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Colette Soler- ¿Amar su sintoma?

(1994)

Lacan no vacilo en evocar el $ transformado del análisis con el término metamorfosis. Y Freud en
Análisis finito e infinito en relación a dicha transformación dice “¿Nuestra teoría no reivindica
justamente la instauración de un estado que no está presente jamás en el yo, y cuya creación
original constituye la diferencia esencial entre el hombre analizado y el que no lo está?”.

Pero Lacan resalta lo incurable del análisis y suelta la expresión de identificación final al síntoma.

En el texto citado Freud plantea las posibilidades de producir o no un sujeto para el que la causa
generadora de eventuales nuevos síntomas se haya agotado. Ubica dos aspectos del fin de
análisis: a) ganancia epistémica, ganancia de saber; b) revisación de las antiguas represiones y
llegar a la corrección retroactiva de los procesos de represión originaria (cambio a nivel de la
defensa respecto de las pulsiones). De este último saldo se distingues dos transformaciones
posibles: b1) destrucción de represiones (admisión de las pulsiones); b2) reconocimiento de las
pulsiones, pero construidas de nuevo con material más sólido.

Se trata entonces de un $ que no habría cesado en defenderse de lo real del goces pulsional, sino
de una defensa en la que el goce siendo insoportable pero no se contrarresta con represión y
síntoma. De ahí que los dos obstáculos al tratamiento de la pulsión: a) el factor cuantitativo como
amenaza de refuerzo pulsional; b) la incompleta transformación del mecanismo de defensa del
Ich.

Freud no considera que el análisis modifique la exigencia pulsional en sí misma. Lo que el análisis
modifica, siguiendo el texto, es el tratamiento de la pulsión por la represión.

“Difícil es decir si en una cura analítica hemos conseguido dominar ese factor, y cuando lo hemos
logrado. Nos consolamos con la certeza de que hemos procurado al analizado toda iniciación
posible para revisar y modificar su posición.”

En síntesis, el $ transformado por el análisis se definirá por una nueva relación tanto a la
castración como a la pulsión.

Estas son las mismas tesis de Lacan a partir de 1964. Desde el seminario XI con la afirmación de un
$ para el cual el fantasma se reduce a la pulsión, hasta la evocación más tardía de la identificación
final con el síntoma, se trata siempre de la misma cuestión, de una relación inédita o no a la
pulsión, y más generalmente del tratamiento posible del goce a partir del inconsciente como
lenguaje.

El analizante, se dirige al analista en nombre de su sufrimiento, puesto que él tiene un síntoma. Y


el psicoanalista vendría a prometerle que al final él podrá decir: “! Mi síntoma soy yo! Curiosa
terapéutica, la que implica ese pasaje del tener al ser… el síntoma. Es necesario suponer que no se
trata del mismo síntoma y que en esa brecha se encuentra el efecto terapéutico.

¿Una paradoja?
La identificación toma prestado del Otro, mientras que el síntoma inscribe una singularidad. La
identificación es un estigma dejado en el sujeto por las influencias del Otro u otro del cual extrae
un elemento, rasgo unario, que en adelante va a arcar al sujetok orientarlo, determinarlo.

El síntoma es todo lo opuesto. Si la identificación crea lo mismo, el síntoma crea la diferencia.


Siempre singular, rebelde a la universalización, es principio de disidencia. No marcha jamás al
paso, incluso cuando es inofensivo, gruñe ante las órdenes del significante amo. Imposible de
homogeneizar, hay en el algo de real, autismo que objeta al diálogo.

La identificación y el síntoma se oponen como principio de universalización de un lado, y fuente de


apartamiento del otro.

Dos identificaciones de fin

Donde la ego psychology ha exaltado un final de análisis como identificación al analista, Lacan
propone identificarse a su singularidad sintomática.

La identificación es principio de dentencion, de fijación del ser pero al precio de una ocultación en
la que la mascara invade la escena y el yo soy se paga con el no pensar. El estado normal del
sujeto es un yo soy que no piensa en lo que es. Un hombre sano freudiano, que no tendría
necesidad de análisis, es un Ich puesto en forma de yo por la identificación.

El sujeto no se dirige al analista, salvo excepciones, sino a partir de una manifestación sintomática
de su división que hace fracasar sus identificaciones.

La noción de identificación al síntoma es coherente con la necesidad de restituir al final del análisis
el efecto de ser: obtener un sujeto renovadamente determinado en cuanto a lo que quiere y en
cuanto a lo que es, pero… no por la vía de la identificación al Otro. Es la tesis de lacan desde el
Estadio del espejo, el evocaba un término en que el sujeto alcanzaría el límite extático de tu eres
eso.

La identificación al síntoma designa la finalidad primera del análisis, alcanzar un yo soy que no sea
un mero semblante. Busca alcanzar lo que en el sujeto no es del registro de lo simbolico sino de lo
real, el síntoma representa un real tal.

La opción lacaniana

La diferencia de la identificación al síntoma con la identificación al significante amo es que ésta fija
el goce

La identificación no solo da por artificio, al sujeto carente de identidad, sus representantes y


rostros sino que también implica una castración de goces, defensa contra el goce. El síntoma, al
contrario, es un modo de gozar.

La definición del seminario XXII del sínstoma como goce de la letra implica que ésta es en si misma
objeto y que el goces infliltra en parte el campo del lenguaje mismo, embrollando la frontera entre
lenguaje mortificante y goces viviente. El síntoma se distingue como una fijeza que no cesa de
escribirse, la eltra queda definida por la identidad a sí misma mientras que el significante, él,
comporta siempre la diferencia.

La función del síntoma

Esta opción es solidaria de una observación nueva sobre la función del síntoma, que la generaliza,
y que reduce su connotación patológica. El síntoma es lo que suple, en todos los casos, la ausencia
de una relación sexual inscriptible. No hay sujeto, entonces, sin síntoma y el partenaire mismo
viene a ese lugar.

Si uno quiere, hablar de todos modos de identificación al síntoma, no estaría tentado de


confundirla con una simple aceptación: renunciando a combatir, reconocer y admitir lo que queda
al final imposible de transformar. Pero esta definición, un poco laxa, no permitiría distinguirla de la
resignación.

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