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Peruana
Año 1993
Santiago Paucar Amaro nació en San Pedro de Cajas en 1927; y se inició en su arte
tejiendo frazadas utilitarias en 1940, siguiendo con la tradición familiar de un pueblo de
tejedores.
En los tejidos de San Pedro de Cajas, el ya fallecido Santiago Paucar fue el creador de los
Tapices Paucar, en los cuales puede observarse mucha disciplina y prolijidad;
asemejándose además sus colores a los de un lienzo que utiliza motivos precolombinos,
abstractos, así como lindos paisajes.
Entre los principales reconocimientos que ha obtenido por su trabajo están el Título de
Master otorgado por la Universidad de Tucson en Estados Unidos. Así como también el
Primer Premio Nacional de la II Bienal Nacional de Arte Contemporáneo en el año 19...
y el año 1993 es distinguido con el grado de “Gran Maestro de la Artesanía Peruana”,
premio otorgado por el Presidente de la República de aquel entonces.
Además ha expuesto su trabajo en diferentes lugares del mundo como Estados Unidos,
Canadá, Austria, Italia, Alemania, Francia y Argentina.
Año 1994
Ambrosio Sulca Pérez
Nació en 1907 en el barrio de Santa Ana en Ayacucho. Gracias al esfuerzo realizado por
este patriarca del arte y la técnica textil andinos, en las primeras décadas del siglo XX
renacen los tejidos ayacuchanos. Es así que después de muchos años de investigación y
experimentación don Ambrosio Sulca Pérez, quien ya no se encuentra con nosotros, pudo
rescatar los siguientes puntos del arte textil de la cultura Wari: arwi, quipu, encrespado,
puntillado y alto relieve, los mismos que ahora usan todos los tejedores ayacuchanos. Del
mismo modo se dedicó a redescubrir las plantas tintóreas que se usaban en la época
prehispánica, objetivo que finalmente consiguió después de muchas pruebas y esfuerzo,
colores que sistematizó en un catálogo que aún continúa utilizando su familia. Empleando
los tintes hallados para lograr armónicos degrades monocromáticos.
Definitivamente Don Ambrosio nació para el arte y prueba de ello es que incursionó en
casi todas sus especialidades, como la escultura en cerámica, que aprendió de la destacada
maestra María Ochoa; la talla en piedra, del artista Víctor Vera Sulca; la juguetería en
badana y la pintura de caballete. Tampoco fue ajeno a la música, pues aprendió a tocar
quena y guitarra, y llegó a formar el conjunto musical “Condorcunca”, el cual destacó en
su época. Sin embargo, el tejido siempre fue su gran pasión y con este buscó crear
paisajes andinos, tarea que fue coronada por el éxito cuando impuso el punto arwi con el
que, al romper con el reticulado común, se pueden obtener hermosos efectos visuales.
Sólo dos veces utilizó todas las técnicas en un mismo tejido, obteniendo así dos hermosos
tapices.
Asimismo, gracias a que recuperó la iconografía Wari, pudo crear el tapiz mural e
imponer el empleo de las guardillas con diseños antiguos de esta cultura. Y en su
constante afán por conocerla y compenetrarse con ella, logró adquirir fragmentos de
tejidos Wari para estudiarlos con profundidad.
En la década de 1960 llegó a Ayacucho el Cuerpo de Paz, organización norteamericana
que impuso el gigantismo y diseños distintos a nuestra cultura: flores, el Sol y mariposas,
entre otros. Don Ambrosio no se unió a esta corriente y más bien defendió el estilo propio
ante esta singular agresión cultural que poco o nada significó para la producción
tradicional, cosa que quedó en evidencia luego de que esta organización se retirara del
país. Él utilizó las lanas de colores naturales que antes sólo se usaban para tejer la jerga
de las caronas para las mulas y los caballos de los arrieros del barrio vecino de Carmen
Alto, así como también para hacer los fieltros utilizados en la confección de sombreros o
como relleno para los colchones.
Como singular maestro tejedor, supo usar de manera distinta las lanas de color natural:
las escogía y separaba por matices para confeccionar hermosos tapices. Impelidos por el
éxito y la aceptación que obtuvo su trabajo –a lo que contribuyó su creación de nuevos
diseños–, los otros tejedores ayacuchanos no tardaron en comenzar a imitar su técnica y
estilo.
Leoncio Tineo Ochoa
Hablar del antiguo barrio de Santa Ana, Ayacucho, es hablar de la cantidad de artesanos
que allí moran y de las múltiples especialidades a las que se dedican. Allí nació Leoncio
Tineo Ochoa en 1924. Su padre Bonifacio Tineo fue escultor en piedra de Huamanga y
su madre María Ochoa una famosa ceramista cuyas obras se conservan en museos y
colecciones particulares, recordada por los hermosos silbatos en forma de gallitos y
toritos que modelaba.
