Sunteți pe pagina 1din 55

ESTUDIO

“DERECHOS JUVENILES: ACCESO Y


CALIDAD”

Realizado por el Programa Jóvenes y Ciudadanía de Fundación IDEAS, para el


Instituto Nacional de la Juventud.

Equipo Responsable:
Claudia Dueñas Santander
Francisco Soto Barrientos

Agosto de 1999
“para vos lo peor es la libertad”
Luca Prodan
Viejos vinagres

2
CONTENIDO

Presentación
I. Enfoque metodológico
1. Un estudio cualitativo
2. Consideraciones metodológicas para la producción y desarrollo de los grupos de
discusión de este estudio
3. Procedimiento de análisis
II. Los jóvenes desde la perspectiva normativa y su situación frente a la justicia
1. El concepto de joven en el derecho
1.1. La investigación del derecho y los derechos juveniles
1.2. El joven en el derecho
2. Los jóvenes frente al derecho público: una visión histórica
2.1. La evolución del concepto de “soberanía popular”: el camino a un
electorado joven
2.2. El establecimiento de la “soberanía nacional” y el “conservadurismo”: hacia
un electorado viejo
2.3. El aporte “garantista” de la constitución de 1980
3. Los jóvenes frente al derecho privado
3.1. Jóvenes frente al derecho penal
3.2. Jóvenes frente al derecho laboral
3.3..Jóvenes frente al servicio militar
3.4. Jóvenes frente a la educación
4. El acceso igualitario de los jovenes a la justicia
4.1. La evolución de este principio
4.2. La relación entre percepción y acceso
4.3. El acceso a la justicia de los jóvenes: ¿Un catálogo de instituciones?
4.4. La relevancia del tema
4.5. Conclusiones del capítulo
III. Los derechos juveniles desde las percepciones de los jóvenes
1. La construcción de una identidad juvenil
1.1. La idea de ser joven
1.2. La tensión distinción/homogeneización
1.3. Entre la pertenencia y el aislamiento
2. Relación de los jóvenes con las autoridades
2.1. Conflictos de derechos entre jóvenes y autoridades
2.2. La demanda por responsabilidades
3. Derechos juveniles y acceso a la justicia
3.1. Percepción de la justicia
3.2. Conocimiento de sus derechos
3.3. Derechos de los jóvenes
IV. Conclusiones: Construyendo al joven como sujeto de derechos
1. Ser sujeto de derechos y obligaciones
2. Igualdad ante la ley
3. Derechos políticos y ciudadanos

3
PRESENTACIÓN

El documento que aquí presentamos es el resultado de seis meses de trabajo en que nos
hemos dado a la tarea, encargada por el Instituto Nacional de la Juventud, de construir el
concepto de derechos juveniles, en la búsqueda de ampliar la comprensión sobre una de las
dimensiones básicas y fundantes de la ciudadanía juvenil.
Para hacerlo, hemos trabajado principalmente con dos tipos de fuentes: por una parte, un
conjunto de textos de naturaleza principalmente jurídica en los que hemos intentado
analizar cómo es concebido el joven por el derecho chileno y por el sistema judicial. Por
otra parte, hemos recogido, a través de ocho grupos de discusión con jóvenes de diversas
realidades en la Región Metropolitana, mayoritariamente en Santiago, los discursos que los
mismos jóvenes elaboran sobre sus derechos y su relación con la justicia. No obstante, en
ambos momentos del trabajo hemos abierto ventanas a otros temas, otras dimensiones sin
las cuales consideramos no es posible elaborar un concepto de derechos juveniles vinculado
a la participación y a la ciudadanía.
En la revisión de textos jurídicos nos ha sido inevitable entreabrir una ventana hacia la
historia, buscando en el itinerario político y constitucional de nuestra nación una evolución
de la participación de los jóvenes y su relación con la institucionalidad. En uno de los
últimos grupos realizados un joven voluntario de la Cruz Roja de Malloco señaló con gran
claridad: “sabes lo que pasa, es que la sociedad debería darse cuenta en qué momento dejó
de preocuparse por los jóvenes”. Algo de eso es lo que hemos tratado de responder al
incorporar una reflexión histórica en la primera parte de este trabajo, indagando acerca del
valor que tuvo la palabra de los jóvenes en el siglo pasado y cómo ella logró articular un
discurso ciudadano que se plasmó en una voluntad crítica y transformativa de la sociedad.
Algo de eso, insistimos, porque éste no es un trabajo histórico y sin duda hemos dejado
muchos elementos fuera de nuestro análisis. No obstante, pensamos que el intento de
diálogo entre el discurso jurídico actual y ciertos hitos históricos que construyen la
ciudadanía juvenil en nuestro país, abren preguntas que, aunque no alcancen a ser
contestadas, contribuyen a complejizar la reflexión acerca de los derechos de los jóvenes
desde la perspectiva del derecho positivo.
En la segunda parte, la reflexión sobre las percepciones de sus derechos de que los jóvenes
dan cuenta a través de sus discursos, hemos abierto una ventana a la experiencia cultural y a
la identidad de los jóvenes de cambio de siglo. No hemos podido evitar preguntarles
quiénes son ellos, con quiénes se juntan, qué hacen, qué los reúne como jóvenes, pues
estamos convencidos de que era imposible hablar de derechos de los jóvenes sin antes
entender cómo se construyen y se visualizan como sujetos individuales y colectivos. No
hay sujeto de derechos sin el cimiento de una identidad, una reflexión y una acción sobre
aquello que se es y aquello a lo que se pertenece.
En las conclusiones del trabajo hemos puesto a dialogar ambas entradas, la revisión
jurídico-histórica y las interpretaciones de los discursos juveniles, en la búsqueda de
estructurar categorías integradoras que articulen una conceptualización de los derechos
juveniles y una reflexión crítica sobre el acceso a la justicia de los jóvenes, sin caer en la
enumeración o el catálogo, tan didáctico algunas veces, pero tan simplificador otras.

4
Deseamos agradecer muy especialemente a Paula Agurto, joven socióloga que estuvo a
cargo de la conducción y transcripción de los grupos de discusión; a Felipe Viveros,
abogado asesor que revisó algunos de los análisis parciales de nuestro trabajo; y Carlos
Estévez, director del Programa de Acceso a la Justicia, con quien sostuvimos un par de
conversaciones que nos abrieron a nuevas miradas y nuevas preguntas. Además, debemos
un agradecimiento muy especial a Patricia Cardemil, coordinadora del Programa Jóvenes y
Ciudadanía de la Fundación Ideas, quien soportó nuestros diálogos y monólogos durante la
realización de este estudio y, cuando la dejábamos hablar, nos formuló valiosos
comentarios. Y, sin duda, el mayor de los agradecimientos para todas las personas que nos
facilitaron el contacto con los jóvenes con que habríamos de conversar y a ellos, hombres y
mujeres entre 15 y 28 que en distintos lugares de Santiago nos brindaron dos horas de su
tiempo y, sobre todo, su confianza y su experiencia juvenil.

Claudia Dueñas
Francisco Soto

5
I. ENFOQUE METODÓLOGICO

1. Un estudio cualitativo
El objetivo general de este estudio apunta a:
Conocer las valoraciones y expectativas de los jóvenes en relación a sus derechos y
la materialización de éstos a través de la estructura judicial.
Basados en ese objetivo, el diseño original del proyecto identificó tres dimensiones
constituyentes del objeto de estudio: el sujeto juvenil, los derechos juveniles y la
atención de la justicia hacia los jóvenes, formulando la necesidad de rescatar y analizar
los discursos que desde cada una de estas dimensiones se elaboran sobre el sujeto juvenil
como sujeto de derechos. Ello exigía trabajar con un enfoque metodológico cualitativo que
permitiera identificar y describir los principales conflictos de los jóvenes con el derecho,
avanzando hacia una interpretación de cómo, a través de estos conflictos, se va
construyendo un concepto de derechos juveniles que incorpora las actuales experiencias de
vida de los jóvenes como grupo no sólo etario, sino también identitario y cultural, y sus
distancias y encuentros con la institucionalidad y la normativa.
Más que la magnitus del fenómeno, el enfoque cualitativo nos permite comprender la forma
como se dan los procesos que construyen ese fenómeno, en este caso, los derechos de los
jóvenes y su relación con la justicia. La complejidad del tema de este estudio está dada
porque no nos enfrentamos a un fenómeno que ocurra en un escenario particularizado, sino
que atraviesa las múltiples experiencias de vida de los jóvenes y su relación con las
diversas instituciones y autoridades con que se vinculan y que regulan y juzgan sus
comportamientos a través de una serie de normas escritas o consuetudinarias.
En términos procedimentales, esta opción metodológica significa trabajar principalmente en
base a información observacional o de expresión oral y escrita, poco estructurada, recogida
con pautas flexibles que articulan las definiciones que los propios actores sociales otorgan a
la situación observada y que permiten interpretar los hechos, poniendo esta información en
permanente diálogo con la teoría. De ahí que nuestras fuentes hayan sido principalmente las
siguientes:
♦ textos normativos e investigaciones de naturaleza jurídica a través de cuyo análisis
fuera posible identificar la conceptualización del sujeto juvenil desde el derecho y el
sistema de atención judicial, y
♦ los discursos de los jóvenes recogidos a través de la metodología de grupos de
discusión, en que ellos dieran cuenta de sus percepciones de los derechos que les
competen y su relación con el sistema judicial en particular y las instituciones y
autoridades sociales en general.
Para la revisión de los textos normativos e investigaciones de naturaleza jurídica se realizó
una detenida lectura y fichaje de un corpus bibliográfico seleccionado de acuerdo a la
temática del estudio. Tras ello, fue posible identificar amplias temáticas de reflexión que
permitieran aproximarse a la construcción del sujeto joven desde el derecho y el sistema de
atención judicial, ampliando entonces la revisión bibliográfica a nuevos campos del

6
conocimiento, principalmente la historia, en la búsqueda de profundizar en aquellos campos
en que la literatura jurídica no era suficiente para comprender el fenómeno, o bien,
retrodecer en el tiempo para ensayar hipótesis acerca de cómo se habían ido elaborado
algunas categorías hoy plasmadas en el derecho.
Para recuperar los discursos de los jóvenes, como hemos señalado, se optó por la
metodología de grupos de discusión Efectivamente, los grupos de discusión constituyen
una técnica que permite investigar el habla, lo que los sujetos dicen acerca de la realidad
social, entendiendo este decir como un nudo crítico en que lo social se reproduce
articulando el orden social y la subjetividad: los sujetos que hablan subjetivizan la realidad,
socializando, a la vez esta subjetivación. El objeto o unidad de análisis de los grupos de
discusión es, por lo tanto, lo que los sujetos dicen, lo que hablan en una particular dinámica
y escenario producidos para efectos de la investigación. Se distingue así de otros enfoques
de estudio del habla, que registran la textualidad de los sujetos en su espacio “natural”,
como la observación participante, o que profundizan en la perspectiva particular de los
sujetos, como la entrevista y la historia de vida.
En los grupos de discusión, más que producirse un discurso que elabora respuestas frente a
las preguntas del investigador, se produce una conversación que se desarrolla entre los
participantes y de éstos, en tanto grupo, con el investigador. Así, en esta conversación cada
hablante no reacciona solamente frente a la pregunta o tema de reflexión formulado por el
investigador, sino también a lo que dicen los otros —que son sus pares— abriendo los
testimonios hacia la construcción de un discurso colectivo que, a lo largo del desarrollo de
la actividad, el grupo debiera llegar a elaborar. Cobran particular valor, entonces, las
discusiones, las contraposiciones, los acuerdos, las experiencias personales que se van
desgajando desde lo escuchado del otro, en un juego de asociación que avanza hacia la
construcción de un consenso grupal.
Atendiendo a estas consideraciones, el grupo de discusión se formula como un “artificio
metodológico”, una situación creada por el investigador en la que se intenciona la
producción de un discurso que posteriormente será analizado. Para ello, el grupo de
discusión debe cumplir con las siguientes exigencias metodológicas1:
El grupo de discusión no es grupo ni antes ni después de la discusión: toda su existencia
es el llegar a ser grupo en la conversación. Para ello es importante que los participantes
no se conozcan entre sí o, al menos, no se constituyan como grupo previamente a la
sesión. El grupo de discusión se realiza en la dinámica en que este grupo construye una
conversación.
El grupo de discusión realiza una tarea, es decir, se reúne en función de un objetivo
determinado, que es: conversar un tema propuesto. Al realizar esta tarea el grupo se
orienta hacia el exterior, hacia una demanda, pero a la vez, a través de la conversación,
se orienta hacia el interior, encontrando un placer grupal que anima el desarrollo del
grupo y le confiere sentido en el momento.
El grupo de discusión instaura un espacio de “opinión grupal”, donde el mismo grupo
se instituye como la autoridad que verifica las opiniones pertinentes, adecuadas,
verdaderas o válidas.
1
Formuladas por Canales, Manuel y Binimelis, Adriana: “El Grupo de Discusión”; en:Revista de Sociología
nº 9, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, Santiago, 1994.

7
Posteriormente a cada actividad (que dura entre una y dos horas) se realiza el registro
textual de la conversación elaborada por el grupo, material que habrá de constituir el corpus
de análisis del investigador.

2. Consideraciones metodológicas para la producción y desarrollo de los grupos de


discusión de este estudio
Para la realización de los grupos de discusión requeridos por este estudio, se tuvo en cuenta
el diseño original del proyecto, donde se planteó realizar ocho grupos de acuerdo a ciertas
Variables Descriptivas Generales (VDG) especificadas en su oportunidad.
De las diez VDG identificadas se seleccionaron ocho, considerando los siguientes criterios:
Incluir adolescentes (14-18) y jóvenes (19-29), privilegiando a los jóvenes por cuanto
representan un segmento etáreo cuyos derechos permanecen en un campo de mayor
indefinición, mientras que los adolescentes se encuentran representados en la
Convención de Derechos de la Infancia, suscrita por el Estado chileno.
Incluir adolescentes y jóvenes de diversas realidades culturales, privilegiando jóvenes
populares y de estratos bajos y medios, por cuanto estos se encuentran más
desprotegidos social y económicamente y enfrentan realidades más problemáticas en
cuanto al ejercicio de sus derechos.
Además, fue necesario tener en cuenta un criterio práctico, realizando los grupos que
fuera más factible producir utilizando nuestros contactos institucionales y personales.
De acuerdo a estos criterios se contactó a distintas instituciones y personas que atendieran o
convocaran a jóvenes correspondientes a estas características. En dichas instituciones se
conversó con una persona a la que se solicitó reunir a los jóvenes deseablemente en la sede
de la Fundación Ideas, para realizar el grupo en un encuadre diferente al contexto
institucional en torno al que se reúnen los jóvenes. Por la distancia y dificultades de
desplazamiento, en varios casos ello no fue posible, por lo que el grupo debió realizarse en
la misma sede de la institución de contacto o en alguna sede cercana. Se solicitó la
concurrencia de 8 a 12 jóvenes2 que no pertenecieran al mismo grupo de amigos, al mismo
curso o que no realizaran la misma actividad, buscando cumplir con la exigencia
metodológica de que el grupo no exista como tal antes de la actividad. Ello no siempre fue
posible, no obstante, en todos los casos concurrieron jóvenes provenientes al menos de dos
o tres grupos de pertenencia distintos (cursos, colegios, trabajos, amistades), de modo que
en el momento de la actividad de todas maneras se produjese una dinámica nueva, que no
reprodujera los liderazgos y estructuras de relación y comunicación preexistentes en el
grupo. Igualmente se pidió convocar un número equilibrado de hombres y mujeres, aunque
en algunos casos, específicamente en el grupo de jóvenes marginales la concurrencia de
mujeres fue más difícil, debido a que la mayoría de ellas debe dedicarse al cuidado de sus

2
Aunque Canales y Binimelis (1994) consideran que el míninmo aceptado alcanza a las cinco personas. Esa
fue la razón por la que no se desechó el grupo de jóvenes trabajadores, del que participaron 6 personas, ni el
grupo de jóvenes reunidos en torno a una actividad cultural, ocasión en la que contamos con cinco
concurrentes.

