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AREQUIPA-PERU
La teoría de la argumentación jurídica es un
tópico que viene adquiriendo notable
protagonismo, más aún –por lo menos en el
Perú– en lo concerniente a la interpretación
constitucional y a la fundamentación de las
decisiones del Tribunal Constitucional. En el
presente trabajo, el autor nos presenta, de
manera clara y sintética, los planteamientos de
los principales autores sobre esta materia;
asimismo, nos explica la difundida tesis de la
argumentación jurídica como caso especial de
discurso práctico, así como los aspectos
esenciales vinculados a la justificación de las
decisiones jurídicas.
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN.......................................................................1
LA ARGUMENTACIÓN LÓGICA...............................................5
LA DISPOSICIÓN ARGUMENTATIVA.......................................7
FUENTES DE ARGUMENTACIÓN............................................8
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fundamentales, así como sus bases teóricas. Asimismo, se revisarán algunas
teorías que tienen a la fundamentación de las decisiones jurídicas como su
objeto de investigación, así como algunas implicancias que tiene la teoría de la
argumentación jurídica en el sistema jurídico.
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Jurisdiccionales o Administrativos intentamos que las tesis postuladas de
solución de nuestros casos sean acogidas por dichos Colegiados. No obstante
lo señalado, lo que sí resulta novedoso –al menos es lo que motiva este
escrito –es poder entender, la importancia que tiene la argumentación jurídica
en el ejercicio del Derecho. Pues entonces, ¿puede aportar la Teoría de la
Argumentación Jurídica al ejercicio de la abogacía? La respuesta seguro es
afirmativa pero insuficiente; toda vez, que la Teoría de la Argumentación
Jurídica sirve entre otros aspectos, a la función judicial, administrativa, etc.; no
obstante ello, no es manejada porque sencillamente no es conocida.
Así las cosas, hemos dicho que el trabajo de argumentar es un aspecto asiduo
en la vida del abogado; sin embargo, éste, usa a la argumentación jurídica no
de una manera científica ni técnica, todo lo contrario, la práctica que emplea es
demasiado autómata. Lo cual desde luego resulta muy pernicioso para el
Derecho. Como muestra de ello, observamos en nuestra realidad que la forma
más común de argumentar jurídicamente, es bajo el imperio de un sesgado
positivismo; es decir, que los abogados consideramos que no hay mejor forma
de argumentar, que invocando a la norma jurídica (un sacerdocio a la ley
absurdo en estos tiempos). Sin perjuicio de lo expresado, hay que considerar
que la argumentación jurídica implica mucho más que la invocación material
(Derecho como norma jurídica) del Derecho.
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del silogismo y subsunción, a la ponderación. Un cambio de paradigma total.
En tal circunstancia, debe quedar claro que si bien es cierto la argumentación
jurídica ha vuelto a ser el centro de atención en Derecho, ésta, siempre se
ejercitará de mejor forma, desde la sugestiva representación de la teoría de la
Argumentación Jurídica y del Derecho.
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LA ARGUMENTACIÓN LÓGICA
Las teorías formales de la argumentación tienen la ventaja de ser aplicables en
todas partes, con la desventaja de que no en todas "agarran". Se trata, según
Kaufmann, "de una doctrina general de la argumentación, y en este sentido es,
desde luego, útil. Pero en la práctica se necesitan doctrinas especiales de la
argumentación o, mejor, reglas de argumentación, y estas pueden ser
materiales[14]
La argumentación, en cualquier campo del conocimiento, requiere de
un procedimiento, a través del cual se exponen las razones o las pruebas y se
deducen las inferencias. En este caso, el método, como en cualquier disciplina
del conocimiento, viene a representar el procedimiento que se sigue para
alcanzar el conocimiento de la verdad, para lo cual, parte de la experiencia que
le proporcionan los hechos concretos.
Pero si bien, los buenos argumentos deben apoyar cuando surgen
problemas intelectuales de importancia, ya sea en el campo del derecho, de la
ciencia o de la vida cotidiana, ellos nunca pueden garantizar la obtención de
conclusiones correctas, ya que la verdad de cada premisa siempre está abierta
a discusión[15]no obstante, a conclusiones correctas solo se llaga cuando se
han seguido argumentos correctos, lo cual exige de un conocimiento adecuado
de los métodos más apropiados de argumentación.
Cuando son sólidos, consistentes y adecuados los fundamentos sobre los
cuales se sostiene un razonamiento, se puede tener la certeza de ir por
camino seguro en la tarea de resolver problemas de todo tipo. De ahí la
importancia del conocimiento de los procesos de la argumentación, en éste
caso, en el campo jurídico.
La demostración y la prueba constituyen el método del razonamiento y la
argumentación jurídica. Mediante su ejercicio, razonamos inductivamente para
establecer los hechos en una situación o problemática típica. Pero a partir de
las premisas aceptadas se razona deductivamente para establecer y defender
lo que se sigue de dichas premisas. Sin embargo y en este
procedimiento, inducción y deducción como formas del ejercicio discursivo
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fundado en diferentes formas de argumentación, tiene en la intuición un punto
de apoyo decisivo.
En este escenario, la demostración se establece como razonamiento discursivo
mediante el cual se sustenta la veracidad o falsedad de una proposición o de
un pensamiento, que se constituye en la tesis y los juicios en los que se apoya
la demostración -y de los que se sigue lógicamente la tesis-, constituyen los
argumentos o bases de la misma. Se parte del principio de que los argumentos
son verdaderos y su demostración no debe sostenerse en la tesis, pues de lo
contrario se estaría incurriendo en el error conocido como círculo en la
demostración, o petición de principio.