Fue así que el ya fallecido Leoncio siguió la trayectoria de su madre, y recuperando esta
técnica de origen prehispánico, le dio valor y vigencia, siendo utilizada actualmente por
muchos ceramistas. A los silbatos les agregó figuras de pequeño formato, las cuales
modelaba algunas veces un poco más grandes. Sus personajes muestran la humildad del
hombre andino. Y en sus figuras colectivas representó a la familia peruana. También
plasmó escenas escultóricas de carácter religioso como “La Piedad”, “La procesión de
Pascua de Resurrección”, “San Jorge y el Dragón”, etc. A sus “Nacimientos”, la “Huida
a Egipto”, la “Cruz de Pasión”, entre otras, les imprimió su peculiar sello artístico.
Sin embargo, tampoco fue ajeno a la temática de lo cotidiano y en esa línea creó “Mujeres
cargando sus wawas”, “Parejas comiendo”, “Músicos”, “Borrachos” y “Policías”.
Destacando su famosa “Despedida”, la cual representa a una mujer con su bebé en brazos,
llorando mientras despide a su esposo arriero a la salida del pueblo, a quien no verá
durante más de un mes por la naturaleza propia de su trabajo; ella está junto a una cruz
que señala el camino de salida del pueblo y representa la constelación de la Cruz del Sur,
llamada Chakana.
A pesar de su gran talento, Leoncio Tineo Ochoa participó en muy pocos concursos de
artesanía, así como también se mantuvo alejado de reconocimientos similares; esto debido
a que según decía, él no buscaba lucrar con su arte sino tan sólo cultivarlo. No obstante,
en 1959 obtuvo el Premio al Mejor Ceramista Regional en la Primera Exposición de
Semana Santa en Ayacucho y el año 1994 es distinguido con el grado de “Gran Maestro
de la Artesanía Peruana”. Además sus obras se encuentran en exposición en diferentes
museos del país, así como también en colecciones privadas.
Su hija Rosalía y su nieto Leoncio continúan con la tradición familiar y son
también destacados ceramista.
Rosa Georgina Dueñas de Mendivil
Rosa Georgina Dueñas de Mendivil nace en el Cusco en 1934. Y se casa muy joven con
Hilario Mendivil; de quien aprende el arte y el oficio de la imaginería. Ambos, ya
fallecidos, vivieron en el tradicional barrio de San Blas, en el Cusco. Fueron receptores
de una rica tradición artística por ser ambos descendientes de viejas familias cusqueñas
dedicadas a confeccionar y restaurar santos de las iglesias, al arreglo de altares e
imágenes, así como de las andas de San Blas o del “Taytacha Temblores”. Pero
definitivamente el sello distintivo de la imaginería de los Mendívil es el alargamiento de
los cuellos de sus imágenes, especialmente de sus Vírgenes, peculiaridad que al principio
fue rechazada por los comerciantes de tiendas.
Por dicha razón, don Hilario en un momento debió desistir de su vocación por la escultura
y dedicarse al trabajo textil. Aunque los cuellos largos de sus imágenes eran una expresión
estilizada del paisaje que lo rodeaba, sobre todo durante su infancia, particularmente de
su proximidad a los camélidos que entonces llegaban hasta San Blas, lo que le valió el
apodo de “Llama kunka” (“Cuello de llama”).
Hilario y Georgina fueron una pareja que se entregó con pasión a la realización de cada
una de sus obras, las cuales se encuentran el día de hoy en las iglesias del Cusco, así como
dentro de colecciones particulares y de los principales museos del Perú y el mundo.
Producto del amor que los unió fue su particular compromiso por atender a cada uno de
sus clientes como si fuera el único. Es así que jamás repitieron un trabajo y siempre
rechazaron la demanda del mercado para producir en serie. Pasaron infinitas noches, con
paciente atención y dedicación para colorear el mundo con las imágenes celestiales que
los acompañaron durante toda su vida. Tales como las Vírgenes “Mamachas” de La
Leche, los Nacimientos con Reyes Magos, los Arcángeles (guardianes de las huestes
celestiales), La Última Cena, entre otras de sus obras, expresan la belleza y plasticidad de
su creación. Transmitieron a muchas generaciones la imaginería tradicional cusqueña
para que de este modo sea apreciada por propios y extraños. Continuando sus hijos con
esta noble misión más allá de San Blas. Sobre todo su hija Juana, quien también fue
condecorada años después como Gran Maestro de la Artesanía Peruana.
