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ESCUELA DE DERECHO
y Nulidad”
PRESENTADO POR:
HUACHO-PERU
2017
INEFICACIA DEL TESTAMENTO: REVOCACIÓN, CADUCIDAD Y
NULIDAD 1
INTRODUCCION
El testamento es un acto formal y solemne por el cual una persona declara su última
voluntad disponiendo de todos sus bienes o parte de ellos. El mismo es un acto unilateral,
mediante en el cual el testador es quien dispone quienes serán sus sucesores, sea bajo el título
expresar su última voluntad. Al igual que otros negocios jurídicos, en ocasiones, no llega a
producir los efectos deseados por el testador, ya sea por motivos intrínsecos al propio negocio
Como hemos comentado ya, el objetivo presente final del trabajo es centrase,
especialmente, en aquellos casos en que la falta del resultado deseado deviene del propio
testamento, por una falta de cumplimiento de las prescripciones legales, bien en el momento
de producirse la manifestación de voluntad o porque falte algún requisito que debiera haberse
cumplido con posterioridad, en base al cual hubiese sido permitido de forma provisional por
el ordenamiento. Dentro de los requisitos de validez se establece; que debe ser la última
voluntad expresada por el testador, debe ser sobre bienes presentes ¨no futuros¨, tener
revocable.
produce sus efectos pretendidos, ya sea inicialmente o de forma sobrevenida, lo que conlleva
a una nulidad que puede ser absoluta o relativa, caducidad, revocación del testamento.
Se espera que este compendio sea de total utilidad para aquella persona que se interese
en su lectura.
I. NOCIONES GENERALES
CONCEPTO DE TESTAMENTO
El testamento es un acto jurídico, ya no solo por conceptuación doctrinal sino,
además, por su conceptuación legislativa. Por ello, puede definirse el testamento como un
acto jurídico, cuyo contenido está determinado por una declaración de voluntad destinada a
crear los efectos y relaciones jurídicas previstas por el testador, la que es dada a conocer
después de su fallecimiento.
Es un acto jurídico porque se genera en la voluntad privada del testador destinada a
crear, regular, modificar o extinguir relaciones jurídicas, patrimoniales o no patrimoniales,
trátese de derechos personales como en el caso de autorizar la publicación de la
correspondencia epistolar; derechos familiares, como el establecimiento de una relación
paterno-filial; hereditarios, como los que resultan de la institución de herederos o legatarios;
reales, como la constitución de un usufructo; crediticios , como el reconocimiento de
obligaciones, intelectuales, como la cesión de explotación de una patente industrial, o
participatorias, como la suscripción de acciones en una sociedad mercantil.
obligaciones, los efectos buscados y, si se quiere, la relación jurídica misma, que se crea, o
sobre la que se dirige la manifestación de voluntad para regularla, modificarla o extinguirla.
Pero el Inc. 2 del Art. 140 prescribe que el objeto debe ser física y jurídicamente
posible y, el Inc. 3 del Art. 219, contrario sensu, que sea determinable.
Debemos precisar, entonces, que la posibilidad física está referida a la existencia o
posibilidad de existir del objeto y que la posibilidad jurídica está referida a su conformidad
con el ordenamiento jurídico. La determinabilidad debe entenderse como la identificación del
objeto.
Ahora bien, el objeto del testamento, en el orden de ideas expuesto y ateniéndonos al
Art. 686, viene a ser, en el caso de las disposiciones patrimoniales, los bienes a los cuales se
refiere la voluntad del testador y, en el caso, de las no patrimoniales, a la relación jurídica que
emana o se extingue de la voluntad del de cujus.
d) La finalidad del testamento
Habría que señalar, en primer lugar, que nosotros entendemos la finalidad como la
causa del acto jurídico.
Pero la causa subjetiva, esto es, entendida como el motivo impulsivo y determinante
de la celebración del acto jurídico. Se trata, pues, de la causa-fin, que puntualiza la moderna
doctrina.
Así, pues, la finalidad -"o fin lícito"- consiste en la orientación que se da a la
manifestación de voluntad para que ésta se dirija, directa y reflexivamente, a la producción de
efectos jurídicos.
Se presenta, de este modo, una identificación de la finalidad con el contenido del acto
jurídico, o sea, con los efectos buscados mediante la declaración de voluntades, cuya licitud
radica en la conformidad con el régimen legal aplicable al acto jurídico celebrado.
Ahora bien, tratándose de la finalidad del testamento, la cuestión no es simple y en las
disposiciones patrimoniales no coincide con lo que hemos dejado expuesto. El testamento,
como lo hemos indicado, es un "llamamiento", lo que implica una limitación de la autonomía
de la voluntad, pues el testador sólo puede hacer uso de ella en la porción de libre disposición
y deberá cuidar de ordenar su propia sucesión "dentro de los límites de la ley", como
preceptúa el Art. 686. En las disposiciones no patrimoniales se amplía el ámbito de la
autonomía de la voluntad y en éstas si hay coincidencia con lo que hemos dejado expuesto.
e) La forma en el testamento
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testamentarias, de tal manera que si hubiera otras cláusulas sin incidencia sucesoria, como el
reconocimiento de un hijo, éstas no pueden ser revocadas.
