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Grandes Maestros de la Artesanía

Peruana
Año 1993

Jesús Urbano Rojas

Nacido en 1925 en el pueblo de Soccoscocha en Huanta, Ayacucho. Don Jesús Urbano


Rojas, Gran Maestro de la Artesanía Peruana, fallecido recientemente, quizás la figura
más representativa del arte popular peruano, identificó su vida con los retablos, los cuales
trabajó desde muy joven. Tuvo como maestro a don Joaquín López Antay, patriarca de
los retablistas peruanos, de quien recibió todas sus enseñanzas.
Fue un gran difusor del retablo, tema que domina perfectamente por su origen huantino y
por haber sido agricultor y arriero. Desde 1958 representó oficialmente al Perú en
exposiciones y concursos a nivel continental y mundial, en donde expuso sus maravillosas
obras para beneplácito de público de todo el mundo.
En 1967 la Universidad de Pomona, en California, le otorgó el grado de Máster en Arte
Folklórico del Perú y le ofreció nombrarlo para dictar una cátedra de su especialidad. No
obstante, con el apoyo de otros artesanos, decidió fundar la Escuela Gratuita de Artesanía
Artística del barrio de La Libertad, para así librar de “la ociosidad y la vagancia” a los
niños de Ayacucho; lugar donde se enseñaba todas las especialidades artesanales. Este
proyecto tuvo gran éxito y recibió el apoyo y reconocimiento de los turistas extranjeros
que visitaban la ciudad, de la población y del gobierno, que lo oficializó. Como profesores
convocó a los maestros artesanos más destacados de la localidad tales como: Antonio
Prada, hojalatero, Elías Curi Chipana, tallador en piedra, Oswaldo Palomino, tejedor,
Reynaldo Coronado, peletero, Germán Oré, ceramista y Julio Urbano, retablista.
A principios de 1980 se vio obligado a dejar su tierra ante la amenaza terrorista en
Huamanga trasladándose a Lima, donde se desempeñó como profesor de su especialidad
en el Centro de Desarrollo Artesanal de Huampaní (CEDA). Enseñando a niños de forma
gratuita en su taller-museo de Huampaní Alto, lugar donde vivió junto con su esposa
Genoveva Núñez, quien se convirtió así mismo en una de sus principales discípulas.
En 1964 fue condecorado con la Orden del Sol en el Grado de Caballero, otorgada por el
presidente Fernando Belaúnde Terry; y en 1998 es declarado Doctor Honoris Causa por
la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Además expuso sus obras en distintos
países de América, Europa y Asia. En el año 1993 es reconocido como el primer “Gran
Maestro de la Artesanía Peruana” y el 2009 recibe la nominación de “Tesoro Humano
Viviente de la Nación”.
Por otro lado, en el libro “Santero y caminante”, que escribió junto con el doctor Pablo
Macera, describe la etapa de su aprendizaje con su maestro Joaquín López Antay, las
costumbres y tradiciones del poblador de la puna que conoció en sus cuatro años de
arriero, la cosmogonía andina y los pormenores de su vida.
Formó a muchos discípulos, siendo el principal de ellos su hijo Jesús Urbano Cárdenas,
quien mantiene su escuela y se dedica en forma exclusiva a la elaboración y difusión de
los retablos, las cruces e imágenes del santoral católico, así como también incorpora
escenas de la vida cotidiana de la sierra del Perú. Exponiendo también su precioso arte en
diferentes capitales de América.
Edilberto Mérida Rodríguez
Hablar de Edilberto Mérida Rodríguez es hablar del famoso barrio cusqueño de San Blas,
a cuyo lado nació en 1929 y donde desde muy temprana edad demostró habilidad para los
trabajos manuales. Siendo así que el ya fenecido maestro aprendió a tallar la madera desde
los ocho años de edad. Durante varios años se desempeñó como maestro carpintero y
desde 1961 incursionó en el manejo de la arcilla, con la que produjo la imagen de una
mujer serrana, su primera obra artística. Es así que su trabajo fue evolucionando con los
años hasta conseguir establecer marcas distintivas en sus trabajos, como modelar seres
humanos con rostros de grandes pómulos, característicos de la gente de nuestro pueblo,
pies y manos grandes, rasgos que en un primer momento fueron calificados por algunos
como grotescos, aunque posteriormente su obra fue denominada correctamente como
expresionista.
El impacto de los trabajos de Mérida fue tal que se le llegó a conocer como “el Picasso
de los Andes”, y también como el escultor del “barro de protesta”, sentimiento que fue
compartido tanto por el pueblo, como por la prensa hablada y escrita, quienes difundieron
su obra, logrando así adquirir fama y hacerse mundialmente conocido. Es así que, el día
de hoy, museos y renombrados coleccionistas pugnan por adquirir sus creaciones, las
cuales se caracterizan por mostrar manos desgarradas por la angustia, rasgos faciales
cargados por siglos de muda protesta no escuchada, ojos con miradas que parecen clamar
justicia, así como grandes pies para soportar el enorme peso de un pecado no cometido.
Sus obras expresan la honda protesta social de los nativos andinos; reflejan su vida
cotidiana, de lucha constante con el áspero medio geográfico de los Andes del Perú, así
como también la explotación que padecen, conformando una producción de
extraordinaria originalidad y sello inconfundible, parecida a la de los pintores y escultores
indigenistas. Amplio conocedor de las costumbres andinas, recorrió muchos países
difundiendo su arte.
Mérida fue premiado por diversas instituciones nacionales e internacionales. Siendo
reconocido como Gran Maestro de la Artesanía Peruana en 1993 y Amauta de la Artesanía
Peruana en el 2001. Asimismo, la Universidad de Paw, Indiana, EE.UU., le otorgó el
título de Doctor Honoris Causa en Arte Fino. En el año 2007 fue condecorado con la
Orden del Sol del Perú, en el grado de Comendador.
En vida fundó un museo-taller en San Blas. Y hasta el día de hoy, María Antonieta Mérida
Enríquez, su hija, en su afán por conservar viva la obra de su padre, mantiene este taller
en producción y el museo al servicio del turista nacional e internacional. Participando
además en exposiciones de todo el mundo, difundiendo la obra de los Mérida.
Antonio Olave Palomino

Antonio OlavePalomino, heredero de una antigua estirpe de imagineros, nació en el Valle


Sagrado de los Incas, en el distrito de Písaq, provincia de Calca. Sobrino de don Fabián
Palomino, famoso imaginero cusqueño que le enseñó su arte. En 1950 un terremoto asoló
al Cusco y dañó seriamente las iglesias y capillas locales, incluidas muchas imágenes
religiosas, que tuvieron que restaurarse o reconstruirse, situación que fue muy propicia
para el trabajo de los imagineros cusqueños.
Don Antonio trabaja con su esposa Avelina Rupa y sus hijos en su taller de San Blas, y
participa en diferentes exposiciones en el país y en el extranjero. Genuino artista
tradicional, creador de los afamados niños “Manuelitos”, de ojos de cristal color
almendra, pero también con rasgos del niño andino, preserva con celo profesional las
técnicas tradicionales de su arte. Ha logrado dar a sus obras un sello personal,
otorgándoles singular vitalidad gracias a su maestría en el manejo de vivos colores y
aplicaciones con pan de oro y pan de plata. Sus Santiagos, Arcángeles, La Piedad, La
Sagrada Familia y Nacimientos Cusqueños, verdaderas obras de arte que han traspasado
nuestras fronteras, son legados de los siglos XVI y XVII, réplicas recreadas del estilo
colonial de entonces, pero con un carácter muy suyo, original y auténtico. Razones por
las cuales ha sido ganador de diversos premios en el Perú y en el exterior.
Su más frecuente motivo de inspiración son los temas religiosos, entre los que destaca su
niño Manuelito, desde el más tradicional hasta “el Dormidito”, “el Sentadito” y “el de la
Espina”. La dulzura del rostro de estas imágenes de piel rosácea pintadas con gran
maestría y detalles como el paladar de espejo, dientes de plumas de aves, ojos de cristal
y cabellos naturales se han convertido en el modelo que otros artesanos se esfuerzan por
alcanzar.
Antonio Olave Palomino fue distinguido con el grado de “Gran Maestro de la Artesanaìa
peruana” el año 1993 y fue declarado “Tesoro Humano Viviente de la Nación” en 2009.
Se le reconoce como un gran maestro del arte popular peruano, aunque él se ve a sí mismo
como un investigador del arte antiguo, un descubridor de técnicas olvidadas. También es
ceramista y desde hace años modela makas (más conocidas como arybalos), kochas y
otras vasijas prehispánicas, que decora con iconografía inka. A sus casi 83 años, sigue
trabajando en su taller ubicado en la Plaza San Blas, Cusco, Perú.
Santiago Paucar Amaro

Santiago Paucar Amaro nació en San Pedro de Cajas en 1927; y se inició en su arte
tejiendo frazadas utilitarias en 1940, siguiendo con la tradición familiar de un pueblo de
tejedores.
En los tejidos de San Pedro de Cajas, el ya fallecido Santiago Paucar fue el creador de los
Tapices Paucar, en los cuales puede observarse mucha disciplina y prolijidad;
asemejándose además sus colores a los de un lienzo que utiliza motivos precolombinos,
abstractos, así como lindos paisajes.
Entre los principales reconocimientos que ha obtenido por su trabajo están el Título de
Master otorgado por la Universidad de Tucson en Estados Unidos. Así como también el
Primer Premio Nacional de la II Bienal Nacional de Arte Contemporáneo en el año 19...
y el año 1993 es distinguido con el grado de “Gran Maestro de la Artesanía Peruana”,
premio otorgado por el Presidente de la República de aquel entonces.
Además ha expuesto su trabajo en diferentes lugares del mundo como Estados Unidos,
Canadá, Austria, Italia, Alemania, Francia y Argentina.
Año 1994
Ambrosio Sulca Pérez

