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UNIVERSIDAD NACIONAL SAN CRISTÓBAL DE HUAMANGA

ESCUELA PROFESIONAL DE OBSTETRICIA

HIPERTENCION INDUCIDA EN EL EMBARAZO

DOCENTE: Noemi Quispe Cadenas

ALUMNAS: Palomino Valladolid Lady Vannesa

Poma Yace, flor Mirian

Pulido Pérez Juliana

SEMESTRE: 500 I

AYACUHO - PERÚ

2018
DEDICATORIA

A nuestros padres por ser el pilar fundamental en todo lo que somos,


en toda nuestra educación, tanto académica, como de la vida, por su
incondicional apoyo perfectamente mantenido a través del tiempo.
INTRODUCCIÓN

La hipertensión en el embarazo continúa siendo un problema mayor de salud


perinatal en todo el mundo. Es una de las mayores causas de prematurez,
mortalidad perinatal y figura además entre las primeras causas de muerte
materna, tanto en países industrializados como aquellos en desarrollo. Su
incidencia estadística oscila entre el 0.1 al 35%

La preeclampsia (PE) es una enfermedad multisistémica de causa desconocida


que puede manifestarse en la segunda mitad del embarazo, en el parto o en el
puerperio inmediato. La misma se caracteriza por una respuesta materna,
inmunológica – vascular, anormal a la implantación del producto de la
concepción, que se manifiesta a través de una función endotelial alterada,
representada por la activación de la cascada de la coagulación, y un aumento de
la resistencia vascular periférica y de la agregación plaquetaria. La enfermedad
tiene un periodo de evolución preclínico, antes de las 20 semanas de gestación,
y un periodo clínico, el cual se presenta en la segunda mitad del embarazo con
hipertensión, proteinuria y otras alteraciones sistémicas. El signo hipertensión es
el marcador que define y marca el pronóstico de la enfermedad. El mayor
incremento de las cifras tensionales sobre sus niveles basales es reflejo de un
mayor desequilibrio entre las sustancias vasoactivas que la controlan. Varios
factores que pueden ser reconocidos en el interrogatorio y examen físico en la
primera consulta prenatal incrementan el riesgo de desarrollar preeclampsia:
primiparidad, historia familiar o personal de PE, edad mayor a 35 años, presencia
de anticuerpos antifosfolípidos2 , obesidad, y embarazo gemelar. La hipertensión
previa, la enfermedad renal crónica, la diabetes, las enfermedades autoinmunes
y un periodo intergenésico mayor a 10 años incrementan también el riesgo. No
se ha observado un aumento de la incidencia según la raza; en cambio, la
pobreza y la educación deficiente se asocian al desarrollo de los casos más
severos, con mayor incidencia de eclampsia y mortalidad materna y perinatal por
la falta de control prenatal.
HIPERTENCION INDUCIDA POR EL EMBARAZO

La hipertensión es el problema de salud más común en mujeres embarazadas y


está presente en el 10 a 15% de los embarazos. Una mujer embarazada puede
tener hipertensión sea porque ya era hipertensa antes de quedarse embarazada
o porque desarrolló la hipertensión durante el embarazo.

Cuando el cuadro de hipertensión arterial se presenta solamente después de la


20ª semana de embarazo en una mujer que no era previamente hipertensa,
clasificamos como hipertensión gestacional. Una vez que aparece, la
hipertensión gestacional generalmente permanece durante el resto del
embarazo, pero tiende a desaparecer en las primeras 12 semanas después del
parto.

TIPOS DE HIPERTENSIÓN EN EL EMBARAZO

La mujer embarazada puede verse afectada por 4 diferentes formas de


hipertensión, a saber:

Hipertensión Gestacional: La hipertensión gestacional es el tipo más común


de hipertensión durante el embarazo. Se le diagnostica a las mujeres que
presentan presión sanguínea superior a 140/90 en la última mitad del embarazo.

