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FOTOGRAFÍA Y MEMORIA
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se integraran a la escena. Allí, en medio de 25 años para poder generar una imagen,
esa escena, Lucila tomaba las nuevas fotos. después de haber pasado por la experiencia
Fue por ese entonces que Lucila, la Tuta, de HIJOS como espacio colectivo. No hu-
puso un cartelito (con un dejo de humor ca- biese sido lo mismo si yo hubiese hecho
racterístico) en el local de HIJOS que decía sola las fotos, no terminaba de transmitir
algo así como: “Si querés tener la foto que cuál era el carácter de peso de toda una ge-
siempre soñaste y nunca pudiste tener, ahora neración desaparecida.”9
es tu oportunidad, no te la pierdas. Lla-
mame.” Se corrió la voz y fueron varios más Tercer tiempo
los que pidieron su foto. Tras dos años de tra- El recurso de las fotografías como forma de
bajo intenso, desde 1999 a 2001, Lucila representación de los desaparecidos tiene
Quieto realizó un total de trece “historias” (así una larga y fértil historia que arranca en
las nombra ella) de hijos e hijas de desapare- 1977, cuando las primeras Madres de Plaza
cidos fotografiados con sus padres y madres. de Mayo –antes incluso de asumir un nom-
“Las fotos, en principio, fueron producidas bre colectivo y llevar sus pañuelos/pañales
para suplir una ausencia que se da no sólo blancos como emblema identificador– porta-
en la vida real, sino en este caso en el álbum ron sobre sus cuerpos y esgrimieron en sus
familiar: la ausencia de un cuerpo reforzada manos contra el poder dictatorial las contun-
por la ausencia de su retrato”.7 El ensayo dentes fotos de sus hijos e hijas. Aquel tem-
partió, entonces, de su historia personal (el prano y espontáneo uso de las fotos instaura
intento de conjurar esa ausencia que no una de las matrices más persistentes dentro
cesa de doler) para devenir en un acto com- de las distintas estrategias creativas del mo-
partido, al ir sumando a los que estaban vimiento de derechos humanos en Argentina
cerca, por amistad, por militancia, por bio- (y en otras partes del mundo).
grafía. Traspasar el duelo a solas para inven- Los retratos de los victimarios, en mucha
tar nada menos que un recuerdo feliz, una menor medida, también han sido empleados
pequeña sutura simbólica a la vez íntima y como recurso de denuncia, en especial
colectiva. “Una suerte de reparación afec- como parte de la gráfica de los escraches,
tiva”.8 Las implicancias de este tránsito se al- modalidad de acción directa impulsada por
canzan a vislumbrar sólo si consideramos la HIJOS desde 1996 para evidenciar y generar
experiencia política que HIJOS significó para condena social ante la impunidad que insta-
Lucila y su generación desde mediados de laron las leyes del perdón y los indultos. Los
los años noventa, cuando se cumplieron carteles y volantes que difundían en un ba-
veinte años del golpe de Estado de 1976 y rrio o lugar de trabajo la presencia de un re-
muchos de los hijos e hijas de desapareci- presor incluían muchas veces su foto
dos alcanzaban la edad adulta y empezaban además de su prontuario.
a tomar posición públicamente. Las fotos a las que arriba Lucila Quieto em-
Lucila lo sabe bien: “Las fotos se fueron ha- prenden un camino que no pone el énfasis ni
ciendo entre todos, en cómo se armaba, las en probar víctimas ni en señalar victimarios,
propuestas de cada uno (‘yo quiero que la sino en provocar la irrupción de un tiempo im-
foto sea en la terraza, que esté mi hijo, mi posible: la construcción de un momento (un
hermana, etc.’). Fue parte de un proceso de abrazo, un diálogo, un contacto) entre padres
7> Natalia Fortuny, op. cit. la posdictadura”, en: S. Lorenzano y R. Buenos Aires, Gorla, 2007, p. 318.
8> Florencia Battiti, “Arte contemporáneo Buchenhorst, Políticas de la memoria. 9> Entrevista con Lucila Quieto, ya cit.
y trabajo de memoria en la Argentina de Tensiones en la palabra y la imagen,
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e hijos, negado, interrumpido o cercenado ción de montaje entre los cuerpos proyecta-
por la violencia del terrorismo de Estado. “Sin dos y los cuerpos presentes es evidente, y
pretensión de verdad-objetiva o verdad-docu- no deja lugar al equívoco. “Las dos partes
mento, más bien con la certeza de que cada de las imágenes, claramente tomadas en
foto reconstruye el mundo que muestra, a la distintas épocas, desnudan la imposibilidad
vez que lo interpela”.10 Que no nos llame a en- real de esa unión. De esta forma, su ensayo
gaño la inscripción de una fecha en el margen da cuenta de una tensión particular entre pa-
de alguna foto (“año 1963”) ni el blanco y sado y presente.”16 Hasta se dejan ver, sin di-
negro en el que se suman los planos. No se simulo, los espiralados de las páginas
trata ni del tiempo pasado de las fotos ajadas tomadas de un álbum familiar y sobre todo
de los padres, atesoradas por los hijos, ni del las ajaduras, roturas y pliegues, los bordes
tiempo presente de las fotos de los hijos (sos- maltrechos de las fotos tantas veces revisita-
teniendo en todo caso la foto de su padre o das. “En lugar del simulacro integral que hoy
madre).11 Ella misma lo nombra el tercer habilita la manipulación digital de las imáge-
tiempo: un tiempo inventado, onírico, ficcio- nes, la composición artesanal de los encua-
nal, “una temporalidad propia” en la que dres de Lucila Quieto deja percibir, de modo
puede ocurrir la “ceremonia de encuentro”.12 sutil y desplazado, los materiales que inte-
“La artista decide subvertir el tiempo, alterar, gran la ficción”.17 Las fisuras y los quiebres
desde el lenguaje del arte, el destino que le están en evidencia, el ensamble es precario.
