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INSTITUTO DE DERECHO PENAL EUROPEO E INTERNACIONAL

UNIVERSIDAD DE CASTILLA LA MANCHA

<<Las medidas de seguridad en el

[www.cienciaspenales.net ]
Derecho Penal Peruano>>.

Miguel Pérez Arroyo


DIREITO e CIUDADANIA
Ano III, nº 7, 1999-2000, pp. 117-154
Praia – Cabo Verde

http://www.cienciaspenales.net

Publicaciones del Instituto de Derecho Penal Europeo e Internacional. Algunos derechos reservados.
LAS MEDIDAS DE SEGURIDAD
EN EL DERECHO PENAL PERUANO"
MIGUEL PÉREZ ARROYO
Becario Doctoral y de Investigación del Ministerio de Asuntos Exteriores del
Gobierno español. Adscrito al Departamento de Derecho penal de Albacete de la
Universidad de Ct1stllh1·La /\lancha. Profesor de Derec/10 penal)' Procesal penal de
lt1 Pontif1cia Universidad Católica del Peni )'de la Universidad de Lima*·+

A mis amigos, los insignes Profesores Victor Prado Saldarriaga y Pablo Velarde
y a la Universidad de San Marcos de Lima, mi primera casa de Estudios.

l. Introducción. 2. Sistema penal y consecuencias jurídicas del


delito desde la dogmática penal y la política criminal. 3. Las medidas
de seguridad como consecuencia jurídica del delito. 3.1. Funda·
mento, legitimación, función y sistemas de relación entre penas y
medidas de seguridad. 3.2. Aproximación y contenido conceptual.
1) Es una privación de bienes jurídicos. 2) Su finalidad es de
prevención especial. 3) Tiene como presupuesto a la peligrosidad
criminal post-delictual. 4) Se debe respetar las garantías penales
de legalidad y proporcionalidad. 5) Duración. 6) Exclusiva aplicación
jurisdiccional. 4. Clases de medidas de seguridad y ámbito de apli·
·"cación de las medidas de seguridad: imputables, semi-imputables
e ininmputables. 4.1. Clases de medidas de seguridady reha-
bilitación social. a) Tratamiento en internación - Medidas pri-
vativas de libertad -. b) Tratamiento en ambulatorio - Medidas
no privativas de libertad -. 4.2. Sistemas de aplicación de las
medidas de seguridad. a) Aplicación pura: bi Aplicación conjunta
(accesoria y sucesiva).

*Ponencia presentada en el U Congreso Internacional de Derecho penal ca-organizado por la Pontificia


niversidad Católica del Perú y la Universidad de Castilla - La f\fancha.
**Perú
l. INTRODUCCIÓN

El Derecho penal peruano está en constante evolución, aunque a veces


tengamos también que decir que en involución, y quizás más en los últimos
tiempos que, llevados todos por toda una ideología globalizante se ha intentado
con logros más y otros menos, hacer incardinar a nuestra dogmática penal,;
otras pocas de modo inverso, discursos jurídicos en principio ajenos a nuestras
fronteras territoriales. Esto resulta saludable, desde todo punto de vista, dado
que nos permite ingresar al concierto internacional del Derecho pena] de
tradición romano-germánica. Con todo esto, nuestra Ciencia Penal aunque no
ha inaugurado ningún capítulo de importancia dogmática, habiéndolo hecho
sí, aunque medianamente, por el lado de la legislación 1 siempre ha reconocido
bases teóricas euro-continentales, algunas veces anglosajonas y otras
latinoamericanas, cuando no también desde el punto de vista legislativo; pero
muy pocas veces totalmente nacionales. Esto nos lleva a la ineludible cuestión
de si tiene futuro una dogmática penal en el Perú y cuales deberían ser sus
rasgos y bases sobre las que se comience a construir o, si se quiere, reconstrUir.
Pero este trabajo no pretende responder a esta cuestión (que aunque de vital
importancia, debemos dejarla para otra ocasión), sino, aunque no lo parezca,
de introducirnos en la discusión central respecto de la dogmática penal y la
política criminal en razón de las consecuencias jurídicas del delito y partir de
ella establecer los lineamientos conceptuales de las medidas de seguridad y
rehabilitación social como expresión de el!as 2 •
Las medidas de seguridad, como fornía de reacción penal, es el producto
de todo un replanteamiento de las bases mismas del Derecho penal, en razón
de la utilización de un instrwnento distinto de control penal, con justificaciones,
fundamentos y fines distintos hasta lo que en ese momento se consideraba
debía resolver el Derecho penal. Primero aparecieron, de la mano de STOOS,
sistemas dualistas que resolvian el problema, de una respuesta complementaria
del sistema penal frente a necesidades de prevención pero luego, utilizada
muchas veces como instrwnento de opresión, fue. deslegitimándosc hasta
alcanzar un óptimo nivel, en cuanto a sus fines preventivos especiales, en una
lógica de aproximación respecto de su relación con las pena; sobre todo las de
orden privativo de libertad. Con esto se ha alcanzado una descripción detallada

( 1) Véase, por ejemplo, el artículo 15 del CP de 1991 que acoge la doctrina de E. Raúl ZAFFARONI sobre
el error de comprensión culturalmente condicionado. De igual modo otros, aunque totalmente ne¡.{ativos
tanto en el plano del mal precedente que fija como de lo equívoco en la opción político-criminal, con10 es
la Ley antiterrorista (tanto en su aspecto sustantivo como procedimental) o de la prisión perpetua.
(2) Todo ello con un mensaje claro y en una línea totalmente crítica: debemos pensar nuestro derecho
penal a la luz de ese concierto internacional, sin enajenamientos y con el claro propósito de des0rrollar,
cada vez más una Ciencia pei:tal ajustada nuestros parámetros socio-económicos y, sobre todo, culturales.

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EDIDAS DE SEGURIDAD EN EL DERECHO PENAL PERUANO

dictas de seguridad a la vez que propuesto un contenido conceptual


tías penales en su aplicación con vistas a afianzar un modelo vicaria!
ual descanza nuestro sistema penal.
ente proponemos una lectura crítica, en una línea dogmática y
;orientada a valores de orden político criminal, del sistema de medidas
!dad regulado en nuestro Código penal, denunciando graves
'.dones y fisuras que deben ser resueltas por la doctrína, el debate y
:és siempre tienen la palabra final - los legisladores.
ue, como anota PRADO SALDARRIAGA, en el Perú no ha existido un
. plio sobre temas tan clásicos y tradicionales como lo es el de la
"ela pena, debemos agregar que esa falta de debate es aún persistente
ye, tanto por los tiempos que vivimos como por lo aprovechable que
suJtar esa situación de adormecimiento para quienes manejan la
· · al del Estado desde una óptica poco democrática. Con este trabajo
os reiniciar - si ya no se ha hecho - en el Perú - aunque por
no desde él - el debate en el conocimiento penal a fin de, lo que
m.aestros de nuestro Derecho penal propucieron desde siempre,
un mejor Derecho penal en la espera de algo mejor que el Derecho

TEMA PENAL Y CONSECUENCIAS JURÍDICAS DEL DELITO DESDE


MÁTICA PENAL Y LA POLÍTICA CRIMINAL

ii"línea de trabajo que nos hemos propuesto desarrollar en la


•. íón, debemos decir que en nuestro Derecho penal no es muy cierta
aé:ión de PE A CABRERA cuando establece diferenciadamente que la
.!·delito comprende el ámbito de la dogmática jurídico-penal, en cuanto
}¡le las consecuencias jurídicas del delito se inserta en el ámbito de la
.c¡:imínal, como tampoco lo es el pensar que la teoría de las conse-
jurídicas del delito apenas ocupan un nivel derivado, accesorio e
ental de la teoría del delito'.
ción de la dogmática penal ha sido y es, en palabras de MUÑOZ
·la de garantizar los derechos fundamentales del individuo frente al
toritario del Estado'. En su esencia, la dogmática penal constituye un
la actividad del Estado en la ínstrumentalización del Derecho penal,

,pE_A CABRERA, Raúl Tratado de Derecho penal. Estudio programático de la parte general.
: Grijley, 2 ed. 1995. Pág. 495.
Z _CONDE, Francisco. Introducción al Derecho penal. Barcelona: Bosch, Ca<ia editorial, 1975. p.
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MIGUEL PÉREZ ARROYO

con base en su poder punitivo, en la búsqueda de alternativas políticas a fin


de luchar contra la criminalidad'. Así, siempre que se pretenda estructurar un
sistema penal coherente con los postulados constitucionales y democráticos
se deberá, primero, hacer solvente una dogmática penal, funcional a tal Pro:
pósito. Como afirma SILVA SÁNCHEZ, la aspiración tradicional de la dogmática
no ha sido la de cultivar su disciplina "l'art pour l'art" sino la de obtener
seguridad jurídica, levantar un edificio firme frente a intervenciones ideológicas
y reafirmar así la idea de Estado de derecho'. '
Sin embargo, como sigue escribiendo SILVA SÁNCHEZ, la idea que se ha
tenido de la dogmática penal así como sus relaciones con las otras disciplinas
integrantes, a las que podríamos llamar de las "Ciencias penales", no han sido
uniformes. De un lado, la consideración de que la dogmática-jurídico penal
constituye la Ciencia del Derecho penal por excelencia y que tanto la
Criminología, la Política criminal y la Victimología, son sólo auxiliares a ella.
Estado en el que ha permanecido por mucho tiempo. Por tanto, afirmaciones
como las establecidas por PE A CABRERA, sí tendría sentido', ignorando, claro
está, la evolución del Derecho penal. Afirmación que se relativiza en dos
momentos:

1) En la segunda mitad del siglo XIX, con motivo del predominio del
postivismo sociológico (Inaugurado por Augusto COMTE, entre 1822
y 1842), y;

2) Después de la segunda guerra mundial; al extenderse, por un lado, el


pensamiento tópico, y por otro, la convicción de la necesidad de tener
presentes, en la aplicación del Derecho penal, las va/oraciones político-
criminales, y las aportaciones, en general, de la criminología y de las
demás Ciencias sociales.

En el primer momento, la filosofía positiva, trajo como consecuencia para


el Derecho penal, el rechazo del carácter científico de la consideración jurídica
··------------------------------~

(') No cabe duda que esta afirmación nuestra está respaldada por muchos tratadistas y juristas del
Derecho penal moderno, pero a lo que apuntamos es a afianzar que mientras más utilitarios seamos
respecto del Derecho penal, tanto material y procesal, en el Perú, más insegura e incoherente será la
administración de Justicia (retomando la afirmación de von LISZT: Cfr. Rechtunsgut und flandlungsbegriff
int Bindingeschen Hanbuche, in, Strafrechtliche Vortrage und Aufsütze, tomo, I, Berlin 1970. pp. 218-2 l9.
Tanto más si con esa conducta permit.imos que el Estado se afianze en una concepción autoritaria r no
democrática en su política criminal.
( 6 ) SILVA SÁNCHEZ, Jesús tl'faria. Aproximación al Derecho penal contemporáneo. Barcelona: Jfll Bosch,
1992. p. 44.
(i) ".. .la teoría general del delito co1nprende la dogmática jurídico-penal, en cuanto la teoría dr las
consecuencias jurídicas del delito se inserta en el ámbito de la política criminal(... ) "por lo que" la teoría de
las consecuencias jurídicas apenas ocupan un nivel derivado, accesorio o instrumenta/ de la teoría del
delito". Cfr. PE A CABRERA. Ibid. Loe. Cit.

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LAS MEDIDAS DE SEGURIDAD EN EL DERECHO PENAL PERUANO

el delito frente a lo cual se propuso su sustitución por una consideración


sociológica o antropológica (positivismo sociológico-naturalista). En este
"panorama es que surge la Criminología positiva c:\e Garofalo, Ferri y Lombroso,
"en Italia y la "jungdeutsche Kriminalistenschule" (joven escuela alemana de
criminólogos), en Alemania. Aquí la labor científica del penalista se centra en
1 análisis de las causas del delito (Etiología del crimen), y los efectos de la
ena. La dogmática penal, integrante, al lado de la Política criminal, la Crimi-
ología y la Penología, de lo que von LISZT llamó "gesamte
trafrecthswissenschaft" (completa ciencia del Derecho penal), se redujo a una
era disciplina didáctica la cual habría de servir a la formación de pragmáticos
el derecho o, si se quiere, de juristas prácticos. Concepción ésta que en nuestro
edio comparten muchas escuelas de Derecho.
Esta concepción sin duda estuvo marcada por un cuestionamiento de la
·entificidad de la dogmática que aparecía frente a las otras disciplinas como
a retórica por excelencia y/o exegética. De modo que hacer
rafrechtswissenscha~"parecía incompatible con el contenido de esa "Ciencia
. el Derecho penal". Todo lo cual hubo de cambiar de la mano del neokantismo,
· .l fundamentar la posibilidad de establecer un concepto de ciencia que podría
r, dependiendo de su objeto, o explicativas (ciencias de la naturaleza) o
mprensivas (ciencias del espíritu o culturales); lo que, en difinitiva, permitió
torgar legitimidad a la dogmática8 .
En el segundo de los momentos ya mencionados el rechazo a la dogmática
enal se produjo por el método que éste utilizaba para dar explicación al
_"bjeto bajo su estudio, el conflicto social, y los hechos que debían solucionarse
n el seno de su ciencia. La dogmática recurría a sí misma, tanto en su método
. técnica como en sus alcances de comprensión9 • Pues bien, estas posturas
· fÍticas vinieron dadas desde dos frentes claramente definidos: el primero, la
·doneidad de la dogmática para resolver los problemas prácticos de aplicación
el Derecho. Una falta del referencia al problema, a la realidad del Derecho
enal, su basamento exclusivo en un método deductivo-axiomático

