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“AÑO DEL BUEN SERVICIO AL CIUDADANO”

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS


TEMA : ACEPTACION Y RENUNCIA DE LA HERENCIA
DOCENTE : DR. CARPIO
CICLO :V
GRUPO :A
INTEGRANTES:
 CARIÑO RODRIGUEZ, Jhulians A:
 ESPINO ROMERO, Sonia
 FERNANDEZ RAMOS, Ronald

PERU- AYACUCHO
2017

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ÍNDICE

Aceptación y la renuncia de la herencia……………………. 4

-¿Qué es la Aceptación y Renuncia de la Herencia?.............. 4


-Evolución Histórica de la Aceptación y Renuncia de la Herencia…….. 5
-La Aceptación y Renuncia de la Herencia en nuestro Código Civil vigente… 7
1) La Aceptación…………………………………………………………………… 7
1.1. Formas de Aceptación…………………………………………………… 7
2) La Renuncia. ………………………………………………………………… 9
2.1. Forma de Renuncia……………………………………………………… 9
2.2. Formalidad de la aceptación y renuncia…………………………… 10
2.3. Sucesión por transmisión……………………………………………… 11
2.4. Herencia Futura…………………………………………………………… 12
Representación sucesoria…………………………………………. 13

-Evolución histórica de la Representación Sucesoria…………….. 13

-La Representación Sucesoria en nuestro Código Civil vigente………. 14


1) Diferencia entre representación y derecho de transmisión..…………… 14
2) Condiciones para que opere la representación sucesoria…………. 14
3) Representación en línea recta………………………………………….. 16
4) Representación en línea colateral……………………………………….. 17

-Bibliografía……………………………………………………………………. 18

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Derecho de opción del llamado a la herencia: este derecho está dado porque
el heredero no se encuentra obligado a recibir la herencia, nuestra legislación
posibilita que el llamado a suceder, pueda manifestarse voluntariamente sobre si
acepta o renuncia. Para que el heredero pueda expresar su voluntad es
imprescindible que conozca su condición de tal. Plazo para ejercerlo: el derecho
de elegir entre la aceptación y la renuncia de la herencia se pierde por el
transcurso de veinte años, desde que la sucesión se abrió, es decir desde la
muerte del causante. Con respecto a esto han surgido dos corrientes doctrinarias:

 Absoluta: sostenida por Payones, explica que lo que se pierde es el


derecho a elegir entre aceptar o renunciar la herencia, quedando la
persona como un extraño a la sucesión, tal como si no hubiese sido nunca
heredero.
 Relativa: expresa que la solución a la cuestión se encuentra en la nota del
artículo que distingue claramente la voluntad Vélez al expresar que en caso
de haber herederos que han aceptado la sucesión, quien guarde silencio
por veinte años pierde el derecho a aceptar, mientras que en caso de que
no haya ningún heredero queda en el status quo de heredero perdiendo
así el derecho a renunciar, esto es sostenido por la mayoría entre ellos
Borda y Maffia.

Acción de los terceros interesados: éstos pueden exigir que el heredero acepte
o repudie la herencia en un término que no pase los treinta días, dejando a salvo
lo dispuesto sobre el beneficio de inventario. La intimación puede hacerse judicial
o extrajudicialmente, y el plazo de la misma comienza a correr desde el momento
de la notificación. Siempre para notificar, se deben respetar los nueve días de
llanto y luto. Los legitimados para intimar, según el Código son los terceros
interesados que son, los acreedores de la sucesión, los legatarios y los acreedores
del llamado a suceder.

