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LOS LÍMITES, LAS NORMAS Y LA EDUCACIÓN RESPETUOSA

Un límite le dice al niñ@: "Hasta aquí puedes llegar. Más allá, no".
La norma es la forma en que se traducen los límites en la práctica.

La principal actividad en la que están ocupados los niños y niñas en sus primeros años de vida
comienza con el nacimiento, descubrir quienes son, que pueden hacer y donde están sus
límites, construir su subjetividad, su identidad personal.

Esta gran tarea es posibilitada por la madurez biológica y neurológica, por la relación que
establece con sus figuras de referencia por el descubrimiento de su propio cuerpo, y por la
acción libre y autónoma que realiza con los objetos y materiales que se ofrecen en su entorno.

La acción de los niños y niñas es la vida y los límites forman parte de la vida. No son un
restricción son una condición de la vida. Los límites y las normas no son imposiciones, son
herramientas que les ayudan a formar su personalidad, herramientas para el despliegue de la
personalidad desde la libertad.

Los límites inequívocos son imprescindibles para la seguridad emocional de los niños-as.

Cuando nos situamos dentro de la educación respetuosa, nos planteamos el respeto a sí


mismo, a los otros, al entorno, por tanto los límites y las normas están relacionados con el
desarrollo social de los niños y niñas. Somos los adultos que responsables de los niños y niñas
los que tenemos que favorecer este proceso de desarrollo social, de relación satisfactoria, no
exenta de conflictos, con los otros y con los objetos, con el contexto en el que vive. ES ESTE
PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y SOCIAL EN EL QUE SE INSCRIBEN LOS LÍMITES.

Construir quién es, construirse como persona diferenciada y aprender a ser miembro de una
comunidad es complejo para los niños, es un proceso dificultoso en el que los adultos somos
piezas fundamentales.

El respeto a su persona como ser competente y capaz, respeto a su libertad de movimiento,


respeto al juego libre y autónomo, una relación basada en la escucha, en la presencia. Respeto
a sus tiempos de maduración (no resolverles lo que pueden resolver por sí mismos no
acercarles un objeto al que ellos pueden acceder, no decidir nosotros con lo que quieren
jugar…). Nuestro objetivo con esto es favorecer la construcción personal de cada niño y niña,
permitiéndoles descubrir quiénes son, que saben, que pueden, siguiendo su propio proceso de
desarrollo desde su iniciativa, para que se sienta competente y viva confiado. Y en este proceso
son muy importantes los límites porque el respeto se vive sintiéndose respetado pero no
respetaríamos a los niños, les estaríamos traicionando si les decimos que se puede todo, que
no hay barreras porque no estaríamos EDUCANDO PARA LA VIDA.

El significado que los límites han tenido en nuestra propia tradición y en nuestra propia historia
si se han vivido como prohibiciones, amenazas, requerimientos,… sin tener en cuenta las
propias necesidades hace a veces, que exista el rechazo a los límites y se vivan como una
cuestión problemática cargada de dudas y malos recuerdos.

El tema de los límites es algo que se hace presente y se vive a veces de forma tensa por parte
de las familias, por un lado: desean evitar que sus hijos/as se sientan perjudicados por una
limitación y a la vez, consideran que es su responsabilidad que los niños y niñas comprendan el
mundo en el que viven lo antes posible y para ello, utilizan mucha palabra para justificar su
actuación. (Yo te dejaría pero es que x te va a regañar) tienen miedo a no relacionarse con
sus hijos/as de forma distinta, con más libertad de la que ellos han experimentado, miedo a
no ser respetuoso y por eso menos querido, o a no cumplir el estándar de la educación en
libertad. Y por eso resulta más sencillo transigir con rapidez que plantearse un límite de forma
consecuente (niños que gritan y patalean porque quieren X y además está convencido de su
victoria porque sabe que su madre no quiere quedar mal delante de otras personas).

¿Qué ES UN LÍMITE?

Es una barrera, que le dice al niño “por aquí no puedes pasar, y si pasas habrá
consecuencias”. Es un faro con una luz que orienta a los niños y niñas que comienzan a
navegar en el mar de la vida, aportándoles la seguridad de tener una guía que advierte de
las rutas por las que se puede transitar sin peligros, y de las consecuencias de no hacerlo,
pero salvo en el caso de la seguridad física, permitiendo elegir y dando opciones. Poner
límites es ofrecer a los niños y niñas un instrumento para que puedan organizar sus deseos,
emociones, conceptos, ….