Nació en 1907 en el barrio de Santa Ana en Ayacucho. Gracias al esfuerzo realizado por
este patriarca del arte y la técnica textil andinos, en las primeras décadas del siglo XX
renacen los tejidos ayacuchanos. Es así que después de muchos años de investigación y
experimentación don Ambrosio Sulca Pérez, quien ya no se encuentra con nosotros, pudo
rescatar los siguientes puntos del arte textil de la cultura Wari: arwi, quipu, encrespado,
puntillado y alto relieve, los mismos que ahora usan todos los tejedores ayacuchanos. Del
mismo modo se dedicó a redescubrir las plantas tintóreas que se usaban en la época
prehispánica, objetivo que finalmente consiguió después de muchas pruebas y esfuerzo,
colores que sistematizó en un catálogo que aún continúa utilizando su familia. Empleando
los tintes hallados para lograr armónicos degrades monocromáticos.
Definitivamente Don Ambrosio nació para el arte y prueba de ello es que incursionó en
casi todas sus especialidades, como la escultura en cerámica, que aprendió de la destacada
maestra María Ochoa; la talla en piedra, del artista Víctor Vera Sulca; la juguetería en
badana y la pintura de caballete. Tampoco fue ajeno a la música, pues aprendió a tocar
quena y guitarra, y llegó a formar el conjunto musical “Condorcunca”, el cual destacó en
su época. Sin embargo, el tejido siempre fue su gran pasión y con este buscó crear
paisajes andinos, tarea que fue coronada por el éxito cuando impuso el punto arwi con el
que, al romper con el reticulado común, se pueden obtener hermosos efectos visuales.
Sólo dos veces utilizó todas las técnicas en un mismo tejido, obteniendo así dos hermosos
tapices.
Asimismo, gracias a que recuperó la iconografía Wari, pudo crear el tapiz mural e
imponer el empleo de las guardillas con diseños antiguos de esta cultura. Y en su
constante afán por conocerla y compenetrarse con ella, logró adquirir fragmentos de
tejidos Wari para estudiarlos con profundidad.
En la década de 1960 llegó a Ayacucho el Cuerpo de Paz, organización norteamericana
que impuso el gigantismo y diseños distintos a nuestra cultura: flores, el Sol y mariposas,
entre otros. Don Ambrosio no se unió a esta corriente y más bien defendió el estilo propio
ante esta singular agresión cultural que poco o nada significó para la producción
tradicional, cosa que quedó en evidencia luego de que esta organización se retirara del
país. Él utilizó las lanas de colores naturales que antes sólo se usaban para tejer la jerga
de las caronas para las mulas y los caballos de los arrieros del barrio vecino de Carmen
Alto, así como también para hacer los fieltros utilizados en la confección de sombreros o
como relleno para los colchones.
Como singular maestro tejedor, supo usar de manera distinta las lanas de color natural:
las escogía y separaba por matices para confeccionar hermosos tapices. Impelidos por el
éxito y la aceptación que obtuvo su trabajo –a lo que contribuyó su creación de nuevos
diseños–, los otros tejedores ayacuchanos no tardaron en comenzar a imitar su técnica y
estilo.
Leoncio Tineo Ochoa

Hablar del antiguo barrio de Santa Ana, Ayacucho, es hablar de la cantidad de artesanos
que allí moran y de las múltiples especialidades a las que se dedican. Allí nació Leoncio
Tineo Ochoa en 1924. Su padre Bonifacio Tineo fue escultor en piedra de Huamanga y
su madre María Ochoa una famosa ceramista cuyas obras se conservan en museos y
colecciones particulares, recordada por los hermosos silbatos en forma de gallitos y
toritos que modelaba.
Fue así que el ya fallecido Leoncio siguió la trayectoria de su madre, y recuperando esta
técnica de origen prehispánico, le dio valor y vigencia, siendo utilizada actualmente por
muchos ceramistas. A los silbatos les agregó figuras de pequeño formato, las cuales
modelaba algunas veces un poco más grandes. Sus personajes muestran la humildad del
hombre andino. Y en sus figuras colectivas representó a la familia peruana. También
plasmó escenas escultóricas de carácter religioso como “La Piedad”, “La procesión de
Pascua de Resurrección”, “San Jorge y el Dragón”, etc. A sus “Nacimientos”, la “Huida
a Egipto”, la “Cruz de Pasión”, entre otras, les imprimió su peculiar sello artístico.
Sin embargo, tampoco fue ajeno a la temática de lo cotidiano y en esa línea creó “Mujeres
cargando sus wawas”, “Parejas comiendo”, “Músicos”, “Borrachos” y “Policías”.
Destacando su famosa “Despedida”, la cual representa a una mujer con su bebé en brazos,
llorando mientras despide a su esposo arriero a la salida del pueblo, a quien no verá
durante más de un mes por la naturaleza propia de su trabajo; ella está junto a una cruz
que señala el camino de salida del pueblo y representa la constelación de la Cruz del Sur,
llamada Chakana.
A pesar de su gran talento, Leoncio Tineo Ochoa participó en muy pocos concursos de
artesanía, así como también se mantuvo alejado de reconocimientos similares; esto debido
a que según decía, él no buscaba lucrar con su arte sino tan sólo cultivarlo. No obstante,
en 1959 obtuvo el Premio al Mejor Ceramista Regional en la Primera Exposición de
Semana Santa en Ayacucho y el año 1994 es distinguido con el grado de “Gran Maestro
de la Artesanía Peruana”. Además sus obras se encuentran en exposición en diferentes
museos del país, así como también en colecciones privadas.
Su hija Rosalía y su nieto Leoncio continúan con la tradición familiar y son
también destacados ceramista.
Rosa Georgina Dueñas de Mendivil
Rosa Georgina Dueñas de Mendivil nace en el Cusco en 1934. Y se casa muy joven con
Hilario Mendivil; de quien aprende el arte y el oficio de la imaginería. Ambos, ya
fallecidos, vivieron en el tradicional barrio de San Blas, en el Cusco. Fueron receptores
de una rica tradición artística por ser ambos descendientes de viejas familias cusqueñas
dedicadas a confeccionar y restaurar santos de las iglesias, al arreglo de altares e
imágenes, así como de las andas de San Blas o del “Taytacha Temblores”. Pero
definitivamente el sello distintivo de la imaginería de los Mendívil es el alargamiento de
los cuellos de sus imágenes, especialmente de sus Vírgenes, peculiaridad que al principio
fue rechazada por los comerciantes de tiendas.
Por dicha razón, don Hilario en un momento debió desistir de su vocación por la escultura
y dedicarse al trabajo textil. Aunque los cuellos largos de sus imágenes eran una expresión
estilizada del paisaje que lo rodeaba, sobre todo durante su infancia, particularmente de
su proximidad a los camélidos que entonces llegaban hasta San Blas, lo que le valió el
apodo de “Llama kunka” (“Cuello de llama”).
Hilario y Georgina fueron una pareja que se entregó con pasión a la realización de cada
una de sus obras, las cuales se encuentran el día de hoy en las iglesias del Cusco, así como
dentro de colecciones particulares y de los principales museos del Perú y el mundo.
Producto del amor que los unió fue su particular compromiso por atender a cada uno de
sus clientes como si fuera el único. Es así que jamás repitieron un trabajo y siempre
rechazaron la demanda del mercado para producir en serie. Pasaron infinitas noches, con
paciente atención y dedicación para colorear el mundo con las imágenes celestiales que
los acompañaron durante toda su vida. Tales como las Vírgenes “Mamachas” de La
Leche, los Nacimientos con Reyes Magos, los Arcángeles (guardianes de las huestes
celestiales), La Última Cena, entre otras de sus obras, expresan la belleza y plasticidad de
su creación. Transmitieron a muchas generaciones la imaginería tradicional cusqueña
para que de este modo sea apreciada por propios y extraños. Continuando sus hijos con
esta noble misión más allá de San Blas. Sobre todo su hija Juana, quien también fue
condecorada años después como Gran Maestro de la Artesanía Peruana.
Año 1995

Fortunato A. Prada Cuadros


Fortunato Antonio Prada Cuadros nació en Ayacucho en 1919; y fue desde muy niño de
naturaleza inquieta y muy creativa. Desarrollándose así como un artista autodidacta que
siempre intentó hallar la belleza de las formas a través de su arte.
Fue así que el ya fenecido artista trabajó con distintos materiales, en una primera etapa
de su formación. Hasta que se decidió a trabajar con la hojalata simple y modesta con la
que su ingenio y creatividad se juntaron para elaborar con este material singulares piezas
de arte popular, las cuales son reconocidas internacionalmente, con ese sabor mestizo que
caracteriza la mezcla de nuestra cultura andina con la occidental y sobre todo con la
aplicación práctica de su arte en objetos utilitarios y decorativos que van desde los
modestos mecheros y candiles hasta sofisticados marcos para espejos, misteriosas
máscaras y delicadas pantallas de notable reminiscencia arabesca.
También fue fundador y maestro ad honorem de la Escuela de Artesanía Artística en el
Pueblo Joven La Libertad, en Ayacucho. Ejerciendo así también su gusto por la docencia
a través de diversos seminarios, cursos y conferencias.
Su arte se vio gratificado por exposiciones, premios y reconocimientos tales como la
Medalla de Oro en la Semana Santa de Ayacucho en 1971; así como también el Primer
Premio del Concurso Nacional de Artesanía de Ayacucho; y el Primer Premio del
Concurso Nacional de Artesanía de Lima, ambos en 1982, siendo distinguido con el grado
de “Gran Maestro de la Artesanía peruana” el año 1995 .
Apolonia Dorregaray Veli
Apolonia Dorregaray Veli nació en 1912 en la comunidad de Cochas Chico, distrito del
Tambo, provincia de Huancayo. Cochas Chico es un pueblo en Junín desde donde los
arrieros viajaban durante cuatro días de ida hasta Huachijna, en Huancavelica,
transportando telas, camisas, ollas, panes y biscochos para intercambiarlos por “toncos”
o cargas de mates burilados, especialmente los de Mayocc, que tradicionalmente se
usaban para servir las comidas. A su regreso, que también les tardaba cuatro días, los
vendían en la Feria Dominical de Huancayo. Este comercio era muy activo y antiquísimo,
y no se limitaba al de los mates platos, pues existía una gran variedad a la que le daban
uso utilitario. Había uno piriforme conocido como ishcupuru, que servía para llevar la cal
destinada a macerar la coca antes de chaccharla, así como también uno esferoide y con
un corte para la tapa, que servía como cofre, el que los indigenistas denominaron como
“azucarero”, puesto que también se utilizaba para eso.
Fue así que desde niña Apolonia, quien ya no se encuentra entre nosotros, acompañaba a
su padre el comerciante y arriero don Toribio Dorregaray, a estas largas caminatas para
intercambiar productos. Es precisamente durante esos viajes que, gracias a su mente joven
y despierta, ella aprendió el ancestral arte andino del burilado de mates, directamente de
los antiguos maestros, aprendizaje que practicaba cuando retornaba a su pueblo.
Turistas, comerciantes, exposiciones y ferias le han permitido hacer conocer sus obras y
recibir por ello muchos premios y merecidas distinciones en su tierra Huancayo, como en
la I Feria Nacional y XXX Feria Regional del Centro en 1966; así como también en Lima,
como por ejemplo el Diploma de Honor otorgado por la Federación de Artesanos del Perú
por sus cincuenta y un años como buriladora en 1990.
Celosa cultora de las tradiciones, también las inculcó a su hijo Sixto y a sus nietos, quienes
asimismo impulsaron esta antigua expresión artística popular. Siendo así que su hijo Sixto
Seguil Dorregaray empezó a trabajar en este arte a los seis años y hoy es uno de los más
representativos cultores de este arte.
Andrés Guaylupo Roque
Andrés Agustín Guaylupo Roque nació en Catacaos en 1918. Huérfano de madre a muy
temprana edad, desde los diez años trabajó con su padre Juan Guaylupo Yovera, quien le
enseñó los primeros secretos del arte de trabajar el oro y la plata. Luego aprendió a
dibujar, cosa que fue determinante para la obra de este ya fallecido artista, puesto que le
permitió proyectar sus creaciones haciendo bocetos de las mismas, solucionando así los
problemas técnicos en el papel, diseños que después plasmaría en metales preciosos.
Para Don Andrés simplemente no había imposibles en cuanto a su arte se refiere; puesto
que manejó prácticamente todas las técnicas tales como fundición, laminado, repujado,
cincelado, burilado, y sobre todo, la que le ha dado mayor fama, la filigrana, en la que
destacan sus aretes conocidos como “Dormilonas” hechas de oro, las que
tradicionalmente se heredan y atesoran como símbolos de prestigio y arte.
Como artista creativo y restaurador se le encomendó realizar trabajos muy importantes,
considerados ahora ya clásicos, como la corona cincelada para el Señor Cautivo, aureolas
para San Martín de Porres, la Virgen del Carmen y la Virgen de las Mercedes. Así como
también custodias para diversas Iglesias, estandartes de plata para cofradías en varios
pueblos; destacándose entre sus innumerables trabajos la corona, el cetro y una
“Dormilona” de 45 gramos de oro encargados para nuestra Miss Mundo 1967 Madeleine
Hartog Bell.
Su magnífica obra, a lo largo de los años, ha sido llevada por comerciantes y turistas a
diversos países. Sin embargo, Don Andrés no gustaba de participar en concursos ni
exposiciones. Trabajando en silencio, junto con su esposa, hijos y nietos como lo hace la
mayoría de los artistas populares, casi en el anonimato, sin buscar premios ni
reconocimientos.
Su herencia artística, a través de sus discípulos y su obra, ha dado lugar a la creación de
varios talleres en distintas regiones de nuestro país.
Año 1996