Cuando la argumentación se encamina a establecer la veracidad de una tesis,
se denomina simplemente demostración. Pero si lo que busca es establecer su
falsedad, se llama refutación. En las demostraciones son posibles los errores,
lo cual puede ocurrir por suplantación de tesis; por la aceptación de
argumentos sin fundamentar o argumentos erróneos; o por fallas en el
procedimiento mismo de la demostración, pues si ésta contiene un error, se
vuelve inconsistente. Sin embargo, el descubrimiento de una inconsistencia en
la demostración, no es prueba aún de que ésta sea falsa. Más aún, es posible
que se den demostraciones que no establezcan la veracidad de las tesis de
manera fidedigna, sino de manera solo probable.
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LA DISPOSICIÓN ARGUMENTATIVA
Por lo general en los textos argumentativos es fácil distinguir una disposición
interna integrada por tres partes, cuyo conocimiento o capacidad de
identificación, es conveniente tener en cuenta, especialmente si se busca en
un juego de interacción dialéctica, interactuar de manera precisa y elaborar
argumentaciones con fuerza convincente. Dichas parte, en esencia son:
La tesis o idea básica a defender. Es importante tener claridad al
respecto y habilidad distintiva para presentarla en forma precisa, concisa
y clara.
El corpus argumentativo, en donde se exponen las razones y
demostraciones de que se dispone, con el fin de explicar, probar o
fundamentar la tesis con pruebas serias, contundentes y convincentes.
La conclusión, que es el objeto de la argumentación y en la que se
llega a mostrar el resultado del discurso, extrayendo inferencias
deseadas a partir de los argumentos expuestos, con la que se corrobora
la idea básica inicial.
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FUENTES DE ARGUMENTACIÓN
Para llegar a conclusiones convincentes, en un proceso argumentativo y lograr
los resultados deseados o esperados con la exposición del discurso, las
opiniones y tesis propias, se pueden reforzar mediante las siguientes
herramientas:
1. Recurriendo a los conocimientos, los criterios o la experiencia de
quienes le escuchan o leen.
2. Afirmándose en información, estadísticas,
cifras, imágenes o datos confirmados, que ratifiquen o refuercen su
punto de vista.
3. Reforzando o exponiendo citas de autoridades de reconocido prestigio
en ese campo del saber, que hayan expresado la misma o similar
opinión o defiendan tesis ya aceptadas, similares a las suyas.
4. Evocando situaciones, ejemplos, anécdotas o citas literarias, históricas,
filosóficas, que refuercen la tesis conclusiva o hayan conducido a extraer
idéntica conclusión a la defendida.
5. Fundándose en las teorías aceptadas, como constituciones,
jurisprudencias, sentencias, tesis doctrinales y casos juzgados.
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EL ESQUEMA DE LAS ARGUMENTACION JURIDICA
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D. Tiende a mover a la acción: lo volitivo, canalizar las conductas en
determinada dirección.
Uno argumenta cada vez que defiende su punto de vista con el fin de
convencer sobre un tema dado; una parte de la vida social cotidiana. Argüir
significa descubrir, probar, poner en claro, hacer que el oyente adopte nuestra
posición intelectual: considerada como valida.
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reconocido se toma como fuente indiscutible, y sirve como sustento de lo que
uno sostiene.
5. El argumento TELEOLÓGICO: toda norma jurídica o toda institución jurídica se
orienta al logro de algo siempre positivo, para el Derecho: hacer realidad los
valores, como máximas aspiraciones en la vida individual o social.
6. El argumento SUBJETIVO (ad-hominem): una premisa es valida si ya fue
aceptada como tal por la parte frente a la cual se pretende hacerla valer.
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EL ABOGADO Y LA ARGUMENTACIÓN JURIDICA
El abogado (del latín advocatus, es decir, “el llamado para auxiliar”), como diría
Luis Martí, “el defensor de la razón y la civilización”, constituye, desde Cicerón,
un baluarte para la defensa de los derechos de la persona. Es el jurisconsulto
quien tramonta el oscurantismo de las Edades Antigua y Media, en las cuales el
poder se concentraba en una sola persona, la del Rey, como afirma Luis XIV “L
´etat c´est moi” (“El Estado soy yo”), hasta desarrollar una participación activa
en la configuración del moderno Estado Social y Democrático de Derecho, el
cual nace con la Ley Fundamental de Bonn en 1949, trasuntando hasta el
Estado neoconstitucional de hoy, máxima expresión de los derechos
fundamentales.
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Reichenbach, el abogado es efectivamente un estudioso de la pretensión de su
cliente, y hace una apuesta racional del derecho de su patrocinado, conociendo
bien las leyes de la probabilidad. El jurisconsulto debe armar su propia teoría
del caso y asumir la convicción de que la causa puede ser ganada.
Superada pues esta valla deontológica inicial, corresponde trazar una ruta
argumentativa necesaria, no bastando a este efecto una tarea retórica
perelmaniana ni una tópica argumentativa al estilo Viehweg, sino de
conocimiento profundo de la pretensión que incoa. Tendrá que argumentar de
tal forma que su defensa supere problemas de ambigüedad o vaguedad, tan
común hoy en día en demandas que no gozan de la suficiencia probatoria
necesaria.
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en la mente del Juzgador, quien debe ejecutar simultáneamente las facetas de
selección, interpretación y aplicación de la norma.
Menudos retos pues esperan entonces a todo aquel que asume con convicción,
mística y dedicación la defensa de una causa. La abogacía implica, pues, un
profundo estudio de cada caso a asumir y el resultado, si bien puede no
resultar taxativamente siempre en un honorario, sí podrá significar la
satisfacción de una tarea cumplida, pues alcanzar la justicia, redunda en la más
profunda identificación del ser humano consigo mismo. Como decía una cita
iluminadora de Voltaire: “Yo hubiera querido ser abogado pues es la más bella
profesión del mundo”.
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