8
( ) MIRPIBG, Santiago. Introducción a las bases del Derecho penal. Barcelona: JM Bosch, 1976. pp. 227
:;SS.
9
( ) En el Derecho penal peruano y fuera de su alcance temático, esta situación ha propiciado no sólo
resiones desde la que estamos partiendo, en nuestro discurso teórico referida a la dogmática penal y
--~--Política criminal, sino también otras de rechazo a todo el discurso formal del Derecho en general. Por
lado se ha satanizado a la dogmática atribuyéndole un rol distorcionador de la "realidad" jurídica, y,
r-otro, se pretende escapar al alcance de lo que él pretende "explicar" dada el excesivo tecnicismo, o lo
é es peor, su divorcio con el Derecho "vivo". Se han generado así, modas sociológicas que pretenden
artarse del Derecho oficial y su dogmática (como mera descripción de la norma) a fin de devolver la
"ón socializadora y de paz social que aquel perdería, movimientos que han calado en la práctica
ídica y en la manera de visionar el Derecho más por desidia de los aparentemente llamados a fortalecer
:p:na dogmática penal abierta y humanista, comprensiva de los fenómenos sociales en cuyo seno cobra
-Jlnportancia y verdadera utilidad.
MIGUEL PÉREZ ARROYO

necesariamente abstracto. El segundo, por considerar que la dogmática es


reticente a aceptar los avances en las Ciencias sociales y humanas, así como
de la Criminología (antes de corte positivista-etiológico, luego plurifactorial
- pero siempre positivista -, después crítica y finalmente - inaugurada
en Europa- científica), así como su impermeabilidad a sus valoraciones político-
criminales1º·
Estos planteamientos, sin duda, han herido de muerte a la forma cómo se
vino haciendo dogmática penal11 al punto que ahora nadie puede sustentar un
modelo de Ciencia penal abstracta sin atender a las valoraciones político-
criminales y los datos que una nueva criminología - aunque desde nuestra
opción nunca sin base critica - y una reciente victimología, nos alcancen a
fin de descubrir las necesidades sociales y jurídicas, orientando la legislación
penal (perspectiva de lege ferenda), o afianzando una correcta aplicación
(garantista) de la Ley penal. Sin abandonar la clásica función de garantía y
defensa de Jos derechos fundamentales en un Estado de derecho 12 •
En definitiva, a esta nueva forma de concebir a la Dogmática penal, ya no
abstracta y carente de contenido real, es Jo que MIR PUIG, desde Espa a, ha
llamado una "dogmática creadora" 13 , una dogmática que no siendo Jo qne
antes fue: Ja reina de las disciplinas penales, ahora ataviada de indumentarias
valorativas de orden político-criminal (que aún .ahora parece cobrar más
importancia) deberá ser su "inevitable campa era"H.
Sin embargo, ha sido ROXIN, quien desde Alemania ha marcado los hitos
de esta nueva forma de concebir a Ja dogmática penal, ya no sólo en su país

( 1º) Cfr. SILVA SÁNCHEZ, jesús María. Ob.Cit. p. 47.


( 11 ) Herida que en el Perú en donde no han existido dogmáticos de importancia, a excepción, en nú
opinión, de José HURTADO POZO, Luis BRAf\lfONT ARIAS, Luis ROY FREYRE, Felipe VILLA VICENCIO, Víctor
PRADO SALDARRIAGA y el extinto y cuando vivo siempre polémico Raúl PEA CABRERA {cuando no n1eros
recopiladores de información o rese adores de Códigos penales), el replanteamiento del contenldo de la
Dogmática penal en su esencia Neokantiana, así como la relación entre ésta y la Política criminal y otras
disciplinas a fines, obliga a un cambio en las bases teóricas que dan sustento al actual sistema penal, en su
arista material como procedimental. Sin dejar de apostar por una Ciencia penal de contenido dogmático
que atienda a las valoraciones Político-criminales y los datos que una nueva criminología y victimología -
sin dejar de ser críticos - (aún no inaugurada en nuestro país), aporte para mejor comprender el á1nbito de
incidencia de la Política criminal del Estado. Una Política criminal que debe informar de las necesidades en
la instrumentalización del Derecho penal en el ámbito de la Política penal, pero sin dejar de afianzar
límites hacia ella en tanto contenido dogmático. En el Perú, la única forma posible de hacer solvente una
dogmática penal acorde con la realidad social de la cual se ocupa, en su contenido valorativo, desde una
política criminal, es haciendo coincidir todo lo antes dicho.
( 1 ~) Esta nueva concepción de la dogmática ha motivado definiciones, como la de MAIW ALD que concibe
a la dogmática jurídico-penal como un medio para la aplicación segura, racional e igualitaria del Derecho
penal, que pretende resolver los problemas de ésta en forma adecuada a la materia, en el marco de ciertas
determinaciones político-criminales de fines y con ausencia de contradicciones sistémicas (Cfr. fl-lAJ\VALD,
M, Dogmatik und Gesetzgebung im Strafrecht, in, Symposium der Komission "Der Funktion des Gesetz.es
in Geschichte und Gegenwart". Gi:ittingen, 1989. pp.120-13 7.
( 1:1) Cfr. f\-UR PUIG, Santiago. El Derecho penal en el Estado social y democrático del Derecho. Barcelona:
Ariel, 1994. pp. 11 y SS.
( 1 ~) MIR PUIG, Santiago. Ob. Cit. p. 20-21.

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AS MEDIDAS DE SEGURIDAD EN EL DERECHO PENAL PERUANO

traspasando los límites de sus fronteras. Esta nueva orientación que


ienza desde su Tiiterschaft und Tatherrschaft (1963), luego en
·ehtnisschrift für Gustav Radbruch (1968) y finalmente en Kriminalpolitik
trafrechtssystem (1970, traducida al espa ol por Francisco Muñoz Conde
972). El aspecto esencial de la propuesta de ROXIN es el relativo al signi-
0 .del recurso a la Política criminal como elemento fundamentador del
nido de las categorías del sistema dogmático y a la incidencia o no de
·recursos (en particular, ontológicos) a tal recurso. Esta cuestión es a
de algunos autores la que pone de relieve la trascendencia real de las
· mas tendencias hacia la "normativización" de las categorías 10 •
ero queda aún algo que nó se entiende daramente, aunque a pesar de
es casi generalizado de que la construcción del sistema del delito (y del
enido de sus categorías) esté pre acta de consideraciones político-criminales.
e no queda claro es que a pesar de que negáramos lo anterior, los fines
ticos que todo sistema penal busca conseguir, a la luz de una política
· al determinada (en relación con la persecución de la criminalidad, en
to se construya w1a teoría del delito o de sus consecuencias, etc), siempre
á determinado por exigencias de política crinlinal; cual es la de hacer
' a la incidencia de comportamientos criminales (en cuanto conductas
·actas) y conseguir la paz social. En definitiva, para afianzar un sistema
o. el propuesto por ROXIN es necesario ver lo que en dicha propuesta

orno apunta la doctrina, comúnmente, la orientación político-criminal


asociado al consecuencialismo, identificándose con una sujeción del
a penal a las consecuencias empíricas de su aplicación. Así, ya ROXIN
stablecido que la construcción (o reconstrucción) de una teoría del delito
sus categorías, debe orientarse a los fines (sociales) de la pena (de
nción general y especial)!". Un poco, quizás, dentro de lo que en España
stuvo, en su momento, TORÍO LÓPEZ 17 , GIMBERNAT ORDEIG 18 y MIR PUIG 19
.enes propiciaron una reconsideración de las categorías dogmáticas de la
ía. del delito a partir de valoraciones político criminales como de la ne-
'idad de la pena así como el fin preventivo de la misma. Con esto se ha

l1--'} SILVA SÁNCHEZ,Jesús i'l'faría. Política Criminal en la dogmática: Algunas cuestiones sobre su contenido
es, en, Política criminal y nuevo Derecho penal. Libro Hmnenaje a Claus Roxin. J.Ivl. SILVA SÁNCHEZ
arcelona: JlvI Bosch, 1997. pp. 17 y ss.
(Hi) SILVA SÁNCHEZ, j.l\·L Política Crin1inal ... Oh. Cit. p. 19.; Vid. ROXIN, Claus. Strafrecht AT. BandI,
E!_d. § 7, III, Ntvf 24 .
.. (r') Cfr. TORÍO LÓPEZ, ÁngeL Concepto individual de culpabilidad, en, ADPCP, T. XXXVIII, Fase. l,
o-abril, 1985. Págs. 286-287.
18
, ) Cfr. GIMBERNAT ORDEIG, Enrique. El sistema de Derecho penal en la actualidad, en, Estudios de
echo penal, 2 ed. 1981, Págs. 146 y ss.
19
· { ) Cfr. fltlR PUIG. El Derecho penal en el .... Ob. Cit. p. 49 y ss.
••11 MlGUEL PÉREZ ARROYO

intentado establecer una línea conceptual, sobre todo en la categoría de


1
culpabilidad. Categoría a la que no sería posible llegar (negándose su efectiva
concresión formal y material) si primero no se verificara que se cumplan, ~
por lo menos se puedan cumplir, los fines preventivos de la pena, así corno de
la necesidad de esa pena funcional a tal prevención'°.
De modo más genérico, el sistema que se nos propone es un modelo
Teleológico en el que combinen los fines instrumentales de control y otros
valorativos. Del lado de los valores que deben informar al Derecho penal _ y
su dogmática - se distinguen el enfoque principalista que tienen como base
al individualismo (con una consiguiente concepción minimalista del Derecbo
penal) y el enfoque funcionalista, que tiene como base a la sociedad y el propio
sistema - autoconservación del sistema -. De tal modo que ya sea que nos
quedemos con una u otra propuesta, la primera derivada de renovadas posturas
de la ilustración y a la cual se inclina ROXIN; o la segunda, propuesta
esencialmente, por JAKOBS. En ambos casos, no dejamos de estar en e['
razonamiento consecuencialista del Derecho penal y su dogmática que el
primero ya delineó con holgura. Sin embargo, se nota desde et enunciado básico
que hemos hecho, la diferencia que existe entre ambas respecto de los
contenidos de sus valores. Como lo sostiene SILVA SÁNCHEZ la diferencia
entre la perspectiva funcionalista y la principialista es que la primera trata de
sostener una lógica (objetiva) funcionalísta de los valores, en la que éstos tienen
su fundamento y proyección en una contribución al mantenimiento del sistema.
En cambio, la segunda los fundamenta a partir de la comunicación de los
individuos que integran el sistema: el producto es una lógica intersubjetiva de
los valores. Constituyen, sin duda, dos modelos de racionalidad directamente
contrapuestos21 •
Todo lo anterior nos permite ya establecer una primera conclusión y es
que el actual avance de las Ciencias penales no aguante enunciados tradicionales
como los que al comienzo hemos rese acto. La Teoría general de delito, aunque
construcción dogmática por excelencia, no sólo se adscribe a un enfoque
dogmático puro (abstracto) ya que, como hemos demostrado, ese tipo de

{2°) En el Derecho penal peruano, hemos sostenido, no sin muchas discrepancias y tanto más debido a
incomprensiones, una postura similar a la antes planteada; sobre todo para los casos de los delitos c01nctidos
por individuos de culturas nativas. En su momento expusimos una línea de re.interpretación tanto en la
función del error en la teoría del delito como en los criterios de prevención y necesidad de la pena en los
casos en los que hemos acotado. De esta manera, la solución, dogmáticamente acertada, la propusin1os
desde la exclusión de culpabilidad a falta del cumplimiento en el fin preventivo de la pena así con10 en su
innecesariedad; descartando las posturas de quienes postulaban una forma especial del error e introduciendo
el discurso de la identidad cultural y su posible condicionamiento en la conducta del individuo dentro de la
lógica de la evitabilidad o no, en la teoría del error (Cfr. PÉREZ ARROYO, l\>liguel. Error, culpabilidad y
diversidad cultural en el Derecho penal. Tesis para optar el Tínilo de Abogado, PUCP, 1996).
F 1l Vid. SILVA SÁNCHEZ, Jesús l\>laría. Política Criminal ... Ob. Cit. p. 21-22.