Santiago Rojas Álvarez


Santiago Rojas Álvarez nació en Paucartambo, Cusco, en 1918. Y a los dieciséis años
comenzó a bailar las diversas danzas que se presentan en su pueblo para celebrar a la
Patrona Virgen del Carmen. En esos años cada danzante se tenía que confeccionar para
sí mismo la máscara del personaje que iba a representar. Fue entonces que la habilidad de
Santiago Rojas Álvarez fue ganando adeptos quienes comenzaron a solicitar
expresamente que fuera él mismo quien diseñara y confeccionara también las máscaras
de otros danzantes. Es así precisamente que se especializa como mascarero.
Sin embargo, el trabajo del ya fenecido don Santiago no queda sólo en las máscaras, sino
que también elaboró miniaturas de danzantes de todas las danzas que se representan en
Paucartambo y en todo el departamento del Cusco.
Del mismo modo, Iglesias y capillas tienen imágenes religiosas que salieron de sus
manos. Entre las que se encuentran Santos y Santas, Vírgenes y Niños Manuelitos. Así
como también fue restaurador y pintor.
Sus obras se encuentran en diversos Museos del Perú y del mundo; así como también en
colecciones privadas.
Pedro Abilio Gonzáles Flores
Pedro Abilio Gonzáles Flores (1912-2006) nació en el anexo de Aza, en Huancayo. Hijo
de don Gregorio Gonzáles y de doña Melchora Flores. Tradicional estirpe de imagineros,
dedicados desde siempre a la creación de imágenes de santos que adornan Iglesias y
capillas de distintas ciudades y pueblos del Perú. Legado de sus antecesores que se
remonta hasta tiempos de la colonia.
Es así que, desde niño, Abilio Gonzáles Flores trabajó en este arte, desde la época en que
vendía mariposas y pajaritos en la calle Giraldes en la famosa Feria Dominical de
Huancayo. Su interés por incorporar temas tradicionales lo llevó a tomar la vida cotidiana
de su entorno cultural, representando a pastores, tejedoras, hilanderas, vivanderas,
músicos y danzarines, entre otros más.
Como es común en el arte popular, siguiendo la tradición familiar, don Abilio enseñó su
arte a sus hijos y nietos. Cruces de mayo, santos e imágenes, figuras costumbristas,
nacimientos, máscaras, muñecas tradicionales, candelabros, cruces para los techos,
bordados religiosos, etc. son trabajados día tras día por las diestras manos de los
González. Cabe recordar aquí que en la imaginería se aplican técnicas mixtas. De este
modo, su nieto Pedro González Paucar, ha expuesto sus obras en varios museos, galerías
y ferias del Perú y del extranjero, así como también ha obtenido un gran reconocimiento.
Del mismo modo, su hermano Javier González Paucar, es continuador de la tradición
Wanca y del arte de la imaginería.
Francisco HuattaHuatta
Francisco Huatta Huatta nació en la isla Taquile del Lago Titicaca en Puno, hijo de don
Hipólito Huatta Machuca y doña María Huatta Charca.
Cuando Francisco Huatta Huatta teje relata a través de sus tejidos, pues él es depositario
de la herencia cultural de Taquile, uno de los relictos de costumbres ancestrales del mundo
andino. Es así que ha ido divulgando por el Perú, así como por otros países que ha visitado
como embajador cultural de Puno, todos estos conocimientos. Y debido a que además es
músico, ya que toca la antara o flauta de pan, ha presentado un conjunto de bailarines con
las danzas tradicionales de la isla, conocido como “Los Sicuri.”
Por ser un difusor de la cultura taquileña, ha ocupado cargos honoríficos en su comunidad.
Tales como: Gobernador durante cinco años, Jefe del Registro Civil durante dos años,
Presidente del Comité Artesanal de Taquile por cinco años y Sargento de Playa por dos
años. Funciones que evidencian un prestigio personal y cultural al que todo hombre de su
comunidad aspira llegar.
Año 1997

Maximiliana Palomino de Sierra


Nacida en Huamanga, Ayacucho, en 1918 y fallecida recientemente; hija del famoso
escultor, imaginero y pintor don Fabián Palomino Mújica, Maximiliana trabajó desde
muy pequeña en el taller de su padre. Es la primera artesana que confecciona las
“Muñecas documentadas”, denominadas así porque en cada una de ellas se trata de
reproducir con exactitud y detalle los usos y costumbres de los distintos pueblos del Perú.
Por ejemplo, a cada vestimenta elegida le precede la investigación previa
correspondiente. Desde un principio compartió dicha responsabilidad, así como la
confección de sus muñecas con su esposo Enrique Sierra. Por eso cada uno de sus
trabajos, al rescatar nuestras costumbres, ritos, danzas y demás características culturales,
se convierte en un verdadero testimonio que nos cuenta en profundidad acerca de cómo
fue nuestra historia viva.
Asimismo, fue creadora de retablos cusqueños en los que el tiempo y el espacio parecen
detenerse, pues presentan paisajes, calles del Cusco antiguo y escenas costumbristas que
en conjunto forman una hermosa sinfonía artística, llena de plasticidad y colorido. La
realización de estos retablos también le exigían un gran trabajo de documentación.
Por esta razón, la firma Barrington le encargó en una ocasión el modelado de una galería
de “Personajes históricos” para su museo particular. La cual integraron Manco Cápac y
Mama Ocllo, el Virrey Toledo, La Perricholi, Don José de San Martín, Simón Bolívar,
Ricardo Palma, Chabuca Granda y treinta figuras más.
Para el modelado de sus muñecas empleaba una pasta de harina y yeso debidamente
mezclada, que era aplicada sobre cartón prensado. En el acabado empleaba pintura
preparada y bayeta, que es una tela tejida con lana de oveja por los pobladores de su
región. Además, los cabellos que utilizaba eran naturales.
De este modo, su esposo preparaba el cartón que luego prensaba con moldes fundidos en
aluminio que él mismo diseñaba y hacía. La forma de la cabeza, pies y manos la
trabajaban a pulso; cada muñeca con los rasgos típicos del lugar de procedencia que
representaba. Luego unían todas las partes del cuerpo y aplicaban varias capas de pintura
al conjunto, para finalmente encargarse del acabado y pintado de la cara. Paralelamente
se confeccionaban los vestidos, hechos y bordados íntegramente a mano.
En reconocimiento a su labor, Doña Maximiliana recibió en vida diversos premios de
instituciones locales y nacionales, como el de “Gran Maestro de la Artesanía Peruana” en
1997. Además fue integrante activa del Instituto Americano de Arte, institución cusqueña
que impulsa de manera permanente manifestaciones culturales y a la vez posee una de las
colecciones más importantes de la artesanía de este departamento.
El 18 de marzo del 2008 recibió el Diploma de Honor otorgado por el Consejo de la
Medalla de Honor del Congreso de la República del Perú, en reconocimiento a su
trayectoria artística en la especialidad de “Muñequería Tradicional”.
Victor Flores Gutiérrez

Nació en 1918 en Huamanga, Ayacucho; sus inquietudes artesanales heredadas de sus


ancestros le permitieron ser primero estudiante y luego docente por veinticinco años de
la Escuela de Bellas Artes de Ayacucho, lugar en el que ha transmitido el amplio
conocimiento de su oficio a varias generaciones de artistas.
Creador del pavo en filigrana de plata, al que le ha proporcionado una hermosa volumetría
con el tejido metálico. Este nuevo pavo dejó su función de sahumerio y pasó a ser un
artístico custodio de joyas. Entre otros de sus trabajos sobresalen: cigarreras, porta
lapiceros, costureros, cucharillas y joyas de todo tipo.
Víctor Flores Gutiérrez es uno de los herederos del arte de la filigrana, el cual hizo que
Huamanga fuera reconocida como cuna de dicho arte en oro y plata hasta comienzos de
la república. Llamado por muchos como “Manos de Mago”, artesanos como él permiten
que siga existiendo un arte que nunca debemos dejar que se extinga.
Su exitosa trayectoria artística ha sido reconocida en diversos eventos nacionales e
internacionales.
Emilio Follana Camacho
Nacido en 1899 en la provincia folklórica y artística de Paucartambo, Cusco, y fallecido
en el año 2001; aprendió desde tierna edad los secretos de la escultura y pintura religiosa.
Ampliando su horizonte artístico con la muñequería, juguetería, mascarería e imaginería;
apoyado por su esposa Marcelina Deza, cuyos hijos y nietos siguen ejerciendo dicho
oficio y haciendo patente su legado artístico.
La mayor parte de su trayectoria como artista la dedicó a la restauración de imágenes
religiosas en Iglesias y parroquias de la ciudad del Cusco; así como también del Valle de
Lares, Urubamba, Huayllabamba, Urquillos, Calca, Chinchero, Huarocondo, Chaquepay,
Anta y Urcos, entre otros.
Emilio Follana Camacho, el artista de las “Manos Celestiales”, recorrió varios
departamentos del país, siendo invitado a exposiciones de artesanía, y ganando primeros
puestos, medallas y menciones honrosas.
El “Niño Manuelito Cholo de la Espina”, concebido por el artista Follana, es una imagen
de tez trigueña, lograda con una pasta hecha a base de plata, ocre amarillo y púrpura, la
cual se mezcla con una solución de marfil que lleva como complemento el barniz
cristalino, secante de aceite de linaza, pupilas de color canela que se acuñan con hojuelas
de vidrio.
Heraclio Núñez Jiménez