8
hijos. Inversamente ocurrió en el grupo de jóvenes trabajadores, ocasión a la que acudieron
solamente mujeres por razones que no alcanzamos a determinar.
La variable nivel socioeconómico no fue categorizada de manera científica, privilegiando
más bien el tipo de actividades y el segmento sociocultural en el que se ubicaban los
jóvenes, lo que se determinó teniendo en cuenta la ubicación y tipo de población que
atiende la institución que para cada uno de los grupos facilitó el contacto y la producción y,
principalmente, las definiciones que los mismos jóvenes hacen de sí mismos. Así, cuando
hablamos de jóvenes que se ubican en la realidad sociocultural de la pobreza, lo hacemos
porque esos mismos jóvenes se definen desde ella. En cuanto al tipo de actividades
intentamos contar con estudiantes secundarios regulares y aplazados, estudiantes
universitarios o con otro tipo de estudios superiores, jóvenes trabajadores, jóvenes
marginales y jóvenes que realizaran una actividad de tipo cultural, independientemente de
que, además, realizaran algunas de las actividades antes señaladas.
Paralelamente al avance en los contactos para la producción de los grupos se elaboró la
pauta de conversación donde se formulan los temas que, desde el equipo de investigadores,
resultara relevante formular a los grupos. Para esta tarea se tuvieron en cuenta,
principalmente, las conclusiones del primer informe, así como los objetivos del estudio, la
bibliografía revisada y los temas de análisis relevantes que emergen desde el trabajo del
Programa Jóvenes y Ciudadanía de la Fundación Ideas.
En la práctica, la pauta de conversación fue evolucionando desde un planteamiento muy
abierto de los temas, hacia una formulación más focalizada, aprovechando el material
emergente de los grupos ya realizados de modo de formular al grupo las vivencias y
opiniones de otros jóvenes, produciendo una reacción frente a ellas y facilitando una suerte
de diálogo abstracto entre los distintos grupos. Además, esto ha permitido postergar el
momento de saturación, utilizando la nueva información para acceder a nuevas
interpretaciones desde los sujetos, ampliando los elementos de reflexión que entran en
juego en las conversaciones.
Teniendo en cuenta todas estas consideraciones, se realizaron los siguientes grupos:

9
VDG Institución de contacto Fecha Lugar Nº jóvenes
Adolescentes Liceo República de 26 de abril Sede de la 10
estudiantes de Ñuñoa, profesor Wladimir Fundación
enseñanza media de un Rojas Ideas
liceo municipal urbano
Adolescentes y jóvenes Centro de Acogida de 13 de mayo Sede de la 8
marginales, desertores Huechuraba, Vicaría de la Fundación
escolares y sin trabajo Esperanza Jóven, Ideas
trabajadora social Ana
Alvear
Adolescentes Colegio Notre Dame, 24 de junio Sede de la 10
estudiantes de alumno Gonzalo Vío y Fundación
enseñanza media de Liceo Manuel de Salas, Ideas
colegios privados alumno Javier Estévez.
Jóvenes estudiantes de Liceo Marcelo Astoreca 7 de julio Liceo 11
un liceo de adultos de La Pintana, director, Marcelo
vespertino señor Patricio Pereda Astoreca, El
Castillo, La
Pintana
Jóvenes estudiantes Universidad Metropilitana 16 de julio Universidad 10
universitarios de Ciencias de la Metropolitan
Educación, profesor Jorge a de
Pesce Ciencias de
la Educación
Jóvenes trabajadores o Instituto IMDECAP 16 de julio Parroquia 6
cesantes buscando Ltda., coordinador, señor Santa María
trabajo Santiago Mardones Madre de Lo
Espejo
Adolescentes y jóvenes Balmaceda 1215, 26 de julio Balmaceda 5
reunidos en torno a una coordinador señor 1215
actividad Claudio Pueller y profesor
Orlando Contreras
Jóvenes estudiantes de Cruz Roja de Malloco, 19 de Sede Cruz 8
una localidad semirural Peñaflor, director de agosto Roja
juventud, Leonardo Malloco
Valenzuela

10
El detalle de composición de cada uno de ellos es el siguiente:

Grupo 1: Adolescentes estudiantes de enseñanza media de un liceo municipal urbano


Nº sexo edad actividad
1 masculino 16 Estudiante de 3º medio Liceo República de
Ñuñoa
2 femenino 17 Estudiante de 4º medio Liceo República de
Ñuñoa
3 femenino (*) 18 Estudiante de 4º medio Liceo República de
Ñuñoa3
4 femenino 17 Estudiante de 4º medio Liceo República de
Ñuñoa
5 masculino 17 Estudiante de 4º medio Liceo República de
Ñuñoa
6 masculino 16 Estudiante de 2º medio Liceo República de
Ñuñoa
7 masculino 18 Estudiante de 4º medio Liceo República de
Ñuñoa
8 femenino 15 Estudiante de 2º medio Liceo República de
Ñuñoa
9 masculino 17 Estudiante de 4º medio Liceo República de
Ñuñoa
10 femenino 17 Estudiante de 3º medio Liceo República de
Ñuñoa

(*) madre

11
Grupo 2: Adolescentes y jóvenes marginales, desertores escolares y sin trabajo
Nº sexo edad escolaridad
1 masculino 15 4º básico
2 masculino 19 8º básico
3 masculino 21 6º básico
4 masculino 18 8º básico
5 femenino 17 6º básico
6 femenino (*) 22 8º básico
7 masculino (*) 20 3º medio
8 masculino (*) 23 años 8º básico
(*) jóvenes padres y madres

Grupo 3: Adolescentes estudiantes de enseñanza media de colegios privados


Nº sexo edad actividad
1 masculino 15 Estudiante de 2º medio del Colegio Notre
Dame
2 masculino 15 Estudiante de 2º medio del Colegio Notre
Dame
3 masculino 15 Estudiante de 1º medio del Colegio Notre
Dame
4 masculino 15 Estudiante de 1º medio del Colegio Notre
Dame
5 masculino 15 Estudiante de 2º medio del Colegio Notre
Dame
6 femenino 15 Estudiante de 2º medio del Colegio Isabel La
Católica
7 femenino 16 Estudiante de 2º medio del Colegio Isabel La
Católica
8 femenino 15 Estudiante de 2º medio del Liceo
Experimental Manuel de Salas
9 femenino 15 Estudiante de 2º medio del Liceo
Experimental Manuel de Salas
10 masculino 17 Estudiante de 4º medio del Liceo
Experimental Manuel de Salas

12
Grupo 4: Jóvenes estudiantes de un liceo de educación de adutos vespertino.
Nº sexo edad actividad
1 masculino (*) 21 Estudiante de 2º ciclo B (3º y 4º medio) del liceo
Marcelo Astoreca. No trabaja.
2 femenino (*) 21 Estudiante de 2º ciclo B (3º y 4º medio) del liceo
Marcelo Astoreca. No trabaja.
3 femenino 20 Estudiante de 2º ciclo B (3º y 4º medio) del liceo
Marcelo Astoreca. No trabaja.
4 femenino (*) 20 Estudiante de 2º ciclo B (3º y 4º medio) del liceo
Marcelo Astoreca. No trabaja.
5 masculino 20 Estudiante de 2º ciclo A (3º y 4º medio) del liceo
Marcelo Astoreca. Trabaja.
6 masculino 18 Estudiante de 2º ciclo A (3º y 4º medio) del liceo
Marcelo Astoreca. No trabaja.
7 masculino 18 Estudiante de 2º ciclo A (3º y 4º medio) del liceo
Marcelo Astoreca. Trabaja.
8 femenino 18 Estudiante de 2º ciclo A (3º y 4º medio) del liceo
Marcelo Astoreca.Trabaja.
9 femenino (*) 18 Estudiante de 2º ciclo A (3º y 4º medio) del liceo
Marcelo Astoreca. Trabaja.
10 masculino 21 Estudiante de 2º ciclo A (3º y 4º medio) del liceo
Marcelo Astoreca. No trabaja.
11 femenino 19 Estudiante de 2º ciclo B (3º y 4º medio) del liceo
Marcelo Astoreca. No trabaja.
12 femenino 19 Estudiante de 2º ciclo B (3º y 4º medio) del liceo
Marcelo Astoreca. No trabaja.
(*) jóvenes padres y madres

13
Grupo 5: Jóvenes estudiantes universitarios4

Nº sexo edad actividad


1 femenino 28 Estudiante de 2º año de kinesiología de la
UMCE
2 masculino 21 Estudiante de 2º año de kinesiología de la
UMCE
3 femenino 19 Estudiante de 2º año de kinesiología de la
UMCE
4 femenino 18 Estudiante de 2º año de kinesiología de la
UMCE
5 femenino 21 Estudiante de 2º año de kinesiología de la
UMCE
6 femenino 20 Estudiante de 2º año de kinesiología de la
UMCE
7 masculino 19 Estudiante de 2º año de kinesiología de la
UMCE
8 masculino 20 Estudiante de 2º año de kinesiología de la
UMCE
9 masculino 18 Estudiante de 2º año de kinesiología de la
UMCE
10 masculino 18 Estudiante de 2º año de kinesiología de la
UMCE

4
La gestión de este grupo fue particularmente dificultosa porque el período en que debía realizarse coincidió
con las movilizaciones estudiantiles y, posteriromente, con períodos de exámenes y vacaciones. Si bien se
realizó finalmente con jóvenes del un curso en una carrera, se procuró convocar a quienes no formaran parte
de los mismos grupos de amigos o de estudio y que tuvieran distintas experiencias como estudiantes
universitarios (que hubieran estudiado una sola carrera o que se hubieran cambiado una o más veces, por lo
que varios de ellos tenían experiencias en distintas universidades).

14
Grupo 6: Jóvenes trabajadores o en búsqueda de trabajo
Nº sexo edad actividad
1 femenino 19 Egresada de formación técnica en busca de
trabajo
2 femenino 19 Egresada de formación técnica en búsca de
trabajo
3 femenino 24 Dueña de casa en busca de trabajo
4 femenino 28 Dueña de casa en busca de trabajo
5 femenino 23 Trabajadora cesante
6 femenino 23 Dueña de casa en busca de trabajo

Grupo 7: Jóvenes reunidos en torno a una actividad cultural: actores de Balmaceda


12155
Nº sexo edad Actividad (aparte de teatro)
1 femenino 18 Estudiante de 4º años medio en un colegio
privado de La Florida
2 femenino 21 Nada
3 masculino 24 Diseñador gráfico y orfebre
4 femenino 23 Estudiante de Ingeniería en Turismo, UTEM
5 masculino 19 Nada

5
Tal como ya fue señalado, se optó por no desechar este grupo a pesar de contar sólo con cinco jóvenes,
basados en Canales y Binimelis (artículo citado), quienes consideran que el mínimo de concurrentes
aceptable para un buen grupo de discusión son cinco personas.

15
Grupo 8: Jóvenes que viven en una localidad semirural6
Nº sexo edad actividad
1 masculino 21 Estudiante de peridismo
2 masculino 21 Estudiante de medicina veterinaria
3 femenino 18 Alumna de 4º año medio en un colegio de
Peñaflor
4 femenino 19 Estudiante de psicopedagogía
5 masculino 26 Director de juventud Cruz Roja de Malloco
6 femenino 18 Alumna de 4º año medio en un colegio de
Peñaflor
7 femenino 17 Alumna de 3º año medio en un colegio de
Peñaflor
8 femenino 17 Alumna de 3º año medio en un colegio de
Peñaflor

6
Resultó difícil establecer contacto con el mundo rural, llegando a tener dos veces programado y confirmado
el grupo con distintas instituciones. Finalmente se realizó a través de la Cruz Roja de Malloco, Peñaflor. Es
preciso señalar que este grupo no da cuenta de una realidad campesina, sino que corresponde más bien a
jóvenes estudiantes, universitarios y escolares, que se encuentran en un proceso de transición entre el campo y
la ciudad.

16
3. Procedimiento de análisis
El análisis del material recopilado se realizó en dos momentos de lectura de los discursos
elaborados por los jóvenes, cada uno de los cuales representó niveles distintos de
profundidad y elaboración teórica.
En un primer momento se revisaron las transcripciones de los grupos, intentando identificar
en ellas los temas más significativos en cuanto a las vivencias de derechos de los jóvenes y
sus percepciones acerca de dichos derechos y del acceso a la justicia. Así, fue posible
elaborar un mapa temático por grupo, estableciendo temas recurrentes y temas específicos
correspondientes a las realidades que representaban cada uno de los grupos.
A partir de este mapa temático formulamos algunas preguntas que, a partir de los mismos
discursos de los jóvenes se identificaban y que obligaban a volver a los textos, pero esta vez
para analizarlos como un corpus global, interrogándolos en relación a dos campos
fundamentales: cómo se construyen los jóvenes a sí mismos como sujetos de derechos y
cómo se relacionan con otros —instituciones, autoridades— y los conflictos de derechos
que viven en esa relación. Se estructura, entonces, una visión particularizada de los jóvenes
en relación a sus derechos y que emerge de las propias experiencias y conflictos juveniles,
elaborando a partir de ellos una propuesta de campos temáticos sugerentes para pensar en
derechos específicos de los jóvenes.
Dicho procedimiento de análisis puede esquematizarse en el siguiente gráfico:

17
Transcripción
textual ---------- identificación de temas --- elaboración de mapa
temático por grupo
¦ ¦
¦ ¦
¦ ¦
¦ ¦
¦ ¦
¿quiénes son los jóvenes? ------------------- Formulación de preguntas
¿de quiénes se distinguen?
¿qué significaciones de
derechos atribuyen?
¿cómo se relacionan con la
autoridad?
¿qué conflictos de derechos
enfrentan?
¿qué sentimientos
experimentan en esos
conflictos?
¿qué valoraciones sobre sí
mismos elaboran?
¿cómo se modifica la
situación de desconocimiento
de los derechos de los
jóvenes?
¿cuáles identifican como derechos específicos en relación a otros?

18
II. LOS JÓVENES DESDE LA PERSPECTIVA NORMATIVA Y SU SITUACIÓN
FRENTE A LA JUSTICIA

En este capítulo nos propondremos efectuar una revisión bibliográfica de documentos y


normativas nacionales e internacionales pertinentes al tema, en miras a identificar el campo
conceptual y jurídico de los derechos juveniles.
La forma de presentación por la que hemos optado se acerca de alguna manera al lenguaje
del ensayo más que a una revisión y categorización descriptiva de las temáticas que ha sido
preciso abordar. Esto responde a que los derechos juveniles, más que un cuerpo positivo
de normas, se han ido construyendo en torno a un debate sobre la normativa que rige
o debiera regir a los jóvenes. Surge, por lo tanto, la necesidad de contextualizar estas
discusiones avanzando hacia una comprensión de las concepciones que en ellas se ponen en
tensión.
Por esto, pretendemos levantar hipótesis y preguntas que orienten las fases sucesivas del
proyecto y que, a su vez, nos permitan conectar los diversos debates con el fin de identificar
las particularidades del campo de los derechos juveniles.

2. El concepto de joven en el derecho


1.1. La investigación del derecho y los derechos juveniles
Las especificidades acerca de la relación de los jóvenes con el derecho constituyen un
campo nuevo y en emergente construcción. De ahí que a la hora de revisar la bibliografía
existente al respecto, encontramos que son pocos los estudios que abordan estrictamente
este tema7 y que, al hacerlo, aproximan un concepto ajeno al derecho chileno —como lo es
el de “joven”— con la normativa que imperaría a ese grupo etario, estimado entre los 15 y
29 años. Buscan hacer calzar la idea de joven con una normativa que habla de “infante”, de
“impúber”, de “menor adulto”, lo que trae como resultado una yuxtaposición de materias
que abarcan prácticamente todo el ámbito jurídico y hace muy difícil, establecer un hilo
conductor entre todas ellas.
Por otra parte, ha sido preciso acudir a otras fuentes de estudios doctrinarios,
específicamente lo que se ha elaborado sobre derechos de la infancia8 y estudios específicos
sobre derecho penal y laboral, entre otros, revisándolos desde la perpectiva de los derechos
juveniles e identificando los elementos de análisis que desde ellos podemos rescatar para la
construcción del campo de estudio que aquí nos preocupa. Estos estudios abordan el tema
desde su propia parcialidad y lo hacen en una perspectiva eminentemente legalista. Esto
quiere decir que se plantean básicamente desde la legislación existente, sin distinguir los
distintos actores que intervienen en la relación del derecho y los jóvenes. Esta distinción es
crucial al momento de entender la dinámica de dicha relación, enfoque relevante de nuestro
estudio.
7
INSTITUTO NACIONAL DE LA JUVENTUD: Informe legislativo Juvenil Nº 7/8/9 Enero 1996-Agosto 1977, Departamento de
Desarrollo de Políticas. Sin publicar; CONSEJO NACIONAL DE LA JUVENTUD: Para pensarla, tema de discusión para la
formación del Consejo Nacional de la Juventud, Santiago de Chile, 1994; JANSANA MEDINA, Jaime P. y Ramiro R. GALAZ: El
niño y el menor frente al sistema civil chileno. Memoria de Prueba. Universidad Central, Santiago de Chile, 1995.
8
CILLERO BRUÑOL, Miguel y otros: Niños y adolescentes: sus derechos en nuestro derecho. Ediciones Sename, Santiago de Chile,
1995)

19
El papel que juegan los sujetos imperantes, vale decir tribunales de justicia, carabineros,
investigaciones entre otros, en aplicar e interpretar la normativa, es un factor determinante
al momento de entender el tratamiento jurídico de los jóvenes. Por otra parte, la actitud que
los propios jóvenes –sujetos imperados- traban con la institucionalidad –sujetos imperantes
o normativa- también es un elemento que, pensamos, debe ser considerado. Es decir, la
relación entre sujetos imperantes y sujetos imperados no es una relación estática y
unidireccional, sino que genera una dinámica en la en la que el joven es construido de una
manera particular por la normativa y en que éste elabora nociones y percepciones del
derecho, determinando la legitimidad que le otorga e incidiendo sobre la eficacia de aquél.
El énfasis de nuestro estudio se encontrará en la búsqueda de elementos que nos
aproximen a una idea de derechos juveniles, desde la doctrina, la legislación y la
jurisprudencia. Por ahora, no será nuestro propósito profundizar en los contenidos aludidos,
sino que abordar los principales distanciamientos que a través de la doctrina o del debate
público surgen entre los jóvenes y el derecho. Esto nos permitirá levantar hipótesis y
preguntas sobre la relación entre jóvenes y derecho, que posteriormente confrontaremos en
el trabajo de campo e investigaciones sobre juventud provenientes de otros campos de las
ciencias sociales. Además, dichas hipótesis buscarán criticar el sistema normativo,
enfatizando sus debilidades en el tratamiento del “mundo juvenil” con el objetivo de
relacionar las distintas temáticas en estudio. Al mismo tiempo, confrontaremos la relación
de los jóvenes y el derecho con los tratados, convenios y acuerdos que, a nivel
internacional, han ido conformando un “estatuto internacional de los derechos humanos”.
Al respecto, cabe tener presente que la Constitución de 1980 en su artículo quinto le otorga
rango constitucional a los tratados que sobre estas materias el Estado de Chile haya
ratificado y que se encuentren vigentes. El análisis comparado de la legislación nacional
con la internacional nos permitirá evaluar el tratamiento de nuestra normativa
En cuanto al análisis de la jurisprudencia, éste se limitará a una selección por área temática
de fallos, cuando se encuentren disponibles y que tengan relación con la materia tratada. No
pretenderemos hacer un estudio particularizado de cada fallo, ni hacer una selección
exhaustiva. Nuestro esfuerzo se orientará, más bien, a analizar el papel del juez como uno
de los sujetos imperantes, encargado de aplicar e interpretar la ley. La jurisprudencia ha
sido una fuente más en nuestra visión del sistema judicial y no pretenderemos, en esta
oportunidad, fundar explícitamente nuestra visión a partir de ella.
Finalmente abordaremos brevemente el tema del acceso a la justicia de los jóvenes. Si el
tema de los derechos juveniles es un tema de escaso y reciente tratamiento, el acceso a la
justicia de este grupo etario no ha sido ni si quiera considerado por la doctrina, no forma
parte del debate sobre jóvenes. No obstante, al indagar sobre la percepción de los jóvenes
sobre la institucionalidad, aparece con frecuencia referencias al sistema judicial. Además,
al revisar las pocas investigaciones sobre el acceso a la justicia de los sectores más
marginados de nuestro país, nos encontramos con una serie de datos dignos de considerar.