Síntomas de la Hipertensión Inducida por el Embarazo

Todas las futuras mamás deberían prestar especial cuidado a los síntomas
propios de hipertensión inducida por el embarazo. Entre ellos se incluyen a los
siguientes:

 Lecturas de presión sanguínea superiores a 140/90, o significativamente más


altas que lo normal.
 Vestigios de proteína en la orina (causada por daños en la filtración renal).
 Presencia de edemas (inflamación), especialmente en el rostro o en el cuello.
 Aumento repentino de peso.
 Experimentar visión borrosa o doble.
 Padecer dolores de cabeza o jaquecas.
 Ver luces titilantes o puntos luminosos.
 Orinar escasamente.
 Experimentar dolor abdominal.
 Experimentar náuseas y mareos.
Si la misma no fuera tratada apropiadamente podría empeorar rápidamente,
desembocando en tipos de hipertensión más severos, tales como: preeclampsia
o eclampsia.

PREECLAMPSIA

La preeclampsia es un tipo más grave de hipertensión inducida por el embarazo.


La misma es diagnosticada cuando la presión sanguínea de la mujer
embarazada supera los 140/90 durante las últimas 20 semanas del embarazo, y
cuando se encuentran vestigios de proteína en una muestra de orina se asocia
con problemas de riñón, hígado, sistema nervioso central o disminución del
número de plaquetas también puede ser preeclampsia.

Si se detecta que la presión arterial es alta en alguna de las visitas de control del
embarazo, se recomienda realizar una serie de mediciones para descartar que
se trate de una alteración aislada causada por un estado de excitación o nervioso
inusual. Los protocolos consideran que existe hipertensión cuando en dos o más
tomas separadas por seis horas la tensión sistólica es igual o superior a 140
mmHg y la diástolica es igual o superior a 90 mmHg.
Una vez confirmado el diagnóstico de hipertensión, se realizará un análisis de
orina para descubrir si hay presencia de proteínas (proteinuria). Si en la orina de
24 horas hay 300 mg o más de proteínas, se diagnostica preeclampsia.

Este trastorno se presenta en distintos grados. Se considera que la preeclampsia


es leve cuando la tensión arterial no supera los 160/110 mmHg y la proteinuria
es inferior a 5 g en una muestra de orina de 24 horas. Por lo general, en estos
casos no hay otros síntomas.
La preeclampsia grave es aquella en la que la tensión supera los 160/110 mmHg
antes de iniciar el tratamiento y la proteinuria es superior a 5 g en la orina de 24
horas. Además, puede tener otros síntomas asociados como dolores de cabeza
fuertes o migraña, problemas en la vista, dolor en la parte superior derecha del
abdomen y aumento súbito de peso. También hay otros indicadores médicos que
se identificarán mediante un análisis de sangre, como un número de plaquetas
por debajo de 100.000 µl, un aumento de las transaminasas o distintos
indicadores hepáticos.

En muchos casos, la preeclamsia lleva asociadas alteraciones que pueden


afectar al feto, especialmente una insuficiencia de la placenta que ocasionará
un crecimiento intrauterino retardado, es decir, que el bebé crece por debajo de
lo que indica su edad gestacional.

Si no se trata, la preeclampsia grave puede dañar los riñones, el hígado y el


cerebro de la mujer. En casos muy graves, aparecen convulsiones y entonces
se denomina eclampsia, enfermedad peligrosa que puede desembocar en un
coma. Afortunadamente, mediante la identificación de la preeclampsia y el
seguimiento de los protocolos adecuados, muy rara vez se llega a esa situación.

CAUSAS DE LA PREECLAMPSIA Y FACTORES DE RIESGO

La causa exacta de la preeclampsia es aún desconocida. Existen distintas


teorías que apuntan a factores genéticos, alimentarios, vasculares o
neurológicos, pero ninguna de ellas ha llegado a confirmarse. Muchos
especialistas sostienen que la preeclampsia se debe a que la placenta no se
implanta correctamente en las paredes del útero y las arterias de la zona no se
dilatan tanto como deberían. Esto produce un riego sanguíneo reducido que
afecta tanto a la propia placenta como al hígado, los riñones y el cerebro de la
madre.