Nacido en el año 1919 en la ciudad de Ayacucho, el ya fallecido artista se desarrolló desde


muy pequeño en actividades artesanales, especializándose en la línea de los retablos y de
la imaginería.
Estos retablos o Cajas de San Marcos, como se les conocía antiguamente, llegaron a
tierras ayacuchanas a través de los arrieros devotos de los Santos Antonio y Marcos. Pero
en lo que más destaca este artista es en los Retablos de Pared, los que tienen forma de
escudos, en donde se representan las mismas escenas de los Retablos.
Sus obras se caracterizan por su portabilidad y presentan generalmente dos divisiones en
las que hay escenas de procesiones o subjetivas estampas costumbristas.
Heraclio Núñez Jiménez representó al Perú en el Primer Curso Internacional para
Artesanos Artífices en Cuenca, Ecuador.
Existen publicaciones de sus actividades en diferentes medios de comunicación, tales
como diarios y revistas; así como también existen documentales filmados a cerca de su
actividad.
En varias oportunidades las principales autoridades de la ciudad de Ayacucho le han
otorgado pergaminos por resaltar la artesanía ayacuchana en la línea de los retablos.
Año 1998

Florentino Jiménez Toma

Nació en 1935 en Allccamencca, provincia de Víctor Fajardo, en Ayacucho; y fallecido


en el año 2005. Hijo de Mariano Jiménez Quispe, escultor en madera y en “Niño Rumi”
(Piedra de Huamanga). Descendiente de una familia de larga tradición artística, pues
muchos de ellos fueron adornistas, cantores, pirotécnicos y escultores. Desde los seis años
de edad se dedicó, en sus tiempos libres, a pintar cruces de zafa casa (techado de casa);
mientras ayudaba a su padre en sus tareas artísticas.
A los doce años se quedó huérfano de padre y tuvo que asumir la responsabilidad de
terminar todos los trabajos que Don Mariano dejó pendientes; tanto las que consistían en
“Missamastay” (retablos) y cruces. Ya para ese tiempo la gente lo llamaba “El Santero”
y también “Pintor.” Constantemente viajaba por diversos pueblos de su provincia
restaurando santos e imágenes de Iglesias y capillas. Requerido por su conocimiento
como imaginero, oficio que poco a poco fue mejorando con el transcurso de los años. Así
como también con las enseñanzas de su tío Guillermo Toma.
Casado con Amalia Quispe Sulcaraymi tuvieron siete hijos, quienes también se dedican
con éxito a la imaginería. No obstante, Florentino Jiménez Toma tuvo que viajar desde
niño varias veces a la costa, en las épocas difíciles de la sierra por falta de lluvias, en
busca de trabajo para el sustento de su familia.
El interés de Florentino de ir cultivándose culturalmente, lo llevó a estudiar la secundaria
en la ciudad de Ayacucho. También estudió en la Escuela de Bellas Artes y en el Centro
Artesanal de Ayacucho, donde se especializó en los retablos. Dedicándose luego a la
docencia durante varios años. Realizó varias exposiciones en Ayacucho, Lima y en otros
países. Lo más importante en sus exposiciones era que siempre fueron didácticas, pues
solía confeccionar los retablos a la vista del público asistente.
La vertiente de los retablos de Florentino es el campo, donde estos se llaman
“Missamastay”, pues intervienen en esa ceremonia ritual para la marcación del ganado o
para pedir a las altas montañas por las lluvias para que el campo fructifique y pudieran
cosechar.
César Yurivilca Román
Nacido en San pedro de Cajas, en Tarma Junín, en el año 1921. Aprendió de su padre,
desde muy niño, el oficio de la tejeduría, iniciándose como cualquiera de sus ayudantes
limpiando los vellones de ovejas para luego hilarlos. Cogió el telar de pedales a muy
tierna edad, tejiendo las conocidas frazadas decoradas con el tema de los “Jardines
interiores.” Luego tejiendo bayeta, una tela tradicional de la sierra con la que se
confeccionan pantalones, camisas, faldas y también pañales. Naturalmente también tejió
el infaltable poncho.
Agobiado por la rutina se alejó de su pueblo y se fue a vivir a Huariaca, cruzando la
segunda cordillera, camino obligado hacia Huánuco y la selva de Tingo María y Pucallpa,
donde se dedicó a otro negocio. Sin embargo, una noche tuvo un sueño premonitorio, en
el que se le presentó San Pedro, Patrón de su pueblo; y a los pocos días de esto un huayco
terminó con su dedicación a dicho negocio, regresando a su pueblo a la edad de cuarenta
y tres años, así como también a su oficio de tejedor.
El primer trabajo que realizó después de su regreso, fue el de reproducir la imagen de su
sueño, aunque esta vez no en la técnica tradicional de su pueblo, sino en una nueva: “el
tapiz relleno.” Es así que su inquieto espíritu lo llevó a incursionar también en los tejidos
de su pueblo, sin pensar que ese primer trabajo tendría tal éxito que, en la actualidad,
todos los tejedores Sampedranos utilizan esa misma técnica para tejer, consiguiendo un
efecto visual de fuerte impacto, pues con esta técnica se pueden hacer las figuras, tal como
el pintor en su lienzo, ya que se agregan los detalles como el degradé de los colores para
así conseguir la tridimensionalidad e incluso hacer curvas, cosa que no es posible realizar
con otras técnicas textiles.
Sus primeras muestras las realizó en la Plaza principal de su pueblo, frente a la Iglesia,
en las fiestas más importantes como la Semana Santa y la Patronal en junio. Y con los
nuevos diseños también se empezaron a utilizar nuevas temáticas, tales como temas
fantásticos, dinosaurios, castillos, ovnis, entre otros, fueron desfilando por los tejidos de
Don César.
Con ocasión de celebrarse la fiesta patronal de 1968, abre su Museo particular para así
poder exhibir con mayor comodidad sus obras. El éxito que alcanza es tan grande que
incluso da la vuelta al mundo, puesto que los turistas que visitaron dicho museo corrieron
la voz y los pedidos de sus obras para diferentes países no tardaron en llegar; así como
tampoco las invitaciones para que él viaje a países como Canadá, Australia y Suecia,
donde podría enseñar su técnica. Sin embargo, él se negó a dejar su pueblo, que es donde
siente la obligación de transmitir todo su conocimiento; ya no sólo a sus hijos, sino
también a sus paisanos.
Así es como este Gran Maestro ha hecho más por su pueblo que cualquier otra autoridad,
transmitiendo con paciencia su arte y su oficio, consiguiendo de este modo que su
comunidad haya progresado más allá de los límites esperados. Siendo así que de manera
tal vez injusta, muchos de los que aprendieron de él su oficio, han conseguido tener mucho
más fama y reconocimiento que Don César Yurivilca Román, a quien poco le interesan
los premios y la popularidad. Tal es su humildad.
Oscar San Miguel Álvarez
De padres ayacuchanos, Óscar nació en el Rímac en 1928. Cuando cumplió los diesiséis
años de edad, al terminar la primaria, ingresó a trabajar en el Ministerio de Aeronáutica,
en Las Palmas, donde tuvo su primer contacto con los metales y aprendió a fundir el
aluminio y el fierro. Posteriormente ingresó a estudiar en el Centro Artesanal de
Miraflores, donde aprendió del platero cusqueño Aníbal Lanaos, quien le enseñó
fundición artística, repujado, cincelado y todas las técnicas de la joyería.
Después de un año, debido al manejo que anteriormente había tenido en el trabajo de los
metales, destacó como artesano y logró crear y adaptar formas tradicionales peruanas para
trabajarlas en metales. Por ejemplo, adecuó el torito de Pucará y obras como Antiquilla,
Tintay, entre otras. En las tiendas del centro de Lima, en esa época se vendían ceniceros,
cubiertos y demás formas ya conocidas, que daban fama a la platería limeña, oferta que
se diversificó gracias a su dominio de la metalistería.
Al pasar por sus manos, la plata laminada se convertía en hermosos repujados como
paneras, tarjeteras, cigarreras, marcos para cuadros y espejos, fruteros, teteras, cucharas,
cucharitas, cucharones, trinches y la vajilla más diversa.
En la década de 1940 Lima era visitada por muchos turistas, quienes se llevaban como
souvenirs diversos trabajos de platería. En esa época se inició el diseño de estos objetos
con características peruanas, como la reproducción del indio tocando su quena y
acompañado por una llama, tema de la fotografía de Víctor Chambi. Luego se recrearon
temas prehispánicos en plata quemada. Óscar San Miguel también logró ser diestro en la
realización de trabajos con cobre y bronce, que transformaba en máscaras, iglesias
ayacuchanas e infinidad de formas que se decoraban valiéndose de ácidos para darles
diferentes colores. No le fueron ajenas las réplicas de formas coloniales trabajadas en
repujado, martillado y cincelado.
En 1959 abrió su taller en el cercado de Lima y en 1965 constituyó su propia empresa de
platería, la cual fue reconocida por la calidad de sus trabajos, obteniendo diversos premios
y reconocimientos. Pocos años después abrió su galería-taller en La Victoria y en 1983
fundó “Platería San Miguel SRL” para así poder exportar sus productos. Cuando cumplió
49 años de labor artística, fue reconocido como Gran Maestro de la Artesanía Peruana y
en 2003 recibió el Premio Internacional “Cuarto Concurso Human Ware Natural
Inspiration”, en Monza, Italia, por la “Máscara del Señor de Sipán”. Por último, en el año
2010 es reconocido como “Tesoro Humano Viviente de la Nación”.
Año 1999
Gregorio Cachi Palomino

Como herencia de la metalistería utilizada en tiempos prehispánicos, en San Pablo,