1.2. El joven en el derecho


En cuanto a la presencia de los jóvenes en la legislación chilena, consideramos fundamental
partir distinguiendo la normativa pública y la privada en lo que respecta a su relación con
el “mundo joven”, a lo largo de nuestra historia institucional. En el plano del derecho

20
privado, vale decir, “el conjunto de normas que se refieren a las personas, a su
organización familiar y a su actividad patrimonial”9 la relación con en mundo juvenil es
tradicionalmente distante. Igual cosa ocurre en el derecho penal y en otras normativas de
carácter legal, como analizaremos más adelante. Estas normativas (privada y penal) se han
mantenido desde mediados del siglo XIX sin grandes modificaciones, imponiendo por la
vía legislativa una serie de valores, que llamaremos “conservadores”, a la sociedad civil y
en particular a los jóvenes.
No obstante, en el plano del derecho público la relación entre jóvenes y derechos se
muestra como una dinámica en la que los jóvenes sí han logrado intervenir aportando a la
construcción del derecho. Ello se contrapone a la visión habitual, que sostiene que los
jóvenes siempre se han situado de manera marginal a la institucionalidad.
Contrariamente a ello, apreciamos que, en lo que respecta al derecho público, vale decir,
la normativa que “regula la organización del Estado y sus relaciones con otros Estados”10
aunque en un segmento muy restringido –universitarios- los jóvenes jugaron un papel
fundamental en la introducción de nueva ideas que modernizaron la institucionalidad, a lo
largo de todas nuestra historia. Si bien, en un comienzo, la participación política estuvo
restringida por factores económicos y de edad, existe una marcada evolución del sistema
electoral en orden a terminar con toda forma de discriminación y bajar la mayoría de
edad, hasta llegar a los 18 años. Todo esto nos permite decir que hasta 1973 el segmento
juvenil fue factor clave no sólo por su fuerza electoral, sino por su presencia en la
burocracia pública y en los aparatos de los partidos políticos. Aunque, hoy en día la
situación se presenta de una manera distinta, es importante reconocer el papel que en el
plano del derecho público han jugado los jóvenes en la formación de Chile como Nación.

2. Los jóvenes frente al derecho público: una visión histórica


2.2.La evolución del concepto de “soberanía popular”: el camino a un electorado joven
En lo que respecta a la relación de los jóvenes y el derecho público nos parece importante
ensayar una mirada revisionista e historiográfica, ya que ello nos permitirá elaborar una
serie de categorías para el análisis de la Constitución de 1980 y la restantes normativas
relacionada con los jóvenes.
Hemos hecho referencia de cómo el mundo juvenil –universitario- se convirtió en un
agente dinamizador de la política chilena integrando a la clase política chilena del siglo
XIX al debate intelectual europeo y latinoamericano de la época, en un contexto en que
Chile se independizaba del Imperio Español y asumía una institucionalidad democrática y
Republicana. No obstante, el sistema democrático chileno era sólo un proyecto, que si bien
participaba del principio de la soberanía popular, la calidad de ciudadano sólo podía ser
alcanzada por unos pocos. El aporte del “mundo juvenil” fue fundamental en el camino de
darle contenido a esta nueva República11.

9
DUCCI CLARO, Carlos: Derecho Civil, Editorial Jurídica, Santiago de Chile, 1988, pág. 3 y sigs.
10
Idem.
11
Ver JOCELYN-HOLT, Alfredo: La independencia de Chile, tradición, modernización y mito. Editorial Manfred, Madrid, 1992.

21
Desde la Universidad de Chile, principalmente, se formó una nueva generación de jóvenes,
que demostraron gran habilidad en manejar la nueva herramienta política que le entregaba
el sistema Republicano: la palabra. Mediante los nuevos periódicos y revistas los jóvenes
universitarios, otrora ajenos a la política, empezaron a cuestionar la puesta en práctica de la
nueva institucionalidad. Así, el joven decimonónico pasó a ocupar un papel renovador y
crítico del sistema, que reñía con la actitud conservadora y colonialista de sus padres
detentadores del poder gubernamental. La doctrina que generó este nuevo espacio político
fue el liberalismo. En consecuencia la identificación entre liberalismo y juventud se da
desde un inicio en Chile12.
El afán crítico de los jóvenes se manifestó en la búsqueda de profundizar el sistema
democrático, a través de hacer cada vez más participes a todos los chilenos en la política,
dentro de un amplio pluralismo ideológico. Ese fue el desafío de los jóvenes liberales del
siglo XIX, desafío que fue compartido por los partidos políticos progresistas en que ellos
participaban. Así, en 1874 se terminó con el sistema censitario y con la Constitución de
1925 el sufragio pasa a ser un derecho de todos los hombres mayores de 21 años. Desde
1932 hasta 1949 el número de votantes se duplicó. En los comicios de 1952, con la
incorporación de la mujer, los inscritos llegaron a 1.100.000 (el 18% de la población de
Chile). Luego de la introducción de la cédula única en 1958, el porcentaje de la población
inscrita aumentó del 18 al 23 %, cifra alcanzada en 1961. El mayor crecimiento se produjo
entre 1961 y 1964, los electores pasaron de 1.8 millones a 2.9 millones, dado que la
inscripción se hizo obligatoria13
La evolución que por más de ciento cincuenta años manifestó nuestra tradición
constitucional en el reconocimiento de la soberanía popular, no se hubiese alcanzado sin la
presencia de un sistema que diera cabida al pluralismo ideológico. Esto quiere decir que el
sistema entendía que tal proyecto nacional era definido, no por su contenido, sino por un
procedimiento que situaba la decisión en el pueblo elector. Bastaba contar con el voto
mayoritario de la ciudadanía para que el proyecto político triunfante definiera el sentido de
la Nación. Las Constituciones chilenas, si bien recogieron tradicionalmente el principio
de la soberanía nacional, entendieron que la nación era sinónimo de pueblo elector. En
la Constitución de 1822 se reconoce la igualdad entre nación y pueblo, aunque este criterio
puede ser encontrado en documentos oficiales ya desde el cabildo abierto de septiembre de
1810; así se diría: "La nación chilena es la unión de todos los chilenos, en ella reside
esencialmente la soberanía, cuyo ejercicio delega conforme a esta constitución". Similar
definición se encuentra la Constitución de 1823 y de 1828. La Constitución de 1833
expresó: “La soberanía reside en la Nación, que delega su ejercicio en las autoridades que
establece la Constitución”, y, por último, la de 1925 repitió a la letra la misma norma
anterior14. Esta característica del sistema constitucional dio cabida no sólo a los intereses
aristocratizantes de la elite que se hizo del poder en el siglo XIX, sino permitió también, la
puesta en práctica de ambiciosos proyectos políticos que pretendían añadir a la
institucionalidad grados crecientes de igualdad social. El sistema lentamente adquirió un
mayor grado de pluralidad ideológica, lo que permitió la formación de una amplia opinión
12
VICUÑA MACKENNA, Benjamín: Los girondinos chilenos, Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 1989; ENCINA, Francisco
Antonio: Nuestra inferioridad económica, Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 1980.
13
Ver CAMPOS HARRIET, Fernando: Historia Constitucional de Chile.

14
URZÚA VALENZUELA, Germán: Manual de derecho constitucional. Editorial Jurídica, Santiago de Chile, 1991, págs. 82 y sigs.

22
pública y sólidos partidos políticos, que fueron capaces de expresar institucionalmente el
descontento social. En este escenario los jóvenes encuentran un espacio de actuación
pública a la par del asenso de nuevos sectores sociales a la política. A este respecto, la
evolución del sistema electoral fue clave. El sistema proporcional garantizó la expresión de
toda la gama de partidos políticos en el parlamento por muy revolucionarios que estos
fueran.
La juventud, generalmente marginal al poder de los gobiernos, ejerció una influencia
creciente desde el debate de los partidos políticos. La presencia de la política en las
universidades e inclusive en los colegios fue el mecanismo de captación al sistema. Las
cúpulas partidarias se preocupaban de atraer rápidamente a los dirigentes estudiantiles.
Llegada la década de 1970 se consolidó el paradigma institucional perseguido por todas
aquellas generaciones de juventud universitaria. La ciudadanía se amplió al punto de hacer
mayoritario el voto juvenil. En enero de 1971, producto de un acuerdo entre la Unidad
Popular y la Democracia Cristiana, se ratificó el principio del pluralismo ideológico
“irrestricto” en el sistema democrático chileno. Toda forma de pensar, por más radical que
fuera, no podía ser censurada por el sólo hecho de expresarse.
No obstante, el afán crítico de los jóvenes se hizo cada vez más extremo, llegando al punto
de distanciarse de las propias cúpulas partidarias y a generar divisiones al interior de la
Democracia Cristiana y el Partido Socialista. Surgen, a partir de estos acontecimientos,
nuevas organizaciones políticas capaces de traducir más fielmente su forma de ver la
sociedad y formadas exclusivamente por jóvenes. En su afán de captación del “mundo
juvenil”, los partidos políticos fueron incorporando a los jóvenes dentro del aparato
gubernamental, en la búsqueda de introducir en el Estado su particular espíritu. Durante los
gobiernos de la Democracia Cristiana y en la Unidad Popular, se nota una presencia
significativa de jóvenes en los más altos cargos de dirección de partidos políticos y en el
gobierno. En conclusión, y utilizando un eslogan de la época, en Chile la juventud había
llegado al poder.

2.2. El establecimiento de la “soberanía nacional” y el “conservadurismo”: hacia un


electorado viejo
La Junta Militar, que asume el poder en 1973, identificó desde un comienzo ciertas
“debilidades” del sistema institucional que hacia razonable pensar en la elaboración de una
nueva Constitución Política. Fue justamente esta pluralidad ideológica, el “substrato
liberal” del sistema institucional, que hemos identificado con los jóvenes, el que a juicio de
los militares debía cambiarse, para proteger apropiadamente la subsistencia de aquellos
valores que definen a Chile como nación15. Nos parece particularmente ilustrativo, para
comprender las implicancias que tendría este cambio constitucional para los jóvenes,
detenernos en la discusión de lo que sería en definitiva él articulo quinto de la constitución
de 1980, en particular a la adopción del principio de la “soberanía nacional”. La Comisión
Ortúzar, encargada del estudio de la nueva Carta Fundamental, en abril de 1978 planteó la
necesidad de hacer residir la titularidad de la soberanía en la nación y no solamente en el
pueblo. La supuesta ratificación que hace el constituyente al principio de la soberanía

15
Ver “Mensaje Presidencial” (Santiago-1976)

23
nacional, establece el cambio más drástico que ha sufrido el sistema constitucional chileno,
éste se refiere a la desvinculación entre el término nación con el de pueblo.
¿Qué sentido se le puede dar al concepto de soberanía nacional que adopta la Constitución de
1980?
El Grupo de Estudios Constitucionales, que agrupaba a los principales constitucionalistas
opositores al gobierno militar, consideró que la adopción de este nuevo criterio
provocaría un importante retroceso en la evolución constitucional de Chile.
“Toda concepción democrática reconoce actualmente que la soberanía
reside en el pueblo, es decir, en la comunidad humana formada por todas
las personas que integran la sociedad nacional, único sujeto de voluntad
real con derecho para decidir sobre su propio destino. El precepto que
comentamos desconoce expresamente este derecho natural y exclusivo del
pueblo para gobernarse, cuando agrega que el ejercicio de la soberanía
'se realiza por el pueblo a través de plebiscitos y elecciones periódicas y
también por las autoridades que esta Constitución establece'. Equiparar a
'las autoridades' con 'el pueblo' en el ejercicio de la soberanía, significa
privar a este último de la plenitud del derecho a gobernarse por sí mismo.
De este modo, los gobernantes dejan de ser meros representantes o
mandatarios del pueblo y se convierten en un ser autónomo capaz de
gobernar aun contra la voluntad popular, lo que es negación de toda
democracia"16.
La propuesta del constituyente hace residir en un "ente abstracto", que representa a un
conjunto de valores que son queridos por la nación chilena, y así -según Manuel Sanhueza-
"iguala" a las autoridades nominadas por medio de las elecciones y plebiscitos a las que la
Constitución establece. De esta forma, se crea una suerte de poder "autónomo", ya que no
es mandatada sino ejerce una verdadera potestad, "incluso a espaldas y en contra del
pueblo17.
En general, los análisis que pretenden dar una interpretación al principio de la soberanía
nacional que establece el artículo quinto, lo hacen a través de un estudio teleológico y
sistemático de las instituciones que contempla la Carta de 1980. Se llega a la conclusión
que ésta le otorga titularidad soberana a órganos cuya composición no es determinada por
la voluntad popular18.
Este criterio es ratificado por la propia redacción del artículo quinto que señala:
“La soberanía reside esencialmente en la nación, su ejercicio se realiza por
el pueblo(...) y, también, por las autoridades que esta Constitución
establece”19.

16
Ver Grupo de Estudios Constitucionales: Las criticas del grupo de los 24. En Revista APSI del 10 al 23 de
Marzo.Santiago-1981,pág. 11).
17
Ver ALYWIN, Patricio, Francisco BULNES, Francisco CUMPLIDO, Manuel SANHUEZA y otros: Una salida político
constitucional para Chile. Santiago-1985, pág. 95.
18
Nos referimos a instituciones como el Tribunal Constitucional, el Consejo de Seguridad Nacional, la Corte Suprema, las Fuerzas
Armadas, el Banco Central.
19
Ver Constitución Política de la República de Chile 1980, Ediciones Publiley, 1995

24
De esta forma, el ejercicio de la soberanía reside de igual manera tanto en el pueblo como
en las autoridades establecidas por la Constitución.La doctrina ha dejado de lado en su
análisis la historia fidedigna de este precepto, que mirado desde una perspectiva
historiográfica revela cómo la Constitución de 1980 establece un cambio en la forma de
entender “lo nacional”. La idea de base liberal que por más de un siglo se estableció en la
normantiva constitucional es remplazada por una de carácter conservador. La nación se
conformaría ya no por la voluntad mayoritaria de pueblo elector, sino por un conjunto de
“valores”, válidos para todo tiempo y lugar.
El mismo señor Ortúzar explica el nuevo enfoque:
“Se reconoce que la evolución doctrinal constitucional moderna reside en el
pueblo y no en la nación (...). Sin embargo, hemos preferido mantener el
principio de que la soberanía reside esencialmente en la nación y al pueblo
corresponde su ejercicio (...) –ya que- el radicar en la nación enfatiza el
concepto de que el ejercicio de la soberanía por el pueblo no puede desatender
su vinculación con la realidad más profunda de la patria"20.
Jaime Guzmán, por su parte, concluiría que:
"Sostener que la soberanía reside en la nación, perfila una idea más nítida de la
limitación que aquélla debe reconocer en la fidelidad a la tradición o esencia
del alma nacional, sin la cual lesionaría gravemente el bien común. Radicar la
soberanía exclusivamente en el pueblo elector, debilita ese vínculo espiritual, y
facilita la tendencia antihistórica que cree que el sufragio universal de un día
puede ignorar impúnemente el legado obligatorio que una nación impone, lo
que un autor español llama el sufragio universal de los siglos"21.
La constitución, como ya lo hemos señalado, buscaría impedir que la voluntad popular
transgrediera los valores que - según el constituyente- definirían a Chile como nación. Pero, al
reconocer el sentido conservador que el constituyente le da al concepto de nación podemos
interpretar de una manera diferente el principio de la soberanía nacional. Si bien se
establecerían nuevos titulares en el ejercicio de la soberanía, faz restrictiva, también existiría
una faz activa que exigiría una actitud, un reconocimiento a los valores nacionales y que
demandaría de los chilenos conductas que dieran cuenta de su calidad de tal.
La nueva Constitución no sólo pretende imponer valores, sino que también condena todas
aquellas conductas que contradigan aquellos valores protegidos. Numerosos son los ejemplos
en que la Carta Fundamental asume una opción por la propiedad privada, la economía de
mercado, entre otras materias, llegando incluso a explicitar esta “faz activa” en su artículo 22
que dice:
”Los chilenos tienen el deber fundamental de honrar a la patria, defender su
soberanía y de contribuir a preservar la seguridad nacional y los valores
esenciales de la tradición chilena”.

