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OCTAVA JORNADA CLÍNICA

ENTRE INSTITUCIONES PSICOANALÍTICAS

 AAPFyP - Asociación Argentina de Psicoanalistas de Familia y Pareja


 AAPPG - Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo
 AEAPG – Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para
Graduados
 APA – Asociación Psicoanalítica Argentina
 APA - Filial Junín – CEP
 APdeBA - Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires
 APPFG – Asociación de Psicoanálisis de Pareja, Familia y Grupo
(Mendoza)
 ASAPPIA - Asociación Argentina de Psiquiatría y Psicología de la
Infancia y la Adolescencia.
 Ateneo Psicoanalítico
 ATICO Cooperativa de Trabajo en Salud Mental
 BabelPsi
 Centro DITEM – Fundación María Elisa Mitre
 CIPEA - Centro de Investigaciones Psicológicas para el Estudio y
Prevención de los Accidentes
 CMP - Centro Médico Psicoasistencial Dr. Edgardo Rolla.
 GEA Centro de Supervisiones
 ICHPA - Sociedad Chilena de Psicoanálisis
 La Peste de Tebas
 Mayéutica Institución Psicoanalítica
 SAP - Sociedad Argentina de Psicoanálisis
Octava Jornada Clínica / Consoli, Graciela... [et al.] ; compilado por Jorge
Catelli. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires :.Asociación
Psicoanalítica Argentina, 2018.
. 220 p. ; 22 x 16 cm.

. ISBN

. 1. Psicoanálisis.

. CDD 150.195

Compilador: Jorge Catelli


Corrección:

Primera edición: Junio de 2018


Editorial Asociación Psicoanalítica Argentina y Editorial Antigua
Rodríguez Peña 1674
Ciudad Autónoma de Buenos Aires
República Argentina
Web: https://www.apa.org.ar

Hecho el depósito que marca la ley 11.723. Prohibida su reproducción total o


parcial por cualquier medio sin el consentimiento de la Asociación
Psicoanalítica Argentina.

Impreso en Argentina
© 2018 Todos los derechos reservados
ISBN.
OCTAVA JORNADA CLÍNICA
ENTRE INSTITUCIONES PSICOANALÍTICAS

Caso “Georgette”
ÍNDICE

Prólogo
Claudia Amburgo de Rabinovich
y Jorge Eduardo Catelli …………………………….……
Introducción ………………………………………………...……
Un cuerpo para dos
Joyce McDougall ………………………………………….
Entrevista con Joyce McDougall
Graciela Consoli y Ezequiel Jaroslavsky ……….……..…
Sin titulo?
ASOCIACIÓN ARGENTINA DE PSICOLOGÍA
Y PSICOTERAPIA DE GRUPO (A.A.P.P.G.) ………..………..

Odisea de un análisis. Trabajando entre la espuma y el fuego


ASOCIACIÓN ESCUELA ARGENTINA DE PSICOTERAPIAS
PARA GRADUADOS (AEAPG) …………………...….……...

Los mil y un cuerpos en Georgette. Del cuerpo


al nombre propio
ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA ARGENTINA (APA) ………..
Georgette: otra línea de lectura
ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA ARGENTINA (APA)
FILIAL JUNIN – CEP ……………..…………………………..
Psicosomática y psicoanálisis: el caso Georgette
ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA
DE BUENOS AIRES (APDEBA) ..……………………………

Entre paciente y analista. Nuestra observación


ASOCIACION DE PSICOANÁLISIS DE PAREJA, FAMILIA
Y GRUPO – MENDOZA (APPFG) ……………….…….…….
Caso Georgette: Posibilitando tejido simbólico
al interior del proceso de la cura
ASOCIACION ARGENTINA DE PSIQUIATRIA Y PSICOLOGIA
DE LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA (ASAPPIA) ………..

Esbozos sobre psicosomatosis y la clínica actual


ATENEO PSICOANALÍTICO …………………………………
Sufro luego existo: la cristiandad al diván
ATICO COOPERATIVA DE TRABAJO EN SALUD MENTAL …..
La trama familiar y el poder de las vivencias
BABELPSI …………………………………………………..
Georgette, en una Comunidad Terapéutica Psicoanalítica de
Estructura Multifamiliar. Abordaje psicoanalítico individual
y multifamiliar
DITEM. FUNDACIÓN MARÍA ELISA MITRE …………………
Cuidame
CENTRO MEDICO PSICOASISTENCIAL
DR. EDGARDO ROLLA ...........................................................
Georgette, una mujer ilustrada
CENTRO DE INVESTIGACIONES PSICOLOGIAS PARA
EL ESTUDIO Y PREVENCION DE LOS ACCIDENTES (CIPEA) …

El misterioso salto de lo psíquico a lo somático


GEA. CENTRO DE SUPERVISIONES CLÍNICAS ……………….
Los sueños de Georgette
SOCIEDAD CHILENA DE PSICOANÁLISLIS ………………….
Debatiendo el caso Georgette
LA PESTE DE TEBAS ……………………….……………….
Artículos sobre el caso Georgette (no hay un titulo general)
MAYEUTICA ……………………………………………….
Un cuerpo para dos
SOCIEDAD ARGENTINA DE PSICOANÁLISIS ……………….
PRÓLOGO

Prólogo

La “Octava Jornada Clínica entre Instituciones Psicoanalíticas” es una


nueva edición de una tarea fecunda, iniciada hace dieciséis años, en
que comenzara el proyecto de poner a dialogar a los psicoanalistas en
torno a un material clínico, desde su singularidad conceptual,
recorridos, linajes psicoanalíticos, identificaciones, transferencias y
marcos referenciales diversos, que evidencian trayectorias múltiples,
en función de las cuales los psicoanalistas trabajamos, pensamos,
escribimos, enunciamos , para abordar “similitudes y diferencias en el
modo de pensar la clínica”.
Cada una de estas Jornadas implica un arduo trabajo inicial en
dos direcciones de base: por un lado la elección de la Institución
organizadora del evento. Por otro lado, la selección del material clínico
alrededor del cual girará la discusión, para el encuentro de las
Instituciones Psicoanalíticas. Acerca del primer punto, la Asociación
Psicoanalítica Argentina tiene una vez más el honor de haber sido
elegida, por voto democrático de los representantes de las Instituciones
participantes, como Institución responsable de la organización y
coordinación general del evento, que a su vez ha de llevar adelante la
edición y publicación en un libro de los trabajos referidos al material
clínico convocante. El conjunto de esos escritos, representativos de la
diversidad y a su vez singularidad de pensamientos de cada Institución,
que en cada oportunidad se edita como material preparatorio a la
Jornada, testimonio público y legado de la misma. He aquí el libro
correspondiente a la “Octava Jornada Clínica entre Instituciones
Psicoanalíticas”, en que el lector podrá encontrar los dieciocho trabajos
correspondientes a las reflexiones, conceptualizaciones y elaboraciones
de cada una de las Instituciones participantes, referidos al caso
“Georgette”.

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CLAUDIA AMBURGO DE RABINOVICH Y JORGE EDUARDO CATELLI

Con respecto al segundo punto relevante del trabajo inicial de la


preparación de la Jornada: la selección del material clínico :cada
institución, a través de sus representantes, fue proponiendo diversos
casos, materiales clínicos que leímos y discutimos en un trabajo
colegiado y apasionado, en cada “reunión de representantes”, en que
“codo a codo” fuimos pensando qué aportaba cada uno y qué
particularidades, problemáticas, puntos de tensión, posibles discusiones
interesantes para el encuentro y, finalmente, luego de estas
proposiciones, una vez más por votación democrática, quedó
seleccionado el “caso Georgette” de Joyce McDougall, que se encuentra
desplegado en los capítulos “Un cuerpo para dos” y “Los frutos de
madre” de su libro “Teatros del cuerpo”. Estos capítulos X y XI
respectivamente, también forman parte del presente volumen, en el
cual se reproducen, para disposición y mejor acceso directo del lector
al material trabajado por las Instituciones Psicoanalíticas participantes
Joyce McDougall tiene como psicoanalista un estilo
indiscutiblemente atractivo, en su escritura clara, prístina para la
transmisión de sus ideas y a la vez atractiva para avanzar en su lectura
y seguirla en el desarrollo de sus pensamientos. Particularmente en el
modo con que realiza la construcción de sus casos, evidencia su
generosidad para hacernos ingresar en su trabajo clínico, que es “el
teatro” de su propia mente analítica, con el que se desnuda y nos
enriquece en una casuística con desarrollos teóricos originales, que la
muestran íntegra y fecunda. McDougall, neozelandesa, nacida el 26 de
abril de 1920 como Hilary Joyce Carrington Blackler, hija de padre
neozelandés de tercera generación y de madre inglesa, descubre el
psicoanálisis a través de la lectura de “El libro del ello”, de Georg
Groddeck, lo que la conduce a seguir los estudios de psicología.
Después de finalizada la segunda guerra mundial, habiéndose casado
con Jimmy McDougall, de quien habrá de conservar el patronímico, se
instala en Londres, donde se forma clínicamente junto a John Pratt,
recibiendo la enseñanza de Donald Woods Winnicott. Luego se instala
en Francia, con motivo del nuevo trabajo de su esposo para la

12
PRÓLOGO

UNESCO, contando con la recomendación de Anna Freud para su


incorporación en la sociedad psicoanalítica vernácula. Joyce se
encontraba entonces realizando un estudio de psicoanálisis
especializado en niños, que era dictado por Anna en la Hampstead
Clinic. Es gracias a aquélla recomendación, que tiene acceso a Marie
Bonaparte, quien la introduce en el medio psicoanalítico local, en
1952, año en que llega a la capital francesa. Fue entonces que se
encontró con que la asociación francesa se estaba fragmentando, y a
pesar de su relativo dominio del idioma francés, se entrevistó con
Lacan y con Nacht para decidir a quién seguir. Finalmente decidió
quedarse, al igual que su analista didáctico de entonces, el Dr.
Schlumberger, en la Sociedad Psicoanalítica de París (SPP), en la que
ha ocupado diferentes funciones, asociándosela generalmente con el
ala más liberal de dicha institución.
Ya en París, invitó a aquella ciudad, a destacados psicoanalistas
ingleses como Winnicott, Bion y otros, para dar conferencias y
supervisiones. Había sido Winnicott quien escribió el prefacio de la
edición inglesa de su libro Diálogo con Sammy, publicado en Francia
en 1960. Su condición de extranjera y por ende su manejo del idioma
inglés, le permitió analizar a este niño norteamericano.
Ha tenido relación con otros psicoanalistas significativos como
André Green, Bela Grumberg, Chasseguet Smirgel y sobre todo su
entrañable amiga Piera Aulagnier, a quien conoció a propósito del
libro sobre Sammy.
Sus trabajos psicoanalíticos de han diseminado por el mundo con
temáticas específicas del psicoanálisis, así también como de su difusión.
Además del ya mencionado “Diálogo con Sammy” ha editado
importantes obras de la literatura psicoanalítica, como “Alegato por
cierta a normalidad” en 1978 donde introduce su concepción del
“antianalizando en análisis”; “Teatros de la mente” en 1982 donde
habla de los momentos tempranos del psiquismo humano; “Teatros del
cuerpo” en 1989 en donde explora los trastornos psicosomáticos y cuyo

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CLAUDIA AMBURGO DE RABINOVICH Y JORGE EDUARDO CATELLI

“caso Georgette” en el presente nos ocupa; y “Las mil y una caras de


Eros” en 1996 en donde retoma el tema de la sexualidad y de las
neosexualidades.
Un dato peculiar, a propósito del caso que nos ha de ocupar en el
presente volumen y que involucra la discusión de las instituciones
psicoanalíticas que aquí participan, es que de pequeña, Joyce solía
viajar de Dunedin, donde vivía con sus padres, a la casa de sus abuelos
en la isla del sur de Nueva Zelanda. Fue allí, en una granja en la que
criaban unas vacas Jersey, que se le produjo a la pequeña Joyce, como
producto de la leche que daban esas vacas, una urticaria tan llamativa
que toda la familia hablaba de ella. Curiosamente, la misma leche
bebida en otro lugar que no fuera la casa de su abuela no le producía
absolutamente ningún trastorno. Ella sabía bien que la razón de esta
molestia no era la leche de las vacas, sino la presencia de su abuela
paterna a la que todos llamaban Mater y a la cual ella no quería en
absoluto. Ya de pequeña tuvo conocimiento de lo que era una
psicosomatosis y dice: “Tenía cinco años cuando descubrí que el cuerpo
tiene su propio lenguaje”. (“Teatros del cuerpo”, Cap. I, Mater)
Joyce McDougall fue una psicoanalista destacada, y amaba el
teatro, la pintura la literatura, la danza, los objetos barrocos y las
prácticas corporales en todos los géneros, y tenía un cierto gusto por el
análisis de las experiencias sexuales “diferentes”, tales como la
transexualidad y el travestismo, lo que no contradecía su apego al más
exigente rigor clínico.
En 1950, había conocido a Sidney Stewart, quien se convertiría
en su segundo marido y ocuparía un lugar central en su vida.
Originario de Oklahoma, había sido soldado en el Pacífico y hecho
prisionero. A consecuencia de esto, él redacta un texto sobre las
condiciones de su supervivencia, describiendo la manera en la que pasó
de la muerte a la vida según un proceso de reminiscencia que le
permitió salir del trauma corporal y psíquico ligado a la cautividad.
Sidney Stewart se habría de convertirse luego en psicoanalista.

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PRÓLOGO

Como el psicoanalista americano Robert Stoller, que era su


amigo, ella se vuelve hacia una comprensión novedosa de las
sexualidades llamadas “desviadas”, en una época donde la comunidad
psicoanalítica despreciaba a los homosexuales hasta el punto de
prohibirles convertirse en analistas. En un libro admirable, publicado
en 1978 (Alegato para una cierta anormalidad, Gallimard), tuvo la
valentía de denunciar lo que llamaba “normopatía” (patología de la
norma) en vigor en el caso de sus colegas, y de mostrar que lo que se
calificaba de perverso o de anormal podía ser también el origen de una
verdadera creatividad para el psicoanálisis y para la sociedad.
Joyce McDougall, fue una clínica de una sensibilidad peculiar,
llena de matices, capaz de escuchar con humor, humanismo e
ingenuidad los tormentos de una existencia, sin jamás separarse de lo
esencial de la ética de la cura: dejar hablar a las mil facetas del yo, sin
olvidar el momento en que el clínico tiene que acompañar al sujeto al
encuentro con la verdad de su deseo. Aún hace falta, para eso, tener la
capacidad para empatizar con el sufrimiento de quien se acerca en
busca de alivio, comprender creativamente de qué se trata ese padecer,
y poder intervenir de modo eficaz, con la interpretación avalada por
unos criterios teóricos sólidos, en el momento adecuado; y ella, por
cierto, demostró tener todo ello.
Los invitamos ahora a zambullirse en esta atractiva reunión de
trabajos, que involucran el trabajo de una enorme cantidad de analistas
de nuestro país y Latinoamérica, pensando y escribiendo acerca de un
mismo material clínico: “Georgette”. Con ustedes, la producción de las
diecinueve Instituciones Psicoanalíticas, una producción singular y a la
vez colectiva. ¡Que la disfruten!

Claudia Amburgo de Rabinovich y Jorge Eduardo Catelli

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CLAUDIA AMBURGO DE RABINOVICH Y JORGE EDUARDO CATELLI

16
INTRODUCCION

Introducción

“[…] buena parte del gusto por los viajes


consiste en el cumplimiento de esos deseos tempranos[…]”
S. Freud, 1926a (p. 220)

APA, la Asociación Psicoanalítica Argentina, a poco de haber


cumplido sus primeros setenta y cinco años.de existencia, fue elegida
para coordinar la “Octava Jornada Clínica entre Instituciones
Psicoanalíticas”. No es la primera oportunidad en que APA es honrada
con esta distinción, que también es un gran trabajo y un enorme
desafío. Es un nuevo trayecto en la historia de estas Jornadas, que
tuviera comienzo hace dieciséis años y que abre las puertas una vez
más a la posibilidad de discutir, profundizar y pensar
psicoanalíticamente “similitudes y diferencias en el modo de pensar la
clínica”.
El encuentro de las diecinueve Instituciones Psicoanalíticas
participantes, promueve la posibilidad renovada de la existencia del
pluralismo en el psicoanálisis, lo cual es particularmente significativo
para APA, que esgrime desde hace décadas, la bandera del
pensamiento plural: un encuentro posible con las diferencias, que
enriquezca además, los apasionados intercambios a los que estamos
habituados en estos singulares y esperados eventos bienales.

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CLAUDIA BORENSZTEJN, CLAUDIA AMBURGO DE RABINOVICH Y JORGE EDUARDO CATELLI

Encuentro plural, encuentro con “similitudes y diferencias”


La experiencia con el semejante, tal como la describe Freud en el
“Proyecto de psicología”, es la que constituye con una acción inaugural
(aquella tan mentada “nueva acción psíquica” (Freud, 1914c, p. 74) la
salida del encierro narcisista, el reconocimiento del otro, la empatía y
la comprensión del sujeto en ciernes, para dar lugar a su constitución.
El yo y el objeto se descubren y reconocen simultáneamente. Este
complejo de procesos psíquicos implica necesariamente una actividad
de pensamiento –inconsciente-, de cierto razonamiento del aparato,
que permite ir estableciendo puntos de coincidencias y diferencias, y la
apertura de nuevas dimensiones del Nebenmensch, no sin
consecuencias en el establecimiento del llamado “lazo social”. Preparar
la Jornada que da origen a este libro, da amplia cuenta de estos lazos
que disfrutamos cada sábado de encuentro de los representantes de las
Instituciones y que nos fueron permitiendo conocernos más y mejor en
nuestra singularidad, en nuestras similitudes y en nuestras diferencias.
Fuimos vecinos en el pensamiento y en la ideación de cada espacio y
tramo de preparación de la Jornada, fuimos cercanos para discutir y
disentir, prójimos para enojarnos y semejantes para agradecernos y
celebrar estar ahí. Fue en francés, que vicinus dio lugar a voisin, y en
italiano, a vicino (cercano). En alemán, desde el Medioevo al Nachbar,
de donde surge luego el neighbour, tal como lo conocemos en inglés.
Nach es el siguiente, el próximo, el Nachbar, es como neighbour, aquél
que está a continuación, al lado, cerca. Construir colectivamente la
Octava Jornada Clínica también ha implicado construir una vecindad,
la posibilidad de romper el sistema defensivo, que impide el encuentro
con el objeto y el reconocimiento de la alteridad. Romper con la
ficción de la splendid isolation, nos acercó una vez más y nos permitió
nutrirnos con los anticipos de nuestro esperado evento.
Freud cita en 1918a a Crawley, quien con expresiones que
difieren poco de la terminología empleada por el psicoanálisis, señala
que cada individuo se separa de los demás mediante lo que él llama “un
taboo of personal isolation” {«tabú de aislamiento personal»}, y que

18
INTRODUCCION

justamente en sus pequeñas diferencias, no obstante su semejanza, en


todo el resto, se fundamentan los sentimientos de ajenidad y hostilidad
entre ellos. Romper el aislamiento renueva la oportunidad de pensar
juntos, de disentir y discernirse, de compartir e identificarse, en un
entramado histórico en el que nos inscribimos subjetivamente y
escribimos una parte de la historia.

De la historia de la Asociación Psicoanalítica Argentina


La historia de la APA tiene sus raíces en la historia del movimiento
psicoanalítico internacional. Desde principios del siglo XX el
psicoanálisis se desarrolló en Europa, América del Norte y América del
Sur. Se expande como movimiento en el área de la civilización
occidental y, en la actualidad, también en algunos países de oriente.
Nacido en el Imperio Austro-Húngaro, el psicoanálisis sedujo a
una primera generación de pioneros de lengua alemana. En 1910 se
crea la primera Asociación Psicoanalítica Internacional en Viena.
Entre 1912 y 1913 el psicoanálisis avanzó de países donde se habían
desarrollado los principios de la psiquiatría dinámica: Suiza, Gran
Bretaña y los Estados Unidos. Después de la Primera Guerra Mundial
progresó en dos países latinos Francia e Italia y, posteriormente, en los
países nórdicos.
La hegemonía del estalinismo en Rusia y el nazismo en
Alemania bloqueó las posibilidades de desarrollo del psicoanálisis en
Europa. Entre 1932 y 1941 abandonaron Europa los psicoanalistas
freudianos de la primera y segunda generación. El movimiento
migratorio instaló aproximadamente una cuarta parte de la comunidad
freudiana en Gran Bretaña, tres cuartas partes en los Estados Unidos y
una minoría en Sudamérica, fundamentalmente en Argentina y Brasil.
La emigración tuvo tres consecuencias: el refuerzo del poder de
la International Psychoanalytical Association (I.P.A.), la divisón del
freudismo clásico en varias corrientes y el fin de la supremacía de la

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CLAUDIA BORENSZTEJN, CLAUDIA AMBURGO DE RABINOVICH Y JORGE EDUARDO CATELLI

lengua alemana para el psicoanálisis, reemplazada por la inglesa. La


condición para la formación de un movimiento psicoanalítico es la
existencia de un estado de derecho que garantice el libre ejercicio de la
enseñanza de las teorías psicoanalíticas. En la Argentina, el
descubrimiento de Freud venía a dar una salida a una sociedad
marcada por la inmigración, con el pasado perdido en Europa, en
muchos casos amenazante; pero a su vez con la necesidad de
reencontrarse con sus orígenes, con su historia infantil olvidada y con
la posibilidad de poner al descubierto sus deseos inconscientes. Un
pequeño grupo de profesionales jóvenes, inmigrantes o hijos de
inmigrantes, encontraron en los conceptos freudianos las respuestas a
sus cuestionamientos, que las diversas disciplinas aún no habían
podido darles. Existían en medios intelectuales, académicos y
psiquiátricos conocimientos diversos sobre las teorías freudianas, pero
recién en 1940 es cuando surge la idea de fundar una Sociedad
Psicoanalítica con miembros psicoanalizados.

Los fundadores
Ángel Garma, prestigioso psicoanalista, con una sólida formación,
miembro de la Asociación Psicoanalítica Internacional, analizado en
Alemania con Theodor Reik, y Celes Cárcamo que aportó su formación
en Francia donde se analizó con Paul Schiff, miembro de la Sociedad
Psicoanalítica de París, integraron el grupo original. Algunos meses
antes de firmar el Acta Inaugural de la futura Asociación, llegó al país
Marie Langer, que se había formado en el Instituto de Viena. El l5 de
diciembre de 1942 firmaron el Acta Inaugural de la Asociación
Psicoanalítica Argentina: Ángel Garma, Celes Cárcamo, Arnaldo
Rascovsky, Enrique Pichón Riviere, Marie Langer y Enrique Ferrari
Hardoy. El 23 de diciembre de 1942 fueron reconocidos
provisoriamente como grupo psicoanalítico por Ernst Jones, en espera
de la ratificación que se le otorgaría en el primer Congreso
Internacional, que se realizaría al finalizar la segunda guerra mundial.

20
INTRODUCCION

En julio de 1943, a siete meses de la fundación de la Asociación, se crea


la Revista de Psicoanálisis; se solicitó a don Francisco Muñoz,
benefactor del movimiento psicoanalítico argentino, su patrocinio para
editar una publicación (primera en español) representativa de la nueva
institución, que iba a funcionar como editorial especializada en
psicoanálisis.
En la década del cincuenta, APA adquiere presencia
universitaria a través de tres conferencias dictadas por Ángel Garma,
Arnaldo Rascovsky y Arminda Aberastury. Más tarde, ejercieron la
docencia como profesores en la Facultad de Psicología José Bleger,
David Liberman y Fernando Ulloa. Con Onganía y la “Noche de los
Bastones Largos” el desmantelamiento de la Universidad significará el
fin de esta experiencia y marcará otra intrusión del poder de la
represión en las instituciones educativas. Arminda Aberastury fue
pionera en el psicoanálisis de niños, que dió lugar más tarde junto con
Betty Garma, a la creación del Departamento de Niños y Adolescentes
en la APA, para la formación de psicoanalistas en esta especialización.
El movimiento psicoanalítico argentino siguió los pasos de
Sigmund Freud, quien nunca abandonó los desarrollos técnico-clínicos
y de investigación; el conjunto de sus Miembros y Colegas en
formación han producido una vasta obra científica, labor que se
mantiene ininterrumpidamente en la actualidad, constituyendo parte
fundamental e ineludible del campo psicoanalítico en la Argentina y
que hoy, celebramos renovadamente, poder compartir con los colegas
de diecinueve instituciones psicoanalíticas.
Sean todos bienvenidos a esta travesía, bienvenidos a este nuevo
recorrido psicoanalítico por el que los capítulos de este volumen los
llevará, en el encuentro de más de cien psicoanalistas escribiendo sobre
“Georgette”. Tal como nos advierte Freud –y también La Eneida- los
viajes psicoanalíticos no son precisamente relajados, consisten en
atravesar resistencias, revelar lo inconsciente y avanzar en la
comprensión de las transferencias: “Flectere si nequeo superos,

21
CLAUDIA BORENSZTEJN, CLAUDIA AMBURGO DE RABINOVICH Y JORGE EDUARDO CATELLI

Acheronta movebo”: Si no puedo doblegar a los cielos, sacudiré los


infiernos. Adentrémonos.entonces en este viaje, que nos convida con
muchas atractivas ideas y propuestas.

Claudia Borensztejn
Presidenta de la Asociación Psicoanalítica Argentina

Claudia Amburgo de Rabinovich Jorge Eduardo Catelli


Vocal de la Comisión Directiva Vocal de la Comisión Directiva
de APA de APA
Coordinadores Generales de la Octava Jornada Clínica
entre Instituciones Psicoanalíticas

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UN CUERPO PARA DOS

Un cuerpo para dos

Quisiera presentar ahora la historia de una paciente con una extrema


vulnerabilidad psicosomática, pero cuyo funcionamiento mental
contrastaba intensamente con el de Tim.
Se trata de una exploración más profunda de las fantasías de
analizados polisomatizantes pero que sólo lentamente, tras muchos
años de análisis, acceden a la palabra. Estos pacientes han vivido de
forma intensa, ya veces cruel, la imposibilidad, incluso la prohibición
fantasmatizada de individualizarse, de abandonar el cuerpo- madre,
creando así un cuerpo combinado en lugar del propio cuerpo, cuerpo-
monstruo que la psique intenta hacer “hablar”. Estos intentos se
asemejan a las fantasías y esquemas corporales que se observan
clásicamente en la psicosis, compuestas de mitos, de fragmentos y de
quimeras, pero con la diferencia de que para el psicótico el cuerpo sirve
de código, mientras que en el polisomatizante no psicótico, el cuerpo
mismo tiene un funcionamiento “autista”.

¿De quién es este cuerpo?


Los fragmentos de análisis que voy a presentar son extractos de las
sesiones que tuvieron lugar durante el quinto año de nuestro trabajo en
común. Sólo dos años después pedí a mi paciente permiso para utilizar,
para una ponencia científica, estas pocas notas fuera de contexto
sacadas de una serie de sesiones que habían tenido lugar anteriormente.
Le pregunté igualmente (como lo hago a menudo) el nombre que
quería que le diese. Tras una profunda reflexión me respondió: “Me
gustaría llamarme Georgette”. Las razones conscientes de aquella
elección estaban ligadas en su mayoría a los aspectos positivos de la
transferencia: San Jorge, el santo patrón de Inglaterra; una mujer con

23
JOYCE MCDOUGALL

este nombre que le atendía sus trastornos físicos, etc. Le pregunté,


teniendo en cuenta la reconstrucción de los dramas que la invadían y
que llevábamos años elaborando, si no podríamos escoger como título
Santa Georgette y el Dragón. Respondió, riendo, que reconocía muy
bien en este título su teatro psíquico y su aventura psicoanalítica, tanto
más cuanto que el mayor shock que había sufrido, en el segundo año de
nuestro análisis, fue una intervención mía en la que le dije que parecía
existir para probar a todo el mundo que era una santa.
Hubiera podido añadir que aquella pequeña santa incubaba toda
una camada de dragones: diferentes aspectos de su madre y de mí
misma, más adelante el padre-dragón, y luego la dolorosa revelación de
la faceta “dragón” de la misma Santa Georgette, dispuesta a hacer
cenizas con ardiente ira todo lo que, según creía, había tomado su lugar
o le había cerrado el paso, abandonándola con una sensación de
desmembramiento y de vacío. De forma que aquel pequeño dragón
virtuoso, para no hacer daño a nadie y para mantener una imagen
entera y aceptable de sí misma, se comportaba como una santa,
mientras su cuerpo escupía fuego en todas direcciones. Su dragón,
símbolo donde los haya de vigilancia, mantenía permanentemente una
pantalla contra toda posible simbolización de los dramas tan primitivos
como aterradores que llenaban su mundo interno. Y el hecho de ser
pediatra no era ajeno a aquella problemática; sólo a través de los demás
podía ocuparse de la niña herida que había dentro de sí misma.
Georgette sufría una serie de alarmantes enfermedades
psicosomáticas, y ello desde su primera infancia. Pero estas
manifestaciones no eran en modo alguno la razón de su deseo.de
emprender un análisis. Por el contrario, parecía tranquilamente
desapegada de su lastimado cuerpo y de su estado casi permanente de
malestar físico, como se hizo evidente desde las primeras entrevistas.
De hecho, las dos necesitamos un largo trabajo analítico para
descubrir que, paradójicamente, cuanto más sufría Georgette por sus
enfermedades interminables, más se sentía psíquicamente en paz.

24
UN CUERPO PARA DOS

Llegamos a comprender también que aquellas eclosiones somáticas, no


simbólicas, eran no obstante una forma muda de comunicar
pensamientos y sentimientos que no habían podido ser elaborados
psíquicamente; una expresión de temores libidinales arcaicos y de
deseos fusionales accesibles a la consciencia, pero acompañados por
una rabia narcisista y un miedo primitivo totalmente inconscientes.
Por otra parte, sus enfermedades le confirmaban que su cuerpo estaba
vivo, y que en el interior de aquel cuerpo ella era un individuo de
pleno derecho, sin riesgo a perder su identidad como sujeto. Aunque
tales fantasías no fueran en modo alguno la causa de sus enfermedades
psicosomáticas, cumplían por así decirlo la función de beneficios
secundarios.
Lo que voy a describir a continuación es la revelación de este
material, y el descubrimiento de una sexualidad arcaica, tal como se
presentaron en nuestro quinto año de trabajo. Pero volvamos antes a la
primera entrevista con Georgette.
Treinta y dos años, delgada y bonita, Georgette llegó embutida
en una grotesca falda de tejido espeso y un jersey de color gris-marrón,
calzada con esas zapatillas planas que llevan las colegialas. Tuve la
impresión de que intentaba así disfrazar su aspecto delicado y
femenino. Se desplomó en la esquina del sofá como si quisiera hacerse
invisible, o como si tuviera que compartirlo con una o dos personas
más.
Georgette: “Realmente necesito ayuda. Estoy tan deprimida...
desde hace años tengo una especie de angustia que no me deja vivir.
Por ejemplo, cuando mi marido se va por cuestión de negocios...”
Se interrumpió como si lo que quería expresar fuera demasiado
difícil de comunicar.
J.M.: "¿Siempre ha sido así?”
G.: “Toda mi vida. Y, como ahora, se lo ocultaba a todo el
mundo. Cuando era pequeña veía signos de muerte por todas partes...

25
JOYCE MCDOUGALL

tenía que hacer gestos mágicos para protegerme y para no caerme a


pedazos. Tenía tanto miedo de que Dios y me llevara que rezaba al
demonio constantemente para que me protegiera.”
Ya vemos que Georgette, aún de pequeña, era una niña soñadora
y creativa (¿y no había nadie más a quien pudiera dirigirse para
protegerse de aquellos peligros fantasmatizados?, me pregunté).
Georgette prosiguió contándome los cinco años de análisis que ya había
llevado a cabo, con un hombre. Aquel trabajo le permitió terminar con
éxito sus estudios, de forma que ahora estaba establecida como
pediatra. Pudo igualmente poner fin a un matrimonio a todas luces
desgraciado y que, según ella, le había impuesto su madre. Había
podido elegir una pareja más conveniente; llevaban casados algunos
años y tenían dos hijos.
G.: “Durante mis cinco años de análisis no pude hablar de mi
cuerpo ni de mi vida sexual.”
Al decir esto, Georgette evitó mi mirada como iba a evitar,
durante dos años, hablarme de su vida sexual. Todo lo concerniente a
su representación de su cuerpo de mujer le repugnaba, le angustiaba
incluso de forma catastrófica y le impedía seguir pensando.
G.: “Algunas veces pierdo el sentido de la realidad. A menudo me
pongo a cantar, como los niños autistas, para no oír mis pensamientos.
Me vuelvo realmente loca por momentos. Espero poder mostrarle lo
que nadie más sospecha. Porque he leído algo suyo que me dio valor...
como si usted me permitiera estar muy enferma psíquicamente...”
J.M.: “¿Puede hablarme más de esta parte loca?”
G.: “Pues no dejo de pensar en mi madre. A veces, me despierto
y no me encuentro. Entonces salgo corriendo al pasillo llamando
‘mamá'... Sin embargo sé muy bien que vive a mil kilómetros de aquí”
(añadió que su madre vivía en el sur de Francia, en su ciudad natal, allí
donde murió su padre doce años antes).

26
UN CUERPO PARA DOS

G.: “Pero, en ese momento, tengo la certeza de que puede oírme


y de que vendrá a ayudarme. Y lo que realmente es una locura en todo
esto, es que siempre me siento muy mal en su presencia. Una tensión
constante. Ella me anula, me mira como si no existiera. Recientemente,
reuní suficiente valor para decirle que tenía la impresión de que no me
quería y que no me estimaba. ¿Y sabe lo que me dijo? “Claro que me
intereso por ti. ¡Le cuento a todo el mundo lo inteligente que es tu
marido!' Nunca es de mí de quien habla; o sino me mira de una forma
agresiva y erótica a la vez. Siempre está criticando mi aspecto, me
arregla el pelo, me dice que no lleve colores vivos. No me deja respirar;
a veces creo que voy a explotar. Pero cuando no está conmigo, empiezo
a sentir nostalgia y a desear su presencia. ¿Cree usted que estoy loca?"
Habiendo tomado nota del hecho de que Georgette ya me
presentaba dos madres internas de carácter opuesto, y ante su aparente
angustia, aventuré una pequeña intervención.
J.M.: “Parece tener en mente a dos madres diferentes, una a
quien llama para que la ayude y la tranquilice, y otra que la anula y la
asilla, ¿Quizás la contradicción entre estos dos retratos pueda parecerle
un poco loca?”
G.: “Sí, es extraño. Cuando era pequeña me pegaba a ella. Y al
mismo tiempo no la tocaba, a ella no le gustaba. Pero tenía que estar
ahí, sino yo me volvía transparente. La misma contradicción que ahora.
La quería muchísimo, y hacía todo lo posible para gustarle. Nunca le he
dicho cuánto miedo tenía de caerme a pedazos. Tenía que mantenerme
viva por mis propios medios. Pero nunca he podido hablar de estas
cosas con mi madre... igual que nunca, nunca, he llorado delante de
ella. No me estaba permitido.”
Durante este relato, Georgette parecía ignorar totalmente la
intensidad del odio que se expresaba en el lugar de aquella imagen
materna que, como iba yo a saber más tarde, era vivida como invasora,
asfixiante, narcisistamente volcada en sí misma, pareciendo no tolerar a
aquella niña más que en la medida en que ésta respondía exactamente a

27
JOYCE MCDOUGALL

lo que la madre esperaba de ella y luego, desinvistiéndola cuando la


niña no se adaptaba a sus expectativas. Iba a descubrir, naturalmente,
que aquella madre llevaba dentro de sí una historia de desolación y de
desamparo que, a su vez, afectaba la relación con su hija mayor.
Pienso aquí en el trabajo de Haydée Faimberg (1985) donde
señalaba una relación patológica entre padres e hijos en la que los hijos
están destinados a encarnar los personajes del pasado de los padres, y
son desinvestidos en cuanto no cumplen este papel narcisista. Pienso
también en los visitantes del Yo (A. de Mijolla, 1981) que estudia de
forma diferente ciertos destinos familiares responsables de los
“fantasmas de identificación”, fantasmas de objetos del pasado que
parecen “poseer” al sujeto a pesar suyo. Estos dos autores muestran de
forma convincente la manera en que algunos niños sólo existen en la
medida en que desempeñan este papel predestinado que a menudo es el
de un muerto. La relación madre-hija coincide, finalmente, con lo que
expuso André Green (1980) en su trabajo sobre “La madre muerta”. En
cierto modo, la madre de Georgette murió para ella narcisistamente,
por la desinvestidura materna (como pudimos reconstruir durante el
análisis) que siguió al nacimiento de su hija menor.
Hacia el final de nuestra entrevista, todavía incómoda y
desplomada en el sofá, Georgette me preguntó, con voz ansiosa, si
podría reservarle sitio con cierta rapidez. Le repetí lo que ya le había
dicho por teléfono: que no habría sitio antes de un año, pero que podía
ayudarle a encontrar otro analista. Al oírme, su rostro enrojeció
violentamente, empezó a temblar y parecía tener dificultades para
respirar.
G.: “Discúlpeme, me siento muy rara. Es como si se me hinchara
el cuerpo...”
Era evidente que mi falta de disponibilidad me convertía
inmediatamente en aquella mala madre, de quien se sentía
terriblemente de pendiente, pero que sin embargo la anulaba.
Conmovida por esta muda comunicación somática, me vi a mí misma

28
UN CUERPO PARA DOS

tomando en brazos a una niñita, como para asegurarle que no la


abandonaría, que su cuerpo no iba a explotar. Sin duda alguna su
discurso, como una comunicación primitiva inconsciente, estaba
destinado a crear aquella reacción contratransferencial.
G.: “No me rechace, la esperaré el tiempo que sea necesario.”
Le dije que necesitaba una segunda entrevista para conocer
mejor su proyecto de análisis, y que entonces veríamos si era
conveniente que esperara un año. Era evidente que estaba sufriendo,
pero su historia y su demanda seguían pareciéndome oscuras. Debo
decir que encontraba a aquella mujer interesante, conmovedora, y
creativa en su forma de pensar. En la siguiente entrevista, una semana
más tarde, Georgette me contó dos sueños que me concernían.
G.: "Yo estaba aquí, y usted estaba embarazada, a punto de dar a
luz. También tenía en las rodillas una niña pequeña. Me desperté
bruscamente, muy angustiada.”
El tema del segundo sueño era opuesto al primero. Ella estaba en
mi casa y me miraba jugar con una niña pequeña de unos dos años. Se
sentía feliz y en paz, como si ella, una niña, se encontrara al fin a solas
con la madre-analista.
La invité a hablarme un poco más de su infancia. Supe que
Georgette era la mayor de tres hijas, que tenía quince meses cuando
nació su primera hermana y tres años cuando llegó la siguiente. El
contenido manifiesto de su sueño me sugería la ansiedad de una niñita
de quince meses sentada en las rodillas de una mamá embarazada de
nueve meses, situación en la cual podía temer que no hubiera sitio para
ella, situación que en efecto se reproducía conmigo que, a mi vez, no
tenía “sitio” para ella. Me pregunté si Georgette se había sentido
“anulada" por primera vez cuando nació su hermana pequeña. La invité
a hablarme un poco más de lo que creyera significativo de su primera
infancia.

29
JOYCE MCDOUGALL

G.: “Bueno, siempre estaba enferma. (Largo silencio) Pero no


tiene importancia.”
J.M.: “¿Podría hablarme más de aquellas enfermedades?”
G.: “Pues... tuve una grave anorexia durante muchos años. Y toda
mi vida he tenido asma. Desapareció cuando me casé y me volvió
después del nacimiento de mi primera hija.”
(Algunos años después, tras la desaparición total de su asma,
Georgette y yo reconstruimos el guión inconsciente que en aquella
época se representó sin duda en su psicosoma. Es evidente que su
marido, en un primer momento, había sido vivido como una madre
que sólo se ocupaba de ella, lo que explica la desaparición de sus crisis
de asma. Volvió a ser la hija única que, por fin, encontraba “su sitio”.
Pero el nacimiento de su hija le arrebató aquel sitio...)
G.: “Y siempre tengo anginas, rinitis y gripes. Y, naturalmente,
sigo teniendo asma. Pero nada de eso es importante.”
Se interrumpió, incómoda. Le pregunté si, aparte de sus
problemas respiratorios, tenía buena salud.
G.: "No me gusta mucho hablar de eso... porque... me niego a
someterme a tratamiento; odio los medicamentos. ¡Una verdadera
fobia! Y también tengo úlcera gástrica y reumatismo, que son muy
dolorosos. Pero no es nada. Sé lo que tengo que hacer para curarme yo
misma”.
Como a regañadientes, Georgette siguió relatándome sus
sufrimientos físicos, sus problemas ginecológicos y especialmente
ciertos inquietantes síntomas de arritmia y taquicardia. Escuchando
aquel desfile de dramas somáticos, observé que ahora Georgette sí
podía mirarme a los ojos, como si los sufrimientos físicos la
tranquilizaran; quizás incluso temiera perderlos. ¿Era aquella la
afirmación de su existencia, de que su cuerpo, su piel y sus bronquios
eran efectivamente suyos? ¿Que ya no podía volverse “transparente”,

30
UN CUERPO PARA DOS

“anulada”? ¿Sería posible que, en cierta forma, aquellas enfermedades


le devolvieran la vida? Iba a tener que esperar muchos años antes de
obtener respuestas, aún parciales, a estas preguntas. Una cosa me
parecía sin embargo muy clara: Georgette se vivía a sí misma como
propiedad de su madre; ¿quizá solamente su cuerpo le pertenecía
verdaderamente?
Hablando de su patología cardíaca, Georgette añadió que
aquellos fenómenos podían ser también histéricos, porque su padre
murió, cuando ella tenía veinte años, de un infarto de miocardio.
Repitió que le incomodaba hablar de sus manifestaciones somáticas, y
que no eran esas las razones de su demanda de análisis. Tuve la
impresión de que trataba estas dolencias como secretos eróticos que
había que esconder. Aparentemente también, se identificaba, a través
de algunas de sus enfermedades, con su padre y su madre.
Me contó después que desde su primera infancia había cuidado
los bebés de los vecinos. ¿Existía en ella la representación de una madre
protectora con la cual podía identificarse para ser una buena madre
para sí misma? Me parecía que no, salvo a través de su cuerpo enfermo
o mediante los niños de los demás. Frente a aquella Georgette que me
aseguraba que todas sus enfermedades carecían de interés para ella. una
advertencia interior me aconsejaba no tocar demasiado aquella
dimensión psicosomática tan extensa. Hice entonces una observación
anodina: le sugerí que su forma de maternizarse a sí misma, sin recurrir
a los demás, podía darle la sensación de estar a gusto en su piel. Esta
referencia a su piel llevó a Georgette a añadir una pincelada más al
colorido retrato psicosomático que ya me había esbozado.
G.: “Realmente no me gusta hablar de esto. ¡En fin! Tengo un
montón de problemas digestivos, hay muchos alimentos que no puedo
comer. Algunos me producen eczema y urticaria, ya veces una especie
de edema de Quincke: cuando se me hincha el pecho me aterrorizo.
Nunca he podido comer fresas ni frambuesas, ni pescado, ni mariscos,
sin graves reacciones alérgicas. La leche también me pone enferma. Y

31
JOYCE MCDOUGALL

el pelo de los gatos me produce picores. A veces me hincho


peligrosamente. No puedo respirar y me escuece la piel. A menudo me
pregunto si no es todo un síntoma histérico. Eso lo he heredado de mi
madre. Siempre sufrió alergias cutáneas y a veces había que llevarla a
urgencias. Siempre que yo tenía reacciones cutáneas agudas, me decía
que era exactamente igual que ella.”
Más tarde iba a saber que para Georgette aquello quería decir:
“Tú eres yo; no existes”. Quizás por esta razón aquellos fenómenos
alérgicos fueron los últimos en desaparecer del teatro somático de
Georgette. Por aquel entonces representaban un vínculo erótico y
primitivo con el cuerpo materno y, como veremos más adelante,
funcionaban también como una equivalencia simbólica que servía para
combatir un insospechado vínculo sexual con la imagen paterna.
Pero no anticipemos: en aquel momento, sentí la necesidad de
introducir en la conversación al padre de Georgette, quizás para
protegerme de la profusión de imágenes maternas que parecían invadir
su mundo interno.
G.: "Sufrí mucho cuando murió mi padre. Pero mi madre hablaba
tan mal de él que estaba convencida de que me estaba prohibido
quererlo. Ella siempre me repetía que yo le odiaba, y que no le dejaba
besarme, ni siquiera tocarme. Yo misma, recuerdo que le tenía mucho
miedo. Pero mi peor recuerdo data de mis diecisiete años. Mi padre
había encontrado y leído mi diario íntimo donde contaba un flirteo
muy apasionado con mi primer amante. Mi padre me pegó como un
salvaje, llamándome puta y gritando que era igual que mi madre. Su
orgía de odio duró tres días. Se puso como loco.”
Georgette se había puesto colorada contándome aquella historia,
y mantenía los ojos bajos, como si ella también se acusara de ser una
puta. Luego añadió que no era una persona colérica, y que siempre le
había sido imposible enfadarse con alguien.

32
UN CUERPO PARA DOS

G.: “Mi madre siempre despreció a mi padre. Después de su


muerte, nos prohibió hablar de él, e incluso mirar las fotos de familia
en las que él aparecía. Mi abuela también le mantenía apartado. Mi
padre vivió siempre en otro ala de la casa.”
J.M.: “¿Y quién vivía en su ala?”
G.: “¡Pues bien! mi madre, mi abuela, mis hermanas y yo. Mis
padres nunca compartieron el dormitorio. Desde siempre, era yo quien
dormía con mi madre. O si no con mi abuela, que era alguien muy
importante para mí. La adoraba. Era muy piadosa y fue ella quien se
ocupó de mi educación católica. Era un ángel.”
J. M.: “¿Es decir?”
G.: “Bueno, ya sé, se dice que los ángeles no tienen sexo. Pero era
cierto en el caso de mi abuela. Su marido murió poco después de su
matrimonio y ella no volvió a mirar a otro hombre. No puedo imaginar
que nunca hubiera... que tuviera... una vida sexual... impensable. Las
paredes de su habitación estaban cubiertas de imágenes de santos.”
[Abro aquí un paréntesis para referirme a aquella abuela y al
padre de Georgette: se trata de un material al que sólo tuve acceso tras
tres o cuatro años de análisis. Iba a enterarme tardíamente de que
aquella abuela tan santa que mantenía alejado al padre no era la abuela
materna, sino la madre del padre. Sin embargo, seguía flotando un aura
de misterio sobre todo aquello, que se revelaba en las lagunas del
discurso y de los recuerdos de Georgette. Más tarde, tras haber
intentado saber la verdad sobre la relación entre el padre y la abuela,
Georgette me contó que el padre era el hijo ilegítimo de una mujer de
costumbres relajadas (la puta) y que había sido adoptado por la abuela-
ángel-sin-sexo. Eso explicaba la rabia loca que se desató en el padre
cuando descubrió que su hija tenía una vida sexual. “Realmente creí
que iba a matarme”, dijo Georgette, “pero ahora comprendo que era a
su propia madre, a la mala mujer que le abandonó cuando era pequeño,
a quien quería castigar.”

33
JOYCE MCDOUGALL

Cuando hubo realizado aquel descubrimiento, Georgette dejó de


verse obligada a cargar con el papel de la abuela-ángel-sin-sexo para
conservar el amor de su padre. Se hizo evidente que, hasta entonces
Georgette se había comportado consigo misma como un padre loco y
violento, siempre que se trataba de su feminidad o de sus deseos
sexuales.]
G.: “Mi madre, por el contrario, tenía amantes, pero nadie
hablaba nunca de ello. De todas formas, yo no tenía derecho a ser
seductora. Sólo ella. No me dejaba llevar ropa de colores vivos, decía
que yo era ʻla oveja negra' de la familia y que parecería una gitana. No
podía llevar encajes, ni nada rosa, se reía de mí, de mis gustos de niña...
me siento confusa... no sé lo que quería mi madre para mí, salvo
cuando me necesitaba. Me sentía constantemente en peligro de
perderla.”
Cuando le dije que la segunda consulta había finalizado,
Georgette volvió a enrojecer y a “hincharse”, y empezó a jadear. Quizás
fueran los síntomas prodrómicos del edema de Quincke. Pero hoy por
hoy diría que estaba asistiendo también a fenómenos somáticos que
aparecían en lugar de sentimientos de rabia y de terror de los que
Georgette no tenía ninguna representación psíquica. Únicamente se
manifestaba la raíz fisiológica de sus afectos, en respuesta a una señal
psíquica primitiva.

Los primeros cinco años


Me limitaré a dar solamente algunos detalles de nuestros primeros años
de trabajo. Una vez iniciado el análisis, Georgette lloró todas las
lágrimas de su cuerpo, cuatro veces por semana, durante dos años.
Hablaba con dificultad de aquel cuerpo que vivía como deformado,
monstruoso y repugnante, sobre todo durante la menstruación, o
cuando evocaba pensamientos sexuales.

34
UN CUERPO PARA DOS

Luchaba también continuamente por ocultar a los demás sus angustias


y sus fases depresivas.
Entre estos llantos y el relato de sus diversas angustias fóbicas
(tenía miedo a los aviones, a los ascensores, a los truenos, a ciertos
lugares públicos, a ciertos olores, etc.), con frecuencia Georgette temía
perder el sentimiento de sus límites corporales. En cuanto a su cuerpo,
no dejaba de manifestarse. Su salud física era muy frágil pero, aún con
gripe, casi paralizada por el reumatismo, asfixiada por las crisis de
asma, sufriendo edemas alérgicos o cubierta de eczema, jamás faltó a
una sesión. Sólo sus trastornos cardíacos y ginecológicos la inquietaban
un poco pero, igual que con las demás somatizaciones, siempre
retrasaba el momento de ir a consultar al especialista. Parecía casi
complacerse en su cuerpo sufriente, y nos hicieron falta tres o cuatro
años antes de que Georgette pudiera hablar, por poco que fuera, de un
cuerpo de placer.
Si soportaba el dolor físico estoicamente, sin embargo se quejaba
amargamente del sufrimiento psíquico que experimentaba en la
relación transferencial, una transferencia materno-pasional que le
provocaba angustia, a menudo acompañada de edemas o de reacciones
cutáneas alérgicas, antes de cada separación. Cada fin de semana era un
drama, y la cercanía de las vacaciones era indefectiblemente precedida
por una serie de sueños en los que Georgette caía en abismos, o se
aferraba a oscilantes ventanas, suspendida en el vacío. Cuando me
contaba sus sueños, se aferraba literalmente al diván, tratando de
acurrucarse entre los cojines como un animalito muerto de frío.

Un cuerpo para dos: la transferencia osmótica


El análisis de las pulsiones homosexuales reprimidas en Georgette le
era especialmente doloroso. Pero, más allá de sus miedos, luchaba por
mantener conmigo lo que acabé llamando un vínculo osmótico. La
lenta reconstrucción de su fantasía de “formar uno conmigo” nos llevó

35
JOYCE MCDOUGALL

no obstante a dar un nuevo sentido a sus múltiples órganos febriles y a


sus dolorosas somatizaciones. A través de aquella transferencia en
Ósmosis pudimos comprender que no había límites entre mi cuerpo y
el de Georgette, ni entre mi ser y el suyo. Dos ejemplos (aunque había
otros muchos) bastarán para ilustrar aquella fusión-confusión.
Un día regresé de vacaciones con la piel visiblemente quemada
por el sol. Al verme, Georgette exclamó: “¿Pero qué es lo que ha hecho
a mi cara?” Su angustia y su rabia eran tales que le costó mucho
continuar la sesión, que fue seguida por una pesadilla. Le hice una
pregunta como eco a la suya: “¿Y usted, qué le ha hecho a mi cara?” En
su respuesta descubrimos que me había fantasmáticamente atacado con
su pregunta exagerada, y que de hecho se preocupaba a menudo por mi
salud y por mi capacidad de resistencia frente a aquella demanda que
ella calificaba como “devoradora”. Su extrema dependencia habría
podido “cansarme o ponerme enferma”. ¡Georgette creía no solamente
que mi rostro “le pertenecía” sino también que ella era la causa de la
quemadura!
Todos sus sueños, así como sus fantasías de aquella época,
mostraban claramente que sólo había un cuerpo para nosotras dos. Así
que no me extrañaba que cada interrupción en nuestro trabajo
estuviera marcada por dolorosas erupciones cutáneas, como si la
ruptura en la relación le desgarrara la piel. Pero al mismo tiempo,
aquella piel que le picaba, que le quemaba, que se le hinchaba, estaba
investida positivamente. En su fantasía inconsciente, cuando su cuerpo
sufría un ataque. el mío también lo padecía, y así pues aquella
comunicación somática significaba al mismo tiempo su triunfo, porque
era mi justo castigo por haberla abandonado, madre omnipotente que
no le concedía ninguna autonomía, ni física, ni psíquica. Pero, en
verdad, era Georgette quien me privaba de mi identidad como sujeto
físico y psíquico.
Esta observación me lleva a la segunda ilustración de nuestra
ilusoria unicidad. Georgette se había cruzado alguna que otra vez con

36
UN CUERPO PARA DOS

mi marido, al entrar o salir de mi apartamento. Un día, se oyó decir a sí


misma, con cierto embarazo: “¡Qué sorpresa! Acabo de cruzarme en la
calle con nuestro marido.” (Algunos años después, iba a sentir unos
celos feroces ante cada evocación de mi pareja, pero aún estábamos
lejos de aquella problemática.)
A partir de ahora voy a centrarme únicamente en las
“comunicaciones” somáticas que surgen en la escena psicoanalítica, y
en la lenta construcción de su significado inconsciente. A medida que
los deseos y los temores de fusión fueron haciéndose verbalizables,
tanto en su dimensión de amor como de odio, Georgette empezó a
sentirse más en posesión de sí misma y más dispuesta a asumir sus
sentimientos violentos y negativos hacia su madre, sus hermanas y -
con cierta dificultad- hacia mí misma. De vez en cuando había que
invitar a aquella niña rencorosa y colérica a expresarse, dándole así, a
menudo por primera vez en su vida, acceso a la palabra.
Tras dos años de análisis, Georgette parecía liberada de la úlcera
gástrica, y al cabo de tres años ya no tenía asma, y no sufría rinitis ni
anginas permanentes (yo diría que la llegada de la niña rencorosa a la
escena analítica y la comprensión de algunas de las causas de sus
violentos afectos –hasta entonces totalmente congelados en su
expresión- tuvieron un efecto liberador y redujeron la descarga
somática directa que, anteriormente, había sido provocada por
mensajes psíquicos primitivos no elaborados verbalmente). No
obstante, aquellos cambios la preocupaban.
G.: “Si pierdo esta capacidad para crearme úlceras, para
resfriarme sin parar, dejaré de existir. Incluso tengo celos de usted
cuando está acatarrada... A mi madre nunca le “conmovía” mi tristeza,
pero cuando sufría físicamente sí se ocupaba de mí. Tengo miedo de
dejar de “conmoverla” a usted, de perderla también.”
En un primer nivel de interpretación, pude formular la
problemática actual como sigue: “Si dejo de sufrir físicamente, mi

37
JOYCE MCDOUGALL

madre olvidará que existo, y usted, la madre-analista, me impedirá


continuar con el análisis”.
Pero la investidura del sufrimiento físico resultaría ser mucho
más compleja de lo que sugerían aquellas asociaciones.

Un cuerpo que sufre es un cuerpo vivo


Una vez, hablando de sus afectos ambivalentes hacia su madre, me dijo:
“Fue el asma lo que me salvó de la locura. Mi madre, que no me tocaba
nunca, me penetraba sin embargo continuamente, con su mirada, con
su voz, con sus palabras hirientes. Su mirada siempre era doble. O bien
no me veía (salvo cuando yo era en cierto modo una parte de sí misma)
o bien me taladraba con los ojos, casi eróticamente. A menudo buscaba
Dios sabe qué en mis cajones, riéndose al mismo tiempo de forma
extraña. Pero en las crisis de asma yo luchaba sola contra la muerte; me
sentía a salvo de ella. Al mismo tiempo, me aferraba a su presencia
porque ella representaba también la vida. Sin ella yo no existía.”
La representación de la madre “implosiva” surgía regularmente
en los sueños y las asociaciones de Georgette, y el análisis de esta imago
hizo perder a mi paciente varias de sus fobias “ambientales”, entre
otras, su fobia a las tormentas, ligada a la voz penetrante y destructiva
de su madre, y su claustrofobia, íntimamente ligada a la imagen de una
madre asfixiante. Era como si la madre de la primera infancia nunca
hubiera podido ser introyectada para convertirse en un objeto de
identificación benéfica, que permitiera a la niña identificarse con una
madre que protege, que tranquiliza y que actúa sobre el sufrimiento
físico y psíquico de su bebé.
Sólo citaré algunos fragmentos de sesiones para ilustrar aquella
fase de nuestro trabajo, así como el descubrimiento del papel oculto
que desempeñaba la enfermedad para mi paciente.

38
UN CUERPO PARA DOS

. G.: “Si la piel dejara de picarme, de escocerme, de hincharse y


de hablarme, ¿cómo sabría que estoy a gusto en mi piel? ¿Que vivo en
mi cuerpo? Una vez me dijo usted que si la piel dejara de dolerme no
estaría segura de tener una piel hermética, una piel para mí sola.”
Era cierto que le había proporcionado aquella interpretación,
pero pensando también en una piel psíquica, interna, cuya falta paliaba
con la fantasía de una piel común conmigo (Anzieu, 1974, 1983). Por
eso se le desgarraba la piel en las separaciones y le ardía cuando la
gente se acercaba demasiado.
G.: "Necesito vigilar constantemente mis límites; sí, es como si la
piel, que tan mal me trata, me probara que estoy viva y que puedo
protegerme de mi madre y ocuparme de mí misma. Cuando pedía
protección al diablo, ¡era contra ella! Su amor por mí me aniquilaba.
Mientras mi piel hable, mis bronquios griten y mi estómago arda, sé
que no he matado a nadie. Mis hermanas, mi madre, usted misma,
todas están indemnes.”
Dicho de otro modo, las dolorosas sensaciones de su piel herida
la tranquilizaban sobre su integridad corporal porque, en su
imaginario, algo de mi piel y de mi presencia física estaba incluido en
su propia superficie cutánea. A partir de aquella época comprendimos
que el cuerpo enfermo de Georgette desempeñaba el papel de un objeto
transicional (Winnicott, 1953) un tanto peculiar. Su piel ardiente le
daba la sensación de estar viva, integrada, recordándole al mismo
tiempo un objeto externo (el analista y su “piel común”) que la
tranquilizaba, permitiéndole estar sola sin angustia. Hacia aquella
misma época anoté que “un cuerpo que sufre es un cuerpo vivo”;
además, aquel sufrimiento del cuerpo era capaz de resucitar el recuerdo
consolador de otro cuerpo.
¿Pero por qué era necesario que el cuerpo, la piel y el
funcionamiento somático hicieran las veces de objeto transicional
auténtico? Como con muchos de mis analizados polisomatizantes,
existía evidentemente un fracaso en la introyección de una imagen

39
JOYCE MCDOUGALL

materna capaz de proteger y de tranquilizar a la parte niño en el


adulto, y por lo tanto una falta de identificación con tal imago (Krystal,
1977, 1978a, 1978b). La investidura positiva del sufrimiento corporal
hacía pensar en aquellos niños que se golpean sin cesar la cabeza contra
los barrotes de la cuna, como para encontrar la confirmación de que su
cuerpo tiene sus propios límites y evitar sentir, al mismo tiempo,
emociones dolorosas. Lo que hubiera tenido que venir de fuentes
psíquicas internas (es decir, una representación de un entorno
maternizante interiorizado capaz de restituir al niño el sentimiento de
sus límites corporales y permitirle controlar sus emociones) debe
buscarse ahora en el cuerpo que sufre.
En otro momento, Georgette añadió una dimensión más a la
comprensión del consuelo que le aportaba su propio sufrimiento físico.
G.: “A veces siento que me ahogan la rabia y el odio que les
tengo a mi madre y mis hermanas. ¿Cómo he podido mantenerme
durante tanto tiempo al resguardo de este conocimiento? Tengo miedo
de esta violencia dentro de mí... y eso me hace pensar que la pérdida de
mis enfermedades me sigue aterrorizando. Cuando mi piel y mis
bronquios gritaban, y el estómago se me desgarraba, mi rabia sólo me
dañaba a mí misma.”
Hablamos mucho de sus fantasías de omnipotencia, de su rabia y
de su odio, provistos fantasmáticamente de propiedades mortíferas.
G.: “También tengo miedo, cuando mi cuerpo deje de estar
enfermo, de volverme loca. Y empezaré a ver signos de muerte por
todas partes, como en mi infancia. Enferma, mi cuerpo me pertenece, y
mi rabia también.”
En aquella época me pregunté si la pequeña Georgette había
vivido alguna vez anteriormente momentos psicóticos alternados con
eclosiones psicosomáticas. Comoquiera que fuese, Georgette se dio
cuenta entonces de que había vivido desde hacía años en el temor de
que regresaran las angustias de su infancia. Por otra parte, su represión

40
UN CUERPO PARA DOS

dio lugar a numerosas fobias, entre las cuales las más invasoras eran el
miedo al agua, a los viajes en avión, a los espacios cerrados, a las
tormentas y a los truenos, así como a algunos ruidos, olores y
percepciones visuales capaces de provocarle sensaciones de intensa
repugnancia, o una forma de pánico que le impedía pensar (y esta lista
de males psicológicos, no exhaustiva, era naturalmente el motivo de
haber reanudado el análisis).
A medida que Georgette fue verbalizando sus aterradoras
fantasías, la mayoría de sus fobias paralizantes desaparecieron, dando
lugar a la capacidad de crear en sí misma la representación de una
instancia maternizante que consolara a la niña desesperada y
aterrorizada de su interior. Al mismo tiempo, las somatizaciones
empezaron a ser menos frecuentes y menos graves. A pesar de la
angustia frente a la desaparición de las enfermedades, Georgette ya no
tenía dolores reumáticos como antes, salvo en momentos puntuales de
estrés. Cuando comprendió que su negativa a tratarse por sus crisis de
taquicardia y sus trastornos ginecológicos era una forma oculta de
atacar al mismo tiempo a su cuerpo y al mío (es decir al cuerpo
materno), accedió por fin a visitar a un especialista. Pero su inquietud
ante la posible desaparición de sus males no se disipó.
G.: “Sin mis enfermedades tengo frío. Me da miedo hablarlo
aquí.”
J.M.: "¿Como si, sin enfermedades, no existiera para mí? Sería
incluso peligroso; ¿yo quedaría expuesta a su rabia, y usted a la mía?”
G.: “Es cierto. Tengo miedo de perder esta identidad. Siempre he
vivido a través de mi cuerpo enfermo. Me ha protegido de las
implosiones de mi madre, y también de aquella otra madre que me
anulaba cuando ya no le era útil. Y sin embargo, desde hace algún
tiempo, empiezo a tener el valor suficiente para vivir en mi cuerpo,
separada de usted, y dejarla vivir también, por su lado... se me han
helado las manos mientras le decía esto.”

41
JOYCE MCDOUGALL

J.M.: "¿Sólo me intereso por usted con la condición de que siga


siendo una parte de mí?”
G.: “¡Sí! Sólo a través de mi dolor corporal mantengo un vínculo
profundo con usted. ¡Qué extraño descubrimiento!”
Un sueño de aquella época ilustra de forma estremecedora
algunas de estas ideas.
G.: “He soñado que yo misma y otra mujer estábamos encerradas
en un ascensor y que las dos estábamos aterrorizadas. De pronto nos
encontramos en un cuarto de baño. Ella ya se había bañado y yo tenía
que hacerlo en el mismo agua. ¡Pero qué horror! Vi que la superficie
del agua estaba cubierta de una espuma repugnante. Me metí en el
agua a regañadientes, pero aquella espuma se me pegaba por todas
partes. Empecé a arañarme los brazos furiosamente, con las uñas, para
quitármela, pero me desgarraba la piel, y la angustia me despertó.”
Georgette me dijo entonces que había retomado, desde que se
despertó, algunos de sus antiguos ritos obsesivos. Primero estuvo toda
la mañana lavándose las manos, con la impresión de que estaban sucias,
y luego se dedicó a otros rituales igualmente centrados en la fantasía de
suciedad. Era como si quisiera probarme que era “una niña muy limpia”
(aquel material se refería, entre otras cosas, a la culpa masturbatoria,
con una dimensión más profunda vinculada al cuerpo materno).
Georgette siguió contándome su tarde, casi totalmente consagrada a la
búsqueda de una camisa confeccionada con un tejido especial cuyo
nombre no recordaba, pero que describía como “espumoso”. Irritada
por el hecho de no dar ni con el nombre del tejido ni con la camisa,
tuvo que renunciar a “alcanzar la paz y la tranquilidad” perdidas desde
la pesadilla de por la mañana.
Después, como Georgette parecía desinteresarse de la primera
parte de su sueño, empecé a dejar flotar mis propias asociaciones sobre
el tema. Las “dos mujeres encerradas juntas en el ascensor” podían muy
bien ser una representación de la relación analítica. ¿Acaso no me

42
UN CUERPO PARA DOS

había dicho, durante la sesión del día anterior, que esperaba seguir toda
la vida en análisis? Cuando le hice observar que lo que así expresaba
era el deseo de una niña pequeña que se cree incapaz de aprender
algún día a andar, tuvo una reacción de pánico. Asintió en lo referente
a mi interpretación sobre las dos mujeres, pero me dijo que el deseo
contenido en el sueño era también que yo sintiera, como ella, la
angustia de la fobia de encierro. Era sin duda un deseo auténtico. de
que fuéramos un ser indivisible, con pensamientos y sentimientos
idénticos, le dije, pero añadí que el sueño ponía igualmente en escena
la parte de terror vinculada al deseo de agarrarse a mí para siempre, de
ser idéntica a mí, porque la otra parte del sueño me representaba como
una madre mortífera de la que tenía que escapar a cualquier precio, la
madre “espumosa” que se le pegaba a la piel. Aunque Georgette tuviera
entonces un sentimiento de rabia hacia su madre que “la había hecho
prisionera de sus propias necesidades”, no experimentaba tales
sentimientos en la transferencia.
Las metáforas contenidas en la “peligrosa substancia espumosa
que se le pegaba a la piel de forma repugnante” recordaba a las
metáforas, idénticas, que utilizaba al hablar de la forma en que su
madre la miraba, le tocaba el cabello o le arreglaba la ropa. Me
pregunté entonces si las emociones expresadas oníricamente, seguidas
del ritual de lavarse la piel y luego de la búsqueda de una camisa de
tejido espumoso “para repararla" podían proporcionarnos algún indicio
sobre fantasías corporales arcaicas escondidas tras las diversas alergias
dérmicas, fantasías no verbales hasta el momento. Puesto que ahora
Georgette podía concebir una imago materna escindida, con una faceta
que representaba la vida (proyectada en la analista) y otra la muerte,
traté de interesarla por la segunda parte de su sueño en relación con
aquel objeto parcial privilegiado y altamente investido: su piel.
J.M.: “¿Y qué hay de esa espuma pegajosa en su baño analítico?”
G.: “¡Pero si venir aquí es como respirar aire fresco! Salgo
siempre con la sensación de ser más ligera, de estar más viva. Quizás la

43
JOYCE MCDOUGALL

espuma repugnante tenga alguna relación con mi madre, con la forma


en que me miraba, casi eróticamente, que me daba la impresión de
atacar a mi cuerpo.”
J.M.: "Se ha quejado a menudo de que aquí se siente mal en su
cuerpo, con el deseo de taparse, de esconderlo a mi mirada, como si
también yo pudiera mirarla así. ¿Quizás ahora podamos comprender
mejor lo que eso significa?”
G.: “Sí, ya sé. Y me sigue dando miedo hablar aquí de cualquier
cosa sexual, pero lo peor es la convicción de que mi cuerpo es sucio y
deforme, y que debo esconderlo a su mirada.”
Georgette evocó de nuevo a su madre, pero esta vez de una
forma ligeramente diferente, precisando que su madre era una mujer
desgraciada, que estaba tan “pegada” a su hija como Georgette se sentía
a ella. Entonces se planteó esta pregunta: “¿Pero por qué sigo sufriendo
tanta claustrofobia... porque ahora la tengo mucho menos miedo que
antes.”
J.M.: “Es usted quien ha creado el sueño, así que podemos
suponer que hay una parte muy infantil en usted que desea estar
encerrada con ella, que desea agarrarse a ella de por vida, un poco
como lo que siente usted aquí. ¿Quizás sea más fácil decir que es el
deseo de su madre antes que el suyo propio? ¿Podría ser que aquella
espuma repugnante expresara el deseo oculto del cuerpo y de la piel de
ella?”

El objeto transicional paradójico


En la siguiente sesión, Georgette me trajo la confirmación de esta
última interpretación, así como un importante recuerdo, olvidado hasta
entonces.
G.: “Al salir de aquí volví a pensar en aquella camisa que no
encontraba en ninguna de mis tiendas preferidas. Sigo sin acordarme

44
UN CUERPO PARA DOS

del nombre, pero recordé un precioso camisón que pertenecía a mi


madre, y que guardaba en un cajón cerrado con llave. Aquel camisón
era del mismo tejido espumoso.”
(¡Yo ya había adivinado que se trataba de “crêpe georgette!" )
G.: “Creo que lo guardaba para sus amantes; de todas formas, yo
no tenía derecho a tocarlo. Pero tanto insistí, que un día me dio un
pañuelo hecho del mismo tejido. Dormí con él durante años.”
Aquel recuerdo añadió un significado fundamental al
pseudónimo escogido por Georgette (porque aquella evocación surgió
un año después de que yo le pidiera permiso para citar un fragmento de
su análisis) y, por otra parte, trajo a la escena analítica su intento
infantil de crear un objeto con propiedades transicionales –el pañuelo
espumoso de "crêpe georgette” – capaz de representar, como todos los
objetos pretransicionales (Gaddini, 1970, 1975) el cuerpo materno así
como el olor y la textura de su piel. Pero lo sorprendente es la
información proporcionada por el sueño, que nos reveló que aquel
objeto espumoso que tanto necesitaba la pequeña Georgette para sentir
cerca de ella la presencia de su madre, era al mismo tiempo un objeto
de horror, objeto que había que arrancar rabiosamente de su misma
piel (aquella piel que más adelante se convirtió en el sustituto del
objeto transicional). Podríamos suponer por tanto que las imágenes de
una madre que encarna la vida y otra que es una amenaza de muerte se
fusionaron, por no haber sufrido nunca la escisión normal de la
infancia entre objeto benéfico y objeto maléfico. Así el objeto
transicional no pudo cumplir su verdadera función, liberarla de la
dependencia de su madre. Por ello su piel y su funcionamiento
somático debieron hacer las veces de un objeto transicional auténtico
(descubrí frecuentemente este mismo obstáculo para la maduración de
fenómenos transicionales en los grandes somatizadores).
Las asociaciones de Georgette arrojaron una nueva luz sobre el
significado de la doble reacción que siguió a su pesadilla, primero se
sintió obligada a lavarse las manos durante toda la mañana como para

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JOYCE MCDOUGALL

librarse del miedo a un contacto agresivo y erótico con el cuerpo


materno, pero después tuvo la compulsión igualmente fuerte de pasarse
toda la tarde buscando un equivalente metafórico de los aspectos
benéficos (y libidinales) del cuerpo de su madre: la camisa espumosa de
“crêpe georgette”.

Las paradojas afectivas ligadas alas eclosiones somáticas


Quizás encontremos aquí una de las razones por las cuales las
reacciones somáticas de Georgette, en situaciones remitentes a un
deseo que estaba al mismo tiempo impregnado de terror y de muerte,
fueron las últimas manifestaciones psicosomáticas que desaparecieron.
Sus reacciones dérmicas frente a las separaciones (promesas de vida
independiente y al mismo tiempo amenaza de abandono y de muerte
psíquica), así como sus reacciones alérgicas a ciertos alimentos (como
los mariscos, que le provocaban “unas ganas terribles de comerlos” pero
que al mismo tiempo la ponían siempre gravemente enferma) parecían
incorporar la misma paradójica problemática. Aunque tuvimos que
esperar otro año antes de que las neurodermatosis y las reacciones
edematosas revelaran sus secretos, fue más o menos por aquella época
cuando la mayoría de las fobias de Georgette (al ascensor, a los aviones,
etc.) desaparecieron por completo.
Sobrevinieron otros cambios. Georgette empezó a vestirse con
colores más vivos y de forma más seductora, afirmaba estar más a gusto
con sus amigas, y su vida profesional mejoró sensiblemente. Además,
experimentó un nuevo auge en su vida amorosa y sexual con su
marido, pero cuando estos pensamientos surgían durante las sesiones,
aún la ponían ansiosa.
Si tratara de resumir los cambios dinámicos que tuvieron lugar
en la relación analítica, diría que la relación osmótica se volvió primero
anaclítica, y luego homosexual. Con el análisis de la dimensión
homosexual, Georgette empezó a aceptar que pudiéramos estar

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UN CUERPO PARA DOS

separadas sin peligro para ella o para mí. Eramos (casi) dos individuos
con pleno derecho. La representación de la madre de Georgette
empezó también a enriquecerse.

La imagen materna y su transformación


Habíamos llegado al séptimo año de nuestro viaje analítico. Georgette
estaba bien, con pocas somatizaciones; su angustia había disminuido
notablemente, así como sus fases depresivas. Pero tenía mucho miedo
de que yo advirtiera aquellos cambios porque, bajo su punto de vista,
aquel bienestar tan dolorosamente alcanzado representaría el
abandono. Cuando le hice observar que tenía que “pagar” su mejoría,
pero que aún quedaba mucho camino analítico por hacer, empezó a
creer que podía estar bien y seguir al mismo tiempo con el análisis.
Un sueño, justo antes de que se fuera de vacaciones, resume de
algún modo el trabajo de integración de su vínculo homosexual con su
madre.
G.: “He vuelto a tener una de esas pesadillas, como cuando aún
sufría asma. Estaba en un barco minúsculo, y el mar subía
peligrosamente; me iba a ahogar. Pero me escondí en una pequeña
cabina donde me creía segura. El mar se volvía cada vez más
amenazante, y había un estruendo de tormenta. Me di la vuelta y vi a
una señora conmigo en la habitación. Me dijo: “Dame esos dos
jarrones'. Me parece que aquellos dos objetos me pertenecen, y no lo
dudo ni un segundo, se los ofrezco diciendo: “Ahora son suyos'."
Al contarme la última parte del sueño, Georgette juntó las manos
a la altura del pecho, y luego las tendió en un gesto de ofrenda. El mar
amenazador y el estrépito de los truenos le hacían pensar
inmediatamente en su madre. Prosiguió diciendo que para escapar a la
muerte le había dado todo, su feminidad, su sexualidad y su
maternidad. Cuando me propuso esta interpretación, le hice observar

47
JOYCE MCDOUGALL

que también podía decirse que, en aquel sueño, le “daba el pecho” a su


madre.
G.: “Es verdad! Me ocupaba siempre de ella como de un bebé. Y
aún lo hago. Desde mi infancia, siempre he tenido mil delicadezas con
ella, trayéndole regalitos. Ahora me doy cuenta, siempre ha esperado
que me ocupara de ella, como si, sin mí, pudiera caerse a pedazos. Era
mi razón de ser. La niña perdida no era yo, sino ella!”
Así fue como comenzó la reconstrucción de un retrato materno
muy diferente, el de una mujer frágil, con los mismos temores que la
propia Georgette, y el mismo miedo a no existir como individuo. El
peligro que representaba la madre cambió de signo. En lugar de querer
ser el “galán” de su madre, Georgette intentó comprender por qué se
complacía en aquel papel, y sólo se protegía con la somatización.
G.: “Una vez usted me dijo que me hice mayor a la edad de
quince meses. ¿Le he dicho que empecé a andar con sólo nueve meses?
A partir de aquel momento traté de escaparme, de ser independiente.”
Asistimos aquí al drama del niño precozmente autónomo; un
falso self que esconde a un bebé muy pequeño que busca una relación
simbiótica, queriendo al mismo tiempo escapar de ella. Estos niños,
cuando son adultos, tienen a menudo miedo al éxito, porque éste
remite inevitablemente al abandono original. Tuvimos a menudo
ocasión de analizar este aspecto de la vida fantasmática de Georgette,
sobre todo a través de su temor a triunfar en su aventura psicoanalítica
porque equivaldría a firmar su sentencia de muerte.
G.: “Yo que siempre me creí tan independiente, empiezo a
comprender que estaba totalmente adherida a mi madre. Me era
imposible desear otra cosa que su propio deseo. Este odio que siento
hacia ella aún me asombra... pero ya no me da tanto miedo. Como si ya
no temiera que mis sentimientos de rabia puedan destruir el amor que
también siento por ella.”

