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CURSO DE ETICA CRISTIANA. PROFESOR PABLO WIEGAND G. CURSO BASICO DE MORAL EUGENIO ALBUQUERQUE GRUPO NUMERO CUATRO 6 La tarea moral del hombre moderno Alfons Deeken El hombre es un ser incompicto, siempre en camino para liegar a ser mds plenamente lo que él mismo cs. Por tanto, hasta cierto punt, tiene que crearse a si mismo con la ejecucién de actos tibres. BI hombre no pueds determinar completamente su propia existencia, porque en parte ya esta determinada por ta naturaleza y por el ambiente, por cl tipo de educacidn que ha recibido, por la cultura en la que vive y por las fuerzas histéricas que le han formado a él y a la comunidad a Ja que pertenece. Pero a pesar de todo esto, todavia queda un amplio margen, tanto para cl individuo como para la sociedad, que esta todavia sin determinar. Esta dimensidn del hombre y de la sociedad puede y debe ser desarroilada por medio de opciones morales libres. La moral es un desafio que se le hace al hombre para que desarrolle plenamente su propia potencialidad humana. Por medio de decisiones morales el hombre determina qué clase de persona va a ser. Ala moralidad frecuentemente sc la confunde con un simple seguir las costumbres esiablesidas, u obedecer fas regias externas y las leyes. Algunos creen que la tarea moral del hombre es sola- mente no molestar al projimo. Esta cs una actitud meramente ne- pativa que ignora et centro neurdlgico de la ética, Nosotros vamos it proponer en su lugar una moratidad positiva de aspiraciém, sc- min fa cual, el hombre trata de vivir conforme a fo que enctentra dc anejer en si mismo. E} bien moral. en esta concepcién consiste cv i aspiracién, o en cl fin o meta ai que se tiende. Es decir, en ciecer camo una persona humana y apuntar al desarrollo mds completo posible de todas fas capacidades humanas. (a tarea nio-- stl del hombre implica el esfyerzo positive por realizar el propia suile ta manera mis plena posible, de dar realidad a !o que uno ve «jue os fa perfeccién de sf mismo come ser humano, lo mismo tonie individuo que como miembro de Ja comunidad humana. 93 Los actos morales son una propiedad esencial de fa pers: humana; por consiguiente, el hombre no es libre para hace: no hacer actcs de valor ético. Su lfbertad coasis.s solamente poder elegir los objetos de sus actos y una persona sicmpre tie que escoger entre objetos buenos v males. Mas atin, dentro fa categoria de objetos buenos, existe una jerarquia de valor superiores © infcriores. entre los cuales éf puede escnger. I hombres hardn de si mismos diferentes tipos de personas seg los valores que realizan en la vida co seguin Jas opciones mora que efecnian. En la vida diaria el hombre se enirenta constantcmenie ¢ la nevesidad de tomar partido, de haver elecciones que tier resonancias morales. i.g cuestidn, pues, surge: gcudles son objetos adecuados de une eleccia recta y con se Hega al cor cimiento del bien y del mal? 1. La conciencia, norma de le moralidad subjetiva La moralidad siempre incluye un aspecto subjetivo y un pecto objetivo. Para juzgar la moralidad de“un acto hume tenemos que mirar el aspecto sabjetivo det agente y conside el conosimienta, la veluatad y cl consentimiento que en dic acto ha tenido la persona. La moralidad asi considerada es moralidad subjetiva y queda determinada por ei hecho de s) acto se conforma o no con la propia conciencia del agenic. conciencia es ia itima norma de la moralidad subjetiva. El otro aspecto de la moralidad conciezne a la naturali abdjetiva del acto realizado. Si preguntamos, por ejemplo, matar a una persona es malo? estamos considerando fa mor dad objetiva. Pero si preguntamos se dio cucnta esic hom! realmente de lo que hacia cuando maté a aquel hombre inoc te?, entonces estames preguntando sobre el aspecto subjet de ta moratidad. La conciencia es aquella voz interior, aquel juicio de nues raz6u préctica que nos dice si una accién particular o man de actuar concreta es moralmente buena y debe ilevarse a cz o es meralmente mala y debe ser evitada. La conciencia trata de cuestiones tedricas del bien y de] mat en general, h bien se ocupa de la cuestién practica zqué tengo que hacer aqui y ahora, ex esta situacién concreta? Hay que distinguir dos clases de conciencia: la concien antecedente y fa conciencia consecuente. La conciencia ante demte actiia antes de que el hombre realice el acto que ¢ considerando. De esta