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1
s. MEDIDAS DE SEGURIDAD EN EL DERECHO PENAL PERUANO

· as resultan anticuadas, sino que deben atender, y atienden, a fines de


'ly valores que aunque de contenido distinto ya sea que nos confesemos
arios del princicipialismo individualista (con una clara concepción
alista del Derecho penal) o ya funcionalistas sistémicos; y, por ende,
emos en Ja construcción de nuestro sistema penal, valores determinados.
0 caso, Jos fines instrumentales de control (como parte de un nuevo
a ontológico) nos deberán llevar a priorizar las consecuencias prácticas
stra dogmática. En esta lógica Ja clara orientación consecuencia lista, ya
'lada por ROXIN, deberá establecer un co-relato necesario entre la
tica penal y Ja Política criminal. De tal modo que, ni la teoría de las
uencias jurídicas Je pertenecen sólo a la Política criminal (como se quiere
0 tan acertadamente), ni la Teoría del delito Jo son a la Dogmática
La "total Ciencia del Derecho penal" (gesamte Strafrechtswissenschaft),
da por von LISZT, se configura a partir de una estructura dogmática,
nto a Ja racionalidad, formalidad y garantía en Ja aplicación de Ja Ley,
que a Ja misma se Je deben atribuir valoraciones político-criminales en
.. ·!'> a la conveniencia o no en la aplicación de las consecuencias del delito
o de Ja total apreciación de la realidad sobre Ja que el Derecho penal
:en su función de paz social. A Ja vez, los avances de otras disciplinas
, como Ja Criminología y la Victimología y el de las Ciencias sociales y
'nas. No se concibe pues una dogmática divorciada de la realidad y menos
fines político-criminales para Jos cuales ella se estructura.
·.onsideraciones similares a Ja antes argüida, esto es dentro del discurso
. las Consecuencias jurídicas del delito en el Derecho penal material
una perspectiva teórico-general, ha sido expuesta en Espa a por
ILLOS BASOCO y MAPELLI CAFARENA, al identificar la evolución de
ría de las consecuencias jurídicas del delito con una progresiva ra-
'zación y sometimiento a límites"- Progresiva evolución dentro de una
epción garantista que obedece, desde ya, a una postura ontológica del
cho penal y su dogmática; en Ja que ni Política criminal - y sus valores
minan solas ni la dogmática es una mera referencia abstracta a Ja teoría
elito.
el Perú, nosotros hemos adoptado una linea similar cuando, en su
Iunidad, nos ocupamos de la Teoría de las Consecuencias jurídicas del
o. Primero, proclamando una línea de importancia teórica tanto o más
_el de la lontana Teoría del delito. Importancia derivada de la conjunción,
sistema, del delito (como concepto), del delincuente o sujeto infractor

22
)-Cfr. TERRADILLOS BASOCO, Juan y MAPELLI CAFARENA, Borja. Las consecuencias jurídicas del
to. Madrid: Civitas, 3era. ed. 1996, p. 19.
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MIGUEL PÉREZ ARROYO

de la norma penal y de la sanción que se desprende de las anteriores. Explicada


así por el qué hacer con el sujeto, la manera de alcanzar resultados positivos
y el cómo prevenir tales conductas, serían el telón de fondo de todo Sistema
penal en el que se coordinen posturas dogmáticas y político-criminales
Segundo, circunscribiendo el sistema de las consecuencias jurídicas del de!it~
en el Derecho penal a un esquema previo de control social de cuya lógica se
alimenta. En esa medida, si partimos de un concepto crítico del control social
en tanto mecanismos sociales según los cuales se ejerce un dominio en la
conducta de los individuos que la componen, diferenciando uno formal (con
discurso no punitivo y punitivo) y otro informal; en el primero, indudablemente
es que se ubicarían las consecuencias jurídicas del delito. Es el Sistema penal
formal el que enmarca a las consecuencias jurídicas del delito identificados
con una Política de medios en tanto instrumentos formales del sistema en la
lucha contra el delito. Sin embargo a esa política de medios le precede una de
fines la cual se identifica con la Política criminal del Estado. Por tanto, si es el
Estado quien dise a las estrategias de control social formal desde una Política
penal, a ella, necesariamente, el Derecho penal y su dogmática le deberá
informar sobre los límites y contenidos teóricos a fin de que la Política crimmal
de la cual parte no se vuelva contra la sociedad y se convierta en una de orden
autoritario, propio de un Estado-policía.
En esta medida, dentro del discurso penal material, encontramos todo
un sistema de consecuencias jurídicas del delito que, partiendo de lógicas
informativo-sistémico-penales, se ata en funciones y fines específicos. De
un lado las referentes a las de orden preventivo-represivo (penas y medidas
de seguridad) y compensador (responsabilidad civil). Y como esto no es
suficiente a efectos de una idónea lucha contra la criminalidad, sobre todo
la te tipo socio-económico, se estructuran formas accesorias de control
social en las que las consecuencias accesorias del delito tienen principal
protagonismo 23 •

·--------------------------------~-

e:il Cfr. PÉREZ ARROYO, J\.Uguel. Las consecuencias jurídicas del delito en el Derecho penal peruano, en,
Derecho y Sociedad. Revista de Derecho. Llma: PUCP-P, 1996. pp. 227 y ss. Respecto de las consecuencias
jurídicas del delito, nosotros concebimos en ellas, en tanto nuestra postura ya definida, rnecanisn1os
accesorios de control en la que la finalidad de ella es la hacer interiorizar, a quien utiliza la empresa o el
colectivo social, los costos de su comportamiento delictivo. Nuestra postura se identifica así también con
un discurso del Law and Economic. Por tanto no consideramos productiva la discusión actual de si las
personas jurídicas son susceptibles de responsabilidad penal o no, pues a nadie se le ocurre que afirmando
su capacidad penal éstas puedan ser condenadas a una pena privativa de libertad. Sobre el tema consultar:
ALONSO DE ESCAJl.ULLA, A. Responsabilidad penal de los directivos y órganos de empresa'> y sociedades,
Madrid: Tecnos, 1996. AL\VART, H. Strafrechtlich Haftung des Unternehn1ens-von Unternehmenstiiter zum
Tiiterunternehmen, ZstVV, Heft 4, 1996; GRACIA il'fARlÍN. El actuar en lugar de otro en Derecho penal,
Tomos 1 y II, prensas Universitarias de Zaragoza, Zaragoza 1986; La cuestión de la responsabilidad de las
propias personas jurídicas. Revista peruana de Ciencias penales, N. 4, 1994; HIRSCH, H. Strafrechtliclie
Verantworttlinchkeitvon Unternehn1en, ZStW, 1995, Heft, 2.; entre otros más.

O e C- 7 (1999)
...---- ---

LAS MEDIDAS DE SEGURIDAD EN EL DERECHO PENAL PERUANO

3. LAS MEDIDAS DE SEGURIDAD COMO CONSECUENCIA JURÍDICA


DELITO

L.as penas y las medidas de seguridad son las dos consecuencias jurídicas
¡telito principales y que, desde una perspectiva del Derecho material,
en el carácter represivo-preventivo de todo sistema penal. Tanto las
s como las medidas de seguridad constituyen el núcleo básico de la
C;ón penal, entendiendo algunos autores a tales como de sanciones
/es, en el más amplio sentido de la palabra24, nomenclatura con la que
. stamos de acuerdo. Tanto una como otra reconocen distintos pre-
estos para su imposición pues en tanto que para la pena será el de la
bilidad, para las medidas de seguridad será el de la peligrosidad criminal
ujeto.
De esta forma tanto las penas como las medidas de seguridad integran el
eo punitivo estricto de nuestro sistema de reacción penal. Así, ni la
onsabilidad civil ni las consecuencias accesorias lo serán con tal
dencia pues en tanto que en el primer caso su incorporación a un sistema
..acción penal obedece a razones politico-criminales de tutela efectiva a
nte.reses de la víctima del delito, pudiendo no estar y sin embargo no
r de ser exigible en una vía civil; hace que en su naturaleza jurídica
.alezcan razones ajenas a la comisión de un delito o falta, sino que se
·gan a la eventualidad de haberse producido, con tales hechos, da os
ente relevantes. Esto es, debiéndose evaluar de acuerdo a las reglas que
.erecho civil franquea para los supuestos de da os y de responsabilidad
..· Así, tampoco en el supuesto de las consecuencias accesorias se plantea
base netamente punitiva ya que ellas se estructuran en base a un
namiento de control accesorio y de internalización de los costos del
portamiento de quien tiene a cargo la persona jurídica25 o, como apunta
CIA MARTÍN, en base a una situación patrimonial ilícita (en el caso de la
ción de las ganancias) y la peligrosidad objetiva de la cosa (en el caso del
·s.o de los instrumentos del delito)". Reconociendo siempre que aunque
consecuencias accesorias sean aplicables únicamente en la jurisdicción
y previa verificación de la comisión de un delito, su naturaleza es ajena
, arco punitivo de su realización, siendo de orden civil y/ o administrativo,
· el caso.

_ tF~) Cfr. TERRADILLOS BASOCO, Juan y MAPELLI CAFARENA, Borja. Ob. Cit. p. 21.
( , ) Vid. PÉREZ ARROYO, ~liguel. Oh. Cit. pp. 227-228.
25

fG.) Cfr. GRACIA MARTÍN, Luis. El sistema de las consecuencias jurídicas del delito, en, Las consecuencias
ciis del delito en el nuevo código penal espa ol. Luis Gracia tl1artín (Coord.) Valencia: Tirant lo Blanch,
' pp. 34-35.
MIGUEL PÉREZ ARROYO

No hay lugar a dudas, entonces, de que las penas y las medidas de segundad
son las consecuencias jurídicas del delito por excelencia y que sobre ellas
recaen una serie de precisiones jurídico-penales sobre las que debemos
abondar. Hemos de ocuparnos empero, por abara, sólo de las medidas de
seguridad, ya que ellas, reconociendo como presupuesto para su imposición
el de la peligrosidad criminal (con muchos matices), habrán de ser las propias
para quienes, en la lógica de GRACIA MARTÍN (de pluralidad de supuestos y
hechos configuradores en las consecuencias jurídicas del delito)", reconozcan
en su comportamiento un estado de no culpabilidad producto, en principio,
de la inexistencia de imputabilidad o de la afirmación de semi-imputabilidad;
configurando con ello un estado necesariamente peligroso y ampliando, de
este modo, su aplicación, bajo una perspectiva vicaria! del sistema penal, al de
los imputables peligrosos, como se verá después.

2.1. FUNDAMENTO, LEGITIMIDAD, FUNCIÓN Y SISTEMAS DE


RELACIÓN ENTRE PENAS Y MEDIDAS DE SEGURIDAD

Lo primero que debemos decir respecto de las medidas de seguridad es


que, aún integrando el núcleo punitivo esencial - el otro lo conforma el
sistema de penas - de nuestro sistema de reacción penal, no son sanciones.
Las medidas de seguridad no son sanciones 28 y que muchos autores utilicen
(incluso inconscientemente) esa expresión para denominarla, haciéndola
coincidir con la pena, en un mismo lugar, es producto de rezagos positivistas
en cuyo seno se llegó a considerar, como lo veremos más adelante, a la
"peligrosidad" como el presupuesto para la imposición de cualquier medida
de orden punitivo, llegando a sostener que el fundamento de la pena, era
dicha peligrosidad.
Actualmeme no se entiende la existencia de un sistema penal sólo represivo
sino que partiendo de ese carácter, debe reconocer funciones preventivas e
incluso reparadoras'"- Sin embargo esta concepción, generalmente aceptada,
no siempre fue así pues baste recordar la función netamente retribucionista
asignada a la pena, en una lógica monista del sistema penal, inspirada en
postulados cristianos y kantianos. Postulados que propusieron que la pena es
la respuesta a la culpabilidad moral del sujeto que se comporta de manera
antisocial o vulnerando la máxima kantiana "hacer lo que debería ser regla
para todos" "obra de tal modo que tu comportamiento pueda ser observado

(2 7 ) Cfr. GRACIA MARTÍN, Luis. Ob. Cit. pp. 29 y ss.


(2H) SOLER, Sebastián. Las 1nedidas de seguridad no son sanciones, en, ADPCP, T. XVII, Fase. fl, (may-
agost.), 1964. pp. 215 y ss.
{2'1) Cfr. PÉREZ ARROYO, Tvfiguel. Ob. Cit. p. 227.

De C- l(l<J99J
)LAS MEDIDAS DE SEGURIDAD EN EL DERECHO PENAL PERUANO

wdos, incluso en favor tuyo". Fundamentación respecto de los fines de la


tuyo co-relato ético, de orden Kantiano, se complementaba de uno de
jurídico, de orden Hegeliano: "la pena es la respuesta a la culpabilidad del
to"'°. Si esto resultaba cierto hasta un punto determinado en la historia
Derecho penal, ello supuso la orfandad del mismo frente a los diversos
lemas que se comenzaron a plantear en razón de las necesidades político-
inales sobre las cuales se construye todo sistema penal: el de la defensa
ya no sólo frente al pasado sino de cara al futuro. Un sistema con las
terísticas así definidas no tiene capacidad de prevención. La pena así
elida no podría satisfacer las más elementales exigencias de prevención
ella (la pena) basada en el principio de culpabilidad, mira sólo el pasado,
cho que ya se cometió, mientras que las exigencias de la prevención (tanto
eral como especial) miran al futuro. Las medidas de seguridad y
bilitación social nacen para hacer frente a ciertos supuestos de peligrosidad
·:no pueden neutralizarse con la pena. Llegan a donde no pueden llegar
· ;y satisfacen exigencias de prevención inaccesibles a la pena concebida en
do retributivo, complementando la respuesta penal convencional31 .
Partiendo de la base de que las medidas de seguridad y rehabilitación
.l forman parte de los instrumentos político-penales (y por a adidura
'tico-criminales) que el Derecho penal le franquea a la sociedad y su Estado
cual es indiscutible) al igual que en el caso de la pena, a modo de instrumento
:.ius puniendi estatal, debemos encontrar su fundamento, legitimidad,
"ón y contenido en su propio origen, en relación a las penas de cuya
iéiencia retributiva, en determinados supuestos, se alimentan.
En esta perspectiva, los principios legitimadores de la pena, así entendida
la lógica de Estados liberales aunque intervencionistas, dejaban a la
· dad desprotegida de quienes, a futuro, siendo peligrosos.no culpables,
ella, y para el ordenamiento jurídico, cometían actos típicos como delitos
s leyes penales. A esto también contribuyó las nuevas concepciones que
re la culpabilidad y sus elementos, como el de la imputabilidad, se
enzaran a expresarse. Como lo veremos más adelante, cuando nos
pernos del ámbito de aplicación de las medidas de seguridad y rehabilitación
·al, las nuevas concepciones de la imputabilidad, primero como presupuesto
fa culpabilidad y luego como capacidad de culpabilidad, determinaron que
. enes eran declarados inimputables quedaban al margen del sistema penal

,-~f1 11) Con esto se pretendió la realización de la justicia en sí misma. Sin embargo, como sostiene ROA1N,
estado social y democrático de derecho que mantiene separados lo moral con lo jurídico, estas
ya no tiene cabida (Cfr. VILLAVICENCIO TERRERO, Felipe. Lecciones de Derecho penal. Parte general.
ª:--cuzco, 1990. Pág. 36.)
JH) Cfr. GARCÍA-PABLOS, Antonio. Derecho penal. Introducción. Madrid: UCl'vl, 1995. p. 128-129.