48
UN CUERPO PARA DOS

Después de haber elaborado estos nuevos temas, Georgette tuvo


un sueño inaugural en el que, en una situación peligrosa, gritaba:
“¡Papá!» Al despertar, mirándose al espejo, se descubrió, por primera
vez en su vida, un fuerte parecido con su padre.
La introducción, tardía, del padre en su mundo interno era
altamente significativa. Desde hacía años, yo trataba de llamar la
atención sobre su ausencia, pero sin resultado; había que esperar a que
el objeto materno fuera vivido en su doble polaridad sin temor a
perderlo. Aquella apertura nos acercó a un primer bosquejo de la
organización edípica de Georgette, así como a algunas inhibiciones y
fallos en la organización edípica precoz. Hasta entonces, el desamparo
edípico en estos dos niveles, pero sobre todo en su dimensión
primitiva, sólo podía expresarse en eclosiones arcaicas,
somatopsíquicas, como veremos en el próximo capítulo.

Los frutos de la madre


Durante el séptimo año de nuestro trabajo en común, Georgette
empezó a esperar con alegría la separación de las vacaciones,
experiencia nueva para ella. Antes de citar un nuevo fragmento de su
análisis quisiera precisar que, a pesar de la desaparición de sus otras
manifestaciones psicosomáticas, seguía sufriendo alergias cutáneas y
edematosas cuando comía ciertos alimentos, principalmente mariscos y
pescado. Basándome en la forma en que hablaba de estos platos —como
de deseos prohibidos— les llamé los "frutos prohibidos". Las notas que
siguen fueron tomadas, una vez más, durante la primera sesión después
de las vacaciones.
G.: "Por primera vez en vacaciones me he sentido a gusto en mi
piel, a gusto en mi cuerpo. Sin miedo y sin angustia. iY ni siquiera me
da miedo decírselo! Toda mi vida he tenido que hacer un esfuerzo
continuo para impedir que el cuerpo me estallara en pedazos. Sólo
ahora comprendo lo que me ha ayudado usted a descubrir durante

49
JOYCE MCDOUGALL

todos estos años —que tengo un cuerpo propio— y que no necesito


pensar en él continuamente para no caerme a pedazos."
Antes de exponer el resto de la sesión, debo subrayar la enorme
importancia (entre otros muchos signos de la "madre primitiva
universo" en su estructura psíquica) que para Georgette tenía el olfato.
Como todo el mundo, de vez en cuando se encontraba penetrada por
los olores, queriendo o sin querer. Pero para ella, siempre se trataba de
una experiencia persecutoria, y además, ciertos olores le provocaban,
aparentemente, reacciones alérgicas. En los primeros años de análisis,
Georgette se bañaba prácticamente en perfume, en parte para "marcar
su territorio", como acabamos diciendo, con la esperanza de que mis
otros analizados lo notaran (lo que, en efecto, siempre sucedía, porque
los demás se quejaban de aquel olor que percibían antes incluso de
entrar en el ascensor). Además, debíamos analizar una multitud de
fantasías eróticas y sádico-anales unidas a la exigencia de Georgette de
que ningún olor natural que emanara de sí misma fuera perceptible. A
través de los sueños, de las asociaciones y los lapsus, se manifestaba
igualmente un importante vínculo entre los olores y la sexualidad,
ligado al temor de que el sexo femenino tuviera un olor desagradable.
Una vez, tras haber comido una ostra "para probar", lo que tuvo como
consecuencia una grave reacción edematosa, Georgette soñó con el
cuerpo de una mujer que tomaba la forma de un mejillón. En sus
asociaciones, recordaba que en su ciudad natal la palabra vulgar para el
sexo femenino era el "mejillón". Aunque el análisis de estos
importantes significantes tuvo un efecto benéfico en la satisfacción
sexual de Georgette, no provocó ningún cambio en sus violentas
reacciones alérgicas. Estas últimas, como llegamos a descubrir, estaban
ligadas a fantasías libidinales mucho más arcaicas, cuyo significado
había sido repudiado psíquicamente.
Desde su primera infancia, Georgette sufría urticarias y edemas
cuando comía alimentos "prohibidos". Permanentemente atraída por
los mariscos, a veces intentaba probarlos, pero siempre con el mismo

50
UN CUERPO PARA DOS

resultado catastrófico. Al querer decir poisson (pescado) decía poison


(veneno), y así sucesivamente.
Reflexionando sobre aquello, pensé que el niño pequeño intenta
conocer el mundo, y primero el suyo, a través del sentido del olfato.
Entre otros signos, distingue con certeza a sus padres por su olor. Sin
duda, el lactante conoce muy pronto en su vida el olor del sexo
materno. Al volver a pensar en la historia de mis analizados "alérgicos",
me pareció muy posible que en aquella fase precoz empezara ya a
organizarse la vulnerabilidad a futuras alergias alimentarias en función
a una relación madre-hijo precozmente perturbada. También me
pareció que a menudo los alérgenos resultaban ser olores, sabores y
sensaciones táctiles que en la primera infancia se buscan ávidamente,
es decir experiencias investidas positivamente por el niño.
Siguiendo el rastro de la angustia que sentía Georgette tras el
sueño del mejillón y el sexo femenino, y en vista de que se acercaban
las vacaciones, aventuré algunas interpretaciones en este sentido,
diciéndole que en mi opinión los deseos de la niña pequeña de su
interior que había querido oler, tocar y probar el sexo materno, como
medio primitivo para convertirse en ella y para poseer así su propio
sexo, sus privilegios sexuales y el contenido imaginado de su cuerpo,
estaban fuertemente contrainvestidos como deseos prohibidos y
peligrosos.
Efectivamente, es indudable en mi opinión que tales deseos
incorporativos, en los cuales uno se convierte en el otro al comer ya sea
una persona, ya una parte deseada de esa persona, representan deseos
libidinales arcaicos casi universales. La persistencia, en la vida de
adulto, de estas nostalgias primitivas eróticas en forma de eclosiones
psicosomáticas, evidencia una vez más una falla en los procesos de
internalización y en la constitución de los objetos transicionales.
Cedo ahora la palabra a Georgette, para que nos permita
comprender la utilización que hizo su psique de estas interpretaciones.

51
JOYCE MCDOUGALL

Los frutos de mar


G.: "Tengo que decirle algo importante. ¡Ya no tengo alergias! Es
extraordinario, pero durante las vacaciones he comido de todo,
absolutamente de todo, todo lo que tiene el mar. He devorado ostras,
mejillones, almejas, langostas, vieiras. ¡Qué festín! ¡Y ni la más mínima
reacción alérgica! Hasta he comido fresas y frambuesas, todo lo que me
ha hecho sufrir durante cuarenta años (permaneció silenciosa unos
minutos antes de proseguir). Pensaba a menudo en lo que usted me
dijo: los frutos prohibidos... los frutos de mi madre, sus pechos, su sexo,
sus bebés, que una niñita dentro de mí quería devorar, para
convertirme a mi vez en una mujer. Me parece profundamente cierto y
no sé por qué la idea me ha asustado tanto durante tantos años. (Largo
silencio) Un día, estaba hablando muy entusiasmada con mi marido,
con la intención de decirle cuánto me gustaban los mariscos , pero la
frase que se me escapó fue: "¡Cuánto me gustan los frutos del padre!"
Este acto fallido por el cual los frutos prohibidos pertenecían
tanto al padre como a la madre, parecía restablecer aquel padre
lagunoso en el mundo psíquico de Georgette. La invité a continuar, con
Io que emergió un recuerdo olvidado.
G.: "Es increíble, pero había olvidado completamente cuánto le
gustaban a mi padre el pescado y los mariscos. Se los comía todos, con
glotonería, mejillones, gambas, almejas, ostras... ¡Vaya! Eso me
recuerda algo. Yo tenía unos tres años. Me acerqué a mi padre,
fascinada, para mirarle comer. Entonces me ofreció un mejillón.
Todavía puedo verlo, separando los dos pequeños... ah... las dos
pequeñas partes. ¡Iba a decir 'los dos pequeños labios'! Si, y una vez
separadas puso dentro una gota de limón. Lo saboreé con deleite.
¿Cómo he podido olvidar que los mariscos eran la pasión de mi padre?
¡Eran su 'terreno particular’!
Al escuchar las metáforas de Georgette sobre la "pasión" y el
"terreno particular" de su padre, decidí interpretar la escena primaria
que acababa de describirme con la visión ingenua y surrealista de una

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UN CUERPO PARA DOS

niña: el padre abriendo los labios del mejillón para depositar dentro la
gota de limón.
J. M.: "Y los pequeños labios del mejillón y la gota de limón...
¿son también una imagen de su padre y su madre juntos?"
G.: "Me siento confusa. Todo se mezcla en mi cabeza."
J.M.: "¿Padre y madre?"
G.: "iSí! Y aquel olor tan especial. Mi padre tenía un olor que me
daba miedo. Por eso siempre evité besarle. Eso también lo había
olvidado. (Largo silencio). Tengo una idea embarazosa: un hombre a
quien le encanta el pescado —dígame que no estoy loca— debe oler al
sexo de la mujer. Y ahora tengo una idea aún más difícil de decir...
bueno, ayer le conté a una amiga mi descubrimiento del mejillón y el
sexo femenino, y me respondió que el semen del hombre huele a
gamba."
J.M.: "Los mariscos: ¿allí donde se mezclan los dos sexos? ¿Es esta
una idea difícil de expresar y de reconocer?"
Entonces recordé a Georgette cómo toda su vida había estado
perseguida por los olores, como si no pudiera "oler" los olores sexuales,
y a lo que éstos remitían, a sus padres como pareja. Todos aquellos ritos
de cerrar la boca y retener el aliento, que practicaba en secreto cuando
era pequeña, ¿acaso estaban destinados a evitar no solamente la muerte,
como siempre me había dicho, sino también el reconocimiento de la
relación sexual que existía entre sus padres?
G.: "¡Pues sí, ahora empiezo a verlo!"
J. M.: "¿Y a mirarlo?"
G.: "Sí, sí. Y a comprenderlo. ¡Era el olor! ¡El olor de mis padres
juntos, de su habitación, lo que había que evitar!"
Así, por primera vez en siete años de análisis, Georgette me
reconoció que sus padres, hasta que ella tuvo tres años, dormían juntos.

53
JOYCE MCDOUGALL

En aquel preciso momento, me recordó un sueño que había tenido


durante la primera semana de su análisis conmigo. Veía ante ella un
par de pendientes de cristal, pero no podía ponérselos en las orejas. Por
más que traté de hacerle asociar sobre el "'par", las "orejas", los
"pendientes", y el hecho de que no pudiera "ponerse" aquellos
pendientes, sus asociaciones no nos llevaron a ningún lado. Ahora,
exclamó con placer: "¡Eran las perlas de cristal, en forma de gotas, que
adornaban la lámpara de su mesilla de noche!"
Así, a partir de aquel momento se forjó un nuevo eslabón vital
entre los diferentes dramas ocultos en el mundo interno de Georgette.
Las emociones edípicas se habían reprimido precozmente. Después,
ante su amor-odio hacia el cuerpo y el ser de su madre, la
representación de la "pareja combinada" dio paso a la fantasía del
"cuerpo combinado", y luego del cuerpo para dos, para superar la
mortificación narcisista durante el embarazo de su madre y después del
nacimiento de su hermana pequeña. A su mundo interior, brutalmente
despoblado, se incorporaba el recuerdo, convertido en encubridor —y
que luego sería reprimido— del padre gozando ávidamente del sexo
materno, disfrazado de "fruto de mar"
Frente a su deseo de niña, caníbal enamorada, de comerse a su
madre (primer intento fantasmático del niño de internalizar y poseer
libidinalmente a la madre-universo), Georgette no pudo acudir ni a su
madre ni a su padre para obtener la más mínima confirmación de que
ella también se convertiría algún día en mujer, con derecho a una vida
amorosa y al placer sexual. Se vio por el contrario, por muchas razones
de las cuales he citado algunas, sin lugar propio. Además, no había
ningún modelo de pareja que se amara y sintiera placer haciendo el
amor. Su necesidad de introyectar a su madre como imagen narcisista
de la feminidad también fracasó, dificultando más tarde la integración
de sus deseos homosexuales (ya que todo intento por acercarse a su
madre la llevaba al terreno de las necesidades narcisistas de ésta, donde
en todo momento corría el peligro de ser desinvestida como objeto de
amor o como sujeto con derecho a una existencia independiente).

54
UN CUERPO PARA DOS

El complejo de Edipo incompleto que así se produjo la impidió


finalmente volverse hacia su padre, por miedo a perderlo todo, porque
creyó que le estaba prohibido amarlo. Así no pudo apoyarse en el
respaldo paterno, como hacen la mayoría de los niños en su intento por
liberarse del vínculo amor-odio con la madre.
A raíz del nacimiento de su hermana pequeña y de la
desinvestidura materna de Georgette, que podemos imaginar fue
brutal, su aferramiento a aquella madre psíquicamente ausente se
volvió doblemente destructor. Temía no poder seguir existiendo sin
aquel aferramiento fusional, pero al mismo tiempo temía aún más
destruir a su madre, a su padre y a sus hermanas —frutos del padre y de
la madre— y perder así doblemente su derecho a la existencia. Las
fantasías enterradas en el sabor de las frambuesas y las fresas, y en el
olor del pescado y los mariscos (es decir de los cuerpos y de la
habitación de sus padres); el sabor y el olor impregnados para ella de
percepciones primitivas de las que el cuerpo tenía memoria, cargadas
también de la sexualidad arcaica del lactante, al no ser simbolizables,
conservaron un status originario, quizás de "pictograma" (Aulagnier,
1975) o, en la terminología de Bion (1963) de "elementos beta". El
resultado fue que toda transgresión oral del amor se expresó mediante
una explosión somática (y sádica) contra su propio cuerpo, con el fin de
mantener fuera aquel manojo de angustias, rastros de amor y de rabia
inagotables. Aquella red inconsciente de deseos infantiles, sexuales y
destructivos, que el análisis reconstruyó penosamente resultó haber
sido, hasta entonces, inelaborable para la niña pequeña.
Dicho de otro modo, los significantes preverbales de la relación
primera no remitían a los significantes propiamente dichos, contenidos
en los "frutos prohibidos"; sino que dieron lugar solamente a lo que
Hanna Segal ( 1957) llamó, asimilándolo a un mecanismo psicótico, la
"ecuación simbólica" ; sólo de forma secundaria adquirieron los frutos
prohibidos un significado verbal y edípico.

55
JOYCE MCDOUGALL

De no haber existido un substrato primitivo del desamparo


psicológico, estos mismos elementos hubieran podido utilizarse
únicamente para crear los síntomas histero-fóbicos y fóbico-obsesivos,
sin manifestaciones psicosomáticas. Sin una relación precoz
perturbada, el recuerdo reprimido del padre ofreciendo a su hija el
mejillón, con todo lo que aquella escena representaba para ella, no
hubiera sido suficiente, por sí solo, para producir la grave regresión
psicosomática que Georgette había sufrido durante toda su vida.
Quizás podamos recurrir aquí al concepto freudiano (1926) de la
represión originaria en sus relaciones con los "factores cuantitativos
(...) una excesiva fuerza de excitación y la ruptura de la paraexcitación"
que, según Freud, proporcionarían "las primeras ocasiones en que se
producen represiones originarias". Interfiriendo en las representaciones
de palabra y a través de una regresión a la expresión infantil del dolor
mental, podemos suponer que la psique sólo dispone de
representaciones de cosa, dinámicas y destructivas para el equilibrio
psicosomático. Al no estar contenidas por las palabras que las
significan, estas representaciones de cosa habrían movilizado en
Georgette potentes e incontrolables fuerzas ante cualquier
acontecimiento amenazante (como experiencias de separación o crisis
de rabia) y vivido por tanto de forma traumática. Como precisa Freud
oportunamente (1923) los afectos pueden eludir con facilidad las capas
preconscientes en el funcionamiento mental. Así, podemos suponer
que, en tales circunstancias afectivas, la psique no envía ninguna señal
de angustia, y sólo trasmite una señal somatopsíquica primitiva que
inmediatamente se traduce en eclosión somática.
En el caso de Georgette, a estas mudas advertencias se añadieron
más tarde prohibiciones edípicas tanto heterosexuales como
homosexuales. Estas "interdicciones", combinadas con representaciones
verbales, eran aptas para ser reprimidas, y proporcionar por lo tanto los
elementos de los síntomas neuróticos (sus múltiples fobias y rituales
obsesivos). Pero al estar excluidas de las cadenas simbólicas del
lenguaje, ninguna transgresión de los impulsos incestuosos arcaicos

56
UN CUERPO PARA DOS

(en forma de deseo hacia los frutos prohibidos) podía contar con este
tipo de barrera neurótica.
Es tarea del analista recrear, o crear incluso las palabras y los
eslabones faltantes. Así, ese intento de autocuración que es la
disfunción del soma se convierte en una potente fuente de resistencia
al proceso analítico.
¿Acaso no es lícito pensar que los mensajes poco elaborados de la
psique, frente a una angustia y una desesperación irrepresentables,
puedan permitir que el soma actúe fuerte y ciegamente sobre la vida
psíquica, como lo hace el lactante con los gritos de su cuerpo,
comunicación no verbal que solamente la madre puede interpretar?
Pero, a diferencia del niño pequeño que sólo puede expresarse
somáticamente, Georgette (y otros pacientes como ella) pudo construir,
gracias a un primer encuentro (debido al azar) con una psique en pos
de representaciones y con un cuerpo enfermo, un medio para
comunicar su desamparo protegiéndose al mismo
tiempo de lo que creía era su fuente.
Podemos ahora preguntarnos por qué en circunstancias
traumáticas precoces se escogen ciertas expresiones de la disfunción
somática, y no otras. Esta pregunta supera los objetivos de este libro,
pero podemos subrayar la posible importancia de este primer
encuentro con la psique y el cuerpo enfermo (hipótesis que no excluye
la tendencia hereditaria a la vulnerabilidad somática, como por
ejemplo las alergias y los edemas que sufría la madre de Georgette). Por
otra parte, es evidente que el cuerpo está dotado de una memoria
tenaz. A partir de esta conjunción, esos elementos pueden quedar
unidos de por vida, y no ofrecer al sujeto más que esta forma de
expresar conflictos afectivos inaccesibles al lenguaje.
En el caso de que existan fallas en los procesos introyectivos de la
primera infancia, gracias a los cuales el bebé debería poder crear
lentamente en su mundo psíquico una representación de la función

57
JOYCE MCDOUGALL

maternizante con la que identificarse, algunos niños corren el peligro


de mantener un vínculo somatopsíquico a un nivel presimbólico.
Veamos un ejemplo simplificado: supongamos que un niño retenga el
aliento en un momento de extrema angustia, y no encuentre ningún
continente materno para aliviar su sufrimiento, físico y psíquico: esta
reacción física puede entonces asociarse íntimamente a las situaciones
ansiógenas, proporcionando una base para los futuros síntomas (por
ejemplo el asma), reacción que puede volver a producirse siempre que
el pequeño se encuentre en una situación ansiógena, impidiendo más
adelante la constitución de las representaciones verbales que la harían
accesible a los procesos secundarios, capaces de desviar la expresión
somática directa, para poder pensar la angustia.
De esta forma las enfermedades psicosomáticas, incluso aquéllas
que amenazan la vida biológica, pueden representar, paradójicamente,
una lucha por la supervivencia psíquica, supervivencia que en el caso
de nuestra paciente exigía que se alejara de todo pensamiento hostil
hacia sus primeros objetos de amor, y que guardara, a cualquier precio,
los vínculos depurados, acorporales, tanto con la madre como con el
padre, expresándose la psique desamparada únicamente de forma
arcaica, no simbólica, por la disfunción somática. En lugar de una
historia psicosexual, ¿acaso no expresaba Georgette, mediante la grave
anorexia de su infancia, mediante la negativa a respirar que
representaban sus crisis de asma, mediante la rebelión del tubo
digestivo, de las articulaciones, del corazón y de la piel, su
determinación a sobrevivir? ¿No podemos suponer entonces que las
enfermedades de Georgette tenían, entre otros objetivos, el de alejar el
peligro implícito en un deseo primitivo, vivido como la exigencia de
que sólo pudiera existir un cuerpo para dos? ¿Sólo una mente para dos?
La continua actuación del cuerpo en la escena psicoanalítica nos obligó
a hacer "hablar" al soma, a traducir sus mensajes en representaciones
psíquicas verbalizables, de forma que su bio-lógica se transformara,
lentamente, en una psico-lógica. Así aquel cuerpo anárquico,
ahistórico, pudo empezar a convertirse en un cuerpo simbólico.

58
UN CUERPO PARA DOS

Con la historia de Georgette termina este libro. Mi esperanza es


haber podido comunicar a mis lectores un bosquejo de la forma en que
una psicoanalista aprendió a escuchar el "lenguaje" del soma, lenguaje
que posee múltiples "dialectos", como muestra este libro. Cada
paciente, utilizando de forma diferente la compleja y deformada
traducción que encontró su soma para responder a los mensajes
primitivos de la psique, revela un drama único y personal. Cuando el
guión de esta obra muda puede narrarse por primera vez en la historia
del individuo, y cuando puede compartirse en el marco de la situación
psicoanalítica — porque el trabajo del análisis es siempre una historia
recreada por dos personas— la mente puede al fin dedicarse a la tarea
de modificar la historia psíquica, Así el cuerpo se libera de los intentos
repetidos e infructuosos de llegar a acomodarse al dolor psíquico.
No obstante, los factores responsables de que se produzcan los
cambios psíquicos siguen siendo ajenos a nuestra comprensión;
inevitablemente, nuestras teorías para explicar estos cambios han de
ser incompletas y arbitrarias. Por ello este libro plantea más preguntas
que respuestas aporta. Espero que mis colegas me comuniquen sus
descubrimientos y que nuestros esfuerzos, combinados con los de los
investigadores de otras disciplinas que estudian igualmente los vínculos
cuerpo-psique y sus misterios, contribuyan a ampliar nuestro
conocimiento del sí mismo psicosomático y del ser humano.

59
JOYCE MCDOUGALL

60
ENTREVISTA CON JOYCE MCDOUGALL

Entrevista con Joyce McDougall1

Por Graciela Consoli y Ezequiel Jaroslavsky

Foto Graciela V. Consoli

La doctora Joyce McDougall nos recibió de una manera tan cordial y


afectuosa que sentimos que conversábamos con una vieja amiga y no
con una renombrada psicoanalista francesa. Tal como lo muestra en sus
libros, habló con franqueza, y nos contó algunas intimidades y hasta
nos presentó a su mascota: una perrita que nos dedicó todas sus
monerías (tal como lo hace habitualmente con los pacientes, de los que

1Realizada en París el 13 de mayo de 2004. Publicada en noviembre de 2004 en la


Revista online Psicoanálisis Ayer y Hoy Nº 2 de la Asociación Escuela Argentina de
Psicoterapia para Graduados, Buenos
Aires..http://www.elpsicoanalisis.org.ar/old/numero2/entrevjoycemcdougall2.htm
Traducción de Monique Guthmann.

61
GRACIELA CONSOLI Y EZEQUIEL JAROSLAVSKY

es una gran amiga) y que luego se echó en el diván y nos acompañó


durante todo el reportaje. Debido, entonces, al carácter coloquial de la
entrevista, la misma fue revisada por la licenciada Graciela V. Consoli,
a fin de facilitar su lectura. Cuando le formulamos preguntas de tipo
teórico nos remitió, en cada caso, a los capítulos correspondientes de
sus libros sobre el tema, y a modo informativo damos una breve
bibliografía al final de la entrevista.
Por último, deseamos hacer público nuestro agradecimiento a la
doctora McDougall, quien con humildad y sabiduría nos hizo
partícipes de parte de su vida. Esperamos que disfruten de la entrevista
tal como lo hicimos nosotros.

G. C. y E. J.: Para comenzar, quisiéramos agradecerle su amabilidad y


deferencia por permitirnos esta entrevista, así como su publicación
posterior en la revista de nuestra Asociación. Y desearíamos que nos
cuente un poco su historia, cómo llegó desde su Nueva Zelanda natal
hasta Francia, en donde de algún modo es toda una personalidad.
J. M.: Bueno, eso está relatado en el pequeño libro que acabo de
entregarles, pero puedo decirles que mi primer marido, fallecido ya, y
yo misma, éramos muy jóvenes, teníamos alrededor de 20 y tantos
años, con dos niños pequeños, y mi sueño era ir a Inglaterra para
realizar un psicoanálisis, y tal vez para estudiar psicoanálisis. Y mi
marido, Jimmy McDougall, trabajaba en la educación de adultos e iba a
todos los centros comunitarios, donde llevaba pequeños grupos de
poetas, bailarines, cantantes, grupos de adultos, y a los países más
pequeños y lejanos de Nueva Zelanda. Era muy importante esta
educación de los adultos. Él quería ir más lejos con eso también, ir a
Inglaterra. Les voy a dar entonces el artículo que acabo de terminar
donde hablo de eso, ya que tengo que ir a Rusia y me han hecho la
misma pregunta. Así que llegamos a Inglaterra con nuestro dos hijitos,
en esa época no existían los aviones, fueron siete semanas en barco en
los años 1952 y 1953.

62
ENTREVISTA CON JOYCE MCDOUGALL

Yo encontré rápidamente un buen trabajo, en el Hospital Maudsley,


que es un hospital psiquiátrico (y general) muy grande, un poco el
equivalente del Sainte Anne aquí, y tuve la suerte de ser empleada allí
como psicóloga clínica. Ponía a mis chicos en una escuela: a mi niñita
en un jardín de infantes y a mi hijo, que tenía 5 o 6 años, en una
escuela. Así pues, yo encontré muy rápidamente un muy buen trabajo
y estaba encantada, pero mi marido no encontraba nada más que ocho
horas por semana en la BBC de Londres para hablar a los soldados en
Europa. Era la época de la posguerra, el programa se llamaba "Cuatro
hombres en un jeep". En cada rincón de Europa estaban las cuatro
naciones que cuidaban las fronteras contra Alemania, ya que habíamos
ganado la guerra. Y mi marido tenía ese trabajo para hablar algunas
horas por semana a esos hombres, "cuatro hombres en un jeep", eran
cuatro hombres, en todos los rincones de Europa, después de la guerra.
No era gran cosa, él estaba muy triste, no encontraba nada más, así que
empezó a poner avisos por todos lados para hallar trabajo relacionado
con la educación de los adultos. De pronto, la UNESCO le ofrece un
trabajo. (Estoy contestando a la pregunta de cómo llegué a Francia.)
Yo estaba desconsolada, había hecho solamente dos años del curso de
psicoanálisis de niños con la señorita Anna Freud en la Hamstead
Garden; era un curso de cuatro años de los cuales yo no había hecho
más que dos. Y mi marido consigue ese maravilloso trabajo diplomático
en la UNESCO en París. Así que yo tenía que ir a ver a Miss Freud y
decirle: "Miss Freud, vine para informarle de que mi marido acaba de
hallar un trabajo con la UNESCO". Y ella dijo: "¡Ach! ¿So? (en alemán:
"¡Ah! ¿Entonces?") ¿Para qué me cuenta eso?". Y yo exclamé: "¡Es en
París! ". A lo cual ella agregó: "¡Ach! ¿So? ¡Y él ya está allá! ¡Ach! ¿So?".
Y yo continué: "Vine para decirle que estoy triste, pero tengo que
irme...". "¡Ach no, usted no va a abandonar el curso –dijo Miss Freud–.
Ach no, no! No puede dejar el curso, faltan todavía dos años". "Bueno,
pero tal vez todo lo que aprendí acá pueda llevármelo a Francia"...
"¡Ach no! –Volvió a exclamar Anna Freud–. No es posible transportar
lo nuestro, una institución para el psicoanálisis de niños a una

63
GRACIELA CONSOLI Y EZEQUIEL JAROSLAVSKY

institución para adultos. ¡Ach no! Y no hay psicoanalistas de niños en


Francia". Lo que era verdad en esa época. Entonces dije: "Tal vez usted
pueda hacer venir a maravillosos profesores...". "¡Ach no, ach no!".
"¡Ay! ¿Qué le voy a decir?" –pensé–. Y finalmente dije: "Sabe, Miss
Freud, los niños necesitan de su papá". "¡Ah –dijo– usted tiene esa
niñita...!¡Y un varón...!Sí, ¡tiene que ir...!" Y listo. Yo no necesitaba un
hombre, en la mente de Anna, pero una niñita necesita de su papá.
(Risas.) En fin, sin embargo, tuve mucha admiración por Anna Freud,
era muy luminosa, muy clara, era fantástico cuando ella daba
seminarios en la casa de Freud, en la biblioteca de Freud...
G. C. y E. J.: ¿Conoció usted a Melanie Klein?
J. M.: Sí, pero fui a verla en secreto, ya que se suponía que no debíamos
ir a lo de los kleinianos. Los kleinianos tenían cuernos. Eran el diablo.
Y había chistes que circulaban en los grupos de Miss Freud acerca de
los kleinianos, y otros chistes que circulaban entre los kleinianos sobre
los anafreudianos. Pero yo iba igual a la Tavistock para escuchar a
Melanie Klein y a los demás, pues no había venido de Nueva Zelanda
para escuchar nada más que a Miss Freud. Yo también quería escuchar
lo que decían los kleinianos. Hoy día están muy bien juntos, pero en
esa época era terrible. Justo antes de que yo me viniera, los otros
estudiantes de mi promoción contaban que había habido un cóctel en
la clínica Tavistock para todos los analistas de Londres, y que Miss
Freud había visto una foto de Melanie Klein, entonces la agarró y la
rompió. Es lo que me contaron. (Risas.) Esas mujeres europeas...tan
pasionales y apasionantes, sin embargo, las dos.
Una vez radicada en Francia, invité a distintas personas a venir a
hablarnos aquí. Invité a Winnicott, por ejemplo.
Ven ustedes cómo llegué a Francia, puesto que mi marido, mi primer
marido, había tenido ese puesto en la Unesco... Un puesto diplomático
muy bueno, después de haber pasado dos años haciendo charlitas para
la BBC...

64
ENTREVISTA CON JOYCE MCDOUGALL

Cuando le señalé a Miss Freud que mis hijos necesitaban del padre, ella
dijo: "Bien, entonces usted debe ir. Y voy a darle una carta para mi
amiga la princesa". Le dije: "Gracias, Miss Freud, es usted muy amable.
Antes de irme vendré a buscar esa carta para la princesa..." ¿Quién era
esa amiga princesa?.Era Marie Bonaparte. Así que yo llegué con una
carta para Marie Bonaparte.
Mi marido, en la UNESCO, me había encontrado un auto viejo con
chapa diplomática. El auto estaba medio roto pero funcionaba, y lo
único que yo conocía en París eran las bocas de subte, los nombres de
las estaciones de subte. Así es que con mi viejo auto yo miraba las
bocas de subte.
Llamé por teléfono a la princesa –ella hablaba muy bien inglés– y le
dije que tenía una carta de parte de Anna Freud. "¡Ah!, venga a mi
casa", agregó. "¿Dónde vive usted, princesa?" "En Clamard", respondió.
"¿Cuál es la boca de subte más cercana?" Entonces, exclamó: "¡Pero
Dios mío, yo nunca tomo subte!" ¡Ay, yo había dado un paso en falso al
poco de empezar! Me apresuré a aclarar: -"¡Yo tampoco, yo tampoco,
princesa! Voy con mi auto". Pensé: "¡Espero que no cuelgue el
teléfono!". Bueno, finalmente conocí a Marie Bonaparte, era una mujer
increíble. Ella misma abrió la puerta, e hizo preparar un té.
Había un largo pasillo, y en el fondo del pasillo estaba el famoso retrato
de Napoleón, justo en el fondo, y yo no sabía si tenía que mirar a
Napoleón o a Marie Bonaparte. Hice las dos cosas.
En fin, ella era sumamente agradable y le conté que tenía que
proseguir mi formación en Francia pero que no había aquí
psicoanalistas de niños. Señaló: "Es verdad, pero existe una muy buena
Sociedad de Psicoanálisis. Y yo estaría muy contenta de tener a alguien
tan encantador en mi Instituto". Yo pensé: "¡El Instituto es de ella!".
Bueno, la princesa era realmente muy amable.
Algunas semanas más tarde me pidió que tomara en análisis a su nieto,
el príncipe Charles, el hijo de su hija Eugénie. Yo estaba muy contenta,

65
GRACIELA CONSOLI Y EZEQUIEL JAROSLAVSKY

ya que ella tenía confianza en mí, puesto que yo le había contado que
había hecho tan sólo dos años de formación en lo de Anna Freud. Me
dijo: "Quisiera que tomara en análisis a mi nieto, el príncipe Charles de
Grecia".."¡Ah! ¿Qué edad tiene?", pregunté. La princesa respondió:
“Siete u ocho años, más o menos. Tiene problemas en la escuela. Es
muy inteligente pero no se comporta muy bien". Entonces tomé a
Charles en análisis.
Abro la puerta y Charles dice: "¿Dónde está el maître d'hôtel?"
Respondí: "¡Soy yo el maître d'hôtel!". (Risas.) "Ah, bueno –agregó–.
Éste es Henri (Henri era su chofer, él adoraba a Henri). Es Henri (y
Henri ya estaba yéndose) ¡Lo tiene que ver a Henri!". En fin, empiezo
tomándolo tres veces por semana, era la manera en que.yo trabajaba en
esa época.
El príncipe Charles era muy divertido. Me contó que lo hacían rabiar
mucho en la escuela porque era un pequeño príncipe. Le pregunté:
"¿Qué te dicen, Charles?". Él respondió que le decían: "Una mamá
princesa... ¿Tu mamá princesa tiene lindas nalgas?".2 Los chicos le
decían ese tipo de cosas y él se ponía muy nervioso. En todo caso, pude
trabajar bien con el pequeño Charles, pero eso es otra historia.
G. C. y E. J.: Usted ya ha respondido nuestra segunda pregunta, ésta era
con quién estudió.y cuál es su formación.
J. M.: Sí, en cierta manera ya les he contado al respecto...
G. C. y E. J.: ¿Y Winnicott?
J. M.: Ah, sí, cada vez que podía iba a lo de Winnicott. Les voy a dar
algo.que acabo de terminar esta mañana y que se refiere a este punto.
Está en francés, para ser traducido al ruso. Iré a Rusia en octubre para
presentarlo. ¿Quieren una copia? Voy a buscarla enseguida, antes de
olvidarme... ¿Por cuál pregunta vamos?

2**Juego de palabras rimadas intraducible. En el original: "maman la princesse, elle a


de belles fesses?". [N. del T.]

66
ENTREVISTA CON JOYCE MCDOUGALL

G. C. y E. J.: A partir de su experiencia, ¿qué piensa usted acerca del


desarrollo del psicoanálisis en Inglaterra y en Francia?
J. M.: Hace mucho que me fui de Inglaterra. Me invitan a menudo para
dar conferencias, pero no sé... No creo ser la persona indicada para
hablar del psicoanálisis en Inglaterra en este momento. En Francia, sí.
Se expandió muchísimo al psicoanálisis de familia, de pareja, de grupo,
en grupo, de los homosexuales, etc. Existe una gran cantidad de
diferentes agrupamientos, y me parece muy bien que el psicoanálisis se
dirija hacia todas esas diversas... experiencias de la vida, las diferentes
partes de la vida del ser humano. Hay personas, por supuesto, que
dicen que el psicoanálisis clásico no existe más, y eso no es verdad. Por
otra parte, ¿en qué momento el psicoanálisis se convirtió en clásico?
(Risas.) Podemos preguntárnoslo. En todo caso, hay muchas escuelas
de psicoanálisis en Francia, no puedo detallarles toda la historia. Está
escrita por la señora Roudinesco, ella escribió un gran libro que está
traducido al español. Roudinesco lo hizo muy bien; hay algunos
errores, pero en fin... Está también Alain de Mijolla, quien creó una
sociedad para la historia, y todo lo que él publicó existe también en
español, creo. Esto es todo lo que puedo decirles para esta pregunta. Lo
que sí me parece es que hay cada vez menos demanda de psicoanálisis
llamado clásico, y mucha más gente que dice: "Yo quisiera venir tal vez
una vez cada quince días". Existen muchos más pedidos de psicoterapia
que de psicoanálisis, actualmente. André Green ha escrito algo al
respecto, donde dijo: "En nuestros cursos de formación, deberíamos
hablar mucho más de psicoterapia psicoanalítica, ya que es lo que más
se pide hoy en día".
Sólo hay dos sociedades en Francia que forman parte de la Asociación
Psicoanalítica Internacional: mi sociedad, la Sociedad Psicoanalítica de
París (SPP), y la otra, la de Pontalis, llamada Asociación Psicoanalítica
de Francia (APF). Pero existen muchas otras, muchas, que no
pertenecen a la Internacional. El Cuarto Grupo es muy importante,
fundado por Jean-Paul Valabrega y Piera Aulagnier, como ustedes
saben.

67
GRACIELA CONSOLI Y EZEQUIEL JAROSLAVSKY

G. C. y E. J.: Y usted tenía una gran amistad con Piera...


J. M.: Sí, una amistad muy grande; su muerte fue una verdadera
tragedia para mí, y también para el psicoanálisis en Francia. Piera era
realmente increíble. Había estado en Argentina. Ustedes tuvieron un
encuentro con ella allí, ¿no es así? Todavía la recordamos.
Bueno, el Cuarto Grupo sigue, con mucha fuerza. La Escuela Freudiana
desapareció muy rápidamente... es que Lacan tenía una especie de
efecto de... fisión nuclear sobre todo lo que tocaba. Hablo de eso en el
texto que les di, acerca de la diferencia entre Lacan y Winnicott.
Puesto que viniendo de Inglaterra, el gran personaje para mí era
Winnicott. Él escribió la introducción a mi libro Diálogo con Sammy.
Yo quería inmediatamente conocer a Lacan, que tenía la misma
reputación aquí que Winnicott en Inglaterra. Sólo había una sociedad,
y en plena guerra civil, como les contaba. "¡Uy! –me dije–. ¡Qué
distinto de los británicos!". Pues allá, cuando los kleinianos hablaban,
los annafreudianos se retiraban; y cuando los annafreudianos hablaban,
eran los kleinianos quienes lo hacían. ¡Eso es la hipocresía británica!
(Risas.) Acá, en cambio, bum, bum, bum... ¡Nunca escuché tanta
agresividad sin ninguna culpabilidad! ¡Pero por lo menos sabíamos
donde nos hallábamos! Entonces Lacan, Laforgue, todos gritaban,
chillaban, había sólo una sociedad, pero con una guerra civil, y había
que elegir adónde se iba. O se seguía a Lagache, cuya cabeza pensante
era Lacan, o uno se quedaba con el instituto, cuyo director era Nacht.
Y yo, no sabiendo qué hacer, y ya que nadie podía decírmelo, le pedí
audiencia tanto al señor Nacht como al señor Lacan. El señor Lacan
dijo enseguida: "Venga, venga, rue de Lilles, 5...". Yo fui hacia allá,
pero había tres hombres allí que esperaban. Pensé: "¿Me habré
equivocado?". (Fueron las cosas por las cuales acusaron más tarde a
Lacan.) Entonces encontré para mí un cuarto rincón, y de pronto llega
Lacan: "¡Oh, la pequeña británica! Venga, venga, venga". Los tres
hombres me miraban, cuando volví los tres hombres estaban juntos,
diciéndose: "¿Pero quién es ella?".

68
ENTREVISTA CON JOYCE MCDOUGALL

En fin, yo le pedí al señor Lacan que me explicara su posición acerca


del psicoanálisis y en qué se diferenciaba de la posición del señor
Nacht. Lacan dijo: "¡Van a ver! ¡Tengo un secreto! Tengo cosas para
darle a todo el mundo". Y me gritó que iba a ser conocido en el mundo
entero, una vez que se pudiera leer lo que él iba a escribir (sus escritos
no existían aún). "Todo el mundo va a reconocer mi nombre, todo el
mundo me va a llamar... los psicoanalistas, los psicólogos, los
psiquiatras. ¿Qué le falta? –me preguntó–." Y yo, que no conocía
todavía la teoría de la falta en ser, le respondí: "¡Señor, lo que me falta
son libros en inglés! ¡Leo tan mal en francés!". Él me dijo entonces:
"Tengo muchos libros en inglés. Usted puede venir de noche y leerlos
en mi casa". Le agradecí y salí.
Bueno, después fui a ver al señor Nacht. Le dije: "Vi al señor Jacques
Lacan la semana pasada, señor Nacht (no había nadie más en la sala de
espera, solamente yo, me hizo entrar en horario)". Agregué: "Tal vez
pueda usted decirme cuáles son sus ideas acerca del psicoanálisis que
pueden ser diferentes de las ideas del señor Lacan. Ya que todos
debemos elegir...". Él respondió: "Quiero obtener la Seguridad Social,
quiero tener una representación ante el Ministro del Interior y el
Ministro de la Salud. ¡Voy a crear una clínica que sea tan maravillosa
como la Tavistock de Londres!". Le agradecí y, mientras salía, pensé:
"¡Qué increíble, ni uno ni otro me dijo lo más mínimo acerca de sus
ideas sobre el psicoanálisis!". Pero los dos hablaron con la verdad. Hoy
Lacan es conocido mundialmente, cincuenta años más tarde, y la
clínica de Nacht funciona muy bien, con cobertura de la Seguridad
Social. Los dos hicieron lo que habían dicho que iban a hacer. Bueno,
entonces, yo pensaba: "¿Qué voy a elegir?". Le pregunté a mi analista,
el doctor Schlumberger, quien me contestó: "Usted es la que tiene que
decidir". Muy clásico. No quería decirme. Ya que los demás
aconsejaban seguir a su analista. Pero ¡mi analista no quiere decirme de
qué lado va! Yo había elegido a Schlumberger como analista porque
hablaba perfectamente inglés. Yo estaba continuando el análisis que
había comenzado en Inglaterra dos años antes...

69
GRACIELA CONSOLI Y EZEQUIEL JAROSLAVSKY

G. C. y E. J.: ¿Quién era su analista en Inglaterra?


J. M.: El doctor John Pratt. Él ya falleció, y el doctor Schlumberger
también. Sobreviví a mis dos analistas.
Finalmente descubrí por casualidad que el doctor Schlumberger iba a
quedarse con el instituto, y no con el grupo de Lagache-Lacan. Así que
me quedé en el instituto.
G. C. y E. J.: Actualmente, el desarrollo lacaniano en Francia...
J. M.: Existen cuatro o cinco grupos lacanianos, cuatro o cinco escuelas,
muy despiertas, muy creativas, muy buenas, que se unieron entre sí,
pero eso fue para diferenciarse de Jacques Alain Miller. Puesto que
Jacques-Alain, que es también alguien muy inteligente, muy bueno, se
considera el único que tiene derechos sobre Lacan. Y los demás dicen
que no, que su edición, sus ideas acerca de los seminarios de Lacan, no
son las mismas que muchos de nosotros que seguíamos los seminarios
de Lacan tenemos. En fin, las divisiones y las peleas forman parte de la
historia del psicoanálisis. ¡No estamos hechos para entendernos!
G. C. y E. J.: ¿Conoció usted a Wilfred Bion?
J. M.: ¡Sí! En la Sociedad Psicoanalítica de París, la misma de André
Green y De M'Uzan, habíamos invitado a Bion para que viniera a
hablarnos. Y hubo una cena, una pequeña cena para ocho personas, a
la cual fui invitada para hablar en inglés. (Risas.) El doctor Bion me
preguntó: "¿Cuáles son las influencias psicoanalíticas que cuentan en
Francia?". Le respondí: "Señor Bion, tal vez sea el pensamiento de
Lacan, sus escritos, su teoría, aunque uno no sea lacaniano en la propia
práctica. Dicha teoría ha influenciado mucho a todos los analistas
franceses, un poco como en Inglaterra ocurrió con todos los escritos de
Melanie Klein, aunque no seamos kleinianos. Pero es tal vez nuestra
mayor influencia". "Me parece –dijo– que entiendo lo que usted me
quiere decir: como podemos hablar en Inglaterra de la influencia de
Klein, podemos hablar en París de la influencia de Lacan". "Sí,.creo que
es así", acoté. Él preguntó entonces: "Pero ¿de qué habla ese señor

70
ENTREVISTA CON JOYCE MCDOUGALL

Lacan?". "A decir verdad, señor Bion, habla mucho de la creación del
pensamiento –expliqué–. Es decir, qué es el pensamiento y cómo se
construye. De muchas maneras, señor Bion, las investigaciones de él se
asemejan a las suyas acerca del pensamiento, de la construcción del
pensamiento. En cierto sentido, usted y Lacan se hallan en un camino
similar". Señaló: "Muchas veces me han dicho esto, y no estoy seguro
de que me agrade...". Dije: "Los escritos de Lacan son maravillosos,
señor; pero tal vez haya que reconocer que tiene una personalidad
completamente diferente a la suya". (Como Bion era muy generoso,
hubiera querido ofrecer su pensamiento, ser comprendido por todo el
mundo; en cambio, Lacan no buscaba ser comprendido, era más bien
alambicado, complicado, y la gente tenía que tratar de llegar a
comprenderlo). Le dije a Bion: -"Esto no tiene que preocuparle, señor
Bion, en cuanto al tema del pensamiento, porque usted tiene una
personalidad completamente diferente a la del señor Lacan". "¡Ah,
gracias, señora! –me dijo–. Usted me reconforta con eso."
G.C. y E. J.: ¿Qué piensa del desarrollo del psicoanálisis en nuestro
país?
J. M.: No soy capaz de responder esa pregunta, no conozco nada del
desarrollo del psicoanálisis en Argentina.
G. C. y E. J.: ¿Con cuáles analistas de Francia y del extranjero tiene
usted más contacto e intercambios, tanto a nivel personal como
profesional?
J. M.: Extranjeros... más bien de América del Norte. Estuve yendo
durante años, en las vacaciones escolares de París, a Nueva York. Daba
conferencias, año tras año, allí, y también en San Francisco, Los
Ángeles e incluso en Nueva Orleans, pero no estuve en el congreso.
G. C. y E. J.: Y su amistad con Piera Aulagnier, ¿cómo empezó?
J. M.: Durante muchos, muchos años, hasta su muerte, fuimos grandes
amigas. Ella me escribió porque leyó la historia de Sammy. Me decía:
"Quisiera encontrarme con el analista que escribió ese libro". Yo

71
GRACIELA CONSOLI Y EZEQUIEL JAROSLAVSKY

respondí enseguida. Las dos éramos jóvenes analistas, pero ella había
sido analizada por Lacan y yo por Schlumberger. Nos volvimos grandes
amigas. Escribí acerca de todo esto en algún lado, pero no recuerdo
dónde...
G. C. y E. J.: ¿Fue Didier Anzieu quien introdujo la obra de Bion y de
Winnicott en París?
J. M.: ¡Oh, no sé! Fuimos André Green y yo quienes invitamos a Bion.
Y fui yo quien invitó a varios ingleses, incluido a Winnicott. Yo hacía
la traducción, en mi mal francés.
G. C. y E. J.: Con Didier Anzieu, ¿cuál fue su relación?
J. M.: Didier Anzieu estaba en la misma sociedad cuando yo llegué a
París; pero, como había que elegir, yo me quedé y él se fue al otro
grupo. Didier falleció de Parkinson, una muerte terrible, muy lenta y
muy triste. Todos lo hemos lamentado infinitamente porque era
maravilloso. Yo me entendía muy bien con él, y con su mujer, Annie.
Ella está viva y continúa trabajando. Guignard Florence, amiga mía, y
Annie han creado una sociedad para estudiar y profundizar el
psicoanálisis de niños y de adolescentes. Y es increíble y muy
interesante esa sociedad... hablando de Didier Anzieu, porque es su
viuda...
Volviendo a los intercambios, como decía, fui durante años a Nueva
York y tenía allí grupos de supervisión, y muchas supervisiones
individuales. Pero ahora no voy más, ya que soy demasiado vieja. Sobre
todo, tuve mucho contacto con los psicoanalistas norteamericanos.
Conocía bien a Otto Kernberg, lo invité aquí con su mujer, que es
psicoanalista de niños, e invité a muchos de Nueva York a venir a
hablar con mis colegas de aquí. También tuve un gran grupo que vino
desde Los Ángeles, hace cinco o seis años... tuve mucho contacto con la
gente de América del Norte. Los Ángeles, San Francisco, Seattle,
Nueva York, fueron las ciudades en las que trabajé. También Nueva
Orleáns.

72
ENTREVISTA CON JOYCE MCDOUGALL

G. C. y E. J.: Ahora, en los Estados Unidos, creo que lo que hay es algo
muy diferente del psicoanálisis de Laplanche. Cuando usted.viajaba...
J. M.: Hay diferencias muy grandes, incluso en el interior mismo de
América del Norte, ya que por ejemplo encontré que la gente de
California no tenía ninguna idea de lo que ocurría en Nueva York, y en
Nueva York desconocía lo que ocurría en California. Entonces, los
norteamericanos crearon una institución que se llama CAPS. ¿Oyeron
hablar del CAPS? Es un agrupamiento de analistas, de los analistas
titulares de todas las sociedades que hay en los Estados Unidos, que se
reúnen para comprender cómo trabajaban unos y otros. Y
establecieron una CAPS-Europa. CAPS significa algo así como
"congreso de analistas para hablar de psicoanálisis", y existen dos
CAPS-Europa ahora. En el primero se invitó a la gente de los Estados
Unidos a venir aquí para hablar con nosotros. El CAPS-Europa
comprende una o dos personas de cada país europeo...
G. C. y E. J.: Pero las ideas del pensamiento francés, las de Lacan, las de
Green, ¿pudieron introducirse en los Estados Unidos?
J. M.: Sí, justamente el CAPS es para eso, para intercambiar, y cuando
tuvimos reuniones fue en Ginebra, cuidad que se supone ser muy
neutra. Ahora nos reunimos una vez en Francia y otra vez en
Inglaterra, pero las primeras reuniones fueron allí y había dos personas
de cada país europeo: Hanna Segal y Masud Kahn representaban a
Inglaterra, y.André Green, Joyce McDougall y Michel de M'Uzan
representaban a Francia. Después dejamos de ir siempre a Ginebra.
Pensamos por qué los psi deben ir siempre a Ginebra, y empezamos a ir
a Viena o a París, o a Londres... Era muy interesante, todavía lo es, la
próxima reunión será en Windsor, en Inglaterra. Así que tengo
muchos intercambios a través del CAPS.
G. C. y E. J.: En el capítulo "Mater" de su libro Théâtres du corps
[Teatros del cuerpo], usted habla de su abuela y de la alergia que le
producía cuando de niña iba a visitarla. También contó en sus libros
los sueños que tuvo relacionados con sus pacientes. El hecho de hablar

73
GRACIELA CONSOLI Y EZEQUIEL JAROSLAVSKY

de la vida personal del analista no es habitual... Esta sinceridad ¿ha


tenido consecuencias con respecto a sus colegas y pacientes?
J. M.: Sí... Mi abuela, sí... tienen todo eso en Théâtres du Corps...
Ustedes preguntan acerca del hecho de que yo hable en mis libros de
los sueños que tuve en relación con mis pacientes... Que hablar de la
vida personal del analista no es habitual... ¿Cuáles son las
consecuencias con respecto a mis colegas y a mis pacientes? Sí, mis
pacientes me preguntan: "¿Cuándo va usted a hablar de mí? ¡Yo soy
interesante, tiene que citarme en sus libros!". Pero éstos son solamente
los pacientes psi: psiquiatras, psicólogos, psicoanalistas. El resto de mis
pacientes no leen lo que publico, no lo conocen. Pero sí, todo lo que
uno dice tiene consecuencias que uno debe analizar.
G. C. y E. J.: En el prefacio de su libro Plaidoirie pour une certaine
anormalité [Alegato por cierta anormalidad], usted señalaba que el
"buen neurótico clásico" empezaba a escasear, y que personalmente se
veía más bien confrontada con pacientes que padecían trastornos del
carácter, que se expresaban a través de conductas que usted califica
como "actos-síntomas". La edición del libro es de 1982. ¿Cómo
definiría el tipo de pacientes que usted encuentra más a menudo en su
clínica actual? ¿Qué pasó con el "buen neurótico clásico"?
J. M.: Desaparecido. (Risas.) Las personas que vienen a pedirme un
análisis tienen, a menudo, diez o quince años de análisis previo. Son
analistas o psiquiatras, en su mayoría. Y yo lo lamento... aunque
también es interesante tratar de hacer un trabajo con psicoanalistas
que ya efectuaron en otro lado cinco, diez, quince años de análisis,
como si uno no terminara nunca el propio análisis. También tengo
muchas demandas, más de las que puedo recibir, de gente creadora, ya
que yo hablo mucho de la creatividad, no en ese primer libro pero sí en
los demás. Tengo bastantes personas que son actores, actrices, que me
preguntan si pueden analizarse conmigo, o escritores... Algunas veces
son "buenos neuróticos clásicos". todavía existen algunos.

74
ENTREVISTA CON JOYCE MCDOUGALL

G. C. y E. J.: En nuestra institución existe un pluralismo que permite a


diversas posiciones teóricas en psicoanálisis cohabitar, lo que conlleva
algunas dificultades. ¿Cómo piensa usted ese pluralismo teórico?
J. M.: Bueno, escribí bastante, al final de mi libro, sobre ese tema:
cuáles son los valores en psicoanálisis, y critico las escuelas
psicoanalíticas que son un poco religiosas pues quisieran convertir a
todos a su modo de ser, y que impiden a los jóvenes leer más
ampliamente... Yo estimulo a todos los jóvenes que vienen aquí para
supervisar que lean a todas las escuelas, que se puede aprender de todas
y que no hay que leer solamente lo que está escrito por la APF o la
SPP. Hay que leer también todos los libros que están publicados ahora
por las diversas escuelas lacanianas, en donde a menudo fui invitada a
dar conferencias, dicho sea de paso. Hay un muy buen entendimiento
entre las diferentes sociedades de psicoanálisis. Tal vez el único lugar
donde hay un poco de fricciones es en los grupos lacanianos, que se
han agrupado ahora en un solo grupo, salvo en el caso de Jacques-Alain
Miller. Y han tenido algunas dificultades entre ellos. Jacques-Alain
Miller es muy inteligente, pero es un poquito colonizador, va por todos
lados. Creó adherentes en Brasil, e hizo lo mismo en Argentina... En
fin, no sé por qué necesita hacer eso... Así que los demás lacanianos se
agruparon un poco en contra de él, o para oponerse a su escuela que se
llama La Causa. Pero yo encuentro que Jacques-Alain Miller tiene
también cosas importantes para decir... es un hombre muy inteligente
y Lacan lo adoraba, y además estaba casado con su hija... Muy
inteligente de su parte, sí. En cuanto al pluralismo... será siempre
difícil, pero hay que hacerlo así. Hay que afrontar las dificultades y
tratar de ir más allá de ellas. Es realmente muy importante que las
diferentes escuelas lleguen a tolerarse unas a otras. Conocer que
podemos tener diferencias y, al mismo tiempo, ser psicoanalistas. Es lo
que escribo en el último capítulo, acerca de los valores... Creo que con
esto queda contestada esa pregunta.

75
GRACIELA CONSOLI Y EZEQUIEL JAROSLAVSKY

G. C. y E. J.: Con el siglo XXI ya instalado, ¿cree que habrá cada vez
más pacientes que se manifiesten con lo que usted ha denominado
"neosexualidades"?
J. M.: No sé si es en ese libro tengo un artículo que se llama
"Sexualidad y neosexualidades". Pueden encontrar todo allí.
G. C. y E. J.: ¿Cómo afectan los cambios culturales la concepción
psicoanalítica de la sexualidad?
J. M.: ¡Ya me hicieron esa misma pregunta cuando estuve en
Argentina! En Buenos Aires. Bueno, evidentemente, se habla mucho
más abiertamente, hoy en día, de la sexualidad. Ya no es como era en
la época victoriana. E incluso quizás se hable demasiado, puesto que los
jóvenes comienzan la vida sexual mucho más temprano. En Francia,
por lo menos, empiezan con una vida heterosexual a partir de los 13 o
14 años. A esa edad empiezan a tener relaciones sexuales.
G. C. y E. J.: En Argentina también.
J. M.: Y con la complicidad de los padres... Creo que los padres, que
han vivido un poco la fase victoriana, "no hay que hacer el amor antes
de los 18 años", "hay que estar seguros", etc., han producido un enorme
cambio para los adolescentes de hoy en día. Pero yo subrayo que,
cuando los chicos se abalanzan demasiado rápido en la sexualidad,
trabajan menos en la escuela. Piensan mucho más en su sexualidad que
en su educación. Esto es lo que dicen algunos profesores del liceo. Yo
no sé, ninguna investigación ha sido hecha al respecto. No todavía.
Entonces, los cambios culturales y la concepción psicoanalítica, sí,
seguro, hay muchos más escritos en esa dirección. Por otra parte, a los
y las adolescentes se trata de comprenderlos mejor, y hay muchos más
pedidos de ayuda para ellos ahora.
G. C. y E. J.: Si consideramos las modificaciones corporales que realiza
un transexual sometido a una cirugía y las que propone el paciente

76
ENTREVISTA CON JOYCE MCDOUGALL

frente a la cirugía plástica cosmética, ¿qué diferencias encontramos en


la estructura psíquica y/o en la repercusión que puede tener sobre ésta?
J. M.: ¿Usted está hablando de los transexuales? Hay un brasilero que
estaba en París y que escribió toda su tesis de doctorado sobre los
transexuales. Es interesante, está en portugués... Yo era jurado de tesis.
Se llama Paolo Ceccherelli. Escribió extensamente acerca del tema.
Entrevistó a un centenar de transexuales de los dos sexos. Hizo
preguntas...
G. C. y E. J.: Bueno, y para terminar, las dos últimas preguntas. En
primer término, ¿qué repercusión tiene sobre usted el hecho de ser
entrevistada por dos psicoanalistas que pertenecen a un país tan lejano
como la Argentina?
J. M.: ¡Estoy encantada! ¡Que ustedes hayan querido encontrarse
conmigo! Y creo que es muy bueno poder intercambiar ideas con
personas que vienen de países tan lejanos... yo soy de Nueva Zelanda,
también es el nuevo mundo, como se llama a América. Sudamérica,
Australia, Nueva Zelanda... son muy diferentes de Europa. En Europa
hay una cultura y una estructura completamente diferente. Mis hijos,
que son de Nueva Zelanda, han crecido con una cultura francesa, hasta
tal punto que mi hija llegó a decir que le daba vergüenza tener padres
extranjeros. Pero los dos se casaron con ingleses.
G. C. y E. J.: Finalmente, en el último capítulo de Alegato por cierta
anormalidad usted comenta la opinión de la hija de un psicoanalista...
J. M.: Sí, está en ese artículo que yo les di...
G. C. y E. J.: ...quien, después de haber asistido a un almuerzo en el
cual había psicoanalistas, dijo que los analistas no hablan más que del
pene y de la Asociación...
J. M.: Sí, ella dijo: "Ustedes tienen dos temas de conversación, el pene y
la Sociedad Analítica". Y yo agregué: "¡Tal vez sea la misma cosa!". Ella
no sigue pensando lo mismo. Hizo un largo análisis, que empezó aquí

77
GRACIELA CONSOLI Y EZEQUIEL JAROSLAVSKY

con la señora Chasseguet-Smirgel y que continuó, porque se casó en


Inglaterra...
G. C. y E. J.: ¿Es su hija?
J. M.: Sí. Y que continuó su análisis con la doctora Hanna Segal. Así
que se analizó durante varios años, y hoy trabaja para el Ministerio del
Interior. Escribe todos sus "speech" y todos sus artículos, y cuando le
hacen preguntas al Ministro del Interior éste dice: "Pregúntele a la
señora, ella le responderá". Y ella piensa que estos numerosos años de
psicoanálisis la ayudaron muchísimo para trabajar en el Ministerio del
Interior. Con todos los problemas que ellos tienen... Ella dice: "Mis
largos años de análisis de mi interior me permitieron ser más
inteligente para trabajar allí, en el Ministerio del Interior".
G. C. y E. J.: ¿Y usted qué piensa de eso? ¿De qué hablamos los
psicoanalistas en las reuniones?
J. M.: Sí, en cierto sentido pensamos el pene como una suerte de falo.
Pero no, sólo me pareció un comentario jocoso de una joven
adolescente.
G. C. y E. J.: Bueno, le agradecemos nuevamente su amabilidad...
J. M.: Estoy muy contenta de haber podido recibirlos. Ustedes tienen
ahora un Congreso, ¿no? ¿Es un Congreso aquí en París?
G. C. y E. J.: Sí, el Primer Congreso Internacional Psicoanalítico de
Familia. Aquí, cerca de la Bastilla.
J. M.: ¿Y cuál es el tema central?
G. C. y E. J.: La metamorfosis de la familia.
J. M.: ¡Qué interesante! Los cambios, la metamorfosis hoy en día de la
familia.
G. C. y E. J.: Es un Congreso con varios temas. Hay una mesa redonda
sobre etnopsicoanálisis familiar, con personas provenientes de distintas

78
ENTREVISTA CON JOYCE MCDOUGALL

culturas. Luego hay temas relacionados con los cambios familiares, los
llamados "nuevos solteros"...
J. M.: Sí, es muy interesante. Ellos inventan otros modos de estar
juntos...
G. C. y E. J.: Por ejemplo, la situación de una mujer con un hijo pero
sin pareja...
J. M.: Sí, ocurre mucho hoy en día, la noción de familia está muy
cambiada. Y todo el movimiento gay tiene una gran amplitud también.
G. C. y E. J.: Y están los chicos que son adoptados por los gays...
J. M.: Sí, y que dicen "no somos ni putas ni sometidas", ésa es su divisa.
Somos feministas de hoy, bueno, está muy bien. Y también está la
exhibición de los gays, así que hay una gran apertura hacia la
aceptación de todas las sexualidades. Y como lo digo en mis libros, sólo
hay perversión cuando alguien impone su sexualidad a otro, que tal vez
no sea competente, o que no quiere eso. Como es el caso del abuso de
menores, la pedofilia, violación, exhibición, ésas son para mí
sexualidades perversas. Pero lo demás, no, ninguna sexualidad entre
dos adultos, del mismo sexo o de sexo diferente, que estén de acuerdo
entre sí, es perversa. Es simplemente una cuestión de atracción y de
querer estar juntos. Y si quieren realizar juegos extraños entre ellos,
bueno, que los tengan...
G. C. y E. J.: Muchas gracias por todo.

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GRACIELA CONSOLI Y EZEQUIEL JAROSLAVSKY

Una anécdota que muestra como era Joyce como ser humano
Mientras estaba en la sala de espera con Graciela, antes de entrar al
consultorio de Joyce estuve hojeando una revista, creo que era Le
Nouvelle Observateur,.Leí un artículo que se refería a los nuevos
solteros (nouveaux célibataires),.me interesó y al finalizar la entrevista
le comente a Joyce mi interés en dicho artículo. Ella me dijo que le
pediría a su secretaria que hiciera una fotocopia y me lo enviaría al
hotel donde estaba parando. Nos fuimos de Paris sin haber recibido la
fotocopia, pensé que se había olvidado.
Luego de estar un mes en Buenos Aires recibo en mi domicilio un
paquete que incluía una carta redactada por Joyce en la cual me pedía
disculpas por no haber podido satisfacer mi pedido, y por esa razón me
enviaba la Revista por correo. Confieso que quedé afectivamente
impactado por el interés que ella había demostrado. Escribo estas líneas
para reflejar como era.en su trato con los demás.
Ezequiel Jaroslavsky

Ezequiel Jaroslavsky y Graciela Consoli.con la Dra. Joyce McDougall


Foto Graciela V. Consoli

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ENTREVISTA CON JOYCE MCDOUGALL

BIBLIOGRAFÍA DE JOYCE MCDOUGALL: Alegato por cierta


anormalidad (Barcelona, Petrel, 1982); Teatros de la mente (Madrid,
Tecnipublicaciones, 1987); Teatros del cuerpo (Madrid, Julián
Yébenes, 1991); Las mil y una caras de Eros (Buenos Aires, Paidós,
1998); Diálogo con Sammy (en colaboración con Serge Lebovici,
Buenos Aires, Paidós, 1990); La sexualidad femenina (en colaboración
con Chasseguet-Smirgel y otros, Barcelona, Laia, 1977); La sexualidad
perversa (en colaboración con Barande y otros, Buenos Aires, Granica,
1972)

Sandler, J., y Dreher, A. U., What do psychoanalysts want? The


problem of aims in psychoanalytic therapy, Londres, Nueva York,
Routledge, 1996.
Wallerstein, R., “One psychoanalysis or many?”, Int. J. Psycho-Anal.,
69: 5-21, 1988.

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GRACIELA CONSOLI Y EZEQUIEL JAROSLAVSKY

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DERIVAS DEL TEXTO DE JOYCE MACDOUGALL

DERIVAS DEL TEXTO DE JOYCE MCDOUGALL

ASOCIACIÓN ARGENTINA DE PSICOLOGÍA Y PSICOTERAPIA DE GRUPO


(A.A.P.P.G.)1
Aguiar, Elina,.Casal, Liliana, Dorfman, Silvia, Gross, Edit y
Singerman, Liliana2.

Trabajamos un relato clínico que data del año 1989 publicado por una
respetadísima psicoanalista, sobre una paciente (Georgette) con florida
sintomatología orgánica que no constituyó el motivo de consulta en el
momento de las primeras entrevistas. Relato clínico de un tratamiento
que es a su vez el relato de modalidades epocales (cuatro sesiones
semanales) y de una construcción de Georgette que es al mismo tiempo la
construcción de una conceptualización teórica. Un historial que ilustra
una teoría.
¿Cómo pensar el encuentro entre un relato clínico producido hace
casi 30 años y una Institución Psicoanalítica contemporánea, o más
precisamente la de un grupo de profesionales pertenecientes a esta
institución psicoanalítica? No sabemos cuál será la potencia de ese
encuentro, la virtualidad que será capaz de efectuarse en un nuevo
relato…el del encuentro.
Pero el encuentro es a su vez el encuentro entre “Instituciones
Psicoanalíticas”: la Institución de pertenencia de Joyce McDougall en los

1 Una institución psicoanalítica situada en la Perspectiva Vincular en Psicoanálisis y en la


lógica de la diversidad, posicionamiento que se expresa en sus diversos modos clínicos y
teóricos (www.aappg.org).
2 elinaag@fibertel.com.ar, lilicasal@gmail.com, silviamdor@hot.mail.com,

gross@sinectis.com.ar, lilisingerman@hotmail.com.

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ASOCIACIÓN ARGENTINA DE PSICOLOGÍA Y PSICOTERAPIA DE GRUPO

años en que produce este historial y la Asociación Argentina de Psicología


y Psicoterapia de Grupo (AAPPG) .Y estas pertenencias nos arriman a una
primera idea del campo del Análisis Institucional que es la de
“implicación institucional”, término acuñado por René Lourau (deriva del
concepto de contratransferencia) y que refiere al conjunto de relaciones
conscientes o no, que existen entre los actores de una institución, entre
éstos y la institución, y entre los analistas institucionales con los actores
de la institución y con la misma.
¿Para qué poner a trabajar este término? Porque nos sirve para
recordar que hay una multiplicidad de relaciones y sentidos en juego (en
general no visibilizados) que no, por no visibles, dejan de producir
efectos. Tipos de relaciones no explícitas, deseos no manifiestos, creencias,
intereses, significaciones imaginario-sociales (C.Castoriadis) propias de un
histórico social singular. Si bien no es objeto de este escrito operar sobre
la lectura de tales implicaciones, cabe su mención porque sabemos que
este trabajo en su diálogo con el historial clínico presentado está
atravesado por dichas dimensiones. Y que no será sin sus efectos.

Proceso de elaboracion y de escritura


En nuestro recorrido hacia la producción del texto nos habilitamos
a transitarlo como un “laboratorio de ensayo”. Pondríamos a trabajar
nuestras afectaciones, nuestros conceptos (fuera de los espacios donde
fueron producidos) y nuestra capacidad de “jugar”. Así, el texto sería a su
vez bitácora de su proceso de producción y testigo de nuestras
interrogaciones y de las construcciones conceptuales singulares y propias
de esta “situación de encuentro”.
En las primeras lecturas del material nos sorprendió coincidir en la
dificultad para poder escuchar a Georgette. Parecía que la voz de
McDougall no nos dejaba escucharla. Su voz se nos presentaba como
imposición de su cuerpo teórico sobre Georgette. Plano de intensidad
material que modaliza el texto ejerciendo efecto de imposición.

84
DERIVAS DEL TEXTO DE JOYCE MACDOUGALL

Casi paradojalmente el texto nos sorprendía en cuanto a la


sensibilidad con la que Joyce McDougall se aproximaba a Georgette…la
puesta en juego de su sensibilidad más allá de los significantes que en él
circulan desde lo logo céntrico: ( “…debo decir que encontraba a aquella
mujer interesante, conmovedora, y creativa en su forma de pensar…”)
Parecían cerrarse los posibles canales de nuestra interlocución con
el texto… Nos insistía algún malestar por la realización de esas dos
entrevistas preliminares cuando mediaba un año de espera para el
comienzo del posible trabajo analítico.
Tomadas por estas sensaciones decidimos ensayar un dispositivo a
partir de escenas que nos permitiera visibilizar, al decir de Deleuze en
“Proust y los signos” “esas zonas oscuras, fuerzas efectivas, impresiones,
afectaciones, que nos fuerzan a pensar, aquello que “es lo que da a
pensar”. Intensidades no discursivas que se producen en situaciones
singulares.

Derivas del texto de Joyce Mcdougall..


Cada una de las colegas que integramos el grupo de escritura elegimos sin
ningún orden ni sentido previo frases de Georgette. Aquellas frases que
nos convocaron, nos conmovieron, nos disgustaron…
Luego convocamos a colegas de nuestra Institución a participar de
una experiencia vivencial y reflexiva anticipando que trabajaríamos con
escenas y técnica psicodramática.
Todas las frases de Georgette fueron colgadas en las paredes del
espacio donde trabajaríamos. Entonces invitamos a los colegas presentes a
recorrer el espacio y comenzar a mirar las frases de cerca, de lejos, tal vez
tocarlas hasta elegir o ser elegidos, convocados por alguna de ellas.
Las frases elegidas fueron:
- “Discúlpeme, me siento muy rara. Es como si se me hinchara el
cuerpo… No me rechace, la esperaré el tiempo que sea necesario”

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ASOCIACIÓN ARGENTINA DE PSICOLOGÍA Y PSICOTERAPIA DE GRUPO

- “…tuve una grave anorexia durante muchos años. Y toda mi vida he


tenido asma. Desapareció cuando me casé y me volvió después del
nacimiento de mi primera hija”
- “Enferma, mi cuerpo me pertenece”
- “Si pierdo esta capacidad para crearme úlceras, para resfriarme sin
parar, dejaré de existir”
- “No me gusta mucho hablar de eso…porque me niego a someterme a
tratamiento, odio los medicamentos. ¡Una verdadera fobia! Y
también tengo úlcera y reumatismo, que son muy dolorosos. Pero no
es nada. Sé lo que tengo que hacer para curarme yo misma”
- “Sin mis enfermedades tengo frío”

Luego propusimos que circulando por el espacio muestren a los


demás la frase elegida por cada uno, y que a partir de las frases del otro, de
las miradas de los otros colegas, de sus gestos fuesen encontrando una
manera de agruparse. Una vez conformados los subgrupos les propusimos
que cada grupo armase una escena donde estuvieran presentes las palabras
elegidas, y que incluyesen en la misma los personajes que quisiesen,
incluso los que no estuvieran en el texto.
Relataremos una sola de las escenas (la última) que el grupo de
trabajo produjo ese día para intentar compartir algo del clima de las
mismas no sin mencionar que la sucesión de escenas produjo en los
presentes, incluidos los coordinadores de la actividad, un crescendo de
intensidad que afectó a todos.
Cabe así mismo destacar que en ninguna de las escenas apareció la
terapeuta como personaje.
Había tres personajes “Georgette”, la “enfermedad” y la “madre”. La
directora de escena había propuesto armar una “escena foto”: Georgette
estaba acostada y detrás de su cabeza el personaje “enfermedad” le

86
DERIVAS DEL TEXTO DE JOYCE MACDOUGALL

agarraba los brazos por detrás. Al costado y de pie el personaje “madre de


Georgette” con los brazos al costado del cuerpo, mira a su hija con gesto
de agotamiento.
Al pedido de una palabra que dé cuenta de la sensación en ese
momento a cada personaje Georgette dirá “frío”, el personaje enfermedad:
“la protejo” y la madre “hinchada”.
La directora de escena pedirá un cambio de gesto corporal.
Georgette toma rápidamente ella a la enfermedad por los brazos, la madre
sube los brazos y ablanda su gesto. Frente al nuevo pedido de una palabra
a cada personaje Georgette dirá “cubrirme”, la enfermedad “me está
agarrando” y la madre “aire”.
En la idea de pensar significaciones, sentidos posibles, la escena
parecía hablar de la potencia de Georgette cuando se la habilitaba a
producir algún movimiento para modificar la relación de sometimiento a
la enfermedad. Aparecía también el agotamiento de la madre (la nula
disponibilidad / “madre muerta”) en el vínculo con Georgette, que no lo
modificó la propuesta de transformación del gesto corporal de la Directora
de escena. Pero este modo de lectura está producida desde una lógica: “la
de la representación”. Lógica significante que opera en la producción
subjetiva.
Pero las escenas han sido producidas a partir del encuentro de las
palabras de Georgette con los colegas/terapeutas. Las palabras de
Georgette, sus modos de afectar los cuerpos, impactar subjetividades
fueron causa de escenas y nos convocan a pensar otros modos de
producción de subjetividad: “la lógica de la multiplicidad”. Al decir de
Ana Fernández: “el dispositivo ponía en visibilidad que en el cotidiano de
nuestras acciones, pensamientos, discursos están presentes simultánea-
mente una lógica de la representación y una lógica de la multiplicidad, en
éste puede resaltarse el atravesamiento permanente entre un plano
discursivo que opera en el dominio del lenguaje tanto explícito como
implícito y un plano de los cuerpos que con sus intensidades y
afectaciones opera todo el tiempo sobre el primero”.

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ASOCIACIÓN ARGENTINA DE PSICOLOGÍA Y PSICOTERAPIA DE GRUPO

Las escenas en tanto producción vincular deja indecidible el “qué y


el “quién”; es producción inmanente, es situación en multiplicidad de
experiencias entre quienes la habitan.

Las escenas y sus afectaciones sobre el grupo de escritura..


En nuestro recorrido escritural hubo un antes y después de la realización
de las escenas Ellas parecían haber desplegado la palabra de Georgette y la
dimensión de su sufrimiento. Ellas, las escenas parecían haber impactado
la hegemonía de la palabra y pobladas de gestualidad, de cuerpos en acto y
sus intensidades, habían despejado otras dimensiones en nuestra relación
con el texto.
No fue objetivo de la construcción de las escenas la
“representación”, sino la emergencia de acontecimientos grupales que nos
permitiese producir/visualizar las implicaciones en juego. Pero trabajar
con las implicaciones es trabajar con las intensidades. Estas no se
producen a través de signos preformados, ni tienen al decir de
Kononovich/Saidón:
…“una gramática que las organice. Producen encuentros, habitan
líneas, desarrollan mezclas, son signos que portan el acontecimiento, y no
lo representan….comienza a surgir otro acontecimiento: la dramati-
zación-afección…escena en la cual a los cuerpos les acontece algo del
orden de la incertidumbre, de lo inesperado, de lo impensado, momento
en el cual ni el protagonista ni el coordinador conducen la dramatización
sino que, en gran medida son conducidos por ella”.
¿Coordinador y protagonistas son conducidos…son producidos en
la escena?
Cabe acá preguntarnos acerca de la escena analítica. Volveremos
más adelante sobre esta pregunta, no sin antes mencionar el registro de
novedad que las escenas produjeron en nuestro grupo de escritura.