manera es una guia para las acciones 4 luras, estimulindonos a bacerlas 0 evitarlas. La conciencia con- aceuente opera después de que fa persona hha realizado un acte. an nuestras acctones pasadas y. o bien las aprueba, © las sau. Si ef hombre ba hecho un acto. ral sient remordi- inieato de conciencia y expetimenta una falta de armonfa entre at propio yo y ef orden ‘chjetive de los valores y def bien, Dos cjemplos clésicos de conciencia en aecion son Antfgona y santo ‘Tomas Moro. §ofocics, cn su tragedi«. Antigone, nos muestra ct conflicto enite fos decretos det gobierno y las normas de fa conciencia, 0, con onas palabras, entre jos decretos dc unas feyes hechas por cl hombre y las leyes eternas 10 escritas. El argumento de le obra es sencilla. Polinices, hijo de Edipo y hermano de Antigo- nit, ba catdo mucrto en Ja batalla contra Yebas. Creonte. el imevo gohernante de Tebas. tio 6& Antigona, decreta que no s¢ puede enterrar a Polineces. sino que hay que dejarlo como earrana para las aves ¥ jos perros. La conciencia de Antigona ae resiste ¥ fe dice que el decreia del rey es injuste y que hay sy clema. mis alta, sega la cual, todos los hombres deben spetuesamente enterrados. Antigona sigue la orden de su conciencia y desobedece el edicte de Creonte, sabiendo muy inicn que la muerte serd su castigo. Antigona estaba dispucsta 4 nigrir por sus principios. Ll conflicto entve Srdenes injustas de gobiernes dictatoriales tx conciencia del individuo ha sur ido una y otra vez en fa historia humana. En tales situacioncs, Antigona ha sido siempre un ejemplo espléndido del vator del individue que esté dispues- ta a desobedecer las leyes humanas injustas y artiesgarse & “110- vir con tal de obedecer fa vor de su concioncia. ‘Yomas Moro es otro ejemplo clisico de} importante pape! ta conciencia juega como guia del hombre en fa determina 2 de su vida. Como lord canciller de Inglaterra, Tomas Moro acupd ef puesta politica mas alto ajo el rey Enrique Vii. Cuando el rey se divoreié de su csposa. Catalina de Acagdn, requirid de ‘Tomas Moro que dicta su aprobac’én piblica al tuevo matrimonio. Moro era un gran abogado, un humanista depurade, una persona con gran sentido del ‘humor y uno de los politicos mas brillantes de la Inglaterra de su tiempo. Pero al imismo tempo, tenia un clare sentido de justicia y de los valores unténtieas, y no estaba dispuesto a dar su aprobacidn a algo gue éb consideraba injusto y yorcido. Enrique VII le obligé a escager entre obedienciz af rey y la vida u obediencia 4 su con- -cieneia y la muerte. Toads Moro escogis esto iltime. Conserve sit integridad personal y fue ejecutade por su yalérosa ectitud. 95 Con razén santo Tomas Moro ha sido Hamado cl santo de la conciencia. En nuestros dias, cuando ja corrupcién politica esté tan extendida, Tomas Moro podria ser el modele que los hom- bres que ocupan cargos ptiblicos deberian emular, Shakespeare, en Ricardo I] (acto V, escena TT) expresa de una manera definitiva la experiencia de culpa y de lo que se suele Hamar “mala conciencia”. De un modo impresionante des- cribe la desarmonia interna que aturde el corazén del hombre lanzado a cometcr malas accioncs. El dolor y el sufrimiento intimo del rey Ricardo le conducen hasta el adic de si mismo. Detesta su propio yo que ha cometide el asesinato. De repente, despertandose en medio de una pesadilla angustiosa, el rey ini- cia el siguiente didlogo: {Ob cobarde concieacia, cual me oprimes! jAzul brilla esa luz! jEs medianoche! Helado sudor pinice chorrea mi cuerpo tembloroso. ;Quién me espanta? ;¥o mismo? Mc halla sin. Mas Ricardo dma a Ricardo... Si... Ya soy, yo mismo. 7 Hay asesino aq) $0... Sk..., Yo propio. Huye, pues. {Mas de mi? Raz6n, responde, {Para que no me yengue de mi mismo? Mas yo me quiero bien. Por qué? Qué acto benélico me debo yo a mai misma? No. Mas bien me detesa yo ami mismo, Par fas viles hazaftas de mi mismo. Soy un infame. No lo soy, Mentira. Nécio, habla bien de U. Necio, no adules. Mas de mil lenguas mi concienicia tiene y cada lenyuz sv distinta historia, ¥ cada historia me proclama infame. (Shakespeare. Qbras Inmortales, Madrid 1969. 