Otra teoría actual considera que ese daño en los vasos sanguíneos de la
placenta se debe a un trastorno inmunológico provocado por el rechazo del
sistema inmunológico de la madre a las proteínas del bebé procedentes
genéticamente del padre. Esta última teoría explicaría por qué los síntomas de
la preeclampsia desaparecen antes si se induce el parto que si se realiza una
cesárea ya que, en caso de cesárea, muchas proteínas procedentes del bebé,
la placenta y el líquido amniótico pueden pasar a la cavidad abdominal de la
madre, aumentando la cadena de reacción de rechazo.
Son más propensas a sufrir la preeclampsia las mujeres con alguno o varios de
estos factores de riesgo: primer embarazo, obesidad, antecedentes familiares de
preeclampsia o eclampsia, preeclampsia en un embarazo anterior, embarazo
múltiple y enfermedades subyacentes como hipertensión crónica, enfermedad
renal, diabetes, trombofilias, lupus y otros trastornos autoinmunes.
Las mujeres que ya ha padecido preeclampsia en un embarazo son más
propensas a desarrollarla de nuevo, con una probabilidad mayor cuanto más
pronto se haya desarrollado este trastorno en el embarazo anterior. En casos
muy graves, los médicos pueden recomendar que no se tenga otro embarazo.
En los casos de hipertensión crónica no tratada y preeclampsia, es probable que
las mujeres afectadas tengan mayor riesgo de enfermedad cardiovascular a lo
largo de su vida posterior, especialmente después de la menopausia. Es
recomendable consultar con los médicos la mejor manera de proceder para
disminuir ese riesgo.

ECLAMPSIA

La eclampsia es uno de los tipos más graves de hipertensión inducida por el


embarazo. La misma provoca convulsiones o coma durante las últimas etapas
del embarazo.

- PAS mayor de 185 mmHg


- PAD mayor de 115 mmHg
- Proteinuria mayor de 10 Gr en 24 horas
- Perdida totl o parcial de la visión
- Dolor en epigastrio

Riesgo de desarrollar hipertensión arterial durante el embarazo.

Son :

 Primer embarazo.
 Mujeres embarazadas con sobrepeso
 Mujeres embarazadas de la etnia negra.
 Mujeres embarazadas con más de 35 años.
 Historia familiar o personal de preeclampsia.
 Embarazo gemelar.
 Embarazo durante la adolescencia.
Complicaciones:
Maternas:

- Hemorragia cerebral
- Hellp
- Edema pulmonar
- Falla pulmonar

Fetales:

- Hipoxia crónica o aguda


- Parto pretermino

SÍNDROME HELLP

El síndrome HELLP es una sigla inglesa que indica hemólisis, enzimas hepáticas
elevadas y bajo recuento de plaquetas. Se trata de una evolución de la
preeclampsia que no se caracteriza por convulsiones sino por alteraciones en la
sangre y en el hígado y que desarrollan alrededor de un 20 por ciento de las
mujeres con preeclampsia grave. Puede tener otros síntomas como náuseas y
vómitos, cefaleas, dolor en la parte superior del abdomen y malestar general y
presentarse tanto durante el embarazo como en las 48 horas posteriores al parto.
El tratamiento es similar al de la eclampsia, además en algunas ocasiones
requiere transfusiones de sangre.

Criterios de diagnostico

- Hemolisis
DHL mayor de 600 u/l
Bilirrubina mayor de 1.2 mg/dl

- Enzimas hepáticas elevadas


DHL mayor de 600
TGO elevada
TGP elevada
Fosfatasa alcalina elevada

- Plaquetas bajas
Menos de 100, 000 plaquetas
No sabemos todavía si la hipertensión gestacional y la preeclampsia son dos
enfermedades distintas o simplemente diferentes espectros clínicos de una
misma enfermedad.