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ACEPTACIÓN Y RENUNCIA DE LA HERENCIA

Antes de dirigirnos a lo que nos señala nuestro Código Civil vigente respecto a la
aceptación y renuncia de la herencia, primero realizaré una disquisición
terminológica sobre la aceptación y la renuncia, de esa manera lograremos entender
mejor el tema de investigación.
Según el DRAE (Diccionario de la Real Academia Española) la palabra “aceptar”
proviene del latín “acceptare” que significa recibir, siendo sus primeras dos
acepciones: 1) Recibir voluntariamente o sin oposición lo que se da, ofrece o
encarga; y 2) Aprobar, dar por bueno, acceder a algo. Asimismo, el Diccionario de
Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales de Manuel Ossorio, expresa que la
aceptación de herencia es la “declaración expresa o tácita que hace el sucesor o
heredero del causante de tomar para sí la herencia con los derechos y obligaciones
que supone dicha sucesión (…)”.
Por otro lado, el DRAE señala que la palabra “renunciar” proviene del latín
“renuntiare”, siendo sus primeras dos acepciones: 1) Hacer dejación voluntaria,
dimisión o apartamiento de algo que se tiene, o se puede tener; y 2) Desistir de
algún empeño o proyecto. Además, existen algunas legislaciones que han optado
por el término “repudiar” cuyo significado es del latín “repudiare” que se entiende
cuando rechazamos algo o simplemente no lo aceptamos. Asimismo, el Diccionario
de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales de Manuel Ossorio, expresa que la
renuncia es la “dimisión o dejación voluntaria de una cosa que se posee o de un
derecho que se tiene. La renuncia puede también ofrecer un sentido negativo, que
se manifiesta rechazando o no admitiendo una cosa o un derecho que son ofrecidos
(…)”.

-¿Qué es la Aceptación y Renuncia de la Herencia?

Tal y como lo explica Augusto Ferrero en su obra Tratado de Derecho de


Sucesiones, “con la apertura de la sucesión se produce la delación de la herencia,
o sea, la puesta de la herencia a disposición de los llamados; personas que deben
existir, no ser indignas no estar incursas en las incompatibilidades que señala la ley

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y tener el mejor derecho para suceder. Estos tienen claramente una opción en
sentido estricto: elegir entre recibir la herencia o negarla. Para completar el proceso
sucesoral, es necesaria la aceptación. Con ésta, el llamado se convierte
propiamente en sucesor”.
Quiere decir que la aceptación y la renuncia de la herencia es la facultad que la ley
otorga al heredero para que éste decida, sea aceptando o rechazando, y sólo
después de haber elegido se podrá decir que el proceso sucesorio ha sido
completado.

-Evolución Histórica de la Aceptación y Renuncia de la Herencia

En el Derecho Romano, la sucesión era consecuencia de la estructura de la familia


agnaticia, es decir, aquella familia que se fundamenta en la potestad del
paterfamilias, y que al morir el paterfamilias debía sustituirle al frente de la familia
un heredero que debía continuar con los cultos y las relaciones personales y
patrimoniales. Es así que la Ley de las XII Tablas, contempló dos tipos de
herederos:
1) los “heredes necessarii”, eran todos aquellos que estaban sujetos al
paterfamilias, incluyendo a los esclavos propios del causante manumitidos; todos
ellos adquirían la herencia ipso iure, es decir, el heredero entraba a la misma sin
su consentimiento o conocimiento y aún en contra de su voluntad, significando que
la adquisición de la herencia era forzosa; y
2) los “heredes extranei”, que era cualquier otro heredero diferente a los ya
mencionados, y quienes tenían la facultad de repudiar la herencia, pues estos
herederos adquirían la herencia de pleno derecho mediante la aceptación expresa
efectuada a través de un acto jurídico formal denominado “aditio” (adición).

Ya en el periodo de Justiniano se empleó el término de la “aditio hereditatis”, lo que


significa la aceptación de la herencia y que consistía en una declaración expresa
pero no solemne. Es así que la herencia debía ser aceptada en su totalidad en forma
pura y simple e incondicional, además que debía ser ejecutado por persona capaz

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de obligarse, pues la misma conllevaba la obligación de pagar las deudas
hereditarias.