20
ORTÚZAR, Enrique: Antecedentes de la Constitución de 1980, en Revista de Derecho, volumen VIII, nº1-4, Santiago de
Chile, 1981, pág. 170.
21
GUZMÁN, Jaime: La Constitución política de 1980, en Revista de derecho, volumen VI N º 1-4, Santiago de Chile, 1979,
págs. 55-56.

25
Incluso se ha pretendido sancionar con la pérdida de la nacionalidad considerando como
delito las conductas que pudiesen transgredir dichos valores. El artículo 11 señala:
“La nacionalidad se pierde(...):
3.- Por sentencia judicial condenatoria por delitos contra la dignidad de la
patria o los intereses esenciales y permanentes del Estado”
En conclusión, el constituyente, al consagrar una nueva idea de Nación, no sólo hace
referencia al tema de la soberanía, sino establece un principio que será base de nuestra
institucionalidad: el respeto y reconocimiento a ciertos valores que darían singularidad
a Chile como Nación. El concepto de soberanía nacional tradicionalmente igualado al pueblo
elector por todas las constituciones desde la independencia de Chile, es desechado en forma
abrupta por el constituyente del 80. El fundamento que ayer otorgó legitimidad para la
construcción de nuestra historia, hoy se transformaría en una tendencia antihistórica
destructora de la misma.
Este cuestionamiento al sistema liberal también se manifiesta hacia el sector social, que hemos
identificado como el más sensible a la institucionalidad liberal. En las actas constitucionales
aparece una crítica al papel que tuvieron los jóvenes en el devenir político de nuestra
historia institucional. En el debate sobre la edad mínima para votar se pensó aumentar la
edad exigida para ser ciudadanos. Fijarla a los 18 años permitía que los universitarios se
involucraran en la actividad política, apartándose de sus estudios e imprimiéndole a la
política una influencia altamente teórica, desconectada de la realidad social, en definitiva
“demagógica”. Así el señor Ortúzar diría que la intromisión en la esfera pública a una
temprana edad “contribuye a politizar prematuramente a la juventud universitaria”. El señor
Lorca, a su vez, concluiría que mantener la edad en 18 años para ser ciudadano terminaría
“retrocediendo la historia política del país”. Esta forma de análisis se ve nuevamente al
discutir la edad requerida para ser parlamentario. Se plantea subir el requisito de la edad
para impedir que los jóvenes se involucren en la política, criterio que hace suyo el Consejo
de Estado en su informe.
El impacto de este “giro conservador” ha provocado un profundo cambio en nuestras
instituciones políticas, lo que sumado a un sistema binominal - mayoritario, ha llevado a un
letargo a los partidos políticos y una pérdida creciente de representación de los intereses de
la sociedad, situación que afecta, entre otros, al segmento juvenil. Existe un aumento
creciente de la apatía. Si en noviembre – diciembre de 1994 un 61% de encuestados
manifestaban un bajo interés por la política, en julio de 1995 se había elevado al 67%. Por
lo pronto y en lo que respecta a los jóvenes vemos una paulatina pérdida de protagonismo
en la actividad política, no sólo en su presencia en los partidos políticos y en la relevancia
de las organizaciones estudiantiles, sino en su falta de compromiso en la inscripción en los
registros electorales.
“La participación del segmento que va entre 18 y 29, ha ido bajando
progresivamente de un 35,99% para el plebiscito de 1988, a 18,88% en las
parlamentarias 1997. En estas últimas elecciones el 40% del electorado no
se inscribió (un millón 549 mil 457, 16.09% del total con derecho a voto) o

26
no votó (un millón 105 mil 235). En consecuencia, un total de tres millones
893 mil 486 de individuos se expresaron vagamente.” 22.
El complejo tramado que cerca de dos siglos permitió no sólo incorporar a los jóvenes a la
política sino que los convirtió en un agente dinamizador de la misma, se destruyó.
Actualmente la participación de los jóvenes es escasa, incluso las propias organizaciones
juveniles, federaciones de estudiantes universitarios o secundarios y juventudes políticas,
gozan de muy poca representatividad. No deja de ser interesante comparar el grado de
compromiso que los jóvenes alcanzaron bajo la institucionalidad liberal y el que, a veinte
años de su publicación, ha alcanzado la Constitución de 1980. El papel protagónico que
otrora tuvieron los jóvenes, se ha perdido. El electorado ha vuelto a ser mayoritariamente
adulto.
Esta revisión histórica deja importantes preguntas para pensar sus implicancias en la
construcción de los derechos juveniles en la actualidad: ¿Si el sistema Republicano-liberal
otorgó a los jóvenes la herramienta de la palabra, ahora que los jóvenes se han marginado
de la política, dónde sitúan sus opiniones, sus palabras? ¿Si el espacio tradicional de
participación de los jóvenes fue la actividad política universitaria, cuáles son los espacios
que convocan a los jóvenes a reunirse y participar hoy? ¿Cuál es el contenido político de las
expresiones juveniles actuales? ¿Si los liderazgos juveniles tradicionalmente fueron
políticos, qué líderes movilizan hoy la actuación púbñica de los jóvenes? Si el nuevo
escenario político y cultural de fin de siglo modifica la visión de la participación juvenil
entendida como participación en política, ¿de qué manera esto sugiere nuevos campos o
particulares connotaciones a los derechos civiles y políticos de los jóvenes?

2.3. El aporte “garantista” de la constitución de 1980


No obstante que la Carta de 1980 tiene un carácter conservador, en el sentido que hemos
explicado, no podemos dejar de lado el importante aporte que esta Constitución elabora en
la defensa de derechos y garantías a las personas.
En el capítulo primero denominado “Bases de la institucionalidad”, artículo quinto, inciso
segundo, se reconocen y amparan los derechos que emanan de la naturaleza humana,
limitando la soberanía del Estado en lo que respecta al respeto de dichos derechos y
otorgando rango constitucional a los tratados sobre derechos humanos reconocidos por
Chile y que se encuentren vigentes. Además, la Constitución dedica un capítulo al tema de
los derechos y deberes constitucionales y hace una exhaustiva enumeración de derechos y
garantías, estableciendo una serie de acciones constitucionales para la defensa de dichos
derechos. Finalmente, el mencionado artículo quinto termina señalando que es “deber de
los órganos del Estado respetar y promover tales derechos”.
Esta tendencia que hemos denominado “garantista” produjo una profunda modernización al
orden constitucional. El rol que el Estado tradicionalmente se asignaba, no tenía más
limites que los impuestos por la Constitución y las leyes. Un gobierno, si cumplía los
conductos legales, podía imponer cualquier medida por gravosa e injusta que fuera, a sus
ciudadanos23. La Constitución de 1980 limita no sólo la acción del Estado sobre las
22
JOCELYN-HOLT, Alfredo: El Chile perplejo, Editorial Planeta/Ariel, Santiago de Chile, 1998 pág. 279.
23
Al respecto ver la evolución del concepto de “Estado de Derecho” en URZÚA VALENZUELA, Germán: Manual de derecho
constitucional. Editorial Jurídica, Santiago de Chile, 1991, págs. 92 y sigs.

27
personas, sino la posibilidad de vulnerar sus derechos humanos por la vía legal o judicial.
En consecuencia, limita a la soberanía del Estado en su relación con la personas. Enrique
Evans, destacando la particularidad de este aporte constitucional, señala que a partir de la
Constitución de 1833 todas las reformas constitucionales se refirieron a temas relativos a
la “generación de autoridades y las facultades de las potestades estatales” y sólo una —la
de 1974, antecedente directo del capítulo III de la Constitución de 1980— se refiere al
tema de garantías personales24.
En lo que respecta a los derechos y garantías Constitucionales establecidos en el artículo
diecinueve, la carta fundamental señala explícitamente en su encabezamiento que la
Constitución asegura dichos derechos a todas las personas. La Comisión Ortúzar quiso
“enfatizar especialmente que estos derechos son innatos y anteriores a cualquier
ordenamiento jurídico”, demostrando cómo los derechos humanos son un límite a la
soberanía de los Estados.
Don Mario Verdugo señala:
“Estos derechos son innatos o congénitos porque se nace con ellos; son
universales, en cuanto se extienden a todo el género humano, en todo tiempo
y lugar; son absolutos, porque ese respeto puede reclamarse
indeterminadamente a cualquier persona o cualquier autoridad o a la
comunidad entera ...”25.
Los derechos protegidos por el constituyente, como vemos, tienen como titular a las
personas, no estableciendo restricciones de edad, ni de raza, ni de origen, lo que nos
permite confrontar la normativa legal aplicable a los jóvenes, en particular a la que afecta a
los menores de edad, con las garantías y derechos constitucionales. Este es otro aporte de
la Carta de 1980, ya que en la de 1925 en su artículo diez hablaba de “los habitantes de la
República”, por tanto era más restrictiva. La Constitución va más allá todavía, establece
un conjunto de acciones como mecanismos para hacer efectivos estos derechos. Tanto el
Recurso de Amparo (art. 20) como el de Protección (art. 21) pueden ser interpuestos por el
afectado, no importando su edad o condición, o por cualquiera en su nombre, con el
mínimo de formalidad. Los procedimientos de ambos recursos son breves en la búsqueda
de restablecer, en el menor tiempo posible, el imperio del derecho. Además se interponen
contra cualquier tipo de autoridad, sea ésta del estado o particular, lo que ha permitido a los
jóvenes poder accionar, en el caso del Recurso de Protección, contra las direcciones de
Colegios y Universidades en la defensa de sus derechos.

3. Los jóvenes frente al derecho privado


Las principales materias que se vinculan con los jóvenes, en lo que respecta al joven como
sujeto de derechos, son:

24
EVANS DE LA CUADRA, Enrique: Los Derechos Constitucionales, Tomo I. Editorial Jurídica, Santiago de Chile, 1986, pág. 12.

25
VERDUGO MARINKOVIC, Mario y otros: Derecho Constitucional, Tomo I. Editorial Jurídica, Santiago de Chile, 1994,
pág. 187.

28
• la capacidad (civil, penal y capacidad política o ciudadana) e
• incapacidad (absoluta o relativa).
Además, hay una serie de instituciones relacionadas con el tema de la capacidad de los
jóvenes como:
• la representación,
• la patria potestad,
• la emancipación y
• las guardas.
En cuanto a la relación del joven al interior de la familia se encuentra las siguientes
instituciones:
• el matrimonio,
• la filiación y
• los regímenes patrimoniales del matrimonio26.
Los jóvenes (15-29 años) están en materia civil divididos bajo dos estatutos jurídicos
distintos, por un lado los jóvenes menores de 18 años se consideran “menores adultos”; esto
quiere decir que si bien deben subordinarse a la voluntad de sus padres, gozan de un grado
mayor de libertad que los impúberes, que van entre 7 a 12 años en la mujer y de 7 a 14 en el
hombre. Los “menores adultos”, en materia civil, poseen una capacidad “relativa” que de
manera general le impide desarrollar actos sin la voluntad de su representante legal, salvo
en excepciones legales como disponer de su pecunio profesional, contraer matrimonio,
reconocimiento de un hijo, entre otras. Además, en términos generales, su patrimonio es
manejado por su padre o madre bajo la institución denominada de la patria potestad. El
“menor adulto” si comete daño o perjuicio a un tercero debe acreditarse su discernimiento,
institución que analizaremos al ver la parte penal. El mayor de 18 años goza de plena
capacidad y se le considera adulto para todos los efectos legales, debiendo someterse a la
jurisdicción de los tribunales civiles, a diferencia del “menor adulto” regulado por un
tribunal y un procedimiento especial27.
El tratamiento del joven en la legislación civil se caracteriza por el desconocimiento de su
calidad de “persona” —durante la fase de “menor adulto”— y un énfasis en la sujeción de
a la autoridad paterna o bien estatal. La defensa de lo que se entiende por “moral” y de
ciertos valores por parte el juez, sobre todo el de menores, se sitúa como un bien jurídico
protegido, en ocasiones, por sobre la autoridad paterna, de la familia e inclusive de las
propias opciones individuales del joven. Existe un reconocimiento y protección a la familia
legitima por sobre la ilegítima, lo que ha llevado, entre otros efectos, a una defensa del
matrimonio sin disolución de vínculo.Nos parece particularmente ilustrativo el desarrollar
dos instituciones que ejemplifican la relación existente entre el mundo juvenil y el derecho,
26
Esta clasificación temática se encuentra en HERNÁNDEZ, Washington: Jóvenes y familia en el derecho civil chileno, en Consejo
Nacional de la Juventud: Para pensarla, tema de discusión para la formación del Consejo Nacional de la Juventud, Santiago de
Chile, 1994.
27
Al respecto, ver GONZÁLEZ MORAGA, Marcela: Derecho procesal de menores. Ediciones Jurídicas, Santiago de Chile, 1998.

29
nos referimos a la tuición que ejerce el padre o bien el Estado sobre el menor y el
matrimonio.
a) La tuición: Uno de los principales efectos de la filiación es lo que el Código Civil llama
autoridad paterna, lo que dice referencia a los “derechos y obligaciones entre el padre y
los hijos legítimos”28. La tuición es uno de los elementos, que componen la autoridad
paterna y consiste en un derecho - deber que tienen los padres para proporcionar todo
lo necesario al hijo para lograr su mayor desarrollo material, moral y espiritual posible.
Nuestra legislación ha evolucionado en esta materia de un tratamiento por el Código
Civil, que enfatizaba el rol del padre subordinando al resto de la familia a la decisión de
éste, a ser regulada por la ley N º 16.618 de 1928, la cual “sustituye o supervisa a la
figura del padre a la del juez de menores”29. En lo que respecta a la tuición, la ley de
menores entra en contradicción con el Código Civil, el cual entiende a esta institución
como un elemento de la autoridad paterna legítima o ilegítima. Dicha ley contempla,
también, en el concepto de tuición los casos en que el Estado a través de los órganos
pertinentes o bien de un tercero, ejerce los cuidados que les corresponderían al padre
respecto del hijo. Esta confusión evidencia la manera paternalista o bien estatista con
que se trata al menor en Chile, ya que el padre o el Estado ejerce una autoridad que
controla la vida y los bienes del hijo30. Chile ratificó en 1990 la Convención sobre
derechos del niño y sobre este punto en su artículo 9º señala que es un derecho del niño
“en la medida de lo posible, ser cuidado por sus padres”. Así la Convención hace
referencia a dos puntos que chocan con la normativa chilena al hablar de “derecho del
niño” y del cuidado preferente de los padres.
El principio que recoge la normativa internacional de los derechos humanos, de ver al
“menor adulto” como una persona capaz de ejercer la titularidad de ciertos derechos
choca claramente con la institución de la tuición. Las distancias se hacen más
dramáticas cuando vemos que en el procedimiento especial, contemplado para esta
materia, el menor no se puede ni siquiera hacer parte de la discusión que determinará
con quien vivirá, en caso de divorcio o nulidad de los padres. Esto, que puede ser claro
para un niño de 7 años, por ejemplo, no es tan claro para un adolescente de 14, 15 ó 16,
que ya tiene una idea sobre cómo y con quien quiere vivir y merece que su opinión sea
considerada tan válida como las de su padre y su madre.
La legislación chilena que ve al menor como un objeto más que como un sujeto de
derechos no sólo se contradice con la convención aludida, sino también con el artículo
19º de la Constitución, la que reconoce un conjunto de garantías y derechos, entre ellos,
el derecho de toda persona, sin distinción de edad, sexo o condición, a un debido
proceso.
La Convención, en su Preámbulo, enfatiza el derecho- deber de los padres de cuidar de
sus hijos, señalándolo no sólo en el citado artículo 9º, sino específicamente en el artículo
7º, al establecer que el niño tiene derecho, “en la medida de lo posible, a ser cuidado

28
Esta materia esta regulada en el título IX del libro II del Código Civil y la Ley de Menores hace extensivo a los hijos naturales en su
artículo 46. Cabe señalar que con la reforma legal que termina con las diferencias entre hijos, esta institución será aplicable a todos los
hijos a contar de mediados de 1999.
29
CILLERO, Miguel: Evolución Histórica de la Consideración Jurídica de la Infancia y Adolescencia en Chile, en Infancia en Riesgo
Social y Políticas Sociales en Chile, Pilott, F., coordinador, Instituto Interamericano, 1994.
30
CILLERO, Miguel y otros: op. cit., pág. 35.