88
DERIVAS DEL TEXTO DE JOYCE MACDOUGALL

“La vincularidad” nos interrogaba en el doble juego: el de nuestras


implicaciones con el texto y mirando en el texto el vínculo entre
Georgette y su terapeuta.
En cuanto a nuestra implicación con el texto volvamos al recorrido
de nuestro encuentro con él.
Contacto a través de la lectura, malestar o dificultad para trabajarlo,
producción de escenas, aperturas al encuentro con el texto.
Muchas veces nos preguntamos por qué no aparecía en las escenas
como personaje Joyce McDougall. Revisamos las frases propuestas y
elegidas y no encontramos en ellas la causa de su ausencia en la
dramatización.
¿Acaso las escenas revelaban algo que en el texto no podíamos
encontrar? ¿Aquello que en nuestro encuentro con el texto no
encontrábamos acerca de la implicación, de las afectaciones de Joyce
McDougall no reductibles a la lectura contratransferencial que ella
plantea? ¿Qué de Joyce McDougall y qué de Georgette produjeron el
“entre” terapéutico, pensado como el encuentro no de dos términos a
priori sino en la producción subjetiva efecto de ese encuentro?
¿Acaso la ausencia de Joyce McDougall en las escenas, esas
producciones “acontecimientales”, en código de intensidades, sin
gramática previa nos hablaban de la ausencia de sus afectaciones en el
relato clínico?
-Unas palabras en el texto de Joyce McDougall nos invitaron a
pensar en su relación con Georgette.
Transcribimos:
…. “Conmovida por esta muda comunicación somática, me vi a mí
misma tomando en brazos a una niñita, como para asegurarle que no la
abandonaría, que su cuerpo no iba a explotar. Sin duda alguna su discurso,
como una comunicación primitivamente inconsciente, estaba destinado a
crear aquella reacción contra transferencial”.

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ASOCIACIÓN ARGENTINA DE PSICOLOGÍA Y PSICOTERAPIA DE GRUPO

Algunas conceptualizaciones para seguir pensando


La transferencia y luego la contratransferencia se ubicaron como
operadores centrales del trabajo analítico, pensado como “totalidad”
abarcadora del vínculo analítico. La mirada producida desde la
Epistemología de la Complejidad nos ha llevado a revisar también la
conceptualización del vínculo analítico, pensándolo como un entramado
de dimensiones, no solo las transferidas. Hace lugar así a dimensiones
vinculares, situaciones singulares, construidas en cada encuentro. Hace
lugar a la novedad, a construcciones de novedades que en ningún modo
actualizan repeticiones (aún con sus diferencias) de prototipos infantiles.
Multiplicidad de despliegues vinculares co-producidos por el encuentro
terapeuta/paciente.
Al decir de María Cristina Rojas (2002) “dada la fuerte vigencia del
encuentro con el analista como subjetividad, el paciente no solo transfiere
sino que se vincula en actualidad y el analista no sólo escucha, sino que a
su vez también transfiere”.
Según Berenstein (2001) al interior de la escena analítica tiene lugar
la transferencia (y su complementariedad la contratransferencia) como
despliegue del mundo infantil y de las relaciones de objeto y también la
emergencia de lo que antes no había, productor de un hecho nuevo y
vincular que él llamará “interferencia”. “Transferencia” e “interferencia”
no son complementarias. En la lógica de la transferencia se “re-encuentra”
algo delo que se perdió, siendo el analista soporte del encuentro con el
objeto perdido. En la lógica de la interferencia NO hay re-encuentro. Hay
advenimiento de novedad, la cual interpela la subjetividad instituida. La
interferencia no completa a la transferencia, es del orden de un exceso, no
de una falta y reclama un trabajo a realizar. “Interferencia es aquel campo
donde el vínculo del analista con el paciente y de éste con aquel no se
reduce a sus representaciones sino que las excede y brinda un efecto de no
coincidencia y sorpresa” (Berenstein 2004).
La idea de “interferencia” reclama la puesta en la escena vincular de
las nociones de “presencia” y “ajenidad”. “Presencia” como cualidad que

90
DERIVAS DEL TEXTO DE JOYCE MACDOUGALL

impone en el otro una marca que lo modifica. “Presencia” del otro que no
figura como representación, que no se deja convertir en “ausencia” y que
no se podrá inscribir. Inaugura un nuevo funcionamiento: el “juicio de
presencia”.-el yo deberá discernir si el otro puede pasar a ser ausente,
desparecer como ajeno- o en tanto presencia le reclamará realice
operaciones necesarias para modificarse.
Es en relación a la “presencia” que Berenstein y Puget teorizarán la
idea de “imposición” (como efecto de “presencia”), como la acción de un
otro que impone, hace marca independientemente del deseo de quién la
recibe. Es un concepto creado para mencionar la particularidad del
encuentro entre dos alteridades, en lo que hace al hecho que el otro
siempre dotado de alteridad, necesariamente las impone y al hacerlo
descoloca las posiciones identitarias. Es una acción constituyente del
vínculo, porque debe hacer lugar al otro donde antes no lo había, es dar
lugar a la presencia que remite a la ajenidad del otro. Aquello que viene
del otro, el psiquismo trata de reconocerlo mediante la representación.
Pero algo queda afuera de la representación e insiste como presentación.
Así, una dimensión del vínculo analítico será la disposición a la
transferencia como repetición y deberá ser diferenciada de lo novedoso.
La primera es del orden de la elaboración, la otra es del pensar una nueva
posibilidad, una nueva inscripción que de alguna manera impacta a lo ya
instituido. Es en ese sentido, un encuentro es significativo si modifica a
quienes lo producen, y será origen (nunca único, siempre singular y
situacional) si produce una novedad donde había ausencia de inscripción
previa a ese encuentro. Si hay producción subjetiva, si hay inscripción
inaugural, si hay renovada producción de novedad, hay vincularidad.
Estas complejizaciones del vínculo analítico reclaman la idea de un
terapeuta implicado, en situación. Analista en tanto subjetividad
compleja, entramado en la dimensión socio histórica. Desplazamiento del
trabajo analítico como develamiento de lo reprimido a trabajo de co-
construcción del vínculo analítico, lo cual reclama ir más allá de la
resignificación. (Rojas / Matus) re trabajan la idea de “implicación” en la

91
ASOCIACIÓN ARGENTINA DE PSICOLOGÍA Y PSICOTERAPIA DE GRUPO

Clínica Vincular como obstáculo y motor, como paradoja que otrora


señalara Freud para la transferencia. Subrayan a su vez que la implicación
del analista puede “devenir motor del proceso analítico operando como
paradoja creativa; o constituirse como obstáculo al modo de lo que
venimos denominando “involucración del analista”. Dicha involucración
se produce en situaciones clínicas que pueden dar lugar a actings del
analista, a partir de un grado de afectación del mismo que pone en riesgo
el sostén de la abstinencia”.
Así una clínica vincular no acentúa el yo y el otro, en tanto
términos que anteceden al encuentro, sino la producción múltiple y en
inmanencia.

Volvemos a la escena y al historial


¿Cómo pensar la intervención de Joyce McDougall habilitando en esa
escena clínica las dimensiones de la interferencia, de lo que hace exceso
en relación a la transferencia y responde a otra lógica? El
entrecruzamiento entre las lógicas de la representación y las lógicas de la
multiplicidad. De intensidades no discursivas y silencios que hacen
presencia, no ausencia en tanto modos de afectaciones.

Dos recortes del párrafo elegido nos convocan a pensar:


“muda comunicación somática”
“reacción contratransferencial”
¿Cómo trabajar la idea de “muda comunicación somática” si la
repensamos a la luz de las ideas que fuimos desarrollando?
Dice Suely Rolnik acerca del cuerpo vibrátil: “una capacidad
diferente de nuestra subjetividad, más desconocida por su represión
histórica… Capacidad que nos permite aprehender el mundo en su
condición de campo de fuerzas vivas que nos afectan y se hacen presentes

92
DERIVAS DEL TEXTO DE JOYCE MACDOUGALL

en nuestro cuerpo como sensaciones. …esta capacidad está desvinculada


de la historia del sujeto y del lenguaje…el otro es una presencia viva
hecha de multiplicidad plástica de fuerzas que pulsan en nuestra textura
sensible. Se disuelven así las figuras del sujeto y objeto, y con ella la
separación del cuerpo respecto del mundo”.
Entonces la “muda comunicación somática” podría ya no sólo ser
pensada como déficit simbólico sino también como la presencia de otros
regímenes de códigos no lingüísticos. Siguiendo a Ana Fernández se
distinguen dos procedimientos distintos en los que actúan los cuerpos: “los
cuerpos letrados y los cuerpos que redundan como un modo particular de
afectar y por lo tanto de existir. Se abren así dos problemas a pensar,
estrechamente entrelazados: ¿cómo pensar los cuerpos, esos impensados
del lenguaje y cómo pensar la intensidad, ese impensado de la
representación”?
En cuanto a la “reacción contratransferencial” que Joyce McDougall
ubicará como causa de haberse visto a ella misma tomando en brazos a
una niñita retorna la pregunta sobre la cualidad afectiva que “interfirió”
(aludimos aquí al concepto de interferencia) en acto, algo que se fue
produciendo más allá o a pesar de las teorías..
En los últimos años, los dispositivos cara a cara son amplia mayoría,
y más aún en dispositivos de más de otro en sesión, lo cual.apremia a
pensar las condiciones en que la afectación produce trabajo analítico, en
que el cuerpo del analista está expuesto y co-construye.la cualidad para
pensar con otros. Esto descompleta (“suplementa” diría Ignacio
Lewkowicz) el par transferencia-contratransferencia, y abre para que el
“toque” (como diría Nancy), trabajado entre nosotros por Ricardo Gaspari
se oriente a producir neogénesis (Bleichmar) en una experiencia analítica
abierta a lo acontecimental.

93
ASOCIACIÓN ARGENTINA DE PSICOLOGÍA Y PSICOTERAPIA DE GRUPO

Para cerrar algunas ideas sobre la escena analitica


Durante años los organizadores de la escena analítica incluían la idea del
encuadre, la abstinencia y la neutralidad por parte del analista.
Antes de avanzar digamos brevemente que el desplazamiento desde
la lingüística a la semiótica supone la presencia de múltiples regímenes de
signos no hegemónicos. Múltiples regímenes afectándose y produciendo
efectos.
¿Qué nos permitiría repensar la semiótica en relación a “la escena
analítica”? Sosteniendo la “abstinencia” como soporte fundamental del
trabajo como lo hemos planteado a lo largo de este escrito, queda
interrogada la neutralidad, solidaria con el par transferencia-
contratransferencia como el único habitante de la clínica.
Ella, la semiótica, nos arrima a pensar en una lógica de
agenciamientos pensada como co-funcionamiento de elementos
heterogéneos que comparten un territorio: la escena analítica. Paciente y
analista ubicados en diferentes posiciones inmanentes en esa experiencia
singular, en un juego de implicaciones que los atraviesa.
En tanto co-producido en inmanencia, ambos, terapeuta y paciente
no sólo co- producirán en el terreno analítico que comparten, sino que el
efecto de este encuentro/entre -si lo hay- resultará en el devenir de
inaugurales posiciones subjetivas para ambos.

BIBLIOGRAFÍA
Barros, G.- Baremboim, C. y otros. 2004. “Transferencia y repetición. Novedad y
Transformación. De la transferencia a las transferencias. 50 Aniversario.”
“Pensamiento vincular”. Buenos Aires: Ediciones del Candil.
Berenstein, I. 2007. “Del Ser al Hacer”. Buenos Aires, Paidós.

94
DERIVAS DEL TEXTO DE JOYCE MACDOUGALL

Bleichmar, S. 2008. “Clínica psicoanalítica y neogénesis”. Buenos Aires,


Amorrortu.
Bonano, O. [s/f] “Comentarios y ampliaciones (sobre un texto de Lourau)”.
Ficha..Interna AAPPG.
Bozzolo, R. 1999. “Lo grupal y lo institucional. Dimensiones de la clínica”. Ficha.
Castoriadis, C. 1975. “La institución imaginaria de la sociedad”. Buenos Aires,
Tusquets editores.
Deleuze, G.2005. “Derrames”. Buenos Aires, Editorial Cactus; 2008: “En medio de
Spinoza”.
Fernández, A.M. 2007. “Las lógicas colectivas. Imaginarios, cuerpos y
Multiplicidades”. Buenos Aires: Editorial Biblos.
Gaspari, R. 1992. “El psicoanalista en el proceso analítico familiar”.
Revista..AAPPG. Vol. 15 N° 1. -2011:“La intervención psicoanalítica en el campo
vincular”. “Formaciones transubjetivas en los vínculos familiares”, Buenos Aires:
Psicolibro ediciones.
Kononovich, B.- Saigón, O. 2000. “La escena institucional.” Buenos Aires: Lugar
Editorial
Lourau, R. [s/f] “La lógica de la implicación. Una introducción al análisis.
Institucional.” (Ficha interna de un texto inédito)/ (1987-1990) “Implicación y
sobre implicación”.
Puget, J. 2009. “Teoría de la técnica: Qué, cómo, cuándo, dónde, por qué, para
qué”. “Una clínica de pareja, de familia, de grupo.” Brasil: Revista do Nesme. V.2
Nro. 6..2015. “Subjetivación discontinua y psicoanálisis”. Buenos Aires: Lugar
Editorial.
Matus, S.- Rojas, M.C. 2017. “Vínculo analítico: Más allá de la transferencia”,
Buenos Aires: Revista. Editorial AAPPG.
Méndez, M.L. 2011. “Procesos de subjetivación. Ensayo sobre Antropología y
Educación”. Buenos Aires: Editorial, Fundación La hendija.
Morín, E. 2004..“Epistemología de la complejidad. Gazeta de Antropología.”
Rolnik, S. 2006. “Geopolítica del chuleo”: “Ofertas identitarias de fin de siglo”.
Reportaje realizado por Levin, M. y Najmanovich, D.

95
ASOCIACIÓN ARGENTINA DE PSICOLOGÍA Y PSICOTERAPIA DE GRUPO

96
ODISEA DE UN ANÁLISIS. TRABAJANDO ENTRE LA ESPUMA Y EL FUEGO

Odisea de un análisis.
Trabajando entre la espuma y el fuego

ASOCIACIÓN ESCUELA ARGENTINA DE PSICOTERAPIAS


PARA GRADUADOS

(AEAPG) 1

Coordinadora: Adriana Cabuli


Integrantes: Fabián Actis Caporale, María Auruccio,
Violeta Buchbinder, Lucila de la Serna,
Claudia Foks, Alicia Hasson y Carlos Malvicini 2

“¿Ya hablé del perfume del jazmín?


Ya hablé del olor del mar.
La tierra es perfumada.
Y yo me perfumo para intensificar lo que soy (…)
Perfumarse es una sabiduría instintiva (…)
es bueno perfumarse en secreto.”

Revelación de un mundo
Clarice Lispector

1http://www.aeapg.org.ar
2factiscaporale@yahoo.com.ar, marita_auruccio@yahoo.com,
violeta@buchbinder.com.ar,.adrianacabuli@hotmail.com,.luciladelaserna@gmail.com,
claudiafoks@gmail.com, hassonalicia@gmail.com,.carlosmalvicini@gmail.com

97
ASOCIACIÓN ESCUELA ARGENTINA DE PSICOTERAPIAS PARA GRADUADOS

Pensar un caso de manera grupal implica elegir algunas líneas de


trabajo, entre muchas otras.
Al acercarnos al material notamos un modo de abordaje
diferente a las posibilidades de nuestra clínica. Nos preguntamos, cómo
encararíamos un tratamiento que requiere una frecuencia alta de
sesiones en las condiciones actuales, con un paciente que se presenta
con una sintomatología somática tan "florida" y que en la primera
entrevista da cuenta de su extrema vulnerabilidad.
¿Qué disponibilidad interna y externa es necesaria en un analista
para sostener y promover un cambio psíquico en un paciente con estas
características, que por momentos promueve fascinación y en otros
rechazo?
Entendemos que en este caso hubo una dupla analista-paciente
dispuesta a realizar un recorrido conjunto.
El trabajo de Joyce McDougall está basado en un extracto de
sesiones del quinto año de tratamiento. La paciente elige para que el
caso sea publicado el seudónimo "Georgette", significante con
resonancias representativas de su conflictiva interna. Tiene 32 años,
“delgada y bonita”, parece disfrazar su aspecto delicado y femenino.
Realizó un análisis previo durante el cual terminó con éxito sus
estudios como pediatra, se divorció de su primer marido (elegido por
su madre) y conformó una nueva pareja con la que tuvo dos hijos.
Su familia de origen estaba compuesta por sus padres, dos
hermanas menores y su abuela. Las mujeres dormían de un lado de la
casa y el padre en el lado opuesto. Éste, era hijo adoptivo de la abuela
de Georgette, su madre biológica había sido prostituta.
La madre de Georgette recibía en su casa a sus amantes, usando
para estas ocasiones un camisón de “crepe georgette”. La paciente
dormía con un pañuelo de esa misma tela, regalado por su madre.

98
ODISEA DE UN ANÁLISIS. TRABAJANDO ENTRE LA ESPUMA Y EL FUEGO

Al iniciar la lectura del material la figura de la madre surge con


mucha pregnancia, mientras que la figura paterna va cobrando
presencia a lo largo del recorrido.

En los orígenes...
Georgette presenta trastornos somáticos graves. Consideramos
importante remitirnos entonces a los momentos tempranos del vínculo
con la madre y su ambiente.
Nos preguntamos cómo fueron los primeros tiempos de
constitución subjetiva.
Para Freud existe una estructura yoica inicial denominada Yo
real primitivo que tiene como función principal establecer una
"primera orientación en el mundo". Consiste en diferenciar los
estímulos provenientes del propio interior, es decir pulsionales, de
aquellos que provienen del exterior y pueden resolverse a través de la
motilidad (fuga). Los pulsionales sólo pueden ser resueltos con una
acción específica. Es necesario que el contexto decodifique las
necesidades del infans y produzca las acciones específicas a través de
una disponibilidad empática.
En términos de Bion, sería la función de rêverie de la madre la
que protege de las vivencias catastróficas de desamparo. La rêverie
depende del estado mental de la madre como continente.
Según Maldavsky (1992), las perturbaciones en la constitución
del Yo real primitivo ponen en riesgo la diferenciación entre exógeno
y endógeno, ya que el dolor y el estancamiento libidinal borran esta
diferencia. Para que el contexto filtre el exceso de cantidad y el Yo
pueda rescatarse de su inermidad ante la pulsión, es necesario que se
produzca una recepción tierna de dicha demasía que queda así
neutralizada.

99
ASOCIACIÓN ESCUELA ARGENTINA DE PSICOTERAPIAS PARA GRADUADOS

Un modo en que el infans resuelve la falta de vivencia para la


pulsión, es cediendo a otro la actividad. De lo contrario, la fijación
pulsional es a los órganos y el único procesamiento yoico posible es a la
alteración interna en el intento de ligar libido, autoconservación y
pulsión de muerte.
Resultan fundamentales un ambiente facilitador y una función
materna que actúen como filtro de los excesos pulsionales. Cobra
relevancia así, la presencia de la ternura y la empatía.
Consideramos que en el vínculo entre Georgette y su madre
hubo una inversión, ya que su cuerpo infantil fue soporte para la
perentoriedad pulsional materna.
Sólo lograba convocar el cuidado al enfermarse con
manifestaciones visiblemente explosivas en busca de la mirada
materna. Búsqueda ilusoria, de la que resulta un encuentro fallido, sin
lugar para la construcción de un vínculo tierno y empático. La paciente
describe que la mirada de su madre era “erótica y fulminante”.
Las formas en que circulaba la sexualidad en la familia acotaba
los lugares a un binomio de santas o putas, violentando a Georgette por
el exceso o la prohibición. Son reiterados los ejemplos: dormir con la
madre, saber de sus amantes, la desautorización y exclusión del padre,
la santidad de la abuela paterna, entre otros.
La hipótesis de McDougall es la existencia en determinado tipo
de polisomatizantes de una fantasía cruel de prohibición de separarse
del cuerpo materno. El temor en Georgette al riesgo de estallido y
despedazamiento de su cuerpo fue una constante. Tal como sucedía
con el dragón del mito de San Jorge al que se le daban de comer bebés
en sacrificio, la madre de Georgette sacrificaba la individuación de su
hija sosteniendo un vínculo profundamente ambivalente.
La fantasía de Georgette de ser una santa -tal la interpretación de
la analista- se contrapone a la convicción de ser un dragón ávido de
sangre. Avidez originada en la insatisfacción libidinal. La relación

100
ODISEA DE UN ANÁLISIS. TRABAJANDO ENTRE LA ESPUMA Y EL FUEGO

originaria fallida dificultaba seriamente la construcción de la vivencia


de "ser". La respuesta que Georgette halló a su desvalimiento fue el
desarrollo de una relación osmótica. Dos episodios en la transferencia
lo ejemplifican. Uno de ellos es cuando la paciente, al observar la piel
bronceada de la analista, le expresa "¡Qué le ha hecho a mi cara?".
En otro episodio exclama: “¡Qué sorpresa, acabo de cruzarme en la
calle con nuestro marido!”.
Los momentos de separación de su analista son acompañados con
profundas vivencias de inestabilidad y vacío, manifestando trastornos
somáticos, como eczemas y edemas, expresión del desvalimiento que la
deja “en carne viva”. Aquello que se oponía a la mejoría de su patología
corporal, era la fantasía de dejar de existir. Pagaba con "carne
sufriente" para evitar el encuentro con la angustia por la falta de “ser".
Espósito y Lustgarten (2010) han estudiado las nociones de
inmunidad e identidad. Resultan valiosas aplicadas al estudio de los
procesos de la patología alérgica tal como padecía Georgette. En estos
casos, los procesos psíquicos se caracterizan por la indiferenciación
entre lo propio y lo ajeno, y por una defensa exagerada de la frágil
identidad que conlleva el riesgo de la autodestrucción. La rigidez en el
intento por preservar la identidad, frágilmente construida, lleva al
despliegue de una lógica identitaria que difícilmente se arriesgue al
“entre” o al pensamiento paradojal. Enfoque que abriría el juego a lo
espontáneo y a la contradicción considerada como una oportunidad
para el descubrimiento.

Los ataques del dragón


En los comienzos de la vida psíquica, las sensaciones olfativas tienen
preeminencia. Los olores para Georgette revestían una profunda
importancia que remitían a lo más primario. El olor de los mariscos le
provocaba reacciones alérgicas. Aludía a las figuras parentales
fusionadas, traduciéndose en desarrollos psíquicos paranoides.

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1
ASOCIACIÓN ESCUELA ARGENTINA DE PSICOTERAPIAS PARA GRADUADOS

Diversos aspectos de lo olfatorio se van manifiestando y


tramitando. Esto da cuenta del cambio psíquico que promueve el
proceso analítico al propiciar el pasaje del olor como pura sensación al
olor en tanto evocante.
Emociones tales como la tristeza, la excitación y el entusiasmo,
le resultaban intolerables. Su modalidad para enfrentar el conflicto
estaba basada en el alejamiento de aquello que le producía placer. Por
tanto, la pulsión infantil de investigar y de "husmear", se reprimía
violentamente regresando el desarrollo libidinal -en camino inverso- a
investir el cuerpo.
En la adolescencia Georgette comienza a salir con un joven que
le genera emociones que plasma en su diario íntimo, dando cuenta de
un mundo interno fantasmático. El padre, al espiar el diario, descarga
su violencia y severidad castigándola física y verbalmente: "su orgía de
odio duró tres días”. Ante el registro del surgimiento en Georgette de
lo pulsional con algún rastro de subjetivación se desencadena en el
padre una locura furiosa. De esta manera cercena el deseo sexual, el
deseo de investigar y el despliegue de la fantasía. Podemos decir que el
padre reforzó la modalidad endogámica.
Los pacientes con vivencias profundas de desam-paro, remiten a
momentos arcaicos: experiencias de fusión primaria e
indiferenciación del adentro y del afuera. Como plantea Maladesky
(2005) “Lo que está en juego en estos casos es la paradoja constituída
por el par angustia de intrusión - angustia de separación. Así se
fundamenta el concepto de distancia de objeto que no afecta a la
problemática del deseo sino a la formación del pensamiento.”
Avanzado el viaje terapéutico, Georgette logra trabajar sobre la
polisemia del significante "mariscos". Se inicia así el pasaje de la figura
del “padre lagunoso” a la de un “padre fascinante”, posibilitando una
dinámica edípica, exogámica.

102
ODISEA DE UN ANÁLISIS. TRABAJANDO ENTRE LA ESPUMA Y EL FUEGO

Luego de siete años remiten algunos de sus trastornos somáticos,


excepto las alergias cutáneas y edemas. La analista creativamente,
nomina como “frutos prohibidos” a los alimentos que las provocan. A
través de esta creación se evidencia una analista conectada con el
mundo fantasmático de la paciente. A la vez construye
representaciones transicionales que -con una impronta cultural y
religiosa- facilitan la tramitación de dolorosas y conflictivas vivencias.
El mundo emocional y representacional de Georgette rebosa de
dualidades e imágenes religiosas: santa-puta, placer-dolor, culpa,
castigo y sacrificio.

Los frutos del análisis


El análisis de un sujeto puede circular por diversos caminos, según el
analista con el cual se encuentre. Esta paciente halló en McDougall
una analista que la invistió como su madre no pudo.
Piera Alaugnier plantea la importancia de las entrevistas
preliminares y los movimientos de apertura de un tratamiento en un
posible paciente. En este caso, Georgette hizo de la analista el soporte
de las intensas cargas afectivas de sus proyecciones. De haber sido
rechazada, se hubiera producido la reapertura de una herida con un
posible efecto desestructurante. Esta situación fue captada por la
analista.
Aulagnier (2003) plantea que un analista debe realizar un
autodiagnóstico sobre su capacidad de investir y de preservar una
relación transferencial con ese sujeto singular que le consulta. Propone
que toda demanda de análisis responde a una motivación al servicio del
deseo de vida. También es necesario que Tánatos se haga presente
dentro del contexto de esta experiencia para ser desenmascarado,
permitiendo un trabajo de reintrincación pulsional.

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3
ASOCIACIÓN ESCUELA ARGENTINA DE PSICOTERAPIAS PARA GRADUADOS

Georgette consulta con McDougall luego de haber leído sus


escritos, confiando en que ella le facilitaría desplegar su "problemática
psíquica muy enferma.”
La transferencia da cuenta de la realidad del inconsciente y
posibilita al analista comprenderla in situ. Pertenece a la realidad
psíquica pero toma elementos de la realidad objetiva que le permite
manifestarse.
Al finalizar la primera entrevista, la descompensación de la
paciente muestra su aspecto dragón que controla, asusta y a la vez
seduce a la analista. Ésta parece no tener opción y se ve "forzada" a
tomarla en tratamiento; la seduce al descompensarse y la implica al
traer dos sueños con ella.
El sueño con la analista embarazada con una niña en su falda,
marca el profundo temor a estar destinada a no tener un lugar.
Por un lado Georgette parece apropiarse de la analista como se
siente apropiada por su madre. Hiperpresente y ausente a la vez. Le
hace sentir el atrapamiento y la seducción erotizándola e
inmovilizándola con sus ataques somáticos.
Por otro lado, a través del sueño, construye una expresión
simbólica en la búsqueda de ser mirada, convocando un modo de
encuentro diferente a las explosiones del cuerpo.
Lo que sucedió en las primeras entrevistas preanuncia las
manifestaciones transferenciales que ocuparon el primer plano de la
escena en el curso de la experiencia.
Difícil tarea la de favorecer la movilización y reactivación del
conflicto psíquico infantil que desgarra a Georgette. Es notable que
sumida en este teatro infantil logre ser responsable del cuidado de
otros niños, sus pacientes y sus propios hijos.

104
ODISEA DE UN ANÁLISIS. TRABAJANDO ENTRE LA ESPUMA Y EL FUEGO

Para finalizar
Georgette, una espuma, una textura, lo sensorial derramado, es una
niña y una mujer. Su piel dañada apenas le da existencia.
Fusión y límite cobran importancia, expresándose en el
escenario de este cuerpo-teatro donde los trastornos le hablan a una
analista capaz de ser espectadora participante.
Sus olores y perfumes son como diques protectores en esa
frontera llamada piel. Georgette es pulsión que desborda en el olor
arcaico de deseo y rechazo.
Las intervenciones analíticas en este tipo de pacientes apuntan,
en un inicio, a ir construyendo sentido. Al significar las experiencias
afectivas con más discriminación se alcanza una mayor integración del
funcionamiento psíquico. Ante el desamparo, la analista funciona
como continente empático, habilita así el surgimiento de las “locuras
privadas” de la paciente.
El análisis fue propiciando un intercambio libidinal en el que se
cuestionaba la lógica del “volar los puentes para que el enemigo no se
acerque". Con esta modalidad de exceso de preservación, no lograba
registrar el riesgo de daño a aquello que se buscaba cuidar. Ante la
fantasía de intrusión y de abandono, la analista promueve el contacto,
el intercambio. Lentamente se da el pasaje de la indiscriminación a la
construcción de lo singular y propio.
El análisis fue posibilitando el armado de una historia ficcional
que mediara entre las fantasías patógenas y aquellas representaciones
que facilitaran la exogamia. En ese sentido considerar este proceso
como una “aventura”, tal como lo plantea la analista, abre las puertas a
un espacio psíquico de libertad.
Los analistas hoy, atravesados por las lecturas de nuestros
maestros, así como por las propias escrituras, enriquecemos el trabajo
para seguir repensando nuestra labor. A veces la tarea es ardua, los

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ASOCIACIÓN ESCUELA ARGENTINA DE PSICOTERAPIAS PARA GRADUADOS

puntos de referencia y el horizonte se desdibujan. En otros momentos


el surgimiento de una epifanía, cuando el insight se transforma en un
hito relevante, nos permite afirmar que "vamos por buen camino"
alentando nuestro quehacer.

BIBLIOGRAFÍA
Anzieu D. (1998) El yo piel. Madrid: Biblioteca Nueva.
Aulagnier, P. (2003) El aprendiz de historiador y el maestro-brujo. Buenos
Aires: Amorrortu.
Balint, M. (1979) La falta básica. Barcelona: Paidós.
Bion, W. R. (1966) Aprendiendo de la Experiencia. Buenos Aires: Paidós.
Espósito, R. (2005) Inmunitas: protección y negación de la vida. Buenos Aires:
Amorrortu.
Freud, S. (1895) Proyecto de Psicología para neurólogos. OC, Vol. I. Buenos
Aires: Amorrortu.
(1900-1901) La interpretación de los sueños. OC, Vol. IV. Buenos
Aires: Amorrortu.
(1915) Pulsiones y destinos de pulsión. OC, Vol. XIV. Buenos Aires:
Amorrortu.
Green, A. (1990) De locuras privadas, Buenos Aires: Amorrortu. 2001
Lispector, C. (2004) Revelación de un mundo. Buenos Aires: Adriana Hidalgo
Editores.
Lustgarten de Canteros, N. (2010). Cuerpos, fronteras y límites identitarios un
inter-juego entre el pensamiento contemporáneo y la clínica
psicosomática. Rev. chil. psicoanálisis, 27(2), 117-128.
Maladesky, A. (2005) Psicosomática. En A. V. Maladesky, M. B. López y Z.
López Ozores (Comps.), Psicosomática: aportes teórico clínicos en el siglo XXI
(pp. 231-248). Buenos Aires: Lugar.

106
ODISEA DE UN ANÁLISIS. TRABAJANDO ENTRE LA ESPUMA Y EL FUEGO

Maldavsky, D. (1992) Teoría y clínica de los procesos tóxicos. Buenos Aires:


Amorrortu.
McDougall, J. (1989) Teatros del cuerpo. Madrid: Julián Yébens.
(1990) Alegato por una cierta normalidad. Buenos Aires: Paidós.
Neves, N. y otros (1994) Del suceder psíquico. Buenos Aires: Editorial Nueva
Visiòn.
Pistiner de Cortiñas, L. (2007) La dimensión estética de la mente, variaciones
sobre un tema de Bion. Buenos Aires: Ediciones del Signo.
Tustin, F. (1990) El cascarón protector en niños y adultos. Buenos Aires:
Amorrortu. 1072006
Winnicott D.W. (1971) Realidad y Juego. Barcelona: Gedisa.
(1998) Acerca de los niños. Buenos Aires: Paidós.
(2015) Exploraciones Psicoanalíticas I. Buenos Aires: Paidós.

10
7
ASOCIACIÓN ESCUELA ARGENTINA DE PSICOTERAPIAS PARA GRADUADOS

108
LOS MIL Y UN CUERPOS EN GOERGETTE

Los mil y un cuerpos en Georgette.


Del cuerpo al nombre propio

ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA ARGENTINA


(APA)1

Elena Alfonsín, Claudia Amburgo de Rabinovich,


Jorge Eduardo Catelli, Ariana Chorny, Ruth Diacovetzky,
Miguel Erglis, Any Krieger, Cecilia Lauriña, Cecilia Moia,
Raúl Neumann, Sibila Shammah, Felisa Widder,
Yiya Amado de Zaffore.2

Debo el esclarecimiento acerca del origen de la angustia infantil


a un varoncito de tres años a quien cierta vez oí rogar,
desde la habitación donde lo habían encerrado a oscuras:.
“Tía háblame; tengo miedo porque está muy oscuro”.
Y la tía que le espeta: “¿Qué ganas con eso?
De todos modos no puedes verme. A lo cual respondió el niño:.
“No importa, hay más luz cuando alguien habla”.
S. Freud, (1905d)
Pues prefiero tener ataques y gustarte a no tenerlos y no gustarte
Marcel Proust, (1970, Correspondencia con la madre

1departamentos@apa.org.ar
2ele10ne@gmail.com, claudia.amburgo@gmail.com, jorgecatelli@hotmail.com,
arianachorny@hotmail.com, rutdiaco@hotmail.com, miguerglis@gmail.com,
ceciliamoia@gmail.com,.kriegeranae1@yahoo.com.ar, cecilauri@gmail.com,
mraul.neu@gmail.com, sibilashammah@hotmail.com,.felisawidder@hotmail.com,
yzaffore@fibertel.com.ar

109
ASOCIACIÓN PSICOANALITICA ARGENTINA

Es característica de la APA sostener el pluralismo de


pensamiento; en este sentido esta comisión encargada de escribir el
capitulo acerca del Caso “Un cuerpo para dos”, plasmó la diversidad de
ideas dentro del psicoanálisis desde su creador, Freud y algunos de
quienes continuaron luego trabajando su teoría, los cuales fueron
nuestros referentes teóricos en el momento de intercambiar ideas. Se
organizaron dos paneles en la actividad central de la Secretaria
Científica, contando con los aportes de los siguientes invitados
representantes de distintas líneas teóricas: Federico Aberastury,
Fernando Weissmann, Liliana Denicola y María Teresa Reyes; a su vez
se realizaron talleres clínicos simultáneos previos a esta actividad
central de discusión sobre el material.
Estas contribuciones están reflejadas en el presente capítulo. El
título elegido parafraseando a Joyce McDougall nos permite
comprender los distintos cuerpos que atraviesan a Georgette.

1. Cuerpo madre. Cuerpo de la transferencia

“si dejo de surfrir físicamente, mi madre olvidará que existo


Y usted, la madre analista, me impedirá continuar con el análisis”
(p. 171)
“Espero poder mostrarle lo que nadie más sospecha. Porque he leído
algo suyo que me dio valor… como si usted me permitiera estar
muy enferma psíquicamente…” (p. 162)

Joyce nos abre las puertas a su clínica y lejos está de reservar


para sí misma ciertas intimidades, que tal vez muchos de nosotros no
dudaríamos en ocultar. La paciente Georgette de Joyce es una criatura
que en su desdichada lucha por hacer su vida más amable, nos
introduce a una exquisita lectura de su inconsciente a través de la
analista.

110
LOS MIL Y UN CUERPOS EN GOERGETTE

La autora invita a seguir su recorrido sin privarnos de los


múltiples climas vividos a lo largo del proceso, con una inusitada
maestría. Los sentimientos, los afectos, frustraciones, enojos, alegrías e
inquietudes que retornan desde el entramado transferencial nos
permiten ser testigos casi presenciales de esos encuentros.
La analista nos muestra una paciente decidida a llevar adelante el
análisis. Asiste a sus sesiones puntualmente, aún aquejada de su
“polisomatosis” desde el primer encuentro, donde el pedido de análisis
queda formulado así: “discúlpeme, me siento muy rara. Es como si se
me hinchara el cuerpo…” McDougall “Conmovida por esta muda
comunicación somática” (p. 270) decide aceptarla en análisis antes del
tiempo previsto por ella. Y así se instala la neurosis de transferencia en
todo su esplendor. ¿Será en esta escena de la transferencia que algo del
cuerpo podrá comenzar a anudarse en la cadena significante? El
desborde de angustia y el exceso de goce podrán cercarse y circular a
través del lugar de la palabra.
“Un cuerpo para dos” es el título del capítulo donde Joyce
McDougall investiga aquellos pacientes que viven la prohibición o
imposibilidad de abandonar el cuerpo de la madre dando lugar a un
cuerpo “adherido” en el que se expresan los afectos, y es a través de
éste que se intenta hablar.
Según Freud la ligazón preedípica con la madre nutricia es
hiper-intensa y su declinación le confiere un rol fundamental al odio.
Para este autor (1931b, p. 238) “la duración de la ligazón madre [...]
llegaba en algunos casos hasta el cuarto año, en algunas hasta el quinto.
[...] Más aún, era preciso admitir, la posibilidad de que cierto número
de personas del sexo femenino permanecieran atascadas en la ligazón-
madre originaria” (ibíd., p. 228)
Para Lacan el “papel de la madre es el deseo de la madre. Esto es
capital, el deseo de la madre no es algo que pueda soportarse tal cual
[…] siempre produce estragos. Es estar dentro de la boca de un
cocodrilo, eso es la madre […] y va y cierra la boca, hay un palo de

111
ASOCIACIÓN PSICOANALITICA ARGENTINA

piedra en potencia, en la boca y eso la contiene, la traba. Es lo que se


llama el falo.” (Lacan, 1962, p. 118). Por eso el nombre del padre es el
agente privilegiado del desasimiento madre-hija.
A medida que progresa el análisis se profundiza en la indagación
de estas angustias de origen; la madre de Georgette aparece como una
figura fuerte y fálica, el padre es denostado por ésta, tanto es así que
acusaciones e injurias permanecen vigentes y esta fijación dificulta la
separación.
Georgette apelaba en su búsqueda del Demonio a un padre que
apaciguara su sufrimiento. Cuando Georgette dice “cuando era
pequeña veía signos de muerte por todas partes, tenía que hacer gestos
mágicos para protegerme y para no caerme en pedazos. Tenía tanto
miedo de que dios me llevara que rezaba al demonio constantemente
para que me protegiera […]” (p. 161). Para Freud (1923d, p. 88), el
diablo es el sustituto del padre: “Dios y demonio fueron
originariamente idénticos, una misma figura que más tarde se
descompuso en dos con propiedades contrapuestas.” El dios bueno es
un sustituto del padre bueno y Satán, el padre hostil, lo cual muestra la
ambivalencia hacia el progenitor. “Es el proceso, harto familiar para
nosotros, por el cual una representación de contenidos contrarios -
ambivalente- se descompone en dos opuestos nítidamente
contrastantes. Ahora bien, las contradicciones dentro de la naturaleza
originaria de Dios son espejo de la ambivalencia que gobierna el
vínculo del individuo con su padre personal.” (Ibíd.)
La paciente evidencia con sus miedos infantiles la función de un
padre desfalleciente, en tanto que no le garantiza su lugar de
protección frente a un dios oscuro que como goce del Otro puede
aniquilarla. (cf. p. 270)
Así encontramos a Georgette con el impedimento de separarse,
de abandonar el cuerpo materno expresándose en sus manifestaciones
somáticas. ¿Un cuerpo para dos? A mayor sufrimiento del cuerpo,
mayor alivio psíquico, dice la analista. Georgette dice “si pierdo esta

112
LOS MIL Y UN CUERPOS EN GOERGETTE

capacidad para crearme úlceras, para resfriarme sin parar, dejaré de


existir. Incluso tengo celos de usted cuando está acatarrada. A mi
madre nunca la “conmovía” mi tristeza, pero cuando sufría físicamente
sí se ocupaba de mí. Tengo miedo de dejar de conmoverla a usted, de
perderla también” (p. 171)
La posición de la analista, en el caso Georgette, abierta a la
escucha, será la del destinatario de la palabra y del sufrimiento del
sujeto, así también como del goce, como barrera al inconsciente. La
maniobra transferencial en la dirección de la cura de este caso, apuntó
a “sintomatizar” estos fenómenos a lo largo de muchos años de
trabajo.Podemos señalar que Georgette quedó tomada como objeto
“resto-desecho-nada” del fantasma materno, complicándosele así el
pasaje a la separación-subjetivación, con la consecuente angustia de
desamparo ante el “rechazo materno”.
Joyce responde en la transferencia con un acto: invita a hablar a
Georgette de su “parte loca”, avalando un lugar de escucha y de
existencia como sujeto. El significante “locura” se desplegará en su
novela familiar.Georgette temía que su “demanda devoradora” pudiera
enfermar a la analista o cansarla y que si desaparecían sus síntomas
físicos, dejaría de conmover a la analista y entonces la perdería.
Con bastante insistencia juega en la transferencia a ser el objeto
caído o bien a identificarse a ser ella misma la madre que devora. La
posición de Joyce es lo que posibilitó que estas cuestiones se
desplegaran en el dispositivo transferencial, donde se jugó la
alternancia de la analista como Sujeto supuesto Saber, también
encarnando las imagos materna y paterna en sus diversos aspectos,

113
ASOCIACIÓN PSICOANALITICA ARGENTINA

2. Cuerpo doloroso. Cuerpo del odio

[…] ”Cuando mi piel y mis bronquios gritaban,


y el estomago se me desgarraba,
Mi rabia sólo me dañaba a mí misma". (p. 172)

Es la mirada del Otro materno quien determina que la imagen


del espejo es la suya; algo “disfuncionó” en este momento fundacional
en la vida de Georgette. El deseo materno quebrantado entorpeció la
posibilidad de realización de una identidad necesaria para velar la
angustia de fragmentación corporal ligada al organismo. El cuerpo
pulsional insiste así con toda su fortaleza en su estatuto caótico.
Georgette queda apresada por los fenómenos corporales. Ella no fue lo
suficiente para su madre y no recibió de ella la ilusión de una
completud imaginaria, fálica, que la ayudara a transformar lo pulsional
del organismo. El estrago, el daño, era la vivencia de invasión,
asfixiante, “narcisísticamente volcada en sí misma” por el odio
inconsciente a la madre. “Georgette se vivía así misma como propiedad
de su madre” el deseo de su madre antes que el propio, podría ser la
espuma repugnante, como expresión del deseo oculto y rechazo
simultáneo del cuerpo y la piel de ella.
Georgette sigue en su incesante búsqueda de una prueba de amor
a costa de su salud física, su cuerpo es un escenario poblado de
mensajes dirigidos a alguien que quiera escucharlos, el encuentro con
Joyce McDougall la liberará. Es así que la analista propone entonces
“Santa Georgette y el Dragón”, ya que reflejaba su teatro psíquico: se
comportaba como una santa, mientras su cuerpo “escupía fuego”. Es
decir, íntimamente se sentía como un dragón, quien representaba
además, a la madre, a la analista, al padre y a ella misma, "dispuesto a
hacer cenizas a todo con una ardiente ira." (p. 160) Las eclosiones
somáticas, no simbólicas, constituían una forma muda -no verbal- de

114
LOS MIL Y UN CUERPOS EN GOERGETTE

comunicar pensamientos y sentimientos acompañados por rabia


narcisista, que no habían podido ser elaborados psíquicamente.
Para Freud, la madre se transforma en objeto de odio por ser
considerada la "causante" (1933a, p. 117) de una herida narcisista por
su vivencia de castración ante la percepción de la diferencia sexual
anatómica: este odio es inevitable e irremplazable en los destinos
femeninos por su funcion de desasimiento y ruptura, resignifica todas
las carencias previas, reales y fantasmáticas, todos los sufrimientos
previos, desde las más primarias desilusiones hasta la culminante "falta
de pene", odio necesario para el desapego y la individuación, es por lo
tanto un odio que junto a esta prehistoria.le permitirá a la
mujer.arribar luego al Edipo.
En 1905e Freud habla de un sentimiento de “ira celosa” (p. 52)
que domina a Dora cuando ocupaba el lugar de la madre. Freud lee la
ira de Dora como una reacción a la traición perpetuada por una mujer.
Siguiendo con esta línea, pensamos en el origen de este sentimiento en
Georgette, como consecuencia del nacimiento de la hermana a sus
quince meses de edad y la consecuente vivencia de una afrenta.
Ya en 1915c, Freud considera que el odio es anterior al amor (p.
123) y, junto a la agresión, son reacciones ante las frustraciones, como
lucha del yo por su conservación y afirmación. Freud refiere que la
agresión reprimida se transforma en sentimiento de culpa (1923b).
Reconoce el papel del superyó (pulsión de muerte) en todas las formas
de enfermedad psíquica. La analista hace mención a "que durante este
relato, Georgette (Cf. p.162) parecía ignorar totalmente la intensidad
del odio que se expresaba en el lugar de aquella imago materna”.
(p.163) La analista señala que son dos imágenes de madre muy opuestas
y explica cómo la paciente ignoraba la intensidad de su odio frente a
esta imago materna, que era vivida como invasora y asfixiante. Indica
además que se trataba de una madre narcisista, que no toleraba a la hija
si ésta no respondía a todas sus expectativas. Pensamos como Joyce
que, sin las somatizaciones, el peligro que sintió Georgette fue el temor

115
ASOCIACIÓN PSICOANALITICA ARGENTINA

de volverse loca o actuar su odio y rabia contra su madre y hermanas.


(p. 173) En el apartado infra acerca objeto transicional -objeto fetiche
desarrollamos la posibilidad de que la piel de Georgette funcionara
como fetiche y limite a la vez. Georgette expresa: "cuando mi piel y
mis bronquios gritaban, y el estomago se me desgarraba, mi rabia sólo
me dañaba a mí misma”. (p. 173)

3. Cuerpo transicional. Cuerpo fetiche

“¿Y usted, qué le ha hecho a mi cara?”


(p. 10)

Joyce McDougall en su apartado “El objeto transicional paradójico”


hace referencia al concepto winnicottiano de objeto transicional
aunque conceptualizándolo de un modo diverso, ya que introduce al
mismo tiempo la noción de objeto de horror. A partir de un recuerdo
infantil asociado al sueño (camisón-pañuelo-camisa), McDougall dice:
“trajo a la escena analítica su intento infantil de crear un objeto con
propiedades transicionales-el pañuelo espumoso de Crėppe Georgette-
capaz de representar (…) el cuerpo materno así como el olor y la
textura de su piel.” Tal vez ligado a sentirse envuelta por una mirada
(piel) de carácter incestuoso (p. 175). Por el sueño se reveló que aquel
objeto espumoso que le era necesario como presencia materna era
además un objeto de horror, que había que arrancar rabiosamente de
su misma piel -aquella piel que más adelante se convirtió en el
sustituto del objeto transicional- (p. 177).
Sin embargo a veces el bebé se siente tan perturbado en su desarrollo
emocional que no le resulta posible gozar del estado de transición.
Por todas estas características, la piel ¿puede pensarse como un
objeto transicional en el sentido winnicottiano? Más bien todo lo
descripto en el caso hace pensar en una dificultad en la constitución
del mismo como de los fenómenos transicionales, ligados a la

116
LOS MIL Y UN CUERPOS EN GOERGETTE

construcción de una membrana limitante entre el mundo exterior y el


interior. ¿Podríamos pensar a la piel como la expresión de momentos
fetichizados de su infancia?
Un fetiche, es un objeto venerado por razones que se deslizan de
lo mágico a lo religioso. Este vocablo derivado del portugués feitiço –
feito, artificio o sortilegio, (fetiar significa modelar) comprende para
los pueblos primitivos, la creencia que en su interior mora un espíritu
protector o vengador. En “Totem y Tabú” (1912-13) está mencionado
que el primitivo construye representaciones de almas y las transfiere
luego a objetos del mundo. E. B. Taylor (1891) citado por Freud define
la magia como “tomar equivocadamente una conexión ideal por una
real”. Georgette afirma que de niña debía hacer gestos mágicos para
protegerse (p. 161).
En el desarrollo que realiza Freud acerca del origen del fetiche
entendemos que existe una relación de contigüidad visual, al fijarse la
mirada en la imagen percibida cercana e inmediatamente anterior al
descubrimiento de los órganos genitales.
Georgette dice: “ella me anula, me mira como si no existiera” (p.
162). Lacan cuando habla del fetiche se refiere a la importancia de lo
visual: opina que la fobia de ciertas madres de contactar con sus hijos
tiene relación con el valor predominante dado a lo visual en la
constitución de la relación primitiva con el otro materno. (1957, p.
163).
El fetiche contiene la cualidad de posibilitar al sujeto soportar
una realidad insoportable: la castración, concepto ineludiblemente
anudado a su origen.
Para Freud el objeto fetiche funciona como marca indeleble de la
represión “perdura como el signo del triunfo sobre la amenaza de
castración y de la protección contra ella y le ahorra el devenir
homosexual en tanto presta a la mujer aquel carácter por el cual se
vuelve soportable como objeto sexual...” (1927e, p. 149)

117
ASOCIACIÓN PSICOANALITICA ARGENTINA

Para Anna Freud todo objeto que puede ser percibido y


manipulado, puede convertirse en fetiche: pelo, vestidos, uñas,
juguetes (1975, p. 161). Según esta autora la tendencia fetichista en un
niño implica la necesidad de investir un objeto, o parte de su cuerpo o
el de otra persona con valor de objeto parcial proveedor de las
necesidades; indispensable e irremplazable y representa una formación
reactiva ante la carencia de gratificaciones
En tanto el objeto fetiche es considerado por los distintos autores
una manifestación patológica de los trastornos de las relaciones
objetales en los niños, sus cualidades específicas, tales como la textura
y el olor lo trenzan con el primitivo erotismo de la piel, objeto fetiche
que se brinda a la necesidad de ser rítmicamente frotado, tocado,
acariciado y dado a ver.
En algunos casos, lo fetichizado recae sobre el sujeto, lo cual
plantea nuevas diferencias y similitudes con los objetos sustitutivos, tal
como ocurre en Georgette que padeció eczemas y urticaria de niña (p.
167) y dormía con un pañuelo de crêppe georgette durante años.
Ángel Garma (1949-51) conceptualiza que las ropas tuvieron su
origen en la idea de las madres primitivas de reemplazar las
membranas fetales con la finalidad que los niños se encuentren
envueltos como en el útero. Para este autor, los tejidos y las ropas
representan la piel -Georgette tenía reacciones dérmicas intensas
frente a situaciones de separación-.
Dado que al decir de Joyce McDougall el objeto transicional no
pudo cumplir su verdadera función, pensamos que la piel y su
funcionamiento somático hicieron las veces de fetiche, objeto parcial
presente ante la ausencia materna.

118
LOS MIL Y UN CUERPOS EN GOERGETTE

4. Cuerpo de la feminidad. Cuerpo femenino

“He soñado que yo misma y otra mujer estábamos


encerradas en un ascensor
Y que las dos estábamos aterrorizadas […]
Ella ya se había bañado y yo tenía que bañarme en la misma agua”
(p.174)

Encontramos que Georgette a traves del análisis vía transferencia logra


recuperar aquellas primeras vivencias pre-edípicas que le permitieron
avanzar en su devenir femenino. Según Freud (1933a) la niña no le
perdona a la madre el perjuicio de la falta de pene. A la vez descubre
que la madre tampoco lo tiene. Un reclamo que puede durar toda la
vida. En el caso de Georgette la indiferencia materna más el
nacimiento muy seguido de su hermana, perpetúa el odio y le dificulta
virar hacia su padre. La insuficiencia paterna otorga a la seducción
materna un caracter peligrosamente encerrante en el destino de la
mujer.
Georgette queda aferrada a la madre y todos sus avatares
afectivos cobran relieve en el discurso de la oralidad. La relación, así
como posteriormente la transferencia pendularán entre el peligro de
fusión y el deseo de ser una sola con el objeto. Esto provocará
dificultades en el acceso al deseo. La tragedia de Georgette es quedar
amarrada a la desesperación de ser reconocida, dificultando su viraje
edípico hasta el recuerdo del mejillón con su padre y su sueño
posterior despues de transcurrido tiempo de análisis.
El cuerpo sufriente implica un paso adelante en esta escena
insuficiente en su estructura. La defiende de ser deglutida por la
imagen con la que se produce la fusión en el movimiento alienante:
“Tu eres yo, no existes”. Se siente pegoteada a su madre o la madre
pegoteada a ella como la espuma del sueño. Sólo el dique de la
repugnancia, recurso arcaico al que acude ya que falla la metáfora, le
da fuerza para luchar en su contra.

119
ASOCIACIÓN PSICOANALITICA ARGENTINA

Cuando el padre le pega y la signa como una puta como su


abuela, apenas la sustrae del "pegarse" de la madre. Cuando la analista
escucha los dramas somáticos, interpreta que en ellos se ubican
secretos eróticos. ¿Sería esto a lo que Georgette se refiere cuando
promete mostrarle lo que nadie sospecha?
En el segundo capítulo (XI) Joyce desarrolla el tiempo de la
construcción de eslabones verbales, ya que en las expresiones
somáticas, la psique se manifiesta de forma arcaica..Por medio de
construcciones la analista arma una escena a partir de las asociaciones
del sueño del mejillón (“Exclamó con placer: ¡Eran las perlas de cristal,
en forma de gotas, que adornaban la lámpara de su mesilla de noche”!,
p. 185) De esa manera se acerca a la escena primaria.
El olor, detalle perceptual, es un estímulo para el que no hay
barreras corporales, olor a sexo, de la cama de los padres. Los mariscos
son elegidos como nudo significante, en el sueño en el que el cuerpo de
una mujer se transforma en mejillón. Recuerda que su padre gozaba
comiendo mariscos y de cuando éste le ofrecía un mejillón
entreabriendo los bordes-labios..Se nos plantea un interrogante: ¿esta
escena revela el goce al que el padre la introduce en una promesa del
don del falo, o la fija al encuentro de aquello que esconden los labios
entreabiertos de una mujer, su secreto?
Entonces queda retenida en el olor y allí la analista ofrece una
interpretación eficaz: “había querido oler, tocar y probar el sexo
materno como medio primitivo para convertirse en ella y poseer así su
propio sexo” (p.183). Luego de esta construcción Georgette refiere que
desaparecen los síntomas alérgicos.
¿Serian entonces síntomas histéricos por identificación con la
madre?

120
LOS MIL Y UN CUERPOS EN GOERGETTE

5. Cuerpo erógeno. Cuerpo histerógeno.

“Un día, estaba hablando muy entusiasmada con mi marido,


Con la intención de decirle cuánto me gustaban los mariscos,
Pero la frase que se me escapó fue:
¡Cuánto me gustan los frutos del padre!” (p. 183)

Había una vez una mujer, que fue a preguntarle a un médico qué era
una mujer para el deseo de un hombre. Y le llevó su cuerpo sufriente.
Y recibió un ordenamiento clínico, una lógica de diagnósticos y
pronósticos que sólo la llevaban a deambular sin fin, denunciando la
impotencia de un saber en falta. “Y de su encuentro con quien decidió
poner en juego su oreja nació el psicoanálisis. Elogio, entonces, de la
histérica: es fundadora, pero a condición de descubrir luego su
trampa.” (Glasman, 1974).
Debajo de la pregunta crucial de la histeria: ¿qué soy yo, mujer u
hombre?, subyace otra pregunta que hace al origen de la estructura:
¿qué soy yo para mi madre? ¿Soy para mi madre? ¿Soy? En la medida
que se progresa en este análisis se profundizó sobre estas angustias de
origen que nosotros desarrollamos en otros ítems de nuestro trabajo.

El análisis de Georgette da sentido a lo que está interdicto: la


sexualidad femenina; en el recorrido que va desde “la santa” al “sueño
del mejillón”, regado por los infinitos síntomas corporales en una
hemorragia pulsional.
Pensamos que Georgette encarna la prohibición de ser mujer,
pues esto quedó unido al significante “puta”, de su historia familiar,
debido a los orígenes del padre (hijo de una mujer “ligera” = puta o
dirne) quien fue adoptado por la abuela “angel” -sin sexo- enamorada
de los santos, a la manera de lo que Freud desarrolla en 1912d.
¿Qué lugar cabe entonces, en este contexto para lo femenino? En
principio, el de enfermar rechazando a “la puta” y siendo fiel al
“ángel”, echando mano.a “la Santa”, sublimando vía “la pediatría”, en

121
ASOCIACIÓN PSICOANALITICA ARGENTINA

una posición particularmente histérica -la asistencial- como apelación


del sujeto a ocupar ese lugar para el otro.
El cuerpo, escenario de las contradicciones en la pulseada entre
lo que no debe ser una mujer y un artilugio del cuerpo que con sus
heridas le ofrecen un desvío de la razón homosexual.
Se abren entonces otras preguntas. A saber: ¿por qué enferma y
no sucumbe a la homosexualidad? ¿Cómo se hace posible esta
maniobra? Parecería ser la represión, en su mecánica implacable de
sustitución.
El papel estelar que Georgette ofrece a sus síntomas es tal vez el
rostro del placer que queda sustraído de la libido sexual. La sinfonía de
su cuerpo hablante y su entramado edípico que va tomando luz en el
devenir del análisis, presenta con claridad cómo este desorden -
síntoma - oculta y devela la expresión de un deseo sexual reprimido, es
la marca del deseo insatisfecho. Su dolor de existir expresado en el
análisis va dando lugar por la vía significante bajo transferencia a un
tránsito que paso a paso la conduce del cuerpo histérico al cuerpo
erotizado.
La analista nos enseña cómo siguiendo a Freud, quien
escuchando a las histéricas, expresando sus dolores corporales, las
conducía a hablar de sus deseos reprimidos, la expresión del rechazo a
lo femenino.
Georgette encarna el drama del sujeto histérico de no encontrar
su razón de existir, y como ella bien aclara: “existe en el dolor”, ama su
síntoma. Se aferra a ellos y se resiste a abandonarlos, los síntomas le
dan existencia. Del cuerpo erógeno, pasa a tener un cuerpo -en el
mejor de los casos- “histerógeno”, en relación al cual hizo su
intervención la represión.
Georgette no encuentra un lugar en el mundo (lo intenta con la
pediatría) intento fallido de situar lo femenino en el universo de lo
materno; frigidez e insatisfacción triunfan sobre el goce sexual

122
LOS MIL Y UN CUERPOS EN GOERGETTE

quedando ubicados en la privación. El síntoma histérico en Georgette


se dirige a un otro, a un padre ideal-caso éste, en que el padre real ha
sido mortificado, padre que no ha alcanzado a aportar un remedio a su
dolor de existir navegando así en la impotencia. Nos encontramos así
con un recorrido del estrago a la posición femenina que no deja de ser
doloroso.
Consideramos que este descubrimiento en análisis revela por un
lado, la presencia de un padre que quedó impotente en sostener su
función, rechazando por un lado lo femenino, y quedando apartado y
denigrado desde la voz materna (madre y abuela). Su desfalleciente
función deja a Georgette sin protección, atrapada al poder del
narcisismo materno, como objeto de su capricho y desdibujada como
mujer, logrando constituir una vulnerable subjetivación a través de sus
manifestaciones corporales.
Como consecuencia de este trabajo aparece un sueño con el
padre (“los frutos del mar”, en el cual se despliega la sexualidad y sus
recuerdos con el padre). Es la analista la que ocupa para Georgette la
función de un padre que la saca de los peligros de la simbiosis materna.
Joyce ubica la castración del Otro materno y la consecuente
separación, produciéndose un trabajo de pasaje de su posición de
objeto a otra de sujeto.
Joyce McDougall, advertida de esta situación, no satisface su
demanda y conduce el análisis hasta sus últimas consecuencias, dando
lugar a la apertura del inconsciente, abriendo el camino hacia el
trabajo de interpretación y la supresión sintomática.
La posición del analista dirige una lógica necesaria, en que la
analista logra ser soporte de ese objeto de abandono.

123
ASOCIACIÓN PSICOANALITICA ARGENTINA

6. El cuerpo del caso. El caso como cuerpo en sí.

"Los fragmentos que voy a presentar son extractos


de las sesiones que tuvieron lugar
durante el quinto año de nuestro trabajo en común" (p. 159)

La escritura es una de las formas posibles de construirlo, donde


habrá que soportar, a la manera freudiana, una falta, que es
irreductible en la práctica clínica. El "caso" en sí, como un real
fidedigno, está perdido, es imposible, lo que podemos tener entonces es
una construcción donde la fijeza de un texto se pierde, para ganar un
material que permite el trabajo "sobre" la clínica por fuera de la sesión.
La construcción de un caso es lo que en el proceso psicoanalítico
tiende a buscar la comprensión de lo ya sucedido, entonces ¿"el caso"
es su construcción?
La sesión que conocemos, no es aquella que transcurrió. Nos dará
noticia de ella, la analista, pasado ya el suceso por el cedazo de la
elaboración secundaria y sostenida por el deseo acomodado a ideales,
como en el sueño. Vislumbramos una analista trabajando en su deseo
de analizar y una paciente en quien se despierta la transferencia. Se
suscita así un relato único en donde la analista da cuenta de su modo
de trabajo, el modo de pensar su clínica y desprender de ella su teoría.
Los comentarios constituyen un nuevo relato del relato,
confiando en que permanecerá un núcleo de verdad. La protagonista
del análisis, por su parte cargará con un nombre en el que se conjugan
el mito y un significante nodular.
Georgette muestra un cierto propósito: "espero poder mostrarle
lo que nadie sospecha" y una primera hipótesis de la analista a los dos
años de análisis: le enuncia que Georgette existía para probar que era
una santa..Ambas circulan en el terreno de la resistencia: la analista

124
LOS MIL Y UN CUERPOS EN GOERGETTE

encuentra un alguien especial, una santa y la paciente se propone estar


a la altura de sus expectativas. Georgette se ofrece sufriente como una
santa a la liturgia psicoanalítica. Se ofrece a ser tocada, manipulada
como ella a su vez hace con los niños en su práctica pediátrica. Le
repugna su cuerpo. Y cuando surge la angustia, esta es catastrófica y ya
no puede seguir pensando.
La transferencia se instala precozmente y repite avatares que se
suceden con el objeto primordial. La analista se ve conducida por su
propia transferencia a repetir una escena en que al igual que la madre
de Georgette, no encuentra lugar para recibirla. Vemos allí el
sometimiento de.Georgette a la mirada de la madre en su ser de mujer.
En consecuencia se producen sensaciones de desmembramiento y
vacío.
Ante la desestima su cuerpo explota de odio y no hay nada
amoroso que lo atenúe. Al percibirlo, la analista la toma imagina-
riamente en sus brazos atenuando la violencia al prometerle no
abandonarla. El hallazgo, tal vez lo más importante y mostrado con
más claridad es la clínica de lo preedípico.
Entre las hipótesis que maneja la analista en cuanto a la
transferencia tan precoz es que corresponde a una etapa preedípica que
ata a Georgette a su madre y de la cual no puede desamarrarse ya que
no encontraría un puerto-padre que la recibiese, cayendo así en el
abismo. No ha habido en su historia quien la reconozca. Este punto de
vacilación se constituye así como un obstáculo al movimiento
dialéctico de la transferencia.

125
ASOCIACIÓN PSICOANALITICA ARGENTINA

7. Perspectivas: de “un cuerpo para dos” al nombre propio


"
"Me gustaría llamarme Georgette"
(p. 160)

Durante el tratamiento con Joyce, su cuerpo fue escenario de múltiples


conflictos desde la díada madre hija, hasta que la paciente elige
nominarse como sujeto. Elige Georgette, que condensa sus conflictos
histerógenos con la sexualidad y la expresión con su sexualidad adulta.
Dice Joyce que las razones conscientes de aquella elección
estaban ligadas en su mayoría a los aspectos positivos de la
transferencia (p. 160) Georgette puede a partir del pasaje del estado
inicial de confusión narcisista con el objeto madre, realizar un pasaje
de ese estado a la diferenciación objetal.
A lo largo del análisis se redujo su expresión somática y sus
fobias al tener la posibilidad de verbalizar y elaborar sus conflictos. El
análisis le permitió verbalizar a Georgette la ambivalencia con su
madre y desplegar así entre otras, las fantasías de omnipotencia de su
rabia y odio de propiedades mortíferas.
El cuerpo enfermo le ha funcionado como barrera (límite) a la
impulsión materna para logar una separación posible (tener cuerpo
propio) y la escucha analítica permitió localizar el goce mortífero de
Georgette, es ella ahora la que puede hablar de su propia rabia y odios.
Al mismo tiempo, puede imaginar separarse de la analista y hablar de
sus miedos.
Así, de los gritos de su cuerpo, pasó a los relatos de la relación
con su madre y su padre. En el camino analítico, desde las maniobras
transferenciales de Joyce, logró ubicar a la madre como ser castrado. La
paciente pudo separarse del otro sin excesiva angustia. Pasaron a
emerger los recuerdos de su padre y la posibilidad para Georgette de

126
LOS MIL Y UN CUERPOS EN GOERGETTE

tener un cuerpo propio histerificado, logrando “el pasaje de objeto a


sujeto”.

BIBLIOGRAFÍA
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(1912-13): Totem y Tabu..A.E., 13.
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127
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Lacan, J., Seminario 4: La relación de objeto. Paidós, Bs. As., 1994.


Seminario 11: Los cuatro conceptos fundamentales del
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Winnicott, D., Realidad y juego..Granica..Bs. As. 1972.

128
GEORGETTE: OTRA LÍNEA DE LECTURA

Georgette: otra línea de lectura

APA FILIAL JUNÍN – CEP

Lic. Cristina Rosas de Salas, Lic. Miryan Ruffo, Lic. Cecilia Matheu,
Lic. Miriam Pena, Lic. Raquel Petraglia, Lic. Cecilia Repetti,
Psic. Marina Echeverría, Psic. Mariana Sinisi

A ella le causa gracia, a su supuesto saber.


Dice: el síntoma es lo naif, lo salvaje, el síntoma delata.
¿Será entonces que cuando escribo yo ventilo
las quejas, las falencias, las taras
que aparecen y desaparecen al ritmo
de mis sucesivos análisis?
Ella no contesta y eso debe querer decir
que siempre hay otra línea de lectura, siempre hay otra.

Tamara Kamenszain

Leemos el material clínico de Georgette en el marco de las


elaboraciones teóricas y clínicas de Joyce McDougall.
En Alegato por una cierta anormalidad (1979) propone un
primer desafío: intentar comprender el complejo significado
subyacente a las neosexualidades como creaciones psíquicas.ante la
amenaza de angustias y fantasías arcaicas.

129
ASOCIACIÓN PSICOANALITICA ARGENTINA FILIAL JUNIN - CEP

Subrayamos el concepto de “creación psíquica” como central en


sus concepciones y.representaría una lucha por la supervivencia
psíquica, un intento de autocuración.
En Teatros de la mente (1987) escoge el teatro como metáfora de
la realidad psíquica. Nos preguntamos: ¿Qué es un teatro? Tomamos
tres significados:
-Edificio o local destinado a representar obras dramáticas.
-Literatura dramática como género literario.
-Arte de representar obras dramáticas.
(Moliner, M, 2.007. Diccionario del uso del español)
Las tres acepciones están contenidas en la propuesta de Joyce
McDougall cuando sostiene que
“(…) cada uno de nosotros alberga en su universo interno un
determinado número.de “personajes” que no son sino parte de nosotros
mismos, que a menudo actúan en completa contradicción unos contra
otros, provocando conflictos y dolor mental para nuestro self
conciente, ya que, en parte desconocemos a estos interpretes ocultos y
los papeles que representan. Querámoslo o no, nuestros personajes
internos están constantemente en busca de un escenario donde
representar sus tragedias y comedias.” (McDougall, 1987, p. 12).
“(…) el dramaturgo se llama yo. (…) Estas obras psíquicas
pueden representarse en el teatro de nuestra propia mente o en el de
nuestro cuerpo, o pueden tener lugar en el mundo externo, utilizando
a veces como escenario el cuerpo y la mente de otras personas o
incluso las instituciones sociales”. (McDougall, 1987, p. 12).
La idea de teatro conlleva el propósito de evitar clasificaciones
descriptivas no sólo psicoanalíticas sino también psiquiátricas.
En Teatros del cuerpo retoma la idea y formula la estructura y la
temática argumental del teatro también para el análisis.

130
GEORGETTE: OTRA LÍNEA DE LECTURA

Ubica desde el inicio el lugar del analista y dice:


“Al escoger el teatro como metáfora de la realidad psíquica,
quizás seguía yo los pasos de Anna O. quien, a mitad del siglo, durante
su terapia con Breuer, llamaba a sus “libres asociaciones”, su “teatro
privado”. Pero al contrario que Breuer, a quien le asustaba el papel que
le obligó a representar Anna O., el analista intenta observar
atentamente su propio teatro interior e interpretarlo lo mejor posible
antes de interpretar el de sus pacientes.” (McDougall, 1987, p. 11).

El teatro psicosomático
¿Qué se representa en el teatro psicosomático? ¿Cómo se representa?
J. McDougall reconoce aciertos en las formulaciones de la
Escuela Psicosomática de París sobre el pensamiento operatorio y las
de la Escuela de Boston sobre alexitimia pero no le resultan suficientes
para responder a los interrogantes que la práctica clínica le genera.
Parte de la observación de una paradoja que es la siguiente:
”(…) muchos de los pacientes que presentan todos los signos de
alexitimia y pensamiento operatorio no caen somáticamente enfermos
y otros tantos que sufren ciertas afecciones psicosomáticas graves, no
presentan la coraza operatoria y alexitímica que caracteriza.a los
pacientes psicosomáticos más estudiados en el marco de la
investigación y en los servicios de psicosomática. He hallado, por el
contrario, en la práctica, cierto número de pacientes aquejados de
enfermedades auténticamente psicosomáticas, y que luchaban
intensamente contra sus experiencias afectivas y su realidad psíquica.
Estos analizados son frecuentemente polisomatizadores desde su más
tierna infancia.” (McDougall, 1987, p. 44). Es el caso de Georgette.
Su idea es que la tonalidad desafectivizada es el resultado de
defensas frente a situaciones dolorosas, de medidas desesperadas para
combatir dolores mentales no elaborados o angustias psicóticas.

131
ASOCIACIÓN PSICOANALITICA ARGENTINA FILIAL JUNIN - CEP

Dichas defensas indican la existencia de traumatismos precoces


generados por fallas en la relación primordial con la madre en un
momento de la estructuración del psiquismo en el cual aún no se
produjo la diferenciación sujeto-objeto. La angustia, la frustración y los
sentimientos de rabia impotente encuentran su expresión en el cuerpo,
fuera de la psiquis.
Sostiene:
“Aunque las madres piensen con ayuda de un código de
lenguaje (y la mayoría de las madres hablan constantemente a su
bebe), las estructuras psíquicas más antiguas del niño pequeño se
articulan alrededor de significante no verbales, donde las funciones
corporales y las zonas erógenas desempeñan un papel primordial. (…)
Cuando un adulto, en circunstancias psíquicas similares, cae también
somáticamente enfermo, es tentador concluir que nos encontramos
frente a un modo arcaico de funcionamiento mental que no se sirve del
lenguaje”. (McDougall, 1987. p. 19).
Destacamos la idea de significantes no verbales a los que se
puede recurrir aún siendo adultos.
Esta idea la lleva a plantear el concepto de “histeria arcaica” para
entender las creaciones psicosomáticas. Dice:
“Aún a riesgo de provocar una confusión terminológica, vine a
hablar de “histeria arcaica” para calificar los síntomas psicosomáticos.
Digamos, para diferenciarlos, que la histeria neurótica se construye a
partir de vínculos verbales, mientras que la que describo bajo el
término de histeria arcaica trata de preservar no ya el sexo o la
sexualidad del sujeto, sino.su cuerpo entero, su vida y que se construye
a partir de vínculos somatopsíquicos preverbales.” (McDougall, 1987,
p. 33).
El cuerpo sigue siendo el escenario, pero no hay un uso
simbólico del mismo, no existen vínculos verbales. La angustia de la
cual el sujeto se defiende no es la angustia de castración sino angustias

132
GEORGETTE: OTRA LÍNEA DE LECTURA

relacionadas con fantasías de fusión corporal y el terror a perder los


límites, la identidad. El fenómeno psicosomático intenta constituir una
apariencia de identidad subjetiva que protege al sujeto de la muerte
psíquica. Es una creación psíquica.
En el teatro psicosomático se representa entonces una historia
sin palabras
“(…) la mente no se ha enfrentado con esa infinidad de
percepciones, sensaciones y afectos que normalmente clamarían por
representación mental. Estas han sido radicalmente separadas del
conocimiento psíquico y se ha creado una escisión entre cuerpo y
mente.” (McDougall, 1987, p.19)
J. McDougall se ocupa de los destinos del afecto e indica que el
mismo se presenta.coagulado en su capacidad de ser representado y
para evitar la muerte psíquica que implicaría la ruptura entre procesos
primarios y secundarios se produce una regresión a funcionamientos
arcaicos, preverbales.
Esta posición abre además el panorama y permite pensar que
cuando las palabras no cumplen con la función de contener a las
pulsiones y de limitar las fantasías existe un riesgo considerable de que,
frente a angustias intolerables la psiquis reaccione de modo
presimbólico, eludiendo el lenguaje.
Ahora bien ¿Por qué se presentan expresiones de disfunción
somática?
Su respuesta es reveladora. Dice: el cuerpo está dotado de una
“memoria tenaz”. Entendemos que Joyce McDougall no hace un
planteo meramente económico de lo psicosomático, no sería sólo una
descarga sino un repetido y fallido intento de calmar el dolor psíquico.
Un guión mudo pero sostenido en una historia a construir en la que el
afecto queda coagulado invistiendo significantes preverbales.

133
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Otra idea a destacar es la diferencia que establece entre la


psicosis y la psicosomática al decir que la misma radicaría en el papel
simbólico que desempeña el padre en la escena familiar y en la
constitución subjetiva. Si bien hubo fallas en la función maternizante,
hubo una triangularidad de base desde el comienzo de la vida y cuando
se produce el acceso a la triangularidad edípica ante la intensidad de
los afectos vinculados a dicha problemática, se puede producir una
regresión a modos arcaicos para expresar el dolor mental.
En la presentación del material clínico de Georgette dice:
“(…) las emociones edípicas se habían reprimido precozmente.
Después ante el amor- odio hacia el cuerpo y el ser de su madre, la
representación de la “pareja combinada” dio paso a la fantasía del
“cuerpo combinado”, y luego del cuerpo para dos, para superar la
mortificación narcisista durante el embarazo de su madre y después del
nacimiento de su hermana pequeña. A su mundo interior, brutalmente
despoblado, se incorporaba el recuerdo, convertido en encubridor- y
que luego sería reprimido- del padre gozando ávidamente del cuerpo
materno. (McDougall, 1991, p.185)
Por esto destacamos que:
“(…) sin una relación precoz perturbada, el recuerdo reprimido
del padre ofreciendo a su hija el mejillón con todo lo que aquella
escena representaba para ella, no hubiera sido suficiente por sí solo,
para producir la grave regresión psicosomática que Georgette había
sufrido durante toda su vida.” (McDougall, 1987, pp. 186, 187)..

Sobre el objeto y su representación


J. McDougall.conjetura.fallas en el vínculo con la madre ¿Cuáles son
esas fallas en el vínculo con el objeto primordial? ¿Cómo pensamos la
presencia adecuada del objeto?