1481), La conciencia moral humana es frecuentemente equiparada equivocadamente con el superego de Sigmund Freud. Exisien, por supuesto, puntos comunes entre ef superego y ta concien- cia, pero las dos cosas no son lo mismo. Freud distingue tres dimensiones de la persona humana: el ello, ef ego y el super- ego. El ello esta constituido por aquella parte de nosotros que es institiva, inconsciente ¢ irracional. Es el embalse rebo- sante de los impulsos instintivos. El ego es el yo consciente, agresivo y egoista. Bajo la influencia de las Grdenes interio- rizadas de Jos padres y otras autoridades, una parte def ego ge separa como censor critice y controlader dei ello. Pucs- to que sc yergue sobre todo el ego, recibe el nombre de su- perege. 96 S| superego esta formado bisicamente por los padres y la vicdad. y frecuentemente refleja los sistemas fatsos de valorcs de estas autoridades externas. En algunas personas se convierte vn un dictador Urinico y opresivo que obstaculiza el desarrolio saludable de la persona. En contraste con este superego, la con- vieneia habla con ja genuina voz del auténtico yo del hombre. favitx positivamente a la accidn, a la realizacidén de valores. 3 amar. La verdadera funcién de Ia conciencia es ayudar al hom- jue a conseguir una existencia suténtica y a mostrarle et camino {waa realizar su vocacién de hombre lo mas plenamente posible. Ta conciencia es una Ing con fa que ¢l hombre se guia a sf misma en sus acciones, libre y responsablemente, hacia la reali- ¢avion propia y la plenitud personal. Después de hacer una bue- Hi obra, el hombre experimenia su conciencia consecuente come un sentimiento de armonia que existe entre si mismo y el opfen objetivo de bondad. Si hace una mala accién siente los puichazas de la conciencia como una desarmonfa experimenta- da entre su actuar y el marco objetivo de valores y como un talla de su integridad intima de persena humana. Entonces le vinciencia se convierte en una llamada y una invitacién a res- bawar su unidad interna y su integridad personal, estableciendo dy nueve la armonfa debida entre su propia voluntad y el reine ubjetive de valores. 3, La norma objetiva de la movalidad: ef bien moral “omo hemos dicho antes, el individug tiene que apoyarse en so conciencia para juzgar el bien y ci mal, la rectitud o ine- quidad de sus actos en las circunstancias concretas. En un caso repcreta, fa conciencia es ¢l tribunal de ultima instancia. Pero {a moratidad subjetiva sola cs insuficiente. La conciencia puede estur equivocada y por tante tiene que haber normas objetivas que orienten la concieacia y con las gue, en principio, debe la ronciencia estar de acuerdo, ;Cudl es, pues, la norma de Ja imorafidad objetiva? Brevemente diche, es el bien moral objeti- ve. Es dificil dar una definicion general de este bien moral. pera podremas entender la que es, en cierta manera, si lo con- siecamos bajo tres aspectos diferentes, a saber, como fin, como deher y como valor. Estos tres aspectos ao se contradicen ei to al otro sino que se compiementan mutuamente. Acercdndo- tus al bien moral desde estas tres direeciones, enfocaremos la tarca moral desde tres diferentes puntos de vista y de este modo arermos de desplegar toda la amplitud y riqueza de fa empre- wt moral humana. 97 1) Ef bien como fin: élica teleolégica Una manera de interpretar el bien es considerarlo come ef fin o meta hacia el que tienden ef hombre y todo oi universe. Hay un interno dinamismo en ‘ef ser del hombre que le impuisa a buscar él bien. como su fin. Et yérmino técnico con e} que se denomina este camino es éfica teleolégica (telcologia = finali- dad}. Aristoteles Ie dio 3 ja teleologia su expresion clisica. Em- pezd como un cientifice natural y observando las plantas y jos Arboles descubrié fa fey de la finalidad o ia teleologia que existe en toda ta naturaleza. Una pequeia pellota, por ejemplo, tiene una finalidad que Ja hace desarrollarse gradualmente hasta Hle- gar a un Toble umbroso. Asi, podemos decir que la bellota esta naturaimente orientada u ordenada hacia su propia y caracterfs- tica perfeccién ¥ que su bien, o su fin y meta natural, es Hegar a ser un atbol perfecto. La finalidad o telealogia penetra toda la realidad. En todas tos podemos discernir la distincién entre potencialidad y ac- jnalidad, entre lo que todavia no es pero puede ser y lo que, de hecho, actualmente es. Lo imperfecto desea Hegar a.ser perice- +0, lo incompleto ser completado, lo vacfo anhela ser lenado, Ja potencialidad ansia Hlegar a ser actualidad. Desde este punto de vista, el bien se puede describir como lo completo respecio de lo incompleto, to perfecto respecto de lo imperfecto y ko actual respecto de lo potencial. Los seres humanes estan también en un constante proceso de llegar a ser. La finalidad o dinamismo intemo en un hombre fe impele hacia actualizaciones cada vez mayores de todas sus potencialidades y al despliegue de todas sus capacidades. EI hombre bueno, en esta interpretacidn, es ia persona que activa- mente ejercita todas sus facuttades y capacidades, y constante- mente se estuerza por llegar a la meta de una plena realizacién personal y perfeccién humana. 