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ESCUELA

DE CRECIMIENTO EN EL ESPÍRITU
MÓDULO I “LOS PRIMEROS PASOS DE VIDA EN EL ESPÍRITU”



TEMA 10: CERRANDO LAS PUERTAS AL ENEMIGO


META: Entregar un nuevo enfoque acerca de la gracia que hay en la oración, la confesión y la comunión; y
enseñar cómo mantener la vida cristiana. Instruir acerca del poder que Dios confiere al creyente en la oración
personal sanadora.

CITA LEMA: Rom. 8,15

INTRODUCCIÓN: En la sesión anterior aprendimos a reconocer a Satanás, nuestro enemigo, “que anda como león
rugiente buscando a quien devorar”. Vimos también que no tiene poder sobre nosotros si no le abrimos puertas
con nuestras acciones. Hoy aprenderemos a cerrar las puertas de acceso y mantenernos fuera de su alcance. En
Cristo somos más que vencedores (Rom. 8,28) pero depende de nosotros vivir en victoria sobre el enemigo. Para
ello debemos vivir en Gracia, acudir a los Sacramentos especialmente la Eucaristía y la Reconciliación o
Confesión. Ser fieles en la oración, especialmente para sanar nuestra vida pasada.


A. LA GRACIA

Antes de recibir el Bautismo en el Espíritu caíamos tan frecuentemente en pecado, que nos volvimos indiferentes;
estábamos muertos, nos hicimos ESCLAVOS DEL PECADO. Cuando Cristo tomó poder en nuestras vidas, nos
limpió de toda maldad y nos liberó del pecado (Rom. 8, 1-2) dando nueva vida a nuestro espíritu por medio de la
Gracia (Rom. 6, 14).

Una de las primeras cosas que nos suceden cuando somos dirigidos por el Espíritu Santo, es que nuestra
conciencia se vuelve “sensitiva” y percibimos lo que es Dios, lo que le agrada, lo que es malo; por eso algunas
cosas que antes hacíamos sin que nos parecieran malas, ahora por la luz del Espíritu, entendemos o presentimos
que no son buenas. Esta es una manifestación de la gracia de Dios; es la presencia de Dios en nosotros. Cuando
nos mantenemos en comunión con Él, un velo ha sido quitado de nuestros ojos, y distinguimos lo que Dios pide
(2 Cor. 3, 16-17).

Nuestra vieja naturaleza sólo tenía la ley para conocer la voluntad de Dios, expresada en el Antiguo testamento
en los 10 mandamientos (Ex. 20, 1-17). Esta ley es buena y siempre debemos obedecerla, pero ella está fuera del
hombre y debe seguirla por su propio bien (igual que nosotros obedecemos la Ley del Tránsito). Sin embargo, el
hombre no la puede cumplir sólo con su propio esfuerzo, pues necesita la Gracia de Dios.

Esta ley exterior llega a grabarse en el corazón por la acción del Espíritu Santo (Ez. 36, 26-27) haciendo fácil
cumplir lo que Dios nos pide, y lo hacemos por amor a Él y no por temor al castigo. Al recibir el Bautismo en el
Espíritu Santo, la presencia de Dios aumenta en nosotros y puede guiarnos. Mientras nos mantengamos dóciles a
su Gracia haremos su voluntad, no por nuestro propio esfuerzo, sino por medio de la Gracia Divina.

Es decir, con el poder transformador de Dios obrando en nosotros, podremos más fácilmente cumplir con lso
mandamientos que Él nos propone.






ESCUELA DE CRECIMIENTO EN EL ESPÍRITU
MÓDULO I “LOS PRIMEROS PASOS DE VIDA EN EL ESPÍRITU”
B. LA CONFESIÓN

La forma de restablecer nuevamente la comunicación con Dios, cuando cometemos una falta grave es a través
del arrepentimiento y la confesión de nuestra falta.

La Gracia Divina se nos comunica muy especialmente por los sacramentos; pero el seguir los ritos exteriores sin
arrepentimiento y dolor de haber pecado, limitará la acción de esa gracia.