134
GEORGETTE: OTRA LÍNEA DE LECTURA

A. Green plantea que:.“El vínculo primario con el objeto es el del


apego pulsional al cuerpo de la madre, cuerpo ligado a su vez a otro
objeto y al cuerpo de este (el otro del objeto).” (Green, 1996, La
metapsicología revisitada, p. 265).
Sostiene además que este objeto primordial está atravesado por
sus propias pulsiones y por el deseo hacia otro adulto que lo desea.
En cuanto a la diversidad de funciones del objeto, destacamos las
funciones de sustitución y de creación, vinculadas a la contingencia del
objeto y a la capacidad de simbolización y de creación de nuevas
representaciones, para lo cual es necesario que el desprendimiento de
los objetos primarios se haya cumplido sin daño.
¿Cuándo ese proceso de creación e investidura de
representaciones se ve obstaculizado?
Georgette relata:
“Fue el asma lo que me salvó de la locura. Mi madre, que no me
tocaba nunca, me penetraba sin embargo continuamente, con su
mirada, con su voz, con sus palabras hirientes. Su mirada siempre era
doble. O bien no me veía (salvo cuando yo era en cierto modo una
parte de sí misma).o bien me taladraba con sus ojos, casi eróticamente.”
(McDougall, 1987, p. 171).
Podemos pensar entonces en una madre que oscila entre estar
fuera de alcance, inasequible o mostrarse invasora. Las dos
posibilidades tienen como efecto en el pensamiento la dificultad o
imposibilidad de constituir la categoría de ausencia.
El objeto inaccesible no permite ser imaginado o
metaforizado,.nunca ausente no puede ser pensado. Las angustias que
se corresponden con este vínculo primordial son la angustia de
abandono y la angustia de intrusión.
Volvemos al material clínico:

135
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“(…) A mendo buscaba Dios sabe qué en mis cajones, riéndose


al mismo tiempos de forma extraña. Pero en las crisis de asma yo
luchaba sola contra la muerte; me sentía a salvo de ella.
Al mismo tiempo, me aferraba a su presencia porque ella representaba
también la vida. Sin ella yo no existía.” (McDougall, 1987, p.171)
Se destacan estas asociaciones en el material como prueba de que
las creaciones psicosomáticas funcionarían como defensas frente a estas
angustias que pueden sumir al paciente en un dolor extremo.y que en
ocasiones provocan una dependencia adictiva a objetos idealizados que
se vivencian como parte de sí mismo.
Traemos nuevamente las palabras de la poeta:

“No se nombraban los síntomas en la infancia en mi familia


se diagnosticaba con metáforas y hay que reconocer
que aunque un discurso fechado envejece hoy al psicoanálisis
me obstino sigo buscando
por fatiga en el diván asocio libremente
otro nombre para el asma.
Con su pudor burgués mis padres habían traducido
enfermedad por cansancio.asma por fatiga
para que yo no me avergonzara pero fue inútil
tuve que retroceder hasta la intimidad de aquel silbido
para encontrar ahí mi propio trabajo mensurable
al fondo de la espirometría.justo donde inspirar.uno inspira
pero donde para inspirarse
busca a un analista que seguramente le dirá:
el mar hay que nadarlo los asmáticos
se ahogan en un vaso de agua
no llegan nunca a la habitación de la madre
dan brazadas inútiles mientras el verdadero enfermo
es otro.

136
GEORGETTE: OTRA LÍNEA DE LECTURA

(Tamara Kamenszain)

Interrogantes
Nos detenemos en este punto para plantear algunos interrogantes a ser
debatidos ¿Cuál es la representación que está pulverizada? ¿Es la
representación de palabra o la representación de cosa? ¿Con qué
elementos contamos para poner en palabras ese guión mudo? ¿Con
representaciones de cosa o con signos perceptivos de los que el cuerpo
tiene una memoria tenaz, lo que Joyce denomina significantes
preverbales?
Otro aporte interesante en este punto es que la autora no limita
los fenómenos psicosomáticos a las enfermedades del soma, sino que
también incluye todo atentado a la salud o a la integridad física donde
intervienen factores psicológicos, como por ejemplo los accidentes
corporales, las enfermedades autoinmunes y las adicciones.
Palabras de Georgette:
“Sin mis enfermedades tengo frío. Me da miedo hablarlo aquí
(…) Tengo miedo de perder esta identidad. Siempre he vivido a través
de mi cuerpo enfermo (…) Sólo a través de dolor corporal mantengo
un vínculo profundo con usted. ¡Qué extraño descubrimiento!”
(McDougall, 1991, p.174)
El síntoma sostiene no solo la identidad sino también la
existencia, tornándose necesario para mantener el equilibrio psíquico,
por este motivo se convierte en una potente resistencia durante el
proceso analítico.

Nota sobre la práctica en psicosomática


“En mi opinión (compartida por la mayoría de mis colegas
psicosomatólogos) todo intento de reconstruir estas defensas sin el
consentimiento y la cooperación del paciente puede resultar peligrosa,

137
ASOCIACIÓN PSICOANALITICA ARGENTINA FILIAL JUNIN - CEP

ya que puede aumentar sus problemas somáticos y psíquicos. Por eso es


importante detectar desde las primeras entrevistas la existencia de una
dimensión neurótica en los somatizadores graves. (McDougall, 1987, p.
37)
La idea de teatro psíquico cuyo guión expresa la historia del
sujeto la extiende a la sesión analítica. Cada sesión supone una escena
diferente, una creación conjunta de paciente y analista en la cual este
pasa a ser un personaje del teatro del paciente; por lo tanto
consideramos que cobra importancia la persona real del analista y su
concepción de la contra transferencia.
En este punto coincidimos con A. Green cuando propone
ampliar la noción de contratransferencia:
“(…) creo que la contratransferencia no se limita a los efectos
afectivos negativos o positivos producidos por la transferencia, sino
que incluye todo el funcionamiento mental del analista tal como es
influido por el material del paciente, pero también por sus lecturas o
las discusiones con sus colegas. Hasta se puede hablar de una precesión
de la contratransferencia sobre la transferencia sin la que no se podría
producir ninguna elaboración de lo transmitido por el paciente.” (De
locuras privadas, 1994, p.53).
La manera en que se produjo la elección del nombre para la
presentación del material ejemplifica estas ideas..La analista no sólo le
pide su autorización para publicarlo, sino que también piensan el
nombre juntas. Así, “Georgette” se convierte en un “objeto de análisis”,
de reconocimiento del teatro psíquico sobre el que habían trabajado
hasta entonces y que durante el proceso adquiere una nueva
significación y nuevas posibilidades.de asociación y de elaboración.
Que este teatro psíquico no esté expresado en palabras no quiere
decir sin historia, sólo que más que una historia a develar se trata de
una historia a construir. El síntoma psicosomático no sería entonces

138
GEORGETTE: OTRA LÍNEA DE LECTURA

una pura descarga y será tarea del análisis recrear o crear las palabras y
los eslabones faltantes en esa historia.
Desde esta perspectiva cobraría importancia lo que en
Construcciones en el análisis, Freud nos plantea:
“El analista da cima a una pieza de construcción y la comunica
al analizado para.que ejerza efecto sobre él; luego construye otra pieza
a partir del nuevo material que afluye, procede con ella de la misma
manera, y en esta alternancia sigue hasta el final. Si en las exposiciones
de la técnica analítica se oye tan poco sobre construcciones, la razón de
ello es que, a cambio, se habla de interpretaciones y su afecto. Pero yo
opino que construcción es, con mucho, la designación más apropiada.
Interpretación se refiere a lo que uno emprende con un elemento
singular del material: una ocurrencia, una operación fallida, etc. Es
construcción, en cambio, que al analizado se le presente una pieza de
su prehistoria olvidada.” (Freud, 1937, p.262).
Así la construcción no apuntaría a la formulación de una verdad
sino a ligar lo informal y retenerlo en una forma que posee sentido. Se
ofrece al paciente una conjetura que posee sentido en relación a su
propia historia y a la historia del proceso analítico intentando producir
ligazón, asociaciones, trabajo de análisis y elaboración. El sueño, el
recuerdo, las asociaciones serán la forma de validación.
“La construcción construye un sentido nunca formado antes de
la relación analítica. Diremos que forma un sentido ausente. La
esperanza en la cura está fundada en la noción de un sentido potencial
que permitirá la reunión, en el objeto analítico, del sentido presente y
del sentido ausente.” (A. Green, De locuras privadas, 1994, p. 73)
Tomamos la alergia a los mariscos y el rechazo a los olores para
preguntar ¿Cómo se construye un recuerdo a partir de una alergia?
Construyendo los eslabones faltantes en la historia.

139
ASOCIACIÓN PSICOANALITICA ARGENTINA FILIAL JUNIN - CEP

Un ejemplo sería el sueño de las perlas de cristal soñado durante


la primera semana de análisis el que siete años después toma, aprés
coup, nueva significación.
Esto lo permite el trabajo de construcción.que posibilita la
recuperación de recuerdos olvidados referidos.a la pareja de sus padres
juntos y a la relación edípica con su padre.

Puntuaciones para la lectura: Georgette y sus síntomas


Enfermedades psicosomáticas (p.160)
Desde la primera infancia: anorexia, asma (desaparece cuando se
casa y vuelve cuando nace su primera hija), anginas, rinitis, gripe (p.
165), alergias cutáneas. Problemas digestivos que le producen eczemas,
urticaria y edema de Quincke. Intolerancia a la leche, al pelo de los
gatos, a las fresas, frambuesas, pescados y mariscos. (p.166).
Luego: úlceras gástricas, reumatismo, problemas ginecológicos,
arritmia y taquicardia.

Breve historia del proceso


Desde nuestra perspectiva pensamos que hay dos tiempos claramente
marcados en el análisis de Georgette. Un primer tramo en el que se
trabaja el vínculo fusional con la madre, las angustias arcaicas y las
fantasías terroríficas y un segundo tramo en el cual aparecen los
aspectos neuróticos y recuerdos relacionados con la conflictiva edípica.

A mi primer analista yo lo había soñado


sentado toda la noche en el living de la casa de mis padres
será que yo a ustedes los cuido había interpretado el
y ahí fue cuando lo adopté
porque si de verdad quería cuidarme si elegía ser

140
GEORGETTE: OTRA LÍNEA DE LECTURA

un sereno nocturno para apaciguar la respiración de la familia


lo iba a dejar hacer no me importaba
cambiar de madre por un hombre maternal.
Esa magia me curó del asma por unos años
pero no me curó para siempre.
Mi segundo analista me señaló el miedo a viajar
Despegarte del círculo familiar dijo
Como si un océano tuviera que por fin separar
lo que seguía fijo en la habitación de al lado.
Un círculo o un ghetto: en el diván de hoy no se me ocurre
una asociación menos obvia que ésta para darle una vuelta más
a lo que ya no tiene vuelta atrás.

(Tamara Kamenszain)

La minuciosa presentación del caso tiene además el valor de


transmisión que conlleva la publicación de material clínico para
repensar cuestiones referidas a la teoría, a la práctica, al lugar del
analista. En este sentido, es para destacar la generosidad de la autora
para compartir su clínica.
Destacados en el relato clínico:
Cinco años de análisis anterior con un terapeuta hombre con el
que logra terminar los estudios y divorciarse de su primer marido
(impuesto por su madre).
32 años: Primera entrevista.
Segunda entrevista: dos sueños transferenciales:
- Joyce embarazada con una niña pequeña en las rodillas
- Georgette en la casa de Joyce la veía jugar con una niña
pequeña.
33 años: Inicio del tratamiento

141
ASOCIACIÓN PSICOANALITICA ARGENTINA FILIAL JUNIN - CEP

Luego de dos años de análisis: no tenía más úlceras gástricas.


Luego de tres años de análisis: no tenía más asma, rinitis, ni
anginas permanentes (p. 170).
El análisis de la representación de la “madre implosiva” hizo
perder algunas fobias ambientales: tormenta, claustrofobia, agua, viajes
en avión, algunos ruidos, olores y percepciones visuales que le
provocaran repugnancia (pp.171, 172).
En el momento en que cedían los síntomas somáticos surge el
sueño de la espuma (crepe georgette) (p.174).
Cambios: forma de vestir más seductora, estar más a gusto con
amigas y mejorías en su vida profesional, amorosa y sexual (p. 178).
Durante el séptimo año de análisis, previo a unas vacaciones,
sueño de jarrones (p.179) y luego de haber elaborado el material
surgido de éste, sueña que grita “papá!” (p.180)
Vacaciones: no sufrió alergias al comer frutos prohibidos y
fallido hablando con su marido: “Cuánto me gustan los frutos del
padre”. Cuando vuelve a análisis surgen los recuerdos: ofrecimiento del
mejillón y olor del padre. Reconoce que sus padres habían dormido
juntos un tiempo y que en un sueño de la primera semana de análisis
en el que no podía ponerse unos aros, estos eran perlas de cristal, en
forma de gotas, como las de la lámpara de su mesita de noche
(pp.184/185).

Pero por suerte hay otra línea de lectura, siempre hay otra.
Cuando salgo contenta de una sesión me siento en el bar de
enfrente
y ahí sí, ahí sí que asocio libremente
porque ni bien la gente enciende sin mí los decibeles de su
charla
ya sé que las servilletas me van a servir

142
GEORGETTE: OTRA LÍNEA DE LECTURA

para ajustar unas palabras desteñidas


a los rigores de mi impresora cuando vuelva a casa.
Eso me gusta
porque escribir se escribe para constatar
que.no hay ningún inconsciente que aguante
las ganas de futuro la alegría de saber que aunque todo se repita
algo siempre va a cambiar de la casa al bar y del bar
hasta la casa alguna novedad alguna letra chica
que arrastre otra vez los términos del contrato:
el diván le cierra a la boca
lo que no vale la pena decir
mientras abre para este libro nuevo
las expectativas del qué dirán.

(Tamara Kamenszain)
BIBLIOGRAFÍA
Freud, S. (1937d). Construcciones en el análisis. Obras Completas. Tomo
XXIII. Buenos Aires: Amorrortu Editores.(1996)
Green, A. (2000). Teoria. En Fine, A. y Schaeffer, J. Interrogaciones
psicosomáticas. Buenos Aires: Amorrortu Editores
(1993). De locuras privadas. Buenos Aires: Amorrortu Editores..
(1996). La Metapsicologia revisitada. Buenos Aires: Eudeba
Kamenszain, T. (2014). El libro de los divanes. Buenos Aires: Adriana Hidalgo
editora
McDougall, J. (1987). Teatros de la mente. Madrid: Grupo Tecnipublicaciones
(1996.) Teatros del Cuerpo. Madrid: Editorial Julián Yebenes S.A.
(1998). Las mil y una caras de eros. Buenos Aires: Paidós
(2004). Alegato por una cierta anormalidad. Buenos Aires: Paidós
Moliner, M. (2007). Diccionario de uso del español. Buenos Aires: Editorial
Del Nuevo Extremo.

143
ASOCIACIÓN PSICOANALITICA ARGENTINA FILIAL JUNIN - CEP

144
PSICOSOMATICA Y PSICOANALISIS: EL CASO GEORGETTE

Psicosomática y psicoanálisis: el caso Georgette

ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA DE BUENOS AIRES


(APDEBA)

Mónica Cardenal, Alicia Fagliano, Marcelo Redonda, Delia Saffoires1

“Quizás detrás de la moneda está Dios”.


Es decir si uno ve una sola cosa,
esa cosa única es absoluta.”

Cuando nos dedicamos a revisitar un caso clínico, tenemos, por un


lado, el enorme desafío de pensar a la distancia, lo que un analista y su
paciente trabajaron juntos,.de manera cercana y única..Por otro lado,
considerando los desarrollos que el psicoanálisis va proponiendo y
llegados a nuestro tiempo, nos encontramos con la.preciosa posibilidad
de ampliar la perspectiva de lo que en ese proceso analítico sucedió..
El primer paso inspirador de este trabajo fue la leyenda de San
Jorge y el Dragón. Tomamos un cuento de Borges, El Zahir, en el que
el protagonista trata de reemplazar una moneda de veinte centavos que
había perdido, comprando una libra esterlina acuñada con la imagen
de San Jorge y el Dragón. Sin embargo, no logra olvidar su perdida
moneda de veinte, y su obsesión se convierte en el único sentido
posible para su vida.

1cardenalmonica@gmail.com, afagliano@gmail.com,redondamarcelo@yahoo.com.ar,
deliasaffoires@gmail.com

145
ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA DE BUENOS AIRES

La viñeta borgeana ejemplifica lo que le sucedió a Georgette en


el vínculo analítico. La transferencia es una moneda absoluta que la
dejó capturada, para su bien, en un semblante, en una ilusión que
produjo efectos de crecimiento en ella. Este trabajo sobre el caso, se
centró en esa transferencia y algunos problemas del proceso analítico.
Formulamos algunos apartados. En primer término hablaremos
de la niña Georgette, tomando los ejes del conflicto estético y los
fenómenos de segunda piel. Luego ahondaremos en los sueños que la
paciente presenta en el análisis. En un tercer momento, recorreremos
las teorías de algunos autores rioplatenses, que observamos implícitas
en el abordaje teórico de Joyce McDougall. Por último, estudiaremos
las hipótesis de trabajo que, a nuestro entender, utiliza la autora como
guía teórico técnica para llevar adelante el proceso. Propondremos
posibilidades alternativas a las propuestas y discutiremos algunos
postulados.

La niña que Georgette fue


La niña Georgette es el dragón, su cuerpo parece “escupir¨ fuego,
interpreta.Joyce McDougall, al referirse a la explosión de sus
enfermedades somáticas. Lejos parece estar de ser la princesa de la
historia clínica. La analista refiere que ella observa algo de santa en su
paciente..Es interesante volver sobre estos aspectos vinculados a los
mecanismos de defensa, que Georgette pondrá en marcha, incluso para
llegar a ser una buena pediatra, ¨analista¨ quizá.de otros niños ¿Igual
de buena o más que su propia analista? O tal vez, la mejor paciente de
todas, que trabaja para hacerla lucir. Sería otra posibilidad. La niña
interna de Georgette era capaz de eso y mucho más.
Sabemos por el escrito del caso que a Joyce McDougall le
interesaba mucho reconstruir la niña que fue su paciente. El trabajo
analítico parece ser conducido a que la paciente.pueda pensarse con sus
desesperaciones, deseos y furias infantiles, reconocerse en las fantasías

146
PSICOSOMATICA Y PSICOANALISIS: EL CASO GEORGETTE

de su mundo interno y en relación a su madre y a su padre. Será


interesante debatir de qué manera el despliegue de estos aspectos es
tomado en la transferencia por Joyce McDougall.
La niña Georgette se movía emocionalmente entre el desamparo
y una peligrosa furia y sexualidad infantil ¿De qué manera era
fantaseado el cuerpo de la madre en este paisaje interno y
posiblemente en su propio cuerpo? La propia analista nos invita a
discutir sobre el tema: el cuerpo es un punto central de interés para
ambas.
Evocar aquí el conflicto estético, según lo plantea Meltzer
(1988),.puede ayudarnos a pensar que algo de la belleza y el misterio
que provoca el interior del cuerpo materno no sucede, no llega a
tocarlo a aquel que.enferma.a través.de la piel, los pulmones, el
corazón, como nuestra Georgette. La analista era un objeto estético
para la niña interna de su paciente. Se presentaba brillante, bella,
inteligente, elegante.
Esto se explicita claramente en el capítulo XI, cuando Joyce
McDougall afirma: Efectivamente (…) los deseos incorporativos ya sea
de una persona o de una parte de esa persona, representan deseos
libidinales arcaicos casi universales. La persistencia, en la vida de
adulto de estas nostalgias primitivas eróticas en forma de eclosiones
psicosomáticas, evidencian las fallas en los procesos de interna-
lización.” ¿Recobra Joyce McDougall el momento del conflicto estético
en la transferencia? Se observa que la autora utiliza el concepto de
eclosión psicosomática de manera muy diversa a como lo venía
haciendo. Ubica la explosión en el conflicto estético.
El.punto nodal del conflicto estético descrito por Meltzer, es la
posibilidad que tiene el niño pequeño de poder crear e imaginar desde
lo profundo, desconocido, y por lo tanto misterioso, que surge del
interior del objeto presente, a su madre, la que interesa por ser
aprehendida como bella. El objeto guarda secretos para sí. El dolor para

147
ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA DE BUENOS AIRES

el bebé es aceptar que no se puede conocer todo de él. Allí está el


conflicto. Meltzer (1988).
Veremos los lazos de estos estados mentales con el desarrollo de
la simbolización y el camino posible desde las experiencias sensoriales
a las emocionales. Algo que para Georgette era francamente difícil.
Una mente que es capaz de encontrarse internamente en este
tipo de relaciones con el objeto, en esta clase de experiencia estética,
implica que ha tenido que aceptar su dependencia de un objeto
amoroso. A medida que el bebé va creciendo, va reconociendo que ese
objeto de amor tiene una vida propia e independiente, y se encuentra
en vínculo con otros. Tolerar el dolor inevitable que provoca la
exclusión, fundamentalmente frente a la pareja de padres en relación y
sus productos, “sus creaciones”, supone que el self tiene la experiencia
de que.cuenta con el objeto y su fecundidad en la.propia mente. Por lo
tanto se encuentra en condiciones de desarrollar pensamientos,
emociones, tiene posibilidad de crear y simbolizar, y está agradecido
por ello. (Cardenal 2004)
Joyce McDougall parece haber sido un cuerpo y una mente
bellos, presentes, interesantes a conocer. Para la niña Georgette, quizás
ese fue.el efecto benéfico del tratamiento analítico, para una mente y
un cuerpo infantil que “ardían”.

Fenómenos de segunda piel. Sentir para existir


Esther Bick descubrió al observar bebés y al atender psicoana-
líticamente a pacientes graves, que la piel cumple una función de
integración y sostén de las partes del cuerpo que se sienten
desintegradas, debido a las intensas ansiedades que el self sufre al
comienzo de la vida. Esta autora describió y conceptualizó que las
sensaciones provocadas por el pezón de la madre dentro de la boca del
bebé, así como la leche que transita todo el tracto digestivo, brindan

148
PSICOSOMATICA Y PSICOANALISIS: EL CASO GEORGETTE

una experiencia de continuidad.interna y corporal frente a las terribles


angustias de caída, pérdida de sostén y desmembramiento.
Ella considera al igual que Bion, que estas vivencias que sufren el
bebé recién nacido y ciertos pacientes, han persistido en ellos hasta la
adultez. En estos estados mentales, los fluidos corporales, las
experiencias cenestésicas, la piel como superficie envolvente, tienen
primacía como forma de experiencia de relación interna con el objeto
y con el mundo externo.
Los fenómenos de segunda piel dice Bick, se producen cuando la
mente.se mantiene en un mundo sensorial o de acción.como el descrito
y no logra alcanzar la posibilidad de introyección.de un objeto
continente e integrador dentro del propio self. Podríamos agregar que
no logra avanzar hacia una mentalización. La integración y el sentido
de unidad del self, vendrán de esta manera desde afuera o desde el
propio cuerpo..En estos sujetos predominan los procesos de pseudo
madurez, de alguna manera logran desarrollarse en la vida, pero no
podríamos decir que han alcanzado la madurez mental y emocional.
En estos casos el.sostén del self, incluso el sentido del ser y
existir queda entonces a merced de ciertas sensaciones y acciones
externas o corporales. Quizás algo de esto sufría la pequeña Georgette.
Por eso soportaba el dolor o no se quejaba de él. La enfermedad del
cuerpo le daba sensación de ser y existir.

Los sueños
Dice Joyce McDougall: En la segunda entrevista trajo dos sueños que
me implicaban: Yo estaba aquí y usted estaba embarazada, a punto de
parir. También tenía una nenita sobre sus rodillas. Me desperté
bruscamente y muy angustiada. (…)Está conmigo y me observa
mientras juego con una niñita de 2 años se siente feliz y en paz.

149
ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA DE BUENOS AIRES

Son dos sueños relatados durante la segunda entrevista que


Joyce McDougall le propuso para evaluar si podía esperarla un año o si
la derivaba a otro analista. Son de neto contenido transferencial ¿De
qué transferencia se trata? Sin duda de una masiva e idealizada, que
delata la cualidad "intrusiva" de la paciente. Tan intrusiva en la
transferencia como en su cuerpo. Georgette se aloja dentro de Joyce
McDougall. Es una niña de dos años que anhela ser protegida por la
analista, pero es también una mujer que la embaraza y la posee. De esta
forma niega todo otro vínculo, además de la diferencia sexual.
El deseo de fusión podría remitir a la unión como intento de
reparación de un narcisismo dañado, pero también se dirige hacia una
apropiación del cuerpo del analista y una invasión del mismo con su
posesividad.
Georgette dice que algo que escribió la analista le dio coraje,
como un permiso para la locura. Todo lo escindido de su vida mental y
corporal encontró un lugar en ella y le dio esperanzas de poder ser
alojado.
Joyce McDougall entendió que en Georgette se había actualizado
una madre buena, que la hacía existir, y una mala que la borraba. La
mala surgió frente al anuncio de no atenderla en análisis. Georgette
recurrió a la seducción para ser aceptada. La analista entendió que ella
estaba en condiciones de analizar esa parte escindida de su mente y de
su cuerpo, y lentamente fueron haciendo un proceso que le dio sentido
a gran parte de sus síntomas corporales.
¿Se puede hablar entonces de un insight temprano? Georgette
“sabía” que convivía con contenidos locos y al leer lo que escribió
Joyce McDougall la buscó, y allí se produjo un encuentro que permitió
el análisis de contenidos arcaicos, no simbolizados.
En cada separación Georgette soñaba que caía en abismos, o se
aferraba al borde de la ventana, o quedaba suspendida en el vacío. Las

150
PSICOSOMATICA Y PSICOANALISIS: EL CASO GEORGETTE

interpretaciones giraban en torno al concepto de que había un cuerpo


para las dos y la separación producía un desgarro difícil de tolerar.
Otro sueño, más avanzado el análisis, dice: Tuve una de esas
pesadillas como cuando tenía asma (Este padecimiento se prolongó
desde la infancia hasta los primeros años de análisis). Estaba en un
barco minúsculo y el mar subía peligrosamente, iba a ahogarme. Pero
me escondí en una pequeña cabina donde me creía a salvo. El mar cada
vez más amenazador. Ruido de truenos. Me doy vuelta y veo una
mujer en el cuarto conmigo. Me dice: dame los dos jarroncitos. Parece
que esos objetos eran míos peo no dudo. Se los doy y le digo ahora son
suyos.
La paciente asoció con la madre, y la analista le interpretó que
para escapar de la muerte Georgette le había dado todo: su femineidad,
su sexualidad, su maternidad. También incluyó la fantasía de que ella
misma le daba el pecho a la madre, en la línea de un solo cuerpo
indiferenciado para las dos. Pero probemos otras ideas. Siguiendo la
línea anterior, relacionada con la identificación proyectiva excesiva,
podríamos pensar que Georgette se sintió atrapada en el vínculo, con
ansiedades claustrofóbicas, y necesitaba el pene paterno (barco) para
ser rescatada. Los dos jarrones, que lamentablemente no son
investigados, podrían remitir a las partes-pechos de Georgette que son
entregados a Joyce McDougall para ser recibida en análisis. Georgette
había dado a su madre su feminidad, pero ahora daba a la analista sus
pechos potenciales para ser recibida por Joyce McDougall .
Más adelante.aparece un sueño inaugural. En una situación
peligrosa, llamaba: ¡papá! Cuando se despertó se miró al espejo y se
descubrió muy parecida a él por primera vez. No nos queda claro por
qué utiliza el término inaugural para referirse a este sueño. Podemos
inferir que el sueño incluye al padre como portador de una identidad
que le es reconocida por Georgette y la puede experimentar en ese
momento, permitiendo una salida del vínculo claustrofóbico con la
madre.

151
ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA DE BUENOS AIRES

Hacia el séptimo año recuerda un sueño que tuvo en las primeras


semanas de análisis: delante de ella veía un par de aros de cristal, pero
no podía ponérselos. Asoció, con gran sorpresa, que eran las perlas que
adornaban los veladores del cuarto de sus padres, aceptando con ello
que los padres dormían juntos, cosa que no había podido tolerar hasta
ese momento.
Quizá por eso Joyce McDougall dice inaugural para referirse al
sueño de Georgette con el padre. El vínculo con la madre se modificó y
permitió la entrada de la figura paterna. Lo llamativo es que los
contenidos edípicos estaban presentes en Georgette, pero carecían de
disponibilidad para ser simbolizados. Por eso a la hora del diagnóstico
Joyce McDougall habló de histeria arcaica.

Dos hipótesis de la autora Aperturas y discusión sobre sus postulados


teóricos. Sus consecuencias técnicas
Cuando hablamos de un caso, siempre tomamos por cierto lo que el
autor plantea. El modo de construir su texto de la experiencia
psicoanalítica, sin dudas da cuenta de esa construcción pero no de la
“experiencia” que ella tuvo. La experiencia fue traducida por ella, por
lo tanto trabajamos con su traducción. Al mismo tiempo, la lectura que
cualquiera de nosotros hace, también es una experiencia sobre el texto
de la autora, y ese texto nos promueve direcciones, preguntas, dudas,
propuestas. Esta aproximación sigue ese camino, tomando algunos
hechos consignados en el historial.
Denominaremos hipótesis al análisis de los conceptos de
símbolo, de proceso analítico, y teorías implícitas sobre el psiquismo
que la autora utiliza. Aplicando el modelo de la tabla de Bion (1970), la
fila A1 corresponde a la hipótesis definitoria que determina la
evolución de las intervenciones, así como los modelos que utiliza para
pensar e intervenir. Esas hipótesis y sus consecuencias son las que
abordaremos a continuación.

152
PSICOSOMATICA Y PSICOANALISIS: EL CASO GEORGETTE

Conviene aclarar que los dos párrafos elegidos constituyen un


patrón que podría encontrarse en muchos otros momentos del texto.
Sostenemos que la autora sigue en el decurso del caso esas dos hipótesis
planteadas.

Hipótesis 1
Cuanto más sufría por sus enfermedades interminables, más se sentía
psíquicamente en paz (p. 160).
La tesis central involucrada en este comentario, indica que la
enfermedad psicosomática significaba para la paciente un límite, una
“organización”, una “existencia”. La línea argumental básica podría ser
la del yo piel, el yo primera envoltura, el yo organización. Quedarían
de lado, otras dos hipótesis que en el material son.también detectables
a) el cuerpo como expresión de descargas, sin implicaciones
funcionales psicosomáticas, al modo de una “neurosis actual” y b) el
cuerpo como expresión de la “organización narcisista” (Meltzer, 2011)
y reacción frente al vínculo de dependencia con la analista y los
problemas edípicos en él implicados c) el yo funcionaría como agente
pasivo frente al ambiente, idea que es consecuente con la hipótesis
central de Joyce McDougall.
Si el cuerpo y su enfermedad son entendidos como expresión de
la falla en la constitución del narcisismo, el yo sería una consecuencia
secundaria de ese momento inaugural. No tiene decisión alguna sobre
la acción del objeto. Según Joyce McDougall, las cosas que le ocurren a
la paciente, son consecuencia de las características de la madre, le
otorga muy poco espacio a la actividad del self de Georgette.
En el punto a, se sugiere que no toda la expresión de la paciente
parecería tener el rango de psicosomático. Pensamos que existen
expresiones vívidas, momentáneas, que parecerían llevar más bien un
rasgo expresivo en su intención, un rasgo comunicativo. Algo así como
un “éxtasis freudiano” (1896), un modo de descarga que irrumpe sobre

153
ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA DE BUENOS AIRES

lo corporal, pero que no implica lesión ni organización ninguna.


También podría entenderse como un modo comunicativo,
demostrativo como señala Liberman (1966).
En el punto b, se enfoca un problema de implicancias
metapsicológicas, ya que encontramos que el cuerpo puede ser el
vehículo de expresión de un aspecto destructivo de la paciente, y que
es utilizado como un modo de batallar melancólico y omnipotente
contra la relación de objeto. Diversos autores post-kleinianos han
enfocado la importancia de la “organización narcisista” y sus modos de
hacer frente a la dificultosa relación de dependencia con el objeto,
cuando predominan en el paciente aspectos destructivos o envidiosos.
En esta línea el cuerpo revestiría una vertiente “masoquista” y
omnipotente, que podría ser expresión de la transferencia negativa en
el material. Joyce McDougall no incluye en sus intervenciones esta
vertiente.
El siguiente párrafo de Georgette ejemplificaría esta idea:
Pues…tuve una grave anorexia durante muchos años. Y toda mi vida
he tenido asma. Desapareció cuando me casé y me volvió después del
nacimiento de mi primera hija y siempre tengo anginas, rinitis (…)
pero eso no es lo importante. No me gusta mucho hablar de eso...
porque…me niego a someterme a tratamiento, odio los medicamentos
(…) y también tengo úlcera gástrica y reumatismo (…) pero no es
nada. Sé lo que tengo que hacer para curarme yo misma (p. 165)
En este párrafo seleccionado, se puede observar la utilización del
cuerpo tanto como modo de exhibición, tal vez un pedido de atención
o cuidado, pero sobre todo, como baluarte del self omnipotente que
afirma la auto-cura. El vértice analítico elegido por Joyce McDougall
no detecta en ello una expresión de la transferencia negativa. La auto-
idealización y auto-cura representarían el cuerpo de la paciente
utilizado para el no-vínculo, al menos en la utilización que realiza del
cuerpo en ese momento de la sesión.

154
PSICOSOMATICA Y PSICOANALISIS: EL CASO GEORGETTE

De lo anterior puede afirmarse que en algunos momentos de la


sesión, el cuerpo es el vehículo de la transferencia negativa, no un
límite para la conformación identitaria. El cuerpo en la sesión
representa el espacio de la experiencia vincular y de significado más
que el cuerpo de las ciencias biológicas. El cuerpo es sede de sentido,
que se actualiza en cada momento de la sesión, a tal punto que puede
tomar una u otra significaciónn según lo que suceda en la dinámica
vincular. No es un cuerpo estático. Es un cuerpo que en Georgette
vehiculiza la relación transferencial. Lo utiliza en sus sesiones de
variadas maneras y no todas ellas implican la misma línea de
procesamiento.

Hipótesis 2
(…) una expresión de temores arcaicos y de deseos fusionales
accesibles a la conciencia, pero acompañados por una rabia narcisista y
un miedo primitivo totalmente inconscientes. (p. 161)..En este
ejemplo,.la autora privilegia un esquema histórico-evolutivo.
¿Cree Ud. que estoy loca?, pregunta Georgette (p. 162). En esta
escena del diálogo analítico, el vínculo es la sede de operaciones de
pensamiento que intentan hallar su cauce en la transferencia. La
paciente venía hablando de la elección de la analista y desde allí hace
el salto a la relación con su madre. Describe la asimetría del vínculo
con su objeto materno. Podría preguntarse si Georgette no está
hablando de su relación idealizada con la analista-madre, para quien la
paciente siente que no existe y es transparente. La manifestación de ese
temor (que evidencia en el sueño de los jarrones) implicaría además
aceptar una relación de tal asimetría con Joyce McDougall, donde ella
dejaría.de existir. Por último, podría pensarse si estamos en presencia
de un vínculo fascinado, que la paciente mantiene también en la
transferencia, planteando argumentos racionalizados para ofrecerse
como una paciente estelar en la lista de los pacientes psicosomáticos....

155
ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA DE BUENOS AIRES

Sin dudas esta no es la línea privilegiada por Joyce McDougall.


En la posición de la autora, la lectura del material tanto como el modo
de intervenir, privilegia una perspectiva histórica y referida a objetos
externos. Esto significa que la presentación de este caso no se
encuentra centrada en la transferencia, especialmente la negativa.
Parece tener en mente dos madres diferentes, sostiene Joyce
McDougall (p. 162).aludiendo a la madre real o a las imagos maternas
manteniendo esa idea durante la narración del caso. Desde esta
perspectiva, la paciente no estaba tratando de construir una
comprensión histórica de su padecer, para dar un salto cualitativo y
salir de su confusión, sino que estaba confundida bajo el peso que
implicaba, en relación a la dificultad de hallar el alivio simbólico, en
un objeto transferencial. Este se presenta como totalmente idealizado y
con la hostilidad negada e introyectada que se estanca en el cuerpo,
constituyendo una posición masoquista.
Luego, la autora toma la idea de la madre muerta de Green. (…)
la madre de Georgette murió para ella narcisísticamente por la
desinvestidura materna. (p. 163). La paciente dice: Me siento muy rara.
Es como si se me hinchara el cuerpo. Joyce McDougall articuló su duda
en relación a tomar a la paciente en análisis con el eje histórico-
traumático. Georgette reacciona con una especie de neurosis actual
ante la propuesta de encontrar a otro analista. La paciente se repone
ante la vuelta atrás de Joyce McDougall y le relata el sueño en el que la
embaraza.
Algo similar ocurre en la vuelta de las vacaciones del analista:
¿Qué le ha hecho Ud. a mi cara? La hipótesis de Joyce McDougall
vuelve a la relación con la madre, pero es central en el material, la
relación con la escena primaria así como el vínculo agresivo del cuerpo
con la intolerancia a esta situación. Georgette da la pista del ataque
proyectivo al cuerpo de la analista, a través de lo que hace con su
propio cuerpo: Se preocupaba a menudo por mi salud y mi capacidad

156
PSICOSOMATICA Y PSICOANALISIS: EL CASO GEORGETTE

de resistencia a aquella demanda (…) a que su extrema dependencia


habría podido cansarme o ponerme enferma. (p. 169).
La autora interpreta esto en la línea de la fusión-separación pero
el núcleo hétero y autoagresivo queda no expresado ni analizado:.Así
que no me extrañaba que cada interrupción en nuestro trabajo
estuviera marcada por dolorosas erupciones cutáneas, como si la
ruptura en la relación le desgarrara la piel. (p. 170). La hipótesis de
ruptura de la unión deja de lado la actividad del self destructivo de
Georgette, que omnipotentemente realiza los actos de cortar, cortarse,
embarazar, en definitiva, hacer intrusión en el objeto materno.
Joyce McDougall recobra la figura de la terceridad ante un
hecho histórico que lo avala: cuando vio a Joyce McDougall con su
marido. En la hipótesis de la analista, la remisión a la evidencia
histórica de la evolución desde la fusión a su elaboración, y la
vinculación de los trastornos somáticos con la identidad, deja de lado el
papel del superyó primitivo en la dificultad de simbolizar. También
deja de lado el cuerpo como instrumento de ataque melancólico
agresivo a la escena primaria. Tampoco considera que exista un sujeto
activo que realiza todos estos movimientos.
Sin dudas las argumentaciones tienen implícitas nociones muy
claras sobre el acceso al símbolo, tan relevantes en pacientes que
padecen estos trastornos. A la importancia de la “ausencia-presencia”
podrían agregarse el papel del superyó, la actividad del sujeto, las
problemáticas edípicas en sus formas tempranas y por supuesto, las
consecuencias de la resolución de estas combinaciones para acceder a
los procesos simbólicos. El vínculo es la sede de las acciones más que
de racionalizaciones o “construcciones” y el analista está implicado de
manera directa en la superación de las ansiedades tempranas.
Cada analista refleja en sus intervenciones las hipótesis que
guían el devenir del proceso. El modo de responder de Georgette
pareciera adaptarse a la línea teórica de Joyce McDougall: Si pierdo
esta capacidad para crearme úlceras, para resfriarme sin parar, dejaré

157
ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA DE BUENOS AIRES

de existir […] a mi madre nunca le conmovía mi tristeza. (p. 171). Para


responder a una transferencia positiva idealizada el elemento agresivo
queda ubicado en el cuerpo, tanto como el odio masoquísticamente
actuado. Parecía que Georgette comprendía bien lo que quería oír su
analista.
En este apartado intentamos proponer hipótesis complemen-
tarias a las que Joyce McDougall privilegia, además de revisar el papel
del vínculo en el sentido transferencial que.aparece un tanto
desdibujado en el material.

Aportes del psicoanálisis argentino


En el análisis de la problemática de Georgette, resulta interesante
incluir los aportes teóricos de otros autores, en este caso de José Bleger
y David Liberman, pensadores originales de la escuela rioplatense.de
psicoanálisis.
Los teóricos.posteriores a Freud son los que abrieron el camino
hacia la investigación de las enfermedades psicosomáticas, desde Pierre
Marty en adelante. En nuestro medio, José Bleger resaltó la
importancia.de las organizaciones simbióticas en las patologías de la
ambigüedad y con ello abrió la comprensión de las enfermedades
psicosomáticas, entre otras manifestaciones psicopatológicas. Por su
parte, Liberman, en los últimos años, se dedicó a investigar desde la
perspectiva de los estilos comunicacionales, las características y
vicisitudes de los pacientes con padecimientos psicosomáticos.
Para Bleger, la simbiosis representa la imposibilidad y la
prohibición de desarrollar una identidad propia, independiente del
cuerpo de la madre. Ya en la primera entrevista con Joyce McDougall,
Georgette ocupaba el sofá “como si tuviera que compartirlo con una o
dos personas más.”.En el inicio de la primera entrevista, la paciente le
estaba haciendo saber a la analista la esencia de su problema, detrás de
sus múltiples síntomas somáticos.

158
PSICOSOMATICA Y PSICOANALISIS: EL CASO GEORGETTE

Georgette intentaba hace hablar a su cuerpo de diversas


maneras. Cuando la amenaza de ruptura de la simbiosis se presentaba,
como dice Bleger, aparecen en estos pacientes fenómenos semejantes a
los que se presentan en el esquema corporal del los psicóticos. No se
afirma que la paciente padezca una psicosis clínica, sino que la parte
simbiótica de la personalidad correspondía a la parte psicótica
escindida. Georgette expresaba la necesidad de recurrir a gestos
mágicos para protegerse y no sentirse desintegrada. Apelaba al
demonio para no sentirse amenazada por Dios. (pág. 161).
Bleger señala que pueden existir núcleos simbióticos en
pacientes adaptados, de apariencia más neurótica, en los que
clínicamente no se manifiestan en primer plano..Entre las defensas que
se producen frente a la ruptura del control de los núcleos simbióticos,
se encuentra la enfermedad psicosomática. Otra idea central en la obra
de Bleger, es el concepto de buffer. En. su acepción original, el término
alude a una zona de amortiguación y a la función de receptor
intermediario de información entre partes de una estructura o sistema.
Para este autor, el cuerpo funciona como buffer en la reintroyección
de lo proyectado, cuando el nivel de la intensidad afectiva sobrepasa
un cierto umbral. El cuerpo actúa como amortiguador del impacto que
provocan ciertas emociones, sobre todo las violentamente agresivas. De
ahí el terror.
La imposibilidad de que la paciente pudiera acceder a sus
conflictos con la violencia y con la agresión en el espacio mental,
terminaba provocando la enfermedad somática, en episodios agudos
por una parte, y también en padecimientos crónicos.
Este funcionamiento se observó cuando frente a situaciones de
frustración en la relación transferencial, el odio y la violencia de
Georgette aparecían expresados en manifestaciones corporales:
temblor, enrojecimiento, dificultades para respirar. Joyce McDougall
afirma que los fenómenos somáticos en Georgette aparecían en lugar
de la rabia y el terror.

159
ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA DE BUENOS AIRES

Resulta interesante mencionar que ya en Simbiosis y


Ambigüedad (1978), Bleger relató el caso de una paciente que tenía
temblores y convulsiones. A ella, la vida le resultaba más fácil y menos
angustiante cuando padecía esos síntomas que cuando estuvo mejor.
En esa época comenzó a manifestar miedo a enloquecer. Joyce
McDougall señala que cuanto más sufría Georgette sus padecimientos
corporales, más se sentía en paz.
Por su parte, Liberman integró la nosología psicoanalítica con la
teoría de la comunicación. Postuló la descripción de estructuras de
personalidad de acuerdo a los estilos comunicativos. La personalidad
infantil es uno de ellos, y su característica definitoria es que utiliza el
cuerpo como medio de comunicación. En estos pacientes, el
padecimiento corporal.encuentra su origen en el fracaso del proceso de
simbolización de los conflictos y de las emociones.
Para Liberman, Grassano de Piccolo, Neborak de Dimant,
Pistiner de Cortiñas.y Roitman de Woscoboinik, P. (1993) el
desempeño en el mundo real, se caracteriza por la sobreadaptación
ligada a la enfermedad corporal ya que ambos constituyen dos aspectos
de la misma patología. (p.30). El sometimiento al un ideal del yo
tiránico, en el que está instalada la confusión entre el logro del éxito y
prestigio con el “deber ser”, los obliga a creer que el trabajo constituye
el pilar de su identidad, en detrimento del self emocional.
El síntoma somático, que rompe aparentemente el devenir de la
normalidad es una señal de alarma que manifiesta la ruptura de la
sobreadaptación a la realidad como defensa. Esta sobreadaptación a la
realidad es manifestación de la parte psicótica de la personalidad más
que una manifestación adecuada del principio de realidad.
En cuanto a los orígenes de estas distorsiones en el desarrollo de
su subjetividad, la relación temprana con la madre aparece
dramáticamente descripta por Georgette, en las vicisitudes de su
vínculo divalente con ella. Esta modalidad es propia de las relaciones

160
PSICOSOMATICA Y PSICOANALISIS: EL CASO GEORGETTE

con objetos parciales. Es buena cuando no está y la necesita, y es mala


cuando está con ella.
Relacionando la descripción de Georgette con la figura materna
y las manifestaciones transferenciales, se puede pensar el funcio-
namiento de esta madre, dentro de las que Liberman describe como
madre rebotante. Persona narcisista e infantil, que permanece
desconectada de las necesidades emocionales de su niña, a la vez que
las angustias de la pequeña, la hacían sentir fracasada en su rol.
Seguramente no toleró ser la receptora de las conductas de hostilidad
de la pequeña Georgette.
Esta madre genera un tipo de identificación diferenciada de la
madre mete bombas que inocula y desorganiza. (Liberman et al., 1993,
p. 68). Por lo general el padre es una figura ausente en el contexto
familiar, desvalorizada y pasiva en contraste con una madre activa,
extremadamente exigente e intrusiva. En realidad el padre aparece de
este modo porque su función desimbiotizante no se cumple. Por más
padre que se sienta esa madre impidió que accediera a la función
tercerizante: esto es desvalorizarlo, no existe, no sirve. La madre ignora
su presencia, por lo tanto.no le da el espacio para funcionar.como
tercero en la díada, como el partero que corta el cordón, diría Enrique
Pichon Rivière. De hecho, Joyce McDougall alude al sueño de
Georgette con el padre como inaugural, de acceso a la situación edípica
más tardía.

BIBLIOGRAFÍA
Bick, E. (1963) Notas sobre la observación de lactantes en la enseñanza del
psicoanálisis. Revista de Psicoanálisis, XXIV, Nº1 Pp. 34-9. Buenos Aires.
Bion, W. R. (1970) Volviendo a pensar,.Buenos Aires. Editorial Lumen-
Hormé,

161
ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA DE BUENOS AIRES

Bleger, J. (1978) Simbiosis y ambigüedad. Buenos Aires, Editorial Paidós.


Cardenal M. (2004) Object relationship vicissitude: towards the
acknowledgement ofliving depende, young children observation, en Create
bonds, Cracovia, 2004
Liberman, D.; Grassano de Piccolo, E.; Neborak de Dimant, S.; Pistiner de
Cortiñas L. y Roitman de Woscoboinik, P. (1993) Del cuerpo al símbolo.
Sobreadaptación y enfermedad psicosomática. Santiago de Chile, Ananké.
(1966). La comunicación en terapéutica psicoanalítica. Buenos Aires,
Editorial Universitaria de Buenos Aires
Freud, S (199 [1937]) “Construcciones en el análisis”.Obras Completas. Buenos
Aires, Amorrortu Editores.
(1996 [1896]) Manuscrito K. Las neuropsicosis de defensa..Obras
completas, 1, Buenos Aires, Amorrortu Editores.
Meltzer D. (2011) “Los estados sexuales de la mente”, Buenos Aires, Spatia
Editorial
(1988) “La aprehensión de la belleza”,.Editorial Spatia, Buenos Aires,

162
ENTRE PACIENTE Y ANALISTA. NUESTRA OBSERVACIÓN

Entre paciente y analista. Nuestra observación

ASOCIACION DE PSICOANÁLISIS DE PAREJA, FAMILIA


Y GRUPO - MENDOZA
(APPFG)1

Arcardini. Sofía; Barg, Alicia; Gutiérrez, Beatriz; Valla, Isabel2


Colaboradores: Borobio, Graciela; Nacif, Roxana3

I- INTRODUCCIÓN

Pensar juntos como punto de partida.

Diálogos clínicos es el nombre de la actividad que nos convoca. Alude,


en principio a dos ámbitos: el que se da entre colegas y el que se da
entre pacientes y terapeutas.
Entre paciente y terapeuta la construcción del análisis es posible por la
presencia de ambos, por.la historia que pueden recrear juntos, pero
también por la nueva historia que entre ambos pueden ir armando.
Entre psicoanalistas implica aprender a escucharnos en los
diferentes modos que tenemos de pensar, de entender, por incidencia
de teorías que resaltan diferentes puntos de vista. Diálogo, supone en
principio a dos partes, pero aún en el ámbito profesional entre pares,
no estamos exentos de dificultades. A veces se convierte en un

1 Sitio web: www.parejafamilia.grupo.org.ar


2 sofdeboc@hotmail.com; alicia.barg@yahoo.com.ar; betigut9@gmail.com;
isabellavalla@gmail.com.
3 gracielaborobio@gmail.com; rinacif@yahoo.com.ar.

163
ASOCIACIÓN DE PSICOANÁLISIS DE PAREJA, FAMILIA Y GRUPO - MENDOZA

monólogo que puede encerrarse en sí mismo defensivamente,


excluyente de otros. En otros momentos en cambio, no hay una sola
propuesta y cada propuesta transcurre sin que sea posible establecer
algún nexo entre ellas. Sin embargo, a pesar de todas las diferencias
hay algo que nos unifica, el deseo de comprender, en la convicción de
que es partir de estas diferencias que es posible realizar otras síntesis,
otros modos de entender.
En el último tiempo quizás hay dos vértices que se enfatizan en
el ámbito del psicoanálisis vincular: un vértice que entiende que.lo que
ocurrió en el pasado ayuda a entender el posicionamiento o modo de
vivir actual y el otro vértice en cambio, entiende que lo que se da en el
presente, lo que se presenta a nuestros sentidos es lo que.nos ayuda a
encontrar alternativas creativas y novedosas al sufrimiento.
Estas perspectivas también son con las que nos enfrentamos, en
nuestra institución, al dialogar sobre el material clínico. Para graficarlo
queremos compartir con ustedes la observación de un momento de
nuestro funcionamiento como grupo en una de las reuniones destinada
a intercambiar acerca de lo que pensábamos del capítulo del libro.de
Joyce McDougall En una de dichas reuniones, la impresión que surgió
en algunas colegas era que el funcionamiento del grupo estaba en
consonancia con el material clínico que se estaba discutiendo: “Un
cuerpo para dos”. En ese momento de la discusión, parecía que.el
psicoanálisis vincular como teoría no hallaba un espacio discriminado
dentro del cuerpo psicoanalítico original. Era difícil poder pensar
desde una mirada discriminada de otro saber, el que le dio origen,
como quizás ocurrió en Mendoza cuando empezamos a estudiar los
vínculos desde una perspectiva psicoanalítica. Todo esto además, fue
dramatizado desde lo gestual y corporal, en donde una de las colegas se
dirige a la otra y le dice “no me empujes”, recibe como contestación “es
que no me dejabas ver...”. ¿Superposición en el espacio?, ¿necesidad de
más espacio para encontrar un lugar para cada una?, ¿para cada forma
de pensar? ¿poder separarse de los orígenes, de los maestros para poder
habitar la propia historia?

164
ENTRE PACIENTE Y ANALISTA. NUESTRA OBSERVACIÓN

De algún modo, nuestras vivencias estaban en afinidad con lo


que queríamos entender del material clínico. Pero también.diferentes
perspectivas teóricas estaban en juego. Cada una tenía que encontrar su
espacio para poder ver y pensar cómo abordar un material relatado por
una analista del proceso de su paciente, desde un enfoque vincular, sin
confundir que un nivel es el trabajo de analista y paciente con el
mundo interno de la paciente, de las conjeturas que podemos hacer
pensando.en un nivel intersubjetivo, el vínculo de la analista con esta
paciente. Diferentes miradas habitan nuestro trabajo, hemos querido
respetarlas y darles lugar en este trabajo.
Conforme a lo que hemos dicho, podemos enunciar además que
lo que observamos del vínculo entre Georgette y su analista, tendrá
particularidades diferenciales de otras observaciones, ya que nuestra
mirada está enmarcada en un determinado contexto institucional y en
un tiempo.histórico particular. Algo de lo presente dado por el
material clínico.y algo de la historia contribuyen a configurar nuestros
puntos de vista.
Además, nos parece válido aclarar que desde nuestro abordaje de
este vínculo, tenemos el relato en toda su extensión temporal, del
inicio al final. Quizás esto nos permita comprender las cosas de otro
modo, ya que el conocimiento de la totalidad nos permite enriquecer
cada tramo desde el comienzo, que en el caso de las protagonistas del
relato clínico que estamos observando, iban descubriendo sin poder
contar con el desenlace, además de estar impregnadas por la urgencia
de los sentimientos y con la carga de la incertidumbre. Sin embargo es
precisamente en las sombras, en lo no sabido o pensado.lo que les
permitió encontrar los gérmenes de lo nuevo, de lo creativo lo que
puede ayudar.a dejar el territorio de la repetición.

165
ASOCIACIÓN DE PSICOANÁLISIS DE PAREJA, FAMILIA Y GRUPO - MENDOZA

II-NUESTRO ACERCAMIENTO A LA CLÍNICA


1-La construcción de una nueva envoltura:
Veamos las vicisitudes de Georgette y su analista. Ya desde la primera
entrevista, el cuerpo de Georgette entra en escena, con un modo mudo
de expresar a la analista su sufrimiento. Más allá de lo que se
desplegaba en su escenario interno, queremos observar el nivel
intersubjetivo, aquel dado entre la terapeuta y la paciente.
En el primer encuentro, en la percepción inicial de la analista de
la paciente, advierte que oculta lo femenino y adulto, recubierto con su
forma de vestirse con una falda de grueso tejido y calzado juvenil. Nos
hace recordar a los “Prisioneros de la piedra”, esculturas incompletas
de Miguel Ángel, en donde parece que los.personajes tallados deben
franquear una gruesa pared de la roca para poder salir a la vida. El
grosor de la cubierta, nos hace presumir todo el trabajo que requiere,
pero también nos ayuda a ver la posibilidad de la analista en poder
intuir la riqueza oculta, a pesar de las barreras infranqueables que
Georgette le interponía.
Esta forma de presentarse de Georgette es acorde al uso del
espacio en el consultorio: “se coloca en una esquina del sofá, como
dejando espacio para otros...”. No puede hacer uso de todo el lugar
disponible para ella. Esta situación planteada en la realidad, era reflejo
de lo que ocurría en su mundo interno, restringido en su subjetivación.
En los contenidos que aborda luego en la entrevista, están aquellos que
se ve impedida de abordar, en especial lo referido a su cuerpo y vida
sexual, ya que ambos le resultan repugnantes. Allí también aparecen
espacios en blanco. Por otra parte, cuando entra al consultorio, se
desploma al momento de sentarse, indicando que no puede dar sostén a
su propia estructura. Restringida en su espacio y sin sostén, sostén que
buscaba y que debía ser construido.
¿Qué ocurre en este vínculo entre la paciente y su analista?
¿Cómo se empieza a desplegar algo diferente? Quizás lo más llamativo

166
ENTRE PACIENTE Y ANALISTA. NUESTRA OBSERVACIÓN

se da cuando la terapeuta al concluir la primera entrevista, puede dejar


lo establecido previamente. Le había anticipado, antes de realizar.la
primera consulta que no podría realizar un tratamiento antes de un
año. Era un modo también desde la terapeuta de dejar encerrado al
tratamiento por un plazo de tiempo, quizás al modo de los prisioneros
de la piedra, sin poder salir a la realidad. La respuesta corporal de
Georgette, como un grito silenciado de enojo y a la vez pedido de
ayuda, era elocuente en su manifestación ante lo que sentía como
rechazo. Pero pudo ser escuchada y ser mirada. Allí surge un
movimiento creativo, la analista.deja lo preestablecido, para lanzarse a
un futuro que permita el despliegue del trabajo terapéutico, ya no
quedaba prisionero del tiempo.
Lo establecido en el pasado era excluyente de las necesidades de
Georgette, no sólo lo que había planteado la analista, sino su pasado
remoto, donde sus necesidades.no podían ponerse de manifiesto. Sólo
tenía espacio como réplica de las necesidades de los adultos. En ese
espacio de la sesión, la paciente con su comunicación corporal, y una
analista abierta a escucharla, permitió crear algo: un espacio común y
compartido en el que ambas podían tener cabida. En ambas hay una
ruptura con el pasado. A la paciente le permite ser escuchada y
contenida y la terapeuta deja de lado un antes, donde no era posible
continuar.con la paciente y puede abrirse a otra propuesta: le daba otra
entrevista. Es la apertura hacia otro desenlace en el vínculo: es posible
crear un espacio para dos.
¿Qué es lo que ayuda a configurar esta escena? ¿El modo
construido desde el singular mundo interno de la paciente que se
despliega con la terapeuta? ¿Lo que ocurre entre la paciente y la
terapeuta en el presente? Ese mundo interno se constituye de un modo
particular por haber nacido en una familia con sus características, y en
un contexto social e histórico determinado. Son varias opciones para
pensar, las dificultades de subjetivación.pero también incide lo que se
construye en el vínculo terapéutico entre ambas. Presente y pasado,
perspectivas que enriquecen y ayudan a comprender.

167
ASOCIACIÓN DE PSICOANÁLISIS DE PAREJA, FAMILIA Y GRUPO - MENDOZA

Veamos los efectos que tiene la respuesta de la terapeuta. La


continencia, el ser alojada por la analista y no dejarla librada a un
cuerpo sufriente, quizás fue lo que facilitó el movimiento en la segunda
sesión..
Georgette trae dos sueños. Al sentirse contenida, ella puede
albergar imágenes en su interior. Encuentra un hospedaje. Bordelois,
nos recuerda que la palabra hospital viene de hospedaje, que contiene
en unos de sus sentidos una connotación de alienación. Se le ofrece un
lugar de contención de sus cosas locas y la posibilidad de curación. Esta
nueva situación permite la emergencia de.otros recursos de la paciente.
El relato de sus vivencias pueden ser contadas de manera onírica,
expresando una transformación en el modo de transmitirlas.
Los problemas surgen cuando el pasado invade el presente, a
través de historias de desamparos que capturan el.cuerpo de Georgette
retenido en esas historias, causándole diversas sensaciones: de
invasión, de asfixia, de evitación, rabia... La analista.percibiendo.los
escenarios planteados por la paciente, invadidos de tanta presencia de
madre, intenta poner al padre en la escena. Se observa cómo la
terapeuta.pone en evidencia vínculos no discriminados cuando ella
misma confunde a la abuela materna con la abuela paterna. Estas
reflexiones nos muestran puntos en el relato que hace la analista,
marcando de algún modo fracturas en la continuidad. Frente a algo
repetitivo, surge la duda de la terapeuta, quizás estimulada por el
impulso de querer encontrar otros rumbos para investigar. Intenta
encontrar salidas de un circuito ya conocido y repetitivo. Quizás.la
posibilidad de poder pensar y plantear las propias dudas, el sentir la
invasión de personajes, confrontar la propia ignorancia, es lo que
permite proponer otro modelo más opaco, diferente de la certeza que
excluye cualquier modificación.
En este intercambio se pone en evidencia que la analista no es
solamente un objeto interno para la paciente, sino que desde su propia
singularidad presente en el vínculo, produce efectos, fisuras que

168
ENTRE PACIENTE Y ANALISTA. NUESTRA OBSERVACIÓN

ayudan a fragilizar un relato muy compacto. Según Nassim Nicholas


Taleb en su libro Antifrágil, nos muestra cómo el crecimiento es
posible cuando es posible dejar el camino previsible. Lo antifrágil es
estar expuesto a cierta fragilidad.
Por otro lado, la analista decidió no tocar demasiado la
dimensión somática de su paciente, ya que el hacerlo podía ser vivido
como invasor por Georgette. Esta renuncia a tocar ciertos temas,
también permitió incorporar un modelo diferente. Georgette podía no
ser invadida. De este modo, el vínculo con la analista, no sólo como
reflejo de su mundo interno, permitió ir creando otra envoltura.
La paciente sólo concebía un cuerpo para dos, a la vez que le
generaba vivencias de algo invasor, de algo pegajoso de lo que no se
podía desprender. Es llamativo el nombre que entre ambas acuerdan
ponerle en el espacio terapéutico a la paciente: Georgette. Es el
nombre de una tela espumosa, cuyo nombre la paciente no podía
encontrar, ya que quería hacerse una blusa. Era la misma tela de un
camisón de la madre, que usaba para los amantes, y que Georgette
tenía prohibido tocar. A la vez era el género de un pañuelo que la
madre le había dado y que siempre la acompañaba. Lo que estaba
siempre y lo prohibido debía resolverse para que ella pudiera acceder a
una blusa propia, para lograr un entorno, una piel propia y no ya de su
madre.
Los griegos, llamaron sastres en algún momento a los médicos,
aludiendo a aquellos que podían coser las heridas, o como en este caso,
hacer algo a medida del propio cuerpo.

2- “Escuchando los teatros del cuerpo”


La historia de esta paciente, muestra “una extrema vulnerabilidad
psicosomática”. De todos modos, en el desarrollo del análisis, se
observa que van cambiando estas reacciones psicosomáticas, por

169
ASOCIACIÓN DE PSICOANÁLISIS DE PAREJA, FAMILIA Y GRUPO - MENDOZA

fantasías, sueños y comienza a simbolizar, ya que el objetivo de todo


tratamiento es que el paciente comience a simbolizar.
Según Liberman cuando las vivencias no pueden ser contenidas
y metabolizadas, buscan en el propio cuerpo un intento de función
materna, un intento de encontrar un continente. Por esto pensamos,
que la relación de la paciente con la terapeuta, es en el primer tiempo
del análisis una relación simbiótica que le permite a la paciente tener la
contención que no tuvo en su historia de donde intentó encontrar
infructuosamente refugio en su cuerpo. Esto lo podemos apreciar
cuando por un lado, la paciente le dice “qué hizo con mi cara,.en
ocasión que la terapeuta vuelve de vacaciones.con la cara bronceada, y
por otro lado, la terapeuta tiene una confusión, y no sabe cuál es “la
abuela ángel”, ¿madre de quién? Los límites entre ambas se vuelven
difusos, en una unión que no las discrimina. Sin embargo al sentirse
alojada, logra con el tiempo llegar a la fantasía y puede simbolizar el
cuerpo sufriente. Esto concuerda con lo que se observa a menudo en el
trabajo con pacientes psicosomáticos: no logran fantasear, jugar, soñar,
en la expresión de sus afectos.
Según Liberman, “… el logro de funciones simbolizantes
dependerá de la interacción entre:
-Un aparato psíquico debidamente equipado madurativa y
emocionalmente, para desarrollar movimientos proyectivos de
contacto, expresión, exploración y ligazón significativa;
-Un agente materno presente que, a partir de su propia
capacidad simbólica, pueda significar los movimientos
proyectivos del bebé y que al ofrecerse como objeto de sostén
afectivo y como objeto para ser investigado emocional y
sensorialmente, mediatice el aprendizaje de la realidad humana
y material…”
Ya avanzado el análisis, en la vuelta de las vacaciones, Georgette
muestra que ha logrado apropiarse de su cuerpo, comenta con alegría

170
ENTRE PACIENTE Y ANALISTA. NUESTRA OBSERVACIÓN

que disfrutó de esa temporada y los alimentos provenientes del mar


(éstos que antes le producían alergia) ahora podía asimilarlos.
Podríamos sintetizar que en el capítulo XI “Los frutos de madre”,
la analista le ofrece a la paciente un paquete de información que
condensa en sí acontecimientos del cuerpo, de la mente y de sucesos
en el mundo externo, con distintos objetos, en distintos tiempos y
espacios.

III- A MODO DE SÍNTESIS


Pensando en el vínculo
En el Grupo de discusión, desde el mismo título del texto:”Un cuerpo
para dos”, se debatió sobre lo individual y lo vincular, como si hubiera
una brecha y no una estrecha relación de comunicación y construcción
entre ambos. No sólo es el mundo interno de la paciente, es el
encuentro en un vínculo de paciente y analista.
Marcos Bernard, en su libro “El trabajo psicoanalítico con
pequeños grupos” al analizar la transferencia y contratransferencia,
menciona a los Baranger en el análisis que realizan sobre la relación
paciente- analista, quienes hacen referencia a una “fantasía de pareja”..
Dice M. Bernard que M. y W. Baranger elaboran algunos
trabajos que sostienen la posibilidad de tratar en términos de vínculo el
entrelazamiento de los componentes, tanto transferenciales como
contratransferenciales, configurándose una “fantasía de pareja”. Estos
autores describen a la situación analítica como un proceso dinámico en
el que el analista.participa, no sólo registrando e interpretando
como.alguien neutral, sino que paciente y analista están ligados de
manera complementaria. Puede decirse que son mucho más que dos,
ya que ambos contribuyen a estructurar una fantasía de pareja en la
que ninguno puede ser comprendido dentro del contexto sin el otro.

171
ASOCIACIÓN DE PSICOANÁLISIS DE PAREJA, FAMILIA Y GRUPO - MENDOZA

Está claro que los autores se refieren a un campo que se forma en


ocasión de la sesión, y dura lo que ella. Para ellos, la observación del
analista, debiera dirigirse a.la observación de este campo. El campo a
que se hace mención es descripto en términos espaciales (la
distribución del diván, el sillón, etc.) y temporales.(la secuencia de las
sesiones, las vacaciones, etc.). La base de este campo es una fantasía:
“Lo que estructura el campo bipersonal de la situación analítica es
esencialmente una fantasía inconsciente: pero sería equivocado
entenderlo como una fantasía inconsciente del analizado solo, […] No
podemos concebir la fantasía básica de.la sesión –o el punto de
urgencia- sino como una fantasía de pareja (como en psicoterapia
analítica de grupo se habla de “fantasía de grupo”, y con mucha razón).
La fantasía básica de una sesión no es el mero entendimiento de la
fantasía del analizado por el analista, sino algo que se construye en una
relación de pareja. No dudo que en esto ambas personas tengan un rol
distinto, ni de que sería un absurdo peligroso de parte del analista
imponer su propia fantasía en el campo, pero tenemos que reconocer
que para una “buena” sesión, tienen que coincidir la fantasía básica del
analizando y la del analista en la estructuración de la sesión analítica”..
Como síntesis podemos decir, que en el caso clínico que nos
ocupa en este trabajo, la fantasía construida a partir de la propuesta de
Georgette, se articula con lo que se genera en su analista y de este
modo se construye el vínculo necesario para un abordaje
terapéutico..Este encuentro estructura un campo en donde confluyen
las fantasías de ambas y es lo que permite sustituir una envoltura de
sufrimiento corporal en un sostén real y vital.

172
ENTRE PACIENTE Y ANALISTA. NUESTRA OBSERVACIÓN

BIBLIOGRAFÍA.
Bernard, M. (2006), El trabajo psicoanalítico con pequeños grupos, Buenos
Aires. Lugar Editorial, 2006..
Bordelois, I. (2009), A la escucha del cuerpo, Buenos Aires, Libros del Zorzal,
2009.
Kaës, R. (2007), Un singular plural. El psicoanálisis ante la prueba del grupo,
Buenos Aires, Amorrortu, 2010.
Liberman D. (1982), Del cuerpo al Símbolo. Bs. As. Ed. Kargieman, 1982.
Taleb, N. (2013), Antifrágil. Las cosas que se benefician del desorden, Buenos
Aires, Paidós, 2013.
Scharff, D y Vorchheimer, M. (2017), Diálogos clínicos sobre psicoanálisis con
familias y parejas, Buenos Aires..

173
ASOCIACIÓN DE PSICOANÁLISIS DE PAREJA, FAMILIA Y GRUPO - MENDOZA

174
CASO GEORGETTE. POSIBILITANDOTEJIDO SIMBÓLICO

Caso Georgette: Posibilitando tejido simbólico


al interior del proceso de la cura

ASOCIACION ARGENTINA DE PSIQUIATRIA Y


PSICOLOGIA DE LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA
(ASAPPIA)1

Lic. Silvina Burba, Lic. Alicia Leone, Lic. Claudio Pellegrino2

“Así, leer/ escuchar/ escribir es


abrir para nosotros y para otros un
camino de libertad. Pero no se trata
de algo dado de una vez y para
siempre sino de un camino, porque
ya no es en un libro o en una
acción sino en el tránsito, en la
precariedad de lo que está dejando
de ser para convertirse en otra cosa,
en ese río del tiempo que va de una
palabra a otra (…)”

María Teresa Andruetto,


La lectura, otra revolución.

Reflexionando a partir del título de la obra de McDougall – Teatros del


cuerpo- y la concepción etimológica del término teatro, encontramos
que el mismo proviene del griego Theatrón: espacio o sitio para la
contemplación. Un título que nos dice un modo de pensar el psiquismo
y un modo de pensar la situación analítica: una escena cuyos

1 www.asappia.org.ar, asappia@intramed.net
2 burbasilvina@hotmail.com, alicialeone10@gmail.com, claufpellegrino@gmail.com

175
ASOCIACIÓN ARGENTINA DE PSIQUIATRÍA Y PSICOLOGÍA DE LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA

protagonistas actúan y contemplan, actúan y son afectados por la


misma actuación, actúan y reflexionan, construyen pensamiento.
El aporte novedoso de McDougall radica en darles estatuto a las
manifestaciones somáticas, en ubicar los fenómenos psicosomáticos
como actos no verbales que expresan algo de lo afectivo arcaico, que
deben ser atendidos, observados. Nos dice: “En los años cincuenta, (…)
escuché, como la mayoría de mis colegas, el relato de las enfermedades
psíquicas de mis pacientes como hubiera podido escuchar cualquier
otra asociación, es decir, como parte integrante de una cadena
inconsciente de pensamientos, y como soporte de otras preocupaciones
preconscientes e inconscientes: fantasías de castración, intentos de
seducción hacia el.analista, etc. (hoy podría decir que confundía los
mensajes originados por la imagen del cuerpo con los procedentes de la
percepción del soma).” (McDougal J, Pag.26).
Podemos entonces, evidenciar la diferencia con la modalidad de
procesamiento neurótico donde los síntomas serán relatados y puestos
en juego vía simbolizaciones. Por el contrario, encontramos en
Georgette que los afectos y fantasías fusionales arcaicas estallan en
manifestaciones somáticas, sin mediar trabajo psíquico. Así, quedan
separadas, escindidas del mismo.
¿Qué hace de Georgette una paciente a la que se le puede hacer
una indicación de análisis?
El pedido de ayuda de la paciente es claro desde el comienzo y si
bien no puede conectar y vincular su dolor físico a su sufrimiento
psíquico, su estado general adquiere tal estado de padecimiento que la
lleva a buscar un tratamiento que le dé respuesta.
“Realmente necesito ayuda. Estoy tan deprimida…desde hace
años tengo una especie de angustia que no me deja vivir. Por ejemplo,
cuando mi marido se va por cuestión de negocios…” (McDougal J, Pag.
161).

176
CASO GEORGETTE. POSIBILITANDOTEJIDO SIMBÓLICO

Esta angustia surge frente a la escisión entre psique y soma que


aumenta al enfrentarse a situaciones de separación:
Nos cuenta McDougall: “Hacia el final de nuestra entrevista,
todavía incómoda y desplomada en el sofá, Georgette me preguntó,
con voz ansiosa, si podría reservarle sitio con cierta rapidez. Le repetí
lo que ya le había dicho por teléfono: que no habría sitio antes de un
año, pero que podría ayudarle a encontrar otro analista. Al oírme, su
rostro enrojeció violentamente, empezó a temblar y parecía tener
dificultades para respirar.” (McDougall J, Pag. 163).
Frente a esto, cabe preguntarse si podría Georgette tolerar un
trabajo analítico. La clínica psicoanalítica implicaría que la paciente
pueda ajustarse al dispositivo analítico, soportar la situación del
encuadre. Si esto no fuera posible, dependerá de la creatividad y
apertura de su analista para hallar aquellos medios técnicos que lleven
a la paciente a producir material que rinda cuenta de su padecer.
Pero además, McDougall acepta el desafío que involucra este
tratamiento a nivel de la contratransferencia: sobrellevar las
frustraciones e ir identificando los sentimientos que esta paciente
puede despertar, además del riesgo de agotamiento por lo extenso del
proceso terapéutico, ya que en un cuadro psicosomático como el de
Georgette, es necesaria la recomposición simbólica de los tejidos
representacionales.
“Puedo tomar cualquier espacio vacío y llamarlo un escenario
desnudo. Un hombre camina por este espacio vacío mientras otro le
observa y esto es todo lo que se necesita para realizar un acto teatral.”
(Brook Peter, Pag. 1).
Asi, coincidimos con McDougall en la similitud entre el acto
analítico y el hecho teatral. Un paciente/ sujeto representa su vida,
escenas,.guiones y dramas,.tanto como los personajes que intervienen
en ellos. El teatro supone actores y su destino son los espectadores, por
lo menos uno.

177
ASOCIACIÓN ARGENTINA DE PSIQUIATRÍA Y PSICOLOGÍA DE LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA

La puesta en escena produce signos materiales que al.analista, le


permitirán- como espectador sensible y atento-, construir sentido a eso
que acontece. Observadora de esos fenómenos, de ese teatro privado
que es la vida de Georgette, será convocada, vía transferencia, a formar
parte de esos personajes.
Refiere McDougall: “Si soportaba el dolor físico estoicamente,
sin embargo se quejaba amargamente del sufrimiento psíquico que
experimentaba en la relación transferencial, una transferencia
materno-pasional que le provocaba angustia, a menudo acompañada de
edemas o de reacciones cutáneas alérgicas, antes de cada separación.
Cada fin de semana era un drama, y la cercanía de las vacaciones era
indefectiblemente precedida por una serie de sueños en los que
Georgette caía en abismos, o se aferraba a oscilantes ventanas,
suspendida en el vacío. (…)” (McDougall J.Pag.169).
En la segunda entrevista, Georgette le lleva dos sueños a su
analista: “Yo estaba aquí, y usted estaba embarazada, a punto de dar a
luz. También tenía en las rodillas una niña pequeña. Me desperté
bruscamente, muy angustiada”
“El tema del segundo sueño era opuesto al primero. Ella estaba
en mi casa y me miraba jugar con una niña pequeña de unos dos años.
Se sentía feliz y en paz, como si ella, una niña, se encontrara al fin a
solas con la madre-analista.” (McDougall J, Pag 164).
Estos sueños producidos al comienzo del tratamiento ya dan
cuenta del suceder vivencial de la paciente puesto en juego en la
transferencia y de la escena que no está suficientemente simbolizada,
retranscripta.
Parafraseando3, lo actual de la transferencia da lugar a una
escena en la que sus participantes son actores en una vivencia del
orden de lo traumático. En lo actual de la transferencia, “esa vivencia”

3 Sara Hodara/ Cóccaro, Mario (2000) “El desafio de la vivencia” Lugar. Bs. As.

178
CASO GEORGETTE. POSIBILITANDOTEJIDO SIMBÓLICO

cobra vida. La vivencia da cuenta de la escena y nos lleva a construirla


en el presente de la sesión, por eso es actual.
Es aquí donde se configura el momento donde el analista juega
un doble papel: por un lado es actor y personifica a un personaje de la
historia- guión que ayuda a construir- y por el otro lado, vía atención
flotante, tolera esa especie de “desdoblamiento”. Es en lo actual de la
transferencia donde lo traumático se pone en juego.
El afecto ligado a aquellas vivencias que forman parte de escenas
traumáticas adquiere significación.por medio de la construcción como
operación de oferta de un sentido posible, pensable y por lo tanto en
condiciones de entrar en asociación, de tener representación
“pensable”.
En la clínica psicoanálitica ofrecemos una construcción
verosímil surgida de la transferencia como vivencia. La construcción
en transferencia, entonces, será el instrumento técnico de elaboración
utilizado por Mc Dougall para dar significación a lo que acontece en
cada encuentro paciente- analista. No reconstruimos una verdad
histórica, sino que producimos representaciones que puedan ser
integradas al yo del paciente.
Cuando se construye y reconstruye la escena en transferencia se
encuentran en ella vivencias e impresiones constitutivas de lo
traumatico. Estas remontan a los primeros años de vida de la paciente.
Lo originario, lo prehistórico, son vivencias que no participan del yo.
Entonces, forman parte de lo no ligado, de lo no representado, es lo
traumático que cobra actualidad. La transferencia no es mera
repetición sino es neogénesis. El sentimiento de la vivencia revela la
escena, pero es su reelaboración la que permitirá su no “eterno retorno
de lo mismo” dando a la paciente autonomía.
Y dentro de estas escenas que fueron construidas con ayuda del
analista, podemos reconocer a sus protagonistas. Son.madre e hija
fusionadas: “un cuerpo para dos” que como las máscaras del teatro

179
ASOCIACIÓN ARGENTINA DE PSIQUIATRÍA Y PSICOLOGÍA DE LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA

están separadas pero unidas, juegan su comedia y su tragedia personal,


traumática, tanática.
“Mi madre, por el contrario, tenía amantes, pero nadie hablaba
nunca de ello. De todas formas, yo no tenía derecho a ser seductora.
Sólo ella. No me dejaba llevar ropa de colores vivos, decía que yo era
“la oveja negra” de la familia y que parecía una gitana. No podía llevar
encajes, ni nada rosa, se reía de mí, de mis gustos de niña…me siento
confusa…no sé lo que quería mi madre para mí, salvo cuando me
necesitaba. Me sentía constantemente en peligro de perderla.”
(McDougall J, Pag 168)
Nos parece importante introducir el concepto metapsicológico
de signos de percepción trabajado por Silvia Bleichmar: esa
materialidad irreductible a todo ensamblaje por ser producto de
experiencias traumáticas atravesadas por el sujeto. Es necesario
abordarlo desde el enigma que le produce al analista para poder
cercarlo. Que pueda ser leído por el analista, pero es ignorado por el
sujeto.
Nos referimos a aquellos restos no transcriptos, ni metaforizados,
Así, encontramos una relación entre psicosomático y pulsión de
muerte en tanto su relación con lo no ligado, por ende, no simbolizado.
Es que las primeras inscripciones, en los tiempos originarios,
están fijadas al psiquismo, pero no pueden ser elaboradas y por tanto
no pueden ser integradas a este. Estos elementos son irrepresentables
ya que no pueden ser transcriptos, si seguimos el modelo de la carta 52
de Freud.
Hallamos que en lo psicosomático estas primeras inscripciones,
no son simbolizables, no remiten a nada más que a sí mismas.
Pareciera que es principalmente su madre la que juega un papel
fundamental en la génesis de los padecimientos.de la paciente. Mujer
intrusiva y ahogante, las primeras inscripciones fueron de una alta

180
CASO GEORGETTE. POSIBILITANDOTEJIDO SIMBÓLICO

carga traumática, intensas en cuanto a lo sexualizante, deficitarias en


cuanto a lo narcisizante, ligador.
Cada vez que se intenta la organización representacional, es
decir, que estas inscripciones produzcan símbolos, fracasan por un
déficit para ligarlo. Esto produce en Georgette un estado de ansiedad
paranoide y confusional que recorre su relato:
“(…) Mi madre, que no me tocaba nunca, me penetraba sin
embargo continuamente, con su mirada, con su voz, con sus palabras
hirientes. Su mirada siempre era doble. O bien no me veía (salvo
cuando yo era en cierto modo una parte de sí misma) o bien me
taladraba con los ojos, casi eróticamente. A menudo buscaba Dios sabe
qué en mis cajones, riéndose al mismo tiempo de forma extraña. (…)”
(McDougall J, Pag 171).
“(…) Ella me anula me mira como si no existiera. (…)Siempre
está criticando mi aspecto, me arregla el pelo, me dice que no lleve
colores vivos. No me deja respirar; a veces creo que voy a explotar”
(McDougall J, Pag 162).
Georgette se ve inmersa en un contexto disfuncional, confuso en
el que no aparece favorecida la diferenciación sino la fusión con el
cuerpo/mente materno..
“Mi madre siempre despreció a mi padre. (…) Mi padre vivió
siempre en otro ala de la casa.” (McDougall J, Pag 167).
Ante este relato, McDougall le pregunta quién vivía en su ala. A
lo que Georgette responde:
“(…) mi madre, mi abuela, mis hermanas y yo. Mis padres nunca
compartieron el dormitorio. Desde siempre, era yo quien dormía con
mi madre. O si no con mi abuela, que era alguien muy importante para
mí. La adoraba (…)” (McDougall J, Pag 167).