Los adultos cuando llegamos a un lugar desconocido y no sabemos las reglas nos podemos
sentir inseguros y estresados, pero si alguien nos explica lo que está permitido y lo que no, nos
tranquiliza y nos permite planear y utilizar mejor nuestros recursos, ya que no tenemos que
perder tiempo en descubrir las reglas. Cuando los niños empiezan a descubrir el mundo les
pasa lo mismo, no tienen idea de lo que pueden hacer y lo que no.

¿Por qué SON IMPORTANTES LOS LÍMITES?

 Sin límites claros los niños se sienten inseguros porque son desconocedores de cómo
funciona la realidad, no solo la realidad física sino la realidad social y afectiva. Los niños sin
límites se sienten desbordados por sus propias emociones que no pueden contener porque
no tienen todavía la seguridad suficiente.

Es muy importante para poner los límites que los adultos estemos convencidos de que forman
parte de la vida y de que los niños los necesitan para moverse en un terreno seguro.

Los límites claros son más respetuosos con los niños y niñas que otras estrategias que llenan
de palabras, justificaciones, pretextos… lo que en definitiva es “por aquí no puedes pasar”
(por ejemplo cuando una criatura quiere acompañar a su familiar de referencia a un lugar al
que no puede ir, el familiar sabe que si le dice NO PUEDES VENIR claramente, la criatura no lo
va aceptar, y comienza un periplo de explicaciones en las que se enreda para al final terminar
marchándose sin que se de cuenta).

¿Es este modo de actuación respetuoso con la criatura? ¿No hubiera sido más honrado con
ella formular claramente el límite claro, con una explicación sencilla adaptada a su nivel de
comprensión? ¿Qué nos mueve a actuar traicionando la confianza de los niños/as, saliendo sin
avisar, no expresando claramente lo que puede y lo que no? (Este ejemplo se puede ver en
otras actuaciones, le digo no, pero como me la monta al final le transformo en un sí, o le
chantajeo, “si no lloras o si te callas o si me haces caso” te compro un huevo kínder”,…)

Estas actitudes reflejan que en definitiva no consideramos al niño como una persona
inteligente, sino como alguien inferior a nosotros y al que puedo manipular. Estas actuaciones
condicionan al niño-a, le habitúan a actuar o no dependiendo de si hay recompensa. Al final
son situaciones emocionalmente muy costosas para ellos y generan malestar, desconfianza,…
una visión de adulto poco fiable.

Pero claro que las vivencias de los límites pueden implicar malestar, rechazo, … y somos los
adultos desde el convencimiento de que es imprescindible para ellos pasar por ahí, los que
tenemos que tratar de aceptar el sentimiento del niño-a, sin intentar desviar la atención, que
se le respete su derecho a protestar, sin disuadirle de sus sentimientos ni de sus pensamientos.
Si no permitimos que los niños se expresen y se sientan reconocidos en esa expresión, se irán
llenando de viejas emociones sin resolver, de experiencias no digeridas que no favorecerán su
salud emocional. Si estamos convencidos de que ese límite es necesario su estallido no nos
presiona para levantar el límite, simplemente aceptamos sus sentimientos sin tratar de
convencer.

El estallido no sería aceptable si se convierte una degeneración hacia patadas a objetos o a


las personas, golpearse a sí mismo, el niño está desbordado y si que hay que contener de
manera firme, limitar la acción y expresar “esto no te lo puedo permitir”, “yo estoy para cuidar
que no te hagas daño y para no permitir que me hagas daño a mi ni a los demás”. Y si es
necesario poner un límite físico, la mano,… (se lo verbalizamos desde la tranquilidad, no desde
el enfado “ya está bien”). Tomamos en serio a los niños en lo que son y pueden en cada
momento, en su capacidad de aprendizaje.

Si el niño experimenta desde pequeño que los adultos acompañan todas las empresas
importantes con palabras sencillas y claras cada vez va a necesitar menos palabras porque va
a ser capaz de responsabilizarse de sus decisiones. Sintiéndose seguro porque sus necesidades
están resueltas y, sintiendo que puede fiarse de los adultos porque tiene un marco de
referencia estable (las cosas ocurren siempre de la misma manera, “siempre que intento
golpear o golpearme tengo el límite firme del adulto que cuida de mi, siempre que quiero
explorar el enchufe recibo la misma respuesta) y esto le ayudará a buscar otro tipo de
experiencias que también conllevarán sus propios límites.

