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Claudia Rodríguez. 2005 . «Las “otras literaturas” de Latinoamérica.

Criterios de
inclusión y exclusión en el canon literario». Documentos Lingüísticos y Literarios
28: 77-81
Francisca Ramírez Cárdenas

Según Rodríguez, el canon literario determina y configura de forma


reduccionista las literaturas, éste las comprime de acuerdo con un modelo
preconcebido por la crítica literaria, viable según su contexto. Sin embargo, no se
puede considerar que posee una aplicabilidad universal y transferible, ya que hay
literaturas que escapan del canon como sucede con la obra de León Portilla, “Visión
de los vencidos” (1985). Bajo esta premisa la autora expone visiones de distintos
autores para intentar definir estas literaturas que se alejan del canon literario
occidental.

En primera instancia en relevante mencionar que las “otras literaturas” se


pueden categorizar en un contexto literario mayor, ya que “los textos no son textos
aislados, sino que responden a una realidad común” (pp.77). Ese contexto literario
mayor se denomina, según Rodríguez, “literatura de la transculturación”, el nuevo
paradigma de la “otra literatura”, términos tomados de Ángel Rama y Edmundo
Bendezú.

Al iniciar su revisión de autores, Rodríguez primero estudia las corrientes de


José Lezama Lima y Martin Lienhard.

El primero de ellos establece que el barroco latinoamericano fue adoptado


desde Europa y lo denomina como un arte de contraconquista, ya que éste se
instala en nuestro continente para manifestarse, revelarse e innovar en relación al
contexto sociocultural que existe: mestizaje, transformaciones, mutaciones.

El segundo, habla sobre una literatura primaria que sería el detonante para
la “otra literatura”, ésta correspondería a la literatura precolombina, la cual no se
caracteriza por atarse a un sistema fonográfico o alfabético occidental, ya que sus
representaciones del cosmos, la muerte o el gobierno se graficaban en elementos
plenamente visuales como los kipus en Mesoamérica, códices mayas, pinturas
corpóreas, etc. Asimismo, existe la “memoria oral” que se encarga de reproducir y
preservar los discursos cosmogónicos e históricos, con tal de suplir los elementos
que la lingüística. Entonces, la

“literatura escrita alternativa” que propone Lienhard se nutre de tres vertientes:


la primera y principal, la “escritura” precolombina, en tanto sistema semiótico
que sugiere, además, distintas lecturas, como en el caso de los kipus; la
segunda, la “oralidad”, especialmente en lo que respecta a la función social y
al marco pragmático en que se genera y, finalmente, la influencia de la escritura
y los textos occidentales, con énfasis en la incorporación de la “escritura
alfabética”, es decir, una adopción de elementos estructurales, que se adaptan
a los intereses de la nueva escritura, con la “plasticidad cultural” (o innovación)
a la que alude Ángel Rama. (pp.78)

Más adelante, Rodríguez se refiere a la a literatura transcultural, que puede


ligarse con lo mencionado por Lienhard, ya que toma como concepto fundamental
la transculturación, que se define según Ortiz (1982) como:

un proceso que se divide en tres momentos: una parcial desculturación; la


incorporación de elementos de la cultura externa, y la recomposición de la
cultura originaria, a partir de elementos “supervivientes” de su cultura y de la
adaptación de los componentes importados (pp.79).

Además, Ortiz añade que la cultura que recibe los elementos externos no lo
hace de forma pasiva, sino que toma un rol activo y transforma en “actitud creadora”
el impacto externo. Asimismo, Rama añade que las literaturas latinoamericanas
buscaban desde sus comienzos la emancipación de la cultura y literatura impuesta
desde el colonialismo (Rodríguez, 79).
Continuando con su revisión, menciona a Edmundo Bendezú y su visión
acerca de la “otra literatura”, específicamente con la literatura quechua, que existía
como literatura paralela desde la colonia. La visión de Bendezú adquiere un
carácter ideológico ya que se instala como un cuestionamiento hacia la literatura
oficial de Perú, cuestiona si lo tradicional representa verdaderamente a la nación o
sólo perpetua con el legado español de la conquista. Bendezú propone “una
literatura marginal que irrumpe y exige su espacio dentro del contexto literario
nacional” (pp.80). Los autores de esta literatura serían los mestizos, indios y
cronistas coloniales.

Para finalizar, Rodríguez, se refiere a las literaturas heterogéneas, que de


acuerdo con Antonio Cornejo Polar serían las literaturas que no están dentro del
canon oligárquico, no han sido consideradas ni incorporadas. Éstas se construyen
desde una “disgregada realidad” y desde dos sistemas culturales, que además
incorporan pluralidad, transculturación, y en definitiva son “los otros textos”, lo que
no han sido considerados ni incluidos.

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