~ 7 (1999)
MI ....•.._~~~~~~~~M_IG_U_E_L~PÉ_R_E_Z_A_R_R_O_Y_O~~~~~~~
!ll'il

e inmunes ante él y su único instrumento de lucha contra el delito: la pena. y


cualquier consecuencia jurídica devenida de la comisión de un hecho tipificado
como delito.
En principio sujetos mentalmente anormales o menores de edad quienes
al carecer de tal calificación jurídica eran los beneficiarios de tal falencia del
sistema pero también se descubrió que la pena fracasa o resulta inidónea
respecto de los delincuentes que siendo imputables resultan peligrosos Por
su reincidencia o habitualidad en el delito. Es lo que en doctrina se ha llamado
"delincuentes de estado". La pena, por sí sola, no puede captar el plus de la
peligrosidad adicional de estos sujetos que va más allá de la culpabilidad por
el hecho cometido. Como afirma WELZEL la función de protección jurídica
que cumple la pena está limitada, tanto material como personalmente, a la
retribución justa por el quebrantamiento del derecho de parte del autor que
actúa culpablemente. Esta función la cumple frente a delincuentes ocasionales
o quienes son socialmente aptos para la convivencia, pero no respecto de la
peligrosidad de autor que sobrepasa la culpabilidad en ciertos delincuentes
por estado 32 •
De esta manera a los sistemas penales, como anota GARCÍA-PABLOS, le
quedaban tres alternativas: 1) Seguir apegado a un concepto estricto de pena,
despreciando las necesidades preventivas, solución no ajustadada a las
necesidades sociales ante los peligros que planteaba la criminalidad de
individuos considerados peligrosos. 2) Se podía revisar el concepto clásico de
pena, de forma que pudiera asumir las funciones de corrección y aseguramiento
(con entidad autónoma suficiente no como fines accesorios al estilo de las
teorías de l~ "unión" - Vereinigunstheorie -, en la que se deja de lado el
carácter meran;iente retributivo - retribución divina, moral o jurídica - de
la pena o de mal necesario, justificada en sí misma - Teorías absolutas de la
pena - así como el utilitarista en cuanto la prevención de la criminalidad -
Teorías relativas de la pena -; sino que eclécticamente postulan una
plurifuncionalidad de la pena, en cuanto a la retribución y la prevención del
delito), encontrando en esta solución el problema de poder controlar ni someter
a límites una postestad estatal punitiva orientada a tales fines; 3) Como úlitima
po~ibilidad cabía que admitir junto a la pena un segundo sistema de reacciones
para aquellos casos de sujetos peligrosos necesitados de corrección respecto
a los que la pena retributiva, basada en la idea de culpabilidad, se mostraba

(!~) Cfr. WELZEL, Hans. Derecho penal alemán. Traducción de juan Bustos Ramírez y Sergio l'á ez
Pérez. Santiago: Editorial jurídica de Chile, 4 ed. Castellana, 1993. p. 286. Según esta propuesta, las penas
deberían complementarse con las medidas de seguridad (lo cual se satisface en el CP peruano al haberse
asumido un modelo ya no meramente dualista sino VICARIAL). La intensidad y duración de Ja medida
estarían dadas por la peligrosidad y no por la culpabilidad.

DcC-7(1999)
LAS MEDIDAS DE SEGURIDAD EN EL DERECHO PENAL PERUANO

· dónea o insuficiente. Cabía, entonces, desvirtuar la naturaleza retributiva


!apena, convirtiéndola en un medio sólo preventivo, o bien - respetando
•función - dotar al sitema punitivo de un nuevo recurso destinado
«'amente a la prevención. Mientras que van LISZT se inclinaría por la segunda
ción, las medidas de seguridad seguiría a la última, apareciendo así al lado
da pena, en una lógica de sistema dualistan
La introducción de las medidas de seguridad como forma de reacción
al aparece por vez primera de la mano del Suizo Car! STOOS y su
t~proyecto de código penal para ese país en 1893 34 , propuesta sobre las
<)les giran y se fundamentan los sistemas dualistas (del que participó el CP
ano de 1924), binarios o de doble via y cuyas bases partieron de tres

La pena se impone al culpable de un delito, mientras la medida de


seguridad y rehabilitación social tiene como razón de ser la peligrosidad
del sujeto.
La pena es un "mal", que se explica con el propósito de producir
sufrimiento en quien la padece. Las medidas son, en cambio, sólo un
resorte asegurativo, cuyo fin directo no es producir sufrimiento alguno,
aunque impliquen una restricción de los bienes jurídicos y derechos
de la persona.
El quantum de la pena viene dado por la gravedad de la lesión (principio
de proporcionalidad) del bien jurídico afectado por el delito, además
de la culpabilidad del autor, debiéndose fijar dentro de los limites de
la pena consignada para el delito; en cambio las medidas de seguridad
y rehabilitación social se especifican en la Ley conforme al fin de las
mismas y su duración es indeterminada ya que depende del resultado
obtenido, cesando cuando se consigue el objetivo al que se orientan:
la resocialización, la enmienda o la inocuización del sujeto, según los
casos 35 •

•·. En esta lógica de sistema dual, binario o de doble respuesta; la pena es


tibución, las medidas meras defensas, aunque desde una perspectiva más
µal - aunque siempre en esa lógica dualista - la pena se ordena

13
,{ ) Cfr. GARCÍA-PABLOS, Antonio. Ob. cit. pp. 129-130, 72·74, 79.
p:i)En Alemania se introdujeron por Ley del 24 de noviembre de 1933, en Italia en el código de 1930,
pa a aparecen con ese nombre en el CP de 1928 {ampliada y modificada hasta la Ley de peligrosidad
abilitación social del 4 de agosto de 1970 - reformada parcialmente por Ley del 28 de noviembre de
A-y del 26 de diciembre de 1978). En el sistema peruano se introdujo con el Código penal de J\1aurtua
924.
t':5JCfr. STOOS, Carl.
Lehrbuch des Osterreischischen Strafrecht. Viena-Leipzing, 1910. pp. 22 y ss.
bién GARCÍA-PABLOS, Antonio. Ob. Cit. p. 13 ly ss. .
MIGUEL P'REZ ARROYO

principalmente a la prevención general, y a veces tambíen a la especial (cact


vez más). La medida tiene como fin principal el de la prevención especialª
aunque también se reconozcan funciones de prevención general. Tanto un~
como otra, o es proporcional al delito (la pena) o atiende a la peligrosidad del
sujeto (la medida). La pena se impone sólo al imputable y la medida al
inimputable o imputable que sean peligrosos. Una es determinada, la otra no.
Modernamente, al haber variado tanto las concepciones en torno a los
fines y función de la pena en el Derecho penal3 6 producto de una recon-
sideración en torno a la necesaria prevención del delito y motivado, con ello
la aparición de las medidas de seguridad y rehabilitación social en un sistem~
dual; al punto de reconoéer funciones de prevención (general y especial) a las
penas, en mérito a una constante aspiración político-criminal de lucha contra
el delito, pero también por una constante discusión en torno a tales medidas
de seguridad, se han originado ciertos planteamientos. Por un lado la
legitimidad y justificación de las medidas de seguridad y rehabilitación social.
Por otro, producto de una revisión en sistema de relación de las penas y las
medidas, el de una mayor aproximación de ambas, orientados por valores
político-criminales.
En cuanto a lo primero, son dos posiciones encontradas respecto de su
legitimidad. La primera que la justifica y defiende en base a criterios no de
utilidad y necesidad (podría ser útil o y hasta necesario que por ejemplo se

e 6 ) En el Derecho penatperuano, como anota PRADO SALDARRIAGA, no se ha planteado un debate

serio sobre la función de la pena, al punto de encontrarse entre algunos autores posiciones contradictorias
sobre sí mismos (Cfr. PRADO SALDARRIAGA, V. Conientarios al Código penal de 1991. Lima: Alternativas,
1993. p. 4.) Esto ha motivado que frente a lo que ha sucedido respecto de la regulación de la pena
privativa de libertad, en cuanto a la contrarieda.d de lo establecido por la Constitución Política del Estado
y lo regulado por el ntismo Código penal, en torno a la función de la pena, no se hayan pronunciado
debidamente, a excepción de PE A CABRERA (Cfr. PE A CABRERA, Raúl. Ob. Cit. p. 509 y ss). La ftmción de
la pena, en el ordenamiento penal peruano, es suceptible de valorarse positivamente desde posturas
plurifuncionales, eclécticas o de la unión; en las que tanto la retribución como la prevención se aproximen
con vistas a una mejor respuesta penal frente al delito. Por un lado se tiene el art. 139.22 de la Const. per.
la cual establece que "el sistema penitenciario (fase ejecutiva de la pena privativa de libertad) tiene como
función la reeducación, rehabilitación y recuperación del penado para la sociedad", esto es que debe
resocializar al reo. A su vez el art. l de la misma carta magna establece que "la persona humana es el fin
supremo de la sociedad y del Estado", por tanto toda política social (incluida la Política crin1inal del
Estado) debe atender a su bienestar y la vez que su aseguramiento dentro de una vida en sociedad. En la
misma linea se ubica el art. IX del Cód. penal peruano. Ahora bien, a pesar de lo que constitucionalmente
y por mandato del artículo IX del Título preliminar del código penal se orienta en razón de una finalidad
plurifuncional de la pena - pero descartando una base retribucionista exclusiva-, el actual sistema penal
mantiene una perspectiva utilitaria de la pena, asignándole funciones exclusivamente retribucionlstas
claramente inconstitucionales y contrarias al Estado de derecho y los postulados democráticos que inspiran
la Constitución, en cuanto a la forma de Estado (art. 43 Const. per.), así como de la persona - fin supremo
de la sociedad y del Estado - (art. 1 Const. per), Esto en razón de la modificación del art. 29 del CP de 1991
e cuanto se establece que la pena- privativa de libertad - tiene como duración máxima la vida del condenado;
esto es, que no tiene duración- prisión perpetua - (Ley 26369 del 29 de septiembre de 1994). En resuinen
el carácter resocializador de la pena, como arista aproximativa, en un sistema de corte vicarial, entre
penas y medidas, entre retribución y prevención; no existe en la práctica, siendo susceptible de una
incoación de inconstitucionalidad respecto a la referida Ley.

DcC- 7(1999!
S MEDIDAS DE SEGURIDAD EN EL DERECHO PENAL PERUANO

strar - física o quirúrgicamente a quien comete deleznables delitos


ación contra la libertad sexual, como se pretendió alguna vez en el Perú
0 no estar justificado), sino de orden a una consideración ético-social,
apelando a principios generales (sólo pueden participar en la vida
·taria, sin restricción alguna quienes tengan la capacidad de regirse
· e a las normas de convivencia social, de tal modo que las medidas de
dad buscan integrar y equilibrar tanto la libertad exterior - com-
·ento objetivizado - e interior - capacidad de comportamiento
"me a las normas sociales - lo cual sucedería en el caso de los enfermos
es, viciosos, desviados habituales o predispuestos al delito) y específicos
ádo tiene el derecho y deber de "curar" y "ayudar" a las personas que lo
tan - enfermos mentales, drogadictos, etc - así como "educar" a
.y.menores de edad. El primero orientado a los delincuentes de estado y
ndo a determinadas personas que necesitan curarse o educarse; en
iva, una ayuda.Postura ésta defendida por WELZEL" y secundada por
CK38 , en Alemania y por CEREZO MIR", en España.
e otro lado se tienen las posturas deslegitimadoras o negativas que
'onan a la medidas de seguridad en su base política dado que atentan
los postulados de un Estado de derecho, más aún si a lo largo de la
ia. del Derecho penal, dicen, aparecieron en los Estados liberales
ncionistas alcanzando pleno desarrollo en los modelos autoritarios,
o (o pudiendo hacerlo) a la represión penal a límites insospechados e
ciendo la vida en sociedad un elemento de opresión. Estas posturas
··creciendo en intensidad a lo largo del tiempo. Primero muy tímidamente
b con total contundencia. Resulta interesante la Tesis de SCHMIDHÁUSER
ania quien criticó la fundamentación ético-social de WELZEL, y a adiendo
o podría a adir en la vida en sociedad un elemento de opresión, antepuso
oiterios de "necesariedad" y "utilidad", pero siempre reconociendo la
·dad de un sistema penal de doble vía40 , con lo cual su propuesta resulta
~dia entre quienes legitiman las medidas y quienes no. En España quienes
Itpronunciado verdaderamente en contra de las medidas de seguridad
· ocos. Así, CASABÓ RUÍZ las critica sólo en cuanto no se funden en un
dero peligro criminal de orden post-delictual sino sólo frente al mero
41
0 quizás por el efecto necesario que trajo consigo la crítica a la re-

-. Crr. tVELZEL, H. ob. Cit. pp. 2s?~2s9.