1. Los límites siempre tienen que tener una consecuencia, para permitir a los niños decidir y
responsabilizarse de sus acciones, por ello la consecuencia tiene que ser anunciada y
además tiene que haber una relación entre la consecuencia y el límite puesto: si un niño
estropea un libro, es difícil para ellos aprender a utilizar bien los libros, pero el adulto está
para acompañar ese aprendizaje y decirle “esto no se puede”. Podemos sugerir algo para
compensar, si quieres hacer papelitos tienes aquí revistas viejas pero el libro no puedes
estropearlo. Si el niño continúa destrozando el libro, le podemos decir parece ser que solo
puedes leer los libros cuando yo esté aquí contigo, así que lo voy a guardar hasta que
pueda acompañarte, y la consecuencia es que el libro va a un estante donde el niño no los
alcanza. (si un niño nos pide ir solo por la calle porque es como le gusta, le hemos explicado
que tiene que caminar por la acera y hace un intento de cruzar la carretera la consecuencia
no es “ahora te quedas sin ver los dibujos”, la consecuencia es todo el tiempo más que dure
el paseo va de la mano si o si). La consecuencia tiene que ser cumplible y de manera
inmediata. Al establecer límites ofrecemos a los niños seguridad, confianza y la posibilidad
de corregir sus errores. Los límites promueven la responsabilidad.

2. A poner el limite el adulto no expresa su autoridad, su poder y si la realidad objetiva. Es


una transmisión pacífica por eso el adulto expresa no puedo permitírtelo con una
explicación sencilla y que no se repite y repite, los niños entienden con mucha facilidad.
Una vez que sabemos que ha entendido lo que le decimos no HAY MAS EXPLICACIONES
se aplica la consecuencia pero sin expresar autoridad ni poder.
 LOS LIMITES SON IMPRESCINDIBLES PARA ACTUAR CON LIBERTAD, SON LOS PUNTOS DE
APOYO PARA QUE PUEDA ORIENTARSE EN EL MUNDO EXTERIOR (y tener la posibilidad de
decidir). Madurar es aprender a tomar decisiones y el tipo de decisiones depende de la
madurez, pero el hecho de poder tomar esas decisiones les va construyendo en una
persona con capacidad crítica y con libertad. Los niños pequeños tienen capacidad para
tomar decisiones y va adquiriendo cada vez más seguridad en lo que decide, se va
sintiendo cada día más seguro de sí mismo, va sintiendo mayor confianza.

3. Los limites y la educación respetuosa no son contradictorios, ni aluden a actitudes


inflexibles sino a actitudes constructivas por eso los límites cooperan con los procesos
vitales de los niños y niñas.
¿Por qué?
Porque en el proceso de desarrollo de los niños de estas edades hay un hacer impulsivo
que con el acompañamiento de los adultos tiene que ir convirtiéndose en una acción más
reflexiva, y pueda tomar desde ahí sus propias decisiones con los instrumentos que tiene
desarrollados a cada edad, que intervenga en el mundo que pueda observarlo desde la
serenidad, y desde ahí surjan nuevas experiencias. Los límites contribuyen a esto. Esto
significa ponernos límites como adultos en la interacción con los niños y niñas.

4. Los límites están directamente relacionados con la socialización de los niños. Educan para
la vida.. La clave de la socialización es la interiorización de unas conductas que sean
apropiadas para las necesidades y deseos propios y para las necesidades y deseos de los
otros. Que sea capaz de expresar sus necesidades, deseos e intereses de manera que los
otros los acepten, y también acoplarlos a las necesidades de los demás. Este es el requisito
para que pueda vivir en paz consigo mismo, encontrar su sitio en el mundo. Nuestra
posición educativa es poder lograr esta sintonización desde la edad más temprana
partiendo de la dificultad del proceso que el niño tiene que superar (no tanto las
dificultades que para los adultos supone este proceso).
5. Los adultos que estamos situados en una relación respetuosa con el niño:

a. Le ayudamos a superar sus dificultades conociendo su personalidad a través de un


trato paciente y comprensivo.