30
por su padre” y debe crecer en el seno de la familia para el pleno y armonioso
desarrollo de su personalidad.
El papel conductor de la familia en la crianza del niño es sólo aparente desde nuestra
legislación. A pesar de que desde la Constitución y de la ley se le reconoce dicho
principio, el alto grado de discrecionalidad que el juez de menores tiene para determinar
la tuición del niño, echa por tierra el rol conductor de la familia. Cillero da cuenta de
un:
“interés estatal, paternalista, que considera al niño como un objeto valioso que
proteger y que entrega amplios poderes para ello. Ello se traduce en esas extensas
atribuciones para privar a los padres de la tuición, muchas veces más como una
sanción frente a ciertas inhabilidades – que a veces se estructuran más como
inmoralidades – juzgadas con gran rigor, siendo que si tuviese como principal norte
la protección de los derechos del niño, debiera tenerse mayor tolerancia con las
inhabilidades de los padres”31.
Vemos cómo la tendencia “garantista” de ir dando desde el ámbito normativo
herramientas a los individuos para que se defiendan de acciones arbitrarias del Estado,
es vulnerada por una antigua “tendencia moralizadora”, que cree que a través de la
norma se puede orientar el comportamiento de las personas. Se le entrega al juez amplias
facultades para que pueda intervenir en la vida familiar e incluso separar al menor del
hogar, mientras en otras legislaciones se avanza en utilizar estas alternativas como
“última racio”, orientando la acción de la justicia a buscar caminos que fortalezcan la
familia. El caso de la tuición es particularmente revelador ya que el juez llega a igualarse
a la figura del padre en este afán moralizador, mientras el menor es sólo un objeto que
debe aceptar la autoridad.
Este papel moralizador ejercido desde el Estado se confronta no sólo con los derechos
individuales del menor, sino impone una forma de ver a la familia. La autonomía de
este órgano fundamental de la sociedad es garantizada desde el artículo 1º de la
Constitución, el que señala que la familia es el núcleo fundamental de la sociedad y
agrega luego, en su inciso final, que es deber del Estado dar protección a la familia y
propender a su fortalecimiento. Además, el artículo 19º, nº 4, asegura como garantía
constitucional, el derecho a la honra de la persona y de su familia.
b) El matrimonio: En instituciones como la tuición lo defendido es una determinada forma
de familia y no existe en realidad una verdadera autonomía que permita a los individuos
construir libremente su particular modelo de familia. Esta tendencia a imponer un
modelo, y en particular el tradicional de familia, se revela desde otra perspectiva en la
institución del matrimonio. Aquí vemos cómo los mecanismos conservadores,
explicitados de la Constitución de 1980, se entrecruzan con la normativa legal
confrontando una tendencia mayoritaria de la opinión pública en el sentido de legislar
sobre el tema. Encuestas hablan de un 72% de personas que están a favor del divorcio
vincular y un 85% de la población estaría a favor de legislar.

31
Idem, pág. 44.

31
No obstante, la normativa que regula el matrimonio se ha mantenido sin mayores
modificaciones desde la entrada en vigencia del Código Civil en 1857, con la salvedad
de la ley de matrimonio civil publicada en 1884, que sólo puso en práctica el sistema
propuesto en el Código Civil reglando el divorcio sin separación de vínculos. En la
práctica, mediante el fraude procesal de la nulidad la parejas disuelven el vínculo del
matrimonio. El sistema se ha legitimado de tal modo que las nulidades crecen
progresivamente. En 1993 se estimaba que existían 10 mil separaciones. Las nulidades
crecen a un ritmo del 10,7% pasando de un total de 5.144 en 1987 a 6.004 en 1992. La
imposición del matrimonio sin disolución de vínculo como único modelo legitimado
desde el Estado, pone en una delicada situación a la propia institución de la familia.
“En Chile, no obstante haber un 53,1% de familias “nucleares” (padre y/o
madre y los hijos), un 21,6% tiene como jefa de hogar a la mujer (1993).
Datos sobre familias monoparentales registran algunos cambios
últimamente; en los censos de 1970 y 1982 suben de un 17,6% a 24,5%
respectivamente, ascendiendo a un 28,5% en 1989. Otros estudios
demuestran que más de un 25% de niños declaran no vivir con ambos
padres. Es más el número de separados y anulados crece de 2,7% en 1982 a
3,82% en 1992. Conste que la tasa de crecimiento anual de “convivientes”
aumenta considerablemente, y eso que el ritmo de crecimiento de los
casados en igual período se mantiene más o menos igual; la de los
“convivientes” va de 1,22% en el período 1960-1970 a 5,74% entre 1970-
1982, hasta llegar a 7,10% entre 1982 y 1992. A esto habría que sumarle el
que se esté constatando un 42% de niños que nacen fuera del matrimonio.
La cifra en 1990 sin embargo era de 34,5%, y en 1960 de 15,9%.
Cualquiera sea el caso estamos hablando de tasas significativamente más
alta que en Francia(31%), el Reino Unido y los Estados Unidos (30%), o
Alemania (15%). En 1993 se calculaba que el 15% de los nacidos tenían
madre menor de 19 años. Se estima que podrían haber alrededor de 40 mil
embarazos de adolescentes cada año. Un 62,6% de jóvenes, además, se
suponen que mantiene relaciones sexuales prematrimoniales; otro dato que
suele aparecer es que los chilenos se estarían iniciando sexualmente a más
temprana edad que los suecos”32.
En la búsqueda de imponer este particular modelo, el sistema institucional pierde control
en la dirección de las relaciones sociales, a tal punto que ha obligado a la sociedad civil
a utilizar conductas desviadas, antisistémicas, para transgredir las prohibiciones
amparadas en su lógica moralizadora. En consecuencia, el Estado pierde legitimidad
frente a la sociedad civil, la que pasa a construir sus propias formas de organización
familiar y muchas veces a autorregular sus conflictos. El discurso oficial se distancia de
la realidad social.

32
JOCELYN-HOLT, Alfredo: El Chile perplejo, ed, cit. pág. 297

32
Jurisprudencia disponible
- Sentencias Definitivas, referidas a la regulación de pensiones alimenticias de menores y a
su extensión.( R.F.M. N º 414, 1993, pág. 226, sent. 3 y Corte Suprema, 22 diciembre de
1981, F. Del M. N º 277, sent. 5, pág. 562). En: González Moraga, Marcela: Derecho
procesal de menores. Ediciones Jurídica-1998, páginas 168 y 169.

3.1. Jóvenes frente al derecho penal


El sistema penal establece un catálogo de conductas a las que asigna carácter de delito. El
Estado ejerce lo que la doctrina llama “potestad punitiva”, con el “objeto de asegurar el
respeto a valores fundamentales sobre los cuales descansa la convivencia humana”, a través
de la descripción de cada una de estas conductas, de la determinación de penas frente a su
transgresión y de procedimientos que hacen efectivas dichas sanciones33.
El tratamiento jurídico de los jóvenes nuevamente aparece diferenciado por un criterio
etario. Esta vez no se encuentran sometidos a un estatuto jurídico diferenciado, como en
materia civil, sino por un mecanismo ya sea de exención o de atenuación de
responsabilidad penal: el discernimiento.
El Código penal en su artículo 10 señala que:
“Están exentos de responsabilidad criminal: Nº2 El menor de dieciseis años. Nº3 El
mayor de dieciseis años y menor de dieciocho, a no ser que conste que ha obrado con
discernimiento.
El Tribunal de menores respectivo hará declaración previa sobre este punto
para que pueda procesarle”.
Ahora bien, si el menor es declarado con discernimiento, éste debe responder penalmente, y
su edad deberá ser considerada como atenuante de su responsabilidad. Según el artículo 72
de Código Penal, se le deberá aplicar la pena inferior en el grado mínimo de los señalados
en la ley.
La tendencia de la legislación, a nivel internacional, es el establecimiento de una
“inimputabilidad penal absoluta” en una edad cronológica más bien baja. Así en Francia es
de 13 años, en España 16 años; en Suecia 15 años, en Noruega 14 años, en Bélgica 16 años,
en Portugal 14 años, en Grecia 12 años, en Holanda 14 años. Los menores que sobrepasan
esa edad quedan sometidos a un tratamiento diferenciado, especial, hasta alcanzar una plena
capacidad penal que generalmente se establece a los 18 años. Este estatuto diferenciado
busca más que sancionar y privar de libertad al menor, un restablecimiento que lo incorpore
a la vida en sociedad34.
Existen legislaciones, como la inglesa y la alemana, que profundizan en la idea de un
estatuto diferenciado para los jóvenes. Llegan a establecer tipos penales especiales que
recogen la particularidad de la delincuencia juvenil, como por ejemplo la singularidad

33
CURY URZÚA, Enrique: Derecho Penal. Tomo I. Editorial Jurídica de Chile, Santiago de Chile. 1986, pág. 16.
34
JANSANA MEDINA, Jaime P. y Ramiro R. GALAZ: Op. Cit.

33
delictual del fenómeno de las pandillas juveniles35. Estas legislaciones distinguen tres
etapas de capacidad. En la primera se encuentran los menores de 14 años, que son
completamente inimputables. Después vendría el período que va entre los 14 y 18 años, en
que sólo serían responsables “si por desarrollo moral e intelectual gozan de comprender lo
justo de lo injusto”. Claro está que las sanciones aplicables ante los ilícitos cometidos en
esta etapa sólo podrían ser medidas educativas o de corrección. La tercera etapa
comprendería a los jóvenes adultos entre 18 a 21 años. Estos son plenamente responsables
por sus actos ante la ley penal, no obstante, están sometidos al “derecho juvenil” en
aquellos en que el desarrollo moral e intelectual del autor “equivalga al de un joven que
perpetra infracciones juveniles”36.
En cuanto a la Convención de derechos del niño, ésta ve al menor como una persona
dotada de derechos y responsabilidades, no como un objeto de beneficencia y control
estatal. Propugna una legislación especial (art. 40.1) y una intervención frente al menor que
debe efectuarse dentro de un debido proceso y con el sólo objetivo de la integración social,
restringiendo las medidas que priven de libertad del menor.
Cilleros resume las garantías que establece la Convención a favor del menor, en los
siguientes puntos:
a) Derecho a que se le garantice en la máxima medida de lo posible la
supervivencia y su desarrollo (art. 6.2).
b) Derecho a preservar la identidad, incluso el nombre, la nacionalidad y las
relaciones familiares sin injerencias ilícitas (art. 8).
c) Derecho a la vida privada y a no sufrir interferencias arbitrarias en ella ni en su
familia, domicilio y correspondencia (art. 16).
d) Derecho a la honra y reputación.
e) Derecho a la integridad personal y trato humanitario (art. 37).
f) Derecho a un proceso y a las garantías que ello significa (art. 37 letra d y 40
letra B NºIII).
g) Derecho a la defensa jurídica (art. 37 letra d y 40 letra B NºIII).
h) Derecho a no ser privado de libertad en forma ilegal o arbitraria y a que ella sólo
proceda como último recurso (art. 37 letra d y 40 letra B NºIII).
i) Derecho a que se le apliquen diversas medidas alternativas a la internación que
aseguren su bienestar (art.40 Nº4).
A su vez, la Constitución en su artículo 19 garantiza, como vimos, a todas las personas y
entre ellas a los jóvenes los siguientes derechos:
-Nº1 A la vida y a la integridad física y psíquica de las personas.
-Nº2 A la igualdad ante la ley, ni la ley ni autoridad alguna puede establecer diferencias
arbitrarias.
35
Al respecto ver COSTA, Pere-Oriol, José Manuel PÉREZ TORNERO y Fabio TROPEA: Tribus Urbanas Ediciones Páidos
Iberoamericana S.A, Barcelona, 1997.
36
JANSANA MEDINA, Jaime P. y Ramiro R. GALAZ: op. cit., Pág. 315.

34
-Nº3 A la igual protección en el ejercicio de sus derechos que comprende:
- Derecho a la defensa jurídica.
- Legalidad del tribunal.
- Derecho a un justo y racional procedimiento.
- Prohibición de que la ley presuma de derecho la responsabilidad penal.
- Principio de legalidad de la pena.
- Principio de tipicidad.
-Nº4 A la libertad personal y a la seguridad individual.
- Garantizando la libertad ambulatoria.
- Garantizando que nadie pueda ser privado de su libertad, ni ésta restringida sino en
los casos que establezca la ley y la Constitución.
- Nadie puede ser arrestado, detenido o preso sino por orden de la autoridad
competente, salvo en los casos de delito flagrante.
- Derecho a la libertad provisional.
- Derecho a que el inculpado no sea obligado a declarar bajo juramento.
-Nº26 La seguridad de que los preceptos legales que regulen el ejercicio de los derechos
reconocidos por la Constitución no podrá afectar estos derechos en su esencia.
Nuevamente vemos cómo la tendencia “garantista” de la Constitución y de la Convención
de derechos de niño chocan con la legislación aplicable al respecto. La ley chilena no
establece un tratamiento diferenciado hacia los jóvenes, salvo para atenuar la
responsabilidad del menor de 18 años que obra con discernimiento, es más, niega la
particular conflictiva juvenil percibida y normada en gran parte de las legislaciones
extranjeras. Por un lado el menor que actúa con discernimiento se le sanciona como adulto
y por otro, el que es considerado inimputable, no está sujeto a ningún tipo de sanción. No
obstante, existe una “sanción penal encubierta” que se presenta bajo la aparente
“protección al menor”. Si bien, no se puede castigar la comisión del delito, de conformidad
con la ley, tratándose de menores absolutamente inimputables o de mayores de 16 años que
obraron sin discernimiento, el Juez puede - por el tiempo que estime conveniente - aplicar
alguna de las siguientes medidas de protección:
a) Devolver al menor a sus padres, guardadores o personas a cuyo cargo estuvieren, previa
amonestación.
b) Someterlo al sistema de libertad vigilada.
c) Confinarlo a un establecimiento especial de educación u otro adecuado que el Tribunal
determine.
d) Confinarlo al cuidado de alguna persona que se presente para ello, a fin de que viva con
su familia y que el juez considere capacitada para dirigir su educación. En este caso, el
menor, permanecerá sujeto además al régimen de libertad vigilada.

35
El sistema, como vemos, en su afán “proteccionista”, es altamente interventor en la vida del
menor, no sólo del que comete un delito sino del que se encuentra en situación de “peligro
o daño social”. No establece una jerarquía legal en el tipo de medidas de protección a
aplicar. Deja a la discrecionalidad del juez esta decisión, vulnerando el principio que
establece la Convención en el sentido de privilegiar la libertad y el bienestar del menor.
El juez emerge, nuevamente, como un agente todo poderoso, con un amplio margen para
actuar en la vida del joven al punto de afectar gravemente los derechos que establece la
Constitución y la Convención de derechos del niño. El procedimiento para determinar el
discernimiento es de carácter verbal, sin forma de juicio, no da garantías a un debido
proceso. Se interroga al menor sobre datos personales, su nombre, dónde vive, si tiene
estudios y los mantiene, si trabaja o no, si vive con sus padres. Se indaga sobre los
antecedentes de sus padres y la educación que éstos le han entregado al menor. Con todo, el
menor no puede actuar mediante un abogado que lo represente, al igual que en materia
civil. En este procedimiento se da la paradoja, de que el mayor de 18 años debería ser
dejado en libertad a lo más al quinto día en que fue detenido, mientras que el menor de
edad, supuestamente protegido por la ley, permanece recluido hasta que el juez resuelva
sobre si cuenta con discernimiento.
El alto grado de discrecionalidad con que cuenta el juez de menores no sólo se manifiesta
en el plano procedimental, sino en la propia institución del discernimiento. El legislador no
lo ha definido, entregándole su determinación al tribunal frente a cada caso en particular.
Eduardo Novoa la define como la:
“aptitud psíquica que coloca al individuo en situación de distinguir lo que las
normas jurídicas reprueban como punible, no es preciso por cierto que el
sujeto tenga claras nociones sobre legislación penal, sino que basta que tenga
madurez suficiente para poder darse cuenta de que en la sociedad humana
imperan ciertas normas obligatorias cuyo quebrantamiento acarrea
castigo”37.
Un estudio, de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile de 1972, que consultó la
opinión de los jueces de menores de Santiago, Valparaíso y Concepción, sobre qué
entendían por discernimiento, reveló que los magistrados no coincidían en el sentido de este
concepto y le atribuían “particularidades y características diferentes”38.
No obstante, la ley no establece un tratamiento diferenciado, el juez y los demás órganos
destinados a aplicar la ley sí han ido conformando un juicio o mejor dicho un prejuicio
sobre los jóvenes.
“En la práctica los órganos del sistema funcionan sobre la base de una
definición de los menores sujetos a él que corresponde a una vaga e
imprecisa idea de menor abandonado – delincuente que corresponde al

37
NOVOA MONREAL, Eduardo: Curso de derecho penal chileno. Tomo I. Editorial Jurídica, Santiago de Chile, 1990.
38
JANSANA MEDINA, Jaime P. y Ramiro R. GALAZ: op. cit., 112.

