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Edificios de

oficinas en
Caracas: eslabones
perdidos en la
historia de la
arquitectura
corporativa
norteamericana
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20/03/2018
El presente artículo, octavo de una serie de nueve,
forma parte de una línea de investigación sobre la
modernidad venezolana desarrollada en el área de
Teoría e Historia de la Arquitectura y el Urbanismo de la
Universidad Simón Bolívar. En esta oportunidad, en
conjunto con la Fundación Espacio y con el Archivo
Fotografía Urbana, en el marco del proyecto
CCScity450, se explora la asimilación y consecuente
intensificación de la cultura estadounidense en
Caracas a través de la arquitectura corporativa durante
la modernidad.
Figura 1. Lathrop Douglass, “Rental Office Building”, Caracas,
1954-57.
En enero de 1955 Architectural Forum publicó “US Building
Abroad”, uno de los reportajes más completos publicado por
revista arquitectónica alguna durante la Guerra Fría. Entre los
trabajos presentados había uno que llamaba particularmente la
atención: un edificio de oficinas acristalado, geométricamente
muy bien definido, con fachada reticulada y sutiles gestos
asimétricos, de planta baja libre, acceso lateral y dispuesto
sobre una suerte de plataforma aérea. Era el “Rental Office
Building” diseñado por Lathrop Douglass para arrendatarios
norteamericanos y locales. El edificio tuvo el privilegio de ser
publicado en dicho reportaje, compartiendo escena con los
trabajos de Welton Becket, Albert Mayer & Julian Whittlesey,
Holabird & Root & Burgee, Richard Neutra, Antonin Raymond &
L.L. Rado, S.O.M. (Skidmore, Owings & Merrill), Josep Lluís
Sert, y Edward Durell Stone, entre otros. A diferencia de los
demás trabajos presentados, ya construidos o en proceso de
construcción, el “Rental Office Building” era la única propuesta
aún en proyecto (Fig. 1).
Sin mayores rastros que seguir, poco se supo de la suerte del
“Rental Office Building” hasta hace poco. Se construiría, de
hecho, en la cabecera de la Avenida Urdaneta sacando
provecho de una parcela poco usual. El edificio se erguiría
como una suerte de inmenso mirador para experimentar y
catalizar una modernidad, más que universal, cosmopolita.
Incluso se incorporaría tecnología de punta que no era siquiera
común para la época en sus pares ubicados en suelo
estadounidense. La obra, conocida localmente como Nueva
Caracas y luego como Luz Eléctrica de Venezuela, en realidad
no sería un caso aislado en nuestra ciudad capital. El
desarrollo del sector terciario, vinculado a esquemas
gerenciales importados, tuvo como resultado un nuevo
conjunto de relaciones laborales y urbanas que habrían de
expresarse de manera predominante en edificaciones
corporativas. Al igual que en ciudades como Chicago y Nueva
York, la construcción de edificios de oficinas transformó
definitivamente el perfil de Caracas.
De la premodernidad al zaguán
Figura 2. Dos corporaciones pioneras y una empresa
doméstica. Hendrick de Keyser, compañía neerlandesa de las
Indias Orientales, Ámsterdam, 1606 / Casa Guipuzcoana, La
Guaira, 1736 / Casa Arcaya, Coro, s. XVIII (nótese las oficinas
a ambos lados del zaguán —parte inferior derecha de la
imagen—)
El espacio administrativo o de oficina, así como el de las
corporaciones, no es un tema de reciente factura [1]. Ya en la
antigüedad clásica podían hallarse entidades que llevaban a
cabo negocios bajo el reconocimiento del Derecho Romano,
seguidas durante el medioevo por la propia Iglesia convertida
en una suerte de corporación, y por los propios gobiernos
locales, verbigracia la Liga Hanseática (una “corporación” de
estados del norte de Europa dedicados al comercio). Sin
embargo solo será con la modernidad, a partir del siglo XVI,
que algunos estados europeos recurran al sistema
corporativo stricto sensu para dirigir operaciones durante la
Colonia. Dos casos de interés son la Compañía Neerlandesa
de las Indias Orientales (1602), la primera corporación
multinacional de que se tenga noticia, y la Compañía
Guipuzcoana, operativa en Venezuela entre 1730 y 1785, y
encargada de comerciar con cacao e importar productos
provenientes de España. Incluso, en el caso venezolano,
durante la colonia los espacios administrativos estuvieron
vinculados a la vivienda, específicamente ubicados en el
despacho del dueño de la casa, a ambos lados del zaguán, en
un espacio intersticial entre la calle y la intimidad de la casa
(Fig. 2). En todo caso, como indica Nikolaus Pevsner, dejando
de lado edificaciones puntuales como el Palacio de los Uffizi en
Florencia (1560-81), no habrá una claridad tipológica para el
programa de oficinas sino hasta bien adentrado el siglo XIX [2].
La complejidad moderna: el rascacielos como epítome de
la oficina
En Estados Unidos, aparte del desarrollo del Derecho
Corporativo —con Nueva Jersey y Delaware como pioneros—,
la segunda mitad del siglo antepasado se caracterizó por la
creciente fusión de empresas, con la consecuente formación de
entidades cada vez más grandes. Esta tendencia incluiría a la
industria del acero con Andrew Carnegie; las industrias
eléctricas, con General Electric y Westinghouse; el manejo de
las finanzas y la banca, con J.P. Morgan; y, por supuesto, el
negocio del petróleo con John D. Rockefeller. No era de
extrañarse que a la par vinieran grandes transformaciones en
materia de arquitectura corporativa.