b. Una actitud respetuosa supone dar pasos muy graduales, poco a poco, observando
como el niño va integrando determinadas actitudes, pero dándoles el tiempo que
necesitan.

c. Ofrece el apoyo para que el niño tenga tiempo para expresar sus deseos y
necesidades (no se adelanta), ofreciéndole tiempo y espacio, que sea capaz de vivir
su competencia, su poder de influir, su palabra, su gesto, … tiene valor y es
escuchado. Su vivencia de ser capaz de influir en los otros y que los otros nos
escuchan es una necesidad humana básica y la confianza del adulto en su
capacidad (preguntar a los niños, permitir su decisión y cuando ya no puede ser
decírselo).

Por ejemplo LA COMIDA

 Los modos sutiles en que los adultos tratamos de convencer a los niños y niñas de que
coman mas cantidad de la que desean “tienes que comerte la manzana porque es
bueno para tu salud”, “no comes el postre hasta que no te comas el primero”. Esto es
una forma sutil de violencia que transmite el mensaje de que sus necesidades vitales
no son comprendidas. Pero esto no significa que el adulto tenga que desistir de su
responsabilidad de conducir y ayudarle a integrar las formas de comer aceptables por
la sociedad.
 En una situación de relación íntima con el niño aprende que durante la comida hay que
permanecer sentado, que del plato que se ofrece no se manosean todas las piezas, que
no puede tirar al suelo los trozos de comida,…poco a poco, con la palabra y la
explicación ..

6. A veces los niños y niñas regatean con el adulto y tiran lo que saben que no pueden para
descubrir la reacción del adulto y confirmar si puede o no puede (si hemos establecido una
norma, por ejemplo no tirar la comida al suelo, y el niño lo hace, nuestra actitud no es: YA
TE HE DICHO QUE LA COMIDA NO SE TIRA AL SUELO… sino expresar sin enfado ¡Ah si tiras
la comida al suelo entiendo que ya no quieres seguir comiendo es eso? Me llevo ya tu
plato? Y le damos la oportunidad de que siga comiendo pero le hemos expresado la norma
sin violencia pero claramente para que el tome nota y tome la decisión de si quiere o no
seguir comiendo, si lo vuelve hacer simplemente le expresamos Ah vale lo entiendo me
llevo tu plato porque parece que has terminado de comer porque estas tirando la comida
al suelo). El niño:

Ha tenido la oportunidad de decidir si quiere seguir comiendo, y hemos puesto la


decisión de su lado porque le miramos como persona competente, pero también con
este proceso va interiorizando la norma que nos parece necesaria de no tirar la comida
al suelo.

Resumiendo: como establecer los límites de forma respetuosa.

1.- Los límites que pongamos tenemos que creerlos los adultos, considerarlos importantes

2- Expresar claramente el límite, sin demasiadas explicaciones pero asegurándonos que lo ha


entendido y ha entendido la consecuencia.

3.- No juzga la personalidad del niño/a, no jugar con sus sentimientos y emociones, (“es que
no quieres enterarte, pero ya….”). EXPLICAR Y OFRECER ALTERNATIVA

4.- No dejar solo al niño en el momento de la dificultad de la vivencia del límite. Permitir que
se desahogue con el acompañamiento del adulto. Presencia atenta, palabras no muchas pero
adecuadas reconociendo (si lo se te cuesta…. Pero…). Les transmite que les queremos aunque
no les permitamos hacer algo que les gustaría. No se trata de justificar nuestra acción, ni de
convencerles de nuestras razones para poner el límite, solo es entender que les molesta.

5- Los niños tienen que experimentar desde el acompañamiento que los límites son firmes
que no van a desaparecer con los sollozos y la rabieta.

6.- No tratar de distraer al niño de sus sentimientos y de la expresión de sus emociones (que
deje de llorar) porque para nosotros es difícil de tolerar el llanto de los niños, TIENE DERECHO
A LLORAR. Los niños que se sienten respetados y escuchados, seguros porque una presencia
adulta fiable se vuelven cada día más tranquilos y normalmente no buscan puertas falsas para
salirse con la suya.

7.- Los límites los establece el adulto, elige aquellos que les parecen imprescindibles,
establece la consecuencia de saltarse el límite acorde con el mismo, pero lo hace sin expresar
autoridad, poder, fuerza,… lo hace desde el amor y el respeto, utilizando afecto y un tono de
voz normal, evitando el enojo y el grito.

