia, al modo del mundo de las ideas de Platón y el Demiurgo en
cuanto productor. Aplicada al mundo presupone la idea de un artesano o Dios. El propio
hombre sería un producto. Pero con la “muerte de Dios” y la pérdida de fundamento de lo
trascendente y universal, Sartre saca la consecuencia de que debe invertirse esta relación
entre esencia y existencia, pasando a considerarse el hombre como el ser que se auto-
produce.
EXISTENCIALISMO:
Designa la filosofía y el modo de pensar que se centra en el análisis de la condición de la
existencia humana, la libertad y la responsabilidad individual, las emociones, así como el
significado de la vida. Sartre considera que debe invertirse la relación entre esencia y
existencia, considerando la existencia como lo primero con que me encuentro, de donde se
derivaría la esencia como proyecto personal. Todo ello es consecuencia de la “muerte de Dios”
y de la visión técnica del mundo. El existencialismo defiende que el individuo es libre y
totalmente responsable de sus actos. Esto incita en el ser humano la creación de una ética de
la responsabilidad individual. Podrían distinguirse tres escuelas: el existencialismo cristiano de
Kierkegaard, el agnóstico de Heidegger y el ateo del propio Sartre.

ESENCIA Y EXISTENCIA:
La posición existencialista invierte su relación tradicional considerando no que la esencia
precede a la existencia sino que no hay más que existencia desnuda o ésta, al ser lo
fundamental nos obliga a darnos una esencia que será fruto de una libre elección y de un
proyecto fundamental. En la articulación tradicional, la esencia es la substancia permanente y
universal de los existentes, y que por lo tanto reside en un plano racional y trascendente. Es la
base para el concepto de “visión técnica del mundo”. La existencialista de Sartre le lleva a
mantener que al ser la existencia lo primero el hombre debe autoproducirse. No hay
separación entre esencia y existencia por lo tanto en Sartre: nos dotamos de “esencia” a través
de la existencia.

SARTRE
Es el padre del existencialismo. Intenta pensar al ser humano a la luz de los trágicos eventos de
las guerras mundiales, los fascismos y el imperialismo capitalista. Para Sartre no somos nada a
priori excepto lo que hagamos de nosotros: “muerto dios” se pierde la referencia de los
valores y del propio ser humano, por lo que también se habla de muerte del hombre. El punto
de partida es la pregunta original de la filosofía. Sartre recogerá la dialéctica del amo y el
esclavo Hegeliana. Si somos autoconscientes, la única manera de explicarlo es mediante el
supuesto de que originalmente tenemos un vacío que queremos satisfacer. De esa manera
buscamos el reconocimiento de los demás con lo cual Sartre dice que solo somos personas si
los demás nos ven así. El problema es que este reconocimiento se hace por medio de la
esclavitud y la sumisión. Esto le servirá a Sartre para establecer su concepción del ser
distinguiendo entre el ser-en-si y el ser-para-si. Sartre establece que el mecanismo de la
mirada nos permite establecernos. Pero es una mirada por medio de la cual el que mira se
convierte en sujeto absoluto o amo frente al mirado que adopta el estado de objeto o esclavo.
Esta sería la base que le lleva a Sartre a decir que estamos alienados. Este pesimismo
existencialista intenta superarlo Sartre por medio de una revisión del Marxismo en la crítica de
la razón dialéctica (1960). El punto de partida sería la satisfacción de un deseo que nos lleva a
querer trasformar la materia por medio del trabajo. Somos un proyecto desde la libertad. Por
eso para Sartre, no somos nada más allá de la existencia. Sartre habla de que somos un
proyecto individual para cada uno y se asienta en absoluta libertad a la cual estamos
condenados. No hay esencia del ser humano, cada persona con su vida establece un
determinado modo humano de ser ante el cual podemos también ser auténticos o caer en la
mala fe.En último término para Sartre “somos lo que hemos hecho” y de ahí la responsabilidad
hacia el futuro, consistiendo al final en aceptar “lo que ya ha sido hecho de nosotros”. Se es
auténtico cuando se es fiel a los valores que uno mismo crea. La única manera de superar la
objetivación de los demás es a través de una mirada que no instrumentalizará a los demás: el
amor de verdad, por el cual no queremos apropiarnos de la otra persona sino que lo hacemos
un hueco en nuestro proyecto de vida de forma libre al tiempo que con ello también
permitimos que el otro se libere de sí mismo y alcance la autenticidad

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