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Trabajo, ahorro y frugalidad: un análisis introductorio de la

ética social de Calvino1


*
Hermisten Maia Pereira da Costa

Introducción

Juan Calvino es uno de los personajes más curiosos de la historia en lo que refiere a su
influencia. Él es relativamente poco conocido, a pesar que, sus ideas, modelan diversos
aspectos de la cultura occidental2.
Tomando prestadas las palabras del historiador católico Daniel-Rops (1901-1965),
podemos decir que “Calvino pertenece incontestablemente al pequeñísimo grupo de
maestros que, con el correr de los siglos, moldearon con sus manos los destinos del
mundo”3.
Según Calvino, el Cristianismo no es una forma de adaptación cultural, sino de formación y
de transformación por medio de un cambio de perspectiva de la realidad, que redundará
necesariamente en un cambio de los cánones de comportamiento, alterando
sensiblemente sus agendas y praxis. Siendo así, nuestra fe tiene compromisos
existenciales inevitables. Ser Reformado no es solamente un estatus nominal sin sentido,
sino que refleja nuestra fe en hechos de formación y transformación.
Abraham Kuyper (1837-1920) interpretando el pensamiento reformado dice:
“Calvino abomina una religión confinada al armario, a la celda o a la iglesia. Con el
salmista, él llama a los cielos y tierra, a todos los pueblos y naciones a dar gloria a Dios.
Dios está presente en toda la vida con la influencia de su poder omnipotente y
todopoderoso, y ninguna esfera de la vida humana es concebible en la cual la religión no
mantenga sus demandas de que Dios sea alabado, de que las ordenanzas de Dios deban
ser observadas y de que cada labora deba ser permeada con su ora en oración ferviente e
incesante.4”

*Hermisten M.P. Costa es Ministro de la Iglesia Presbiteriana de Brasil, Maestro y Doctor en


Ciencias de la Religión y Director de la Escuela Superior de Teología (EST) de la Universidad
Presbiteriana Mackenzie, y profesor e investigador del Programa de Pos-Grado en Ciencias de la
Religión de la misma Universidad
1
Conferencia de apertura del III Congreso Internacional de Ética y Ciudadanía, promovido por la
Cancillería y Escuela Superior de Teología de la Universidad Mackenzie, en el Campus Moraes Jr.,
Río de Janeiro, el día 10 de septiembre de 2007.
2
“El calvinismo sigue siendo uno de los movimientos intelectuales más poderosos y significativos
de la historia de la humanidad” [Alister E. McGrath, Teologia Sistemática, histórica e filosófica: uma
introdução à teologia cristã, São Paulo: Sheed Publicações, 2005, p. 104].
3
Daniel-Rops, A Igreja da Renascença e da Reforma: I. A reforma protestante, São Paulo:
Quadrante, 1996, p. 421.
4
Abraham Kuyper, Conferencias sobre el Calvinismo, Editorial Clir, 2010, p. 66

1
Sin embargo, en este estado de existencia, ninguna cultura es o será perfecta; habrá
siempre, en mayor o menor grado, el estigma del pecado. El calvinismo consiste en una
búsqueda constante de fidelidad a Dios; la transformación cultural es sólo un resultado de
aquellos que tienen los ojos puestos en la Palabra, un corazón placenteramente sometido
a Dios y un comportamiento existencial en el mundo, en el cual vive y actúa para la gloria
de Dios. Tawney (1880-1962) interpreta correctamente: “Para el Calvinista, el mundo está
ordenado para manifestar la majestad de Dios, y el deber del cristiano es vivir para ese
fin5”. Con estos principios el Calvinismo influenció las artes6, la política7, la ciencia8, la
economía9, la literatura10 y otros diversos sectores de la cultura11. Para Calvino, la
pregunta condenatoria de Tertuliano (c. 160-c.220 AD) a la Filosofía no le hacía sentido12,
el Cristianismo es una cosmovisión que parte de las Escrituras para examinar todas las
facetas de la realidad. Por lo tanto, no hay exclusión ni conciliación: todo saber pertenece
a Dios.13 “Para Calvino, ningún tipo de enseñanza que llevase a los hombres a dejar de

5
R.H. Tawney, A Religião e o Surgimento do Capitalismo, São Paulo: Editora Perspectiva, 1971, p.
115.
6
Vd. Paul Romane Musculus, La Prière des Mains: L’Église Réformée et L’Art, Paris: Editions “Je
Sers”, 1938, passim; Abraham Kuyper, Calvinismo, p. 149-177; John H. Leith, A Tradição
Reformada: Uma maneira de ser a comunidade cristã, São Paulo: Pendão Real, 1997, p. 322-327.
7
J.J. Rousseau, en El Contrato Social, se refirió así a Calvino: “Los que sólo consideran a Calvino
como teólogo no conocen bien la extensión de su genio. La redacción de nuestros sabios edictos,
en la cual tuvo mucha parte, le hace tanto honor como su Institución. Cualquiera que sea la
revolución que el tiempo pueda introducir en nuestro culto, mientras el amor por la patria y por la
libertad no se extinga entre nosotros, la memoria de este grande hombre no cesará de ser
bendecida” [J.J. Rousseau, Do Contrato Social, São Paulo: Abril Cultural, (Os pensadores, Vol.
XXIV), 1973, II.7. p. 64] Véase: John Leith, A Tradição Reformada: Uma maneira de ser a
comunidade cristã, p. 337-344; Quentin Skinner, As Fundações do Pensamento Moderno, São
Paulo: Companhia das Letras, 1996, p. 465ss.; H.H. Meeter, La Iglesia y El Estado, 3ª ed. Grand
Rapids, Michigan: TELL., [s.d.], p. 93ss. “O Estado [segundo Calvino] não é, pois, um mal
necessário, mas um instrumento da providência divina” (André Biéler, O pensamento Económico e
Social de Calvino, São Paulo: Casa Editora Presbiteriana, 1990, p. 369); André Biéler, A Força
Oculta dos Protestantes, São Paulo: Editora Cultura Cristã, 1999, passim.
8
Abraham Kuyper, Conferencias sobre el Calvinismo, p. 137-175
9
Vd. W. Fred Graham, The Constructive Revolutionary: John Calvin & His Socio-Economic Impact,
Richmond, Virginia: John Knox Press, 1971, p. 344-346; André Bieler, O Pensamento Econômico e
Social de Calvino, passim
10
John H. Leith, A Tradição Reformada: Uma maneira de ser a comunidade cristã, p. 328-330
11
Vd. W. Stanford Reid, ed. Calvino e Sua Influência no Mundo Ocidental, São Paulo: Casa Editora
Presbiteriana, 1990, passim.
12
“Esta es la sabiduría profana que temerariamente pretende sondar la naturaleza y los decretos
de Dios. Y las propias herejías van a pedir sus pertrechos a la filosofía… ¿Que tiene que ver
Atenas con Jerusalén? ¿O la academia con la iglesia? Nuestra doctrina viene del pórtico de
Salomón, que nos enseña a buscar al Señor en la simplicidad del corazón. ¡Que inventen, pues, si
quisieran, un cristianismo de tipo estoico, platónico y dialéctico! En cuanto a nosotros, no tenemos
necesidad de indagaciones después de la venida de Cristo Jesús, ni de investigaciones después
del Evangelio. Nosotros poseemos la fe y nada más deseamos creer. Pues comenzamos por creer
que más allá de la fe, no existe nada que debamos creer”. (Tertuliano, Da Prescrição dos Herejes,
VII: In: Alexander Roberts & James Donaldson, eds. Ante-Nicene Fathers, 2º ed. Peabody,
Massachusetts: Hendrikson Publishers, 1995, Vol. III, p. 246)
13
Giles resume bien la posición de Calvino al decir: “Calvino aprecia la cultura griega y la considera
imprescindible para el cumplimiento de la evangelización. Es a partir de esa misma época que
Calvino considera la Biblia como fuente que debe predominar en los estudios teológicos. No hay
2
preocuparse con cualquier cosa que afectase de manera profunda la vida humana, podría
de forma alguna ser cristiano”.14
Sin embargo, Calvino no escribió obras sobre administración, política, economía,
literatura, etc. Su influencia emerge de su principal obra de teología, La Institución de la
Religión Cristiana (1536)15 y de sus comentarios de casi toda la Biblia, los cuales, conforme

asunto de conciliación y tampoco de armonización entre Filosofía y Teología” (Thomas R. Giles,


Jerusalém e Atenas: filosofía e teología, São Paulo: Editora Pedagógica e Universitária, 2000, p.
182)
14
Ronald S. Wallace, Calvino, Genebra e a Reforma, São Paulo: Editora Cultura Cristã, 2003, p.
90-91.
15
La Institución, concluida en agosto de 1535, tuvo su primera edición en marzo de 1536 (Basilea),
en la tipografía de los “amigos-enemigos” Thomas Platter y Bathasar Lasius, vulgo “Ruch”. (Sobre
la saga de la familia Platter y las preipecias de Thomas Platter, Vd. Emmanuela Le Roy Ladurie, O
Mendigo e o Professor: a saga da família Platter no século XVI, Rio de Janeiro: Rocco, 1999, Vol.
1, passim). El trabajo tipográfico fue primoroso: “Las páginas de su Institución Cristiana y calvinista,
de 1536, no se envejecieron pasadas quince generaciones”, se admira Ladurie (Emmanuela Le
Roy Ladurie, O Mendigo e o Professor: a saga da família Platter no século XVI, Rio de Janeiro:
Rocco, 1999, Vol. 1, p. 156). Esta edición original escrita en latín – tenía seis capítulos en apenas
520 páginas, con formato aproximado de 15x10 – un libro de bolsillo que facilitaba su transporte
discreto; la última – pasando por algunas ampliaciones, revisiones y reorganizaciones [1536, 1539,
1543 (sin alteración 1545), 1550 (sin alteraciones: 1553 y 1554)], hasta alcanzar su forma definitiva
– publicada en Ginebra (1559) en la tipografía de Robert Estienne. Esta fue reimpresa dos veces
en 1561. Tuve acceso a una de estas, editada en Ginebra por Antonius Rebulins, constando de
980 páginas, más 67 páginas de índice remisivo (formato: 18x11, tipo 8), dividida en 80 capítulos.
Según el propio Calvino nos dice; sólo quedó satisfecho con la disposición y orden de esta última
(Prefacio a la Edición de 1559). La traducción francesa (1541) – que no fue simplemente una
traducción de la edición de 1539, teniendo mucho material de la edición de 1536 (Vd. Alister C.
McGrath, A Life of John Calvin: A Study in the Shaping of Western Culture, Oxford, UK &
Cambridge, USA.: Blackwell Publishers, 1991, (Reprinted), p. 138) – fue impresa en la tipografía de
Jean Girard – “Una de las glorias del arte impresora del siglo XVI” (André Biéler, O Pensamento
Económico e Social de Calvino, p. 218) – (o de Michel du Bois), en Ginebra (1541) – esta edición
tiene un sabor especial porque, al parecer, fue traducida completamente por Calvino, no solo
revisada, ya que, según parece, ocurrió con las demás traducciones francesas (Cf. Jacques
Pannier, Introduction à Institution de la Religion Chrestienne, París: Société Les Belles Lettres,
1936, Vol. I, p. XXII) -, siguiendo otras: 1545, 1551, (sin alteraciones: 1553 y 1554), 1557 y la
definitiva: 1560. Con el objetivo de facilitar la difusión de la obra de Calvino en Francia, parte de la
segunda edición latina (1539) circuló suscrita bajo el seudónimo de Alcuino, un anagrama de su
propio nombre que posiblemente buscaba despistar a sus inquisidores (Vd. Jean Cardier, In:
Prefácio à edição Francesa: Jean Calvin, L’Institution Chrétienne, Genève: Labor et Fides, 1955,
Vol. I, p. IX; François Wendel, Calvin, New York: Harper & Row, Publishers, 1963, p. 113-114;
Philip Schaff, History of the Christian Church, Peabody, Massachusetts: Hendrickson Publishers,
1996, Vol. VIII, p. 297). Ella ejercería poderosa influencia sobre las iglesias de Francia, habiendo
incluso el Parlamento interceptado la obra y destruido algunos volúmenes (1542) y a la Facultad de
Teología la incluyó entre los libros censurados (23/06/1545). (Vd. Jean Cardier, In: Prefácio à
edição Francesa: Jean Calvin, L’Institution Chrétienne, p. IX; Jacques Pannier, In: Prefácio à
edição Francesa comemorativa do 4º centenário de 1ª edição: Jean Calvin, Institution de la
Religion Chrestienne, Paris: Sociéte Les Belles Lettres, 1936, Vol. I, p. XX-XXI; François Wendel,
Calvin, p. 116-117; Daniel-Rops, A Igreja da Renascença e da Reforma: I. A reforma protestante, p.
383; Alister E. McGrath, A vida de João Calvino, São Paulo: Editora Cultura Cristã, 2004, p. 159-
160). A pesar de las sucesivas ediciones ampliadas de La Institución, la realidad es que su teología
no mudó. Las modificaciones reflejan, en realidad, una preocupación más bien pedagógica que
metodológica y mucho menos teológica. (Vd. Alister C. McGrath, A Life of John Calvin: A Study in
the Shaping of Western Culture, Oxford, UK & Cambridge, USA.: Blackwell Publishers, 1991,

3
deseaba, deberían ser leídos con La Institución16. Lo que se desprende del conjunto de su
obra es su preocupación pastoral. Calvino no pretendió crear teorías por sobre exponer
las Escrituras. Creo que él jamás aceptaría como suyas las ideas que le son atribuidas; él
simplemente, en el caso que fueran verdaderas, diría que las tomó de las Escrituras.
La Palabra de Dios nos ofrece la posibilidad de pensar y actuar. A través de ella podremos
tener una visión real de Dios, de nosotros mismos y del mundo. Por lo tanto, una
cosmovisión Reformada es una visión que se esfuerza por interpretar la llamada realidad
desde una perspectiva de las Escrituras. Sin las Escrituras, permaneceremos miopes para
distinguir las particularidades de lo real, teniendo una epistemología desenfocada. Calvino
usa una figura que continúa siendo actual: “Porque como los viejos o los lacrimosos o los
que tienen cualquier otra enfermedad de los ojos, si les ponen delante un hermoso libro

(Reprinted), p. 148). Es bueno recordar que toda su obra no fue producida en un clima de calma y
paz, en una “torre de marfil”, sino en medio de un sinnúmero de problemas: administrativos,
domésticos, financieros y, principalmente, de salud. (Vd. John Calvin, To Farel, “Letters”, John
Calvin Collection, [CD-ROM], (Albany, OR: Ages Software, 1998), nº 34; Vd. John Clavin, To the
Physicians of Montpellier, “Letters”, John Calvin Collection, [CD-ROM], nº 665; John Calvin To
Monsieur de Falais, “Letters”, John Calvin Collection [CD-ROM], 161; T.H.L. Parker, Portrait of
Calvin, London: SCM Press LTD., 1954, p. 72; Thea B. Van Halsema, João Calvino era Assim, São
Paulo: Editora Vida Evangélica, 1968, p. 131-132). Es interesante una observación semejante
hecha por Rossi respecto del surgimiento de la ciencia moderna (Ver: Paolo Rossi, O Nascimento
da Ciência Moderna na Europa, Bauru, SP.: EDUSC, 2001, p. 9).
No se exagera decir que debido a su profundidad y coherencia teológica, La Institución tiene para
la Iglesia Protestante la misma relevancia que la Suma Teológica de Aquino para la Iglesia Católica
(Vd. Preserved Smith, The Age of The Reformation, New York: Henry Holt and Company, 1920, p.
163; J.T. McNeill, Los Forjadores del Cristianismo, Vol. II, p. 213. Vd. Otras comparaciones In:
T.H.L. Parker, Portrait of Calvin, London: SCM Press LTD., 1954, p. 38-39; Vicente T. Lessa,
Calvino 1509-1564: Sua vida e Obra, São Paulo: Casa Editora Presbiteriana, [s.d.], p. 74, 78;
Alister E. McGrath, Teologia Sistemática, histórica e filosófica: uma introdução à teologia cristã,
São Paulo: Sheed Publicações, 2005, p. 111). Sin embargo debe recordarse que las el campo de
las comparaciones entre Aquino y Calvino no puede avanzar mucho, considerando el objetivo más
pedagógico que metodológico de Calvino, que se armonizaba mucho más con los ideales
humanistas que con la Escolástica. (Cf. Alister E. McGrath, A Vida de João Calvino, p. 174-175)
Así como la edición definitiva de La Institución, la primera edición se encuentra traducida al
español directamente del latin [Institución de la Religión Cristiana, Buenos Aires: La Aurora, (1958)
(Obras clásicas de la Reforma, Vols. XV y XVI), 2 Vols.]
La edición definitiva de La Institución (latin: 1559; francés: 1560), siguiendo el orden del Credo
Apostólico, puede ser, a grueso modo, esbozada así:
I. Del conocimiento de Dios, el Creador (Teología)
II. Del conocimiento de Dios, el Redentor (Cristología)
III. El Espíritu Santo y la explicación de la obra salvadora de Cristo
(Pneumatología/Soteriología)
IV. Los medios externos de salvación: la Iglesia y los Sacramentos (Eclesiología). [Un
esbozo más detallado puede ser encontrado en Timothy George, Teologia dos
Reformadores, p. 186].
16
En sus comentarios, Calvino de vez en cuando nos lleva hacia La Institución. [Véase: Gn 3.1;
Hch 6.3; Rm 3.21, 28; 1Co 1.1; 3.9; 5.5; 9.5-6; 2Co 4.17; 5.10; Ef 3.8-10; 1Tm 2.6; 3.8; 1Pe 1.20].
Él declara que ambos trabajos deberían ser leídos en conjunto [Véase: Prefacio a la edición latina
a partir de la segunda edición (1539) y el Prefacio a la edición francesa (1560) (Jean Calvin,
L’Institution Chrétienne, Genève: Labor et Fides, 1955, Vol. I, p. XIX)]. También, algunas veces,
nos encamina hacia sus sermones [Véase, por ejemplo: João Calvino, Efésios, (Ef 3.18), p. 105;
(Ef 4.5), p. 110; As Pastorais, (1Tm 2.6), p. 67; (1Tm 3.8), p. 92; (1Tm 4.14), p. 124].