provincia de Canchis en el Cusco, lugar en el que nació Gregorio Cachi Palomino en
1933, se sigue trabajando los famosos tupus con que se sujetan las mantas. Desde tiempos
inmemoriales, allí se han confeccionado joyas y objetos de metales preciosos y
semipreciosos, así como el renombrado champi andino. En este pueblo el molde se hace
con arcilla refractaria mezclada con lanas, para evitar su resquebrajadura en el momento
de vaciar el metal fundido y obtener piezas con tan pocas porosidades que tan sólo se
necesita frotarlas para abrillantarlas. Con esta misma arcilla se preparan los crisoles de
fundición, de donde salen los tupus que sujetan las llicllas e inkuñas, las campanillas,
idolillos, anillos, sortijas y muchos objetos más, en su mayoría confeccionados en bronce,
a los que bañan con plata. También hacen joyas de plata, labor que le ha dado mayor
prestigio a la población.
Según el estatus establecido por los orfebres de la localidad, se considera platero al más
destacado; denominación que sin duda dan a don Gregorio Cachi Palomino, quien domina
todas las técnicas propias de un platero. Entre ellas la preparación del barro para hacer
crisoles, modelos y moldes de fundición a la arcilla refractaria; la fundición a la cera
perdida; el forjado, repujado y cincelado en alto y bajo relieve; y la técnica de la filigrana.
Para el acabado, aparte de las pátinas diversas, utiliza también el esmaltado. Por si fuera
poco, domina la herrería, lo que le permite confeccionar sus propias herramientas, algunas
muy difíciles de conseguir.
Como es característico entre los artesanos peruanos, los mejores seguidores de su arte son
sus propios hijos, además de los discípulos que van saliendo de su taller. El maestro
Gregorio tiene siete hijas, todas ellas dedicadas a la platería.
Participó en la restauración del anda del Señor de los Temblores, patrón de la ciudad del
Cusco y una de las efigies más veneradas por la población, que demandó veintitrés kilos
de plata, donados por la feligresía. También repara piezas religiosas de la Catedral y de
diversos templos; así como también crea joyas para las imágenes de los templos de Saylla,
Santa Catalina, San Sebastián, San Jerónimo y Santa Ana, entre otros.
Su prestigio ha cruzado las fronteras del país y, entre otras ferias, ha participado en las de
Kyoto (Japón) y Ginebra (1988, donde recibió el Premio de la Ciudad). En el año 2002
se le adjudicó en Venezuela el título de Maestro de la Artesanía Iberoamericana.
En 1999 obtiene el Premio Nacional de la Artesanía Peruana. En el año 2002, la Comisión
de Cultura y Patrimonio Cultural del Congreso de la República otorga por primera vez un
reconocimiento a varios artesanos, entre ellos a don Gregorio Cachi Palomino; y en el
año 2009 el Congreso de la República le otorga el Diploma de Honor y Medalla. En 1999
recibe el premio de Gran Maestro de la Artesanía Peruana.
Max Inga Adanaqué
La apacible actividad de los moradores del caserío de La Encantada, del distrito de
Chulucanas en Piura, lugar en el que nació este Gran Maestro de la Artesanía Peruana en
1952, invita a trabajos que caracterizan sus costumbres. Este fue el estilo tan original de
Max Inga Adanaqué, creador de una artesanía de mucha calidad y expresión artística.
Limitado físicamente por una enfermedad que lo mantuvo en una silla de ruedas desde el
año 1974, trabajó todos los días desde muy temprano hasta que el día terminaba.
Desde que apenas tenía siete años tomaba la arcilla de los alfareros y hacía palomas con
las alas abiertas. Para después dirigir sus manos la lezna que termina en punta triangular,
proyectarla en el mate y describir estampas costumbristas en miniatura. Tal vez sus
propias experiencias, acompañadas de la gran espiritualidad de su ser.
Además utilizó tanto técnicas tradicionales como propias para hacer sus burilados; tales
como el quemado que realizaba con brasas de algarrobo, así como también el diseño que
es netamente costeño en el que destaca su trazo continuo y nítido, donde los personajes
en movimiento nos acercan a ese rico mundo peruano de las fiestas con chicha y mucha
alegría.
Sin fuerzas en sus piernas se esmeró en desarrollar la habilidad de sus manos de las cuales
salió su más reconocida obra " El Cristo Campesino", escultura de gran significado que
representa la lucha diaria del campesino por salir adelante, encarnada por Cristo en una
cruz con forma de machete y una lampa. Dicho trabajo le valió reconocimiento a nivel
mundial, siendo halagado por el propio Papa Juan Pablo II.
Dejó una frase muy recordada por los ceramistas de su localidad. "No puedo caminar,
pero mis manos hablan por mi pueblo", algo que consiguió al dar a conocer las bondades
de su pueblo a través de su obra.
La muerte se llevó a uno de los hijos más reconocidos que ha dado esta tierra en el año
2000; pero sus enseñanzas, su técnica y acabados quedarán en la memoria de muchos
artesanos que nunca olvidarán a su maestro.
Carlos Oswaldo Ponce Castro
Nació en el año 1928 en Trujillo, departamento de La Libertad. Desde los doce años
empezó a trabajar el tallado en madera, piedra y martillado en cuero.
A los veinte años trabajó como carpintero, y a los veinticinco abre su propio taller
realizando su primera obra “Retablo Barroco Colonial” para la iglesia San Agustín de
Trujillo. En el año 1975 inicia a plenitud su labor artística al dejar el magisterio donde se
desempeñó como Director de Centros Artesanales en Otuzco y Trujillo.
Los productos artesanales de Oswaldo Ponce Castro tienen orientación utilitaria y
decorativa utilizando la madera, cuyos motivos de expresión son el prehispánico colonial,
republicano y moderno, siendo sus principales obras artesanales réplicas de balcones
coloniales, retablos de Iglesias, discos con relieve de la cultura pre-colombina, recipientes
de madera, cofres con tallados en relieve y otros artículos utilitarios.
Este artista tiene un taller denominado “Artesanía Mochica”, ubicado en la liga de
artesanos de Trujillo.
Año 2000

Julio Gálvez Ramos


El barrio Santa Ana en Ayacucho es conocido porque la mayor parte de sus habitantes se
dedica a la artesanía. Entre ellos hay tejedores, ceramistas, talladores y retablistas. Julio
Gálvez, quien nació en 1948 en el distrito de Vinchos, provincia de Huamanga, tiene su
taller y galería de exposiciones justamente en la plaza principal del mencionado barrio.
Este artista es conocido por sus finos trabajos en el alabastro conocido como piedra de
Huamanga. Desde niño se inició en el arte del tallado de esta singular materia prima y
para ir aprendiendo las técnicas del oficio comenzó a visitar los talleres de maestros
talladores en donde, poco a poco, fue desarrollando su vena artística. Su empeño por
aprender lo condujo al taller de Antonio Vera Sulca, el más ilustre de los talladores de
piedra de Huamanga. Y con el tiempo, sus febriles manos llegaron a ser suficientemente
diestras como para crear las bellas formas que le sugerían las mismas piedras, como si
buscara liberarlas de una prisión imaginaria.
Sus esculturas en alabastro son de gran calidad y su temática se basa en las creencias
populares y mitos de los pueblos del mundo andino, en sus usos y costumbres. Su
expresión estética parte de la realidad para contarnos un sinfín de problemas sociales y
dejarnos un mensaje de respeto a la vida.
Para la realización de su trabajo ha recreado el empleo de técnicas usadas durante la
Colonia, como la aplicación de pan de oro y pan de plata, y el coloreado a través de la
cera, lo que le confiere a sus obras una tonalidad de misterio, efecto que se aprecia mejor
en sus candelabros.
Como todo gran artista, se siente en la obligación de transmitir lo que sabe para formar
alumnos y discípulos. Uno de ellos es su hijo Carlos Gálvez Auccatoma, quien ya ha sido
galardonado en tres concursos nacionales y ha ganado el Premio Iberoamericano en
España, en la categoría de escultura en alabastro.
Julio Gálvez ha participado en muchas exposiciones en los ámbitos departamental,
nacional e internacional. Su obra se ha hecho merecedora a distintos reconocimientos,
como el Primer Premio Nacional de 1984 del Museo de Arte Contemporáneo en el Perú
y el Premio Internacional de Santiago de Chile, en 1985, organizado por la Universidad
Católica de Chile. Ha sido nombrado Gran Maestro de la Artesanía Peruana (2000),
Repositorio de la Memoria Colectiva y Personalidad Meritoria de la Cultura Peruana.
Mamerto Sánchez Cárdenas
A fines del siglo XIX el pongo curandero Miguel Nolasco, quien vivía en Inkajasa, anexo
del pago Moya del distrito de Quinua, en Ayacucho, se comunicaba, previo pago
ceremonial, con las deidades que viven en los apus Apacheta, Con- dorcunca y Rasuwilca
para preguntarles qué plantas debía usar para curar. En las noches, llamando a los
huamanis, se bañaba en las pacchas de Huamangora y gracias a un acto casi mágico, al
salir con su practicante Francisco Sánchez, sabían qué modelar. Francisco hacía trabajos
muy finos, su cerámica era fuerte y frágil como el vidrio, y por eso recibió el apelativo de
“Alaire”. A su hijo Santos, también ceramista, le decían “Niño Alaire”. Mamerto es hijo
de Santos, pero no necesita comunicarse con las deidades andinas para aprender nuevas
formas de modelar. Nació en el anexo Huayaoniyoc, distrito de Quinua, donde a los
ceramistas les decían “olleros”, “lamedores de tierra” o “lamedores de arcilla”.
En 1965 se creó el Taller Artesanal de Quinua, en donde ingresó como profesor de
cerámica. Allí enseñó las formas tradicionales usadas en su pueblo. Pero el mercado
necesitaba renovarse y por eso inició diversas innovaciones a partir de su entorno cultural.
El director del plantel le aconsejaba hacer lo mismo que su abuelo y su padre, pero
Mamerto, luego de inspirarse en los hechos de su pueblo, creó una serie de motivos
nuevos, como la “Corte Celestial” y “Las Cantantes de Jarawi, rebautizadas como “las
Chismosas”, porque quienes son ajenos a la cultura andina ignoran que estas cantantes
tienen una voz muy aguda y necesitan poner alternativamente la mano en la boca para
atenuarla. Valiéndose de una vasija que representa a un animal con seis cabezas y cumple
la función de florero, modeló temas de incesto, denominados jarjacha en quechua.
También creó un pequeño plato destinado a los matrimonios, con dos parejas de tortolitas,
que representan el amor eterno. Otra creación importante fue el Ukumari, oso de anteojos
que rapta a las doncellas más bellas. Mamerto crea y seguirá creando muchas obras, como
su reciente “Virgen de Cocharcas”, que representa el charco que deja el agua de las
lluvias. Los ceramistas de Quinua reconocen que gran parte de los cambios los propició
él.
Actualmente sus obras se venden en galerías de arte de Italia y Estados Unidos, y en
exclusivas tiendas limeñas de artesanía, donde se ha abierto camino gracias a la
excelencia y belleza de su arte. Su prolífica labor lo ha llevado a Estados Unidos, Italia,
Ecuador, México, Colombia, Chile y Venezuela, entre otros países.
Mamerto Sánchez es un emprendedor artista peruano que ha ganado numerosos premios
también a nivel internacional. Y naturalmente ostenta casi todas las distinciones a los
grandes maestros del arte peruano, entre ellas la de “Gran Maestro de la Artesanía
Peruana” en 2000.
Luis Frías Cueva

Nació en 1938 en la ciudad de Trujillo, La Libertad y, desde niño, tuvo ocasión de mostrar
su vocación artística. Es así que en la escuela primaria 277 del Jirón de la Unión
confeccionaba historietas completas de su inspiración, dibujadas a mano; les ponía pasta
y las alquilaba en los recreos para con ese dinero ayudar en la compra de sus útiles
escolares. Del mismo modo, sus estudios secundarios los realizó en el Colegio Nacional
San Juan y el Instituto Moderno, en donde siempre tuvo éxito en los concursos de dibujo
y de pintura.
Luego de dos años de estudios en la Universidad Nacional de Trujillo, se fue a la sierra
de La Libertad para desempeñarse como profesor. Es así que trabajó en Carate, Otuzco,
Moche, Mollepata y en el Asiento Minero de Quiruvilca, lugar en donde permanece por
más de quince años y donde es testigo presencial del sufrimiento de los mineros y el abuso
de las empresas mineras, plasmando estas realidades en sus obras; propósito para el cual
tuvo que crear una nueva línea artesanal que denomina “Artesanía Escultórica.” En ésta
se emplean desechos de minerales, la piedra en estado natural como: pirita, cuarzo,
tungsteno, carbón de piedra, arcilla, entre otros.
Sus obras transmiten profundos mensajes sociales y de paz. La vida diaria del minero, de
las mujeres y de los niños del ande. Así como también del Muki (duende de la mitología
andina que habita dentro de las minas), convertido en símbolo de la minería nacional.
Luis Frías Cueva ha realizado numerosas exposiciones individuales y colectivas. Y sus
obras se encuentran en poder de coleccionistas e instituciones de diferentes partes del
mundo, tales como la Sociedad Geológica de Rusia, Salón de Exposiciones de las
Naciones Unidas, Ciudad de Arte en Sao Paulo – Brasil, Sociedad Geológica del Perú;
así como también coleccionistas de Italia, Francia, España, Alemania, Japón, Estados
Unidos de Norteamérica y Cuba, entre otros.
Nemesio Villasante Gonzáles