Cfr.JESCHECK, H.H. Tratado de Derecho penal. Parte general. 4ta. ed. Trad. de fosé Luis fo;fanzanares
·ego. Granada: Comares, 1993. pp.74 y ss.
_Cfr. CEREZO MIR, J. Curso de Derecho penal español. ~Iadrid: Tecnos, 1996. pp. 33 y ss.
Cfr. SCH:tvHDHÁUSER, E. Strafrecht. Allgemeiner Tei/. 2da. ed. 1975. pp. 819 y ss.
Cfr. CASABÓ RUIZ, J.R, "El fundamento de las medidas de seguridad'', en, Peligrosidad social y
, as de seguridad. Valencia: 1974, p.58.
ill&fil MIGUEL PÉREZ ARROYO

cientemente derogada "Ley de peligrosidad social Y rehabilitación social''


1970. Por su parte RODRÍGUEZ DEVESA, en su momento, sí las criticó" c de
misma contundencia que lo hace desde nuestra órbita Latinoamerion¡a
VELAZ. QUEZ VELAZQUEZ"'
. para quienes las medidas de seguridad no ~-
legitiman en un Estado de derecho y democrático, por las razones ya expuest:e
En el Perú, PRADO SALDARRIAGA también monta en críticas al sistema de :·
1
medidas de seguridad aplicables a los enfermos mentales, aunque ellas s:
destinen a la forma de ejecución de las medidas de seguridad para los enfermos
mentales-H.
En cuanto a la crítica y revisión del sistema de relación entre las penas y
las medidas de seguridad y rehabilitación social, se han dado dos situaciones.
La prímera que parte de una afirmación del sistema dualista o de doble Via
pero no bajo el prisma de un modelo puro regido por la total distinción entre
pena (instrwnento retributivo) y medida (complemento del sistema con base
en la prevención especial), el cual se haya inevitablemente en crisis; sino
procurando una mayor aproximación entre uno y otro instrumento de reacción
penal. Tanto más si común a ambas es la privación de la libertad, en cuanto a
la restricción de ese bien jurídico lo que las aproxima así como la ejecución
tanto de una como de la otra. Ya sea que de un lado se instrumente con miras
a una retribución-prevención general o si del otro lo sea con fines terapeúticos,
de aseguramiento o de rehabilitación social. Esto último cobra una relevancia
absoluta, como lo veremos más adelante, cuando producto de esa mayor
aproximación se vicarialize el sistema.
La segunda la constituyen las soluciones monistas los cuales postulan
una serie de soluciones intermedias. De un lado las propuestas de que las
medidas de seguridad deben absorver a las penas, propuesta más radical del
positivismo italiano extremo y de la defensa social los cuales partíaÍl de una
serie de fundamentos que eran comunes tanto a las penas como a las medidas
de seguridad (la comisión del delito es previo a ambas, símilitud de contenidos
en cuanto a los efectos aflictivos, jurisdiccionalidad de ambas, meta defensista
de la sociedad en ambas). Se trata de priorizar la prevención especial como
solución a las demandas defensistas de la sociedad y acabar con lo artifical
que resulta la combinación dualista de penas y medidas de seguridad. Fue
BACIGALUPO uno de los principales propulsores de esta propuesta, sino el
principal, construyéndola sobre la base de una orientación democrática de un

( 4 ~) Cfr. RODRÍGUEZ DEVESA, José l\1aría. "Alegato contra las medidas de seguridad en sentido estricto,
en, ADPCP, T. XXXI, Fase. l, 1978. pp. 7 y SS.
41
( :) Vid. VELÁZQUEZ V., Fernando. Derecho penal. Parte general, 2da. ed. Bogotá: Then1is, 1995. p. 104
y SS.
(~ ) Cfr. PRADO SALDARRJAGA, Víctor Roberto.Oh.
4
Cit. pp. 93 y ss.

DeC-/(1999)
\.:'.-~:::IE~D_ID_A_S~D_E_S_E_G_UR_l_D_AD_E_N_E_L_D_E_R_EC_H_O_P_EN_A_L_PE_R_U_A_N_O _Dm\11
a acabado de prevención especial y sobre los pilares de la da osidad
.N la asocialidad del autor, con miras a la construcción de un sistema
·. ás completo y armónico'º· Estas propuestas como recuerda GARCÍA-
$, resultan más doctrinarias que prácticas por la poca o ninguna acogida
¡¡tenido en los Derechos positivos, tanto como las que en su momento
e .proyecto FERRI de 1921 46 ya sea por sus anómalos efectos sobre una
ciada aplicación de consecuencias jurídicas a quienes sí eran diferentes
r sus rasgos demasiado tendentes a posturas autoritarias (un modelo
as características justificaría las castraciones o, incluso, inocuizaciones
rtamentales por tratamiento qllimico).
otro lado que sean las penas las que absorban a las medidas de
dad. Esta propuesta parte del giro resocializador que últimamente ha
· . la pena en la mayoría de países con un sistema afianzado en la
racia y el Estado de derecho. Como hemos visto esto no sucede en
.n donde la pena, actualmente, cumple una función esencialmente
tiva. Si las medidas de seguridad aparecieron en el escenario de las
ones penales para complementar el ya desprovisto sistema de
entos preventivos y si, además, la pena se orienta ya hacia la
·zación del delincuente; esto es, que ya no es sólo retributiva sino
'n preventiva (general y especial) y tiende también a resocializar al
le, entonces, las ll)edidas de seguridad no deben seguir teniendo
cia o, por lo menos, autonomia, al punto de sostener un sistema de
vía. En la base de esta propuesta podemos encontrar los fracasos de
de las medidas de seguridad privativas de la libertad en las que la
ón de tal libertad, en cuanto a su ejecución similar a las penas. También
risis de la ideología del tratamiento, propiciado por la criminología
.o de la reacción social. Es de resaltar que en estas propuestas late un
() sumamente preocupante que es que si la duración de una medida
· e a la peligrosidad del sujeto, en un sistema en el que estas sean
Jdos por las penas, se originaría una nueva forma de punir que es
espectro de las penas indeterminadas.
r último las propuestas de unificación. Basados en fines resocializadores,
ta de sintetizar en una consecuencia jurídica única: penas de seguridad
idas de seguridad penal. Con ello las funciones asignadas, en un sistema
· ta o dualista clásicos, tanto a las penas como a las medidas de seguridad
dirían en una consecuencia cuyo contenido sería el mismo que el de las

Cfr. BACIGALUPO, Enrique. "Significación y perspectivas de la oposición", en, Derecho penal -


_criminal. RIDP, 1978, pp. 22 y ss.
Vid. GARCiA·PABLOS, A. Ob. Cit. p. 145.
• ,,, MIGUEL PÉREZ ARROYO

medidas pero con una duración similar al de las penas. Su aplicación estarí
limitada para aquellos que quedasen fuera de la aplicación estricta de la Pena
(imputables no peligrosos) y de las medidas de seguridad (inimputab!e:
peligrosos). Distintas a su vez de las. medidas policiales destinadas a la
protección social de las conductas pre-delictuales47 •
Modernamente las muchas similitudes en cuanto la ejecución de las
medidas de seguridad y las penas, sobre todo en cuanto el bien jurídico a
limitar es la libertad a la vez que el tratamiento de una criminalidad reincidente
y juvenil (en donde las medidas de seguridad han fracasado siendo en éstas
en donde se justificaron en un primer momento); permiten postular un dualismo
flexible. Las soluciones, creemos, no están por negar la legitimidad de las
medidas de seguridad y rehabilitación social, sino que afirmando la distinción
entre ellas en tanto parten de presupuestos distintos, procurar un mayor
acercamiento entre ambas. Dado los muchos puntos de coincidencia mutua,
pero sobre todo dada una orientación funcional en cuanto a los valores político-
criminales que las informan. Esas zonas comunes descubiertas por la moderna
dogmática penal se entiende deben ser potenciadas para de ese modo escapar
de la antigua lógica monista-dualista sino optar por un plano más práctico y
funcional, orientado, como ya lo dijimos por valores político-criminales, en
cuanto al sistema de reacción penal ya sea porque en tales zonas comunes se
encuentran en sus fases ejecutivas como en las funciones que cumplen al
estar pensadas como instrumentos de lucha contra el delito. Esta mayor
aproximaci<'m se ha dado desde la perspectiva vicaria! de los sistemas penales,
como lo anota SIERRA LÓPEZ, de la vicarialidad del sistema".
Así, tal aproximación orientada por razones de política-criminal estarían
definidos en cuanto a que tanto las penas como las medidas de seguridad,
desde una perspectiva moderna, pretenden alcanzar ya sea una protección de
valores sociales - función ética-social del Derecho penal o función pedagógica
- (WELZEL) o de bienes jurídicos (ROXIN), a la vez que recuperar al delincuente
para la sociedad (concepción de la pena como resocializadora), por lo que son
semejantes en cuanto a sus finalidades. Más aún cuando en medio está la
medida privativa de libertad asegurativa y terapeútica y la pena privativa de
libertad. De esto, si se tiene además que, como ya lo expresó ROXIN, que el
principio de culpabilidad, entendido ya no como legitimador de una pura
función retributiva de la pena sino como límite de la misma, lo único que la
diferencie de las medidas será el que éstas se fundamentan en una de tipo
• 4
( ') Cfr. ANTOLISEI, Francesco. "Pena e misure di sucurezza", en, Revista italiana di diritto pena/e,1933.

pp. 129 y ss. r.1arcando el paso de la ilustración sobre el tema: GARCÍA-PABLOS, A. Ob. Cit. p. 1-l-/.
4
( x) Cfr. SIERRA LÓPEZ, M del Valle. Las n1edidas de seguridad en el Nuevo C.P. Valencia: Tirant lo
blanch, 1997. p. 18.

DeC-7(l~l99)
S MEDIDAS DE SEGURIDAD EN EL DERECHO PENAL PERUANO

·pista que en este caso será el del interés preponderante". De manera que
iialista, la diferencia entre penas y medidas aunque importantes, permite
··· tiblemente una mayor proximidad y coordinación entre ambas en cuanto
tensidad de la acción terapeútica y la diversa acentuación de los aspectos
rtvos generales y especiales a la vez que la diversa ponderación de los
es en juego (intervención y libertad).
s, entonces, esa proximidad ya explicada, lo que ha permitido y definido
artción y potenciación de los sistemas vicariales en cuanto a las formas
~cción penal. En estos se parten de bases diferenciadoras entre penas y
as de seguridad y rehabílítación social pero se flexibiliza la ejecución,
erito a esas zonas comunes y fines conjugables en armorúa a valores
·co-criminales. Lo característico del sistema vicaria! reside en el plano de
ecución de la pena y la medida. En la posibilidad de aplicar primero la
'da y luego la pena a la vez que computar en favor del plazo de la ejecución
pena el tiempo transcurrido para la medida, lo cual, a veces, haría
saria la ejecución de la pena privativa de libertad. Con esto, como anota
trina, se afirma la diferencia entre pena y medida pero a la vez se evitar
onvenientes político-criminales de anteponer la pena frente a la medida
auto a si ejecución), sobre todo de tipo privativo de libertad e inoportuno
·o la llegada de la medida de seguridad y rehabílítación social a la vida
ondenado. Este sistema, sobre todo, es óptimo para los delincuentes
·1Ua1es (imputables peligrosos) y los menores delincuentes (inimputables
osos) en donde la posibilidad de acumulación entre pena y medida o de
licación de ambas en vía sucesiva, hacía preferible la priorización de la
a o desastroza la aplicación de cualquiera de ambas por cuanto no se
·taban con la legitimidad necesaria (en el caso de los menores infractores o
· cuentes" como últimamente se les viene llamando por la criminología
añ.ola) .
.Por todo lo antes dicho no creemos que la deslegitimación si acaso inicial
as medidas de seguridad o la utilización de él, en algunos sistemas penales,
11so en el nuestro en el que existían para los casos de "salvajismo" "semi-
lización" o "degradados por el alcohol y la servidumbre" de los nativos y
ersos culturales que, a juicio del CP de 1924, eran peligrosos por lo que
.. ían ser sometidos a medidas que teman como fin su "occidentalización",
.~instrumentar mecanismos de opresión y discriminación; ni siquiera eso,
decir, como los propulsores de la llamada escuela negativa de las medidas
·seguridad, que no sirven y que atentan contra el Estado de derecho. Hoy en

,_,-,(~i•) Cfr. ROXIN, Claus. "Reflexiones político-criminales sobre el principio de culpabilidad", en, CPC, N
1977, pp. 151-152.
MIGUEL PÉREZ ARROYO

día las soluciones monistas no tienen cavida tanto porque significa(


desconocer todo el avance habido en las Ciencias penales como lo concernien
1
ª
a un tratamiento diferenciado, por tanto justo y no atentatorio a los Derech~e
fundamentales de quienes resultan imputables y de los que no, de quienes
son peligrosos y de quienes no lo son; aunque en este último extremo sí s:
deban construir mayores garantías para que el Estado no se sirvan de las
medidas como medios de opresión legitimados y coactar así la libertad del
hombre.