4
de bonita letra, aunque vean que hay algo escrito no pueden leer dos palabras, mas
poniéndose anteojos comienzan a leer claramente, de la misma manera la Escritura,
recogiendo nuestro entendimiento el conocimiento de Dios, que de otra manera sería
confuso, y deshaciendo la oscuridad, nos muestra muy a las claras al verdadero Dios”.17
El calvinismo nos proporciona anteojos cuyos lentes tienen el sentido de la soberanía de
Dios como perspectiva indispensable y necesaria para ver, interpretar y actuar en la
realidad, fortaleciendo, modificando o transformándola, según sea necesario. Todo eso,
en un esfuerzo constante por atender el llamado de Dios a vivir dignamente el Evangelio
en el mundo. Schaff comenta que “El sentido de la soberanía de Dios fortaleció a sus
seguidores contra la tiranía de señores temporales, y los hizo los campeones y promotores
de la libertad civil y política en Francia, Holanda, Inglaterra, y Escocia”.18
Sin embargo, a pesar de toda esa influencia,19 el calvinismo no moldeó la cultura
occidental solamente a través de las ideas, sino principalmente a través de sus ideales que
hicieron que hombres fieles muriesen por el testimonio de su fe. “Los protestantes
franceses, al ser llevados a prisión o a la hoguera, cantaban salmos con tanta vehemencia
que fue prohibido por ley cantar salmos, y aquellos que persistieran, se les cortaría la
lengua. El salmo 68 era la Marsellesa hugonote”.20
Como nos advierte Kuyper, “*la+ vida que el Calvinismo ha afirmado y ha sellado, no con
lápiz y pincel en el estudio, sino con su mejor sangre en la estaca y en el campo de
batalla”.21 La fuerza práctica de la teología reformada no está simplemente en su vigor y
capacidad de influenciar intelectualmente a los hombres, sino en lo que ha producido en
la vida de millones de personas, conduciéndolas, en sumisión al Espíritu, a la fidelidad
bíblica y a una ética que se guía por las Escrituras. La gran contribución del Calvinismo no
se restringe a los manuales de las más variadas áreas del saber, sino que se extiende a la
integralidad de la vida de los discípulos de Cristo que siguen esta perspectiva.

1. Juan Calvino, el hombre:

17
Juan Calvino, Institución de la Religión Cristiana, I.6.1.
18
Phillip Schaff, History of the Christian Church, Peabody, Massachusetts: Hendrickson Publishers,
1996, Vol. VIII, p. 562.
19
“La influencia del Calvinismo no fue simple, sino compleja, extendiéndose mucho más allá del
círculo de iglesias que podrían ser apropiadamente llamadas de Calvinistas” (R.H. Tawney, A
Religião e o Surgimento do Capitalismo, São Paulo: Editora Perspectiva, 1971, p. 117).
20
John H. Leith, A Tradição Reformada, p. 299.
21
Abraham Kuyper, Calvinismo, p. 149
5
A. Su formación:22
Calvino fue, sin duda, el principal artífice de la tradición Reformada del Protestantismo.23
Veamos cómo sucedió esto. Comencemos del inicio. Juan Calvino nació el 10 de julio de
1509 en Noyon, Picardia24, siendo el segundo hijo de una familia de cinco hermanos. 25 Su
padre, Gérard Cauvin era de origen humilde; su madre, Jeanne Lefranc, una señora
piadosa, proveniente de una familia acomodada, murió cuando Calvino tenía unos 5 o 6
años. Como Gerard era secretario apostólico de Charles de Hangest – obispo de Noyon
(1501-1525)- y procurador fiscal del municipio, la familia mantenía intimas relaciones con
las familias nobles de su región, siendo él mismo un ambicioso visionario que buscó
remitir la educación de sus hijos de la mejor manera posible, usando los medios y los
recursos con los que disponía. Calvino, todavía siendo un niño (29/05/1521), recibió un
beneficio eclesiástico en la catedral, que ayudaría a costear los gastos de su educación, en
ese entonces un no raro privilegio.26
Sin embargo, Calvino recibió su primera educación junto con los niños de la noble familia
de Hangest. Aquí fue que Calvino aprendió y adquirió educación y modos refinados,
propios de la nobleza, que permitirían posteriormente transitar en todos los medios
sociales con cortesía. Entre sus amigos de infancia se destacaban uno de los hijos de
Adrien, Lord de Genlis, Claude de Hangest (Mommor), que se tornaría abad de Saint Eloi
en Noyon.27 Más allá de los profesores particulares, Calvino estudió en la misma escuela
de los hijos de los nobles de su ciudad, el Colegio del Capeto.

22
Cabe aquí una nota de advertencia: algunos datos referentes a la juventud de Calvino son
inciertos, habiendo disputa en cuanto a fechas y lugares.
23
Cf. Ford Lewis Battles, Preface: In: F.L. Battles & Stanley Tagg, transl. and eds. The Piety of
John Calvin: an anthology Illustrative of the Spirituality of the Reformer, Grand Rapids, Michigan:
Baker Book House, 1978, p. 7.
24
Ciudad eminentemente religiosa, que distaba cerca de 92 kilómetros de Paris com una población
de aproximadamente 12 mil personas. “Noyon la Santa, como se decía a veces, tantas eran las
iglesias y las relíquias que tenía – era su ciudad natal, capital diocesana, dotada de un clero
poderoso y de un obispo con asiento entre los doce pares de Francia” (Daniel-Rops, A Igreja da
Renascença e da Reforma: I. A reforma protestante, São Paulo: Quadrante, 1996, p. 365- 366).
25
Ver: Theodoro de Beza, A Vida e Morte de João Calvino, Campinas, SP.: Luz para o Caminho,
2006, p. 8.
26
Ver: Theodoro de Beza, A Vida e Morte de João Calvino, Campinas, SP.: Luz para o Caminho,
2006, p. 10; Wilson de Castro Ferreira, Calvino: Vida, Influência e Teologia, Campinas, SP.: Luz
para o Caminho, 1985, p. 32-33; Vicente Temudo Lessa, Calvino 1509-1564: Sua Vida e Obra, São
Paulo: Casa Editora Presbiteriana, [s.d.], p. 27-28; Timothy George, Teologia dos Reformadores,
São Paulo: Vida Nova, 1994, p.168-169. Había cuatro capellanes en Noyon los cuales se
alternaban en la recitación de la misa matinal. Calvino, siendo todavía muy joven, no pudiendo por
lo tanto ser ordenado, pagaba a un padre para cubrir su escala (Cf. Philip Schaff, History of the
Christian Church, Vol. VIII, p. 300; Vicente Temudo Lessa, Calvino: 1509-1564: Sua Vida e Sua
Obra, p. 27; William Wileman, “John Calvin. His Life, His Teaching & Influence”, John Calvin
Collection, [CD-ROM], (Albany, OR: Ages Software, 1998), p. 11-12.
27
El Comentario de Calvino sobre Séneca publicado en abril de 1532 habría sido dedicado a
Claude; en la dedicatoria, redactada en Paris (04/4/1532), reconociendo su deuda para con la
familia de su amigo, dice: “Nuestro Comentario que recomiendo bajo su custodia, recíbalo como los
primeros frutos de nuestra cosecha, dedicado e inscrito por derecho y mérito a usted; no sólo
porque debo a usted todo lo que soy y lo que tengo, pues desde bien temprano, siendo un niño, fui
educado dentro de su casa e iniciado en los mismos estudios junto con usted, yo estoy endividado
6
En otra ocasión Calvino, acompañado de algunos amigos, hijos de nobles de su tierra
natal, fue a París, donde recibió su formación para ser sacerdote, estudiando algunos
meses en el College de la Marche (Humanidades y Latín) (agosto de 1523)28, teniendo
como maestro al gran humanista Maturinus Corderius, y después, fue a una escuela
menos refinada en sus costumbres y más dura en disciplina y orientación escolástica:
College de Montaigu29 (Gramática, Filosofía y Teología) (1524),- por donde también
pasaron Erasmo de Rotterdam (1466-1536) y Rabelais (c. 1483-1553),- estudiando bajo la
dirección de un maestro de español muy competente30, Antonio Coronel, con quien
Calvino hizo grandes progresos, destacándose entre sus colegas por el estudio de la
gramática.31 En este periodo, Calvino fue también, al parecer,32 grandemente influenciado
por otro de sus profesores que había regresado a Montaigu (1525-1531), el escocés John
Major (o Mair) (1469-1550), Major que era nominalista a su modo, intentó hacer una
síntesis entre el nominalismo y el realismo.33 Major “tenía relaciones con la Hermandad de
la Vida en Común”.34 Major fue quien instruyó a Calvino en la filosofía y la lógica35
medieval tanto como en la teología bíblica y la patrítisca.36
En este periodo se da algo curioso: ”En febrero, 1528, Ignacio de Loyola, el fundador de la
orden de los Jesuitas, entró en la misma facultad y estudió bajo el mismo profesor. Los
líderes de las dos corrientes opuestas en el movimiento religioso del siglo XVI vivieron
muy cerca, debajo del mismo techo y se sentaron en la misma mesa. Calvino ya durante
ese período mostró características prominentes de su carácter: él era consiente,
estudioso, silencioso, reservado, animado por un estricto sentido del deber, y sumamente

con su muy noble familia por mi primer aprendizaje en la vida y en las letras” (John Calvin,
“Commentary on Seneca’s de Clementia”, John Calvin Collection, [CD-ROM], (Albany, OR: Ages
Software, 1998), p. 8.
28
McGrath discute la posibilidad de que esta interpretación tradicional sea equivocada. En su
opinión, Calvino no estudió del Collège de la Marche (Ver: Alister E. McGrath, A Vida de João
Calvino, São Paulo: Editora Cultura Cristã, 2004, p. 37-43).
29
Las reglas del Collège de Montaigu eran bastante rígidas y la alimentación precaria. Es famosa
la descripción de Erasmo respecto de esta Escuela. Entre otros trabajos, véase: Roland H.
Bainton, Erasmo da Cristandade, Lisboa: Fundação Calouste Gulbenkian, (1988), p. 39ss.; Alister
McGrath, A Vida de João Calvino, p. 44-45. Para un estudio detallado de Montaigu, la obra clásica
es: Marcel Godet, La Congrègation de Montaigu, Paris: Libraire Ancienne Honoré Champion, 1912,
220p.
30
Fue aquí que Calvino se familiarizaría con la teología de Aquino, Agustín y Jerónimo, entre otros
teólogos antiguos (Cf. Wilson de Castro Ferreira, Calvino: Vida, Influencia y Teología, p. 41. Del
mismo modo: Donald S. Wallace, Calvino, Genebra e a Reforma, São Paulo: Editora Cultura Cristã,
2003, p. 10).
31
Cf. Theodore Beza, “Life of John Calvin”, John Calvin Collection, [CD-ROM], (Albany, OR: Ages
Software, 1998), p. 4. Ver: Thomas F. Torrance, The Hermeneutics of John Calvin, Edinburgh:
Lind- say & Co. Ltd., 1988, p. 80.
32
La amplitud de la influencia de sus profesores es discutible. McGrath nos da un resumen de
algunas posiciones, Ver: Alister E. McGrath, A Vida de João Calvino, p. 53ss.
33
Cf. Lucien Joseph Richard, The Spirituality of John Calvin, Atlanta, Georgia: John Knox Press,
1974, p. 144. 34 Donald S. Wallace, Calvino, Genebra e a Reforma, p. 10.
34
Donald S. Wallace, Calvino, Genebra e a Reforma, p. 10.
35
Torrance dice que Major consideraba la lógica como “El arte de las artes y la ciencia de las
ciencias” (Thomas F. Torrance, The Hermeneutics of John Calvin, p. 27).
36
Cf. Thomas F. Torrance, The Hermeneutics of John Calvin, p. 80ss. Para una visión panorámica
del pensamiento de Major, ver: Thomas F. Torrance, The Hermeneutics of John Calvin, p. 23ss.
7
religioso”.37 Sin embargo, todos esos jóvenes, Erasmo, Calvino y Loyola- fueron formados
leyendo, entre otras obras piadosas, la atribuida al místico Thomas Kempis (c. 1380-1471),
Imitación de Cristo, el cual, mismo sin citar, parece haberlo influenciado en su
formación,38 destacándose aunque no exclusivamente,39 la Institución (III.7-10) y
Verdadera Vida Cristiana.40
En ese mismo año (1528) - concluido su curso de Artes-, se da algo inusitado; debido a una
disputa de su padre con los clérigos de Noyon - asunto que todavía no se aclara
satisfactoriamente41 -, el resolvió enviar a su hijo a la prestigiosa y concurrida Universidad
de Orleans, de cuña más humanista, donde se dedicaría al estudio de Derecho civil,42 bajo
la influencia del reconocido jurista, Pierre L`Étoile, denominado el “rey de la
jurisprudencia”43 y “príncipe de los juristas”44 que posteriormente se convertiría
presidente del Tribunal del Parlamento en París.45 Calvino, al parecer, quedó
impresionado con la erudición de L`Étoile.46 Aquí Calvino se convierte Bachiller en
Derecho (“licencié ès lois”) (14/2/1531). Como resolvió dejar la universidad antes de
completar sus estudios, la Academia - en reconocimiento a sus servicios prestados-,
resolvió por voto unánime de sus profesores otorgarle un grado de Doctor en Derecho, sin
cobrarle las tarifas normales; sin embrago no hay consenso si Calvino aceptó o no el
título.47 Fue para Bourges ciertamente atraído48 por el famoso humanista y maestro de

37
Philip Schaff, History of the Christian Church, Vol. VIII, p. 302. Loyola sin embargo, se quedaría
poco tiempo en el Colégio de Montaigu; en 01/11/1529 fue a estudiar Filosofía en el ya tradicional
Colégio de Santa Bárbara (fundado en 1460), dirigido por el padre portugués Diogo de Gouveia, el
Viejo (nacido por cerca de 1471), que se propusiera, entre outras coisas, a la formación de
teólogos portugueses con becas proporcionadas por la corona portuguesa. (Vd. Rómulo de
Carvalho, História do Ensino em Portugal, Lisboa: Fundación Calouste Gulbenkian, (1986), p. 143-
144, 170ss; 284).
38
Ver: Thomas F. Torrance, The Hermeneutics of John Calvin, p. 74-75. Ver tambén: Donald S.
Wallace, Calvino, Genebra e a Reforma, São Paulo: Editora Cultura Cristã, 2003, p. 10, 158-160.
Según Peter Toon, la obra de Kempis tiene hoy mais de 2000 ediciones impresas (Peter Toon,
Tomas de Kempis: In: J.D. Douglas, ed. Diccionario de Historia de la Iglesia, Miami: Editorial
Caribe, 1989, p. 632).
39
Ver otras correlaciones en: Thomas F. Torrance, The Hermeneutics of John Calvin, p. 75ss.
40
João Calvino, A Verdadeira Vida Cristã, São Paulo: Novo Século, 2000, passim.
41
Beza registra que el padre de Calvino lo hizo estudiar Derecho, “viendo que sería un medio
mejor para llegar a las riquezas y las honras” (Theodoro de Beza, A Vida e Morte de João Calvino,
Campinas, SP.: Luz para o Caminho, 2006, p. 10).
42
Alister E. McGrath, Teologia Sistemática, histórica e filosófica: uma introdução à teologia cristã,
São Paulo: Shedd Publicações, 2005, p. 103.
43
Cf. Wilson de Castro Ferreira, Calvino: Vida, Influência e Teologia, p. 45.
44
Cf. Vicente T. Lessa, Calvino 1509-1564: Sua Vida e Obra, p. 50.
45
Cf. Theodoro de Beza, A Vida e Morte de João Calvino, p. 10.
46
Cf. W. de Greef, The Writings of John Calvin: An Introductory Guide, Grand Rapids, Michigan:
Baker Book House, 1993, p. 21.
47
Beza dice que Calvino se rehusó a reciber este privilegio (Ver: Theodoro de Beza, A Vida e
Morte de João Calvino, Campinas, SP.: Luz para o Caminho, 2006, p. 11; Theodore Beza, Life of
John Calvin: In: Tracts and Treatises on the Reformation of the Church, Vol. I, lxi; Theodore Beza,
“Life of John Calvin”, John Calvin Collection, [CD-ROM], (Albany, OR: Ages Software, 1998), p. 5 .
Véase: Philip Schaff, History of the Christian Church, Vol. VIII, p. 306; Vicente T. Lessa, Calvino
1509-1564: Sua Vida e Obra, p. 51; Wilson de Castro Ferreira, Calvino: Vida, Influência e Teologia,
p. 45-46.
8
Derecho, el italiano Andreas Alciati (1492-1550), “un jurista de primera línea, teórico de la
soberanía del Príncipe”.49 En la ya famosa Universidad de Bourges, fundada en 1463 por
Luis XI, estudiaría con Alciati y Melchior Wolmar, a quien conociera en Orleans.
Él mismo resumiría su infancia: “Cuando todavía era pequeño, mi padre me destinó a los
estudios de teología. Más tarde, sin embargo, al ponderar que la profesión jurídica
comúnmente promovía a aquellos que salían a buscar riquezas, tal perspectiva lo indujo a
cambiar súbitamente de propósito. Y así sucedió de yo ser apartado del estudio de la
filosofía y encaminado al estudio de la jurisprudencia. A esa actividad me dediqué con
toda fidelidad, en obediencia a mi padre; pero Dios, en su secreta providencia, finalmente
me dio una dirección diferente a mi curso”.50
En cuanto a su capellanía, recibió otro cargo; la casa parroquial de Saint-Martin de
Marthevillie (05/09/1527). El 30 de abril de 1529 Calvino renunció a la capellanía de La
Gesine en favor de su hermano más joven, Antoine, y el 5 de julio de 1529, cambio el
cargo de San Martin para la aldea Pont-l Evèque (lugar de nacimiento de su padre). Con la
muerte de su padre (25 o 26 de mayo de 1531) volvió a París para continuar con sus
estudios literarios y durante un periodo volvió a Orleans para concluir su curso de
Derecho.
Cuando uno de sus amigos, Nicolás Cop, fue electo rector de la Universidad de París,
Calvino quizás le habría ayudado a preparar su discurso,51 que fue leído en la iglesia de
Maturinos,52 como de costumbre el día 1° de noviembre de 1533. En este discurso se
propone una Reforma a la Iglesia. La respuesta fue inmediata; Cop y Calvino tuvieron que
huir de París; Cop volvió a su tierra natal, Basilea y Calvino par otras ciudades francesas.
En 1534, Calvino cumpliría 25 años, edad legal para ser ordenado; ahora es el momento
de asumir de hecho su fe y oficio. Así, el 4 de mayo de 1534, volvió a Noyon y renunció a
sus beneficios eclesiásticos.53 Las persecuciones se intensificaron.54 Nuevamente él inicia
sus peregrinaciones: París, Angoulême, Poitiers; pasaría algún tiempo en Italia,
Estrasburgo y Basilea (1535). Como queda en evidencia, en este intertanto, Calvino se
había convertido al protestantismo; el tema es: ¿Cómo y cuándo?
B. “Súbita conversión”:

48
Cf. Theodoro de Beza, A Vida e Morte de João Calvino, Campinas, SP.: Luz para o Caminho,
2006, p. 11.
49
Emmanuel Le Roy Ladurie, O Mendigo e o Professor: a saga da família Platter no século XVI,
Rio de Janeiro: Rocco, 1999, Vol. 1, p. 325.
50
João Calvino, O Livro dos Salmos, São Paulo: Paracletos, 1999, Vol. 1, p. 37-38.
51
Este punto no es consensual entre los especialistas. Ver: Alexandre Ganoczy, The Young Calvin,
Philadelphia: The Westminster Press, 1987, p. 80-83; Daniel-Rops, A Igreja da Renascença e da
Reforma: I. A reforma protestante, p. 370; Jacques Pannier em introdução As Institutas da Religião
Cristã: edição especial com notas para estudo e pesquisa, São Paulo: Cultura Cristã, 2006, Vol. 1,
p. 10.
52
Cf. Daniel-Rops, A Igreja da Renascença e da Reforma: I. A reforma protestante, p. 370
53
Véase: Alexandre Ganoczy, The Young Calvin, Philadelphia: The Westminster Press, 1987, p.
85; Alister E. McGrath, A Vida de João Calvino, p. 91-92.
54
Ver: Vicente Temudo Lessa, Calvino: 1509-1564: Sua Vida e Sua Obra, p. 63; Wilson de Castro
Ferreira, Calvino: Vida, Influência e Teologia, p. 64-65.
9
No nos es posible saber con exactitud las circunstancias y fecha de la “súbita conversión”
de Calvino, pero todas las evidencias apuntan a un periodo entre (c. 1532-1534), en
Orleans o París. Debemos estar atentos también, al hecho de que la vida de Calvino,
incluso antes de su conversión, no fue marcada por un comportamiento disoluto e inmoral
- tan común a los jóvenes de ese tiempo-, antes, a su conversación, como observa Schaff,
“fue una transformación del Romanismo para el Protestantismo, de la superstición papal a
la fe evangélica, del tradicionalismo escolástico a la simplicidad bíblica”.55
Se cree que su primo Olivétan - aunque no solo 56-, tuvo una participación importante en
su conversación al Protestantismo.57 Félice llega a afirmar que, ”… la Biblia que recibió de

55
Philip Schaff, History of the Christian Church, Vol. VIII, p. 310. Mucho más adelante, su discípulo
y sucesor, Teodore Beza (1519-1605), escribiría: "Estos son los eventos principales en la vida y
muerte de Calvino que yo mismo di testimonio durante los útimos dieciseis años. Pienso que estoy
cualificado para declarar que en el fue exhibido delante de todos los hombres, uno de los más
bellos e ilustres ejemplos de vida piadosa y muerte triunfante de un verdadero cristiano; que será
fácil por la malevolencia calumniar, como será dificil debido a sua exaltada virtud imitar" [Theodore
Beza, “Life of John Calvin”, John Calvin Collection, [CD-ROM], (Albany, OR: Ages Software, 1998),
p. 65; Otra traducción: Theodore Beza, Life of John Calvin: In: Tracts and Treatises on the
Reformation of the Church, Vol. I, p. cxxxviii. Vd. Philip Schaff, History of the Christian Church, Vol.
VIII, p. 272].
56
Se habla también de Jacques Lefèvre D'Étaples (1455-1536), la “estrella de la mañana de la
Reforma”, y de sus discípulos, Melchior Wolmar (muere en 1561), profesor de griego de Calvino y
“fanático de Lutero”, conforme la expresión de Daniel-Rops (Daniel-Rops, A Igreja da Renascença
e da Reforma: I. A reforma protestante, p. 367). [Vd. Philip Schaff, History of the Christian Church,
Vol. VIII, p. 305, 310; (Vd. John T. McNeill, The History and Character of Calvinism, New York:
Oxford University Press, 1954, p. 110,195; C.H. Irwin, Juan Calvino: Su Vida y Su Obra, Barcelona:
CLIE., (1991), p. 22)]. El sabio Lefévre deseaba uma reforma na igreja romana. El historiador
Danel-Rops (1901-1965) (pseudónimo de Henri Petiot), mismo no admitindo que Lefévre nutria
simpatia para com o luteranismo (p. 356), escribe: “En la práctica, lo que él propugnaba era una
reforma llevada a cabo en la Iglesia y por la Iglesia, una reforma intelectual que substituyese la
degenerada escolástica por una teología positiva, basada en el estudio de la Escritura y de los
Santos Padres, y también una reforma moral y disciplinaria que pusiese fin a los abusos flagrantes.
¿Por qué medios se realizaría tal reforma? Por un regreso del alma fiel a la verdad de Cristo y por
uma penetración del Evangelio en todas las conciencias. Era a la Escritura, a la Palavra sagrada,
que, muitos a- nos antes de Lutero, Lefévre d’Étaples confiaba las posibilidades de la
indispensable renovación” (Daniel-Rops, A Igreja da Renascença e da Reforma: I. A reforma
protestante, p. 352).
57
John T. McNeill, The History and Character of Calvinism, p. 108-117; Vicente T. Lessa, Calvino
1509-1564: Sua Vida e Obra, São Paulo: Casa Editora Presbiteriana, [s.d.], p. 47; E.E. Cairns, O
Cristianismo Através dos séculos: Uma História da Igreja Cristã, São Paulo: Vida Nova, 1984, p.
252 ; P. Schaff, The Creeds of Christendom, Revised and Enlarged, Grand Rapids, Michigan:
Baker Book House, (1931), Vol. I, p. 425ss.; André Biéler, O Pensamento Económico e Social de
Calvino, São Paulo: Casa Editora Presbiteriana, 1990, p. 115 e 121; Alister McGrath, The
Intellectual Origins of The European Reformation, Cambridge, Massachusetts: Blackwell
Publishers, 1995 (reprinted), p. 54; Georgia Harkness, John Calvin: The Man and His Ethics, New
York: Abingdon Press, 1958, “preface”, p. 6-7; Wilson de Castro Ferreira, Calvino: Vida, Influência e
Teologia, Campinas,SP.: Luz para o Caminho, 1985, p. 50-51; Jorge P. Fisher, Historia de la
Reforma, Barcelona: CLIE., (1984), p. 196- 198; William R. William, Eras and Characters of History,
New York: Harper & Brothers, Franklin Square, 1882, p. 207; Daniel-Rops, A Igreja da Renascença
e da Reforma: I. A reforma protestante, p. 368ss.; François Wendel, Calvin, New York: Harper &
Row, Publishers, 1963, p. 37ss.
10
manos de uno de sus parientes, Pedro Roberto Olivétan, lo arrebato del catolicismo….”58.
Recordemos que Calvino no es muy prodigo al hablarnos de su vida. En cuanto a lo que se
refiere de su conversión, en 1539 dice: “Enfurecido con la noticia, yo escuchaba con muy
mala voluntad y, al comienzo, confieso, me resistí con energía y molestia; porque (tal es la
firmeza o la desfachatez con los cuales es natural a los hombres resistir en el camino que
ya han tomado) fue con una mayor dificultad que fui inducido a confesar que, por toda mi
vida, yo estuviera en la ignorancia y equivocado”59. En la introducción a sus cometarios de
los Salmos (1557), dice que: “Inicialmente, hallándome tan obstinadamente devoto a las
supersticiones del papado, para que pudiese liberarme con facilidad de tan profundo
abismo del barro, Dios por un acto súbito de conversión,60 subyugó y trajo mi mente a una
disposición susceptible, la cual era más empedernida en tales materias de lo que se puede
esperar de mí en aquel primer período de mi vida”.61 También, en la ya citada carta al
Cardenal Sadoleto (01/09/1539), Calvino describe sus angustias espirituales en el
romanismo, resultante de lo que la iglesia predicaba.62 Sin embargo, en ningún momento,
Calvino menciona el instrumento humano usado por Dios.
La Biblia Francesa (04/06/1535), traducida por Pierre Robert - llamado de “Olivenatus”, de
ahí Olivétan (c. 1506-1540)63 -, primo de Calvino,64 fue la primera traducción Protestante
Francesa de las Escrituras,65 hecha a pedido y a expensas de los Valdenses, que gastaron
en la impresión 1.500 escudos.66 La traducción, hecha directamente de los originales en

58
G. de FÈlice, História dos Protestantes da França, São Paulo: Typographia International, 1888,
p. 51). (Probablemente, la "Bíblia" mencionada por Félice, sea la edición delo Nuevo Testamento
de 1534).
59
Juan Calvino, Respuesta al Cardeal Sadoleto, 4ª ed. Barcelona: Fundación Editorial de Literatura
Reformada, 1990, p. 63; John Calvin, Tracts and Treatises on the Reformation of the Church, Vol. I,
p. 62.
60
Este acto súbito no necesita ser entendido necesariamente como algo “repentino”. Puede indicar
también algo “no premeditado” (Cf. Timothy George, Teologia dos Reformadores, 174).
61
João Calvino, O Livro dos Salmos, Vol. 1, p. 38. [Véase: Timothy George, Teologia dos
Reformadores, p. 171-185 (especialmente)].
62
Vd. Juan Calvino, Respuesta al Cardeal Sadoleto, p. 61-64.
63
Olivétan estudió griego y hebreo con Bucer en Estrasburgo (1528). (Cf. Philip Schaff, History of
the Christian Church, Vol. VIII, p. 299).
64
Cf. W.S. Reid, Olivétan: In: J.D. Douglas & Philip W. Comfort, eds. Whoís Who In Christian
History, Wheaton, Illinois: Tyndale House Publishers, Inc. 1992, p. 520; W.S. Reid, A Propagação
do Calvinismo no Século XVI: In: W. Stanford Reid, ed. Calvino e Sua Influência no Mundo
Ocidental, São Paulo: Casa Editora Presbiteriana, 1990, p. 46; Vicente T. Lessa, Calvino 1509-
1564: Sua Vida e Obra, p. 47-48; E. E. Cairns, O Cristianismo Através dos séculos: Uma História
da Igreja Cristã, p. 252; J. Delumeau, O Nascimento e Afirmação da Reforma, p. 116; Timothy
George, Teologia dos Reformadores, p. 172; André Biéler, O Pensamento Econômico e Social de
Calvino, p. 115.
65
Cf. J. Angus, História, Doutrina e Interpretação da BÌblia, 3ª ed. Rio de Janeiro: Casa
Publicadora Batista, 1971, p. 126; P. Schaff, The Creeds of Christendom, Vol. I. 424.
66
Cf. Ernesto Tron, Historia de los Valdenses, Colonia Valdense: Libreria Pastor Miguel Morel,
1952, p. 25; Robert. D. Linder, Olivétan: In: J.D. Douglas, ed. ger. The New International Dictionary
of the Christian Church, p. 730; V.T. Lessa, Calvino 1509-1564: Sua Vida e Obra, p. 47; O.F.
Fritzsche, Bible Versions: In: Philip Schaff, ed. Religious Encyclopaedia: or Dictionary of Biblical,
Historical, Doctrinal, and Practical Theology, Vol. I, p. 288; W. de Greef, The Writings of John
Calvin: An Introductory Guide, Grand Rapids, Michigan: Baker Book House, 1993, p. 90.
11
Hebreo y Griego,67 fue utilizada por la primera generación de Calvinistas franceses en la
proclamación del Evangelio.68 Por otra parte, Olivetán en su prefacio (12/02/1535), dedicó
su traducción a la “iglesia pobre”. El Nuevo Testamento fue editado en 1534, saliendo una
segunda edición en 1535, acompañado del Antiguo Testamento. Esta edición (segunda del
Nuevo Testamento y primera de la Biblia completa), fue revisada y su prefacio hecho por
Calvino, titulada “Para todos los que aman a Jesucristo y su evangelio”.69 Aquí tenemos el
primer testimonio público de Calvino que indica su conversión. Posteriormente, Beza
(1519-1605) hizo una nueva revisión de la Biblia Francesa,70 que continuó siendo revisada
de vez en cuando en los siglos siguientes.71

67
Sin embargo, Olivétan se valió también de otras traducciones, especialmente de la realizada por
Lefèvre D'Étaples (1455-1536) (NT 1523 e AT 1530). (Cf. W. de Greef, The Writings of John Calvin,
p. 90).
68
Cf. Robert. D. Linder, Olivétan: In: J.D. Douglas, ed. ger. The New International Dictionary of the
Christian Church, p. 730.
69
Vd. P. Schaff, The Creeds of Christendom, Vol. I, 424; O.F. Fritzsche, Bible Versions: In: Philip
Schaff, ed. Religious Encyclopaedia: or Dictionary of Biblical, Historical, Doctrinal, and Practical
Theology, I, p. 288; C. Schmidt, Olivétan: In: Philip Schaff, ed. Religious Encyclopaedia: or
Dictionary of Biblical, Historical, Doctrinal, and Practical Theology, II, p. 1694; J. Delumeau, O
Nascimento e Afirmação da Reforma, p. 116; Timothy George, Teologia dos Reformadores, p. 172;
B.F. Westcott, El Canon de la Sagrada Escritura, p. 247; John T. McNeill, The History and
Character of Calvinism, p. 120; Idem, Los Forjadores del Cristianismo, Buenos Aires: La
Aurora/Casa Unida de Publicaciones, [1956], Vol. II, p. 209; Daniel-Rops, A Igreja da Renascença
e da Reforma: I. A reforma protestante, p. 372-373).
70
Antes de la traducción de Olivétan, el francés ya disponía de otras traducciones completas de las
Escrituras, como la de (1226-1250) hecha por un grupo de traductores de la Universidad de Paris y
la de Guiars de Moulins, hecha entre 1291-1295. Esta traducción, después de ser revisada, fue,
por orden de Carlos VIII, publicada, siendo la primera Biblia francesa en ser impresa (1487). Ella
fue llamada de "A Grande Biblia", siendo editada 12 veces en el período de 1487-1545. (Vd. B.M.
Metzger, Versions, Medieval, etc: In: Geoffrey W. Bromiley, General Editor, The International
Standard Bible Enciclopaedia, Vol. IV, p. 772; J. Angus, História, Doutrina e Interpretação da BÌblia,
p. 125). Poco antes de la versión de Olivétan, fue publicada otra traducción, la del católico Jacques
Lefèvre D'Étaples (1455- 1536) - posiblemente parcialmente simpatizante del Luteranismo,
deseando orar “en lengua que se entienda” -, que, partiendo de la Vulgata, publicó la traducción del
Nuevo Testamento en 1523, y la del Antiguo Testamento en 1530. Daniel-Rops, sustentando que
Lefèvre - por sus escritos anteriores a la Reforma - era una especie de Lutero antes de Lutero,
aunque no un precursor de él -, muestra que en el prefacio de la traducción del Nuevo Testamento,
Lefèvre escribió: “Llegó el tiempo en que Nuestro Señor Jesucristo, único, sol, verdad y vida,
quiere que su Evangelio sea puramente anunciado en todo el mundo, para que nadie se deije
extraviar por locas promesas o criaturas, ni por cualesquiera tradiciones humanas, que no pueden
salvar” (Daniel-Rops, A Igreja da Renascença e da Reforma: I. A reforma protestante, p. 354). Sin
embargo, en 1546 la traducción de Lefèvre fue incluida en el "Index"; pero, en 1550, después de
purgar algunos pasajes considerados herejes, fue reimpresa. (Cf. Bible, Translations of: In: Harry
S. Ashmore, Editor in Chief. Encyclopaedia Britannica, Chicago: Encyclopaedia Britannica, INC.
Vol. III, (1963), p. 585; G. Bromiley, Lefèvre D'Étaples: In: J.D. Douglas & Philip W. Comfort, eds.
Whoís Who In Christian History, p. 418; P. Schaff, The Creeds of Christendom, Vol. I. 492; J.
Angus, História, Doutrina e Interpretação da Bíblia, p. 125; Gordon A. Catherall, Faber, Jacobus: In:
J.D. Douglas, ed. ger. The New International Dictionary of the Christian Church, p. 367; AndrÈ
BiÈler, A Força Oculta dos Protestantes, São Paulo: Editora Cultura Cristã, 1999, p. 45). D'Aubigné
presenta fechas un poco diferentes; él dice: "El día 30 de Ocutubre de 1522 se publicó una
traducción francesa de los cuatro Evangelios; el día 6 de Noviembre los libros restantes del Nuevo
Testamento; el día 12 de Octubre de 1524, todos esos libros juntos, en la editorial Collin, en
Meaux, y en 1525 una versión francesa de los Salmos” (M. D'Aubigné, História da Reforma do
12
C. Ginebra, por una noche apenas… “Dios tenía otros planes”:
Calvino debería haber llegado a Estrasburgo en 1536, sin embargo, por encontrarse
bloqueada la ruta que daba acceso directo a aquella ciudad - debido a una guerra entre
Francisco I de Francia y el Emperador Carlos V-, tuvo que dormir en ginebra “no más que
una noche”. Era el mes de agosto, y el tímido y discreto Calvino, que deseaba pasar
anónimo, fue descubierto… Su amigo Louis de Tillet le contó a Farel de su estadía en
Ginebra. Entonces tuvo un encuentro dramático como un osado y poco temeroso
(Conforme a la expresión de Erasmo) pastor Guilherme Farel (1489-1565) que lo
persuadió a permanecer en Ginebra y juntos llevar adelante la Reforma que oficialmente
fue adoptada por el concilio General de Ginebra -“democrática y unánimemente por el
Consejo General” – el domingo 21 de mayo 1536.72 Antes de eso, después de oír a los
representantes de la causa protestante (Farel, Viret y Froment) y los de la causa romana,
los Consejos de Ginebra (27/08/1535) decidieron que el catolicismo no sería más la
religión de Ginebra.73 Como bien observa Baird “La Reforma en Ginebra se había
propagado entre el pueblo antes de que sus magistrados pudiesen ser persuadidos y
adherirse al movimiento”.74 O sea la Reforma no surgió de la simple decisión autoritaria,
sino en el seno de su propia población, deseosa de una transformación espiritual que se
manifestase en una Iglesia que atendiese sus necesidades más íntimas. Calvino más tarde,
en 1557, recordando el hecho, diría que Farel lo convenció, “no propiamente movido por
el consejo y exhortación, y sí movido por una fulminante imprecación, la cual me hace
sentir como si Dios personalmente, desde el cielo hubiera extendido su poderosa mano
sobre mí y aprisionándome”. Continua: ”Y, al descubrir *Farel+ que mi corazón estaba
completamente devoto a mis propios estudios personales, para los cuales deseaba
conservarme libre de cualquier otra preocupación, y percibiendo el que no lograría nada
con sus súplicas, entonces lanzo sobre mí una imprecación, diciendo que Dios iba a
maldecir el aislamiento y tranquilidad de mis estudios que yo tanto buscaba, en caso de
esquivar y rehusarme a dar mi asistencia, cuando la necesidad era en extremo urgente”.
Farel consiguió: “Bajo el impacto de tal imprecación, yo me sentí tan agitado de terror,
que desistí del viaje que había comenzado”.75 Halsema lo coloca en tono poético: “El