La Revolución Industrial de hecho había traído consigo
cambios de toda índole y de naturaleza holística. Tanto los
nuevos programas como la nueva escala vendrán de la mano
de las innovaciones tecnológicas, que en el caso de las oficinas
implicará el desarrollo del esqueleto estructural de acero en las
edificaciones. En este sentido, el surgimiento de una
arquitectura corporativa, cada vez más especializada, estará
asociado tanto a una creciente presión inmobiliaria sobre los
centros de las grandes ciudades —ya patente desde mediados
del siglo XIX— como a la consecuente e imperiosa necesidad
de crecer en altura —por un principio obvio de mercado
inmobiliario—. La asociación de todos estos aspectos,
azuzados por la incorporación del ascensor y la reconstrucción
que tuvo lugar en Chicago luego del Gran Incendio de 1871,
dará como resultado el surgimiento de un nuevo tipo edilicio: el
rascacielos. Volviendo obsoletas tanto la organización
tradicional como la estructura de los edificios comerciales, el
rascacielos será sinónimo de arquitectura corporativa y de
oficinas en Estados Unidos.
Esta urgencia de construir más alto sería matizada, no
obstante, por el deseo estético de expresar con claridad los
aspectos estructurales y funcionales del edificio. Este deseo de
orden, en medio de una realidad compleja, será alcanzado a
través de un lenguaje rigurosamente analítico, conocido como
la Escuela de Chicago, el cual promoverá una serie de obras
caracterizadas por el empleo del acero, el vidrio y la terracota,
así como por la independencia entre esqueleto estructural y
sistema parietal. La gradual definición de una gramática ad
hoc para rascacielos permitiría el diseño de piezas icónicas
como el Reliance (Burnham & Root, 1889-91 y 1894-95) y el
Carson, Pirie, Scott & Company (Louis Sullivan, 1898-99).
El gusto por el ornamento
En Nueva York, por su parte, los edificios comerciales
comenzarían a florecer a inicios del siglo XX. Rápidamente esta
ciudad eclipsaría en tamaño y conveniencia a su par del medio
oeste; su suelo incluso era mucho más apto para edificar. A
diferencia de los rascacielos de Chicago, en Nueva York se
conseguiría la altura mediante el escalonamiento de la cornisa
(debido al Código de Zonificación y Construcción de 1916, que
garantizaba suficiente ventilación e iluminación en las calles).
Más aún, la sencillez estructural-compositiva de la Escuela de
Chicago, sería ahora substituida por estilos historicistas, con
mayor vistosidad ornamental, como el neogótico en el Edificio
Woolworth de Cass Gilbert (1911-13), el más alto del mundo
hasta 1930. Este gusto por el ornamento venía
paradójicamente de Chicago, en particular de la Exposición
Universal Colombina de 1893, la cual terminaría dirigiendo el
gusto estadounidense hacia una arquitectura fundamentada en
el ornamento, y consecuentemente hacia el eclecticismo y
luego hacia el Art Déco [3].
Las primeras muestras en Caracas
La escala de los rascacielos no llegaría a Venezuela, ni a
finales del siglo XIX ni a comienzos del XX. Solo será en los
años 1940, y concomitante con la apertura e inversión urbana
que la producción petrolera trajo, que Caracas comience a
sentir la ola renovadora de los rascacielos. Ya en Latinoamérica
existía un corto pero significativo despliegue de rascacielos,
tales como el ecléctico Palacio Barolo en Buenos Aires (1919-
23, con veinte pisos, proyecto de Mario Palanti), el edificio más
alto de Sudamérica hasta finales de los años 1920; el Edificio
Martinelli (1922-34, treinta pisos, de Vilmos Fillinger), en estilo
renacentista, la primera edificación vertical en São Paulo, y el
Edificio A Noite en Río de Janeiro (1927-29, veintidós pisos, de
Joseph Gire), de estilo Art Déco, el más alto de Latinoamérica
hasta mediados de la década de 1930.
El lenguaje utilizado en los edificios de oficinas de Caracas, al
igual que sus pares latinoamericanos, se acercará más al
paisaje neoyorquino que a la simplificación de la Escuela de
Chicago. Así, en 1946 se erguía en la Calle de la Factoría, en
ese corredor que siete años más tarde se convertiría en una de
las principales arterias viales de Caracas [4], una edificación en
estilo Art Déco, de siete pisos, simétrica, con un llamativo arco
de doble altura en su entrada. La calle sería a la postre la
Avenida Urdaneta, y la obra, el edificio Phelps. Dos años antes
William Henry Phelps, ornitólogo egresado de Harvard y
empresario asentado en Venezuela desde finales del siglo XIX,
le había encargado al arquitecto neoyorquino Clifford Charles
Wendehack su diseño (también proyectista de las respectivas
edificaciones principales del Caracas Country Club y del Valle
Arriba Golf Club). Amén de la fuente de soda y la farmacia
ubicadas en la planta baja, en el edificio funcionaría el primer
Almacén Americano y la Compañía Consolidada de Petróleo
(Sinclair Venezuelan Oil Company) (Fig. 3). Phelps era
asimismo pionero trayendo al país las máquinas de coser
Singer (competidora norteamericana de la marca alemana
Pfaff); todo formaba parte de un programa de importaciones a
partir del desarrollo de la industria petrolera en Venezuela y
azuzado por las conexiones comerciales con la familia
Rockefeller.
Figura 3. Tres momentos en la evolución del rascacielos
norteamericano: la Escuela de Chicago, el revival neoyorquino
y el Art Déco en Caracas. Burnham & Root, Edificio Reliance,
Chicago, 1889-91 y 1894-95 / Cass Gilbert, Edificio Woolworth,
Nueva York, 1911-13 / Anuncio de Cocinas Americanas en el
Almacén Americano / detalle del anuncio con la imagen del
Edificio Phelps
El Edificio Phepls no era un esfuerzo aislado; formaba parte de
una serie de edificaciones promovidas por inversionistas
privados que se ubicaron en la Avenida Urdaneta. Ahí también
se levantaría el Edificio Karam (1947-49, atribuido a la firma
Graven & Mayger, con el apoyo de la George F. Driscoll
Company of Venezuela C.A., y del ingeniero local Carlos
Eduardo de la Madriz), cuya volumetría y detalles ornamentales
Art Déco hacían eco del Rockefeller Center en Nueva York.