Algunas características clínicas en el momento de la presentación de la


hipertensión gestacional predicen un mayor riesgo de progresión a
preeclampsia. Son ellas:

 Aparecimiento de hipertensión antes de la 34ª semana de embarazo.


 Hipertensión arterial severa.
 Cambios en el flujo de la arteria uterina detectables a través de la ecografía
con Doppler.
 Altos niveles de ácido úrico.

TRATAMIENTO DE LA HIPERTENSIÓN EN EL EMBARAZO

Para tratar la preeclampsia, es importante diferenciar si ésta es leve o severa.


En los casos leves, el primer paso es la hospitalización de la madre con fines
diagnósticos puesto que hay preeclampsias que evolucionan muy rápido.

Una vez que se confirma que se trata del grado leve de la enfermedad, la mujer
recibirá el alta y seguirá con su vida normal, aunque se le recomendará que
reduzca la actividad física y el estrés, y se aconsejará por tanto una baja laboral.
No es necesario el reposo en cama ni eliminar la sal de la dieta. En cuanto a los
hipotensores, su uso es controvertido: por un lado, pueden prevenir daños
cerebrales en la madre, pero, por otro, pueden provocar que el bebé empeore
porque disminuye el flujo sanguíneo que llega a la placenta. En todo caso, los
hipotensores que se administrarán deben ser de los tipos recomendados en el
embarazo. Además estos hipotensores se indicarán sólo cuando la tensión sea
igual o superior a 150/100 mmHg y con el objetivo de mantenerla alrededor de
140/90mmHg.
El seguimiento de la paciente debe ser estricto a partir del momento en que se
ha detectado la preeclampsia leve, con un control periódico de la tensión arterial,
el peso y la proteinuria. Ésta última se medirá cada semana, y se realizará un
análisis de sangre para obtener el número de plaquetas, las enzimas hepáticas
y la creatinina.

En cuanto al seguimiento del bebé, es importante que se haga un recuento diario


de movimientos fetales, una ecografía con valoración de biometría y doppler y
que se controlen el crecimiento fetal y el volumen de líquido amniótico cada tres
o cuatro semanas.

En caso de que la preeclampsia sea severa, la mujer debe ser hospitalizada de


inmediato. Se le administrarán hipotensores para mantener la tensión arterial por
debajo de 155/105 mmHg y se controlará su evolución. El resto de las acciones
a seguir dependen en gran medida de la semana de gestación en la que se
encuentre.

A partir de las 34 semanas de gestación se recomienda, por lo general, inducir


el parto. El riesgo de nacimiento prematuro del bebé es en este caso inferior al
riesgo de complicaciones serias y de la posibilidad de desarrollar una eclampsia.

Si aún no se han cumplido las 34 semanas de gestación, antes de la inducción


del parto se administrarán corticoides para ayudar a acelerar la maduración de
los pulmones del feto. También se valorará la posibilidad de continuar con el
embarazo dependiendo de la evolución de la preeclampsia. Para ello, se
monitoriza de forma continua la tensión arterial hasta lograr su estabilización y
se realiza un control diario de peso, diuresis, recuento plaquetario, enzimas
hepáticas y creatinina.

En cuanto al bebé, se suele realizar una ecografía cada 48 horas


aproximadamente, un perfil biofísico y la medida del crecimiento fetal cada dos
semanas. Si la enfermedad no evoluciona favorablemente, no queda otro
remedio que inducir el parto.