Posteriormente se da el Instituto en las Siete Partidas de Alfonso X “El Sabio”,


aproximadamente en el año 1221, tratándose de una obra sistematizada similar al
Código de Justiniano, y el cual se encuentra dividida en siete partes, de allí su
denominación; y es en la Partida Sexta en el que se encuentra regulado sobre la
aceptación y renuncia de la herencia y serían las siguientes: 1) la aceptación como
acto incondicional, pudiendo ella efectuarse en forma tácita o expresa; 2) cuenta
con reglas relativas a la capacidad; 3) los actos de conservación del acervo
hereditario no conllevan a la aceptación de la misma; 4) la aceptación por imperio
de la ley frente a ciertos actos del heredero que le quitan la posibilidad de renunciar;
5) la renuncia es expresa, aunque se admite de forma tácita y este acto es
irrevocable; 6) la aceptación bajo beneficio de un inventario y sus plazos para
efectuar dicho inventario.

En el año 1505 se aprobó en Castilla las Leyes de Toro, el cual también prescribió
sobre la aceptación y renuncia de la herencia, y tenemos las siguientes: 1) ley 54.-
la mujer durante el matrimonio no puede sin licencia de su marido repudiar ninguna
herencia que le venga en testamento ni intestado. Pero permitimos que puede
aceptar sin dicha licencia cualquier herencia en testamento, o intestado con
beneficio de inventario, y no de otra manera”; 2) ley 21.- mandamos que el hijo u
otro cualquier descendiente legítimo mejorado en tercio o quinto de los bienes de
su padre o madre o abuelos, que puedan si quisieran repudiar la herencia de su
padre o madre o abuelos y aceptar la dicha mejoría, con tanto que sean primero
pagadas las deudas del difunto (…).

En síntesis, la evolución en el derecho civil sobre la aceptación y renuncia de la


herencia a través del tiempo ha sido majestuosa, pues hemos visto que no siempre
ha sido igual en todos las épocas, y que su desarrolló fue incluso más allá de la ley
de Toro, que es hasta donde consideré los aspectos más relevantes sobre la
evolución, pues posteriormente la creación de otras instituciones en el Código Civil

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de cada país respecto a la aceptación y renuncia de la herencia se tomó en base o
como fuente de dicha creación desde el Derecho Romano.

-La Aceptación y Renuncia de la Herencia en nuestro Código Civil vigente

1. La Aceptación
Tal y como lo prescribe Zárate del Pino, la aceptación es entonces una ratificación
o confirmación que hace el sucesor de su calidad de tal, y el efecto del mismo es
fijar la calidad del heredero; podemos definir entonces la aceptación como el acto
por el cual la persona llamada por la ley o por voluntad del causante asume los
derechos y obligaciones inherentes a la calidad de heredero.

1.1. Formas de Aceptación

Nuestro ordenamiento jurídico civil vigente desde 1984, lo prescribe en el artículo


672 en el que se señala las Formas de Aceptación de la Herencia, y dice: “la
aceptación expresa puede constar en instrumento público o privado. Hay aceptación
tácita si el heredero entra en posesión de la herencia o practica otros actos que
demuestren de manera indubitable su voluntad de aceptar”. Por lo que hallamos dos
tipos, y son las siguientes:

-Aceptación Expresa: al respecto, Ferrer Costa señala que “la aceptación expresa
es un acto formal, para el cual la ley prescribe una forma determinada: por lo que
debe revestir necesariamente la forma escrita”. Quiere decir que con la aceptación
expresa no se refiere a la oralidad del heredero al momento de aceptar la herencia,
sino que éste debe ser un acto solemne, por lo que debe constar en instrumento
público, sea a través del notario o juez, o en instrumento privado.