Definitivamente que el sentido de la ejecutoria marcha en buena dirección, y ésta es la
línea que se sigue actualmente; sin embargo, parecen necesarias algunas aclaraciones: el
reconocimiento de un hijo extramatrimonial tiene relación directa con la sucesión, pues se
refiere a uno de los presupuestos de la misma, además, nuestra actual codificación no exige,
para que el testamento sea válido, que el testador se refiera exclusivamente a la disposición
de sus bienes y derechos, el testamento puede contener únicamente cláusulas de naturaleza
extrapatrimonial, como lo sería el acto de reconocimiento de un hijo. Por lo demás, según lo
establece el art. 395º, el reconocimiento no admite modalidad y es irrevocable, por lo tanto, si
el testador revoca un testamento en el que concreta el reconociendo o la filiación de un hijo,
esta cláusula es irrevocable, consiguientemente, quedarían revocadas todas las cláusulas
testamentarias con excepción de aquellas por las que se moldea el reconocimiento de un
vástago.
El mismo testador no puede impedirse el ejercicio de esta facultad otorgada por la ley
y prohibirse a si mismo la revocatoria de su propio testamento; si lo hiciera el acto carece de
validez, así lo establece expresamente el art. 798º al señalar que el testador tiene el derecho
de revocar, en cualquier tiempo sus disposiciones testamentarias (obviamente con algunas
limitaciones, una de las cuales ya se halla anotada). Asimismo, se anota en este dispositivo
que toda declaración que haga el testador en sentido contrario carece de valor, es decir, es
nula.
2.2 Forma de la revocación
La revocación del testamento o de algunas cláusulas testamentarias puede ser
efectuada por el testador de manera expresa o tácita. La revocación expresa puede ser parcial
o total.
Según el numeral 799 sólo se autoriza la revocación expresa de un testamento o
algunas cláusulas testamentarias mediante otro testamento, para lo cual se puede utilizar
cualquiera de las formas testamentarias. La exigencia es drástica, no obstante ello, parece que
el contenido del dispositivo invocado es erróneo por cuanto podemos hallar por lo menos un
supuesto en el que la revocación del testamento se haga mediante otro documento sin las
formalidades de un testamento, como sería el contemplado en el art. 753º, en el que el
testador, revocando la desheredación, sin lugar a discusión, está revocando expresamente
parte del testamento (en cuanto contiene la desheredación del heredero legitimario), y como
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quiera que esta revocación puede hacerla mediante otro instrumento que no necesariamente
sea un testamento (una escritura pública, por ejemplo), se llega a la conclusión que el
testamento puede ser abolido expresamente no sólo por otro testamento sino por una escritura
pública, según los términos de la tesis anotada. Revocada la desheredación, de manera
expresa, mediante una escritura pública, se está revocando parte de un testamento y,
específicamente, las cláusulas testamentarias por las que se aparta de la herencia a un
heredero legitimario. No faltaría alguien que argumente lo siguiente: “también puede
revocarse expresamente un legado (parte de un testamento), cuando el testador, expresamente
lo afirma en una escritura pública, en la que para ratificar este acto revocatorio, vende el bien
donado, dejando al legatario sin legado”. No asiendo con esta afirmación, por cuanto la
dirección correcta sería considerar aquella declaración expresa como ineficaz (aunque la
eficacia se supedita al acto de disposición del bien legado) y el supuesto de la venta como
uno de revocación tácita. No parecen equiparables la revocación de la desheredación y la
revocación del legado.
En cambio, a diferencia de la revocación expresa, la revocación tácita se puede
realizar también mediante testamento, por ejemplo, cuando el testador otorga un segundo
testamento incompatible con el primero, situación que conllevará a la revocatoria del primer
testamento. También la revocatoria del testamento es tácita cuando el testador realiza
comportamientos ajenos al testamento, con los cuales compromete gravemente la eficacia de
las cláusulas testamentarias o el testamento en su conjunto, haciendo que los mismos
devengan en inejecutables.
Habiendo dejado el testador un legado, si antes de fallecer lo vende, no está sino
revocando el legado dejado en testamento, por lo tanto, se habrá apartado de la sucesión al
legatario. El mismo efecto se proyecta si, habiéndose instituido heredero voluntario para que
reciba ciertos bienes, antes de fallecer y sin revocar expresamente su testamento, vende todos
los bienes incluidos (anteriormente) en el testamento a favor del heredero voluntario. En estas
implicancias es evidente que la retractación es promovida también mediante otros actos que
no se hallan contenidos en un testamento. Es incuestionable que mediante actos distintos a los
sucesorios, el testador dispone de sus bienes, propiciando que, al aperturarse la sucesión,
aquellos bienes que debían pasar a los herederos voluntarios o a los legatarios ya no forman
parte del patrimonio dejado por el causante; estos actos de disposición inter vivos han
motivado la «inercia» de las disposiciones testamentarias por las que se instituyeron, en su
momento, legatarios e incluso herederos voluntarios.