Sentimos dolor por haber pecado, al tomar conciencia de que el pecado cometido me apartó de Dios. Esta
experiencia de dolor es real y liberadora, y es producida por la acción del Espíritu Santo.

Nuestra confesión no es, por lo tanto, sólo un acto mental o racional, sino que compromete todo nuestro ser
interior al haber reconocido que nos podemos salir de la esclavitud del pecado por nosotros mismos.

La sinceridad es el punto clave. Si nos arrepentimos y confesamos nuestro pecado, abrimos el canal de la Gracia
de Dios, capacitándonos para reconocer las tentaciones y adquiriendo dominio propio para no caer. Es por ello
que debemos pedir al Espíritu Santo que nos muestre nuestro pecado, pues sólo así lo reconoceremos sin
justi8ficarnos y con un corazón contrito.

No llegues al sacerdote a confesarte si no experimentas convicción de pecado y deseo de cambiar, pues no sólo
te engañarías a ti mismo sino que ofenderías a Dios con tu falta de sinceridad.

Sea cual sea tu debilidad, por medio de una confesión bien hecha recibirás la fuerza de Dios para levantarte y
seguir adelante.

Hay algunas faltas de las que además tendrás que retractarte y pedir perdón a las personas que has ofendido o
herido (ejemplo: mentiras, insultos, robo, violencia, etc.). Hazlo con un espíritu de humildad, valentía y amor a
Dios, sabiendo que nuestra meta es vivir reconciliados con Dios y los hombres.


C. LA EUCARISTÍA

La Eucaristía es el signo visible de la presencia real de Cristo (Jn. 6, 51). Si la recibimos con Fe, por medio de ella
se profundiza nuestra vida espiritual. Es el medio puesto por Dios para que tengamos un encuentro PERSONAL
CON CRISTO.

Para que el sacramento produzca todos sus efectos, quien lo recibe debe discernir el cuerpo Cristo. Recibimos al
SANTO, al CORDERO de Dios que entregó su vida por nuestra salvación y nos presentamos por eso ante Él limpios
de pecado y deseosos de recibirlo y entregarnos a Él.

La costumbre de comulgar “por rutina”, tiene por resultado una frialdad tal, que parece que sólo e toma Pan y no
el Cuerpo de Cristo (1 Cor. 11, 29).

COMUNIÓN EXTERIOR: Rito superficial, frialdad, aridez, rutina.

COMUNION INTERIOR: Compromiso activo, frutos, gozo, seguridad, vida (Jn. 6, 35; Jn. 6, 54)

La comunión es también el medio por el cual JESUS nos limpia de todas nuestras pequeñas faltas, y una forma de
recobrar o adquirir la Gracia que nos permitirá superar esas faltas. Es la ocasión de comprometernos con Jesús a
vivir conforme a su Palabra, y mientras más frecuente es, ojalá diaria, menos probabilidad tendremos de caer y
desmayar.

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MÓDULO I “LOS PRIMEROS PASOS DE VIDA EN EL ESPÍRITU”

Si en cada comunión reconocemos lo que nos estorba y lo que nos falta, cada vez nos transformaremos más en
Cristo.

SOLAMENTE CON UNA COMUNIÓN ACTIVA, PODREMOS SER CRISTIANOS VICTORIOSOS.

El pan no actúa, (nuestro cuerpo transforma el pan y lo asimila). El que actúa es Cristo y al comerlo a Él, nos
transforma y nos une a Sí mismo hasta llegar a la plenitud de poder decir “no más yo, sino Cristo en mí”. Entonces
tendremos la mente de Cristo (1 Cor. 2, 16) y sus sentimientos, pues Jesús dijo: “el que come mi carne y bebe mi
sangre permanece en mí y yo en Él” (Jn. 6, 56). Para esto necesitamos la Fe: saber que Cristo está en el pan, que
tomamos su Cuerpo, que es Él quien entra en nuestra vida espiritual y carnal, es decir, que actúa en nuestro
cuerpo biológico, nuestra alma y nuestro espíritu.