Año 1995
Nació en 1938 en la ciudad de Trujillo, La Libertad y, desde niño, tuvo ocasión de mostrar
su vocación artística. Es así que en la escuela primaria 277 del Jirón de la Unión
confeccionaba historietas completas de su inspiración, dibujadas a mano; les ponía pasta
y las alquilaba en los recreos para con ese dinero ayudar en la compra de sus útiles
escolares. Del mismo modo, sus estudios secundarios los realizó en el Colegio Nacional
San Juan y el Instituto Moderno, en donde siempre tuvo éxito en los concursos de dibujo
y de pintura.
Luego de dos años de estudios en la Universidad Nacional de Trujillo, se fue a la sierra
de La Libertad para desempeñarse como profesor. Es así que trabajó en Carate, Otuzco,
Moche, Mollepata y en el Asiento Minero de Quiruvilca, lugar en donde permanece por
más de quince años y donde es testigo presencial del sufrimiento de los mineros y el abuso
de las empresas mineras, plasmando estas realidades en sus obras; propósito para el cual
tuvo que crear una nueva línea artesanal que denomina “Artesanía Escultórica.” En ésta
se emplean desechos de minerales, la piedra en estado natural como: pirita, cuarzo,
tungsteno, carbón de piedra, arcilla, entre otros.
Sus obras transmiten profundos mensajes sociales y de paz. La vida diaria del minero, de
las mujeres y de los niños del ande. Así como también del Muki (duende de la mitología
andina que habita dentro de las minas), convertido en símbolo de la minería nacional.
Luis Frías Cueva ha realizado numerosas exposiciones individuales y colectivas. Y sus
obras se encuentran en poder de coleccionistas e instituciones de diferentes partes del
mundo, tales como la Sociedad Geológica de Rusia, Salón de Exposiciones de las
Naciones Unidas, Ciudad de Arte en Sao Paulo – Brasil, Sociedad Geológica del Perú;
así como también coleccionistas de Italia, Francia, España, Alemania, Japón, Estados
Unidos de Norteamérica y Cuba, entre otros.
Nemesio Villasante Gonzáles
En el camino de Cajamarca hacia Chota está Huambocancha, lugar donde nació José
Francisco Terán Tafur. Allí todavía se habla quechua y probablemente sus pobladores
son descendientes de algunos mitimaes cusqueños (pobladores desterrados y separados
de sus comunidades de origen, con fines estratégicos, en tiempos del imperio incaico). En
este lugar es bastante común dedicarse a la artesanía, sobresaliendo la talla en piedra.
Destacándose sus bellos cementerios con lápidas talladas por picapedreros
cajamarquinos. Son conocidas también las tallas en granito y desde hace unos años que
se utiliza además la piedra jabón, como se le conoce a una especie de marmolina con la
que los antiguos pobladores de Chavín tallaban hermosos vasos ceremoniales.
Terán Tafur es descendiente de artesanos, entre los que se destacó Daniel Terán, tallador
y ceramista. José Francisco se inició tallando en la piedra suave con que confeccionaba
lápidas, bancas, mesas y fuentes de agua, para luego proseguir con la piedra jabón. Este
material, antes utilizado mayormente para hacer polveras, es usado por él para hacer tallas
que representan escenas religiosas y costumbristas, con un estilo académico de terso
acabado.
Desde 1975 participa en las Ferias de la ACOMUC (Asociación de Cooperación con la
Mujer Campesina), que se llevaban a cabo una vez al año en la capital; así como también
en las ferias que se realizaban con motivo del Día del Campesino y en la Feria Fongal de
la ciudad de Cajamarca, en la que obtuvo el Premio Departamental. En el año 2000 se le
otorgó el Premio Nacional ACOMUC; así como también el Premio Distrital “Dulce
Nombre de Jesús.”
Año 2002
Nació en 1935 en Huanta, Ayacucho; y residió durante muchos años en la capital del
departamento. Julio Urbano es uno de los más destacados retablistas ayacuchanos,
discípulo de su hermano Jesús, con quien trabajó durante muchos años. Pertenece a una
vieja estirpe de imagineros huamanguinos que mantiene el retablo ayacuchano como
ejemplo vivo de las cajas de los arrieros que se confeccionaban en varias regiones del
Perú, incluidas Cusco y Lima, siendo los más reconocidos los de Juli en Puno.
Julio Urbano Rojas es uno de los retablistas conservadores y respetuosos del origen de
estas cajas, a la vez que un creador constante. Siempre ha destacado en los concursos a
los cuales se ha presentado y se ha hecho merecedor a varios primeros premios, el primero
en 1958, otorgado en la Feria de Artes Populares organizada por la Municipalidad
Provincial de Huamanga.