2.2. APROXIMACIÓN Y CONTENIDO CONCEPTUAL:

Ahora bien, sentadas las bases y los fundamentos de las medidas de


seguridad a la vez que su legitimación y función, una primera aproximación
conceptual de las medidas de seguridad debe partir primero de los fundamentos
político criminales y penales que dieron lugar a su aparición. Es claro que no
son sancioi;ies pues no comparten con las penas la misma naturaleza y fines
politico-criminales.
Una primera definición amplia de las medidas de seguridad y rehabilitación
social nos lo aporta la doctrina italiana de la mano de PETROCELLI en cuanto
la define como un medio coactivo mediante el cual, el ordenamiento jurídico
consigue la sujeción de un interés para tutelar otros, a los fines de una ordenada
convivencia sociaP por lo que, a decir de ROCCO, ofrecen una función tutelar
preventiva y no represiva' 1 • Definiciones que por ser tan amplias y genéricas
fueron, en su momento, criticadas, y ahora ya superadas en términos de
especificidad.
Desde la doctrina española, ANTÓN ONECA y LANDROVE DÍAZ, nos dicen
que las medidas de seguridad son medios de privación y restricción de bienes
jurídicos aplicadas en función de la peligrosidad del sujeto que ha cometido
un hecho definido por la Ley penal como delito", orientadas a la prevención
especial y aplicadas por órganos jurisdiccionales" "'· Así mismo ROMEO
CASABONA, también desde España, nos dice que la medida de seguridad es la
reacción del ordenamiento jurídico frente a la peligrosidad criminal revelada

('º)Cfr. PETROCEW, B. La pericofositá crimínale e la sua posizin1e giuridica. Padova, 1940, p. 238.
('l) Cfr. ROCCO, A. "Le misure di sicurezza di altri mezzi di tutela guiridica", en, Rivista di diritto
penitenziario, 1930, p. 1273-1274.
( 5 ~) Vid. ANTÓN ONECA, J. Derecho penal. Parte general. Madrid, 1949. p. 580.
5
{ :1¡ Cfr. LANDROVE DÍAZ, Gerardo. Las consecuencias jurídicas del delito. Madrid, 1984. p.157.
(H) Esta misma definición la adopta RODRÍGUEZ RAI\t10S, Carmen (Cfr. "Las medidas de seguridad en
el ordenamiento jurídico español", en, Reflexiones sobre las consecuencias jurídicas del delito. f\ladrid:
Tecnos, 1995. p. 192), la misma que fue asumida, en su momento, por nosotros: Cfr. PÉREZ ARROYO,
Miguel. Oh. Cit p. 229 y ss.

DeC-7(l9~9)
MEDIDAS DE SEGURIDAD EN EL DERECHO PENAL PERUANO

eJmcuente tras la comisión de un delito por el mismo, teniendo como


sivo evitar que la persona concreta sobre la que actúa vuelva a delinquir
así los conflictos con la sociedad".
su parte, más contemporáneos, GRACIA MARTÍN y TERRADillOS
& MAPElll CAFARENA, aportan más razonamientos en torno a las
de seguridad. El primero de un lado propone un nombre comple-
10 al simple nominativo de "medidas de seguridad" (tal como ya lo
amos), pues, como dice, en Derecho penal existen otras medidas que
también asegurativas no comparten la misma naturaleza y función
ue estamos estudiando. Pues mientras aquéllas, en su concepción de
cesario, lo pretenden frente a objetos y/o actividades (como las
idas en nuestro CP a partir del art. 102), éstas lo hacen frente a
' actos sujetos en razón de representar un peligro para el ordenamiento
,.anteponiéndose criterios de corrección y curación. El nuevo nombre
pone, recordando la propuesta de su maestro CEREZO MIR, es la de
\;de seguridad y rehabilitación social a nuestro parecer más propio. De
;do la define, acertadamente, como alternativa y complemento que el
o penal se plantea en razón de la función de protección de bienes
s que persigue y como consecuencia de las limitaciones que le impone
· 'pio legitimidor de la pena que es el de culpabilidad, con los consi-
s parámetros que dichas limitaciones significan (tanto desde pers-
constitucionales como de aplicación misma de tales medidas). De
anera dos extremos fundamentadores básicos cuales son el de
sidad y los que aporta el principio de culpabilidad en el Derecho penal 56 •
· nes sobre las que nos ocuparemos luego.
'.igual modo, los segundos citados, construyen su concepto de medidas
idad y rehabilitación social en función del de peligrosidad a la que
,.ell una línea de evolución clara y específica en torno a la consideración
eligroso del anormal, el otro, el enfermo, el marginal, sobre los cuales
en anteponer criterios de justicia de la "bata blanca" en lugar del de la
.· egra", en razón de un criterio de defensa social en manos de los nuestros,
ales o los sanos, útiles o integrados. Anteponen de este modo criterios
·vos, terapeúticos y de prevención especial sobre cuya utilidad se
e anteponer una legitimación ética de tipo welzeniano: "... el Estado
el deben> de colaborar con a la superación de las deficiencias per-

;Cfr. RO?l1EO CASABONA, Carlos M. Ob. Cit. p. 77.


·Jr..GRACIA MARTÍN, L. Ob. Cit. p. 353-354.
Cfr. TERRADIUOS BASOCO, J. y MAPELLI CAFARENA, B. Ob. Cit.p. 200.
lilfmi'~~~~~~~~_M_lG_U_E_L~PE_,R_E_Z_A_R_R_O_Y_O~~~~~~~

Por su parte KAISER, desde Alemania, esgrime un concepto Para


1
medidas de seguridad y de rehabilitación social en la que al parecer in as
luntariamente utiliza rezagos de ideas positivistas, de antigua dat~ env~;
Derecho penal, como el considerar a las medidas de seguridad como un
sanción penaL El mencionado autor conceptualiza, a las medidas, como "sanª
ciones penales que no deben tener el carácter de pena, Ellas privan de la libertad
al condenado debiendo buscar la resocialización, pero como mínimo deben
proteger a la sociedad del condenado durante un tiempo limitado"",
Ya hemos expresado nuestra opinión de por qué las medidas de seguridad
y rehabilitación social no deben ser consideradas como sanciones penales en
tanto que estas encierrán la idea de castigo, da o legitimado o mal - de
naturaleza retributivo - para aquel a quien se le impone, propio _ y
exclusivo - de las penas" por lo que es de precisar dos acotaciones críticas
al concepto del Profesor alemán, Primero que siendo una reacción penal _
intro sistema -. comparte el mismo carácter como tal que con las penas,
diferenciándose de éstas en cuanto a los fines (en las penas retributivos _
aunque modernamente no sólo retributivos - y en las medidas preventivos
especiales) y presupuestos (en las penas la culpabilidad y en las medidas de
seguridad la peligrosidad criminal post-delictual), Y que no por ser reacciones
penales son sanciones dado que aceptar una definición asimílacionista a tal,
significaría retrocer en la historia del Derecho penal a épocas del positivismo
o de la escuela de la peligrosidad social y por consiguiente monistas, como
veremos más adelante, Segundo, que la idea de condenado se utiliza la tu sensu
con lo que se quiere hacer referencia a lajurisdiccionalidad en la aplicación de
este tipo de medidas (lo cual nos parece acertado) así como de la peligrosidad,
con lo cual otra vez caemos al problema de confundir los presupuestos
normativos relativos a la pena y este tipo de medidas: se condena a quien es
penalmente responsable y para serlo se debe tener capacidad para ello, lo que
significaría para esta concepción que el fundamento de la misma es la
peligrosidad y no la culpabilidad, con lo cual llegamos, otra vez, a sustratos
ideológicos monistas y de tipo positivista en el que el fundamento de la pena
o cualquier otra forma de reacción penal, como las medidas de seguridad
(entendiéndose a ambas como sanciones penales) es tal peligrosidad o
temíbilidad, Entendemos pues que un concepto como el esgrimido por KAISER
no se adecúa a las exigencias por lo menos dualistas, constitucionales y de

(5H) Cfr. KAlSER, G. Kriminologie, C. F. Müller, Heilderberg, 9 Aufl., 1993. p. 603. Concepto que ha sido
asumido, desde perspectivas más modernas, aunque sólo en la forma y no en el fondo, SIERRA LÓPEZ,
fv.[aría del Mar. Ob. Cit. p. 67-68.
(>!1) Vid. ARROYO ZAPATERO, L., GARCÍA RIVAS, N., y Otros. Lecciones de Derecho penal. Parte general.
Barcelona: Praxis, 1996. p. 277-278. En este mismo sentido, GARCÍA PABLOS, Antonio. Ob. Cit. p. G4 y ss.

DcC-7(1999)
/\.$ MEDIDAS DE SEGURIDAD EN EL DERECHO PENAL PERUANO

to a los límites que, en palabras de GRACIA MARTÍN 60


, deben informar
: hcepto estricto de las medidas de seguridad.
'e todo lo anterior queda claro que se debe pues construir, como lo
os, tanto en el plano dogmático como jurisprudencia! un sistema de
¡;jónjusta, estricta y democrática de las medidas de seguridad, ajustado
oderno modelo vicaria!. De ello, testimonian los intentos de la doctrina
detallados las cuales basaron sus construcciones conceptuales de las
·"as en el intento de llenar de contenido un sistema aplicativo de las
as de seguridad y rehabílitación social ajustado a un modelo vicaria/.
fos proponemos, para el Perú, el siguiente:

{Es una privación de bienes jurídicos: Conforme a la mayoría de de-


l"les aportadas con antelación, las medidas de seguridad supone la
'.fon de una esfera de libertad del sujeto traducida en bienes jurídicos
Óh de su incumbencia. Ya sea que estemos frente a cualquier tipo de
~s. será la "libertad personal" el bien jurídico por antonomasia que siendo
laridad de sujeto, se limite a efecto de conseguir los fines planteados
a medida. La justificación para esta limitación, en tanto supone una
"tación de la culpabilidad vinculada a la pena, casi siempre viene de la
por el criterio defensista social de la "necesariedad" frente a tina probable
fon de un hecho tipificado como delito en la Ley penal.

, Su finalidad es de especial orden prevencionista o de prevención especial.


rencia de la pena, cuya función principal, en el Derecho penal peruano,
é ser el de la retribución y la prevención general a la vez que - de modo
'liéo - de resocilización, las medidas de seguridad y rehabílitación
sí tienen un daro fin rehabilitador y de prevención especial. Es en el
"I:!e este extremo característico de las medidas de seguridad que hay
-~s han postulado, partiendo de una función de protección de bienes
· os del Derecho penal, la idea de sanción penal subsididaria de las medidas
11ridad61 • Esto, es que las medidas de seguridad son sanciones penales,
"úe de modo subsididario pues dada la única función de protección de
s jurídicos, ésta no seria posible si al lado de la culpabilidad no se
tarfa un concepto legitimador de las sanciones penales que, en este caso,
"e.I de la peligrosidad. Como ya lo sostuvimos en su momento, este
ado nos parece incorrecto dadas las confusiones y ocultos motivos que
de a la vez que de lo utilitarista y cuasi policial que del Derecho penal se

Cfr. GRACIA MARTÍN, L. Ob. Cit. p- 353 y ss.


_Cfr. SIERRA LÓPEZ, f\1. Ob. Cit. p. 42.
MIGUEL PÉREZ ARROYO

servirían Estados con poca voluntad democrática. En un lógica de fu .,


ético-social y pedagógica que del Derecho penal partimos nosotros, Ya h~ClOJt
dicho que las medidas no son sanciones y no por el hecho de tener el Cará~os
preventivo especial (y de modo accesorio preventivo general) lo será, da~er;.
las bases sistémico pedagógicas de las que parte y en donde se asienta as;,

3. Tiene como presupuesto el de la peligrosidad, por parte del sujeto ha(


la sociedad. El concepto de "peligrosidad" aparece a lo largo de la historia d
1
l
Derecho penal desde la época de los romanos y con mayor o menor incidenc~
a lo largo del devenir de los tiempos y especialmente en Santo Tomás de AqUino
y la Ilustración. Fue FEUERBACH quien después de tiempos en que no se
mencionaba este concepto se ocupó de él en su Revision der Grundsdtze und
Grundbegriffe des positiven peinlichen RechtS''. Sin embargo fue a finales de!
pasado siglo en que recién se elaboró este concepto por la Escuela positiva
«italiana» aunque sus máximos representantes no utilizarán, por lo menos al
principio, esta palabra, para referirse al concepto que está detrás, sino al de
temibilitá (Garófalo), inadaptabilidad social (Ferri), etc. Fue JIMÉNEZ DE ASÚA el
padre de este término. En definitiva las medidas de seguridad y rehabilitación
social están marcadas por la idea, evolución e introducción del concepto de
peligrosidad en el Derecho penal. Aunque anterior a tal introducción, por STOOS,
la noción de peligrosidad ya latía en algunos códigos y leyes penales anteriores.
Ello se demuestra con la existencia de medidas para autores de delitos los cuales
habíau sido declarados irresponsables penalmente por cuanto adolecian de
alguna enfermedad mental, privilegiándose desde ya un rol preventivista de
esta medida (concebidas como penas) a la vez que - básicamente - de corte
defensistas, en torno a quienes resultaban peligrosos para el ordenamiento
jurídico. Tales medidas se ejecutaban en centros de internamiento para tal fin
por tiempo indeterminado. Medidas similares y de igual corte se establecieron
para vagos, mendigos, etc, no delicuentes°'. De esta manera podemos ver que
siendo la peligrosidad el pilar conceptual sobre el que descansan las medidas
de seguridad, frente a la cual se ubica el de la culpabilidad como presupuesto
de la pena, en tanto reacciones punitivas de cara al delito.
El concepto de peligrosidad, ya introducida al Derecho penal para
fundamentar primero un sistema dualista y luego, como el que hemos optado,
un sistema con base dual pero de sistema vicaria!, es el resultado de corrientes

( 6 ~) "Parto del supuesto de que con el ténnino peligrosidad se vincula el exacto y verdadero significado
)'que no se entiende otra cosa que la característica de la persona en la cual existe una base de probabilidad
de que efectivamente lesionará derechos" Vid. FEURBACH, Anselm. Revision der Grundsiítze und
Grundbegriffe des positiven peinlichen Rechts. Erfurt, 1799. p. 365 y ss. Cfr. ROlv!EO CASABOJ\A, Carlos
Maria. Peligrosidad y Derecho penal preventivo. Barcelona: Bosch, 1985. p. 16.
63
( ) Cfr. ROMEO CASABONA, Carlos T>.1aría. Ob. Cit. p. 17.