181
ASOCIACIÓN ARGENTINA DE PSIQUIATRÍA Y PSICOLOGÍA DE LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA

Lo traumático rompe la posibilidad de que los distintos


elementos entren en nexo asociativo y produzcan.material que pueda
ser integrado al yo.
La relación con la madre (cuerpo y discurso) es
hipersexualizante e inscribe una excitación que no logra ser
retranscripta. El “un cuerpo para dos” supone indiferenciación en el
plano narcisista y también exceso traumatizante.
Dirá Georgette: “Algunas veces pierdo el sentido de la realidad.
A menudo me pongo a cantar, como los niños autistas, para no oír mis
pensamientos.”
Es interesante: pensar cuando está sola aparece como
retraumatizante, no como ligazón, oferta de sentido que permita
historizarse. Y luego:
“Pues no dejo de pensar en mi madre. A veces, me despierto y no
me encuentro. Entonces salgo corriendo al pasillo llamando
“mamá”…Sin embargo sé muy bien que vive a mil kilómetros de aquí”
(McDougall J, Pag 162).
Podemos discernir que la pulsión de muerte, lo tanático tiene
relación directa con lo psicosomático. Estamos pensando la pulsión de
muerte como la conceptualiza Jean Laplanche, como pulsión sexual
desligada, atacante del yo.
Lo desligado o aquello que está obstaculizado en su ligazón,
obliga al psiquismo a una forma de descarga más primaria de su
cantidad, vale decir, aquellos afectos que son intolerables para ella a
nivel psíquico se descargan en el cuerpo.
En su análisis, irá transformando lo vivencial en retranscrip-
ciones que posibiliten.ligaduras y pensamientos, lo que los transmuta
en experiencia, permitiendo así, cierta individuación en relación a su
madre, a su pensamiento. La madre ya no perturba, Georgette tiene

182
CASO GEORGETTE. POSIBILITANDOTEJIDO SIMBÓLICO

mejor fluidez de ideas, una mejor circulación de la palabra y de sus


pensamientos.
“Yo que siempre me creí tan independiente, empiezo a
comprender que estaba totalmente adherida a mi madre. Me era
imposible desear otra cosa que su propio deseo (…)…pero ya no me da
tanto miedo. (…)” (McDougall J, Pag 179).
Los modos de intervención de la analista a partir de
construcciones llevan a dar figurabilidad a distintos elementos que
circulan en la sesión y que en este caso, operan como signos de
percepción, sin significación posible. Un claro ejemplo de esto es la
representación de “los frutos prohibidos” que le aporta McDougall y
que.posibilita la asociación de Georgette con el olor de los pescados y
los mariscos: “fruits de.mer /mère”.y con algo del orden de lo sexual,
prohibido.
A modo de conclusión, Freud en su texto “Iniciación al
tratamiento” (1913), da cuenta que la clínica psicoanalítica es como el
juego del ajedrez donde sólo.se tiene certeza del comienzo y del final;
para McDougall, el espacio analítico es un teatro donde distintos
personajes se despliegan y.el analista es un partícipe activo, espectador,
actor y director.
Todas estas metáforas intentan dar cuenta de una labor: la
clínica, en su especificidad y complejidad.
El analista como un “detective”, que revisa y examina el pasado
de su paciente para construir y reconstruir, indicio tras indicio los
hechos más significativos de su vida y.dar significación a las escenas y
acontecimientos que determinaron sus padecimientos..Cuando se
produce una reelaboración,.se modifica todo aquello que se sustentaba
en esos contenidos del psiquismo.
Escribe Umberto Ecco en “El nombre de la rosa”: “Fray
Guillermo-dijo el abad en tono conciliador- un hombre que ha descrito
mi caballo Brunello sin verlo, y la muerte de Adelmo sin saber casi

183
ASOCIACIÓN ARGENTINA DE PSIQUIATRÍA Y PSICOLOGÍA DE LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA

nada, no tendrá dificultades en razonar sobre lugares a los que no tiene


acceso” (Ecco Umberto, Pag 37).
El analista, es un aficionado a adentrarse en terrenos secretos y
ocultos a partir de los enunciados enigmáticos que aporta cada sujeto.
Para ello es necesario poder sostener la espera y construir ese espacio
donde lo traumático acontecerá con toda su fuerza.
Y al entender que la realidad.es una construcción intersubjetiva
que nos tiene como partícipes en lo actual de la sesión por medio de la
transferencia, ayudaremos al paciente a tejer un nuevo relato, un
nuevo recorrido.

BIBLIOGRAFÍA
Bleichmar, Silvia (2010): “El desmantelamiento de la subjetividad: estallido
del yo” Topía. Buenos Aires
Bleichmar, Silvia (2011) “La construcción del sujeto ético” Cap. 7 Lo inscripto,
lo representable, lo irrepresentable Paidos Bs. As.
Brook Peter (2015) “El espacio vacio” Arte y técnica escénicos. 1era parte El
teatro Mortal. Peninsula.
Ecco Umberto ( 1993):”El nombre de la rosa”.Narrativa actual Bs. As
Etchegoyen, R. Horacio (2002): “Los fundamentos de la técnica
psicoanalítica”. Amorrortu. Bs. As.
Freud Sigmund (1913) “Sobre la iniciación del tratamiento”. Nuevas consejos
sobre la técnica. OC, Vol. XII, Buenos Aires. Amorrortu.
Hodara Sara/ Cóccaro, Mario (2000) “El desafio de la vivencia” Lugar. Bs. As.
Hodara, Sara. /Isod, Carlos (1994): “De la tragedia al pensamiento”.
Kargieman. Bs. As.

184
CASO GEORGETTE. POSIBILITANDOTEJIDO SIMBÓLICO

Hodara Sara: “La escena Psicoanalitica” en Revista La peste de Tebas, Dic.


1998.
McDougall, Joyce (1989) “Teatros del cuerpo” Cap. 1,.Mater. Cap. 10,.Un
cuerpo para dos . Cap. 11,.Los frutos de madre..Gallimard, Paris
McDougall, Joyce (1990): “Alegato por una cierta anormalidad”. Paidós.
Buenos Aires.
Ulnik, Jorge (2011): El psicoanálisis y la piel. Paidós. Bs. As.

185
ASOCIACIÓN ARGENTINA DE PSIQUIATRÍA Y PSICOLOGÍA DE LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA

186
ESBOZOS SOBRE PSICOSOMATOSIS Y LA CLÍNICA ACTUAL

Esbozos sobre psicosomatosis y la clínica actual

ATENEO PSICOANALÍTICO

Nora Lía Barenstein y Mirta Panizza1

El siguiente texto da cuenta sólo de algunas puntuaciones de lo


trabajado en Ateneo Psicoanalítico en nuestros intercambios sobre el
caso Georgette. Participaron y colaboraron.también en esas reuniones
de trabajo las licenciadas Olga Beliveau, Cristina Oderda,.Beatriz Levy,
Silvia Soler, Patricia Strasberg.y Graciela Zelwianski.

La época, el tiempo, los cambios


El tratamiento de Georgette se lleva a cabo en un contexto muy
diferente del presente. Hay, en ambas participantes (analizada y
analista), una disponibilidad anímica, ideológica, cultural, y también
horaria y económica que no es la misma que tiene vigencia.en la
actualidad.
El lugar del Psicoanálisis en nuestra sociedad no es el mismo que
el que tuvo en la segunda mitad del siglo pasado. Si a ello sumamos los
profundos cambios en el contexto social, económico, cultural e
ideológico, nos enfrentamos a condiciones que, si bien no impiden,
dificultan seriamente la posibilidad de llevar adelante un proceso
analítico como el que nos relata Joyce McDougall.

1 noraliab@gmail.com, mepanizza@gmail.com

187
ATENEO PSICOANALÍTICO

El dispositivo analítico (asociación libre, regla de abstinencia,


neutralidad, frecuencia semanal, honorarios...) depende de numerosas
variables: la gravedad del caso, el tiempo con que se cuenta, los
objetivos.posibles, los modelos teóricos del terapeuta, su inserción
profesional e institucional,.la disponibilidad del paciente, la cuestión
económica, etc. ¿Qué sucede con este dispositivo cuando un
consultante (¿paciente?) por razones de tiempo, dinero, distancia,
condiciones de su vida laboral o familiar, puede concurrir.una vez por
semana, o cada quince días? ¿Cómo se trabaja con abordaje
psicoanalítico en distintos contextos terapéuticos, como los
institucionales (hospitales y prepagas con sus normativas.particulares),
o en privado con las restricciones mencionadas? ¿Es posible acceder a
la profunda y compleja.actividad del.psiquismo trabajando de la
manera en que a veces lo hacemos hoy?
La cura psicoanalítica es lenta, no se aviene al veloz ritmo de los
tiempos posmodernos. La subjetividad de la mayoría de los pacientes
de hoy ¿está disponible para rastrear su historia, detenerse en el
pasado? A veces lo histórico “no prende”, porque el soporte ideológico
de la inmediatez no lo permite. Hoy tenemos demandas más acotadas,
muchas veces circunscriptas a la resolución de una problemática actual
y puntual..Nos vemos compelidos a hacer una clínica que pueda alojar
a los pacientes en sus sufrimientos del momento. Lo urgente se impone
a lo importante. Vienen con la crónica semanal, esperando de nosotros
la respuesta dirigida al comportamiento y no una interpelación a sus
motivos.
Tenemos otro sujeto histórico-social y ¿la misma teoría
psicoanalítica? Contamos hoy con diferentes desarrollos teórico-
técnicos, cuyo ritmo de transformación es más lento. Como las leyes,
las teorías van detrás de los hechos. Se hace necesario depurarlas de lo
epocal, conservando sus fundamentos. La formación teórica y el
ejercicio profesional han generado en cada psicoanalista.un
background heterogéneo, propio y singular, que guía.su.comprensión y
decisiones en cada caso. Creemos que las adherencias dogmáticas

188
ESBOZOS SOBRE PSICOSOMATOSIS Y LA CLÍNICA ACTUAL

enturbian el acercamiento abierto a los descubrimientos compartidos


con nuestros pacientes.
La primera intervención de Joyce. McDougall con Georgette
(sobre las dos representaciones opuestas y potencialmente enloquece-
doras de su madre) es muy ponderada: toma el decir de la paciente, por
lo cual no es intrusiva, pero también va al inconciente: “¿eso será lo
que la vuelve loca?”. Induce a pensar, para el psicoanalista, en qué
decir, cómo, cuándo y a quién. También hay allí un teatro: ella toma
un personaje y hace una escenificación del teatro de la mente de la
paciente. La idea de.teatro nos hace pensar en algunas modificaciones
que se han dado en la concepción de ese arte, como la “ruptura de la
cuarta pared”, en su correspondencia con la cinta de Moebius,.y
también con la formulación de un psiquismo abierto.

Acercándonos a las patologías psicosomáticas...


A partir de las concepciones de Joyce McDougall, pensamos las
distintas patologías.teniendo en cuenta el modelo de Pichon
Rivière.de.las tres áreas:
1. mente (expresión.de la neurosis),
2. cuerpo.(área.en la que variadas enfermedades.expresan los
déficits y traumatismos más arcaicos), y
3. mundo externo (manifestación de.las psicopatías y otras
patologías de acción).
Las psicosomatosis remiten a los primeros tiempos de la vida
psíquica. Tiempos de inscripción de los signos de percepción, tiempos
de la represión originaria. Tiempos fundantes, de los primeros
clivajes,.cuyo devenir está intrínsecamente ligado al Otro, al agente
maternante.
Lo arcaico que.se.inscribe y se manifiesta en el cuerpo no ha
llegado a ser símbolo porque para ello son necesarias sucesivas

189
ATENEO PSICOANALÍTICO

transcripciones.mnémicas que corresponden a distintas épocas de la


vida (S. Freud, Carta 52).
Estos registros tan primarios, básicos, sensoriales, son los que
estarían en la base de las enfermedades psicosomáticas, por fallas en su
evolución hacia formas más complejas de represen-tación.
Lo que.está inscripto en el borde cuerpo-psique no puede ser
elaborado por el incipiente aparato psíquico porque no está preparado,
y deriva la excitación hacia lo somático (parentesco con las neurosis
actuales).
La casi nula actividad.fantasmática.por fallas en los procesos de
simbolización es uno de los indicadores que llevan a pensar en las
psicosomatosis.como una patología.más grave que las psicosis, con una
raíz más arcaica.
Según Lacan, lo inscripto como marca en el registro de lo real
queda.desanudado de lo imaginario y de lo simbólico.
Frente a.las patologías psicosomáticas encontramos dos posturas
que se solapan con dos posibilidades del psiquismo:
a) Responden a un déficit primario. Se trataría de una función
que desde el principio no se ha desarrollado, y determina una
estructura de personalidad fija, acompañada de un tipo de pensamiento
operatorio. (Escuela de Marty).
b) El desarrollo queda detenido en algún momento, es decir
que.el aparato conformado después del Edipo vuelva a lo preedípico; se
trata de un déficit por regresión.
Ya sea por regresión ante una situación que desborda las
defensas del momento, ya sea por déficit en el origen y detención en el
desarrollo cognitivo-libidinal, siempre las intervenciones deberían
apuntar a enlazar aquello que quedó suelto, orientar la tensión hacia la
elaboración psíquica, poniendo o “prestando” palabras para ayudar a

190
ESBOZOS SOBRE PSICOSOMATOSIS Y LA CLÍNICA ACTUAL

conformar un entramado con otras constelaciones psíquicas. Intervenir


más por la “vía del porre”que del “levare”.
Las enfermedades psicosomáticas siempre implican un
compromiso de patología orgánica que puede darse en forma crónica o
por “pouseés”. La complejidad del desarrollo del aparato psíquico,
que.abarca y entrelaza los aspectos cognitivos y libidinales, nos lleva a
considerar que no es posible adscribir a todas estas patologías una
estructura ni un origen común. En el caso por caso podemos
encontrarnos con toda clase de situaciones de origen y de desarrollo;
las explicaciones encontradas son siempre hipótesis del orden de las
construcciones.
Más allá de las controversias entre escuelas y posturas respecto al
status del lenguaje, la simbolización o la división.o unidad cuerpo-
mente, que remiten a cuestiones filosóficas,.pensamos,.coincidiendo
con Joyce McDougall, que clínicamente los trastornos psicosomáticos
requieren una “escucha” y una “mirada” diferente.
El aparato psíquico no es homogéneo, hay momentos
estructurantes.y momentos de reacomodación de las diferentes
corrientes psíquicas, por lo cual pensamos las diferentes patologías a
predominio,y no como estructuras rígidas. Esto se ve en Georgette, que
tiene capacidad de soñar, y al mismo tiempo poli-psicosomatosis de las
que no quiere ni puede dar cuenta. Son aspectos escindidos al servicio
de la autopreservación de una identidad primaria precaria (paradojal
baluarte narcisista?) edificada en la infancia, como defensa ante el
agente maternante intrusivo y no narcisizante.
Georgette dice: “… necesito vigilar constantemente mis límites;
sí, es como si la piel, que tan mal me trata, me probara que estoy
viva...”, “…la pérdida de mis enfermedades me sigue
aterrorizando...”, “…enferma, mi cuerpo me pertenece, y mi
rabia también”.

191
ATENEO PSICOANALÍTICO

Joyce McDougall afirma que las psicosomatosis son


enfermedades que pueden llevar a la muerte, como una forma de
autopreservación del Yo, del sí mismo, en desmedro de la
autoconservación.

BIBLIOGRAFÍA
Bleichmar, S. (1993).La fundación de lo inconciente. Destinos de pulsión,
destinos de Sujeto, Bs.As..Amorrortu /editores.
Bleichmar, S. (1999) Clínica psicoanalítica y neogénesis. Bs.As. Amorrortu/
editores.
Bleichmar, S. (1999)."Entre la producción de subjetividad y la constitución del
psiquismo". En.Revista de Ateneo Psicoanalítico N° 2.
Chiozza, L. (1991) "Organsprache. Una reconsideración actual del concepto
freudiano" en Los afectos ocultos en..., Cap. VIII. Bs.As. Alianza Editorial..
Freud, S. (6/12/1896) Carta 52 a Fliess. Volumen 1, Londres, SE.
Freud, S. (1937d).Construcciones en el análisis. OC, Vol.23: 55. Bs As. ,
Amorrortu.
Harari, R. (2012) “La cuestión psicosomática:un dominio más que
inexplorado” en Qué dice del cuerpo nuestro psicoanálisis?.Cap.X. Buenos
Aires. Ediciones Mayéutica_ Letra Viva
Heinrich H. (2011) "La respuesta psicosomática". Escuela Freudiana de Bs.As.
Del texto presentado en la reunión de Convergencia de París en febrero de
2001.
McDougall, J. (1987) Teatros de la mente. Madrid, Tecnipublicaciones.
McDougall, J. (1993) Alegato por una cierta anormalidad Buenos Aires, Paidós
McDougall, J. (1996) Teatros del cuerpo, Madrid, Ed. JuliánYebenes S.AOtero,
J. y Rodado, J. (2004) "El enfoque psicoanalítico de la patología
psicosomática".en Revista Aperturas Psicoanalíticas N° 16.

192
SUFRO LUEGO EXISTO:LA CRISTIANDAD AL DIVAN

Sufro luego existo: la cristiandad al diván

ATICO COOPERATIVA DE TRABAJO EN SALUD MENTAL

Dr. Alfredo Grande, Lic. Maria Angélica Iglesias (Autores)


Lic. Gabriela Gamboa, Lic. Solange Savelsky,
Lic. Ana Inés Lo Presti, Lic. Susana Galarza (colaboradores) 1.

1) Desde donde pensamos


Intervenir sobre un texto deviene, una intervención institucional. La
elección de una teoría no es teórica: es política. Pensamos la política
como el movimiento real de la lucha de clases. Lucha pensada como
conflicto permanente. Como una dinámica de oposiciones. Dinámica
que da cuenta de la presencia indómita de Eros. Cuando las oposiciones
se cristalizan, hay una estática, un “embotellamiento”, una detención
en el devenir. No hay contradicción, sino lógicas expulsivas. Lo uno u
lo otro..Parménides se sigue riendo de Heráclito. La estática de
oposiciones es otra de las formas de aludir a la Pulsión de Muerte. Las
clases de los deseos y las clases de los mandatos, siempre en lucha
permanente, tienen su devenir creativo y amoroso. O su devenir
repetitivo y cruel. A éste último lo denominamos “deseo del mandato”.
Un deseo caricaturizado, siempre deseo de otro deseo que formatea al
sujeto. “Desearás lo que debes desear y si no, no desearás nada”.
Parafraseamos el mantra superyoico del Padre de la Patria. El análisis

1dr.alfredogrande@gmail.com,.mangeiglesias@hotmail.com,
mariagabrielagamboa@gmail.com, solysav2@yahoo.com.ar,
anaineslopresti@fibertel.com.ar, susanagalarza100@gmail.com

193
ATICO COOPERATIVA DE TRABAJO EN SALUD MENTAL

de la propia implicación, siempre colectiva, siempre autoanalítica,


donde lo singular no se escinde de lo universal, es el dispositivo
necesario para que las instituciones fundantes de nuestra subjetividad
aparezcan en la superficie. Freud logró que en la represora cultura
victoriana, las mujeres empezaran el largo camino hacia la conquista
de su deseo. Donde Breuer retrocedió, Freud siguió avanzando. Hasta
el que el patriarcado lo acorraló y entonces insinuó que.“las neuróticas
me engañan”. Pero ya había perforado los cimientos de la forma
victoriana de cultura represora. Aún hoy los Torquemadas de la
historia buscan vengarse. La legalización del aborto, las formas de
pensar la disidencia sexual, el rescate de formas de sexualidad no
reproductiva de los pantanos de la perversión, son los territorios donde
esa batalla continúa. Si entre esencia y apariencia no hubiera hiato, no
habría ciencia. La esencia emerge a la superficie.a través de los
analizadores. El fenómeno onírico fue el analizador privilegiado y
considerado por Freud como la vía regia. No todo está en la superficie,
pero esa superficie siempre es necesaria recorrerla. La cultura represora
prohíbe ese recorrido, prohíbe toda aventura del pensamiento y del
sentimiento. Dijo Rosa Luxemburgo: “nadie se da cuenta de sus
cadenas si no empieza a caminar”. Psicoanalizarse es caminar un poco.
Un poco bastante. Solo recorriendo la superficie, nos damos cuenta que
la tierra no es plana. Que hay bucles, recortes, confinamientos,
espesores. Y líneas de fuga hacia los portales del espacio tiempo
subjetivo. Nuestra pasión es intervenir en cada texto, porque pensamos
al texto como un analizador de la cultura. Son los analizadores los
que.permiten el per saltun de todos los hiatos..Síntoma, emergente,
analizador. Desde distintos marcos conceptuales, aluden a lo mismo.
En la superficie aparece lo que parece, pero lo que parece no es todo lo
que hay. Y no nos referimos solamente al ombligo del sueño. Hay
muchos otros ombligos, aunque estemos despiertos. Son los
denominados escotomas, o sea, punto ciego de nuestra percepción.
Postulamos que la contratransferencia es núcleo de verdad diagnóstica,
pero apenas es.“nada más que la verdad”. Son indicios, indicadores que

194
SUFRO LUEGO EXISTO:LA CRISTIANDAD AL DIVAN

abren a diferentes caminos. La implicación del psicoanalista puede ser


pensada como su “contratransferencia institucional”. Por eso desde la
lectura de un texto, hasta la clínica con un paciente, no hay
neutralidad posible. Toda neutralidad es la negación maníaca de la
implicación. Toda neutralidad es un escotoma que termina siendo una
catarata ocular y mental que impide ver y pensar. Diferenciar
neutralidad de abstinencia es una operación política y teórica
necesaria. Y en las situaciones límite, tampoco hay abstinencia. Si
abstinencia y neutralidad fueran la misma cosa, no habría alianza
terapéutica. Todo analista tiene memoria y tiene deseo. Memoria
histórica y deseo de cuidar – cuidar al que pide ayuda. Y siguiendo la
idea sartreana, que pueda hacer algo con eso que hicieron con él. Y con
ella. La dirección, cualquier dirección, de la cura, cualquier cura, tiene
su brújula: disminuir el sufrimiento, habilitar el pensamiento, diluir
culpa, sofocar el enculpamiento2 (Volnovich Juan Carlos 2013) y
además, propiciar la creatividad. Los 7 años de psicoanálisis de
Georgette fueron señalizados por esas premisas. Esperar un año parece
mucho. Pero es poco frente al espanto de esperar toda la vida. Y la
diferencia entre poco y nada es mucho. Quizá la espera fue en sí misma
una intervención terapéutica, porque propuso una demora sin
abandono. Los caminos del inconsciente no siempre son inescrutables.
La generosidad del registro y la invitación final de la autora nos
convoca, en forma inteligente y apasionada, a no dar nada por pensado,
sino a dar todo por pensar. Pensar es conceptualizar. Hablamos con
palabras, pero pensamos con conceptos. No hay intercambio científico
sin rigor conceptual. No vale el “¿a usted que le parece?”. Si cada
maestrito tiene su librito, ese librito tiene que poder ser descifrado.

2“Ahora, Alfredo Grande da una nueva vuelta de tuerca al separar la culpabilidad y el


enculpamiento del sentimiento de culpa inconsciente. (..) De tal modo tal que nuestra
enfermedad actual – los malestares culturales – reclaman un remedio y la receta que
nos ofrecen es el multiculturalismo con su fórmula magistral: el respeto a las
diferencias, la tolerancia, el reinado de una diversidad libre de conflictos. Hipostasia
del deseo”.

195
ATICO COOPERATIVA DE TRABAJO EN SALUD MENTAL

No hay liturgia ni sánscrito en la comunicación científica. A menos


que devenga cientificismo o estrategia de poder. El concepto tiene
forma racional y contenido racional y se apoya en una definición. En
ciencia el mayor riesgo es decir cosas diferentes con las mismas
palabras. Transferencia, pulsión, perversión, alta, encuadre,
inconsciente. Aunque la representación palabra sea la misma, la
representación cosa no necesariamente. ¿Compartimos la misma
representación cosa de lo inconsciente? Un contador público tiene el
inconsciente estructurado como un balance. ¿Afirmación científica o
humorada? Quizá ambas. Nosotros pensamos al psicoanálisis como un
analizador del fundante represor de la cultura. Y a ese psicoanálisis que
devela el fundante, lo denominamos psicoanálisis implicado.3 Y cuando
el fundante represor de la cultura pasa a la superficie, nos enfrentamos
con la cultura represora. Y afirmamos, con temor a equivocarnos, que
toda cultura es represora, mientras no se demuestre lo contrario, y
raramente se demuestra. Y acá nos podemos empantanar en nuestro
propio barro. Del barro venimos (tierra y agua) pero el pantano,
incluso el conceptual, nos atrapa y nos hunde. Y hay “conceptos
pantano” en los cuales todo intercambio se hunde. Cuando hablamos
de represión nos referimos a la represión secundaria. O sea: la que
instrumenta el Superyó. Heredero identificatorio de lo peor del Edipo:
la amenaza de castración y de la pérdida de amor. O sea: la instancia
identificatoria que perpetúa la amenaza como reguladora de los deseos,
los placeres, los amores y los anhelos. En la plenitud del patriarcado la
frase era: “ya vas a ver cuando venga tu padre”. En tono de amenaza.
No era dulce esa espera. Hoy asistimos a la caída del dogma paterno,
como señala Michel Tort. La frase aggiornada: “ya vas a ver si viene tu
padre hoy”. La amenaza cambia. Es epocal. Pero en la cultura
represora, encuentran nuevos ropajes para expresar lo mismo. No hay
crimen, pero siempre hay castigo. Los cuatro registros de la cultura

3En el año.1993, el Dr. Alfredo Grande escribe su texto El Edipo después de El Edipo,
como cierre del seminario teórico en la Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia
para Graduados.

196
SUFRO LUEGO EXISTO:LA CRISTIANDAD AL DIVAN

represora son: mandato, amenaza, culpa y castigo. El mandato de todos


los mandatos: la moral y las buenas costumbres. La amenaza:
advertencia premonitoria sobre las funestas consecuencias del “dejarse
llevar”. Asociar libremente es difícil. Vivir libremente es mucho más
difícil aún. Culpa: artificio que legitima un castigo. La culpa no es
originaria. La cultura represora la construye y perpetúa como
originaria. Para hacerla inmortal. Culpa de desear, pensar y actuar. En
la cultura represora no hay discriminación posible entre culpa y
culpabilidad. Entre culpa y enculpamiento. La culpabilidad del
victimario se diluye en la culpa de la víctima. No casualmente se ha
dicho que el psicópata no tiene culpa. En realidad, lo que proyecta es
su culpabilidad. Por eso “no sufre pero hace sufrir”, al decir de los
psiquiatras clásicos. Pero es una forma de idealizar la culpa. La
cristiandad nos habita. Y en esta idealización de la culpa, el castigo, la
amenaza y el mandato encuentran su lugar en el mundo. Es un lugar
de pesadilla, terror, sufrimiento, miseria psicológica, sometimiento y
humillación. Pero es un lugar. De ese lugar llega Georgette. La
sexualidad, que en la definición de Freud es “el placer ligado al
cuerpo”, está subvertida. No hay erogeneidad en ese cuerpo sufriente.
Bien se aplica a la paciente los versos del poeta anónimo: “Tú me
mueves, Señor, muéveme el verte clavado en una cruz y
escarnecido, muéveme ver tu cuerpo tan herido, muéveme tus afrentas
y tu muerte”. Una Georgette crucificada llega al consultorio de una
psicoanalista a la que intuye como facilitadora y no juzgadora.
Intuición pertinente. El trabajo psicoanalítico fue una ardua
resucitación. Donde había muerte y dolor, comenzó a germinar vida y
placer. En la familia de origen de la paciente no había familiaridad.
Hay familias sin familiaridad: cuna de abusos, maltratos, incestos. Hay
familiaridad sin familia: grupos de pertenencia, vínculos amistosos,
amorosos, laborales, incluso científicos. La familiaridad tiene que ver
con los vínculos amorosos y de cuidado. Entendiendo vínculo como el
excedente identificatorio de un encuentro. Y amorosidad como Freud
definió la carga de anhelo: satisfacción de la pulsión sexual (coartada

197
ATICO COOPERATIVA DE TRABAJO EN SALUD MENTAL

y/o sublimada) y sostenimiento de la pulsión de autoconservación. La


polaridad hambre y amor en una dialéctica de la complementariedad.
Ninguna sin la otra. Lamentablemente, ante la elección de familia sin
familiaridad o familiaridad sin familia, no pocas y pocos siguen
eligiendo la familia. Incluso formando nuevas familias con la
aspiración que no serán iguales a las de origen. Y muchas veces tienen
razón: son peores. Porque el conflicto central, nodal, está más
encubierto. Más racionalizado. Más institucionalizado. El paradigma de
toda familia es la familia patriarcal. La sacramental. La sagrada.
Heterosexual, reproduc-tiva y monogámica. O sea: el reino de los
mandatos. Psicoanálisis y mandato son excluyentes. Incompatibles.
Sobre ningún diván debería construirse ninguna iglesia. Y no habrá
psicoanálisis fundante, si a la cristiandad, como modo de producción
de subjetividad sometida, no la llevamos al diván.

2) La marca social en la clínica actual


El trabajo de McDougall es nuestro campo de intervención. Lo escrito,
escrito está. No interpelamos a la autora, ni a su teoría, ni a sus
intervenciones técnicas. Lo único interpelado es lo escrito en tanto
mueve y conmueve nuestro propio fundante teórico y político. Ni
pretendemos ser Uno con el Texto ni invalidar desde otras referencias
teóricas la eficacia del dispositivo terapéutico. Curamos por lo que
decimos, pero también curamos por la forma de decirlo, por la postura
corporal que tenemos cuando lo decimos, en que lugar lo decimos. La
palabra en todo caso, no es solamente palabra enunciada. No es palabra
sitiada. Es acto. Y propiciará actos en el paciente que faciliten la
elaboración de traumas y conflictos, incluso muy arcaicos. Todo
espacio terapéutico implica un aprendizaje. Y todo aprendizaje revierte
en consolidar procesos terapéuticos. Georgette, aprendió a no disociar
mente cuerpo. La indiferencia no tan belle en relación a su padecer
corporal dio paso a una nueva alianza mente cuerpo relaciones
interpersonales. Lo que se insinuaba como “simbiosis” de transferencia,

198
SUFRO LUEGO EXISTO:LA CRISTIANDAD AL DIVAN

dio paso a una transferencia al modo neurótico. También fueron los


frutos de la analista al recuperar la función materna que la madre
genitora no pudo sostener. Decimos no pudo, aunque en ese no pudo
está incluido el no quiso. Querer no es poder, pero poder es querer.
Hubo carencia. Entendida como la producción artificial de la falta.
Carencia de amorosidad. Y hubo exceso. El exceso de santidad de la
abuela ángel. Pero no cualquier ángel. En “La rebelión de los ángeles”,
Anatole France nos relata cómo Lucifer, el más hermoso de los
querubines, desafía el poder omnímodo de Dios. Desafía la envidia y la
ira de Dios. La abuela ángel, desexualizada, está sometida y enseña el
catecismo del santo reproche. El inconsciente es atemporal, pero no es
a histórico. Y las historias de las milenarias luchas entre el bien deseo y
el mal mandato, atraviesan la subjetividad de todos nosotros. Pero no
siempre la perforan. Georgette llega a la consulta con su subjetividad
perforada. Y toda perforación propicia el brote, sea psíquico, corporal o
ambos. La cristiandad, donde represión sexual y crueldad se potencian,
se localizó en la subjetividad de la paciente. Pensar subjetividad es
diferente que pensar aparato psíquico. Porque el sujeto es una lógica
que además es inclusiva de muchas lógicas. No hay fenómenos de
múltiple personalidad. La personalidad es una multiplicidad, una
potencialidad infinita, y a eso llamamos diversidad. La diversidad bien
entendida empieza por nuestra casa, o sea, por nuestra subjetividad.
Lógica de lógicas. La subjetividad puede estar informada a predominio
del modo yoico de producción de subjetividad o al modo superyoico de
producción de subjetividad. “¿Quién, yo?” dice el Superyó. Heredero
de lo peor del Edipo que ocupa al Yo como un ejército extranjero a un
territorio conquistado. Tampoco decimos “complejo de Edipo” sino que
preferimos pensar al Edipo como una complejidad. Y lo complejo es,
nada menos y todo más,.lógica de lógicas..Incluso teóricas. Los
diagnósticos que simplifican hasta el extremo de etiquetar, o los que
solo visualizan estructuras cerradas, a nuestro criterio anulan la
potencia deseante de la complejidad. Y al andar se hace camino,
incluso camino psicoanalítico, la subjetividad del caminante se

199
ATICO COOPERATIVA DE TRABAJO EN SALUD MENTAL

modifica, se transforma, se amplifica. Y el “therapon”, que es el que


acompaña en la batalla, también debe modificarse, porque de lo
contrario deja de ser compañía para ser lastre. Es necesario el
diagnóstico, siempre presuntivo. Y siempre acompañado de
diagnósticos diferenciales. Y para eso es necesario un esquema
conceptual referencial y operativo. El ECRO que enseñara Enrique
Pichon Riviere. El encarnó la lógica de lógicas. Psiquiatría,
Psicoanálisis, Psicología Social. En la cooperativa ATICO utilizamos los
indicadores de Neurotismo y Psicotismo. Los autores son José Bleger,
Benito López y Carlos Ríos. De un curso que dictara este último en el
Instituto de Orientación Familiar que en la década del 70 dirigía
Mauricio Knobel, aprendimos esta diagnosis.

NEUROTISMO PSICOTISMO
ANGUSTIA............... TENSIÓN
INSIGHT: capacidad auto indagación. ANTI INSIGHT: indagación
capacidad del terapeuta.
DEFENSAS NEURÓTICAS: (fobia, DEFENSAS PSICÓTICAS: (maníacas,
conversión, formación reactiva, hipocondríacas, perversas,
represión) inoculación, identificación
proyectiva)
RETORNO DE LO REPRIMIDO: INTROYECCIÓN PROYECCIÓN:
chiste, acto fallido, asociación libre, Imitación, especularidad, masividad,
negación. familiarismo
ACTING OUT BENIGNO: Efectos no ACTING OUT MALIGNO: Efectos
destructivos. Aspectos libidinales y destructivos. Aspectos libidinales y
agresivos discriminados. Baja agresivos no discriminados. Intensos
intensidad y poco frecuentes. y frecuentes.
CONCIENCIA DE ENFERMEDAD: CONCIENCIA DE MALESTAR: área
área 1 (mente) 2 y 3 (cuerpo y mundo externo)
TRANSFERENCIA – TRANSFERENCIA
CONTRATRANSFERENCIA CONTRATRANSFERENCIA
NEUROTICA PSICÓTICA

200
SUFRO LUEGO EXISTO:LA CRISTIANDAD AL DIVAN

Mantenimiento del encuadre: tiempo Pérdida del encuadre: tiempo y


y espacio espacio, lógica invertida.
Privacidad del vínculo: Vínculo clandestino o público.
psicoterapeuta/ paciente/supervisor Adherencia, ambigüedad.
Roles discriminados: profesional – Roles ambiguos: Familiarismo.
paciente.
Terapeuta opera con aspectos Terapeuta opera con aspectos
profesionales. vocacionales.

El paradigma del neurotismo es la neurosis y el paradigma del


psicotismo es la psicosis. El motivo de consulta de Georgette es a
predominio de psicotismo. “Estos intentos se asemejan a los que
clásicamente se observan en la psicosis” escribe Mc Dougall en relación
a la primera entrevista. Pero de psicosis se trata, pero psicosis no es.
Parafraseo una expresión de Marta Gerez Ambertin en relación al
nombre del padre. En la metapsicología freudiana, nosotros incluimos
a las enfermedades psicosomáticas en el registro de las “neurosis
narcisistas” junto a la melancolía. En la melancolía “la sombra del
objeto ha caído sobre el Yo”. En las enfermedades llamadas
psicosomáticas postulamos que “la sombra del objeto ha caído sobre el
cuerpo”. Pero es la misma sombra: la del cruel y encarnizado Superyo
que solo se calmará cuando el Yo deje de sufrir. En la versión
superyoica: deje de desear. Ampliamos entonces los cultivos puros de
pulsión de muerte. En la melancolía es el superyó. En las
psicosomáticas, es el cuerpo. Si hierba mala nunca muere, estamos en
graves problemas. Una subjetividad arrasada no suele ser motivo de
consulta. Cuando hay motivos para consultar, la subjetividad ha podido
inventar su propio oasis..Y el oasis puede tomar la forma de neurosis de
transferencia, esa enfermedad artificial tan necesaria, pero no
solamente. Las circunstancias del Yo, o sea, los vínculos, no son el
bosque. Son multiplicidad de árboles que deben ser interpelados.
Especialmente cuando los encuadres actuales, salvo excepciones que
ignoro si son honrosas, no sostienen 4 veces por semana durante más
de 5 años. Muchos jóvenes psicoterapeutas, quizá demasiados, no han

201
ATICO COOPERATIVA DE TRABAJO EN SALUD MENTAL

tenido ni tendrán su propia iniciación psicoanalítica. Y las “Georgettes”


deambulan de consultorio en consultorio, de pre pagos a hospitales
públicos, sin demanda de análisis. Pero con una multiplicidad de otras
demandas que no reciben atención porque están “fuera de encuadre”.
El coraje de psicoanalista y paciente de sostener el propio encuadre, o
sea, los propios deseos y las propias convicciones, acotaron las
tentaciones de las interconsultas maníacas y las derivaciones
iatrogénicas. No se trata de poner el cuerpo. También se trata de
dejarlo. En ATICO sabemos que el exceso de placer no consumido va a
ser apropiado como plusvalía sexual por la clase dominante. Retornará
bajo tres aspectos principales:
1. Discurso médico: Capítulo de las enfermedades funcionales,
orgánicas, etc.
2. Discurso religioso: Capítulo de las intelectualizaciones místicas
sobre la conveniencia de la abstinencia, prudencia y discreción
sexual. (Santa Georgette)
3. Ideales Sexuales: Capítulo donde se producen y ofertan
mercancías para formatear la demanda (prostitución por
mandato, industria de “La Trata”)

En el cuerpo de Georgette se libra la milenaria batalla de la cristiandad


contra los placeres de este mundo. Incluido el mundo corporal. La
Santa Inquisición, incendió los cuerpos de cientos de miles de mujeres
durante al menos tres siglos. Georgette leyó algo escrito por McDougall
que le dio valor. Y no debe haberlo leído por azar, sino por necesidad.
Y debe haber leído mucho y escuchado más que le quitaron valor. El
permiso de estar enferma es también el permiso de no estarlo. El deseo
de estar viva seguía latiendo en sus alarmantes enfermedades
psicosomáticas. No hay peor sordo que el que cree que escucha. Y la
escucha de la cultura represora solo habilita la confesión y la
penitencia. En nuestra experiencia cooperativa, son muchos los
pacientes que consultan por haber leído, escuchado o visto la
producción cultural y política de algún asociado. La transferencia

202
SUFRO LUEGO EXISTO:LA CRISTIANDAD AL DIVAN

institucional es un instrumento fundante de toda alianza terapéutica. Y


un libro también es una institución. Más allá de la transferencia
masiva, idealizada, pensamos que Georgette pudo discriminar el
obstáculo real. Y consultar en forma pertinente a la persona habilitada
para disolverlo. En la contratransferencia inicial de McDougall, existió
lo que denominamos “núcleo de verdad diagnóstica”. “Tuve la
impresión que quería disfrazar su cuerpo delicado y femenino”, escribe
la autora. Y esa “impresión” es un indicador precoz de la
contratransferencia. Un disfraz pegado a la piel, que de tan pegado ya
no se podía despegar. Al menos, no del modo ordinario. Lo no
reprimido tiene formas de retornar que la razón no entiende. Pero no
se trata de entender. “Lean aunque entiendan” es la consigna que
durante décadas uno de nosotros expresaba a los alumnos. No se trata
de entender, sino de escuchar. De recorrer, De dejarnos pensar. Las
ocurrencias contratransferenciales muchas veces son sepultadas. Al
psicoanalista también la sombra de los objetos teoricistas,.ideologizados
y ritualizados se abalanzan sobre su Yo. Nosotros sugerimos activar el
comando “borrar/ eliminar”. La convicción nos permitirá arrasar con la
yerba mala del cientificismo reaccionario. El psicoanálisis siempre fue
una causa y pensamos que debe seguir siendo una causa. Para jamás
una cruzada. Esta cruzada fue nominada hace décadas como “superyó
psicoanalítico”. Y es necesaria una apostasía teórica y política para
interpelar nuestra propia tentación de clonar teoría y praxis en
catequesis.

3) La cristiandad al diván.

Un concepto fundante para nosotros, es que la cultura represora nos


atraviesa a todos. Este es el momento de lo Universal. Pero no de la
misma manera. Este es el momento de lo singular. Hace varios años, en
nuestra cooperativa ATICO se presentó la revista/libro DIAPORÍAS.
María Angélica Iglesias fue una de las presentadoras, junto al filósofo y
teólogo Ruben Dri y la Lic. Susana Gerszenzon. Entre otros temas,

203
ATICO COOPERATIVA DE TRABAJO EN SALUD MENTAL

trabajamos la diferencia entre la teología de la opresión (Iglesia de


Roma) y la teología de la liberación (reino de dios en la tierra). La
cristiandad es la forma que toma la captura superyoica del mensaje de
Jesús de Nazaret y la consecuente construcción de la Iglesia de Roma.
El cristianismo por el contrario, abreva en una teología de la
liberación. Liberación de todo dominio imperial. En nuestros
conceptos, la cristiandad garantiza un modo superyoico de
construcción de subjetividad y el cristianismo propicia un modo yoico
de construcción de la subjetividad. Lo judeo cristiano nos atraviesa a
todos y todas, al menos en occidente. Incluso en los ateos, y a veces,
especialmente en los ateos. El tema central es qué modo de producción
de subjetividad propicia el psicoanálisis. Pasaron décadas desde que
Marie Langer escribiera: “esta vez no renunciaremos ni al psicoanálisis
ni al marxismo”.4 Sin embargo, mal que a muchos nos pese, hubo que
renunciar a los dos. Al menos, a la dimensión profética de un
psicoanálisis leído desde Carlos Marx y de un marxismo leído desde
Freud. León Rozitchner retomó el desafío que había lanzado.Wilhem
Reich.5.Siempre hubo y quizá siempre habrá un “psicoanálisis del
palacio y un psicoanálisis de la plaza”. Como psicoanalistas y
cooperativistas, nuestra decisión teórica y política es sostener el
psicoanálisis de la plaza. Metáfora de un psicoanálisis abierto y
permeable al conflicto psicosocial. Y siempre atentos en nuestra clínica
cooperativa a conocer, para luego intentar modificar, los
determinantes socio económicos políticos que formatean al sujeto. Por
eso hablamos de una clínica restringida y una clínica amplificada. Para
la primera, el Edipo libidinal y el eje transferencia contratransferencia
son suficientes. Para la clínica amplificada, necesitamos incorporar el
concepto de Edipo histórico y político. Y el concepto de

4 Profecía que las actividades criminales de la Alianza Anticomunista Argentina y


luego el Terrorismo de Estado dejaron truncas.
5 El legado de Wilhem Reich sigue necesitando ser descubierto. La cultura represora

finalmente lo psicotizó, pero sus ideas amplificaron el campo del psicoanálisis


individual e individualista.

204
SUFRO LUEGO EXISTO:LA CRISTIANDAD AL DIVAN

contratransferencia lo amplificamos con el análisis de la implicación


libidinal, política, de género, de clase, ética, estética, del psicoanalista.
Insistimos: la elección de una teoría no es teórica: es política. Por eso si
el techo teórico es el vínculo con la madre, o los mecanismos más
regresivos de identificación y proyección, las vicisitudes del Complejo
de Edipo, las relaciones pre edipicas, pensamos que estamos en una
dimensión necesaria, pero insuficiente. No es el individuo el que se
relaciona con la cultura, sino que es la cultura (represora) la que
formatea a un individuo para que se relacione con ella de una
determinada manera. Y esa manera es el hiato entre lo familiar y lo
político social. Como si la familia fuera lo primario cuando es
secundario al modo de producción social. De un Gran Otro, que lo
construye como sujeto del mandato y como sujeto del deseo del
mandato. Una crítica mucho más radicalizada de lo que denominamos
“clínica restringida”, la realiza Gregorio Baremblitt: “Yo me he
divertido mucho (según Alfredo uno se ríe de sus picardías) diciendo
que el Edipo es un electrodoméstico del capitalismo, y que el
Psicoanálisis es su service”6 Los autores de este texto somos
psicoanalistas, pero aceptamos que hay muchas formas de serlo.
Pensamos la enfermedad psicosomática de Georgette, como la
domesticación brutal del sujeto que la cultura represora realiza
lacerando cuerpos. Llagas, ulceraciones, marcas, desgarramientos y
despedazamientos. Las graves lesiones de las enfermedades
psicosomáticas son análogas a las lesiones de los cuerpos torturados por
las distintas formas de la Inquisición. El Sagrado Tribunal de la Fe. En
realidad, del imperativo categórico de la fe. “Creo porque es absurdo”,
la frase de Tertuliano que tanto criticara Freud. McDougall interviene
y al dar palabra, da vida. Da deseo. Y Georgette tuvo fe en la
psicoanalista que va a buscar. “Había leído algo suyo que me dio valor”,
expresa Georgette. La fe de Georgette es otro de los nombres del deseo.
No es una fe imperativa sino desiderativa. Palabra escrita,

6Las líneas de fuga desde el psicoanálisis, especialmente el estructural, a los teorías del
anti Edipo, tienen en Gregorio Baremblitt uno de sus mas importantes creadores..

205
ATICO COOPERATIVA DE TRABAJO EN SALUD MENTAL

palabra dicha. Valor, confianza, fe. Fundantes de la alianza terapéutica.


Conjurados los dragones, los frutos dejan de estar prohibidos. Los
placeres no son castigados y no solo el alma vuelve al cuerpo. Lo más
importante es que el placer vuelve al cuerpo. Una nueva erogeneidad
es posible. En el cuerpo mortificado de Georgette, la cristiandad ha
sido conjurada. No será necesario seguir besando una cruz que es un
espantoso método de tortura y muerte. La sombra de los objetos no
seguirá cayendo sobre el cuerpo. En las enfermedades psicosomáticas,
la procesión va por dentro y va por fuera. El psicoanálisis de
McDougall permitió “histerizar” los síntomas. La “cosa” tuvo
derivación en la representación palabra. La cosa y la palabra
empezaron a ser una misma cosa. El campo de lo simbólico empezó a
construirse. Un mejillón podía ser reconocido como símbolo del
genital femenino sin alergias ni edemas que castigaran esa osadía. El
tabú de la sensorialidad que la cultura represora establece, logra que los
registros más primarios queden sepultados. No encuentran ni las
palabras ni los actos que permitieran una descarga no sintomática. Hoy
gran parte de la publicidad se basa en todo tipo de desodorantes,
perfumes, jabones, antisépticos, lavandinas, limpiadores. Nada de tener
olor, a menos que sea olor a limpio. A puro. A inmaculado. Que no
haya pecado que lo haya concebido. Lo que empezó con un chirlo
termina con un aerosol. Por eso no hay retorno de lo reprimido como
en la histeria. Hay una avalancha de lo no reprimido. El exceso de
carga colapsa cualquier sistema defensivo y el cuerpo se quiebra. Lo
importancia del trabajo de McDougall es, al menos para nosotros,
evidenciar que en el marco de la cultura represora siempre el complejo
de Edipo va a ser incompleto. Porque en alguna etapa va a impedir el
crecimiento psíquico del sujeto..De nuestro último libro citamos:
“Hemos tratado de diferenciar el Complejo de Edipo de la Complejidad
del Edipo. El primero se abre y se cierra en una dimensión individual y
de individualidades múltiples. Familia nuclear. Potestad o sea,
propiedad privada sobre los hijos compartida por madre y padre. Si por
sus frutos los reconocerás, la instancia resistente, repelente y represora

206
SUFRO LUEGO EXISTO:LA CRISTIANDAD AL DIVAN

que Freud describe, el Superyó, nos ·regala· los frutos prohibidos y


podridos de la culpa y por lo tanto denuncia su origen tóxico. El
superyó en su origen era una fase del Yo. Pero en el marco de la
cultura represora, el Yo termina siendo una fase del superyó. Una triste
y atrofiada fase”7
Georgette es el fruto permitido del psicoanálisis con McDougall
y este texto es fruto permitido de la apasionante lectura del libro
“Teatros del Cuerpo”

BIBLIOGRAFÍA
Baremblitt, Gregorio. Cartografía Fugaz. Página 131. En “Cultura Represora y
Análisis del Superyo”. Subversiones Editora. (2013)
Grande, Alfredo. “Múltiple interés del psicoanálisis implicado” Revista
Crítica. Facultad de Psicología. Universidad de Rosario. Página 29. Numero 1.
(2016)
http://criticapsicologia.unr.edu.ar/wp-content/uploads/2017/06/Critica1.pdf
Langer, Marie. Cuestionamos 1. Prólogo. Ediciones Granica. (1971)
Rozitchner, León. “Freud y los límites del individualismo burgués”. Siglo XXI.
1972
Volnovich, Juan Carlos. Prologo a “Cultura Represora y Análisis del Superyo”
Pág. 8. Subversiones Editora. (2013)

7Desde el psicoanálisis implicado, no hablamos de tópicas sino de lógicas. O sea:


modos de funcionamiento. Principios básicos del suceder psíquico. Modos yoicos y
modos superyoicos de producción de subjetividad.

207
ATICO COOPERATIVA DE TRABAJO EN SALUD MENTAL

208
LA TRAMA FAMILIAR Y EL PODER DE LAS VIVENCIAS

La trama familiar y el poder de las vivencias

BABELPSI 1

Alberto Jones (Coordinador), Graciela M. Bar, Liza Benaym,


Vincent Delmas, Ariane Massy, Shirley Viviana Matthews
y Hugo A. Vallejo 2

“Las palabras nunca alcanzan


cuando lo que hay que decir
desborda el alma”
Julio Cortazar

JM = Joyce McDougall
G = Georgette

Ariane Massy
Dos presencias de madres opuestas, que se anulan, o entran en
conflicto en la mente de G, enloqueciéndola (como dice ella misma). El
esfuerzo para volver al otro loco, el doble vínculo que sienten los niños
de padres psíquicamente distantes, que están tan metidos en sus
propios conflictos que no ven a sus hijos como realmente son. Se
convierten en reflejos, en proyecciones de estos conflictos edipicos no
resueltos, reviviéndolos, a través de sus hijos. Así, no era presente en la
mente de su madre. Lo mismo que cuando le reprocha de que nunca se
interesa por su sí mismo verdadero.

1www.BabelPsi.com / info@babelpsi.com, babelpsi@gmail.com


2jonesAlberto@gmail.com, grazielBar@gmail.com, liza.benaym@gmail.com,
vincent.delmas94@gmail.com, ariane.massy@wanadoo.fr,
shvmatthews@yahoo.com.ar, dr.vallejohugo@gmail.com.

209
BABEL PSI

Cuales son los personajes tan poderosos aquí, en esta manera de


actuar más fuerte que ella? Un personaje enfermo, y además, un
personaje a quien no le vale nada eso, no se preocupa de sus problemas,
y le dice que se puede curar por sí misma, sin medicamentos. Cuantas
personas tienen esta creencia, mágica o narcisista, de que tienen que
curarse por sí mismos, sin ayuda de nadie, porque sino eso les hace
débiles; [G “nada de eso es importante”] no sé si es así, pero toma
mucho lugar en su vida. No quiere decir que es malo o bueno, solo que
es una parte importante de su día, este sufrimiento, los pensamientos
que ligan y todo lo concreto que hay que hacer. Toma mucho tiempo y
espacio, físico como psíquico seguramente. De a poco les va poniendo
preguntas, las vuelve egodistónicas. No dejarse atrapar en este contrato
tácito de ni hablarle o de temer hablar de eso.
Ser una santa sería olvidarse de su sexo, de su cuerpo. Este
personaje sin cuerpo ni deseos sexuales sería lo mejor para ser tan
buena como la abuela.
[G “me he sentido confusa. No sé lo que quería mi madre para
mí, salvo cuando me necesitaba. Me sentía constantemente en peligro
de perderla”]
Una experiencia compartida por muchos niños de padres
enfermos psíquicamente. Esta confusión de nunca saber lo que esta
permitido o no, lo que se puede decir, pensar, hacer. Eso tiene un
poder increíble sobre un niño. Porque además, si no puede encontrar
en cuales momentos le necesita la madre cuando él sí la necesita
siempre en este periodo de la infancia. Esta voluntad de estar cuidado y
respectado por sus padres es algo que me parece muy universal, y
también el sentimiento de confusión (y otros) cuando esto no es
posible.
[G “¿Pero que es lo que ha hecho a mi cara?”]
Me suena como la presencia de la madre en ella, incapaz de
soportar que este cuerpo no sea el suyo, un espejo de ella, un cuerpo

210
LA TRAMA FAMILIAR Y EL PODER DE LAS VIVENCIAS

únicamente suyo de modificar. Niega la diferencia, la autonomía de


JM, muy tomada por la presencia de su madre, que hubiera hecho lo
mismo con ella en esta situación. [JM lo resume muy bien “era G quien
me privaba de mi identidad como sujeto físico y psíquico”], sin
nombrar la noción de la interdependencia y del poder de la presencia
en G que es más fuerte que ella.
[JM “invitar a aquella niña rencorosa y colérica a expresarse,
dándole así, a menudo por primera vez en su vida, acceso a la palabra”]
Escena que además se pudiera jugar en un juego de rol (role
play) si se le da la ocasión, para que pueda expresarse (si estamos en un
grupo multifamiliar, sería más efectivo, con la escucha respetuosa y
verdadera de otras personas, lo que no tuvo en su niñez)
[G “a mi madre nunca le conmovía mi tristeza, pero cuando
sufría físicamente sí se ocupaba de mí. Tengo miedo de dejar de
conmoverla a usted, de perderla también”]
Sufrir puede tener muchos beneficios secundarios, lo cual hace
que sea muy difícil dejarlos, aunque significaría dejar de sufrir.
Necesita tener recursos yoicos muy fuertes para permitirse dejar sus
muletas que son la enfermedad, y enfrentarse a lo que hay detrás. Poco
a poco, con trabajo, se consolidaron esos recursos para poder animarse
a hacer frente a lo otro.
En el intento de crear un objeto transicional la madre le da un
pañuelo del mismo tejido que utiliza con sus amantes. Esta actitud la
confunde ya que este pedazo de tejido al que ama, le da horror a la vez,
por las representaciones asociadas, que no deberían tener lugar en su
mente infantil. Y a su vez el padre, tan ausente de esta escena, y de
todo el relato.
Pensamos en términos de interdependencias reciprocas la
situación entre G, su madre y su padre. El Edipo no resuelto de la
madre, que intenta resolver con su hija, que le cae como amor y odio
muy primitivos (te necesito porque no puedo sobrevivir sola/te niego

211
BABEL PSI

hasta la existencia tanto me persigues). Eso entrena a G en


sentimientos muy parecidos hacia ella, necesitando casi morir para
alejarse de su presencia tan peligrosa para su integridad, pero al mismo
tiempo necesitándola para probar que sí esta viva. Y además de todo
eso, el Edipo no resuelto de la madre le impide a G amar, o
simplemente buscar apoyo en su padre. Padre que refuerza esta
situación, siendo muy ausente, del conflicto y de las escenas
conflictivas con su madre que vivió G durante su infancia (pero
libidinalmente muy investido). De esta trama muy opaca y peligrosa,
todos los síntomas de G le permitieron escaparse, sobrevivir, al precio
de su integridad física (y psíquica de cierto modo).

Shirley Viviana Matthews


Los Personajes
El título que utiliza JM ‘Teatros del Cuerpo’ nos da la imagen de que
pueden desplegarse diferentes personajes en un mismo cuerpo y actuar
como lo hacen sobre el escenario de un teatro. Asumir un personaje,
“de forma tal que aquel pequeño dragón virtuoso, para no hacer daño a
nadie y para mantener una imagen entera y aceptable de sí misma, se
comportaba como una santa, mientras su cuerpo escupía fuego en todas
direcciones”.
Tomemos la idea de que una persona interpreta diferentes
personajes, que, muchas veces, no le son de su propia elección, pero se
construyen y naturalizan para sobrevivir. Es probable, que en un
ambiente de crianza en donde se tejen alianzas e interdependencias
patógenas y enfermantes, el niño/a se adapta y se defiende. Puede
haber múltiples situaciones y conflictos que han sido fuertemente
evitados o que quedaron bloqueados totalmente, durante mucho
tiempo y a veces para toda la vida. Este es el caso que percibimos que
vivió G.

212
LA TRAMA FAMILIAR Y EL PODER DE LAS VIVENCIAS

Jorge García Badaracco (2000: 314), dice respecto de los


personajes: “El paciente mental, generalmente angustiado por las
dificultades en sus relaciones con los demás, que en psicoanálisis
llamamos relaciones de objeto, se presenta como un personaje, muchas
veces caricatural. Vemos que el ‘loco’ se presenta con una máscara casi
siempre configurada con identificaciones que yo llamo patógenas, que
defiende omnipotentemente ante la amenaza que significa tener que
enfrentar la sociedad más allá de su familia, es decir, la exogamia, con
el déficit de recursos yoicos que la endogamia familiar condicionó en
él. Se autopercibe vulnerable en una condición de carencia relativa de
recursos yoicos genuinos”.
Quisimos imaginar cómo sería si G, conjuntamente con su
análisis individual con JM, comenzara a asistir a nuestro grupo de
Psicoanálisis Multifamiliar. Al comienzo, se muestra tímida, y luego
con el correr del tiempo, y percibiendo el clima respetuoso y
contenedor del equipo de coordinación y del resto del grupo se la ve
escuchar cada vez con más atención y más implicada. Quizás fue
derivada por su analista al grupo, ya que sabemos, que el grupo
multifamiliar complementa y potencia los procesos individuales, o
quizás fue recomendada o invitada por otro participante. La escucha
empática y el interés genuino que muestran los otros participantes, sin
juzgar, ayuda a G a hacer su proceso en su propio timing y a contar con
otro.
(“Ahora supongamos que una organización cualquiera nos
permitiese multiplicar nuestro número hasta el punto de poder tratar
grandes masas de hombres” […] “Cuando suceda, se nos planteará la
tarea de adecuar nuestra técnica a las nuevas condiciones” Freud, S.
(1919 [1918])
El trabajo de psicoanálisis multifamiliar permite que se pueda
realizar en el propio consultorio o en los grupos multifamiliares, un
habilitarse y un proceso de apertura del yo. Un yo que llega escondido,
sometido al deseo de otros. En el grupo multifamiliar vemos como, con

213
BABEL PSI

la asistencia continua de G, su yo hace sus propios micro registros, los


que le permiten, de a poco, desarrollar nuevos recursos yoicos.
La sensación que transmite G cuando finalmente pide la palabra
y comienza a hablar es que, lo que en parte hace, no es por ella, sino
para agradar a su madre con lo dicho, e incluso de ser a través de la
madre. Hablamos de que la presencia de la madre (una identificación
con su madre que actúa con la fuerza de estar viva en su interior) habla
por G, y no permite que se despliegue lo auténtico de G, ni su sí
mismo, ni su potencial sano. Lo que J. García Badaracco (2000)
llamaría la presencia del otro en nosotros.
Según palabras de JM la madre era vivida como invasora,
asfixiante, narcisísticamente volcada a sí misma, pareciendo no tolerar
a aquella niña más que en la medida que ésta respondía exactamente a
lo que la madre esperaba de ella.
Con el proceso individual y multifamiliar, G podrá ir
despertando la confianza en sí misma, necesaria para mostrar su
verdadero self, diferenciarse de su trama y ser más ella misma.
Identificaciones patógenas
Tal ha sido la fuerza enfermante de las presencias enfermizas de
figuras parentales que se impusieron como imprescindibles, que el sí
mismo queda atrapado en una relación de sometimiento sin poder
desarrollar su autonomía.
J. García Badaracco (1985: 503) dice: “Se manifiesta así la
tendencia a transformar cualquier relación de objeto en una «simbiosis
patológica», sin salida y sin futuro, no pudiendo el sujeto prescindir del
objeto porque lo necesita desde su indefensión. Cuando la necesidad de
una demanda infantil sana fue frustrada por las carencias de los objetos
parentales -con la especificidad patógena que intentamos describir-,
éstos pueden transformarse en «objetos enloquecedores” (p 503 pie de
pág. 25).

214
LA TRAMA FAMILIAR Y EL PODER DE LAS VIVENCIAS

Liza Benaym y Vincent Delmas


La trama familiar
La madre de G tenía pocos recursos psíquicos, sufría de
numerosas angustias y sobre todo de la de no poder existir como
individuo entero. Su forma de ser con su hija y su mirada sobre ella,
estaba influida por su propia historia y por sus propios vínculos de
interdependencias recíprocas con su propia madre. Su incapacidad de
soportar las vivencias de su hija y de satisfacer a G de sus necesidades
de autonomía, de espontaneidad, de comunicación, de amor y de
protección, están en la base de las dificultades de G. En el final de su
análisis comprendió que las niñas frágiles y perdidas eran tanto ella
como su madre.
Detrás de las somatizaciones de G se enmascaran varias vivencias
intolerables e impensables. Estas vivencias esconden sobre todo el
recuerdo de interacciones angustiantes y asfixiantes con la madre. Pero
en estas somatizaciones se encuentra toda la hipercomplejidad del caso
G, podemos encontrar a la vez vivencias no elaboradas y una forma de
protegerse de las interdependencias patógenas que la someten (la
sensación de estar en vida dentro de un cuerpo que sufre viene por
ejemplo a luchar contra las sensaciones de inexistencia generadas por
la madre) salvo que estas somatizaciones protectoras (consideradas
como beneficios secundarios por JM) sean solo el resultado de la
presencia de la madre en ella, recordándole que [G “hay que sufrir
físicamente si quieres que te quieran y se interesen por vos”].
La trama familiar encarcela a G en comportamientos que no le
pertenecen y no la dejan libre. Está atrapada en un personaje de mujer
santa por quien los placeres del cuerpo no están permitidos. Podemos
ver claramente el vínculo entre el asco por lo sexual y los maltratos
corporales de G y las vivencias inelaboradas del padre con sus propias
madres. G no podría soportar su cuerpo sexualizado como su propio
padre no podía suportarlo a causa de su historia [la mujer con el cuerpo
sexualizado está vinculada con la mala madre «puta» que puede

215
BABEL PSI

abandonar mientras la mujer con el cuerpo desexualizado está


vinculada con la buena madre santa que protege]. Finalmente, no es
verdaderamente ella que no soporta su cuerpo de mujer, es la presencia
de su padre adentro de ella que no lo soporta y que se lo prohíbe.
JM evoca de hecho a su manera la influencia de la trama familiar
y de sus presencias parentales en G con la noción de visitantes del yo
que parecen poseer al sujeto a pesar suyo.

El Complejo de Edipo
García Badaracco (1979) insiste en la importancia del papel de los
padres en la disolución del Complejo de Edipo.
La dimensión erótica del vínculo entre G y su madre es
especialmente vivo: G reemplaza a su padre en la cama matrimonial; le
molesta la percepción de la mirada erótica de su madre. Entonces, por
el mantenimiento de un clima incestuoso, G está encerrada en una
interdependencia patógena con su madre que no le permite elaborar y
disolver el Complejo de Edipo en lo cual está dolorosamente atrapada.
Además, la madre pone una barrera entre G y su padre: lo
denigra permanentemente, y le impide a este que la pueda besar o
tocar. Perturba de este modo la desinvestidura libidinal de la madre y
el pasaje al padre, necesario en el desarrollo psíquico de cada uno.
Con esta amenaza, esta tensión permanente, es como si le
enviara a G el siguiente mensaje: “si quieres a tu padre vas a perder mí
amor, no existirás más para mí”. Esto solo le deja dos posibilidades, o
ser la hija ‘erótica’ o ser la hija ‘aniquilada’.
El padre también aparece prisionero de una interdependencia
patógena con su esposa. Teniendo el rol del que no ‘existe’ no le
permite a su hija acceder a una relación triangular.
Además, habitado por el miedo de que su hija se vuelva una
‘puta’, lo que despierta en él una angustia de abandono masiva a raíz de

216
LA TRAMA FAMILIAR Y EL PODER DE LAS VIVENCIAS

su historia con su propia madre, reacciona reprimiendo el erotismo de


su hija.
Con su reacción de cólera cuando lee el diario de G, le da a
entender que está prohibido ser una mujer y le transmite la orden Icc
de ser una ‘santa’, es decir permanecer como una niña asexuada.
También podemos pensar que le transmite mediante esta
reacción, la prohibición de tener investiduras libidinales por fuera de
la trama familiar, lo que encierra a G en vínculos encarcelantes y
patógenos.

Hugo A. Vallejo
El psiquismo de G, funcionó como una manifestación emergente de un
sistema defensivo somático para sobre adaptarse a vivir con su familia
de origen, dentro en una trama de interdependencias reciprocas con
características patógenas.
Producto del proceso terapéutico en transferencia recíproca, el
desarrollo de una nueva interdependencia sana con JM facilitó una
triangulación edípica sin que se deba exponer somáticamente para
defenderse del apego simbiótico materno sometedor y por ende
enfermante.
Esa cuña introducida terapéuticamente por su analista, trianguló
y dio calce a que piense en la función paterna y sus implicancias
necesarias para un posterior desarrollo de nuevos recursos yoicos más
autónomos. Dejando así “un cuerpo para dos” para constituirse en una
“persona-sujeto individual subjetivo” y despegarse del personaje
simbiótico sometido a la trama patógena.
La “virtualidad sana” no es al azar. Está siempre “presente” en
modo potencial, para que, al darse las condiciones de un medio
suficientemente sano, puedan desarrollarse nuevos recursos yoicos
pendientes de expresarse como palabras en un inicio y como cambio

217
BABEL PSI

psíquico después. Es decir, en el proceso terapéutico de G, se pudo


observar que dejó de usar una “bio-lógica” para la supervivencia de un
yo incipiente, para utilizar una “lógica psíquica” con representación
simbólica.

Graciela M. Bar
Respecto a este exitosísimo tratamiento psicoanalítico - que goza de las
indudables ventajas de una frecuencia semanal de 4 sesiones, cada vez
más difícil de sostener hoy en día por razones económicas y socio-
culturales - un punto en particular es aquel en el que JM habla de la
dificultad de algunas personas para tolerar el éxito dado que el éxito
terapéutico remite al abandono original.
Efectivamente sabemos que hay que tener mucho cuidado al
decirle a un paciente que está mejor.
Para nosotros el triunfar en la aventura psicoanalítica
equivaldría a la salida de las interdependencias patógenas. Sólo
contando con interdependencias recíprocas normogénicas y confiables
se podrán soportar las vivencias de soledad y vacío que esta salida
desencadena y que son de otro modo insoportables. Son momentos
muy críticos que hacen que mucha gente prefiera sufrir toda su vida
pero no tener que atravesar estas vivencias. (Son momentos de mejoría
en los que puede haber actuaciones suicidas).
Nos pareció muy interesante pensar que esto también pueda
aplicarse al hecho de tener éxito en general.
Cuando JM dice “se hizo evidente que G se había comportado
consigo misma como un padre loco y violento siempre que se trataba
de su feminidad o de sus deseos sexuales”. En nuestra ‘jerga’ diríamos
que la presencia de su padre en ella se ejerce con esa mirada sobre su
femineidad y sus deseos sexuales sostenida por una interdependencia
vincular compleja con su padre en actividad inconsciente constante.

218
LA TRAMA FAMILIAR Y EL PODER DE LAS VIVENCIAS

Nosotros llamaríamos personajes a los que ella presenta, por ej.


El papel de la abuela ángel sin sexo.
Pensamos también que ‘la prostituta’ no sólo sería la madre
biológica del padre sino una condensación de aspectos escindidos de la
madre adoptante de su padre. Esta, por otra parte, es su abuela paterna
pero no biológica. Desconocemos si esto ocupó algún lugar psíquico
para ella. Su abuela paterna ‘biológica’ presente dentro de ella en los
genes, era otra.
En nuestra concepción todo síntoma esconde un funcionamiento
inconsciente en trama y sus interdependencias.
Todo síntoma es con otro u otros dentro de vivencias incluidas
en vínculos externos y/o internos en plena actividad.
La complejidad de la vincularidad está sostenida por los distintos
integrantes del vínculo.
No se trata sólo del vínculo que ella tiene con la madre o con la
abuela o con el padre, sino también toda la complejidad del vínculo
que estos familiares tienen día a día con ella y entre sí, en una
interrelación continua externa y concreta o interna pero con la misma
efectividad.
Cada una de sus somatizaciones, para nosotros, incluye dentro de
sí la complejidad de vínculos en plena actividad.
Encontró una persona capaz de soportar todas sus puestas a
prueba y las fusiones-confusiones entre los cuerpos, tolerarlas sin
rechazarla y devolviéndole todo esto al modo de las interdependencias
normogénicas. G dice de entrada que sabía que JM era alguien ante
quien podía mostrarse muy enferma.
Pensamos que además de la brillantez intelectual de JM lo
central fue permitir el redesarrollo - sosteniendo esta fusión confusión
- hasta que G fuese de a poco pudiendo salir de ella, despejando la

219
BABEL PSI

transferencia-contratransferencia para lograr encontrar el verdadero


sí-mismo con mucho respeto de sus necesidades de timing.
En nuestra manera de pensar brillantes interpretaciones sin un
zócalo vincular recíproco no lograrían cambio alguno. Además, con
todo esto, no solo cambia el paciente, cambian juntos.
Sostuvo la contratransferencia que despierta sin duda la
trasferencia de una madre omnipotente que no concedía ninguna
autonomía, ni física, ni psíquica, y a la vez el lugar de una niña con una
madre así, dado que, claro, a su vez G hacía activamente lo que sufría
pasivamente.
¿Si hubiese concurrido a reuniones de psicoanálisis multifamiliar
complementarias con su análisis individual, hubiese tolerado un
proceso terapéutico más rápido? ¿El timing hubiese sido otro?
Se dice que con el psicoanálisis multifamiliar como
complemento de un tratamiento individual con la misma manera de
pensar se va más rápido y más lejos.
Aquí parece haber sido el timing tolerable y adecuado.
Algunas personas no toleran los grupos de psicoanálisis
multifamiliar porque se ven confrontadas, sin poder medirlo ni
controlarlo, a sus propias situaciones traumáticas a partir de las
participaciones de otros y no puede regular el ritmo de su reactivación.
Los que pueden tolerarlo, y aguantan, logran salir mucho más
rápidamente que con un análisis individual únicamente.

Alberto Jones
El vínculo de G con su madre me recuerda a la relación de tipo
simbiótica que mantienen Aurora Greenway y su hija Emma en la
película “La fuerza del cariño / Terms of Endearment✝✝✝”

220
LA TRAMA FAMILIAR Y EL PODER DE LAS VIVENCIAS

Lo transmisible
Los abuelos de la trama de origen de G se nos aparecen a partir de los
efectos transgeneracionales. La abuela paterna (años de ambiguedad
sobre de quien era madre), precozmente viuda (tampoco se sabe si
antes o depués de adoptar al padre de G) se dedica a criar e inculcarle
al papá de G que es un bastardo, un vástago “ilegítimo de una mujer de
costumbres relajadas”. También continuó con esta misma inducción
sobre su nuera y su nieta G que se vió seriamente influenciada por el
poder de estas proyecciones en la construcción de su identidad.
La trama de las interdependencias recíprocas de la madre con su
familia de origen se infieren a partir de las descripciones que G hace de
ella a lo largo del proceso. Por estos antecedentes, no es claro, si la
violencia manifiesta del padre con lo que leyó en el diario de G fue
como lo interpretan JM y G debido a su resentimiento contra aquella
progenitora prostituta, supuestamente desalmada porque lo abandono,
o si se debió (mediante violencia ‘no visible’) al rencor que fomentaron
en él, entre su criadora y su esposa, al discriminarlo, despreciarlo y
segregarlo de todo lugar de pertenencia en esa trama, con el
consiguiente influjo en el tipo de relación con su hija G.
Otra hipótesis factible es que el padre al leer ese diario, desplazó,
condensó, proyectó y personificó en G todo ese trauma. A su vez, su
esposa, tenía amantes de los que no se hablaba (pero indujo y
confundió a G con el crêpe Georgette) y provocó al padre con sus
“salidas”.
Por las descripciones de G se infiere la influencia que tuvo esa
abuela madre sobre la manera de sentir, pensar y actuar de toda esa
familia (sobre las vivencias de toda esa trama familiar).
Reservo la noción de ‘madre suficientemente sana’ para aquellas
personas que generan un medio ambiente o clima que promueve el
respeto por la diferenciación y desarrollo de cada uno de los que
forman la trama familiar. (“La madre constituye una mente que tiene,

221
BABEL PSI

como función fundamental, que despertar otra mente, la de su hijo,


que tiene a su vez una virtualidad que debe desarrollarse”. J. García
Badaracco, aportes al grupo de estudio e investigación sobre su obra,
2004, apuntes inéditos).
Esta mamá adoptante, al transmitirle al ‘hijo’, esa “mirada” sobre
su destino biológico original, lo indujo a aborrecer a las mujeres con
sexualidad y ternura y a alejarlo de su pareja y de su hija. Al mismo
tiempo también se dedicó a inculcar en su nuera y en su nieta todo el
odio y el resentimiento que portaba en sus entrañas, derivado de sus
antecedentes transgeneracionales y de la latente culpabilidad hacia su
trama original por sus fracasos y traumas accidentales y por su destino
como persona, pero desplazados y depositados en ese ‘hijo chivo’ que
sufre las consecuencias y las hace sufrir a sus propias
interdependencias.

