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¿Quiénes somos?. Parece ser la pregunta eterna que orienta todas las búsquedas
de sentido en el espacio-tiempo humano, y que en mi concepto ninguna filosofía
parece responder a plenitud. Soy cristiano católico, y no peleo con la respuesta que me
han enseñado desde pequeño, sin embargo, esta pregunta parece tan asombrosamente
grande y profunda que sobrepasa los límites de lo que me han enseñado e incluso los
límites de la razón misma.
Si creímos encontrar una respuesta a esta gran pregunta en la teoría del Bing-Bang, por
ejemplo, lo que encontramos fueron más preguntas desconcertantes: ¿Qué le dio
impulso al Bing-Bang?¿Qué había antes de él?. En fin de cuentas el humano parece ser
un misterio, un misterio del cual sabemos mucho, y asombrosamente del que aún nos
falta mucho por saber, porque las respuestas que hemos encontrado todo el tiempo
“tambalean”.
manera permite nuestra materia gris el asombro y la pregunta por lo que nos rodea?,
parece ser que es a través de la conciencia, o más precisamente la autoconciencia, es
decir, esa capacidad de saber que sabemos, de retrotraer a nuestro pensamiento el “yo”
que somos, un “yo” al que, por otro lado, no podemos acceder completamente, según
los psicoanalistas.
Hasta aquí el asunto se volvió más que complejo, entonces la lista de preguntas puede
ser interminable. Todos estos elementos ya de hecho constituyen el fenómeno humano
como un universo apasionante, enigmático e irreductible en su definición, en el sentido
que el estudio de los fenómenos humanos está actualmente tan avanzado que ninguna
persona, por lo menos ningún académico respetado, se cree en la capacidad de entender
y saber todo lo que significan “lo humano” y aseverar una verdad absoluta sobre ello.
La complejidad de lo humano es abrumadora. Será tal vez por esta razón por lo que
filósofos como Beuchot, Nussbaum, Jean Luc Marion o el mismo Habermas se han
interesado por reflexionar sobre el pensamiento religioso, ya no basta la filosofía
racionalista para comprender al ser humano. Nuestra tesis será defender en primer lugar
que cierto tipo de pensamiento religioso en parte siempre ha acompañado a la filosofía
en la búsqueda del sentido de la vida; en segundo momento exploramos un poco la
importancia del pensamiento religioso dentro del mundo contemporáneo, especialmente
en lo que tiene que ver con la libertad de conciencia (o libertad religiosa) dentro del
ámbito del derecho para terminar con una reflexión sobre la importancia fundamental de
de la educación religiosa escolar hoy.
Maestría en Humanidades Cultura y Religión
Religión y filosofía
mundo. Nadie está a salvo en Europa, en los Estados Unidos, y en otras partes del
mundo, de sufrir un atentado por parte de fundamentalistas religiosos… (p.1).
No obstante, las religiones se mantienen a pesar de las limitaciones denunciadas por sus
críticos y muy a pesar de sus violencias históricas, también porque han sido fuente de
valores humanos, de sentido místico por la vida, de encuentro fraterno entre los
hombres, o tal vez simplemente porque el ser humano es un ser en permanente
búsqueda de sentido.
Religión y conciencia
La conciencia es sin duda, por lo menos en este trabajo, una categoría más amplia que la
de religión, puesto que todos los contenidos de conciencia no se refieren única y
exclusivamente a la religiosidad de un individuo. Podemos decir de la conciencia, en
términos generales, que parece ser una característica típicamente humana, es en nuestra
conciencia donde nos asombramos por el mundo e inmediatamente podemos
preguntarnos por él. Es a allí en donde podemos “saber que sabemos”, retrotraer a
nuestro pensamiento el “yo” que somos, un “yo” al que, por otro lado, no podemos
acceder completamente. De todas maneras como dice Álvarez (2005, p.11) el término
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conciencia no parece ser muy claro siempre, en el lenguaje cotidiano se puede tomar
como sinónimo de saber, darse cuenta, percatarse de algo, en otros contextos se puede
interpretar como sentir o experienciar. Lo cierto es que la conciencia no se refiere única
y exclusivamente a una operación racional, abstracta o lógica, generalmente la palabra
“conciencia” puede hacer referencia también a las emociones, los sentimientos, a la
afectividad, es necesario decir que no existe una conciencia desencarnada, cartesiana,
sino corporeizada, mundanizada, intersubjetivamente mediada (Álvarez, 2005, p.11).