36
esteriotipo definido por la policía cómo futuro delincuente y coincide con el
de los menores pertenecientes a los estratos más bajos de la población”39.
En la búsqueda del bienestar de los jóvenes se esconde todo un tramado institucional
que restringe los derechos individuales del joven como individuo sujeto de derechos.
Este sistema “proteccionista” es altamente interventor en la vida del menor, no sólo del que
comete un delito sino del que se encuentra en situación de “peligro o daño social”. En la
supuesta protección al menor la policía cuenta, con un amplio poder sobre el joven,
privando de libertad, sometiendo a interrogatorios informales “no exentos de tensión, hasta
violencia”.
“La violencia como elemento permanente en la intervenciones del sistema
penal, la estigmatización de quienes son captados por él, la sensación de
marginalidad y de arbitrariedad producida por el propio sistema, hacen que
muchos casos la reacción adaptativa más obvia sea la de adoptar o
afirmarse en un comportamiento conflictivo. Asimismo, el sistema pone en
contacto, mezcla, a los jóvenes con sectores de delincuencia avezada y de
ese modo favorece su captación para esos grupos. Mientras más intensa sea
la intervención del sistema, mayor será su influencia sobre la subjetividad
del joven. Por ejemplo la permanencia de un menor en un centro de
reclusión por un período prolongado casi inevitablemente determina la
adopción por su parte de un comportamiento violento y refractario a todo
estimulo constructivo. Por otra parte, mientras más deteriorada sea su
situación social en términos de recursos familiares, educacionales,
económicos, etcétera, mayor será también la posibilidad de verse afectado
gravemente por los efectos de la acción del sistema penal. Como la
extensión de estos mecanismos amplificados del sistema penal se dirige
precisamente contra sectores socialmente más vulnerables y dentro de ellos
contra individuos en peor situación relativa, su efecto estigmatizador
resulta máximo”40.
Nos encontramos en definitiva con una legislación que, al igual que el derecho privado, fue
elaborada en el siglo diecinueve y cuenta con pocas modificaciones, en donde en el
tratamiento hacia el joven existe:
• Un abuso indiscriminado de la privación de libertad bajo la forma de
protección al menor
• Con un procedimiento en donde no se dan las garantías mínimas del debido
proceso
• Se hace un uso arbitrario del discernimiento que lleva a la formación de un
tratamiento particularizado del joven, no desde la ley sino por parte de los
sujetos imperantes, que más se acerca a una estimatización del joven .

39
RIEGO RAMÍREZ, Cristián: Juventud y represión penal. En: Cuaderno de Análisis Jurídico Nº21. Serie de seminarios,
mayo de 1992. Escuela de derecho Universidad Diego Portales, Santiago de Chile.

40
Idem: páginas 69-70

37
La tendencia moralizadora, que hemos percibido en materia del derecho público y privado,
tiene en su faz punitiva una presencia fuertemente represiva y estigmatizadora. Cristián
Riego vincula esta característica a las teorías del “control social” y del “etiquetamiento”,
presente a lo largo de todas la legislaciones latinoamericanas y que se caracterizan por:
- Una descripción exagerada de una serie de conductas- vagancia, ebriedad, consumo
de drogas, entre otras- que el sistema califica de delito y que tienden a castigar
hábitos propios de ciertos sectores del mundo juvenil.
- Facultades amplias de la policía para intervenir en la vida privada de los jóvenes.
Contra este sistema se opondría el derecho penal democrático que se caracteriza por:
- Establecimiento como delito sólo en “extrema ratio” y conductas que atentan contra
bienes jurídicos sociales.
- Los órganos pertinentes actuarían dentro de un marco regulado y en pleno respeto a
los derechos y garantías del inculpado.
Con la entrada en vigencia del estatuto de garantías individuales consagrado en la
Constitución de 1980, la tendencia del legislador sería la de avanzar en un derecho penal
democrático. Así queda de manifiesto en la reforma al sistema penal impulsado por el
actual gobierno, con el término de la detención por sospecha y el establecimiento de todo
un procedimiento que regló la acción del la policía frente al inculpado de un delito. No
obstante, como hemos visto en esta rápida revisión por la normativa penal que afecta a los
jóvenes, subsiste la presencia de una mentalidad “proteccionista” por parte del juez y de la
policía, avalada por una legislación de menores y la institución del discernimiento. Por otra
parte, las teorías del “control social” y del “etiquetamiento” cobran nuevos bríos en toda
una nueva tendencia represiva, que pretende reaccionar contra la delincuencia, la que se
manifiesta en el aumento exagerado de las penas, como en el delito de robo con
intimidación y en la dictación de la ley de drogas.

3.2. Jóvenes frente al derecho laboral


El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, ratificado por Chile
desde el 27 de octubre de 1989, establece un marco regulatorio al cual los países que lo
ratifican deben aspirar a reproducir dentro de su normativa interna. En los artículos 6 y 7 de
dicho Pacto señala los siguientes principios rectores:
- Reconocer el derecho de toda persona a trabajar, mediante una ocupación
libremente escogida. El Estado debe garantizar este derecho a través de programa y
normas técnicas destinadas a conseguir pleno empleo, en la búsqueda de alcanzar el
mayor desarrollo económico, social y cultural.
- Garantizar un salario equitativo y justo.
- Seguridad e higiene en el trabajo.
- Iguales oportunidades para ser promovidos, sin más consideraciones que el tiempo
de servicio y capacidad.
- Garantizar un tiempo de descanso y limitar razonablemente el tiempo de trabajo.

38
En cuanto a la Convención de derechos de niño, el articulo 32 prohibe el trabajo infantil.
Cada Estado deberá fijar una edad mínima para permitir trabajar y establecer una normativa
que junto con proteger al menor genere instancias que fiscalicen su cumplimiento. Este
principio básicos ha sido desarrollado por numerosos convenios de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT), en particular el 138, que señala como objetivo de los
Estados miembros el aumentar progresivamente la edad mínima que prohiba trabajar. Se
busca que el menor no tenga necesidad de trabajar para que destine su tiempo a su
desarrollo y educación.
En la Constitución de 1980 no hay ninguna disposición que se refiera a la situación de los
jóvenes frente al derecho laboral, tampoco se hace referencia al trabajo infantil. Sobre este
último punto se refiere indirectamente, al garantizar el derecho a la educación. En cuanto al
tratamiento que la carta fundamental hace de los derechos laborales, esta normativa marca
un claro distanciamiento con la Constitución de 1925 y el Pacto de derechos económicos
sociales y culturales, que garantizan la libertad de trabajo y su protección.
“Toda persona tiene derecho a trabajar, a la libre elección de éste, a una
remuneración suficiente que asegure a ella y su familia un bienestar acorde
con la dignidad humana y una justa participación en los beneficios que de
su actividad provenga.” (artículo 10 N º 14 inciso 1º, Constitución de 1925)
La Carta de 1980 inspirada en el principio de subsidiaridad y un en su opción por un “orden
público económico”, retrae al Estado de asegurar el derecho al trabajo. La carta
fundamental se limita a garantizar la libertad de trabajo (art.19 N º 16), la libre
contratación, elección libre del trabajo con justa remuneración y prohibe cualquier clase de
discriminación, salvo las que se funden en “la moral, la seguridad o la salubridad pública, o
que lo exija el interés nacional”. Más aún, sólo la libertad de trabajo y al derecho a su libre
elección y libre contratación está protegido con la acción consagrada en el artículo 20,
restringiendo los mecanismos de defensa con que cuenta el empleado frente a su
empleador.
Otros derechos relacionados con el trabajo son:
- Se garantiza a toda persona la admisión a toda función o empleo público, sin otro
requisito que los que impongan la Constitución y las leyes (19 Nº17).
- La libertad para afiliarse a cualquier organización sindical (19 Nº19).
- Se asegura el derecho a desarrollar cualquier actividad económica que no sea
contraria a la moral, al orden público o a la seguridad nacional, respetando las
normas legales que la regulen (19 N º 21).
En el ámbito legal la plena capacidad para contratar se establece a los 18 años, antes se
requiere autorización del representante legal. El menor que cuenta con bienes generado por
su trabajo (pecunio profesional) los administra libremente y actúa ante estos bienes como
plenamente capaz. El Código Civil regula el trabajo del menor en cuanto este lo desarrolle
en forma independiente, ya que si trabajan en forma dependiente deben regularse bajo las
normas del Código del Trabajo dictado en el año 1987. En el libro primero capítulo dos,
título primero, dicho Código trata las normas relativas a la capacidad de la mujer y del
menor en el trabajo.

39
Los menores que desempeñen un trabajo bajo subordinación y dependencia de su
empleador están sometidos a las siguientes normas:
- Se consideran plenamente capaces ante el derecho laboral, pudiendo contratar
libremente, los mayores de 18 años.
- Los menores cuya edad fluctúe entre 15 y 18 años pueden contratar si cuentan con
la autorización de su representante legal.
- Los menores que hayan cumplido 14 años – con menos de 14 no pueden trabajar -,
siempre que fueran debidamente autorizados y que cumplan obligación escolar
básica, sólo podrán realizar trabajos ligeros que no perjudiquen su salud y
desarrollo.
- Los menores de 18 años en ningún caso podrán trabajar más de 8 horas diarias, ni
serán admitidos en trabajos subterráneos, ni en faenas que requieran fuerza
excesiva, ni actividades que puedan resultar peligrosas para su salud, su seguridad o
moralidad. Los menores de 21 años no podrán ser contratados para trabajos
subterráneos sin someterse previamente a un examen de aptitud, ni trabajar en
cabaret y otros establecimientos análogos que presenten espectáculos en vivo.
- Los menores de 18 años no podrán desarrollar trabajos nocturnos en
establecimientos industriales, que se ejecuten entre las 22 y las 7 horas (salvo que se
trate de trabajos en que participen únicamente miembros de la familia).
- La jornada de trabajo no puede exceder de 48 horas semanales, por regla general, ni
distribuirse en más de seis o menos de cinco días semanales ni exceder diez horas
por día.
- En el contrato de aprendizaje, particularmente relevante para los jóvenes, el
empleador se obliga a que imparta a un aprendiz los conocimientos y habilidades de
un oficio calificado, con remuneración. El contrato durará sólo lo necesario para el
aprendizaje, no pudiendo exceder de dos años y sólo tienen derecho a este contrato
los menores de 21 años.
Al analizar la normativa que regula el tratamiento de los jóvenes frente al derecho laboral
surge una primera constatación. El hecho que el Estado niegue su responsabilidad en la
búsqueda de un pleno empleo y en asegurar el derecho de todos sus ciudadanos a contar
con un trabajo digno, afecta particularmente al mundo juvenil. Sin duda el segmento
social que más pierde por esta nueva tendencia constitucional son los jóvenes ya que son
ellos los llamados a incorporarse cada año, al mundo laboral. El grado de cesantía de los
jóvenes, que la mejor de la veces duplica a la del mundo adulto, es prueba de ello.
La doctrina considera la necesidad de un tratamiento particularizado a nivel constitucional
que recoja a lo menos la situación de trabajo infantil. Por otra parte hacen una fuerte crítica
a la legislación existente. Estudios (CASEN, 1992) plantean que en Chile alrededor de
84.656 niños trabajan entre 12 y 17 años. Cillero agrega que sólo el 23,2 % de los menores
de 18 años que trabajan han firmado un contrato de trabajo y la mayor parte de los niños
que trabajan lo hacen en sectores en los que no se acostumbra hacer contratos escritos. La
legislación chilena, en su regulación del Código del Trabajo, sólo se preocupa de la
capacidad de los jóvenes al contratar, dejando fuera de su protección a todos aquellos que
no han firmado un contrato de trabajo escrito. Cillero plantea que cerca de un 76,8 % de los

40
menores de 18 años que trabajan quedan marginados de la protección legal, sin considerar
aquellos menores que trabajan por cuenta propia que aumentaría considerablemente la
cantidad de menores desprotegidos41. Además, los mecanismos de control destinados a
hacer cumplir la normativa laboral son del todo deficitarios. La Inspección del Trabajo sólo
tiene capacidad para fiscalizar empresas por tanto el control sólo se limita nuevamente a los
menores que trabajan en forma dependiente y bajo un contrato de trabajo.

Jurisprudencia disponible
Dictamen 1621, de fecha 14.04.1981 sobre el artículo 7 del DL 2200. Frente a una solicitud
hecha a la Dirección del Trabajo sobre si debían o no contar con contrato de trabajo los
escolares empaquetadores de supermercado. El director señala que los supermercados lo
único que hacen es tolerar que los empaquetadores se sitúen detrás de las cajas,
empaquetando las compras cuando el cliente lo solicita y recibiendo por tal servicio una
propina voluntaria. Por tanto, no hay relación laboral con el Supermercado.

3.3.. Jóvenes frente al servicio militar


La Carta de 1980, a diferencia de la de 1925, otorga rango constitucional a la obligación
que le cabe a todo ciudadano de efectuar el servicio militar. El inciso 3º y 4 del artículo 22
señala:
“El servicio militar y demás cargas personales que imponga la ley son
obligatorias en los términos y formas que ésta determine.
Los chilenos en estado de cargar armas deberán hallarse inscritos en los
Registros Militares, si no están legalmente exceptuados.”
El Servicio Militar se encuentra reglamentado, además, por el decreto ley N º 2.306, de
fecha 12 de Septiembre de 1978. En él se establece su carácter obligatorio, indicando que
todos los varones mayores de 18 años deberán inscribirse en los cantones de reclutamiento
en el año que cumplan 18 años de edad en los meses de enero a septiembre. El organismo
encargado de implementar este servicio es la Dirección General de Reclutamiento y
Movilización de las Fuerzas Armadas, que se ocupará de:
- La convocatoria, inscripción, selección y distribución de todas las personas afectas
al citado decreto ley-(art. 7)
- Resolver las solicitudes que presenten las personas afectadas por alguna de sus
medidas. (art. 8)
Del conjunto de todas las personas que están en la situación de ser convocadas para ser
acuarteladas forman la “Base de Conscripción” (art.27), sobre esa base se encuentran las
personas en servicio activo y las que pasan a reserva (arts.31 y 43). Sus derechos pueden
ser resumidos de la siguiente manera42:

41
CILLERO y otros: op. cit, pág. 157.
42
Este resumen fue elaborado por VILLAROEL, Michel: Servicio Militar Obligatorio, en Consejo Nacional de la Juventud: Para
pensarla, tema de discusión para la formación del Consejo Nacional de la Juventud, ed. cit.

41
- Las personas llamadas a servicio activo tendrán los derechos inherentes a su
función, empleo o trabajo (art.16). Sus remuneraciones serán fijadas por el estatuto
de las Fuerzas Armadas.
- Si sufrieren una inutilidad proveniente de un acto determinado del servicio, tendrá
derecho a los beneficios que establece a este respecto el D.L. 2306.
- A petición del interesado, la Dirección General, podrá autorizar la anticipación del
servicio militar obligatorio, hasta dos años y su postergación hasta por doce años
(art.32).
- Las personas aptas de las clases que cumplan 19 a 30 años y que convocadas al
servicio, no hubieran sido acuarteladas, podrán ser aceptadas como voluntarias.
Art.36).
- El personal de reserva llamado a servicio activo, por períodos superiores a 30 días,
tendrá derecho a las remuneraciones y beneficios que se otorgue al personal de
planta de igual grado. (art. 50).
- En el Código de Justicia Militar se señala que un efectivo puede entablar una
reclamación, siguiendo el conducto regular; esta reclamación deberá hacerse por
escrito y se entregará por el soldado a su superior directo.
Se ha cuestionado el mecanismo de control de las violaciones a los derechos humanos a los
conscriptos. Son numerosos los casos que han llegado a niveles inusitados y que han
desembocado en la prensa, conmocionando a la opinión pública. El hecho de que la primera
instancia de una denuncia sea el superior jerárquico, lleva a que los abusos sean tan graves
que llegan a ser conocidos cuando salen del control de éste a través de acciones temerarias
de sus subordinados.
Por otra parte, existe un tratamiento particularizado que hace la legislación militar sobre el
tema. El artículo 331 del Código de Justicia Militar señala las penas que sufre el superior
jerárquico por el maltrato de obra que infringiese a un inferior. No obstante en el artículo
332 plantea una causal que exime al superior jerárquico de sus responsabilidades en los
resultados del abuso, cuando
“el superior jerárquico probare que éste tuvo por objeto contener, por un medio
racionalmente necesario, los delitos flagrantes de traición, sedición, rebelión, insulto
o ataque a un superior, desobediencia en acto de servicio, cobardía frente al enemigo,
devastación, saqueo u otro de igual gravedad”.
Que la primera instancia encargada de investigar la denuncia se encuentre en la propia
justicia militar, hace muy difícil la prueba y castigo de uno de estos delitos.
Otro de los puntos cuestionados, especialmente por el mundo juvenil, es justamente el
carácter de obligatorio del servicio militar. Esto nos lleva a analizar las causales legales que
permiten eximirse de este servicio. Estas son, según el artículo 42, las siguientes:
- Las personas inaptas por imposibilidad física o psíquica, según lo disponga el
reglamento.
- Las personas que hubieran sido condenadas a pena aflictiva, salvo que la dirección
general las considere moralmente aptas.