El poder de la vivencia
El ‘lenguaje’ es la facultad potencial para comunicarse, y la ‘virtualidad
sana’ es la facultad potencial para desarrollar los recursos personales
(los recursos yoicos).
“Las vivencias: ‘son experiencias psíquicas vividas con cierta
intensidad que dejan una huella activa en la vida psíquica’ de donde se
desprende que vivencia es toda experiencia psiquica que encierra una
especial significación para el sujeto y por ello, deja en él un rescoldo
viviente que modifica su personalidad”. (F. Alonso-Fernández, 1978)
[G “A veces, me despierto y no me encuentro. Entonces salgo
corriendo al pasillo llamando ‘mamá’. Sin embargo sé muy bien que
vive a mil kilómetos de aquí”. “Pero, en ese momento, tengo la certeza
de que puede oírme y de que vendrá a ayudarme”]. Reactualiza los
antiguos signos de persecución de muerte por todas partes y los gestos
mágicos para protegerse del miedo a la desorganización.

222
LA TRAMA FAMILIAR Y EL PODER DE LAS VIVENCIAS

G tiene un pensamiento conciente de la situación real, del ritual,


por tanto no es un delirio, pero lo que sí es delirante es la vivencia, es
esa ‘certeza’ que la domina y que la hace actuar a pesar de la conciencia
de lo irracional de su accionar.
En la referencia a la madre: [G: “Claro que me intereso por ti. ¡Le
cuento a todo el mundo lo inteligente que es tu marido!”]. Frente a la
interpretación que G le da a ese comentario, muy justificable por los
antecedentes, es dable averiguar si esa suposición no es, en parte, el
producto del poder de la vivencia de G sobre ese hecho. No sabemos
cual fue la vivencia de la madre, pero tal vez podría ser que como
mamá, estima muy bien los valores que G posee y por los cuales tiene
un marido tan inteligente.
El poder de la vivencia nos lleva a construir nuestra propia
realidad.
La polisomatización puede interpretarse desde varias
perspectivas. Puede ser un condensado de vivencias infantiles
almacenadas como ‘ecuaciones simbólicas’ en lenguaje corporal y como
memoria vivencial de esas experiencias iniciales.
Toda memoria vivencial mantiene vigente las primarias
interdependencias recíprocas con la trama de origen. Esas experiencias
no son recordadas al modo de los recuerdos reprimidos o encubridores
pero es a traves de las eclosiones somáticas que resurgen como
buscando interlocutores que descifren los códigos que las mantienen
encriptadas. Eclosiones portadoras de vivencias muy ligadas a
experiencias difíciles de descifrar y recordar con imágenes y palabras.
Toda vivencia mantiene vigente experiencias antiguas no
elaboradas y por tanto a descifrar. En general remiten a las
experiencias vivenciales con las personas que formaron la trama y el
entorno de origen y con las que se establecieron las primarias
interdependencias recíprocas identitarias.

223
BABEL PSI

Son vivencias disociadas de imágenes y de recuerdos Cc que


quedan en lo Icc y se reproducen y recrean en sucesivas situaciones
donde algo incita a que reaparezcan.
Cuando en esas reiteraciones surge un encuentro, buscado o no,
con un nuevo tipo de feedback, puede ocurrir un cambio de destino,
como por ejemplo, el que sucedió entre G y JM, y que resultó ser una
oportunidad para ambas, ya que les permitió descubrir otra forma de
interdependencia recíproca, diferente a la habitual y conocida, y que
les dió la posibilidad de desplegar todo el proceso que tan beneficioso
resultó para ambas.
Algunos pensamos que, fue este tipo de encuentro, el que
permitió el redesarrollo de G.
Este nuevo modelo en el que pudo confiar, le permitió
desarrollar nuevos recursos yoicos, con los cuales pudo ir enfrentando
los temores asociados a las angustias de separación e individuación.
Es por eso que no es sencillo mensurar cuanto tuvo que ver en el
proceso de G las interpretaciones y construcciones que le fue
ofreciendo JM y cuanto influyó su capacidad de reverie en producir en
G toda la elaboración y los cambios que se produjeron.
G aportaba un álbum de ‘imágenes fotos’, con nombres, fechas,
relatos, antecedentes, impresiones, pero sin los correspondientes
recuerdos ‘vivenciales’ de aquellos momentos.
Con las asociaciones de todo ese material JM construía con G los
nexos entre ambos.
Algo así como que, con las fotografías históricas, iban
construyendo la memoria vivencial. (E. L. Lara López, 2002).
(“Historiar la vivencia: Recordar implica haber recuperado una
autonomía que permite dar significado a una vivencia, no haber hecho
consciente lo inconsciente como conocimiento. Hablamos de
recuperar la autonomía o de adquirirla, por primera vez, que permitirá

224
LA TRAMA FAMILIAR Y EL PODER DE LAS VIVENCIAS

dar un significado a la vivencia, un significado propio, y conectarla con


un recuerdo, a poder poner esa vivencia en palabras. Lo vivencial es lo
emocional con historia”. Jorge García Badaracco, aportes al grupo de
estudio e investigación sobre su obra, BA, mayo 2004, apuntes
inéditos).
Las somatizaciones funcionaban como reliquias, aparecían en el
plano Cc como no importantes, como si fueran presencias viejas que
sólo cumplían una función ritual, como las imágenes santas, pero
durante el análisis se fue develando que en realidad, si bien eran
presencias antiguas, no eran viejas (no eran descartables), y por eso las
mantenía vigentes, porque para el Icc de G eran muy valiosas y
recurría a ellas con frecuencia porque contenían vivencias muy
preciadas para sus imagos y para la continuidad de su sentimiento de
identidad de sí misma.
El proceso de desidealización y desinvestidura de esas vivencias
sagradas, de culto, se produjo a traves del trabajo de elaboración que
realizaron G y JM al establecer los nexos y las relaciones de sentido
que las mantenían vigentes.
El proceso de historizar las vivencias, o sea que dejen de ser
presentes y vigentes, para pasar a ser históricas, consistió en conectar
las ‘vivencias actuadas a traves de los personajes polisintomáticos’ del
aquí y ahora, con las experiencias, las vivencias y las personas del allá y
entonces y viceversa.

BIBLIOGRAFÍA
ALONSO-FERNÁNDEZ, F. (1978). Compendio de Psiquiatría. Cap. XVI y
XXVII.
FREUD, S. (1914). Recordar, repetir y reelaborar. Obras completas (OC).
Tomo XII, Buenos Aires: Ed. Amorrortu, 1976.

225
BABEL PSI

(1919 [1918]) Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica. Obras completas


(OC). Tomo XVII, Buenos Aires Ed. Amorrortu. 1976.
GARCÍA BADARACCO, J. E., ZEMBORAIN, E. (1979). El complejo de Edipo
a la luz de la experiencia clínica con pacientes psicóticos. Revista Uruguaya de
Psicoanálisis, (59-90)
GARCÍA BADARACCO, J. E. (1985). Identificación y sus vicisitudes en las
psicosis. La importancia del concepto de “objeto enloquecedor”. Revista de
Psicoanálisis, APA, mayo-junio de 1985, XLII 3, págs. 495-514
(2000). Psicoanálisis Multifamiliar - Los otros en nosotros y el
descubrimiento del sí mismo. Buenos Aires, Editorial Paidós
LARA LÓPEZ, E. L. (2002) “Fotografía histórica y memoria vivencial: una
experiencia didáctica”. Revista de antropología experimental, ISSN-e 1578-
4282, N° 2 Buenos Aires, 2012.

226
GEORGETTE EN UNA COMUNIDAD TERAPÉUTICA

Georgette, en una Comunidad Terapéutica


Psicoanalítica de Estructura Multifamiliar
Abordaje psicoanalítico individual y multifamiliar

DITEM. FUNDACIÓN MARÍA ELISA MITRE1

María Elisa Mitre, Silvia Posternak, Elena Marta Stenger2

Los comienzos del proceso terapéutico


Georgette me pidió una entrevista. Se la escuchaba preocupada y
urgida, un tanto tímida. En nuestro primer encuentro se refirió a una
depresión que no la dejaba vivir. Daba la impresión de avergonzarse de
su belleza y de su cuerpo, que escondía detrás de colores marrones y
grises. Me pareció que a través de su vestimenta me quería mostrar una
vida sin colores, sin afectos. Parecía tener un disfraz para protegerse,
como si nunca alguien le hubiera señalado una virtud. Pude vislumbrar
que detrás de esa coraza gris-marrón, sus ojos delataban un
padecimiento psíquico profundo.
A medida que hablábamos, Georgette percibió que yo me daba
cuenta de su nivel de sufrimiento. La reconocí por detrás de las
manifestaciones somáticas y su falso self. Si el paciente percibe que el
analista no se da cuenta del intenso sufrimiento psíquico que padece,
no puede establecer un vínculo de interdependencia sana y
transformadora. Cuando se siente comprendido el paciente puede
comenzar a confiar y contar con esa persona que lo ve desde su

1 fundación@fundamitre.net
2 memitre@gmail.com; silvia_posternak@hotmail.com; elenastenger@yahoo.com.ar

227
DITEM. FUNDACIÓN MARÍA ELISA MITRE

verdadera esencia. Con el tiempo va a poder reclamar desde la


profunda indefensión en que vivió las situaciones que lo enfermaron.
Podríamos decir que el proceso terapéutico comienza cuando la
persona deja atrás la omnipotencia y entra en un período de extrema
dependencia. El análisis muchas veces puede llegar a ser interminable
si se está llevando a cabo con el falso self o desde las identificaciones
del paciente. Para García Badaracco, el personaje constituye un
mecanismo de defensa contra lo inconcebible.
En nuestra manera de trabajar, partimos de la base que en todo
ser humano existe una virtualidad sana potencial que debemos respetar
y reconocer desde el comienzo para que pueda ir desarrollándose. Es
sobre esa virtualidad que debemos trabajar, haciendo “oídos sordos” a
los reclamos desde identificaciones con los mecanismos psicopáticos de
esos otros en ellos.
Georgette se comportaba como una santa. Más adelante pudimos
ver que esa santidad en realidad era un gran sometimiento que no
podía denunciar. Identificada con su abuela, a la que adoraba, una
mujer piadosa que se ocupó de su educación católica. Georgette decía
que esa abuela “era un ángel” y los ángeles no tienen sexo. Las paredes
de la habitación de esta mujer estaban tapizadas de imágenes de santos.
Georgette se sintió siempre mal y mala, una persona que nunca
cumplía con las expectativas de sus padres. Se identificó entonces con
esta abuela santa. Fue su manera de someterse.
En esa primera entrevista, manifestó experimentar una angustia
que no la dejaba vivir. Me contó que ya desde niña tenía que hacer
obsesivamente gestos mágicos para no derrumbarse “en pedazos”.
Podríamos decir que Georgette nunca pudo contar con alguien. Es
decir: nunca pudo tener confianza en nadie para poder compartir las
situaciones dolorosas y los terrores que la invadían. Estas vivencias
enmudecen y se almacenan, sin representación ni palabras
conformando lo que denomino memoria vivencial.

228
GEORGETTE EN UNA COMUNIDAD TERAPÉUTICA

Durante cinco años, Georgette se había analizado con un


psicoanalista hombre. Pienso que esa terapia le permitió separarse de
su primer marido, terminar su carrera de médica, y su especialización
en pediatría. Pudo llevar adelante esas tareas, logros importantes,
aunque no se dio un cambio profundo porque supo sobre-adaptarse
para cumplir con las expectativas del medio y del analista.
En aquel primer análisis no habló nunca de su cuerpo ni de su
vida sexual. Todo lo que se refería a eso le repugnaba. Es como si su
maduración psico-sexual hubiera quedado detenida en una etapa pre-
genital. Georgette deambulaba por el mundo viviendo a medias, con el
sentimiento de futilidad del que nos habla Winnicott.
Cuando se creó entre nosotras un clima de confianza y de
conexión más profunda, pudo decirme que en ocasiones perdía el
sentido de la realidad y se ponía a cantar como los niños autistas, para
no escuchar las presencias enloquecedoras que la habitaban. Me dijo
que por momentos sentía que se volvía realmente loca y que confiaba
en poder mostrarme lo que nadie más sospechaba.
Llegó a mi consultorio porque había leído un libro mío que, me
dijo, le había dado valor para permitirse mostrarme sus aspectos más
locos. Le pedí que me hablara más de esos aspectos que sentía locos.
Naturalicé eso que ella llamaba aspectos locos, diciéndole que cuando
uno está sólo e invadido por vivencias invivibles, puede hacer lo que
ella calificaba de locura.
Fue entonces cuando me dijo que no dejaba de pensar en su
madre y que muchas veces al despertar, no se encontraba a sí misma.
En esas ocasiones salía corriendo al pasillo, llamando a su madre. Esto a
pesar que sabía muy bien que vivía a mil kilómetros de distancia. Tenía
la certeza, sin embargo, de que podría oírla y acudiría a ayudarla.
- Y lo que es una locura, es que siempre me siento muy mal en
su presencia. Vivo en tensión constante. Me mira como si no existiera.
Me anula.

229
DITEM. FUNDACIÓN MARÍA ELISA MITRE

Podríamos decir que los padres con estas características actúan


como un veneno necesario e indispensable para poder sobrevivir al
sufrimiento psíquico. García Badaracco2 expresó que “… la natural
tendencia de los niños a la idealización de las figuras parentales, en vez
de ser neutralizada por una actitud realista de los padres es fomentada
por estos, con el objeto de permanecer idealizados e indispensables
para el hijo que, en estas condiciones, vivencia como catastrófica la
amenaza de abandono y está dispuesto a cualquier sacrificio o
renunciamiento para poder seguir recibiendo ese alimento afectivo que
se ha convertido en un veneno necesario…”
Sentí la ternura que ella me transmitía y la mire como tal vez
nunca nadie la había mirado. Le propuse la hipótesis de que
seguramente se había sentido sola toda su vida y no había contado con
nadie para poder compartir las experiencias dolorosas que había
tenido. Le dije que el hecho de poder hacerlo ahora era muy
beneficioso para las dos.
En el trabajo con mis pacientes utilizo hipótesis universales que
despiertan vivencias y emociones. La idea es que el paciente pueda
abrir espacios mentales que le permitan el descubrimiento propio.
Siempre son hipótesis referidas al material que me traen. No le digo al
paciente directamente lo que siento sino que pienso o siento lo que
digo identificándome con él.
Desde mi contratransferencia, percibí que en un primer
momento de este proceso terapéutico tenía que trabajar con una niña
detenida en su desarrollo. Georgette había disociado de su aparato
psíquico las vivencias atroces de soledad y abandono en relación a una
madre que no solamente no la veía en su verdadera esencia sino que la
ignoraba en forma permanente, como si no existiese. Cuando gritaba
“mamá” desde su sí mismo verdadero, pidiendo asistencia, sucedía algo

2García Badaracco, J. E., (1978c), “Integración el psicoanálisis individual y la terapia


familiar en el proceso terapéutico del paciente psicótico”, Revista de Psicoanálisis,
XXV: 3, págs. 529-578.

230
GEORGETTE EN UNA COMUNIDAD TERAPÉUTICA

paradójico: si su madre aparecía se sentía más sola en su presencia.


Georgette se creía invisible para todos.
Sabemos que un niño siente que existe solamente si siente que
existe para otros.
Después de un tiempo, la paciente pudo reclamarle directamente
a su madre, diciéndole que estaba convencida que no la quería. Ella le
respondió, con frialdad, que eso no era cierto, que la valoraba, que
siempre les decía a los demás lo inteligente que era el marido de
Georgette. Cuando terminó de decir esto se le quebró la voz y colocó
los brazos alrededor de ella como si quisiera abrazarse a sí misma. Me
levanté, la abracé y pudo llorar como una niña. Debemos recordar que
la madre jamás tuvo hacia ella una actitud cariñosa o tierna. Ni siquiera
la tocaba. Georgette creía que no existía si no se pegaba a su madre. Sus
crisis respiratorias graves eran el momento en que tenía que
mantenerse viva por sus propios medios. Era su único recurso.
En estos primeros momentos del proceso terapéutico, los
pacientes difíciles como Georgette, reciben más el modo en que se les
dice lo que se les dice. Es a esa etapa no verbal, no vivida, a la que
pacientes como ella necesitan ser acompañados para tener experiencias
nuevas, vitales y estructurantes para ese yo inmaduro, detenido en su
crecimiento. Considero que lo que más ayuda a un paciente es la
calidad de la relación intersubjetiva que pueda llegar a construirse con
él.
Su madre actuaba con ella como un objeto enloquecedor frente a
alguien en total estado de indefensión. Como señaló García Badaracco3:
“El deseo como búsqueda subyacente de la experiencia de satisfacción
se somete a la necesidad del otro. Se configura así la experiencia
traumática repetitiva que se constituye en fijación al trauma. La

3García Badaracco, J. E., (1990), Identificaciones y sus vicisitudes en la psicosis. La


importancia del concepto de objeto enloquecedor. Revista de Psicoanálisis, 3:42,
Buenos Aires.

231
DITEM. FUNDACIÓN MARÍA ELISA MITRE

situación aterradora y paralizante de depender de y necesitar a, cada


vez más, un objeto que es enloquecedor conduce a una identificación
patógena con el mismo”.
Pero ambos participantes son imprescindibles en la relación de
interdependencia enferma, no pudiendo ninguno de los dos tener una
individuación o autonomía propia.
En efecto, la paciente estaba continuamente referida a su madre.
Esto se explica cuando ella describe a su madre como una mujer
invasora y exigente que no puede tolerar a esa niña, salvo cuando
respondía exactamente a lo que su madre esperaba de ella. El sadismo
de su madre incluía también, en su crítica permanente, la prohibición
a que usara ropa de colores vivos. Georgette sentía que no la dejaba
respirar. Sin embargo no podía separarse y pedía por ella a menudo
con desesperación.
En estos procesos terapéuticos es fundamental ir rescatando
permanentemente los primeros atisbos sanos y hacérselo saber.
Emoción, ternura, la aparición del sentido del humor, el
reconocimiento. En un comienzo, el paciente no tiene casi identidad.
O bien está referido a otro o es el otro. Tolerar la incertidumbre es un
recurso yoico necesario por parte del terapeuta ya que da tiempo para
que el paciente sea. Los padres, por lo general, se manejan con certezas
y tiempos pues no pueden tolerar esta incertidumbre de la que hablo.
Con Georgette sucedía que al comienzo en cada despedida al
terminar la sesión reaparecían los síntomas somáticos. Georgette
enrojecía, temblaba y parecía tener dificultades para respirar. Cuando
se sentía abandonada por mí era como si yo la dejara a merced de una
madre inadecuada que la habitaba. Su única salida era la reaparición
de esos síntomas somáticos.
Todavía no podía relacionar sus graves somatizaciones con esa
madre. Sus reproches y reclamos se formulaban a través de su
sufrimiento físico: problemas ginecológicos, arritmias y taquicardia,

232
GEORGETTE EN UNA COMUNIDAD TERAPÉUTICA

asma, alergias. No podía, por ejemplo, comer pescados o mariscos,


frutillas, frambuesas. Todo le provocaba alergias graves.
Cuando le pasaba esto –en ocasiones había que hospitalizarla- su
madre le decía, con frialdad: “Te pasa lo mismo que a mí”. De esta
manera negaba su existencia.
Curiosamente cuando hablaba de todos estos síntomas
alarmantes parecía tranquilizarse. Referirse a todos estos dramas
somáticos le impedía, inconscientemente, acceder al propio
sufrimiento psíquico.
Podríamos decir que sus reproches y reclamos, que por lo
general son un pedido para que ese sufrimiento sea reconocido, se
daban a través del cuerpo. Sólo de ésta manera Georgette se sentía vista
y viva. Seguramente creía que si perdía los síntomas del cuerpo, que
daban cuenta de su existencia, iba a desaparecer para el mundo y para
mí. Me di cuenta que, por momentos, Georgette era la madre y su sí
mismo tenía que realizar un redesarrollo psico-emocional para generar
recursos yoicos propios que le permitieran hacer vivible lo invivible de
esas vivencias de muerte.
Georgette tenía que descubrir que ella tenía sentido para mí.
Necesitaba de experiencias nuevas y vitales que jamás había tenido:
felicidad en el encuentro, espontaneidad, ser pensada. Era preciso
abrazarla, ese contacto que nunca pudo tener su madre con ella. Se
pegaban pero no les era permitido tocarse.
Aún pasados muchos meses de terapia, cuando se acercaba la
hora del final de la sesión, todavía aparecían sus síntomas somáticos. A
veces parecía a punto de ahogarse. Con verdadero interés y ternura,
que es lo que me transmitía Georgette, la tomaba de la mano o me
sentaba a su lado ayudándola a respirar. Esto le permitió saber que ya
no tenía que mantenerse viva por sus propios medios. Pudo verme
como otro que la iba ayudar a que no se caiga en pedazos.

233
DITEM. FUNDACIÓN MARÍA ELISA MITRE

Frente a las situaciones de abandono que le eran intolerables,


Georgette recurría a sus innumerables síntomas, que aún no podía
traducir en palabras.
La llamaba por teléfono para preguntarle, por ejemplo, si había
llegado bien a su casa. Existía en mí un verdadero interés y ella
necesitaba de mi parte una presencia real.
Nosotros no apuntamos a la desaparición de los síntomas, porque
son lo único propio que el paciente siente que tiene. Nuestro objetivo
es rescatar el sí mismo verdadero detrás de esos síntomas.
En la medida en que pudimos establecer una relación de
interdependencia sana, que le permitió confiar más en mí, me habló de
su padre. Le tenía pánico. Percibía, además, que su madre no le
permitía quererlo. Esto se confirmó un día que el padre leyó el diario
íntimo de Georgette. Hablaba allí del que fue su primer amante.
Reaccionó golpeándola brutalmente. La acusó de puta. Georgette no
respondió. Me contó también que nunca pudo defenderse ni enojarse
con nadie.
“Muchas veces la madre, que tiene una mala relación con el
padre, no lo incluye dentro de su mundo interno como una presencia
positiva y protectora en la situación vital que ella está viviendo.
Divorciada emocionalmente de su marido vive la relación con su hijo
como una posesión necesaria que le aporta un alimento narcisístico o le
da un sentido a su vida que antes no tenía. El crecimiento del hijo se va
a realizar entonces condicionado por este “ser para alguien” que no va
a permitir un desarrollo sano sobre la base de la espontaneidad, ni una
autonomía verdadera, ni una identidad propia. En estas condiciones la
presencia del tercero-padre será necesariamente ambivalente”4.

4García Badaracco, J. E. y Zemborain E. (1979d), El Complejo de Edipo a la luz de la


experiencia clínica con pacientes psicóticos, Revista Uruguaya de Psicoanálisis, 59,
Montevideo.

234
GEORGETTE EN UNA COMUNIDAD TERAPÉUTICA

Én este sentido, la madre de Georgette siempre despreció a su


marido. Prohibió que se hablara de él, aún después de su muerte. La
casa en que vivían era muy grande. El padre vivía solo en un sector de
la casa. Del otro lado del edificio vivía Georgette, por entonces en la
fase pre-edípica que la hacía ser para su madre, quien dormía con ella.

Transferencia psicótica
Al cabo de unos meses, traté de abordar más las circunstancias
dolorosas de su vida que sus problemas orgánicos. Recurrió entonces a
los mecanismos de defensa psicopáticos de la madre. Me criticaba la
vestimenta, decía que yo no le servía para nada.
En ese momento era la madre despiadada y actuaba como ella.
Me reprochaba que yo no veía su padecimiento porque era una
persona cruel que ni la consideraba ni la quería.
Indiqué entonces su asistencia a los grupos de psicoanálisis
multifamiliar del Centro de Día. Mi idea fue ofrecerle un contexto de
seguridad que le permitiera desplegar su violencia, que suele
naturalizarse en los grupos.
Es en el grupo multifamiliar donde vemos con más claridad,
como en un laboratorio humano, el accionar de los otros que hacen
sufrir, a través de palabras o actitudes, y donde participantes del grupo
van transmitiendo desde sus vivencias más salud dentro de la trama
enfermante.
Se permite de esta manera que el círculo vicioso se vaya
transformando paulatinamente en círculo virtuoso. Tenemos que tener
en cuenta que el poder enfermante o curativo, para un enfermo, está
relacionado con: “cómo se siente mirado por los demás”. Este darse
cuenta en el campo de la relación es el sostén más importante que se
puede ofrecer al otro que sufre.

235
DITEM. FUNDACIÓN MARÍA ELISA MITRE

En la violencia de sus reclamos, Georgette me estaba poniendo a


prueba. Necesitaba comprobar si yo tenía recursos suficientes para
hacerme cargo de esos padres actuados desde identificaciones, que
como presencias la habitaban. Había empezado a confiar en mí. El
hecho de que aceptara ir a los grupos me pareció una muestra de
confianza.
Una de las virtudes y riquezas del grupo multifamiliar es que al
haber muchos profesionales y pacientes con sus familiares, se generan
transferencias múltiples que rescatan al terapeuta individual de la
transferencia psicótica que, por su alta carga emocional, es difícil de
manejar en un contexto bi-personal. Es habitual que los terapeutas se
asusten por el impacto que les produce esta transferencia. Tienden a
aplacar al paciente y lo hacen caer, una vez más, en una situación de
sometimiento.
En el Centro de Día los grupos multifamiliares funcionan
diariamente entre las dos y las cuatro de la tarde. Cuando Georgette
fue por primera vez la recibí en la puerta. Lo primero que me llamó la
atención fue un pañuelo rojo que llevaba alrededor del cuello. Se lo
dije: “Qué linda estás Georgette. Te quedan muy bien los colores
vivos”. Sonrió, sorprendida. Por fin estaba apareciendo la verdadera
Georgette. Se la veía más segura y más linda, saliendo de su
“invisibilidad”.
En los primeros grupos Georgette parecía pasar inadvertida.
Cada vez que surgía un atisbo de pelea se le brotaba la piel. No
intervenía. Como siempre, reaccionaba con el cuerpo. Una vez
intervino un padre enojado con su hija. Eso despertó en Georgette
recuerdos violentos. Parecía tener dificultades para respirar y se le
brotó la cara. Salió corriendo del grupo. La seguí. Cuando fui al
consultorio, Georgette se tranquilizó y logró poner en palabras sus
vivencias.
- Es como si estuviera con mi padre que me gritaba. Sentí entre
enojo y temor. Pero no lo pude decir.

236
GEORGETTE EN UNA COMUNIDAD TERAPÉUTICA

- Me lo estás diciendo ahora.


Georgette comenzó a sollozar y a respirar normalmente.
Sentí que había actuado como tercero, defendiéndola de la
violencia de su padre. Algo que no había sucedido en la realidad. Su
madre la había dejado a merced de su padre y a éste a merced de su
propia madre.
Georgette me abrazó y murmuró: “gracias, muchas gracias”.
Comenzaba a aparecer en ella la virtualidad sana potencial.
A partir de estas experiencias vitales nuevas, estaba
desarrollando recursos yoicos genuinos para poder hablar de su
sufrimiento. Desapareció en ella esa vivencia aterradora de caerse en
pedazos. Pudimos comenzar a relacionar, poco a poco, todas sus
reacciones somáticas con lo emocional.
Paulatinamente, desde los grupos de psicoanálisis multifamiliar y
en la terapia individual, con Georgette pudimos darnos cuenta que
frente a cada situación traumática ella respondía con una expresión
somática. Por ejemplo, cuando alguien la abrumaba o se sentía exigida
en el grupo, aparecían el asma y la sensación asfixia que pudimos
relacionar con su madre, que la anulaba, la asfixiaba y no le permitía
ser.
Aquí podemos observar que en muchos casos los síntomas
psicosomáticos son las consecuencias somáticas de numerosas
situaciones traumáticas severas. Estas son revividas inconscientemente
en vínculos de interdependencia patógena que tienen el poder de
“gatillar” y activar situaciones traumáticas primitivas vividas en estado
de indefensión.
Pude darme cuenta por qué Georgette parecía tranquilizarse con
sus dramas somáticos. A través de estos negaba el padecimiento
psíquico.

237
DITEM. FUNDACIÓN MARÍA ELISA MITRE

Durante un grupo, Georgette se refería a sus alergias, enumeraba


sus enfermedades como quien realiza un inventario. Uno de las
terapeutas la interrumpió y le dijo: “Georgette, es increíble lo que
debés haber sufrido”. Comenzó a llorar con desconsuelo. Podríamos
formular la hipótesis de que ésta fue una “experiencia emocional
fundante” que puso en evidencia la aparición de nuevos recursos
yoicos para enfrentar el dolor.

La madre de Georgette en Ditem


Cuando le sugerí incluir al marido en los grupos se mostró
reticente. “Denme tiempo”, pidió. Estuvo de acuerdo, en cambio, que
fuera su madre. Era como si supiera que es preciso resolver la situación
primitiva con una madre para alcanzar la etapa edípica y establecer
una sexualidad adulta.
Propusimos la presencia de la madre con la intención de
funcionar como terceros en esta relación de interdependencia
simbiótica patológica de la que ambas necesitaban ser rescatadas para
llegar a la individuación y autonomía.
En el contexto multitudinario del grupo multifamiliar, salen a la
luz con más facilidad los vínculos de interdependencias
enloquecedoras. De esta manera es posible incorporar la función
terapéutica a través de un tercero que se introduce en la trama
enfermante y puede aportar recursos para aliviar y neutralizar el
sufrimiento psíquico que se está generando en esa trama.
Esa función de terceros la ejercen no solamente los profesionales
sino también los pacientes que han vivido situaciones similares de
sufrimiento y aportan material para que se despierten las vivencias que
suponen un descubrimiento propio en cada uno.
En los grupos desalentamos los consejos o las indicaciones, que no
se pueden aprovechar debido a que son palabras sin carga vivencial que

238
GEORGETTE EN UNA COMUNIDAD TERAPÉUTICA

el paciente escucha pero no siente. Tampoco recurrimos a la


interpretación psicoanalítica clásica. Las interpretaciones dichas con
certeza y desde el saber pueden llevar a estos pacientes a un nuevo
sometimiento porque son personas que funcionan más para los demás
que para sí mismas. Resulta más útil la actitud de compromiso
emocional, de disponibilidad. La mirada, la autenticidad del terapeuta
llevan al paciente a ver que también nosotros tenemos una virtualidad
sana.
La madre de Georgette accedió a concurrir a los grupos. Se
sorprendió de ser incluida, aunque se sintió halagada.
Era una mujer elegante, su vestuario colorido, soberbia su actitud.
Caminaba por el salón como llevándose el mundo por delante. A su
lado Georgette, una vez más, parecía haberse vuelto invisible.
Acurrucada en la silla, se abrazaba ella misma.
Una vez comenzado el grupo quiso dar cátedra, contó que
Georgette siempre había sido una chica demandante y problemática.
Un terapeuta intervino:
- Disculpe que la interrumpa. Me gustaría saber cómo fue su
infancia.
- Maravillosa. Mis padres me querían mucho y siempre estaban
pendientes de mí.
Entonces un paciente le dijo que creía que ninguna infancia había
sido maravillosa, que algo le debía haber pasado. En el grupo –en
especial aquellos pacientes con más experiencia y que han sufrido
mucho- se enojan, por lo general, con el falso self de la persona que
está hablando. No pueden todavía ver a la persona verdadera. La madre
de Georgette puso en evidencia su dificultad para incluir un tercero.
Esto encubre siempre una historia de dolor y desencuentros. Al oír a
este paciente, inclinó la cabeza. Observé un temblor ligero en sus
manos. Supe que detrás de esa coraza había un ser sufriente que
necesitaba ayuda. Me reconcilie con ella y se lo hice saber para que

239
DITEM. FUNDACIÓN MARÍA ELISA MITRE

todo el resto del grupo pudiera rescatar la parte sana de la madre de


Georgette. Una colega se sentó a su lado. Me pareció ver que Georgette
se tranquilizaba. Inconscientemente detestaba al personaje-madre pero
se sintió aliviada al percibir que podíamos ocuparnos de ella.
El grupo empezó a ver a la persona verdadera que subyacía a esa
identificación antipática y soberbia. La madre de Georgette pudo,
lentamente, ir confiando más. Entendió que no estaba en el “banquillo
de los acusados” y que nadie le iba a reprochar que ella fuera la causa
de la enfermedad de su hija. Su discurso –“yo sé que todos acusan a los
padres”- se transformó en una escucha diferente. Pudo hablar de su
infancia, que no había sido tan maravillosa. Le fue posible compartir su
historia de desolación y desamparo que a su vez afectaba la relación
con su hija mayor.
A través de los relatos, Georgette pudo conocer el sufrimiento de
su madre y conocerla de verdad. También pudo dejar de ser una
“santa” y a medida que fue cobrando autonomía le reprochó a los
gritos: “Me arruinaste la vida”, “sólo te veías a vos misma”, “no me
dejaste querer a papá”, “siempre me hablaste mal de él”, “no me
defendiste cuando leyó mi diario”.
En un momento la madre gritó “no puedo más” y quiso irse.
Logramos evitarlo. Una de las etapas más difíciles del proceso
terapéutico es cuando los hijos salen del sometimiento y comienzan los
reproches y reclamos a los padres. Es entonces cuando nos tenemos
que ocupar de los padres, que están tan necesitados de ayuda como los
hijos.
Ellos piensan y sienten que esos reclamos, por el nivel de
violencia, muestran que los hijos están peor. Contribuye a lo delicado
de este momento el hecho de tomar finalmente consciencia de que
ellos tienen algo que ver con los problemas de sus hijos a partir de los
vínculos que han establecido con ellos desde siempre.

240
GEORGETTE EN UNA COMUNIDAD TERAPÉUTICA

Nosotros pensamos que el sufrimiento psíquico es provocado por


una presencia, primero externa y luego intrapsíquica, que hace sufrir.
Por eso, aunque haga sufrir, ese otro significativo es indispensable en la
vida emocional del sí mismo verdadero. El sí mismo no puede
desprenderse de ese “otro” con el que se reviven permanentemente las
situaciones traumáticas. Cuando digo que Georgette estaba cada vez
más verdadera y espontánea, me refiero a que cuando hay proceso
terapéutico, la palabra se vuelve cada vez más verdadera. Cuando me
hablaba de la vivencia de muerte, remitía a algo que está siendo
producido por otro interno que le estaba impidiendo ser y la estaba
matando. En este caso: la madre.
En la terapia individual no es siempre fácil visualizar la presencia
que hace sufrir. Después de muchos años de trabajar en los grupos
multifamiliares que, como laboratorios, nos permitieron observar la
presencia activa de pacientes y sus familiares y el modo en que se van
enfermando unos a otros. Cuantas más dificultades tenga una familia,
menos posibilidades tendremos de incluirnos como terceros. Esto
significa: dejarse ayudar por alguien que es vivido muchas veces como
un intruso, por alguien que los va a “separar”.
En la medida que pudo reconciliarse con su madre -para lo que el
grupo funcionó como tercero- , Georgette pudo paulatinamente
reconciliarse con su cuerpo y su propia sexualidad.
En la terapia individual habló por primera vez de la relación con
su marido, de las dificultades sexuales con las que había lidiado
siempre. Lloró cuando tomó consciencia que a veces, identificada con
su madre, no había registrado suficientemente a su marido y reconoció
que había sido un hombre bueno y tímido que siempre la había
querido.
Por su parte, la madre de Georgette reconoció que su infancia no
había sido tan maravillosa y apareció como alguien vulnerable a los
ojos de su hija. Georgette dejó de sentirse rechazada por ella.

241
DITEM. FUNDACIÓN MARÍA ELISA MITRE

Las enfermedades de Georgette desaparecieron en forma gradual,


aunque algunos síntomas persistieron. Dejó atrás la relación primitiva
de indiscriminación y confusión con su madre para entrar, por fin, en
una fase edípica.
Este relato puede parecer ingenuo porque es auténticamente
vivencial.
Nosotros enfocamos la enfermedad como una condición
mental fabricada en una historia de vida en lo que los factores
enfermantes quedan a menudo en la oscuridad total, en secreto. Son
aquello de lo que no se habla. Sabemos por experiencia que lo que
genera aquello que llamamos enfermedad, son relaciones de
interdependencias recíprocas enloquecedoras que dejan marcas en el
alma. Esas marcas son las vivencias y es a partir de las vivencias que
podemos operar más científicamente que a partir de los síntomas.
Podría continuar hablando exhaustivamente del proceso
terapéutico de Georgette, a partir del grupo multifamiliar y luego de la
inclusión del marido y las hijas en este espacio. Creo que puede ya
quedar claro para el lector nuestra manera de pensar y trabajar con
estos pacientes.

BIBLIOGRAFÍA
Ferenczi, Sándor, (1997), Sin simpatía no hay curación. El diario clínico de
1932, Buenos Aires, Amorrortu.
García Badaracco, J. E. (1989), Comunidad terapéutica psicoanalítica de
estructura multifamiliar, Madrid, Tecnipublicaciones.
(2000), Psicoanálisis Multifamiliar. Los otros en nosotros y el descubrimiento
del sí mismo, Buenos Aires, Paidós.
McDougall, J., (1991), Teatros del cuerpo, Madrid, Julián Yébenes.

242
GEORGETTE EN UNA COMUNIDAD TERAPÉUTICA

Mitre de Larreta, M. E., (2007), Como se complementan el psicoanálisis


individual con el psicoanálisis multifamiliar para resolver encrucijadas
teóricas, clínicas y técnicas, Revista de Psicoanálisis, tomo LX, nº4, Buenos
Aires, Asociación Psicoanalítica Argentina.
(2016), Las voces del silencio. Por qué se curan los pacientes que se curan,
Buenos Aires, Sudamericana.
Winnicott D.W (1992), Los procesos de maduración y el ambiente
facilitador, Barcelona, Paidós.

243
DITEM. FUNDACIÓN MARÍA ELISA MITRE

244
CUIDAME

Cuidame

CENTRO MEDICO PSICOASISTENCIAL DR. EDGARDO ROLLA1

Equipo de Trabajo: Ana Sodano, Ximena Rolla, Viviana Milewicz,


Tena Albajari, María Alicia Hirigoyen, Emiliano Polcaro, Melva
Hirschfeldt , Pedro Etcheberry Le Fort, Belén Gonzalez Nougués,
Pamela Dayan y Violeta Laurenti.

(…) No maltrates nunca mi fragilidad/ Yo seré la imagen de tu espejo/ Cuida


de mis sueños/ Cuida de mi vida/ Cuida a quién te quiere/ Cuida a quién te
cuida/ (…)/ Yo seré el abrazo que te alivia/ Cuida de mis ojos/ Cuida de mi
cara/ Abre los caminos/ Dame las palabras (…)
(Guerra, 2014)

El cuerpo del trabajo: hacer(se) un cuerpo


Un cuerpo para dos titula lo imposible. Aquella paradoja provoca la
demanda urgente de una mujer que, para ser ella misma, ha debido
constituirse en la condición del sufrimiento psicosomático que se
instaura como elemento (des)integrador y componente físico de la
escisión. El desgarro, que disocia, es la condición de posibilidad para
hacer convivir la angustia y la (in)certidumbre, del cuerpo que sufre,
como cuerpo vivo.
La presentación que McDougall hace de Georgette, muestra a la
analista en una posición que aloja el pedido de permiso para estar “muy
enferma psíquicamente” y es la habilitación a cierto registro

1 srlrolla@gmail.com

245
CENTRO MEDICO PSICOASISTENCIAL DR. EDGARDO ROLLA

transferencial, previo al encuentro en análisis, que se detecta en el


texto. “No me rechace, la esperaré el tiempo que sea necesario”, dice
Georgette.
Es plausible estimar que Georgette accede a este proceso
analítico, que le permitió hablar de su cuerpo y su vida sexual, a partir
de esta modalidad terapéutica como la inscripción de un coto a lo
avasallante de la inmediatez y la urgencia polisomatizante. Fue
necesario hacer lugar al cuerpo, para hablar de sí misma.
Consideramos el proceso descripto como la elección de conectar
lo antes repudiado (hablar del cuerpo y la sexualidad), acompañando la
emergencia vivencial, ayudando a la construcción de un cuerpo propio
y al logro de una nueva individuación. Contextualizar el cuerpo, leerlo
para acompañar la ligadura de experiencias.
El psicoanálisis, en un sujeto con estas condiciones, lo que viene
a proponer es una simple moderación, “una simple suspensión del
activismo médico basta para crear un lugar vacío que el paciente
vendrá a ocupar tomando espontáneamente la palabra.” (Benoit, 1988,
pág. 199) Destacar la actitud analítica y terapéutica de construcción de
las partes vacías y faltantes en su discurso. Lo que el psicoanálisis
escucha del cuerpo es lo que de él se inscribe en la palabra o en su
defecto, lo que a modo de parche-hecho de un material heterogéneo a
la palabra- viene a ocupar el lugar de una laguna del recuerdo, una
detención en las asociaciones o una falla en la identidad, el elemento
heterogéneo es la enfermedad somática (Ulnik, 2008).
Consideramos la temporalidad y frecuencia como un signo de
época que contextualiza las condiciones de continuidad. Como un
punto equilibrante para la propia historicidad. Como si el vínculo
transferencial recorriera las vías dañadas de la propia historia,
repasando paso a paso las falencias que fueron reconstruidas por el
análisis. Es necesario entonces hacerse cargo de las funciones de
holding y handling que fallaron en su infancia. Ponerle el cuerpo al
tratamiento, sería ubicar que el analista se apresta al rearmado posible.

246
CUIDAME

Así, la misma Georgette expresaba la escisión en su discurso, por


ejemplo al hablar de dos madres diferentes, una a quien llama para que
la ayude y la tranquilice, y otra que la anula y la asfixia. Dos madres
que aparecerán en la transferencia. Dos madres que deben volver a ser
una.

Cuerpo a Cuerpo
Como analistas somos testigos de la urgente necesidad de reconocer al
campo de lo psicosomático en la presentación de personas que padecen
dificultades en la simbolización; y que en relación a la esfera témporo -
espacial, muestran un desfasaje de ideas y afectos con respuestas de
exceso pulsional, particulares alteraciones de la identidad,
ambivalencia y fragmentación de la personalidad.
Enmarcamos la noción de que la condición psicosomática es
cualidad de la tendencia a la desintegración y la singularidad es
condición para pensar la vivencia del enfermo, resaltamos la
importancia de tener en cuenta su historia personal, así ubicamos la
etiogénesis de la enfermedad psicosomática en etapas muy tempranas
del desarrollo infantil. Entonces, podríamos afirmar que en la relación
con la madre (relación que luego caracterizará el vínculo terapéutico),
estos pacientes se caracterizan por una escisión mente-cuerpo que
genera dificultades en la capacidad simbólica por lo cual no creen en su
capacidad de crear.
Georgette es el prototipo de sujeto que tiende a reaccionar con
somatizaciones en situaciones de conflicto que no logra elaborar de
otra manera al no poder expresar con palabras los afectos. Según
Benoit (1998), el sufrimiento está relacionado no solamente con la
enfermedad sino también con el movimiento del mundo arcaico de un
sujeto.
La necesidad del niño es estar pegado a su madre y protegido,
nos muestra que el vínculo de apego le da seguridad emocional y que

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CENTRO MEDICO PSICOASISTENCIAL DR. EDGARDO ROLLA

es indispensable para el desarrollo del sujeto. En el caso Georgette y


tomando en consideración a Bowlby (1993) podríamos aventurarnos a
pensar en el apego ambivalente - evitativo en el cual la separación
genera una angustia intensa (el asma, los dolores, el pecho y el
corazón) y mezclan comportamientos de apego con expresiones de
protesta y enojo, resistencia a la separación (alergia, eczemas, la piel
enrojecida… enrojecida de furia).
En este caso nos encontramos con una Georgette invadida por
una madre ambivalente, que abandona y que no suelta. Retomando los
conceptos de Bowlby (1993), la falla inicial en la introyección de la
imago materna causaría un déficit identificatorio, y por ende, como
resultado el cuadro polisomatizante.
Consideramos que ésto genera en la paciente la fantasía de
compartir una sola piel con ella, al preguntarse “¿Quién soy yo sin mis
enfermedades?” da muestra de cómo a su madre la convocaba su
enfermedad, no su dolor. Georgette se aferraba a la madre porque
sentía que ella sólo vivía a través del cuerpo de la progenitora.
La piel sostiene, contiene, protege, integra, fundamenta la
excitación sexual, carga libidinal, inscribe huellas e individualiza.
Anzieu (2002) habla de diversos tipos de envolturas (sonora, térmica,
olfativa, gustativa, muscular, del dolor y onírica). Ve en el acto de
tocarse a sí mismo, la base para el desarrollo del pensamiento reflexivo.
Y describe al yo como bolsa o vesícula, y como patología deriva el yo-
piel “colador”. La bolsa agujereada y lo que está en el interior no puede
ser conservado. Georgette confirma “Mientras mi piel hable, mis
bronquios griten y mi estómago arda, sé que no mate a nadie.”
Recuperaba su sentimiento de existencia (Rolla, 1981) a través del
dolor de la piel.
La angustia de vacío y el sentimiento de pérdida de la unidad
personal aparecen reiteradamente en la sintomatología de la piel,
mostrando el deseo inconsciente de ser una con la piel y la analista;
desembarazándose de a poco de la piel que habitó con su madre y

248
CUIDAME

migrando más saludablemente a la piel con su analista. En el proceso


psicoanalítico se construye la búsqueda y conquista de grados de
autonomía.
El cuerpo del paciente dice lo que él no puede verbalizar. Así, la
enfermedad que se manifiesta en el cuerpo implica el fracaso de lo
simbólico, es la “protesta somática” que denuncia la postergación a la
que se ve sometido el self corporal y emocional. Ese síntoma está
conteniendo lo más auténtico del paciente, pone de manifiesto su
adaptación masiva a la realidad mientras silencia sus necesidades
emocionales.
El cuerpo enfermo cumple el papel de objeto transicional, esta
primera posesión yo- no yo que representa esencialmente a la madre,
por lo tanto, este objeto es amado y acunado (imagen de Georgette en
su sillón) pero también mutilado con excitación. La analista se
preguntará “¿Pero por qué era necesario que el cuerpo, la piel y el
funcionamiento somático hicieran las veces de objeto transicional
auténtico?”
En esta línea y respecto a la integración psique-soma, Winnicott
(1988) nos dice que “la base de la psique es el soma, y en la evolución
éste vino primero. La psique comienza como una elaboración
imaginativa del funcionamiento físico, siendo su misión más
importante la de ligar las experiencias y potencialidades del pasado en
el percatamiento del momento actual y la expectativa respecto del
futuro. Así cobra existencia el Self (pág. 39) (…) “La naturaleza
humana no es cuestión de mente y de cuerpo sino de psique y soma
interrelacionados donde la mente es como algo que florece al borde del
funcionamiento somático” (pág. 49).
En este sentido, y siguiendo a Marty (Tenorio De Calatroni,
1998) es posible ubicar que la separación psique-soma implica una
despersonalización que llevará al paciente a sufrir de depresiones
esenciales, depresiones sin objeto, a las que responden con la
enfermedad corporal como mecanismo de autocuración, como un

249
CENTRO MEDICO PSICOASISTENCIAL DR. EDGARDO ROLLA

intento de integración y búsqueda de una relación con la que se pueda


lograr una regresión a la dependencia absoluta.
Todo esto lleva a que estos pacientes separen el cuidado físico de
la comprensión intelectual, el cuidado de la psique del cuidado del
soma, la disfunción somática del conflicto psíquico. Por lo tanto, la
difícil tarea que debe cumplir el analista es la de integrar los distintos
aspectos de la vida de este paciente dividido. No les alcanza con la
interpretación, necesitan la provisión de un cuidado y tolerancia
especial. McDougall señalará a su paciente “Parece tener en mente a
dos madres diferentes, una a quien llama para que la ayude y la
tranquilice, y otra que la anula y la asfixia. ¿Quizá la contradicción
entre estos dos retratos pueda parecerle un poco loca?”
En otro orden de cosas, Lacan (citado por Miller, 2008) llama
“fenómeno psicosomático” a una manifestación trans-estructural y lo
diferencia del “síntoma neurótico” en lo referente a su modo de
producción y sus características. Lo describe en el orden de la inercia,
no de la repetición, por tanto no está en relación al deseo del Otro, y
no responde al fantasma.
Nasio (1984) atribuye la interpretación del fenómeno
psicosomático a una actitud analítica de receptividad, de dejar venir, es
decir a algo equivalente a entrar en el cuerpo del paciente, destacando
que la actitud psicoanalítica implica reconocer el hecho de que un
fenómeno psicosomático podría potencialmente formar parte de un
eslabón simbólico.
Nasio (1996) afirma que frente a estos fenómenos reales el
analista puede reconocer la enfermedad como exceso de goce,
formación del objeto a o libido estancada, y que pensar así es
intervenir como analista intentando colaborar en el posible rearmado
de la cadena simbólica. Frente a esto las intervenciones que apunten a
acotar el goce, intentan apelar al inconsciente para construir una
pregunta que implique al sujeto.

250
CUIDAME

Poner el cuerpo
Los aspectos teóricos integrados en este proceso de (re)construcción y
abordaje del caso han sido el resultado del esfuerzo de consolidar un
tejido de líneas conceptuales que pudieran ser fiel muestra de la
modalidad de trabajo que intentamos al encontrarnos con los
pacientes. La pertinencia teórica, la experiencia clínica, los recorridos
de formación heterogéneo y los puntos de vista disimiles que
amalgaman la red que conforma este equipo de trabajo resulta en las
manifestaciones volcadas en este trabajo.
Consideramos que el marco inexorable de nuestra práctica se
sostiene en los conceptos básicos del psicoanálisis, considerando el
vínculo transferencial como el eje ineludible a la hora de pensar lo
posible del abordaje y hacemos lugar a todas las intervenciones que
den muestra de ser vehículos terapéuticos.
Enfocarnos en qué propuesta de tratamiento podríamos
brindarle a Georgette permite habilitar un espacio amplio para
entender la integralidad como componente clave.
Somos una Institución de tradición interdisciplinaria y como tal
nos es imposible acotar el abordaje solo a una instancia individual. Por
tanto, al pensar opciones válidas para replicar los objetivos alcanzados
por la autora en el tratamiento de su paciente, ideamos la puesta en
acción de un dispositivo múltiple.
Considerar lo indivisible, aún en la presencia de una escisión tal
como la presenta el paciente con padecimiento psicosomático, convoca
a proponer la inscripción de ese modo sufriente de convivencia con el
cuerpo en una red de contención polivalente. La pauta, en esta línea, es
construir sentidos y valores de registro novedosos.
Proponer un dispositivo múltiple es una apuesta a la regulación
del tiempo de tratamiento, a la modulación de los aspectos que son
sostén frente a la angustia y el intento de promover la construcción de
una alternativa que encause y acote la extensión del padecimiento.

251
CENTRO MEDICO PSICOASISTENCIAL DR. EDGARDO ROLLA

De allí que desde nuestra perspectiva hay, con responsabilidad


en la interdisciplina, un compromiso ético en el que apelamos al
abordaje combinado siguiendo lógicas que apuntan a la conquista de
nuevos registros.
Admitiríamos a la paciente en un modelo de asistencia que
incluyera evaluación psiquiátrica y avalaríamos el eventual
componente medicamentoso en función de propender cierto marco de
limitación al desborde de angustia y ansiedad. Instrumentaríamos el
rastreo de resúmenes de historia clínica de otras especialidades
médicas, abordajes y tratamientos previos. Indicaríamos una instancia
de psicoterapia individual para el abordaje de los componentes
subjetivos de su singularidad; un espacio de terapia vincular ajustado a
sus posibilidades de trazar un intercambio renovado en las lógicas de
transacción afectiva con su madre (si viviera); y como sostén clave de
todo el abordaje la incorporaríamos progresivamente en los talleres
contextuales de movimiento y expresión corporal que conforman uno
de los ejes de la Unidad Psicosomática2, que funciona dentro de
nuestro dispositivo.
El taller de movimiento de nuestra institución propone una
reapropiación del cuerpo físico (el propio eje, tacto y contacto, tránsito
al despegue y balance de peso) para poder articular luego las otras
dimensiones de lo corporal.
Con la finalidad de lograr, aunque sea mínimamente, la
conexión con el propio cuerpo y el enraizamiento con el piso se
propone un caldeamiento previo por zonas articulares y trabajo de
descarga a tierra de tensiones. Esto prepara al cuerpo para
experimentar el placer. Aflojar, soltar, respirar profundo, emitir

2El concepto de Unidad Psicosomática entendido como un modelo de integración de


talleres múltiples, para la expresión, rehabilitación y desarrollo de potencialidades en
los pacientes, fue acuñado por el Dr. Edgardo Rolla en los primeros años de la década
del ’80 para ser uno de los ejes de atención integral ofrecida en el dispositivo de
Hospital de Día.

252
CUIDAME

sonido, registrar el alivio de tensión brinda vitalidad. Entonces la


persona que hasta entonces sólo se percibía desde el dolor, empieza a
registrar otra forma de ser en su cuerpo con la posibilidad de integrarlo
desde sensaciones de alivio. Es entonces cuando aparece la posibilidad
del surgimiento de asociaciones, imágenes y las palabras que estaban
silenciadas.
Wilheim Reich nos habla de “acorazamiento muscular” y dice:
“Sin excepción, los enfermos relatan que en la infancia pasaron por
períodos en que aprendieron a reprimir el odio, la angustia o el cariño
por medio de determinadas prácticas que influían sobre las funciones
vegetativas (tales como contener el aliento, tensión en músculos
abdominales, garganta, etc)…por lo tanto es fundamental preocuparse
por la forma en que esos niños luchaban contra sus emociones” (1974,
pág. 234).
Con respecto a la exploración del sonido se hará hincapié en la
respiración diafragmática y la estimulación de los resonadores de la
voz. Se pretende así lograr una respiración más caudalosa y fluida (por
su asma) dando lugar a otro canal expresivo (su voz) para poder contar-
cantar sus vivencias.
El “pañuelo espumoso de crepe georgette” por ser un objeto
transicional paradójico, (prohibido confeccionado con la misma “piel-
tejido” del camisón que usaba la madre para recibir a los amantes) lejos
de liberarla de la dependencia, la dejaba pegada en un modo
ambivalente, y encierra a la vez todo el componente que se enlaza a lo
que atañe a los olores, los frutos de mar. Todo el componente
simbólico que se abre a partir de estas cadenas asociativas podría
abordarse a partir de la exploración sensoperceptiva de materiales. Esto
implicaría el trabajo con objetos materiales de distintas texturas y
perfumes, jabones y esencias (en pares de opuestos con fragancias
alcalinas, ácidas, maderas, frutales), hasta poder arribar a géneros que
pudieran reestructurar la referencia a aquella gasa con más cuerpo.

253
CENTRO MEDICO PSICOASISTENCIAL DR. EDGARDO ROLLA

Le Breton nos dice “el olor es un envoltorio sutil…penetra en el


individuo sin que éste pueda defenderse de su invasión…Determina el
ambiente afectivo de un lugar o de un encuentro, pues es una moral
aérea aunque poderosa en sus efectos, a pesar de que siempre esté
mezclada al imaginario y, sobre todo, sea reveladora de la psicología
del hombre que huele. No se trata tanto del olor que se huele, sino del
significado con que está investido ese olor…El olor es un marcador de
atmósferas, imprime la tonalidad afectiva de un momento que se desea
despegar de los otros, sustraer a lo común” (2007, pág. 206).
Los distintos componentes del dispositivo interactúan
consolidando instancias de reapropiación material y simbólica y actúan
favoreciendo la opción de pensar la angustia, comunicar el desamparo
y recrear lo faltante para producir efectos de curación; Como la
integración que subvierte la escisión por influjo reciproco entre lo
interno y lo externo. De allí que las intervenciones propendan al
despegue paulatino de un cuerpo anárquico, ahistórico hacia un cuerpo
simbólico que se vuelve garante de una vivencia existencial no
obligada al sufrimiento.

Los frutos: un cuerpo para una


Un cuerpo simbólico es aquel que ha podido realizar el trabajo de una
investidura libidinal, siempre fallida pero a la vez eficaz; que ha podido
constituir límites subjetivos, inscripto en una historicidad, que lo
enlaza a la vivencia de los afectos en una sosegada asimilación de la
ambivalencia vincular que no oprime.
Ningún proceso analítico es sin el cuerpo puesto en juego, el del
paciente y el del analista, y es en el interjuego del discurso y la
transferencia que se vuelve posible algo en torno al deseo que la guía.
¿Qué idealización dio origen a la transferencia entre Georgette y su
analista? ¿Cómo el haber sido leída antes, por la paciente, favoreció al

254
CUIDAME

proceso que también produjo una respuesta contratransferencial de


cuidado casi inmediata?
Reunirnos en torno a los aspectos del recorte clínico fue un
ejercicio de juntar pedazos, de recrear las escenas descriptas y de hacer
lugar en el cuerpo de nuestro dispositivo para pensar como el exceso
en Georgette podría ser alojado: mirado sin penetrar, olido sin
demonizar, escuchado sin aturdir, leído sin repetir, hablado sin
aturdir… traducido sin traicionar. ¿Cómo se modulan los conceptos
básicos del psicoanálisis en el contexto de la atención asistencial? ¿Qué
psicoanálisis es posible en una institución que sostiene la
interdisciplina como modelo de atención?
¿Cómo intervenir sin invadir, como reconstruir una piel rasgada,
como ayudar a tejer una gasa con más cuerpo? ¿Cómo se acuna a una
niña rabiosa y sufriente que está enterrada viva en el cuerpo de una
mujer que la esclaviza? El ejercicio de construcción de un relato
posible de aquellas vivencias no inscriptas en la cadena discursiva
propone el desafío de producir traducciones desde lo somático.
¿Cuánto de un abordaje combinado haría posible que donde hubo ello
haya yo?
¿Cuánto queda afuera, sin inscripción, respecto a los aspectos
psicóticos de este modo de presentación fenomenológica? ¿Cuánto de
aquel sufrimiento físico es un modo restitutivo que evita la
desintegración?
¿Cuánto de lo que propone un análisis abre el juego a la pregunta
sobre el devenir mujer? ¿De qué habrá creído hablar Georgette en su
anterior análisis? Asegura no haber hablado ni de su cuerpo ni de su
sexualidad, pero a la vez reconoce que aquel le permitió terminar con
éxito sus estudios y poner fin a un matrimonio impuesto por su madre.
¿Qué tipo de lugar es el que pudo hacer(se) para si misma en aquel
análisis y qué es lo distinto y novedoso en este?

255
CENTRO MEDICO PSICOASISTENCIAL DR. EDGARDO ROLLA

Al modo de la autora cerramos el trabajo haciendo preguntas, es


nuestra forma de volver sobre la clave de cualquier recorrido en
análisis. Es nuestro modo de entender la posibilidad de crear instancias
subjetivas de apropiación de la vivencia deseante. Sólo si hay pregunta
es posible construir un proyecto de vida.

BIBLIOGRAFÍA
Anzieu, D. (2002) El Yo-piel. Madrid. Biblioteca Nueva.
Benoit, P. (1988) Le saut de psychique au somatique. Psychiatrie Française. 5.
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Winnicott, D.W. (1988) Naturaleza humana. Buenos Aires. Paidós.

256
Georgette, una mujer ilustrada

Georgette, una mujer ilustrada

CENTRO DE INVESTIGACIONES PSICOLOGIAS PARA


EL ESTUDIO Y PREVENCION DE LOS ACCIDENTES
(CIPEA)1

Lic. Marcela Escribano Lic. Cecilia Field, Dr. Carlos Gibert


(Coordinador), Lic. Eunice Jovanovich, Lic. Graciela Matías. Lic.
Marga Domenech2 Colaboradores: La población de CIPEA

“El hombre ilustrado era una


acumulación de cohetes, y fuentes, y
personas, dibujados y coloreados con
tanta minuciosidad que uno creía oír las
voces y los murmullos apagados de las
multitudes que habitaban su cuerpo”. R.
Bradbury. El hombre ilustrado.

Introducción
El caso “Georgette” resultó un poderoso estímulo para pensar tanto la
teoría como la clínica psicoanalíticas de pacientes que presentan una
fuerte manifestación somática. Fue expuesto por Joyce McDougall en
su libro “Teatros del cuerpo”. (1991). Ocupa los dos últimos capítulos
del mismo, titulados “Un cuerpo para dos” y “Los frutos de madre”,
respectivamente.

1www.cipea1@yahoo.com.ar
2marcela.escribano@fibertel.com.ar, cfield@fibertel.com.ar, calfregi@gmail.com,
euniceluqui@yahoo.com.ar, gracielal.matias@gmail.com, marga.dome@gmail.com

257
CENTRO DE INVESTIGACIONES PSICOLOGIAS PARA EL ESTUDIO Y PREVENCION DE LOS ACCIDENTES

El formato de este material es diferente del que trabajamos en la


Jornada anterior. En “La Mano Mala” M. Kahn (1991), describe
primero el caso y luego hace reflexiones teóricas. Aquí hay que hacer
un trabajo adicional que consiste en extraer el material clínico
propiamente dicho para tener nuestra propia perspectiva del caso.
Curiosamente la forma como se va desarrollando el escrito (material de
la paciente-reflexión de la terapeuta-autora) produce un efecto
también de "uno para dos”. No asistimos a un material donde
predomine el mundo externo, sino más bien a una íntima experiencia
transferencial contratransferencial con características de simbiosis
terapéutica. A punto tal que el nombre ficticio elegido por ambas es, a
propuesta de la paciente, Georgette. Es la Georgette de McDougal y su
paciente.
La psicosomática psicoanalítica, aspecto dominante en el
material, convoca distintos tipos de enfoques teóricos (Escuela
argentina, escuela francesa, escuela americana, escuela inglesa, etc.).
Acuden a nuestra memoria los debates que se han generado en los
encuentros "ecuménicos" sobre el tema. McDougall no asume una
postura dogmática integrando con bastante éxito las distintas líneas y
eso permite moverse cómodamente en sus escritos. Freud, Bion, Green,
integran, entre otros, referentes que usamos habitualmente en nuestro
grupo, y por supuesto la propia McDougall. Lo que aquí presentamos es
una compilación de las actas de las reuniones del Curso Permanente de
Psicosomática de Cipea. Nuestro método de abordaje del material
consistió en la lectura minuciosa del mismo recogiendo las
asociaciones libres del grupo y sus resonancias contratrans-ferenciales.
Utilizando nuestros conocimientos teórico-clínicos fuimos dando
forma a dichos contenidos. También se realizó un plenario en Cipea
donde trabajamos el caso, cuyas conclusiones están incluidas en esta
ponencia por lo que consideramos coautores a todos los presentes en
dicho plenario.
Durante la lectura del caso coincidimos la mayor parte de las
veces con la visión de McDougall. Sobre todo en su trabajo clínico.

258
Georgette, una mujer ilustrada

No obstante señalaremos luego los interrogantes que fueron


surgiendo a los efectos de enriquecer el intercambio entre los colegas
de este encuentro.

“El sentido de un síntoma –dice Freud- reside, según tenemos


averiguado, en un vínculo con el vivenciar del enfermo. Cuanto
más individual sea el cuño del síntoma, tanto más fácilmente
esperaremos establecer este nexo. La tarea que se nos plantea no
es otra que esta: para una idea sin sentido y una acción3 carente
de fin, descubrir aquella situación del pasado en que la idea
estaba justificada y la acción respondía a un fin.” (Freud, 1916.
P.246-7)

Podemos apreciar que sigue rigurosamente la idea de Freud y


cómo, tanto la florida sintomatología somática como la psicológica de
Georgette, van integrándose con el vivenciar pasado (pero
presentificado en la repetición en transferencia) produciendo la
mejoría de la paciente.

Las entrevistas iniciales. El encuentro


En sus primeras palabras Georgette manifiesta su problemática:
depresión, angustia, ansiedades profundas de separación, vivencias de
muerte, miedo a desintegrarse, temor de Dios; y sus métodos de
control: retracción, rituales y ceremoniales obsesivos, pactos mágicos
con el demonio. A pesar de padecer una florida sintomatología

3Destacamos el concepto acción porque McDougall piensa que el síntoma somático es


una acción en el cuerpo. (1991.p.27). F, Cesio sostiene que la regla de la abstinencia,
refuerza las vías inconscientes de actuación “somática”. (2000. P.197). No obstante se
trata de un tipo particular de acción diferente de la acción específica, la cual está
impedida en la somatosis. Se trata de una expresión de máxima resistencia en tanto
trata de mantener contenidos penosos fuera del ámbito psíquico.

259
CENTRO DE INVESTIGACIONES PSICOLOGIAS PARA EL ESTUDIO Y PREVENCION DE LOS ACCIDENTES

somática esto no parece ser su tema; Georgette dice estar enferma del
alma, el cuerpo no le preocupa quizás porque “sabe” que el camino
para sanar es por la vía del espíritu4.
Este tipo de demanda diferencia a Georgette del paciente
psicosomático que es derivado a análisis por su médico clínico, que no
registra angustia y donde todo ocurre en su cuerpo (Liberman, 1981).
No obstante a favor de la tendencia a somatizar de Georgette obra su
precoz desarrollo intelectual y motriz (comienza a caminar a los nueve
meses) en desmedro de su maduración afectiva.
No es un dato menor que en su terapia anterior con un varón y
que duró cinco años no pudo hablar de su sexualidad.
Nos causó impacto la urgencia de la demanda de Georgette y la
"frialdad" de McDougall para considerar si la podía atender. Por un
lado pensamos en una respuesta defensiva de McDougall ante
semejante paciente. Por otro entendemos que la paciente misma
transfiere un objeto- madre distante y es a esa transferencia que
McDougall responde con la distancia de un año. Sólo la eclosión
somática del final de la entrevista conmueve esa posición. Uno de
nosotros preguntó: “y justo se fue a elegir una terapeuta que tiene una
lista de espera de un año?”. La paciente, médica, inteligente y muy
despierta conocía la obra de McDougall y este hecho determinó su
elección de analista. No está explicitado si McDougall la admitió en
tratamiento en ese momento, pero para nosotros está implícito que no
la hizo esperar. Atrajo nuestra atención el hecho de que ese “detalle”
de la experiencia clínica fuera omitido. Para nosotros dicha omisión
reflejaba que ya se había producido la fusión- confusión entre
Georgette y McDougall.

4Los términos “alma” y “espíritu” están utilizados como sinónimos de “psiquis”. S.


Freud. (1890). Elegimos su uso por la pregnancia religiosa que tiene la historia de
GEORGETTE

260
Georgette, una mujer ilustrada

Creemos que ya en esas dos primeras entrevistas, y más allá de la


cautela de McDougall en lo manifiesto, en lo latente se estaba
produciendo un encuentro profundo con Georgette. Es oportuno citar
aquí el artículo de Freud “Recordar, repetir y reelaborar” puesto que
todo lo expresado allí se ilustra en estas dos entrevistas y a lo largo del
proceso terapéutico. Georgette elige a McDougall analista-madre-
distante para poder repetir en transferencia sus dramas y salir del clima
de “infierno” que motivaba sus angustias y somatizaciones.
En su primera interrupción discursiva aparece lo que
constituiría el núcleo de los primeros años de tratamiento, es decir,
cómo expresaba Georgette aquello “…que le era demasiado difícil de
comunicar.” (p.161). A nuestro entender aquello difícil de comunicar
estaba contenido y expresado en su cuerpo.

De la monada simbiótica a la triangularidad


Si observamos panorámicamente el historial se destaca un
período que llega hasta el séptimo año donde lo que predomina es el
análisis de los componentes preedípicos. Es la paciente quien se prende
vorazmente en el vínculo con McDougall como vemos en los dos
sueños iniciales que hablan de embarazo y maternidad. Es como si el
diálogo con el “objeto McDougall” hubiera comenzado mucho antes de
conocerla.
De la constelación familiar de Georgette destacamos que su
madre, su abuela y ella vivían en un ala de la casa y su padre en otra,
apartado. Tiene dos hermanas menores pero aparecen poco en el
material de sesiones. Dicha abuela, que parece ser abuela materna, en
realidad es su abuela paterna, pero a su vez esta mujer no es la madre
biológica del padre de Georgette sino su madre adoptiva, pues el padre
de Georgette es hijo de una prostituta y de un desconocido. La abuela
de Georgette a su vez es presentada como una santa, como un ángel
que ha tenido un hijo “sin pecado concebido” (el “pecado” lo cometió

261
CENTRO DE INVESTIGACIONES PSICOLOGIAS PARA EL ESTUDIO Y PREVENCION DE LOS ACCIDENTES

la madre biológica, prostituta). Otro elemento importante es el carácter


promiscuo de la madre de Georgette quien tenía varios amantes. La
crianza de Georgette parece haber estado a cargo de la abuela o sea de
una madre que no es la madre de la paciente.
Es decir estamos ante un ambiente de confusión de roles y
seguramente de muchos ocultamientos. Este clima permite inferir que
Georgette tuvo dificultada la instalación de una buena simbiosis con su
madre que le permitiera luego un proceso más o menos exitoso de
separación individuación. Esta carencia de objetos internos protectores
determina las intensas vivencias de abandono frente a las situaciones
de separación. No obstante, Georgette usó, winnicottianamente, a su
abuela como objeto sustituto materno.
“…no dejo de pensar en mi madre. A veces me despierto y no
me encuentro. Entonces salgo corriendo al pasillo llamando mamá”.
(p.162)
Otra circunstancia a destacar, derivada de este clima donde los
objetos “no son lo que son”, es que Georgette ha tenido objetos
socialmente presentes pero insuficientes psíquicamente (la madre
absorbida por su propia patología y por su madre-suegra, el padre
excluido y con apariciones violentas como en la escena de la
adolescencia lo que dificulta aún más la salida exogámica de Georgette
y una abuela “ángel”). Esta discarencia objetal y afectiva condiciona la
dificultad que encuentra el desarrollo pulsional de Georgette para
investir libidinalmente objetos y realizar los desplazamientos
correspondientes. Las pulsiones toman entonces como “objeto” el
propio cuerpo, conservan su filo somático y producen manifestaciones
pasionales por su carácter incestuoso (colecho con su madre).
La innumerable profusión de sintomatología somática de
Georgette nos hizo evocar el recuerdo de otra paciente famosa en el
psicoanálisis, Ana O., que es elegida por McDougall para introducir su
concepto “teatros de la mente”. Georgette es una Ana O. somática,
dijimos.

262
Georgette, una mujer ilustrada

La dinámica transferencial-contratransferencial
En el capítulo “Mater” de “Teatros del Cuerpo” (p.23), donde la
protagonista es la propia McDougall, allí ella describe vicisitudes con
muchas analogías con la historia infantil de Georgette. Pensamos que
no es casual que haya sido esta paciente la que eligió nominar “Un
cuerpo para dos”. Pensamos que esta circunstancia co-determinó el
encuentro entre ambas protagonistas. “Solo lo igual conoce lo igual”
decía Racker5 (1966). Queremos decir con esto que las transferencias
de Georgette sobre la persona de McDougall excitan el inconsciente de
ésta y sus propias vivencias somáticas. Es desde ese encuentro
identificatorio desde donde nacen las interpretaciones,
representaciones y construcciones de McDougall.
Cesio, al abordar el psicoanálisis de “lo somático”, concibió la
hipótesis de una micro enfermedad elaborativa (2000.P.198) para
describir el proceso por el cual el analista “enferma” de lo mismo que
padece el paciente, en grado menor, y que del autoanálisis de esa micro
enfermedad, un tipo especial de neurosis de contratransferencia”,
surgen las intervenciones del analista. No nos caben dudas que este
proceso ocurrió en la interioridad de McDougall y nos hubiera gustado
encontrar más referencias a las respuestas contratransferenciales.
Entendemos que no se trata de la exposición de un caso clínico sino de
la ilustración en la clínica de las hipótesis de McDougall sobre las
polisomatosis. Por esta última razón el clima afectivo de la experiencia
clínica está atenuado por las elaboraciones teóricas de McDougall que
apuntan a la finalidad del libro “Teatros del cuerpo”; presentar
hipótesis sobre el funcionamiento psíquico de las llamadas por ella
psicosomatosis.

5 “Esta "captación" se produce través del propio inconsciente, puesto que “sólo lo igual
puede conocer lo igual", como decía la sabiduría medieval, o sea --en nuestro lenguaje-
, sólo puede conocerse en otro lo que es propio de uno mismo. Más precisamente, sólo
puede captarse el inconsciente de otro en la medida en que la propia conciencia está
abierta a los propios instintos, sentimientos y fantasías.” (p.31)

263
CENTRO DE INVESTIGACIONES PSICOLOGIAS PARA EL ESTUDIO Y PREVENCION DE LOS ACCIDENTES

No obstante dentro de nuestro análisis del vivenciar


transferencial contratransferencial destacamos un momento de la
terapia que es el episodio de la piel quemada de McDougall en su
regreso de unas vacaciones: las representaciones en términos como
“órganos febriles”, “quemada por el sol” aluden a afectos primarios
pero también de contenido erótico (la fantasía de Georgette es que
Joyce no estuvo pasándola bien con su pareja sino “cogiendo con el sol”
en una unión de connotaciones ideales). Esta vivencia de exclusión y
abandono es manejada por Georgette a través de su cuerpo, como lo
hacía con su madre y su padre. Es el cuerpo el que le sirve de
continente a sus emociones locas, incestuosas y ominosas. A través de
sus síntomas corporales oculta, controla y expresa sus fantasías
enloquece-doras tanto eróticas como agresivas.

La “muda comunicación somática”


Esto ya nos permite reflexionar sobre “la muda comunicación
somática”, la naturaleza del psique soma y los fenómenos
psicosomáticos, y el papel del cuerpo como órgano de expresión de la
vivencia. Nuestra formación incluye como referente importante a
Alexander Mitscherlich (psicoanalista alemán contemporáneo de los
psicoanalistas que se ocuparon de la problemática psicosomática en
Europa)6. Este autor sostiene que las enfermedades somáticas donde el
influjo emocional es determinante son expresión de una profunda
conmoción vivencial de carácter traumático, mejor dicho una
coordinación de vivencias traumática, que hay que reconstruir y
encontrarle su sentido. Esta tarea se ve plenamente reflejada en el caso
de Georgette donde McDougall va desentrañando el drama edípico y
preedípico de la joven pediatra.
No encontramos en Georgette una rotunda escisión psique- soma

6En nuestro medio, Garma, Rascovsky, Cesio, Liberman, Granel, Chiozza, Aizemberg
entre muchos otros. A ellos nuestro reconocimiento.

264
Georgette, una mujer ilustrada

en tanto sus reacciones somáticas están visiblemente coordinadas con


la situación vivencial del momento que está viviendo en la sesión. No
es el caso de otros pacientes somatizadores. Mitscherlich quien
sostiene que mientras la correlación entre la vertiente somática del
afecto y su expresión psíquica aunque deformada (desmedida y
extemporánea) se mantenga, es posible operar con el influjo de la
palabra. No así cuando se ha producido el “desgarro” entre psique y
soma, cuyo ejemplo paradigmático es el cáncer que da metástasis.

El funcionamiento “autista” del cuerpo en el paciente polisomatizante


Entendemos que el cuerpo es autista respecto al aparato psíquico pero
no respecto a la conexión con el objeto donde aquí se observa que es
ese cuerpo el que conmueve a McDougall. En este sentido nos
apoyamos en A. Mitscherlich quien considera que la participación
corporal en el momento de una conmoción anímica, como las
dramáticas vivencias de abandono o separación experimentada por
Georgette, varían con cada sujeto, algunos responden con cefalea, otros
con una crisis gástrica, espasmo vesicular o reacción alérgica. No
considera esto como vulnerabilidades, sino como “predisposiciones
funcionales que desempeñan un papel como dote constitucional en un
proceso muy complejo en su totalidad.” (1970.p.18). Siguiendo esta
línea de pensamiento entendemos las reacciones cutáneas de G como
formas de comunicación directa, primitiva, sin mediación de palabra
pero eficaces en la situación de emergencia que ella está
experimentando. Como se puede observar al finalizar la primera
entrevista:

“Hacia el final de nuestra entrevista, todavía incomoda y


desplomada en el sofá, Georgette me preguntó, con voz ansiosa,
si podría reservarle sitio con cierta rapidez. Le repetí lo que ya le
había dicho por teléfono: que no habría sitio antes de un año,
pero que podía ayudarle a encontrar otro analista. Al oírme, su

265
CENTRO DE INVESTIGACIONES PSICOLOGIAS PARA EL ESTUDIO Y PREVENCION DE LOS ACCIDENTES

rostro enrojeció violentamente, empezó a temblar y parecía


tener dificultades para respirar.” (p.163).

