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2) ¿Qué determina la orientación sexual; qué prácticas sexuales son comunes entre los
adolescentes y que lleva a algunos a participar de una práctica riesgosa?
El término “orientación sexual” se refiere al sexo (es decir masculino o femenino) hacia el que
la persona se siente atraída. Existen diferentes tipos de orientación sexual:
Heterosexual: Las personas heterosexuales sienten una atracción romántica y física hacia
miembros del sexo opuesto: los hombres heterosexuales sienten atracción por las mujeres
y las mujeres heterosexuales sienten atracción por los hombres. A veces se hace referencia
a los heterosexuales como “hetero”.
Homosexuales: Las personas homosexuales sienten una atracción romántica y física hacia
personas del mismo sexo: las mujeres que sienten atracción por otras mujeres son lesbianas;
a los hombres que sienten atracción por otros hombres se los suele llamar gays. (El término
gay también se utiliza, en algunas ocasiones, para describir a personas homosexuales de
cualquier sexo).
Bisexual: Las personas bisexuales sienten una atracción romántica y física hacia personas
de ambos sexos.
A muchos jóvenes les lleva tiempo comprender quienes son y en que se están transformando,
la adolescencia representa un período de tiempo para la exploración y la experimentación. De
tal manera, la actividad sexual no refleja necesariamente la orientación sexual actual ni futura.
Además la actividad sexual debe entenderse como una conducta, mientras que la orientación
sexual es un componente de la identidad personal. Muchos adolescentes experimentan una
variada muestra de conducta sexual que van incorporando a su proceso de identidad sexual,
consolidándose a través de un largo período de tiempo.
Interpretar el significado de las conductas sexuales en relación a la identidad sexual, involucra
lo siguiente:
Muchos jóvenes homosexuales pueden tener experiencias heterosexuales.
Los adolescentes y jóvenes heterosexuales pueden tener experiencias homosexuales.
Algunos adolescentes pueden tener una autoidentificación homosexual sin que nunca
hayan tenido experiencias sexuales de ningún tipo.
La tendencia homosexual comienza a manifestarse en la preadolescencia (entre los 10 y los
13 años), época en que los cambios físicos, psicológicos y sociales en el niño/a, inciden
especialmente en su desarrollo posterior.
El adolescente homosexual va a pasar por una serie de fases hasta que su tendencia sexual se
consolida:
En una primera fase el preadolescente se siente “diferente” al resto de los niños, y no llega
a entender el porqué de ese sentimiento.
En la siguiente fase el adolescente es plenamente consciente de su atracción por personas
de su mismo sexo. Lo que suele ocurrir es que utiliza mecanismos para “ignorar” y
“rechazar” sus impulsos homosexuales.
En la tercera fase acepta su inclinación homosexual, pero la mantiene en secreto,
mostrándose heterosexual con el objeto de no ser rechazado. Esta es una etapa de gran
tensión y conflicto interno.
Una última cuarta fase se da: cuando la persona revela su identidad homosexual asumiendo
todas las consecuencias que de ello puedan derivarse.
4) ¿Cuáles son las características del trabajo y la profesión en la edad adulta intermedia?
La edad adulta intermedia puede ser estresante y con frecuencia está llena de grandes
responsabilidades y papeles exigentes, así que ésta, debe mirarse hacia atrás y hacia delante,
hacia los años vividos y los por vivir considerándola como una época para replantear metas y
aspiraciones, junto como aprovechar mejor el resto de la vida.
La mayoría de las personas de esta edad son bastante realistas para aceptar los cambios que
experimentan su apariencia, el funcionamiento sensorial, motor y sistemático. También la
capacidad sexual y reproductora como algunas personas se encuentra con un renacimiento
sexual.
En términos cognitivos, las personas de edad adulta intermedia están en lo máximo de su
capacidad. En apariencia el desarrollo cognitivo no es uniforme durante la edad adulta, pues
implica pérdidas y ganancias en diferentes habilidades y en diferentes épocas. A pesar de las
amplias diferencias individuales, la mayoría de las personas en el estudio de Seattle no mostro
una reducción significativa en las capacidades hasta después de los 60 años.
Según Sinnott, (1996) el pensamiento maduro representa una nueva etapa de desarrollo
cognitivo, una forma especial de inteligencia. La cual puede servir de fundamento a las
habilidades interpersonales y contribuir a la solución de problemas prácticos, relacionados con
los campos que han elegido, básicamente la respuesta reside en el conocimiento especializado
en una forma de inteligencia cristalizada.
En el ámbito profesional el factor del trabajo es aún muy importante en este nivel. Algunos
adultos se quedan estancados y conforme con su trabajo actual, teniendo como único objetivo
seguir manteniéndolo, mientras que otros pretenden alcanzar otras metas (mayor categoría
profesional, una formación paralela, etc.). El adulto medio empieza a tener el pensamiento de
que le queda poco tiempo de vida y teme a la competencia de las generaciones nuevas.
El trabajo está fuertemente ligado con todos los aspectos del desarrollo intelectual, físico social
y emocional. Generalmente las diferencias de edad en el desempeño dependen mucho en cómo
se mide el desempeño y de las demandas de una clase de trabajos específicos. Un empleo que
requiere reflejos rápidos, tiene más probabilidad de que sea desempeñado de una mejor manera
por una persona joven, en cambio, uno que depende de la madurez de juicio puede ser mejor
ejecutado por una persona mayor.
En la etapa de la adultez media el individuo asume el rol de tutor. Posibilita desarrollar
diferentes aspectos de sí mismo, tanto al tutor como al tutoreado. Esto permite que el tutor se
sienta valorado en lo profesional. También se desarrolla la sensación de continuidad del propio
proyecto. Posibilita la sublimación de aspectos agresivos frente a los más jóvenes. El rol de
tutor supone la capacidad de identificarse con los logros de las personas más jóvenes.
A la larga, los trabajadores jóvenes están menos satisfechos con sus trabajos. Son menos
comprometidos con sus empleos, menos comprometidos con sus empleadores y tienen más
probabilidad de cambiar de empleo con más frecuencia. Con respecto a la satisfacción y
permanencia en el trabajo, no hay diferencias claras de edad en aspectos específicos de la
relación de trabajo, estos se encuentran asociados con la promoción, supervisión, compañeros
de trabajo y el salario.