También ha desarrollado su prolífica labor en la docencia. Primero en la Escuela Gratuita
de Artesanía Artística del barrio de La Libertad, que cofundó con su hermano Jesús; luego
en la Escuela de Aplicación Guamán Poma de Ayala, en el CEPRO ShosukoNogashi y
en su taller del barrio La Libertad, donde sigue enseñando a los jóvenes interesados en
este bello arte. Muchos de sus discípulos, actualmente se desempeñan como profesores
en diferentes lugares del país y del exterior.
Sus principales discípulos son sus hijos, sobrinos y nietos.
Ha sido miembro fundador de la Asociación de Artesanos Amauta de Ayacucho; así como
delComité de Creación de la Escuela Superior de Artesanía Artística de Ayacucho.
Su obra está difundida en varios países de todos los continentes, destacando Europa. Su
trabajo ha merecido la dedicación de numerosos artículos y publicaciones en varios
idiomas.
Ha participado en exposiciones internacionales en Austria en 1973; el Museo Prehistórico
Etnográfico de Roma, Italia, en 1982; en Frankfurt, Alemania, en 1997, y en el Museo
Nacional de México en 2009.
En reconocimiento a su labor como gran difusor del ramo de los retablos, en 2002 se le
otorgó el Premio Nacional “Gran Maestro de la Artesanía Peruana”.
Delia María Poma de Núñez
Hacia la década de 1940, en las localidades de Cochas Grande y Cochas Chico, se
comenzaron a burilar los mates. Sus pobladores cuentan que antes los traían de Mayocc,
Huancavelica, población fronteriza con Huanta, Ayacucho. Aprovechando sus constantes
viajes, algunos arrieros huancas aprendieron a burilarlos, aunque también llegaron
algunos maestros de esa localidad a Huancayo, como fue el caso del distinguido patriarca
Mariano Inés Flores.
Heredera de esa formación es Delia María Poma de Núñez quien nació en el año 1956 y
se dedicó desde niña a burilar mates. Su mayor contribución a este arte es el burilado fino
que se suele llamar “filigrana” por la delicadeza del trabajo. Y es ella quien comienza con
este delicado trabajo que ha proliferado entre casi todos los materos de Cochas. Su
dedicación exclusiva a este tipo de trabajo le ha valido un sinnúmero de galardones, así
mismo se ha presentado en varios encuentros de maestros artesanos realizados en el
extranjero.
Su primera satisfacción en cuanto al reconocimiento de su arte la tiene en el año 1974,
cuando se le clasifica para representar a su departamento en Lima. En 1982 gana el Primer
Premio Nacional entregado por el entonces Presidente de la República el arquitecto
Fernando Belaúnde Terry; en 1989 gana el Premio “Lorenzo Berg S.” como la mejor
artesana extranjera en la Feria organizada por la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Ese mismo año es invitada al programa de televisión “Sábado Gigante” que conducía el
popular Don Francisco. En 1995 hace una demostración de su arte en el programa
televisivo “Revolviendo” que conducía el Sr. Aravena en Santiago de Chile. Y en febrero
del 2002 fue invitada a Washington para participar en una exposición en la que también
hace una demostración de cómo burila sus mates.
Petronila Cauper Ramírez
Caco Macaya es una comunidad shipiba ubicada en los márgenes del río Ucayali, a tres
días en lancha río arriba de Pucallpa. En esa comunidad vivió desde su niñez la ya
fallecida artista Petronila Cauper Ramírez, quien nació en Shahuaya en 1932.
Conservadora neta de las costumbres selvícolas, Petronila fue una destacada ceramista
profunda conocedora de su cultura. Pocos como ella para hablar sobre el significado de
su iconografía, la cual está relacionada directamente con toda la cosmovisión shipiba.
Siendo así que los caminos del Dios Bari (Sol) están presentes constantemente en su
cerámica. Dios que se representa yendo en una canoa conducida por dos gallinazos a
través de todas las constelaciones. Para los shipibos las constelaciones son diferentes a
las que conoce la cultura occidental, de ahí que sólo algunas coincidan con éstas.
Durante su niñez su abuela Antonia le enseñó a trabajar la cerámica, arte al que dedicó su
vida y que enseñó a muchas niñas shipibas, manteniendo la iconografía de sus ancestros;
por lo que fue ampliamente conocida en todo el río Ucayali.
Colaboró directamente con la misión internacional encargada de ordenar la oferta
artesanal para promocionar la artesanía shipiba a través de la empresa MarotiShobo, que
llevó su producción a varios países del mundo; razón por la cual sus colecciones pueden
encontrarse en colecciones privadas internacionales. También trabajó con Amazon Herb,
empresa que se encargaba de promocionar el arte shipibo por el mundo. La mayor parte
de su obra se ofreció en el extranjero, dando a conocer la riqueza de su cultura. También
colaboró con CarolynHeath, amante de la cultura shipiba y su principal investigadora.
Año 2003
Abraham Falcón García