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Nietzsche como visión de nuestra realidad actual y en la profesión psicológica

Daniel Gómez Amaya


Como ya se revisó dentro de la clase, la ética supone una de las ramas más antiguas y más
debatidas de la filosofía desde el primer momento en que se comienza a concebir. La
importancia de su debate a lo largo de la historia reside en que no solo es necesario para
el hombre desde un punto de vista explicativo de los fenómenos que lo rodean, sino cumple
un rol cotidiano en la vida de todas las personas. Preguntas como “qué debo hacer” "qué
es lo correcto" y "qué es lo que está mal" están en la base de todas las decisiones políticas
y personales más importantes. Incluso sin tener la noción de ética en todo momento, una
persona se cuestiona a diario lo correcto y lo incorrecto del devenir de sus decisiones,
basándose en ciertos parámetros personales que lo capacitan para establecer su criterio.
En cuanto a los debates acerca de la ética, se revisaron distintos autores desde la época
clásica hasta la edad moderna, con posturas interesantes en cuanto a su propia concepción
y, al mismo tiempo, en discordancia con las otras posturas que ya habían sido establecidas
previamente. Autor tras autor, los argumentos que cada uno exponía denotaban cierta
lógica, lo cual hacia incluso parecer que eso que se exponía en ese momento era la
definición última de ética, pese a que al mismo tiempo se contraponían con otras posturas
que ya se habían revisado y en cierta medida parecían igual de convincentes. Dicha
situación me llevo a plantearme como se relaciona cada postura con la realidad,
considerando en última instancia a la ideología de Nietzsche como una forma de
representación de nuestra realidad actual para mí y que da pie a la función de mi futura
profesión, pero ¿Por qué el pensamiento de Nietzsche corresponde a la realidad actual en
la que vivimos y de qué forma interviene en la función de mi profesión? En el presente
ensayo se resolverá de forma explicativa dicha pregunta, buscando exponer los principales
motivos por los cuales considero que esta ideología se adecua de forma significativa y en
gran medida a lo antes señalado.

Para Nietzsche vimos que la moral es una fuerza terrible y engañadora que ha corrompido
a la humanidad entera; es la gran mentira de la vida, de la historia y de la sociedad. En “La
genealogía de la moral”1, Nietzsche trata de desenmascarar la moral, enfocándola desde
un doble punto de vista histórico en el cual el en un inicio el esclavo adquiría una
connotación de “malo” y su dueño o domador la connotación de “bueno” a partir de sus
atributos. Posteriormente, según Nietzsche, se ha producido una transmutación de los
valores, en donde lo universal y la aportación judeocristiana llevo a cabo una traición sobre
la moral de los señores, imponiendo una moral de esclavos como alternativa. Por lo tanto
la moral y la religión son engaños, traiciones, imposiciones.
“observamos una de las críticas más radicales a la moral tradicional, a las normas de
comportamiento generales que impone el pensamiento judeo-cristiano. La moral es falsa
ilusión, enfermedad, hipocresía y decadencia. Pero tal escepticismo no es definitivo, más
bien tiene la función de una catharsis necesaria para volver a encontrarse con mayor frescura
ante el problema del “bien” y del “mal” (Sagols, 1997, p. 21).

1 Nietzsche F. (2001) Genealogía de la moral, España: Editorial Mestas.


La propuesta de Nietzsche parte de esta destrucción de la moral y de su crítica a la religión,
que afirma rotundamente la muerte de Dios. Trata de superar el resentimiento que causó la
transmutación de los valores. Para ello, propone como alternativa el nihilismo: aceptar la
vida y la nada y vivir “Más allá del bien y del mal”, rechazando todos los valores, normas
morales y religiosas. Así mismo el mundo y la vida carecen de sentido y la única verdad es
el eterno retorno, la eterna repetición de todo. El hombre puede crearse y recrearse a sí
mismo permanentemente, en un continuo juego con la realidad. Superado el nihilismo, el
hombre puede llegar a ser superhombre, viviendo completamente libre, al margen de las
cadenas que a juicio de Nietzsche son la moral y la religión. El hombre deberá aspirar a ser
superhombre inventando nuevos sentidos para las cosas, decide lo que quiere ser y lo que
quiere que el mundo sea, creándose a sí mismo y dándose, la también ya mencionada en
clase, reconciliación apolíneo-dionisíaca.

