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Año 22 N. 57 · Verano 2018

GUARAGUAO
Revista de Cultura Latinoamericana
Negras, blancas e indias en El Carnero de Rodríguez Freyle:
heterogeneidad femenina y orden colonial
Sergio Pérez Álvarez y Clara E. Herrera

Revista de Cultura Latinoamericana


Las escritoras vistas por ellas mismas:
Aurora Cáceres y mujeres de ayer y de hoy
Carmen Ruiz Barrionuevo

Pecado y expiación: acerca de una crónica europea de Arqueles Vela


Yanna Hadatty Mora

César Vallejo en la obra ensayística de Juan Larrea


Benito del Pliego

César Vallejo, poeta absoluto


Juan Larrea

Indómita & brava


Poesía dominicana (1960-2010)
Estudio, selección y notas de Manuel García Cartagena

Libros: Andrés de León, Mónica Ojeda, David Jiménez Torres, Mario


GUARAGUAO

Campaña, Mario Santiago Papasquiaro negras blancas


e indias la baker
las escritoras
vistas por ellas mismas

18 €
Libros
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«La emoción más antigua y más intensa


de la humanidad es el miedo, y el más
antiguo y más intenso de los miedos es el
miedo a lo desconocido», dijo Lovecraft.
Y es como si Mónica Ojeda se basara en
esas palabras no solo para justificar el tí-
tulo de su novela, esa referencia metoní-
mica al gran monstruo que ni siquiera
sabemos nombrar adecuadamente, quizá
el «continente oscuro» con que Freud
bautizó al universo femenino, sino tam-
bién para realizar una lectura radical-
mente feminista de esos temas basada en
la sublimación de lo extremo, aunque sea Cambridge en mitad de la
a costa de desdibujar con total premedi- noche
tación a los personajes masculinos. Se David Jiménez Torres
podría decir que Mandíbula ilustra, de Entre Ambos, Barcelona, 2018
manera contundente y extremadamente David Jiménez Torres ha escrito la pri-
física –a veces en sintonía con el mejor mera novela española sobre Cambrid-
cine de David Cronenberg–, la imposibi- ge, una obra centrada en el desarrollo
lidad de sobrevivir en un universo deve- intelectual de cuatro estudiantes cuyas
nido absurdo a causa de la sistemática vidas se cruzan en esta universidad.
desintegración del yo. Pues esos mecanis- Desde que Goethe publicara Los años
mos de interiorización del terror que cul- de aprendizaje de Wilhelm Meister
minan en una representación metafórica (1795-1796), han aparecido muchas
de la madre –la mandíbula/útero del
novelas de formación (Bildungsroma-
monstruo, a un tiempo protectora y le-
ne), especialmente en las letras anglo-
tal, como el cocodrilo de Lacan– encuen-
germánicas. Es difícil innovar en el
tran su símbolo perfecto en el mordisco
género, pero Cambridge en mitad de la
más mortífero de la naturaleza: el «mons-
noche no contiene lugares comunes.
truo» utiliza la boca para proteger a sus
Sus 167 páginas son todo significante,
crías, entre Eros y Thanatos, sin saber
como hubiera dicho Gracián. Es de
que con esa acción instintiva está efec-
agradecer, pues los medios no salen de
tuando el retrato más preciso que conce-
los tópicos al representar las universida-
birse pueda del espacio de lo
inconsciente, está caracterizando nuestra des británicas de élite: cenas Harry Pot-
civilización como una simple máscara ter, regatas Cambridge-Oxford, togas y
tras la cual se oculta el horror, como ya bicicletas… Por el contrario, el autor
intuyera Joseph Conrad. –que se doctoró en Cambridge– ofrece
una visión alejada de postales. Las idio-
sincrasias aparecen, pero vividas desde
dentro. Como se afirma en la propia
Elena Santos novela: «Es cuando uno rasga el velo de
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las expectativas, cuando abandona la preocupado por sus trayectorias, pues