De C- /{1999l
5 MEDIDAS DE SEGURIDAD EN EL DERECHO PENAL PERUANO

cionistas del Derecho penal y aunque ha hecho posible una mejor


sta frente al delito, también ha servido en ocasiones para combatir
tas consideradas perjudiciales para la sociedad; de allí que se deba
·dado en su utilización. Se tienen, de esto, dos niveles de consideración
tual; la primera que se fija en la naturaleza del peligro o "peligrosidad
al" y la segundo en el destinatario del mismo o "peligrosidad social" -
dad como destinatario del peligro-). El concepto de peligrosidad que
Derecho penal, debe atender a la naturaleza del peligro y no al
tario del mismo"'.
·~do, las medidas, una respuesta preventiva - futura - al delito,
to de la cual se quiere preservar a la sociedad, la peligrosidad criminal
~ner como ca-relato necesario la previa comisión de un hecho tipificado
'delito en la Ley penal. Esto es que la noción de peligrosidad criminal
post-delictuaL La previa comisión de un delito o falta debe anteceder
fo de peligrosidad criminal. Sólo así se respetarán las garantías que el
o penal propio de los Estado democráticos han instrumentado para
us formas de intervención sobre la libertad del individuo, aunque las
s no sean sanciones. Esto es que no basta la noción del peligro atienda
turaleza del mismo (de orden criminal) sino que en atención a las
· s penales propias de todo sistema democrático de proporcionalidad y
lidad, se prevea una respuesta penal con base en el hecho de la aplicación
Zmedidas de seguridad.
algunos sistemas penales como el espa ol se conocieron un sistema de
· s de seguridad basados en criterios de peligrosidad pre-delictual (en la
da LPRS de 1970)"'. Tales consideraciones partían de juicios de
sidad ex-ante dadas las condiciones personales del autor (vago,
lico, etc). Si bien el Derecho penal parte de una base sociológica y ética
l!gogía e integración social, ello no debe significar que frente a la mera
ormidad social ésta se debe defender al punto de vulnerar la libertad
"viduo. La peligrosidad del sujeto no se debe sustentar en criterios de
ilidad positiva (aún exacerbada) en la comisión de un hecho calificado
lito, por las meras condiciones personales del agente (vago, alcohólico,
c.) sino más bien de la verificación objetiva de un evento criminal en la
· sujeto a quien se le impondrán las medidas sea autor o partícipe. La
sidad post-delictual es de naturaleza ex-post, frente a la comisión de
ho reputado como delito.

_, fr. ROJ\.IEO CASABONA, Ob. Cit. p. 15.


,;-~ODRíGUEZ GÓMEZ, Carmen. Las !vledidas de seguridad en el ordenamiento jurídico español, en,
/?nes sobre las consecuencias jurídicas del delito. t.Iadrid: Tecnos, 1995. Págs 189-209.
MIGUEL PÉREZ ARROYO

4. Se deben respetar las garantías penales de legalidad y proporciona/id . ·•


Que el sujeto sea peligroso para la sociedad no es suficiente para que el Estad,;
se legitime limitando la libertad personal del sujeto. Es necesario que concur:do
como hemos visto, otras características. Dos de ellas son que tal peligrosictan,
debe ser de orden criminal y que la comisión de un hecho tipificado co ad
delito preceda la prognosis de peligro con miras a una aplicación de cualqi:o
medida. Todo esto es sintomático y propio de un sistema de reacción Pen~
respetuoso de los derechos individuales y propio, también, de una legalidad
en la que el Estado no reaccione (no siquiera sólo para preservar la conformidad
social) desmesuradamente, sin límites. Todo esto nos conduce a afirmar que
las medidas de seguridad y rehabilitación social sólo podrán aplicarse en los
supuestos que estén definidos en la Ley, los cuales en el caso del Derecho
penal peruano, lo será los que aparecen en el art. 71 y ss del CPP, en mérito a
una interpretación contraria ad maioris ad minus del art. 2.24.f de la
Constitución peruana de 1993 (ya que si la Constitución ordena que para efectos
de la aplicación de penas y sanciones debe, necesariamente, estar prevista en
la Ley, con mayor razón, sobre las medidas, que es lo menos grave en términos
de aflictividad, también pesa esa exigencia). Partiendo de la consideración
expuesta en torno a la peligrosidad criminal post-delictual, son expresiones
de la exigencia, en la aplicación de las medidas de seguridad, del principio de
legalidad: 1) La aplicación estricta de las medidas en base a un catálogo de
ellas definidas previamente por la Ley, a presupuestos distintos, que el caso
peruano lo serán los fijados en el art. 71.1 y 71.2 Cód. penal del Perú. No se
acepta una arbitrariedad en la aplicación de las medidas de seguridad. 2) La
consideración de la peligrosidad debe complementarse con exigencias
criminológicas de "tipos criminales". Esto es, que partiendo de razonamientos
generales se deben expresar quiénes son peligrosos para la Ley penal; el ámbito
de aplicación de las medidas de seguridad. En el caso peruano lo serán, por
ejemplo: los inimuputables (art. 74 y 20.1 CPP), entre otros, como lo veremos
más adelante.
Respecto de la exigencia de proporcionalidad. Los referentes sobre los
cuales debe operar en la aplicación de las medidas, son tres: 2) El grado de a
peligrosidad criminal demostrada por el "tipo criminal". 1) El hecho punible
previamente cometido, y; 3) Con los hechos punibles que se prevce cometerá
el sujeto en caso de no aplicársele la medida de seguridad. Esta exigencia de
proporcionalidad como exigencia complementaria al de legalidad de las
garantías penales se definen el marco de necesariedad de las medidas""· Esto
también se ha recogido en el articulo 73 del Cód. penal.
· · - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - ·----
66
{ ) En este sentido: SIERRA LÓPEZ, fl-I. Ob. Cit. p. 71.

DeC-l(l9'J9)
s MEDIDAS DE SEGURIDAD EN EL DERECHO PENAL PERUANO

'·Duración. Ahora bien esta garantía (de la proporcionalidad) no podría


ar idónea a los fines que pretende cumplir si como complemento .de ella
>exigiera también, en una lógica de aproximación de las penas y las
as, en cuanto a su ejecusión así como cuando se priva de la libertad al
. duo, un límite también proporcional respecto de los referentes ya
onados, en la duración de la medida. En este sentido la doctrina ha
erado que en un sistema con las características que estamos definiendo,
didas no podrían tener mayor duración que, cuando se prive de libertad
to, una pena también privativa de libertad. Esto no es así en un sistema
ta puro (en el que la duración es indeterminada) sino en uno vicaria]
el peruano. El ordenamiento peruano ha recogido expresamente esta
cia dogmática en su articulo 75 en el que se establece que la duración
edida no podrá execeder del tiempo de la pena privativa de liberta que
e: correspondido de aplicarse al mismo hecho una tal pena. Ello se
a como una garantía adicional a la proporcionalidad que hemos rese
ada las característica vicariales de nuestro sistema de reacción penal .

.:•De las anteriores características y garantías definidas (sobre todo el de


· d), la restante deviene en lógica: su exclusiva imposición por órganos
lccionales: su jurisdiccionalidad. Ya escuchábamos a quienes
!timaban la existencia de las medidas de seguridad dada su utilización
I 'Estado (en más de una oportunidad) en formas no democráticas de
:política y opresión (en tanto se basan en la peligrosidad), que por más
uviera las exigencias ya dichas podrían ser manipularlas. Pues esta
ncia y garantía adicional, dada la autonomia del Poder judicial, superaría
convenientes antes mecionados. Sin embargo en Latinomerica y
armente en el Perú, tal autonomia es por decir lo menos endeble. Sin
. rgo será terea de todos los operadores del Derecho que el temor de tales
fofos negativistas no se consumen.

.JCLASES DE MEDIDAS DE SEGURIDAD Y ÁMBITO DE APLICACIÓN:


PUTABLES, SEMI-INIMPUTABLES E IMPUTABLES PELIGROSOS

forno ya se ha podido ver, producto de la exigencia constitucional del


pipio de legalidad en la aplicación de las medidas de seguridad (2.24.d
Per.), la Ley debe establecer previamente el tipo de medida a aplicarse
terminados casos. Esto es que, en tanto instrumento de reacción penal y
consecuencia jurídica del delito, en su naturaleza preventivo especial y
onne a la antes mencionada garantía penal, deberá respetar: las formas
MIGUEL PÉREZ ARROYO

de aplicación o clases de ellas (supuestos de aplicación forma] que deb


atender a la naturaleza del peligro que pretende preveer) y el ámbito del 111is en
(a quienes y bajo qué circunstancias se deben imponer). El ordenanuento Pelllo
peruano ha resuelto medianamente estas exigencias garantistas por lo qu na]
e es
preciso ocuparnos de ello.

4.1. CLASES DE MEDIDAS DE SEGURIDAD

Partiendo de la base de que las medidas de seguridad Y rehabiltación social


tienen como fin la prevención especial, las clases de medidas, en tanto forma]
aplicación, que exis.tan en un sistema de penal determinado dependerá del
desarrollo conjunto del mismo en cuanto a sus posibilidades de represión
prevención y tratamiento rehabilitador. De ahí las diferencias de regutació~
existentens entre nuestro código penal peruano y otros en el Derecho
comparado67 . Sin embargo ello puede ser sintomático en relación a si en verdad
el legislador nacional ha interiorizado la función que, por lo menos desde un
vista legal, debe cumplir estas medidas de seguridad y rehabilitación social.
La aparición de las medidas de seguridad y rehabilitación social en et Perú
se remonta al CP de 1924 (artículos 10 y ss) optando, esta vez, como casi
todos los códigos del mundo, por un modelo de reacción penal de doble vía 0
dualista. A su vez, las reformas introducidas en el nuevo código penal de
1991, aunque recononociendo antecedentes legislativos importantes''", optó
por un modelo vicaría/; modelo de cuyas características ya nos hemos ocupado
a lo largo de este trabajo.

67
{ ) Por ejemplo el Código penal español de 1995 (LO 10/1995) establece en sus artículos 95.l y ss. un
sistema medianamente sofisticado de medidas de seguridad y rehabilitación social: "art. 96.2. Sonn1edidas
privativas de libertad: l. El internamiento en centro psiquiátrico. 2. El internamiento en centro de
deshabituación «para roxícó111anos, alcohólicos, etc». 3. El internamiento en centro educativo especial «Con
fines a inserción y reínserción social». art. 96.3. Son medidas no privativas de libertad: l. La prohibición de
estancia y residencia en determinados lugares. 2. La privación del derecho a conducir vehículos a motor y
ciclomotores. 3. La privación de licencia o del permiso de armas. 4. La inhabilitación profesional. 5. La
expulsión del territorio nacional de extranjeros no residentes legalmente en Espa a. 6. Las demás previstas
en el art. 105 de este Código. art. 105. (Para casos concretos - art. 101 al 104 CPE -. l. Por un tiempo no
superior a cinco a os: a) Sumisión a tratamiento externo ... , b) Obligación a residir en lugar determinado. e)
Prohibición de residir en lugar o territorio que se designe. d). Prohibición de acudir a determinados
lugares ... e) Custodia familiar. O Sometimiento a programas de tipo formativo, cultural, educativo ... 2. Por
tiempo de hasta dos a os: a) Privación del permiso de licencia de armas. b) Privación del derecho a la
conducción de vehículos... " Tvlás de una de las medidas antes enunciadas, pPopias del ordenamiento espa
ol, en el Perú, las hemos incorporado dentro de nuestro ordenamiento de penal no necesariamente con el
mismo revestimiento. Así, las inhabilataciones de derechos {a manera de penas - art. 36.6 y 36.7 del CP),
la prohibición de ausentarse del lugar de domicilio (a modo de reglas de conducta procesal al iniciarse el
sumario art. 143.3 .del Dec. Leg. 638 - Código procesal penal - aunque de modo limitado sólo al proceso),
etc. Hay medidas que no existen en nuestro ordenamiento. Definitivamente, todo esto es muestra de la
infraestructura con que un sistema penal cuenta a fin de dar cumplimiento a lo que la Ley dispone en
función a los fines que se quieren conseguir. Como veremos más adelante en el Perú el sistema penal va
por un lado y la Ley por otra.
68
( ) Cfr. PRADO SAIDARRIAGA, Víctor. Ob. Cit. Pág. 113.

ocC-70999)

·¡
MEDIDAS DE SEGURIDAD EN EL DERECHO PENAL PERUANO
,,,_
'El sistema de medidas de seguridad en el Código Penal Peruano de 1991,
noce dos clases de medidas:

a) El tratamiento en internación - privativo de libertad - (art. 71.1 CP), y;


\b) El tratamiento en ambulatorio - no privativo de libertad - (art. 71.2 CP).

lEn ambos casos están presentes todas las características conceptuales y


antias penales que hemos detallado con antelación para las medidas de
idad en general. En especial el de la proporcionalidad y la necesidad
como co-relato de la proporcionalidad - art. 73 CP -), a la vez que del
gro criminal post-delktual (art. 72.l y 72.2 CP).