2} El bien como deber: ética deonialégica Un segunde camino para comprender el bien se concentra en el cardcter obligatoric del bien rnoral y explica fa ética, prin- cipalmenic, en términos de deber. El término técnico para de- nominar este camino es el de ética deontolégica (deontologia = el estudio de lo que debe ser). La ética aristotélica puso de relieve un importante aspecto det bien, a suber, su poder de atraccién come fia. Sin embargo, en la vida cotidiara, el hombre sc siente atraido por muchos 98 | Pavers y no taddos eflog son verdaderamente bienes para él. Una 2: fii: tar tension entre ios deseos del hombre y la boadad objetiva s748 x¥atittsd cs algo gue perterece a la experiencia ordinatia de Pages wx buemeno. La dca deontolégica responde a este proble- , Hemtunsde of clemento de deber u obligacién en la activi- Bf emeseu! humana. Ef hombre so pucde confiar en sus inclina- wh GHEY yRe Hene gue actwar por el deber si quiere ser una paid abneTT Al @ (ike deonteldgica encontré su formulacidn tépica en la a ++ she Lemarael Kant (1725-1804). El propdsita de Kant Me fawlablc rues quicre mantener a la moral libre de toda pire de propia interés » de que quede reducida a un simple va vor de uoa. fia ex si misma. Segtin Kant, el bien ye? vrs. pura y siviplemente, se encuenira solamente en ‘eluntx! Poena, Una bucna voluntad es aquella que ac- pms pe inciiaciimes naturales, sino por un sentido del de- (a acte no es buens por causa de! fin al que conduce, me: silamenic por el motivo del deber, por el cual se ha rea- Ht. ic test importante para determinar la rectitud de una accion H ser si vsiamos dispuestos a quc todas los demas adopten ates norma de sus acciones Ja misma vegla que hemos. seguido waties af realizar nuestra accién. Este es el famoso imperative gicguries de Kant que dice: “acta solamente de acuerdo con ‘stig de las grandes contribuciones de Kant a Is ética son sus Hanvas sobre ef respeto a la persona. Kant subraya com ra- que auncy debemos usar a las personas como puras medios, ite siempre debemos recordar gue eilas son fines, que tic- # yulex on st mismas, aparte de los servicios que puedan pres- fies: “ctu de ial manera que trztes la humanidad, ya sea en “preyda persona o en la de otro. siempre zi mismo tiempo jane cy fin, ¥ func puramente como un medio”, Este princi~ . fet supuesto. ne significa que 2a podamos usar los servi- xk: otros, No hay nada maio on usar ua maletero para que < Hucnine cyulpaje. 6 a un profesor camo atedio de educa- ju in Gs formulacion Kantiana de este principio Ja palabra aii nic” vs importante. No debemos usar jamds a una per- iummana samo puro medio, es decir, como si no tuviera va- en st misma excepto ef de ser un medio para nuestros fines tebpoowin, gael 3) Bi bien come valor: dtica axioldgica Un tercer camino para Ja comprensidn del bien es la consi- deracidn de! bien come valor. El término tecnico para este ca- mino es cf de ética axiologica (axiologia = estudio de tos valo~ res), Todo ser humane valora fas cosas. jus personas y los actos y hace juicios de valor. Ordinariamente vemos valor en une sosa que én cierta manera nos atrae. Lo que atrac: puede pro- veer una necesidad. satisfacer un desco o simplemente provocar nuestra admiracién. Valores puramente subjetivos son aquellos que satisfacen los deseos subjetives de una persona. De mayor importancia para nuestra consideracidn son lus valores objeti- vos. Un valor objetivo puede ser descrite como aquefla cuslidad de una cosa, de un acto. de una obra de arte, de ana entidad social, de una relacidn humana, de un acontecimiento, de una actitud o de io que sea, que fe da cl cardcter de importante en ‘sf misma. Log valores morales hay que distinguirlos claramente de to- das las otras clases de valores. Un hombre puede ser un jugador embargo no ser un hombre bue- sey un politico de gran influencia y sin embargo ser muy egofsta, cruel, un hombre iamoral. Un fisico aidmice puede ser e} cientifico més