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o Los neutrófilos son los glóbulos blancos más numerosos (lo normal es un recuento entre
3.000 y 7.000/mm3) y son los primeros en acudir a una infección. Su función consiste en
localizar y neutralizar a las bacterias, de tal forma que cuando las encuentran en un tejido
se rompen y liberan sustancias que hacen que aumente la circulación de sangre en la
zona y atraen a más neutrófilos, lo que provoca que la zona esté enrojecida y caliente.
o Los eosinófilos son los encargados de responder a las reacciones alérgicas. Lo que
hacen es inactivar las sustancias extrañas al cuerpo para que no causen daño, y también
poseen gránulos tóxicos que matan a las células invasoras y limpian el área de
inflamación.
o Los basófilos también intervienen en las reacciones alérgicas, liberando histamina,
sustancia que aumenta la circulación sanguínea en la zona para que aparezcan otro tipo
de glóbulos blancos y, además, facilitan que éstos salgan de los vasos sanguíneos y
avancen hacia la parte dañada. También liberan heparina, una sustancia que disuelve los
coágulos.
Linfocitos y Monocitos
Estos tipos de glóbulos blancos no poseen gránulos en su citoplasma y constituyen
aproximadamente el 40% del total de los glóbulos blancos.
Los linfocitos, constituyen un 30% del total de glóbulos blancos (entre 1.000 y 4.000/mm3).
Se forman en la médula ósea, pero luego emigran a los ganglios linfáticos, bazo, amígdalas,
timo y en realidad a cualquier parte del cuerpo. Al contrario que los granulocitos, viven
mucho tiempo y maduran y se multiplican ante estímulos determinados. No sólo luchan
contra las infecciones. Por ejemplo, los linfocitos T matan a las células extrañas o
infectadas, bien directamente o liberando linfocinas. Los linfocitos B producen anticuerpos,
que nos dan inmunidad frente a varias enfermedades. Los anticuerpos son proteínas
fabricadas para unirse y matar a un antígeno específico. Por ejemplo, el virus del sarampión.
Los antígenos son sustancias que el organismo reconoce como extrañas y forma
anticuerpos para matarla y conserva linfocitos con memoria para recordarla, así cuando
vuelva a atacar el virus el cuerpo le reconocerá y le atacará más rápida y eficazmente.
Los linfocitos son los glóbulos blancos de menor tamaño (entre 7 y 15 ?m), y representan
del 24 a 32% del total en la sangre periférica. Presentan un gran núcleo esférico que se tiñe
de violeta-azul y en su citoplasma frecuentemente se observa como un anillo periférico de
color azul. Los linfocitos son células de alta jerarquía en el sistema inmunitario,
principalmente encargadas de la inmunidad específica o adquirida.
Los linfocitos B, que son los responsables de la respuesta humoral, es decir, de la
producción de anticuerpos, proteínas (inmunoglobulinas) se adhieren a un antígeno
específico (al cual reconocen de manera unívoca). Son capaces de reconocer antígenos de
lípidos, proteínas y glúcidos. Es importante resaltar que los linfocitos B dan lugar a una serie
de células especializadas en la producción de anticuerpos. La más característica es la célula
plasmática o plasmocito.