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ajeno a la disposición libre de los bienes dejados por el causante, respecto de los cuales habrá
de aplicarse las normas sobre la sucesión ab intestato.
donado, es decir, cuando el beneficiario con lo anticipado incurre en alguna causal para ser
desheredado.
El testamento no constituye título con el que se pretenda acreditar la propiedad del
causante respecto de los bienes que ha dejado mediante testamento, el testador sólo puede
disponer de los bienes que en propiedad le pertenecen o aquellos otros derechos que se
transmiten por herencia (como el usufructo), por lo tanto, el heredero se convierte en titula de
los bienes dejados por el causante únicamente si éste tenía la calidad de titular de los bienes
dispuestos; de no ser así, no se gestaría transmisión alguna, señalar lo contrario avalaría la
fácil adquisición de bienes fuera del dominio del testador. Ello no impide que, pretendiendo
el testador disponer bienes fuera de su dominio, habiendo los herederos entrados en posesión
de los mismos, pueden adquirirlos mediante la prescripción adquisitiva de dominio
(usucapión). El hecho anotado no debe inducirnos a pensar que estos actos de disposición
mortis causa que recaen sobre bienes ajenos son nulos, debido a que apropiadamente no se
habría incurrido en ninguna de las causales por las que se invalidaría el acto; el problema se
resuelve a través de la ineficacia del acto porque el testador, al disponer bienes ajenos, lo
hace careciendo de legitimación para ello.
2.5 De la revocación en los diferentes testamentos
La revocación puede variar según se trate de una u otra especie de testamento (por
escritura pública, cerrada u ológrafa, sin excluir la posibilidad de que, mediante los otros
testamentos especiales, se pueda realizar el acto de revocación), por lo que resulta
conveniente, para tal efecto, referir cada caso de modo específico:
2.5.1 Revocación de todos los testamentos
Todos los testamentos pueden ser revocados utilizándose cualquier otro testamento,
observándose las formalidades que para cada tipo de testamento se establece en la ley.
2.5.2 Revocación del testamento cerrado
Se dice que el testamento cerrado queda revocado si el testador lo retira de la custodia
del notario, tal como textualmente lo señala el numeral 802 al señalar que “el testamento
cerrado queda revocado si el testador lo retira de la custodia del notario”. Atendiendo al
contenido de esta norma, indudablemente que la doctrina, al comentar el precepto, no tiene
más remedio de reiterar el contenido de la norma, pues resulta sumamente difícil contradecir
lo que expresamente manda la disposición legal bajo comentario.
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Sin embargo, salvo mejor parecer que se proyecte con mayor claridad, entiendo que la
solución al problema es otro, absolutamente distinto al que brota de la norma en cuestión; en
efecto:
a) Según hemos verificado ya al tratar este tipo de testamento, el testamento cerrado
lo es en tanto se cumplan todas las exigencias requeridas por el ordenamiento jurídico:
exigencias internas de validez (en la primera etapa de su configuración), exigencias formales
de validez (en el segundo momento de su elaboración) y exigencias externas de validez (en el
tercer período de su existencia).
b) Siendo así, si es que el sobre es retirado de la custodia del notario (por lo tanto,
antes de haber sido aperturado y protocolizado), en sentido estricto no se está apartando de
aquella custodia un testamento, sino un sobre y un documento que se «dice» contiene la
última voluntad del otorgante (lo que significa que el sobre podría albergar cualquier otro
documento menos uno que tenga pretensiones sucesorias), por lo tanto, no se ve afectado un
testamento, sin un mero documento.
c) Si esto es así, finalmente, resultaría imposible que con el retiro del sobre y el
documento de la custodia del notario, se esté revocando un testamento, porque no lo es. No se
puede revocar un testamento sino cuando tenga la calidad de tal, y parece que el documento
retirado del notario no es un testamento, sino un documento que alberga, aparentemente, la
última manifestación de voluntad de un también aparente testador.
No obstante todo lo dicho en cuanto a este espinoso tema, nada impide para que,
volviendo a guardar en otra cubierta aquel «documento», el aparente testador nuevamente lo
entregue al notario. Son las formalidades notariales las que le otorgan calidad de cerrado a
este instrumento, de allí que el sólo retiro del mismo frustra, interrumpe súbitamente, la
configuración del denominado testamento cerrado, siendo impropio señalar que el retiro ha
determinado la revocatoria del «testamento», porque sencillamente no lo es.