-Aceptación Tácita: como lo indica Baudry-Lacanterie y Wahl, “es el resultado de


una voluntad sobreentendida. Cuando el heredero se comporta como tal sin
expresar su voluntad de aceptar la herencia, se da el caso de aceptación tácita.
Para ello, debe actuar como propietario, realizar actos que importen la disposición
de la herencia; como por ejemplo, ceder sus derechos, hipotecar, percibir frutos”.
Además, el Código Civil argentino indica que la aceptación tácita se da cuando el
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heredero ejecuta un acto jurídico que no podía realizar legalmente sino como
propietario de la herencia (artículo 3319); e incluso el Código Civil italiano presenta
como ejemplos de actos que constituyen aceptación tácita del llamado a la herencia,
los siguientes: donación, venta o cesión de sus derechos; renuncia de los mismos
mediante compensación o a favor de solamente algunos de los llamados (art. 447 y
478).
Es decir, si el heredero entra en posesión de la herencia o practica otros actos que
demuestren de manera indubitable su voluntad de aceptar, sea arrendando el bien
o portándose como dueño de dicho bien, y entre otros actos que no sean de mera
administración o sólo conservación del bien, se daría la aceptación tácita de la
herencia.

-Aceptación Legal: contemplado en el art. 673 señalando que “la herencia se


presume aceptada cuando haya transcurrido el plazo de tres meses si el heredero
está en el territorio de la República, o de seis, si se encuentra en el extranjero,
y no hubiera renunciado a ella. Estos plazos no se interrumpen por ninguna causa”.
Denominada “aceptación legal” por Augusto Ferrero Costa, quien señala que
“cuando el causahabiente no acepta la herencia expresamente ni se comporta como
heredero, pero deja transcurrir el plazo al que se refiere el artículo 673 para
renunciar a la herencia, nos encontramos ante el caso del silencio que importa
manifestación de voluntad cuando la ley le atribuye ese significado (art. 142)”.
Asimismo, Rómulo Lanatta también dice que “lo que hay es un silencio al cual la ley
le otorga carácter de manifestación de voluntad, por lo que preferimos denominarla
legal, siendo en cierta forma, coactiva”; dicho todo ello, infiero que la norma refiere
a los plazos que tiene el heredero para que renuncie a la herencia, caso contrario
se presume su aceptación, aunque no haya actuado como si lo aceptase (tácita).

Por otro lado, el art. 680 hace referencia sobre aquellos actos de administración
provisional y de conservación de los bienes de la herencia (como la realización de
mejoras necesarias y urgentes) por parte del heredero, y mientras no haya vencido
el plazo, como lo estipula el art. 673, no se podrá dar por aceptada ni impedir la
renuncia. Lo que en pocas palabras quiere decir que si el heredero no acepta

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expresa o tácitamente el bien heredado, pero sí realiza ciertos actos de
administración o conservación del bien no significa que esté aceptando el bien
heredado, sino más bien que la ley le dice que mientras no haya vencido el plazo
tiene todavía la facultad de renunciar a la herencia, caso contrario se dará la
aceptación legal (art. 673).

2. Renuncia de la Herencia

Para Zárate del Pino, la renuncia es un acto jurídico, una declaración unilateral de
voluntad por el cual la persona llamada a la herencia declara su determinación de
rehusarla, de abdicar o hacer abandono de su vocación hereditaria; y que para
ejercitarla se requiere que el renunciante tenga capacidad de ejercicio, y es en el
art. 674 en el que se hace referencia a que sólo pueden renunciar herencias y
legados quienes tienen libre disposición de sus bienes. De tal manera que algunos
juristas aseguran que hubiese sido más apropiado consagrar una disposición como
la del Código Civil venezolano (artículo 999) disponiendo que los incapaces podrán
renunciar herencias y legados a través de sus representantes.

Por lo que nos hacemos la siguiente pregunta ¿quiénes tienen libre disposición de
sus bienes?, Barandiarán indica que “las personas capaces pueden renunciar
personalmente o por intermedio de sus apoderados; los incapaces necesariamente
a través de sus representantes, mediante autorización judicial (artículos 448, inciso
4; 532 Y 668) trátese de patria potestad, tutela o curatela, respectivamente. Además
que existe una limitación dispuesta en el Libro de Familia, en el art. 304, que
estatuye que ninguno de los cónyuges puede renunciar a una herencia o legado o
dejar de aceptar una donación sin el consentimiento del otro.