8.- Constante

Un límite, como cualquier otra actividad que deseamos que tenga éxito debe ser constante.
Esto genera en los niños la certeza de que las cosas deben que deben hacerse siempre.

Diferencia entre límites y castigos

Castigo. Es una pena que se impone por hacer algo incorrecto. El castigo tiene la característica
de sancionar la falta pero no explica cuál es la conducta deseada, por lo que muchas veces
carece de lógica para el niño y sólo consigue extinguir la conducta momentáneamente.

Por lo general, los castigos están motivados por la ira y la desesperación que causan el estrés y
la molestia que sentimos cuando los niños rompen las reglas o no nos “ obedecen”. Los castigos
se limitan a privar dejando en segundo plano la enseñanza y tranquilidad del niño, por lo que
en ocasiones, marcan su autoestima y el concepto que tiene de sí mismos.

El castigo pretende modificar conductas. No repara en necesidades básicas ni sentimientos ni


pensamientos.

Está comprobado que el castigo suprime conductas sólo momentáneamente, sin lograr una
modificación constante. Los resultados del castigo duran poco. Para que el castigo sea efectivo
(?) todo consiste en encontrar el umbral de cada individuo. Desde la mirada atemorizante hasta
la tortura, es simplemente cuestión de grado.

Lo fundamental es plantearse el objetivo: ¿Qué quiero del otro? Si el otro no me interesa


nada, y lo único que quiero conseguir es que no me moleste, sólo entonces, puedo castigar: A
sabiendas de que le estoy infundiendo temor, miedo, terror o pánico, lo que haga falta, a
sabiendas de que estoy provocando su enfermedad emocional. Si quiero ejercer mi condición
de acompañante del desarrollo de mi hijo-a o niño-a que está en mi aula, NO APLICARE EL
CASTIGO.

En consecuencia, defino provisoriamente el castigo como la intención del medio de provocar la


reducción o desaparición de una conducta considerada inadecuada.

Los niños y niñas necesitan tiempo para comprender y respetar las


normas y costumbres.
En el conflicto con otro niño-a:
 Poner palabras de comprensión hacia el niño sin insistir en lo
negativo de su actuación
 Ofrecer alternativas y dar tiempo para que tome su decisión
 No obligar a pedir perdón ni a besar al niño agredido, no será
un acto sincero (solo nos tranquiliza a nosotros), el agredido
seguro que no desea ser besado por el agresor.
 Necesitan sostén, acompañamiento y también un buen modelo
adulto.
 Ayudar a la comprensión del otro y a la expresión de sí mismo
 Intervenir sin juzgar
 El objetivo es sostener unas relaciones sinceras, auténticas, y
desarrollar la capacidad de expresarse sin violencia.
EDUCACIÓN PARA LA VIDA.
Confiar en su capacidad de comprensión desde una relación cálida
y calmada.
Reconocer en todas las situaciones de acción de los niños-as cosas
positivas.

Los adultos podemos tener expectativas erróneas con respecto a


los niños-as: que tenga amigos, que comparta, que sea generoso,
que sea asertivo, que sea agresivo pero que se defienda,…
ESTAMOS PONIENDO LOS PRIMEROS LADRILLOS.

La adquisición de normas sociales la aprende en su relación con el


otro y a partir de la observación de los adultos. No es el camino el
castigo, el reproche o el juicio sino la confianza y el
reconocimiento de que cada ser humano puede hacer este camino.

El niño de manera innata se interesa por las normas, hace un


esfuerzo por entenderlas, prueban las reglas a ver cuanto de
prohibido están las cosas y observan nuestras reacciones y van
haciéndose la idea de como funciona el mundo de los adultos para
poderse orientar.
Las normas hay que transmitirlas de manera clara pero dando
tiempo para que se comprendan y se asuman.
Los niños y niñas tienen que tener capacidad para tomar las
decisiones.
SER CONSCIENTES DE QUE TENEMOS QUE ACTUAR EN EL
PRESENTE PARA FACILITAR EL FUTURO DE LOS NIÑOS-AS. (No
pensar bueno es pequeño, cuando sea mayor ya tendrá tiempo de
aprender lo que no se puede hacer)
- Protegerles del peligro
- Ayudar a tomar conciencia de sus propios sentimientos y
necesidades
- Ser conscientes de que lo que no se puede en el futuro
tampoco se podrá en el presente.
- Ser graduales ponerles las normas que puedan respetar,
teniendo en cuenta su dificultad.