Décimo-Sexto Século, São Paulo: Casa Editora Presbiteriana, (s.d.), Vol. IV, p. 169. Vd. también,
p. 231). La traducción de Lefèvre D'Étaples fue de gran importancia para la implantación y
diseminación de la Reforma en Francia (Véase M. D'Aubigné, História da Reforma do Décimo-
Sexto Século, IV, p. 168ss).
71
Cf. J. Angus, História, Doutrina e Interpretação da Bíblia, p. 126; V.T. Lessa, Calvino 1509-1564:
Sua Vida e Obra, p. 47. Nunca está de más recordar que Calvino dominaba el latin, hebreo y
griego (Vd. W. Walker, História da Igreja Cristã, Vol. II, p. 69-71; K.S. Latourette, Historia del
Cristianismo, II, p. 100-101; P. Schaff, The Creeds of Christendom, Vol. I, p. 424ss; Hans-Joachim
Kraus, Calvinís Exegetical Principles: In: Interpretation 31 (1977), Virginia, p. 14-15).
72
Cf. André Biéler, A Força Oculta dos Protestantes, p. 71; Thea B. Van Halsema, João Calvino
era Assim, São Paulo: Editora Vida Evangélica, 1968, p. 70; Ford L. Battles, Interpreting John
Calvin, Grand Rapids, MI.: Baker Books, 1996, 296.
73
Cf. Thea B. Van Halsema, João Calvino era Assim, p. 69.
74
Charles W. Baird, A Liturgia Reformada: Ensaio histôrico, Santa Bárbara D’Oeste, SP.: SOCEP.,
2001, p. 18.
75
João Calvino, O Livro dos Salmos, Vol. 1, p. 40-41. (Véase también, entre outros: T. George,
Teologia dos Reformadores, p. 179-180.
13
viajero llegó por una noche de sueño. Pretendía continuar su viaje, inadvertido. Pero Dios
tenía otros planes”.76 Sin embargo, la situación Política de Ginebra cambió. Menos de dos
años después, Calvino es invitado a retirarse de la ciudad juntamente con Farel e Corault.
El exilio fue votado por el Consejo de Ginebra el 23 de abril 1538.77 Ellos salieron de
Ginebra el día 25.78 Farel y Viret se tornaron los más grades amigos de Calvino por toda su
vida. Cuando su esposa, Idelette de Bure- que tenía una salud frágil79 murió (29/3/1549),
Calvino, continuando su extenuante trabajo, evidentemente se sintió solo. Ocho meses
después, dedicó su comentario de la Epístola de Tito a sus amigos que estaban distantes,
cuidando de la Iglesia de Dios: Farel en Neuchâtel y Viret en Lausanne. A cierta altura
escribe (29/11/1549): ”Creo que jamás hubo en la vida rutinaria un círculo de amigos tan
sinceramente devotos los unos de los otros que lo que hemos sido nosotros en nuestro
ministerio. Como ustedes dos desempeñé aquí el oficio de pastor. Y lejos de existir
cualquier apariencia de rivalidad, siempre sentí que había entre nosotros una mente
sola”.80
Estamos en 1539. Calvino, el joven de 30 años podía tomar y hacer lo que había
determinado para su vida: el estudio, la reflexión y la predicación. Ahora finalmente está
en Estrasburgo – la “Antioquia de la Reforma”-, dispuesto a recomenzar su vida pastoral y
de estudio, luego de tener, como marco de esta nueva fase, la redacción de su comentario
del Libro que consideraba el principal de las Escrituras: la Epístola de Pablo a los Romanos
(1539).81
No sabía Calvino que en Estrasburgo encontraría a otro “Farel”, llamado Martin Bucer
(1491-1551) que “empleando un género similar de censura y protesta a lo que Farel
recurriera antes, me arrastro de nuevo a una situación. Alarmado con el ejemplo de Jonas,
el cual él pusiera delante de mí, continúe con la obra de enseñar. Y aunque continuase
como siempre fui, evitando por todos los medios las celebridades, todavía fui llevado, sin
saber, como por la fuerza, a comparecer a las asambleas imperiales, donde, voluntaria o
involuntariamente, fui forzado a aparecer ante los ojos de muchos”.82
La situación en Ginebra cambia rápidamente. El 22 de octubre de 1540 - entre otras cartas
enviadas – el Consejo de los Doscientos resuelve invitar a Calvino a volver a Ginebra.83
Escribe una carta de respuesta (19/05/1540) a su amigo Viret (1511-1571): “Yo leí aquel
pasaje de su carta, y ciertamente sin ninguna sonrisa, donde usted muestra
preocupaciones con mi salud y recomienda que vuelva a Ginebra. ¿Por qué usted no me

76
Thea B. Van Halsema, João Calvino era Assim, p. 71. Véase: André Biéler, A Força Oculta dos
Protestantes, p. 71.
77
Cf. Calvin, Textes Choisis par Charles Gagnebin, p. 297.
78
Cf. Thea B. Van Halsema, João Calvino era Assim, p. 93.
79
Ver: Theodoro de Beza, A Vida e Morte de João Calvino, p. 24,36,39.
80
João Calvino, As Pastorais, São Paulo: Paracletos, 1998, p. 292.
81
Publicado en marzo de 1540. Otras ediciones revisadas fueron publicadas en 1551 y 1556. Es
probable que ese trabajo sea el resumen de sus clases ministradas en Ginebra en el período de
1536 - 1538.
82
João Calvino, O Livro dos Salmos, Vol. 1, p. 41-42.
83
Véase parte de la carta In: Thea B. Van Halsema, João Calvino era Assim, p. 115-116. Vd.
también, p. 120.
14
dice a la Cruz? Pues hubiera sido preferible para mí perecer de una sola vez en las agonías
del calvario, a que me supliquen que retorne nuevamente a un lugar de tortura”.84
Calvino titubea. El 1° de mayo de 1541, al Consejo General, por considerar Calvino y Farel
“personas de bien y de Dios”, revocó y editó la prohibición de 1538. Farel, que
convenciera a Calvino en 1536 a permanecer en Ginebra, ahora, a pedido del Consejo de
aquella ciudad - considerando que Calvino no atendiera su invitación-, persuade a Calvino
(febrero de 1541) a retornar a Ginebra en 1541.85 En agosto de 1541, Calvino ya se
decidiría; aun queriendo permanecer en Estrasburgo, volvería a Ginebra. “Pero cuando me
acuerdo que no me pertenezco a mí mismo, ofrezco mi corazón, presentado como un
sacrifico al Señor.86 Más tarde, predicando en Ginebra, (26/02/1554),87 diría: “En primer
lugar tenemos que aprender a sujetar nuestro corazón y ser obedientes a Dios”.88
Los hechos ocurren con cierta rapidez: La mañana del martes 13/9/1541 los magistrados
de Ginebra, precedidos por un heraldo, fueron a recibir a Calvino, recorriendo el mismo
camino que él y Farel hicieran tres años antes, pasando por la puerta de Cornavin en
dirección a Versoix.89 Este mismo día, Calvino entra en Ginebra; el día 16, escribe a Farel
dándole la noticia de su entrevista con los magistrados y de los pasos para la elaboración
de formas para la disciplina eclesiástica.90 Beza con tonos exageradamente fuertes,
comenta: “Y en ese sentido maravilloso se mostró la misericordia de Dios para con el
pueblo de Ginebra. Ahora, si el pueblo antiguo con haber rechazado a Moisés el
libramiento fue retardado cuarenta años, el pueblo de Ginebra no sería bastante
merecedor de ser para siempre siervos de la tiranía del Diablo o del Anticristo Romano,
cuando rechazó a Calvino y sus colegas, fieles y excelentes servidores del Señor. Sin
embargo, Dios no permitió que, en razón de eso, hubiese sido postergada la edificación de
esta iglesia, sino por tres años solamente”.91 Pues bien, a partir de entonces, Calvino
prosigue con la implantación de una intensa reforma en la ciudad. Más tarde (1557), el
contaría que regreso a Ginebra con lágrimas, tristeza, ansiedad y abatimiento,
contrariando a su “aspiración e inclinación”; sin embargo él tenía dentro de sí un
sentimiento mayor de que simplemente hacer lo que deseaba; confiesa: “el bienestar de
esta iglesia, es verdad, era algo tan íntimo de mi corazón, que por su causa no vacilaría en

84
John Calvin, “Letter to Peter Viret”, John Calvin Collection, [CD-ROM], (Albany, OR: Ages
Software, 1998), nº 47].
85
Cf. W. Stanford. Reid, A Propagação do Calvinismo no Século XVI: In: W. Stanford Reid, ed.
Calvino e Sua Influência no Mundo Ocidental, p. 47; Thea B. Van Halsema, João Calvino era
Assim, p. 119ss.
86
John Calvin, “Letter to Farel”, John Calvin Collection, [CD-ROM], (Albany, OR: Ages Software,
1998), nº 73).
87
Cf. Elsie Anne Mckee, ed. John Calvin: Writings on Pastoral Piety, New York, NJ.: Paulist Press,
2001, p. 224.
88
Juan Calvino, El Carácter de Job, Sermones Sobre Job, Jenison, Michigan: T.E.L.L., 1988,
(Sermon nº 1), p. 32.
89
Cf. Daniel-Rops, A Igreja da Renascença e da Reforma: I. A reforma protestante, p. 395; Thea B.
Van Halsema, João Calvino era Assim, p. 125; Alister E. McGrath, A Vida de João Calvino, São
Paulo: Editora Cultura Cristã, 2004, p. 125.
90
John Calvin, “Letter to Farel”, John Calvin Collection, [CD-ROM], (Albany, OR: Ages Software,
1998), nº 76, p. 276-277.
91
Theodoro de Beza, A Vida e Morte de João Calvino, p. 27.
15
ofrecer mi propia vida; mi timidez, no obstante, me sugirió muchas razones para
excusarme una vez más de, voluntariamente, tomar sobre mis hombros una carga tan
pesada. Sin embargo, finalmente una solemne y concienzuda consideración para con mi
deber prevaleció y me hizo volver al rebaño del cual fuera separado”.92 Comentado el
salmo 44, hace una aplicación: “No es de extrañar si los fieles, incluso en oración, nutran
en sus corazones divergencias y emociones conflictivas. El Espíritu Santo, sin embargo,
que los habita, aliviando la violencia de su dolor, pacifica todas sus quejas y los conduce
paciente y cordialmente a la obediencia”.93 Exponiendo el Salmo 13, aplica: “es por la fe
que tomamos posesión de su providencia invisible”.94 De la misma forma, comentando el
Salmo 18, afirma: “No hay nada más miserable que una persona, en adversidad, entre en
desesperación por actuar según el mero impulso de su propia mente y no en obediencia a
la vocación divina”.95 Su tarea no fue fácil ni tranquila: en el comentario de Tito (1549) -
dedicado a sus amigos Farel y Viret -, escribió, como describiendo su propia vivencia en
Ginebra: “La edificación de una iglesia no es una tarea tan fácil que se haga posible de
hacer con que todo sea inmediata y perfectamente completado”.96 “Hoy sabemos por la
propia experiencia que lo que se requiere no es una labor de uno o dos años para levantar
una iglesia caída o una condición más o menos funcional. Aquellos que han alcanzado
diligente progreso por mucho años deben ahora preocuparse en corregir muchas cosas”.97
Calvino permanecería en Ginebra hasta el fin de su vida (27/5/1564). De hecho este fue el
deseo de los 25 consejeros que, cuando lo invitaron a volver, registraron: “Se resolvió
conservar a Calvino para siempre aquí”.98 Wallace interpreta acertadamente que “los
escritos teológicos de Calvino sobre el asunto de la providencia pueden ser
frecuentemente leídos como testimonio personal de fe que lo sustentó en la obra de su
vida”.99

92
João Calvino, O Livro dos Salmos, Vol. 1, p. 42.
93
João Calvino, O Livro dos Salmos, Vol. 2, (Sl 44.2), p. 282.
94
João Calvino, O Livro dos Salmos, Vol. 1, (Sl 13.1), p. 262.
95
João Calvino, O Livro dos Salmos, Vol. 1, p. 354.
96
João Calvino, As Pastorais, (Tt 1.5), p. 306.
97
João Calvino, As Pastorais, (Tt 1.5), p. 306.
98
Thea B. Van Halsema, João Calvino era Assim, p. 127.
99
Donald S. Wallace, Calvino, Genebra e a Reforma, São Paulo: Editora Cultura Cristã, 2003, p.
213.
16
2. El concepto de trabajo:

A. Definición:
El trabajo puede ser definido como el esfuerzo físico o intelectual, con vista a un
determinado fin. El verbo “trabajar” proviene del latin vulgar tripaliar: torturar con un
tripallium. Este es derivado de tripalis, cuyo nombre es proveniente de su propia
construcción gramatical: tres y palus (palo, madera, leña, estaca), que significaba el
instrumento de tortura de tres palos y que también servía para “golpear a los animales
rebeldes”. Los tripallium también eran instrumentos de tres palos afilados que, algunas
veces equipados con puntas de fierro, eran utilizados por los agricultores para agitar trigo,
el maíz y el lino.100 La idea de tortura evolucionó, tomando el sentido de “esforzarse”,
“laborar”, “obrar”.101 LeGoff nos llama la atención hacia una conexión interesante : la
condenación de Adán - que después de la caída obtendrían los alimentos con fatigas - y a
Eva – que daría a luz “en medio de dolores”, diciendo: ”El origen etimológico de la palabra
“trabajo” aparece con un sentido particular en la locución ‘sala de trabajo’, designando
hasta hoy la sala de parto en una maternidad”.102
Etimología aparte, debemos observar que el trabajo presenta las siguientes
características:103
a) Implica el uso de energía destinado a vencer la resistencia ofrecida por el objeto
que se quiere trasformar - intencionalidad.
b) El trabajo se propone siempre a una transformación.
c) Todo el trabajo esta ligado a una necesidad, externa o interna.
d) Todo trabajo tiene como suposición fundamental, el concepto de que el objeto
sobre el cual trabaja es, de algún modo, perfeccionable mediante el empleo de
determinada energía- esfuerzo o perseverancia.

100
Cf. Suzana Albornoz, O Que é Trabalho, 6ª ed. São Paulo: Brasiliense, 2004 (6ª reimpresión), p.
10.
101
Cf. Trabajo: In: José Pedro Machado, Dicionário Etimolôgico da Língua Portuguesa, Lisboa:
Confluência, 1956, II, p. 2098; Trabajar: In: Aurélio B.H. Ferreira, Novo Dicionário da Língua
Portuguesa, 2ª ed. rev. aum. Rio de Janeiro: Nova Fronteira, 1986, p. 1695; Antônio Geraldo da
Cunha, Dicionário Etimolôgico Nova Fronteira da Língua Portuguesa, 2ª ed. Rio de Janeiro: Nova
Fronteira, 1991, p. 779; Trabajar: In: J. Corominas, Diccionário Crítico Etimológico de la lengua
Castellana, Madrid: Editorial Gredos, (1954), Vol. 4, p. 520-521; Trabajo: In: Antonio Houaiss, ed.
Enciclopédia Mirador Internacional, São Paulo: Encyclopaedia Britannica do Brasil, 1987, Vol. 19,
p. 10963-10964; Jacques Le Goff, Trabajo: In: Jacques Le Goff & Jean-Claude Schmitt, coords.
Dicionário Temático do Ocidente Medieval, Bauru, SP/São Paulo:SP.: Editora da Universidade
Sagrado Coração/Imprensa Oficial do Estado, 2002, Vol. 2, p. 559-560.
102
Jacques Le Goff, Trabajo: In: Jacques Le Goff & Jean-Claude Schmitt, coords. Dicionário
Temático do Ocidente Medieval, Vol. 2, p. 560.
103
Ver Paul Schrecker, Work and History, 1948, Apud Trabajo: In: José Ferrater Mora, Dicionário
de Filosofia, São Paulo: Loyola, 2001, Vol. 4, p. 2903a
17
B. Perspectiva Medieval Predominante:
En la Edad Media - entre las dos tradiciones antagónicas: la greco-romanas que
desprestigia el trabajo y la cristiana que lo valoriza 104- hay de cierta forma, un retorno a la
idea griega, considerando el trabajo – en el sentido manual, (banausi/a), “arte mecánico”,
como siendo algo degradante para el ser humano,105 es inferior a (sxolh/), al ocio,
descanso, reposo, a la vida contemplativa y ociosa (sxola/zw), por un lado, y la actividad
militar por otro lado.106 En la visión de Santo Tomas de Aquino (1225-1274), el trabajo era
considerado como “éticamente neutro”.107 Según la Iglesia romana “la finalidad del
trabajo no es enriquecer, sino conservarse en la condición en la cual cada uno nació, hasta
que, de esta vida mortal, pase a la vida eterna. La renuncia del monje es el ideal al que
toda sociedad debe aspirar. Buscar riqueza es caer en el pecado de la avaricia. La pobreza
es de origen divino y de orden providencial,” interpreta Pirenne.108
Aún en la Edad Media, especialmente a partir de siglo XI, la posición ocupada por el
trabajo era regida por la división gradual de importancia social: Oradores (oratores)
(eclesiásticos), Defensores (bellatores) (guerreros) y Trabajadores (laboratores)
(agrcultores, campesinos).109 De esta forma, los eclesiásticos, en su ocio y abstracciones
“teológicas” tenían la prioridad, ocupando un lugar prominente. Biéler comenta: “El
trabajo, especialmente el trabajo creador de bienes y riqueza, o el trabajo manual, si no se
degrada más hasta el nivel de trabajo servil de la antigüedad, fue, todavía, considerado
como una necesidad temporal despreciable con relación a los ejercicios de piedad. Y
aquellos que se dedicaban a las actividades económicas y financieras, los negociantes y
banqueros, eran particularmente desconsiderados”.110
En el propio currículo de las universidades medievales era explicita la visión sin privilegios
del trabajo “… las disciplinas ‘mecánicas’ o ‘lucrativas’, víctimas del doble preconcepto de

104
Cf. Jacques Le Goff, Trabajo: In: Jacques Le Goff & Jean-Claude Schmitt, coords. Dicionário
Temático do Ocidente Medieval, Vol. 2, p. 566; Jacques Le Goff, Para um Novo Conceito de Idade
Média, Lisboa: Editorial Estampa, 1980, p. 88ss.
105
banausi/a, está asociada a la “vida y hábitos de un mecánico” (ba/nausoj); metafóricamente es
aplicada al “mal gusto” y “vulgaridad”. (Vd. Liddell & Scott, Greek-English Lexicon, Oxford:
Clarendon Press, 1935, p. 128b). Ver por ejemplo: Aristóteles, A Política, Rio de Janeiro: Editora
Tecnoprint, (s.d.), V.2.1-6. p. 141-143.
106
“La Escolástica [contribuyó] a despojar de todo prestigio y de todo valor espiritual las actividades
profesionales por la precedencia que daba a la contemplación sobre la acción” (André Biéler, O
Pensamento Econômico e Social de Calvino, São Paulo: Casa Editora Presbiteriana, 1990, p. 539).
107
Vd. Max Weber, A Ética Protestante e o Espírito do Capitalismo, São Paulo: Pioneira, 1967, p.
52ss. Había en realidad opiniones divergentes entre las órdenes eclesiásticas respecto del valor
del trabajo manual [Ver: Jacques Le Goff, Trabajo: In: Jacques Le Goff & Jean-Claude Schmitt,
coords. Dicionário Temático do Ocidente Medieval, Vol. 2, p. 568-570].
108
H. Pirenne, História Econômica e Social da Idade Média, 6a ed. São Paulo: Mestre Jou, 1982, p.
19.
109
Ver: Jacques Le Goff, Trabajo: In: Jacques Le Goff & Jean-Claude Schmitt, coords. Dicionário
Temático do Ocidente Medieval, Vol. 2, p. 568-569; José Ferrater Mora, Trabajo: In: Dicionário de
Filosofia, São Paulo: Loyola, 2001, Vol. 4, p. 2901b.
110
André Biéler, A Força Oculta dos Protestantes, São Paulo: Editora Cultura Cristã, 1999, p. 118.
Vd. Jacques Le Goff, Mercadores e Banqueiros da Idade Média, São Paulo: Martins Fontes, 1991,
passim.
18
los antiguos contra el trabajo manual y del cristianismo contra el dinero y la materia, eran
desterradas de la escuela, dejadas para los laicos pecadores e ‘iletrados’ (iliteratus que
quiere decir aquel que ignora el latín, que no estudió las artes liberales).111