2.1. Forma de Renuncia

Zárate del Pino expresa que el distinto tratamiento en cuando a la forma obedece a
que la aceptación no modifica el status del heredero ni el orden de la sucesión sino
que más bien lo confirma, mientras que la renuncia altera la posición del llamado,
modifica el orden de la sucesión, apartando al repudiante como si nunca hubiera
sido heredero. Tal como lo prescribe el art. 675, que estatuye “la renuncia debe ser

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hecha en escritura pública o en acta otorgada ante el juez al que corresponda
conocer de la sucesión, bajo sanción de nulidad. El acta será obligatoriamente
protocolizada”.

Ante ello aparece indicando Guillermo Lohmann que a “diferencia de la aceptación


voluntaria, que puede hacerse en documento privado e incluso de manera tácita,
dado lo inusual de la renuncia el legislador ha querido exigir formalidad
especial”. Asimismo, Augusto Ferrero indica que la renuncia no puede ser tácita;
menos inferida por el silencio. Debe ser necesariamente expresa, y además,
solemne.
Quiere decir, que para que un heredero renuncie a la herencia debe sí o sí seguir la
solemnidad establecida en nuestro ordenamiento jurídico civil, así pues, la renuncia
deberá ser hecha por a) escritura pública, o b) en acta otorgada ante el juez al
que corresponda conocer de la sucesión. De esta manera, el texto legal sugiere
que si hay proceso sobre la sucesión, la renuncia debe ser hecha necesariamente
por acta.

2.2. Formalidad de la aceptación y renuncia

Según el art. 677, del primer párrafo no suscita duda alguna, pues la aceptación y
la renuncia de la herencia, cualquiera que fuese la manera o formalidad utilizadas,
deben ser completas y totales, porque es consecuencia de la unidad del
patrimonio que se transmite. De tal manera que la herencia puede aceptarse o
rechazarse, pero en un caso y otro se acepta o rechaza la totalidad, pues no está
permitido tomar una parte y repudiar la otra de la herencia.
Por último, cierra el artículo señalando que la aceptación y la renuncia se retrotraen
al momento de la apertura de la sucesión. Es decir, hasta que no haya renuncia o
aceptación el llamado a la herencia no es heredero, sino simple llamado a serlo por
vocación legal o testamentaria, así pues, al producirse la aceptación sus efectos
son desde el momento de la muerte del causante de la sucesión, de manera que la
transmisión sucesoria opera automáticamente desde el mismo momento del
deceso, y a partir de ese preciso instante las relaciones y posiciones jurídicas de las

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que era titular el causante pasan a ser de sus sucesores. Viceversa, si de renuncia
se trata se tiene al renunciante como si nunca hubiese habido delación en su favor,
de manera que el llamado en su lugar o si éste a su turno también repudia, la
herencia o el legado son ofrecidos sucesivamente a todos los siguientes en orden
de prelación hasta que alguien acepte, y por efecto de tal aceptación tal sujeto será
heredero o legatario desde el momento de la muerte, como si nunca hubiera habido
otros llamados a la sucesión.