2.5.3 Revocación del testamento ológrafo
Se dice también, por el art. 804º que El testamento ológrafo queda revocado si el
testador lo rompe, destruye o inutiliza de cualquier otra manera. Al igual que el caso del
testamento cerrado, es enorme el esfuerzo que se haría para convencer que la norma no es
coherente con el sistema, por cuanto no se puede revocar lo que en realidad no existe. El
testamento ológrafo lo es cuando se han satisfecho todos los requerimientos legales de
validez, de tal modo que cuando se rompe, destruye o inutiliza el documento que contiene lo
que el otorgante quiera valer para su muerte, pero que no es un testamento, en realidad, no
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III. LA CADUCIDAD
3.1. CONCEPTO DE CADUCIDAD
El vocablo caducidad tiene su origen etimológico en las locuciones latinas caducus y
cadere, cuyas acepciones son, entre otras, las de dejar de ser, desaparecer, acabar la
vida, la de terminar, extinguirse. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua le da,
atendiendo a su origen etimológico, el significado de perder su fuerza una ley, un testamento
o un contrato, y el de extinguirse un derecho, una facultad, una instancia o un recurso, entre
otras. De ahí, entonces, que llevado el vocablo a su significado jurídico sea el de un anuncio o
advertencia de una futura e inexorable extinción de los derechos por el transcurso del tiempo.
El origen histórico de la caducidad es materia de divergencias. Para unos,
particularmente los romanistas, la remontan a la Lex Caducarías, que alentaban las nupcias y
la procreación de hijos legítimos e imponían a los casados y a los célibes la privación de las
liberalidades que les hubieran sido otorgadas por no haber procreado o no haber celebrado
nupcias. Para otros, no tiene un origen tan remoto, aunque sí le reconocen antecedentes en el
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Este inciso se refiere a un típico caso de invalidez; el Derecho priva de valor total o
parcialmente a la institución del heredero nombrado, para que la ceda por entero a otro con
mayor derecho, o para que comparta su situación con otro que también lo tiene.
Es importante reflexionar sobre el fundamento del precepto. Lo que la norma ha querido, no
es imponer necesariamente al forzoso la calidad de heredero retirando total o parcialmente la
de otro, sino solamente impedir que al instituir a otro se lesione la legítima del que la ley
denomina forzoso.
Manuel Miranda Canales – la institución de herederos voluntarios solo es posible
cuando el causante no tenga herederos forzosos. En este caso que sobrevenga uno, al
otorgamiento del testamento en que designo heredero voluntario, esta designación queda sin
efecto, por caducidad.
Puede argumentarse, por cierto, que la hipótesis del inciso 1) reposa en una especie de
voluntad presunta del causante. Es decir, que lo hubiera incluido al forzoso en su testamento
de estar nacido o concebido al momento de testar. Pero este argumento no parece poderoso.
En contra de esta suposición puede igualmente esgrimirse otra asimismo cierta: que, adrede,
el testador no quiso modificar su testamento incluso sabiendo que con posterioridad a la
confección del mismo había sobrevenido el forzoso, porque a dicho forzoso le ha entregado
su legítima con donaciones o con legados materia de otro testamento.
En otras palabras, la caducidad de la institución de heredero prevista en este inciso
solo sería aplicable, a mi manera de ver, cuando al forzoso nada se le ha dado ni a título de
herencia, ni de legado, ni con ninguna liberalidad imputable a legítima. A la inversa: si el
legitimario no instituido ya ha recibido su legítima, carece de razón invocar el precepto.
2.- Si el heredero renuncia a la herencia o muere antes que el testador sin dejar
representación sucesoria, o cuando el heredero es el cónyuge y se declara la separación
judicial por culpa propia o el divorcio.
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es declarado y con efectos retroactivos. La razón de estas normas parece atendible: se supone
que la institución hereditaria se hizo en consideración al estatus matrimonial y al afecto
consiguiente.
Pero hay que tener cuidado. Tanto el divorcio como la separación judicial a la que
acto seguido me referiré, han de haber sido posteriores al testamento. Y eso no es todo.
También hay que tener tiento en cuestiones de revocación e interpretación. Pongo un
ejemplo: que el testador ya divorciado revoque parcialmente el testamento otorgado antes del
divorcio, sin incluir entre las disposiciones que revoca aquella en la que instituía heredero a
su ex cónyuge, salvo que concurran otras circunstancias ilustrativas que demuestren voluntad
contraria, me inclinaría por preservar la disposición manteniendo firme la situación
hereditaria, porque todo conduciría a pensar que al momento de revocar el testador no quiso
retractarse del deseo de que lo heredara quien fue su cónyuge. Razones residuales afectivas
tendrá quien así actúa.
En materia de separación la regla también es coherente con otra: la contenida en el
artículo 343 del Código. Pero en ésta, a diferencia de lo dispuesto en el numeral 805, se dice
con propiedad "culpa suya" y no culpa propia. Y eso hay que aclararlo, porque una lectura
ligera del inciso 2) que comentamos podría dar a lugar a entender -absurdamente, desde
luego- que se trata de separación por culpa propia del testador, o por motivo imputable a él.
De todas maneras, hay que puntualizar, coincidiendo con Ferrero, que la extinción del
derecho hereditario opera respecto del cónyuge que hubiera sido causante de la separación.