COMO TRANSMITIR LAS REGLAS Y LAS NORMAS


- Para que los niños y niñas comprendan los límites, las normas:
o Tener claro los adultos que intervenimos con los niños-as
cotidianamente qué límites y normas vamos a establecer,
con criterios consensuados para SER COHERENTES
o Ser claros en la transmisión, expresando lo que se puede
y lo que no se puede. Ofrecer posibilidades, alternativas.
o El adulto no expresa una posición de poder o de fuerza,
reprimenda, reproche, amenaza, chantaje emocional,
juicio, no intimida ni compara.
o Ser graduales, es decir ponerles los límites que puedan
respetar teniendo en cuenta la dificultad para respetarlos
y sabiendo que es un proceso.
o Formular los límites desde el punto de vista del niño-a, no
desde nuestra dificultad (ya se que quieres que te coja
pero no tengo 4 brazos) sino (se que quieres que te coja,
y que estás cansado y te gustaría ir en brazos de papá
pero ahora no puedo)
o Formular el comportamiento deseado: (necesitaría que
fueras caminando hasta llegar a casa)
o Ofrecer alternativa siempre que sea posible (no te puedo
dejar el móvil, pero si quieres puedo dejarte el libro de …
que te gusta mucho)
o Ser flexibles en el tiempo con los niños-as, para que
puedan responder a lo que les solicitamos
o Utilizar el sentido del humor no la ironía (“anda que si
fueras una tortuga si que estarías cansado de todo lo que
hemos andado”, pero si fueras un “caballo” ya hubieras
llegado, y si fueras… ¡a ver que animal se te ocurre que
camina despacio o deprisa!!!!)
o Reconocer lo que hace bien

TENER EN CUENTA:
- Los niños y niñas necesitan vivirse como buenos
- Tenemos que reconocer su deseo aunque no pueda realizarlo
(yo se que te gustaría poder ir sin la mano de mamá por la
calle pero ahora es peligroso)
- Conocer su capacidad de comprensión, para poner palabra al
límite que pensamos poner, tener en cuenta cuáles son las
normas y límites que están establecidas y cuáles se pueden
negociar con los niños-as.

Reconcerles lo positivo de sus acciones, confiando en su capacidad


de comprensión y desde una relación calida y calmada. Sin
meterles en situaciones sin salida.

PROCESO DE SOCIALIZACIÓN
- La adqusición de normas sociales la aprende en su relación
con el otro. Los niños aprenden también a partir de su
observación del adulto. No se trata de ser o estar sometidos,
ni de castigos, ni de reproches ni de juicios sino de
reconocer su capacidad para hacer este camino.
- Apoyarse en la capacidad innata del niño, se interesa por las
normas, hace un esfuerzo por entenderlas.
- Los niños prueban las reglas, cuanto de prohibido están las
cosas, y observan nuestras reacciones y van haciéndose la
idea de como funciona el mundo de los adultos para poderse
orientar.
- Necesita tiempo, está involucrada su capacidad cognitiva, su
comprensión del lenguaje, por eso nuestra formulación
siempre debe ser sencilla para ayudarle a comprender.
- Es importante que pongamos palabras a sus emociones para
que pueda tomar conciencia de sí mismo, y poco a poco con
mucho tiempo y ensayo descubrir que quiere el otro.
- El desarrollo emocional, el desarrollo del YO, de la
autoregulación de sus impulsos, debe ser acompañada por
los adultos, que tienen que reconocer los esfuerzos que
hacen los niños-as para controlar los impulsos. Y con la
ayuda del adulto sentir EMPATÍA. Los adultos tienen que
meterse en la piel del niño, hablar de lo que está viviendo,
reconocer, nombrar, expresar, formular sus emociones.
Lo más difícil es verbalizar las emociones negativas
(angustia, sufrimiento,…) Estas emociones nos provocan
miedo, todas las emociones que causan sufrimiento a los
niños-as. No podemos poner etiquetas, a los niños-as que
pueden estar pasando un tiempo de transición. A veces la
expresión de esta situación pueden ser morder, pegar,….

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