2.3. Sucesión por Transmisión

¿Qué sucedería si el heredero fallece antes de aceptar o renunciar la herencia?,


pues esto es lo que nos plantea el artículo 679, por ello nos indica Guillermo
Lohmann que “desde la muerte de una persona su herencia se transmite a sus
sucesores. Sin embargo, la transmisión solo queda consolidada cuando aquel a
quien la herencia le ha sido ofrecida la acepta; viceversa, no hay transmisión alguna
cuando se produce renuncia”. Entonces, la persona a quien la herencia le es puesta
a disposición deja de ser sucesor para ser sucesible, así pues, los que hereden a
quien falleció sin aceptar ni renunciar la herencia tienen a su vez, la posibilidad de
ejercer el derecho que tenía el fallecido, es decir, tras la muerte del primer llamado
a heredar, éste traslada a sus herederos el derecho a heredar o no heredar que
tenía por el llamamiento que ni aceptó ni rechazó por morir antes de haberlo hecho.
Ocurre entonces el fenómeno de que la herencia puede ser recibida por aceptación,
o rechazada mediante renuncia, por persona que no ha sido llamada ni tiene
vocación hereditaria directa e inmediata con relación al primer muerto. Y respecto
al plazo, el art. 679 señala que correrá a partir de la fecha de muerte del primer
llamado, lo que en opinión de Ferrero Costa, dice que se extiende el término,
corriendo juntos los plazos para renunciar a las herencias del primer causante y del
primer llamado.

Sim embargo, a todo lo dicho, existe en la doctrina un descontento, habiéndose


generado todo un debate en cuanto a saber si el heredero del primero llamado debe
aceptar la herencia de este y renunciar la del causante, o si pudiese renunciar a la

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del primer llamado y aceptar la del causante, esta polémica surge debido a que en
nuestro código civil no existe una figura que señale si es posible renunciar a la
primera y aceptar del causante, o viceversa, como sí lo hacen algunos
ordenamientos jurídicos de otros países, como el de Italia (art. 479) que señala “la
renuncia a la herencia propia del transmitente incluye la renuncia a la herencia que
sea diferida al mismo”, o el de Venezuela (art. 1009) que prescribe “los herederos
que hayan aceptado la herencia del heredero fallecido, podrán renunciar a la
herencia que se había deferido a este último que no había aceptado todavía; pero
la renuncia de la herencia del heredero fallecido envuelve la de aquella que se le
había deferido”. Ante esto, el jurista Somarriva anota que “es lógico que sea así
porque el fundamento del derecho de transmisión es que la facultad de pronunciarse
sobre la asignación ya incluida en la universalidad de la herencia, y si ésta no es
aceptada, tampoco puede adquirirse aquel derecho, y que a la inversa, no hay
inconveniente alguno para llevar la asignación propia y repudiar la que se defiere
por transmisión”. De tal modo que Augusto Ferrero concuerda con esta postura,
expresando que “para aceptar la herencia del primer causante es menester aceptar
la herencia del primer llamado. Se puede aceptar ésta y renuncia a aquella, más no
a la inversa”.

2.4. Herencia Futura

La aceptación o renuncia de herencia futura puede haber y existir perfectamente.


Empero, nuestro ordenamiento jurídico civil no le conceda validez, por ser
considerado como una sucesión contractual, que está prohibida en nuestro
ordenamiento, de tal forma que lo estipulado en el artículo 678 guarda concordancia
con el contenido de los artículos 1405 y 1406 del Código.
A diferencia que en algunos países europeos sí existen los testamentos como
contrato a futuro.

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REPRESENTACIÓN SUCESORIA

El DRAE nos dice que la representación proviene de la palabra en latín


“representatio” y al respecto he tomado dos acepciones: 1) conjunto de personas
que representan a una entidad, colectividad o corporación; y 2) cosa que representa
otra. Asimismo, el Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales de Manuel
Ossorio estatuye que “en Derecho Civil y en materia de sucesiones intestadas, se
llama representación el derecho por el cual los hijos de un grado ulterior son
colocados en el grado que ocupaba su padre o madre en la familia del difunto, a fin
de suceder juntos, en su lugar, en la misma parte de la herencia en que aquellos
habrían sucedido. La representación se admite ilimitadamente en la línea recta
descendiente; en línea colateral, sólo tiene lugar a favor de los hijos y descendientes
de los hermanos (…)”.
Muchos juristas concuerdan que la denominación de esta institución no tiene
sentido, entre ellos se encuentra Zárate del Pino, quien afirma que “la
representación entraña un actuar por cuenta ajena y en nombre de otro, para
satisfacer intereses de aquél, situación que no se da en esta figura”. En resumidas
cuentas, nos dicen que cuando los descendientes son llamados a recibir la herencia
de su ascendiente que no quiere o no puede recibir la herencia, ejercen un derecho
que toma el nombre de representación o más comúnmente denominado
representación sucesoria.