La provincia de Paucartambo, en el Cusco, es conocida por su famosa danza de los


Saqratusuy en la que los diablos danzan por las inmediaciones de la procesión de la
Virgen del Carmen. Es así que los danzantes con atuendos de diablos, con máscaras de
figuras que para la religión cristiana son negativas tales como sapos, culebras y otros seres
míticos se burlan y esconden de la Virgen en dicho acto. Es costumbre que el mismo
danzante confeccione la máscara que utilizará para cada oportunidad; lo que en algunos
casos dio lugar a que algunos de ellos destaquen por la finura de sus trabajos y se
conviertan en mascareros.
Esto es lo que ocurrió con Nemesio Villasante, quien nació en dicho lugar en el año 1919,
y falleció en el año 2007. Solamente que, por haber tenido una buena formación como
pintor, manejaba mejores posibilidades técnicas. Es así que realizó importantes
innovaciones como sustituir la normalmente utilizada pasta a base de yeso por una de
papel; agregándole a las máscaras elementos no sólo tradicionales, sino también de su
propia creación. También lo distinguió de otros mascareros el manejo de los colores que
tenía, pues para él la máscara era como el lienzo para el pintor.
Su presencia como artista popular se incrementó desde 1950, año en que se presentó en
Lima en la Feria de Octubre. Dentro de sus numerosas preseas, las que más destacan son
la del Testimonio de gratitud y reconocimiento por su labor artística llevada a cabo en la
Escuela Regional de Bellas Artes Diego Quispe Tito del Cusco; así como también el
Premio de Maestro Regional 1998, otorgado por el entonces MITINCI. (Ministerio de
Industria, Turismo, Integración y Negociaciones Comerciales Internacionales).
Año 2001

Máximo Laura Taboada


Nació en 1959 en el barrio de Santa Ana, Ayacucho; entre los hilos y telares de su padre
Miguel, y como suele suceder con quienes tienen ancestros que conservan la tradición
textil peruana, Máximo ha llegado a ser un eximio seguidor y renovador de la misma. En
1986 visita una exposición que la tejedora argentina Kela Kremaschi realiza en la Galería
9, en Lima, que lo impacta a tal punto que decide dedicar su vida al arte textil que traía
desde la cuna. Al respecto, confiesa: “Fue un encuentro muy hermoso, una conversación
que siempre recordaré. Yo nací en manos de ella, mi maestra Kela… desde entonces fui
parte de ella, hasta el límite de querer desconocerme a mí mismo y ser como ella… pero
me dio esta recomendación: ‘El imitar es como querer ser un nevado cuando apenas eres
un riachuelo que parte de él; nada es igual a ser auténtico, genuino y personal’.” Con el
paso del tiempo, este hallazgo de su vocación lo condujo a un universo creativo, en el que
se ha realizado como el artista que es hoy.
Ha presentado exposiciones en varios países, habiendo recibido elogiosos comentarios de
numerosos críticos nacionales e internacionales.
En el proceso de búsqueda de una expresión propia, encuentra que al unir lo tradicional
con lo contemporáneo, utilizando herramientas modernas y aplicando e innovando
antiguas técnicas textiles, puede lograr una original y moderna expresión cromática que
parte del ancestral lenguaje iconográfico peruano.
Como dice Antonio Rengifo Balarezo, “Desde la tapicería tradicional huamanguina,
Máximo evoluciona hasta la tapicería contemporánea y universal de tendencia
escultórica”.
La formación adquirida por Máximo Laura le ha permitido encontrar un camino muy
personal que lo distingue entre los tejedores; realiza sus diseños previamente en un
“cartón”, donde soluciona todos los problemas de composición formal y cromática, como
lo hacen los artistas de la pintura. Trabaja personalmente cada tema; entremezclando
personajes y formas precolombinas con escenas contemporáneas, consiguiendo así
plasmar una hermosa obra producto de un singular sincretismo artístico.
Como bien nos dice: “Busco, en mi caso, un lenguaje que emane espiritualidad, estética
y lirismo. Trato de someterme a las limitaciones materiales y a las exigencias del acto
creador, bajo el farol del gusto obsesivo que trasluzca una connotación cultural y textil
típicamente peruana”. Tal es la sutileza que explica sus creaciones.
Gracias a su obra ha recibido numerosas distinciones, entre las que destacan las
siguientes: “Premio al Mejor Artista Internacional” en la MAI, Venezuela, en 1996;
“Premio Internacional de Artesanía” en Coral Gables, Miami, en 1993; “Premio
UNESCO para Artesanía de América Latina” en Tenerife, España, en 1992; “Premio
Nacional de Artesanía Manos de Oro” en Lima, en 1991; Diploma “V Centenario del
Descubrimiento de América: el Encuentro de Dos Mundos” en Lima 1991; “Gran
Maestro de la Artesanía Peruana” en el 2001; “Amauta de la Artesanía Peruana” en 2009
y “Tesoro Humano Viviente de la Nación” en el 2010.
Sabino Tupa LLavilla
Sabino Tupa Llavilla nació en el año 1951 en el barrio de Chakiy- Chaka del actual distrito
de Santiago, barrio de prosapia imperial cusqueña. Cuando ingresó a la escuela de
primaria tuvo un profesor de manualidades que enseñaba a trabajar la cerámica.
Paralelamente se capacitó en el Centro Artesanal “Juan Tomás Tuyru Túpac Inca” y a los
trece años conoció a su maestro Manuel Ccoylla y al escultor José Antonio Sánchez.
Posteriormente ingresó al Taller de Escultura de la Escuela Superior de Bellas Artes
“Diego Quispe Tito”, de la ciudad del Cusco. Entonces tuvo la suerte de trabajar como
ayudante con el gran fotógrafo Martín Chambi. En 1985 es becado por Artesanías del
Perú para participar durante seis meses en un curso de capacitación en cerámica en el
Centro Vacacional de Huampaní, Lima.
Al principio imitaba la cerámica inca para producir arybalos y platos que decoraba con
figuras geométricas. Dedicándose al torneado y vaciado, aunque se especializó más en
decoración, hasta que en 1969, al fracasar la empresa donde trabajaba, instaló un taller en
su casa. La temática de su obra fue cambiando poco a poco, desde los motivos religiosos
(Cristos, Santiagos, Arcas de Noé) hasta realizar esculturas grupales y de animales. Sobre
esa etapa expresa:“Una vicuña con su cría puede ser una poesía en arcilla, siempre busco
algo de romanticismo en mis trabajos, utilizando los engobes naturales, porque es más
nuestro. Después tuve un fuerte impacto del trabajo de Edilberto Mérida, del cual tengo
todavía un dejo, del cual no puedo salir en las manos y en los pies. A pesar que nunca he
trabajado con él y nunca me ha enseñado, lo respeto, lo reconozco como el gran maestro
que es”, manifiesta.
Pasados los impulsos de esta etapa, ha sabido ponerle un sello personal a su obra de
tendencia expresionista, suavizando los gestos y músculos en tensión de sus figuras,
modelándolos con delicadeza. Uno de sus aportes más importantes es la incorporación de
elementos vegetales para sustentar sus modelados. Para el decorado de sus trabajos
incorpora tejidos, cueros y cintas, característica que lo distingue y es imitada por muchos.
La Feria de Santurantikuy es una de las más famosas del Cusco, en ésta se dan cita casi
todos los artesanos cusqueños, quienes se preparan durante varios meses para este
encuentro anual. Sabino participa ininterrumpidamente en ella desde hace más de treinta
años. Asimismo ha participado en la Feria del Hogar en Lima, HatúnRaymi,
RaymiLlaqta, Inti Raymi y Festidanza de Arequipa y Tacna.
En 1974 ocupó el primer puesto en la I Exposición Feria Nacional de Arte Popular. En
1993 obtuvo el tercer lugar en la Feria de Tenerife, España. En 1998 la Asociación Civil
Inti Raymi le concedió el Primer Puesto General, entre setecientos participantes a nivel
nacional.
En el año 2001 se le otorga la distinción de “Gran Maestro de la Artesanía Peruana”.
José Francisco Terán Tafur

En el camino de Cajamarca hacia Chota está Huambocancha, lugar donde nació José
Francisco Terán Tafur. Allí todavía se habla quechua y probablemente sus pobladores
son descendientes de algunos mitimaes cusqueños (pobladores desterrados y separados
de sus comunidades de origen, con fines estratégicos, en tiempos del imperio incaico). En
este lugar es bastante común dedicarse a la artesanía, sobresaliendo la talla en piedra.
Destacándose sus bellos cementerios con lápidas talladas por picapedreros
cajamarquinos. Son conocidas también las tallas en granito y desde hace unos años que
se utiliza además la piedra jabón, como se le conoce a una especie de marmolina con la
que los antiguos pobladores de Chavín tallaban hermosos vasos ceremoniales.
Terán Tafur es descendiente de artesanos, entre los que se destacó Daniel Terán, tallador
y ceramista. José Francisco se inició tallando en la piedra suave con que confeccionaba
lápidas, bancas, mesas y fuentes de agua, para luego proseguir con la piedra jabón. Este
material, antes utilizado mayormente para hacer polveras, es usado por él para hacer tallas
que representan escenas religiosas y costumbristas, con un estilo académico de terso
acabado.
Desde 1975 participa en las Ferias de la ACOMUC (Asociación de Cooperación con la
Mujer Campesina), que se llevaban a cabo una vez al año en la capital; así como también
en las ferias que se realizaban con motivo del Día del Campesino y en la Feria Fongal de
la ciudad de Cajamarca, en la que obtuvo el Premio Departamental. En el año 2000 se le
otorgó el Premio Nacional ACOMUC; así como también el Premio Distrital “Dulce
Nombre de Jesús.”
Año 2002