actitud del turista», cuando comienza no hay título académico que garantice
lo interesante. un futuro profesional.
La formación de los personajes Aunque los jóvenes quieren cam-
constituye no solo un elemento temáti- biar el mundo, el mundo los transfor-
co de la Bildungsroman, sino también ma a ellos. Intentan gobernar su
poético. Cambridge en mitad de la no- destino, pero no pueden controlar el
che es una novela de ambientes e ideas. azar. Este décalage provoca la angustia
El autor detiene la trama cuando la existencial definidora de la Bildungsro-
ocasión lo merece. Maneja con destreza man. En este marco, la novela retrata
los tiempos. Su prosa tiene textura poé- con precisión el impacto psicológico de
tica. Y no es solo porque El puente la precariedad. Por sus páginas desfilan
(1930) de Hart Crane sea un leitmotiv miembros del «proletariado intelec-
de la obra. Metáforas brillantes extraen tual», doctores treintañeros que van de
belleza de los rincones más insospecha- beca en beca esperando a Godot (traba-
dos, desde una estrecha calle («se estira jo fijo). El humor les ayuda a sobrelle-
hacia el río como una cuerda rendida y var sus miserias. Jiménez Torres maneja
vieja») hasta una silueta reflejada en las diversos registros al respecto: de las
aguas «como una estatua que flotase tronchantes obscenidades de pub o
hacia su desaparición». En su ensayo equipo de remo a la ironía sobre la
Ideas sobre la novela (1925), Ortega y alambicada jerga académica. Varias es-
Gasset sostiene que el objetivo princi- cenas provocan carcajadas: relaciones a
pal del género es «describir una atmós- distancia con malentendidos por Sky-
fera». Eso hace Jiménez Torres: retratar pe, esa versión posmoderna del balcón
la atmósfera cantabrigense e invitarnos a de Romeo y Julieta; envidias entre
su contemplación. compañeros de departamento que esta-
La estructura de la novela contribu- llan en un puesto de kebabs. Son válvu-
ye al equilibrio orteguiano entre acción las de escape ante los dramas de los
y contemplación. Hay cambios de personajes: soledad, frustraciones,
perspectivas y temporalidades, pero la incomunicación…
trama coral está bien ensamblada y flu- Si se limitara a combinar los ingre-
ye como el río Cam, que cruza la ciu- dientes anteriores, Cambridge en mitad
dad universitaria. Escenas retrospectivas de la noche sería una obra notable. No
cuentan el pasado de los personajes y obstante, la tragedia del atentado yiha-
permiten comprender su presente. To- dista en Londres dota a esta novela de
do es verosímil y evidencia un conoci- una especial relevancia. En una época
miento de primera mano de los en la que prevalece lo banal, es necesa-
escenarios: Nueva Jersey, Ciudad de rio que la literatura trate cuestiones de
México, Londres, Madrid. El autor fondo. Siguiendo la estela de Patria
construye a sus protagonistas (Beth, (2016), de Fernando Aramburu, el au-
Germán, Jane y Alejandro) con esmero tor aborda el tema del terrorismo con
y afecto. El lector se involucra y acaba nitidez moral y máximo respeto a las
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víctimas. En este sentido, emociona el ahí el empeño con que los doctorandos
homenaje a Ignacio Echeverría, el hé- fatigan bibliotecas y laboratorios, acaso
roe del monopatín que falleció al en- más motivados por la causa que por sus
frentarse a los terroristas para salvar propias aspiraciones profesionales. La
vidas ajenas. segunda lección es que cada disciplina
En su prólogo a Wilhelm Meister académica apela a nuestra humanidad
(2008), Miguel Salmerón sostiene que común y al universo que habitamos.
el desenlace de una Bildungsroman solo Por ello, todo conocimiento, con inde-
puede ser fragmentario, pues «la forma- pendencia de su utilidad práctica, tiene
ción integral del individuo se revela co- valor en sí mismo.
mo un ideal imposible». Jiménez Torres
da una vuelta de tuerca a esta evidencia. Luis Castellví Laukamp
No solo el conocimiento es precario,
también lo es la vida. Por ello, la frag-
mentariedad del último capítulo refleja
el caos tras el horror: las dificultades
para identificar los cadáveres; la angus-
tia de amigos y familiares; las hipótesis
desconcertadas sobre el porqué de lo
ocurrido.
En definitiva, la novela está sólida-
mente asentada en su tiempo. Otros
asuntos importantes de la última déca-
da (crisis económica, reacciones tras los
recortes, auge del populismo) forman
parte del trasfondo. Aquí se advierte la
madurez del Jiménez Torres columnis-
ta, acostumbrado a reflexionar sobre el
mundo de hoy y del futuro inmediato.
Dada la amplitud y hondura de sus in- Pájaro de nunca volver
quietudes, Cambridge en mitad de la Mario Campaña
noche combina lo mejor del periodismo Candaya, Barcelona, 2017, 79 pp.
y de la universidad.
En consecuencia, el desarrollo inte- Los cimientos de la experiencia
lectual de los personajes promueve la
humana
formación del lector. Más allá de lo
mucho que se aprende leyendo esta no- Diseñada por Martine Saurel, la ima-
vela, el autor ofrece dos lecciones para gen que acompaña en la cubierta a
la esperanza. La primera es que el cono- Pájaro de nunca volver resulta engaño-
cimiento es «un arma prometeica, un samente elemental: de una delgada
misil que se debe dirigir contra las pla- rama cuelga un nido hecho, presumi-
gas que hostigan a la humanidad». De blemente, de hojas y ramas secas.

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