Una serie de bloques de vidrio, embutidos en la acera frente al
edificio, destinados a la iluminación del sótano (donde
funcionaba el cabaret Pasapoga, y donde se dice que Juan
Domingo Perón conoció a Isabelita) le confería un aire seductor
a la noche en el sector.
La imagen corporativa: identidad y tecnología
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial las corporaciones
norteamericanas estaban ansiosas de hacer negocios
alrededor del mundo y la arquitectura estaba lista para
representarlas. El idealismo y pragmatismo norteamericanos
encontrarían en un nuevo lenguaje, el Estilo Internacional, un
suelo fértil para su expresión. Caracterizado por la articulación
equilibrada de volúmenes desprovistos de ornamento, era más
que un estilo stricto sensu. Su consecuencia tectónica directa
era la separación entre el esqueleto estructural y los muros
definidores de espacio, aspecto que si bien había sido una
reivindicación de la Escuela de Chicago, ya no respondía a
necesidades pragmáticas, sino que venía cargado de una
poética: la representación de la imagen corporativa.
Aunque los primeros indicios proyectuales del Estilo
Internacional se hallaban en Europa, solo Estados Unidos
acogerá abiertamente su capacidad constructiva. El primer
edificio de oficinas enmarcado en estos principios será el
Philadelphia Saving Fund Society (1930-32, Howe and Lescaze
Architects) [5], luego vendrá el Edificio Equitable en Portland
(1944-48, Pietro Belluschi), y finalmente dos de los más
significativos íconos estadounidenses: el Lever House de
Gordon Bunshaft (Skidmore, Owings & Merrill, 1950-52), el
primer rascacielos con curtain wall o muro cortina de Nueva
York [6], y el Edificio Seagram (1955-58), el primer rascacielos
de oficinas proyectado por Mies van der Rohe —en conjunto
con Philip Johnson— y su primer trabajo también en Nueva
York.
Las corporaciones norteamericanas habían hallado en el Estilo
Internacional la mejor manera de expresar su identidad:
racional, eficiente, transparente, universal y democrática. Sin
embargo, aún en la década de 1950 no había muchos edificios
de oficina en los Estados Unidos que siguieran los principios
del Estilo Internacional. El propio Seagram había sido
originalmente proyectado en 1954 por la firma Pereira &
Luckman con una gramática Art Déco (solo a última hora sería
adjudicado a Mies).
La imagen en la industria petrolera: corporativa… ¡pero no
mucho!
La industria petrolera tampoco parecía muy ganada a estos
cambios de lenguaje. En 1947, la Standard Oil inaugura su
nueva sede en la ciudad de Nueva York (Carson & Lundin, con
Wallace K. Harrison como Arquitecto Consultor); ese mismo
año comenzaría el proyecto de la sede de la General
Petroleum en Los Angeles (Walter Wurdeman y Welton
Becket), y en 1953 el de la Socony-Vacuum en Nueva York
(Harrison & Abramovitz). Los tres edificios lucían corporativos y
petroleros, pero no mucho; su clara influencia Art Déco los
enmarcaba en una estética de preguerra (Fig. 4).

Figura 4. Dos íconos del modernismo en Estados Unidos y dos


ejemplos de la resistencia al Estilo Internacional. Skidmore,
Owings & Merrill (Gordon Bunshaft, proyectista), Lever House,
Nueva York, 1950-52 / Mies van der Rohe (con Philip Johnson
y Associates Kahn & Jacobs), Edificio Seagram, Nueva York,
1954-58 / Pereira & Luckman (con G. W. McLaughlin), Edificio
Seagram (pre-anteproyecto), New York, 1954 / Harrison &
Abramovitz, Edificio Socony-Vacuum, Nueva York, 1953-56.
La Shell Caribbean Petroleum en Caracas no escapó a esta
tendencia. Luego del reventón del Barroso 2 en diciembre de
1922, la industria petrolera en nuestro país había
experimentado una franca evolución. Ya a comienzos de los
años 1950 Venezuela se había posicionado como el principal
exportador del mundo. Para esa época trece compañías
petroleras operaban en el país, y una de las más importantes
era precisamente la “Shell” —como comúnmente se le conocía
—. Su sede, ubicada al final de la Avenida Vollmer en San
Bernardino (actual Comandancia General de la Armada), muy
cerca de la Avenida Urdaneta, sería diseñada por la firma
neoyorquina Badgeley & Bradbury en 1946 y concluida en
1950. De organización simétrica, proporción apaisada y
esquinas redondeadas, el edificio mostraba una clara
referencia Art Déco, enfatizada por su revestimiento en ladrillo,
y el logotipo de la compañía —el ostión gigante— coronando
toda la composición.
El Estilo Internacional en Caracas
Las nuevas manifestaciones estéticas, no obstante, estaban
llegando gradualmente al país. Si bien encontraron cierta
reticencia, parecían tener una mejor acogida que la
demostrada por nuestro vecino del norte; después de todo,
Venezuela tenía urgencia de modernizarse. Entre las primeras
manifestaciones que en Caracas rompieron con el carácter
macizo del Art Déco se encontraba, paradójicamente, otra obra
de Badgeley & Bradbury. Posterior al Edificio Shell, la Planta
Mavesa (1949-51, actualmente Editora El Nacional), ubicada
en la Avenida Principal de los Cortijos de Lourdes, recibía a los
visitantes con una marquesina que se proyectaba con una
forma aerodinámica; un gesto tan conspicuo como lo sería el
éxito de la nueva margarina Mavesa sobre la tradicional
mantequilla en el mercado local de 1949.