-Evolución Histórica de la Representación Sucesoria

Zárate del Pino nos cuenta que históricamente la representación sucesoria apareció
o se originó referida sólo al caso de la premoriencia, es decir cuando se producía el
fallecimiento prematuro de los posibles herederos antes que el causante, como el
caso de uno de los hijos antes que el padre, y por la evidente situación de injusticia
en que quedaban colocados, no era posible que en esas condiciones sufran una
doble desgracia, el quedar en la orfandad por la pérdida prematura de uno de sus
padres y además de ello la pérdida patrimonial al verse privados de la herencia a la
que hubieran accedido a través de su ascendiente. Augusto Ferrero también nos

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indica que este instituto ya existía en el Derecho Romano, aunque su nombre haya
sido ignorado, y que la denominación que ahora ostenta es gracias a los glosadores,
pues estos jurisconsultos medievales concibieron esta sucesión per stirpes como
una sucesión por representación.

Posteriormente, este instituto extendió sus alcances para los casos en que el
representado pese a estar vivo ha sido apartado de la herencia por otros motivos,
como por voluntad propia como en el caso de la renuncia o desplazado contra su
voluntad por indignidad o desheredación.

-La Representación Sucesoria en nuestro Código Civil vigente

1. Diferencia entre Representación y el derecho de Transmisión


Augusto Ferrero lo explica muy claramente en su obra “Tratado de Derecho de
Sucesiones”, diciendo que el ius representationis se distingue del ius transmisionis
(art. 679), en que el primero se exige la premoriencia del representado, quien no
llega a ser heredero, y en lo segundo, el transmitente debe sobrevivir
necesariamente, muriendo después que el causante. La representación no se
confunde con la transmisión, quien sobrevive al de cujus aunque sea por un
instante, transmite la herencia a sus propios herederos; quien no sobrevive puede
ser representado”.
El jurista Azzariti Martinez nos da un ejemplo: fallece un padre y deja descendientes
que le son indignos, a pesar del cual, éstos podrán suceder a su abuelo por derecho
de representación; sin embargo, en el mismo caso, si fallece el abuelo y después el
padre (primer llamado), sus descendientes indignos no podrán aceptar la herencia
del abuelo.

2. Condiciones para que opere la Representación

El artículo 681 estatuye que “por la representación sucesoria los descendientes


tienen derecho de entrar en el lugar y en el grado de su ascendiente, a recibir la
herencia que a éste correspondería si viviese, o la que hubiera renunciado o perdido
por indignidad o desheredación”.

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Lo primero que debemos rescatar de este artículo es que tal como se dice en la
primera parte, sólo los descendientes tienen derecho a representar a sus
ascendientes (padres, abuelos, bisabuelos). Lo que significa que no hay
representación de un ascendiente para un descendiente.

Para que la representación funcione se requiere de cumplimiento de las siguientes


condiciones, tal y como lo señala Ferrero:

a) Premoriencia del representado, o renuncia, indignidad o


desheredación del mismo: la primera figura implica una imposibilidad real
de suceder, y las demás suponen una imposibilidad jurídica.
b) Que los representantes sean descendientes del representado: tanto en
la representación en la línea de los descendientes (recta) como en la línea
colateral, no son los herederos del representado en general, quienes lo
representan, sino sus descendientes, únicamente.
c) El representado es siempre un descendiente del causante cuando se
da la representación en la línea recta, y un hermano del mismo cuando
se da en la línea colateral.