3. La perspectiva de Calvino:
La Reforma se esforzó por rescatar el concepto cristiano del trabajo. Biéler, resume:
“Calvino, fundamentándose en las Escrituras, es uno de los raros teólogos en poner en
evidencia, con tanta claridad, la participación del trabajo del hombre en la obra de Dios.
De esta manera, confirió a la labor humana dignidad y valor espiritual que jamás tuvo en
la Escolástica, ni, por más fuerte razón, en la antigüedad. Este hecho irá a tener grandes
repercusiones en el desarrollo económico de las sociedades calvinistas”.112
En la ética del trabajo, Lutero (1483-1546) y Calvino (1509-1564) estaban de acuerdo en
cuanto a las responsabilidades del hombre de cumplir su vocación a través de trabajo. No
hay lugar para la ociosidad. “Cuando quiso Dios, escribió Calvino, que el hombre se
aplicase a cultivar la tierra, en la persona del hombre condenó Dios la ociosidad y la
indolencia. Por lo tanto, nada es más contrario al orden de la naturaleza, que consumir la
vida comiendo, bebiendo y durmiendo…”113. Con esto no se quiere decir que el hombre
deba ser un activista, pero sí que el trabajo es una “bendición de Dios”. Lutero tuvo una
influencia decisiva, cuando tradujo para el alemán el Nuevo Testamento (1522),
empleando la palabra “beruf” para trabajo, en lugar de “Arbeit” (palabra derivada del latin
arvus,114 terreno arable). “Beruf” – con toda la dificultad de encontrar un equivalente en
nuestra lengua-, se acentúa más el aspecto de vocación que el de trabajo propiamente tal.
Las traducciones posteriores, inglesas y francesas, tenderán a seguir el ejemplo de Lutero.
La idea que se fortaleció, es la de que el trabajo es una vocación divina.115 Calvino, dice:
“Si seguimos fielmente a nuestro llamado divino, recibiremos el consuelo de saber que no
hay trabajo insignificante o sucio que no sea verdaderamente respetado e importante
ante los ojos de Dios”116. El amor al prójimo hace que nuestro honesto trabajo no se limite

111
Jacques Verger, Universidad: In: Jacques Le Goff & Jean-Claude Schmitt, coords. Dicionário
Temático do Ocidente Medieval, Vol. 2, p. 574.
112
André Biéler, O Pensamento Econômico e Social de Calvino, p. 538-539.
113
John Calvin, Commentaries on The First Book of Moses Called Genesis, Grand Rapids,
Michigan: Baker Book House, 1996 (Reprinted), Vol. 1, (Gn 2.15), p. 125.
114
Arvus significa “arable”. Arvum significa “tierra labrada”, “campo”, “terreno”.
115
Véase, Max Weber, A Ética Protestante e o Espírito do Capitalismo, p. 52 (y notas
correspondientes); André Biéler, O Pensamento Econômico e Social de Calvino, São Paulo: Casa
Editora Presbiteriana, 1990, p. 628; Sérgio Buarque de Holanda, Raízes do Brasil, 21ª ed. Rio de
Janeiro: José Olympio Editora, 1989, p. 114; Alain Peyrefitte, A Sociedade de Confiança: Ensaio
sobre as origens e a natureza do desenvolvimento, Rio de Janeiro: Topbooks, 1999, p. 344ss.
116
João Calvino, A Verdadeira Vida Cristã, São Paulo: Novo Século, 2000, p. 77. Sin embargo:
“Como hay muchas ocupaciones que poco valen para socorrer a los hombres en sus deleites
lícitos, el apóstol les recomienda que escojan aquellas que traigan beneficio a si mismos y a su
prójimo. No necesitamos admirarnos de eso, pues si aquelas clases voluptuosas de ocupaciones
que sólo pueden traer corrupción eran denunciadas por los paganos, entre ellos Cicerón, como
siendo en extremo vergonzosas, un apóstol de Cristo las incluiría para que figurasen entre las
19
a satisfacer nuestras necesidades, sino, también, a ayudar a nuestros hermanos: “el amor
nos lleva a hacer mucho más. Nadie puede vivir exclusivamente para si mismo y ser
negligente para el prójimo. Todos tenemos que ser devotos a la acción de suplir las
necesidades del prójimo”117.
Entiende que “la indolencia y la inactividad son maldecidas por Dios”118. “Moisés añade
ahora que la tierra fue otorgada al hombre con esta condición: que se ocupase es
cultivarla, donde quiera que los hombres fueran criados, para emplearse en hacer alguna
cosa y no para estar de ociosos e indolentes. Verdad es que esa labor era bien alegre y
agradable, lejos de todo aborrecimiento y cansancio; aun, cuando Dios quiso que el
hombre se dedicase a cultivar la tierra, en la persona de él condenó todo reposo
indolente”119. Sin embargo, la gracia de Dios atenúa la severidad del castigo, adjuntando al
trabajo humano una dosis de satisfacción que debería caracterizar principalmente el
trabajo.120
Junto con eso, el trabajo está relacionado con el progreso de toda la raza humana: “Hay
modos diferentes de trabajar. Para quien ayuda a la sociedad de los hombres por la
industria, o realizando su familia, o en la administración pública o en los negocios
privados, o aconsejando, o enseñando, o de cualquier otra manera, no serán considerados
entre los inactivos. Pablo censura a aquellos zánganos perezosos que quieren vivir por el
sudor de otros, no contribuyendo así con ningún servicio en común para ayudar a la raza
humana”121. La ganancia ilícita, a través de la cual el patrimonio de nuestro prójimo es
arruinado, es, en realidad - independiente del nombre que se dé, ya que el ser humano es
experto en adjetivar la maldad con términos nobles - no es una señal de inteligencia, sino
de iniquidad: es por lo tanto, una forma de robo.122 De este modo, “no se debe hacer un
uso pervertido de los labores que otras personas emprenden en su propio beneficio”123.
A pesar que el dinero prestado con intereses sea permitido,124 el trabajo honesto, fruto de
nuestra labor es el que debe ser nuestra fuente de recursos para la mantención de

ocupaciones lícitas recomendas por Dios” [João Calvino, Efésios, São Paulo: Paracletos, 1998, (Ef
4.28), p. 146].
117
João Calvino, Efésios, (Ef 4.28), p. 146.
118
John Calvin, Commentaries on the Second Epistle to the Thessalonians, Grand Rapids,
Michigan: Baker Book House, (Calvinís Commentaries, Vol. XXI), 1996 (reprinted), (2Ts 3.10), p.
355.
119
John Calvin, Commentaries on The First Book of Moses Called Genesis, Grand Rapids,
Michigan: Baker Book House, 1996 (Reprinted), Vol. 1, (Gn 2.15), p. 125.
120
“La aspereza de esta pluma es aún atenuada por la clemencia de Dios, de suerte que por entre
los labores de los hombres hay cierta alegría mezclada, para que no sean de todo ingratos…”
[John Calvin, Commentaries on The First Book of Moses Called Genesis, Grand Rapids, Michigan:
Baker Book House, 1996 (Reprinted), Vol. 1, (Gn 3.17), p. 174]
121
John Calvin, Commentaries on the Second Epistle to the Thessalonians, Grand Rapids,
Michigan: Baker Book House, (Calvinís Commentaries, Vol. XXI), 1996 (reprinted), (2Ts 3.10), p.
355.
122
Cf. John Calvin, Commentaries on The Four Last Books of Moses, Grand Rapids, Michigan:
Baker Book House, 1996 (Reprinted), Vol. 3, (Ex 20.15), p. 110-111.
123
João Calvino, As Pastorais, São Paulo: Paracletos, 1998 (1Tm 5.18), p. 149.
124
“El lucro que obtiene alguien que presta su dinero con interés lícito, sin hacer injúria a quien
quiera que sea, no está incluído bajo el epíteto de usura ilícita. (…) En suma, una vez que
20
nuestras familias; no debemos aprovecharnos de las necesidades ajenas, viviendo
simplemente transacciones financieras. Un principio justo es que en todos las
negociaciones, haya beneficio para ambas partes. Comentando el SaImo 15.5, hace una
larga explicación sobre eso:
“En este versículo David escribe a los santos a no oprimir a su prójimo con usura, ni a
forzarlo a aceptar sobornos en favor de causas injustas. (…) Acordémonos pues, de que
toda y cualquier ganga en que una parte injustamente se empeña por recoger un lucro en
perjuicio de otra parte, cualquiera sea el nombre que le demos, aquí es condenada. (…)
Aconsejaría a mis lectores a ser precavidos de ingeniosamente inventar pretextos por los
cuales tomen provecho de sus semejantes, y para que no imaginen que cualquier cosa les
puede ser lícita, cuando para otros es grave y perjudicial”.
“Con respecto a la usura, es rarísimo encontrar en el mundo un usuario que no sea al
mismo tiempo un extorsionador y vicioso al lucro ilícito y deshonroso. Consecuentemente,
Cato desde hace mucho tiempo colocaba la práctica de la usura y el homicidio en la misma
categoría de criminalidad, pues el objetivo de esa clase de personas chupar la sangre de
otras personas. Es también algo muy extraño e deprimente que, mientras todos los demás
hombres obtienen su subsistencia por medio del trabajo, mientras los cónyuges se fatigan
en sus ocupaciones diarias y los operarios sirven a la comunidad con el sudor de su frente,
y los mercaderes no solo se empeñan en variadas labores, sino también se exponen a
muchas inconveniencias y peligros - los prestamistas se dejan llevar por la vida fácil sin
hacer cosa alguna, recibiendo tributo del labor de todas las otras personas. Además,
sabemos que, generalmente, no son los ricos los que son empobrecidos por la usura, y sí
los pobres, precisamente quienes deberías ser aliviados”125.
A) Trabajo, ahorro y frugalidad:
Calvino defendió tres principios éticos fundamentales: Trabajo, Ahorro y Frugalidad.126
Nótese que el ahorro debería tener siempre un sentido social.127 Comentando 2ª de

tengamos grabada en nuestros corazones la regla de equidad que Cristo prescribe en Mateo: “Así
que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes” [7.12], no
será necesario entrar en larga controversia en torno de la usura” [João Calvino, O Livro dos
Salmos, São Paulo: Edições Paracletos, 1999, Vol. 1, (Sl 15.5), p. 299]. En 1580, Beza, juntamente
con otros pastores, se opusieron vehementemente a la creación de un Banco en Ginebra (Ver:
André Biéler, O Pensamento Econômico e Social de Calvino, p. 239-240; R.H. Tawney, A Religião
e o Surgimento do Capitalismo, São Paulo: Editora Perspectiva, 1971, p. 124).
125
João Calvino, O Livro dos Salmos, Vol. 1, (Sl 15.5), p. 297-298.
126
Es interesante notar que en 1513, Maquiavelo (1469-1527), en su obra El Príncipe, dedicada a
Lorenzo di Medicis, dice: “…un príncipe debe gastar poco para no ser obligado a robar a sus
súbditos; para poder defenderse; para no empobrecerse, tornándose despreciable; para no ser
forzado a transformarse en ave de rapiña; y poco cuidado le da la marca de miserable; pues ese es
uno de los defectos que le da la posibilidade de bien reinar” [N. Maquiavel, O Príncipe, São Paulo:
Abril Cultural, (Os Pensadores, Vol. IX), 1973, p. 72]. (énfasis míos).
127
Véase, por ejemplo, João Calvino, As Institutas, III.7.5-6; III.10.4-5; Idem., Exposición de 2
Corintios, São Paulo: Edições Paracletos, 1995, (2Co 8), p. 165ss.; André Biéler, O Pensamento
Econômico e Social de Calvino, p. 643. (Véase, también, Hermisten M.P. Costa, As Questões
Sociais e a Teologia Contemporânea, São Paulo, 1986. En cuanto a la acción práctica de los
conceptos de Calvino en Ginebra, Véase, entre outros: W. Fred Graham, The Constructive
Revolutionary: John Calvin & His Socio-Economic Impact, Richimond, Virginia: John Knox Press,
21
Corintios 8:15, dice: “Moisés amonesta al pueblo que por algún tiempo fuera alimentado
con maná, para que supiese que el ser humano no es alimentado por medio de su propia
industria de labor, sino por la bendición de Dios. Así, en el maná, vemos claramente como
si él fuese, en un espejo, a imagen del pan ordinario que comemos. (…) El Señor no nos
prescribió un gomer o cualquier otra medida para el alimento que tenemos cada día, pero
él nos recomendó frugalidad128 y la templanza, y prohibió que el hombre se exceda por
causa de su abundancia129. Por eso, aquellos que tienen riquezas, sea por herencia o por
conquista de su propia industria y labor, deben recordar que el excedente no debe ser
usado para la intemperancia o lujuria, sino para aliviar las necesidades de los hermanos.
(…) Así como el maná, que era acumulado como exceso de ganancia o falta de fe, quedaba
inmediatamente putrefacto, así también no debemos alimentar dudas de que las riquezas
que son acumuladas a expensas de nuestro hermano son malditas, y luego perecerán, y

1971, p. 97ss.; Ronald S. Wallace, Calvino, Genebra e a Reforma, São Paulo: Editora Cultura
Cristã, 2003, passim; Alderi Souza de Matos, João Calvino e o Diaconato em Genebra: In: Fides
Reformata, São Paulo: Centro Presbiteriano de Pôs-Graduação Andrew Jumper, 2/2 (1997), p. 61-
68. La Iglesia Católica siempre condenó el lucro, a pesar de que su prática no fuera armónica con
su teoría, siendo ella misma, extremadamente rica. "El préstamo e intereses (...) siempre fueron
prohibidos al clero; la Iglesia consiguió, a partir del siglo IX, que se prohiba también a los laicos, y
reservó el castigo de ese delito a la jurisdicción de sus tribunales" (H. Pirenne, História Econômica
e Social da Idade Média, p. 19). Pirenne (1862-1935) continúa: "Es evidente que la teoría dista
mucho de la prática: los propios monasterios, a menudo, infringieron los preceptos de la Iglesia. No
obstante, esta impregnó tan profundamente al mundo con su espírito, que serán necesarios varios
siglos para que se admitan las nuevas práticas que el renascimiento econômico del futuro exigirá, y
para que se acepten, sin reservas mentales, la legitimidade de los lucros comerciales, de la
valorización del capital y de los préstamos con intereses" (Idem.,Ibidem., p. 19-20). (Vd. una
anecdota bastante ilustrativa del conflicto de la Iglesia, In: Pirenne, História Econômica e Social da
Idade Média, p. 32-33). (Véase un resumen de la práctica de intereses durante la Edad Media en
André Biéler, O Pensamento Econômico e Social de Calvino, p. 237ss). Para una visión de la
concepción y práctica en Portugal, ver: José Calvet de Magalhães, História do Pensamento
Econômico em Portugal: da Idade-Média ao Mercantilismo. Coimbra: Coimbra Editora, 1967, 537p.
Aldo Janotti, comentando sobre la superioridad intelectual y riqueza de la Iglesia romana en la
Edad Media, observa que: "La preponderancia económica se manifestaba tanto a través de la
riqueza agraria como de la monetaria: La Iglesia poseía innúmeros dominios, superiores en
extensión a los de la aristocracia laica, como también en organización, pues sólo ella tenía
hombres habilitados para establecer polípticos, tener registros de cuentas, calcular entradas y
salidas y, por consecuencia, poder equilibrarlas" (Aldo Janotti, Origens da Universidade: A
Singularidade do Caso Portugués, 2ª ed. São Paulo: Editora da Universidade de São Paulo, 1992,
p. 31).
128
“La Iglesia Romana, se sustentaba a través del ejemplo de sus gobernantes, alentando el lujo y
la ostentación; los miembros de la Iglesia Reformada debem ser económicos y modestos. (...) El
Calvinismo, en suma, significaba no solamente nueva doctrina teológica y gobierno eclesiástico,
sino una nueva escala de valores morales y un nuevo ideal de conducta social” (R.H. Taw- ney, A
Religião e o Surgimento do Capitalismo, São Paulo: Editora Perspectiva, 1971, p. 116).
129
Refiriéndose al texto de Tt 2.11-14, Calvino comenta: “El apóstol resume todas las acciones de
la nueva vida en tres grupos: sobriedad, justicia y piedad”. “Sin duda alguna, la sobriedad significa
castidade y temperanza, como también el uso puro y frugal de las bendiciones temporales,
incluyendo la paciencia en la pobreza” (João Calvino, A Verdadeira Vida Cristã, p. 33. Del mismo
modo: Institución, III.7.3). “Todo cuanto extrapola el uso natural es superficial. No que algún uso
más liberal de posesiones sea condenado como un mal en sí mismo, pero la ansiedade en torno
de ellas es siempre pecaminosa” [João Calvino, As Pastorais, (1Tm 6.8), p. 169]. Vd. también:
João Calvino, A Verdadeira Vida Cristã, p. 75; Idem., Institución, III.10.4.
22
quien las posea será arruinado juntamente con ellas, de modo que no conseguimos
imaginar que la forma de que un rico crezca es haciendo reservas para un futuro distante
y defraudando a nuestros hermanos pobres de aquella ayuda que a ellos es debida”130.
Calvino también nos advierte en cuanto al peligro de transformar nuestro trabajo en
objeto de avaricia, justamente por la falta de fe en la provisión del Señor: “Lo que nos
torna más avaros de lo que deberíamos en relación a nuestro dinero, es el hecho de ser tan
precavidos y vemos tan lejos como sea posible los supuestos peligros que nos puedan
sobrevenir, y así nos volvemos demasiado cautelosos y ansiosos, y pasamos a trabajar tan
frenéticamente como si debiésemos suplir nuestras necesidades de todo el curso de nuestra
vida, y nos parece como gran pérdida cuando una mínima parte nos es quitada. Pero aquel
que depende la bendición del Señor tiene su espíritu libre de esas preocupaciones ridículas,
mientras que, al mismo tiempo, tiene sus manos libres para la práctica de la beneficencia” 131.
B) El comportamiento Cristiano y en la riqueza y en la pobreza:
Calvino, interpretando Hebreos 13.16, entiende que los beneficios que prestamos a los
hombres se constituyen parcialmente en el culto a Dios, siendo esto una gran honra que
Dios nos concede. No amar a nuestro prójimo constituye una ofensa a Dios y a las
personas. Por otro lado, nuestro auxilio reciproco revela la unidad del Espíritu en
nosotros.
“Aunque Dios no pueda recibir de nosotros ningún beneficio, sin embargo considera
nuestro acto de invocar su Nombre como Sacrificio; además, como el principal de los
sacrificios, suple la falta de todos los demás. Junto con eso, sea cuales fueren los
beneficios que hagamos por los hombres, Dios los considera como hechos para Él mismo,
y les imprime el título de sacrificio, para que quede evidente que los elementos de la ley
son ahora no solamente superfluos, sino hasta nocivos, cada vez que nos desvían de la
forma genuina de sacrificar”.
“En suma, el significado consiste en que, si quisiéramos ofrecer sacrificios a Dios, entonces
debemos invocar su Nombre, hacer conocida su generosidad a través de las acciones de
gracia y hacer el bien a nuestros hermanos. Esos son los verdaderos sacrificios con los
cuales los verdaderos cristianos deben comprometerse; y no sobra ni tiempo ni lugar para
cualquier otro”132.
“No es una honra trivial el hecho de Dios considerar el bien que hacemos a los hombres
como sacrificios ofrecidos a Él mismo, el hecho de valorizar tanto nuestras obras, que se
las denomina de santas. Por lo tanto, donde nuestro amor no se manifiesta, no solo
130
João Calvino, Exposición de 2 Corintios, São Paulo: Paracletos, 1995, (2Co 8.15), p. 177.
Véase también, João Calvino, O Livro dos Salmos, Vol. 1, p. 45. En otro lugar: “Las Escrituras
exigen de nosotros y nos advierten a considerar que cualquier favor que obtengamos del Señor, lo
hemos recebido con la condición de que lo apliquemos en beneficio común de la Iglesia” “Tenemos
que compartir liberalmente e agradablemente todos y cada uno de los favores del Señor con los
demás, pues esto es la única cosa que nos legitima” “Todas las bendiciones que gozamos son
depósitos divinos que hemos recibido con la condición de distribuírlos a los demás” (João Calvino,
A Verdadeira Vida Cristã, p. 36).
131
João Calvino, Exposição de 2 Coríntios, (2Co 8.2), p. 167-168.
132
João Calvino, Exposição de Hebreus, São Paulo: Paracletos, 1997, (Hb 13.16), p. 394.
23
despojamos a las personas de sus derechos, sino también a Dios mismo, el cual
solemnemente dedico a Si lo que ordenó fuese hecho en favor de los hombres”133.
“Repartir con los demás tiene una referencia más amplia que hacer el bien. Incluye todos
los deberes por los cuales los hombres se auxilian recíprocamente; y es un genuino
distintivo del amor que los que se encuentran unidos por el Espíritu de Dios comunican
entre si”134.
Siguen algunos principios presentados y vivenciados por Calvino, concernientes al uso de
los bienes concedidos por Dios. Se puede percibir en sus orientaciones la fundamentación
teológica de su práctica.
Sobre la vida ejemplar de Calvino, escribe André Biéler:
“… la predicación del reformador es la prolongación de su acción. La modestia en que vive
con sus colegas es proverbial y toca los rayos de la pobreza.135 Sus providencias en favor
de los desheredados son constantes. Importuna persistentemente a los consejeros de las
ciudades para que tomen medidas para atender a los pobres. Después de la masacre de
los protestantes en Provence, en 1545, organiza personalmente una colecta general
subiendo las escaleras de los edificios repletos de refugiados136 para recoger la donación
de todos”137.
Veamos, ahora, algunos principios establecidos de la Institución.