Durante esos años Caracas sería testigo de otra inversión
arquitectónica, de nuevo vinculada al sector industrial. El
Edificio Cars (1948-51), diseñado por el ingeniero Pedro A.
Dupouy bajo la supervisión de la General Motors Overseas
Operations de Nueva York, se erguiría sobre una ciudad que
dejaba atrás los “techos rojos” y se adentraba en la cultura del
automóvil [7]. Coherente con la impresionante cantidad de
anuncios publicitarios de vehículos norteamericanos y
concesionarios en la prensa local de la época (El
Universal traía siete veces más anuncios que The New York
Times)[8], el Edificio Cars se erguía como una suerte de
metáfora automotriz y publicitaria al mismo tiempo; los avisos
luminosos de las marcas Chevrolet y Buick formaban parte
integral de su arquitectura. Su composición racionalista y
asimétrica articulaba tanto materiales constructivos disímiles —
ladrillo, bloques de vidrio, concreto y acero— como un
programa complejo que incluía exhibición, venta y servicio de
automóviles. Consecuente con el desarrollo del sistema vial en
Caracas, la edificación se levantaría frente a la Plaza Las Tres
Gracias, ubicaba en el punto de origen de la que será, dos
años más tarde, la Avenida Los Ilustres (1953), un corredor
amplio que unirá la Ciudad Universitaria con la nueva dirección
de crecimiento de la ciudad (Valle-Coche) y el Paseo Los
Próceres.
También estratégicamente localizada estará la Torre Polar
(1951-54). Despuntando en la redoma de Plaza Venezuela, y
visible en la distancia por los conductores que transitaban por
la Autopista Francisco Fajardo, la Torre Polar sería la primera
edificación en Venezuela en usar el sistema curtain wall. Había
sido diseñada por José Miguel Galia y Martín Vegas, este
último un discípulo directo de Mies van der Rohe en el Instituto
Tecnológico de Illinois. De igual forma, y aunque en una escala
menor, el Edificio Banco Unión (1952-54, actual Edificio
Banesco) ocupará una esquina en la Calle Real de Sabana
Grande (hoy bulevar de Sabana Grande) de gran afluencia
vehicular y peatonal. Diseñado por Emile Vestuti (arquitecto
norteamericano que a la postre haría carrera académica en la
Universidad Central de Venezuela y en la Universidad Simón
Bolívar), de la firma local Guinand & Benacerraf (egresados de
Harvard y Yale respectivamente), el Edificio Banco Unión
respondía hábilmente tanto a las variables contextuales como a
su programa: un cuerpo bajo hacia la calle El Recreo con la
agencia bancaria, y un volumen más alto de oficinas hacia la
Calle Real. El uso de parasoles como respuesta práctica y
estética a la luz tropical indicaba una decidida interpretación
local del movimiento moderno (Fig. 5).
Estados Unidos había ciertamente demostrado una aptitud
para exportar su know-how arquitectónico. Sin embargo,
algunos de estos edificios construidos fuera de territorio
estadounidense resultarían ser mucho más que solo una mera
exportación; fueron verdaderos experimentos en los que tanto
la tecnología de punta como las innovaciones programáticas,
espaciales y estéticas fueron puestas a prueba.

Figura 5. Del Art Déco al Estilo Internacional. Badgeley &


Bradbury, Edificio Shell, 1946-50 / Pedro A. Dupouy (General
Motors Overseas Operations de Nueva York), Edificio Cars,
1948-51 / José Miguel Galia y Martín Vegas, Torre Polar, 1952-
54 / Guinand & Benacerraf (Emile Vestuti, proyectista), Edificio
Banco Unión, 1952-54
Los Hiperyanquis: más norteamericanos que los
norteamericanos
De todas las compañías petroleras en el país, la más relevante
por su nivel de producción, incluso por encima de la Shell, era
la Creole Petroleum Corporation, subsidiaria en Venezuela de
la Standard Oil de Nueva Jersey[9]. De hecho, Creole se
posicionaba como el principal productor mundial. Luego de
haber pasado por diferentes sedes en Caracas (que incluían
oficinas alquiladas en el Edificio Zingg y una casona ubicada
entre las esquinas de Cuartel Viejo y Pineda —1940—, y luego
su propia edificación en Plaza Morelos —1943—), finalmente
se muda en 1955 a la que sería su sede definitiva, en Los
Chaguaramos[10]. El Edificio Creole, como sería conocido,
básicamente consistía en un bloque laminar largo y estrecho,
de diez pisos, ubicado lejos del centro de la ciudad, aspecto
que no solo definía una tendencia opuesta a la verticalización
característica de las grandes urbes estadounidenses sino que
incorporaba el vehículo como una necesidad implícita; de
hecho, a diferencia de la sede de la Shell, el Edificio Creole
disponía de un gran área de estacionamiento a su alrededor.
De alguna manera transmitía una idea transgresora: el
automóvil había hecho obsoleto al rascacielos. Por otra parte,
su leguaje distaba mucho del Art Déco. Lathrop Douglass, su
diseñador, siempre preocupado por el confort en la arquitectura
(y basado en la premisa de que la eficiencia de una
corporación está en relación directa con el comodidad de sus
oficinas), había hecho especial énfasis en el control climático
durante el proceso de diseño. Un conjunto de parasoles y
muros calados no solo proporcionaban un espectáculo cinético
de luz y sombras, sino que le brindaban al edificio una suerte
de “piel” adaptada al clima tropical. Aparte de su sistema
estructural antisísmico y todas las instalaciones con tecnología
de punta (que incluían seis elevadores, 390 teléfonos y una
central telefónica que podía manejar 60 llamadas a la vez,
entre otros aspectos), el Edificio Creole había basado su
dimensionamiento en el diseño modular de su mobiliario.