Todo indica que ese desvalimiento del ser humano, que no puede ocultar con la
civilización y la cultura, por más que se hayan desarrollado para divertir y
entretener, ha vuelto y ha hecho volver la vista hacia las religiones. Como un
retorno de lo reprimido, que diría Freud. Pero hay que tener mucha discreción, en
el sentido de capacidad para discernir, pues muchas religiosidades que se dan
ahora son brotes de la superstición, por eso no se puede dar la religión sin que la
acompañe la filosofía, no la fe sin la vigilancia de la razón (Moreno Romo en
Beuchot, 2013, p.138).
Para san Agustín, es a través de la conciencia como captamos lo divino, allí en nuestra
habitación interior más profunda es donde podemos encontrar la respuesta a las
preguntas que siempre nos hemos hecho a cerca del sentido de la vida. Para conciencia
es tal vez uno de los conceptos claves para poder comprender al ser humano, su modo
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Las religiones entonces no son un elemento marginal de la vida humana, puesto que no
sólo expresan las cosmovisiones encarnadas en las culturas, sino que hablan de “algo”
más allá en lo hondo del corazón, o mejor de la conciencia, “algo” emocional, afectivo,
muy íntimo y propio de la forma en que cada ser humano asume (actúa y decide) su
vida; en la religiosidad se expresa una parte que pertenece a las opciones libres de
conciencia de cada individuo. George Washington, uno de los padres de la constitución
de los Estados Unidos en su carta a los cuáqueros expresa magistralmente como los
estados han de procurar el profundo respeto por esta libertad de conciencia expresada en
las creencias religiosas, no sólo propone un argumento racional sino que hace referencia
a la ternura y la delicadeza para con las personas que difieren de nuestras creencias sean
religiosas o no, siempre y cuando sus opciones de conciencia no entren en contradicción
con los derechos que debe proteger la nación para el beneficio de todos los ciudadanos:
“Os aseguro muy explícitamente que, en mi opinión, los escrúpulos de conciencia de
todo hombre deben ser tratados con gran delicadeza y ternura: y es mi afán y deseo que
las leyes se acomoden a ellos de forma tan amplia como lo permita y justifique la debida
preocupación por la protección y los intereses esenciales de la nación” (Nussbaum,
2009, p. 26).
Las democracias del mundo han considerado tan fundamental el respeto por la
conciencia de los individuos y en particular tan delicado el tema de sus opciones
religiosas (que es un tema de conciencia), que podemos decir que las estas casi que en
general profesan la libertad de culto o la libertad religiosa. Para Martha Nussbaum es
fundamental que esto sea así para que exista una verdadera democracia, el derecho a la
libertad de conciencia (o de culto) supone una igualdad de trata en materia de religiones
sin dar la primacía a ninguna y por lo tanto una imparcialidad en materia religiosa, por
eso La protección de la igualdad de las minorías en materia religiosa es fundamental
debido a la importancia que posee la religión para las personas: es un modo que tienen
de buscar un sentido último en sus vidas. Si la religión fuese trivial, no sería
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Para la filósofa parece que hemos muchos pensadores del tema de la libertad de
conciencia, han llegado a la convicción compartida de que, en la escuela, las prácticas
religiosas sectarias orquestadas desde el gobierno son totalmente inaceptables. No
obstante, la vigilancia es precisa puesto muchas de estas ideas amenazan con socavar la
idea fundamental de que todos los ciudadanos, independientemente de sus creencias
sobre el sentido último de la vida, pueden convivir en igualdad plena (p.16-17).
- El principio de libertad, que más que un máximo respeto por las opciones de
conciencia de los ciudadanos es una máxima libertad de expresión de sus creencias
(libertad es aquí no restricción), eso sí siempre dentro de un escenario de derecho, las
expresiones religiosas son limitadas en tanto no representen una violación al derecho de
las demás.
Para Nussbaum es imposible vivir estos tres principios, como ya se ha dicho, vitales
para el mantenimiento de la libertad de conciencia, si no hay una separación entre la
Iglesia y el Estado, separación que no supone una minusvaloración de lo religioso, sino
su exaltación en cuanto lo religioso es tan fundamental para las personas que declarar
una Iglesia como la oficial del Estado violaría de por si la libertad de conciencia de las
personas en tanto quedarían “subordinadas” a una religión oficial y por lo tanto no
serían tampoco iguales, o no estarían en igualdad de condiciones en comparación con
los otros ciudadanos que hacen parte del credo oficial.