1) En todo debemos contemplar al creador, y darle gracias:

“Así también no dejemos pasar ningún tipo de


prosperidad que nos beneficie, u otro que beneficie a
otros, sin declarar a Dios, con adoración y acción de
gracia, que reconozcamos que tal bendición proviene
de Su poder y de Su bondad” - Juan Calvino, La
Institución (1541), III.9.

133
João Calvino, Exposição de Hebreus, (Hb 13.16), p. 394.
134
João Calvino, Exposição de Hebreus, (Hb 13.16), p. 395.
135
Véase André Biéler, O Pensamento Econômico e Social de Calvino, p. 229-230. El testimonio
de Farel también es clarificatorio. Ver: André Biéler, O Pensamento Econômico e Social de Calvino,
p. 229.
136
La gran cantidad de refugiados albergados en Ginebra, contribuyó para modelar determinados
énfasis en su vida económica y el enriquecimiento de diversas profesiones. (Véase algunos
ejemplos: André Biéler, O Pensamento Econômico e Social de Calvino, p. 216ss.).
137
André Biéler, O Humanismo Social de Calvino, São Paulo: Edições Oikoumene, 1970, p. 45;
André Biéler, O Pensamento Econômico e Social de Calvino, p. 230.
24
La ingratitud para con Dios es el resultado, en parte, de nuestra desconsideración de Sus
hechos:138 ”… la desconsideración casi universal lleva a los hombres a que sean
negligentes en la adoración a Dios. ¿Por qué es que tan ciegamente olvidan las
operaciones de su mano, sino justamente porque nunca dirigen seriamente su atención
para ellas? Necesitamos ser despertados a este tema”139. Por lo tanto, debemos cultivar el
tipo de sensibilidad espiritual que nos haga ver con gratitud y adoración los hechos de
Dios en nuestra existencia, a fin de no ser injustos para con Él: “… Cuando Dios, en
cualquier tiempo, nos socorre en nuestra adversidad, cometemos injusticia contra su
nombre si tal vez olvidamos de celebrar nuestras liberaciones con solemnes
reconocimientos”140. “Dios es el autor de todo bien, entonces debemos recibir todo como
si viniese de su mano, y con incesante acción de gracias. Reconozcamos igualmente que
no habrá ninguna buena manera de hacer uso de los beneficios que generosa y
abundantemente Él derrama sobre nosotros, si no le estuviéramos dando constante loor,
con acciones de gracias”141.
La gratitud, por lo tanto, es el resultado de la compresión de que todo lo que tenemos, fue
creado por Dios a fin de que reconozcamos a su autor, rindiéndole así, gracias. “Hay veces
que pensamos que podemos alcanzar fácilmente las riquezas y la honra con nuestro
propio esfuerzo, o por medio del favor de los demás; sim embargo, tengamos presente
que estas cosas no son nada en sí mismas, y que no podemos abrir caminos por nuestros
propios medios, a menos que el Señor nos quiera prosperar”142.
Los recursos con los que disponemos deben ser un estímulo a ser agradecidos a Dios por
su generosa bondad:
“A la luz de este hecho aprendemos, también, que los que son responsables por el
presumido uso de la bondad divina, se aprovechan de ella para enorgullecerse de la
excelencia que poseen, como si la poseyeran por su propia habilidad, o como si poseyeran
por su propio mérito; mientras que su origen debería, antes, recordarles de que esto ha
sido gratuitamente dado a los que son, al contrario, criaturas viles y despreciables y
totalmente indignas de recibir algún bien de parte de Dios. Cualquier cualidad estimable,
pues, que tal vez vemos en nosotros mismos, que ella nos estimule a celebrar la soberana
e inmerecida bondad que a Dios complace en otorgarnos”143.

138
“Porque jamás somos debidamente sensibilizados de cuán deudores somos de Cristo ni
evaluamos suficientemente sua generosidad para con nosotros, hasta que la extrema infelicidad de
nuestro estado sea por él puesta delante de nuestros ojos” [João Calvino, Efésios, São Paulo:
Paracletos, 1998, p. 16].
139
João Calvino, O Livro dos Salmos, São Paulo: Paracletos, 1999, Vol. 2, (Sl 66.5), p. 624.
140
João Calvino, O Livro dos Salmos, (Sl 66.3), p. 630.
141
João Calvino, As Institutas, (1541), III.9.
142
João Calvino, A Verdadeira Vida Cristã, São Paulo: Novo Século, 2000, p. 40-41.
143
João Calvino, O Livro dos Salmos, Vol. 1, (Sl 8.4), p. 165-166.
25
2) Usemos de este mundo como si no usásemos de él:
Debemos vivir en este mundo con moderación, sin poner el corazón en los bienes
materiales, pues, tales preocupaciones nos hacen olvidar la vida celestial y de “adornar
nuestra alma con sus verdaderos atavíos”144. Comentando el Salmo 30.6 - cuando David
refleja su momentánea confianza en el reconocimiento adquirido - dice: “… David
reconoce que sido justa y merecidamente castigado por su torpe y precipitada confianza,
al olvidarse de su mortal y mutable condición de ser humano, y al poner demasiadamente
su corazón en la prosperidad”145. En otro lugar, haciendo mención del mismo pasaje,
escribe: “David afirma que la prosperidad había obnubilado de tal forma sus sentidos, que
dejó de poner sus ojos en la gracia de Dios, de la cual debería depender continuamente.
En vez de eso, creyó que podría andar por sus propias fuerzas e imagino que no caería
jamás”146.
Por lo tanto, debemos usar nuestros bienes con moderación:
“… aunque la libertad de los fieles con respecto a las cosas externas no deba ser limitada
por reglas o preceptos, sin duda debe regularse por el principio de que debe regalarse lo
mínimo posible; y, al contrario, que tenemos que estar muy atentos para cortar toda
superficialidad, toda vana ostentación de abundancia -tiene que estar lejos de la
intemperancia- y guardarse diligentemente de convertir en impedimento las cosas que se
les ha dado para que les sirvan de ayuda”147 (Jn 15.19;17.14; Fp 3:20; CI 3.1-4; Hb 11.16;
1Jn 2.15).
Debido a nuestros deseos descontrolados, debemos rogar a Dios que nos de moderación,
“pues la única forma de actuar con moderación propia es cuando Dios gobierna y preside
nuestros afectos”148.
Para que no seamos altivos, Dios que nos conoce perfectamente, preventivamente, para
que no seamos tentados, equilibra la abundancia con la amargura: “Dios modera su
dulzura de riqueza con su amargura; y no permite que la mente de Su siervo quede
demasiado encantada con esto. Y siempre que una estimación engañosa de riquezas nos
impulsa a desearla inmoderadamente, porque nosotros no percibimos los grandes
prejuicios que traen junto con ellas; deja el recuerdo de esta historia [Abraham y Lot]
ayudar a contener tal inmoderada fijación. Más allá de eso, tan frecuente el rico
encuentra cualquier dificultad que surja de su riqueza; hace que aprenda a purificar su
mente por este remedio, que ellos pueden tornarse excesivamente devotos a las cosas
buenas de la presente vida. Y verdaderamente, a menos que el Señor ocasionalmente
ponga refreno en los hombres, ¿a qué profundidad no caerán cuando abandonen su
prosperidad? Por otro lado, si nosotros somos oprimidos con pobreza, nos hace saber
que, por este método también, Dios corrige los males ocultos de nuestra carne. Y por fin,

144
Juan Calvino, Institución de la Religión Cristiana, Rijswijk, Países Bajos: Fundación Editorial de
Literatura Reformada, 1967 (Nueva Edición Revisada), III.10.4.
145
João Calvino, O Livro dos Salmos, Vol. 1, (Sl 30.6), p. 631.
146
João Calvino, A Verdadeira Vida Cristã, p. 47.
147
J. Calvino, Institución, III.10.4.
148
João Calvino, O Livro dos Salmos, São Paulo: Parakletos, 2002, Vol. 3, (Sl 106.14), p. 678.
26
permite que aquellos que tienen abundancia se acuerden de que están rodeados de
espinos y tomen mucho cuidado para no ser picados”149.

3) Soportemos la pobreza; usemos moderadamente la abundancia:


Siguiendo lo que Pablo dice a los Filipenses: “Tanto sé estar humillado, como también
serhonrado…” (Fp 4.12), comenta:
“Quien sufre la pobreza con impaciencia, muestra el vicio contrario en la abundancia.
Quiero decir con esto que quien se avergüenza de andar pobremente vestido, se
vanagloria de verse ricamente ataviado; que quien no se contenta con una mesa humilde,
se atormentara con un deseo de otras más rica y abundante”150.
“El pobre debería aprender a ser paciente bajo las privaciones, para que no sea
atormentado con una excesiva pasión por las riquezas”151.
”Debemos aprender a superar la pobreza quieta y pacientemente, y disfrutar de la
abundancia con moderación”152.
“Para asegurarnos que la suficiencia *divina+ nos satisface, aprendamos a controlar
nuestros deseos de modo a no querer más de lo que es necesario para la mantención de
nuestra vida”153.
Nuestro deseo descontrolado nos coloca en oposición directa a la bondad de Dios: “Todo
aquel que se permite desear más de lo que es necesario, francamente se pone en directa
oposición a Dios, ya que todas las lujurias carnales se oponen directamente”154.
La tendencia es llenarnos de orgullo con la abundancia y deprimirnos con la carencia. Para
muchos de nosotros, no ensoberbecernos con la riqueza puede ser más fácil que no
desesperarse con la pobreza.155 “Aquel que es impaciente bajo la privación, manifestará
vicio opuesto cuando estuviese en medio del lujo”156. Pablo sabia, por experiencia propia,
reaccionar de modo santo en ambas circunstancias. En todo Pablo era agradecido a Dios
(1Ts 5.18), sabiendo que en Cristo podría soportar y vencer cualquier situación. Calvino
observa que tenemos que usar moderadamente los recursos que Dios nos dio, para que
no caigamos en la torpeza del exceso, de la vanagloria y de la arrogancia (Rm 13.14).157
“Los bienes terrenales a la luz de nuestra natural perversidad, tienden a ofuscar nuestros

149
John Calvin, Commentaries on The First Book of Moses Called Genesis, Grand Rapids,
Michigan: Baker Book House, 1996 (Reprinted), Vol. 1, (Gn 13.5), p. 369.
150
Juan Calvino, Institución, III.10.5. Calvino entendía que: “Cuando depositamos nuestra
confianza en las riquezas, la verdad es que estamos transfiriendo a ellas las prerrogativas que
pertenecen exclusivamente a Dios” [João Calvino, As Pastorais, (1Tm 6.17), p. 182].
151
João Calvino, A Verdadeira Vida Cristã, p. 74.
152
João Calvino, A Verdadeira Vida Cristã, p. 73.
153
João Calvino, As Pastorais, (1Tm 6.8), p. 169.
154
João Calvino, O Livro dos Salmos, Vol. 3, (Sl 106.14), p. 678
155
Vd. John Calvin, Commentary on the Epistle to the Philippians, Grand Rapids, Michigan: Baker
Book House, 1996, (Calvinís Commentaries, Vol. XXI), (Fp 4.12) p. 124.
156
João Calvino, A Verdadeira Vida Cristã, p. 74.
157
Juan Calvino, Institución, III.10.3.
27
ojos y a llevarnos al olvido de Dios, y por tanto debemos considerar, poniendo atención en
especial a esta doctrina: todo cuanto poseemos, por más que parezca digno de la mayor
estima, no debemos permitir que oscurezca el conocimiento del poder y de la gracia de
Dios”158.
Calvino insiste en el punto de que aquellos que no aprendieran a vivir en la pobreza,
cuando sean ricos, revelarán su arrogancia y orgullo. El apóstol Pablo se constituye en un
ejemplo de simplicidad en cualquier situación (Fp 4.12).
El también entiende que en la pobreza es que tendemos a volvernos más humildes y
fraternos. Debemos aprender a repartir y, también, a ser asistidos por nuestros hermanos:
“Todas las personas desean poseer bastante para ahorrarse el depender del auxilio de los
hermanos. Pero cuando nadie posee lo suficiente para sus necesidades personales,
entonces surge un vínculo de comunión y solidaridad, pues cada uno se ve forzado a pedir
prestado de los otros. Admito, pues, que la comunión de los santos sólo es posible cuando
cada uno se ve contento con su propia medida, y todavía reparte con sus hermanos las
dadivas recibidas, y en contra partida admite ser también asistido por las dádivas
ajenas”159.
A los pastores y creyentes en general, Calvino presenta una recomendación:
“Los ministros debiesen vivir contentos con una mesa humilde, y deben evitar el peligro
del regalo y del fausto. Por lo tanto, hasta donde sus necesidades lo requieran, que los
creyentes consideren toda su propiedad como a disposición de los piadosos y santos
maestros”160.

158
João Calvino, O Livro dos Salmos, Vol. 2, (Sl 48.3), p. 355-356.
159
João Calvino, Exposição de Romanos, São Paulo: Paracletos, 1997, (Rm 12.6), p. 430.
160
João Calvino, Gálatas, São Paulo: Paracletos, 1998, (Gl 6.6), p. 181.
28
4. Somos administradores de los bienes de Dios:

“Visto que nuestro Padre celestial nos concede


todas las cosas por su libre gracia, debemos
ser imitadores de su graciosa benevolencia,
practicando también actos de bondad en favor
de otros; y en razón de que nuestros recursos
vienen de él, no somos más que
administradores de los dones de su gracia”-
Juan Calvino, Exposición de 2 Corintios (2Co
8.4).p.169
A) Todo pertenece a Dios:
La Biblia nos enseña que todas las cosas nos son dadas por la benignidad de Dios y son
destinadas a nuestro bien y provecho. De este modo, todo lo que tenemos se constituye
en un depósito del que un día tendremos que rendir cuenta. “Tenemos, pues, que
administrarlas como si de continuo resonase en nuestros oídos aquella sentencia: ‘Da
cuentas de tu mayordomía’ (Lc 16.2)”161. Dios nos concede bienes para que las
gerenciemos; Él continúa siendo el Señor de todo: “Cuando Dios nos envía riquezas no
renuncia a su titularidad, ni deja de tener señorío sobre ellas (como lo debe tener) por ser
el Creador del mundo. (…) Y además que los hombres poseen cada uno su porción según
Dios los ha engrandecido mediante los bienes de este mundo, no obstante, Él siempre
continuará siendo Señor y dueño de todo”162. Por lo tanto, “el uso legítimo de todos estos
bienes lleva consigo comunicarlos amistosa y liberalmente con nuestro prójimo. Ninguna
regla más cierta ni más sólida podía imaginarse para mantener esta comunicación, que
cuando se nos dice que todos los bienes que tenemos nos los ha dado Dios en depósito, y
que los ha puesto en nuestras manos con la condición de que usemos de ellos en
beneficio de nuestros hermanos (1ª Pe 4.10)”163.