Experto en edificios corporativos, Douglass ya había recibido
otros encargos de la Standard Oil. Estos incluían nada más y
nada menos que sus edificios sede tanto en Baton Rouge,
Louisiana, concluido en 1950 y considerado “diferente” a todos
sus predecesores, como en Bayway, Nueva Jersey, finalizado
en 1953, el primero de su tipo en los Estados Unidos por su
mobiliario modular[11]. Ahora bien, contrario a lo que se cree, el
Edificio Creole había sido proyectado la década anterior; en
vez de ser la versión subsiguiente de los edificios corporativos
de Douglass en Estados Unidos, en realidad era su
prototipo[12]. Más aún, desde la etapa inicial del proyecto, en
1947, dicho prototipo había sido concebido paradójicamente
como una versión más compleja, si se compara con sus
homólogos norteamericanos. No es consecuencia de la
casualidad que su área de construcción era el doble que la del
edificio en Baton Rouge; incluso era más grande que Baton
Rouge y Bayway combinados. Su escala no era nacional ni
internacional; era global (Fig. 6). Como prototipo, además había
tomado por sorpresa a dos de los edificios de oficinas más
celebrados —y pioneros— en suelo norteamericano: el Lever
House y el Seagram.
Figura 6. Más norteamericano que los norteamericanos.
Lathrop Douglass entre Estados Unidos y Venezuela. Edificio
ESSO, Baton Rouge, Louisiana, 1947-50 (izquierda, arriba) /
Edificio Administrativo de la Refinería ESSO, Bayway, Nueva
Jersey, 1953 (izquierda, abajo) / Edificio Creole, Caracas, 1947-
54
Otra corporación que decidió levantar su propia edificación en
Caracas fue la Socony Mobil Oil —comúnmente conocida como
“Mobil”—, cuarta en producción para la época en nuestro país.
Proyectada en 1957 y construida en La Floresta en 1959, la
nueva obra (actualmente Colegio Universitario de Caracas)
permitiría concentrar a los 450 empleados de la compañía bajo
un mismo techo, en vez de los nueve diferentes edificios que
había mantenido hasta la fecha. Con una planta oblonga y
ocho niveles de altura, la obra ofrecía una extensa fachada a la
Avenida Francisco de Miranda: simétrica, reticulada por su
estructura a la vista —de concreto reforzado, antisísmica— y
un sistema de protección solar compuesto por pantallas de
vidrio azulado que reflejaban sutilmente el color del entorno; al
fondo, maclado al volumen principal, sobresalía el módulo de
circulación vertical revestido de azulejos. La imagen era a todas
luces moderna y al mismo tiempo evocativa de su propio
entorno. El arquitecto a cargo había sido Don Hatch, en
conjunto con el ingeniero local Claudio Creamer. Hatch había
llegado a Caracas en 1948 a solicitud de la Venezuelan Basic
Economy Corporation o VBEC (impulsada por Nelson
Rockefeller para fomentar la economía local) como arquitecto
en jefe para su programa constructivo, el cual incluía para ese
momento alrededor de 20 proyectos. Al año siguiente,
asumiendo la totalidad del programa, abriría su propia oficina
en Caracas, Oficina Don Hatch, una firma de doble
nacionalidad, con su contraparte en Nueva York (Hare & Hatch,
con Michael Hare).
Durante esos años, y muy cerca del Edificio Mobil —de hecho
del otro lado de la calle— se levantaría la Embajada de los
Estados Unidos de Norteamérica (1957-59, actualmente sede
Ministerio del Poder Popular para el Turismo-MINTUR). El
encargo recaería nuevamente en la Oficina Don Hatch, con la
asesoría del ingeniero Creamer. Aunque alineado con la
Avenida Francisco de Miranda, el edificio reservaba su mayor
interés hacia sus fachadas laterales (una de las cuales fungía
de acceso), donde la sobriedad de los muros ciegos y el sello
oficial de la embajada contrastaban con el calado
tridimensional de sendas pantallas escultóricas (obra
compuesta de múltiples láminas triangulares, en tonos blanco,
bronce y dorado, titulada “Screens” y atribuida al escultor
norteamericano de origen italiano Harry Bertoia).

Figura 7. Sofisticación en La Floresta. Donald E. Hatch, Ing.


Claudio Creamer, Edificio Mobil, 1946-50 / Donald E. Hatch,
Ing. Creamer, Embajada de los Estados Unidos de
Norteamérica, 1957-59 / Angelo De Sapio, Edificio Atlantic,
1957-59
Por último, e igualmente cerca del Edificio Mobil y de la
Embajada, se levantaría otra sede petrolera: la Venezuelan
Atlantic Refining Company. El Edificio Atlantic (1957-59) en
realidad formaba parte de un conjunto proyectado por Angelo
Di Sapio, el Centro Petrolero (a ubicarse en el sitio hoy
ocupado por el Centro Plaza), el cual incluía además los
proyectos de la Mene Grande Oil Company y la Texas (nunca
construidos). El “Atlantic”, como llegó a conocerse (Fig. 7),
habría de destacarse por una sui géneris forma oblonga,
sutilmente angulosa, una estructura centralizada de pantallas y
voladizos laterales, vidrio de tono verde azulado y mosaicos de
formas libres con teselas de color negro, gris, amarillo y rojo.
Esta sofisticación también vino de la mano de un creciente
hedonismo urbano, un savoir-faire colectivo y la
internacionalización del país; un vaso comunicante muy
particular que relacionará racionalidad y eficiencia con
placer[13]. Además de La Floresta, el centro de Caracas
continuará testimoniando esta suerte de nueva tradición,
inaugurada, entre otros, por los edificios Phelps y Karam, pero
ahora con otra escala, tecnología de punta y diferente lenguaje;
esto, con apenas 10 años de diferencia.