Julio Urbano Rojas

Nació en 1935 en Huanta, Ayacucho; y residió durante muchos años en la capital del
departamento. Julio Urbano es uno de los más destacados retablistas ayacuchanos,
discípulo de su hermano Jesús, con quien trabajó durante muchos años. Pertenece a una
vieja estirpe de imagineros huamanguinos que mantiene el retablo ayacuchano como
ejemplo vivo de las cajas de los arrieros que se confeccionaban en varias regiones del
Perú, incluidas Cusco y Lima, siendo los más reconocidos los de Juli en Puno.
Julio Urbano Rojas es uno de los retablistas conservadores y respetuosos del origen de
estas cajas, a la vez que un creador constante. Siempre ha destacado en los concursos a
los cuales se ha presentado y se ha hecho merecedor a varios primeros premios, el primero
en 1958, otorgado en la Feria de Artes Populares organizada por la Municipalidad
Provincial de Huamanga.
También ha desarrollado su prolífica labor en la docencia. Primero en la Escuela Gratuita
de Artesanía Artística del barrio de La Libertad, que cofundó con su hermano Jesús; luego
en la Escuela de Aplicación Guamán Poma de Ayala, en el CEPRO ShosukoNogashi y
en su taller del barrio La Libertad, donde sigue enseñando a los jóvenes interesados en
este bello arte. Muchos de sus discípulos, actualmente se desempeñan como profesores
en diferentes lugares del país y del exterior.
Sus principales discípulos son sus hijos, sobrinos y nietos.
Ha sido miembro fundador de la Asociación de Artesanos Amauta de Ayacucho; así como
delComité de Creación de la Escuela Superior de Artesanía Artística de Ayacucho.
Su obra está difundida en varios países de todos los continentes, destacando Europa. Su
trabajo ha merecido la dedicación de numerosos artículos y publicaciones en varios
idiomas.
Ha participado en exposiciones internacionales en Austria en 1973; el Museo Prehistórico
Etnográfico de Roma, Italia, en 1982; en Frankfurt, Alemania, en 1997, y en el Museo
Nacional de México en 2009.
En reconocimiento a su labor como gran difusor del ramo de los retablos, en 2002 se le
otorgó el Premio Nacional “Gran Maestro de la Artesanía Peruana”.
Delia María Poma de Núñez
Hacia la década de 1940, en las localidades de Cochas Grande y Cochas Chico, se
comenzaron a burilar los mates. Sus pobladores cuentan que antes los traían de Mayocc,
Huancavelica, población fronteriza con Huanta, Ayacucho. Aprovechando sus constantes
viajes, algunos arrieros huancas aprendieron a burilarlos, aunque también llegaron
algunos maestros de esa localidad a Huancayo, como fue el caso del distinguido patriarca
Mariano Inés Flores.
Heredera de esa formación es Delia María Poma de Núñez quien nació en el año 1956 y
se dedicó desde niña a burilar mates. Su mayor contribución a este arte es el burilado fino
que se suele llamar “filigrana” por la delicadeza del trabajo. Y es ella quien comienza con
este delicado trabajo que ha proliferado entre casi todos los materos de Cochas. Su
dedicación exclusiva a este tipo de trabajo le ha valido un sinnúmero de galardones, así
mismo se ha presentado en varios encuentros de maestros artesanos realizados en el
extranjero.
Su primera satisfacción en cuanto al reconocimiento de su arte la tiene en el año 1974,
cuando se le clasifica para representar a su departamento en Lima. En 1982 gana el Primer
Premio Nacional entregado por el entonces Presidente de la República el arquitecto
Fernando Belaúnde Terry; en 1989 gana el Premio “Lorenzo Berg S.” como la mejor
artesana extranjera en la Feria organizada por la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Ese mismo año es invitada al programa de televisión “Sábado Gigante” que conducía el
popular Don Francisco. En 1995 hace una demostración de su arte en el programa
televisivo “Revolviendo” que conducía el Sr. Aravena en Santiago de Chile. Y en febrero
del 2002 fue invitada a Washington para participar en una exposición en la que también
hace una demostración de cómo burila sus mates.
Petronila Cauper Ramírez
Caco Macaya es una comunidad shipiba ubicada en los márgenes del río Ucayali, a tres
días en lancha río arriba de Pucallpa. En esa comunidad vivió desde su niñez la ya
fallecida artista Petronila Cauper Ramírez, quien nació en Shahuaya en 1932.
Conservadora neta de las costumbres selvícolas, Petronila fue una destacada ceramista
profunda conocedora de su cultura. Pocos como ella para hablar sobre el significado de
su iconografía, la cual está relacionada directamente con toda la cosmovisión shipiba.
Siendo así que los caminos del Dios Bari (Sol) están presentes constantemente en su
cerámica. Dios que se representa yendo en una canoa conducida por dos gallinazos a
través de todas las constelaciones. Para los shipibos las constelaciones son diferentes a
las que conoce la cultura occidental, de ahí que sólo algunas coincidan con éstas.
Durante su niñez su abuela Antonia le enseñó a trabajar la cerámica, arte al que dedicó su
vida y que enseñó a muchas niñas shipibas, manteniendo la iconografía de sus ancestros;
por lo que fue ampliamente conocida en todo el río Ucayali.
Colaboró directamente con la misión internacional encargada de ordenar la oferta
artesanal para promocionar la artesanía shipiba a través de la empresa MarotiShobo, que
llevó su producción a varios países del mundo; razón por la cual sus colecciones pueden
encontrarse en colecciones privadas internacionales. También trabajó con Amazon Herb,
empresa que se encargaba de promocionar el arte shipibo por el mundo. La mayor parte
de su obra se ofreció en el extranjero, dando a conocer la riqueza de su cultura. También
colaboró con CarolynHeath, amante de la cultura shipiba y su principal investigadora.
Año 2003
Abraham Falcón García

La guitarra ha dejado una marcada herencia española en Ayacucho, departamento donde


más se cultiva este instrumento; no sólo en su interpretación, sino también en su
fabricación. Nadie dudará que Raúl García Záraqtees uno de sus mejores guitarristas y
Abraham Falcón García el más destacado lutier (persona que construye o repara
instrumentos musicales de cuerda).
Abraham Falcón nació en Coracora, Ayacucho, en 1924 y desde los veintiún años de edad
se dedicó exclusivamente a la fabricación de guitarras. Debido a la calidad acústica y a la
belleza de sus instrumentos, destacados músicos y conjuntos los prefieren, contándose
entre ellos a los internacionales “Los Panchos”, “Los Tres Diamantes” y “Los Hermanos
Arriagada.” De más está decir que entre los nacionales casi todos los músicos cuentan
con una guitarra Falcón.
Por su amplia experiencia en la fabricación de guitarras, tiene muchos seguidores, en
especial entre su familia. En la búsqueda de mejoras tecnológicas, trata de romper
conceptos tradicionales para estar a la vanguardia en su arte y cumplir así con las
exigencias de los estándares internacionales.
Ha participado en gran cantidad de concursos nacionales e internacionales, logrando
destacados puestos en ellos; pero el lauro más importante le fue otorgado en 1983, en el
“XV Encuentro Nacional de la Guitarra: Concurso Internacional de Fabricantes de
Guitarra”, organizado por la Universidad de París, Francia; por haber logrado construir
un modelo revolucionario, al agregarle una estructura constructiva que soporta muy bien
la tensión de las cuerdas sin deteriorar las finas láminas de madera externa, impidiendo
las resquebrajaduras, y otorgándole además una alta calidad acústica. Por ello su guitarra
“Modelo Peruano” está considerada entre las tres mejores del mundo.
Luz Barbarita Mendoza Hernández
“Águila del valle andino parte para el Ecuador. Llevando esta labor del pueblo
sanmiguelino.”
Así rezaba la cuarteta que bordeaba las randas del Chal de Leche o Pañón de Armas que
se confeccionaba en el pueblo San Miguel de Pallaques, del departamento de Cajamarca,
cuando estaba destinado al país vecino de Ecuador, aunque ya no se hacen estos chales
que también distinguen a las bailarinas de tondero. Este pueblo es conocido por sus obras
confeccionadas en telar de Kallwa (telar de cintura) en el que se siguen tejiendo, con hilos
de algodón mercerizado, los ponchos para los chalanes, cubrecamas, manteles, servilletas
e individuales que se usan en las casas de familias tradicionalistas de la costa peruana.
Los colores preferidos son el blanco y el crema, aunque tampoco son de extrañar el nogal
o el tabaco.
Luz Barbarita Mendoza Hernández pertenece a una tradicional familia sanmiguelina que
se dedica por entero a este oficio. Ha sido invitada con frecuencia a participar en muchas
ferias provinciales, departamentales y nacionales, en donde presenta sus trabajos y donde
también era posible verla realizando la técnica del macramé (anudado a mano) para
terminar las prendas de fino acabado que salen de sus manos.
En mérito a la destacada labor que se hace en San Miguel de Pallaques, el jurado
calificador le concedió el premio Gran Maestro de la Artesanía Peruana 2003,
reconociendo en ella también a todas las tejedoras de su pueblo.
Jesús Alejandro La Torre Ibarra
En 1933 nació en el viejo barrio cusqueño Qolqonpata (conocido como San Cristóbal)
uno de los artistas más destacados del Cusco; Jesús Alejandro La Torre Ibarra, hijo de
artesanos imagineros. De este modo, el ya fallecido artista heredó aquel oficio, cuya
habilidad perfeccionó en la Escuela Regional de Bellas Artes “Diego Quispe Titto” del
Cusco, donde estudió pintura y escultura, cuyo dominio le permitió convertirse
posteriormente en profesor de restauración en el Centro Interamericano de Arte Peruano,
de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura), la OEA (Organización de Estados Americanos) y el INC (Instituto Nacional de
Cultura).
Restauró una gran cantidad de obras, no sólo esculturas, sino pinturas e imágenes de
muchos templos cusqueños. En el campo de la creación realizó varios lienzos y esculturas
de varias Iglesias, contando anecdóticamente que para él era un orgulloque algunas de
sus imágenes que se encuentran en templos hayan realizado verdaderos milagros.
De niño participó en la feria del Santuranticuy, de los años 40 al 49, cosechando varios
premios. En 1964 obtuvo el Primer Premio del Instituto Americano de Arte en el Primer
Concurso de Arte Popular, con la obra “Retablo Costumbrista del Corpus de San
Cristóbal”. Ese mismo año ganó también el Primer Premio y Premio Estímulo otorgados
por el Ministerio de Educación en el homenaje al 143 Aniversario de la Independencia
del Perú. Luego de estos primeros premios, siguió ganando muchos más a lo largo de su
carrera artística.
En su obra es destacable la importancia del sincretismo religioso, dejando entrever la
religión andina; allí están presentes los arcángeles arcabuceros que representan,
soterradamente, al dios Illapa (dios del trueno).
Fidel Barrientos Bustos
Pocos artistas como Fidel Barrientos Bustos dominan una amplia gama de especialidades
artesanales; puesto que él es un tallador en cualquier material que se le presenta, tanto en
madera como en alabastro. Como buen dominador del oficio, también se dedica a la
restauración.
Natural de Apurímac, nació en 1938 y ha participado en ferias, exposiciones y encuentros
en Colombia, Bolivia, Chile, Ecuador y España. El año 2002 obtuvo el primer lugar en el
Premio Nacional Inti Raymi y el Congreso de la República y el MINCETUR le otorgaron
el título de Maestro Regional de la Artesanía.
El alabastro más conocido es el de Ayacucho, denominado Piedra de Huamanga; pero el
maestro Barrientos utiliza el de su lugar de nacimiento, que comparado con el ayacuchano
ofrece más variedad en cuanto a dureza.
El policromado, ampliamente difundido en tiempos de la Colonia, se perdió durante la
República. Fidel Barrientos rescata dicha técnica, la desarrolla y perfecciona a través de
un largo trabajo de cuarenta años, reconstruyendo así la técnica de su utilización y
añadiendo el pan de oro, el cual aplica con el tradicional bol de Armenia que ofrece un
mejor soporte para dicho metal precioso.
La calidad de su trabajo es tal que mucha de su obra se encuentra en países como
Alemania, Argentina, Japón, Puerto Rico, El Salvador, España, Venezuela, Inglaterra,
Chile, Australia, Italia, Estados Unidos y Francia, entre otros.
Año 2004