Como veremos más adelante, ya iniciado el tratamiento,


Georgette no se descompensa psicológicamente frente a la amenaza
postergación-frustración que significa la espera de un año, sino que
usa, podríamos atrevernos a decir sabiendo que las potencialidades del
yo inconsciente son inconmensurables, el recurso del cuerpo. Quizás
por eso no le preocupan sus trastornos somáticos en tanto le sirven
para manejar situaciones que le producirían sentimientos altamente
penosos.
GEORGETTE “Si pierdo esta capacidad de crearme úlceras, para
resfriarme sin parar, dejare de existir. Incluso tengo celos de usted
cuando está acatarrada…A mi madre nunca le “conmovía” mi tristeza,
pero cuando sufría físicamente sí se ocupaba de mí. Tengo miedo de
dejar de “conmoverla” a usted, de perderla también.” (p.171)

El camino de los afectos


Entendemos, coincidiendo con McDougall, la complejidad de los
vínculos psique-soma. Nuestras herramientas psicoanalíticas nos
conducen a investigar el camino de las representaciones y el camino de
los afectos. En el primero nos encontramos con los límites de acceso a
la palabra para ciertos pacientes y ciertos procesos.
En los caminos del afecto enfrentamos los distintos mecanismos
de defensa contra los afectos penosos, como así también los fenómenos
de de-somatización y re-somatización del afecto. Entendemos por de-
somatización el proceso por el cual: “….las correspondencias motoras y
vegetativas del estímulo afectivo llegan a suavizarse durante la
maduración psicosocial y a sustituirse mediante la labor del
pensamiento.”. (Mitscherlich.2000.p.137)

266
Georgette, una mujer ilustrada

La re-somatización es el intento, patológico, de satisfacer


regresivamente un anhelo muy primitivo no sólo en la fantasía sino en
la realidad. En Georgette el deseo de ser acariciada (por su madre-
analista en la transferencia o por su madre en su infancia) se
materializaba, se hacía carne en sus dermatitis. Así como el ahogo del
edema de Quincke nos “hablaba” de su pegoteo con la madre y a su vez
la culpa por tener esos deseos se satisfacía en el sufrimiento
eccematoso.
La sintomatología que presentaba Georgette asma, eccemas,
úlceras, taquicardias, no le impedía ir a la sesión, no eran sus temas
preocupantes, pero constituían su forma muda de comunicar,
rudimentariamente su drama inconsciente. Freud7 dice que el afecto
tiene un trípode que consiste en una inervación somática, una
derivación motriz y un tono con el cual llega a la consciencia; aclara
que puede faltar ese tono en la consciencia y el afecto estar
expresándose en la inervación somática o la derivación motriz;
digamos que el tono del afecto en la consciencia aparece cuando ya se
ha producido un cierto desarrollo del psiquismo. En el bebé los afectos
se expresan como alteraciones corporales: tos, diarreas, etc.;
constituyen expresiones primitivas del afecto. Estos cuadros en general
desaparecen después del Edipo, se da de esta manera porque ya se ha
desarrollado la posibilidad de expresar y hablar de lo que les pasa
otorgándole sentido pleno a esos afectos.
Que en Georgette se sigan sosteniendo estos cuadros
psicosomáticos nos hace pensar en ese estadio de su infancia en el que
su vida pulsional tuvo poca posibilidad de alcanzar un grado más
evolucionado de expresión y figurabilidad, que sumado a las
represiones posteriores se tradujo en un desarrollo patológico de la
pulsión.

7 Citado por Loschi, A. (2016)

267
CENTRO DE INVESTIGACIONES PSICOLOGIAS PARA EL ESTUDIO Y PREVENCION DE LOS ACCIDENTES

En esa línea pensamos que este ejemplo clínico estaría


mostrando, como patología, los estadios que en la evolución hubo de
atravesar la pulsión hasta lograr alcanzar su grado más evolucionado de
expresión y figurabilidad. De la misma manera que Freud nos enseñó a
interpretar los síntomas neuróticos como residuos de procesos que en
su momento fueron adecuados y eficaces.
Reflexionamos sobre la importancia del pensamiento y la palabra
en el procesamiento de las emociones pero advertimos sobre el riesgo
de establecer “jerarquías” en los modos de expresión del sujeto
humano. Lo mejor es la palabra…pero no siempre. O dicho de otra
forma: no siempre los estratos superiores del psiquismo son
facilitadores de la acción específica, a veces la interfieren.

Reflexiones a partir de nuestro trabajo con accidentados


A partir de los aportes originales de Julio Granel sobre la conducta
humana de accidentarse (2009) nuestra institución tiene una vasta
experiencia en el estudio y la investigación de accidentes y
accidentados. Desde esa perspectiva surgen las siguientes reflexiones.
Así como en el paciente de “La mano mala” el accidentarse jugó
un papel central, no aparecen accidentes en el historial de
GEORGETTE La posibilidad de establecer comparaciones ha sido una
herramienta útil para esclarecer las distintas manifestaciones del
padecer humano.
Tanto en la enfermedad somática como en el accidentarse el
cuerpo sufre un daño. Pero mientras en las somatosis se trata de
fenómenos autoplásticos, en el accidentarse el daño se produce a través
de un pasaje por el mundo externo, la lesión aparece como exógena al
sujeto.
El daño corporal que se produce en el accidentarse implica un
acto de notoria violencia, no así la somatosis donde asistimos a un

268
Georgette, una mujer ilustrada

fenómeno de naturaleza insidiosa, crónica en general donde el


componente agresivo está más disfrazado y donde el masoquismo tiene
un importante papel.
En la enfermedad somática el escenario es el cuerpo. Las lesiones
son jeroglíficos a interpretar y comprender. En el accidente el
escenario incluye particularmente el mundo externo. La escena del
accidente. El cuerpo dañado y los elementos materiales que
intervienen en el suceso constituyen fragmentos de una escena
vivencial que hay que reconstruir: el accidente interno que se tradujo
en el accidente externo.
Tanto el accidentarse como los síntomas somáticos son intentos
de descarga de la pulsión de muerte que buscan evitar el efecto
implosivo de dicha pulsión. Cuando Georgette dice:

“Toda mi vida he tenido que hacer un esfuerzo continuo para


impedir que el cuerpo me estallara en pedazos. Sólo ahora
comprendo lo que me ha ayudado usted a descubrir durante
todos estos años - que tengo un cuerpo propio - y que no
necesito pensar en él continuamente para no caerme a pedazos".
(p.181)

Expresa dicho drama como así también alude a un posible


destino de muerte en un accidente de consecuencia grave o incluso
fatal, como hemos tenido oportunidad de observar en procesos de des-
simbiotización.
Al igual que en el accidente la polisomatosis de Georgette
funciona como manifestación y como continente de las disociaciones
intrapsíquicas. Parafraseando a Freud, es la eterna lucha entre Eros y
Tánatos; aquél, a través de la enfermedad corporal “le complica el
camino hacia la descarga absoluta”.

269
CENTRO DE INVESTIGACIONES PSICOLOGIAS PARA EL ESTUDIO Y PREVENCION DE LOS ACCIDENTES

Una diferencia importante entre la somatosis y los accidentes


está dada porque, mientras los síntomas somáticos de las somatosis
corresponden a una acción impedida, y por lo tanto las pulsiones
actúan sobre el propio cuerpo. En el caso de los accidentes no hay
mecanismos inhibitorios de la descarga pulsional en tanto esta viola
todas las instancias psíquicas y se descarga en el mundo externo. De ahí
su carácter siempre violento.

Georgette y su travesía terapéutica


Este fragmento de nuestro escrito surgió a partir de los comentarios de
McDougall sobre la elección del nombre de su paciente para la
publicación del caso.
“Su dragón (…) mantenía permanentemente una pantalla contra
toda posible simbolización de los dramas tan primitivos como
aterradores que llenaban su mundo interno” (p.160)
La asociación de Georgette con San Jorge y el dragón, sumado a
las dramáticas vicisitudes de la vida de Georgette y la mención de
términos religiosos como “infierno”, “ángel”, “diablo”, “sufrimiento”
que aparecen en el material, motivó que uno de nosotros, que estaba
en ese momento ocasionalmente leyendo “La Divina Comedia” de
Dante Alighieri(*), encontrara similitudes entre la travesía terapéutica
de Georgette y McDougall con la épica del Dante, que es conducido
por Virgilio, el poeta, a través de los círculos del infierno y el
purgatorio. Encuentra aquí otra vez su sentido la frase de Freud que
define la labor del analista: “No podemos convocar a los demonios del
Averno y pretender luego mandarlos de vuelta sin haberlos
interrogado”.8
McDougall logra convocar los fantasmas de Georgette y los
interroga con éxito.

8 S. Freud, 1915ª (1914)

270
Georgette, una mujer ilustrada

Hemos elegido algunos fragmentos de esta obra, donde,


sustituyendo al Dante por Georgette y a Virgilio por McDougal,
ilustran lo que suponemos ha sido el clima de muchas sesiones. Por
ejemplo las dos primeras entrevistas donde aparece la demanda
imperiosa de Georgette hacia McDougall:
Georgette: -«Poeta», dije, en suplicante acento: «por el dios que
te fue desconocido,sálvame de este mal y de otro evento. «Llévame
donde tú me has ofrecido, de san Pedro a la puerta luminosa, al través
de ese mundo dolorido.»
«¡Oh poeta, que guías mis acciones!» prorrumpí, «mide bien mi
resistencia, antes de conducirme a esas regiones.
McDougall - Si he comprendido bien tus palabras -respondió
aquella sombra magnánima-, tu alma está traspasada de espanto, el cual
se apodera frecuentemente del hombre, y tanto, que le retrae de una
empresa honrosa, como una vana sombra hace a veces retroceder a una
fiera, cuando se introduce en la oscuridad. Para librarte de ese temor,
te diré por qué he venido, y lo que vi en el primer momento en que me
moviste a compasión. Yo estaba entre los que se hallan en suspenso…
-“Ve, pues, y con tus elocuentes palabras, y con lo que se
necesita para sacarle de su apuro, auxíliale tan bien, que yo quede
consolada. Yo soy Beatriz, la que te hace marchar; vengo de un sitio
adonde deseo volver: amor me impele, y es el que me hace hablar”.
Georgette: -“Ve, pues; que una sola voluntad nos dirija: tú eres
mi guía, mi señor, mi maestro. Así le dije, y en cuanto echó a andar,
entré por el camino profundo y salvaje”.

Epílogo
No es un dato menor que la sexualidad y la femineidad de Georgette
hayan hecho su aparición ya muy avanzado el tratamiento, como se

271
CENTRO DE INVESTIGACIONES PSICOLOGIAS PARA EL ESTUDIO Y PREVENCION DE LOS ACCIDENTES

puede ver en el capítulo “Los frutos de Madre”. Nuestra reflexión es


que esto reflejaba el clima represivo familiar en el que vivía nuestra
protagonista. Pero el silencio sexual tenía su correlato “positivo” en la
profusión de su sintomatología tanto psíquica como somática. Merced
al exitoso trabajo analítico de McDougall y su paciente, se pudo poner
en palabras y elaborar el cúmulo de vivencias traumáticas contenidas
en el psiquesoma de Georgette. Y, que esta joven mujer, parafraseando
a Freud, haya “devenido lo que en el mejor de los casos y bajo
condiciones más favorables podía devenir.”9

Bibliografia
Bradbury, R. (1951).El hombre Ilustrado. Barcelona. Booket.
Cesio, F. (2000). La Gesta Psicoanalítica en América Latina. Buenos Aires. La
Peste.
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Aires. Amorrortu.
(1915 [1914].TXII. Puntualizaciones sobre el amor de transferencia.
Buenos Aires. Amorrortu.
(1917) [1916-1917].TXVI. Conferencias de Introducción al
Psicoanálisis. Buenos Aires. Amorrortu.
Granel, J. (2009) Teoría Psicoanalítica del accidentarse. Buenos Aires.
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Liberman, D. y otros. (1982)[1981]. Sobreadaptación, Trastornos
Psicosomáticos y Estadios tempranos del desarrollo. Buenos Aires. Revista de
Psicoanálisis de APA, TXXXIX, Nº5.

9 Freud, S. (1917[1916-17]. P. 396

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Georgette, una mujer ilustrada

Loschi, A. (2016). El afecto y lo somático. Rev. La Peste de Tebas. Buenos


Aires, La Peste.
McDougall, J. (1991) [1989]. Los teatros del cuerpo. Madrid. Julián Yèbenes,
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Khan, M. (1991). Locura y soledad: entre la teoría y la práctica psicoanalítica.
Buenos Aires. Lugar.

273
CENTRO DE INVESTIGACIONES PSICOLOGIAS PARA EL ESTUDIO Y PREVENCION DE LOS ACCIDENTES

274
EL MISTERIORO SALTO DE LO PSÍQUICO A LO SOMATICO

El misterioso salto de lo psíquico a lo somático

GEA. CENTRO DE SUPERVISIONES CLÍNICAS1

Celia Buchner, Alicia Carrica, Paula Cerutti, Claudia Goldman,


Patricia Licciardi, Christian Lopardo, Cecilia Misisco, Stella Onetto,
Verónica Sánchez, Viviana Szereszewski, Lucila Winocur2

Participantes
Ana Caraballo, Sofía Chalukian, Ariana Chorny, Patricia González
Calderón, Pablo Klersfeld, Micaela Núñez3

(…) Debemos defendernos en este lugar del


reproche, fruto de un malentendido, de que
soslayamos la significación de los factores innatos
(constitucionales) por haber puesto de relieve las
impresiones infantiles. Semejante reproche brota
de la estrechez de la necesidad causal de los seres
humanos, que, en oposición al modo en que de
ordinario está plasmada la realidad, quiere darse
por contenta con un único factor causal (…) Nos
negamos a estatuir una oposición de principio
entre las dos series de factores etiológicos
[disposición y azar] (…) Por otro lado, uno podría

1 www.citygea.com.ar; geacsc@gmail.com.
2 buchnercelia@gmail.com, aliciacarrica3780@gmail.com, paulagcerutti@gmail.com,
claudia_goldman@hotmail.com, licciardipatricia@gmail.com,
christianlopardo@hotmail.com, ceciliamisisco@gmail.com,
stellaonetto@yahoo.com.ar, visanchezh@gmail.com, viviszere@hotmail.com,
lucilawinocur@gmail.com.
3 anacaraballopsi@gmail.com, sofichalu@gmail.com, arianachorny@hotmail.com,

pgonzalezcalderon@fibertel.com.ar, pklersfeld@gmail.com, micunun@gmail.com

275
GEA. CENTRO DE SUPERVISIONES CLÍNICAS

atreverse a concebir la constitución misma como


el precipitado de los efectos accidentales sufridos
por la serie infinitamente grande de los
antepasados. (…)
S. Freud. (1912b p.97 n2)

Introducción

Celia Buchner, Alicia Carrica, Stella Onetto

Cuando en el año 2016 decíamos que se avecinaban tiempos difíciles,


desconocíamos en qué marco social, cultural y psicoanalítico se
desarrollarían esos tiempos. Nuestra institución, pequeña en número
de miembros pero grande en compromiso, interés y estudio del
psicoanálisis, coordinó la organización de la “Séptima Jornada entre
Instituciones Psicoanalíticas”, en medio de incertidumbres ligadas a
presencias, organización y costos.
Comprobamos la positiva respuesta ante un proyecto ya probado
y el entusiasmo despertado en la comunidad de Gea, Centro de
Supervisiones Clínicas, por participar en la organización, entusiasmo
que se expandió entre la mayoría de los participantes de las diferentes
instituciones. Se generaron intensos intercambios a través de las redes,
diálogos, debates e historias ligadas a nuestra disciplina. Cada vez se
suman nuevas agrupaciones. Es un espacio amable en el que habitan
nuestras distintas concepciones psicoanalíticas, a las que les damos la
palabra para que entre otros se produzca encuentro e interés.
Todos los años de trabajo en Gea nos permiten decir que hemos
transitado el psicoanálisis con una vitalidad intensa, produciéndose
beneficiosos efectos en los analistas y en sus pacientes. Vínculos que
imponen el reconocimiento de la alteridad. Hemos tratado de
resistirnos a un psicoanálisis de fácil lectura, un tanto

276
EL MISTERIORO SALTO DE LO PSÍQUICO A LO SOMATICO

desmaterializado. Al psicoanálisis se le augura desde hace mucho


tiempo, un futuro corto y mortal. No es sencillo moverse en una
cultura de vínculos precarizados y evitativa con el semejante y además
proponer la cura por la palabra como el método para comprender el
padecimiento psíquico e intentar disminuirlo, y así con esas armas
atrevernos a escuchar los múltiples síntomas somáticos de pacientes en
plena producción corporal.
Sabemos que el psicoanálisis se creó en un período donde
abundaban la discriminación y las luchas de poder. Las
discriminaciones raciales, sociales y religiosas encubrieron, como sigue
sucediendo hoy, el deseo silenciado de un mundo para pocos.
Georgette, como Ana, Emma, Dora e Isabel, habitaron y habitan
en ese mundo y forman parte de esas mujeres niñas incómodas en su
propio cuerpo, en sus familias, en su sociedad. Cuerpos que por sus
manifestaciones, por sus capacidades sensibles y reproductivas siempre
han inquietado al mundo que las rodeó. La moral social les ha
presentado opciones excluyentes: madre o mujer, casta o puta,
esposada o libre y sola. Su ambiente familiar no supo alojarlas como
hubieran necesitado. Fueron en un principio para Freud, el
“continente negro” (1926e p.199). Pero nunca cesó su interés por
comprenderlas.
Como si no estuvieran en condiciones de tolerar el mundo
externo, añoran la fusión con el cuerpo materno del cual se sienten
desalojadas. Recuerda Joyce uno de los primeros sueños de Georgette
en análisis con los que adelantaba lo que iba a ocurrir en la
transferencia: “Yo estaba aquí y usted estaba embarazada a punto de
dar a luz. También tenía en sus rodillas una niña pequeña. Me desperté
bruscamente muy angustiada” (p. 164).
El temprano nacimiento de su hermana menor la despertó
bruscamente como en el sueño, de su ilusión de unicidad. Desalojada
de la falda de su madre repudió su anhelo, pero no pudo matarlo.
Retornaba constantemente en sus sueños y en sus síntomas. Por

277
GEA. CENTRO DE SUPERVISIONES CLÍNICAS

momentos se mostraba exitosa en la defensa y “parecía tranquilamente


desapegada de su lastimado cuerpo” (p.160).
¿Cómo podríamos llamar al lenguaje con que se manifestaba
Georgette? ¿Formas somáticas de la melancolía? , ¿Histeria arcaica,
como lo hace Joyce McDougall, para diferenciarlo del lenguaje de
órgano?

El cuerpo y su doble condición de sujeto y objeto


Luego de los primeros tiempos del análisis sus síntomas comenzaron a
ceder. A Georgette le preocupaba, lo vivía como una pérdida. Lo único
que había podido conservar de la madre era su cuerpo enfermo al que
estaba adherida. ¿Qué haría si por efecto del análisis, la enfermedad la
abandonaba? El dolor se había convertido en garante de su existencia.
Si pensamos estas manifestaciones como una forma arcaica de la
histeria, podríamos aplicar la idea freudiana según la cual “la histérica
crea una expresión somática” mediante simbolización. Una
simbolización más universal que individual, que a través de una
profunda represión y regresión, usa las inervaciones somáticas
pertenecientes al campo de las emociones, fuente común, con el
sentido originario de la palabra.
Ese misterioso salto de lo psíquico a lo somático que desde
siempre las corrientes psicoanalíticas han intentado desentrañar, nos
interpela a través de Georgette. La añoranza de la falda de su madre,
del contacto con su piel, con su abrazo, fueron simbolizados arcaica y
plásticamente por su cuerpo enfermo, que como una camisa de “crêpe
georgette” (p. 176), la abrazaba, la hacía sentir apretada y viva. Viva si
“le dolía”, viva “si le picaba”, viva “si se ahogaba”.
Diríamos entonces, que el cuerpo es objeto y sujeto a la vez;
puente entre lo interno y lo externo, lo erótico y lo anatómico, lo

278
EL MISTERIORO SALTO DE LO PSÍQUICO A LO SOMATICO

psíquico y lo material. El cuerpo es yo, es pulsión y lenguaje; también


es actor y es teatro.
El lenguaje a su vez es, primitivamente, lenguaje corporal. El
cuerpo habla en un lenguaje simbólico y arcaico. El lenguaje también
utiliza la palabra de un modo simbólico en un nivel más evolucionado
y abstracto. A su vez, tanto la palabra como el pensamiento mismo, no
dejan de ser una partícula de acción e inervación corporal.
Georgette, frente a tensiones psíquicas, encuentra una forma
regresiva de comunicar sentimientos y pensamientos: su cuerpo habla
y, de ese modo, muestra los dramas primitivos, terroríficos y
prohibidos que pueblan su mundo interior. Vulnerable somáticamente
transmite lo que no pudo elaborar psíquicamente.
Se plantea Jorge Winocur si la primitiva disociación entre el
elemento representacional y el cualitativo no dejarían un punto débil
en la organización psíquica, una forma de disociación entre el pensar y
el sentir, como una disposición a la disociación mente-cuerpo y los
consecuentes fenómenos de somatización. Es decir que lo que no pudo
ser elaborado psíquicamente, sumado a otros factores como la
disposición y fijaciones, es relegado al inconsciente, reprimido y desde
allí tiene su efecto, que se exterioriza de un modo regresivo, corporal.
(1995, p. 259).
Fue una ardua tarea analítica intentar comprender la
significación inconsciente de las manifestaciones somáticas. Según
J.McDougall, las palabras tienen que alcanzar una función
“contenedora”, y en tanto ésto no se logre, la regresión lleva a
comunicarse a través de un protolenguaje preverbal, infantil y plagado
de ecuaciones simbólicas, más ligado a la representación de cosa,
comprometiendo al cuerpo y sus producciones somáticas. En las
escenas transferenciales, el lenguaje primitivo del soma de Georgette se
activaba. “En lugar de una historia psicosexual, Georgette construyó
una historia psicobiológica” (1998, p.185).

279
GEA. CENTRO DE SUPERVISIONES CLÍNICAS

Dice Joyce: “¿No es posible encarar también el síntoma


psicosomático como un lenguaje del cuerpo primitivo, una gramática
para la cual el sistema nervioso está programado filogenéticamente en
cada individuo? La tarea del analista consiste entonces en crear con el
analizante un ´glosario´ que permita traducir esa bio-lógica a una
psico-lógica, lo que permite que el cuerpo autista, anárquico, que sólo
se expresa a través del soma, se convierta finalmente en un cuerpo
simbólico” (ibíd., p. 220). Si los sueños son un modo de expresión
arcaica regresiva, el síntoma somático podría ser como “un sueño
frustrado” emparentando los procesos somáticos con los oníricos. Sus
sueños eran ya la expresión de múltiples fantasías tanto destructivas
como amorosas desplegadas en transferencia.
El análisis de los sueños de Georgette permitía dejar atrás
muchos de los síntomas somáticos graves. Interpretados en el contexto
de la relación transferencial, ponían en primer plano la relación
intensa de Georgette con su analista. Sus temores a separarse de ella y
la necesidad de fundirse con y en ella al modo en que había intentado
no perder desde niña a una madre que no la tocaba si no estaba
enferma y a la cual no lograba conmover con su profunda tristeza. Si
toda mujer cuando es niña, quiere poseer sexualmente a la madre,
tener hijos con ella y ser amada en exclusividad, excluyendo a los
hombres, se tornaba muy complejo para Georgette lograr una figura
identificatoria fundamental que marcara la representación de su
feminidad. Porque sólo se sentía viva y visible para la madre cuando su
cuerpo enfermaba.
Además, en su otra versión edípica, quería ser hombre como el
padre, poseer genital masculino, pero se encontraba con una imagen
desdibujada de aquel, ausente, desvalorizado por la madre. Entonces
sus deseos de tener a la madre y de ser el padre se volvían
incompatibles. La doble polaridad sexual, los deseos homosexuales y la
libido homosexual eran para esta paciente, fuente de generación de
sufrimientos corporales que sus enfermedades sostenían.

280
EL MISTERIORO SALTO DE LO PSÍQUICO A LO SOMATICO

Joyce plantea, en el análisis de pacientes mujeres, la importancia


de hacer conscientes los impulsos homosexuales infantiles dirigidos al
objeto materno. Si no son rechazados o reprimidos, su reconocimiento
amoroso permite estabilizar su propia imagen femenina, la capacidad
creativa, las relaciones amistosas femeninas, el vínculo con los hijos de
ambos sexos, las actividades profesionales, etc. Georgette no podía más
que ver interceptado el camino de aquellos anhelos. La relación
transferencial posibilitó construir una nueva versión del vínculo
primario materno, no sólo en el sentido fusional si no en relación al
vínculo amoroso homosexual que no podía desplegar con una madre
tan distante, fría y condicional.

La relación transferencial. El analista como objeto de uso

Verónica Sánchez, Viviana Szereszewski

Winnicott plantea que el análisis toma el modelo del entorno


originario. El sendero que el niño realiza para el despliegue de su
propia subjetividad es semejante a lo que se pone en juego en el
encuadre analítico. En los inicios de la vida se ponen en relación los
vínculos entre el mundo y el niño, y ambos van constituyéndose
recíprocamente. En un análisis, esa particular relación vuelve a
manifestarse a través del lazo entre analista y paciente.
Pensamos que la eficacia del tratamiento de Georgette se debió
al uso que pudo darle a su analista y al análisis mismo. El análisis de la
transferencia y la contratransferencia entre ambas, nos muestra cómo
Joyce McDougall logró ocupar, a partir de maniobras específicas de
presencia, holding y handling, el lugar de distintos tipos de objeto para
esta paciente: desde un objeto subjetivo con características dadas por
ella, hasta la posibilidad de vincularse con su analista como un objeto
objetivo, con características propias.

281
GEA. CENTRO DE SUPERVISIONES CLÍNICAS

Georgette eligió a Joyce para que fuese su analista a partir de un


aspecto esencial que conoció de ella: “Me vuelvo realmente loca por
momentos. He leído algo suyo que me dio valor, como si usted me
permitiera estar enferma psíquica-mente.” (p.162).
Buscaba una analista-madre que tolerara, contuviese y le
permitiese tramitar “su locura” y Joyce Mcdougall aceptó el desafío
clínico de alojar esa demanda.
La dirección del tratamiento se basó en darle realidad a ese tipo
particular de transferencia, permitiéndole a la paciente experimentar
en el aquí y ahora lo que en momentos de su constitución psíquica
quedó fallido: el establecimiento de un vínculo de fusión - “fusión-
confusión” (p.169) con “un cuerpo para dos” - con un objeto que la
cuide y sobreviva a sus fantasías de destrucción potencial, a partir del
cual pudo ir construyendo la posibilidad de alteridad - “dos cuerpos
con pleno derecho”- sin la pérdida del objeto.
Desde el principio, la paciente estableció con Joyce una
transferencia masiva y un estado de dependencia extrema. La analista,
que en la primera entrevista le planteó que no podría atenderla en lo
inmediato, se conmovió ante la reacción afectiva-somática de la joven
en el momento de tener que separarse. Jugando en transferencia el rol
que la paciente le adjudicaba, (el de una madre que la excluía) logró
rectificar la experiencia pretérita con el objeto materno alojándola
finalmente en análisis.
A partir de ese acto analítico, en el cual McDougall la tomó en
brazos, conteniendo los afectos despertados en la paciente, el análisis se
inauguró.
La “parte loca” de Georgette, alude al estado afectivo que debió
padecer en momentos de derrumbe, dadas las características intrusivas
y abandónicas de su madre, quien “murió para ella narcisísticamente
por la desinvestidura del vínculo que siguió al nacimiento de su
hermana” (p.163), cuando tenía quince meses. Esta desinvestidura dejó

282
EL MISTERIORO SALTO DE LO PSÍQUICO A LO SOMATICO

su huella de privación psíquica y una interrupción en la continuidad


de su existencia. Los afectos concomitantes a estas experiencias de
privación temprana, al no poder metabolizarlos a través de una buena
relación temprana con un objeto materno que pudiese contenerlos, la
dejaron intoxicada.
En oposición a esto, la presencia y el sostén que le brindó la
analista metaforizaron el cuidado de una madre lo suficientemente
buena, dando lugar a un ambiente facilitador: confiable y continuo a lo
largo del tiempo, en el cual la paciente pudo permitirse volverse loca.
El trabajo analítico sobre el vínculo osmótico que estableció Georgette
con Joyce McDougall posibilitó la lenta reconstrucción de la fantasía
de la joven de formar uno con la analista, y les permitió otorgar un
nuevo sentido a sus dolorosas somatizaciones. A medida que los afectos
y fantasías subyacentes a sus síntomas iban siendo verbalizados, su
cuerpo dejaba paulatinamente de ser el escenario de su locura.
Parafraseando a Winnicott, la locura es la incapacidad de
encontrar a alguien que nos aguante (1986). Georgette, no podía
expresar los celos, el odio y la rabia que sentía hacia su madre y sus
hermanas porque temía dañarlas. Se sentía constantemente en peligro
de perder a su madre. Dado su estado de indiscriminación con ella, se
dañaba a sí misma a través de sus síntomas físicos como una forma
oculta de atacar no sólo su cuerpo sino también el cuerpo materno:
“Tengo miedo de esa violencia dentro de mí. Cuando mi piel y mis
bronquios gritaban, y el estómago me desgarraba, mi rabia sólo me
dañaba a mí misma” (p.173).
Muy tempranamente su cuerpo se constituyó en el escenario
privilegiado donde estos contenidos y mensajes psíquicos primitivos,
no integrados en su yo, encontraron particulares modos de descarga y
comunicación.
En análisis con Joyce McDougall, también se preocupaba por la
salud de su analista, por su capacidad de resistencia frente a su
“demanda devoradora” y a sus ataques fantasmáticos en respuesta a las

283
GEA. CENTRO DE SUPERVISIONES CLÍNICAS

separaciones, que le provocaban un importante sufrimiento psíquico y


físico.
En el marco de esta transferencia materno-pasional, y jugando el
juego de su paciente, Joyce logró permanecer indemne a las fantasías
potencialmente destructivas de Georgette, poniendo de ese modo un
límite a su omnipotencia, al tiempo que lograba constituirse en un
objeto externo – no-yo – que podía ser usado sin ser destruido.
Habiendo alojado a la niña rencorosa que aparecía en escena, y
comprendiendo las causas de sus violentos afectos, la analista se
constituyó para Georgette en un objeto materno benéfico y no dañado
por ella. Un objeto objetivo que como tal podía ser introyectado,
permitiéndole identificarse con una madre que protege, tranquiliza y
actúa sobre el sufrimiento físico y psíquico de su hijo/a.

Georgette y un espacio mental posible

Claudia Goldman, Lucila Winocur


Nos encontramos frente a un material psicosomático. Y el
psicoanálisis tiene poca prensa para tratar lo psicosomático. Es el
recurso que necesitó esta paciente para sentirse viva, para anoticiarse
de su existencia. Georgette habla con su cuerpo.
Esto nos llevó́ a pensar en el concepto de espacio mental. En las
“Siete lecciones de la Sorbona” (1991), Salomón Resnik, dice que
nuestro primer hábitat, es nuestra madre; la primera mujer que nos da
amparo. Y es ese primer tiempo el que en realidad se configura como
espacio. “El cuerpo es movimiento y hábitat errante, que el espacio
(madre) no llega siempre a contener o a encuadrar” (p.12). En este
sentido, sabemos que hubo una dificultad en relación a la investidura
materna de Georgette. Joyce McDougall, considera que en cierto
modo, la madre de Georgette murió́ para ella narcisísticamente por la
desinvestidura materna que siguió́ al nacimiento de su hija menor, y en

284
EL MISTERIORO SALTO DE LO PSÍQUICO A LO SOMATICO

consecuencia, tuvo la necesidad de construir un vínculo osmótico de


fusión-confusión.
J. McDougall hace la decodificación, sosteniendo a Georgette
incluso físicamente, hasta que ella pudiera discriminarse. A Georgette,
este movimiento se le hacía imposible; como si hubiese hecho
desaparecer su propio espacio mental. Hay, al decir de Resnik,
sufrimiento en su conducta y angustia en su yo-corpóreo. “Su Yo
corpóreo, es su Yo que se manifiesta en la máscara que es su cuerpo”
(ibíd., p.40).
Y, lo que deseamos alcanzar con el psicoanálisis, estar en
contacto consigo mismo, significa estar en contacto con la afectividad,
con las emociones, y la emoción no es sino un movimiento afectivo.
“La aventura psicoanalítica es una contemplación interior, es una
aventura para verse a uno mismo y descubrir lo que está oculto para la
consciencia. Esta experiencia necesita, empero, del otro, pues el
psicoanálisis es experiencia de relación. Es evidente, en esta
perspectiva, la importancia de la nocióńn de ´transferencia´, es decir
de lo que se transfiere del uno al otro, del paciente al analista y
viceversa, que, según la terminología al uso, llamaremos transferencia
y contratransferencia” (ibíd., p. 26). A su vez, el espacio mental, la
interioridad, sólo pueden existir, si el mundo interior es percibido
como volumen. Georgette pudo, en transferencia crear un espacio
mental y un mundo interno poblado de personajes. Sería lo que Jorge
Winocur plantea en “El cuerpo del psicoanálisis” (1995): el yo como
espacio psíquico tridimensional. Una vez que se logra crear el espacio
mental necesario, pasando de la bi a la tridimensionalidad, se
introducen en el aparato psíquico, una serie de personajes hasta ese
momento excluidos. Se crea un espacio posible y con volumen. “El yo
adquiere esa profundidad entonces, no sólo a través del descubrimiento
de que el yo es también inconsciente, sino también y sobre todo, en el
sentido de ir desplegándose en la dimensión de un escenario interior”
(p. 249).

285
GEA. CENTRO DE SUPERVISIONES CLÍNICAS

J.McDougall intenta crear un espacio para Georgette, pudiendo


así re-crear en la transferencia un espacio donde desplegar su
conflictiva, “permitiéndole estar muy enferma psíquicamente”,
dejando que su niña rabiosa se exprese.
En la eleccióńn del título del trabajo, “Santa Georgette y el
dragón”, J.McDougall señala que “aquella pequeña santa incubaba toda
una camada de dragones” “dispuesta a hacer cenizas con su ardiente
ira” (1989, p.160) Vemos en esto, un odio que lejos de ser dirigido a los
objetos reales externos (madre, padre, hermanas, analista) vuelve,
regresivamente hacia el cuerpo, de un modo arcaico. También nos
muestra una formacióńn reactiva, transformándose Georgette en una
santa, y logrando así, expiar las culpas por este odio, ya que con el
dolor corporal se aliviaba psíquicamente.
Sostenemos entonces, que la expresióńn psicosomática es una
forma de simbolizar pensamientos y sentimientos, pero de una manera
más primitiva.
En “Duelo y melancolía” (1917d [1915]), Freud nos dice que en
la melancolía, el objeto se perdió́ como objeto de amor. Las más de las
veces, esta pérdida es inconsciente. Georgette ha perdido el amor de su
madre luego del nacimiento de su hermana menor. ¿No es tal vez, la
aparición de tantos síntomas corporales, la expresión más arcaica de la
melancolía? La sombra del objeto cae sobre el yo, pero sobre un yo más
arcaico, el del lenguaje puramente corporal. Entonces, los
autorreproches típicos del melancólico, son expresados por Georgette,
a través del cuerpo.
Quién escucha ese cuerpo, y dónde uno se ubica a nivel teórico,
serán entonces los interrogantes. Neurosis, psicosis, perversión... lo
psicosomático es un fenómeno que puede atravesar cualquier
estructura.

286
EL MISTERIORO SALTO DE LO PSÍQUICO A LO SOMATICO

Georgette: una mirada desde Joyce McDougall y Winnicott

Patricia Licciardi

Los trastornos psicosomáticos inauguraron hace tiempo un


debate respecto de su naturaleza y modo de abordaje. Muchos autores
se interesaron en este tema, Marty, Liberman, Bion, Lacan, Winnicott,
entre tantos otros.
Ahora bien, ¿Siempre el cuerpo “habla“ y es susceptible de
desentrañar su carácter simbólico? ¿O en ocasiones está mudo y no es
simbolizable? Quienes conciban lo primero, se moverán en el eje de
lectura del síntoma somático: retorno de lo reprimido y su
interpretación. Y quienes, lo segundo, estarían más cercanos al
pensamiento de Winnicott.
Pero parece existir una postura intermedia en la que podría
situarse a Joyce, y a la manera de una hipótesis, podemos sostener, que
esta analista concibe un cuerpo mudo al que se le puede “enseñar “a
hablar. Las posiciones teóricas sobre este campo son sumamente
importantes porque nos reenvían a consideraciones técnicas.
En “Los casos de enfermedad mental”, Winnicott expresa que la
enfermedad psicosomática implica un intento de fortalecimiento del
nexo psicosomático ante el peligro de su quiebre y si esto ocurre se
producen estados clínicos como la despersonalización o el trastorno
psicosomático que la oculta (1963, p. 273).
Georgette: “También tengo miedo, cuando mi cuerpo deje de
estar enfermo, de volverme loca… Enferma mi cuerpo me pertenece y
mi rabia también” (1989, p. 173)
Y en “Elementos positivos y negativos de la enfermedad
psicosomática”, dice que lo que caracteriza la verdadera naturaleza de
este trastorno, es “la persistencia de una escisión en la organización
yoica del paciente o de disociaciones múltiples” (1964, p.130).

287
GEA. CENTRO DE SUPERVISIONES CLÍNICAS

Es decir, estamos en condiciones de pensar que hay nexos rotos


entre el soma y la psique, pero también a nivel intrapsíquico (escisión).
Esta línea winnicottiana parece no incluir la posibilidad de
entender el trastorno psicosomático con contenidos simbólicos
susceptibles de interpretación (por lo menos en las primeras etapas de
un análisis).
En estos pacientes hay un déficit en la construcción del objeto
transicional, responsable de la posibilidad de producción simbólica. Y
centra la importancia en el lugar que ocupa el analista para su paciente
y el trabajo de la transferencia.
En el texto anteriormente citado, Winnicott nos dice que la cura
necesita una provisión de cuidado y tolerancia especial y que no habría
que ser psicoterapeuta hasta que no aparezca el conflicto psíquico. El
elemento positivo de la enfermedad es la búsqueda de la integración
psiquesoma, por medio del logro de un estado de dependencia absoluta
que le sería permitido por su enfermedad.
La madre de Georgette es vivida como una madre que anula,
asfixia, que no deja respirar, agresiva y erótica a la vez, posesiva. Una
madre que, al decir de Winnicott, no ha podido procurar una provisión
ambiental satisfactoria para su hija.
Joyce supo y pudo cubrir “ese lugar vacante”, convirtiéndose
para Georgette en esa madre suficientemente buena, ausente en su
historia de vida. Capaz de sostener y tolerar los ataques, miedos y
angustias de la paciente apoyada en un trabajo fecundo de la
transferencia lograda y contribuyendo al alivio de su padecimiento
psíquico y físico. La analista, la ayudó también, a nombrar lo que
nunca fue nombrado y que permitió a Georgette, comenzar a poblar
su “vacío representacional”, con contenidos capaces de subsanar la
rotura de nexos, reconstruir un circuito edípico, al recuperar al padre
que había quedado en “otra ala de la casa”.

288
EL MISTERIORO SALTO DE LO PSÍQUICO A LO SOMATICO

Se podría pensar que ese trabajo conjunto, logró elevar los


síntomas somáticos de Georgette a un nivel posible de simbolización, y
trabajarlos al modo de su descomposición analítica, como en los
neuróticos. Joyce trabajó la transferencia para lograr una zona psíquica
en la paciente que fuese capaz de hilvanar su historia fragmentada,
donde eso no nombrado se hizo carne y lastimó su cuerpo. Para
después pasar a concebir el cuerpo de Georgette, como un cuerpo que
habla y está abierto a su interpretación simbólica. Es decir, le enseñó a
hablar.

Cuerpo, represión y transferencia

Paula Cerutti, Christian Lopardo, Cecilia Misisco

El vasto y generoso material que presenta Joyce McDougall en el


material clínico de Georgette junto a la “Octava Jornada Clínica entre
Instituciones Psicoanalíticas” se nos presentan como valiosas
oportunidades para detenernos a reflexionar sobre nuestra praxis, el
arte y ciencia del psicoanálisis. Con nuestras ideas, nos interesa
especialmente poner de manifiesto que aquello que Freud puntualizó
como distintivo de la teoría psicoanalítica, ese shibolet (1914d) que se
constituye como edificio conceptual de nuestra práctica -la
conceptualización de lo inconsciente como esencia de lo psíquico, la
teoría de la represión y la resistencia, la sexualidad infantil, la
transferencia, la doctrina de los sueños, entre otros- mantiene su
vigencia ciento diez años después.
En este breve escrito, nos referiremos puntualmente a la
conceptualización de lo inconsciente, la represión y la transferencia.
En el desarrollo de los capítulos dedicados a Georgette y de la
obra de Joyce McDougall, vemos a la analista ir y venir en la idea de
un inconsciente que da sentido a las manifestaciones somáticas y la

289
GEA. CENTRO DE SUPERVISIONES CLÍNICAS

hipótesis de su ausencia, de la forclusión. Dos teorías, creemos, con


distintos efectos en el modo de pensar la clínica: Per vía di porre, per
vía di levare...
Nos interrogamos a propósito de la necesidad de recurrir a
conceptos como “vacío”, “agujero”, a lo no representable en la clínica
en general y, en particular, del paciente llamado psicosomático.
Sostenemos que el descubrimiento freudiano se funda en la idea de la
existencia de un más allá de la conciencia, de una otra escena que se
desconoce, que no está disponible a nivel consciente, pero que es
portadora de cierta eficacia. ¿No son el vacío, el agujero, la falta de
representaciones, nuevos modos de nombrar lo que Freud concibió
como lagunas, efectos del mecanismo de la represión?
La ausencia de representaciones disponibles ¿No son el resultado
de su desalojo de la consciencia? ¿No es parte del trabajo analítico ir en
búsqueda de aquellas representaciones inconscientes, reprimidas,
eficaces que se abren paso de esa manera desfigurada que llamamos
síntoma? ¿No son esas escenas las que se actualizan en el vínculo con el
analista? Por el contrario, si no se trata de lo reprimido, sus retoños y
manifestaciones ¿qué lugar para el psicoanálisis?
Ya en el primer encuentro que se produce entre analista y
paciente vemos aparecer el despliegue transferencial que, junto a la
interpretación del sueño, concebimos como una vía regia de acceso al
inconsciente. Georgette conoce a Joyce, ha leído sobre su trabajo y
desea fervientemente que se le haga un lugar. Su cuerpo y sus
manifestaciones irrumpen también en la escena analítica ante lo que
experimenta como un rechazo por parte de la analista, que, más tarde,
la abraza como una madre a una niña pequeña e indefensa. Esta
primera entrevista se constituye en una muestra que contiene muchos
de los aspectos que poco a poco se van a ir desplegando y cobrando
sentido en el vínculo entre ambas. Sostenemos siguiendo a Freud que
nuestra práctica se desarrolla en regresión y transferencia. Proponemos
pensar este primer encuentro y la condensación de sus elementos al

290
EL MISTERIORO SALTO DE LO PSÍQUICO A LO SOMATICO

modo en que Freud ubica el primer sueño en análisis: “Es que la


interpretación completa de un sueño de esta clase [sueños
programáticos, sueños biográficos] coincide, ni más ni menos, con la
ejecución del análisis íntegro. Si se lo ha registrado al comienzo del
análisis, es posible que se lo comprenda sólo a su término, muchos
meses después”. (1911e, p.89)
En cuanto a la teoría de la represión, nos interesa resaltar un
fragmento del material que consideramos muestra, de modo plástico e
ilustrativo, su funcionamiento. El extracto es el siguiente:
“Mi madre siempre despreció a mi padre. Después de su muerte,
nos prohibió hablar de él, e incluso mirar las fotos de familia en las que
él aparecía. Mi abuela también le mantenía apartado. Mi padre vivió
siempre en otro ala de la casa.” (1989 p. 167).
Desde un punto de vista tópico podríamos pensar el
apartamiento del padre como el efecto de la represión. El yo se aparta
de aquello de lo que nada quiere saber, lo aleja, lo coloca en un rincón,
con la ingenuidad de suponer que no va a volver. Es que la represión
posibilita pensamientos ingenuos: creer en ángeles, desexualizar los
vínculos, entre otros. La esencia de la represión “consiste en rechazar
algo de la consciencia y mantenerlo alejado de ella” (AE 1915d, p 142).
Dicho rechazo se produce, sostenemos, de un modo más “radical y
profundo” (1915e, p 200) en las patologías narcisistas: la represión es
más extrema.
Decimos que la represión atonta, quitándole al yo capacidad de
raciocinio (1914d, p 47). Dice Freud en “Análisis terminable e
interminable”: “El gasto dinámico que se requiere para solventarlos (a
los mecanismos de defensa), así como las limitaciones del yo que
conllevan casi regularmente, demuestran ser unos pesados lastres para
la economía psíquica” (1937c, p 239). La prohibición de hablar y
observar imágenes, da cuenta del esfuerzo continuo que demanda la
represión al mismo tiempo que su seguro fracaso. Sabemos además que
este desalojo, el dejar libradas las representaciones a las leyes que rigen

291
GEA. CENTRO DE SUPERVISIONES CLÍNICAS

el funcionamiento de lo inconsciente, da lugar a la formación de


síntomas. Síntomas que, en tanto formaciones de compromiso,
mantienen al padre de Georgette -aquel que se pretende mantener
alejado, excluido, reprimido-… muy cerca de ella.
Freud descubrió -y se encargó de repetirlo innumerables veces-
que los procesos inconscientes son los verdaderos motores del sistema
psíquico. Lo inconsciente es lo verdaderamente psíquico. Desconocer
este postulado freudiano basal, y a su vez, reivindicar otros como la
ausencia de representación, el vacío simbólico y demás sinónimos, nos
acerca a ideas más propias de la filosofía o la religión, le quitan
sustancia a nuestra teoría y, en nuestra opinión, significan un costo
altísimo para el movimiento psicoanalítico.

Bibliografía
Freud, Sigmund, (1900a [1899]): La interpretación de los sueños. AE 4 y 5.
(1911e): El uso de la interpretación de los sueños en el psicoanálisis.
AE, 11.
(1912b): Sobre la dinámica de la transferencia. AE, 12.
(1914d): Contribuciones a la historia del movimiento psicoanalítico.
AE 14.
(1915d): La represión. AE, 14.
(1915e): Lo inconsciente. AE, 14.
(1917d [1915]) Duelo y Melancolía. AE, 14.
(1926e) Pueden los legos ejercer el psicoanálisis. AE, 20.
(1937c): Análisis terminable e interminable. AE, 23.
(1940a [1938]) Esquema del psicoanálisis. AE, 23.
Green, A. (2001) “De locuras privadas”, Amorrortu Editores, Buenos Aires,
2001.
McDougall, J. (1989) Teatros del cuerpo. Editorial Julián Yébenes S.A.
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292
EL MISTERIORO SALTO DE LO PSÍQUICO A LO SOMATICO

Resnik, S. (1991) Espacio Mental. Siete lecciones en la Sorbona. Editorial


Julián Yébenes S.A. Madrid, España.
Rousillon, R. (2004) “Winnicott y la `necesidad` de locura” en Winnicott
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Winnicott, D. (1963) El proceso de maduración en el niño. Editorial Laia.
Buenos Aires.
(1964) Exploraciones psicoanalíticas I. Editorial Paidós. Buenos
Aires.
(1971) La naturaleza Humana. Editorial Paidós. Buenos Aires.
(1971) Realidad y juego. Editorial Gedisa, Buenos Aires.
(1986) El hogar nuestro punto de partida. Editorial Paidós. Buenos
Aires.
Winocur, J. (1995) El cuerpo del psicoanálisis en Revista de Psicoanálisis,
Asociación Psicoanalítica Argentina, nº4, 1995.
Winocur, Jorge, (1999): ¿Lo irrepresentable? en Revista de Psicoanálisis,
Asociación Psicoanalítica Argentina, tomo 56, n°2, 1999.

293
GEA. CENTRO DE SUPERVISIONES CLÍNICAS

294
LOS SUEÑOS DE GEORGETTE

Los sueños de Georgette


Un análisis en tres tiempos

SOCIEDAD CHILENA DE PSICOANÁLISIS


(ICHPA)1

Lorena Biason J, Trinidad Coloma, Clara Guendelman,


Martha Elba López, Liliana Messina, Lorena Pumarino,
Marcela Ramírez, Saúl Zúñiga2

Introducción
Cuando comenzamos trabajando se hizo evidente que sería
difícil aportar algo ya que la base es robusta teóricamente, la
exposición clínica es sorprendente y abundante en material. Y ahí
estábamos reunidos, varios colegas con distintos perfiles e intereses
conversando sobre la gran variedad de temas que este caso saca a la luz.
Cada vez que nos reuníamos salían más y más temas que podíamos
abordar. Prestamos atención a los emergentes constatando que nuestro
foco se centraba en la evolución del proceso analítico y escogimos los
sueños de Georgette para dar cuenta de esto.
Para efectos de este trabajo, el sueño será tratado principalmente
como lo propone Pontalis (1978) en su texto “Entre el sueño y el
dolor”, como un campo propio de la experiencia analítica:

1Info@ichpa.cl
2trinicoloma@gmail.com, lorenabiasonjara@gmail.com, cguendelman@gmail.com
marthalopez2006@gmail.com, l-messina@hotmail.com, lpumarino@vtr.net,
m_ramirez@manquehue.net, sdzuniga@uc.cl

295
SOCIEDAD CHILENA DE PSICOANÁLISIS

…en su oscilación permanente entre lo que puede decirse, desplazado,


censurado, negado, engañoso, pero puede ponerse en escena y lo que debe
callarse o gritarse para ser oído… en el otro polo, el dolor, que borra las
fronteras del cuerpo y de la psiquis, de lo consciente y lo inconsciente, del yo
y del otro, del afuera y del adentro (p. 8).

Sueño entonces pensado como una experiencia subjetiva del


soñador que sueña, experiencia intersubjetiva en la cura donde se le
lleva el sueño al analista a la vez ofrecido y retenido, diciendo y
callando.
La evolución también se aprecia en el lugar que ocupa el cuerpo
para Georgette. Lo psicosomático McDougall (1995) lo propone de
manera clara: un sustrato primitivo de desamparo psicológico, haría
que los significantes preverbales de la sexualidad arcaica -impregnada
de olores y sabores-, sólo secundariamente pudieran ser simbolizados
(“frutos prohibidos”) lo que crea el terreno propicio para las eclosiones
somáticas. La fijación de mecanismos somatopsíquicos tempranos
impediría la constitución de representaciones verbales que pudieran
más adelante proteger al cuerpo de los embates de las representaciones
cosa. Georgette es un buen ejemplo de cómo un trastorno somático
pasa a ser conversivo con el trabajo analítico (al simbolizarse) y cómo
un mismo paciente reúne distintos niveles diagnósticos haciéndose la
hipótesis estructural, inaplicable.

Sueños de angustia: el tiempo de la indiferenciación

En la segunda sesión Georgette lleva dos sueños:


Yoestabaaquíy Ud. estabaembarazada apunto dedarluz. También tenía enlas
rodillas una niña pequeña. Me desperté bruscamente, muy angustiada.” Y más
adelante: “Ella estaba en mi casa y me miraba jugar con una niña pequeña de
unos dos años. Se sentía feliz y en paz, como si ella, una niña, se encontrara al
fin a solas con la madre-analista (McDougall, 1995, p.164).

296
LOS SUEÑOS DE GEORGETTE

Estos sueños pueden entenderse como un anticipo de lo que será


luego su proceso terapéutico. Ambos incluyen a la analista dando
cuenta que ya antes de llegar estaba establecida la transferencia,
aspecto que se ratifica cuando dice en la entrevista inicial: "Espero
poder mostrarle lo que nadie más sospecha. Porque he leído algo suyo
que me dio valor...” (p.162). Se puede pensar que con esta
comunicación temprana Georgette intenta inconscientemente seducir
a su analista.
Su reacción al fin de la sesión cuando McDougall le informa que
no tendría sitio para ella antes de un año: “...enrojeció violentamente,
empezó a temblar y parecía tener dificultades para respirar” (p.163),
puede ser interpretada como una reacción somática cargada de
sexualidad, que tiene un potente efecto en la analista: “conmovida por
esta muda comunicación somática, me vi a mí misma tomando en
brazos a una niñita, como para asegurarle que no la abandonaría, que
su cuerpo no iba a explotar”(p.164). Es decir, se ve a sí misma actuando
como una madre con una niña pequeña, aunque luego agrega: “Debo
decir que encontraba a aquella mujer interesante, conmovedora, y
creativa en su forma de pensar” (p.164)
La amenaza de abandono, moviliza deseos libidinales, pre-
edípicos y arcaicos hacia la madre puestos en la terapeuta debido a su
urgente necesidad de ser contenida y sostenida; surge entonces el
sueño angustioso.
Si bien McDougall guiada por el contenido manifiesto, piensa
que Georgette se debe haber sentido anulada a los 15 meses, ante el
nacimiento de su hermana, Freud en su explicación acerca de los
sueños angustia nos lleva a pensar que es erróneo derivar la angustia
del contenido del sueño y que como toda angustia neurótica, la
angustia correspondería a un afecto sexual. Es decir habría que
sustituir angustia por excitación sexual. Por otra parte, explica que
para que nazca un sueño se requiere la cooperación de un deseo
inconsciente. Esta es la fuerza pulsional (Freud, 1907). En los sueños de

297
SOCIEDAD CHILENA DE PSICOANÁLISIS

angustia, el deseo es más fuerte que la censura. El soñante despierta,


antes que el deseo reprimido del sueño se haya impuesto a la censura
(Freud, 1916).
¿Acaso la madre embarazada resulta angustiante por la
sexualidad de la cual da cuenta? ¿El deseo reprimido es un deseo de
Georgette en relación a esta madre-analista embarazada? ¿Anticipa este
sueño su proceso terapéutico en el cual la sexualidad y los deseos
sexuales de la paciente, relacionados con la vida sexual de los padres,
de la madre, están al modo de las fobias, ocultos detrás de la angustia?
Angustia que por lo demás, es su motivo de consulta: “Realmente
necesito ayuda. Estoy tan deprimida... desde hace años tengo una
especie de angustia que no me deja vivir” (McDougall, 1995, p.161).
En ambos sueños el contenido central se organiza en torno a la
relación madre–hija, dando cuenta de que la primera transferencia de
la paciente es una transferencia materna en la que están presentes pero
ocultos sus deseos sexuales, sexualidad arcaica, previa al Edipo o de un
Edipo temprano.
El segundo sueño se puede entender como un sueño de
cumplimiento de deseo en relación a lo que espera sea el resultado del
análisis, siguiendo la idea del primer sueño, el deseo inconsciente
también dice relación con los deseos sexuales arcaicos de Georgette
hacia su analista.
La tercera referencia a los sueños de Georgette es introducida
por McDougall de la siguiente manera:

Si soportaba el dolor físico estoicamente, sin embargo se quejaba


amargamente del sufrimiento psíquico que experimentaba en la relación
transferencial, una transferencia materno-pasional que le provocaba angustia,
a menudo acompañada de edemas o de reacciones cutáneas alérgicas, antes de
cada separación. Cada fin de semana era un drama, y la cercanía de las
vacaciones era indefectiblemente precedida por una serie de sueños en los que
Georgette caía en abismos, o se aferraba a oscilantes ventanas, suspendida en

298
LOS SUEÑOS DE GEORGETTE

el vacío. Cuando me contaba sus sueños, se aferraba literalmente al diván,


tratando de acurrucarse entre los cojines como un animalito muerto de frío
(McDougall, 1995, p.169).

En Georgette el dolor físico es padecido sin cuestionamiento y


tolerado mejor que el dolor psíquico de la transferencia materno-
pasional. La amenaza de la separación provoca quejas (verbales) así
como síntomas en la piel. La presencia de sueños con contenido de
caídas y suspensión es un fenómeno de ocurrencia común y a su vez
arroja luz sobre las sensaciones corporales primarias (ser afectado por
la gravedad y ser sostenido) que dan cuenta de la dinámica única de
Georgette. Estas caídas aparecen como poco interesantes desde el
contenido figurado (ligado) pero con mucho compromiso somático. Sus
sueños pueden ser tomados en este contexto como la inminente
amenaza de ser soltada, no ser sostenida. Lo que nos recuerda la obra
de D. Winnicott (2005, 2008). Georgette menciona explícitamente que
su madre se encuentra imposibilitada para proveer un sostén mínimo.
La separación que excita y compromete a Georgette en términos
psíquicos y somáticos remitiría a esa carencia involucrando al
psiquesoma completo (Winnicott, 2011a).
En la reacción física que observa McDougall se estaría
actualizando, escenificando (no como recuerdo) la separación primaria.
Aferrarse al diván mientras cuenta el sueño muestra la angustia en
vivo, equivale motrizmente a la respuesta a una sensación de caída. Lo
que además va acompañado de estar a la espera de que el diván
(representante de su analista) le sostenga. Que ella sea capaz de
observarla “como un animalito muerto de frío” y tratarla como tal, leer
su necesidad de contención ante la amenaza de desamparo permite que
la transferencia materno-pasional se comience a despejar. El frío, por
lo demás, es una de las sensaciones en la piel más primitivas en la vida
de una cría humana, lo que se correlaciona con los síntomas que van
aparejados de estas experiencias. En palabras de Winnicott (2011b)

299
SOCIEDAD CHILENA DE PSICOANÁLISIS

estaríamos siendo testigos del fenómeno llamado descongelamiento del


fracaso ambiental.
Lo que facilita este proceso no es la presencia simbólica (o
interpretativa) del analista, sino una presencia concreta y real que
permite trascender el replegamiento sobre el cuerpo hacia una
regresión a la dependencia (Winnicott, 2011c). Tan importante como
que la analista ofrezca su interpretación es que ofrezca su presencia
corporal. Tan importante como que Georgette entienda que no está
cayendo (dejando de existir) cuando hay interrupciones en el
tratamiento es que constate con su cuerpo que en el diván no se
encuentra en caída libre. Podemos aventurarnos a decir que el trabajo
en esta línea, es lo que va abriendo paso a la evolución de la que iremos
siendo testigos en el material y el trabajo de los sueños siguientes.

Entre la espuma y el crêpe georgette: el tiempo de la transición

En el cuarto sueño aparece una nueva figuración:


He soñado que yo misma y otra mujer estábamos encerradas en un
ascensor y que las dos estábamos aterrorizadas. De pronto nos encontramos en
un cuarto de baño. Ella ya se había bañado y yo tenía que hacerlo en el mismo
agua. ¡Pero qué horror! Vi que la superficie del agua estaba cubierta de una
espuma repugnante. Me metí en el agua a regañadientes, pero aquella espuma
se me pegaba por todas partes. Empecé a arañarme los brazos furiosamente,
con las uñas, para quitármela, pero me desgarraba la piel, y la angustia me
despertó (McDougall 1995, p.174).

Esto nos hace pensar que para llegar a este momento el proceso
analítico ha progresado en la constitución psíquica del sujeto junto a la
re-significación de los objetos, encontrándose Georgette en un
momento de transición que le permite establecer límites mas allá de la
barrera corporal, dando pie a una diferenciación rudimentaria.
El inicio del sueño da cuenta de un mundo interno que resulta
sofocante, aglutinado, compartido; un continente-útero metálico,

300
LOS SUEÑOS DE GEORGETTE

frío e inhóspito, donde el terror está asociado a la caída libre. En los


sueños anteriores estas angustias de aniquilación aparecían de forma
fragmentada, acompañadas de un correlato motor, sin posibilidad de
acceder al mundo de la palabra, territorios inexplorados que
mantenían intacta la intensidad de la angustia, como verdaderos
agujeros negros, sin palabra ni simbolización. Eran verbalizaciones con
escaso contenido, “sentía que caía”. Para Winnicott (2012), estas
angustias se sitúan antes de la constitución del yo, momento en que la
madre debe identificarse con el bebé para contener e instalar una
continuidad existencial que lo proteja de caer en agonías
indescriptibles.
En este sueño se observan resabios de angustias primitivas, sin
embargo, éstas se encuentran anudadas a un relato más complejo y
elaborado como si se hubiese abierto una bisagra hacia el mundo
interior, aquel que se encuentra bajo la piel, dando cuenta de un
cuerpo psico-somático, atravesado por el deseo.
Si seguimos el contenido del sueño, estas agonías estarían
ancladas sobre la sexualidad arcaica. Lo primero que dice la paciente
luego del ofrecimiento asociativo de la terapeuta, es que su madre la
miraba eróticamente. Parece un salto entre la sobrevivencia y la
sexualidad, pero no lo es. El tránsito entre el plano de la necesidad y el
deseo pone en juego estos dos elementos de manera simultánea, donde
el engrosamiento del continente interno da soporte a nuevas
asociaciones, contenidos, fantasías y angustias que antes hubiesen sido
imposibles de tramitar o elaborar por su concreta crudeza.
Esta segunda parte pone de manifiesto, la simbiosis, el exceso de
madre, viéndose la paciente avasallada por sus deseos, desde los mas
ominosos, descarnados, inquietantes e infantiles. Intenta sacarse de la
piel a su madre, pero no sabe cómo hacerlo, grita, sufre, le duele, la
violencia de un amor inclemente que la expone al desamparo infinito.
Exceso y ausencia entrelazados como si fuesen uno solo.

301
SOCIEDAD CHILENA DE PSICOANÁLISIS

Comienza a abrirse un espacio mental que le permite ser, desde


un lugar particular, singular, donde el yo puede habitar, se trazan
límites, el asco establece un filtro mínimo, un dique psíquico, un
recoveco que da protección y recubre al aparato mental:
He vuelto a tener una de esas pesadillas, como cuando aún sufría asma.
Estaba en un barco minúsculo y el mar subía peligrosamente; me iba a
ahogar. Pero me escondía en una pequeña cabina donde me sentía segura. El
mar se volvía cada vez más amenazante y había un estruendo de tormenta.
Me di vuelta y vi a una señora conmigo en la habitación. Me dijo: “Dame esos
dos jarrones”. Me parece que aquellos dos objetos me pertenecen y no lo dudo
ni un segundo, se los ofrezco diciendo: “Ahora son suyos” (McDougall, 1995,
p.178-179).

Cabe mencionar que este sueño lo tiene Georgette en el 7° año


de análisis, ya con menos somatizaciones y justo antes de la
interrupción por vacaciones. Ella misma lo refiere como algo nuevo
que aparece a la manera de algo antiguo (“como cuando aún sufría
asma”). Al parecer da cuenta ahora de una relación de objeto con su
madre, ya no como una madre indiferenciada, dentro o adherida a la
hija. Este sueño, hay que recordar, conduce luego a un sueño inaugural
en el que en una situación peligrosa grita: ¡Papá!
“El mar subía peligrosamente… El mar se volvía cada vez más
amenazante y había un estruendo de tormenta.” Mar que Georgette
relaciona con una madre amenazante y asfixiante como su asma.
Señala al respecto, que para escapar a la muerte le había dado todo a
ella, su feminidad, su sexualidad y su maternidad.
Nos apoyamos para el análisis de este fragmento en la teoría del
Complejo de Edipo, en tanto estructura fundante en la constitución
psíquica, Edipo entonces encarnando la tragedia del Inconsciente, pero
ya no tan sólo desde el lado de un hijo culpable de desear a la madre y
querer asesinar a su padre sino, como dice S. Bleichmar, (2014) desde
el lado del niño como lugar de seducción del adulto. Esa vivencia

302
LOS SUEÑOS DE GEORGETTE

infantil, que en su condición de desamparo, da cuenta de ese inevitable


exceso de “otro” en la constitución psíquica de un sujeto.
Si lo sexual del adulto, en este estado inicial de desvalimiento, se
implanta en el niño (Laplanche, 1987) ¿Qué sucede en este caso
entonces, cuando el Edipo de los padres, como los de Georgette,
presenta ciertos avatares, qué padres internos han sido internalizados?
Prima al parecer, lo seductor y mortífero, propio del Edipo y que los
padres no terminan de reprimir, herencia de aquel encuentro con
aquellas figuras originarias y que ahora ella lleva como experiencia, a
través de su sueño a su analista, en víspera de una inminente
separación, dando cuenta de esa ilusión de ese lugar mítico donde nada
se separaría.
Este fragmento del material, nos permite analizar las dificultades
en la resolución Edípica resultando su cuerpo al comienzo, quizás un
único reducto posible, que testimonia tempranas transgresiones en el
momento inicial de desvalimiento. Georgette ya con varios años de
análisis, instala diques que permiten tal represión, estaba en un “barco
minúsculo”, se esconde en “una pequeña cabina” y a diferencia de la
interpretación de la autora, vemos aparecer a una mujer que da cuenta
de una legalidad: “dame esos dos jarrones” que son asociados como
pechos. Georgette señala que esos dos objetos le pertenecen (hacen
pensar en el recorrido psíquico de “Yo soy el pecho” a poder decir
“ahora son tuyos”) permitiendo luego el tránsito a la existencia y
estatuto de una investidura de objeto.
Logrando el trabajo de análisis una mayor reparación de la
envoltura narcisista que resulta complementaria de la investidura de
objeto que alcanza (describe a su madre de manera más realista, llama a
su padre, se instala la triada) internalizando a una madre-padre edípico
que permite la diferenciación, lo que es propio de lo ajeno, un adentro
de un afuera, a cada cual lo suyo, dando pie al llamado al padre.

303
SOCIEDAD CHILENA DE PSICOANÁLISIS

Mejillones y perlas: en camino a ser mujer

“Georgette tuvo un sueño inaugural en el que, en una situación


peligrosa, gritaba ¡Papá! Al despertar, mirándose al espejo, se descubrió
por primera vez en su vida un fuerte parecido con su padre”
(McDougall 1995 p.180).
Pide al padre que la salve, pero el vacío confirma la sentencia de
sus padres, que ella no se convertiría un día en mujer, no tendría
derecho a una vida amorosa y sexual. Sólo sus temores libidinales
arcaicos y deseos fusionales le corroboran que es un cuerpo vivo y en
pleno derecho sin riesgo a perder su identidad como sujeto, nos dice
McDougall (1995).
El trabajo analítico puesto en las fantasías polisomatizantes de
Georgette le posibilitó empezar a construir un nuevo orden simbólico
de la madre. Surge el lugar del padre edípico, luego de escuchar la
injusticia y denuncia desde las tramas de su subjetividad femenina
depositada en su cuerpo y deseo. Lo que la instituye y altera al mismo
tiempo; la transmisión de la madre, la abuela, la hermana, su madre
rechazando su feminidad y el lugar instituido de locas, putas, santas,
seductoras, hijas, esposas, abuelas, hermanas. Frente a la abyección de
que es objeto le regala a su madre su maternidad, sexualidad y deseo.
Ella grita pidiendo ayuda a su padre y reclama por una forma
diferente de vivir en familia, crianza y ejercicio de la parentalidad.
Ella gestiona sus fragilidades y arma sus resistencias frente a los
procesos de expropiación simbólica, erótica de su deseo, ampara
patologías desde la subjetividad sexuada y sus vínculos. La excitación
erotizada en el cuerpo aparece como la obstinación de lo humano en su
búsqueda vincular frente a la prohibición fantasmatizada de
individualizarse (“un cuerpo para dos”).
Por primera vez se reconoce parecida al padre, tratándose a sí
misma como el padre loco y violento cuando se trataba de su

304
LOS SUEÑOS DE GEORGETTE

feminidad o sus deseos sexuales (vuelve a nosotros bajo otra óptica la


imagen de la santa y el dragón).
En su mundo psíquico, Georgette construía un padre lagunoso,
con el miedo y el odio. Recuerda cuando leyó su diario íntimo donde
contaba su primer romance apasionado a los 17 año que desató una
orgía de odio por parte del padre, quien le pegó como un salvaje,
llamándola puta y gritando que era igual a su madre.
El deseo hostil frente a la parentalidad ha sufrido un destino de
represión temprana, conservando en la latencia el deseo hostil de saber
y poder en el orden de la subversión. Ana María Fernández (1994)
señala que lo apasionado contiene lo negado así como su propia
resistencia. Los manejos del poder y cómo este se manifiesta en los
afectos que se vuelven contra sí mismos parecieran ser un lugar clave
de trabajo con el sujeto deseante: resignificar el deseo hostil de saber y
poder tan caro a la feminidad. Deja de ser santa y se convierte en el
dragón que vomitaba fuego, descarga para resistir y defender aquello
que le posibilitaba generar nuevos deseos, ser una mujer de saber y
poder. Georgette y McDougall visibilizan las nuevas construcciones
femeninas y subjetividades: “encuentro a aquella mujer interesante,
conmovedora y creativa en su forma de pensar” (McDougall 1995,
p.164).
“Una vez, tras haber comido una ostra “para probar”, lo que tuvo como
consecuencia una grave reacción edematosa, Georgette soñó con el cuerpo de
una mujer que tomaba la forma de un mejillón” (p.182).

Sobre esto la autora aventura algunas interpretaciones:


…en mi opinión, los deseos de la niña pequeña de su interior que había
querido oler, tocar y probar el sexo materno, como medio primitivo para
convertirse en ella y para poseer así su propio sexo, sus privilegios sexuales y
el contenido imaginado de su cuerpo estaban fuertemente contrainvestidos
como deseos prohibidos y peligrosos” (p.183).

Describe aquí un mecanismo semejante a la formación de una


fobia infantil, pero que en vez de crear un síntoma (psíquico) se vuelca

305
SOCIEDAD CHILENA DE PSICOANÁLISIS

en una somatización, por su precocidad, por corresponder estos deseos


a una sexualidad arcaica. Lo que le da valor de verdad (eficacia) a las
asociaciones, especialmente las de la analista, es la desaparición de la
alergia luego de la interpretación. A esta interpretación le faltaba un
elemento que apareció después a propósito de un lapsus: hablando con
su marido Georgette dice “frutos del padre”. Con ello se ilumina el
recuerdo de la pasión del padre por los mariscos y una escena
particular en que lo observa comer con deleite un mejillón y que
abriendo sus dos partes para poner una gota de limón, le ofrece uno a
la pequeña Georgette.
Como en todo sueño, es la soñante la que se convierte en el
mejillón (alimento deseado por su padre y prohibido para ella). Ella
anhela, anheló, ser deseada (“comida”) por el padre, esto es lo
prohibido, lo aterrador, lo impensable, intraducible a representación
palabra. El sueño, por tanto hace este trabajo de traducción, le da
figuración a un deseo que no tenía forma (representación cosa) y luego
le da representaciones palabra, al relatarlo a su analista. Se ofrece en el
sueño como mejillón al padre, desde una posición ahora histérica
(nachträglich). Pero el deseo proviene de una etapa arcaica anterior al
sueño, este deseo de ser la “pasión del padre” y “su terreno particular”,
ser comida con deleite por él, es causa eficiente para una reacción
alérgica en el cuerpo, a falta de significantes que contengan este deseo
intenso de la pequeña Georgette, antes de sus tres años. Desde ahí es
difícil convertirse en mujer sexuada, También está el deseo, que
interpretó McDougall, hacia la madre, su olor y su cuerpo. Pero el
mejillón, pensamos, antes que a la madre apunta hacia el padre. Podría
ser la versión histérica, edípica, de los mismos impulsos, que primarios,
se dirigían hacia la madre y que tenían como única forma de expresión
las “eclosiones somáticas”,
McDougall interpreta además en el sueño la figuración de los
padres juntos: “Los mariscos: allí donde se mezclan los dos sexos ¿Es
esta una idea difícil de expresar y de reconocer?” a lo que Georgette
responde: “¡Era el olor! ¡El olor de mis padres juntos, de su habitación,

306
LOS SUEÑOS DE GEORGETTE

lo que había que evitar!” (p. 184). Recién entonces puede reconocer
que sus padres dormían en la misma habitación con ella hasta sus tres
años.
Aquí, el trabajo asociativo de la analista trae un sueño de los
comienzos del análisis: “veía ante ella un par de pendientes de cristal,
pero no podía ponérselos en las orejas” (p.185). Posiblemente
McDougall piensa en la escena primaria a partir de la palabra “par”
que da cuenta de los padres combinados, y las perlas (los frutos del
mar), esos pendientes “¡eran las perlas de cristal, en forma de gotas,
que adornaban la lámpara de su mesilla de noche!” (p.185).
La escena primaria es definida por Freud como un acto de
relación sexual entre los padres, observada o supuesta basándose en
ciertos indicios. Es fantaseada e interpretada por el niño que queda
excluido como un acto de violencia por parte del padre, que genera
angustia y excitación sexual (Freud 1900, 1918). Por su parte, Silvia
Bleichmar (2009) reformula el Edipo como la prohibición que toda
cultura ejerce respecto a la apropiación del cuerpo del niño como lugar
de goce del adulto. Afirma que la sexualidad infantil conserva un
estatuto de para-genital, insubordinable aún cuando sea reprimible, a
la reunificación genital, y como sexualidad prematurada, a partir del
lugar que la sexualidad del adulto ocupa en la constitución del
psiquismo infantil.
Al dormir hasta los 3 años con sus padres, Georgette los oyó
(asociación con las orejas) gozando sexualmente, lo que generó grandes
montos de excitación, angustia y sentimientos de exclusión. Debido a
la intensidad y prematurez de estos afectos no pudieron ser elaborados,
apareciendo más tarde como eclosiones somáticas, en la imposibilidad
de hablar de su cuerpo sexuado y en los sueños.
Debido a las descalificaciones de su madre, Georgette sentía que
le estaba prohibido querer y acercarse físicamente a su padre. Recuerda
la orgía de odio del padre al enterarse de su primer romance. La
atmósfera erotizada circulaba en el mundo de la niña pero sin tener
una ligazón con significados; la madre la miraba “casi eróticamente”,

307
SOCIEDAD CHILENA DE PSICOANÁLISIS

tenía amantes y ropa para seducirlos (crêpe Georgette) y la violencia


del padre junto a las asociaciones en torno a él (ser hijo de una “puta”
y adoptado por una “santa”), desconfirmaban su feminidad y
dificultaban su entrada a la sexualidad. Estas excitaciones quedaron
inscritas en el cuerpo y trayendo como consecuencia la descarga en
somatizaciones.
Los aros de perla se pueden relacionar a ser mujer adulta
sexuada a lo cual Georgette no tenía permitido acceder. Lo desea y lo
teme, “no se puede poner los aros”, está ligado a impotencia y
castración. Las perlas que provienen de los moluscos las asocia al olor
a los genitales femeninos y a la habitación de sus padres. Las gotas son
las gotas de limón que el padre le ponía a los mariscos para saborearlos
Y el cristal, elemento a la vez transparente y frágil dan cuenta de cómo
se sentía ella ante su madre. Esto nos permite ir entrando a la
dramatización final de Georgette.
A modo de reflexión, tanto el sueño del padre, del mejillón y de
los aros de perla se va articulando la última escena de un “teatros para
dos”. El primer tiempo del análisis de Georgette no era momento para
introducir el conflicto edípico, ni hablar de los cuerpos excitados.
Revisando el proceso desde los sueños de angustia, de la etapa de
indiferenciación, atravesando por una etapa de transición y mayor
capacidad de diferenciación, espuma y crêpe Georgette, para
finalmente transitar a una feminidad con mejillones y perlas. Ya no
hablamos de angustia flotante sin ligadura, ni de falta de holding. Con
mayor capacidad de simbolización, pudo reemplazar el dolor físico por
uno psíquico, dejando atrás a la desamparada y violentada Georgette,
dando vida a una mujer poseedora de un cuerpo con legalidad
deseante.

