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NOTAS

[1] Sobre el caso de Enrique Pezzoni, véase Enrique Pezzoni lector de Borges.
Lecciones de literatura (1984-1988), compilación y prólogo de Annick Louis,
Buenos Aires, Sudamericana, 1999.

[3] Acerca de la importancia de los cursos de Ludmer bajo la dictadura, véanse


los discursos de Ana María Zubieta y de Jorge Panesi pronunciados cuando la
UBA otorgó el Doctorado Honoris Causa a Josefina Ludmer, el 4 de noviembre
del 2010, en ; última consulta: 20/05/2011. Véase también Miguel Vitagliano,
«Variaciones sobre un punto: notas de trabajo sobre teoría y crítica literaria», en
AA. VV., Perspectivas actuales de la investigación literaria, Buenos Aires,
Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, 2011, pp. 123-154.

[4] Sobre la cuestión, véase el artículo precursor de Claudia Caisso y Nicolás


Rosa, «De la constitution clandestine d’un nouvel objet», Études Françaises,
23(1): 249-265, 1987. Véanse también Hernán Invernizzi y Judith Gociol, Un
golpe a los libros. Represión a la cultura durante la última dictadura militar,
Buenos Aires, Eudeba, 2002; Miguel Dalmaroni, «El largo camino del “silencio”
al “consenso”. La recepción de Saer en Argentina (1964-1987)», en Juan José
Saer, Glosa. El entenado (edición crítica), MadridCórdoba, Archivos-Alción,
2010, pp. 607-664; Analía Gerbaudo (dir.), La institucionalización de las Letras
en la universidad argentina (1945-2010). Notas «en borrador» a partir de un
primer relevamiento, Santa Fe, Universidad Nacional del Litoral, 2014,
disponible en www.fhuc.unl.edu.ar. Sobre la historia de la universidad, véase
Pablo Buchbinder, Historia de la Facultad de Filosofía y Letras, Buenos Aires,
Universidad de Buenos Aires-Eudeba, 1997.

[5] Como lo señalan Gustavo Riva y Juan Manuel Lacalle en «Aproximaciones a


la historia de la Teoría Literaria en la carrera de Letras de la UBA. Parte I (1920-
1946)», Luthor, IV (19), abril de 2014, disponible en revistaluthor.com.ar; última
consulta: 09/09/2015. A partir de 1985, la cátedra de Pezzoni y Panesi se
denominó Teoría y Análisis Literario C. Hoy existen Teoría y Análisis I, dictada
por las cátedras de Adriana Rodríguez Pérsico y la mítica cátedra de Jorge
Panesi; Teoría Literaria II, a cargo de Ana María Zubieta, y Teoría Literaria III,
que fuera la cátedra de Nicolás Rosa, hoy a cargo de Miguel Vitagliano.

[6] Thomas S. Kuhn, «A role for history», en The structure of scientific


revolutions, Chicago, University of Chicago Press, 1970, p. 13.
[7] La solidaridad de este grupo venía, por lo tanto, en parte del hecho de haber
integrado los cursos privados de Ludmer. Algunos miembros además habían
editado una revista que contó con dos números: Lecturas críticas. El número uno,
de diciembre de 1980, fue editado por Nora Domínguez, Silvia Prati, Alan Pauls,
Renata Rocco-Cuzzi —a quien agradezco que me procurara un ejemplar de cada
número—, Alfredo Rubione y Mónica Tamborenea. Consta de un dossier sobre
parodia, una serie de entrevistas a Ricardo Piglia, Nicolás Rosa, Severo Sarduy,
Osvaldo Lamborghini y un fragmento de Por favor, ¡plágienme!, de Alberto
Laiseca. El número dos, de julio de 1984, editado por el mismo equipo, propone
un dossier sobre géneros menores; colaboran también Jorge Panesi, María del
Carmen Rodríguez, Alicia Viladoms y David Viñas, y comprende también
entrevistas a Josefina Ludmer, David Viñas y Elvio E. Gandolfo, y un fragmento
de En el punto inmóvil, primera novela de Alan Pauls.