brillaate del mundo, pero si usa su ingeoio para consiruir una bomba de hidrogeno y destruir toda una aacin, serd, si, un buen cientffieo, pero no un hombre bueno. Mientras otros valores hacen a la persona un buen jnvesti- gador, atleta, cientifico, artista, etc. los valores moratcs son aquellos que hacen al hombre, simplemente como hombre, buenc. Un hombre se hace un hombre bueno en fa medida cn que responde a la Hamada c invitacion de tos valores morales y jos realiza en su vida. Respondiendo a las valores, salimos de estar centrados en nosotros mismos y crecemos por encima de tas limifaciones del propio yo. La capacidad de transcen- derse a si mismo es una de las principales caracteristicas del hombre. La riqueza y profundidad de una personalidad corres- ponden al grado con que un hombre capta y actualiza los va- iores. ‘Ante el hombre aparecen una multitud de valores. Pucsto que nadie puede realizarlos todos. es parte de la tarea moral del hombre escoger correctamente los valores debidos y realizarlos de una manera armoniosa. Esto significa que, a menudo, tendré que sacrificar valores de mentor importaneia para escoger valo- res mas altos. i660 i 2 nuestros juicios habituales todos distinguimos entre valo- 46g as alloy y mds bajos. Si estamos sentados en 1a playa, go- ye nna buena comida y de repenie vemos que un nifio se insta uhogande y pide socorro, todos naturalmente sacrificaria- fies ef valor placentere de fa comida y nos lanzariamos a salvar al ic Pete cs un ejemplo sencillo del conflicto entre ua valor wtiy alte (salvar una vida humana) y el valor mas bajo del placer iif comer, En muchos casos, sin embargo, no es tan simple deci- Hirel tango de an valor. Implicitamente todos admitimos que esiste uns jorarquia de valores pero nos preguntamos jcon qué cyiieger: hay que estabiceer cl orden y ranga de los valores? Maa Seheler sugiere, entre otros, los siguientes tres criterias. Fismanencia @ duracién, es decis, un primer criterio para es- ipideoey ia calidad de un valor es la tendencia intrinseca del aihjets: x durar. Un valor es duradero si posee “le habilidad de eaplie a Waves del tiempo”. Scheler ilustra el fendmeno de la duiacion describicndo el valor de} amor. Necesariamenie cl #He7 eenuino siempre implica duracién. Seria una contradic- gin decirle a alguien: “te quiero solamente ahora”, 9 “te amo shunt un cierto Hempo”™. La dimensi6n sub specie gitadam ae- ieiitt vy parte de la esencia misma de] amor. Una duracién con- fijtada vs un aspecto esencial y necesario del valor del acto de stiuss y Gembién de los valores hacia los que nuestro amor sce tues Puede ocurrir, por supresto, que una persona termine 4u mer hacia otra persona, pero esto seria una indicacién 0 de ar noc. nunes auténtico amor o que ef amor del que se fiahlaba cra solamente una relucién de conveniencia ¢ interés o ave se habia uno engatiads a si mismo respecte de fa otra per- ara ¥ de su verdadere valor, I-n vonteaste con el amor genuino, una uniGn interesada de sepecnicncia e por su misma fatufaleza solamente transiteria. tau valores de placer y los valores utiltarios ne son duraderos -« pueden gozar solamente durante un tiempo limitado. La fclutdecd, por otra parte, es mds duradera que el mero placer: Hava puede darse el caso del bombre que experimente una felt- vil profunda en medio del sufrimiento. Indivisibilidad cs el segundo criterio para establecer ia jerar- ur de [os valores, Cuanto menos divisible es um valor, es de- $t8, Lut menos hay que dividirlo para que distintas personas puedan participar en él, es tanto de mds alta ) Pues bien la Iglesia cree que Cristo, muerto y re- itado por todos‘, ofrece al hombie, p ‘Espuita, Juz_y fuerzas ‘que l¢ permiten responder a "su altisima Wocacion, y que no hay otro nombre bajo ef viele dado alos ‘hhoriibres, en el que déban salvarse’, Cree. adi ino, ue en su Sefior y Maé: (OT) Fl texto alirma a Cristo como fundamento de las cosas per- auanentes, no en sentido exclusivo, sino asterio. Porque Cristo es fare damento de muchos cambios. 80 Te eso, el Concilio, para iiustrar el misterio del hombre y para ayudar a descubrir la solucién de los principales problemas de nuestro tiempo, pretende hablar a todos bajo la luz de Cristo, imagen de Dios invisible y primo- génito de toda la Creacién’. 