; a) El tratamiento por internación - Medidas privativas de libertad -


, 74 y 75 CP)

. Como no podía ser menos, también como co-relato del principio de


porcionalidad y legalidad en la aplicación de las medidas de seguridad, la
ación de éstas, aunque fundadas en el peligro criminal post-delictual (que
sitema dual puro podrían ser indeterminadas), no pueden exceder del
'te fijado para una pena privativa de libertad en caso de aplicarse dado el
mo hecho delictual. Esto se ha recogido expresamente en el CP (art. 75 del
el cual establece que la internación (en cuanto medida privativa de libertad)
pdrá exceder el tiempo de duración de la pena privativa de libertad que
iera correspondido aplicarse por el delito cometido. Se intenta corregir lo
umano y degradante que resultaban ser el sistemas anteriores en donde al
'$iderarse a la peligrosidad como fundamento de la imposición de una
elida de seguridad, ésta no acababa si dicha peligrosidad (a juicio de los
.. utores de la misma) consideraban que no babia desaparecido; pudiendo
.!verse indeterminada. Esto ocurrió en el Perú y los casos más abominables
~contraron quienes considerados peligrosos por razón de su cultura fueron
~rnados y separados de la sociedad, hasta haberse "civilizado".
Como medida aseguratoria, este tipo de medidas consisten en el ingreso
atamiento del inimputab/e69 en un cento hospitalario especializado u otro

6
( !1) Sin entrar en detalles teóricos respecto del concepto de imputabilidad, sus antecedentes (desde
tóteles - libre albedrío-, hasta Welzel - capacidad de culpabilidad-, pasando por Southerland, von
t y Frank - modelos psicológicos de la imputabilidad: relación psicológica entre el querer y el hecho
ti.va-) y modernos enfoques; debemos decir, para una mejor lectura de este trabajo que, en tanto
epto normativo, la inimputabilidad es la negación conceptual de la imputabilidad. La imputabilidad,
ernamente concebida, es la capacidad de capacidad de motivarse conforn1e a la norma penal prohibitiva
ceptiva (Cfr. VVELZEL, H. Ob. Cit. p. 171 y ss). De esto se considera que se tiene esa capacidad sólo
,·en ha llegado a una edad suficiente (lo cual lo determina la Ley penal por criterios de política-criminal)
MIGUEL PÉREZ ARROYO

establecimiento adecuado, con fines terapeúticos o de custodia'º, pudiéndo


ordenar este internamiento sólo cuando se prevea la comisión de hech se
criminales considerablemente graves. Sin duda, la tarea de calificar la gravedos
de los hechos que se preveen cometerá el sujeto, necesita de un control estricad
a fin de evitar excesos en la aplicación de este tipo de medidas. Como verern:º
más adelante, la inexistencia de normas relativas a la ejecución de medidas ds
seguridad, a excepción de la denominada Ley de "Higiene mental" produc:
que las calificaciones de peligrosidad y gravedad de los hechos queden en
manos de un restringido equipo médico el cual no se da avasto con las
exigencias del ·sistema. Más adelante nos ocupamos de los problemas de
ejecución.

b) Tratamiento en ambulatorio - Medidas no privativas de libertad


(art. 76 CP)
La aplicación de este tipo de medidas de seguridad y rehabilitación social
es propio para los sujetos semi-imputables o imputables disminuidosn, los
cuales en razón de criterios de política criminal y previamente establecidos en
la Ley, tienen una capacidad de culpabilidad restringida por lo cual no les
atribuible una total responsabilidad penal. En mérito a ello y reconociendo

y no padece de ningún transtomo psíquico, será pasible de tener tal capacidad penal; esto es, será imputable
(Cfr. JESECHECK, H. Ob. Cit. p. 391). Con razón, a pesar de que nuestro ordenamiento penal no ha
desarrollado una noción de imputabilidad, sí lo ha hecho respecto de la inimputabilidad, en1pero, detallando
los n1otlvos {en una lógica de nun1erus c/ausus) por los cuales quien realiza una norma penal no será
imputable; es decir, será inimputable. Estos son los detallados en el artículo 20.1y20.2 dd Código penal
peruano de 1991. En el primer caso debido a una alteración en la percepción que afecte gravcn1ente su
concepto de la realidad (base intelectiva perturbada -del conocimiento -) o no posea la facultad de
comprender el carácter delictuoso de su acto o determinarse de acuerdo a esa comprensión (bases volitivas
perturbada - del comportamiento-). En ambos casos se debe partir de rma alteración de la percepción
(Cfr. AGUDELO BETANCUR, N. Los "inimputables" frente a las causales de justificación e inculpabilidad.
Bogotá: Temis, 1986. P. 25 y ss). En el segundo caso se debe tener llll máximo de edad, a fin de ser
considerado inimputable, lo que en nuestro ordenamiento es de 18 a os, para los casos con1unes, y 15 a
os, para los casos de terrorismo (art.l Decreto Ley 25564).
(7°) Como ya lo sostuvimos anteriormente (Cfr. PÉREZ ARROYO, M. Ob. Cit. p. 229), esta norma no
contiene mayor vigencia que el meramente declarativo si se trata de verificar la realidad de quienes deben
someterse a estas medidas, por habérsele encontrado insano mental y declarado inimputablc en e.l proceso
penal respectivo.
( 71 ) De acuerdo a la definición medianamente construida en la nota "70", respecto de la Lnirnputabilidad,
a quienes el ordenamiento penal considere semi-imputables, imputables disminuidos o imputables
restringidos, serán aquellos sujetos quienes por no cumplir los niveles requeridos por la Ley a efectos de
tener una plena capacidad de motivación normativa; esto es una edad determinada o un estado mental
óptimo. En el primer caso (de la edad) la solución es fácil dado que el artículo 22 Cód. penal establece
quiénes son imputables disminuidos: los comprendidos entre 18 y 21 a os y los mayores de 65 a os
(solución que no es apreciada por PRADO SALDARRIAGA, V. Ob. Cit. p. 94). En el segundo caso no se ha
regulado nada y la solución la debemos extraer de la interpretaciÓJ;l integrada del artículo 20.1 Y 21 del
Cód. penal. De esto se obtendrán supuestos en los que la grave alteración de la conciencia o los sufridos
sobre la percepción no han mellado las bases intelectivas ni volitivas del sujeto, al punto de bloquearlas de
modo absoluto~ pero sí han incidido sobre ellas. Todo lo cual nos arroja como resultado que la jurisprudencia
deberá apreciar esto a fin de una consideración disminuida de la imputabilidad o restricción de la misma,
habiéndose pronunciado ya la Corte suprema en muchos casos.

D eC- 7(1999)
AS MEDIDAS DE SEGURIDAD EN EL DERECHO PENAL PERUANO

ecesidad de tratamiento complementario a una sóla respuesta punitiva


.tado (pena) se establece que, a fin de lograr una resocialización del
do; deben ser sometidos a tratamiento terapeútico y rehabilitador propio
s.medidas de seguridad, en tanto fin preventivo especial de cara al futuro.

4.2. SISTEMAS DE APLICACIÓN DE LAS MEDIDAS DE SEGURIDAD

ropio de los modelos vicariales nuestro sistema de medidas de seguridad


;por una base dualista de respuesta penal en el que la aproximación de las
sy las medidas de seguridad, dadas las zonas comunes y las orientaciones
í.cmales de política criminal posibilitan que en los supuestos de necesaria
ción conjunta entre penas y medidas (dado el fin preventivo que las nuevas
as le han atribuido a la pena), no necesariamente sea la pena «privativa
..ertad» la que se aplique primero, siendo tardío (en ese caso) el tratamiento
ializador de las medidas; conforme ya lo hemos anotado párrafos arriba.
embargo, este razonamiento, propio del sistema vicaria! en el que nos
emos, no es óbice para establecer una forma de aplicación pura de las
'das de seguridad y rehabilitación social.

Aplicación pura. - De ello, partiendo de reafirmación dualista en


cuanto respuesta penal y ataviada con todas las características
conceptuales y garantías penales de las medidas de seguridad, las
medidas privativas de libertad de internamiento se aplicarán solas
(respondiendo a una necesidad de prevención frente al no culpable
peligroso) cuando se prevea la comisión de un delito considerablemente
grave (art. 74 CP).

Aplicación conjunta. - En el sistema peruano, para los casos de apli-


cación conjunta, existen dos posibilidades: 1) La primera que sea de
aplicación conjunta de modo accesorio, y; 2) la segunda, de aplicación
conjunta sucesiva.

En los supuestos de tratamiento ambulatorio, la aplicación conjunta


de la medida de seguridad terapeútica y rehabilitadora se realiza de
modo accesorio a una pena, la cual será de aplicación principal (art.
76 CP).

En los casos de aplicación de una medida privativa de libertad de


internación. Cuando el sujeto sea un imputable relativo o semi-
imputable o un imputable toxicómano o alcohólico que haya cometido

7 (1999)
MIGUEL PÉREZ ARROYO

un delíto y que exista peligro en la comisión, a futuro, de otros ll!. . ;··.


aplicación conjunta de las medidas de seguridad es de orden suc ª~:la .'.
es1v0 •
En este caso se prevee que las medidas se aplíquen primero q ·
pena para así evitar los errores en el tratamiento, existente~e ª<.
1
anteriores modelos que hacían prevalecer la aplícación de la Peen '.;
privativa de líbertad siendo l¡i meuida irrelevante o tardía. na

Con todo esto se pretende a adir a los fines retributivos y de prevenció


general, propios de la pena en el Perú, uno de orden preventivo especial y d~
carácter resocializador (en una lógica de apuesta por las torías "plur¡.
funcionales", "eclécticas'" o de "la unión" de la pena), conforme a las eXigencias
constitucionales y de garantía penal del art. 139.22 Const. Per. y art. lX del Tít.
Prelm. del CP.
Sin embargo el problema no está tanto por el lado de la voluntad del
legislador peruano sino por cómo funciona el sistema penal y penitenciario y
si satisface por lo menos un mínimo de exigencia legal fijado, en orden a lo
que se quiere conseguir.
Primero, por lo hipócrita que resulta el sistema penal en orden a los fines
prácticos que quiere conseguir con la aplicación de las penas privativas de
líbertad. Ya hemos visto que la pena, en el sistema penal peruano - privativas
de líbertad -, en cuanto a sus fines (a pesar de lo que constitucionalmente y
por mandato del mencionado artículo del Título prelíminar del código penal
se orienta en razón de una finalidad plurifuncional de la pena - descartando
una base retribucionista exclusiva -), mantiene una perspectiva utilitaria,
asignándole funciones exclusivamente retribucionistas claramente incons·
titucionales y contrarias al Estado de derecho y los postulados democráticos
que inspiran la Constitución, en cuanto a la forma de Estado (art. 43 Const.
per.), así como de la persona - fin supremo de la sociedad y del Estado -
(art. 1 Const. per). Esto se demuestra - y lo que es peor se consciente - con
la existencia de Leyes penales claramente contrarias al Estado democrático de
derecho (art. 43 Const. per.). En este sentido la Ley que modifica el art 29 del
CP de 1991 en cuanto se establece que la pena - privativa de libertad -
tiene como duración máxima la vida del condenado; esto es, que no tiene
duración - prisión perpetua - (Ley 26369 del 29 de septiembre de 1994).
Segundo, de no ocurrir los problemas estructurales que hemos detallado
en el párrafo anterior; esto es, que el fin preventivo especial sería no una
declaración simbólica o de principios sino una realídad alcanzable a base de
una aplícación conjunta tanto de penas como de medidas., La carencia de una
infraestructura mínima y necesaria, como ocurre en Perú, hace que de igual
modo lo planteado por el código penal siga siendo no más que otro fracaso de

De C- /(]9Q9)
MEDIDAS DE SEGURIDAD EN EL DERECHO PENAL PERUANO

han manejado hasta hoy el sistema penal. Como anota PRADO


IAGA, la carencia de normas complementarias en torno a la ejecusión
edidas de seguridad 72 , así como a las graves-limitaciones infra-
ales del Sistema sanitario y penitenciario del Estado" permiten que,
plo, del total de la población carcelaria un gran porcentaje esté ·
'do por "enfermos mentales" y su tratamiento preventivo especial de
tetapeútico lo tomen de forma ambulatoria, en esporádicas visitas de
a¡ especializado. Es decir, las cárceles son también centros de tratamiento
· trlco y psicológico, lo cual es verdaderamente calamitoso y viola torio
erechos más fundamentales. Es pues tarea de todos denunciar estas
del Sistema; hasta. que llegue algo mejor que el Derecho penal,
inos un mejor Dereho penal.

CIAS BIBLIOGRÁFICAS:
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Sólo la antigua! Ley de higiene mental 11272 (Cap. m art. 33-38 de su reglamento), regula el tema
nfermos mentales dependiendentes de Poder Judicial.
En un país como el Perú, en donde sólo existe un centro hospitalario especializado (el Víctor Larco
) Yun sólo pabellón (Pabellón Psiquiátrico Judicial - el dieciseis -) para los que han sido declarados
tables por el Poder Judicial, y en donde existe un reducido número de internos a causa de un
puesto miserable que no asegura en unnúnimo el tratamiento de dichos internos. Es por ello que en
celes públicas es en donde la mayoría de ellos vienen cumpliendo una "condena sin culpa". De este
los fines preventivos-asegurativos y terapeúticos en la imposición de estas medidas (recogidas y
actas por el CP) se vuelven meras declaraciones simbólicas y sin niayor vigencia para quienes se
de la Política criminal peruana. Méls detalles, revisar el excelente trabajo de Víctor Prado Saldarriaga:
o SALDARRIAGA, Víctor R. Ob. Cit. P. 112 y SS.
MIGUEL PÉREZ ARROYO

del Derecho penal. Barcelona: JM Bosch, I 976; El Derecho penal en el Estado social y dern . - __: _,
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