En busca de la ciudad cosmopolita: el “Rental Office
Building”
Para mediados de los años 1950 un nuevo y soberbio edificio
marcaba la cabecera de la Avenida Urdaneta. La pendiente de
la vía y la orientación específica del edificio (presentando una
fachada estrecha a la calle y una amplia al valle), hacía de la
aproximación vehicular una experiencia seductora. La
edificación surgía como una suerte de inmenso mirador para
experimentar —y añadir— mundanalidad y vida moderna en
Caracas, carácter acentuado por la presencia del Edificio Pan
American Airways (1952, Emery Roth & Sons) del otro lado de
la avenida. Elevado sobre columnas exentas de mármol
oscuro, exhibiendo una combinación reticulada de paneles
esmaltados, ventanas metálicas y vidrio en sus fachadas, y
proyectando tanto una marquesina “aerodinámica” en planta
baja como un ventanal saliente de nueve paneles en el pent-
house, este inusual bloque laminar era una invitación a ser
parte de un nuevo y vibrante espíritu. Era sofisticado y
enigmático; metropolitano y global. Más que universal, el
edificio era cosmopolita. Sería conocido como el Edificio de la
Luz Eléctrica de Venezuela.
En enero de 1955 Architectural Forum reportaba un edificio de
oficinas de alquiler, bajo el nombre genérico de “Rental Office
Building”, a ser construido en Caracas para arrendatarios
norteamericanos y locales. Considerado “el más grande” de su
tipo en la ciudad, a un costo de más de 3.000.000 de dólares y
con más de 13.000 metros cuadrados de construcción, el
edificio contaba con diez pisos de oficinas —distribuidos a lo
largo de una estructura de acero y concreto—, un centro
comercial en planta baja, tres sótanos con capacidad para 200
puestos de estacionamiento, así como un restaurant y club
privado para ejecutivos en el pent-house. El volumen
del shopping proyectándose hacia la calle, y un largo corredor
lateral que conducía a la entrada de la edificación y terminaba
conformándose en belvedere, le adjudicaban a la planta baja
un carácter urbano excepcional. Toda la composición parecía ir
allende los preceptos del Estilo Internacional.
La obra en cuestión, concluida en 1957, y cuyo paradero había
permanecido desconocido hasta ahora, resultaría ser el Edificio
Nueva Caracas, posteriormente denominado Edificio de la Luz
Eléctrica de Venezuela (actual sede del Banco Exterior), del
cual, por su parte, tampoco se conocía autoría (Fig. 8)[14].
Impresionante en términos de imagen arquitectónica e impacto
urbano, la obra representó para su proyectista, Lathrop
Douglass —previamente responsable por el Edificio Creole—,
una oportunidad única para insertar un “rascacielos horizontal”,
suburbano, en el centro de la ciudad, así como para explorar
nuevas tecnologías. De hecho, no solo era el primer edificio de
oficinas para alquilar, flexible, con planta libre en Caracas; era
también el primero en incorporar un sistema centralizado de
aire acondicionado “que amén de enfriar, garantizaba silencio,
limpieza y deshumidificación”[15]. Una dotación como esta
apenas comenzaba a ser práctica común en los edificios de
oficina de mediados de los años 1950 en Estados Unidos.
Figura 8. Caracas cosmopolita. Lathrop Douglass, Edificio de la
Luz Eléctrica de Venezuela, anteriormente Edificio Nueva
Caracas (actual Banco Exterior), 1954-57 / Encabezando la
avenida Urdaneta, aún bisoña, y en medio de galpones y
racionalismos tímidos, se yergue el Edificio de la Luz Eléctrica,
inaugurando una nueva escala, el uso de nueva tecnología y
una dinámica cosmopolita (al frente, atravesando la avenida, se
encuentra el Edificio Pan American y una tienda Sears) (ca.
1957)
La vanguardia en los genes
La naturaleza pionera de esta relación arquitectónica singular
entre Venezuela y Estados Unidos no solo se remitía a las
obras; también incluía la visión y el potencial de los arquitectos.
En 1954 Don Hatch proyecta el Edificio NCR (National Cash
Register, concluido en 1956, actual Edificio Summa Sistemas).
Ubicado en la Avenida Principal de Bello Monte, enfrentando al
río Guaire, el edificio proyectaba un carácter sui géneris que
sobrepasaba los parámetros del Estilo Internacional. Parasoles
horizontales, una paleta de tonalidades verdes en toda la
composición y el uso de cerámica policromada en las fachadas
laterales le brindaban al edificio un carácter único y al mismo
tiempo contextualizado, similar a la respuesta del Edificio Mobil
a su entorno. Ahora bien, no era la primera vez que Hatch
proyectaba una edificación para la NCR; de hecho venía de
diseñar (en conjunto con Carl Landefeld —su socio para la
fecha en Nueva York—, el diseñador industrial Walter Dorwin
Teague y el ingeniero A. M. Erickson) su Pabellón en la Feria
Mundial de Nueva York de 1939, una enorme caja registradora
que presagiaba las tendencias posmodernas de los años 1960
y 1970, y que bien pudiese colocarse lado a lado con piezas
icónicas construidas en los años 1930, como el Pato de Long
Island, focalizado por Robert Venturi en Aprendiendo de Las
Vegas (1972). Esta muestra de arquitectura figurativa (que de
hecho contabilizaba el número de visitantes en el pabellón)
evidenciaba no solo la relación entre arquitecto y cliente sino la
relevancia, visión y trascendencia de los arquitectos
norteamericanos que actuaron en el país (Fig. 9).