Es decir, que no opera a la inversa, de suerte que el inocente sí hereda al culpable.
afectada por error, dolo u otro vicio de voluntad; o por una dispensa de colación que a la
postre resulte excesiva; o por una donación exagerada (artículo 1629); o por establecer
testamentariamente la indivisión por plazo superior al legal.
C. Menoscabo de la legítima
ARTICULO 807
Las disposiciones testamentarias que menoscaban la legítima de los herederos, se
reducirán, a petición de éstos, en lo que fueren excesivas
Al igual que la de preterición, esta figura nada tiene que ver con la caducidad. Ni
caducidad del testamento, ni de disposiciones testamentarias, ni invalidez alguna; simple
reducción de las disposiciones que menoscaben la legítima y correlativo complemento de lo
que corresponda a ésta. Lo que nuestro Código Civil regula en el artículo 807 es una
pretensión bifocal. La actío ad supplendam legítímam es pretensión que persigue el
incremento de la cuota asignada hasta lo que por legítima corresponda y, por efecto natural,
la reducción de lo atribuido a otro u otros o que, sin estar atribuido a nadie en especial,
lesiona la legítima (por ejemplo, una condición).
El menoscabo se diferencia de la preterición en que ésta es cualitativa porque el
legitimario es omitido de todo nombramiento en su derecho, y en aquél la omisión es
cuantitativa, porque habiendo sido llamado a suceder, las instituciones o distribuciones
hechas por el testador impiden que el legitimario perciba el quantum a que tendría derecho. Y
se diferencia de los supuestos de caducidad mencionados en el artículo 805 en que no hay
circunstancias sobrevenidas que perjudiquen el derecho de uno y otorguen a otro el derecho a
heredar.
Dicho esto, de la lectura de esta norma en contraste con la precedente de preterición
debe quedar claro que solo puede aludirse rectamente a menoscabo cuando hay un derecho
firme de sucesor y la legítima es lesionada. Si bien el Código circunscribe la lesión
(menoscabo) a disposiciones testamentarias, ciertamente también cabe pretensión basada en
iguales razones cuando la lesión encuentra origen en actos extra testamentarios. Esto es, que
solo puede acudirse a este numeral 807 cuando se intenta completar los derechos del
legitimario que, sin haber sido preterido, por efecto del régimen sucesorio dispuesto por el
causante no puede recibir todo lo que la ley quiere que por legítima reciba.
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Cabe precisar que la norma del artículo 807 se refiere a todas las disposiciones
testamentarias, mencionadas legalmente o no, cualquiera que fuera su naturaleza, y sin otras
excepciones que las categorizadas como de caducidad o de preterición.
La legítima no solo puede ser dañada en su quantum de valor material o en el derecho
a ella, sino también en los derechos que confiere ser su titular; por ejemplo si en la
disposición testamentaria en la que se nombre tutor se le otorguen al nombrado atribuciones
para la disposición de los bienes; o que se faculte al albacea para no rendir cuentas; o que se
establezca la obligatoria indivisión de la masa no empresarial, o por plazo superior al
legalmente permitido; entre otros casos en los que posiblemente no se afecte el ejercicio
pleno del derecho a ser legitimario y actuar sobre la legítima, ni se afecte el derecho a tener la
cuota ideal legitimaria, ni se afecte el porcentaje que corresponda.
confundirse con los derechos hereditarios que la ley otorga a los cónyuges , diferencia
que hay que tomar en cuenta , pues puede darse elo caso de que el cónyuge pierda su
derecho hereditario, pero no su legado como es el supuesto de la desheredación, que
como sabemos afecta la legítima, pero no se extiende a las donaciones o legados
otorgados por el causante; sin embargo, en el caso bajo comentario, la causal es clara
y si la separación se ha dado por culpa del cónyuge, el legado habrá caducado.
Obsérvese que la norma también alude al divorcio, el cual si se produjo por culpa del
conyugue igualmente habrá operado la caducidad del legado.
Si el testador enajena el bien legado o este perece sin culpa del heredero;
en el primer caso, ante la venta del bien, posibilidad real y legal entonces al abrirse la
sucesión del causante y no encontrarse dentro de su patrimonio el bien legado, ese
legado no podrá efectivizarse por su inexistencia, entonces se dice que el legado ha
caducado; en cuanto a que el bien perezca sin culpa del heredero debemos entender
que la norma se está refiriendo a los supuestos de caso fortuito o fuerza mayor , que
conducen a que el deudor no asuma responsabilidad alguna, y en tal merito el
heredero no tendrá que responder ante el legatario; sin embargo, si alguna culpa tuvo,
entendemos que el legado se convierte en legado de un indeterminado, y por lo tanto
el heredero deberá devolver un bien no inferior ni superior a la calidad media , en
consonancia con el art. 1143 del c.c.
6. EFECTOS
Mientras la prescripción extingue la acción pero no el derecho mismo, la caducidad
extingue ambos. Esto quiere decir que, producida la caducidad, no queda una obligación
natural subsistente.