42
En la práctica al ser las causales de exclusión tan amplias y vagas, el sistema se ha
transformado más que en obligatorio en selectivo, ya que el oficial encargado de la
selección debe discriminar, de manera algunas veces arbitrarias, las personas que exime y
que convoca. Esto ha generado distintas clases de discriminación, religiosas, sexuales,
sociales, entre otras que no tienen origen en la ley sino en el criterio del propio oficial a
cargo. No obstante, la preocupación del Ministerio de Defensa que implementó un sistema
de doble llamado, el mayor de los reclamos por parte del “mundo juvenil” obedece al
carácter obligatorio de este servicio, los problemas siguen presentes. La oficina de asuntos
juveniles del Instituto Nacional de la Juventud da cuenta que, a dos meses de su
funcionamiento, había recibido cerca de 200 denuncia de las cuales un 32,4 % se referían al
Servicio Militar Obligatorio. Estas denuncias se relacionaban todas con conflictos surgidos
a partir de convocatorias que no reconocían situaciones como jóvenes que eran jefes de
familia, únicos sustentadores de sus hogares o bien comprobadas enfermedades
inhabilitantes43.
Además, el carácter obligatorio aparece visto por los jóvenes como una imposición de la
doctrina militar a personas que simplemente tienen como único argumento una opción
personal. La Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en su sesión 43, del
año 1987, adoptó la resolución que reconoce el derecho a la “objeción de conciencia del
Servicio Militar”, fundados en principios internacionalmente reconocidos, como son los
artículos 3 y 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, considerándola
como un legítimo ejercicio de la libertad de conciencia, pensamiento y religión. Pese a que
se han elaborado numerosos proyectos de ley ninguna iniciativa ha fructificado en el
parlamento.
Jurisprudencia disponible
- Recurso de Apelación ante la Corte de Apelaciones de Concepción referente a exención al
Servicio Militar. Gaceta de los Tribunales, 1906, Nº 7191, Primer Semestre, Corte de
Apelaciones, Secc. Criminal, pág.158.
- Recurso de Apelación ante la Corte de Apelaciones de Talca referente a exención al
Servicio Militar. Gaceta de los Tribunales, 1912, Nº 7934, Segundo Semestre, Corte de
Apelaciones, Secc. Civil, pág. 552.
- Recurso de Apelación ante la Corte de Apelaciones de Concepción referente a exención al
Servicio Militar. Gaceta de los Tribunales, 1912, Nº 7942, Segundo Semestre, Corte de
Apelaciones, Secc. Civil, pág.1204.

3.4.Jóvenes frente a la educación


El Pacto internacional sobre derechos económicos, sociales y culturales (artículos 13 y 14),
así como la Convención de derechos del niño (artículos 28 y 29) garantizan el derecho a la
educación. Toda persona tiene derecho a la educación, esto involucra el orientarla hacia el

43
Al respecto ver Instituto Nacional de la Juventud: Informe legislativo Juvenil N º 7/8/9 Enero 1996-Agosto 1977, Departamento de
desarrollo de políticas , sin publicar.

43
mayor desarrollo de la personalidad, fortaleciendo el respeto de los derechos humanos y los
principios que fomenten la consolidación de una sociedad libre y democrática. El artículo
5º de la Convención establece que los Estados partes deben respetar las responsabilidades,
los derechos y deberes de los padres de impartir a los niños la dirección y orientación
apropiados para que ejerza los derechos reconocidos por la presente Convención. Con el
objeto de hacer efectivo estos principios el Pacto y la Convención por su parte, exigen a los
Estados que los suscriben, entre otras medidas las siguientes:
- La enseñanza básica o primaria es obligatoria y asequible a todos y en forma
gratuita.
- La enseñanza secundaria y superior, en sus diversas formas, debe ser
generalizada y hacerse accesible a todos, propugnando la implantación
progresiva de la enseñanza gratuita.
- El Estado tiene el deber de garantizar los derechos señalados sin
discriminación de raza, sexo, idioma, religión, opinión política o de otra índole,
origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquiera otra
condición social.
Por su parte la Constitución (art.19 N º 10) reconoce el derecho preferente de los padres a
educar a sus hijos, como el carácter obligatorio de la educación básica y el deber del Estado
de financiar un sistema gratuito para tal objeto. Además, señala que corresponderá al
Estado fomentar el desarrollo de la educación en todos sus niveles. La Constitución señala
que una Ley Orgánica Constitucional deberá establecer los requisitos mínimos de la
enseñanza en sus distintos niveles y establecerá normas mínimas que permitan al Estado
velar por su cumplimiento (art. 19 N º 11). Dicha ley se aprobó con fecha 10 de marzo de
1990.
Cillero, si bien reconoce la incorporación de los principios establecidos en el pacto y la
Convención, en nuestra Constitución cuestiona su efectiva puesta en práctica ya que la
“calidad de la educación sufre deterioros en todos los niveles educativos”, hay “una gran
disparidad entre las escuelas privadas y públicas” y “existe una diferencia bastante grande
entre los niños de sectores urbanos y de los sectores rurales”44.
A partir de la entrada en vigencia de los principios “garantistas” que la Constitución de
1980 hace extensivos a todas las personas, y la habitualidad con que los derechos
constitucionales están siendo exigidos a través del recurso de protección, está surgiendo un
nuevo espacio en el mundo escolar identificado con la defensa de derechos juveniles. En
este contexto, existen numerosas investigaciones que dan cuenta de la emergencia de un
sujeto juvenil a nivel escolar, llevando a modificar la concepción tradicional de disciplina45.

44
Cillero y otros: op. cit. páginas 170 y 171.
45 CERDA, Ana María, Jenny ASSAÉL, Florencio CEBALLOS, Rodrigo Sepúlveda: Institución escolar y
organización formal juvenil: la emergencia de un sujeto, en Revista de Psicología de la Universidad de Chile, Vol
VII, Santiago de Chile, 1998; CERDA, Ana María: La cultura juvenil escolar, ponencia presentada al Seminario
sobre Docentes y Prevención de Drogas, MINEDUC, PIIE, U.C., diciembre de 1998 (sin publicar); ASSAÉL, Jenny
y Ana María CERDA: Normatividad escolar y construcción de valores en la vida cotidiana del liceo, documento
Investigación Fondecyt “Los contenidos valóricos y normativos que construyen los jóvenes en el espacio escolar”
(sin publicar)

44
Jurisprudencia disponible
- Recurso de Protección presentados por alumnos expulsados de la Universidad.
Revista derecho y Jurisprudencia, Tomo LXXVIII, N º 2, 1981, Secc. V, Pág. 13.
- Recurso de Protección presentados por alumnos expulsados de la Universidad.
Revista Fallos del Mes Nº 316, Marzo, 1985, pág. 28. Recurso de Protección
presentado ante la
- Recurso de Protección presentado ante la Corte de Apelaciones de Valdivia por un
apoderado que reclama ante una medida disciplinaria que intervenía en el derecho a
la libre imagen de los Alumnos del Colegio Windsor School. Corte de Apelaciones
de Valdivia Rol Nº 2670-98.

4. El acceso igualitario de los jovenes a la justicia

4.1. La evolución de este principio


La idea del acceso a la justicia emana del principio de la igualdad ante la ley y ante la
justicia. Ambos principios son reconocidos desde los inicios de nuestra institucionalidad
por todas las Constituciones, desde el Reglamento Constitucional de 1812 en adelante. No
se entiende un trato igualitario de la ley, sin un procedimiento también igualitario.
Cualquiera que sea sometido a un juicio en que tenga los mismos derechos debe ser
sometido a un proceso común.Pero todo esto no basta, para que sea efectiva la igualdad
ante la ley y ante la justicia deben establecerse medios o acciones para hacer efectivos
dichos derechos.
Sin embargo, esta defensa de la igualdad no siempre lleva a la justicia , en ocasiones se
hace necesario diferenciar, discriminarla, para acercarse a una solución de los conflictos.
En atención a los actos que ejecutan las personas, se establece la única gran excepción en el
tema de las igualdades. La ley consideró que según la naturaleza de los actos se podían
establecer tribunales y procedimientos especiales. Surgen así los tribunales de menores, del
trabajo, de policía local, entre otros. Todos cuentan con procedimientos y principios
propios con el objetivo de hacer más efectiva la acción de la justicia. De esta forma
llegamos a comprender la estructura de funcionamiento del sistema judicial. La
complejidad, no sólo de este sistema judicial sino de los contenidos propios del derecho,
hace necesaria la asesoría de un experto. Así aparece el derecho a la defensa ante la justicia.
Sergio Diez nos explica que el concepto de “defensa” implica asumir el patrocinio y la
representación del defendido. Esta defensa debe ser otorgada por un letrado (abogado) que
es la persona revestida por los tribunales con la autoridad competente para defender ante la
justicia a las personas.46

46
EVANS DE LA CUADRA, Enrique: Los Derechos Constitucionales, Tomo II. Editorial Jurídica, Santiago de Chile, 1986, pág. 213

45
Don Mario Verdugo concluye que:
“Sin auxilio del letrado toda garantía de un proceso justo puede quedar
malograda. La Constitución establece que la ley arbitrará los medios para
otorgar defensa jurídica a quienes no puedan procurársela por sí mismos.”47
El derecho de toda persona a la igual protección ante la ley, para el ejercicio de sus
derechos (derecho de toda persona a la defensa jurídica), esta reconocido en la Constitución
de 1980 en su artículo 19 Nº3. A pesar de esto, la incapacidad de responder a las demandas
de los sectores más marginados de la sociedad ha sido un problema congénito de nuestra
historia. La incapacidad por hacer efectivo ese principio, tan básico de todo sistema
democrático, es un estigma permanente de nuestra institucionalidad. Así, como veremos, es
percibido por la ciudadanía y por el propio Estado e impide una verdadera evolución en las
demandas de los derechos por parte de la sociedad.
El problema del acceso a la justicia comenzó a ser discutido, como una necesidad de
política de Estado ya en la década del sesenta, con la elaboración de proyectos de leyes
cuyo objetivo era la creación de un número importante de tribunales para atender las
necesidades de los más pobres y el mejoramiento del sistema de asistencia judicial gratuita
entregada al Colegio de Abogados. No obstante, los proyectos no fructificaron en el
Congreso. Posteriormente, la llegada de la Unidad Popular al gobierno, a comienzo de los
setenta, va acompañada con una profunda crítica al Poder Judicial chileno considerado
como una instancia encargada de la defensa de los intereses de los grupos privilegiados de
nuestro país48. El conflicto entre el gobierno y el poder judicial se agudizó con la creación
de un sistema de justicia informal, con la negativa a prestar a la fuerza pública para el
cumplimiento de resoluciones judiciales. La instauración de Régimen Militar permitió que
la acción del Poder Judicial se marginara nuevamente del debate público y que se
restableciera el tradicional respeto entre el Ejecutivo y la Corte Suprema.La década de los
ochenta trae una nueva crítica al sistema judicial por parte del gobierno, en el marco de los
intentos por modernizar el Estado49. En el contexto del acceso a la justicia esto trajo
consigo la creación de la “Corporación de Asistencia Judicial”, en remplazo al sistema que
coordinaba el Colegio de Abogados desde la década del veinte. Con la vuelta a la
democracia se presenta un nuevo proyecto de ley para la creación de tribunales vecinales y
otro que propone una significativa transformación a las Corporaciones de Asistencia
Judicial. Ambos se encuentran aún en trámite en el Congreso.En consecuencia, a pesar del
largo debate sobre los problemas del acceso a la justicia de los segmentos socialmente más
postergados, hoy reconocidos por todos los sectores, estos siguen siendo una deficiencia
grave del Estado en la consolidación de la institucionalidad democrática50.

47
VERDUGO MARINKOVIC, Mario y otros: Derecho Constitucional, Tomo I. Editorial Jurídica, Santiago de Chile, 1994,
pág. 213.
48
Al respecto ver los trabajos que en la época efectuó NOVOA MONREAL. Eduardo: La crisis del sistema legal chileno. En Revista
Mensaje, Nº 134. Santigo - Chile. Noviembre de 1964; El derecho como obstáculo al cambio social. Ediciones Siglo veintiuno- 1991.
Bogotá - Colombia. Además ver CORREA SUTILl, Jorge: “Formación de Jueces para la Democracia.” Revista de Ciencia Sociales N º
34, 1989. Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Valparaíso
49
Ministerio Secretaria General de Gobierno Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación. Santiago, 1991.
50
Ver GALENCIO GÓMEZ, Rubén y otros: Justicia y sectores de bajos ingresos. Centro de Estudios del desarrollo. Editorial Jurídica y.
Editar ConoSur Ltda. Santiago- 1988; Correa Sutil, Jorge y María Angélica Jiménez A.: Sistema Judicial y pobreza, estudio sobre el
acceso a la Justicia en Argentina, Chile, Perú y Venezuela. Cuaderno de análisis jurídico Nº 35. Escuela de derecho de la Universidad
Diego Portales. Pág. 33.

46
4.2. La relación entre percepción y acceso
En el ámbito del derecho son pocas las investigaciones de campo que se hayan dedicado a
indagar con profundidad sobre las percepciones de la población del sistema institucional y
en particular el aparato judicial (poder judicial, sistema de defensa, carabineros e
investigaciones). No resulta sorprendente que, justamente, sea el tema del acceso a la
justicia donde se han concentrado los más importantes estudios sobre la opinión de la gente.
Se traba una intima relación entre percepción y acceso. La justicia vista desde este punto de
vista se entiende como un servicio sujeto a evaluación y cuestionamiento y no como un
organismo todo poderoso, un “poder del Estado” intocable.
Así, en el año 1993 se publicó una importante investigación realizada por la Corporación de
Promoción Universitaria y la Universidad Católica de Chile, que caracterizó las
experiencias que tienen los sectores urbanos pobres acerca de la justicia51. En ella se recoge
una visión negativa del aparato judicial, junto con una percepción de “inseguridad – en
razón de ineficiencia y arbitrariedad- y expresa sentimientos de falta de capacidad para
acceder a la administración de justicia – en razón de su carácter discriminatorio- a favor de
los sectores de mayores recursos”52.

Ineficiente 22 % de las opiniones


Discriminatoria 19 % de las opiniones
Arbitraria 16 % de las opiniones
Lenta 13 % de las opiniones

La justicia es vista como algo ajeno, a pesar de que los pobres son el segmento social que
más se relaciona con la justicia (un 63 % reconoce haber tenido algún problema con la
justicia53), ellos piensan que la justicia es sólo para los ricos. El dinero es lo único que
permite acceder a jueces y abogados. Pero además, lo engorroso de los procedimientos, el
exceso de formalismos y el lenguaje dificultosamente técnico, hace surgir otra causal que
impide el acceso a la justicia a los sectores más postergados.La obediencia a las autoridades
del Estado, construida en los sistemas democráticos en base a valores y a principios que
trasciende las contingencia política, en el caso de la justicia es puesta en duda por los
pobres. Es vista como un poder que se les impone a la fuerza y no por su autoridad.
Pero, ¿ Cómo enfrentar el problema con la justicia?

51
Correa Sutil, Jorge y Barros Lezaeta, Luis: Justicia y Marginalidad, percepciones de los pobres. Corporación de Promoción
Universitaria y Dirección de Estudios Sociológicos de la Universidad Católica de Chile. CPU/DESUC-1993
52
“La opinión de INEFICIENTE sirvió para rotular aquellas respuestas que indicaban que la justicia no da respuestas que indicaban que
la justicia no dada respuesta a la criminalidad, esto es, que no hace nada por detener los robos, crímenes, asaltos o no sucede nada con las
denuncias. La categoría DISCRIMINATORIA agrupó a aquellas respuestas que apuntaban a señalar que ésta no es igual para todos, que
tiende a favorecer a los sectores sociales con mayores recursos y desfavorecer a los pobre. El que la justicia sea ARBITRARIA, apunta a
que ésta a veces castiga inocentes o deja libres a culpables o que las penas no se ajustan a la gravedad de los delitos. Finalmente, bajo el
rótulo de LENTA se agruparon aquellas respuestas que apuntaron a señalar el carácter burocrático de la justicia y la falta de agilidad en
sus procedimientos”. Jorge y María Angélica Jiménez A.: op. cit., pág. 34.
53
Correa Sutil, Jorge y Barros Lezaeta, Luis: op. cit. Pág. 71.