fue impuesto”.13 Lo que ocurre allí no tiene que ver con la re-
Su invento produce la posibilidad de esas presentación, el simulacro o la pose.
nuevas fotos en las que el cruce entre lo que
ha sido14 y lo que es deviene en que lo que Edades
ya no puede ser aparezca, a pesar de todo, Es extraña la fantasmagoría que producen
en la batea del revelador. esos rostros, su yuxtaposición, su coexisten-
Lucila usa el medio fotográfico sin ninguna cia. Incluso ocurre que los padres tienen, de
ingenuidad: “La fotografía tiene eso, muestra golpe, una presencia menos borrosa, más
algo que ya no existe pero que existió, que definida y enfática que los hijos.
sucedió alguna vez. Y permite volver a rein- Algo perturbador ocurre al observar el feliz
ventar, a recordar lo que sucedió en algún “encuentro forzado” que se produce en cada
momento. Las fotografías quedaron como una de las historias que componen “Arqueo-
archivo y como prueba. Pero además, volve- logía de la ausencia”. Quizá se trate de la al-
mos a las fotos por la necesidad de revivir teración de la temporalidad por la que
ese momento, sacarle a la foto algo más, lo padres e hijos resultan teniendo la misma
que queda”.15 edad. Está allí expuesto, descarnado, un
No hay ni por asomo intención de disimular momento particularmente álgido y tormen-
o atenuar la condición construida del proce- toso en la biografía de los hijos de desapare-
dimiento que origina estas fotos: la opera- cidos: aquel en que traspasan la edad que
10> Natalia Fortuny, op. cit. y desórdenes de la ficción”, en: Ana 16> Valeria Durán, “Representaciones de
11> Ese tiempo presente en el que los Amado y Nora Domínguez, Lazos de la ausencia. Memoria e identidad en las
familiares eligen retratarse portando las familia, Buenos Aires, Paidós, 2004, pp. artes visuales”, en: L. Arfuch y G.
fotos de sus desaparecidos es el que 55-56. Catanzaro (comps.): Pretérito imperfecto.
ensaya Julio Pantoja en varias de las 13> Florencia Battiti, p. 317. Lecturas críticas del acontecer, Buenos
fotos de su serie “Hijos Tucumán, veinte 14> Roland Barthes, La cámara lúcida. Aires, Prometeo, 2008, p. 137.
años después”, así como Inés Ulanosky Notas sobre la fotografía, Buenos Aires, 17> Ana Amado, op. cit., p. 56.
en su serie “Fotos tuyas”. Paidós, 2006.
12> Ana Amado, “Órdenes de la memoria 15> Lucila Quieto, entrevista ya citada.
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18> Diego Genoud, op. cit. 21> Entrevista con Lucila Quieto ya citada. Lucila. En otros casos, ella eligió
19> Esas alteraciones del orden biológico 22> De “Arqueología de la ausencia” acompañar las fotos apenas por el
también resuenan en la declaración de las circularon distintas selecciones de fotos nombre de pila del hijo o hija, o sin texto
Madres “nuestros hijos nos parieron”. tanto en formato expositivo como en alguno. Actualmente está en prensa una
20> Jordana Blejmar, “Anacronismos” catálogos o revistas especializadas. En su versión definitiva y completa de la serie
en El río sin orillas. Revista de filosofía, itinerancia europea, los textos en primera que aparecerá como libro.
cultura y política, Buenos Aires, año 2, persona que acompañaron las imágenes
nº 2, octubre de 2008, pp. 200-211. escaparon a la decisión y autoría de
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23> Entrevista con Lucila Quieto ya Bettini, Clara Rosson, Gustavo Germano, 20> Félix Bruzzone, Sergio Schmucler,
citada. Pedro Camilo del Cerro, entre otros entre otros escritores.
24> Entrevista con Lucila Quieto, op. cit. fotógrafos y artistas visuales. 20> Mariana Pérez, María Morales Miy,
25> Ana Amado, op. cit., p. 46. 20> Albertina Carri, María Inés Roqué, Carla Crespo, Mariano Speratti, entre
26> Además de Lucila, podemos Lucía Cedrón, Natalia Bruschtein, Nicolás otros dramaturgos y actores.
mencionar a Nicolás Guagnini, Marcelo de Prividera, Andrés Habegger, entre 30> Ana Amado, op. cit., p. 43.
Brodsky, María Soledad Nívoli, Gabriela otros cineastas.
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31> Valeria Durán, op. cit., p. 142. de Educación. En línea en: Longoni y Gustavo Bruzzone (ed.), El
32> Diego Genoud, op. cit. <http://www.me.gov.ar/a30delgolpe>. siluetazo, Buenos Aires, Adriana Hidalgo,
33> Ana Amado, op. cit. 35> La expresión es de Julio Flores para 2008.
34> Julio Pantoja, “Los hijos. Tucumán referirse a la producción de siluetas, otra 36> Entrevista con Lucila Quieto ya
veinte años después (1996-2001)”, 2006, matriz de representación de los citada. El subrayado es mío.
en la fotogalería del sitio A 30 años [del desaparecidos dentro del movimiento de
Golpe de Estado de 1976] del Ministerio derechos humanos en Argentina. Ana
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