[8] El seminario de Ludmer fue objeto de análisis de una serie de trabajos de


Analía Gerbaudo. Véanse, en particular, «Al margen de las garantías
disciplinares, Josefina Ludmer», Katatay. Revista Crítica Latinoamericana, n. º 9,
2011, pp. 83-93, y «Algo más sobre un mítico seminario (usina teórica de la
universidad argentina de la posdictadura)», 452*F, 1(12): 132-152, 2015.

[9] En el marco del curso de ingreso del año 1984 (un resto de la dictadura,
resignificado ese año antes de la creación del Ciclo Básico Común), Josefina
Ludmer, Jorge Panesi y Beatriz Sarlo dieron cada uno una charla a los
ingresantes, que nos permitió comprender quiénes eran y nos incitó a seguir sus
cursos cuando fueron apareciendo. La intervención de Sarlo fue publicada bajo el
título de «La crítica: entre la literatura y el público», Espacios, n. º 1, diciembre
de 1984, pp. 6-11 (aunque la fecha que figura en el artículo es noviembre de
1984).

[11] En lo que respecta a esta cifra, hay que tener en cuenta que, si bien en 1984
se liberalizó el sistema de entrada, y la carrera de Letras contó con más
ingresantes que el año anterior, en 1985, debido a la puesta en marcha del Ciclo
Básico Común, los únicos estudiantes que ingresaron fueron los que venían del
Colegio Nacional Buenos Aires y del Carlos Pellegrini. Los que entramos en
1984 estuvimos, por lo tanto, dos años en situación de recién llegados.

[12] Roland Barthes, Le bruissement de la langue. Essais critiques IV, París,


Seuil, 1984, pp. 371-372 [ed. cast.: El susurro del lenguaje. Más allá de la
palabra y la escritura, Buenos Aires, Paidós, 2013].
[13] Es el caso de Ludmer, que fue jefa de trabajos prácticos de la cátedra de
Literatura Latinoamericana I de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA entre
1973 y 1974. Sobre este período, véase Leonardo Funes, «Teoría literaria: una
primavera interrumpida en los años setenta», Actas de las I Jornadas de Historia
de la Crítica en la Argentina, Buenos Aires, 2009, pp. 79-64, disponible en
www.filo.uba.ar/contenidos/carreras/letras/actas_jornadas.

[14] Barthes, ob. cit., p. 373.

[15] En este proceso de comprensión retroactiva jugaron un papel esencial otros


actores, en particular, quienes grabaron y desgrabaron las clases, y las
comercializaron según la costumbre de la Facultad de Filosofía y Letras. En la
época existían al menos dos empresas privadas que lo hacían, SIM (que continúa
su tarea) y Tekné, a las que se sumaba el centro de estudiantes (CeFyL). La
calidad y el precio eran variados. Esta cuestión plantea otro problema: dado el
impacto que tuvo el seminario de Josefina Ludmer, ¿cómo es posible que el
material haya sido poco conservado?

[16] La trascendencia de esta concepción es hoy evidente en el desarrollo de la


crítica argentina. Otras cátedras (como la de Panesi y Pezzoni) ya habían
reemplazado los tradicionales parciales por un trabajo personal y un examen oral
final en el cual se presentaba también una lectura de un texto teórico o literario.

[17] En la clase 3, Ludmer introdujo a Mignolo en los términos siguientes: «Hoy


va a hablar para ustedes Walter Mignolo, que es uno de los pocos argentinos que
hace teoría literaria. Lo voy a presentar muy rápidamente. Él se va a referir un
poco a la problemática general de la teoría literaria. Es cordobés, estudió en París
y actualmente es profesor en la universidad de Michigan. Ha sido también
profesor en México y tiene tres libros escritos y publicados sobre teoría literaria.
El primero se llama Elementos para una teoría del texto literario, publicado por
Grijalbo en 1978. El segundo es Textos, modelos y metáforas, publicado por la
Universidad Veracruzana de México en 1974. Y el tercero, que está por aparecer,
se llama Teoría del texto e interpretación de textos, publicado por la Universidad
Nacional Autónoma de México. Los dejo entonces con él».