47
Otro dato importante de destacar es el que se refiere a los cambios que se debieran efectuar
en la justicia:
1. Darle a conocer a la gente sus derechos 58 %
2. Que los trámites sean más rápidos 43 %
3. Crear más comisarías 42 %
4. Más asistentes sociales que ayuden en los tramites a la gente 38 %
5. Más abogados gratis 37 %
6. Cambiar las leyes 26 %
7. Educar a carabineros 23 %
8. Crear más juzgados 18 %
9. Cambiar los jueces 14%
Se puede observar un elemento importante: la mayoría de los entrevistados, señaló como
indispensable mejorar el conocimiento que la gente tiene de sus derechos. Más que un
cambio en el aparato institucional o administrativo de la justicia, se desprende de esta
encuesta una necesidad de “cambio cívico de la población, esto es, por una población que
en conocimiento de sus derechos pueda hacer así sus prerrogativas ante una justicia que se
percibe como arbitraria y discriminatoria”.54
Finalmente, pese a esta percepción negativa de la justicia no parece suceder lo mismo con
el resto de la institucionalidad. La investigación muestra que los pobres cuentan en un 99%
cédula de identidad. La mayoría de los entrevistados que viven con pareja se encuentran
casados (81 %). Los que tienen casa propia, en un 94 % cuentan con títulos de dominio.Por
tanto, a pesar de que los pobres se sienten marginales a acceder al justicia sí se consideran
integrados al sistema legal.
Jorge Correa concluye sobre la percepción de los pobres:
“Su esperanza de una justicia mejor ae cuenta de la fuerte legitimidad del
aparato estatal en Chile, del espíritu legalista aún vigente y de una esperanza
cifrada no tanto a partir de cambios necesarios en el ámbito de la propia
administración de justicia, sino a partir de la misma población más capacitada
y apta para ejercer sus derechos. La esperanza parece radicar en ellos mismos,
en tanto puedan ser verdaderos ciudadanos de una sociedad democrática con
un fuerte Estado de derecho”.55

54
Correa Sutil, Jorge y María Angélica Jiménez A.: op. cit. Pág 35.
55
Correa Sutil, Jorge y María Angélica Jiménez A.: op. cit. Pág.36.

48
4.3.El acceso a la justicia de los jóvenes: ¿Un catálogo de instituciones?

El Estado
Aunque hemos hecho referencia a la evolución del tema en nuestra institucionalidad, se
hace necesario profundizar un poco más. A comienzo de los noventas a la par de la ya
mencionada crítica del gobierno de la Concertación al sistema judicial y de una serie de
proyectos de ley referidos al problema del acceso a la justicia, nuevos datos revelaron que
era preciso tomar medidas inmediatas. En 1992 sólo existían 207 consultorios distribuidos a
lo largo de todo Chile, 128 comunas no tenían atención judicial. De estos 207 consultorios
sólo 101 funcionaban 3 o más días a la semana. En consecuencia, sólo un 30 % de la
comunidad contaba con atención judicial permanente56.Así en 1993 se creó el Programa de
Asistencia Judicial del Ministerio de Justicia, el cual junto con incrementar de manera
considerable la cantidad de consultorios a lo largo de todo el país, se propuso buscar
nuevas fórmulas que mejorar la calidad del sistema de asistencia judicial 57. Además, el
importante incremento de Universidades que imparten la carrera de derecho, a lo largo de
todo el país, ha permitido aumentar el número de consultorios que dichas carreras deben
ofrecen a la comunidad.No obstante, ninguna instancia, de todas estas, presta asesoría
especializada a los jóvenes, ni manejan datos sobre la asesoría que se da a dicho
segmento de la población. La única experiencia que pudimos detectar fue la que realizó el
Instituto Nacional de la Juventud a través de la Oficina de Promoción y Defensa de
Derechos Juveniles. Su trabdajo se desarrolló en dos niveles:
Asesoría a Colegios mediante un taller de educación cívica.
Consultorio que prestaba asesoría especializada a jóvenes. Pese a que sólo funcionó
tres meses recibió más de 100 consultas preferentemente en materia de servicio militar,
temas laborales, asociacionismo, consultas de escolares embarazadas. Este servicio por
regla general no representaba a los jóvenes, sólo los orientaba en sus derechos. En
casos especiales y de notoriedad pública les prestó una asesoría jurídica completa.

Listado de Organizaciones Gubernamentales que prestan indirectamente asesoría a los


jóvenes en tema de derechos.
En este punto hemos seleccionado a un conjunto de instancias de gobierno que de
alguna manera, ya sea en forma temática o por que trabaja con algún segmento de la
juventud, enfrentan el tema jóvenes y derecho.
a.- Programa de Justicia:
1. Programa del Servicio Nacional de Menores SENAME.
El programa atiende a menores en situación especial de peligro social (atiende
alrededor de 60.000 niños y jóvenes), a través de las siguientes líneas de acción:
- Prevención.
- Observación y diagnóstico.

56
Programa de Asistencia Jurídica: “Acceso a la Justicia, 1993-1997”. Programa de Acceso a la Justicia- Ministerio de Justicia. Santiago-
1997, pág. 10.
57
Ver Programa de Asistencia Jurídica: op. cit.

49
- Rehabilitación.
- Protección (Colocación familiar, Centro de protección para deficientes leves
y moderados)
- Apoyo Jurídico Psicolósocial.
- Prevención e Intervención jurídico psicosocial para niños y adolescentes de
maltrato infantil y abuso sexual.
- Casas de acogida.

2. Programas de Ministerio de Justicia:


- Programa de acceso a la Justicia.
- Corporación de Asistencia Judicial.

3.- Programas de Medio Ambiente:


- Programa de INJUV.

b.- Programas de Prevención de consumo de drogas y alcohol:


1. Programas de INJUV
2. Programas del Consejo Nacional de Control de Estupefacientes CONACE
3. Programas del ministerio de Salud (Jóvenes por una vida sana, acción
multisectorial en prevención, tratamiento y rehabilitación de los problemas de la
droga)
4. Programas Municipales
5. Programas del Ministerio de Educación.

c.- Asistencia Social:


Programas de la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (JUNAEB)

d.- Programas de violencia intrafamiliar:


1. Programas del Ministerio de Salud.
2. Programas del Servicio Nacional de la Mujer SERNAM
3. Programas del Ministerio de Educación.

50
e.- Educación y capacitación:
1. Programas del Ministerio de Educación ( Mejoramiento de la calidad y equidad
de la educación MECE – MEDIA y MECE . BASICA, Programas de becas
MINEDUC)
2. Programas del Ministerio del Trabajo.
3. Programas del Ministerio del Interior.

f.- Cultura:
1. Programa del Ministerio de Educación (MECE)
2. Programa del Ministerio Secretaría General de Gobierno (DOS)
3. Programas Municipales
4. Programa de la Corporación Cultural Balmaceda 1215.
5. Programas del INJUV.

g..- Programas de fomento a la participación juvenil:


1. Programas del INJUV.
2. Programas de FOSIS.
3. Programas Municipales.

La sociedad Civil
A nivel de la sociedad civil el panorama es todavía más desalentador. Son pocas las
organizaciones no gubernamentales que trabajan con jóvenes y aún menos las que trabajan
el tema de derechos juveniles. Las instancias que desarrollan el tema de derechos juveniles
o bien lo hacen de manera investigativa, o bien, reciben consultas para luego derivarla al
sistema público destinado a prestar asesoría jurídica (“Programa Al Habla”, Codeju).Esto
es grave, si consideramos la relevancia que ha tenido las organizaciones no
gubernamentales en el posicionamiento e investigación de las distintas temáticas. Un
ejemplo esclarecedor es el tema de género, las investigaciones constantes que sobre la
violencia intrafamiliar se realizaron desde el mundo de las ONG´s –desde mediados de la
década de los ochenta- permitieron que eñ tema se posicionara a nivel de la opinión
pública. Esto dio paso para que posteriormente se legislara. Hoy en día la mayor cantidad
de denuncias se refieren a casos de violencia intrafamiliar.

51
Organizaciones de la Sociedad Civil que recogen denuncias y las derivan instancias
propias del sistema estatal.

CODEJU (Comisión Pro derechos Juveniles): Se origina en 1978, recibe


consultas en diferentes temas – medio ambiente, detención por sospecha, servicio
militar, entre otros-.
Realiza normalmente charlas sobre el tema de derechos juveniles y campañas de
participación juvenil en diferentes instancias buscando promover el tema ante la
opinión pública .

PROGRAMA AL HABLA: Recibe todo tipo de consultas. En el plano jurídico


cuenta con abogados para responder consultas y derivarlas según corresponda.

Organizaciones de la Sociedad Civil que trabajen indirectamente con el tema de


derechos juveniles.
- Asociación chilena de Protección de la Familia (APROFA)
- Centro de Estudios y atención del Niño y la Mujer (CEANIM)
- Centro de profesionales para la acción comunitaria (CEPPAC)
- Centro de Medicina Reproductiva del Adolecente (CEMERA)
- Centro Arauco
- Centro de Investigación y desarrollo de la educación (CIDE)
- Centro de Investigación y difución Poblacional Achupallas (CIDPA).
- Colectivo raíces.
- Corporación el Canelo de Nos.
- Corporación de Salud y políticas sociales (CORSAPS).
- Educación y Comunicaciones (ECO)
- Fundación Cristiana de acción social y educacional (FUNCASE)
- Instituto de Formación y capacitación juvenil (FOLICO)
- Gradas.
- Fundación Ideas.
- La caleta.
- Opción
- Participa
- Servicio para el desarrollo de los Jóvenes (SEDEJ)
- Sur profesionales.

52
- Serpaj, servicio de paz y justicia.

4.4. La relevancia del tema


La relación entre jóvenes e institucionalidad y en particular con el sistema judicial es sin
duda estrecha. Pero, los acercamientos que se han efectuado al tema se restringen a una
sola perspectiva: el joven como transgresor. Esto avalado por la incidencia juvenil en los
niveles de delincuencia existentes en nuestro país. Así lo demuestran la investigaciones
realizadas por la fundación Paz Ciudadana. En ella se establece una clara relación entre el
número de detenciones y los jóvenes. Esto también se demuestra al analizar la población
que se encuentra encarcelada. Un estudio reciente demostró que en su mayoría eran
jóvenes entre 15 a 29 años.
Siendo en consecuencia, los jóvenes la principal “clientela” de la justicia, resulta
paradógico que no existan estudios que profundicen en el tema de sus percepciones hacer
de la justicia. Adentrarnos al tema del acceso a la justicia de los jóvenes, como ya
explicamos nos orienta en el conocimiento de sus percepciones. Este tema, objeto de
nuestra investigación, presentan singulares diferencias con los tradicionales estudios sobre
la percepción de los pobres sobre la justicia, a los que antes nos hemos referido. La
profundización de dicha materia será materia del capítulo final.

4.5. Conclusiones del capítulo


La tendencia del mundo juvenil a incorporar a la sociedad nuevos puntos de vista y
distintos énfasis valorativos en la institucionalidad, ha tenido presencia en la normativa
constitucional pero no en el ámbito legal . La normativa legal, en su relación con los
jóvenes se ha caracterizado por ser fuertemente estigmatizadora de las formas de
vida alternativas a las socialmente aceptadas e invisibiliza los conflictos cada vez más
crecientes de los jóvenes con la institucionalidad
El sistema penal con una fuerte presencia criminológica, como nos evidencia Riego,
caracteriza al joven como problema o derechamente como un delincuente, cuando no
cumple con los patrones de conducta socialmente aceptados. Trata de impedir que este
segmento social se exprese, tipificando como delito sus expresiones sociales, antes que
dicha conductas lleguen a causar un daño cierto en la sociedad. Lo mismo ocurre con el
tratamiento legal del divorcio vincular donde se reprime toda intención social por introducir
formas diferentes de construcción de familia que se alejen del concepto tradicional de
matrimonio.
Además, las distancias que los jóvenes tienen con la institucionalidad es cada vez más
significativa. No obstante, el sistema normativo no enfrenta las problemáticas
juveniles, como ocurre por ejemplo frente a los altos índices de cesantía juvenil, los
crecientes conflictos que se viven en el ámbito escolar, el servicio militar, el fenómeno de
las pandillas juveniles, entre otros. En conclusión el sistema legal, desde sus inicios, ha ido
construyendo toda una normativa que busca imponer una conjunto de valores marginando,
minimizando y estigmatizando los otros.

53
La figura del juez, en el sistema institucional, aparece dotada de amplias atribuciones,
permitiéndole intervenir en la vida del joven de manera extrema, vulnerando muchas veces
las mínimas garantías que la propia sociedad reconoce a toda persona. Así el joven, como
señalamos al analizar el tema de la tuición o el discernimiento, es tratado más que
como un sujeto dotado con derechos y obligaciones, como un objeto que debe
someterse a las decisiones de un tercero, ya sea el juez o su representante legal. El
papel interventor que juega el juez es doblemente importante, ya que es el juez el llamado a
aplicar la ley, frente a las pugnas normativas. Dicha pugna se da en un nivel jerárquico,
Constitución versus leyes comunes. Pero además, está llamado a resolver una pugna de
bienes protegidos, ambos consagrados a nivel constitucional y que se refieren al rol
“garantista” o “moralizador” que el Estado debería asumir. ¿El juez debe velar
preferentemente por el papel moralizador que el legislador le encomienda o se auto-
restringe en sus atribuciones acogiendo y velando por los derechos y garantías establecidos
por la Constitución y los pactos reconocidos por Chile ?.
La práctica de los tribunales pareciera indicar que los jueces se juegan por asumir un rol
moralizador. Así, todo el esfuerzo por hacer efectivas estas garantías y derecho a favor de
las personas se queda sólo en el papel. Este último punto, es particularmente relevante, ya
que muestra la importancia que le dan “los sujetos imperantes” - tribunales de justicia,
carabineros e investigaciones – a este rol “moralizador”, el que llega a situarse por sobre la
jerarquía constitucional, los derechos individuales, el debido proceso, en definitiva, por
sobre aquello que se entiende por “Estado de derecho”.
Los convenios internacionales se encuentran orientados fundamentalmente a reconocer los
derechos del niño, incluyendo en dicha categoría al adolescente, pero no reconocen la
categoría del joven. La doctrina orienta sus esfuerzos a disminuir la brecha entre la
legislación interna y dichos convenios internacionales. No obstante, problemas cada vez
más graves como la delincuencia juvenil y el tratamiento que hoy en día se da al
discernimiento, fortalecen la necesidad del trabajo particularizado con los individuos que se
encuentran en el medio, entre el niño y el delincuente consolidado. Lo mismo ocurre frente
al tema de la droga, la cesantía, la falta de motivación en la participación política, puntos
en que el concepto de joven juega un papel central.
Ni la normativa ni la doctrina, como ya hemos señalado, reconocen el concepto “joven” ni
siquiera desde un punto de vista etario (15-29). No obstante, la tendencia moralizadora
presente en la normativa, en complicidad con los jueces, sí lo hace. Al negar la intromisión
de valores ajenos que estigmatiza y persigue y que, identifica con los jóvenes, de una
manera encubierta está reconociendo al joven, construyéndolo como un valor cultural
negativo58.
Pero mientras la evolución del derecho internacional va consolidando las tendencias
“garantistas”, en nuestra institucionalidad se consolidan con nuevos bríos puntos de vista
con un fuerte carácter conservador. Esta ambigüedad surge con el establecimiento de la
Constitución de 1980, donde las tendencias “garantistas” de los artículos 5º y 19º entre
otros, pugnan con una tendencia “conservadora” presente en toda la carta fundamental.
Hemos identificado dos planos de esta tendencia conservadora, una “restrictiva” de la
58
Al respecto ver: SAGREGA, Martín: El edadismo contra jóvenes y viejos, la discriminación universal. Editorial Fundamentos,
Madrid, 1992.

54
soberanía, que iguala a las autoridades elegidas democráticamente por el pueblo con otras
simplemente designadas, y por otro lado una tendencia que hemos llamado “activa” que
pretende imponer ciertos valores “nacionales” que serían válidos para todo tiempo y lugar.
Las críticas a la “faz restrictiva”, como ya hemos hecho referencia, y sus efectos en la
transición política han sido profusamente analizadas desde las más variadas perspectivas,
pero el segundo nivel, que hemos llamado “faz activa” no ha sido percibido, ni estudiado
por la doctrina nacional y la clase política. Desde nuestro punto de vista se conecta con la
prácticas que a nivel legal pretenden también imponer determinados valores. Claro está,
que con la entrada en vigencia de la Constitución de 1980 esta tendencia legal adquiere una
connotación distinta. La visión, que hemos denominado “conservadora”, planteada por la
Constitución y que el derecho público reinterpreta, traba un lazo de unión entre toda esa
normativa, antes dispersa, formando ahora un “corpus” coherente. El hecho que se presente
como un todo coherente facilita su análisis y su compresión no sólo desde la perspectiva del
derecho, sino que permite una aproximación desde disciplinas como la sociología,
psicología, entre otras. La normativa chilena, en su conjunto y de una manera consciente, se
presenta como una defensa, desde el Estado de una serie de valores (la familia tradicional,
la propiedad, la patria, por nombrar algunos) que representarían a la Nación chilena frente a
cualquier otro valor ajeno y marginal al sistema. Valores que tradicionalmente han sido
defendido e incorporados - en nuestra sociedad- de manera preferente por un segmento
social: el joven.

55

S-ar putea să vă placă și