Si la paciente llega a presentar convulsiones, es decir, si se manifiesta una


eclampsia, la única actuación posible es estabilizar la presión arterial e inducir el
parto cuanto antes. A pesar de que en casos de preeclampsia es siempre
preferible la inducción a la cesárea, llegado este caso si no es posible la
inducción, se deberá practicar una cesárea cuanto antes.
Es preferible la inducción, porque la cesárea no disminuye la morbimortalidad
perinatal y, sin embargo, obliga a la mujer en situación de inestabilidad a pasar
por una cirugía mayor. Además, se ha comprobado que en los casos de
inducción los síntomas de la preeclampsia tardan unas horas en desaparecer,
mientras que tras una cesárea pueden persistir durante varios días o semanas.

Tratamiento :

Sulfato de Magnesio
10 mg diluido en 1,000 cc de ClNa 9‰, vía endovenoso a 400 cc a chorro y luego
a 30 gotas/min.

Metildopa
en dosis de 500 a 1 000 mg por vía oral cada 12 horas, para mantener la
presión arterial sistólica entre 120 y 150 mmHg, vigilando de no producir
hipotensión arterial.
Labetalol
20 mg intravenoso lento, durante 1 a 2 minutos. Repetir a los 10 minutos si
no se controla la presión arterial, doblando la dosis (20, 40, 80 mg). No
sobrepasar los 220 mg. Se prosigue con una perfusión continua a 100 mg
cada 6 horas. Si no se controla la presión arterial, se asociará otro fármaco.
Son contraindicaciones para el uso de labetalol la insuficiencia cardiaca
congestiva, el asma y la frecuencia cardiaca materna menor de 60 latidos por
minuto.
Hidralacina:
5 mg intravenoso en bolo, que puede repetirse a los 10 minutos si la presión
arterial no se ha controlado. Se sigue con perfusión continua a dosis entre 3
y 10 mg por hora.
Tratamiento :

Metildopa
en dosis de 500 a 1 000 mg por vía oral cada 12 horas, para mantener la
presión arterial sistólica entre 120 y 150 mmHg, vigilando de no producir
hipotensión arterial.
Labetalol
20 mg intravenoso lento, durante 1 a 2 minutos. Repetir a los 10 minutos si
no se controla la presión arterial, doblando la dosis (20, 40, 80 mg). No
sobrepasar los 220 mg. Se prosigue con una perfusión continua a 100 mg
cada 6 horas. Si no se controla la presión arterial, se asociará otro fármaco.
Son contraindicaciones para el uso de labetalol la insuficiencia cardiaca
congestiva, el asma y la frecuencia cardiaca materna menor de 60 latidos por
minuto.
Hidralacina:
5 mg intravenoso en bolo, que puede repetirse a los 10 minutos si la presión
arterial no se ha controlado. Se sigue con perfusión continua a dosis entre 3
y 10 mg por hora.
BIBLIOGRAFIA

 Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia. Protocolos Asistenciales en


Obstetricia. Trastornos hipertensivos del embarazo. 2006.
 Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia. Revisión Bibliográfica.
Diciembre 2009.

 SANTOS LEAL, E. Embarazo y parto. Todo lo que necesitas saber para torpes.
Ediciones Anaya Multimedia. 2011.

 SANTOS LEAL, E. Embarazo: prevención y tratamiento de la hipertensión.


Editorial: “El Mundo de tu Bebé”, 200, Febrero 2010

 Estados hipertensivos del embarazo. Diciembre 2006.


Editorial: Unidad de Medicina Perinatal. Departamento de Obstetricia y
Giencología. Hospital de Cruces.

 Population-based trends in pregnancy hypertension and pre-eclampsia: an


international comparative study. ROBERTS, C. L. et al. Febrero 2011.
 Diagnosis and management of gestational hypertension and preeclampsia.
SIBAI, B. M.
Editorial: The American College of Obstetricians and Gynecologist. Vol.
102, Nº 1: 181-192. Julio 2003.

 Preeclampsia and Cardiovascular Disease Death. Prospective Evidence From


the Child Health and Development Studies Cohort. MONGRAW-CHAFFIN, M. L.
et al. Hypertension Nº 56: 166-171.
Editorial: Journal of the American Heart Association. Junio 2010.

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