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LA DIFTERIA

SIGNOS Y SINTOMAS En sus primeras fases, la difteria se puede confundir con un fuerte dolor de
garganta. Los otros síntomas que aparecen al principio son fiebre moderada e inflamación de los ganglios
linfáticos del cuello. La toxina (o veneno), que produce la bacteria puede crear una espesa capa que recubre la
superficie interna de la nariz, la garganta y otras partes de las vías respiratorias. Generalmente este
revestimiento es de color grisáceo o negro y puede provocar problemas respiratorios y dificultades para tragar.
La formación de esta capa (o membrana) en la nariz, la garganta y otras partes de las vías respiratorias es lo
que permite distinguir a la difteria de otras infecciones más frecuentes, como la faringitis por estreptococos, que
también cursan con dolor de garganta. Conforme avanza la infección, la persona puede:

 tener dificultades para respirar o tragar


 quejarse de visión doble
 arrastrar la voz al hablar
 o incluso presentar síntomas de shock inminente (palidez, piel fría, taquicardia, sudoración e inquietud).

Cuando la difteria está en una fase más avanzada y se extiende más allá de la garganta, la toxina de la difteria
se propaga por el torrente sanguíneo, pudiendo provocar complicaciones que pueden poner en peligro la vida
del paciente, al afectar a órganos vitales, como el corazón y los riñones.

TRATAMIENTO
El tratamiento de la difteria debe iniciarse lo más rápidamente posible, de tal forma que si se sospecha que un
paciente sufre la enfermedad es fundamental comenzar a tratarla, antes incluso de haber obtenido un
diagnóstico definitivo. Con ello se consigue disminuir la mortalidad asociada a la difteria.
Para tratar a las personas infectadas se requiere ingreso hospitalario, siendo además necesario el aislamiento
del paciente al ser una enfermedad altamente contagiosa. De esta forma el enfermo permanece más vigilado y
se asegura una correcta cumplimentación del tratamiento. En los casos más graves es necesario incluso el
traslado del paciente a las Unidades de Cuidados Intensivos.
A parte de medidas de soporte (monitorización de las constantes vitales, oxígeno, líquidos intravenosos, reposo
en cama), el tratamiento contra la difteria se basa en dos pilares fundamentales, que son el uso de la antitoxina
y los antibióticos:

Antitoxina: se administra de forma intravenosa o intramuscular y con ella se consigue neutralizar la toxina
diftérica presente en la circulación sanguínea, que es la que produce las principales complicaciones de la
enfermedad (cardíacas, nerviosas, renales).
En algunas personas la antitoxina puede provocar graves reacciones alérgicas, por lo que se suelen
realizan pruebas cutáneas de alergia para asegurar que la persona infectada no es alérgica.

Antibióticos
Los antibióticos son necesarios para erradicar el microorganismo y prevenir la diseminación;
no sustituyen a la antitoxina.

Los adultos pueden recibir cualquiera de los siguientes:

 Eritromicina 40 mg/kg/día (máximo, 2 g/día) VO o inyectable cada 6 h durante 14 días


 Penicilina G procaína IM diaria (300.000 unidades/día para aquellos con un peso ≤ 10
kg y 600.000 unidades/día para las personas con peso > 10 kg) durante 14 días.
 Cuando los pacientes son capaces de tolerar los medicamentos orales, el tratamiento
debe cambiarse por penicilina 250 mg orales, 4 veces por día, o eritromicina 500 mg
orales cada 6 hs, por un total de 14 días de tratamiento.
 Los niños se tratan con penicilina G procaína, en dosis de 12.500 a 25.000
unidades/kg IM cada 12 horas, o eritromicina en dosis de 10 a 15 mg/kg (con un
máximo de 2 g/día) IV cada 6 horas, con un paso similar a la medicación oral cuando
sea tolerada.
 La vancomicina o la linezolida se pueden usar si se detecta resistencia a los
antibióticos. La eliminación del microorganismo se documenta con 2 cultivos negativos
consecutivos de muestras de la garganta o de la nasofaringe, realizados 1 a 2 días y 2
semanas después de finalizado el tratamiento con antibiótico.

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