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Por otro lado se cree que son provocadoras la ideas de Nussbaum sobre todo entorno a
la idea de que las instituciones oficiales puedan cimentarse sobre principios que todos
sean capaces de compartir sin importar cuál sea la religión de cada uno (Nussbaum,
2009, p.34), esto no puede pasar inadvertido y en especial para los maestros de
educación religiosa escolar, en tanto les incita a cambiar de paradigma en la forma y el
contenido de lo que se está enseñando a las chicos. Lo que está de fondo aquí no es la
antigua discusión si la ERE es pertinente o no en el currículo de un estudiante
Colombiano, puesto que para la autora es más que claro que la religión es
extraordinariamente importante y valiosa por lo que la protección de la igualdad de las
minorías en materia religiosa es fundamental para la sociedad. Si la religión fuese
trivial, no sería fundamental el impedir las jerarquías de estatus y de libertad en
cuestiones religiosas (Nussbaum, 2009, p.23-24), lo que aparece como esencial parece
ser, en consecuencia y consonancia con el análisis de Nussbaum, es que se puede
seguir dando los contenidos de la educación religiosa apelando a una sola iglesia, en
tanto que estaríamos posiblemente violentando la libertad de conciencia y la igualdad
(igualdad de respeto) en materia religiosa que promulga la ley.
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Por otro lado ¿será que los mismos estudiantes si están en edad y capacidad de decisión
para elegir por si mismos la religión o no que ha de guiar sus horizontes de vida? ¿Qué
ideas tiene un adolescente de grado décimo y undécimo sobre la libertad de conciencia?
Pero que sean los mismos estudiantes de los establecimientos públicos los que nos
digan, en qué medida se sienten violentados o no, por lo discursos de sus maestros en
torno a las creencias religiosas, si se sienten coaccionados o no en una institución
pública a pertenecer a algún credo en particular o a desacreditar la validez del hecho
religioso.
Las conclusiones de la primera parte son poco alentadoras al señalar que falta en no
pocos casos un propósito metodológico y una intención clara a la hora de enseñar la
asignatura. Se pregunta hasta qué punto incluimos en nuestro repertorio pedagógico
unas clases que impulsen la educación pluralista, el pensamiento analítico, crítico y
liberador que ayude a la humanización de la escuela y la sociedad, todo esto sin caer en
fundamentalismos dogmáticos que coarten la libertad religiosa de los estudiantes.
En esta apretada y muy general síntesis del artículo se nos presentan ya numerosos retos
para la formación de nuevos docentes y un claro llamado a la transformación de
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nuestras prácticas para los que ya están ejerciendo en las aulas de clase. Una pregunta
que aparece en el texto deja profundiza esta cuestión: ¿Dónde hemos fallado? (p.166).
Este interrogante alude explícitamente al fenómeno del cristianismo en Colombia, país
donde la mayoría de sus habitantes nos identificamos con el amor, la compasión y la
paz predicada por el Hombre de Nazaret, valores que sin embargo, parece que aun no
permean significativamente las estructuras políticas y sociales de odio, discriminación y
violencia que se transmiten masivamente por los medios de comunicación y que de
alguna manera también permean los ambientes escolares. En otras palabras se podría
plantear esta pregunta así: ¿Qué estamos haciendo como docentes de ERE desde
nuestras aulas para confrontar la realidad de no-amor, no-paz, no compasión?
¿Tendremos algo que ver los cristianos en general y los docentes de ERE en particular,
directa o indirectamente con los fenómenos de intolerancia religiosa o con el hecho de
que en Colombia no haya aun una significativa transformación social hacia los valores
que predicamos?
Bibliografía
Lara, D. (2010). Fides et praxis: Una teología de la acción humana. Theologica Xaveriana, 60
(169), 81-104.
Nussbaum, M. (2009). Libertad de conciencia. Contra los fanatismos. (A. Álvarez & A.
Benítez, trads.). Barcelona: Tusquets editores.
Suárez, G., Meza, J., Garavito, D., Lara, D., Casas, J. y Reyes, J. (2013). Educación religiosa
escolar en clave liberadora: elementos constitutivos. Theologica Xaveriana , 63 (175),
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