81 —~ DESTINO DEL, atENDO CariruLo I LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA (21*) 12. El hombre imagen de Dios (22*) a) Creyentes ¢ incrédulos estén, po acuerdo en que todo lo que existe en Ja tien grdenar hacia el hombre, como. hacia sz.cenire Hacié general, de culmi- ~b) Pero, equé es el hombre? ¥1 mismo ha propuesto’ ¥ propone opiniones variadas e incluso contrarias, Unas veces se exalta como la regia absoluta de todo, y otras ve- ces se deprime hasta la desesperacién, vacilante y an gustiado, La Iglesia comprende perfectamente estes ci. ficuitades; instruida por la Revelacién divina, puede ofre- cer al hombre una respuesta que desctiba su verdadera Condiciém humana, explique sus debilidades y aI mismo Bempo, dé a conocer correctamente si dignidad y“su vocacién. c) Ensefia la Sagrada Escritura que ef hombre fue creado «a imagen de Dios», capaz de conocer y amar a (21) En este primer capitulo se trata de afirmer Ja dignidad del hombre en todos Jos niveles de su ser: cuerpo y alma, inteligencia, sonciencia, libertad. Los capitulos IZ y III trator! de dimensiones di- versas de Ja misma vocacién humana: aspecto social, accién e his- voria, (22*) La introduccién de este namero ha sido redactada en tal Sarma, que, a Ias diversas opiniones vigentes sobre el hombre, se spusiera la verdad de la fe enunciada en la Sagrada Eseritura, ea la cal se perfilan tanto Je fragilidad como la dignidad del hombre. & se ha de” EL hombre, formando con Ia mujer la primera comunidad personal, es set social, E No obstante, Ja imagen de Bios, que constituye eh ser ‘Lumano, su Creador, constituido por El, como sefior sobre todas las © para que las gobernase e hiciese uso dé” ‘elfas, dando gloria a Dios®. «¢Qué es el hombre para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre pues que ta le visitas? Lo has hecho poco inferior a los angeles, lo has coronado de gloria y honor y lo has puesto sobre las obras de tus manos. Todo lo has puesto bajo sus pies» (Salmo, 8, 5-7). d) Pero Dios no cred al hombre solo, ya que desde los comienzos, «los creé varén y hembra» (Gén. 1, 27). Esta asociacién es la primera forma de una comunidad de personas. EL homes “por_su_misma_natuyaleza, es también en la Biblia, cobservé todo lo que habfa hecho y lo encontré muy bueno» (Gén. 1, 31). 13, El pecado (24*) a) Pero el hombre, censtituido por Dios en estado de justicia desde el mismo comienzo de su-historia, abusé sin embargo de su libertad, por persuasién del Maligno, alzindose conira Dios y preiendiendo conseguir su fin fuera de Dios, cConociendo a Dios, no le giorificaron como a Dios... sine que se nubld su insensato corazén y sirvieron a la crfatura mas que al Creador»™. Y esto, gue, conocemos Jo que nos dice I. Giiando examina su propio ‘corazén, descubre también que esta inclinado al mal y sumergidd en una infinidad dé“males que ciertamenié no pueden’ proceder de sir Créador, que es bueno. Al negarse muchas veces a reco- nocer a Dios come su principio, drastoco., ademas su de (23) En este parrafo, y en el precedente, el hombre es presen- tado como inserto en una triple relacién: con el cosios, para huma- nizarlo; con el atro, para reconoverlo y ser reconocide; con Dios. @4*) Ante la Insistencia de muchos’ Padres se elabord este numero sobre cl pecado, para descartar una visién del progreso humano que no tomara en considerecién esta realidad (ver Introduccion 1). 86 zornd el orden trazado para sus relaciones consigo mis- mo, con todos los hombres y con toda la creacion (25*). 5) De ahi que el hombre esté dividide dentro de si mismo, Por eso toda vida humana, individual o colectiva, s@ nos presenta como tuna lucha realmente dramitica, entre el mal y el bien, entre las tinieblas y la luz, Mas aun, el hombre se encuentra incapacitado para resistir, eficazmente por si mismo a los ataques del mal, hasta sentirse como aherrojado con cadenas. Pero Dios vino en persona para liberar al hombre y fortalecerle, reno- vandole interiormente y arrojando fuera al «Principe de este mundo» (Juan, 12, 31), que lo mantenia en la escla- vitud del pecado*. Yel pecado, ciertamente, empeque- fece al hombre, alejdndole de Ia consecucién de su pro- pia plenitud. c) Por consiguiente, en la Juz de esta Revelacién_es donde la excelsa vocacién del hombre y la profunda mi Sétia que el Tiiismo experimenta, encuentran su ultima eSplicacion, — 14. Constitucién del hombre @) El hombre, a la vez cuerpo y alma (2 es, por su condicién corporal, una sintesis del universo mate- rial y éste encuentra en el hombre su plenitud y puede