En la palabra bíblica que oramos antes de la Eucaristía: “No soy digno de que entres en mi casa, pero una Palabra
tuya bastará para sanarme” (Mt. 8, 8); “mi casa” es mi cuerpo enfermizo, mi alma herida; y la vida de Cristo entra
en mí a darme vida nueva. El sacramento de la Eucaristía es algo visible y material, pero comunica la VIDA
INVISIBLE, ESPIRITUAL; si estamos muertos espiritualmente no será más que un alimento a nuestro cuerpo
mortal, y pero que eso, comemos nuestra propia condenación (1 Cor. 11,29).


D. OTRAS ARMAS PARA EL COMBATE

Tenemos también otras armas necesarias para luchar: La Palabra de Dios, la oración, el ayuno. El ayuno nos
fortalece espiritualmente, nos hace más atentos y receptivos a la conducción del Espíritu Santo. Consiste en
privarse de alimento sólido y tomar solo agua por el tiempo que uno decida ofrecerlo a Dios. Existe también un
ayuno parcial que es comer algo de pan y agua. El ayuno no es difícil cuando Dios nos inspira a ello; es un acto
voluntario de amor y disciplina personal.

Recordemos que Satanás se aprovecha de nuestras debilidades para tentarnos; nos puede derrotar si no estamos
alerta. Es por ello que debemos conocer e ir superando estas áreas débiles por medio de la acción de Dios en
nuestras vidas.

Lo más importante de todo es que Jesús fue tentado, venció y ahora es poderoso para socorrer a los que son
tentados (Heb.2, 18).

A veces nuestras debilidades o tendencias negativas no están directamente relacionadas con el pecado, sino que
pueden ser aspectos de nuestra personalidad, como por ejemplo, la timidez, la inseguridad, al sentirnos
culpables, la falta de autoestima, etc.

El Espíritu Santo quiere sanarnos de esas carencias ya que nos impiden vivir plenamente como cristianos, y
desfiguran la imagen y semejanza con Dios para lo cual fuimos creados. Para poder ser esa sal y levadura entre
los hombres es fundamental que sanemos interiormente.

Entendemos por sanación interior la acción sobrenatural de Dios sobre las huellas de aquellas vivencias y
experiencias que nos han producido heridas que a veces son tan graves que afectan nuestra vida entera. En la
sanación interior el poder de Dios toca las causas que muchas veces nos llevan al pecado; al sanar esas
situaciones en que fuimos heridos nos libera de los hábitos y comportamientos derivados de ello (ej.: ser
mentiroso, agresivo, etc.). Podemos ahora llegar a una conversión más profunda.

Dios quiere hacer una nueva creación en nosotros, por lo cual el “hombre viejo herido” tiene que sanar para que
surja el “hombre nuevo”.


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MÓDULO I “LOS PRIMEROS PASOS DE VIDA EN EL ESPÍRITU”

Indicaremos ahora algunos pasos fundamentales y que requieren de una ORACIÓN DE FIDELIDAD. Esto significa
orar diariamente por aquella área de nuestra vida en que necesitamos ser sanados, durante el tiempo necesario
para aquello (que puede ser de varios años; aunque a veces basta con una sola oración).

§ El 1º paso: Reconocer el problema ante Dios y pedir su ayuda. Esto a veces no es tan simple, porque
hemos olvidado la vivencia que produjo nuestra herida, pero está guardada en nuestro subconsciente.
Sabemos que tenemos “algo” que no podemos superar, que nos quita la libertad, la paz, felicidad (por
ejemplo: miedo a los padres, la oscuridad, los perros, etc.). Debemos entonces pedirle a Dios Espíritu
Santo que nos muestre el motivo de ello. A medida que el Espíritu trae a nuestra mente los recuerdos de
situaciones en la casa, el colegio, el barrio, en que sentimos ese miedo, vamos llegando a la raíz del
problema.
§

CITA LEMA

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