Figura 9. Recuerdos del futuro. Donald E. Hatch, Ing. Claudio
Creamer, Edificio NCR (National Cash Register), 1954-56,
detalle de fachada sur / Detalle de cerámica policromada en
fachada lateral / Pabellón NCR, Feria Mundial de Nueva York,
1939
Epílogo en desarrollo
Las décadas siguientes estarán marcadas por un crecimiento
de la mancha urbana, del parque automotor y del sistema de
autopistas y distribuidores. La arquitectura, y sobre todo la
corporativa, responderá conforme a las circunstancias. Así, en
1960 la Shell lleva a cabo la mudanza de sus oficinas a una
nueva sede, diseñada por Diego Carbonell (egresado del
Massachusetts Institute of Technology). A diferencia de su
antecesora en San Bernardino, ahora contará con un
estacionamiento para más de 1.000 puestos; más aún, su
ubicación específica en un islote para futuros desarrollos de
oficinas, en Chuao, dejaba en claro el privilegio que ya tenía el
automóvil en la cultura venezolana. La obra sería equipada con
aire acondicionado, así como con una sala de cine para cien
personas y un consultorio médico.
La década siguiente será testigo de un parteaguas en la
práctica arquitectónica caraqueña. Una suerte de hexaedro
minimalista con muro cortina continuo negro, muy cerca del
nuevo Edificio Shell, atraía la atención de conductores. La
curiosidad ulterior de los visitantes por entrar no decepcionaba:
en su interior una estructura cinética elaborada por el artista
Jesús Soto, comúnmente llamada “Llovizna”, y bañada por luz
cenital, creaba una experiencia espacial única. Era el Centro
Banaven, más conocido como “Cubo Negro” (Fig. 10). El
proyecto sería desarrollado por los arquitectos locales Enrique
Gómez, Carlos Eduardo Gómez y Jorge Landi (1974-75),
mientras que el anteproyecto había sido elaborado por Philip
Johnson y John Burgee (a través de Johnson & Burgee
Architects, oficina responsable de obras posmodernas icónicas,
como el Pennzoil Place —1975, el edificio más laureado de
Houston— y el AT&T World Headquarters —Nueva York, 1984
—).
Figure 10. Johnson & Burgee Architects, Centro Banaven o
“Cubo Negro” (anteproyecto: 1974-75); Enrique Gómez, Carlos
Eduardo Gómez y Jorge Landi (proyecto, 1974-78)
El Cubo Negro se terminaría de construir en 1978. Una mirada
retrospectiva a partir de esta obra tardomoderna revela la
trascendencia de todas las edificaciones corporativas y de
oficina modernas en Caracas, proyectadas por arquitectos
estadounidenses, en una coyuntura histórica vinculada de
forma insoslayable con la modernización del país y la definición
de lo que somos.
Discusión de cierre (con final abierto)
La publicación del “Rental Office Building” en Architectural
Forum, y específicamente en el reportaje “US Building Abroad”
en medio de la Guerra Fría, no fue consecuencia de la
casualidad. La consolidación de las compañías petroleras en el
país, una necesidad geoestratégica simbiótica, trajo profundos
cambios en la sociedad venezolana, incluyendo la
transformación física de la ciudad y la modificación de su
dinámica urbana. En medio de este reacomodo cultural, la
arquitectura corporativa, en particular la norteamericana,
terminó jugando un papel significativo. Los caraqueños
experimentaron un nuevo tipo de arquitectura, racional y
eficiente, acompañada de una clara imagen corporativa. Estas
obras, que representaban el estado del arte norteamericano en
materia de arquitectura, ingeniería y urbanismo, no solo fueron
novedosas para los venezolanos; también lo fueron para los
estadounidenses. De hecho, Venezuela se convirtió en un
gigantesco laboratorio donde estas edificaciones fueron
puestas a prueba, incluso antes que en los Estados Unidos.
Mientras en territorio norteamericano tenía lugar una suerte de
querella entre lo ecléctico y lo nuevo, las corporaciones
estadounidenses estaban enviando al extranjero sus
“embajadores” de vanguardia. Así, la arquitectura corporativa
en Venezuela resultó ser más norteamericana que la que se
hacía en Estados Unidos.
La asimilación venezolana de prácticas norteamericanas fue
incluso más amplia e intensa que el estímulo original;
terminaron siendo “huellas digitales” del venezolano, como la
cultura del automóvil y la vida cosmopolita. Más aún, una
lectura atenta a la evolución y consolidación de la arquitectura
corporativa en Caracas permite acceder a valores esenciales
de la cultura estadounidense asociados a una coyuntura
histórica específica, coyuntura que —por la propia naturaleza
de la Modernidad, siempre cambiante— ha sido olvidada en su
lugar de origen. En otras palabras, es un capítulo perdido de la
historia de Estados Unidos que se encuentra en Venezuela.
Después de todo, hoy en día no existe referencia alguna a
Lathrop Douglass ni en la narrativa histórica de Estados Unidos
ni en la vasta literatura sobre historia de la arquitectura
norteamericana.
Por último, si bien es cierto que los “centros” pueden ser
explicados a través de las “periferias”, es conveniente recordar
que el pasado reciente también puede ofrecer respuestas
acerca de nuestro presente (si es analizado críticamente) y
sobre todo acerca del tiempo por venir.
***
Notas:
[1] Corporación en cuanto empresa de grandes dimensiones,
en especial si agrupa a otras menores, o bien como
organización de personas que la dirigen, que están autorizadas
para operar de forma unificada en nombre de la empresa, y que
a la larga son trascendidas por esta, tanto en sus funciones
como en la propia existencia de la organización a través del
tiempo.
[2] v. Nikolaus Pevsner, Historia de las Tipologías
Arquitectónicas(Barcelona: Gustavo Gili, 1980), 257.
[3] Por Eclecticismo se entiende la combinación de varios
estilos en una misma obra, o bien la interpretación de un único
estilo o lenguaje arquitectónico del pasado en una misma
obra. Art Déco, por otra parte, fue una tendencia vigente entre
los años 1920 y 1930 (con influencia hasta la década de 1950)
que consistió en la combinación de varios estilos y vanguardias
de comienzos del siglo XX, con una ornamentación basada
más en formas geométricas que naturales.