Nietzsche, de este modo, indica que el hombre debe construirse a sí mismo, mediante lo
que se es y se quiere hacer para sí mismo, y en un mundo que no tiene sentido ni hay un
ideal al que aspirar, la vida es trágica y caótica, pero hay que vivirla, y la forma de hacerlo
reside precisamente en la propia autoconstrucción de lo que queremos ser. En cuanto a
este punto, no se habla de algo correcto o incorrecto, situación que me parece importante,
sino de lo que cada quien quiere hacer con su vida y que tiene la voluntad de hacerlo, la
forma en que cada quien decide lo que quiere sin importar lo que las demás personas
quieran hacer o piensen de las propias decisiones, que a su vez no quiere decir el dañar o
afectar a otros, sino la propia voluntad individual de ser cada quien lo que desea sin
ajustarse a algún establecimiento social o a alguna construcción cultural, sino el sentido de
que en la vida solo se puede ser lo que queramos ser, hacer lo que queramos hacer y que
lo demás carece de sentido, puesto que además no tenemos poder de decisión sobre lo
ajeno o exterior, el sentido que le pueda asignar alguien a algo no es el mismo que se lo
asignara otra persona y eso es bastante común, puesto que todos desde un inicio nos
regimos en pequeñas partes por lo que queremos ser de manera individual, aunque siendo
aún oprimidos en gran medida por la moral y los constructos religiosos.

Lo que expone Nietzsche sucede en la vida diaria, el hombre desde el inicio de su vida nace
como un ser desintegrado o desarmado que busca precisamente la construcción de sí
mismo a lo largo de su crecimiento, pero al mismo tiempo en que va conociendo el mundo
y descubriendo lo que quiere ser, también va siendo oprimido por los valores morales y
religiosos de la sociedad, los cuales constituyen al individuo en mayor o menor medida
según su propia imposición. El hombre a través de sus actos, también trata de hacer su
beneficio y de hacer su voluntad, pero dándose en pequeña medida por estas imposiciones
que a su vez hacen que se sienta alienado a lo que tal vez quiere pero no debería ser (o
hacer). Según Kant, los hombres pueden actuar de una forma universal en la cual se busque
el progreso y el beneficio común2, pero en gran parte nuestras decisiones no cobran sentido
por el acto o las intenciones en sí, sino por lo que significan para nosotros de manera
particular dichas decisiones, con cada acto que realizamos, independientemente de
promover un beneficio o actuar con rectitud, buscamos dar sentido a nuestra propia

2 Como lo manifiesta en su obra “Critica de la razón Práctica” (1788).


existencia, siendo nuestras decisiones correctas producto de lo que particularmente
queremos conseguir y que ya no depende tanto de lo que se debe hacer sino de la única
firmeza con la que se cuenta de yo que quiero hacer.
“es resolverse a ser libre, a querer el propio querer fundamental como una ley, como la
suprema necesidad que nos permite trascender toda necesidad. Ser libre y autónomo implica
crecimiento, estar por encima de sí, potenciarse en sentido estricto, alzar verdaderamente el
“vuelo” (Sagols, 1997, p. 49).

El hacer cada quien lo que quiere desde este punto, no tiene por qué suponer el aumento
del caos o de un desorden global que se pueda generar a través de estas aspiraciones,
sino más bien parte de lo que ya se está viviendo en la actualidad, situaciones que eran
consideradas como incorrectas o correctas van dejando de ser tan relevantes, como lo
puede ser los aspectos sobre la sexualidad, incluyendo los cambios de sexo que cada vez
son más frecuentes en nuestra sociedad; la libertad de la mujer para también construirse a
sí misma en aspectos no solo laborales, sino para poder realizar actos que anteriormente
eran vistos de manera despectiva y que actualmente se aceptan en mayor medida como su
libertad sexual3. Esta individualización y el no pensar en lo colectivo podría parecer un
efecto de doble filo, puesto a que por un lado favorece el que cada quien sea libre de hacer
lo que desea, y a su vez se deja la importancia de ¿qué haremos en conjunto como
sociedad? Prefiriendo la construcción individual por encima de la construcción a través
actuar colectivo.