Uno de los factores metodológicos que se utiliza para hacer tal distinción es el de si
extinguida la acción, puede quedar vivo algún derecho y como conclusión queda que en los
casos que se califica como caducidad carece de sentido considerar subsistente el derecho a la
acción.
Esto puede ocurrir por dos razones. La primera, porque el derecho de que se trata
supone que el juez determine o “liquide” el derecho. Es decir, el titular del derecho no tiene
un crédito individualizado, declarado o liquidado y la única manera de lograrlo, es por medio
de una resolución jurisdiccional. Al haberse extinguido la acción, se sigue como
consecuencia que tampoco subsiste su derecho.
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La segunda razón, consiste en que muchas veces hay acción para pedir al juez que
declare o establezca sobre una situación o relación. Al no haber acción, tampoco podrá
quedar establecida la situación o relación y, por consiguiente, tampoco queda subsistente
ningún derecho.
No obstante siempre que ni lo impidan normas expresas, las partes pueden negociar
un arreglo frente a aquellas circunstancias que hayan sido materia de caducidad. En estos
casos los que ocurrirá es que aparece una nueva relación o situación jurídica por efecto de la
libre voluntad de las partes.
IV. LA NULIDAD
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dicho acto jurídico produzca consecuencias a las cuales está dirigido, pero que estas
pueden ser destruidas.
ambas nulidades, y así podemos afirmar que el testamento como acto jurídico está sujeto a las
causales de nulidad y anulabilidad del acto jurídico previsto en los arts. 219 y 221 del c.c.
del testamento sigue siendo tal, claro que la prueba de la insania va a ser trascendente para
que el juez se pronuncie por la ineficacia del testamento.
SUÁREZ FRANCO señala lo siguiente; (…) Es testamento otorgado por un demente
declarado por interdicción judicial será siempre nulo, aun cuando se hubiere realizado en un
intervalo lúcido. Dentro de una jurídica ello equivale a sostener que la prueba de la nulidad se
torne bien sencilla: bastara obtener copia del decreto de interdicción judicial del demente y la
fecha del otorgamiento del acto, que debe ser posterior, para que el juez decrete la nulidad.
Quien esté interesado en defender la validez del testamento podrá aducir como prueba
suficiente la providencia contentiva del decreto de rehabilitación del demente, debidamente
ejecutoriado.
Resumidamente, pues, LOHMAN LUCA DE TENA, sostiene que: a) desde la
sentencia declaratoria de la interdicción hasta la sentencia que la deja sin efecto, el
testamento es inválido y puede ser declarado nulo, salvo que comprobadamente se haya
otorgado en intervalo lúcido; b) cuando el testamento, en cambio, fue otorgado antes de la
sentencia de interdicción, podrá anularse sólo si en ese momento (art. 687, inc. 3 C.C) el
testador notoriamente carecía de las facultades mentales idóneas para testar con plenitud de
entendimiento y querer.
2.1.3 CUANDO EL OBJETO ES INDETERMINABLE FISICA O JURIDICAMENTE
IMPOSIBLE
En el caso del testamento, este será nulo cuando el objeto no pueda identificarse,
precisarse, no se pueda individualizar, y también cuando el objeto no pueda cumplirse
materialmente, o cuando el objeto del testamento no guarde conformidad a derecho o esté en
contra abiertamente de la ley
2.1.4 CUANDO ADOLEZCA DE SIMULACION ABSOLUTA
La simulación se presenta generalmente en los actos bilaterales, al aparentarse
celebrar un acto, pero que es solo apariencia porque en realidad no hay voluntad para hacerlo;
ahora bien, aplicar la simulación absoluta en sede de testamentos, resulta harto difícil, en
tanto que estamos ante un acto jurídico unilateral que no requiere la concurrencia de otra
persona para su existencia, a la par que resulta difícil se dé una situación en que una persona
aparenta testar no teniendo una voluntad real de hacerlo, pues bien, puesto en ese escenario
acaecido la muerte del testador que habría simulado su testamento, como podríamos atacar
ese testamento, como podríamos hurgar la voluntad de una persona que ya no existe ,
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preguntas difíciles de dar respuesta. Por ello se cree que la simulación absoluta no es de
aplicación para el caso de nulidad del testamento.
salvo los casos de desheredación, y no puede ser privada porque se estaría afectando la
legítima.
2.1.7 EL TESTAMENTO ES NULO CUANDO LA LEY LO DECLARA
EXPRESAMENTE
Sobre el particular, hay que decir que existen hasta 4 normas en las que el legislador
se pronuncia expresamente sobre la nulidad de los testamentos.