alabar libremente a su Creador™; de abi que no esté per- mitido al hombre despreciar su propia vida corporal, sino que esta obligado a considerar su cuerpo como bueno y digno de honor, ya que ha sido creado por Dios vy ha de resucitar el ultimo dia. Sin embargo, por Ia he- rida sufrida por cl pecado, experimenta las rebeldias de! propio cuerpo, Reclama, por consiguiente, la dignidad del hombre que dé gloria a Dios atin en su propio cuer- (25*) Constan, en este texto, las dimensiones teolégicas, antropo- Iogiea, social y césmica det pecedo. Mas adelante se explicita ta dimension antropoligica det pecado con estas palabras: “el pecado empeguefiece al hombre alejéndolo de la consecucién de su propia plenitud”, (26*) Para evitar toda impresién de dualismo en el ser humano, se habla en un tinico parrafo, del hombre como de un ser que es a la vez cuerpo y alma. La versidn preparatoria trateba del cuerpo y del zima en dos pérrafos distintos. a7 ha sido destigurada por et pecado, La dignidad ‘del hombre reside en su espiritu yen su cuerpo. A través de su inteligencia trasciende el dominio de tas cosas. po”, y que no le consienta vivir esclavo de las depra- vadas inclinaciones de corazén. b) No s ivoca el xeconoce considera as, auie éscruta los Corazones ™, ‘idir su propio destino ante los ojos de Dios. As{, pues, cuando reconoce en si mismo Ia presencia de un alma espiritual e inmortal no es victima de un falaz espejismo producido sdlo por condiciones fisicas y so- ciales, sino que, al contrario toca Ia misma verdad pro- funda en esta materia. 15. Dignidad de 1a inteligencia, la verdad y la sabiduria a) Tiene razon el bombre, participe de Ia luz de Ia mente divina, al creerse por su inteligencia, trascendente a todas las cosas. A fuerza de aguzar, siglo tras siglo, su propio ingenio Ha sido él mismo quieri ha creado el pro- greso en Jas ciencias empiricas y en las artes técnicas y liberales y en la era actual ha obtenido sus grandes éxi- tos, sobre todo en Ia investigacién de] mundo material y en la tarea de someterlo a su imperio. Siempre, sin em- bargo, supo buscar y encontrar una verdad més profun- da, ya que su inteligencia no se limita exclusivamente a lo fenoménico, sino que es capaz de alcanzar con verda- dera certeza la realidad inteligible y eso a pesar de que, como consecuencia del pecado, se encuentra parcialmen- te débil y a oscuras, ’) Finalmente la naturaleza intelectual del hombre se perfecciona y se debe perfeccionar por la sabiduria, que atrae suavemente a Ja mente humana hacia la bis- queda y el amor de la verdad y del bien. Guiado por ella, el hombre es conducido de Jo visible a lo invisible. ¢) Nuestra época, mucho mas que los siglos pasados, tiene necesidad de esa sabiduria para humanizar todos Jos descubrimientos que el hombre va haciendo. Esta en peligro el destino futuro del mundo si no surgen hom. 83 s de mayor sabiduria. Y ndtese, a este pro- = Muchas naciones, mas pobres, ciertamente, ras en recursos econdmicos, pero mas ricas en uria, pueden ofrecer a las demds un servicio spfritu Santo _el hombre, en la ig. cccede a la sabiduria ya la contemplacion’ del plan Zsrerioso de Dios 27") ® 18. Dignidad de 1a conciencia moral En la profundidad de su conciencia, descubre el hom- bre"una ley que no se da dl a Vhombre débe obedecer esia ley, cuya voz le invita siempre a amar y obrar el bien y a evitar el mal; cuando conviene, resue- na en los ofdos de su corazén: haz esto, evita lo otro. El hombre Neva en su corazén Ja ley escrita por Dios, ala que tu propia dignidad le obliga _a obec cual Sera juzgado™. Ta “conciencia es secrété del Hombre, cl sagrario donde tiene sus citas a solas con Dios, cuya voz resuena en lo mas intimo”. La conciencia conece de modo maravilloso aquella ley cuyo cumplimiento consiste en el amor de Dios y del prdji- mo, Los cristianos, por fidelidad a su. conciencia, se unen a los demas hombres en la biisqueda de Ia verdad y de la pleaa solucién de los problemas morales que se presentan tanto en la vida privada como en Ia convi- vencia social. De ahi que, cuanto més se impone la recta conciencia, tanto mas los individuos y las comunidades se apartan del arbitrio cicgo y se esfuerzan por ajustarse alas normas objetivas de la moralidac. Sin embargo, no pocas veces sucede que la conciencia yerra por ignoran- cia invencible, sin que por eso pierda su dignidad, Io cual no se puede decir cuando el hombre no se preocupa gran cosa por conocer la verdad y el bien, y cuando la conciencia se pone al borde de la ceguera por la costum- bre def pecado. Qi) Adviértsse ia gradacién de las diversas maneras de conoci- miento humano: el conocimiento edquirido en las ciencias positivas, la sabiduria humana y la sabiduria evistiana, 89 La norma de su conducta no se impone ciegamente sino mediante la conciencia. 