161
J. Calvino, Institución, III.10.5. Ver también John Calvin, Commentaries on The First Book of
Moses Called Genesis, Grand Rapids, Michigan: Baker Book House, 1996 (Reprinted), Vol. 1, (Gn
2.15), p. 125.
162
Juan Calvino, El Señor dio y El Señor quitó: In: Sermones Sobre Job, Jenison, Michigan:
T.E.L.L., 1988, (Sermon nº 2), p. 42.
163
João Calvino, As Institutas, III.7.5.
29
B) El sentido de la riqueza:
“Los creyentes gozan de genuina riqueza
cuando confían en la providencia divina que
los mantiene con suficiencia y no se
desvanecen en hacer el bien por falta de fe.
(…) Nadie es más frustrado o carente que
aquel que vive sin fe, cuya preocupación con
sus posesiones diluye toda su paz” – Juan
Calvino, Exposición de 2ª Corintios, (2ª Co
9.11), p.193-194.
Para Calvino la riqueza residía en no desear más de lo que se tiene y la pobreza, lo
opuesto.164 A su vez, también entendía que la prosperidad podría ser una trampa para
nuestra vida espiritual: “Nuestra prosperidad es semejante a la embriaguez que adormece
las almas”165. “Aquellos que se aferran a la adquisición de dinero y que usan la piedad
para acopiar lucros, son culpables de sacrilegio”166. De ahí que, para nuestro bien, el Señor
nos enseña, a través de varias lecciones, la vanidad de esa existencia.167 Los siervos de
Dios no pueden ser reconocidos simplemente por la riqueza. Esclareciendo una
interpretación errada de Eclesiastés 9.1, afirma: “Si alguien quisiera juzgar por las cosas
presentes a quién ama Dios y a quién Dios aborrece, trabajará en vano, ya que la
prosperidad y la adversidad son comunes al justo y al impío, al que sirve a Dios y al que
Dios le es indiferente. De donde se infiere que no siempre Dios declara amor a los que Él
hace prosperar temporalmente, como tampoco declara odio a los que Él aflige”.168

164
Confieso, en efecto, que no soy pobre; pues no deseo más de aquello que poseo” (João
Calvino, O Livro dos Salmos, Vol. 1, p. 46). “Nuestra codicia es un abismo insaciable, a menos que
sea ella restringida; y la mejor forma de mantenerla bajo control es no deseando nada más de lo
necesario impuesto por la presente vida; pues la razón por la cual no aceptamos ese límite está en
el hecho de nuestra ansiedad abarcar mil y una existencias, las cuales vanamente soñamos sólo
para nosotros” [João Calvino, As Pastorais, (1Tm 6.7), p. 168].
165
Juan Calvino, El Uso Adecuado de la Afliccion: In: Sermones Sobre Job, Jenison, Michigan:
T.E.L.L., 1988, (Sermon nº 19), p. 227. “Ciertamente, el marfil, el oro y las riquezas son buenas
criaturas de Dios, permitidas, y hasta destinadas al uso de los hombres; también en ningun lugar
se prohíbe al hombre reír o saciarse o adquirir nuevas propiedades o deleitarse con instrumentos
musicales o beber vino. Es cierto. Pero, cuando alguien goza abundancia de bienes, si se deja
dominar por las cosas que le causan deleite, embriagar su alma y su corazón con los placeres de
esta vida y vivir buscando otros nuevos, muy lejos estará del uso santo e legítimo de los dones de
Dios” [João Calvino, As Institutas, (1541), IV.14]. Ver también: João Calvino, O Livro dos Salmos,
Vol. 1, (Sl 30.6), p. 631; As Pastorais, (1Tm 6.17), p. 181.
166
João Calvino, As Pastorais, (1Tm 6.6), p. 168. “Todos cuantos tienen como su ambicioso
objetivo la adquisición de riquezas se entregan al cautiverio del diablo” [João Calvino, As Pastorais,
(1Tm 6.8), p. 169].
167
Vd. João Calvino, A Verdadeira Vida Cristã, p. 60.
168
João Calvino, As Institutas, (1541), II.4. Esta misma línea argumentativa es seguida en outro
lugar: “Donde, pues, el temor de Dios no prevalece, la confianza en la prosperidad consiste en el
menosprecio y burla de su inmensurable generosidad. De esto se deduce que aquellos que Dios
ha liberado en esta vida, recibirán sobre si la aplicación de un castigo más severo, considerando
que han sumado su rechazo a la invitación paternal de Dios a sus demás perversidades. A pesar
que todos los favores divinos sean inumerables pruebas de su paternal bondad, aún así,
30
Comentanto el Salmo 62.10, dice: “Poner el corazón en las riquezas significa más que
simplemente codiciar la posesión de ellas. Implica ser tomado por ellas para nutrir una
falsa confianza. (…) Es invariablemente observado que la prosperidad y la abundancia
engendran un espíritu altivo, llevando rápidamente a los hombres a nutrir la presunción
en su actuar delante de Dios, y a precipitarse en lanzar injuria contra sus semejantes. Pero
en realidad, el peor efecto a ser temido de un espíritu ciego y desvergonzado de ese
género es que, en la intoxicación de la grandeza externa, somos llevados a ignorar cuán
frágiles somos, y cuán soberbia e insolentemente nos exaltamos contra Dios”169. Él
considera la codicia de dinero como un “plaga” que, conforme nos enseña Pablo (1ª Tm
6.10), trae muchos males: “Los que sufren de esa plaga gradualmente se degeneran hasta
renunciar completamente a la fe”170.
Debemos en todas las cosas ser agradecidos a Dios, quien nos da todo lo que tenemos,
usando con prudencia los bienes que Él nos concede para su servicio. “Cuánto más
liberalmente Dios trate a alguien, más prudentemente debe vigilar para no ser atrapado
en tales redes”171. Según vimos , “cuando depositamos nuestra confianza en las riquezas,
en verdad estamos transfiriendo hacia ellas las prerrogativas que pertenecen
exclusivamente a Dios”172. Nuestra riqueza está en Dios, quien soberanamente nos
bendice.173 Por lo tanto, “… es una tentación muy grave evaluar a alguien el amor o favor
divinos según la medida de la prosperidad terrena que esa persona alcanza” 174. Del mismo
modo, las aflicciones no deben ser vistas de forma mística ni supersticiosa: “Es
ciertamente un error muy común entre los hombres mirar a los que se creen oprimidos
con angustias como si fuesen condenados y réprobos. Visto que, de un lado, la mayoría de
los hombres, juzgando el favor divino por el prisma de un estado incierto y transitorio de
prosperidad, aplaudan a los ricos y aquellos para quien, como dicen, la fortuna les sonríe.
Y entonces, de otro lado, actúan con desprecio en relación a los que enfrentan el
infortunio y la miseria, y neciamente imaginan que Dios los odia por no ejercer clemencia
para con ellos como lo hace a favor de los réprobos. El error del cual hablamos consiste en
que la actitud de juzgar injusta e impíamente es algo que ha prevalecido en todas las eras

considerando que a veces Él tiene diferentes objetivos en vista, los impíos se equivocam al
vangloriarse de su prosperidad, como si fuesen benditos de Dios, al mismo tiempo que este
paternal y liberalmente los sustenta” [João Calvino, Romanos, 2ª ed. São Paulo: Parakletos, 2001,
(Rm 2.4), p. 81-82]. Ver también: João Calvino, O Livro dos Salmos, Vol. 1, (Sl 17.14), p. 346.
169
João Calvino, O Livro dos Salmos, Vol. 2, (Sl 62.10), p. 580.
170
João Calvino, As Pastorais, (1Tm 6.10), p. 170.
171
João Calvino, O Livro dos Salmos, Vol. 1, (Sl 30.6), p. 633.
172
João Calvino, As Pastorais, (1Tm 6.17), p. 182.
173
“… la gloria de Dios debe resplandecer siempre y nítidamente en todos los dones con los cuales
tal vez Dios se agrade en bendecirnos y en adornarnos. De manera que podemos considerarnos
ricos y felices en él, y en ninguna otra fuente” [João Calvino, O Livro dos Salmos, Vol. 2, (Sl 48.3),
p. 356].
174
João Calvino, O Livro dos Salmos, Vol. 1, (Sl 17.14), p. 346. Por el contrario, en otros lugares,
dice: “Si, entonces, nosotros hemos cometido fornicación contra Dios, toda nuestra prosperidad
deberia ser mantenida bajo sospecha; por esta desobediencia, abusando de las bendiciones de
Dios” [John Calvin, Calvinís Commentary, Grand Rapids, Michigan: Baker Book House, 1996
(Reprinted), Vol. XIII, (Os 9.1) p. 309]. “La prosperidad es como el moho o el óxido” [John Calvin,
Calvinís Commentary, Vol. XV, (Zc 13.9) p. 403].
31
del mundo. Las Escrituras en muchos pasajes clara y distintamente afirman que Dios, por
varias razones, prueba a los fieles con adversidades, en una ocasión para ejercitarlos en la
paciencia, en otra para subyugar las inclinaciones pecaminosas de la carne, e incluso en
otras para purificarlos de los residuos que restan de las pasiones de la carne, las cuales
aún persisten en ellos; a veces para humillarlos, a veces para hacer de ellos un ejemplo
para otros, e incluso otras veces para instarlos a la contemplación de la vida celestial”175.
Esto porque, “Riquezas y otras comodidades mundanas deben ser vistas como otorgando
alguna experiencia del favor y benevolencia divinas, pero no se reduce de ahí que los
pobres sean objeto del desagrado divino; tener un cuerpo saludable y buena salud son
bendiciones de Dios, sin embargo no debemos concebir que eso constituya prueba de que
la debilidad y la enfermedad deban ser consideradas con desaprobación”176. En cuanto al
dinero, como todo lo que tenemos proviene de Dios, “el dinero en mi mano es tenido
como mi acreedor, siendo yo, como de hecho soy, su deudor”177. Somos siempre e
integralmente dependientes de Dios: “Un verdadero cristiano no deberá atribuir ninguna
prosperidad a su propia diligencia, trabajo o buena suerte, sin antes tener presente que
Dios es quien prospera y bendice”178.
Jesucristo es quien nos pedirá cuentas. El mismo Jesús, que en su vida terrenal vivió de
forma sobria y modesta, combatiendo todo exceso, soberbia, ostentación y vanidad.
“Por lo tanto, al hacer el bien a nuestros hermanos y mostrarnos humanitarios, tengamos
en mente esta regla: que de todo cuanto el Señor nos ha dado, con lo que podamos
ayudar a nuestros hermanos, somos administradores; que estamos obligados a dar cuenta
de cómo lo hemos realizado; que no hay otra manera de administrar debidamente lo que
Dios pone en nuestras manos, que adherirse a la regla de la caridad. De ahí resultará que
no solamente juntaremos al cuidado de nuestra propia utilidad la diligencia en hacer el
bien a nuestro prójimo, sino que incluso subordinaremos nuestro provecho a los
demás”179.
C) La justa gracia de compartir con alegría:
“Notemos bien cómo podemos ser siempre
liberales incluso cuando nos hundimos en la
más terrible pobreza, si suplimos las
deficiencias de nuestras carteras por la
generosidad de nuestros corazones” – Juan
Clavino, Exposición de 2ª Corintios (2ª Co 8.2),
p. 167

175
João Calvino, O Livro dos Salmos, Vol. 2, (Sl 41.1), p. 240-241.
176
João Calvino, O Livro dos Salmos, Vol. 3, (Sl 91.15), p. 458.
177
João Calvino, O Livro dos Salmos, Vol. 2, (Sl 56.12), p. 504.
178
João Calvino, A Verdadeira Vida Cristã, p. 42.
179
J. Calvino, Institución, III.7.5. Ver también André Biéler, O Humanismo Social de Calvino, p. 72-
74.
32
La grandeza de nuestro trabajo no está simplemente en lo que hacemos, sino cómo y con
cual objetivo lo hacemos. Es agradable a Dios que a través de nuestro trabajo, la sociedad
sea beneficiada.180
Calvino entiende que el acto de repartir lo que tenemos consiste en una práctica de
justicia relacionada al propósito de nuestra existencia: “Así como no nacemos únicamente
para nosotros mismos, también el cristiano no debe vivir únicamente para si mismo, ni
usar lo que posee solamente para sus propósitos particulares o personales”. Continúa: “Ya
que dar asistencia a las necesidades de nuestro prójimo es una parte de la justicia – y de
forma alguna es la menor parte -, los que son negligentes con esta parte de su deber
deben ser tenidos en cuenta con los injustos”181. Nuestra “riqueza”, o sea, suficiencia,
como resultado de la bondad de Dios, tiene un sentido social: “El Señor administra en
nuestro favor tanto cuanto nos es provechoso, a veces más y a veces menos, pero siempre
en la medida en que estemos satisfechos y que vale mucho más que tener el mundo
entero y ser consumidos. Dentro de esta suficiencia debemos ser ricos para el bien del
otro. Porque Dios no nos hace el bien con el fin de que cada uno de nosotros guarde para
sí mismo lo que recibe, sino para que haya mutua participación entre nosotros, de
acuerdo con las necesidades”182. La ayuda a nuestros hermanos sólo se hace posible
cuando nos despojamos de la primacía de nuestros intereses personales; cuando
renunciamos a nuestro derecho en pro del otro.183 “Que este sea nuestro principio en lo
que concierne a una actitud buena y humana: somos administradores, con todo lo que el
Señor nos ha dado, de lo que puede ser útil a nuestro prójimo. Tendremos que dar
cuentas, un día, de la manera en que nos hemos empleado en nuestro cargo. Además, la
única manera de actuar con lo que se nos ha confiado es seguir la sola regla del amor. La
consecuencia será no solo que uniremos el cuidado debido a nuestro prójimo con el de
nuestros propios intereses, sino que someteremos nuestro interés al de los demás”184.
Ayudar a los necesitados debe ser entendido no como la perdida de algún bien, sino como
un privilegio que nos es concedido por la gracia de Dios, que nos capacita a ser generosos
y a soportar con paciencia las tribulaciones. “Los miembros de Cristo tienen el deber de
servir unos a otros, de manera que, cuando nos disponemos a socorrer a nuestros
hermanos, no hacemos más que desempeñar el ministerio que es también deber de ellos.
Por otro lado, ser negligentes con los santos, cuando necesitan de nuestro auxilio, es algo
más que la simple ausencia de bondad; es usurparlos de aquello que les es debido” 185. En
otro lugar: “Aunque es universalmente consensuado que es una virtud loable prestar

180
Cf. John Calvin, Commentary on a Harmony of the Evangelists, Grand Rapids, Michigan: Baker
Book House, 1996 (Reprinted), Vol. 2, (Mt 25.24), p. 444.
181
João Calvino, Exposição de 2 CorÌntios, (2Co 9.10), p. 193.
182
João Calvino, Exposição de 2 CorÌntios, (2Co 9.8), p. 191.
183
Cf. João Calvino, As Institutas, III.7.5.
184
João Calvino, As Institutas, III.7.5.
185
João Calvino, Exposição de 2 CorÌntios, (2Co 9.1), p. 186-187. Beza narra que con el gran
crescimiento de la iglesia en Ginebra, compuesta intensamente de inmigrantes, “dio origen a que
los extranjeros que aqui vengan a radicarse formasen una asociación con el objetivo de
subvencionar las necesidades de sus pobres, para que la ciudad no fuese sobrecargada en
demasía” (Theodoro de Beza, A Vida e Morte de João Calvino, Campinas, SP.: Luz para o
Caminho, 2006, p. 38).
33
ayuda al necesitado, no todos los hombres consideran el dar como una ventaja, ni
tampoco lo atribuyen a la gracia de Dios. Al contrario de eso, creen que alguna cosa suya,
al ser regalada, se pierde.186 Sin embargo, Pablo declara que cuando prestamos auxilio a
nuestros hermanos, debemos atribuirlo a la gracia de Dios, y debemos considerarlo un
extraordinario privilegio que debe ser buscado con ardor. (…) Los hombres rápidamente
fracasan cuando no son sustentados por el Espíritu del Señor, que es el autor de toda
consolación, y una empedernida carencia de fe nos permea y nos mantiene apartados de
todos los deberes de amor hasta que superemos todo eso por la gracia del mismo
Espíritu”187.
Sin embargo, esta ayuda no podrá ser con arrogancia; antes debe ser practicada con
amor, preparación, humildad, cortesía, simpatía y alegría. Por otra parte, solamente así
nuestras limosnas se transforman en un sacrificio agradable a Dios “La limosna es un
sacrificio agradable a Dios. Pues cuando dice que Dios ama al dador alegre, deduce lo
contrario, o sea: que Dios rechaza la restricción y la coerción. No es su voluntad
dominarnos como tirano; Él nos revela como Padre, por lo tanto requiere de nosotros la
espontánea obediencia de hijos”.188
Sin embargo, Calvino constata con tristeza:
“Casi nadie es capaz de dar una miserable limosna sin una actitud de arrogancia o desdén.
(…) Al practicar una caridad, los cristianos deberían tener más que un rostro sonriente,
una expresión amable, un lenguaje adecuado.
En primer lugar, deberían colocarse en lugar de aquella persona que necesita ayuda, y
empatizar con ella como si fuesen ellos mismos los que estuviesen sufriendo. Su deber es
mostrar una verdadera humanidad y misericordia, ofreciendo su ayuda con
espontaneidad y rapidez como si fuese para sí mismos.
La piedad que surge del corazón hará que se desvanezca la arrogancia y el orgullo, y nos
previene de tener una actitud de reprobación o desdén para con el pobre y el
necesitado”189.