El art. 808 del c.c que ya hemos revisado, declara la nulidad del testamento otorgado
por el enfermo mental declarado en interdicción, o el menos de edad; el art. 811 también ya
tratado y que gira sobre la nulidad de los testamentos por defectos de forma, esto es
tratándose de los testamentos ordinarios y el 813 que alude a los testamentos especiales; y por
último el 814 que señala que el testamento mancomunado es nulo, entendiéndose la nulidad
porque el testamento tiene como característica ser individual, es decir que el otorgado por una
persona, con lo cual se garantiza una auténtica libertad testamentaria, un testamento no puede
contener la expresión de voluntad de varias personas, es preciso que las disposiciones
establecidas en este, emanen de una voluntad única, el testamento al ser otorgado en común
por 2 o más personas resta autonomía y libertad a cada uno de los otorgantes de manera que
ninguna otra persona pueda influenciar en la voluntad testamentaria u obstaculizar la facultad
de revocación del testador en el caso que desee proceder de esa manera.
Juan Olavarría: Así, la sucesión contractual implica el que los 2 o más voluntades
finalmente concuerden y determinen con uniformidad de opinión y criterio la disposición de
sus bienes con efecto post mortem, lo que de suyo atenta contra la libertad, autonomía y
espontaneidad que deben caracterizar la voluntad testamentaria. En efecto, al igual como
ocurre en los contratos, las voluntades individuales de las partes contratantes terminan
fusionándose para formar una voluntad contractual en función al consenso consumado,
trayendo consigo la obligatoriedad de los términos pactados.
Por el contrario los testamentos recíprocos no adolecen de problema alguno ya que en
ellos los otorgantes han testado en forma individual y por separado, y se han instituido
recíprocamente uno al otro como su heredero. Es el caso de los cónyuges sin descendientes,
ni ascendientes: el marido testa y designa a su esposa como heredera y esta a su vez hace lo
mismo con su esposo. O también el caso de los hermanos solteros que no tienen
descendientes ni ascendientes y deciden testar al otro hermano como heredero.
Así también los testamentos coincidentes, en principio, tampoco adolecen de
problema alguno, sustancial o formal, que les resten eficacia, toda vez que sus otorgantes
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testan en forma independiente solo que los términos y cláusulas de los testamentos
concuerdan en uno o varios o todos sus puntos, este es el caso de los hermano, que casa uno
de ellos nombra a su padre como heredero y siendo ambos copropietarios en partes iguales de
varios bienes en común dejan respectivamente sus derechos y alícuotas a su progenitor.
Por último, en el caso de los testamentos simultáneos, tampoco se aprecia problema
alguno que afecte su validez, ya que en el presente caso se trata de dos facciones
testamentarias independientes o separadas solo que una está a continuación de la otra, es
decir, se trata de dos actos testamentarios entre los cuales existe inmediatez en el soporte
documentario, tal es el caso de dos amigos que se apersonan a una misma notaria y otorgan
ambos, por separados, su testamento, uno a continuación del otro.
El numeral 687 señala quienes son incapaces de otorgar testamento, y que como ya lo
hemos analizado, comprende tanto a los incapaces absolutos (menores de edad, privados de
discernimiento, sordomudos, sordo ciegos y ciego mudos) como a los incapaces relativos,
esto es, los retardados mentales, los que sufren deterioro mental, los ebrios habituales y
toxicómanos, agregándose a ellos los que carecen, en el momento de testar, de lucidez mental
y de libertad necesaria.
En el caso de los incapaces absolutos, comprendidos en el numeral 687, si fuera el
caso de que estos hubieran otorgado testamento, la sanción es la nulidad absoluta, lo que no
ocurre con los incapaces relativos, que si se diera el caso de haber testado, entonces su
nulidad será la relativa; por lo tanto, no es clara la forma, y lleva a confusión, la segunda
parte del art. 808 al remitirse al art. 687 sin hacer el menor distingo entre los incapaces que
allí figuran.
A la interpretación correcta de la segunda parte del art. 808 del c.c, debe estar referida
a que los testamentos anulables son los otorgados por los incapaces relativos, y estos lo son,
según el art.44 del c.c, los retardados mentales, los que sufren deterioro mental, los ebrios
habituales, los toxicómanos, y a todos ellos debemos sumar una incapacidad transitoria que
solo se presenta en el acto de testar, esto es, a los que les falta lucidez mental en el acto del
otorgamiento.
estos supuestos, debiendo precisar que el énfasis en el tema será desde la perspectiva
sucesoria no desde el ámbito propio del acto jurídico.
El dolo es causal de anulación del acto jurídico, cuando el engaño usado por una de
las partes ha sido tal que, sin este la otra parte no hubiera celebrado el acto, obsérvese de ellos
que esta maquinación, dirigida a captar la voluntad de la persona a través de un engaño, es
propio de los actos sinalagmáticos, resultando difícil que se dé en actos unilaterales, como es
el supuesto del estamento, sin embargo, el legislador la deja como posibilidad, en el caso de
que la voluntad del testador haya sido capturada a través del engaño realizado por terceras
personas.
El dolo en los testamentos puede revestir dos formas, por sugestión, cuando el
tercero logra que el testador odie a las personas que pensaba gratificar, con lo cual afirma que
la voluntad queda viciada al haberse sugestionado al testador, quien bajo ese engaño
cambiara su acto beneficio, dejándole quizás la asignación a aquel que fue el que genero el
engaño. En cuanto al dolo por captación, en este supuesto el tercero simula un afecto
especial hacia el testador, para hacerse digno de algún beneficio por parte de este e incluso
mejorar su legado; como es de verse, en cualquiera de estos supuestos, el problema mayor es
como probar que ha habido engaño, cuando la persona que otorgo el testamento ya no existe;
sin embargo se deja como posibilidad abierta para atacar el testamento.
