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ORGANIZACIÓN POLÍTICA

El Imperio de los Incas fue desde el punto de vista de organización política, fue una

monarquía absolutista y teocrática. El poder estaba centrando en el Inca a quien se le

consideraba de origen divino. El derecho de gobernar se tenía por herencia. De esta forma

el esquema de la organización política era el que sigue:

El Inca

El Concejo Imperial

El Auqui (Príncipe Heredero)

El Apunchic (Gobernador)

El Tucuyricuj

El Curaca

EL INCA

Ya ha quedado establecido en temas anteriores que el Inca era el soberano del

Tahuantinsuyo que reunía en su persona tanto el poder político como religioso. Su poder

era absoluto, sus órdenes se cumplían con la mayor celeridad sin que nadie las discutiese,

pese a esto gobernó para beneficio popular, sin llegar al despotismo que fue la

característica de las grandes monarquías absolutistas de la antigüedad. Residió en el

Cusco donde cada Inca construyo un magnífico palacio; el Cusco se convirtió, así, en la

Ciudad Capital de este Imperio poderoso y, desde allí, se ejerció la labor gubernamental

que a lo largo del extenso territorio debieron cumplir los funcionarios al servicio del

estado y de la colectividad.
EL CONSEJO IMPERIAL

Fue un organismo asesor integrado por los jefes de cada uno de los Suyos, vale decir, por

los cuatro Suyuyuc-Apu. Se reunían bajo la dirección del Inca a quien daban cuenta de su

labor desarrollada en sus respectivas regiones. Asesoraban y aconsejaban al monarca


sobre cuestiones de mayor trascendencia para agilizar y perfeccionar el proceso

administrativo-político del Imperio.

EL AUQUI

Era el príncipe heredero que, por lo general era el hijo mayor, aunque se dieron casos que

este auqui era nombrado entre los hermanos menores habido en la Coya y, aun entre los

bastardos habidos en otras concubinas del Inca, para lo cual se tenía que legitimarlos. Esta

legitimación consistía en que la Coya reconocía al hijo bastardo como suyo sentándolo

en sus rodillas y acariciándole el pelo. Lo que se buscaba, fundamentalmente, eran las

condiciones que, como príncipe heredero, debería reunir el futuro gobernante del Estado

Imperial Inca.

Una vez designado el auqui, entonces, podía usar una Mascapaicha de color amarillo, era

asistido, aconsejado y educado para las labores del gobierno y tomaba asiento junto al

lado de su padre el Inca. Muchas veces el auqui participó en las funciones de la

administración pública tomando decisiones propias, es decir, pusieron en práctica el

sistema del correinado que los capacitó para cuando asumieran el poder.
EL APUNCHIC

Era el gobernador de las provincias encargados de mantener el orden en el interior del

territorio, por eso era nombrado de entre los guerreros más valientes y distinguidos, ya

que tenía tanto atribuciones políticas como militares. Habitaba, generalmente, en una

fortaleza y viajaba al Cusco para las festividades del Inti Raymi y rendían cuenta de su

labor sólo al Inca y al Consejo Imperial.

EL TUCUY-RICUY

Eran funcionarios estatales que viajaban de incógnitos por las diferentes regiones del

Imperio, observando la forma como se aplicaban las disposiciones del Inca. Tucuy-Ricuy

significa el que todo lo ve. En el momento preciso se identificaban ante los habitantes por

medio de unos hilos de la Mascapaicha del Inca, luego de lo cual empezaban su labor de

administración de justicia, observancia de las autoridades locales en relación al

cumplimiento de sus funciones, etc. Tenían amplios poderes para imponer tributos y

aplicar sanciones. Su persona era respetada por cuanto representaba al mismo Inca.

Tenían relación directa sólo con el Inca y únicamente de él recibían las órdenes y sólo a

él le daban cuenta de lo observado.


EL CURACA

Eran los antiguos jefes de tribus sometidas a quienes se les conservaba su poder por

haberse sometido al vasallaje y sumisión al Inca. Desempeñaban las funciones de Jefes

de ayllu, encargados de recoger los tributos y entregárselos al tucuy-ricuy para su

conducción al Cusco. Era el personaje que estaba en contacto directo con la comunidad

y, en consecuencia, era de su

obligación velar por el

orden, el trabajo, la

producción, el personal para

el servicio militar, la

construcción de obras

públicas, etc. A cambio de

ello, habitaba en un pequeño

palacete, disponía de una

mayor parcela para su cultivo el que era efectuado por los vasallos, podía visitar al Inca

y ser recompensado permitiéndoseles tener como esposa a una Aclla.

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