Pese a esto podría ser una perspectiva alentadora el vivir en un mundo en donde cada
quien posee dicha libertad de hacer y realizar lo que desea, puesto a que el sentido no se
encuentra definido sino cada quien lo asigna según sus propias características. Por otro
lado, el preocuparse por la construcción de uno mismo, de lo que se quiere ser en lo
individual y afrontar la vida en base a esos deseos, no supone un abandono al progreso
colectivo forzosamente, sino puede ser interpretado desde mi punto de vista como una
trascendencia en dos tiempos: en el primer tiempo el ser consciente de sí mismo y de lo
que desea actúa en base a sus propias inclinaciones, dejando de lado lo que debe hacer
moralmente y religiosamente, interactuando en lo social como un ser que decide y actúa
por sí mismo y eventualmente significando y dando sentido a su propia vida; a su vez el dar
sentido a sí mismo de cada uno de los hombres pertenecientes a una sociedad no
representa el que sea una sociedad quebrada o sin rumbo, precisamente el que todos los
individuos que la conforman otorguen un significado a sus propias vidas puede ser
representación misma de una mejora colectiva, puesto que no se actúa como debe ser en
todo momento, sino cada uno de sus componentes actúa bajo un sentido de sí mismos,
reforzando lo colectivo en cuanto a la realización de sus componentes que da reflejo a una
sociedad en donde no hay hombres que vaguen sin rumbo o bajo alguno impuesto.

3
Este aspecto también se puede reflejar en la obra “La era del vacío” de Gilles Lipovetsky (1992) en donde
enmarca los rasgos significativos de los tiempos actuales, tan alejados de la rebelión y el disentimiento
característicos de los años de expansión. Con nuevas actitudes como apatía, indiferencia, deserción; y nueva
organización del hombre, mostrando individualidad y narcicismo, así nuevas modalidades de relación social.
Con respecto a lo anterior, entra la función de la profesión como psicólogo, en donde los
pacientes pertenecientes a nuestra sociedad actual, presentan situaciones de falta de
sentido para diversos aspectos de su vida, o sufren por las imposiciones sociales
(incluyendo familiares, laborales y sus demás esferas) todo esto debido a la falta de
correspondencia que existe entre lo natural de sí mismos (lo que desean ser y hacer con
su vida) con la imagen idealizada de la imposición social y moral (lo que deben de ser).
Esta discordancia a su vez, es la causante en la mayoría de ocasiones de conflictos
afectivos y personales de los pacientes en consulta, ya que incluso la influencia social pasa
a ser ideas estereotipadas de sí mismo en cuanto a lo que debería ser y no es, más que lo
que él sabe que es y quiere hacer4.

Así pues en el actuar psicoterapéutico y partiendo con todo lo ya mencionado, nos


corresponde llevar al individuo a la realización y construcción de sí mismos, tomando como
referente a su ambiente como método de comprender la carga moral, social y religiosa que
posee internalizada y que le impide alcanzar lo que desea, sufriendo más por los
impedimentos de lo que cree que es, que por todo aquello por lo que desea y necesita ser.
El paciente, durante el proceso, deberá darse cuenta como menciona Nietzsche de su parte
Dionisiaca, que es innegable de sí y que su medio reprime obligando a negarla, entendiendo
las ideas que ha internalizado y que más que beneficiarlo, lo llevan a actuar como un ser
“esclavo”, que no es capaz de ser libre por sí mismo, conllevando a la falta de sentido y de
realización. Esto por otra parte, tampoco conlleva a separarlo de su medio social ni a
contraponerse al mismo, sino representa el identificar que de él ha sido internalizado para
sí mismo, y de este modo saber diferenciarlo.

Es así como finalmente, podemos concluir, que la práctica psicológica no dista tanto de la
postura de Nietzsche sobre la aspiración al superhombre, sino puede de algún modo
representarse como un proceso en el cual se orienta a las demás personas a tratar de serlo.
Por qué en base a ello, estaría otorgado la capacidad de construir sentido por si mismos
para sí mismos, en donde sus deseos y lo que son representa parte de lo innegable y que
únicamente merece ser identificado para un accionar más productivo y benevolente, que
lleve al hombre a la realización y al camino de su propia construcción.

Referencias
Kant, I. (1788). Critica de la razón Práctica.

Lipovetsky, G. (1992) La era del vacío. Ensayo sobre el individualismo contemporáneo, 5a ed., Barcelona: Ed.
Anagrama

Sagols, L. (1997) ¿Ética en Nietzsche? Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, México, D.F.

Sagols, L. (1999) Esperanza y Escepticismo en el Pensar Ético de Nietzsche, Facultad de Filosofía y Letras,
UNAM, México, D.F.

4 Nietzsche refiere (citado en Sagols, 1999) que hay una sospecha de los valores tradicionales, se advierte que
todo lo que rige a la cultura es el afán de sobrevivencia (ausencia de auténtica libertad), la pura necesidad de
seguir vivos y que hemos creado la moral porque nos es útil para sobrevivir. Por tanto, debemos mantenerla,
pero con conciencia de que es pura ilusión y algo así como un mal necesario.

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