186
Cuando hacemos el bien, nada perdemos. Es Dios mismo quien nos recompensa en la
eternidad y aquí: “Lo que sale de nosotros para alguien, parece disminuir lo que poseemos, pero el
tiempo de la cosecha vendrá, cuando los frutos aparecerán y serán recogidos. Porque el Señor
considera lo que es donado a los pobres como siendo donado a Él mismo, y un día devolverá al
donador con altos intereses. (...) Esta cosecha debe ser entendida tanto en términos de
recompensa espiritual como también siendo una referencia a las bendiciones terrenales con las
que el Señor bendice al benefactor. No es solamente en el cielo que el Señor recompensará los
hechos nobles del justo, sino incluso lo hará en este mundo” [João Calvino, Exposição de 2
Coríntios, (2Co 9.6), p. 189].
187
João Calvino, Exposição de 2 Coríntios, (2Co 8.1), p. 166.
188
João Calvino, Exposição de 2 Coríntios, (2Co 9.7), p. 190. Comentando Romanos, analizando
una posibilidad de interpretación de la palabra “liturgia” empleada por Pablo, escribe: “Pablo, estoy
plenamente seguro, se está refiriendo a algún tipo de sacrificio hecho por los creyentes, cuando
dan de su propia subsistencia para mitigar la pobreza de sus hermanos. Al quitar una deuda de
amor, a la cual se hallaban empeñados, ofrecen a Dios, al mismo tiempo, un sacrificio de olor
fragante” [João Calvino, Romanos, 2ª ed. São Paulo: Parakletos, 2001, (Rm 15.27), p. 514-515].
189
João Calvino, A Verdadeira Vida Cristã, p. 39.
34
En nuestra beneficencia, nada debemos esperar a cambio, a pesar de ser esta una práctica
común. Por otra parte, “cuando damos nuestras limosnas, nuestra mano izquierda debe
ignorar lo que la mano derecha hace”190. Comentando el Salmo 68 enfatiza que el Dios de
la gloria es también el Dios misericordioso; en seguida observa la actitud pecaminosa
común a los hombres: “Generalmente distribuimos nuestras atenciones donde esperamos
ser retribuídos. Damos preferencia a posición y esplendor, y despreciamos o descuidamos
a los pobres”191. ¿Y cuánto a la ingratitud tan común al género humano? Bien, en nuestra
ayuda a nuestros hermanos no debemos preocuparnos con eso, en vista que “a pesar que
los hombres sean ingratos, de modo que parezca que hemos perdido lo que les damos,
debemos perseverar en hacer el bien”192. Y más: “… no dependemos de la gratitud
humana, pero sí de Dios que se coloca en lugar del pobre como deudor, para que un día
venga a restituirnos lleno de solicitud, tanto cuando distribuimos…”193.
D) El valor de cada uno:
Las personas deben ser evaluadas no por su dinero, sino por su piedad. Los piadosos
aprenden a reverenciar e imitar los genuinos siervos de Dios:
“Aprendemos, pues, a no evaluar una persona por el prisma de su estado o de su dinero,
ni por el prisma de sus honras transitorias, sino evaluarla por el prisma de su piedad o de
su temor a Dios. Y ciertamente que nadie jamás aplicará verdaderamente su intelecto al
estudio de la piedad que, al mismo tiempo, también no reverencie a los siervos de Dios;
de la misma forma, por otro lado, el amor que nutrimos por ellos nos incita a imitarlos en
su santidad de vida”.194

190
John Calvin, Calvinís Commentaries, Grand Rapids, Michigan: Baker Book House Company,
1996 (Reprinted), Vol. XVIII, (At 5.1), p. 196.
191
João Calvino, O Livro dos Salmos, Vol. 2, (Sl 68.4-6), p. 645.
192
João Calvino, Exposição de 2 Coríntios, (2Co 8.10), p. 173. “Es realmente verdad que no hay
nada que duela tanto a los que poseen una disposición mental ingenua, que cuando los perversos
e impíos los recompensen de forma un tanto deshonrosa e injusta. Pero cuando ponderan en esta
consoladora consideración de que Dios no es menos ofendido con tal ingratitud de lo que aquellos
a quien se hace injuria, ellos no tienen ninguna justificación al herirse con tanto exceso” [João
Calvino, O Livro dos Salmos, Vol. 2, (Sl 38.19-20), p. 192].
193
João Calvino, Exposição de 1 Coríntios, (1Co 16.2), p. 500.
194
João Calvino, O Livro dos Salmos, Vol. 1, (Sl 15.4), p. 294. Véase también: João Calvino, O
Livro dos Salmos, Vol. 1, (Sl 17.14), p. 346; Vol. 2, (Sl 41.1), p. 240-241.
35
5. Socorro y oración
De la Oración del Señor, Calvino extrae el principio de que debemos preocuparnos con
todos los necesitados. Sin embargo, sabiendo de la imposibilidad de conocer a todos y de
tener los recursos para ayudar a todos los que conocemos, dice que la ayuda no excluye la
oración ni la oración a la ayuda. Por lo tanto debemos orar por todos:
“El mandamiento de Dios que nos obliga a socorrer la indigencia de los pobres es
mandamiento general. Y aún, los que obedecen a ese mandamiento y con este fin hacen
misericordia extendiendo sus bienes a todos los que ellos ven o saben que tienen
necesidad, no obstante no dan ayuda a todos los que tienen igual necesidad, o por no
poder conocerlos a todos, o porque no tienen medios suficientes para suplirlos. De igual
modo, no contrarían la voluntad de Dios aquellos que, considerando y teniendo en mente
la sociedad común de la iglesia, la comunidad cristiana, hacen uso de las oraciones
particulares por medio de las cuales, con palabras particulares, mas con espíritu amplio y
afecto común, encomiendan a Dios a si mismos o a otros, cuya necesidad Él les quiso dar a
conocer más de cerca. Si bien que ni todo lo que se dice sobre la oración es semejante a
hacer caridad. Porque no podemos socorrer con nuestros bienes sino a aquellos cuya
pobreza conocemos, mas debemos y podemos ayudar por la oración incluso a aquellos de
los cuales no tenemos conocimiento, y que están distantes de nosotros por cualquier
distancia que haya en el tiempo y en el espacio. Eso se hace por causa de la amplitud
general de las oraciones, amplitud que incluye a todos los hijos de Dios, número de los
cuales ellos también están incluidos”195.
6. Una advertencia general:
Comentando el 9º mandamiento, “No hurtarás”, admite que “hay muchas especies de
ladrones”; sin embargo, no quiere profundizar mucho “haciendo una lista de las diferentes
clases de hurtos y robos”. Resume entonces:
“…todos los medios utilizados por los hombres para enriquecimiento con prejuicio de
otros, apartándose de la sinceridad cristiana, que debe ser mantenida con cariño, y
actuando con fingimiento y astucia, engañando y perjudicando al prójimo – los que así
proceden deben ser considerados ladrones. Aunque los que obran de ese modo muchas
veces ganen en la defensa de su causa delante de un juez, Dios no los considerará como
otra cosa sino como ladrones. Porque Él ve las trampas que personas de la alta sociedad
de lejos arman para atrapar gente simple en sus redes; Él ve los pesados impuestos y tasas
que los grandes de la tierra imponen a los pequeños, para oprimirlos; Él ve cómo son
venenosas las lisonjas utilizadas por aquellos que quieren destruir al prójimo por medio de
mentiras y otras formas de falsedad. Esas cosas generalmente no llegan al conocimiento
de los hombres.
“Además de eso, la transgresión de este mandamiento no es solamente perjudicara
alguien en cuanto a dinero, comercio o derecho de propiedad, sino también al no atender

195
João Calvino, As Institutas da Religião Cristã: edição especial com notas para estudo e
pesquisa, São Paulo: Cultura Cristã, 2006, Vol. 3, (IX.37), p. 121.
36
cualquier deber nuestro y cualquier derecho del prójimo. Porque tanto defraudamos a
nuestro prójimo usurpando sus bienes, como negando los servicios que le debemos
prestar. Así, si un procurador o un mayordomo o administrador, en vez de asegurar los
bienes entregados a su cuidado, vive ociosamente sin preocuparse con su deber de
procurar el bien de aquel que le ha dado el sustento; si desperdicia o mal emplea lo que le
fue confiado, o gasta en cosas superfluas; si el empleado se burla de su jefe o patrón, si
divulga sus secretos o si planea algo contra los bienes de él o contra su reputación o
contra su vida [Rm 13.1; 1Pe 2; Tt 3]; si por otro lado el jefe o patrón o padre trata
inhumanamente a sus subordinados o a su familia, para Dios es un ladrón. Porque aquel
que no practica lo que su vocación le manda a hacer por los otros, con eso retiene lo que
pertenece a otros”196.
En 1562 Calvino escribe esta oración para ser hecha antes del trabajo:
“Nuestro buen Dios, Padre y salvador, una vez que a ti te plació ordenar que trabajemos
para poder atender a nuestra indigencia por tu gracia, de tal modo bendice nuestro labor,
que tu bendición se extienda hasta nosotros, sin la cual nadie podrá prosperar en el bien,
y que tal favor nos sirva para testimonio de tu bondad y asistencia merced de la cual
reconozcamos el paternal cuidado que tienes de nosotros. Además, Señor, que te plazca
asistirnos por tu Espíritu Santo, para que podamos ejercer fielmente nuestro encargo y
vocación sin dolo ni engaño, por el contrario, que tengamos antes el propósito de seguir
tu mandato que satisfacer el deseo de enriquecernos; que si, no obstante, a ti te place
prosperar nuestra labor, que también nos des la disposición de proporcionar la asistencia
a aquellos que están en la indigencia, según los recursos que nos hubieres dado,
conteniéndonos en toda humildad, a fin de que no nos elevemos por sobre aquellos que
no hayan recibido tal abundancia de tu generosidad. O si nos quieres tratar en mayor
pobreza e indigencia de lo que desearía nuestra carne, que te plazca darnos la gracia de
aumentar nuestra fe en tus promesas, para asegurarnos que habrás de proveernos, por tu
bondad, siempre el sustento, de manera que no caigamos en desconfianza; antes, por el
contrario, esperemos pacientemente que nos llenes no solamente de tus gracias
temporales, sino también de tus gracias espirituales, para que tengamos siempre más
amplio motivo y ocasión de rendirte gracias y descansar enteramente en tu sola bondad.
Escúchanos, Padre de misericordia, por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor”197.

196
João Calvino, As Institutas da Religião Cristã: edição especial com notas para estudo e
pesquisa, São Paulo: Cultura Cristã, 2006, Vol. 1, (III.68-69), p. 207-208. En otro lugar: “Cuando,
pues, el fraude, la astucia, la traición, la crueldad, la violencia y la extorsión reinan en el mundo; en
suma, cuando todas las cosas están inclinadas en total desorden y oscuridad, por la injusticia y
perversidad, que la fe sirva como una lámpara para capacitarnos, para visualizar el trono celestial
de Dios, y que esa visión nos sea suficiente para hacernos esperar pacientemente para la
restauración de las cosas a un mejor estado” [João Calvino, O Livro dos Salmos, São Paulo:
Paracletos, 1999, Vol. 1, (Sl 11.4), p. 240]. En el mundo, “Dios no es un espectador indolente”
[João Calvino, O Livro dos Salmos, Vol. 1, (Sl 11.4), p. 241].
197
João Calvino, Opera Calvini, tomo VI. p. 137. Apud André Biéler, O Pensamento Econômico e
Social de Calvino, p. 513.
37
CONSIDERACIONES FINALES
El Protestantismo, con sus principios económicos, con su énfasis en el libre examen de las
Escrituras, en la salvación personal y en la responsabilidad de cada hombre moderno,
enfatizando la responsabilidad individual delante de Dios, sin excluir el aspecto
comunitario de la vida cristiana y la relevancia de la sociabilidad entre los fieles. Donde
quiera que el Protestantismo se arraigue, su influencia se tornará notoria como una fuerza
modeladora de la cultura, no sólo en la vida religiosa.198
Recordemos que la Revolución Industrial ocurrió en la Inglaterra Protestante y de que
F.W. Taylor (1856-1915), “el fundador de la administración científica”, era protestante
norteamericano.199
Max Weber (1864-1920) al analizar el progreso económico protestante, no consiguió
captar adecuadamente este aspecto fundamental en el protestantismo, que enfatiza el
trabajo no simplemente por el deber o vocación, conforme Weber entendió, sino que para
la gloria de Dios; este es el factor preponderante que escapó a su comprensión.200
Las Escrituras nos enseñan que Dios nos creó para el trabajo (Gn 2.8, 15). El trabajo, por lo
tanto, hace parte del propósito de Dios para el ser humano, siendo objeto de satisfacción
humana: “Pero al salir el sol… sale la gente a cumplir sus tareas, a hacer su trabajo hasta
el anochecer” (Sl 104.22-23). En la concepción cristiana, el trabajo dignifica al hombre,
debiendo el cristiano estar motivado a pesar de su bajo salario o del reconocimiento
humano; aunque las Escrituras también observan que el trabajador es digno de su salario
(Lc 10.7). Su trabajo debe ser entendido como una prenda hecha por Dios, independiente
de los señores terrenales; de este modo, lo que de hecho importa, no es el trabajo en sí,
sino el espíritu con el que se realiza; la dignidad debe permear nuestras obras, ya que las
realizamos para el Señor. La prestación de cuentas de nuestro trabajo deberá ser hecha a
Dios; es Él con su escrutinio perfecto y eterno quien juzgará las obras de nuestras manos;
de allí la recomendación del apóstol Pablo:
“Y todo lo que hicieres, sea en palabra, sea en acción, hacedlo en el nombre del Señor
Jesús, dando por él gracias a Dios (…). Esclavos, obedezcan a sus amos terrenales con
respeto y temor, y con integridad de corazón, como a Cristo. No lo hagan sólo cuando los
estén mirando, como los que quieren ganarse el favor humano, sino como esclavos de
Cristo, haciendo de todo corazón la voluntad de Dios. Sirvan de buena gana, como quien
sirve al Señor y no a los hombres, sabiendo que el Señor recompensará a cada uno por el
bien que haya hecho, sea esclavo o sea libre. Y ustedes, amos, correspondan a esta actitud
de sus esclavos, dejando de amenazarlos. Recuerden que tanto ellos como ustedes tienen
un mismo Amo en el cielo.” (Cl 3.17; Ef 6.5-9)

198
Vd. André Biéler, O Pensamento Econômico e Social de Calvino, p. 540.
199
Vd. Idalberto Chiavenato, Teoria Geral da Administração, 3ª ed. São Paulo: McGraw-Hill, 1987,
Vol. 1, p. 65. Vd. también, André Biéler, A Força Oculta dos Protestantes, p. 113ss.
200
Vd. también: Christopher Hill, O Eleito de Deus: Oliver Cromwell e a Revolução Inglesa, São
Paulo: Companhia das Letras, 1988, p. 195ss.; R.H. Tawney, A Religião e o Surgimento do
Capitalismo, São Paulo: Editora Perspectiva, 1971, p. 114-115.
38
Por lo tanto, no hay disculpas para evitar el trabajo, incluso por algún motivo religioso (1Ts
4.9-12; Ef 4.28; 1Tm 5.11-13).
Un comentarista bíblico resume bien el espíritu cristiano del trabajo afirmando: “El
trabajador debe hacerlo como si fuese para Cristo. Nosotros no trabajamos por el salario,
ni por ambición, pi para satisfacer a un amo terrenal. Trabajamos de tal manera que
podamos tomar cada trabajo y ofrecerlo a Cristo”.201 (Vd. 1Tm 6.1-2)
Lamentablemente el concepto Protestante del trabajo, en el pensamiento moderno, fue
secularizado, abandonando al poco tiempo la concepción religiosa que le diera soporte,
transformándose ahora en apenas un asunto de racionalidad, no necesariamente de
“vocación” o de “glorificación a Dios”. Se perdió la infraestructura, quedó apenas con la
superestructura.202 Delumeau resume con pertinencia: “La verdad, el Protestantismo no
engendró en sus fieles la mentalidad capitalista a no ser en la medida en que perdió su
tono religioso y se tornó infiel a Calvino”203.
Desde la creación el hombre fue colocado en una posición sobre las otras criaturas,
cabiéndole el dominio sobre los otros seres creados, siendo bendecido por Dios con la
capacidad de procrearse (Gn 1.22)204 y disponiendo de gran parte de la creación para su
alimento (Gn 1.26-30; 2.9). Como indicativo de la posición elevada en que el hombre fue
colocado, el Creador comparte con él – bendiciendo y capacitándolo 205– el poder
nombrar a los animales – involucrando en este proceso inteligencia y no arbitrariedad -, y
también de dar nombre a su mujer (Gn 2.19, 20, 23; 3.20). Y más: Dios le delega poderes
para cultivar y guardar el jardín del Edén (Gn 2.15), demostrando su relación de dominio
sobre la naturaleza. Sin embargo, todas estas actividades envuelven el trabajo compartido
por Dios con el ser humano. El nombrar, procrear, dominar, guardar y cultivar reflejan la
gracia providencial y capacitadora de Dios.

201
William Barclay, El Nuevo Testamento Comentado, Buenos Aires: La Aurora, 1973, Vol. 11, p.
176.
202
Biéler hace una constatación relevante: “La íntima interpenetración de la Reforma y del
Renascimiento contribuyó ampliamente para su promoción en Occidente. Pero el materialismo y
las ideologías substitutivas engendradas por la secularización del pensamento, en el desarrollo de
los siglos subsecuentes, terminaron por hacer creer que una civilización arrancada de sus raíces
espirituales conseguiría producir espontáneamente todos esos valores. Esas ideologías
substitutivas proliferaron. (...) Todas esas ideologías, que tomaron el lugar de la fe cristiana, se
transformaron en creencias que , una vez disipadas, dejaron en Occidente y en el mundo actual un
vacío espiritual, y muchas veces una desesperanza que se muestran propicios a toda suerte de
novedades inflamadas de la demagogia religiosa, filosófica o política” (André Biéler, A Força Oculta
dos Protestantes, p. 54-55).
203
Jean Delumeau, Nascimento e Afirmação da Reforma, São Paulo: Pioneira, 1989, p. 305.
204
“Aunque a los hombres se les ha infundido por naturaleza procrear, Dios quiere, mientras tanto,
que sea reconocida su gracia especial que deja a algunos sin progenie, a otros con descendencia,
porque es regalo suyo el fruto del vientre” [Sl 127.3]. (João Calvino, As Institutas, I.16.7)
205
Ver Gerard Van Groningen, Revelação Messiânica no Velho Testamento, Campinas,SP.: Luz
para o Caminho, 1995, p. 97.
39
El hombre es un ser que trabaja. Su mano es un arma “politécnica”, instrumento exclusivo
e incomparable de construcción, reconstrucción y transformación.206 Hace parte de la
esencia del hombre trabajar. El hombre es un artífice que construye, transforma,
modifica; su vida es un eterno devenir, que se realiza en hacer como expresión de su ser,
orientado y direccionado hacia valores que cree ser relevantes. Por lo tanto, el trabajo
debe tener siempre un sentido axiológico.207 El ser como no puede limitarse al simple
hacer, está siempre buscando nuevas creaciones, que involucran trabajo. En el trabajo el
hombre concretiza su libertad de ser. Sucede que si el hombre es lo que es, su trabajo
revela parte de su esencia. La “originalidad” de su trabajo será el resultado natural de su
autenticidad.208 El hombre se autentica en su acto constructivo, aunque sea resultado de
sus tensiones.209 Por eso, nunca podremos tener como meta de la sociedad la ausencia del
trabajo. El trabajo no es resultado del pecado. El hombre fue creado para el trabajo, no
para permanecer en inactividad e indolencia.210 Por lo tanto, jubilarme de un determinado
trabajo no significa abandonar la condición de “ser que trabaja”. En el trabajo nos
expresamos y perfeccionamos nuestra humanidad. Dejar de trabajar significa dejar de
utilizar parte de su potencial,211 equivale a dejar parcialmente de ser hombre; en otras
palabras, sería una deshumanidad.

Maringá, 09 de setembro de 2007


Rev. Hermisten Maia Pereira da Costa

206
Sobre las manos como instrumento de trabajo, Vd. Oswald Spengler, O Homem e a Técnica,
Lisboa: Guimarães e Cª Editores, 1980, III.5. p. 63ss.; Battista Mondin, O Homem, Quem é Ele?,
São Paulo: Paulinas, 1980, p. 195-196.
207
Tomé este concepto de Raymond Ruyer, Metaphisique du Travail, 1948. Cf. José Ferrater Mora,
Dicionário de Filosofia, Vol. 4, p. 2902.
208
Lewis observó que, "El hombre que valoriza la originalidad, jamás será original. Pero intenta
decir la verdad tal como la ves, intenta trabajar con perfección por amor al trabajo, y aquello que
los hombres llaman de originalidad surgirá espontáneamente" (C.S. Lewis, Peso de Glória, 2ª ed.
São Paulo: Vida Nova, 1993, p. 47).
209
Si el "exceso" de trabajo en determinadas ocasiones asume la característica de una “fuga”,
como observó Rollo May, (A Arte do Aconselhamento Psicológico, Petrópolis, RJ.: Vozes, 1977, p.
24ss), no importa; de cualquer manera, el “hacer” está revelando el hombre que hace, tanto como
sus circunstancias…
210
Cf. John Calvin, Commentaries on The First Book of Moses Called Genesis, Grand Rapids,
Michi- gan: Baker Book House, 1996 (Reprinted), Vol. 1, (Gn 2.15), p. 125.
211
Sobre la definición de "potencia", Vd. Hermisten M.P. Costa, O Soberano Poder de Deus, São
Paulo, 1997, p. 1.
40

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