17. Grandeza de ia libertad (28*) S614 libremente puede el hombre entregarse al bien: con una libertad que nuestros contempordneos ensalzan puscan con entusiasmo, no sin razon. Sin embargo, Suuchas veces la fomentan de malas maneras, como si fucra una licencia para todo lo que agrada, incluso para ei mal, La,quténtica libertad es una espléndida. sefiel_ de hombre, ya que Dios qui 2 ente buaque a su Creador y NHegue libre- mente ala plena y feliz perfeccién por la adhesion a El. Por consiguiente, la dignidad del hombre requiere que e obre_segtin una libre y_ consciente eleceion, inducido personalmenie, desdé dentro, no_bajo go jmpulso interno o una mera coaccion externa. ‘Una dig- hidad tal la obtiche ef hombre cuando, Tibizindose de todo dominio de las pasiones, busca su fm en la Hbre eleccién del bien, y para ello se procura, eficazmente y con inteligentes iniciativas, ios medios oportunos. La Ii bertad del hombre, que ha quedado herida por <1. pecado, no puede hacer que esta ordenacion ‘a Dios sea plenamen:- te eficiente, sino con la ayuda de la gracia divina, Y cada uno tendrd que dar cuenta ante el tribunal de Dios de su propia vida, segiin él mismo haya elegido obrar ¢l bien o el mal™. 18. El misterio de la muerte a) El enigma de la condiciéa humana alcanza su vértice en presencia de la muerte, pues lo que tortura al hombre ao es solamente el dolor ¥ la progresiva disolu- cién de su cuerpo, sino también, ¥ mucho més, el temor de un definitive aniquilamiesto. Piensa, por consiguien- te, muy bien, cuando guiado por un instinto de su cora- z6n detesta y rechaza la idea de una total ruina y de (28) Se expone on este mimero el concepto de libertad, tanto cn el sentido de inmunidad de coacciéa externa (libertad fisica), como de la inmunidad de determinismas internos (libertad psicoldgica). No se trata aqui de Ja libertad propia de los hijos de Dios, tal como Ia presenta le Revelacién, 90 4 a n b ‘eee eree 2 desaparicién de su persona. La semilla ue leva en si, al ser irreductible a la sola cbieva contra la muerte, y todos los esfuer- zis de la tunica moderna, por muy utiles que scan, no : aceller la ansiedad dei hombre, pues la prolonga- tsa longevidad biolégica no puede satisfacer ‘2 de vida ulterior que, ineluctablemente, leva éel corazén. Mientras toda nacion fracasa_a Iglesia, ensenada por la divina Revel el hombre hi creado por Dios para un destino gue sobrepasa las Tronteras de la mjsera vida'terres- ae. ¥ la fe cristiana en: Bi hu el pecado.™, nara por ser _vencida, uwando el omnipotenté y misericordioso Salvador le con- zea de nuevo a la salvacién que habia perdido por su culpa. Dios amé y Hama al hombre para_que, en una Perpetua comunion. de incorreptible vida divina, se_a a, on la totalidad de su_nat leza. Y esa victo- ia Ja consiguié Cristo resucitando a la vida y liberando 2] hombre de la muerte con su propia muerte”, La fe, or consiguiente, apoyada en sélidos argumentos, esta en condiciones de dar a todo hombre que reflexione la res- puesta al angustioso interrogante sobre su porvenir. Mas tin, le ofrece la posibilidad de una comunion en Cristo con los seres queridos arrebatados por la muerte, comu- cando la esperanza de que ellos han alcanzado ya en Dios la vida verdadera. +9. Formas y raices del ateismo (29*) a) La mas profunda expresién de la dignidad huma- pa esta en su vocacidn a la comunién con Dios. EL hom- + 3Ee._est invitado, desde que nace, a un didlogo. con (2") Después de los debates sobre el particular, durante la cuarta ssién (22 de septiembre-7 de octubre de 1965) el texto sobre el ateismo confiado a una subcomisién especial, integrada por los cardenales Réaing (Viena) y Seper (Zagreb, Yugoslavia), y por los expertos PP, De Lubac y Danitlou. A ellos se alladieron tres miembros del cretarisdo para los nu creyentes Mons. Aufderbeck, Hnilica y ominek, y asi mismo los expertos PP. Miano y Girardi. Segin la 91 del hombre es la tnica respuesta adecuada al hombre. ‘mortal. La expresion

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