Si Miguel, tiene dos sobrinos de nombres Juan y Pedro, el causante, en atención a que
Juan lo sirvió en vida y lo acompaño siempre, quiso beneficiarlo con un legado en dinero, sin
embargo, al designarlo en el testamento yerra y nombra a Pedro. Entonces, en ese supuesto, y
al poderse acreditar al verdadero legatario deseado por el testador, este testamento surtirá
efecto debiendo entenderse que el legatario, en el ejemplo será Juan.
3. EFECTOS
Son efectos de la Nulidad del Testamento los siguientes:
1) El Testamento queda sin efecto, deviene en ineficaz y se invalida desde el
momento de la apertura de la sucesión, se tiene, para tal caso, como que la sucesión se
hubiese aperturado sin testamento (ab intestato). La ineficacia jamás puede ser declarada
antes de aperturarse la sucesión, mientras el testador exista, no hay transmisión hereditaria,
estando el autor testamentario en la posibilidad en la posibilidad de revocar o alterar el
testamento que hubiera otorgado, cambiando el sentido de sus declaraciones testamentarias.
2) Si se declara la Nulidad de un testamento que revoca a otro anterior, el revocado no
cobra vigencia sino que se le tiene como si jamás hubiera sido revocado.
Habiéndose declarado la nulidad de un testamento que había revocado otro anterior,
retrotrayéndose las cosas al estado inicial es evidente que, jamás se revoco testamento
alguno, por lo tanto, no es que el testamento revocado haya cobrado vigencia, sino que el
testamento revocado en realidad jamás tuvo tal condición.
3) Declarada la nulidad de un testamento la sucesión se convierte en una sucesión,
quedando habilitados los herederos legales a tomar la herencia del causante, y si no hubieran
estos, la herencia deviene en vacante, pasando a las instituciones del Estado señaladas en el
Art. 830°.
4) La nulidad de algunas cláusulas testamentarias no afectan a las demás, como el
caso de la preterición de alguno de los herederos, en cuya circunstancia son nulas únicamente
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las disposiciones testamentarias en cuanto perjudican los derechos hereditarios del heredero
relegado.
La nulidad priva al testamento de los efectos normales, es decir de aquellos efectos
que el testador tuvo en miras al dictarlo. En consecuencia, la nulidad del testamento origina la
sanción que recae sobre las personas beneficiarias-herederos, legatarios o beneficiarios de
cargos y consiste en la negación de derechos para después de la muerte a que estaba
destinado el acto, y las consiguientes restricciones, si el testamento había comenzado a
ejecutarse.
La Nulidad del Testamento produce efectos hacia el pasado y hacia el futuro; hacia el
pasado procurando volver las cosas al estado anterior en que se encontraban a su
otorgamiento. En materia testamentaria, este retrotrae las cosas al momento anterior. El
efecto de la nulidad se proyecta al futuro porque el acto no tendrá validez para transmitir
derechos para después de la muerte.
Sobre los efectos propios de la Sentencia que declara la nulidad del testamento son
propios y por lo tanto es causa directa de la obligación restitutoria. Por ejemplo, si se declara
nulo un testamento después de la entrega de los objetos legados, no hay necesidad de iniciar
acciones de restitución, la acción de restituir está implícita en la de nulidad y tiene directa
conexión con la relación procesal.
Los efectos de la nulidad del testamento en relación con las partes varía según que el
acto se hubiere ejecutado o no.
Si se declara la nulidad del testamento antes que este se hubiere ejecutado, los
herederos, legatarios y destinatarios de los cargos, no podrán pretender su cumplimiento.
Si el testamento hubiera sido cumplido y se hubiere dictado declaratoria de herederos,
incluyendo un heredero que base su vocación en el testamento impugnado, esta debe ser
modificada. Si en virtud del testamento nulo, un heredero ha entrado en posesión de la
herencia, debe restituir los bienes a quien corresponda. Quien haya recibido bienes en virtud
de un testamento declarado nulo debe restituir a las personas a las que pase la herencia, todos
los objetos hereditarios de que hubiera tomado posesión
Respecto de la Nulidad del Testamento y sus efectos a terceros señala que: A los
terceros adquirentes de buena fe y a titulo oneroso, los actos de disposición de la herencia
serán siempre válidos, tenga o no buena fe el heredero aparente. Frente a terceros también
serán válidos los actos de administración de la herencia realizados por el heredero excluidos
por la acción de nulidad, cuando este haya entrado en posesión de la herencia. Es decir, que si
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el heredero aparente ha realizado un contrato de locación, este debe ser respetado, salvo que
el tercero sea de mala fe.
BIBLIOGRAFIA