Lucio Sergio Pillaca Merlo


Durante la época colonial, el empleo del alabastro floreció y con éste se han labrado
hermosas piezas del más refinado gusto europeo. La población andina lo usaba para hacer
objetos ceremoniales propios de su religión, los cuales ocultaba entre las efigies de la
religión cristiana. Como vestigio de esto, aún hoy se confeccionan estos objetos que se
denominan illas o huacanquis, realizados muchas veces por los kamilis, los
hatúnmissayoc o los pongos. Como es natural, también se confeccionaron obras
resultantes del sincretismo religioso producido entonces.
Una de las escuelas más famosas en el manejo del alabastro peruano es la de Ayacucho,
que usa como materia prima la conocida piedra de Huamanga. Entre los muchos maestros
que se han especializado en este tipo de tallado, en la actualidad destaca Lucio Sergio
Pillaca Merlo, quien se formó como tallador en el taller de la destacada familia Vera Sulca
y elabora las imágenes de los retablos ayacuchanos con piedra de Huamanga, como se
acostumbraba hacer antes. Aquí cabe mencionar a los santolinos, que son pequeñas tallas
destinadas para un uso mágico religioso, como arreglar amores imposibles, conseguir
dinero y cosas afines. Estas piezas se hacían mayormente con pedazos pequeños de
alabastro sobrantes del tallado de obras más grandes y se vendían por latas.
Maestro de maestros, Lucio Sergio Pillaca Merlo, quien nació en 1940 en la localidad de
Tiquigua, del distrito Hualla, provincia Víctor Fajardo, Ayacucho; ha formado a muchos
artistas populares y continúa la tradición de nuestros artistas popularesde tener a sus hijos
como sus primeros discípulos. En su caso, ellos también son magníficos talladores. Ha
sido profesor de su especialidad en la Gran Unidad Escolar Mariscal Cáceres y en el
Centro Educativo Ciro Alegría de Ayacucho.
Aunque la principal temática en este tipo de trabajo son las imágenes de la religión
católica, el maestro Pillaca incorpora temas del ámbito andino como el Yawar Fiesta, la
celebración de los carnavales, las faenas campesinas y la cosecha de la tuna. También
talla piezas de uso cotidiano, como son jaboneras, fruteros y candelabros. En el caso
particular de sus candelabros, aprovecha las vetas y los colores naturales de la traslúcida
piedra de Huamanga, para obtener con la luz artificial un ambiente de intimidad familiar.
Se ha distinguido en cuanto concurso se ha presentado y sus obras no sólo se han expuesto
en las diferentes ciudades del país, sino también en algunas de Sudamérica.
Una de las distinciones más importantes obtenidas por este notable maestro es la del
Primer Premio del Concurso Nacional de Artesanías “Las Advocaciones de la Virgen
María”, con su obra “Virgen de la Asunción”. Como justo homenaje a su labor, en el año
2004 se le otorgó el premio Gran Maestro de la Artesanía Peruana.
Marco Javier Hurtado Valle
El misterio insondable de la selva es develado por Marco Javier Hurtado Valle,
extraordinario maestro tallador, ya fallecido, quien utilizó la madera para plasmar los
temas selváticos, sean cotidianos, de la mitología o de la creencia mágico - religiosa.
Como sucede con quienes desean sumergirse en el mundo de la creación, dejó de lado el
bienestar material para dedicarse de lleno a la aventura artística. Su labor ha sido prolífica
y ha llenado varias poblaciones de la selva con sendas esculturas hechas en madera,
material tan abundante en su entorno.
Sus obras son de diversas medidas, aunque las monumentales le apasionan. Autodidacta,
se inició en la pintura y la escultura, aunque esta última disciplina fue la que más lo
apasionó.
Ganó varios reconocimientos como el Primer Premio de Dibujo y Pintura en 1970, el
primer puesto en el IX Premio Nacional Inti Raymi de Artesanía 2000, con la obra
“Alianza Lima rumbo a la Gloria.” Al año siguiente fue nuevamente galardonado con el
primer puesto con la obra “Amaneciendo en la Selva.” Y posteriormente el primer puesto
en el III Concurso Bienal Regional de Artesanía Amazónica 2001. Una de sus
exposiciones más importantes la realizó en noviembre del 2002 en Munich, Alemania, en
el KunstundKunsthadweriaus Perú.”
Sus obras de formato monumental son: “Cabeza de Lagarto” de 3 metros de ancho por
3.5 de alto y 6 de largo, que se encuentra en el Parque Natural de Pucallpa; y “Sirena”,
que adorna la portada de ingreso a la ciudad de Contamana, en Ucayali.
Juana María Mendivil Dueñas
La imaginería cusqueña es una de las más famosas en el Perú. Cristos, Vírgenes y Santos
han salido de sus talleres y se han difundido en muchas partes del mundo. El terremoto
de 1950 contribuyó, paradójicamente, a que esta especialidad renaciera; pues al quedar
destruidas o deterioradas muchas edificaciones e imágenes de Iglesias y capillas
particulares, fue necesario restaurarlas, dando así trabajo a muchos imagineros.
Por el taller de Hilario Mendívil desfilaron santos, vírgenes, cristos, arcángeles,
querubines y ángeles. Su esposa Georgina fue su mejor ayudante y sus hijos aprendieron
este arte. Por supuesto Juana fue una discípula destacada que prosigue con la tradición
familiar del “Llama Kunka” (cuellos largos en sus imágenes). Ella ha contribuido a que
el “Arte Mendívil” se difunda en nuestro país y en toda América y Europa, con su
presentación en exposiciones internacionales, concursos, ferias y diversos certámenes.
Por su dedicada labor en favor de la difusión de este estilo de modelar, el Congreso de la
República le otorgó la medalla “Juan Pablo Vizcardo y Guzmán.” Ha ganado los premios:
Artesanía Raymisa, 1993; Santa Rosa de Lima en 1995 conferido por el Banco de Crédito;
Gran Amauta de la Artesanía Peruana en el 2000; y el Premio y Condecoración de la
Municipalidad de La Serena, Chile, en el 2004.
Año 2005

Virgilio Oré Chávez


Los habitantes de Quinua se distinguen por descender de una vieja tradición de alfareros.
Casado con la descendiente de retablistas Georgina Velarde Gutiérrez, quien es además
su discípula, Virgilio Oré Chávez es un ceramista que heredó el oficio desde la niñez,
cuando se sentaba junto a su abuelo Alejandro Chávez a verlo modelar platos, ollas, jarras
y porongos que cambiaba por maíz, papa, mashua, entre otras cosas. Mientras lo
observaba, Virgilio jugaba con la arcilla modelando sus juguetes. Las tradiciones que le
iba transmitiendo su abuelo durante su quehacer cotidiano le sirvieron para definir su
vocación y decidirse a ser ceramista, manteniendo así la herencia de una vieja tradición
transmitida con paciencia y sabiduría por sus familiares y los maestros ceramistas de
Quinua. Su afán por mejorar el arte heredado lo llevó al taller del maestro Mamerto
Sánchez, quien humildemente manifiesta haber sido superado por su discípulo.
La temática de Virgilio siempre han sido los acontecimientos cotidianos, entre ellos los
aciagos momentos que impuso la violencia terrorista a su pueblo en la década de 1980.
Confiesa: “Me gusta mucho mostrar en arcilla las manifestaciones de mi pueblo, las
fiestas costumbristas, los avances de la historia”. Nada escapa a sus acuciosos ojos que
siempre captan con avidez lo que sucede a su alrededor.
Con gran paciencia relata la manera en que prepara el material y habla con cariño del
inseparable burro que le sirve para el acarreo del mismo. La arcilla blanca “sirse”, que es
una caolinita, se encuentra a tres horas de caminata de su taller;la roja, conocida como
“ichma”, la consigue en el suelo de Patampampa y la negra en Huayo- Huayo, en forma
de una piedra negra que tiene que molerse.
De pequeños, sus hijos prácticamente aprendieron a caminar sobre la arcilla y se divertían
haciendo sus juguetes con este material, ante su mirada siempre vigilante.
En 1979 se presentó en la III Feria Regional Agropecuaria Artesanal e Industrial durantela
Semana Santa Ayacuchana, su primera participación en eventos de esta naturaleza. Desde
entonces ha participado en muchas exposiciones nacionales e internacionales. Y ha
llevado su trabajo a Argentina, Cuba, Chile, España, Colombia y Costa Rica, entre otros
países.
Son innumerables los premios que ha recibido a lo largo de sus años de ceramista,
otorgados no sólo en el suelo patrio, sino también en certámenes internacionales. En
reconocimiento a su arte, en el año 2005 se le otorgó la distinción de “Gran Maestro de
la Artesanía Peruana”.
Jaime Gil Follana
El luichimikoc, que significa comida de venado, es el famoso maguey, cuyo tallo floral
es blando como el palo de balsa y se usa en la serranía como armazón para modelar
imágenes; tecnología que trajeron los españoles durante la conquista. En el Cusco es el
principal material utilizado para modelar las figuras del santoral de la religión cristiana,
tan arraigada en el sentimiento popular andino, que muchas veces desplaza a personajes
de su antigua religión o a otros que son producto del sincretismo religioso.
A pesar que la imaginería tiene raíces ajenas a nuestra cultura, ha calado tan
profundamente en el mundo andino que existen numerosos artistas dedicados a este arte,
varios de ellos cusqueños cuya fama ha dado la vuelta al mundo, como es el caso de
Antonio Olave Palomino y del maestro Emilio Follana Camacho, ambos distinguidos
como “Grandes Maestros de la Artesanía Peruana”. Jaime Gil Follana, nieto de Emilio,
aprendió de su abuelo desde los diez años; primero haciendo máscaras, juguetes y
muñecas que se vendían en Navidad en la Feria del Santurantikuy. Luego de algunos años
se dedicó a la línea de la imaginería religiosa, que se basaba en una pasta de arroz,
porcelana, cemento blanco y yeso, que los imagineros cusqueños usan tradicionalmente
para modelar las imágenes que finalmente se pulen y bruñen.
Siguiendo con la tradición familiar, Jaime ha logrado un modelado exquisito y un acabado
de porcelana en la diversidad de imágenes que desfilan por sus experimentadas manos
para finalmente decorar capillas e Iglesias cusqueñas. Este depurado arte, que cada vez
se va haciendomás exquisito, tiene en Jaime a uno de sus más destacados cultores.
Entre las imágenes que suele trabajar se cuentan Misterios, el Niño Manuelito, el Niño
Buen Pastor, el Dormido, el Gateando, el de Praga o el de la Espina, los Reyes Magos y
temas andinos como el Varayoc.
En imaginería el modelado de la cara es lo más difícil, ya que se debe prestar mucha
atención a detalles delicados como son los ojos, los dientes y el paladar. Jaime modela
los ojos en cristal, el cual funde para luego pintar por el reverso; realiza los dientes con el
cañón de las plumas de las aves; confecciona la cabellera con el primer corte de pelo de
los niños y para el paladar emplea láminas de oro en algunos casos. Tal es la destreza que
exige su trabajo.

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