[4] v. Lorenzo González C., “Los grandes espacios de la
modernidad caraqueña: el corredor de la Avenida
Urdaneta”, Edificar 2, 4-5: 13.
[5] El PSFS será uno de los primeros edificios de oficina en
Estados Unidos con aire acondicionado. El primero dotado de
un sistema centralizado aire acondicionado había sido el
Edificio Milam, en San Antonio, Texas, en 1928.
[6] Sistema de fachada acristalada y autoportante,
independiente de la estructura del edificio.
[7] El propietario de la edificación era el empresario Armando
Planchart, quien tiempo después contacta al arquitecto italiano
Gio Ponti para el diseño de su residencia, en San Román,
conocida como El Cerrito o Villa Planchart (1953-57).
[8] v. Jorge Villota Peña, “The Hyper Americans: Modern
Architecture in Venezuela during the 1950s” (Disertación
Doctoral, The University of Texas at Austin, 2014), 187.
[9] En 1943 los intereses de la Standard Oil de Nueva Jersey
en el país (específicamente el sindicato Creole, la Standard Oil
de Venezuela y la Lago Petroleum) se consolidan en la Creole
Petroleum Corporation.
[10] v. Henry Vicente, “Distritos petroleros en
CCS”, Prodavinci, agosto 2017, 6-7. La construcción de la
nueva sede de la Creole coincidió con la mudanza de sedes
que las compañías petroleras llevaron a cabo, durante los años
1940, del interior del país a Caracas, respondiendo así a un
mayor confort climático, a una ubicación más centralizada en
términos territoriales y a facilidades de equipamiento urbano
per se.
[11] El edificio Creole habría sido pues pionero del diseño
modular, incluso antes que en los Estados Unidos.
[12] Debido a la escasez de materiales luego de la Segunda
Guerra Mundial, y probablemente también temiendo las
consecuencias tanto del Golpe de Estado de noviembre de
1948 que derrocó al Presidente Rómulo Gallegos, como un
proceso de nacionalización de la industria petrolera similar al
ocurrido en México en 1938, la construcción del Edificio Creole
se extendería hasta 1954.
[13] v. Jorge Villota, “Ocio, recreación y turismo: Estructura,
circunstancias y conexiones entre EE.UU. y
Venezuela”, Prodavinci, septiembre 2017.
[14] El edificio iba a ser la nueva sede de la compañía
venezolana de electricidad, Luz Eléctrica de Venezuela; de ahí
su nombre (v. Jorge Villota Peña, “The Hyper Americans:
Modern Architecture in Venezuela during the 1950s”,
Disertación Doctoral, The University of Texas at Austin, 2014,
384-391). Entre 1989 y 1992 el edificio fue objeto de una
remodelación a cargo de la Arq. Helene Luch de Garay, la cual
incluyó cambio de fachada (a curtain wall negro) y ampliación
de la planta baja y mezanine.
[15] Lathrop Douglass, archivo de afiliación, The American
Institute of Architects Archive, The AIA Historical Directory of
American Architects, s.v. “Lathrop Douglass (1907-1981),”
(ahd1011556), http://communities.aia.org/sites/hdoaa/wiki/AIA
%20scans/C-E/DouglassLathropFAIA.pdf
***
Fuentes de las imágenes
Figura 1: Architectural Forum, enero 1955, 113.
Figura
2: https://archaeologyandscience.files.wordpress.com/2015/02/
gravure_van_het_oost_indisch_huis_17e_eeuw.jpg/ Federico
Lessmann, ca. 1857 ©ArchivoFotografíaUrbana / Graziano
Gasparini, Arquitectura Colonial en Venezuela (Caracas:
Armitano, 1985), 124.
Figura 3: https://chicagology.com/wp-content/themes/revolution-
20/goldenage/reliancebuilding.jpg / https://i.pinimg.com/originals
/c3/5b/65/c35b65646c4ecac561163cf7033d2c50.jpg/ El
Universal, 13 de marzo de 1952, 25.
Figura 4: Progressive Architecture, enero 1951,
79 / Architectural Forum, abril 1955, 9 / Architectural
Forum, agosto 1954, 52 / Architectural Record, octubre 1953,
11.
Figura
5: http://ekladata.com/yRsagJUX2kkoQqQx4APRoewKNpY.jpg
/ http://www.imgrum.org/user/arquitecturavzl/564180787/14026
44663743189295_564180787/ Tito Caula, ca. 1970
©ArchivoFotografíaUrbana / Autor desconocido, ca.1960 –
Últimas Noticias ©ArchivoFotografíaUrbana.
Figura 6: Architectural Record, enero 1949, 104 / Architectural
Record,enero 1954, 11 / Architectural Record, abril 1955, 216.
Figura
7: https://i.pinimg.com/736x/29/65/51/2965513cf15bd6fe987e3b
2c260e7907–venezuela-.jpg / https://pbs.twimg.com/media/DNu
Kn6bVwAArHtV.jpg / https://construidoencaracas.files.wordpres
s.com/2013/05/2013-04-27-17-55-05.jpg
Figura 8: Venezuela Up-to-date, noviembre 1957,
15 / https://www.pinterest.cl/pin/473089135827082497/
Figura 9: http://www.ccscity450.com.ve/wp-
content/uploads/1956/09/01-arq-g.jpg / http://www.ccscity450.co
m.ve/obra/edificio-summa-sistemas/ / http://www.stumptownblo
gger.com/2015/03/national-cash-register-building-at-the-1939-
worlds-fair-in-new-york.html
Figura 10: Autor desconocido, ca. 1980
©ArchivoFotografíaUrbana.
JORGE VILLOTA PEÑA
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corporativa norteamericana

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