[18] Jorge Panesi, «Los que se van, los que se quedan: apunte para una historia
de la crítica argentina», Actas del II Congreso Internacional Cuestiones Críticas,
Rosario, Universidad Nacional de Rosario, 2009.
[19] Beatriz Sarlo, «El campo intelectual: un espacio doblemente fracturado», en
Saúl Sosnowski (comp.), Represión y reconstrucción de una cultura: el caso
argentino, Buenos Aires, Eudeba, 1988, pp. 95-107.

[20] Como es sabido, Michel de Certeau se inspira en Borges. Véase L’invention


du quotidien: 1. Arts de faire, París, Folio, 1990, pp. 239-255.

[21] Josefina Ludmer, «En el paraíso del infierno. El Fausto argentino, un


pastiche de crítica literaria», en El género gauchesco. Un tratado sobre la patria,
Buenos Aires, Sudamericana, 1988, pp. 241-275.

[22] En este sentido, véase en especial Gustavo Bombini, La trama de los textos.
Problemas de la enseñanza de la literatura, Buenos Aires, Libros del
Quirquincho, 1991.

[23] Annie Bruter, «Le cours magistral comme objet d’histoire», Histoire de
l’éducation, n.º 120, Le cours magistral XVe-XXe siècles, octubre-diciembre de
2008, pp. 5-32.

[24] Tal como fue hecho en el homenaje a Ludmer «A treinta años de los
seminarios Ludmer», organizado el 26 de agosto de 2015 en el aula 108 de la
Facultad de Filosofía y Letras de la UBA por Nora Domínguez, directora del
Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género, del cual participaron, entre
otros, Analía Gerbaudo, Claudia Kozak, Gabriela Nouzeilles, Jorge Panesi, Alan
Pauls, Adriana Rodríguez Pérsico, Matilde Sánchez y Miguel Vitagliano. He aquí
el texto de presentación de Nora Domínguez: «En 1984 y 1985 Josefina Ludmer
dictó cuatro seminarios de grado y posgrado sobre teoría literaria y literatura
latinoamericana que dieron lugar a libros y a apuntes de estudio que circularon
entre generaciones de estudiantes de varias universidades nacionales durante
décadas. El carácter polémico, confrontativo, es decir, político de las teorías
literarias fue el núcleo básico de una pedagogía anti institucional en un momento
en que la institución abría sus muros. Esas clases, espacios festivos para los
nuevos contenidos que se desplegaban, se constituyeron en escenarios de
formación para distintos grupos de jóvenes que buscaban preguntas y respuestas
en el discurso provocativo de Ludmer, quien siempre aspiraba a desacomodar los
saberes, imaginar otras formas de enseñanza de la literatura e inventar nuevos
“modos de leer”. Había mucho por remover en ese momento: se cuestionaban las
carreras, se discutían acaloradamente los nuevos planes de estudio, se iba detrás
de una reformulación de la experiencia universitaria. Fue, sin duda, una etapa de
comienzos en la que Ludmer intervino activa, comprometida y lúcidamente».
[25] Es evidente que a pesar de esto estoy a favor de la edición de estos
documentos. Para mí, no es una forma de exhumación sino que se trata, por un
lado, de poner a disposición los materiales para poder realizar una historia de las
producciones intelectuales en su vínculo estrecho con las instituciones y, por
otro, de hacerlos circular, porque el seminario está presente y sigue siendo
productivo para todos aquellos que asistieron.

[26] Si la teoría literaria es una disciplina o no me parece una cuestión acerca de


la cual vale la pena continuar interrogándose.

[27] Para estudiar esta cuestión, habría que analizar todas las clases dictadas por
determinadas cátedras; en el caso de Ludmer, entre 1986 y 1991. Un ejemplo
particularmente interesante por su duración e importancia es el de Teoría y
Análisis C, la cátedra de Pezzoni y Panesi, entre 1984 (bajo el título de
Introducción a la literatura C ese primer año) y 1989, y de Panesi a partir de 1990

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