308
LOS SUEÑOS DE GEORGETTE

Bibliografía

Bleichmar, S. (2009) “Las paradojas de la sexualidad masculina”. Buenos Aires,


Ed. Paidós.
Bleichmar, S. (2014) “Las teorías sexuales en psicoanálisis, qué permanece de
ellas en la práctica actual”, Buenos Aires, Ed. Paidós.
Fernández, A., (1994) “La mujer de la ilusión”, Buenos Aires, Ed. Paidós.
Freud, S. (1900) “La interpretación de los sueños” O. C. Tomo V, Buenos
Aires, Ed. Amorrortu, 1975.
Freud (1907) “El delirio y los sueños en la “Gradiva” de W. Jensen. O.C. Tomo
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Freud, S. (1914) “Introducción al narcisismo”. O.C. Tomo XXIV. Buenos
Aires, Ed. Amorrortu, 1975.
Freud (1916) “Conferencias de Introducción al Psicoanálisis 14 Conferencia.
El cumplimiento de deseo. O.C. Tomo XV. Buenos Aires. Ed. Amorrortu
1975.
Freud, S (1918).” Historia de una neurosis infantil”. O C., Tomo XVII, Buenos
Aires. Ed. Amorrortu, 1975.
Laplanche, J. (1987) “Nuevos fundamentos para el psicoanálisis. La seducción
originaria”. Buenos Aires. Ed. Amorrortu.
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Winnicott, D. (2008) “Realidad y juego”. Barcelona, Ed. Gedisa.
Winnicott, D. W. (2011a) La mente y su relación con el psiquesoma en
“Escritos de pediatría y psicoanálisis”. Buenos Aires, Ed. Paidós.
Winnicott, D. W. (2011b) “Los procesos de maduración y el ambiente
facilitador”. Buenos Aires, Ed. Paidós.
Winnicott, D. W. (2011c) Replegamiento y regresión En “Escritos de pediatría
y psicoanálisis”. Buenos Aires, Ed. Paidós.
Winnicott, D. (2012). Preocupación maternal primaria. En “Escritos de
pediatría y psicoanálisis”. Barcelona, Ed. Paidós.

309
SOCIEDAD CHILENA DE PSICOANÁLISIS

310
DEBATIENDO EL CASO GEORGETTE

Debatiendo el caso Georgette

LA PESTE DE TEBAS1

Lic. Cóccaro, Mario, Lic. Denicola, Liliana. Lic. Isod, Carlos,


Dr. Loschi, Alberto, Dra. Sorrentini, Adriana2

Introito

El material clínico que nos ofrece Joyce McDougall fue el


terreno propicio que recorrimos en común para producir este capítulo.
Cada uno fue haciendo transferencia con las palabras que resonaban en
su pensar psicoanalítico y nos volvimos a encontrar con la lectura que
cada uno hizo. Allí fueron apareciendo hilos compartidos con los que
se armó este texto, metáfora del tejido psicoanalítico en el que nos
reconocemos. Otras ideas conservan el sello de origen de su autor pero
encontramos un trasfondo en común que anima nuestro pensar. Este es
su resultado.

Debatiendo.
AS: Adriana Sorrentini.
CI: Carlos Isod

1www.lapestedetebas.com.ar / secretarialapeste@gmail.com
2mario.coccaro@gmail.com, denicolaliliana@gmail.com, carlosido@live.com,
aloschi@fibertel.com.ar, adrianasorrentini@gmail.com

311
LA PESTE DE TEBAS

LD: Liliana Denicola


MC: Mario Cóccaro
AL: Alberto Loschi

A.S. – Esta presentación clínica ilustra un caso de los que JMcD


denomina ‘polisomatizantes’, manifiesta la descarga del material
inconsciente sepultado con característica ‘actual’, como presente
atemporal y puesta in actu de aquello que estaba in potentia. Material
del período infantil primario carente del recurso simbólico de la
palabra (in-fans) que opta por la vertiente somática como única
posibilidad de descarga. No responde a la interpretación, pertinente
ante lo reprimido, y requiere una construcción del acto que se
presenta. JMcD luego de años logró ingresarlo al circuito asociativo y a
la palabra. Se observa su trabajo que da lugar a la transferencia en la
persona del analista quien en diferentes oportunidades es el objeto
madre con quien Georgette se encuentra confundida y ella misma.

C.I. – Las personas a las que la autora llama polisomatizantes suelen


presentar durante el análisis de sus manifestaciones sintomáticas una
ausencia de sentido, o bien su ‘opuesto lógico’, un mosaico de sentidos
contradictorios. Por esa `labilidad de sentido´ y por una falla en la
funciones sintética y simbólica del Yo esos análisis responden, más que
otros, a la definición de interminables.

L.D. – Nada ha sido retaceado por la analista con el fin de ilustrar su


modo de trabajo, único por cierto en ese análisis, único a ese
encuentro. También la hallamos presente en el pensar su clínica y en
cómo rescata teoría de ella, hace teoría. La protagonista del análisis
cargará con un nombre en el que se conjugan el mito y un significante
nodular. En el sueño, hay una diferencia entre aquel que transcurrió

312
DEBATIENDO EL CASO GEORGETTE

durante la noche y el sueño relatado, producto del pasaje por


diferentes elaboraciones. De igual manera la sesión que conocemos no
es exactamente aquella sesión que ya transcurrió, sino que nos dará
noticia de ella el relato de uno de sus protagonistas (la analista), ya
pasado el suceso por el cedazo de la elaboración secundaría y sostenido
por el deseo acomodado a los ideales. Así vislumbramos entonces una
analista trabajando en su deseo de analizar y una paciente en quien se
despierta precozmente la transferencia.

C.I. – En esos análisis el analista tiene que soportar cierta


fragmentación de su conciencia y estar dispuesto a la arborización del
sentido que logra construir para esos síntomas. Se trata de ligaduras
lábiles por parte del Yo claudicante del paciente (y del Yo del analista
en identificación con él) que lo lleva a no encontrar sentido a lo que
pasa, o a encontrar ‘demasiados’ sentidos.
El ‘mosaico de sentidos’ resulta particularmente evidente en los
síntomas en la piel de Georgette que parecen aunar en forma
simultánea la retención de la mirada erotizada y erotizante de la
madre, la defensa contra el horror que esa mirada despierta, una
descarga pulsional inespecífica en la cual no está ausente un
componente masoquista asociado a la necesidad de castigo, etc.
(Encontramos esos mismos ingredientes en un cuento de Charles
Perrault llamado ‘Piel de Asno’, cuya lectura puede favorecer la
comprensión metafórica de este caso).
Es estéril intentar ‘neurotizar’ el cuadro a través de la construcción de
una Historia de la neurosis. Más bien se trata de resignarse a construir
historias fragmentarias cuyo sentido último es el de sostener un
vínculo terapéutico eficaz que dé sentido al transcurrir vital. Son
pacientes que viven gracias al análisis y para analizarse. Los años de
tratamiento mencionados acumulados por Georgette llevan a pensar
que se trata de un Yo que necesita asistencia perpetua.

313
LA PESTE DE TEBAS

M.C. – JMcD comienza diciendo que presentará la “historia de una


paciente…”. Historia es el resultado de una serie de entrelazamientos
de arduas elaboraciones de las que carece la paciente en cuestión,
según leemos en lo que sigue. “… con una extrema vulnerabilidad
psicosomática,…”. ‘Soma’ como aquello psíquico no representado
impide a Georgette construir una historia, es decir, que las
manifestaciones somáticas accedan a la palabra. Diferenciamos
entonces, del relato que JMcD hace, el padecer de la paciente.

C.I. – Un Yo fragmentado por un déficit constitutivo de naturaleza


traumática o por falta de soportes identificatorios adecuados más que
por la acción de mecanismos defensivos, y la transferencia y
contratransferencia fragmentadas concomitantes lleva a que el analista
tenga que renunciar a construir una ‘Historia’ de ese paciente. Sólo
puede construir historias, hilos de Historia.

L.D. – Tomo como inicio la expresión de un propósito por parte de


Georgette: “espero poder mostrarle lo que nadie sospecha” y una
primera hipótesis que la analista le asesta en el segundo año de análisis
y que produce un primer shock a la paciente. Le enuncia la analista su
creencia de que Georgette existía para probar que era una santa. Lo
que espera la paciente y lo que cree la analista, ambas circulan en el
terreno de la resistencia.

A.L. – En el primer sueño que sigue a la entrevista inicial aparecen


tres personajes: una mujer (que la elaboración secundaria asocia con la
analista), una niña de dos años (que JMcD asocia con la paciente) y un
embarazo (que JMcD asocia con el nacimiento de una hermanita). El
sueño aparece como respuesta a una reacción transferencial de la
paciente al comunicarle la analista que no tenía sitio para ella. De allí
infiere JMcD el efecto traumático que tuvo el nacimiento de una

314
DEBATIENDO EL CASO GEORGETTE

hermana. También podemos considerar que los tres personajes


representan tres aspectos del yo de la paciente. La mujer, que la
elaboración secundaria asocia a JMcD, correspondería a una
identificación imaginaria que Georgette necesita como sostén de su yo.
Ese sostén imaginario espeja un aspecto de la madre y de JMcD en la
transferencia. Georgette es la madre y es JMcD; identificación
imaginaria que sostiene a la niña de dos años (segundo personaje del
sueño) con su cuerpo enfermo. Este trastorno narcisista, al que acude
como recurso ante la ausencia de una identificación genuina, explica la
particular relación ambivalente con su madre y que, a nuestro
entender, no se reduce a una disociación entre una madre buena y otra
mala. La vivencia que experimenta frente a esa madre habla del
encuentro con un doble, una presencia que ataca la identificación
imaginaria creando una tensión agresiva; un doble ominoso que así
como salva de la muerte, a la vez la provoca. Son los signos de muerte
que la niña ve por todas partes y que la llevan a rezar al demonio
(¿padre?) para que la proteja de Dios (¿madre?). En su espacio interno
está rodeada de objetos ideales, lo que habla de un trastorno
importante en el desarrollo del complejo de Edipo con los padres de su
historia personal.

L.D. – La analista encuentra un alguien especial, una santa y la


paciente se propone estar a la altura de sus expectativas al prometerle
mostrar algo insospechable, momento de la transferencia enmarcando
la escena del análisis. Georgette se ofrece enferma (sufriente como una
santa) a la liturgia psicoanalítica. Se ofrece a ser tocada, manipulada, en
una suerte de doblaje del cómo ella manipula, toca, mira y escruta los
cuerpecitos de los niños en su práctica pediátrica.

A.L. – Los signos de muerte, Dios y el demonio son representaciones


que llegan a la conciencia desde lo sepultado, contenidos de sexualidad
y muerte que hacen al yo ideal, ese núcleo de narcisismo originario

315
LA PESTE DE TEBAS

que es traumático para el yo, una herencia de contenidos inefables que


el yo no puede procesar. Son los padres de la historia personal los
encargados de “administrar” la riqueza de esa herencia, transformando
la sexualidad arcaica en las vivencias eróticas y hostiles del complejo
de Edipo ya capaces de palabra. En la medida que eso ocurre, esos
contenidos pasan a enriquecer al yo. Para ello la constelación edípica
de los padres debe estar medianamente resuelta. No es el caso de los
padres de Georgette, la madre aparece como alguien narcisísticamente
volcada en sí misma, con una historia de desolación y desamparo que
le impedía tolerar y mucho menos procesar las angustias de la hija que
le reflejaban las propias. En cuanto al padre hay un manto de silencio
en el historial, sólo hay una referencia a un episodio de celotipia
violenta con la hija y se puede sospechar que padecía un trastorno
psiquiátrico importante que llevó a que su mujer y su madre adoptiva
lo aislaran en “el otro ala de la casa” y que él aceptara ese
confinamiento. Eso ocurrió entre los dos y tres años de Georgette. La
expulsión del padre del lecho matrimonial fue sustituida por
Georgette. Parece el destino que el oráculo (yo ideal) le anunciaba
(ordenaba) a Edipo: “Mataras a tu padre, compartirás el lecho con tu
madre”.

C.I. – Probablemente es un derivado sublimado de la pulsión


escoptofílica el que estimula en la analista el deseo de encontrar la
escena generadora del síntoma y ocupar un lugar en ella. Pero lo que es
válido para el plano de la psiconeurosis no es siempre válido para el de
neurosis actual, cualquier definición que se dé a esta última definición
diagnóstica. Para el abordaje del síntoma actualneurótico, el analista se
ve precisado a continuas construcciones que permitan una cierta
ligadura con palabras que requieren ser actualizadas y renovadas ante
los embates pulsionales, como parece sugerir Freud en “Análisis
terminable e interminable”.

316
DEBATIENDO EL CASO GEORGETTE

A.S. – La sexualidad humana es traumática desde sus orígenes, dado el


conflicto psíquico surgido del choque pulsional interno y la fuerza
coactiva externa. Georgette lo muestra desde el primer encuentro
sensual de reunificación postparto: boca-pezón, y ante la
indiscriminación entre pulsiones eróticas y sádicas se configura el
amor/odio contenido en la incorporación canibálica de la madre y
posterior necesidad de preservar el objeto. La madre, como objeto
separado del cuerpo propio promueve frustración y rabia por la
imposibilidad de dominio y según M. Klein, la depresión subsiguiente
a la pérdida de ese objeto primordial que JMcD denomina seno
universo. Freud, (La interpretación de los sueños) establece el
surgimiento del deseo. El reconocimiento de la alteridad continuará
posteriormente con la diferencia sexual, que implica el pasaje de la
bisexualidad inicial a la monosexualidad.

A.L. – En tal contexto edípico, los contenidos de “sexualidad arcaica”,


de los que habla JMcD, no podían encontrar vías de tramitación ya que
los mismos padres estaban inmersos en ella. La niña de dos años guarda
en su cuerpo eso sexual inconfesable –e inefable– de lo que no puede
hablar. Esos contenidos de sexualidad que emanan de objetos arcaicos,
ideales, desatan ansiedades primarias intolerables: angustia de fusión,
terror de desintegración y pérdida de identidad, que es como llegan al
yo las memorias inefables de incesto, parricidio, castración; un estado
de angustia mortífero y que realmente puede matar.

A.S. – Carecía de lugar propio, la demanda de fusión con la madre


entrañaba una muerte psíquica y sus deseos destructivos le hacían
temer devorar al padre, la madre y hermanas perdiendo su derecho a la
vida le procuraron una severa anorexia. Frambuesas y frutos de mar,
‘frutos prohibidos’ de contenido incestuoso, sepultados en su
inconsciente y no simbolizados como restos mnémicos de palabra,
permanecen como representación-cosa de descarga somática.

317
LA PESTE DE TEBAS

L.D. – Constituye una sexualidad que el padre le trae en la violencia,


en el pegar, y que apenas la sustrae del “pegarse” de la madre que
también la violenta. En el camino de la sexualidad recibe la línea del
padre, la puta o la línea matriarcal que la deja repudiando su sexo.
Recordemos que su cuerpo le resultaba repugnante, en especial
durante la menstruación. Le repugna su cuerpo de mujer, y cuando
surge la angustia, ella es catastrófica lo que le impide seguir pensando.

A.S. – Que la madre sea un ser diferente y autónomo es un hecho


traumático, más la presencia del padre como su partenaire sexual, se
inscribe como tragedia edípica (Cesio) que, castración mediante, inicia
el complejo de Edipo de la historia personal, cuyo desarrollo es
singular de cada niño con sus progenitores, con la amenaza de
castración como premisa en el Edipo negativo o castigo en el desarrollo
positivo. Implica la renuncia al deseo imposible de ser y tener ambos
sexos y la resignación de los progenitores como objetos sexuales.

A.L. – Esos contenidos, que guarda el cuerpo de la niña, es el tercer


personaje del sueño: el embarazo, lo no nacido, contenidos fetales no
integrados al yo posnatal. Podemos especular que ese cuerpo ruidoso,
que dio tanto que hablar, de haber permanecido mudo podría haber
dado lugar, en algún momento de la vida de Georgette, a una muerte
súbita o, quizás, a un cáncer.

M.C. – Desde muy temprano relacionó Freud los afectos con el


cuerpo. La “expresión de las emociones” tiene su manifestación en el
cuerpo. Tal como lo expresa en la Conferencia XXV de las Lecciones de
introducción al psicoanálisis, los afectos incluyen inervaciones
motrices o descargas y sensaciones. Cuando estos no logran expresión
encuentran al cuerpo: “… A mi madre nunca le “conmovía” mi
tristeza, pero cuando sufría físicamente sí se ocupaba de mí. Tengo

318
DEBATIENDO EL CASO GEORGETTE

miedo de dejar de “conmoverla a usted, de perderla también.” Muchas


enfermedades exteriorizan el afecto que no ha alcanzado expresión
formal como tal, es decir, falló la experiencia afectiva acorde a fines
derivando hacia el cuerpo (la parte que expresa la organización
somática) determinados estados afectivos que aparecen como
enfermedad.
Llamamos ‘Soma’ a lo mudo, carente de representación, ineluctable y,
por lo tanto, no discursivo; es “eso” psíquico no representado. En
sesión, más allá de lo no-dicho –efecto de la represión– hay un
indecible, esa falta de palabra que se expresa con cualidad somática,
afectos y/o actuaciones. ‘Eso’ –das es– es el ello que se manifiesta; la
falta de palabras hace que el cuerpo hable del yo lábil. Un ejemplo de
esto lo constituyen las varias manifestaciones epidérmicas que padece.
Es distinto cuando estas manifestaciones (que quedan asociadas con la
madre) se expresan directamente a cuando la paciente dice. “…Me
sentía constantemente en peligro de perderla” (refiriéndose a la
madre).

A.S. – Freud nos recuerda la significatividad de los restos mnémicos


ópticos (pezón-frutilla) capaces de producir una alucinación óptica
directa que no es recuerdo sino vivencia, sensación autoproducida
capaz de generar manifestación somática, lenguaje preverbal. En ‘El yo
y el ello’ (1923) leemos que el preconsciente se apuntala en restos
mnémicos del exterior que fueron percepción conciente. El pensar
visual, más antiguo ontogenética y filogenéticamente que el de
palabras, remite a un inconsciente diferente al de la represión
secundaria, un nivel constitutivo de lo psíquico donde se agitan las
pulsiones.

M.C. – Los movimientos somáticos se expresan en afectos; las


descargas motrices y los movimientos faciales que acompañan a los

319
LA PESTE DE TEBAS

afectos fueron en su origen reacciones frente a cambios o


modificaciones extremas de las condiciones de vida (saltos de
afianzamiento de la pulsión de vida frente a la deconstrucción de la
pulsión de muerte). Los afectos son memorias de estas marcas y
arrastran todas las vicisitudes que atravesaron. Los afectos impedidos
de expresarse encuentran en las manifestaciones somáticas su salida.

A.S. – Su cuerpo enfermo era su única propiedad que curaba mediante


sus pacientes. La enumeración de sus enfermedades, seguida del
comentario “pero nada de eso es importante” mostraba que se trataba
sólo de manifestaciones visibles de lo verdaderamente importante que
habitaba su inconsciente y permanecía ‘actual’, efectivo y operante.

L.D. – La transferencia se instala precozmente y repite avatares que se


suceden con el objeto primordial. Llamativamente la analista se ve
conducida por su propia transferencia a repetir una escena en la que, al
igual que la madre de Georgette, no encuentra un lugar para recibirla
y al igual que ella, también le merece una crítica el vestido con que
cubre su cuerpo, sucedáneo simbólico de los genitales. Vemos allí el
sometimiento de Georgette a la mirada de la madre en su ser de mujer.
En consecuencia se producen sensaciones de desmembramiento y
vacío. La explosión es su reacción ante la desestima: su cuerpo es una
bomba llena de odio que nada amoroso atenúa. El cuerpo pierde
contorno. La analista lo percibe y la toma imaginariamente en sus
brazos, atenuando la violencia con palabras que prometen no
abandonarla.

C.I. – En esa circunstancia JMcD describe el primer encuentro con su


paciente como alguien “grotescamente vestida”. Si prestamos atención
a la palabra, habla de una transferencia en la paciente en la que
predominan horror, burla y desprecio.

320
DEBATIENDO EL CASO GEORGETTE

M.C. – El afecto “es la repetición de una determinada vivencia


significativa”, dice Freud; es preindividual y las vivencias del
individuo le dan al afecto su particularidad de acuerdo con lo que es
vivido. Freud sigue en esto la idea de la filogenia que se encarna en la
ontogenia. La singularidad que adquiere en cada uno la expresión de
los afectos tomará en cuenta las experiencias hechas con el objeto.
Cuando G consigue expresar estos en palabras (metáforas) las
manifestaciones en el cuerpo ceden y alcanzan manifestaciones más
acorde a fines.

A.S. – Georgette era la mayor de tres hijas, a los 15 meses nació su


hermana completando su desinvestidura iniciada con el embarazo a sus
seis meses. A los tres años nació la segunda hermana, que convalida la
presencia del padre en el lecho conyugal al que ‘sustituyó’ cuando la
abuela paterna lo confinó a la otra ala de la casa. La analista se enteró a
los tres o cuatro años de análisis, edad de Georgette a la separación de
la pareja. Investida narcisistamente, vivía a la madre como asfixiante e
invasora, volcada en sí misma de manera que Georgette sólo existía
cuando respondía a sus expectativas, desinvestida ante el mínimo
intento de diferenciación le era imposible una existencia propia. La
describe disociada en dos personalidades: la que invoca para que la
proteja y la que la anula y asfixia. Reencuentra ambas en la analista.

L.D. – Georgette nos muestra que no ha devenido deseada y esa es su


tragedia, la tragedia de toda niña imposibilitada del viraje edípico al
quedar amarrada como en este caso a la desesperación por ser
reconocida. Una y otra vez ello la precipita hacia una imagen que la
deglute en un narcisismo que orilla lo siniestro. El cuerpo sufriente da
un paso adelante en esta escena insuficiente en su estructura, y la
defiende de ser deglutida por la imagen, imagen con la que se produce
la fusión en el movimiento alienante. “Tú eres yo, no existes”. Se
siente pegada a la madre o la madre pegoteada a ella, como la espuma

321
LA PESTE DE TEBAS

del sueño. Espuma al que sólo el dique de la repugnancia le da fuerza


para luchar en su contra. Cuando falla la metáfora, los diques son
recursos arcaicos a los que acude.

C.I. – Es conveniente, al respecto, no confundir represión con


labilidad mnémica. De tal manera que el analista, a la sazón una
mixtura de Scheherazade y Sísifo debe deconstruir cada vez sus propias
construcciones y las de su paciente para renovarlas con otras
construcciones que restañen la falta de ligadura proporcionada por un
Yo deficiente en su misma constitución. Es en ese contexto preliminar
que va transcurriendo el análisis y se va reforzando un vínculo en el
que las intervenciones del analista se subordinan a la función de
acompañamiento.

A.S. – Luego de años de análisis rescata unos sueños, un pensar en


imágenes que Freud denomina pensar arcaico: siendo bebé, al tomar el
pecho, encontraba en lugar del pezón una formación que luego
reencuentra en la frambuesa, transformándola en tabú por la
significación incestuosa de su amor canibálico hacia el seno materno.
El segundo sueño es una pesadilla en el que trata de arrancarse la piel
para no morir. La peligrosa espuma-piel remite al camisón de la madre
sexual, de una tela espumosa que la analista identifica como crêpe
georgette; la madre le dio un pañuelo con el que durmió durante años
(culpa por la masturbación).

L.D. – En el segundo capítulo JMcD desarrolla el tiempo de


construcción que logra en Georgette. Construcción de eslabones
verbales. La analista construye una escena a partir de un detalle
(perlas de cristal en forma de gota de la lámpara de la mesa de luz de la
habitación de los padres), intenta construir la escena primaria. Un
detalle perceptual será el olor de características especiales ya que es un

322
DEBATIENDO EL CASO GEORGETTE

estímulo para el que no hay barreras corporales. El olor del sexo, de la


habitación, de la cama de los padres. Un alimento como los mariscos
(característicos por su penetrante olor) es elegido como nudo
significante. Un sueño adviene en que el cuerpo de una mujer se
transforma en mejillón. No se trata de una promesa del don, del falo,
sino que la fija al encuentro de lo que esconden los labios entreabiertos
de una mujer, su secreto (¿le indica mostrando un modo de goce
propio, el camino hacia la mujer?). La diferencia está dada por el olor.
Queda retenida en ese punto y es donde la interpretación analítica
muestra ser efectiva.

A.S. – Las fantasías y afectos originarios de poseer sexualmente al


progenitor del mismo sexo y al mismo tiempo ser el progenitor del
opuesto conservando los privilegios y prerrogativas de ambos, son
deseos infantiles bisexuales irrealizables. Fantasías y afectos
traumáticos para el infans, sin acceso a la palabra acceden a la vertiente
somática para su descarga, como vemos en Georgette cuando lo actual
sepultado se manifiesta como alergia a las deseadas frambuesas (pezón-
pecho materno) y al pescado y mariscos que remedaban el olor del sexo
parental y la escena primaria cuya existencia negaba. La transgresión al
tabú del incesto mediante la ingesta de “frutos prohibidos” convocaban
sanciones somáticas graves: edemas, asma y violentas reacciones de
piel desde los cuatro años.

C.I. – El déficit en las investiduras narcisistas, que explicaría la


polisintomatología por una posición libidinal autoerótica (el cuerpo se
fragmenta como el Yo, el Yo se fragmenta en sintonía con la
fragmentación corporal, el Yo es ante todo un Yo corporal…
fragmentado) se articula con una perturbación en el plano de las
investiduras de objeto, lo que supone transferencias también
fragmentarias que puede ocasionar reacciones defensivas en el analista,
cuyo narcisismo puede resistir ver su imagen reducida a pedacitos.

323
LA PESTE DE TEBAS

Diferenciar hasta donde ello es producto de una defensa yoica o de un


déficit en la constitución del Yo queda como tema abierto. Esta
cualidad de investidura y la defensa de la analista hace que disminuya
su capacidad de insight.

M.C. – Y esto se juega (spiel) en sesión, en el teatro transferencial.


Antes que señalar la participación del yo como dramaturgo o director
pienso en la acción de actores que son tomados por personajes (tal
como sucede en ‘Seis personajes en busca de autor’) condenados a
repetir siempre el mismo libreto (compulsión de repetición) y
solamente recuperando la capacidad de analizar es como la pulsión de
muerte puede ser ligada cesando en su compulsión.

C.I. – La sobreinvestidura-mosaico implica que el analista deba


realizar su trabajo en estado de frustración, lo que produce fallas en su
atención flotante que pueden llevar a distracciones severas o, en
versión reactiva, a detenerse obsesivamente en detalles del contenido
manifiesto.
Es así que el analista se ve obligado a renunciar, en primer lugar, a un
diagnóstico y a una comprensión totalizante y, en lo que refiere a su
contratransferencia, a un filling coherente y estable.

A.L. – Un recurso es convertir, al modo de una histeria, esos


contenidos inefables de sexualidad arcaica y muerte, en trastornos
somáticos, lo que JMcD llama “histeria arcaica” y que nosotros
nombramos como “conversión actual”, diferenciándola de la histérica.
Esa angustia primaria es ahora inervación somática, una actualneurosis,
una sexualidad que enferma.

324
DEBATIENDO EL CASO GEORGETTE

L.D. – Georgette se niega, no quiere hablar, desestima indagar en sus


malestares. Allí se halla la clave, ¿el secreto? Lo cierto es que al
instalar un secreto, una sospecha, se demarca un más allá. El sueño de
caída en el vacío muestra lo vacilante de este obstáculo. Al igual que
cuando la analista se ve sorprendida en su real y en la confusión de
quién es la cara, la propiedad del cuerpo nuevamente se disputa.
La analista reacciona con el artilugio de respuesta en espejo pues
vivencia que Georgette le priva de su identidad como sujeto físico y
psíquico. La “ilusoria” unidad se interrumpe por un suceso
insospechado cuando Georgette se cruza con el marido de la analista, la
unidad cae entonces en pedazos.

A.L. – JMcD dice que es luego de haber podido elaborar en análisis


esos contenidos cuando aparece en G. un sueño del que despierta
diciendo –papá–. Esa expresión –papá–, anuncia la aparición de un
significante que organiza de otro modo el psiquismo; un nacimiento.
Aparece entonces, por primera vez en esos años de análisis, un
recuerdo encubridor con la figura del padre. Ese recuerdo condensa,
como dice J.M.D., la escena primaria, también el ser fecundada por el
padre pero, sobre todo, es el padre que, separando los labios del
mejillón, la separa de la madre y la trae al mundo. El recuerdo
encubridor es ya otro producto psíquico que el trastorno somático, en
él se organiza y condensa la sexualidad infantil, de la cual, el recuerdo,
ahora es metáfora; y la metáfora abre a la sexualidad de placer.

M.C. – A diferencia de lo expuesto por JMcD, que encuentra en lo


vivido en la niñez el fundamento de los síntomas de Georgette,
consideramos que SOMA es una estructura correspondiente a todo
aquello para lo que carecemos de representación. Una de sus
manifestaciones son las expresiones somáticas. Estas manifestaciones
de pulsión sexual genuina, pulsión de muerte, sin tramitación ni
mediación yoica, son ‘las vivencias de la cura psicoanalítica’. No se

325
LA PESTE DE TEBAS

trata de una reproducción de un acontecimiento pasado de la vida del


paciente. Es obrar puro del imperativo de la pulsión a restablecer el
vaciamiento de sentido, la ausencia de ligadura que el perturbador de
la paz (Eros) pretendió introducir para desviar el curso de los
acontecimientos. Lo entendemos como repetición en tanto es
actualización de lo actual, lo que insiste y persiste como impresiones
no tramitadas, sin repetirse porque la vivencia es. Soma se presenta
como relleno de aquello que es irrepresentable: incesto-parricidio-
castración. Es una creación imaginaria sostenida en ideas inconcientes
referidas al argumento de la tragedia edípica (Cesio) que le otorgan
significado y apoyadas en lo ‘actual’ que le da realidad.

C.I. – En síntesis, esas patologías dificultan que el analista responda de


manera satisfactoria a la indicación técnica de Freud de mantenerse en
el plano de la superficie psíquica. Ello se debe a que esas
presentaciones sintomáticas se dan en personas que, en principio,
tienen carencias en la constitución y funcionamiento de esa superficie,
entre cuyos componentes se encuentran la palabra, el asociar, las
resistencias, los mecanismos de defensa sobre los pensamientos y la
elaboración secundaria, así como la capacidad para transferir sobre las
representaciones-palabra y la figura del analista como representación.
Todo ello impide seguir la secuencia ideal de anteponer la cancelación
de la resistencia a la interpretación de lo resistido y lleva al uso
intensivo de las construcciones que “sólo deberían constituir una tarea
preliminar”, ya que “la tarea casi exclusiva del analista es la de cancelar
las resistencias” que presenta el discurso.

Para finalizar (síntesis): llegando al final la discusión se prolongó en el


título que llevaría el capítulo. Cada uno pensó uno que, en pocas
palabras, exprese la idea y el sentido de lo compartido en el debate.

326
DEBATIENDO EL CASO GEORGETTE

M.C. – ¿Qué título le ponemos?


L.D. – ‘Una analista trabajando’; me parece bueno.
C.I. – Pero ese trabajo muestra ‘Una dificultad en el análisis’.
A.L. – Dificultad que va ‘De la actualneurosis al recuerdo encubridor’.
M.C. – ¿Actualneurosis? Entonces puede ser ‘SOMA, “eso” psíquico no
representado’.
A.S. – Todo eso se expresa en que ‘Lo sepultado del alma grita por el
cuerpo’.

M.C. – Bueno…, “Debatiendo el caso Georgette”, ¿les parece?

327
LA PESTE DE TEBAS

328
ARTÍCULOS SOBRE EL CASO GEORGETTE

Articulos sobre el caso Georgette

MAYEUTICA

Consideraciones para una lectura de la clínica

Edgardo Feinsilber1

Se trata de un caso considerado como polisintomatizable, presentado


como una teatralización de un cuerpo para dos, es decir como una
ficción a la que analíticamente tendremos que llevar a ser poiética, por
articular con arte el obrar de cada qien, lo que nos lleva a
interrogarnos por la concepción del cuerpo.
Partimos de la diferencia propuesta por Jacob (1) entre el
organismo viviente que reproduce su soma, y el cuerpo, que por su
dimensión lenguajera se considera uno, tanto de placer como de goce.
Para Freud ese cuerpo es ante todo un yo corporal (2): en ‘El malestar
en la cultura’ propone que ‘El cuerpo propio, destinado a la ruina y la
disolución, no puede prescindir del dolor y la angustia como señales
de alarma´ (3). Tenemos así un cuerpo propio, pero por ello uno
impropio y también un cuerpo pulsional. Roberto Harari en ‘¿Qué dice
del cuerpo nuestro psicoanálisis?’ propone una trivisión: un cuerpo de
lo Real, ese cuerpo-propio cerrado, como un ground inicial, un piso de
base, dicho por el alma, así un ‘cuerpalma’; un cuerpo de lo imaginario,
impropio, destinado a la fragmentación y a los tatuajes, y un cuerpo de
lo simbólico, agujeral, pulsional, erogenizable, y sexuado (4).
Si Lacan proponía que él soportaba lo inconsciente de la
copulación del lenguaje con el propio cuerpo, y que la angustia es el

1 mail@edgardofeinsilber.com.ar

329
MAYEUTICA

temor de reducuirnos a nuestro propio cuerpo, por la falta de apoyo en


la castración, decimos que el cuerpo en su multiplicidad es lo que uno
tiene pero no lo es, por lo que el balbuciante adora su cuerpo porque
cree que lo tiene.
Tenemos entonces un cuerpo diferenciado en la histeria con sus
conversiones, en la psicosis con sus delirios, alucinaciones y sus
palabras impuesas, y en lo psicosomático, que McDougall presenta con
eclosiones somáticas no simbólicas con las que se muestran las
paradojas afectivas. Estas eclosiones son entendidas como una forma
muda de comunicar una rabia narcísica (5) y un miedo primitivo. La
analizante relata que se apoyaba en el canto como los niños autistas
para no oir sus pensamientos. Se trataba de hacer hablar a ese cuerpo
monstruoso combinado de ella y su madre, de hacerlo hablar para
llegar a un cuerpo propio, cuerpo al que la psique intenta hacer hablar.
Aquí nos servimos de la posición de Pascal Quiñard quien en ‘El odio a
la música’ explica que en griego ‘psyque’ significa aliento, a partir de
sus gritos, su tono, su timbre, su voz, su cadencia, su silencio y su canto
(6).
Una consideración que marcamos es a la condición fetichista del
pañuelo con el que durmió durante años, de tela crepe georgette, que
da nombre al caso. Podemos entenderlo como un objeto, un referente,
que vale como signo, lo que da existencia al sujeto. Es por lo que
implica de otredad que hay un sujeto, objeto con valor de signo, con su
implicancia significante, con lo que se hace cuerpo. Lo otro
representante del Otro, es el cuerpo señalado con su fetichización. Así
el Otro es el cuerpo y también lo inconsciente. Si en esta historización
el tejido del pañuelo se asocia como recuerdo encubridor con lo
seductor de su madre para con sus amantes, la conclusión de
McDougall es que la paciente fantaseaba ser el galán de su madre,
fantasma con el que soportar su distancia controladora, pues no se
consideraba tocaba, pero sí atravesada, penetrada con la voz y la
mirada materna.

330
ARTÍCULOS SOBRE EL CASO GEORGETTE

El caso Georgette es presentado como una terapia a partir del


trabajo con las identificaciones objetalizadas, y una concepción del
aparato psíquico dividido en un interior y un exterior al que se debe
unificar. Recordemos que una terapia psicoanalítica se sostiene en la
articulación de una compulsión repetitiva obra de la pulsión de
muerte, y una dimensión del amor enlazada, a la que llamamos
transferencia.
Harari en ‘Las disipaciones de lo inconsciente’ nos alerta de la
necesidad de diferenciar el goce-en-cuerpo del goce-del-cuerpo. El
goce-en cuerpo es el del significante, que se articula en discurso, por
lo que es interpretable, que hace posible que el síntoma se evapore, que
se reduzca, en tanto el síntoma es real en tanto del orden de lo
imposible, es simbólico en tanto es verdaderamente real y es
imaginario pues mantiene un sentido en lo real, siendo tal el
compañero obligado de la subjetividad. El goce-del-cuerpo es el del
goce fálico encarnado, que si es psíquico tendremos que saber leer y
audicionar en lo que el alma-psique dice de él, - pues el alma es lo que
se dice del cuerpo en lo que conviene-, a partir de enlazar lo fónico y
lo fonemático. Lo fónico hace al sonido, lo que se audiciona de la voz
pulsional corporal y lo fonemático es lo que se lee de lo escrito, de las
letras de lo inconsciente con las que se ha inscripto una punta de real.
Ellos son los elementos que nos guían en la dirección de una cura.
Este caso presenta en la clínica la cuestión de diferenciar en los
efectos corporales lo que hace a lo conversivo histerizado de lo llamado
psicosomático con su lenguaje sin habla, mudo pero no por ello no
pulsional.

Bibliografía
(1) F. Jacob. La lógica de lo viviente. 1970. Laia. Barcelona. 1977. pg. 313. En
R. Harari. La repetición del fracaso. Nueva Visión. 1988. Bs. As. Pgs. 102 a
105.

331
MAYEUTICA

(2) S. Freud. El yo y el ello. 19213. Amorrortu. 1984. T. XIX. pg. 27.


(3) S. Freud. El malestar en la cultura. 1930. Amorrortu. 1984.T. XXI. pg. 76
(4) R. Harari. ¿Qué dice del cuerpo nuestro psicoanálisis? Letra Viva-
Mayéuica. 2012. 169 a 173.
(5) S. Freud. Introducción del narcismo (Narzissmus). AE. Cit. 1984. T. XIV.
1914. pg.67.
(6) P. Quinard. El odio a la música. Elcuenco de plata. 2012. Bs. As. Pg. 42.
(7) R. Harari. Las disipaciones de lo inconsciente. Amorrortu. 1997. Bs.As. pg.
190.

Posibilitando un análisis
Manuel Rubio2

Cuando desde lo epocal al cuerpo se lo suele reducir a su causalidad


orgánica (con o sin prioridad de la genética) o se lo cultiva desde la
imagen (con múltiples restauraciones, reciclajes, duplicaciones…) el
psicoanálisis sigue posibilitando otro alojamiento, el de un sujeto
descentrado que sufre, y el caso presentado por Joyce McDougall lo
muestra en su puesta en acto. Puesta en acto de la realidad de lo
inconsciente, que al decir de Lacan es sexual; una manera de entender
la transferencia en psicoanálisis.
Sabemos que la transferencia es con el psicoanálisis y se da por la
suposición en lo inconsciente, por lo tanto, podría ser cualquier
analista quien ocupe ese lugar. Sin embargo, también sabemos que se
encarna en uno, con quien el que consulta puede hablar de un modo
que no hace con otras personas y además se escucha al hacerlo. Esto,

2 rubjuanmanuel@gmail.com

332
ARTÍCULOS SOBRE EL CASO GEORGETTE

por cierto, es sólo posible si el analista sostiene ese lugar otorgado, o,


en otros casos, construido a partir de las entrevistas preliminares.
¿Cómo recayó en McDougall? “Porque he leído algo suyo que
me dio valor… como si usted me permitiera estar enferma
psíquicamente”. Convite que acepta “¿Puede hablarme más de esta
parte loca?”. Permite evocar el episodio en el tren narrado por Freud
en Psicopatología de la vida cotidiana3 cuando su joven compañero de
viaje olvida una palabra: “…usted sostiene que nada se olvida sin
razón. Me gustaría saber cómo di yo en olvidar ese pronombre
indefinido, ‘aliquis’”. Freud toma el guante y le contesta “podemos
averiguarlo…” y le propone el método para hacerlo, la asociación libre.
En el caso que nos ocupa, la analista también muestra que es
quien dirige la cura, ya que, más allá de la “urgencia” de la consulta,
sostiene el tiempo de espera que ya le había anticipado; “le repetí lo
que ya le había dicho por teléfono: que no habría sitio antes de un
año…”. Es muy interesante la formulación, conteste con lo ya dicho en
la transferencia se trata de un lugar, “sitio” que será encarnado por un
analista que pone su tiempo y espacio, por eso continúa, “…pero que
podía ayudarle a encontrar otro analista”. La respuesta no se hace
esperar, y con el modo corporal propio de su constelación clínica,
diciéndole “Discúlpeme, me siento muy rara. Es como si se me
hinchara el cuerpo…”. “No me rechace, la esperaré el tiempo que sea
necesario”. El lugar estaba ya decidido, su transferencia estaba dirigida
a un nombre, el supuesto saber sobre su padecer ya estaba encarnado
en un sujeto.
Más allá de que el motivo pudiera ser la agenda de la
psicoanalista, ese tiempo de espera, esa distancia corporal haciendo
desear, seguramente no fue un dato menor en este tratamiento. Abre
más aún los momentos diferenciales entre las entrevistas preliminares
y el camino del análisis. El sostén estuvo dado en que la analista se

3Freud, S. (1976) Psicopatología de la vida cotidiana. Buenos Aires. Amorrortu. T. VI.


17.

333
MAYEUTICA

hace cargo de decidir “si era conveniente que esperara un año”, para lo
que la cita a una segunda entrevista. La respuesta no se hace esperar,
dos sueños transferenciales anticipan otros tiempos del análisis, dado
que, del material de las asociaciones, recién “…años después […]
reconstruimos el guión inconsciente que en aquella época se
representó sin duda en su psicosoma”.
Cómo pide la paciente era más evidente, pero en cuanto a lo que
demanda y el “proyecto de análisis” que plantea es también algo que
participa de la espera, porque recién luego de años de trabajo, la
analista afirma cual “era naturalmente el motivo de haber reanudado el
análisis”. Dice reanudado porque había transitado otro análisis
previamente, y en cuanto al motivo, se refiera a una “lista de males
psicológicos” en relación al temor del retorno de angustias de su
infancia y múltiples fobias, no las manifestaciones “polisomáticas”.
Es interesante, igualmente, el tiempo que la analista necesitó
para convencerse, ya que al inicio de la primera entrevista Georgette le
expresa “… Estoy tan deprimida… desde hace años tengo una especie
de angustia que no me deja vivir” y poco después “Espero poder
mostrarle lo que nadie más sospecha”, habiéndole anticipado que
“durante mis cinco años de análisis no pude hablar de mi cuerpo ni de
mi vida sexual”.
Ya que estamos ante un texto, podemos preguntarnos: ¿el escrito
de un analista es sólo para comunicar una experiencia o para dar
cuenta ante colegas de su trabajo? Este caso lo muestra también como
un momento del análisis sobre el que está escribiendo y el hacerlo
tiene incidencias en el mismo. La letra ya formó parte del pedido de la
paciente, “he leído…”; ahora la analista le pide permiso para escribir,
“pedí a mi paciente permiso para utilizar, para una ponencia
científica… Le pregunté igualmente (como hago a menudo) el nombre
que quería que le diese”. Hay mucho en estas formulaciones, sólo tomo
el paréntesis, lo cual la ubica en un no todos, sino sólo a menudo, con
lo que esa elección es seguramente un efecto en transferencia (es como

334
ARTÍCULOS SOBRE EL CASO GEORGETTE

contratransferencia que la analista se refiere en varias partes del texto).


Además, en ese circular de los significantes a partir de las letras del
relato en análisis, el nombre es fruto del trabajo del análisis mismo, en
sus múltiples desplazamientos y condensaciones transferenciales,
fantasmáticos y de construcciones, que quedan mostrados en el escrito.
Es interesante la respuesta de la paciente, acorde a su modo no
diferenciado, “Me gustaría llamarme…”, no toma distancia del
personaje que aparecerá como caso escrito, no habla de ella sino que lo
es, al modo en que quien en un espejo se ve a sí mismo y no a la
imagen de sí.
Ya durante el análisis quien sostiene la espera es la analista,
mostrando que no precipita el saber, la procura de datos o la cura,
expresado reiteradas veces: “como iba yo a saber más tarde”, “iba a
enterarme tardíamente que…”, “las dos necesitamos un largo trabajo
analítico para descubrir que…”. Por las expresiones de la analista
captamos que esperaba que le “cuente”, le “diga”, le “confirme” sus
suposiciones. Es interesante que en las sus primeras épocas de su
enseñanza, Lacan refiere que cuando un paciente llega no le habla al
analista, sino que habla de él y recién en un segundo momento, una
vez que hay trabajo de análisis y cambios subjetivos le habla al analista,
para al final, sí le hablar de él al analista.
Lo vivo del relato no sólo está en el discurso de la analizante,
sino también en lo que la analista revela de su modo de trabajar. Así,
encontramos la sorpresa de la analista cuando su analizante recuerda
una interpretación en torno a “si la piel dejara de dolerme”, y ella
aclara al lector que lo había dicho “pensando también en una piel
psíquica, interna…”. Del mismo modo en que muestra el modo en que
se presta en la transferencia, apareciendo en ella las representaciones
fantasmáticas de lo escenificado por la analizante, por ejemplo
“acurrucarse entre los cojines como un animalito muerto de frío” …;
más aún cuando se presta “a dejar flotar mis propias asociaciones”.

335
MAYEUTICA

Lo rico del relato permite seguir la lectura psicoanalítica más allá


de la manera en que, acorde a sus supuestos, lo teoriza la analista. Sea
de la relación de lo inconsciente con el cuerpo y el lenguaje, de la
topología de aparato psíquico que muestra el relato del caso, de las
operaciones de constitución, de las modalidades de Otro, de las
consideraciones sobre lo madre y lo padre, del modo de construir la
demanda, del lugar e importancia del fantasma, de cómo piensa la
pulsión, la repetición o cómo considera el placer y goce en el síntoma o
la angustia en la economía psíquica…

Lecturas de la clínica
María R. Borgatello de Musolino4

Nuestra lectura de lo transmitido en este material clínico, se centra en


dos cuestiones que abren otros interrogantes. Pasemos a ellas.
En la escena analítica, el cuerpo ¿es el lugar del montaje
subjetivo que Joyce McDougall llama polisomatizante y caracteriza
como ‘vulnerabilidad psicosomática’?.
Si así lo fuese, ¿qué variantes presenta la cristalización en
síntoma del placer de órgano en la histeria y en las reacciones
psicosomáticas de los órganos?
A fin de pensar algunas, pensemos que la vida pulsional sirve a la
función sexual –a la función que había llamado libidinal, en la
Conferencia 21. Agrega que un gran número de pulsiones parciales,
provenientes de distintas partes o regiones del cuerpo pugnan,
reclaman y hallan satisfacción en el placer de órgano. Así es que la
pulsión consigue expresar en palabras las correspondencias entre

4 mrbmusolino@gmail.com

336
ARTÍCULOS SOBRE EL CASO GEORGETTE

símbolo y síntoma. Éstas constituyen el fantasma, con el goce del


cuerpo recibido en significantes desde antes de nacer pues antes de
hablar ya ha sido hablado.
Entendemos que la vida pulsional entonces, sirve al objeto letra
a causa de deseo. El que asocia el cuerpo a un símbolo y a una
significancia o… se incrusta en el cuerpo orgánico.
Las manifestaciones de la letra de éste habrá sido, ¿señalan la
convergencia de los habiendo sido cuerpo en las palabras presentes que
su analista interpreta?.
Parece que sí. Cuando sugiere que una forma de maternizarse a
sí misma…, le daba la sensación de estar a gusto con su piel, Georgette
halla satisfacción en el enunciado de problemas digestivos, eczemas,
urticaria, alergias cutáneas o hinchazón.
En estos habrá sido, ¿es ‘polisomatización’ la conversión de lo
Imaginario-libidinal-narcísico que inerva el cuerpo?.
Se nos impone una necesaria distinción entre la neurosis y las
reacciones psicosomáticas de los órganos. Cualquiera sea la
constelación clínica de la pulsión en transferencia -reitera Freud.
Ésta constelación se sitúa en un plano muy diferente, cuando los
órganos entran en juego en la relación narcisista. ¿Por qué?. Porque es
en esta relación Imaginaria corporal con el otro donde se forma el yo
que goza y es, en “lo nuevo” que hace aparecer la pulsión. Esto es, un
sujeto que fantasma su realidad.
A causa de ella, en Georgette las investiduras intraorgánicas,
¿autoeróticas, “autistas”?, devienen ‘secretos eróticos’ inconmovibles.
Esto quiere decir que el enraizamiento de su deseo insatisfecho en el
conflicto amoroso edípico, origina fantasmas de omnipotencia ante el
odio –que, desplazado a los medicamentos, la preserva en síntoma.
Por esto mismo, dice saber qué hacer para curarse a sí misma. Su
desafío polimorfo insiste en tachar a ese Otro del saber, al que está

337
MAYEUTICA

indefectiblemente alienada, para conservar el placer de órgano y el


goce del síntoma que la hacen existir.
En este sentido, nos interroga la incidencia que podría tener el
goce de aquella representación insoportable que se volverá inofensiva
cuando “la suma de excitación sea traspuesta a lo corporal” (Köperliche
umgesetzt wird, GW, I,63). En este caso por la fijación a determinada
identificación al padre o la madre que, a través de la transferencia de
amor, actualiza en la analista.
Un posible cuerpo para dos, vuelve a traer la pregunta sobre ese
goce específico que la palabra no agujerea en las psicosomáticas. Este
goce, ¿aportará al enigma escrito en el cuerpo o será responsable de la
conversión?. Tal vez sea necesario, analizar los arcanos del trazo unario
que genera en esa transferencia osmótica especificada por la analista.

¿Por qué pivoteará lo escrito en el cuerpo, alrededor del trazo unario?


En primer lugar porque estos enigmas refieren, a la expresión de
temores libidinales arcaicos y de deseos fusionales acompañados por
una rabia narcisista y un miedo primitivo inconsciente –nos dice.
Advertimos, pues, que la analista es el interpretante de la
prohibición fantasmatizada de individualizarse. Escucha, oye y lee un
goce que impide el abandono del cuerpo de la madre. Abandono que,
evidentemente, ya se produjo porque la analizante lo habla y lo dice.
En Georgette, la erotización de tal o cual órgano es metáfora de
la unariedad que hace ex-sistir el trazo de identificación. Esto está
indicando al narcisismo como línea divisoria ante una posible ‘difusión
osmótica’.
Asimismo, las reacciones psicosomáticas están fuera del registro
de las construcciones neuróticas fantasmatizadas. Los retoños psíquicos
o itinerarios de pensamiento no tienen el mismo destino de saber
irreductible. Restan, en lo reprimido primordial.

338
ARTÍCULOS SOBRE EL CASO GEORGETTE

Por consiguiente, causan el deseo escrito en los jeroglíficos


constitutivos de ese cuerpo que cree tener. Así es que a medida que el
trabajo del análisis opera, el monto de afecto de la representancia
pulsional, Triebrepräsentanz, encuentra su cauce.
Hace varios años, escribimos que esto sucede cuando la cuchilla
del logos tajea el ronroneo del deseo en el cuerpo, montando la escena
transferencial. Aparece en la mostración de afectos, de palabras sin
sentido o cargadas de él (crêpe Georgette), como ante las irrupciones
físicas del trauma que historiza especularmente con su analista.
Aún así, cuando la relación narcisista se halla estrictamente
estructurada sobre la identificación posible con el otro, en la estricta
reciprocidad del yo y el otro, parece ósmosis transferencial. En ésta, la
analista es llevada al lugar de semejante, de otro de la identificación
que sostiene/soporta la carga libidinal -sin corte en las tormentas
transferenciales.
De este modo, la pulsión sofocada sale a la luz en la ira o la rabia
como un afecto coloreado cualitativamente. Mas también, se muda en
la angustia que surge de la sospecha de reducirse a su cuerpo.
Entonces, las investiduras autoeróticas de los órganos -siempre
en el límite de lo simbólico enraizado en lo imaginario-, se sitúan a
nivel de lo real. Entendiendo por real al mundo que la rodea: su vida y
la persona, las vacaciones, la piel o el marido de la analista.

La constelación clínica de “la pulsión en transferencia”


La pulsión en transferencia muestra en una constelación -las relaciones
que se escriben-, el goce del cuerpo que es ser de las significancias. En
el trabajo de la transferencia, ¿bastará, entonces, con que el placer de
órgano sea utilizado en el síntoma como beneficio secundario
de la enfermedad?. ¿Dónde podríamos encontrar los fundamentos de
esta constelación clínica, profusa en síntomas órganicos a los que la
enferma recurre con placer y no sin goce?.

339
MAYEUTICA

Proponemos pensarlo en la serie de fantasías primordiales


Urphantasien, protofantasmas freudianos o fantemas -como precisaba
Roberto Harari. Por cuanto estas unidades mínimas fantasmáticas son
irreductibles y están ligados en su totalidad a lo escópico -como bien
advierte la analista.
Nos encontramos con aquellos asociados a la demanda del Otro,
que indicializan los primeros años de análisis: el fantema de retorno al
vientre materno, el de seducción y el de castración. Éste último, al des-
velar su condición deseante, articula la demanda al Otro con el deseo
del Otro imbricado en el fantema de la escena primaria y la novela
familiar.
En primera instancia, porque la estructuración imaginaria del yo
se efectúa alrededor de la imagen especular del cuerpo propio y el
vacío de esa letra incorporal, profundamente investido, causa su deseo.
Por ello la imagen soporte del discurrir, es el fantasma en su faz
imaginaria.
En segunda, porque las investiduras sobre el cuerpo-órgano no
simbolizable, se escribirán en la constelación clínica. Vale decir, en lo
que aparezca durante la operatoria del análisis.
Tan sólo en análisis, esa libra de carne hecha verbo puede hacerse
cuerpo de lo Simbólico. Sólo un cuerpo de lenguaje, horadado por la
voz inyecta en lalengua lo edípico insabido. Eso susurrado en esa Otra
escena obscena, vista y oída, muestra que el Otro no autentificó al
sujeto como él mismo. Esta significación al deslizarse, calzará el deseo
enunciable en los homófónicos frutos de mar/madre/padre que adora
pero la enferman.
Sin embargo, con habilidad la analista saber hacer con lo sucedido
introduciendo al padre. En sus versiones, por fin aparece la melodía-
enfermedad transmitida como Nombre del Padre por la madre y su
propio temor/deseo incestuoso: “no le dejaba besarme, ni siquiera
tocarme”.

340
ARTÍCULOS SOBRE EL CASO GEORGETTE

Así aparece la identifijación al objeto erótico padre. Ésta


constituyó el enigma escrito en el cuerpo y el goce específico que
perturbó la identificación al padre, al amor.
Una vez analizados, esa incorporación hace cuerpo, Einverleibung
dice Freud. En el instante en que lo arranca de su captura en la imagen
especular corporal, empieza a convertirse en un cuerpo simbólico –tal
como indica su analista.

“...lloró todas las lágrimas de su cuerpo...”


Zulema Lagrotta5

...manantial del que fluyen afectos, mociones eróticas, incluso


incestuosas; trozos de escrituras allí tramadas, aún no legibles, que
junto a las amargas vivencias de derrelicción buscan el encuentro con
otro cuerpo donde alojarse. Doliente, muestra indicios de un padecer
que atraviesa su ser todo; “dolor de la existencia” en su fibra más
íntima, urdido para Georgette, desde el deseo mal-diciente del Otro
primordial, que hunde sus raíces en la carne, tan profundo como el
goce bajo su dominio: “taladrada” por la voz obscena del superyó
materno que sojuzga más allá del sentido de su decir; mirada que
penetra, agujerea su frágil piel, superficie del yo-cuerpo amenazado
con disolverse cuanto más intensa es la añoranza del continente
perdido, o la petrifica, a su vez, forma de restaurar la endeble relación
imaginaria, así como la consistencia de su cuerpo.
Voz y mirada, objetos pulsionales alojados en sus fantasmas
envueltos en la frondosidad imaginaria por la el psiquismo intenta ligar
la torbellinaria fuerza de Trieb; desbordante, casi irreductible por el

5 zlagrotta@yahoo.com.ar

341
MAYEUTICA

significante, da carácter de continuidad a esa dimensión imaginario-


especular con lo Real del cuerpo. Ellos lo penetran, y ligados a catexis
intraorgánicas, se incrustan en los órganos, los lesionan reforzando la
fragmentación corporal. Intentan ocluir las hiancias de la carne herida,
mas conducen al autoerotismo que, paradójicamente, acrecienta la
investidura añorante del seno materno amenazando con caer -como
retorno de lo superado (lo siniestro)-, al reino del narcisismo primario,
dominio del más allá del principio de placer y la pulsión de muerte,
pues una vez que la Spaltung subjetiva ha operado, el “reino” del Lust-
Ich, conlleva dolor. “Pulsiones orgánicas”, al decir de Freud, apuntan a
ese estado “original inimaginable e irrepresentable”, que propulsiona
la repetición.
Por la incidencia del lenguaje que el serhablante incorpora, él
tiene un cuerpo; aun tan padeciente como el de Georgette, su relación
a él no cesa de escribir, aunque no legibles para la retórica de lo Ics,
trozos de verdad que restan atrapados en la carne que rehúsa hacerse
cuerpo. Su turbulenta vida fantasmática a su vez vocifera y mantiene
inaccesible lo que en la intimidad del cuerpo es el drama de su
ilegibilidad. Se ve su angustia por la impotencia de la lengua ante lo
realmente imposible de decir, en la forma desesperada que inaugura los
lazos transferenciales con los que construirá fantasmas y cuerpo
hablantes, y cubrirá la brecha entre lo escrito-en-cuerpo –dialecto
hecho carne sufriente- y las hablas con que intenta asirlo hasta que la
metáfora obre otro saber de lo inconsciente. Los fantasmas no son
“somatizantes”, ellos son eso que es Drang en los pedazos del cuerpo
sufriente y que lo reducen a ser sede del goce que en el “origen”
constituyó colecho con el Otro primordial, o sea, su cuerpo. También
simbólicas, las “eclosiones somáticas”, en su dialecto llaman a la
significación.
Si lo psicosómático, como en Georgette, está profundamente
arraigado en lo Imaginario, se debe a que las identifijaciones a las
originales y míticas inscripciones del goce -“componentes libidinales
arcaicos”- vieron rehusado el acceso pleno a la transcripción al sistema

342
ARTÍCULOS SOBRE EL CASO GEORGETTE

significante, a las cadenas de las Vorstellungsrepräsentanzen de Trieb


en lo inconsciente, que hace posible su deriva y elaboración psíquica
en los circuitos pulsionales, atemperando su vida fantasmática. Eso
(ello) no simbolizable es aún eficaz y atractor, así, lo Urverdrängt
constituye el lecho pulsional de lo Real del cuerpo donde asienta el
dolor orgánico. Lo Imaginario se esfuerza en cubrir las líneas de
fragilización del cuerpo, evitando la angustia.
A sus esfuerzos se unen las varias escisiones, sostenes de su
existencia. Como el cuerpo, Georgette es no-toda “psicosomática”: un
borde que amenaza con deshacerse separa lo loco-en-cuerpo –el asma,
según ella- de una constelación clínica claramente neurótica, como lo
muestra la puesta en acto de la transferencia –resorte esencial de este
análisis- que lo es también la de lo inconsciente, como lo muestran sus
prolíficos sueños.
También la Spaltung del Otro vertida en la relación imaginario-
especular y en los fantasmas asociados a las oscilaciones del deseo del
Otro, a su temida desaparición o a su presencia devoradora. La mirada
del Otro -antes de constituirse en objeto a- por unirse a la voz del
deseo hacia el infans, hace posible que el sujeto por advenir halle en la
imagen reflejada una relación con su yo-cuerpo en el espacio virtual
del Otro que el símbolo delimita, y refunde los lazos libidinales según
un erotismo simbólicamente ordenado.
Georgette testimonia de un cuerpo transparente cuando la mirada
del Otro se extravía, la traspasa, va más allá, a un punto insituable que
la deja excluida de los flujos libidinales provenientes del deseo
materno. Si el yo (ideal) no se refleja en el deseo del Otro, su estatura
tambalea y la disgregación de la espesura corporal, más la angustia, se
compensa con el dolor y la introversión pulsional. Desencuentro con la
mirada si sólo es “una parte de la madre”: invisible en el espejo del
Otro como si su cuerpo sin imagen hubiera atravesado el espejo,
colmando su falta a expensas de su afanisis subjetiva. Aun denostada en
el poder del decir materno, es hallar un lugar en él.

343
MAYEUTICA

El correlato fantasmático, pesadillesco de lo antedicho, como


“retorno de lo forcluido” en el espacio imaginario, con el peso de lo
Real, aparece en los “momentos de locura”, un texto reza “puedo
perderme”: es el siempre actual llamado al Otro hecho grito; ahora es
su voz la que revela la pathencia de su ausencia, la que cava el agujero
en el seno de aquel lecho a desechar, y que por acción de la
transferencia torna al Otro en orden simbólico, ya no en-carnado.
La disyunción entre el goce a conservar y un padecer a desterrar
halla salida en la transferencia: puesta en acto que- masiva,
torbellinaria- plasma las figuras de la pasión: así su amor –ser uno-
hacia a la analista, y también el odio –disolvente - desplegados para
que la ignorancia cese de desconocer retornos (in)deseados; para que el
acceso al saber de lo inconsciente tenga lugar con la mutación del
sufrimiento carneo en síntoma-en-cuerpo. Elección no indecidible: un
deseo decidido compromete a la analista en la tarea de desenmascarar
las coartadas narcisistas; los secretos ocultos confiados en transferencia,
ofrecidos no tanto a la traducción como a la labranza de nuevas
escrituras –a la manera de sobreinvestiduras que refuercen el borde
que las separa de lo forcluido en el origen- mientras otras formas de
habitar el cuerpo surgen de retornos de lo reprimido y de relecturas de
sentidos congelados. A veces, “loca” para la analista, a la manera del
acting out, muestra sus afectos plenos de significado, dados a leer, para
que de la repetición en análisis surjan nuevas versiones, múltiples
sentidos. Busca lo otro sin antes escenificar lo que habrá de desechar.
“Un cuerpo para dos”: en transferencia va a poner en juego
nuevas formas de vérselas con la angustia, y no ya ajena a su causa
debe ser responsable como sujeto de lo Ics.; por desleer las señales de
angustia su ser deseante desfallece; señal de un peligro pulsional
proveniente de lo Real: retorno de la fusión mortífera del goce, das
Ding de atracción devoradora. El desarrollo de angustia es inminencia
irrecusable de quedar reducida a un cuerpo cayente sin destino o
disperso en el espacio del Otro; des-borde de Trieb, no yugulada por el
significante, coalescente con la acción desatada de la

344
ARTÍCULOS SOBRE EL CASO GEORGETTE

pulsión de muerte. De estos avatares en transferencia se generan cortes


que ponen en acto el renacimiento subjetivo: del envolvimiento de los
cuerpos hacia el hallazgo del cuerpo del Otro, realmente otro, donde
verter y reinscribir las hablas ausentes, hasta también prescindir de él
como presencia efectiva. De ese desprendimiento los objetos
pulsionales abandonan sus moradas corporales, ya no suplen su
ausencia con cesiones carneas dolorosas. “Los frutos prohibidos”
significa el goce de imposible retorno, como representa las
interdicciones edípicas, emanadas de fantasmas de escena primaria.
Otra mutación en orden a la significancia: de “la peligrosa
sustancia espumosa”, repugnante en tanto representa la adherencia al
seno perdido, hacia la metáfora misma de la vida erótica materna;
entre madre e hija se ha tejido un lazo de identificación que viste el
deseo femenino por el hombre; souplé y translúcido, inviste el cuerpo
de Georgette, deseable y bello, y también al falo. Su madre le ha cedido
un trozo de su femineidad en aquel pañuelo que en metonimia la
representa; (con) él “durmió durante años” hasta retornar de la
represión recuperado por el análisis.
Georgette es el nombre de su sexualidad restaurada, crêpe tejida
sobre los bordes descosidos del cuerpo, dejado atrás.

345
MAYEUTICA

346
UN CUERPO PARA DOS

“Un cuerpo para dos”:


Una apuesta en el campo transferencial

SOCIEDAD ARGENTINA DE PSICOANALISIS


(SAP)1

Braun Julia, Canteli María H., Celorrio Beatriz, Cervato Graciela,


Koziol Silvia M., Margulis Lucas, Mondine Maria E., Pistiner Lia
Valenti Diana, Winograd Débora2

El material de Georgette, una paciente polisomatizante, posibilita la


puesta en juego de nuestros E.C.R.O.3 que abrevan en los numerosos
abordajes aportados por diferentes autores sobre la patología
psicosomática, poniendo en evidencia la diversidad de teorías y la
complejidad de la comprensión psicoanalítica de la articulación psique-
soma.
Guía nuestra mirada considerar la situación analítica como
campo dinámico, objeto específico de nuestra observación.
Entendemos que esta estructuración funcional básica ubica al
analizado en una posición donde la regresión está permitida y aún
recomendada y al analista en otra muy distinta donde la regresión
momentánea de su yo tiene que ser mucho más limitada y parcial.

1 www.sapsicoanalisis.org.ar
2braun Julia, jotabraun@gmail.com, Canteli María H.,maridelcanteli@yahoo.com,
Celorrio Beatriz, bettycelorrio@yahoo.com, Cervato Graciela,
cervatograciela@gmail.com, Koziol Silvia M., silvikoziol@gmail.com, Margulis Lucas,
lucasmargu@gmail.com, Mondine Maria E., mmondine@gmail.com, Pistiner Lia,
liapistiner@gmail.com, Valenti Diana, dianavalenti@yahoo.com.ar, Winograd Débora,
deborawino@gmail.com
3 Esquema conceptual, referencial y operativo (Pichon Rivière)

347
SOCIEDAD ARGENTINA DE PSICOANÁLISIS

(Baranger, M. 1969). Esta comunicación singular creada en el campo


permite la gradual co-construccion de un proceso reparatorio.
Nos vamos a centrar en los aspectos relacionados con los
fenómenos psicosomáticos, ya que es sobre éstos que Joyce McDougall
realiza conceptualizaciones novedosas.
Las teorizaciones ligadas a la enfermedad psicosomática abarcan
estudios en relación a momentos muy tempranos del desarrollo
psíquico.
Autores de distintas procedencias teórico clínicas coinciden en
que la enfermedad psicosomática es uno de los posibles efectos de
sensaciones y afectos que no llegaron a ser admitidos psíquicamente,
que no accedieron a ser simbolizados.
En Teatros de la mente, McDougall dice: Una de las razones de
estas representaciones no verbalizadas del drama psicosomático,…,
reside en el hecho de que la mente no se ha enfrentado con esa
infinidad de percepciones, sensaciones y afectos que normalmente
clamarían por una representación mental (Pag. 19).
En Teatros del cuerpo, la autora profundiza en el tema y dice
necesité algún tiempo para postular la existencia de una sexualidad aún
más primitiva, dotada de aspectos sádicos y fusionales, que quizás fuera
el origen de regresiones psicosomáticas que pueden considerarse
defensas contra vivencias mortíferas. En este universo, donde se
esfuma la distinción entre uno mismo y el otro, no existe más que un
cuerpo para dos. (Pag.33) 4
La autora sostiene que esta dificultad de simbolizar elementos
que deberían llegar a ser psíquicos se origina en un tipo de vínculo
primordial con la madre de características fusionales particulares.

4 Las negritas son nuestras

348
UN CUERPO PARA DOS

Pareciera que cierto tipo de fusionalidad hace que partes de la


persona queden fuera del psiquismo, sin posibilidades de
representación y entonces se produce una descarga a nivel somático.
Respecto de la fusionalidad, Rafael Paz (2017) en su libro
“Psicoanalizando” brinda un modelo de lo psíquico.
Sobre el esquema de la oscilación paranoide esquizoide/
depresiva (PS↔D) elaborada por Bion5 a partir de postulaciones
kleinianas, propone agregar, inspirándose y modificando las líneas
conceptuales desarrolladas por Pichon Rivière y José Bleger, el
momento fusional, que constituye el vértice inferior de un triángulo
(constituido por la oscilación PS↔D, pasando por momentos de
fusión). Por lo tanto sostiene que desde la ambigüedad propia de lo
fusional existe la posibilidad de un movimiento hacia una buena
fusión, la winnicottiana transicional, que es la base de experiencias
integrativas que producen alivio y conocimiento, o, por el contrario,
hacia una indiferenciación que impide el desarrollo psíquico. Paz
diferencia así una fusión adecuada que ayuda al crecimiento mental de
una indiferenciación cercana a estados de confusión.

Posición Paranoide/Esquizoide .................................Posición Depresiva

Fusionalidad

Con-fusión .................................... Transicionalidad

5Bion transformó las posiciones esquizo-paranoide y depresiva de Klein en una función


mental necesaria para pensar: PS (tolerar lo que aun no está integrado- es decir
disperso) hasta que se produce la integración (D). El punto D de integración no queda
cristalizado sino que se abre a nuevas experiencias emocionales, de ahí la doble flecha.
PS↔D

349
SOCIEDAD ARGENTINA DE PSICOANÁLISIS

A estos estados de con-fusión les cabrían las consideraciones sobre


atrapamiento materno. Destino que se concreta cuando el continente
materno deviene envoltura engolfante, enajenante y voraz que expulsa
vínculos y esbozos de self, así como sentidos y experiencias.
Hablamos de una fusión primaria perturbada y aquí nos viene al
encuentro David Liberman (1982).
El caso ofrece algunas pinceladas de la madre de Georgette que la
retratan como erotizante y sobre estimulante y que al mismo tiempo
evitaba el contacto corporal y la demostración de afectos. La vivencia
(del bebé) es que se desliza, no encontrando anclaje, porque lo que la
mamá le ofrece es sólo esta superficie bidimensional que rechazará al
niño y se reflejará a sí misma. No recibe ni da entrada a los primeros
movimientos proyectivos intrusivos del bebé. A esto se agrega la
tendencia (materna) a inocular sus propios sentimientos intolerables
incrementando la desorganización psicosomática.6
La interacción patógena experimentada con una madre
perturbadora posee un peso etiológico fundamental: se estereotipa una
interacción patógena, entre una mamá que priva de satisfacciones
sensoriales y de la ejercitación funcional de áreas corporales, y un bebé
que se ‘amolda’, no impone sus necesidades y responde de modo
especular a los lineamientos maternos. La restricción de funciones
corporales en distintos momentos evolutivos sienta las bases de serias
patologías en el proceso de simbolización.
Según Liberman asistimos a un progresivo empobrecimiento del
campo de la exploración sensorial, particularmente de las sensaciones
proximales proporcionadas por la piel, las manos, la boca y el
movimiento corporal. Es esta área de experiencias vivenciales la que
ofrece al bebé en crecimiento información sobre la estructura y
funcionamiento del propio cuerpo, del cuerpo del objeto y del espacio

6 Liberman, D. et al. (1982) “madre mete bombas” y “madre que rebota”

350
UN CUERPO PARA DOS

circundante; esta información es uno de los escalones iniciales del


proceso de simbolización.
En su lugar estos bebés se ven precozmente forzados a tomar
conocimiento de sí mismos y de la realidad a través de
receptores sensoriales distales (vista y oído)…Carecerán, a
partir de esta distorsión del desarrollo, del acúmulo de
información proveniente de lo sensorio-motor, basamento
vivencial de operaciones de una complejidad evolutiva cada
vez mayor en el terreno de la témporo-espacialidad. Las
nociones complejas de esquema corporal, consistencia de los
objetos, relaciones entre los mismos, diferentes espacios,
perspectivas complementarias y ubicación temporal sufren
las primeras deformaciones. Señalan la iniciación de procesos
de pseudo-aprendizaje racional, despojados de su anclaje en
la experiencia con el cuerpo, que suponen una implantación
anticipada del principio de realidad que actúa en
contradicción y oposición con el principio de placer.

Por lo tanto se produce un empobrecimiento de la vida psíquica.


Las teorizaciones de Paz y Liberman nos permiten entender
estados donde, como en Georgette, el atrapamiento en lo materno
enajenante hizo que una variedad de vivencias y experiencias no
pudieran integrarse a lo psíquico.
Para la autora la vida intrauterina es el prototipo de la fantasía
de cuerpo único. Ante las amenazas de desamparo el bebé intenta
reconstruir este estado intrauterino, y la madre responde
intuitivamente calmándolo con su voz y con su cuerpo. De este modo
permite al bebé apaciguar sus ansiedades y también integrar una
imagen interna que lo tranquiliza y le permite abandonarse al sueño.
Al mismo tiempo el bebé tiene la necesidad de separarse y
diferenciarse de la madre. En una relación madre-hijo suficientemente
buena, se irán discriminando progresivamente el cuerpo del bebé del
cuerpo de la madre, y lo psíquico se diferenciará de lo somático. Así se

351
SOCIEDAD ARGENTINA DE PSICOANÁLISIS

produce una doble búsqueda psíquica: fusionarse totalmente con la


madre, y diferenciarse completamente de ella.
Sin embargo vemos en Georgette que las cosas pueden ocurrir de
otro modo: pareciera que vive en un espacio mental sin diferenciación,
donde el cuerpo-mente materno y el cuerpo-mente propio son uno.
McDougall dice que la dificultad de discriminación de estos pacientes
los lleva a permanecer en lo que ella llama “un cuerpo para dos”.
Cuando en la transferencia se da la posibilidad de abordar esa
zona psíquica, Joyce McDougall llama a esa constelación “transferencia
osmótica”, nos muestra en el caso de Georgette pinceladas elocuentes
de cómo transita por ella. Queremos destacar que la analista realiza su
trabajo con Georgette en un tratamiento de alta frecuencia y en un
clima de regresión transferencial donde la atmósfera que se establece
hace que ciertas expresiones de la paciente, como por ejemplo:
“nuestro marido”, o “¿qué le hiciste a mi cara?”, aparezcan como el
efecto natural del clima regresivo que se produce, que respeta y
sostiene a la paciente, hasta que las necesarias diferenciaciones
emergen de modo no traumático7.
Este abordaje en regresión, que metaforiza funciones
maternantes, es el que da la posibilidad que el proceso avance.
Retomando el modelo de Rafael Paz, antes citado, la fusionalidad en el
campo analítico se va orientando hacia el vértice de la posición
depresiva (de diferenciación e integración), la transicionalidad y el
conocimiento.

7La fusión con el objeto… no es un estado previo, “regalado”: es un logro que lleva un
inmenso y vulnerable trabajo. En efecto, la tradición ha sido considerar la fusión como
un estado, expresión de inmadurez o de patología. En ese lugar Winnicott nos propone
otra de sus paradojas: es en el juego de la fusión con el otro donde voy a tantear su
alteridad. Es decir que en lugar de pensar que es la pérdida lo que nos hace descubrir lo
otro del otro, será la fusión (exitosa) la encargada de hacérnoslo descubrir. Por el
contrario, pérdidas precoces suelen dificultar tal adquisición . Ricardo Rodulfo.
Trabajos de lectura, lecturas de la violencia. Lo creativo – lo destructivo en el
pensamiento de Winnicott. Paidós 2009. Pg. 46

352
UN CUERPO PARA DOS

La autora nos muestra cómo las fantasías arcaicas, ligadas a lo


agresivo y a lo fusional (tanto de deseo como de terror a la fusión), son
procesadas básicamente dentro del vínculo transferencial.
Atravesando una etapa de buena fusión transferencial y de
regresión a la dependencia, como lo plantea Winnicott, Georgette
podrá emerger con más posibilidades de simbolización y por lo tanto
con menor repercusión somática.
En línea con la propuesta terapéutica de McDougall evocamos el
concepto de neogénesis de S. Bleichmar (1999) que describe aquello
que no existía y tiene la posibilidad de ser fundado y construido en el
espacio analítico.
Este proceso permite la creación de tejido psíquico que
enmienda las fallas del vínculo primario posibilitando una nueva
organización del psiquismo. Estas ideas responden a la concepción de
un aparato psíquico abierto que bajo ciertas circunstancias puede ser
remodelado y adquirir nuevas funciones.

BIBLIOGRAFÍA

Baranger, M. (1969) Problemas del campo Analítico, Buenos Aires,


Argentina, Kargieman,
Bion, W.R. (1962) Learning from Experience Londres, Heinemann Medical
Books, Aprendiendo de la Experiencia, Buenos Aires, Argentina, Paidós, 1966
Bleichmar, S. (1999) Clínica Psicoanalítica y Neogénesis, Buenos Aires,
Argentina, Amorrortu.
Bleger, J. (1967) Simbiosis y Ambigüedad, Buenos Aires, Argentina, Paidos.
Liberman. D. Neborak, S. Grassano, E. Pistiner L. Woscoboinik,P. (1986) Del
Cuerpo al Símbolo, sobreadaptación y enfermedad psicosomática, Buenos
Aires, Kargieman, Ed. Trieb (2da. Edición)

353
SOCIEDAD ARGENTINA DE PSICOANÁLISIS

Paz, R. (2017) Psicoanalizando, Buenos Aires, Argentina, Biebel 2017.


Ricardo Rodulfo, (2009). Trabajos de lectura, lecturas de la violencia. Lo
creativo – lo destructivo en el pensamiento de Winnicott. Buenos Aires,
Argentina, Paidós.
Winnicott, D. W. (1972) Realidad y Juego, Buenos Aires, Argentina, Granica
Editor.

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UN CUERPO PARA DOS

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SOCIEDAD ARGENTINA DE PSICOANÁLISIS

Se terminó de imprimir en
Talleres BGK S.A.
Buenos Aires, junio de 2018.

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