Es decir, y para ser más claros, cuando una persona es llamada a una sucesión y
no puede o no quiere aceptar la herencia, entonces la ley llama a sus
descendientes, quienes reciben la herencia que le hubiera correspondido a su
ascendiente. Cuando nos referimos a que el sucesor no puede aceptar la
herencia, lo hacemos en atención a que ha premuerto al causante (ha muerto
antes que él) o ha sido excluido de la herencia por indignidad o desheredación, y
cuando aludimos a no querer aceptar la herencia es porque el sucesor libremente
se aparta de la herencia a través de la renuncia, pues como es sabido no existe
heredero a la fuerza, el heredero lo es porque quiere serlo y no porque lo
obligan a serlo.

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3. Representación en línea recta

El artículo 682 prescribe sobre la representación en línea recta descendente “En la


línea recta descendente la representación es ilimitada en favor de los descendientes
de los hijos, sin distinción alguna”.

Este artículo resulta ser muy claro, pues nos expresa que no existe límite en cuanto
a representación en línea descendente. Y se aplica según lo estipulado en el artículo
684, que quienes concurran a la herencia por representación sucesoria, reciben por
estirpes lo que habría correspondido al heredero que representan. Quiere decir, y
según como nos ilustra Zárate del Pino, que a los hijos les toca en conjunto lo que
hubiera correspondido a su padre; y si todos los hijos del causante hubiesen
fallecido antes que éste, dejando descendencia y concurran solos, cada estirpe de
nietos recibirá lo que a su padre le hubiera correspondido, recibiendo una mayor
porción los representantes de padres que dejaron muchos hijos. Y para que se
entienda mejor, grafiqué el siguiente ejemplo:

X tiene tres hijos: A, B Y C; a su vez, A tiene un hijo: D; B tiene dos hijos: E y F; y C


tiene tres hijos: G, H e I. Si fallecen B y C, y después X, la herencia de éste se
repartirá en tres partes: una para A, en su condición de hijo sobreviviente, otra para
E y F, en partes iguales en representación de B, y otra para G, H e I, en partes
iguales en representación de C. Y que pasaría, si en el mismo caso fallecen A, B y
C, y después X, la herencia se repartiría en seis partes iguales, entre D, E, F, G, H
e I.

Algunos juristas dicen que se supone que todos los representantes tienen el mismo
grado de parentesco frente al causante, y por lo tanto la repartición de por estirpe

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debería ser igual, y no dependiendo a cuanta vaya a recibir el representado. Y esto
es lo que ha generado polémica en la doctrina.

4. Representación en línea colateral

Establecida en el artículo 683, y dice lo siguiente: “En la línea colateral solo hay
representación para que al heredar a un hermano, concurran con los sobrevivientes
los hijos de los hermanos premuertos que tengan derecho a representarlo en los
casos previstos en el artículo 681”.

En palabras de Zarate del Pino, dice que se aplica al único caso de la herencia entre
hermanos de tal modo que al fallecer uno de ellos concurran a la herencia los
hermanos sobrevivientes que heredan por derecho propio con los hijos del hermano
premuerto que son sobrinos del causante quienes heredan por representación
distribuyéndose la cuota respectiva por estirpe.

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BIBLIOGRAFÍA

 Las 7 Partidas de Alfonso X “El Sabio”.


 Las Leyes de Toro, aprobada el 7 de marzo de 1505.
 La Representación Sucesoria en el Derecho Común, Especial Atención A Su
Aplicación En La Sucesión Testamentaria, Universidad de Santiago de
Compostela – Facultad de Derecho, Departamento de Derecho Común.
 Curso de Derecho de Sucesiones, Juan B. Zárate del Pino – Palestra Editores.
 Código Civil Comentado por los 100 mejores especialistas, tomo VI Derecho
de Sucesiones, Gaceta Jurídica
 Tratado de Derecho de Sucesiones 6ª Edición, Augusto Ferrero – Editorial
GRIJLEY.
 http://www.lexweb.cl/media/users/10/523229/files/49917/Una_visi_n_integral
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UNIVERSIDAD CATOLICA LOS ANGELES DE CHIMBOTE 18

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